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La Guerra del Pacífico (página 2)


Partes: 1, 2

Mientras tanto el Huáscar seguía ocasionando pesadillas a Chile "toco en el siguiente viaje, el Huáscar en nueve puertos; bombardeó Caldera; hizo daños en Huasco; Charañal; Carrizal y Pan de Azúcar y capturó poco después barcas cargadas con carbón y cobre"[69]. En ese momento el Huáscar estaba haciendo bien las cosas, pero estaba prácticamente solo, aunque de igual forma seguía ocasionando daños en Chile.

Aquí habían dos cosas, primero: que si se capturaba el Huáscar o lo hundían los enemigos, la contienda naval se acababa. Segundo: si finalizaba dicha campaña empezaba la contienda terrestre.

Por el momento el Huáscar estaba bien, tanto que llegó a ocasionar la idea o sueño de poder ganar la campaña naval a través de la bandera blanca del enemigo, osea la firma del acuerdo de paz oficial, esto se explica por las constantes destrucciones y ataques que recibía Chile por parte del Huáscar, y este nunca lo podía ni siquiera ver por donde se marchaba, le estaba ocasionando un malestar o mejor dicho una pesadilla de nunca acabar para Chile, que antes de acabar destruido prefiriera la rendición del mar, por lo tanto "ésta situación era propicia para una gestión de paz. Parecía imposible que tanto Chile como los aliados pudieran soportar indefinidamente los gastos de guerra"[70]. Pero no fue así.

En una carta de Grau a dona Manuela Cavero de Viel: "consideró allí que seria una desventura si tuviese que enfrentarse a la fragata Chacabuco, comandada por su hermano político Oscar Viel"[71]. Pero por suerte del destino, no sucedió.

Debido a las grandes hazañas que día a día hacía Grau, antes y durante la guerra del Pacífico, obtuvo muchos asensos, los obtuvo en el orden siguiente: "el 14 de marzo de 1584, guardiamarina, el 4 de marzo de 1586, alférez de fragata; el 13 de setiembre de 1863, teniente primero graduado, el 8 de enero de 1864, teniente primero efectivo; el 31 de marzo de 1865, capitán de corbeta; el 22 de julio de 1865, capitán de fragata; el 27 de agosto de 1879, contralmirante"[72]. Así fue, con todos esos honores como lucio Grau, un día, hasta el fin de su gloria.

Mientras tanto, el Huáscar frente de los demás barcos chilenos luciría así: "el Huáscar tenia una coraza de 4,5 pulgadas de espesor y los blindados enemigos; una coraza de 9; carecía de balas aceradas para perforar el blindaje, solo contaba con una hélice; mientras los blindados poseían dos cada uno; con notoria ventaja para sus movimientos"[73]. Como podemos ver a simple vista, el enorme poderío contra el que luchaba el Huáscar era muy superior a él, por lo que, en verdad era un barco y un comandante gloriosos, es como saber que luchando un día de esos no vas a poder escapar de tus enemigos, que por ser muchos impedirían incluso la escapatoria.

Grau en su última noche en Arica meditabundo y taciturno expresa a algunos de sus compañeros que se le acercan y le preguntan su estado de ánimo: "estoy muy triste, algo cuya causa ignoro, me tiene atormentado desde la mañana; nos decía nuestro querido y respetado jefe y reclinando su cabeza sobre las manos, permanecía mudo y silencioso"[74]. Seguramente Grau presentía que su muerte estaba cerca, como si se hubiese quedado en cuerpo y no completo, es decir, en cuerpo y alma.

3.5. Muerte y gloria del almirante Grau en el combate de Angamos.

"Al amanecer del 8 de octubre de 1879, entre Mejillones y Antofagasta, fueron vistos el Huáscar y la Unión por una de las patrullas que estratégicamente se había dividido la escuadra chilena; habían ya esquivado las naves este peligro cuando tres humos mas aparecieron en el horizonte"[75]. En ese momento no supieron donde dirigirse, pues estaban acorralados, la hora decisiva había llegado, pues Chile atacaba con toda su marina de guerra. En un principio "la Unión después de haber maniobrado para atraer sobre si, en cuanto pudo, a la escuadra enemiga, logro escapar luego debido a su mayor andar que el del Huáscar"[76]. Por lo tanto la decisión de Grau estuvo en sus manos y decidió por honor; luchar hasta la muerte. En cambio la Unión se salvo porque Grau le ordenó que huyera ya que si no lo hacia, el Perú se hubiera quedado sin un barquito.

Así que la guerra estaba dada en adelante entre el Huáscar y la marina de guerra de Chile completa, que ya no lo estaba mucho porque le faltaba la Esmeralda y el trasporte Rímac. Y se inicio sin remedio el combate "a las 9:40, el monitor Huáscar abrió fuego disparando una andanada de su artillería principal contra el Cochrane a una distancia de 1 000 Km. La andanada no fue contestada por el Cochrane que continuó acercándose"[77]. Seguramente para darle una andanada mas fuerte y dejarlo fuera de combate bien rápido, y continuó acercándose; ya "a las 9:48, a una distancia de 200 metros, el Cochrane abre fuego con sus cañones de proa y centro de estribor. Uno de esos disparos impactó en el castillo de proa del Huáscar, arrojando el mascaron de proa al mar"[78]. Y seguía el combate; Grau desde la torre de mando ordenaba que se dispare, que gire los cañones para impactar a los demás enemigos; todos a la orden, el combate se torna difícil, todos están desesperados, el comandante sigue dando ordenes, mas disparos son alcanzados al Huáscar, le hacen mucho daño, está solo, no puede defenderse de tantos a la vez, Grau no se rinde, sigue adelante hasta que "a las 9:50 se producen los tiros mas certeros del Cochrane. Una granada perforó el costado de babor, sobre la línea de flotación, explotando y dejando fuera de combate a 12 hombres, los cuales operaban los manubrios para rozar la torre de artillería"[79].

Ya unos minutos más tarde, cuando Grau seguía dando ordenes de abrir fuego "una granada reventó en la torre de mando del Huáscar a las 9 y 55 minutos y Grau quedo hecho pedazos, así como su ayudante Diego Ferré"[80]. Es allí donde se produce el suceso de mando hasta muerte.

En esos momentos desesperantes toma el mando Melitón, el cual sigue con las estrategias y planes de Grau para el combate, todos siguen las ordenes, están muy mal por la muerte de su jefe, pero eso les da mas valor para morir peleando, sigue una granada del Huáscar, es respondida por el Cochrane que tiene municiones de acero, le hace mas daño al Huáscar, le deja con menos hombres, pero o se rinde, sigue adelante, Melitón sigue dando ordenes pero es interceptado por las balas enemigas y muere en combate. Pero no se desaniman, hay mas oficiales en el barco, lo remplaza el teniente segundo Palacios, que sigue adelante con las ordenes, no se detiene, el Huáscar casi está muerto, pero no se hunde y siguen peleando hasta que es herido de muerte y no puede seguir mas y lo remplaza el teniente Garzón, que sigue dando las ordenes, pero viendo que no se puede luchar mas y que iban a llevar a el Huáscar como trofeo de guerra, previo acuerdo con los oficiales, decidieron comenzar a hundir el buque. Los chilenos se dan cuenta, no les permiten, se acercan mucho, demasiado al Huáscar, anulan sus cañones y logran interceptarlo antes de que lo hundieran los peruanos.

Resumiendo entonces diremos que en el feroz enfrentamiento "murieron; el capitán de corbeta Elías Aguirre y el teniente primero José Melitón Rodríguez que lo remplazó; el teniente 2° Enrique Palacios; el cuarto oficial, teniente Pedro Garzón"[81].

"El combate acabó después de las diez de la mañana cuando el Huáscar tenía el estado mayor exterminado, la tripulación reducida en su cuarta parte, fuego a bordo y la artillería paralizada"[82]. Como es lógico entonces el resultado del combate fue desastroso y perdimos allí toda la campaña naval.

La historia pudo ser un poco mas distinta si se hubiese escuchado las peticiones de Grau cuando al gobierno solicitaba granadas aceradas, las únicas capaces de perforar al blindado enemigo, pero tales nunca llegaron. Aunque igual se hubiera luchado desigualmente.

