- Introducción
- La lectura
- Fomentación a la lectura desde el hogar
- Lectura en la sociedad
- Las bibliotecas
- Interés de los adolescentes
- Recolección de datos
- Resultados obtenidos
- Conclusión
- Bibliografía
Introducción
La lectura en la actualidad, perdió su importancia y valor que tuvo desde sus comienzos; ésta era considerada una herramienta de poder para quienes la poseían, y lograba llevar al hombre a reflexionar, atravesar más allá de las fronteras impuestas por la cultura, romper los tabús creados por la religión, y explorar a través de la imaginación sin explicaciones científicas.
No siempre fue permitido al hombre tener la habilidad de leer, sólo pocos "los privilegiados" de altas élites eran quienes dominaban esta técnica, y por esta razón ocupaban un lugar importante dentro de la sociedad. Es una de las características que diferencia la especie humana de los demás seres vivos. Pero en la actualidad, esto fue reemplazado por otros mecanismos que pretenden facilitar la vida del hombre, y ahora son los jóvenes quienes se encuentran sumergidos dentro de las nuevas tecnologías.
Esta problemática, es una constante preocupación de toda la sociedad: los adolescentes presentan deficiencia en las habilidades de lectura, en el dominio de la lengua y también se observa que la actividad lectora es ejercida más por obligación que por gusto. En consecuencia, tales falencias se pueden considerar riesgos para las nuevas generaciones que, ineludiblemente, deben enfrentar un mundo cada vez más competitivo. En efecto, ahora se elevan las exigencias para el manejo de la información, la capacidad de lectura analítica y crítica, y el dominio de lectura en diferentes lenguajes, no sólo el escrito, pues en la actualidad, es indispensable saber leer los lenguajes icónico e hipertextual, además de desarrollar capacidades y aptitudes para la innovación y generación de conocimiento.
La mayoría de los niños, tarde o temprano aprenden a leer, aunque lo hagan en diferentes niveles. No obstante, la lectura es para ellos un procedimiento pasivo y consiste en un simple reconocimiento de letras, palabras y oraciones que carecen de algún significado profundo. En estos tiempos, se ha perdido la esencia de la lectura, de la escritura, y por ende la reflexión de la misma, lo que genera falta de interés o motivación en el estudio por parte de los alumnos.
Los adolescentes prefieren cualquier otra labor que leer; se inclinan por otras actividades. Leer es para los jóvenes aburrido, algo ajeno totalmente a sus intereses, una tarea impuesta que no les proporciona ningún placer ni satisfacción, una experiencia que prefieren evitar.
La lectura ha quedado en segundo plano dentro de la formación académica, no se le da la importancia que tiene, pues su enseñanza generalmente se limita a los primeros años sin que haya continuidad, por lo que los alumnos suelen llegar a la secundaria con distintos niveles. Algunos articulan con claridad, otros tienen lenguaje lento o perezoso o con defectos; algunos jóvenes vienen de hogares donde escuchan una gran cantidad de palabras bien elegidas, mientras que otros con un vocabulario muy limitado. En su habilidad de expresar sus ideas, hay jóvenes que no responden, a menos que se les estimule, o hablan con pocas palabras; en tanto que otros quieren hablar y tienen muchas habilidades para hacerlo. Depende, además, de sus ganas de ser, estar, crecer y de imitar.
La lectura es un hábito que disminuye cada vez más, sustituido muchas veces por algunos medios de comunicación como la computadora, los celulares y la televisión. Esto lleva a reflexionar, que si bien es cierto que la tecnificación avanza para ahorrarle muchas tareas al ser humano, éste no debe perder la capacidad de leer críticamente.
Es importante que se conozcan las razones del desinterés de los jóvenes hacia los libros, pues a través de este conocimiento se podrá tomar conciencia de la necesidad de buscar alternativas y realizar acciones que contrarresten este problema. Por lo que, esta investigación monográfica se inicia a partir del interrogante:
¿Por qué adolescentes y jóvenes de Educación Secundaria del Departamento Chamical, han perdido interés por la lectura?
Hipótesis
Los posibles motivos de la falta de motivación hacia la lectura son:
Desvalorización de la lectura.
Escaso hábito lector.
Falta de motivación por parte de la familia.
Pérdida del compromiso social hacia la lectura como patrimonio cultural.
El uso excesivo e inadecuado de las nuevas tecnologías de comunicación.
El acceso a bibliografía que no es de interés de los alumnos.
Desinterés por parte de los adolescentes.
Objetivos
Objetivo general
Determinar cuáles son las principales causas del desinterés por la lectura en los alumnos de Nivel Secundario del Departamento Chamical.
