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La logia masónica en el Perú


  1. Introducción
  2. Mi ingreso a la logia masónica
  3. Finalidades de la masonería
  4. Su historia a través del tiempo
  5. Trilogías masónicas fundamentales
  6. Bibliografía consultada

La presente obra ha sido escrita y recopilada para satisfacer una doble necesidad: la de los masones que necesitan conocer las enseñanzas, están destinadas al público y la de aquellos que, no siendo masones (profanos), desean conocer la esencia de la Institución Masónica o Masonería en general. A ambos les decimos que en éste trabajo hallarán la satisfacción de sus deseos. La Masonería pública es una rama de la Masonería general y está constituida por las enseñanzas de los congresos masónicos y por las doctrinas destinadas, tanto a los masones como al público. En la presente obra, a las enseñanzas provenientes de las fuentes señaladas, el autor, les ha añadido algunos comentarios que amplían y completan, en muchos casos, lo dicho por las fuentes ya mencionadas.

Como el autor está consciente de la necesidad que existe de una obra como ésta, espera que la misma satisfaga las esperanzas de sus lectores. Para el logro de su propósito capital, la Masonería usa todos los conocimientos que cada época ofrece. Pero como es fácil suponer, dichos recursos varían con las épocas, los lugares y los adelantos de la técnica o la ciencia. La Masonería como doctrina no es dogmática. Es liberal, pragmática, filosófica y científica. Es progresiva o perfectiva, porque no se considera ni completa ni perfecta. Está hecha de verdades generales, de principios y de normas universales.

La doctrina masónica es ante todo y por encima de todo, una doctrina humanista. Esto quiere decir, que en ella lo humano es lo principal, sin que tal cosa excluya lo natural y lo divino ni se quiera sustituir a Dios por el Hombre. Es un humanismo equilibrado, sin extremismos exagerados o absurdos.

Aún sin ser masón e investigando en estos temas debido a mi interés en solicitar mi ingreso a la orden y después de ser masón y en la medida que avanzaba en mi Carrera Masónica en los diferentes grados simbólicos, fue creciendo en mi la idea de escribir un libro que refleje, aunque sea en parte, "Mi Credo Masónico". Aquellos conceptos e ideas que mezclados en mi mente, se fueron formando con los ingredientes del aprendizaje, mi racionalización mental y mi creciente avidez y experiencia, para ofrecerlo a todas las personas "masones o no" sin pretensión de ofrecer un conocimiento acabado ni mucho menos toda la Verdad Absoluta sobre el tema.

Espero que esta modesta obra contribuya a aclarar conceptos primarios y fundamentales sobre la Francmasonería tanto a mis hermanos como a aquellas personas interesados en conocer sobre nuestra Augusta Orden y, en especial, los que consideren ingresar a la Masonería, o Golpear las Puertas del Templo, como lo expresamos los Masones.

He tratado de seguir una lógica concatenación de los conceptos usando el sistema de preguntas y respuestas para la mejor comprensión de los lectores, en especial de las personas que no son masones.

Todo el que sienta los ideales de la Francmasonería se debe haber preguntado alguna vez por qué esta Orden le atrae, y qué es lo que en ella le retiene. En realidad somos muchos los que nos hacemos esta pregunta continuamente, y formulamos respuestas que no afectan más que a los bordes del problema, porque siempre hay un elemento que se nos escapa: algo intangible e indefinido que no podemos localizar, definir o analizar a pesar de que es absolutamente real de que está definido de un modo perfecto y de que existe sin duda alguna algo que ejerce inconfundible seducción; algo que, al mismo tiempo que aplaca el hambre interior, la aumenta en grado extraordinario; algo misterioso, seductor y estimulante; algo que nos arrastra perpetuamente adelante, como finito impulso hacia un infinito objetivo.

Más notable todavía es que nos percatemos de ello mucho tiempo antes de que sepamos lo que es en realidad la Francmasonería (la cual, no obstante, sentimos en el fondo de nuestro corazón). Pues aunque la mayoría de los candidatos a la Masonería tengan una idea vaga y general de que ésta es digna de respeto y crean que es una venerable institución que inculca elevados ideales relativos a la vida no les es dable saber mucho más acerca de esta asociación. Poco o nada puede saber el profano (no masón) de sus ceremonias, aunque sepa que éstas existen. No obstante, la absoluta ignorancia de las enseñanzas y métodos de la Francmasonería no es obstáculo para que los hombres se sumen a su Fraternidad. Tampoco explica el problema la cínica afirmación de que la atracción que los hombres sienten por la Orden se debe a mera curiosidad, pues casi todos los masones saben por propia experiencia que esto no es cierto.

