Tres características del matrimonio en la obra de la escritora colombiana Elisa Mújica (página 2)
Enviado por Adriana S�nchez Guti�rrez
La inscripción de los signos patriarcales no se borran en la cultura, y conservan en el fondo del espíritu femenino, las condiciones básicas para realizarse sexual, social y legalmente; signos, que son cuestionados en la vida de estos personajes.
De esta manera, el primer aspecto a analizar es la legitimidad del matrimonio, la cual brinda la posibilidad a la mujer de reconocimiento económico y social. Valor que se reafirma a través de la tradición y, marca los trazos de la mujer desde el nexo materno, conservando la idealización de este requisito.
Desde esta perspectiva legal, los bienes adquiridos antes o durante el matrimonio, son un vínculo socio-afectivo que benefician tanto al hombre como a la mujer. Además, el apellido obedece al significado de las necesidades reproductivas, la prolongación del hombre (no necesariamente de la mujer) se extiende a los hijos como un recurso legal. Los hijos adquiridos por fuera del matrimonio son discriminados y sólo pueden ser restituidos por medio de testamentos, tal y como acontece para María Amalia en "Catalina".
Si bien la modalidad hermética de este imaginario no lo vivencian las demás protagonistas como Celina y Mirza, la legalidad si mantiene el mismo significado social:
Por nuestro lado asimilamos la consigna secular recibida de nuestros mayores, que establecía: "Cuando llegue tarde tu marido no le preguntes de dónde viene porque, sino te dice la verdad, te miente, y si te la dice, te irrespeta". En manos femeninas no quedaba sino una pequeña venganza: la que los hombres se vieran forzados a reconocer como legítimo a todo hijo nacido dentro del matrimonio. En este sentido la sociedad civil nunca pudo inventar una fórmula distinta a la instaurada por Napoleón en su código.(pág. 55) Bogotá de las nubes.
La adecuación de la norma se da por aceptación intrínseca y no se discuten los logros alcanzados frente a un matrimonio, ya sea para bien o mal de la mujer. Por consiguiente, el coronel Samuel Figueroa pide la mano de Catalina a su madre, quien consiente a la petición asume la responsabilidad de decisión informándole a su hija
Fue en la mañana en que se decidió mi matrimonio. Mi madre me llamó para hablarme a solas y me dijo:
tu matrimonio se llevará a cabo… (pág. 25)
La relación legal es evidente en el momento en que Samuel se ocupa más de la tierra y su amante, que de su esposa, interés causado por la pérdida del hijo esperado. Un motivo que sustenta la relación pero que se pierde rápidamente en la historia, por la desconfianza generada de dos extraños unidos porque sí:
Ya sabía que la desconfianza que inspiraba a mi marido había desaparecido desde el momento en que le confesé que estaba encinta. (pág. 41)
Desde entonces, la legitimidad del contrato matrimonial se mantiene por conveniencia, desconociendo todos los significados del cuerpo sexual femenino, ya que, la carne pasiva de la mujer es víctima de mil corrientes que pretenden combinarse con el mundo y los deseos fatuos. Las historias de casadas son una memoria imborrable en los antepasados que sólo pretenden marcar la tradición amorosa de una sociedad patrilineal[3]más no la sexual.
Se evade el tema de los niños sino hay presencia de ellos, aspecto que se da en las tres novelas y se sustituye por un discurso cuestionador de la identidad ser-mujer. El manejo del erotismo queda reducido a la presencia de una madre en el hogar, sin este vínculo los acontecimientos propios de la femina no son válidos en el ámbito social. Por el contrario, son símbolo de señalamiento y rechazo en algunas conversaciones, sólo se mantiene el oficio de la costura como el refugio apropiado entre carencia y suplemento.
