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Los verbos en Español

Enviado por yramsy


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    Este texto fue tomado del "Esbozo…" de la Real Academia Española, que es poseedora los derechos de autor

    1. De las letras mayúsculas
    2. Acento ortográfico
    3. De los signos de puntuación
    4. Los verbos en Español
    5. Conjunción
    6. Oraciones adverbiales
    7. Uso incorrecto de DE QUE
    8. Locuciones conjuntivas
    9. Las reglas de acentuación
    10. Uso de la "b" y de la "v"
    11. Usos del pronombre personal SE
    12. Apuntes para un manual de estilo periodístico

    De las letras mayúsculas

    a) En lo manuscrito no suelen escribirse con letras mayúsculas palabras o frases enteras.

    b) En las portadas de los libros impresos, en los títulos de sus divisiones y en las inscripciones monumentales, lo más común es usar de solas mayúsculas, todas, generalmente, de igual tamaño. Los nombres propios, títulos de obras, dicciones y aun cláusulas que se quiera hacer resaltar, pueden escribirse con todas sus letras mayúsculas; pero en cualquier voz en que se haya de emplear letra mayúscula con una o con diferentes minúsculas, aquella ha de ser la inicial o primera de la dicción.

    c) Se escribirán con letra inicial mayúscula:

    1.° La primera palabra de un escrito y la que vaya después de punto.

    2.° Todo nombre propio; v. gr.: Dios, Jehová, Jesús, Luzbel, Platón, Pedro, María, Álvarez, Pantoja, Apolo, Calíope, Amadís de Gaula; Europa, España, Castilla, Toledo, Madrid, Carabanchel, La Zarzuela; Cáucaso, Himalaya, Adriálico, Tajo, Aganipe; Bucéfalo, Babieca, Rocinante.

    3.° Los atributos divinos, como Criador y Redentor; los títulos y nombres de dignidad, como Sumo Pontífice, Duque de Osuna, Marqués de Villena; los nombres y apodos con que se designa a determinadas personas, como el Gran Capitán, Alfonso el Sabio, García el Trémulo,y particularmente los dictados generales de jerarquía o cargo importante cuando equivalgan a nombres propios. Así, en las respectivas historias de Paulo V, Felipe III y don Pedro Téllez Girón, v. gr., se escribirán con mayúscula el Papa, el Rey y el Duque cuantas veces fueren nombrados en esta forma aquellos personajes; pero se deberá usar de minúscula, por ejemplo, en la vulgar sentencia: El papa, el rey y el duque están sujetos a morir, como lo está el pordiosero.

    4.° Los tratamientos, y especialmente si están en abreviatura, como Sr. D. (señor don), U. o V. (usted), V. S. (usía), etc. Usted, cuando se escribe con todas sus letras, no debe llevar mayúscula; también domina el uso de minúscula con señor y don en igual caso.

    5.° Ciertos nombres colectivos, en casos como estos: El Reino representó a S. M. contra tales desórdenes, el Clero lo había hecho antes.

    6.° Los sustantivos y adjetivos que compongan el nombre de una institución, de un cuerpo o establecimiento: el Supremo Tribunal de Justicia; el Museo de Bellas Artes; el Colegio Naval; la Real Academia de la Historia.

    7.° Los nombres y adjetivos que entraren en el título de cualquier obra: Tratado de Esgrima; Ortografía Castellana; Historia de los Vándalos, etc. No se observa esta regla cuando el título es largo; v. gr.: Del rey abajo, ninguno, y labrador más honrado, García del Castañar.

    8.° En las leyes, decretos y documentos oficiales suelen escribirse con mayúscula todas las palabras que expresan poder público, dignidad o/u cargo importante, como Rey, Príncipe, República, Regente, Trono, Corona, Monarquía, Estado, Gobierno, Ministro, Senador, Diputado, Autoridad, Justicia, Magistrado, Juez, General, Jefe, Gobernador, Alcalde, Director, Consiliario, Secretario, etc.

    9.° Cuando no encabecen párrafo o escrito, o no formen parte de un título, se recomienda escribir con minúscula inicial los nombres de los días de la semana, de los meses, de las estaciones del año y de las notas musicales.

    10.° Se recomienda que cuando se utilicen mayúsculas, se mantenga la tilde si la acentuación ortográfica lo exige, a fin de evitar errores de pronunciación o confusiones en la interpretación de vocablos. Este mantenimiento es especialmente necesario en las portadas de libros, nombres geográficos, listas de nombres propios, etc.

    11.° Suele emplearse mayúscula a principio de cada verso, de donde las letras de esta forma tomaron el nombre de versales. En la poesía moderna es frecuente encabezar los versos con minúscula.