Durante el combate, en el Huáscar hubieron médicos que mientras transcurría el combate cumplían con sus obligaciones, allí, entre otros se encontraban: "el jefe de la sanidad naval, con el título de cirujano mayor, fue Santiago Távara que estuvo embarcado en el Huáscar. Habían estudiantes de medicina y farmacia, tanto Távara como sus colegas fueron heridos en Angamos"[83].

Con la caída del Huáscar en el combate de Angamos y por consecuencia perdiendo el combate, resultó "Miguel Grau Seminario, convirtiéndose a su vez en el héroe patrio del Perú. El combate naval de Angamos marcó el fin de la campaña naval de la guerra del Pacífico"[84]. Por lo tanto, tras muchos esfuerzos por capturar el Huáscar, Chile dominaba el mar, después de que por seis meses Grau neutralizara el combate.

Si bien se perdió la campaña naval, aun faltaba la campaña terrestre, por lo que, solo se había perdido la mitad del conflicto, aunque las esperanzas no eran muchas debido a que el Perú no estaba preparado y no tenía las armas más modernas de su época. El Perú se alistaba con fusiles viejos.

Capítulo 4.

La campaña terrestre

Para la campaña terrestre se tomaron en cuenta los protocolos firmados por Perú y Bolivia, pero en la campaña terrestre tomaremos en cuenta el segundo punto el cual establecía: que Perú debía aportar con ocho mil soldados y Bolivia con doce mil soldados, pudiéndose agregar nuevamente efectivos en la proporción señalada.

Entonces el conflicto comenzó y "las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras militares en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica"[85]. Y así comenzaba la campaña terrestre.

4.1. La Cruz Roja peruana.

Pero como se ha dicho antes, la Cruz Roja del Perú se alistó "Para acompañar a las tropas peruano-bolivianas por los territorios del sur, la embrionaria sociedad de la Cruz Roja de Lima, organizó, bajo la iniciativa de la primigenia Junta Central, la primera ambulancia civil"[86]. Todo esto para salvar a los heridos en combate. Ésta tenía una buena organización "la primera ambulancia se componía de un jefe, un secretario, un ayudante, un capellán, dos médicos, cuatro estudiantes de medicina y 26 hombres"[87]. Con todo el equipamiento necesario ya que no se contaba con muchos recursos como ya se sabe.

Esta ambulancia fue financiada por la municipalidad de Lima "el costo de la primera ambulancia histórica fue de 8,618 soles con 67 centavos"[88]. Cabe destacar que también para su realización se incluyó dinero de muchos ciudadanos.

4.2. Batalla de Tacna.

La batalla del Ato de la Alianza o batalla de Tacna fue una acción bélica que se desarrollo en Tacna "el 26 de mayo de 1880, tras ese terrible combate de Tacna, el Perú quedó literalmente solo en la lucha, ya que el estado boliviano nunca mas apareció para pelear en tierras del litoral. La guerra era entonces, entre el Perú y Chile"[89]. Pues aquí se enfrentaron los ejércitos aliados de Perú y Bolivia, ambos dirigidos por el general boliviano Narciso Campero, contra el ejercito de Chile, comandado por Manuel Baquedano, que luego de casi una hora de combate, resultó victorioso. Como resultado de la batalla, Bolivia se retiro militarmente de la guerra, la cual solo continuaría ente las fuerzas de Chile y Perú.

El lugar de la batalla fue la meseta del cerro Intiorko (en quechua, 'Alto del Sol'). Jorge Basadre explica que, antes de la batalla, ya se conocía a la ubicación del campamento aliado con el nombre de Alto de la Alianza debido al Tratado de Alianza Defensiva de Perú–Bolivia. También se le conoce como Campo de la Alianza.

El desarrollo del combate tuvo como centro a Quebrada Honda, donde "los chilenos llegaron a las 6 de la tarde del 25 de mayo, y fueron sorprendidos los primeros en llegar, los cuales traían mulas cargadas con agua. Los húsares de Junín se percatan de eso y entonces se interponen y les arrebatan las mulas y el agua"[90]. Ellos dieron importante información de su ejército, lo que hizo cambiar de planes al general y decidió atacarlos de madrugada.

Las intenciones del comandante peruano, Campero no resultaron exitosas debido a que cuando salieron a la medianoche, la neblina los atrapó y no pudieron seguir su rumbo, incluso algunos batallones se perdieron en la niebla por lo que el coronel Suarez ordenó que se esperara el amanecer para seguir. Pero a la mañana el batallón chileno los había visto por lo que les persiguieron a tiros.

El ejército aliado desplegó sus posiciones en el cerro de Intiroco e inmediatamente se pusieron a sus puestos. El ala izquierda estaba al mando del coronel boliviano Camacho. El centro al mando del coronel boliviano Castro Pinto. En el ala derecha estaba al mando el contralmirante peruano Lizardo Montero, cada uno con sus respectivos batallones.

"La batalla comenzó a la 7 y 30 de la mañana, ambos ejércitos se divisaron y formaron su línea de fuego. Pero el ejército aliado junto con tres batallones nuestros mostró un espíritu guerrero, animoso y sobre todo bien comandado"[91]. Se luchó y no se dejo de bombardear, y poco a poco los chilenos se iban quedando sin municiones, lo que motivaba su retirada, otro motivo también era, las bajas numerosas que tenían, por el enardecido fuego del ejército aliado.

Pero pronto la batalla se voltea, los chilenos luchaban con fuerza y bastante fuego, logrando de esa manera la muerte de varios oficiales peruanos y bolivianos. Camacho cae herido, esto causa el desanimo de las tropas, y es remplazado por el coronel Gonzales. La situación empeora y a las dos y media de la tarde caen los últimos reductos aliados, pues el ejército peruano-boliviano no se rindió nunca y prefirió morir antes que rendirse.

A las tres de la tarde llegan las primeras noticias de la derrota en Tacna, mujeres y niños huyen y a los vencidos aliados que eran perseguidos por los chilenos allí se siguen disparando y Tacna empieza a ser bombardeada porque Chile pensaba que existían tropas escondidas, pero el alcalde de Tacna, Guillermo, va hacia Baquedano y le dice que no existen tropas en el pueblo y que por lo tanto cese el bombardeo, este es apresado por Baquedano y sirve de garantía para que Chile no sufra una emboscada.

El primer batallón en entrar a Tacna fue: carabineros de Yungay N°1, con el cual se inició la ocupación de Tacna y los saqueos y asesinatos a la población civil de Tacna hasta en los hospitales, fueron ultimados los enfermos, no se escaparon ni los extranjeros, entre ellos: franceses, alemanes, austrohúngaros, brasileños, asiáticos, etc.

Algunos países como Italia, a través de su cónsul, pidieron al gobierno de Chile que investigue los excesos que su ejército había cometido con su población civil neutral en la guerra. El gobierno chileno no hizo nada.

4.6. Batalla de Tarapacá.

"El 27 de noviembre de 1879 sucedió la batalla de Tarapacá, la única victoria peruana en la campaña terrestre del sur. Los esfuerzos de cada miembro de las ambulancias, no tenía cuando acabar, pues tanto en los hospitales fijo como sin duda, en los volantes, el trabajo es sacrificado"[92].

"Este suceso se produce a raíz del desembarco en Pisagua, el 2 de noviembre donde el ejército chileno de operaciones inició una serie de penetraciones al interior del departamento peruano de Tarapacá para consolidar sus posiciones y asegurar las vías de comunicación y suministros"[93].

"El comandante chileno, Arteaga, se encontraba llegando a Negreiros para reunirse con el comandante Vergara y juntos dar inicio al combate"[94]. Pero Arteaga al llegar a Negreiros nota que no estaba el otro comandante, enterándose que se encontraba en Isluga, por lo que decide, sin provisiones, agua, comida, ir al encuentro de su compañero, así fue.