Objetivos específicos
Identificar las consecuencias que generan estos factores en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los estudiantes.
Proponer posibles alternativas de solución a la problemática planteada.
Para ello, se ha realizado este trabajo poniendo atención en la importancia de la lectura en el desarrollo cognitivo, emocional, social y cultural de los estudiantes.
Se entiende por lectura al proceso de aprehensión de determinadas clases de información contenidas en un soporte particular, que son transmitidas por una serie de códigos, tales como el lenguaje. Es decir, es un proceso mediante el cual se traduce determinados símbolos para su entendimiento.
La lectura es sin duda una de las actividades más frecuentes, y a la vez necesarias si pretendemos tener una participación activa en una comunidad alfabetizada. Con todo, y a pesar de "conocer" el alfabeto y sus reglas, la actividad cognitiva que exige la lectura a menudo no resulta sencilla y acarrea problemas de diferente índole. La existencia de estos problemas, pero sobre todo las estrategias que ponemos en marcha para resolverlos nos permiten hablar de niveles y matices diferentes de comprensión responsables de las variadas interpretaciones que diferentes lectores pueden hacer de un mismo texto.
Se puede definir la lectura "como un proceso interactivo de comunicación en el que se establece una relación entre el texto y el lector, quien al procesarlo como lenguaje e interiorizarlo, construye su propio significado. En este ámbito, la lectura se constituye mediante un proceso constructivo al reconocerse que el significado no es una propiedad del texto, sino que el lector lo construye en un proceso de transacción flexible, que mientras va leyendo le otorga sentido particular al texto según sus conocimientos y experiencias en un determinado contexto".
El proceso cognitivo que ponemos en marcha cuando leemos se caracterizaría de la siguiente manera: cuando un lector se encuentra delante de un determinado texto, percibe diferentes elementos que son procesados mentalmente siguiendo niveles jerárquicamente diferenciados. Así pues, reconoce las letras, sílabas, palabras, etcétera; estos elementos, al ser procesados generan en él determinadas expectativas.
La información procesada en un nivel funciona como un input para el nivel inmediatamente superior; así, un conjunto de palabras se organizan en frases coherentemente relacionadas, un grupo de frases en párrafos interconectados, etcétera. De esta manera, la información se va propagando y va ascendiendo a niveles más elevados.
La mecánica de la lectura implica la puesta en marcha de varios procesos: Es un proceso fisiológico, psíquico e intelectual que conduce a la reproducción aproximada de las imágenes acústicas y conceptuales codificadas en el texto y a la construcción de sentidos por parte de los lectores.
Es fisiológica porque intervienen los ojos y el cerebro: ofrece la posibilidad de analizar y entender la capacidad de lectura del ser humano desde una perspectiva biológica (estudiando el ojo y la habilidad para fijar la visión).
Es psíquico porque el lector tiene una actitud de aceptación o de rechazo, de interés o desinterés, de ansia o empatía hacia el texto.
Es Intelectual porque la lectura no concluye hasta tanto no se hayan descodificado las imágenes acústicas visuales: se pone en funcionamiento en la mente cuando alguien lee, tanto para interpretar símbolos, caracteres e imágenes como en la asociación de la palabra con lo que ese término representa.
Desde este punto de vista, se puede decir que el ser humano, desarrolla capacidades complejas y exclusivas, en la que se comprenden todas las facultades simultáneamente.
Es imprescindible, para que la lectura sea comprensiva, que el lector manifieste interés hacia ella, siendo un receptor activo en la interacción con el texto.
Comprensión de la lectura:
El primer paso en la lectura es formar una asociación entre el símbolo impreso junto con la pronunciación y significado. El resultado de las asociaciones de palabras, signos del lenguaje, con el significado de lo que se lee, contenido ideológico, da como resultado la comprensión.
El grado de comprensión aumenta con la edad y el grado que cursa el alumno. Aumenta también con la edad mental e inteligencia del escolar y tiende a ser mayor en los lectores rápidos que en los lentos; a lo que va unido el vocabulario del niño, las palabras que se empleen en el material de lectura, así como las experiencias vividas que le permiten una mayor interpretación y asociación de lo que lee. Las causas de una comprensión deficiente son numerosas, pero podemos mencionar: vocabulario escaso, dificultad en la mecanización de la lectura, no atender al contenido, experiencias limitadas, falta de interés o habilidades.