Mis deberes de mujer casada, que olvidaba en los largos discursos que me dirigía mientras bordaba, se me representaban entonces uno a uno. Yo no era libre. (pág 59)
…me dije que debía ser para mi marido como una madre. (pág. 60) "Catalina"
La redención de la mujer por el hecho de ser madre y, en contraste el significado opuesto al "deber ser" y "ser" feliz, son imaginarios femeninos que incluso continúan manteniendo el sentimiento de autosufrimiento. Pulsión que se da entre el deseo y la prohibición, el constante círculo vicioso[4]que en el lazo matrimonial se acepta como norma.
En segundo lugar, la lealtad del vinculo matrimonial lleva consigo la fidelidad, confianza y mutua colaboración de la pareja; ya que, desde el mito de Adán y Eva se considera la unión como la conjugación de un solo ser. Imaginario mencionado dentro de la dinámica de poder que ejerce un cuerpo sobre el otro.
Las consideraciones del discurso falogocentrista busca resaltar más la infidelidad de la mujer que la del hombre, resarcir el error masculino, mientras el femenino debe ser tachado y señalado. Frente a esas dinámicas familiares que vive cada protagonista, Catalina mantiene su matrimonio por apariencia, ya que, ella sabe que Samuel le es infiel con Emilia. Un aspecto generalizado desde su madre, quien es la posible autora intelectual de la muerte de su padre, en compañía de su amante el doctor Bullón, y que a su vez tiene un segundo matrimonio.
El personaje de Catalina a su vez es infiel con Giorgio Volta, relación que disfruta y de la cual termina embarazada, siendo su segunda infidelidad, porque antes había padecido la relación con Ricardo, su primer amante. Aunque, disfruta en alguna medida su relación con Volta, no desconoce que él es quien ha despertado sus pasiones sexuales y la ha revivido como mujer.
Sólo cuando me avisaron que Giorgio Volta me buscaba, corría al espejo a ponerme los polvos, lo mismo que si despertara una antigua costumbre que tenía olvidada. Mientras me arreglaba pensé que representaba una suerte la ausencia de Troncoso. (pág 1368)
Por otra parte, la lealtad que demuestra Catalina no cumple necesariamente con su otra mitad (Samuel). Es una lealtad femenina que guarda un recuerdo del pasado. El símbolo que reaviva una relación íntima con su modelo femenino Catalina Torres, conserva el distanciamiento de la lealtad para con su cuerpo y su ser. Desde que conoce que su marido le es infiel trata de obviar sus necesidades para dedicarse a ella y al cultivo intelectual que le brindan las tertulias.
Una evaluación hacía sí misma resulta extraña frente a los proyectos educativos que tenía. Fomenta una ruptura del modelo femenino al organizar las tertulias, las cuales, hasta entonces no eran encabezadas por una mujer, mucho menos prestar la casa para que asistieran otros hombres, diferentes a su marido. Aunque su amiga de tertulia asistía al comienzo con un interés académico, luego dejo ver su atracción por Ricardo.
Consideraba que su lealtad no era ese vinculo filial que pregonaba la iglesia "hasta que la muerte nos separe". Había construido un ideal con su propio ser y existir, así como sucedió cuando quiso mantener con vida a su hijo y continuar con las indagaciones previas a la divagación del pasado; el cual, la circundaba por el hecho de haber tenido a su abuela María Corazón (una hija natural que había cargado su maldición hasta las generaciones de Catalina).
Ahora sólo le interesaba aliviar su propio dolo y vivir como mujer íntegra sin necesidad de mantener el vínculo de matrimonio.
Era la segunda vez que me llegaba el nombre de Dios como un mensaje. Mi instinto había recobrado su capacidad primitiva de aferrarse a lo que necesitaba, sin dejarse engañar. Dios. Allí mismo, sin esperar más podía hacer lo que María me suplicaba. Reconocer que no estaba sola, rezar. Mi tía Esperanza también rezaba, pero para mí sería distinto. Ganaría ese derecho como una conquista. (Pág. 160.)
Además, en las otras obras Celina y Mirza mantienen un vínculo leal que a la vez no se ve con buenos ojos ante la sociedad, porque ellas quieren mantener un lazo afectivo con hombres que le son ajenos. Son leales incluso si sus parejas masculinas tienen defectos; igual están esperando volverse más agraciadas, asi podrían tener el privilegio de ser mujeres perfectas frente a un hombre que jamás les pertenece.