El día 26, el grupo al mando de Vergara, lo ocupó realizando reconocimiento sobre el área que sería el conflicto, en ello pudieron apreciar la llegada a la quebrada de la división peruana al mando del coronel Ríos, por el cual los chilenos tenían una referencia de ser excelente, asimismo apreciaron a alguien más que admiraban, se trataba del coronel Alfonso Ugarte. Las columnas del ejercito peruano llegaron fatigados, se calculaba eran unos mil; mientras que los soldados chilenos, contados con todos los que estaban en Tarapacá, sumaban unos 2 500 soldados, la mitad de ellos fatigados.

Ambos bandos hicieron su plan estratégico de ataque, que pusieron en práctica.

Para que el plan de ataque chileno resultara como estaba previsto, era necesario que las tres divisiones chilenas salieran a distintas horas para llegar a las posiciones prefijadas de manera prevista. Así, la columna de Santa Cruz salió a las 3.30 del día 27, una hora antes que las otras dos divisiones. Esta división, sin embargo, se encontró con una densa neblina que la hizo extraviar el rumbo totalmente, de modo que cuando comenzó a amanecer esta fuerza se encontraba a muy corta distancia de la división de Ramírez, como decir, casi en el punto de partida. Siguiendo las órdenes que tenía Santa Cruz en ese momento, emprendió a paso veloz su marcha hacia Quillaguasa enviando como avanzada el batallón de granaderos al mando del comandante Villagrán, aunque a esa hora ya debería estar situándose en ese punto toda su división. La segunda ventaja del plan chileno, la sorpresa, empezaba también a desvanecerse, puesto que la tropa de Santa Cruz quedó a la vista de los peruanos que notaron su presencia de inmediato. Los oficiales peruanos captaron al momento el peligro que corrían y lograron comprender en pocos minutos el plan de los atacantes.

"Los peruanos al ver que se les tendía una encerrona, reaccionaron con rapidez evitando la progresión de las columnas chilenas, que no pudieron completar las etapas de despliegue acordadas la noche anterior"[95]. 

A eso de las once de la mañana los peruanos redoblan el ataque y les es posible ganar terreno, por lo cual las tropas chilenas se vieron empobrecidas en hombres y armamento, es allí cuando ingresa el comandante Arteaga con su ejército y logra restablecer el combate. Cáceres pide refuerzos que le son llegados con prontitud y logra voltear el resultado.

Mientras tanto, en lo alto de la quebrada, la división chilena al mando del coronel Ramírez avanzaba por el fondo de la quebrada según su plan, y se produjo luego el enfrentamiento, pero como su plan no dio resultado a causa de los desordenes y bajas tenidas con anterioridad, se vieron minoritarios frente al numero de soldados peruanos. Se libró una contienda y el número de chilenos cada vez era menor, se produjo gran cantidad de bajas en ellos, lo que ocasiono su retirada.

El combate iba a favor de los peruanos, pero inesperadamente llegan dos batallones chilenos a reforzar su infantería, lo cual ocasiona un desequilibrio en número de hombres. "La columna de Cáceres empieza a quedarse sin municiones y emprenden una especie de retirada para reabastecerse, enseguida llega el batallón de Alfonso Ugarte"[96]. El cual logra restablecer el combate, pero ambos bandos estaban tan cansados de luchar que decidieron optar por una tregua, de esa forma pudieron descansar tranquilos y beber durante unos minutos.

La mañana del 27 de noviembre, los cuatro batallones peruanos se alistan para dar caza a los sobrevivientes chilenos queriéndoles acorralar en la quebrada, pero no lo consiguieron, se produce el combate y quedaron prisioneras dos tropas de Arteaga, se atacaba a los chilenos de forma tan animosa que se quería evitar que huyeran al desierto, lastimosamente para los soldados peruanos no contaban con caballería, lo cual impidió seguir la persecución y evitar que uno solo quedase vivo. Allí tuvimos victoria los peruanos.

"Fue una victoria aliada, pero esta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza en Tacna y Chile siguió luchando contra el Perú"[97].

4.4. La batalla de San Francisco.

La tarea de la CRP sigue adelante y "el 19 de noviembre de 1879 ocurrió la batalla de San Francisco, allí las dos secciones volantes de la primera y segunda ambulancia se esforzaron al máximo para auxiliar a los heridos con los escasos medios que se poseían en plena línea de fuego"[98].

Esta batalla es también llamada la batalla de Dolores, aquí se produjo un enfrentamiento entre las fuerzas del ejercito chileno y las fuerzas aliadas del Perú y Bolivia. Las tropas chilenas lideradas por el coronel Emilio Sotomayor rechazaron exitosamente las fuerzas lideradas por el general Juan Buendía.

Con los ejércitos frente a frente, el combate se inició cuando soldados bolivianos que se acercaron en busca de agua al pozo de Dolores hicieran fuego. Luego de obtener la autorización de su comandante Amunátegui (chileno). La batería de Salvo disparó un cañonazo contra este grupo de soldados bolivianos iniciando el combate a pesar de los constantes toques de corneta que los aliados hacían tratando de contener a la tropa.

El ejercito aliado a cargo del general Buendía fue rumbo a las posiciones chilenas, pero estas le respondieron con abundante fuego cruzado, a pesar de éste contingente, Buendía logro restablecer su ejercito y se dirigió a atacar el ejército del coronel chileno Castro, cuando las tropas aliadas estuvieron dentro del campo de tiro, inmediatamente fueron respondidos por el batallón del coronel, por lo que no se pudo hacer retroceder a los chilenos, los cuales en cambio mataban indiscriminadamente al ejercito aliado, ocasionando su retiro.

En cerro San francisco, los integrantes de Cruz Roja peruana "durante el cuarto de hora de combate, todos ellos cumplieron su deber, sin reparar en riesgos, depositándose a los heridos en un local intermedio entre nuestra artillería y el cerro San Francisco. En tales momentos, ese local tuvo que ser, por su proximidad, el depósito obligado de los heridos"[99]. Muchos de los cuales murieron y otros fueron trasladados a hospitales, la tarea fue difícil, el fuego no cesaba, se corría el riesgo de ser alcanzado por proyectiles, y se tuvo que atender a los heridos, con los escasos medios que poseían.

La Cruz Roja a pesar de todo el daño que le causaba el enemigo, acribillando contra ellos, robándoles su medicina, ultimando a unos de sus compañeros, etc. Se porto como una debida organización no criminal, dio el ejemplo de comportamiento en una guerra, a Chile, y es por eso que ayudó también a los heridos chilenos "penosa tarea cupo en suerte a esta sección, pues privada de recursos y de los mas precisos elementos, tuvo que auxiliar a 399 heridos, entre ellos 49 chilenos, no descansando solo un momento: sus esfuerzos fueron ampliamente recompensados, con la dulce satisfacción del deber cumplido, salvando de la muerte a tantos desgraciados compatriotas"[100].

La tercera ambulancia de la Cruz Roja peruana "corrió a cuenta nuevamente del municipio limeño, llamándose, por supuesto, Segunda Municipal. Ésta, no obstante estaría lista en junio (1879), no pudo salir, por orden del presidente Prado"[101].

4.3. Batalla de Arica.

Con el objetivo único de ayudar a los heridos en combate, tuvo lugar la cuarta ambulancia que "se formó con los auspicios del Comité Central, su costo, fue de 16,059 soles con 80 centavos, fue cubierto por la colonia inglesa de Lima, ella se componía de 38 miembros. Partió del Callao el 12 de noviembre y se estableció en Arica"[102]. Para esperar a la llegada de los chilenos, que se sabía que estaban en camino.

La batalla de Arica, también conocida como asalto y toma del morro de Arica, fue un suceso bélico que se llevó a cabo en la ciudad de Arica a principios de junio de 1880.

Luego de la batalla del Alto de la Alianza, el ejército que Chile tenía de reserva efectivos militares que no habían participado en la batalla de Tacna y lo hicieron en Arica, con un total de 6 500 efectivos, los cuales franquearon el acceso al norte de la ciudad. El responsable de la defensa de Arica era el comandante naval Camilo Carrillo, quien había invocado a arequipeños y tacneños a defender Arica, pero como cayó enfermo viajó a Lima y se nombro a Francisco Bolognesi defensor de la plaza.

