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El siglo XVIII cubano: ¿Un siglo de crecimiento interno? (página 2)


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No se puede construir un cuadro completo de la situación si no se tiene en consideración el esfuerzo que entonces realizó la corona por dar solución a un viejo problema en cuanto a la posesión de la tierra; pues todo intento para renovar e impulsar la economía de la isla tenía que pasar de una u otra forma por aplicar medidas que limitaran las atribuciones de los cabildos en cuanto al otorgamiento de mercedes de tierras, impedimento de cualquier intento centralizador; de ahí que a partir de 1729 y posteriormente en 1739 se ratificara el sistema de venta y composición de tierras; a través de los procedimientos legales establecidos los cabildos solo podían disponer de las tierras propias, pero no de las realengas. Posteriormente, en el año 1754, se establecieron nuevas disposiciones para la venta y composición de tierras; pero estas disposiciones surtieron más efecto en la región de La Habana, no así en la región central por ejemplo; ello facilitó el proceso de concentración que tuvo lugar hacia el occidente y que posibilitaría la expansión de la agricultura comercial a finales del siglo y de la plantación esclavista. La hacienda comunera, constituyó un freno al proceso de movilización de la propiedad agraria, a la subdivisión interna y hasta la propia explotación de la tierra. Transitan por tanto a lo largo del siglo XVIII fuerzas internas que frenan cualquier intento de desarrollo; estas ubicadas hacia el centro y el oriente que van marcando de qué lado de la isla se acentúa el atraso; las oligarquías jurisdiccionales que se aglutinan alrededor de los cabildos pronto comienzan a diferenciarse de su homóloga occidental, no ya por el sistema de propiedad o de producción sino por el componente de ideas que sobre estas bases se gesta alrededor de ella.

Ya desde finales del siglo XVII aparece una tendencia que marcará el siglo XVIII hacia el interior de la isla: "En Remedios, Trinidad, Sancti Spíritus, Puerto Príncipe, Bayamo y Baracoa, la opción del comercio oficial era muy débil para propiciar un grupo de comerciantes que estuvieran comprometidos con algunos de los intereses del absolutismo"…[4]. Esta particularidad tendrá diferentes dimensiones según la región que se trate y los grupos de poder que en cada una de ellas actúan pues no son "coincidentes" con los que se gestan hacia el occidente de la isla, sobre todo con el núcleo habanero; en ello tendría mucho que ver la política metropolitana hacia la isla de Cuba donde preferentemente atribuye a La Habana un papel protagónico en el contexto de las relaciones con las colonias americanas, papel que se acrecentó durante el siglo XVIII. Según la Dr. Mary Cruz de Del Pino podía considerarse a "los camagüeyanos como gentes que no estaban dispuestos a obedecer más leyes que las suyas propias ni a reconocer más autoridad que la de su Ayuntamiento y sus conciencias libérrimas"[5]. Estas manifestaciones no solo son patrimonio de los camagüeyanos, en otros lugares de la isla también existían, poniendo sobre el escenario colonial las diferencias con el dominio metropolitano representado por el Gobernador de la isla.

Varias jurisdicciones de la isla se insertan en la producción tabacalera a lo largo de este siglo, entre ellas Santa Clara y Remedios, pero al finalizar este no se aprecia un tránsito hacia una economía azucarera. En Santa Clara las reticencias de la hacienda comunera impiden cualquier desenvolvimiento en ese sentido, conllevando un marcado cierre del mercado interno y un gran retraso en la economía de la jurisdicción; para ese entonces ya había desaparecido el cultivo del trigo y muy limitado el del tabaco; el tipo de economía que imperaba era de subsistencia; cuando ya en occidente la "producción para la subsistencia pasa definitivamente a un segundo plano"[6]. La diferencia de economías va matizando el escenario de la isla, planteando las zonas de evolución posterior y las de retraso.

Es importante para este estudio tener en consideración que:

"…debe pesar en los juicios que examinen sobre la evolución económica de Cuba en el siglo XVIII en el cual se abandonan prácticamente todas las explotaciones creadas y desarrolladas por el primer esfuerzo colonizador quedando la economía cubana a los dos productos básicos"[7].

Los esfuerzos que tienen lugar por la diversificación agrícola hacia 1760, no fructificaron; no obstante hacia la primera mitad del siglo se habían sentado las bases para la acumulación de capitales comerciales, los que se acrecentarían en la segunda mitad del siglo y darían la posibilidad de un acelerado desarrollo de la plantación esclavista en la década del 90. Pero esta tendencia que se abre no fructificó para el centro oriente de la isla, se enmarca dentro de los límites occidentales (La Habana). Ya desde la primera mitad del siglo XVIII se plantea el dilema de un desarrollo desigual de la isla que definirá la posterior vida colonial en el siglo XIX, e incluso hasta la del propio siglo XX. Puede considerarse el siglo XVIII de tránsito y reajuste de la economía de la colonia a las nuevas exigencias y posibilidades que en el orden de las relaciones internacionales se van operando; de consolidación de los intereses criollos en el contexto del mercado internacional y de las relaciones específicas con la metrópoli. La segunda mitad del siglo será definitoria en este proceso.

La afirmación de que…"el complejo regional central es el que presenta una evolución más significativa. Si bien sus cifras absolutas no alcanzan las de occidente, su desarrollo presenta características similares"[8]; tiende a crear determinadas confusiones sobre todo hacia la época en el cual se hace referencia, al concebir este complejo económico como un todo; no tiene en consideración que las cuatro villas que engloban este complejo están en un proceso de marcedaciones de tierras. Las Villas de Trinidad y Remedios, ubicadas muy cerca de la costa no gozaron de las posibilidades comerciales que La Habana, por esa razón recurrieron en múltiples ocasiones al comercio de contrabando durante este siglo. La situación de Santa Clara, Villa que había sido fundada en 1689 era mucho peor con relación a las antes señaladas; la ganadería al igual que Sancti Spíritus constituía la fuente principal de riqueza y dependían fundamentalmente del comercio de ganado que entonces se enviaba a La Habana; ya hemos comentado el enclave de la hacienda comunera en Santa Clara como una distinción que tiene esta jurisdicción que la distingue del resto y que merece con toda justificación un estudio particular.