En todas las demás cosas solemos mirar antes de dar un salto y procuramos informarnos antes de dar un paso definido o de lanzarnos a alguna empresa. La más elemental prudencia nos aconseja que averigüemos en qué consiste la institución a que deseamos adherirnos, o el plan que hemos de seguir. No obstante, poco a nada podemos saber de antemano acerca de la Francmasonería, pues hasta los mismos masones serían las últimas personas del mundo en revelarnos algo referente a ellos o a su institución. A pesar de todo esto entramos en su Fraternidad convencidos plenamente de que no vamos por mal camino, y nos zambullimos en las tinieblas sin sentir escrúpulos ni cortedad, respondiendo a una llamada interior que no sabemos explicar ni comprender.

Aún más: sabido es que ningún hombre sensato es capaz de opinar sobre los asuntos corrientes de la vida antes de haber hecho un examen detenido. Pues bien, cuando se trata de Francmasonería ocurre lo contrario, porque todos solemos tener una idea favorable y preconcebida de nuestra Orden, que es la que nos induce a sumarnos a ella. Así que la Francmasonería tiene un sello característico que la diferencia de todas las demás cosas del mundo, aun antes de que dé comienzo nuestra vida masónica.

Sin embargo, antes de que sondeemos profundamente en este factor misterioso e intangible que constituye el corazón y la entraña de la atracción que nos impulsa hacia la Masonería, es conveniente ,que pasemos revista a unos cuantos de los demás aspectos de esta atracción, cuyo aislamiento y examen no es difícil de hacer .

A pesar de que la Masonería es una institución de respetable antigüedad, y que de ella se han ocupado ampliamente historiadores, filósofos y escritores, existen en la actualidad una desorientación y desconocimiento casi completos de lo que realmente es esta organización que tiene representaciones o sucursales en casi todo el mundo, y de cuáles son sus finalidades y qué medios utiliza para lograrlos.

Algunas otras personas interesadas quienes han escuchado en alguna ocasión referencias vagas a la Institución Masónica, se la representan como una especie de mafia tenebrosa que se dedica a incorporar en sus filas a los oportunistas, los cismáticos, los hombres sin credo ni religión, los politiqueros sin escrúpulos y a los incautos para sus conspiraciones secretas. Se supone que el objetivo principal de la actividad masónica consiste en atacar a la religión, y el secundario es conseguir puestos lucrativos en el gobierno, la industria, el comercio, o donde quiera que sus adeptos puedan introducirse con sus maniobras encubiertas. Se habla de que la intimidación y el terror son las armas con que son manejados eficazmente los juramentos de esta sociedad secreta, y aun brotan aquí y allá consejas que hablan de terribles y espeluznantes "venganzas masónicas".

Muy distinta es la idea que se forman de la Masonería quienes han tenido algún trato con miembros de la Institución. En muchos casos, han creído descubrir que se trata de gente inofensiva, incapaz de "matar una mosca", idealistas y hasta ingenuos, que se reúnen semana a semana en sus "logias", como otros lo hacen en el café o en la cantina; para "darle su arreglada al mundo". Como no se ve que para estas personas cambie en forma alguna su situación económica ni que se realicen jamás los proyectos loables que dejan traslucir en pláticas, se deduce que la Masonería es una especie de club en que se vuelcan, en saludable "catarsis", la frustración e impotencia de los ideales fallidos y las metas inalcanzadas, y se busca en la discusión libre de variados temas un desahogo a las inquietudes y cierto solaz en el intercambio de conceptos filosóficos.

Para quienes han asistido a ceremonias masónicas, o han leído artículos ilustrados de los fastuosos actos que se llevan a cabo, los masones quedan catalogados como una gente ociosa que vive en un mundo artificial de fantasía y teatralidad, reminiscente de la pompa y circunstancia de las órdenes de caballería y la nobleza medieval, sin más finalidad que la de conferirse mutuamente ridículos y altisonantes títulos que halagan su vanidad y darle variedad a la incolora mediocridad de la vida real.

Finalmente, hay quienes ven en la Masonería un poco más que un club social, aunque con cierto sabor arcaico de misticismo, que únicamente sirve para darle marco y ambiente a las altruistas finalidades de ayuda mutua y solidaridad fraterna que se supone deben existir entre sus miembros.

Como puede verse, la imagen que se forja una mente que trata de juzgar a una institución viéndola desde afuera, no puede nunca ser exacta. En verdad, debemos admitir que aún para algún que otro de los masones que forman parte de la institución, el concepto tampoco es muy claro, y ello, se debe, precisamente a que han transportado al campo masónico sus aspiraciones particulares y han intentado convertir a algunas de sus logias en un reflejo de los que esperaban encontrar en la Masonería.