El ejército peruano contaba con 1 600 efectivos, al mando de Bolognesi, la cuidad era defendida por el monitor Manco Cápac, al mando del capitán de fragata José Sánchez.

Bolognesi manda un telegrama al prefecto de Arequipa, pidiendo los refuerzos del coronel Leiva, diciéndole que aun hay tiempo y posibilidad de salvar la plaza, pero éstos refuerzos nunca llegaron. Ese mismo día desertó del ejercito el coronel Belaunde al mando del batallón "cazadores de Piérola" uno de los cuales acordaron resistir hasta el final en el concejo de guerra, siendo declarado traidor a la patria.

El 5 de junio el general Baquedano (chileno). Mandó al mayor José de la Cruz para intimar la rendición de la plaza, diciéndole a Bolognesi que conoce el número de efectivos de su ejercito y que sería buena idea evitar un derramamiento de sangre inútil; a lo que Bolognesi respondió: tengo deberes sagrados que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho; y el mayor le respondió: entonces mi misión está cumplida.

Hizo esto Bolognesi con previo acuerdo y consulto a los 15 oficiales que le acompañaban; esto ocurrió en la llamada casa de la Respuesta en Arica.

El 5 de junio se hizo un bombardeo a las 16 horas en la que resulto vencedor Chile. El 6 de junio se libra un combate naval en el cual el vapor peruano Manco Cápac, lucha contra el Cochrane, el Magallanes y el Loa. El 7 de junio se libró un combate de infantería donde los oficiales peruanos al mando de sus batallones también murieron junto a sus soldados, y otra vez, la victoria fue chilena.

En el combate del Morro, el capitán del buque Manco Cápac, después de tiroteos con el enemigo, decide huir y hundir la embarcación para evitar que caiga en manos de Chile, su tripulación fue tomada prisionera por Chile.

En el combate del morro inicialmente murieron oficiales peruanos y soldados, de los cuales pertenecían a distintos regimientos. Allí Bolognesi quiso hacer uso de las dinamitas que había colocado pero no funcionaron lamentablemente por la electricidad que no fluía, así que Chile se vino sin bajas inicialmente. Cabe destacar que Chile también tenía muchas bajas, se podría decir la mitad de los peruanos, es decir en proporción de 2 peruanos a 1 chileno.

En el transcurso del combate, Chile logra la victoria, matando al general de la plaza, Bolognesi; el coronel de la octava división: Alfonso Ugarte, tomo el pabellón nacional y lo echo al mar. Luego de estos sucesos, los chilenos se dirigieron hacia la población civil e incluso incendiando la ciudad y cometiendo excesos contra su población.

El "7 de junio del mismo año, como ya dijimos, en este trance fueron de notable ayuda las naves chilenas Loa y Lamar, las cuales llevaron a los heridos menos graves a Lima, quedándose los mas delicados en los monoscomios tacneños y arequipeños"[103].

Chile no tenía noción de que es ganar una guerra a su parecer, pues una vez acabando y derrotando al general Bolognesi y a sus oficiales, se dirigieron también a las carpas de la CRP, donde "había ya muchos heridos amparados bajo la Cruz Roja de la 4ª ambulancia, entre ellos el coronel Luna, jefe del batallón "cazadores del Misti". Los soldados chilenos llegaron a la ambulancia. Se llevaron cuanto creyeron les convenía, rompieron a balazos los cajones del botiquín, por último asesinaron cruel y cobardemente al coronel y un capitán. Tirándoles a boca de jarro"[104]. No respetando de esa manera ni siquiera a la CRP, que no estuvo en ningún momento armada, solamente con su única misión de salvar a los heridos, esto los chilenos no respetaron en lo mínimo.

Las inhumanas acciones de Chile se siguen mostrando: "cuando pasó el ejército chileno, la sección volante de la segunda que había precisado a suspender la traslación de los heridos, avanzó hasta sus primitivas posiciones y observó, con horror, que se había victimado a todos los heridos y saqueado la carpa"[105]. Por lo tanto es posible afirmar que no tenían conciencia de ganar una guerra ganada, pues no hay porque rematar a los muertos y heridos.

"Las carpas saqueadas, allanadas, los heridos vilmente asesinados dentro de ellas, y se repasa horrible. Ni los miembros de las ambulancias, se libraron de los excesos del enemigo, pues además de lo ocurrido murió un voluntario de la 4ª ambulancia, y fue gravemente herido otro de la segunda"[106]. Así se afirma el espíritu sangriento de Chile; como si no quisiera ver de nuevo, al Perú levantarse.

Para el transporte de los muertos y heridos se alistaron embarcaciones, entre ellas "trajo también el "Limeña". Además de los heridos y enfermos, cuya cifra fue 162, los cadáveres de los coroneles Bolognesi, Moore y Zavala, que tan denodadamente defendieron Arica"[107].

La capital peruana "subestimó completamente la situación bélica, lo que contribuyó a desestabilizar completamente su clase política y evitar una preparación efectiva para enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. En enero de 1881, las tropas chilenas entraron en Lima, después de las batallas de San Juan y Miraflores.[108]"

Capítulo 5.

Chile entra en la capital peruana

5.1. Batalla de San Juan.

"En noviembre de 1879 y enero de 1881, logró el invasor chileno, apoderarse de la capital del Perú, demostrando un espíritu sangriento"[109].

Estas batallas se desarrollaron consecutivamente en La Villa, Las Pampas de San Juan y Santa Teresa, el cerro Marcavilca, el morro Solar y el pueblo de Chorrillos. Después de ocho horas de combates en diversos frentes, el ejército chileno resultó victorioso. Luego de la batalla, hubo incendios y saqueos en Chorrillos y Barranco y, al día siguiente, se acordó una tregua y se efectuaron negociaciones, mientras ambos ejércitos hacían preparativos para un posible enfrentamiento, que se produjo en la batalla de Miraflores, después de la cual las tropas chilenas entraron a Lima.

"Después de asegurado el dominio chileno en el sur del país, parte desde Chile la expedición Lynch con el objetivo de imponer impuestos a los dueños de las Haciendas azucareras o destruirlas. Estas constituían un fuerte económico al país"[110].

El secretario estadounidense Evarts, promovió las conferencias de Arica con el fin de detener el conflicto, ya que los cañoneos involuntarios producidos por Chile en plena guerra, habían dañando muchas casas extranjeras y que ahora venían sus embajadores para hacerle un alto, pero las negociaciones resultaron infructuosas, debido en parte que la población chilena quería que se intentase la invasión y toma de Lima.

"El 20 de noviembre de 1880, desembarcan los chilenos en Chilca, con 8800 soldados que fueron reforzadas el 2 de diciembre con 3500 soldados, al mando del coronel Francisco Gana"[111].

La marcha que emprendían ambos ejércitos estaban cerca, Cáceres alistó sus tropas a las tres de la madrugada, mientras que Lynch lo hizo a las cuatro y treinta de la madrugada. Seguían de noche el camino, cuando al amanecer se encuentran y se produce el conflicto.

El general Pedro Silva ordeno que se mantuviera el control sobre los territorios ganados en Perú, tales como: San Juan y Pamplona (en Lima).

Mientras tanto en La Villa, el ejército de Iglesias se enfrentaba a las fuerzas de Lynch. En tanto el general Baquedano ordenó que se reforzara el ejército de Lynch y que se mantuviera resguardado por la artillería.

"El comandante chileno Sotomayor ataco las casas de La Villa, mientras tanto Miguel Iglesias reforzó su ejército con los diversos batallones, logrando un número de 2 500 soldados, reorganizados en dirección a Marcavilca"[112].

El general Emilio Sotomayor, que había recibido la orden de atacar el centro de la línea peruana, resolvió entonces concentrar el ataque entre San Juan y Pamplona. El coronel Gana, por iniciativa propia había dirigido al Regimiento Buin hacia las alturas del sur de San Juan, antes que Sotomayor llegara allí, preparando el lugar para la batalla.