El proceso de colonización hacia el interior en esta región y sobre todo en la jurisdicción de Santa Clara justifica el aumento demográfico que se produce; pero poco o nada se tiene sobre la emigración hacia este lugar con y después de la toma de La Habana por los ingleses en 1762, contribuyendo a confundir a no pocos investigadores con el aumento demográfico que se produce, atribuyéndose este a factores económicos y no a otros. Este es un tema que queda pendiente de estudio y aclaración.

A ello hay que agregar que las cifras que se aportan sobre ingenios en el país hacia 1780 en la obra de Leriverend, Historia Económica de Cuba; tienden a confundir el panorama de la región central:

edu.red

Si se tiene en consideración, como la ha tenido la historiografía en algunos casos y no en otros de incluir a Puerto Príncipe en la región central, el cuadro de estudio es bien diferente del que se ha realizado comúnmente pues superaría la región central a la de la Habana en 27 ingenios. Al analizar de forma general el dato expuesto de la región central deja por sentado un "auge" de la producción azucarera, muy próximo a la de La Habana; pero no tiene en consideración las particulares diferencias de la llamada región central excluyendo a Puerto Príncipe; donde concentra la mayor cantidad de ingenios hacia la Jurisdicción de Trinidad y son una rareza en la de Santa Clara. Nuestro criterio es que no se puede dar por válido o por general lo que es expresión de una jurisdicción y no del todo, pues el resto de las jurisdicciones de la región central no presentan ese desarrollo expansivo.

Los escasos estudios e investigaciones que se han realizado sobre este complejo central lo engloban de forma general, no analizando las profundas diferencias que desde este siglo ya tienen las llamadas "cuatro villas o cuatro lugares". La tendencia general de desarrollo de la plantación esclavista de finales de siglo y de la primera mitad del siglo XIX dejará constancia hasta qué punto el retraso de esta región no favorecerá su extensión en algunas de sus zonas, como es el caso de Santa Clara. A esta confusión debe añadirse la existencia de muy pocos datos e informaciones, al no ser las que podemos encontrar en las actas capitulares de los cabildos de esta región.

Si a principios del siglo XVIII Remedios, Santi Espíritus y hasta Puerto Príncipe enviaban ganado hacia la Habana, pronto se incorporó la jurisdicción de Santa Clara, tránsito obligado en el traslado de la masa ganadera; la aparición de Álvarez en la parte occidental de esta última jurisdicción vino a ser el lugar obligado de estadía en el recorrido de los lotes del ganado vacuno; hacia este lugar también concurrieron los llamados ganaderos "aventureros". Esta actividad comercial y el trasiego fueron permanentes durante todo el siglo XVIII.

Existen evidencias en las Actas Capitulares del Cabildo de Santa Clara que la minería ocupó una relativa importancia, sobre todo en Las Malezas y hacia el Escambray, pero su existencia parece ser efímera pues hacia los finales del siglo, no afloran asuntos relacionados con la explotación minera.

Lo que el Código Civil Español del siglo XIX llamó como Haciendas Municipales; contemplaba a las regiones o provincias españolas y no habían renacido estas haciendas a los modernos sistemas administrativos de la época; en el caso de las colonias la situación de los gobiernos locales era muchas veces más atrasado; a ello se pudiera agregar que:

"…las mejores fuentes de tributación se las reservaba para el Estado y que las leyes imponen ä los Municipios cargas como los gastos carcelarios, de quintas, de primera enseñanza y otros que en rigor debieran ser sufragados por aquél, se comprenderá fácilmente que la deplorable situación de las haciendas locales se debe en gran parte al Estado mismo, por el equivocado uso que hace de sus funciones tuitivas, que tal como se ejercen constituyen más bien un abominable absolutismo administrativo que perpetúa casi todos los males que acarreó á las Corporaciones populares el absolutismo político iniciado en los siglos XV y XVI,…" [9]

De modo que lo reconocido no es más que lo acrecentado en América; de ahí la distorsión en todo el sistema de propiedad sobre la tierra que enturbió el panorama de la Isla de Cuba durante el período colonial y; en lo tocante al siglo XVIII es perfectamente ajustado, pues hacia el interior de ella no se operaron transformaciones que condujeran a una evolución.

Hacia la segunda mitad de la centuria; "desde 1764 hasta 1790, según Humbolt, a quien sigue Saco, se introdujeron unos 33,409 siervos africanos"[10]. Estos "lotes" humanos se destinan hacia la zona de mayor dependencia de mano de obra y donde el auge de la naciente plantación demanda; por ello es la Habana la mayor consumidora y tendrá a recaudo la concertación de contratas con compañías, sociedades y casa extranjeras dedicadas a la trata, sobre todo francesa e inglesa y; después de creada la Real Compañía de Comercio de La Habana (1839), asumirá un papel rector clave en la Isla. Según Leriverent, "Cuba había carecido de una provisión de esclavos que contribuyera a asegurar su desarrollo. Tal es la explicación que se da al retraso observado en la colonia hasta el siglo XVIII"[11]; sobre esta importante conclusión pudieran objetarse varios argumentos:

  • La producción azucarera en la isla de Cuba se encuentra enmarcada hacia la zona de La Habana; no ha rebasado más de 30 leguas hacia el este durante la primera mitad del siglo XVIII; lo cual no constituye en ningún modo una dependencia excesiva pues las demás alternativas económicas no necesitan de alta inversión de mano de obra.

  • La disolución de las haciendas y la especialización de la agricultura comercial de mercado transitan por un período relativamente largo. La expansión que se produce a mediados y finales del siglo, determinarán modificaciones que contribuirán a las necesidades productivas del momento, nunca más allá de lo no necesario y preferente para los intereses de la metrópoli.

  • Al arribar el siglo y durante casi su totalidad, Cuba asiste a un mercado exportador de azúcares distribuido; que le brinda pocas posibilidades en cifras netas exportables y en condiciones desfavorable en cuanto a los precios fijados por otros productores. Por ello el mercado internacional no constituye un estímulo de fuerza capaz de dar un gran impulso.

