Indice1. Introducción 2. La Transformación de la economía mundial a partir de 1930 3. Las nuevas condiciones del desarrollo 4. La política económica de sustitución de las importaciones orientada hacia la industrialización 5. Consecuencias indirectas de la crisis: comienzo del avance industrial 6. Conclusión 7. Bibliografía Consultada
Es importante destacar que este trabajo monográfico dirige su atención a describir como comienza a extinguirse una etapa con una economía primaria exportadora, para luego dar origen, a comienzos de 1930, a una economía semi-industrial dependiente. Se deja atrás el viejo federalismo económico de las etapas de la economía primaria de subsistencia y de transición, para reemplazarse por la formación del mercado nacional y la articulación de una política de desarrollo integrado de la economía argentina. En esta época, se fusionan dos factores de origen interno y la transformación del contexto externo que encuadraría el desarrollo de nuestro país al promediar el siglo XIX. En la fisonomía interna, la ocupación total de las tierras dentro de la frontera pampeana pondría punto final al proceso tradicional de crecimiento de la producción rural destinada a la exportación, volcando la atención en la ocupación de nuevas tierras. Pero el rápido aumento de la producción agropecuaria y de las exportaciones era inadmisible sin la conquista y explotación de nuevas tierras cercanas a la zona pampeana que contasen con mayores instalaciones de servicios básicos (especialmente transporte con conexión al puerto para las producciones exportables). A partir de aquí, las exportaciones dependieron del cambio tecnológico y la mecanización de las explotaciones rurales. Por otro lado, el tamaño y la complejidad de la estructura económica argentina imponía la integración de la actividad productiva conjuntamente con el desarrollo industrial. En el plano internacional, se alteró el papel de la economía mundial con la pérdida de dinamismo de la demanda de productos agropecuarios, especialmente de orden primario. Esta combinación de circunstancias, internas y externas, determinó que se derrumbara el rol hegemónico del sector agropecuario de la región pampeana como actividad promotora del desarrollo nacional. Además, trajo como consecuencia el quiebre entre el sistema argentino y su vinculación con el exterior que le aportaba a nuestra economía importantes cobros generados en las exportaciones. En la presente recopilación y clasificación de datos referentes a la historia económica de nuestro país, se analizarán los cambios producidos en la economía mundial, que luego influiría de manera notoria en el desarrollo de la República Argentina de los últimos años.
2. La Transformación de la economía mundial a partir de 1930
La economía y su consecuencia a nivel mundial A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el progreso técnico había acelerado la expansión del comercio internacional, el flujo internacional de capitales y las corrientes migratorias. La crisis de 1929 pone punto final a este proceso, debilitando las relaciones económicas internacionales. La depresión mundial de 1929 provocó, en los países industrializados, la disminución de sus importaciones y llevó a estos países a adoptar medidas proteccionistas para afrontar tal efecto. " … el valor de las exportaciones mundiales totales disminuyó aproximadamente en un 50% entre 1929 y 1933 a causa del efecto depresivo de la caída de volumen físico y la disminución de los precios … ". Luego de ese período, comenzó una lenta recuperación, pero el volumen de las exportaciones seguía siendo aún bajo. La crisis de la década de 1930 interrumpe el sostenido crecimiento de las exportaciones mundiales. " … ella marcó el fin de una era de abundante e indiscriminada corriente de capitales internacionales en forma de préstamos e inversiones directas que, con la sola interrupción de la Primera Guerra Mundial, duró varias décadas … " La contracción del comercio internacional, la disminución de los ahorros en países exportadores de capitales y la dificultad de los países deudores para pagar sus deudas, provocaron una gran disminución en lo que respecta a la corriente internacional de capitales, afectando en especial a los países basados en la producción y exportación de productos primarios. Simultáneamente, decrece el porcentaje de inversiones en las obras de infraestructura destinadas a proporcionar servicios básicos al sector exportador o necesarios para la economías internas en crecimiento, debido a las dificultades financieras de los gobiernos de los países deudores. A través de los diferentes factores mencionados con anterioridad, se produjo una ruptura, durante la década de 1930, del conjunto de relaciones dentro de las cuales se había desarrollado el proceso de integración de la economía mundial a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Estos factores interfirieron en las rutas tradicionales de comercio y en el funcionamiento de los mercados internacionales de capitales.