"Sotomayor inició el ataque entre San Juan y Pamplona enfrentando a las líneas peruanas, dirigiéndose hacia la trinchera donde se encontraban los batallones: Ayacucho 83 y Libertad"[113]. El general Pedro silva, envió de refuerzo al batallón Huánuco 17, pero apenas comienza el ataque es herido su comandante. Silva decidió también enviar al batallón Paucarpata 19 en calidad de reserva; pero no logro reforzar al batallón anterior.

El regimiento Burin, cargó contra el reducto del cerro Viva el Perú atacado por el frente y los flancos, se iba a mandar a batallones peruanos a defender la posición, pero cuando llegaron ya la habían tomado los chilenos. Entonces, el Paucarpata 17 se desorganizó y se retiró, lo mismo hizo el Huánuco 17. El general Silva decidió enviar más batallones pero lamentablemente la mayoría estaban desgastados, sin municiones y sin ánimo.

En el cerro Santa Teresa las fuerzas de Canevaro y Cáceres fueron atacadas también por el flanco izquierdo. El general Silva dispuso enviar al batallón del coronel Augusto Barrenechea y luego al batallón del coronel Lorenzo Rendón para apoyar a Canevaro. La posición fue imposible sostener por lo que se retiran de la línea de fuego. "El general Baquedano envió a los Carabineros de Yungay al mando del teniente coronel Manuel Bulnes. Apoyados por otras fuerzas, con órdenes de detener la retirada peruana"[114]. El general Silva envió a la 5ta Brigada de caballería al mando del coronel Morales Bermúdez, para proteger la retirada de las fuerzas peruanas.

Los Carabineros y granaderos continuaron su carga, hasta llegar a la Pampa de Tebes, donde debieron detenerse por la acción de las fuerzas peruanas. En la retirada, Cáceres y Canevaro se encargaron de reunir a los dispersos, reorganizándolos con el fin de enfrentar a las tropas chilenas.

El coronel Silva ordenó que se emprendiera marcha a Chorrillos, sufriendo bajas en la contramarcha. Los coroneles: Cáceres, del Valle y Carrillo, tuvieron que organizar el ejército y dirigirlos a Barranco en dirección a línea de Miraflores.

Mientras tanto, en Marca Vilca y Morro Solar, a las cinco de la mañana, el coronel Panizo (peruano). Es informado del inicio de la batalla, por lo que se instala en Morro Solar.

"El coronel Miguel Iglesias, jefe del cuerpo numero uno del ejército peruano, reunió cuatro batallones, dos de ellos habían luchado en La Villa, todos sumaban 2 500 soldados, en dirección a Marcavilca"[115].

En cuanto a Chile, luego de las acciones de San Juan, partieron con su infantería y artillería a Marcavilca.

El coronel Panizo, observó las tropas de Iglesias, por lo que resolvió ayudarlo y juntarse con sus tropas para contrarrestar el ataque del enemigo; así fue, juntos destruyeron gran parte del regimiento Chacabuco, ultimando a sus dos primeros comandantes.

Patricio Lynch mando traer refuerzos, pero esas noticias no le llegaron a su general Baquedano, así que no se enteró de sus dificultades. Mientras tanto el ejército chileno estaba retrocediendo por falta de municiones; pero pronto un oficial voluntario va y trae consigo municiones, lo que hace que los chilenos sigan ofensivos.

"A las siete de la mañana, la cañonera Pilcomayo y la lancha Toro son puestas al frente del Morro Solar para acribillar a los soldados peruanos, se libró un combate de una hora"[116].

"A la una de la tarde con cuarenticinco minutos, son encontrados solo 100 hombres que luchaban en el Morro Solar al mando de Panizo"[117]. Quienes rodeados defienden sus posiciones, siendo ultimados y quedando por lo tanto los chilenos, dueños del Morro.

En las contiendas que tuvimos con Chile entre Marcavilca hasta Morro solar, éste perdió 88 oficiales y 1873 soldados, y en Perú resultaros presos 288 soldados peruanos, entre ellos algunos oficiales tales como Miguel Iglesias, Guillermo Billingurst, Carlos de Piérola, entre otros.

A la villa de Chorrillos fueron enviados los batallones peruanos del cuerpo de Suarez que no habían participado en San Juan.

El general Baquedano reorganizó su ejercito y a las diez de la mañana y envió tales batallones a Chorrillos al mando de Sotomayor. El general ordenó además que acompañasen regimientos de artillería y que se trasladase la base de su ejército a un punto más cercano a las futuras acciones bélicas.

Al ver el avance de los chilenos, el coronel Panizo dio la orden de que se disparara contra ellos, logrando detenerlos tres veces en su avance hacia San Juan y Chorrillos. Suarez defendió su posición con su batallón Zepita número 29.

Chorrillos fue rodeado por las tropas de Pedro Lagos y avanzaron junto a él, el regimiento Esmeralda, y el regimiento Aconcagua que avanzaron hacia el norte del poblado.

Suarez organizo a los dispersos de los batallones Ancash 25 y Jauja 23, que junto al Concepción, enfrentaron las fuerzas chilenas. Los detalles de este enfrentamiento solo pueden ser narrados en general, debido a que los oficiales y los soldados se escondieron en las casas, esquinas, habitaciones, y los chilenos con el afán de no dejar uno solo vivo, le prendieron fuego a estos patrimonios. Aun así se enviaron desde Miraflores refuerzos para los peruanos pero fueron detenidos por los chilenos.

Las tropas de Suarez finalmente se retiraron hacia Barranco, con dirección a la línea de Miraflores. Éste combate duró cerca de tres horas, en las que el ejército chileno destruyó casi totalmente a la población, pues abusó de su artillería e hizo desmanes.

5.2. Desorden y desastres.

Una vez que Chile logró el control de la capital, se produjeron hechos repudiables y vergonzosos, tales como por ejemplo: "saqueo de la propiedad privada, el pillaje del patrimonio cultural del Perú, y la destrucción sistemática de la riqueza material del país"[118]. Que nada tenía que ver con la guerra, no tenían por qué hacer tales cosas, es como si hubiesen querido que nunca mas el Perú se volviese a levantar.

Los chilenos perdieron la noción y la consciencia aun; mas cuando abrieron las puertas de las bodegas de licorería y se embriagaron muchos de ellos, ultimando a sus propios jefes, perdiendo la disciplina y matándose entre algunos de ellos, entre ellos. Los comandantes del ejército chileno ante esto pusieron orden pero ya se habían cometido desastres. Los periódicos de Chile también comentan sobre este hecho pero limitadamente, algunos de los cuales dicen que es una vergüenza no poder controlar las tropas.

Recordemos que el presidente del Perú cuando se inició la guerra con Chile, era Mariano Ignacio Prado, el cual huyó al extranjero con el pretexto de ir a comprar armamento; pero nunca regresó, debido a este panorama, sin las necesitadísimas armas que no habían, sin municiones, osea, sin lo necesario para entrar en guerra, es mucho mas que indignante, y un hecho muy cobarde de su ética y formación militar, eso es no querer a su patria, gracias a él se perdió la guerra en parte. Esto fue aprovechado por el caudillo Nicolás de Piérola para autoproclamarse Jefe supremo de la República del Perú.

Pero como los chilenos estaban en Lima "Piérola Villena, se retiró de la capital para pretender seguir gobernando desde el interior del país, fue sustituido por un gobierno civil"[119]. Debido al vacío de poder.

"Y los peruanos ante vacío de poder, designaron como presidente al destacado jurista arequipeño, doctor, Francisco García Calderón"[120]. Que se negó a firmar la entrega del departamento de Tarapacá.

Capítulo 6.

Organización de la campaña de la Breña

Sin posibilidad de paz "el jefe de la ocupación chilena, Patricio Lynch estableció su cuartel militar en el palacio de Pizarro, en Lima, y dirigió el combate contra la resistencia peruana en la sierra, en lo que se nomina campaña de la Breña o campaña de las Sierra, enfrentando abundantes actos de sedición"[121].