  • Muchas de las compras de negros esclavos no se asentaron sobre la base de transacciones en dinero; se recurrió al cambio entre mercancías pues se carecía de capitales. También se acudió al préstamo como forma de poder obtener la mano de obra; un ejemplo de este tipo de operaciones lo constituyó los realizados por la Real Compañía de Comercio de La Habana, sobre todo con tratistas jamaicanos. De ninguna manera la isla estaba preparada pues no tenía las fuentes de ingresos para las fuertes inversiones en la compra de esclavos.

  • Lo que resulta ser necesario en La Habana no lo suele ser por su dimensión para el resto de la isla; esta necesidad era de primer orden para los hacendados de La Habana, no así en Remedios, Puerto Príncipe o Bayamo por ejemplo.

  • Por último, las preferencias de la metrópoli son más de ensayos que de vitalidad; este cambio se operará en la segunda mitad del siglo y sobre todo hacia la década del 90, cuando importantes acontecimientos determinan concepciones y políticas hacia la expansión acelerada de la plantación esclavista.

Se ha afirmado que "Cuba, pues careció de esclavos, en parte, porque no los necesitaba"[12]; en tal caso existen evidencias históricas que prueban que sí existía la necesidad de mano de obra esclava para diferentes fines, que no son solo los relacionados a producción de azúcar o los de la propia plantación en pleno auge. Existieron intentos "independientes" de operaciones de compras de negros esclavos hacia el interior de la isla que fracasaron por la carencia del capital de inversión para una operación tan costosa para la época; aún cuando se buscó la concertación de grupos de hacendados para este tipo de transacción. En estos fracasos no sólo influyeron los problemas financieros: están presente la falta de organización comercial y, hasta los propios geográficos.

Tienden a liberarse determinadas ataduras que corroboran todo lo hasta aquí expresado en beneficio de la isla, pero aplicadas en un orden gradual a tono con la evolución que se produce a partir de la década del 60 del siglo, entre ellas pudieran citarse:

  • Real Cédula de 3 de Octubre de 1762; autorizaba la reexportación de un puerto a otro de América; se eximía el pago del Almojarifazgo. Su único graven era sobre el 5 % de impuesto; abriendo la puerta al comercio inter colonial.

  • Real Cédula de 26 de Octubre de de 1763 que autorizaba a comprar víveres en las colonias extranjeras; en caso de necesidad extrema.

  • Legislación llamada del "comercio libre" de 16 de Octubre de 1765; a través de ella se extendía el comercio en América a todas las provincias de España.

  • Entre 1777 y 1778; se autoriza el comercio libre con los buques norteamericanos.

  • El 12 de Octubre de 1778; se dio a conocer el Reglamento de Comercio Libre.

  • Real Cédula de 25 de enero de 1780. Autorizaba a los colonos a comprar esclavos en las colonias francesas.

  • Real Cédula de 8 de abril de 1778 estableciendo la coartación (por su importancia y significación merece una atención especial que no es el objetivo de este trabajo).

  • Real Cédula de 28 de febrero de 1789. Estableció la libertad de importación de esclavos; ésta sólo aplicada a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.

Aún dentro de una estructura colonial de dependencia de Cuba hacia España; se dan determinadas condiciones como las señaladas para una evolución diferente-además de existir otras-no se suprime la condición importadora que presenta la isla a finales del siglo XVIII; la dependencia de dos o tres productos de exportación provocó una relación desfavorable en la balanza comercial y acrecentó la dependencia económica no ya de España, sino de otros países extranjeros; tendencia que gradualmente se fue incrementando a finales del siglo, dejándolo como herencia perniciosa para los demás por venir.

Más, el cuestionamiento es, si ¿la plantación esclavista la podemos considerar como un paso revolucionador para la isla de Cuba?

En consideración a la propuesta de título del trabajo y a la tesis propuesta; me llevan a considerar que no constituyó una vía viable de solución porque:

  • Aunque introdujo indudablemente las relaciones capitalistas en la agricultura al ser esta de tipo comercial no se zafó nunca de las trabas de la esclavitud; imposibilitando un desarrollo de las fuerzas productivas. Al erigir un patrón de economía deformada, frenó el desarrollo de las relaciones capitalistas.

  • Las relaciones comerciales internacionales establecidas en la segunda mitad del siglo XVIII-incluso antes-por la isla de Cuba gozaron de la exclusividad de estar concentras en La Habana; ninguna otra región de la Isla pudo ni siquiera acercarse al trasiego mercantil que esta tenía, ni de los beneficios reportados, pues la política colonial nunca tuvo en cuenta un desarrollo alternativo para otras regiones de Cuba. Por otro lado no se puede de ninguna manera fundamentar la existencia de una red comercial hacia el interior, pues carecería de todo fundamento.

  • Los procesos de manumisión y coartación de esclavos se vieron drásticamente frenados con el auge de la plantación esclavista desde finales del siglo XVIII.

  • La Plantación creo un tipo de burguesía "especial" que tiene su origen en la segunda mitad-incluso antes- del siglo XVIII de corte esclavista apartada de todo compromiso e interés de tipo nacionalista que no asimiló el proceso "revolucionador" de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos; y no es mucho pedir, pues la oligarquía criolla del 90, optó por la reforma y no por una vía capitalista de desarrollo, lo cual no implicaba forzosamente algún tipo de ruptura con España. Ello puede traer a colisión múltiples debates y hasta estudios específicos para el futuro sobre el tema.

  • Lo que parece más importantes es que la plantación desde el siglo XVIII dividió la Isla de Cuba en dos, no en el orden político administrativo-asunto muy cuestionable también-sino en cuento a posibilidades de evolución; determinando en sus rasgos esenciales un occidente cubano y un centro oriente bien diferente. El primero expansivo, relleno de opulencia, pero remiso al cambio; el segundo-salvo algunas zonas-también relleno, pero de atraso.

  • Si se cuestiona ¿que la segunda mitad del siglo XVIII revoluciona la isla de Cuba ante el pasado colonial?, la respuesta sería sí, ¿que estos cambios absorben a la isla?, la respuesta sería no. Los vacios que existen en los estudios coloniales sobre el siglo XVIII y los "excesivos" estudios del occidente cubano no dejan otra opción. La herencia de la segunda mitad del XVIII-plantación esclavista-quedarían como pesado fardo para el "opulento" XIX; que a la postre le pondría fin.