La transformación económica en Argentina A comienzos de 1930, nuestro país había adquirido ya una dimensión económica considerable en términos de población e ingreso por habitante. A través de esto, se produce un aumento en la demanda interna y una simultánea diversificación de la misma, que sin embargo, no tenía repuesta en la estructura productiva debido al rudimentario desarrollo industrial. Esto se debía a que existía un alto grado de abastecimiento externo de productos manufacturados para consumo e inversión. De cualquier forma, en 1930, ya no se puede hablar de una base económica fundada en el modelo primario exportador; se requería la incorporación de la industria como elemento dinámico del crecimiento y transformación de la estructura productiva. A los cambios de la realidad interna se añadieron los cambios en la economía mundial que, hacia 1930, profundizaron la crisis de modelo agroexportador, restringiendo severamente las exportaciones agropecuarias. El país, debido a su incapacidad, no pudo emitir respuesta alguna para enfrentar los nuevos problemas y formar una economía industrial avanzada. Esta incapacidad determinó el progresivo aislamiento de la economía argentina respecto de las corrientes dinámicas del comercio y las inversiones internacionales. Este aislamiento fue acompañado por una drástica reducción de inversiones en el país. El viejo esquema de la dependencia externa constituye un obstáculo grave al crecimiento y somete a la economía a graves tensiones como las crisis cíclicas y la alta tasa de desempleo.
3. Las nuevas condiciones del desarrollo
La demanda global Las exportaciones dejan de ser el componente dinámico de la demanda global cuando se estanca el comercio mundial de productos agropecuarios. Por este hecho se modifican las condiciones de desarrollo vigentes en los 70 años anteriores. Desde 1930 la expansión de la demanda global dependerá del comportamiento otros componentes que analizaremos a continuación. a) El consumo de los particulares y del sector público: el consumo privado es eminentemente dependiente de la situación general y no condiciona el nivel de la demanda global. El consumo del sector público es independiente del nivel de ocupación de la economía y de los ingresos fiscales, porque el gobierno puede financiar un exceso de gastos sobre recaudaciones (un déficit) obteniendo crédito del sistema bancario, lo que aumenta la demanda global. El consumo no permite el aumento de la productividad del trabajo ni la capacidad de la economía de producir más bienes y servicios. b) La inversión pública y privada: estas inversiones aumentan el capital disponible en la economía y permiten elevar la productividad del trabajo y aumentar la producción de bienes y servicios. La inversión es el único componente de la demanda global que puede ser independiente del nivel de ingresos y provocar expansión de la demanda global y la producción de un país. A partir de 1930 la inversión se convierte en el factor capaz de expandir de manera autónoma la demanda global y elevar la capacidad del sistema de producir mayor cantidad de bienes y servicios con destino al consumo y la acumulación de capital.
Los rumbos alternativos del proceso de industrialización En una economía dependiente de las exportaciones, la contracción de éstas lleva, en ausencia de medidas de tipo compensatorio, a la desocupación de parte de la mano de obra y la capacidad productiva, y además a una contracción en el nivel de ingresos y condiciones de vida de la población. El gobierno puede, ante esta situación, adoptar medidas de tipo compensatorio que permitan mantener los niveles de la demanda global mediante la expansión de los gastos del sector público y las inversiones, tanto de origen público como privado. A raíz de estas medidas, la ocupación de la mano de obra y los ingresos podrán mantenerse, a pesar de la contracción de las exportaciones. En caso de que esto ocurra, se producirá un desajuste entre las importaciones y la capacidad para importar generada por el total de las exportaciones. Aquí, habrá que limitar el total de las importaciones hasta el cupo permitido por la capacidad de importar. Las formas de lograrlo son varias, pero una de las más importantes es el encarecimiento de las importaciones o la restricción de las mismas, aplicando un control de cambios y otorgando divisas para importar sólo a personas autorizadas. Al reducirse las importaciones y mantenerse los niveles internos de ingresos, el precio de los artículos importados en el mercado interno serán más alto. Según Humberto Zambón, ese aumento de precios de los productos importados es provocado por la devaluación de la moneda, lo que traería aparejado un aumento en las exportaciones y una disminución en las importaciones, restableciendo así el equilibrio externo. La sustitución de importaciones no se refiere solo