Al terminar mi doctorado en Filosofía y Humanidades en la prestigiosa Universidad de La Salle, Barcelona – España, y ya ordenado sacerdote, regresé a Perú a laborar en la Orden Salesiana, por tres años, recibí la invitación de la Gran Logia Cosmopolitan Nº 13 de la ciudad de Trujillo – Perú; a pesar de que en España, también recibí invitaciones para ordenarme Masón. El procedimiento es casi el mismo en todas las Logias, con algunas pequeñas diferencias entre algunas; al solicitar su admisión, un candidato, en la Orden, se le pregunta si lo hace de su libre y espontánea voluntad; pero

  • ¿Cómo puede haber libre y espontánea voluntad de hacer algo, si se ignora exactamente lo que ello es?

  • ¿Cómo puede jurarse el cumplimiento de una constitución y reglamentos si se desconocen completamente?

  • ¿Qué puede pensar de un hombre que va a comprometer su palabra de honor y su buen nombre sin haberse preocupado por investigar más a fondo las consecuencias de tal acto?

La verdad es que escasean lamentablemente las fuentes fidedignas de información sobre lo que es y lo que no es la Masonería, y esta deficiencia no siempre se puede subsanar por medio de la interrogación directa, pues lo más probable es que se reciban muchas respuestas contradictorias y vagas por el temor de muchos masones a decir más de la cuenta, violando las normas de discreción que recomienda la Orden. Tampoco se sale de apuros leyendo obras de consulta de filosofía masónica, o aún los rituales (si se consiguen) pues en toda la literatura que se publica se supone que el lector es masón y, por lo tanto, se omite todo aquello que le ha de ser bien conocido; pero que es precisamente lo que más interesaría al que tiene deseos de investigar la conveniencia de iniciarse en la Masonería.

Para intentar llenar este hueco es que nos dimos a la tarea de recopilar toda la siguiente información, que no trata, ni con mucho, de ser un documento de consulta sobre Masonería. Existen buenas obras de este tipo que ayudarán a quien desee obtener información específica sobre algún aspecto particular del tema. Lo que aquí me propongo es presentar el panorama general, como lo haría ante quien nunca hubiese oído hablar de la Masonería. No se trata de una propaganda a favor ni en contra, sino simplemente una exposición escueta de hechos y datos fáciles de comprobar, pero que, hasta ahora, no estuvieron reunidos en un solo libro.

Quedará mucho aún por decir, y algunas cosas habrán de leerse entre líneas; pero existe la convicción leal de que no son las más importantes las que falten y que la información condensada en esta recopilación será más que suficiente para el fin que se persigue, que es el de orientar debidamente a quienes desean conocer realmente lo que es esta institución mundial.

Cuando por primera vez oímos a alguna persona decir "Fulano es Masón", la pregunta que surge inmediatamente en nosotros es: "¿Qué cosa significa ser Masón?", "¿Es una religión, o una secta, o un club filosófico, o un partido político, o qué?" Daremos contestación a estas preguntas.

"Masón" significa "constructor", o sea el que fabrica a cal y canto un edificio, pero aunque antiguamente este título se les aplicaba a los miembros de las asociaciones de constructores que dieron a Europa sus mejores edificios de la Edad Media y del Renacimiento, actualmente hemos de entenderlo en su acepción figurada, diciendo que el masón es un constructor del templo simbólico de la ciencia y de la virtud. Que construye su propia personalidad. En otras palabras, un masón es un individuo que trabaja en perfeccionarse y en evolucionar, tanto en sus conocimientos como en su comportamiento moral, y para ello sigue los caminos que le indica la antigua asociación que se nombra Masonería, o más correctamente, Francmasonería.

Correlativamente, la institución Francmasónica tiene como finalidad principal la de constituirse en guía de quienes buscan y anhelan este perfeccionamiento, para lo cual va desgranando una a una sus sabias enseñanzas, en dosis graduadas y de acuerdo con el adelanto de cada uno de sus miembros. A través del estudio razonado y crítico de la filosofía moral se obtiene un mejor conocimiento de las virtudes y del modo de practicarlas.

Pero entonces, ¿Cabe decir que la Masonería es una escuela? Desde luego que no, si entendemos por escuela un lugar donde se imparten clases sobre materias específicas, basándose en libros de texto, y se capacita a los alumnos para desempeñar un trabajo que les permita ganarse el sustento. La Masonería es algo más que eso. En primer lugar, su filosofía educativa es totalmente distinta a la de cualquier escuela, puesto que en vez de exigir el aprendizaje de tales o cuales postulados y principios, estimula la exposición libre, la discusión ilustrada y el desarrollo de la imaginación y del pensamiento original, como medio para conseguir que cada cual llegue por su estudio independiente y su meditación profunda, a sus propias conclusiones lógicas y a la afirmación de sus convicciones. Por tanto, usa ampliamente del símbolo y de la alegoría; pero no ofrece de ellos ninguna explicación fija y dogmática, sino que deja en libertad al iniciado para que ejercite sus propias facultades deductivas e inductivas para descifrarlos y aprender –por sí mismo– las provechosas lecciones que encierran.