El capital fomentado sobre la base del comercio y en gran medida también por la usura ya existía en La Habana; pero no ocurrió así para el resto de la isla. Las formas de financiamiento (por mercedes de tierras y censos), no crearon tampoco los capitales indispensables como para brindar una evolución favorable en las regiones más alejadas del centro comercial principal. Si de algo adoleció Cuba durante el siglo XVIII fue del dinero necesario para acometer proyectos de envergadura. Cuba "desde 1776 había recibido 108,150, 504 pesos"[13]; pero estos ni alcanzaron para poder cubrir las exportaciones; dependiendo de muy pocos productos para exportar; por estas razones cualquier aumento posterior y sobre todo a finales del siglo del capital comercial, no hizo otra cosa que dimensionar la agricultura de subsistencia.

Francisco de Arango y Parreño deja sentado en su "Discurso sobre la Agricultura en la Habana y modos de fomentarla"; las causas del deterioro de la Isla de Cuba; las razones por las cuales La Habana llegó a ocupar una posición de ventaja con relación al resto de las regiones; brindando genialmente las dos soluciones fundamentales para ese momento: libertad de comercio y diversificación agrícola.

Tal es el cuadro apretado del siglo XVIII para la isla. Dejamos para el cierre-como anexo- un informe de Diego De Sedano, asesor de la Intendencia de Hacienda rendido en 1807 al Marqués de Someruelo sobre la situación de la isla. Las referencias del mismo a la problemática de Cuba durante la segunda mitad y sobre todo a finales de la última década, dejan bien a las claras que la llamada "década de oro" se logró muy azarosamente; no exenta de grandes escollos; exponiendo crueles realidades económicas para la isla al concluir el siglo.

Bibliografía

Documentos para la Historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1971. Hortensia Pichardo

Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Historia de la colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional. De los orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia, Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora Política. La Habana

Camagüey (Biografía de una Provincia). Academia de Historia de Cuba. Mary Cruz de Del Pino. La Habana

Boletín del Archivo Nacional Publicación Bimestral. Tomo XLVI. Enero-diciembre. La Habana 1948.

Boletín del Archivo Nacional. Publicación Bimestral. Enero-diciembre. Tomo LV. La Habana 1957.

Teoría y Método en la Historia Regional. Editorial Capiro, 1994. Hernán Venega Delgado.

Historia de Cuba, 1492-1898. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2001. Eduardo Torres Cuevas-Oscar Loyola Vega.

Manual de Historia de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1971. Ramiro Guerra.

Haciendas Comuneras. Imprenta y Papelería de Rambla, Bonza y Cia. La Habana 1914. Celorio Alfonso B.

Historia de Santa Clara y su Jurisdicción. Imprenta La Ristra. Santa Clara. 1858. Manuel Dionisio González

Tomo VI de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa Clara.

Tomo VII de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa Clara.

Tomo VIII de las Actas Capitulares del Cabildo de Santa Clara.

Enciclopedia Jurídica Española. Francisco Seix, Editor. Barcelona. España. 1910.

El Cabildo de Santa Clara, 1689-1800. Carlos S. Coll Ruiz.

Anexo

En Oficio de 9 del próximo mes pasado se sirve V:S: proponerme dos preguntas, dimanadas de la Junta Consular, pidiéndome mi dictamen con toda la instrucción que yo creyese oportuna, en la materia; y habiéndolas examinado, siento mucho que no sean del genero de mis tales quales conocimientos facultatibos, ni objeto de mis observaciones mas ordinarias y frecuentes, al paso que su respuesta, si há de ser ajustada, exige cierto caudal y exactitud de datos que yo no tengo, ni me es fácil adquirir de pronto. Pero sin embargo, deseando concurrir en algún modo á los importantes de V.S. y de la Junta, diré lo que por mayor hé podido comprender, y lo que me parece en ambos particulares.

1era pregunta.

Por la primera de estas dos preguntas se trata de averiguar "si és cierto que (desde el año de 1790) han aumentado portentosamente el interés del dinero, el precio de los salarios, de los negros y demás artículos que se necesitan para sostener los Ingenios".

Mi opinión es que se debe responder afirmativamente: pero las pruebas de los hechos, ni son una misma clase, ni hay la misma facilidad de exponerlas.

El precio de los negros, salarios y demás necesario para el entretenimiento de los Ingenios se puede reducir á cuenta palmaria por los libros de los mercaderes, y de las casas hacendadas, donde se hallará la historia del progresivo aumento con que se ha hecho las compras, sin mas diferencia que la que resulte del modo de ajustar esta cuenta: por que acaso los propietarios dirán, que en el año de 90, y aun después, compravan una Yunta de bueyes por 70 . pesos y representaban entonces 35 arrobas de azúcar blanco á 16 reales, y que necesitándose ahora para equivalente de 120 pesos 74 arrobas del mismo blanco á 13 reales(tomando un precio medio entre los que han corrido en estos últimos años); se deduce que en el día cuesta á los hacendados cada Yunta nó el 70 p %más, si no todo lo que vá de 35 arrobas á 74 que viene á ser un quebranto como de 111 p % ; siendo de notar que no incluyo el mayor costo que en los otros artículos les há tendido la cosecha, elevoración de ese azúcar respecto de aquel tiempo; y que supongo también que hayan vendido al precio corriente, quando es tan notorio que apenas una quarta parte de ellos dejan de sacrificar su fruto á la necesidad de las anticipaciones, ó refacciones.

Todo bien considerado, calculo yó, sobre los informes que hé tomado, y lo que por mí hé podido ver, que estos costos unos con otros (y prescindiendo de la diferencia de precios corrientes del azúcar) han crecido desde el año de 90 un 50 p % á lo menos.

En quanto á la subida portentosa del interés del dinero en el Pais donde las leyes civiles y religiosas parece que absolutamente lo coartan al 5 y 6 p %, yá se deja conocer el espíritu de esta pregunta nada vulgar, y que V. S. la propone con pleno conocimiento de la genuina inteligencia de esas leyes, y de que entre las diversas acepciones a la palabra usura y las especies de ésta en todos los sentidos, hay una que en el quánto admite lícitamente la misma variedad que les permutas, comparas y ventas de todo genero; y que no pudiendo quitar á la moneda metálica su atributo o qualidad de mercadería, se nivela por el movimiento y peso que en el orden natural del Comercio altera y fixa irresistiblemente el equilibrio de su valanza.