Niveles de lectura
Podríamos definir al proceso de comprensión de la lectura en tres partes o etapas, que se distinguen cada una de ellas por un tipo de lectura en particular, que unidas llevan a la lectura deseada o crítica:
La Lectura literal es predominante en el ámbito académico. Es el nivel básico de lectura centrado en las ideas y la información que está explícitamente expuesta en el texto. La lectura literal es el reconocimiento de detalles (nombres, personajes, tiempos y lugar del relato), reconocimiento de la idea principal de un párrafo o del texto, identificación de secuencias de los hechos o acciones, e identificación de relaciones de causa o efecto (identificación de razones explícitas relacionadas con los hechos o sucesos del texto) el cual se subdivide en dos niveles, el transcriptivo y la paráfrasis. El primero es el encargado de reconocer vocabulario y frases que abordan el texto, el segundo es el que nos motiva a participar de una forma más activa a la lectura. Así mismo, podemos tener una mejor comprensión de lectura, sacar ideas principales, realizar mapas conceptuales o cuadros sinópticos y resumen.
La Lectura inferencial: se constituye la lectura implícita del texto y requiere un alto grado de abstracción por parte del lector. Se construye cuando se comprende por medio de relaciones y asociaciones el significado local o global del texto. Las relaciones se establecen cuando se logra explicar las ideas del texto más allá de lo leído o manifestado explícitamente en el texto, sumando información, experiencias anteriores, a los saberes previos. El objetivo de la lectura inferencial es la elaboración de conclusiones y se reconoce por inferir detalles adicionales, inferir ideas principales no explícitas en el texto, secuencias de acciones relacionadas con la temática del texto, inferir relaciones de causa y efecto (partiendo de formulación de conjeturas e hipótesis acerca de ideas o razones), predecir acontecimientos sobre la lectura e interpretar el lenguaje figurativo a partir de la significación literal del texto. Buscamos relaciones que van más allá, explicamos el tema más ampliamente agregando experiencias y relacionando nuestros conocimientos con lo leído, formulando nuestras propias hipótesis e ideas.
La lectura crítica intertextual: Relación entre texto y pre-concepto para así llegar a un juicio textual. La lectura crítica es la lectura de carácter evaluativo donde intervienen los saberes previos del lector, su criterio y el conocimiento de lo leído, tomando distancia del contenido del texto para lograr emitir juicios valorativos desde una posición documentada y sustentada. Los juicios deben centrarse en la exactitud, aceptabilidad y probabilidad; pueden ser: de adecuación y validez (compara lo escrito con otras fuentes de información), de apropiación (requiere de la evaluación relativa de las partes) y de rechazo o aceptación (depende del código moral y del sistema de valores del lector).
Según Noé Jitrik (1984:3)
"la lectura "crítica", finalmente, sería una lectura que culmina un sistema, no ignora las etapas precedentes y entienden- o lo pretende- asumir la pluralidad de niveles tanto en la comprensión del objeto legible como en la conciencia acerca de su propia actividad."[1]
IMPORTANCIA Y BENEFICIOS DE LA LECTURA
La lectura es una de las actividades más importantes y útiles que el ser humano realiza a lo largo de su vida. En primer lugar, la lectura del mismo modo que todas las restantes actividades intelectuales, es una actividad exclusiva de los seres humanos, únicos seres vivos que han podido desarrollar un sistema intelectual y racional avanzado. Esto quiere decir que, la lectura es una de aquellas actividades que nos define por lo que somos frente al resto de los seres vivos. Esta capacidad que por lo general comienza a adquirirse muy lentamente desde temprana edad y se manifiesta de por vida, es decir que no se pierde con el tiempo.
EI privilegio de la lectura les estuvo reservado a muy pocos en la Antigüedad, antes de la invención de la imprenta, y aún después de la Edad del Humanismo nada más le era accesible a una élite cultivada. Sólo en décadas recientes, cuando el desarrollo tecnológico y económico requirió sin cesar la colaboración intelectual de la mayoría de la gente, se planteó la cuestión de cómo el "derecho a leer" podría hacerse una realidad efectiva para todos.
"Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio, y a este se dedicaban el resto de sus días" [2]
Según Adolfo Díaz Martin, las ventajas de la lectura son:
La lectura no solo proporciona información, es decir no solo instruye, sino que nos educa, creando hábitos de concertación, análisis, reflexión, esfuerzo y recrea, hace gozar, entretiene y distrae.
La lectura ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje. Mejora la expresión oral y escrita, y hace el lenguaje más fluido. Aumenta en vocabulario y mejora la ortografía. Uno de los problemas básicos pero a su vez constantes y repetitivos del sistema educativo, es la escasez de vocabulario por parte de los alumnos a la hora de expresarse tanto a nivel oral, como escrito y la gran cantidad de errores de ortografía que cometen.