6.1. Cáceres organiza la resistencia.

"Después del enfrentamiento de San Juan y Miraflores, el entonces coronel peruano Andrés Avelino Cáceres y otros, como el capitán José Miguel Pérez, decidieron llegar a los andes centrales para organizar y reiniciar la resistencia del ejercito de ocupación chileno"[122]. Es por eso que en su afán de hacerlo posible, se valió de distintos medios, y efectivos militares que no lo eran, sino que él había planteado organizarlos, entre los cuales se contaban campesinos, indios, etc. De esa forma poco a poco y recibiendo el apoyo de cada una de estas organizaciones, es que fue reorganizando su ejército.

"Cáceres organizó la resistencia entre la población civil de la sierra central, y el coronel Gregorio Albarracín en la sierra sur, quienes organizaron una efectiva guerra de guerrilla durante tres años"[123]. Durante los cuales se luchó con honor, sin municiones suficientes y sin la instrucción militar que se necesita para entrar en combate.

6.2. Los guerrilleros indígenas.

"Las comunidades se armaron con sus seculares mazas, hondas y lanzas. En cada pueblo tenían una corneta en observación sobre un cerro, que daba la alarma cuando se acercaba alguna partida enemiga"[124]. También se usaron otras señales como los tambores. Estos indios se unieron a Cáceres, este los convenció, y lo hizo porque él, como era procedente de Ayacucho, podía hablar el Quechua, de forma que los indígenas hasta llegaron a confundirle con el antiguo Inka.

Los indígenas, como es de suponer, tienen tácticas militares diferentes a las nuestras, por lo que hicieron uso de aquellas, por ejemplo: "los habitantes de los andes corrían a las alturas donde tenían acopio de galgas, que echaban a rodar en los senderos estrechos al paso de los chilenos"[125]. Esto sin lugar a dudas era una forma de muerte demasiado horrorosa y que además los chilenos ni lo imaginaban, estos lucharon salvajemente.

Chile en los andes no mostro respeto por los indígenas ni los campesinos, los cuales fueron igualmente masacrados como soldados, por eso Cáceres hacía arengas para animar a la población y evitar cualquier tipo de abuso por parte de los chilenos y "he aquí los extremos a los que son conducidos los pueblos oprimidos por un vencedor implacable y cruel, y que empuñando las armas para defender sus hogares, saborearon hasta el colmo una venganza horrible"[126]. Debido a que cometieron excesos contra su población desde casi todo punto de vista, por ejemplo: violaron su patrimonio.

Los indios seguían luchando, se juntan diversos pueblos ofendidos por los chilenos por violar sus principios morales, etc. Y es así que "el pueblo de Vilcabamba, a sus seis leguas del cerro, se sublevó. Fue un destacamento, y después de su victoria incendiaron completamente la población, ultimando a cuantos tomaron prisioneros"[127]. Esto denota la cólera a los chilenos por ofenderlos, masacrándolos igual que a ellos.

Los chilenos consientes de sus actos, hicieron barbaridades en las comunidades, pues como dicen algunos autores, es por eso que se revelaron éstos, por los abusos, y fue de ese modo que "sintieron el calor del patriotismo, solo cuando la invasión les tocó sus reducidos patrimonios, la vaca, la ovejita, la gallina, la sementera, y sobre todo los accesos brutales contra sus mujeres"[128]. Sobre todo esto último, como se sabe por distintos medios bibliográficos, los soldados chilenos, cometieron abusos excesivos, como violación sexual a las mujeres de los indios, de las mujeres de los campesinos, de las limeñas y de los sitios por donde pasaban.

"La sierra fue para las fuerzas invasoras, un escenario militar imprevisto, cuyas características demoraron en comprender. Ellas incluían no solo rasgos muy peculiares de la vida material"[129]. Para esta adaptación brusca y rápida pagaron precios altos, pues algunos soldados se morían con las diversas enfermedades naturales que habían en la época, y como jamás pensaron llegar a esos extremos de luchar por esas partes del territorio peruano, ni siquiera tenían estrategias, lo que tenían era demasiados soldados y municiones.

Luego de que pasan unos días y probablemente unos meses, los chilenos armaban sus planes con conocimiento del territorio de los andes, y es "en ese entonces, como ya hemos comentado, la sierra era un escenario de pillaje donde las fuerzas chilenas actuaban casi sin frenos ni obstáculos. De otro lado muchos políticos y soldados chilenos pensaron que la guerra había concluido luego de la ocupación de la capital peruana"[130]. Todo se debía a la poca resistencia peruana en los andes y poca cantidad de municiones, y como es lógico muchos chilenos pensaron que con la toma de Lima la guerra había concluido, pero Cáceres opuso resistencia.

El 19 de abril de 1882 se produce la destrucción del pueblo de Chupaca, debemos suponer que aquellos no tenían las armas suficientes, fusiles viejos, sin preparación militar, es decir, todo imprevisto, es por eso que "el combate fue horroroso, los invasores tuvieron que emplear unos la carabina y otros el sable; un indio empuñaba el caballo, otro lanzaba al jinete, los pocos rifles resistían a toda la infantería enemiga"[131].

También hubieron epidemias en la guerra "si Rusia tuvo su general Invierno, el Perú en tiempos de guerra del pacífico tuvo, en cierta forma, sus mariscales Tifus, fiebre amarilla y viruelas"[132]. A causa de las cuales, muchos desertaron, y se vieron los jefes obligados a hacerlos regresar, con la condición de que si se retiraban del combate serian declarados traidores a la patria, es por eso que incluso después de la guerra se dice que Lynch, ejecutó a mas de 200 efectivos de su ejército, por no obedecer sus ordenes.

"Según estadísticas especiales chilenas, entre septiembre de 1882 y junio de 1883, 726 soldados del ejercito de operaciones en el Perú padecieron de enfermedades naturales, sin especificar cuales habían sido. Muchos chilenos a causa de esto desertaron"[133].

Cáceres esta vez se encontraba entre Ñahuimpuquio y Pucará librando otra batalla, la misma que fue favorable a él, y se puede constatar en sus escritos, cuando escribe: "por los jefes de los guerrilleros, sé que el camino es un reguero de sangre, lo que prueba que han tenido muchas perdidas y han pretendido ocultarlas como de costumbre, cargando con la mayor parte de sus cadáveres"[134]. Esa costumbre era propia de los chilenos, pero cuando se producían demasiadas bajas en sus ejércitos no podían ocultarlas muy bien.

Las masas de guerrilleros indígenas, con tanta ira luchaban aun sin armas, su deseo de venganza era grande, es por eso que "fue el mismo Cáceres quien señala que las "enormes masas de gentes decididas al sacrificio", que se levantaron con tanto entusiasmo, invocaban "quizá" por primera vez el nombre sagrado de la patria"[135]. Los indígenas no se hubieran entrometido a la guerra simplemente sino les hubieran tocado sus reducidos patrimonios a ellos, porque de otra manera no saben para que luchar, solo necesitan su bienestar, su tranquilidad.

"La movilización campesina en caso de la sierra central, fue efectiva en el respaldo a la resistencia enarbolada por Cáceres, por el hecho de ser una región y contener una población mas integrada que Lima así como Chupaca"[136]. Por esto y muchas razones mas, el Brujo de los Andes, decidió que allí se opusiera la resistencia, se sabe que en las comunidades indígenas todos actúan por mandato de su líder, de ese modo es mas fácil hacerles entender la situación y encaminarles hacia actos deshumanizantes, sangrientos y brutales.

"Con relación al nacionalismo campesino, Hellín a llegado a decir "los chilenos no eran enemigos por ser chilenos, sino porque destruyeron e invadieron ese terruño, el bien mas preciado del campesino, la fuente de su vida y subsistencia""[137].

La comunidad nativa de Comas, también participó pero solo por el hecho de que los chilenos llegaron a molestarlos, pues ellos en ningún momento entraron en el combate con el Brujo, debido a que esta comunidad es la mas brava que existe y nunca ha sido doblegada ni por los españoles se cuenta, todo esto porque son diferentes a las demás comunidades, es como decir. Son "mas animales". Y no respetan a los que intentar tocar sus patrimonios. Aun así, sin saberlo, el ejército chileno no teniendo tales precauciones, y queriendo arrebatar todo a su paso, fueron y llegaron "el 2 de marzo de 1882, un destacamento chileno sufrió en los alrededores de la población, una devastadora emboscada con galgas que prácticamente, los destruyó"[138]. Esto, por no decir, que los acabó con todo oficiales.