Estos principios, aunque harto propagados en el día, quizás no son de los mas familiares entre nosotros; y de aquí es que únos por escrúpulo que les nace de su propia confusión de ideas, y otros por temor de caer entre Casuistas ó Jueces que tampoco las tengan muy claras, se abstienen de todo préstamo de dinero siempre que el interés legal de 5 ó 6 p % es báxo en comparación de las demás negociaciones, ó inversiones mas lucrativas que se presentan: de que resulta que siendo aquí lo regular tener mayor rendimiento el numerario en otros empleos, rarísimas veces se ven prestamos á interés; pero se sostituyen con otros contratos en que aquellos se desfiguran de manera que cambian, sino de esencia, á lo menos la forma y de nombre; y bien que no por eso encierran siempre la usura reprobada, déxan si en incertidumbre el punto fixo del premio corriente del dinero.

En las Plazas donde franca y públicamente se estipulan estos premios mayores ó menores según lo que el tiempo ofrece, se podrían determinar sus grados y responder con gran facilidad á igual pregunta que la de V.S.; `por que el agio en los varios cambios, el corriente de los descuentos, y mas que todo los instrumentos que por empréstitos pasan ante los Corredores y Notarios, designan la subida ó baxada del interés; que és lo mismo que decir la abundancia ó rareza de numerario, generalmente hablando, y á excepción de los casos y lugares en que la una circulación muy rápida no dexa sentir inmediatamente la falta; ó donde el crédito público sosteniendo el curso de signo sin valor intrínseco, suple á veces por los metales que ellos representan. Pero en esta Isla en que no hay esos barómetros, es menester para encontrar el grado del interés recurrir á otras observaciones, y seguir en todos los rodeos y tortuosidades las excogidas sendas de las demás negoces que por desgracia de la agricultura y del comercio, reemplazan los simples provechosos prestamos; cuya falta, si en todas partes seria recibida, en esta Isla especialmente há causado y sigue causando extragos que yo no encuentro voces para ponderarlos en la magnitud que los concibo. En élla, repito, no hay por esto una regla segura para medir el alza ó baxa del interés; si bien no faltan rastros que aunque no con tanta puntualidad, denotan su marcha y alteraciones.

Que la rareza de numerario hace subir su estimación, y por consiguiente su interés en proposición no solo cierta en gral, como hé dicho, sino que por no admitir excepción para esta Isla, la puedo dar por supuesto; y el hecho de que hay ó debe haber en élla esta rareza de moneda, es otra verdad que se puede convencer por enumeración de partes. Aquí no tenemos minas, ni casa de moneda, ni bancos, ni cambio establecido, que merezca llamarse tál, con los extranjeros, ni con la Metrópoly, ni con las Colonias hermanas. El dinero nos viene del Continente de nuestras Américas, yá por los varios situados, yá para comprar otros y yá por la escala de que se suelen, extornar algunas cantidades y todos estos manantiales están casi enteramente cerrados de quatro años á esta parte, por lo menos.

Para solo las Tesorerías de Exercito, Marina y Tavacos en el mismo corto espacio, tengo entendido que han dejado de entrar al pie de 13 millones de pesos, si se agrega lo que de Lima, Santa Feé y otras partes del mismo Continente solia recibirse en dhas. Tesorerias, y lo mucho que de allá, y especialmente de Nva. España, se embiaba por particulares; se hallará que estas solas y cuantiosas faltas bastarían para probar la escasez de numerario; tanto más, que mientras por un lado no éntra, por otros continúa en salir como siempre y en mucho mayores cantidades.

Es verdad que no hay remesas directas de dinero á España; pero quando han sido considerables las de aquí? Y por compensación muy excesiva no es bien constante que han sacado y sacan mas crecidas sumas los neutrales por la Aduana y por alto? En los solo quatro primeros meses del año 802, después que se recibió acá la noticia de la paz ultima, extrajeron en rexistros los Americanos tres millones y medios de pesos. El contrabando ordinario de moneda no solo no há cesado sino que és de creer que hán ido en incremento á proporción que apocándose nuestros pesos fuertes en Europa han crecido en valor como masa principal de las especies que allá circulan y como mercancía tan necesaria para el comercio de Oriente y de las escalas de Levante; avivándose asi los estimulos para adquirirlos por las vías clandestinas en nuestras Américas. Y efectivamente V.S. mismo en causas sobre represalias y por otros indicantes ha observado los vestigios de extracciones fraudulentas de nueva invención.

Los contratos entre hacendados y comerciantes ó capitalistas por los suplementos que aquellos reciben de éstos, es necesario que se resientan de la abundancia ó escasez del dinero, y que sean otros los síntomas de lo que por ello sube ó baxa su interés; pero sería prolixo entrar en esta investigación. Baste decir por cosa notoria que hasta el año de 98 estos contratos solian envolver un quebranto de 30 p % 40 y aun más contra el labrador, sin qué el emprestador, ó refaccionista lucrase siempre en la misma proporción que aquel perdia. Desde el año 98 epoca del mayor furor(que asi puede llamarse) de fundar Ingenios, se introdujo una especie de estipulaciones, que su misma exorbitancia no las permitió durar sino hasta 802 ó poco más. A la caída de estos contratos no dejaron de subsistir y continuarse los anteriores yá enunciados; y habiendo llegado el caso de que un año tras otro los precios venales del azúcar no han costeado siquiera á los propietarios, no les queda sacrificio que hacer con el refaccionista, ni hay arbitrio de hallar suplemento por estas razones y por ótras que darén después: Y véa V.S. cómo, a lo menos para los labradores de azúcar há llegado á una extremidad de escasez de dinero y la subida de su interés.

No és preciso, como sábe V.S. que la falta venga á ser total. Basta que el numerario, este vehículo de la propiedad de un País, no se tenga en cierta proporción para que el interés alze,. Y las culturas y el trafico caigan y asi és que aunque no hubiesen dejado de entrar en esta Isla las mismas cantidades que eran ordinarias en otro tiempo, ni salido mas que entonces, verificaría la rareza de ellas con todos sus efectos; por que el aumento crecidísimo de población, de establecimientos rurales, y de producciones exportables, requieren tambien una mayor masa circulante de moneda de modo, que siendo ésta hoy, como es preciso que lo sea, mucho menor que antes de dhos. acrecentamientos, es visto hasta que punto se redoblan los motivos de echarse de menos, y de haberse encarecido.