Revierten ese símbolo de lealtad marital tratando de obviar los fenómenos diferenciadores que las circundan con su campo laboral. Por ejemplo, Mirza mantiene en "Los dos tiempos" las claves del amante ideal y, aunque lucha por quitarse las marcas diferenciadoras todavía no logra crear una revelación entre cuerpo y espíritu femenino
Las primeras enfáticas alusiones de César a su divorcio, frecuentes los primeros meses se tornan poco a poco espaciadas y vagas. Por fin se pierden en el vacío como si los dos -no solo el hombre sino especialmente ella- se persuadieran de que exponerlas representa un esfuerzo agotador y además baldío. (pág. 141)
Dentro de los muchos temas y motivos que se circunscriben a la lealtad desde el punto de vista del matrimonio, las conexiones existentes entre las protagonistas colapsan en el mismo momento en que deciden hacer por sí solas consideraciones a su ideal político o movimiento ideológico.
En "Los dos tiempos", el cambio de narrador cede la voz del relato a un omnisciente, quien devela los sentimientos de Esteban Figueres con respecto a lo que significa Celina para él, de tal modo que se considera el surgimiento de la mujer moderna dentro de la obra. En esta novela los lazos de lealtad tampoco se dan a partir del matrimonio como en las otras dos novelas, sino que por el contrario contrastan con el significado sustancial de la imagen femenina de mediados del siglo XX. Por ejemplo,
Aunque Esteban jamás se lo haya dicho, sabe que se forja una brillante imagen. Pretende convertirla en una mujer capaz de despertar el dominio del entusiasmo de las masas, dirigir y orientar. Lo atrae el tipo de líder femenina.(pág. 202)
El compromiso adquirido con los grupos campesinos la lleva al refugio de una lealtad que surge en medio del debate, la solidaridad con las revoluciones y la vergüenza de incumplir con los pactos prometidos, en donde ella era la líder y protagonista de algunos encuentros. El hecho de tapar las faltas a su amante no era suficiente lazo leal. Además, deriva de un interés propio con el ser-social, la construcción en comunidad dentro de un espacio amplio y ambiguo que empieza a abrirse camino para las figuras femeninas:
Quizás se acerca el sueño de tener en las manos el timón del poder para esos marineros con ojos de capitán. Entre las comisiones que se confieren, corresponde una a Celina. La consideran unidad responsable por primera vez. (Pág. 207)"Los dos tiempos".
Entonces, las novelas proponen un lazo leal que se sale de todo concepto tradicional y ortodoxo, proponen una nueva lectura al análisis del crecimiento social en el ámbito femenino. Sus lazos afectivos no sólo se pueden ubicar en lo religioso o marital, sino que por el contrario constituyen una nueva lectura de las relaciones de poder que se dan en la estructura patriarcal.
Por lo tanto, no todos los deseos surgen para satisfacer construcciones de un nuevo paradigma social, el cual continúa simulando la realidad de cambio. Los lazos de poder se troncan y permutan lazos afectivos, por lazos intelectuales y sexuales, que no necesariamente obedecen al vínculo matrimonial.
Sin embargo, la lealtad de la mente femenina en estas obras lleva consigo un compromiso más allá del cuerpo, es un motivo ideológico y sugestivo que permite presentar en estas novelas un debilitamiento del poder masculino. El esfuerzo potencial por transgredir las "leyes" naturales son una estructura atemporal que aún se puede vivir en determinados contextos. Tal vez, la relación más intrínseca que llevan los personajes sea un nuevo paradigma materno al cómo obtener y llevar otro tipo de lealtades diferenciadoras a las del matrimonio.
Por consiguiente, el valor moral de lealtad se convierte en una virtud frente a cada figura femenina en las obras de Elisa Mújica, lo cual posibilita que las ideologías de castidad no se respeten necesariamente para cumplir con todo tipo de placer.