Se ocurre preguntar qué utilidad tiene esto. La historia nos enseña que de la Masonería han salido, en todos los tiempos, hombres de gran visión, acrisolado altruismo e inagotable energía, que han dado a la humanidad sus más grandes impulsos de progreso. Para descubrir estos nuevos caminos, necesitaron nutrirse de la duda filosófica, no de la certeza dogmática; precisaron examinar lo que no es típico, en vez de conformarse con lo usual y corriente. Tuvieron que desechar los cartabones, los textos consagrados y los manuales establecidos, decidiéndose a recorrer sendas supuestamente prohibidas para el pensamiento y descubriendo las nuevas soluciones a los problemas irresueltos. Para esto, dispusieron de una maravillosa facultad: la imaginación creadora.

Quizá la Masonería ha sido, a través de los tiempos, la única institución que se ha percatado de la importantísima función que tiene esta imaginación creadora en la evolución de la humanidad, y ha descubierto y aplicado un método sencillo y eficaz para desarrollarla. Por eso ha sido y seguirá siendo el semillero de nuevas ideas, el portaestandarte de las vanguardias y la escuela en que se modelan los hombres marginales que viven y piensan entre el hoy y el mañana, los conductores de la humanidad.

Pero no solamente a esto se limita la Masonería; no se conforma con ver que cada miembro se cultive y perfeccione a sí mismo, sino que trata de desarrollar en todos y cada uno de ellos el firme sentimiento de fraternidad y abnegación, encauzando cuidadosamente todos sus esfuerzos hacia los nobles fines de justicia social, equidad, libertad, auténtica democracia y progreso material y espiritual de toda la humanidad.

La Masonería "es la doctrina moral que trata del mejoramiento del hombre con la ayuda de la Filosofía, la Ciencia y la Cultura". La palabra hombre es usada en sentido genérico y en ella se incluye a toda la comunidad, sin distingos de credos, clases y razas. EI mejoramiento del hombre a que aspira la Masonería, es integral, o sea, material, espiritual, moral, etc., al igual que individual, social, económico, técnico, científico, etc., porque la Masonería aspira a que el hombre evolucione, progrese y mejore en todos los aspectos de su vida y de la persona.

Dejaría la Masonería de ser universal en sus finalidades si se mostrara partidista de algún "ismo", o enemiga de alguna religión. En su seno se admiten a hombres de todas las religiones y se respetan las creencias de cada uno y su forma personal de rendir culto a Dios. Por lo mismo, están proscritas las discusiones sobre los méritos relativos de tal o cual forma de culto, como no sea para reconocer que todas ellas representan modalidades del sentimiento de veneración del hombre hacia esa Entidad Suprema a quien cada quien llama con distinto nombre. La Masonería resume todas esas apelaciones a un común denominador y le llama "Gran Arquitecto del Universo", sin establecer ningún culto especial para adorarle, pues considera que todos son buenos cuando nacen de los anhelos puros del hombre.

En concomitancia con estos principios de libertad de conciencia y de culto, la Masonería no puede permanecer al margen de cualquiera violación de estos postulados, como cuando los ministros de alguna religión (sea católica, mahometana, budista, etc.) detentan los poderes públicos y la soberanía de los pueblos. Cuando las religiones, convertidas por los hombres en tiranías esclavizadoras de las conciencias y prostituidas por la ambición del poder temporal, pretenden sojuzgar a los hombres, la Masonería se yergue como campeona de la legitima libertad de creer o no creer, atendiendo únicamente a los dictados de intima conciencia y de la razón. De ahí que, aunque algunas veces y en algunos países la Masonería haya adoptado posturas anticlericales, no por ello es anti religiosa.

En resumen, "la Masonería no es una religión, ni discute los principios de ninguna religión, sino por el contrario, las respeta a todas".

La Masonería es más que un club filosófico o una escuela de moral. Es una libre asociación de hombres de todas las condiciones económicas, y de todos los grados de cultura, a quienes los une el deseo de alcanzar un desarrollo y una evolución más alta en su personalidad interna, un dominio más perfecto de sí mismos, una afirmación de sus convicciones, una agudización más sutil de sus facultades, intelectuales y un acendrado espíritu de abnegado servicio hacia sus semejantes. Dentro de la Masonería encuentran estos hombres un ambiente de libertad, de respeto mutuo, orden, seriedad, estudio y fraternidad.