La convención privada con que aquí corrian las onzas de oro á 17 pesos fue adoptada por la Tesoreria de Exercito, y algún dia se mostraran en toda su extensión los incombenientes, que ya asoman, de esta medida. Entre tanto, como ningún mal es absoluto, sucede que éste nos há producido el bien no solo de conservarnos algún poco de dicho metal, sino de atraernos otro poco que introduce el extranjero por especulación; sin cuya casualidad, y otras que han mitigado el daño, no es ponderable en mi juicio el apuro en que se hallaría esta tierra. Pero témo si las circunstancias se prolongan que esa corta porción de onzas que teníamos, y las que le hemos comprado á 17 pesos , no tardaremos en dárselas, ni él extraerlas á 15 ps. y un pico, ó baxo de condiciones que iquivalgan á esta rebaja.

Es bien publico que la plata dificultosamente se encuentra, ni aun para el menudeo y gasto diario: que entre nosotros mismo pierden yá las poquísimas onzas que se logran cambiar con respecto á ésta escasez de numerario hace muchos meses que los Juzgados Ordinarios no suelen decretar ejecuciones contra las personas de los deudores; que la Real Hacienda por la misma razón lleva con suavidad sus cobranzas no solo de consentimiento, sino á peticion Fiscal; que la Intendencia gral. Necesitada de dinero no há conseguido sino 16 000 pesos desde 5 de Noviembre de 804 en que abrió su empréstito, no obstante el extraordinario premio de un 10 % que esto unido á la desconfianza y longitud de la plaza que se notan en las negociaciones todas, y á una cierta suspensión ó lentitud de pagamentos así por las Caxas Rs. Como pr. Los particulares, casi presenta el aspecto de una bancarrota universal y de todo colijo que sin ponderación `puede asegurarse, qe. Habiendo enrarecido tanto el dinero há subido portentosamente su interés.

2da pregunta

La segunda pregunta, que también se puede considerar en dos partes, se reduce á saber "si lexos de continuar el empeño de qe. (después del mismo año de 90) se fomentó casi repentinamente el ramo de azúcar, hace algunos años qe. Ha cesado enteramente la fundación de nuevos Ingenios, y aun se demuelen los mas antiguos".

La época mas brillante y feliz para la agricultura de esta Isla, después de su pacificación, empezó con corta diferencia en el citado año de 1790; y el ramo del azúcar es el que mas se há cultivado y engrandecido. El forma la principal riqueza del Pais; y á su lado son todavía de corta entidad los demás frutos, no digo de exportación, pero ni aun de consumo. Aquí por un orden inverso y dessemejante al de la Metropoly y al resto de nuestras grandes colonias, se há desatendido lo necesario pr. Fomentar lo útil; quiero decir, que se cultivan de preferencia de exportación y se traen de ultramar aun los de primera necesidad para la vida; imitándose también en esto á las colonias extranjeras vecinas por un principio que no admite mudanza mientras dictáre la ley el interés como móvil que naturalmente conduce á lo que mas cuenta tiene.

Esta preciosa Isla, injustamente desatendida en otros tiempos, recibió un gran fomento con los muchos millones de pesos efectivos que en élla, y especialmente en la Havana, se derramaron para fortificarla. En susPuertos, se hizo tambien desde 1765 uno de los primeros ensayos del comercio libre á las Indias, que fue otro empuje no pequeño á su propiedad; pero con todo, el progreso era lento. Los negros se tenían por medio de contratas con extranjeros; y la ultima con la casa de Backer y Dawssn de Liwerpooll parecía hecha y dirigida mas bien por la torcida política del Gavinete Ingles que por la sencilla especulación de unos negociantes; pues al paso que estipularon los esclavos al mas baxo precio, se apoderaron de este arbitrio seguro de mantener el languidez nuestra agricultura; e eran tan pocas y escasas sus armazones, subministrándonos gota á gota este refuerzo de brazos trabajadores, apenas nos traian los precisos para reemplazar los nuestros.

La Real Cedula de 28 de febrero de 1789(digna de las bendiciones de todo buen Español) rompió esta cruel barrera; y la franquicia que nos concedió se puede mirar como el principal y mas durable impulso entre los que há recibido succesivo grande adelantamiento de esta Agricultura. Siguiose la revolución de la Francia, y á ella la destrucción de sus Ingenios de Azucar en las Antillas; por consequencia de la qual alzó aquí el valor de nuestro mas de un 100 p % cuya enorme ganancia concurriendo con la facilidad de adquirir negros, tierras y demás necesario, excitó un empeño, y una emulacion por fundar Ingenios que como yá quéda insinuado, mas bien debían llamarse furor; pues que los emprendedores sin examinar las causas, ni calcular su duración, no reparaban en gastos ni en distancias, ni en precios; y con eso se alteraron grandemente los que de muchos años atrás eran establecidos y ordinarios, aun en los artículos de uso y necesidad común; al paso mismo que introduciéndose un cierto luxo del extranjero en estos predios, y adoptandose igualmente sus inventos, sólo el renglón de sus maquinas, ó de la mano de obra de sus maquinistas, absorvía unos capitales que en otro tiempo hubieran bastado para todo el establecimiento.

Bien sabido és cómo acaeció que en cosa de tres ó quatro años se viese lléno el vacio de azúcar cuando por la revolución francesa, y como desaparecieron las crecidas ganancias para nuestros cosecheros; quedando los precios aunque todavía un poco superiores á los corrientes antiguos muy rebaxados respecto á los modernos; de modo que puede decirse que ninguno, ó muy raro de los nuevos plantadores de Ingenios de esta Isla, llegan á disfrutar aquellas grandes ventajas pasageras, siendo asi que habían sufrido todos los graves inconvenientes de las simultaneas y repentina multitud de sus empresas aceleradas, en un Pais aislado por la naturaleza, por nuestra constitución y por la guerra.