a la producción interna, sino que al mismo tiempo la expansión de los ingresos y el progreso técnico van aumentando la demanda de bienes y servicios, y modificando su composición. Como la reducida capacidad de importar no permite satisfacer con importaciones esa mayor y cambiante demanda, es la producción interna la encargada de hacerlo. Se produce un cambio permanente en la composición de la demanda de bienes de consumo e inversión. Por un lado hay una mayor proporción de bienes industriales y menor proporción de alimentos. Por el otro, a medida que se desarrolla la tecnología, las maquinarias, equipos y los procesos productivos se hacen cada vez más complejos. La sustitución de importaciones ejerce una profunda fuerza de atracción sobre el volumen y la distribución de las inversiones (esencialmente las privadas). El desarrollo diversificado requiere más energía, más comunicaciones, más transporte y, en la medida en que la urbanización acompaña al proceso de desarrollo, una expansión de la vivienda, obras sanitarias, transportes urbanos, educación y salud pública. Esto está a cargo de la inversión pública. Si el gobierno no se expande a un ritmo adecuado el desarrollo de la economía, pueden llegar a crearse insuficiencias tales que obstaculicen seriamente el crecimiento económico. La industria crece más aceleradamente y es la clave en el proceso de desarrollo, debe proporcionar los bienes manufacturados anteriormente importados y satisfacer la demanda. Un país que realiza un proceso de industrialización tiene opciones: puede embarcarse solamente en el desarrollo de las industrias de carácter liviano, o inversamente, dedicarse al segundo proceso de industrialización: las industrias de base.
Estructura industrial La industria es un sector complejo, desde que se extrae de la naturaleza una materia prima hasta que ella se convierte en un bien de utilización final, se suceden numerosas etapas intermedias y procesos productivos interrelacionados. La complejidad del sistema industrial esta dado por el desarrollo tecnológico, tamaño y estructura del mercado y el comercio exterior. En primer lugar las industrias de bienes de consumo (alimentos, bebidas, tabaco, textiles, vestimenta) y las industrias que fabrican maquinarias y equipos sencillos y poco complejos, atraen la inversión privada de aquellos países que comienzan su proceso de industrialización por tener sencillez técnica y organizativa, baja densidad de capital por obrero, rápida madurez en la inversión y mediana o pequeña escala de producción. En segundo lugar, las industrias de base (acero, maquinaria y equipos, electro-metalúrgicas y electroquímicas, y las de combustibles y petroquímicas) se caracterizan por su complejidad técnica y organizativa, alta inversión por obrero ocupado, gran escala de producción requerida para alcanzar niveles razonables de eficiencia y el largo período que transcurre desde el comienzo del proyecto de instalación hasta la puesta en funcionamiento. Estas características desalientan a la inversión privada. En tercer lugar, el desarrollo del capital de infraestructura en transportes, comunicaciones, energía y otros campos básicos, tienen el problema de que el financiamiento de los mismos recae en el sector público. El beneficio se expresa no en la cuenta de ganancias y pérdidas de las empresas que lo explotan, sino en el aumento de la productividad de todo el sistema económico. El beneficio social de la inversión es superior al beneficio privado. Pero los fondos del sector público han sido insuficientes, ya que los gastos corrientes absorben la mayor parte de los ingresos públicos y porque la posibilidad de obtener recursos en los mercados internos de capital han sido limitadas. Se agrega además la mala orientación de la inversión pública en proyectos de baja prioridad y de escaso impacto sobre la capacidad productiva del sistema económico.
El sector público Si la política económica se limita básicamente al mantenimiento del nivel interno de ingresos, encarecimiento de importaciones y redistribución de ingresos, el proceso de industrialización tenderá a concentrarse en las industrias livianas (las que producen bienes de utilización final). El sector público es el factor determinante de la orientación de la industrialización y de las bases últimas de todo proceso de desarrollo. Cuanto más se demore la aplicación de una adecuada política directa e indirecta de fomento industrial más difícil será el proceso de ajuste y más profundo el grado necesario de intervención en el funcionamiento del sistema. Esto es así porque cuanto más se postergue la aplicación de esa política, más profundo será el estancamiento del sistema. Por otra parte, el estancamiento agudiza los enfrentamientos políticos y sociales, complicando más la posibilidad de aplicar un política evolutiva. Argentina es un ejemplo de esto.