Finalmente, la estabilidad social que representa el matrimonio es un aspecto que no desconocen las protagonistas, ya que, dentro del contexto ideológico de poder, las dinámicas originadas por el cuerpo no remiten al matrimonio sólo por el campo sexual, sino que además, trasciende en lo económico y político.
Este imaginario hacia los mitos religiosos[5]ha sido interpretado desde el génesis bajo notables marcas de inconsciencia y semi-virilidad, metáfora cuestionada por las obras, ya que, no deja ver del todo la inconsciencia de la unión a otro ser. Aunque, las protagonistas son objeto de adquisición o status social no dejan de lado el cuestionamiento acerca de una condición incómoda, ya sea casada o sin compañero oficial que le brinde dicha estabilidad.
Las distinciones sexuales a partir del género continúan como un valor axiológico entre los sexos. Por ejemplo, para Mirza el lunar de su rostro es un signo diferenciador para alcanzar la "estabilidad" marital, las indicaciones que ha trazado el destino sobre su cuerpo, son símbolos discursivos que anulan su campo social de la feminidad. Un nivel pre-verbal que representa un estigma anti femenino
De pronto se levanta. Conversa con la mujer que se asoma al espejo. (pág 133) Bogotá de las nubes
El reconocimiento como cuerpo-objeto de deseo, desde las memorias del colegio y lo que sucedió con la monja, frente a los comentarios que le asignaban a su lunar, casi como una curiosidad o algo exótico; el hecho de mencionarlo como "agraciado" no es un calificativo suficiente para interpretarse desde niña con un modelo femenino diferente a las demás.
Los límites del cuerpo y deseo son preceptos que se enmarcan dentro de la belleza, es decir, si tienes esa "belleza" física, tendrás la posibilidad de cumplir con el deseo de casarte y poder realizarte como "mujer completa"; sin embargo, de las protagonistas sólo Catalina cumple con este paradigma, las demás conservan el calificativo de inteligentes.
Paradójicamente en el mismo núcleo familiar, las mujeres son las que determinan qué tan exitosa puede ser la familia, si logran casar bien a sus hijas son objeto de status y poder. Por ello, en estas novelas cada protagonista cumple con un oficio, plantear desde el punto de vista femenino los cuestionamientos a los imaginarios globales de la historia.
El reconocimiento del sujeto y su identidad son problemas axiológicos que se contrastan continuamente en cada obra, es el caso de Catalina
Ahora, cuando me miraba en un espejo, sentía remordimiento como si hubiera cometido un robo al hombre que amaba. Pág. 75
Por lo tanto, los pecados hacen parte de la auto identificación, como mujer y esposa; la estabilidad social que brinda el matrimonio se encuentra devaluada y contaminada por el mismo sujeto femenino. La proyección masculina hacia la mujer es una ruptura al equilibrio erótico, emocional y biológico[6]del ser humano.
Celina desde este horizonte presenta no sólo la condición de sí misma sino de las demás mujeres, que la rodean en su pensamiento político. Para Sylvia, Olga, Magda y Victoria la posición ideológica en la cual se encuentran conserva siempre la tendencia a marginalizarlas de su propio territorio, la procreación.
Demasiado orgullosa para quejarse, se recogió en su mundo literario y artístico. Allí saboreaba placeres que los demás ignoraban. En los instantes más suyos, componía canciones de cuna para el hijo cada día más remoto. pág. 155 Los dos tiempos.
Estas historias ponen en evidencia la reflexión heterogénea de la situación mujer, el aspecto cualitativo concerniente a la estabilidad social y su realización como madre. La intención de mantener un orden establecido pesa sobre cada familia como una cruz impuesta desde la visión católica, en este caso la figura de sacrificio no sólo sería para Jesús sino a la vez para la mujer, quien se ve afectada por el aislamiento riguroso de la sociedad patriarcal[7]
Los políticos de su partido la admiraban, pero se resistían a que participara en los comités directivos. El hecho de que tuviera un hijo y una historia sobre un matrimonio roto, ondulaban sobre su espalda como banderas .pág. 168. Los dos tiempos.