La Masonería contiene una filosofía educativa propia, basada en el estudio imaginativo y profundo de símbolos y alegorías, que persigue como finalidad el desarrollo del pensamiento propio, original, lógico y constructivo, con el resultado de que cada masón palpa pronto los frutos de este perfeccionamiento personal al notar que se ensancha extraordinariamente su manera de ver la vida, se despiertan aptitudes dormidas, surgen perspectivas de mejoramiento y entra plenamente en el camino que los transforma en guías y benefactores de la sociedad.

La Francmasonería no es una sociedad simple, sino una agrupación de sociedades que aceptan como base fundamental un conjunto de antiguas leyes, escritas o no escritas, que denominan "Antiguos Límites", "Antiguos Cargos", "Marcas", o "Landmarks". Este cuerpo de ordenamientos se deriva directamente de los que regían el funcionamiento de las asociaciones de masones operativos en la Edad Media y es el resultado de una larguísima experiencia.

Los Antiguos Límites han logrado que la Francmasonería sea siempre una e indivisible, a pesar de la variedad de cuerpos que la constituyen, y que no se modifique ni prostituya su carácter esencial a través de los tiempos. Por encima de cualquier constitución o reglamento están siempre los Antiguos Límites; estos definen las normas básicas de funcionamiento de la institución, los requisitos, derechos y obligaciones de los miembros y funcionarios y la postura filosófica, social y política de la Masonería Universal. A pesar de su importancia, no son dogmáticos sino convencionales y admiten que exista una variedad casi infinita en la manera y orden con que pueden impartirse las enseñanzas, en el estilo de la decoración de los "Templos", en las liturgias y en muchos otros aspectos. A ellos se debe la diversidad de los "Ritos Masónicos" que son aceptados como "Regulares".

Se llama "Rito", en Masonería, al conjunto de reglas o preceptos de conformidad con los cuáles se practican las ceremonias y se comunican las instrucciones de los grados.

Pasan de cien los ritos que han sido fundados, en diversos tiempos, dentro de la Masonería, y que se han considerado como "reconocidos". Muchos de ellos tuvieron una vida efímera pero otros han subsistido hasta nuestros tiempos. El pertenecer a un rito determinado, sin embargo, no es obstáculo para que los Masones se traten entre sí como miembros de una misma gran familia y se visiten mutuamente.

De todos los ritos, son considerados como los principales el "Rito Escocés Antiguo" y Aceptado, el "Rito Inglés de York" o "Rito del Real Arco". Sin embargo, en algunos países han existido ritos nacionales que han demostrado gran actividad, como el "Rito Moderno Francés", del que surgió la Revolución Francesa; el "Rito del Celeste Imperio", que se practica en Turquía; el "Rito Sueco", el "Tien-Foe-Whe", de la China; el Benemérito "Rito Nacional Mexicano", de gloriosa memoria en nuestro país, y muchos más.

Los masones se congregan en pequeños grupos formados con algunas decenas de miembros, que denominan "Logias" y se reúnen una vez por semana en un local adecuado que recibe el nombre de "Taller", dando a entender con ello que se congregan para trabajar.

El valor e importancia de los trabajos que se desarrollan en las logias no depende del estilo o fastuosidad de su decoración. Muchas de ellas procuran limitar al mínimo estos adornos para que no se distraiga la atención y se desvíe del trabajo principal, que es de orden intelectual. Se puede trabajar masónicamente a campo raso y bajo la bóveda celeste, o en una choza de paja, sin que nadie pueda alegar que se demeritan en algo las bellas ceremonias en que se van revelando las enseñanzas y secretos de la Masonería.

En cada población de regular importancia existe, por lo menos, una logia masónica que imparte los tres grados fundamentales del Simbolismo, o "Masonería Azul": "Aprendiz", "Compañero" y "Maestro". Cada una de estas logias está incorporada a una Gran Logia, cuyos límites de jurisdicción corresponden generalmente a los del Estado en que se encuentra. Los funcionarios de estas Grandes Logias son electos democráticamente entre los maestros de todas las logias simbólicas de la jurisdicción y toca a ellos gobernar en los asuntos que incumben a la agrupación. Finalmente, existe dentro de cada país un organismo o Confederación de Grandes Logias y, en el plano internacional, otros organismos que preparan y realizan congresos regionales y mundiales para el estudio y resolución de los problemas generales de la Orden; Estos súper organismos que preparan y realizan congresos regionales y mundiales para el estudio y resolución de los problemas generales de la Orden; solamente pueden formular recomendaciones a las Grandes Logias.