Mejora las relaciones humanas, enriqueciendo los contactos personales. Es evidente que una persona se relaciona con mayor facilidad cuando tiene elementos más suficientes para expresar lo que siente. La lectura potencia el autoestima, nos hace más seguros en nuestras argumentaciones, nos da las herramientas para defendernos, "para hacer discurso y defenderlo" o, simplemente, para disfrutar con la conversación, con el dialogo, con la oratoria.
La lectura da facilidad para exponer el propio pensamiento, y posibilita la capacidad de pensar. Tenemos y gozamos de más herramientas, de más instrumentos para ejercitar nuestro pensamiento y ponerlo en práctica a través de nuestros discursos. Eso nos da la posibilidad de ser más audaces en nuestra capacidad de pensar. Por los tanto, la lectura es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual, ya que, pone en acción las funciones mentales agilizando la inteligencia y por eso tiene relación con el rendimiento escolar.
Aumenta el bagaje cultural; proporciona información, conocimientos. Cuando se lee se aprende. Este aspecto hay que tenerlo siempre en cuenta y comentarlo constantemente.
Limpia los horizontes del individuo permitiéndole ponerse en contacto con lugares, gentes y costumbres lejanas a él en el tiempo o en el espacio. Este aspecto está relacionado con el conocimiento. A más lectura, mayor conocimiento.
Estimula la curiosidad intelectual y científica. Desarrolla la capacidad de juicio, de análisis, de espíritu crítico despertando aficiones e intereses.
Fomenta el esfuerzo pues exige una colaboración de la voluntad. Exige una participación más activa y una actitud dinámica. El lector es protagonista de su propia lectura, nunca un sujeto paciente. Es difícil ser un receptor activo del proceso.
Potencia la capacidad de atención, observación y concentración. Es importante intuir lo que el escritor, el creador de la historia que estamos leyendo nos quiere transmitir.
La lectura favorece el desarrollo de las virtudes morales siempre que los libros se seleccionen adecuadamente. Las lecturas promueven modelos para admirar e imitar; y, mientras los modelos vivientes pasan, los protagonistas de los libros permanecen.
Potencia la formación estética y educa la sensibilidad estimulando las buenas emociones artísticas y los buenos sentimientos. Las lecturas nos ayudan a conocernos a nosotros mismos, y a los demás; y de este modo, favorecen la educación de carácter y de la afectividad, despertando buenos sentimientos. En suma, la lectura nos enriquece como personas y nos transforma, nos hace gozar y como no, también sufrir.
La lectura es un medio de entretenimiento y distracción que relaja y divierte. Si sabemos acercarnos sigilosamente a las entrañas de un libro, si sabemos sacarle su jugo poquito a poco, si conseguimos introducirnos en su propia historia, posiblemente empecemos a relajarnos y disfrutar intensamente la lectura. Leer es una pasión, algo que envuelve a las personas enteras y les transmite un deleite, porque es una actividad puramente humana; es una fuente inagotable de disfrute, de goce, de felicidad.
La lectura es una afición para cultivar en el tiempo libre, un hobby para toda la vida, una necesidad que hay que trabajar constantemente en las escuelas, una herramienta útil y básica para la buena formación humana e intelectual de la persona. Una afición que puede practicarse en cualquier tiempo, lugar, edad y situación.
Las 33 razones para leer de Victoria Fernández:
Para detener el tiempo
Para saber que estamos vivos
Para saber que no estamos solos
Para saber
Para aprender
Para vivir más
Para aprender a pensar
Para descubrir el mundo
Para conocer otros mundos
Para conocer a los otros
Para conocernos a nosotros mismos
Para compartir un legado común
Para crear un mundo propio
Para reír
Para llorar
Para consolarnos
Para desterrar la melancolía
Para ser lo que no somos
Para no ser lo que somos
Para dudar
Para negar
Para afirmar
Para huir del ruido
Para combatir la fealdad
Para refugiarnos
Para evadirnos
Para imaginar
Para explorar
Para jugar
Para pasarlo bien
Para soñar
Para crecer
La 33 es la tuya Encuéntrala.
LA LECTURA EN LA ESCUELA
El primer encuentro de los niños con la lectura va a marcar enormemente sus futuros intereses sobre ella. Quien es el encargado de estos primeros pasos es la escuela, y generalmente en nuestro país, se deja todo el peso sobre ella.
Aunque los métodos de enseñanza no son los mismos, y los contenidos tampoco lo son, las escuelas son definidas según las políticas sociales y los objetivos eran ajustados por el gobierno de turno.