El desarrollo agropecuario Dos fuerzas desplazan al sector rural de su rol protagónico del desarrollo argentino: a) el estancamiento de la demanda externa y b) el crecimiento de la demanda interna de productos agropecuarios a un ritmo más lento que el de la economía en su conjunto, debido a los cambios en la composición de la demanda. Las prácticas proteccionistas y la formación de bloques, exigió una actividad política de colocación de productos agropecuarios en el mercado mundial por parte de los países exportadores. El desarrollo agropecuario estuvo fuertemente condicionado por la política comercial del gobierno. Se replantean los términos de desarrollo: a) La composición de la producción agropecuaria: hay una creciente demanda interna que obliga a la producción agropecuaria a diversificarse. Así ocurre el crecimiento de la producción agropecuaria fuera de la zona pampeana. b) Régimen de la tenencia de la tierra: La totalidad de las tierras disponibles ya estaban en explotación y el aumento de la producción podría lograrse sólo mediante el aumento de los rendimientos por hectárea. Esto sólo podía lograrse mediante la mecanización de las tareas agrícolas, la mejora de los métodos de conservación de suelos y de cultivo y la adopción de prácticas más eficientes de organización de las tareas rurales. El aumento de los rendimientos exige la realización de mejoras fijas, que el ocupante temporal de un campo (arrendatario), no realiza porque sólo podrá beneficiarlo en el corto plazo. Los grandes propietarios territoriales, tienen un comportamiento que no parece estar regulado por las normas habituales de conducta del empresario capitalista. La tierra es más un elemento de prestigio y status; un refugio contra la inflación, que un capital al que debe sacársele todo el provecho. De esta manera la capacidad de producción de los campos se disminuye y en consecuencia disminuyen los ahorros necesarios para financiar la construcción de mejoras y la mecanización de las tareas en los campos de la región pampeana, no así en las zonas fuera de la pampa donde la distribución de la tierra había sido más equitativa y pareja.
4. La política económica de sustitución de las importaciones orientada hacia la industrialización
Tendencias y límites del dirigismo conservador La influencia del economista inglés Keynes, es la predominante en la década de 1930 a nivel mundial. Keynes es un defensor del capitalismo monopolista, su "política de economía dirigida" exigía el ensanchamiento de las funciones del gobierno. Para curar los males que la crisis acrecienta en la economía, Keynes trata de liquidar el paro forzoso con la creación de nuevas fuentes de trabajo, aunque sean improductivas; y ello implica cierto grado de intervención del Estado en el proceso económico y el consiguiente aumento de los gastos del gobierno. En Argentina, al producirse una baja en el nivel de la demanda global dentro del mercado interno, como consecuencia del volumen creciente de las exportaciones y la menor remuneración a los productores rurales, el fenómeno obliga al nuevo gobierno conservador de Justo a adoptar medidas inspiradas en principios económicos diferentes de los que habían prevalecido en el país hasta entonces. Las soluciones eran, por un lado, una solución de corte financiero apuntando a la creación de un esquema que permitiera mantener el valor estable de la moneda dentro del mercado interno (abandono legal de la convertibilidad, creación del Banco Central y del Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias, control de cambios, impuestos a los réditos, etc.); y por otro lado, una solución de corte económico destinada a regular a la producción para adecuarla a la demanda, que en esa época llegaba a su más bajo nivel por falta de capacidad adquisitiva de los consumidores (creación de las diversas juntas reguladoras de la producción). La intervención que se le asignaba al Estado sería siempre transitoria, y únicamente para suavizar los efectos más apremiantes de la crisis. El propio Estado, por su parte, fomentaba las inversiones extranjeras, acordándoles preferencias inusitadas en la incapacidad de las propias exigencias de un país independiente. El descreimiento de las masas populares con respecto al sistema político que se agudiza en el período considerado, será en buena medida un resultado de esa política económica destinada a favorecer a los sectores privilegiados de la sociedad.