Es la "Masonería Azul", o sea las Logias Simbólicas, la que constituye el grueso del pueblo masónico, y aunque existen otros cuerpos superiores que imparten los "grados" Capitulares, Filosóficos y Administrativos, hasta el "último grado" del "Rito Escocés" Antiguo y Aceptado, que es el 33°, existe una independencia completa entre la Masonería Azul y estos otros niveles de la Masonería, por lo cual los grados que otorgan no tienen preponderancia alguna en las Logias Simbólicas, en donde no se reconoce otra categoría superior a la del Grado de Maestro.

Dejando a un lado muchos y muy antiguos antecedentes históricos de la Masonería, oscuros e inconexos, señalaremos, históricamente, aquí que esta surgió de las corporaciones de obreros de la construcción en la Edad Media. Los canteros alemanes y los constructores ingleses de esos tiempos no constituían únicamente asociaciones de oficios sino verdaderas hermandades en donde se enseñaba y ejercitaba una teoría secreta de sus respectivas artes y oficios. Muchos autores han probado que los Francmasones no han inventado su liturgia y sus símbolos, y que tampoco los han copiado de otras sociedades secretas arcaicas, sino que les han sido transmitidos, por sucesión directa, de las sociedades gremiales de que proceden.

Se pretende que la Masonería es tan antigua que ya existía y se practicaba en las pirámides de Egipto, en los templos de la India, en las cavernas de los Esenios, en las criptas secretas de los Mayas, en la Academia de Pitágoras y en muchas otras sociedades iniciáticas de muy remota antigüedad.

De las lecturas que he tenido acceso tanto en España como en Perú, muchos autores citan que fue el Rey Salomón, quién creo la primera piedra Masónica. Pero, otro lado, las semejanzas, reales o imaginadas, con los ritos y ceremonias que se llevaban a cabo en esos remotos tiempos, demuestran que la Francmasonería llena una íntima necesidad del espíritu humano, que es la de buscar la superación personal y encauzar las potencialidades individuales hacia el bien común. No es pues, la lógica de las técnicas y métodos que son más eficaces para lograr la evolución interna en el hombre. Que estas técnicas no hayan variado grandemente en el curso de varios milenios no debe extrañarnos, ya que el hombre sigue siendo esencialmente semejante en sus manifestaciones mentales y afectivas desde que es hombre, a pesar de todas las modificaciones ambientales que ha logrado la civilización.

La Masonería, en su forma actual, tomó cuerpo en Inglaterra a fines del Siglo XVII. Con anterioridad, existían en Alemania, Francia e Italia las cofradías de constructores, o "masones", en donde se enseñaban no solamente las artes y las ciencias que debía dominar un maestro constructor, sino que se impartían principios de moral y buena conducta, que garantizaran la armonía dentro de las corporaciones. Los lustros de duración de las monumentales obras que ejecutaban los "masones" (entre las cuales se cuentan las más preciadas joyas del estilo gótico) favorecían que se estableciesen relaciones muy estrechas entre los numerosos artistas y obreros, los cuales formaban verdaderos "equipos" bajo la dirección de sus grandes maestros arquitectos, que eran solicitados para ejecutar obras en ciudades distantes y en diferentes países. Natural es que, en sus viajes, buscasen la ayuda de otros miembros de su misma profesión, también agremiados en cofradías, y que asistiesen a las reuniones de sus "logias". De esta necesidad de viajar y ser reconocidos y atendidos, como de las preocupaciones que cada agrupación debía tomar para no admitir entre sus miembros a un operario que fuese a romper la armonía por su mala conducta, o a explotar en su beneficio personal los conocimientos técnicos que se impartían en las logias, surgieron los signos secretos de reconocimiento, la jerarquización en tres grados, con obligaciones y prerrogativas distintas, y el sigilo y discreción para realizar las reuniones de masones.

El nombre de "Francmasón", derivado de la palabra "Freemasón", y que significa "masón libre" o "albañil libre", se daba a los constructores que tenían libertad para contratar sus servicios con cualquiera persona y en cualquier país, a diferencia de los que estaban al servicio exclusivo de algún noble, prelado eclesiástico o monarca. Estos últimos, desde luego, no precisaban de signos de reconocimiento, ni de todas las demás cosas que caracterizaban a las logias de Francmasones.

Por la necesidad de viajar y de conocer diversos países y costumbres, los Francmasones tuvieron contacto con distintas maneras de pensar y diferentes organizaciones políticas, lo cual les confirió un punto de vista excepcionalmente amplio hacia los problemas religiosos, filosóficos, económicos, sociales y políticos de su época. Hubieron de admitir, con igualdad de derechos, a hombres de distintas nacionalidades, credos y razas, y esto sentó las bases a los principios humanistas de la naciente Orden.