En la escuela actual predomina la manera tradicional que fue impuesta a fines del siglo XVIII, como escuela obligatoria. Esta surgió después de la Revolución Industrial, con el objeto de formar a las personas desde muy temprana edad para la vida laboral, especialmente dentro de las fábricas. Mucho de eso no ha cambiado, aún actualmente las escuelas preparan tanto a niños como a jóvenes con los conocimientos, considerados básicos (leer, escribir y calcular) y se dejó de lado todo lo artístico, considerado como algo innecesario.
Muchos de las grandes figuras revolucionarias en nuestra historia han sido grandes artistas, que contribuyeron a la vida con grandes descubrimientos, y entonces, ¿Por qué menospreciar las artes, y también la literatura?, tal como expresa Adolfo Díaz "Estimula la curiosidad intelectual y científica. Desarrolla la capacidad de juicio, de análisis, de espíritu crítico despertando aficiones e intereses."
A la hora de enseñar, se debe tener en cuenta los cambios del contexto social en estos tiempos y que por lo tanto demanda de nuevas formas de ver al individuo inserto en la sociedad, no tan solo se debe enseñar a los chicos a decodificar las letras y cómo se deben pronunciar, sino además éstos deben aprender a comprender, a encontrarle sentido al texto, a relacionarlo con los saberes previos.
"En los primeros años se enseña a los niños a decodificar las palabras, a adquirir la correspondencia entre sonido y forma, una conciencia fonológica"[3]
Los niños son curiosos, activos, están llenos de energía y de ganas de aprender, eso está en su naturaleza. Pero cuando se les enseña en la escuela a leer, pareciera que se atiende más al control de los cuerpos y al tiempo, a corregir y retar al niño cuando se equivoca, a castigarlo.
Un ejemplo claro es con la corrección de la ortografía:
-Usted Juancito escribió mal esta palabra, escriba una hoja completa a si no se vuelve a equivocar.
En vez de ayudarlo a aprender, se termina limitándolo, llegando a que pierda su espontaneidad, su curiosidad, lo satura al niño de preocupaciones a la hora de escribir y leer, cuando se debería lograr una hora entretenida, tranquila, en la que cada individuo aprenda en su ritmo, con una comodidad reconfortante y que genere una sensación de bienestar.
Ese ambiente tenso del aula genera en los alumnos miedo y una experiencia preocupante debida por toda la presión que recibe por parte del maestro y los demás niños que observan al momento de leer. Están más preocupados por pronunciar bien, que por realmente entender lo que están leyendo. Se sienten temerosos a no equivocarse y ser corregidos, que por imaginar e interactuar con la lectura.
El problema es que debe enseñarse desde el principio a comprender los textos acompañados de la oralidad y no como procesos aislados. Estas son las primeras experiencias con las que se encuentra ese niño, que en un futuro será un adolescente reacio a la lectura, con recuerdos traumáticos.
¿Enseñar a leer o formar lectores?
Sentada esta base histórica, debemos formularnos preguntas como: ¿Cuál es el papel que desempeña o que debe desempeñar la escuela en cuanto a la lectura?, es cierto que la escuela sólo puede enseñar a leer pero ¿Qué no es de su competencia la generación de lectores?
Así como la simple decodificación no es leer, tampoco es lo mismo leer que ser lector. La diferencia se encuentra en que el ser lector significa tener el hábito de leer, que, como cualquier hábito, tiene una fase de aprendizaje de una determinada actividad y luego su fijación, para convertirse en una necesidad.
El lector se ve impulsado a leer, siente la necesidad de hacerlo. Es por ello que, a veces se habla de la adicción e incluso del vicio por la lectura. ¿Puede ser un objetivo de la escuela formar el hábito lector?
"Si hemos aceptado desde hace años que la escuela y el sistema educativo no transforma la realidad social, ¿por qué hemos de esperar que desde la escuela o el instituto se vayan a fabricar lectores en serie?" (Moreno: 2003)
El planteamiento del profesor Moreno encierra dos aspectos: En primer lugar, que una cosa es que la escuela enseñe a leer -que lo hace bastante adecuadamente- y otra, que se proponga como objetivo el formar lectores, verdaderos lectores, es decir niños y jóvenes que logren adquirir el hábito de la lectura. En segundo lugar, el hábito de la lectura es algo que depende del hogar, del entorno familiar que rodea al niño, no de la escuela.
Hay, sin embargo, un tercer aspecto: ¿El lector nace o el lector se hace? Esta temática ha merecido incluso libros enteros, como es el caso de un interesantísimo libro de Felipe Garrido (Garrido, 2004).
La edición y distribución de libros, no son suficientes para formar lectores, aunque la población este alfabetizada.