    12.° La numeración romana se escribe hoy con letras mayúsculas, y se emplea para significar el número, con que se distinguen personas del mismo nombre, como Pío V, Fernando III, el número de cada siglo, como el actual, el XX de la era cristiana; también es frecuente para indicar el número de un tomo, libro, parte, canto, capítulo, título, ley, clase y otras divisiones, y el de las páginas en los prólogos y principios de un volumen.

    13.° Cuando hubiere de escribirse con mayúscula la letra inicial de voz que empiece con Ch o Ll, solo se formarán de carácter mayúscula la C y la L, que son primera parte de estas letras compuestas o dobles. Escribiremos, pues, Chinchilla y Chimborazo, Llerena y Llorente y de ninguna manera CHinchilla, CHimborazo, LLerena, LLorente.

    Acento ortográfico

    Las palabras se caracterizan en la lengua española por un solo acento de intensidad, aunque poseen un elevado índice de frecuencia en el uso), el cual afecta a una sílaba fija de cada palabra. La escritura utiliza en determinados casos el signo ortográfico llamado tilde, que se coloca sobre el núcleo de la cima silábica y se omite en otros, con arreglo al sistema siguiente

    A. Palabras sin diptongos, triptongos ni hiatos.

    1.° Palabras agudas de dos o más sílabas. Si terminan en vocal o en una de las consonantes -s o -n, no agrupadas con otra consonante, se escriben con tilde sobre la última vocal: bacarrá (escrito también bacará), parné, jabnalí, landó, ombú; alacrán, almacén, alevín, hurón, atún; barrabás, cortés, parchís, intradós, obús. Si terminan en consonante que no sea n ni s, no se escribe la tilde: querub, fondac, pared, rosbif, zigzag, herraj, volupuk, zascandil, harem (escrito también harén), galop, saber, cenit, cariz. Si terminan en dos consonantes, aunque la última sea n o s (o en x, que es una suma de dos fonemas /ks/, se escriben también sin tilde: Almorox /-ks/, Mayans, Isern, Isbert

    2.° Palabras graves de dos o más sílabas. La regla ortográfica es aquí inversa a la desarrollada en el sub-apartado anterior. Si la palabra termina en vocal o en una de las consonantes -n o -s, no se escribe tilde sobre la vocal de la penúltima sílaba: cota, deporte, casi, cobalto, chistu; Esteban, polen, mitin, canon, Oyarzun; contabas, martes, iris, cosmos, humus. Si termina en otra consonante se escribe la tilde: césped, álif, móvil, álbum, prócer, superávit, alférez. Si termina en dos consonantes, aunque la segunda sea s, se escribe la tilde: bíceps, fénix /ks/.

    3.° Palabras esdrújulas. Se escribe siempre la tilde sobre la vocal de la antepenúltima sílaba: ménsula, cómitre, tílburi, árbitro, ímpetu; alhóndiga, mozárabe, intríngulis; matemáticas, efemérides, esperpéntico, etc.

    B. Palabras con diptongos o triptongos en los que entran una vocal de la serie /a, e, o/ y una (o dos, si se trata de triptongos) de la serie /i, u/.

    La presencia de diptongos o triptongos no altera, en general, la regulación anterior. Cuando la sílaba prosódicamente acentuada debe llevar tilde en los diptongos o triptongos, se coloca sobre la vocal de la primera serie. En los ejemplos que siguen se imprime en versalitas el diptongo o triptongo prosódicamente acentuado (escrito con tilde o sin ella) y el inacentuado.

    1.° Palabras agudas de dos o más sílabas.

    a) con tilde (regla A1.° anterior): agravIÉ (como agravé), salIÓ (como saló del verbo salar), racIÓn (como razón), estÁIs (estás), estÉIs (estés).

    b) Sin tilde (regla A1.° anterior): remedIAd (como remedad), serIEdad (como heredad), casUAl (casal), cUArtel (cartel), hidromIEl (también hidromel), ujIEr, escrito también hujier (como mujer), ajUAr (ajar), secUAz (sagaz).

    2.° Palabras graves de dos o más sílabas.

    a) sin tilde (regla A2.° anterior): cIElo (como celo), mIEra (mera), sUEña (seña), cUAsi (casi), cUOta (cota), hacIA (haza), legUA (lega), ardUO (ardo), albAIda (albada), donAIre (como donare, de donar), cAUsa (casa), .defIEnden (ofenden), parIAs (paras, de parar).

    b) Con tilde (regla A2.° anterior). hUÉsped (como césped), acUÁtil (datil), réquIEm (tótem), albÉItar (néctar), DIÉguez (Pérez).<

    3.° Palabras esdrújulas. Llevan siempre tilde (regla A3.°): carIÁtide, cIÉnaga, mirIÓpodo, gUÁramo, cUÁdruple, mUÈrdago, cÁUstico, enfitÉUtico, etc.