La ilusión que había deslumbrado á tantos emprendedores, empezó á desvanecerse pero que sea que no todos los que sentían ya el daño conociesen su verdadero origen, sea que les animase la esperanza de que renacieran los buenos tiempos, ó sea que eran muchos los que yá no podían retroceder por muy empeñados en sus plantaciones de azúcar, lo cierto és que éllas continuaron mucho mas que la buena ocasión de que tomaron su arranque; y las resultas fueron consiguientes. Aquel corto exceso de precio sobre el corriente antiguo, ni fue siempre constante, ni compensaba la desmesurada carestia general, asi lo aprovechaban sino los muy pudientes, que eran pocos; y el dia llegó, como era forzoso, de un casi universal arrepentimiento y de un desmayo trascendental aun á los poseedores de los antiguos Ingenios.

En este estado parecía regular que los precios de las cosas por si mismos se repusiesen á su primitivo nivel pero además de que sabe V.S. con quanta facilidad pasa á ser costumbre la subida de los de esta clase, quan dificultoso tardido és que vuelvan á baxar; sucedió en nuestro caso que contemporáneamente se introdujo el cultivo de café; y aunque este grano había sentido en las Colonias francesas la misma catástrofe que el azúcar, su falta en Europa no se reparó tan pronto, ni aun á estas horas se há reparado, séase por que las cosechas actuales no lo cubren, ó por que se propaga su úso y crece su consumo. El subido valor que conserva y mil proporciones y comodides que hacen por ahora preferible su cultura á la del azúcar para todos en general, y que en adelante y siempre, la harán mas practicable para el mayor numero, que es el de los pegujaleros; han fomentado este ramo considerablemente con respecto al corto tiempo de su introducción; y entre tanto que apresuradamente camina á competir con el de la caña, estas nuevas plantaciones (en que hay casi tanto ardor como hubo en aquéllas) juntamente con otras contingencias notorias que omito referir, han mantenido altos los precios de todo, y han contribuido á que las tierras cuesten tres tantos mas que en 1790.

Así es como en estos 16 años el ramo del azúcar ha crecido en solo el Obispado de la Havana la gran diferencia de 172 Ingenios á 416 por la noticia que se me ha dado; sin contar la mayor opulencia de los modernos, y mejoramiento de los primitivos; asi es como há llegado yá á una decadencia y á un estado que amenaza en mi juicio mayor y muy próximo abatimiento, y asi es también como se verifica por la afirmativa la primera parte de la segunda pregunta de V.S.-

Por lo que hace á la cesación de nuevos Ingenios con este motivo, y demolicion de algunos antiguos, tengo por cierto lo primero con la opinión publica; y aunque no hé podido puntualizar el numero de los segundos, se me há informado, y me consta la demolición, no solo de algunos de los viejos, sino de los que en clase de sitio nuevo, muy sembrado de caña y con los materiales acopiados para fabricar, consistía yá en poco que llegase á moler. Pero para mi dictamen y para el designio de la Junta consular no creo que se necesite de tanta exactitud de hechos una vez que se tiene la moral certeza de que asi debe ser infalible, y prontamente, aun quando yá no se hubiese realizado; y una vez que hay toda evidencia del atraso y falencia en que se han declarado varios de los mas quantiosos propietarios.

Preciso es que cése, ó se disminuya por parte de éstos el cultivo de la caña; y que otros muchos aburran un ramo que no les ofrece sino quebrantos actuales, y malísimas esperanzas. ¿Qué les queda que hacer en breve á los que arrastrados de la común persuasión se fueron a situar donde hallaron tierras vírgenes, y hoy se encuentran á tres ó mas jornadas carreteras de mal camino; en el desembolso ó con la deuda de un enorme capital que nada les rinde; recargados con el aumento de los gastos y perdidas comunes; y en su particular reagravados con los portes y mermas de quanto remeten a sus fundos, forzados á derramar sus miles, y en fin, reducidos á pagar por solo el acarreo de sus azucares un 18 ó 20 p % del valor principal de éstos, según el corriente del dia; sin poderse ya sostener más, ni encontrar quien les sostenga, por que no se vé el termino á este tiempo?

Se dira acaso que estas calamidades, sin remedios por ahora, se acabarán con la guerra; pero yo no lo concibo asi; y antes bien creo que no dejará de continuar un mal en que influyen otras causas de mas permanente duración. Algunas dejo ya indicadas, y además es sabido que el presente están á nivel las cosechas con las necesidades de Europa. Esto que es un grande obstáculo á nuestros ulteriores aumentos en la caña, nos prepara por otra parte un menoscabo cierto. La Madre patria no basta yá ni con mucho para consumir nuestros azucares; nosotros no podemos concurrir con los extranjeros en sus plazas por las grandes ventajas que nos llevan en el alivio de costos y travas; y tampoco tenemos probalidad de mejorar de precios; por que en lo qe. compramos sostienen las multiplicadas plantaciones de café y otros acaecimientos; y en el azúcar que se venda subiría su valor quando mucho á la anterior proporción de 12 y 16 ó poco más que hoy ó no sufraga para los gastos, ó no és el precio necesario.

La Havana y sus contornos se puede decir que es toda la Isla de Cuba en cuanto á labranza, riqueza y comercio. Las culturas de ella se han avanzado algo mas de 20 leguas á sotavento; y no está en nuestra mano, ni en la del Gobierno, ni en el orden de esta Colonia que se formen ciudades ó Plazas de Comercio de trecho en trecho y en la oportunidad misma en lo que necesitasen las plantaciones lejanas de aquí. Aunque hubiese las tales Ciudades sucedería como en Matanzas que a pesar de su sobresaliente posición local y de la habilitación de su Puerto, pasaran todavía dilatados años primero que venga á sér el centro de las plantaciones de sus alrededor, y primero que dege de preferirse el de este mercado aun á triple distancia; por que tal es la fuerza atractiva que tienen la costumbre, las antiguas relaciones, y las mayores comodidades, verdaderas o imaginadas.