En los siglos X, XII y XIV, se emprendieron en Escocia e Inglaterra grandes obras, y para su realización se importaron constructores alemanes, quienes llevaron consigo los usos y costumbres de las logias alemanas. A su influjo, nacieron las logias escocesas e inglesas.

Hacia principios del siglo XVIII, la construcción había decaído grandemente y, consecuentemente, languidecían las logias de los masones operativos; entonces, en 1717, se constituyó en Londres una Gran Logia, bajo el patrocinio de un grupo de hombres de gran ilustración, que veían con pena la decadencia de las logias de constructores. Fue entonces cuando nació, propiamente, la Francmasonería de nuestros tiempos, la cual ha conservado cuidadosamente el espíritu de las antiguas cofradías, sus principios constitucionales y los usos y costumbres tradicionales, apartándose de la construcción material. Admitió en sus filas a hombres de todos los oficios y condición social, a la vez que daba una interpretación elevada y filosófica a sus símbolos; así, la Francmasonería adquirió un carácter más amplio, susceptible de extenderse por todo el mundo.

De Inglaterra, la nueva Francmasonería se extendió rápidamente a otros países. En Francia apareció entre 1721 y 1732 y alcanzó un auge inusitado. Se formaron nuevos ritos y se crearon grados filosóficos, siendo ésta, al principio, una innovación mal recibida en los demás países, ya que infringía los Antiguos Limites que únicamente establecen los primeros tres grados.

La Masonería Francesa ha contado entre sus miembros a distinguidas personalidades, como Voltaire, Rousseau, Condorcet, Víctor Hugo, Gambetta, Herriot, Dantón, Marat, Alejandro Dumás, Napoleón Bonaparte, Emilio Zolá y muchos más. En las Logias Masónicas se gestó la Revolución Francesa, y de los principios masónicos se sirvieron los revolucionarios como bandera en la lucha contra la tiranía.

Entre los masones más distinguidos hay que mencionar a: Federico el Grande de Prusia, Francisco I de Austria, Goethe, Mozart, Beethoven, Wagner, Benjamín Franklin, George Washington, el Conde de La Fayette. Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, Américo Vespucio, Leonardo Da Vinci, Gral. Prim, Francisco Javier Mina, Emilio Castelar, Simón Bolívar, José Martí, Bernardo O" Higgins. José de San Martín, Antonio José de Sucre, José María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Agustín de Iturbide, Valentín Gómez Farías, Nicolás Bravo, Benito Juárez, Melchor Ocampo, Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz, Ignacio M. Altamirano, Juan de Dios Pesa, Amado Nervo, Ignacio Ramírez, Alfredo Chavero, El Barón de Humboldt, Francisco I. Madero, José María Pino Suárez y muchos otros más.

Las fuerzas renovadoras que han actuado dentro de ella, en nuestro país, la han modernizado y cohonestado con los adelantos de nuestro tiempo, y se observa una saludable tendencia a incorporar a sus técnicas y enseñanzas los descubrimientos más modernos de la ciencia.

De esta manera, la Masonería evoluciona y se pone a tono con la época, para seguir siendo fuente de donde brota la fuerza renovadora del pensamiento humano.

Es cierto que en las Logias Masónicas se han formado hombres como Voltaire, Washington, Bolívar, Juárez y Madero; pero también de ellas han surgido grandes sabios y artistas, como Franklin, Newton, Mozart, Beethoven, Wagner, Chavero, Edison, Kant, Spinoza, Rutherford, H. G. Wells, Oppenheimer, Dewey y tantos otros más que nunca se ocuparon de la política, como no fuese desde un plano filosófico y humanista. Porqué este comentario?, pues se dice que la Logia Masónica, interviene en la política de un país, pero ya demostramos que no es así. La Masonería está por encima de la política y sobre todo de la politiquería.

Por otro lado, se dice entre la gente común, que no pertenece a la Logia Masónica, que la Masonería es obra de Satanás; pero demostramos que también eclesiásticos han pertenecido y pertenecen a las Logias Masónicas, como por citar, tenemos a: El cura Hidalgo, Francisco Calvo, El Conde de Schaffgotsh, Bernardo Augusto Thiel, Julián Segundo Agüero, Fray Cayetano Rodríguez, Santiago Figueredo; y actualmente al papa Francisco I.