Formar lectores que sean capaces de comunicarse y expresarse por escrito, es una tarea adicional a la enseñanza de la lectura y escritura. La alfabetización y la disponibilidad de libros, son indispensables, pero creer que bastan es un error que explica el fracaso de nuestra escuela en formar lectores.
Puede decirse que la población analfabeta se encuentra allí donde las condiciones de marginación son tan graves que falta todo, incluso en la escuela. Pero el mayor problema de lectura no es el analfabetismo, sino que quienes asisten a la escuela no son lectores; quienes hacen un postítuto no son lectores, la mayoría de nuestros maestros tampoco son lectores.
Necesitamos maestros lectores, que puedan escribir, porque sin duda serán muchos mejores dentro y fuera de la escuela.
"la lectura y la escritura tienen que ver, tienen que ver con todos los órdenes de la vida. La lectura y escritura deben ser preocupaciones de todos los docentes, no importa cuál sea su especialidad" [4]
Los docentes deben exigirse a sí mismos ser buenos lectores. Deberíamos dedicar más tiempo a la lectura, y también a la escritura.
Leer más libros, mejores, de muchas materias, y de literatura: novelas, teatros, cuentos, poesías, etc. Porque un lector no está completo si no lee literatura. Y la forma de descubrir si hemos formado buenos lectores, es cuando tanto alumnos como los mismos docentes se hayan apropiado de la cultura escrita. Esta apropiación de la cultura escrita, sólo puede darse de un contacto diario con textos, porque la escritura tiene funciones diversas: de experiencia, de expresión, de comunicación. Y no hay manera de dominar estas diversas funciones si no está en contacto con ellas.
La formación de lectores y escritores, requiere de tres condiciones básicas: En primer lugar, una alfabetización de calidad que dé prioridad a la comprensión del texto y al uso significativo de la escritura, es decir, a un uso que tenga un interés real para el usuario. En segundo lugar, el contacto fuerte, diario con la lectura diferente, completa e interesante. Y por último, el diálogo con otros usuarios del sistema de lectura y escritura que sean más experimentados, más competentes, más capaces, y por lo tanto, de los cuales es posible aprender.
Ser maestro debería ser sinónimo de ser lector. Es urgente que los docentes se fijen metas. No solamente clases teóricas sobre la lectura que hagan lectores, sino talleres y círculos de lectura que hagan lectores de literatura a los maestros. La formación de una conciencia que rechace la idea de que un maestro puede leer. La construcción de una cultura lectora que debe partir de la escuela y abarcar toda la sociedad.
Fomentación a la lectura desde el hogar
Si bien los padres no pueden competir por el número de horas de la escuela, sí pueden hacerlo en cuanto a la calidad de las mismas. Una orden de la mamá tendrá más peso que diez de cualquier maestro. Una sola mirada o un simple gesto de ella lograrán lo que no podrá reportes a la dirección, calificaciones reprobatorias, llamadas de atención o, incluso, gritos.
La relación afectiva del niño hacia sus padres, y hacia el ambiente mismo del hogar, será un factor determinante en el momento en que deba tomar una decisión. Si le dan a escoger entre los maestros y los padres, el niño optará siempre por estos últimos. Si tuviéramos por un lado, una escuela primaria preocupada por la lectura y por el otro, un hogar en donde no les interese, es en este último en donde todo el esfuerzo de la primera sería destruido.
Veremos ahora, los distintos aspectos de esa influencia negativa y, posteriormente, cuando hablemos de las soluciones, analizaremos las formas de aprovechar el poder del hogar en favor de la lectura de la niñez, y que, depende puramente del contexto social en el que esté inserto para despertar interés o no en ella.
"La persona que no es buena para leer, no lo será nunca aunque esté rodeada de libros. En tanto, quien tiene el hábito para aquello lo realizará aunque no tenga libros a su alcance y se las ingeniará para poder saciar ese hábito, como me pasó a mí". (Rivera, 2003).
Un hogar repleto de material de lectura es ideal para contribuir a que los niños se conviertan en lectores empedernidos.
Algunas formas de animar a los niños a la lectura puede ser a través del juego, tal como lo propone Gretel García y Eduardo Torrijos en su libro "Juegos para fomentar la lectura infantil":
1) El juego de las partes: tiene el objetivo de conocer las partes dentro un libro, usar un vocabulario correcto para referirse al texto, reconocer sus partes, un párrafo, una oración, una palabra. Con algunos más avanzados, pueden enseñárseles a reconocer los signos de puntuación, sangrías, etc.
2) Cuidando un libro: cuando los niños habrán el libro debe enseñárseles que se empieza leyendo desde la izquierda hacia la derecha, y que lo abran lo suficiente para que puedan ver sus páginas completas, pero sin doblar ni romper su cubierta, ni el lomo del libro.