Al brujo de los andes "llamabanle "Taita", que en castellano significa padre, y al hablarle se descubrían la cabeza empeñándose en arrodillarse y besarle las manos"[139]. Cáceres fue confundido con un Inca o un Dios Sol, debido a la gran agilidad y estrategia con la que organizaba su ejército, además de otras cosas entre las cuales, dominaba el Quechua, fuente importantísima para atraer su colaboración de los indios en masa.

"Es necesario tener presente la sociología del indio, su idiosincrasia y tradición, para comprender como pudieron el General Cáceres y su ejercito, realizar la campaña de la Breña, que mas que realidad, semeja a un cuento prodigioso"[140]. Esto porque hubo otras tropas de Cáceres que lo intentaron y no recibieron en cambio nada, porque no sabían como llegar a ellos, cosa que si pudo hacer Cáceres, es por eso impresionante el tener indios y personas civilizadas luchando en un mismo ánimo.

"La resistencia militar liderada por Cáceres en las regiones sur y centro andinas tuvo varias victorias con las fuerzas chilenas y se dirigió a Cajamarca en la sierra norte, para evitar el encubrimiento de Miguel Iglesias, quien desde 1882 había manifestado firmar la paz con el gobierno chileno, aceptando cesión territorial"[141]. Y como muchos estaban en desacuerdo, Cáceres arengó a sus tropas para dar la batalla final que es la batalla de Huamachuco, donde se decidía finalmente el ganador de la guerra, puesto que no quedaba más infantería ni artillería en el Perú para seguir oponiendo resistencia.

6.3. Batalla de Huamachuco.

"El 10 de julio de 1883, se desarrollo la batalla de Huamachuco entre Andrés A. Cáceres y Alejandro Gorostiaga, finalizando con victoria chilena"[142].

El ocho de julio de 1883, Cáceres decide no tomar el camino de Santiago de Chuco para llegar al poblado, sino el camino de escalerillas para llegar al sur de Huamachuco, por la cordillera de Huaylillas y van ocupando las alturas de Cuyulga al suroeste. Cáceres ordena al coronel Secada atacar la plaza desde el cerro Santa Bárbara. Al coronel Pedro Silva, atacar la derecha del poblado, y al coronel Recabarren la izquierda, capturando suministros dejados por las tropas chilenas.

Las fuerzas de Gorostiaga se retiran al encontrarse en posición desventajosa, perdiendo vestuario y municiones.

El 9 de julio de 1883, algunas compañías de Cáceres que ocupaban el pueblo se acercan al cerro Sazón, teniendo intercambio de fuego entre ambos bandos. La plana mayor de Cáceres decide enfrentar con fuerza el 11 de julio.

Inicialmente se tuvo suerte con las guerrillas, pues se estaba obteniendo la victoria. Los chilenos unos tras otros batallones se unían y reforzaban su línea, los peruanos hacían lo mismo, el combate se torna parejo en el cerro Conochugo, por lo que Gorostiaga envía más tropas a defender la artillería y la caballería.

Cáceres escribe en sus memorias: "cuando me dirigía con mis ayudantes y escolta al sitio culminante de la brega, para dar con mi presencia, mayor impulsión al ataque, vino hacia mí un soldado herido, y pretendiendo tomar las riendas de mi caballo, me detuvo diciéndome "taita, mi general, ve que he cumplido mi juramento de los TRES RÍOS". Y desplomose muerto"[143].

A las doce del medio día, las fuerzas de Cáceres hacen retroceder a los chilenos, pero debido a que no contaban con más municiones, tuvieron que enfrentarse con bayonetas y la culata de sus escopetas. Cáceres ordena la retirada de su artillería pero en eso es tomada por la caballería chilena.

Es seguido por su escolta Cáceres, con la finalidad de reagrupar el batallón de Tarma y logró hacerlo, lo preocupante era luchar y resistir sin municiones, por lo tanto la infantería y caballería chilena los aplastaron, haciendo de un combate desigual, un combate sangriento y carnicero.

Hecho esto, los chilenos se propusieron perseguir a los dispersos, incluso quisieron capturar al coronel Cáceres pero no lo lograron. A los prisioneros, Gorostiaga dio la orden de ejecutarlos sin discriminación, aunque no todos eran soldados por lo que no todos deberían ser muertos como prisioneros de guerra.

Cáceres se dirige a Ayacucho, donde reorganiza su ejercito con 1 000 soldados, Lynch también manda 1 500 soldados para enfrentarlo en una nueva guerrilla.

El 20 de octubre de 1883 se firma el tratado de Ancón y estaba pendiente la promulgación por el estado peruano. El 25 de octubre una revuelta popular y militar depone el gobierno de Lizardo Montero en Arequipa quien se retira a La Paz, con lo cual tropas chilenas al mando de Velásquez ocupan la ciudad. Cáceres como segundo Vicepresidente asume el Gobierno del Perú. Cáceres se aproxima a Ayacucho para enfrentar a Urriola encargado de luchar con los 1 500 soldados. El 12 de noviembre Urriola se retira de Ayacucho siendo atacado por las guerrillas "el 3 de mayo de 1883, la base del tratado de Ancón ya estaba acordada entre Patricio Lynch y Miguel Iglesias quien firmó este convenio inicial desde Cajamarca"[144]. El ejército de Cáceres se enfrenta en diferentes batallas a las fuerzas de Iglesias que contaban con el apoyo del gobierno de Chile.

Esta batalla se dice que fue decisiva para el término del combate, debido a que no se contaba con más soldados ni armamento tanto como municiones.

"En octubre de 1883, el tratado de paz que lleva el mismo nombre del sitio en que se firmó, puso fin a la ocupación chilena en el Perú"[145]. Esto garantizaba: la retirada del ejército chileno del Perú, la pérdida para siempre del departamento de Tarapacá, la ocupación de diez años de las provincias de Tacna y Arica, expirado este periodo se organizaría un plebiscito para determinar la nacionalidad de éstas otras concesiones.

A pesar de todo, el Perú tuvo la intención de armarse nuevamente, pero solo contaba con mil efectivos y dos cañoneras, por lo tanto era técnicamente imposible. Equivale a decir entonces, que aquí se acabó la guerra con victoria chilena.

Una vez terminada la guerra "la asamblea constituyente aprobó el tratado. Iglesias marchó a Lima para asumir el gobierno del Perú. Después de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen a una guerra civil entre partidarios de ambos lideres, que finalizó en 1885 con el triunfo del primero"[146].

Capítulo 7.

Consecuencias de la Guerra

Esta guerra como ya se presume, trajo consecuencias desastrosas y un quiebre económico inmenso, además de porque no decirlo, la lucha del poder entre Miguel Iglesias y Cáceres, la cual lógicamente trajo mas problemas al país en lugar de solucionarlos, entonces el país se vio sumido en una difícil "crisis institucional, moral, psicológica y material que se abatió sobre el puerto peruano"[147]. Al inicio y en todos los rincones del País, causando un afán muy grande de la población en su conjunto, ciertamente con ánimo renacentista.

7.1. Cuantiosas pérdidas.

Además de los desastres causados por Chile en Lima "El botín estuvo constituido por libros, documentos históricos y obras de arte; lo que no pudieron llevar lo destruyeron"[148]. Además Como podemos recordar por ejemplo: el reloj del gran Pedro Ruiz Gallo, el cual, para su época, era en verdad un reloj demasiado adelantado; se cuenta que además de dar la hora; daba el día, el mes, el año, el siglo, la estación, el cambio lunar, etc. También tenía dos soldaditos insertos en él, los cuales al medio día cantaban el Himno Nacional del Perú. Era en realidad una maravilla. Lastimosamente los chilenos se lo llevaron también, pero Ruiz Gallo, se cuenta, le sacó una pieza fundamental del reloj, por lo tanto, ya no funcionaba y no saben como hacerlo funcionar hasta el día de hoy.