El símbolo de dominio de una clase a otra no son precisamente adjetivos atribuibles a las condiciones de estabilidad social, sólo el marido supone lo dicho. Dentro de este contexto el hombre es un signo de poder, estabilidad, creación, armonía; significados desplazados a las nuevas acciones que realiza la mujer en otros ámbitos, como en lo político, intelectual y cultural.
Es decir, Celina convertida en líder política, Mirza intelectual y profesional, Catalina precursora al invocar los círculos académicos y, aunque nunca dejaban totalmente de lado el ideal católico, como se observa en la siguiente cita
En primer lugar estaba lo que se llamaba odio o conciencia de clase. Inesperadamente Celina empezó a padecer sus efectos. En la calle, en la oficina, la anegaban oleadas de rencor. Quería amar y la rechazaban.
Siempre había experimentado ternura por los niños. Sin embargo, al encontrarlos ahora en las casas ricas adquirían para Celina un carácter que la repelía. Pág. 187 Los dos tiempos.
Continuaban con su proceso de vida, así no cumplieran con sus ideales, dados por el vínculo matrimonial. Romper con la imaginación cristiana bajo la cual habían sido criadas, probablemente convertidas en un estigma familiar. Mirza, presa por sospecha de muerte y enferma de cáncer; Catalina, infiel y causante de la muerte de su marido y amante; y Celina, destituida de su cargo y fracaso de sus ideales revolucionarios.
Por consiguiente, el valor dado por la moral no se inserta en la virtud de las protagonistas, la propiedad material con respecto al sexo y placer construyen en ellas una verdadera visión de mujer. Entonces, la formación femenina sin afecto es legado de las premisas anteriores a los presupuestos católicos.
De este modo, las condiciones de estabilidad, lealtad y legitimidad que permitía el matrimonio no permiten que se cumpla en las protagonistas, ya que, ellas son el reflejo de la conciencia e identidad femenina. Los relatos establecen nuevas visiones para dar a conocer los estamentos de significado presentes en un momento determinado de la historia.
Así la visión crítica femenina en estas novelas enriquecen sin lugar a duda el ámbito feminista, los paradigmas establecidos por mujeres como Catalina, Celina y Mirza, son estigmas de vida que producen una ruptura en los cánones tradicionales del rol madre, mujer, esposa e hija ejemplar.
Este paso de rotación frente al poder de sexos comprende una serie de prácticas que cumplen las novelas. Por ejemplo, desde Foucault la sujeción comprende diferentes categorías en cuanto a los actos sociales que asume el ser humano, ya sea hombre o mujer, frente a su contexto. Los símbolos de poder mantienen un significado importante para los imaginarios sociales desde los cultos religiosos y, son un utensilio que se observa de manera intrínseca en cada familia; ejemplo de ello son los matrimonios.
Por lo tanto, a partir de este enfoque el lazo conyugal ensimismado desde la subordinación del sujeto no corresponde a la mentalidad femenina que mantienen los personajes, objeto de análisis, sin embargo, el objeto de deseo no se borra sino que se construye desde otras prácticas sociales y sexuales[8]
Finalmente, creo que desde este punto de vista religioso, es importante rescatar un acto de insurrección de los tres personajes. Quienes sin desconocer su situación histórica y cultural presentan diferentes posiciones a las determinaciones de sexo y género, las cuales son un argumento válido a la contraposición del discurso hegemónico masculino. En este sentido, la formación del sujeto es una reformulación de las conciencias individuales en cada historia, en donde se muestran las diferentes alianzas femeninas frente al poder.
Considerando la importancia de cada mentalidad individualizada frente al poder quiero terminar con las siguientes citas:
Mi instinto había recobrado su capacidad primitiva de aferrarse a lo que necesitaba, sin dejarse engañar. pág. 160. Catalina.