Pese a los esfuerzos de quienes en ciertas épocas han pretendido desentenderse del carácter real de la institución y han hecho esfuerzos por transformar en bandera política, la Masonería ha conservado, hasta ahora, su verdadera naturaleza de escuela y taller en donde se forja la personalidad y evolucionan las facultades más nobles del hombre. Es un laboratorio en donde se ejercita el análisis y la síntesis de todas las ideas y de todos los nuevos conceptos filosóficos, en el ambiente aséptico propicio para el claro y recto pensar, y en donde se funden en el crisol del trabajo mancomunado y de la lucha constante, los más diversos metales, para obtener la amalgama y la aclaración con que se forjan los hombres capaces de dedicar sus vidas al progreso de la humanidad, sin distingo de raza, credo o nacionalidad.

La Masonería ha enseñado a estos hombres a luchar primero consigo mismos, para limar sus asperezas y fortificar sus almas. Les ha mostrado el camino de la convivencia fraterna, el respeto mutuo, la dignidad y el heroísmo. Ha inflamado sus corazones con el amor a sus semejantes y de santa indignación contra la injusticia y la tiranía que degradan al hombre y encadenan su pensamiento. Por eso es que en su seno se han gestado tantas iniciativas trascendentales para el adelanto de la humanidad y de ella han surgido, de tiempo en tiempo, grupos fuertes y de gran cohesión que han logrado imprimir a sus naciones, y al mundo, los más importantes impulsos evolutivos.

La Masonería es esto y mucho más; pero lo que no es, ni ha sido jamás, es un partido político, ni una organización militante al servicio de tal o cual encumbrada personalidad, ni los exponentes de tal o cual "Ismo" (ni siquiera del liberalismo, como doctrina política) ni una mafia de "Carbonari", aunque sus detractores así le hayan descrito con demasiada frecuencia. Jamás podría ser cualquiera de estas cosas sin perder inmediatamente su sentido humanista y universal, quedando a merced de las contingencias temporales y a la mezquindad de las lides personalidades personalistas.

Pero así como nadie construye una casa para que permanezca deshabitada, ni se fabrica un barco si nunca ha de navegar, ni se prepara un banquete si nadie ha de comerlo, ni ejercita el atleta sus músculos si no ha de emplearlos, así también, carecería de sentido alguno la actividad masónica (personal e interna) del desarrollo de las facultades superiores del hombre, si no desembocara en forma natural y lógica en los múltiples cauces de la actividad social desempeñada por cada uno de sus miembros, dentro de la esfera de influencia personal y como resultado de su iniciativa propia.

Por ello es que, aun no siendo la Masonería una organización política, y ocupándose, como lo hace, principalmente de la evolución personal de cada hombre, resultaría absurdo que forjase guerreros del progreso y conductores de la humanidad y les prohibiese toda actividad política, ya que en la realización de logros concretos, está la justificación histórica de la institución.

De lo cual resulta que, individualmente, los masones sí intervienen activamente en la política de sus países cuando la ignorancia, el fanatismo o la ambición, tratan de sojuzgar a los pueblos.

Con respecto a las batallas que libran los masones en el mundo, la Institución Masónica se mantiene tan independiente como lo puede ser una Universidad con relación al trabajo profesional de sus egresados. Existe, sin embargo, una diferencia importante: mientras la Universidad se limita a preparar al estudiante y una vez que le ha entregado si título pierde casi todo contacto con él y con el buen o mal trabajo que desarrolle, en cambio la Masonería sigue abrigando con sus alas a sus miembros, dándoles ocasión de que nunca cesen de estudiar y perfeccionarse, velando por que se consoliden los lazos de fraternidad y comprensión mutua y juzgando severamente la actuación de cada uno de ellos cuando violan los principios morales proclamados por el ideario de la Orden.

El Masón cree y se guía por varias trilogías fundamentales que sintetizan su intelecto:

  • 1) "LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD" "CIENCIA, JUSTICIA Y TRABAJO".

  • 2) "SALUD FUERZA Y UNIÓN".

  • 3) "AMOR FRATERNAL, SOCORRO y CONSUELO".

  • 1) FRAU ABRINES, Lorenzo: "Diccionario Enciclopédico de la Masonería". TOMOS 1, 2, 3, 4, 5. 1988. D.F., México. Editorial Del Valle de Méjico S.A. 1988.

  • 2) ROJAS AGUILAR, Víctor M.: "El Fenómeno Ideológico de la Masonería". 1985. Bogotá, Colombia. 1985.

  • 3) http://masoneriacubana.com/masoneria.html.

 

 

Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete Obando

edu.red

G.·.M.·.I.·.H.·. (Gdo. 33) G.·.C.·.Cosmopolitan 13 – Trujillo-Perú

ABOGADO – DOCENTE UNIVERSITARIO – ESCRITOR

Cajamarca, 25 de Mayo del 2014.