No podremos en efecto sostener la concurrencia de nuestros azucares con los extranjeros en tiempo de paz; y esta paz misma será una terrible crisi para dho. Ramo. Por supuesto no hay que esperar que Mexico entonces nos reintegre de nuestros situados caídos; y los corrientes serán cercenados por razones que no se ocultan á V. S. Tampoco debemos contar con remesas de particulares como en otros tiempos; por que aun sin el motivo de la guerra yá los comerciantes de Nva. España se iban disgustando del negocio de estos azucares; y además no ignoran las utilidades que por algunos años les ofrecerá en España el dinero en especie metálica. Los dueños de Ingenios en su mayor parte necesitan de refaccion ó habilitación; por que asi lo exigen estas fincas colosales y envejecidos usos de la Plaza de la Havana. Los cafetales distraen gran numero de los capitalistas. Nuestros comerciantes están desanimados; extenuados por la guerra, por las falencias de los hacendados, y por que á excepción de un corto trafico interior no se hace ningún comercio por los Españoles desde que los extranjeros han encontrado el secreto pernicioso de no dejar aquí ni aun minimo probecho de las consignaciones y comisiones. Y por este tener está sobradamente indicado, que á la paz, ni a lo largo del tiempo después, los dueños de Ingenios no hallarán refacciones mucho mas fáciles; ni mejores que en el dia que son nulas ó fatales.

Al publicarse la paz se retiran los neutrales. Nuestros armadores y cargadores á Indias están alquilados ellos y sus naves. Lo pocos que se habiliten, invitados por espediciones menos aventuradas al Continente ( temerosos de la continuación de los permisos exclusivos para la harina y viveres, y con la idea, cierta ó exagerada de que hemos hecho respuesto para muchos años durante el Comercio de neutrales; es natural que no vengan sino en corto numero. Aquí no hay embarcaciones Españolas no obstante haberse naturalizado 553 desde que se recibió la Real Orden de 14 de Diciembre de 1794 por que á V.S. le consta lo qe. há ocurrido een esto. ¿Dónde hallaremos, pues, las 63 000 toneladas de cavida poco mas ó menos ocupan nuestras exportaciones? ¿y quién nos traerá lo muchisimo que necesitamos de afuera? Prorrogar ilimitadamente el comercio directo con los extranjeros no es concedido á las Autoridades de acá, y seria lo mismo que no restablecer jamás el nuestro. T exterminarlo al cabo. Prorrogarlo por cierto tiempo no és un remedio. El celo de V. S. y sus luces unidas á los de la Junta Consular, no dejaran de hallar algunos de los que están muy á su inmediato alcance, y otros que proponer al Gobierno, y á la Intendencia para prevenir este nuevo mal inminente; mas yo de mi parte confieso que en el todo no me parece fácil por ahora, mientras que por otro lado me lléno de temores al contemplar la estancación, carestia de fletamentos, 7y demás enexplicables consecuencias de este solo golpe contra el ramo de azúcar que tantos otros há llevado y llevará.

Quizas parecerá que miro el asunto en question, con demasiada melancolía; y aun yó mismo no estoy lexos de creerlo asi, y de persuadirme que mi corta comprehension no alcanza las inagotables y félices recursos que suelen hallar el interés y la necesidad para mayores conflictos; pero tal vez lo salva toda una reflexión con que voy á concluir es papel, que no seria tan difuso si yo creyese que había de obrar solo en el animo de V. S. y del Consulado.

Supongamos por un momento que esta decadencia no es tanta como se ha imaginado, ni el peligro tan extremo, siempre resultará cierto, hasta el punto de innegable, que uno y otro existe en mayor ó menor grado, que es necesario ocurrir á reparar y á contener; que además, hay un inmenso campo á mejoras y adelantamientos en las quatro quintas partes de la Isla que restan por cultivar; que este resto excelente es como una mina en bonanza y por excavar, en cuyo cotejo serian inferiores las de plata y oro de Mexico y del Perú; que el Estado empobrecido necesita de todo aprovechamiento; que en el sistema y circunstancias actuales, y en las que por el orden regular sobrevendrán. No se pueden hacer aquellas reparaciones de estas mejoras, que el café no puede ocuparlo todo, y tendrá también su decadencia quando se llenen en Europa las medidas del consumo, que el mejor, y acáso único, medio de aumentar este consumo, ahora por el azúcar, y á su tiempo para el café mismo, será poder vender ambos frutos á precio muy baxo, para que como cosa buena y barata lo gaste por allá sin economía la multitud pobre. Que para esto es preciso aliviar mucho de costos y embarazos su cultivo y su expéndio; que la menor trava que se quite y el menor impulso que se dé á la agricultura y al Comercio son beneficios públicos de una trascendencia infinita; y que en este seguro concepto los trabajos y solicitudes de V.S. y del consulado que remediasen un mal presente y positivo y previniese otro inminente de cualquier tamaño que fuese, produciéndonos al mismo tiempo un bien inestimable de que carecemos y necesitamos, serian por una parte muy dignos del instituto de este Cuerpo Patriótico, y por otra el mejor comprobante de que no puede haber engaño en mi opinión afirmativa; asi como en la contraria cáben un peligro y un daño igualmente infinito por poco que en élla se faltase el acierto.

Dios gue. á V.S. muchos años. Havana 19 de mayo de 1807.

Diego Jph. De Sedano

Boletín del Archivo Nacional. Publicación Bimestral. Enero-diciembre. Tomo LV. La Habana 1957. Páginas: 18-27.

 

 

 

Autor:

Carlos Santiago Coll Ruiz

Archivo Histórico Provincial. Santa Clara. Villa Clara. Cuba.

[1] Historia de la colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional. De los orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia. Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora Política. La Habana, 1994. Pág. 180

[2] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pág. 3

[3] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pág. 5.

[4] Historia de la colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional. De los orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia. Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora Política. La Habana, 1994. Pág. 150

[5] Camagüey (Biografía de una Provincia). Academia de Historia de Cuba. Mary Cruz de Del Pino. La Habana, 1953. Pág. 51-52.

[6] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pág. 51

[7] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. P

[8] Historia de la colonia. Evolución socioeconómica y formación nacional. De los orígenes hasta 1868.María del Carmen Barcia. Gloria García y Eduardo Torres Cuevas. Editora Política. La Habana, Pág. 278

[9] Enciclopedia Jurídica Española. Tomo XVIII. Francisco Seix, Editor. Barcelona. España, 1910. Pág. 425

[10] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pág. 78

[11] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pág. 78.

[12] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pag. 78.

[13] Historia Económica de Cuba. Julio Leriverend. I.C.L. Editorial Pueblo y Educación. Pág. 144

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