3) El separador: Se puede personalizar los separadores, poniendo el nombre de cada niño, o hacerlo en computadora y pegarlo para que no se despegue. También sirven para recordar las clases abiertas.
4) El libro de la familia: se hace una recopilación del material familiar, y se organiza para formar un árbol genealógico, con datos, fechas y lugares de nacimiento y muerte, sus nombres completos, con quienes se casaron, y cuántos hijos tuvieron, etc.
5) El libro de mi vida: se trata de escribir junto con el niño su historia, desde que nació, tomando en cuenta datos y anécdotas, que más adelante le gustaría saber, como por ejemplo, cuánto pesaba al nacer, cuándo le salió su primer diente y así lo demás.
6) El libro de las vacaciones: este es un buen ejercicio para el niño, porque pone en función un carácter investigador.
7) El libro del grupo: esta actividad se programa desde el primer día de clases, para que todo el año vaya creando su libro, en el que va recopilando lo hecho en grupo.
9) El cuento para dormir: lo más relajante para un niño es oír la voz de su madre o de su padre, lo que le transmite felicidad, tranquilidad y descanso. El objetivo de esto es crear un ambiente agradable y acogedor, mamá o papá en la cama de pijama a media luz y todos acurrucados.
10) Círculo de la familia: lo recomendable es que haya en el hogar alguien que lea en voz alta un artículo periodístico, un poema o algo.
Consejos que invitan a leer
Empezar desde pequeño: no es necesario esperar a que el niño aprenda a leer para fomentar en él el amor por la lectura; el periodo anterior a los seis años, edad madurativa en la que los niños empiezan a leer, es fundamental para potenciar sus hábitos posteriores. Leer con ellos es la principal actividad que los padres deben realizar en estas edades, crear un momento especial de lectura al día, en un lugar tranquilo, ayudará a que el niño asocie el hecho de leer a un acto placentero, en el que su padre o madre está por completo dedicado a él; asimismo, el niño, gracias a estas lecturas, comenzará a asociar los sonidos con las palabras, ampliará su vocabulario, en definitiva, adquirirá unas habilidades previas que hará que el posterior proceso de aprendizaje de la lectura sea más fácil.
Regalar libros: regalar un libro a un niño, de la misma manera que se regala cualquier otro juego o juguete, incluso darle la categoría de regalo especial, por ejemplo haciendo que regale él libros a sus amigos en sus cumpleaños, ayudará a que los pequeños identifiquen los libros como algo valioso e importante; asimismo, es conveniente llevarlo con frecuencia a una librería, para que elija los que más le gustan, para que vea cómo se renuevan los títulos y pueda esperar con ansía el momento de recibirlos.
Enseñarle la utilidad de la lectura: además de ser una actividad placentera y de ocio, los niños deben conocer que la lectura es también una fuente de conocimiento; una de las mejores ocasiones para demostrárselo es buscando en los libros las respuestas a muchas de las múltiples dudas y preguntas que diariamente plantean a sus padres; leerle el significado de una palabra en un diccionario o enseñarle una fotografía en un libro de aquello que desconoce hará comprender al niño la utilidad de los libros. Por otra parte, cuando el niño muestre un interés significativo por un tema concreto, los padres también pueden buscar en la biblioteca o comprar un libro relacionado con ese tema, de modo que el pequeño sepa que gracias a los libros puede ampliar sus conocimientos sobre aquello que le interesa.
Crear su propia biblioteca: además de que el niño comience su propia colección de libros desde pequeño, es importante concederle un sitio para que pueda colocarlos ordenadamente y acceder a ellos con facilidad, para que cuando sienta el deseo de leer pueda hacerlo y elegir el libro que quiera sin dificultad. Podrá servir de ayuda el enseñarle a clasificarlos por temas, por autores, por colecciones, etc., fomentando de esta manera también el hábito del orden en él; una idea original puede ser catalogarlos con carteles de colores, marcando por ejemplo los que ya se ha leído, o los preferidos, así podrá encontrarlos siempre fácilmente.
No obligarle a leer: tal como afirma Daniel Pennac, en su ensayo 'Como una novela', donde aborda la problemática de la falta de lectura en los adolescentes, "el verbo leer no tolera el imperativo", es decir, el obligar a leer no lleva a ningún resultado positivo al igual que cualquier cosa impuesta por los adultos. Lo importante no es conseguir que el niño lea, el logro es que quiera leer y para eso hay que darle la libertad de elegir hacerlo o no; el papel de los padres en este sentido debe ser fomentar el interés hacia la lectura con pasos y actividades como los que se han mencionado anteriormente. Sólo de este modo, se logrará que el día de mañana cuando la lectura de una obra se acerque al final, el niño en vez de alegrarse por terminar el libro se lamente de que la diversión se acaba.