Y al fondo se perfilaban las casonas de la villa de los guerreros incas, de los encomenderos y señores, de la Marquesa de Solanda y Manuelita Sáenz, de las nuevas concepciones que pugnaban por reemplazar las consagradas. Todo se mezclaba en un mensaje impregnado de voces diversas que al fin se fundirían en una sola. pág. 244. Los dos tiempos.
Por lo pronto, el malestar de la garganta parecía estancado. Se contentaba con producir ronquera y nada más, portándose con cierta consideración y elegancia, como para que la lunareja disfrutara de calma y valorara la libertad reconquistada, después de haber sufrido su momentánea sustracción en los días del encierro forzado. pág. 153. Bogotá de las nubes.
Bibliografía
BUTLER, Judith. Lenguaje, poder e identidad. Ed. Síntesis. Madrid. 2004
GUERRA, Lucía. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto Propio. Chile. 1995
BUTLER, Judith. El género en disputa. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2001
MUJICA, Elisa. Bogotá de las nubes
Catalina. . Ministerio de Cultura. Colombia. 1998
Los dos tiempos. Ed. Iqueima. Bogotá. 1949
Autora:
Adriana Sánchez Gutiérrez
Directora: María Betty Osorio Garcés
Bogotá, 2009
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE LITERATURA
MAESTRÍA EN LITERATURA
SEMINARIO: ESCRITORAS COLOMBIANAS. Cuerpo y deseo.
[1] www.lafamilia.info/Matrimonio/derechodefamilia.htm
[2] "Los dos tiempos" Ed Iquema. Bogotá 1949, "Bogotá de las nubes" Ed. Tercer Mundo. Bogotá 1984 y, "Catalina" Ministerio de Cultura. Bogotá. 1998.
[3] Concepto usado por Judith Butler, su significado se extiende a las diversas sociedades que sólo conciben las estructuras basadas en el hombre y no rompen con dicho modelo sutentado por y para el hombre.
[4] Paul Ricoeur toma este abatimiento del ser humano como el circuito psíquico del infierno: un círculo vicioso de deseo y prohibición.
[5] "entre las numerosas interpretaciones del Génesis bíblico se destaca aquélla de Thomas de Vio en su Commentarii in quinqué Mosaicos libros (1539) que postula la creación de Eva durante el sueño de Adán como una metáfora que se explica la imperfección de la mujer, pues ésta fue creada bajo un estado de inconsciencia y "semi-virilidad". Pág. 58. GUERRA. Lucía. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto Propio. Chile. 1995
[6] Llama la atención, sin embargo, que en el estrecho esquema de Sábato, lo biológico se reduzca exclusivamente a los órganos sexuales los cuales, en sus planteamientos, resultan ser la directriz fundamental tanto en lo ontológico como de la praxis cultural. Pág. 86. GUERRA, Lucía. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto Propio. Chile. 1995
[7] Por otra parte, resulta significativo el hecho de que el Bien y el Mal, en la tradición cristiana, reitere esta asociación de la derecha como sinónimo del Bien y de la izquierda como su opuesto; así, por ejemplo, en la crucifixión, será el ladrón a la diestra de Jesucristo quien se redimirá mientras aquél a su lado izquierdo, lo increpa y no se arrepiente de sus pecados. Dentro de este contexto, podría parecer superficial la costumbre aún vigente de coser los botones en el borde derecho de la ropa de los hombres y en el borde izquierdo, en la ropa de las mujeres.pág. 12. La mujer fragmentada. Ed. Cuarto Propio. Chile. 1995
[8] Este paso del sujeto del poder a un conjunto de prácticas en el que el poder se actualiza en sus efectos señala, para Foucault, un alejamiento del modelo conceptual de soberanía que, según él, domina el pensamiento sobre la política, la ley y la cuestión del derecho. Entre las prácticas que Foucault contrapone a las de sujeto están las que aspiran a explicar la formación del sujeto mismo. pág 137. BUTLER, Judith. Lenguaje, poder e identidad. Ed. Síntesis. Madrid. 2004.
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