5. Consecuencias indirectas de la crisis: comienzo del avance industrial
Ciertos factores externos, como quizás la Primera Guerra Mundial y sin duda la crisis económica-financiera de 1929, serán en buena medida responsables del crecimiento industrial de nuestro país, que ya es apreciable a mediados de la década de 1930. Las causas principales de la industrialización que toma cuerpo en esta época son: a) La disminución de las exportaciones argentinas, en valor y tonelaje, que hace que se carezca del número necesario de divisas para continuar importando gran cantidad de mercaderías que empiezan, progresivamente, a elaborarse en el país (sustitución de importaciones). b) La desvalorización del signo monetario, complementariamente con el inciso anterior. c) El aumento de los derechos aduaneros a partir de 1931. d) La regulación gubernativa de las importaciones, para ajustarlas al nivel de ventas argentinas. e) La existencia de un mercado consumidor relativamente importante en lo que a la iniciación de ciertas actividades atañe, por ejemplo en el campo de la industria liviana. f) La existencia de una mano de obra abundante, barata y competente. g) La presencia de industrias auxiliares desarrolladas (algunas materias primas, construcción de equipos industriales, etcétera). h) El desmantelamiento de industrias en los países más adelantados (ejemplo Estados Unidos), que dejaba inactivos valiosos planteles cuya utilización había que procurar. i) La existencia en aquellos países, de capitales y técnicos en condiciones de ser exportados y que habían quedado disponibles por la crisis en los negocios y la desocupación. j) La mayor ganancia que prometía la actividad industrial en un país no suficientemente desarrollado económicamente, que permitiría el empleo de menor proporción de capital fijo. k) La necesidad de ajustar la producción a los gustos del consumidor y brindarle una oportuna flexibilidad. La industrialización abarcó sólo determinadas áreas geográficas de nuestro país (Buenos Aires, Gran Buenos Aires y el litoral). En 1935, la industria textil abarcó cerca del 17% del personal obrero argentino; el 92% de los obreros textiles se encontraban en un radio de veinte kilómetros de la plaza del Congreso, fabricándose en la Capital Federal y alrededores el 87% de la producción textil nacional. Para 1938, Buenos Aires concentraba el 62% de establecimientos manufactureros, el 72% del total de obreros y empleados, el 64% de la fuerza motriz y el 74% del total de la producción. La industrialización fue paralela también al fenómeno de las migraciones internas rural-urbanas. El lapso de 1930 a 1943, la industria en crecimiento debe buscar su mano de obra dentro del país. En el resto del país, las provincias que enviaban a la población a los centros urbanos y se descapitalizaban, la época contempla la culminación del proceso inverso, la del retroceso industrial. El Estado practicó respecto a ese aspecto un "proteccionismo al revés" en lugar de apoyar decididamente el proceso. Antes de la Primera Guerra Mundial, Argentina se ajustaba cómodamente al molde de los tradicionales principios de la división internacional del trabajo en el marco geográfico: el comercio consistía en la exportación de productos agrícola-ganaderos a cambio de combustibles y ciertos bienes manufacturados, con respecto a su cliente principal (Inglaterra). Pero las consecuencias del conflicto bélico, más la crisis de 1929, dislocaron esa aparente estructura que quería corresponder al concepto de la mano invisible de Adam Smith que vigilaba los mercados y las leyes de la oferta y la demanda. Debieron intentarse algunos remedios: primero, una reorganización de la política impositiva, que teóricamente debía vender a una mejor distribución del ingreso nacional; por otro lado el fortalecimiento de los ingresos de los grandes ganaderos y agricultores, que fue la preocupación dominante de los gobiernos conservadores que sucedieron a Yrigoyen. La tercera vía era el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales mediante la industrialización, con el consiguiente incremento del mercado interno de consumo. La industrialización como tal no fue prohibida por el gobierno, pero sí se la dificultó mediante el uso de los derechos de aduana y del control de cambios desde 1932. Bajo el sistema entonces predominante, las autoridades favorecían la importación de artículos terminados por los cual, en ocasiones, resultaba más conveniente el traslado in toto de fábricas extranjeras a nuestro país, que la solicitud de divisas de los industriales