"El placer de leer estaba muy cercano, secuestrado por esos graneros adolescentes por un miedo secreto: el miedo (muy, muy antiguo) a no entender "[5]
La lectura es un medio por el cual podemos mejorar la calidad de vida, ya que nos mantiene informados de todo lo que nos interesa y de cuánto acontece en nuestro alrededor, es un hábito que propicia el desarrollo de nuestra capacidad intelectual y espiritual en general, ya que cuando las personas leen adquieren conocimiento, dando como resultado una cultura más amplia que llega a ser para el individuo una satisfacción personal.
Los libros, considerados como vínculos de cultura, pueden ser objeto de uso personal y de propiedad particular, pero cuando pertenecen a una biblioteca o a una escuela, desempeñan una función social; esto puede decirse de toda clase de libros que representan un bien colectivo. Por ese hecho corresponden a una función social de la enseñanza y promoción de la lectura.
El libro de texto desempeñó un papel preponderante en este tipo de enseñanza y la metodología estaba basada en señalar la lección sobre estos libros que el alumno memorizaba. En este tipo de escuelas había pocas ocasiones para usar otro material escolar perteneciente a otros recursos que no fueran el libro de texto, la llamada biblioteca no jugaba papel esencial, alguno en los programas educativos y comúnmente consistía en una simple colección de libros desorganizados, sin catalogar, pobremente seleccionados.
Comparándola con los elementos tecnológicos actuales, se puede dar cuenta si se observa detenidamente, que con los medios de comunicación, el espectador se conforma con elegir lo que se le presente en el momento. Con la lectura, la situación es diferente, el lector puede leer obras del pasado y del presente, leer y releer del texto lo que más le gustó o desee profundizar, interrumpir la lectura si lo desea, puede leer en silencio o en voz alta, en el momento que quiera, dónde, cómo y cuándo le guste.
Dice Richard Bamberger:
" Toda autoridad, estatal, local o escolar, y todo maestro, padre o pedagogo habrán de estar seriamente convencidos de lo importante que son la lectura y los libros para la vida cultural del individuo y de la sociedad entera, si es que quieren contribuir, con su esfuerzo, a mejorar la situación. Y esta convicción deberá transmitírseles a quienes aprenden a leer, comunicándosela de un modo apropiado a su fase de desarrollo".[6]
Dando por ejemplo el caso de Estados Unidos: cada año se publican alrededor de 1000 reportes de investigación acerca de la lectura. Es paradójico que el crecimiento de la investigación acerca del proceso teórico de la lectura sea casi paralelo a la disminución de la propia práctica de la lectura. No sólo es preocupante el número creciente de analfabetos; de igual manera lo que es el incremento de los analfabetos funcionales (son aquellas personas incapaces de leer textos necesarios para desempeñar tareas cotidianas, prácticas en la escuela, en el trabajo, en los cursos de capacitación permanente, etc.).
Alfabetización
Según Berta Braslavsky[7]
Para definir mejor la alfabetización conviene mejor analizar el término igualmente relativo de su opuesto, el analfabetismo.
1Los términos asimétricos de Letrado/Iletrado datan de la segunda mitad del siglo XVI. En la Edad Media ser letrado significaba saber leer mínimamente latín, el saber escribir era una actividad reservada a los "copistas".
A partir de los cambios tecnológicos, que produjo el uso del papel, y los renovados instrumentos de lectura, y sus consiguientes cambios, pero sobre todo gracias a la introducción de la lengua vernácula, y la reforma, se consideraba letrado a una persona que podía leer –o mejor dicho descifrar- la lengua nativa.
En el siglo XX, se considera alfabetización a una práctica elemental de la lectura y la escritura adquirida por las grandes mayorías.
Niveles de alfabetización:
Normas mínimas: comprende técnicas rudimentarias para leer un pasaje fácil y firmar su propio nombre. "alguien que puede comprender o escribir un texto corto y breve de su vida diaria"
Alfabetización funcional: se proponía que el alumno fuera capaz de leer y escribir un párrafo en su lengua vernácula y escribir una carta con todos sus requisitos formales.
Alfabetización avanzada: permite leer textos escritos, de manera abstracta, con capacidad de resolver problemas, procesando una información compleja.
"La definición de alfabetización determina el nivel de involucramiento y en consecuencia el nivel de financiamiento de la educación básica" (Venezky, 1990:2)
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