El enemigo, ingresó a nuestra biblioteca nacional, la incendió, hizo de ella su caballería, la destrozó, perdiendo allí una gran cantidad de obras, libros, etc. De diversos autores, las cuales se perdieron para nunca más.

7.2. Lecciones para aprender.

"No confiar en falsas prosperidades que nos proporcionaron el guano y el salitre y la de no actuar irresponsablemente en la política"[149]. Así como el presidente Mariano Ignacio Prado, el cual abandonó el país cobardemente.

No firmar tratados secretos con otros países que no se sabe si nos van a ayudar en tiempos de guerra o no, que es el tiempo justo cuando más se los necesita.

Comprar armamento siempre, estar actualizándose y tener las armas mas sofisticadas de la época, toda vez que no estamos exentos de una guerra.

Tener las casas hechas, listas y siempre en guardia para un posible ataque. No improvisar como siempre nos sucede, y sobre todo luchar pero con armas y con municiones, pero no sin ella, es ridículo, se perdería muy fácilmente y solo quedaría luchar con honor como lo hizo el ejemplar coronel Cáceres, junto a muchos otros.

Elegir bien a nuestros representantes, no a quienes nos abandonan en el momento mas oportuno de su participación. Hacer de nuestra política, una política responsable más no lucrativa.

No estar metidos en problemas ajenos que los países se disputan, aun sabiendo como es nuestra realidad hasta con la inestabilidad gubernamental, en este caso no tuvimos por qué estar allí, pero por no actuar responsablemente, resultamos inmersos en una guerra que no nos correspondía.

7.3. Entre otras cosas.

Debemos recordar que el Perú pudo no entrar en guerra, pues "la declaración de neutralidad, por lo tanto, era técnicamente posible"[150]. Debemos recordar también a la Cruz Roja peruana que "en ese celo por constituir lo mas pronto posible un sistema de auxilio a favor de la guerra convirtió al Perú en el primer país de América en contar con una sociedad nacional de estas dimensiones"[151]. Su reconocimiento oficial de la CRP "lo brindó el propio comité Internacional en la circular N°45, del 8 de mayo de 1880, dirigida a la Junta Central, en la que confirmaba la fecha inaugural de la Cruz Roja del Perú: 17 de abril de 1879, y sentaba sin ninguna duda, que una Cruz Roja nueva, se había formado en el Perú"[152].

Respecto a el combate del 21 de mayo "luego expresa: la falta de disciplina y de ejercicios de fuego en la ya mencionada fragata. Ha sido la verdadera causa de su pérdida"[153]. Con esto Grau hace mención a la irreparable pérdida de la Independencia, en una circular que envía al presidente.

Si los chilenos ya había tomado la capital, se supone que la guerra allí había terminado, mas Cáceres: "consideró que el Perú necesitaba del ejemplo moral de quienes no se rindieron. Continuó la lucha entre las Breñas y Zarzales de los Andes"[154]. Un digno ejemplo de patriotismo peruano, pues sabiendo que todo estaba perdido y sabiendo que él también iba a perder, luchó hasta perder la guerra pero con honor. De esa manera defendió la dignidad de nuestro Perú.

Se hizo caso omiso a Castilla, pues "tampoco se tuvo en cuenta la advertencia que hiciera el mariscal Castilla quien, analizando el comportamiento de los sucesivos gobiernos chilenos, llegó a proponer que si "Chile construye un buque, el Perú debe construir dos""[155]. Lamentablemente nuestros gobernantes peruanos esperan el momento de las acciones para reaccionar, no se preparan antes, de esa forma, es muy probable perder.

Jorge Basadre opina: "la derrota peruana no solo se debió a nuestra condición militar, sino además al desorden político, al abismo social y al despilfarro económico del S. XIX"[156]. Cosas que se hacen notar claramente en esta guerra, no se supo aprovechar el dinero que tenía el Perú, el guano, el salitre, y producto de eso resultamos sin armamento, vencidos.

Finalmente, al terminar la guerra: "el invasor multiplicó su territorio nacional, hurtó nuestro patrimonio, destruyó nuestra riqueza, mancillo nuestro pueblo, pero el Perú se levantó nuevamente"[157]. Como lo hacen los países con gente brava, nacionalista y luchadora.

Bibliografía

  • SOLETO, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana. Lima, Editorial Talleres Gráficos de la Tarea Asociación Gráfica Educativa, 2 004. 412pp.

  • PLASENCIA, Hugo. Andrés A. Cáceres y la campaña de la Breña (1882-1883). Lima, Editorial Diseños & Impresiones Sara E. Paredes Ríos, 2 006. 476pp.

  • GROHMANN, Jorge. Historia de la república del Perú. Lima, Editorial El Comercio, 2 005, Tomo VIII.301pp.

  • SOLDÁN, Quiroz. Para enseñar historia del Perú. Arequipa, S.E, 2 004. 233pp.

  • S.A. LEXUS EDITORES. Historia del Perú. España, 2 000. 1232pp.

 

 

Autor:

Rivas Rojas Keissy Hoacner Williams

edu.red

Universidad Católica

"Santo Toribio de Mogrovejo"

Facultad de Derecho

Escuela de Derecho

ASIGNATURA

Historia Universal

ASESOR

Augusto Miñán Meléndez

MODALIDAD

Monografía

SEMESTRE ACADÉMICO

2013-II

[1] Lexus editores. Historia del Perú.p.857.

[2] SOLDÁN PAZ, Quiroz. Para enseñar historia del Perú.p.136.

[3] Ídem.p.135.

[4] Lexus editores. Historia del Perú.p.858.

[5] SOLDÁN PAZ, Quiroz. Para enseñar historia del Perú.p.135.

[6] Lexus editores. Historia del Perú.p.858.

[7] Ídem.

[8] SOLDÁN PAZ, Quiroz. Para enseñar historia del Perú.p.135.

[9] Lexus editores. Historia del Perú.p.858.

[10] Ídem.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] SOLDÁN PAZ, Quiroz. Para enseñar historia del Perú.p.136.

[17] Lexus editores. Historia del Perú.p.857.

[18] Ídem.

[19] Ídem.

[20] Ídem.

[21] Ídem.

[22] Ídem.

[23] Ídem.

[24] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.250.

[25] Lexus editores. Historia del Perú.p.859.

[26] Ídem.p.858.

[27] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.243.

[28] Op.cit.p.244

[29] Op.cit.p.244.

[30] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.247.

[31] Ídem.p.246

[32] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.16.

[33] Op.cit.p.17.

[34] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.16.

[35] Ídem.

[36] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.247.

[37] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.18.

[38] Ídem.

[39] Ídem.

[40] Op.cit.p.21.

[41] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.18.

[42] Op.cit.p.21.

[43] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.21/22

[44] Op.cit.p.22.

[45] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.20.

[46] Ídem.

[47] Op.cit.p.21.

[48] Ídem.

[49] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.275.

[50] Ídem.p.270.

[51] Ídem.p.271.

[52] Ídem.p.270.

[53] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.22.

[54] Ídem.p.22/23.

[55] Ídem.p.22.

[56] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.250.

[57] Wiki

[58] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.263.

[59] Ídem.

[60] Ídem.p.277.

[61] Ídem.p.265.

[62] Ídem.

[63] Op.cit.p.266.

[64] Ídem.

[65] Ídem.

[66] Ídem.p.271.

[67] Op.cit.p.272.

[68] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.271.

[69] Ídem.p.270.

[70] Ídem.p.275.

[71] Ídem.p.274.

[72] Ídem.p.280.

[73] Op.cit.p.280/281.

[74] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.283.

[75] Ídem.p.284.

[76] Op cit.p.288.

[77] Wiki.

[78] Wiki.

[79] Wiki.

[80] GROHMANN BASADRE, Jorge. Historia de la república del Perú.p.284.

[81] Ídem.

[82] Ídem.

[83] Ídem.p.289.

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[86] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.23.

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[88] SOLETO BATALLA, Carlos. 125 años de la Cruz Roja peruana.p.26.

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[100] Op.cit.p.29/30.

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