locales para comprar maquinarias. En muchos casos, los dueños de las maquinarias extranjeras recibían, en vez de efectivo, acciones de la nueva compañía. Los derechos de aduana fueron utilizados de tres modos: primero, los derechos sobre las materias primas, que eran superiores a los de los artículos terminados o semielaborados. En segundo lugar, funcionaba una discriminación oculta en relación a las tarifas aduaneras, ya que se fija un mayor valor por el kilogramo de materia prima que el kilogramo de producto terminado o semiterminado. Finalmente, no consideró la pérdida de materia prima en el proceso de la manufactura. Otras desventajas que encontraba la industria nacional, fueron la falta de capitales locales, dispuestos a intervenir en ella y la renuncia de los bancos a conceder créditos a mediano plazo. El Banco de Crédito Industrial sería creado más tarde por el gobierno militar surgido del movimiento del 4 de junio de 1943. La industria argentina ha crecido a saltos desde 1935. El país, impedido a continuar su desarrollo mediante las exportaciones, comenzó a crecer desordenada y dispersamente hacia dentro. Si bien hacia 1943, la base de las actividades económicas argentinas todavía reposaba en el campo, las industrias de transformación ya se había desarrollado con firmeza y variedad. Estas industrias utilizaron productos nacionales y algunas materias primas importadas, librando al país de la tradicional importación de manufacturas provenientes del exterior. Con posterioridad a 1939, Argentina era autosuficiente en algunos ramos, especialmente aquellos pertenecientes a la industria liviana. Durante el lapso entre 1935 y 1943, el país vivió un importante desarrollo industrial al que faltó totalmente la protección estatal, brindada en cambio a los productores y comerciantes en carne y granos.
El tema tomado para proceder a la redacción del presente trabajo monográfico, ha sido particionado en tres secciones. En la primera sección, se interrumpe el sostenido crecimiento de las exportaciones mundiales a causa de la depresión económica-financiera de 1929. Hubo un decaimiento de las exportaciones y por consiguiente, una caída en el volumen de las importaciones, que no sólo afectó al comercio sino que además disminuyó el movimiento de inversiones. En cuanto a las repercusiones que esta transformación causó en nuestro país, es necesario aclarar que profundizó la crisis del modelo agroexportador, y no pudo difundir respuestas positivas a los nuevos problemas, debido a su incapacidad. En la siguiente sección, la segunda, se produce un cambio en las condiciones de desarrollo, en donde el factor "exportación" deja de ser el elemento dinámico de la demanda global y es cambiado por otros componentes, especialmente la inversión. Este último componente, a través de la sustitución de las importaciones, conduce a la expansión dela demanda global, al aumento de la producción local y a la acumulación de capitales. Este proceso de sustitución de importaciones hace que nuevas empresas o industrias, especialmente de carácter liviano, comiencen a producir los bienes importados anteriormente. Pero simultáneamente, este proceso debería ser acompañado por una política económica que oriente a la industria. Al demorarse esta política económica, se profundizó el estancamiento del sistema, culminando en enfrentamientos políticos y sociales. Argentina es un claro ejemplo. La tercera y última sección de este trabajo la conforma la política económica orientada hacia la industrialización. Aquí aparece la influencia de Keynes, que en su teoría, exigía el ensanchamiento de las funciones del gobierno. En dicha política, se adoptaron soluciones como el abandono legal de la convertibilidad y la regulación de la producción, adecuándola a la demanda. Pero, aunque se hayan tomado medidas al respecto, entre 1935 y 1943, el país vivió un importante desarrollo industrial, al que le faltó una protección estatal. Dichos factores, tanto externos como internos, sumados a la depresión de 1929, son los responsables del crecimiento industrial de nuestro país, que comenzó a mediados de la década de 1930.
7. Bibliografía Consultada
- La Economía Argentina de Aldo Ferrer, en su octava reimpresión, Fondo de Cultura Económica. Impreso en Argentina 1976.
- La República Constitucional y su crisis de Gallo Cortez Conde.
- Naciones Unidas, International Capital Movements During the Interwar Period.
- Introducción al Pensamiento Económico de Humberto Zambón, Facultad de Economía y Administración, U.N.C., Edición 1998.
Autor:
Mauro Di Lucente