    4.° Excepciones. Las palabras agudas que terminan en uno de los diptongos /ái/, /éi/, /ói/, o en triptongos de esta misma terminación, se apartan de la regla B1.° a y no llevan tilde en la sílaba final, que se escribe -ay, -uay, -ey, -iey, -oy: guirigay, ayayay, Paraguay, carey, maguey, curiey, Araduey, Alcoy, rentoy. Emplean la tilde, pero escribe -i en vez de -y, las voces paipái, samurái y acaso alguna más. Deben asimilarse a las formas hispánicas con -y (no lo son las formas con -i) los nombres agudos, generalmente patronímicos de origen catalán, terminados en los diptongos —decrecientes como los anteriores— /áu/, /éu/, /óu/, voces que los catalanes o los descendientes de ellos, dentro y fuera de Cataluña, emplean sin tilde: Monlau, Abreu, Palou.

    C. Palabras con hiato en el que entran una vocal de la serie /a, e, o/ y otra de la serie /i, u/.

    1.° La regulación ortográfica del hiato obedece a principios diferentes de los examinados hasta aquí. Es cierto que una letra vocálica marcada con tilde va unida, como siempre, a la condición prosódicamente acentuada del fonema vocálico que representa. Pero la tilde marca, además, una frontera silábica entre vocales que el lector, privado de ese indicio, podría interpretar como vocales agrupadas silábicamente en diptongo. De aquí la distinción, y algunas veces oposición, entre vario /bá.rio/ y varío /ba.rí.o/. Las reglas ortográficas del hiato no son, a pesar de todo, tan completas como lo son las que ayudan a distinguir unas de otras las voces agudas, graves y esdrújulas, cuando estas voces están privadas de diptongos y de hiatos, como ocurre con las del apartado A, que, por eso, hemos colocado sistemáticamente en cabeza del § 1.8.3. El hiato lo señalamos con tilde, por ejemplo, en ra-í-da, pero no en ri-a-da. Se señalan, por lo tanto, las vocales de la serie /i, u/, pero no las de la serie /a, e, o/38.

    2.° En palabras agudas, la /i/ y la /u/ de los hiatos, decrecientes en este caso, llevan siempre tilde sin las distinciones que establecen las reglas del sub-apartado A1.°. Escribimos, por consiguiente, -í, -ú, no solo en las voces que según dicha regulación deben llevar tilde, como ca-í, le-í, mo-hín, sa-ín, a-ún, pa-ís, sonre-ís, pro-ís; sino también en las que no llevarían tilde según las reglas de A1.°, como son: ca-íd, ra-íl (se escribe también como monosílabo rail), ba-úl, Alta-ír, emba-ír, fre-ír, re-ír, fefa-út, ca-híz, ma-íz.

    3.° En las palabras llanas escribimos también siempre í, ú, tanto en el reducido número de voces que, por terminar en consonante, diferente de n o s (con hiato creciente o decreciente), coinciden con las reglas del sub-apartado A2.°: crú-or, flú-or, Dí-az, Dí-ez, La-ínez, como en las que, por terminar en vocal, n o s, se apartan de dichas reglas. Con hiato creciente: pedí-a, pedí-an, pedí-as, tí-a; lí-en, lí-es; poderí-o, brí-o; actú-a, actú-an, grú-a, gradú-e, gradú-en, gradú-es; lú-e, insinú-o, bú-ho. Con hiato decreciente: a-ína, a-híto, va-hído, le-ído, re-híce, o-ído, pro-híbido, o-íslo, Co-ímbra; bara-húnda, za-húrda, re-úno, re-húso, transe-únte. Con hiato decreciente-creciente: ca-í-a, ca-í-an, ca-í-as, ba-hí-a; re-í-a, re-í-an, re-í-as; o-í-a, o-í-an, o-i-as; boi-hí-a. No quedan exceptuadas del empleo de la tilde sobre i o u, como lo estaban antes de la entrada en vigor de las Nuevas normas de Prosodia y Ortografía (1959), las palabras con hiato en las que, entre i o u prosódicamente acentuadas y la vocal más abierta inacentuada, se interpone en la escritura la letra h, como muestran los ejemplos pertinentes anteriores.

    4.° En las palabras esdrújulas la i de la antepenúltima sílaba, en hiato decreciente o creciente, se escribe siempre con tilde, de acuerdo en todos los casos con la regla general del sub-apartado A3.°: ve-hículo, de-ípara, ole-ífero; prí-amo, endí-adis, mirí-ada, cardí-aco, perí-odo (para el duplicado en alguna de estas voces con diptongo: pe-rio-do, véase el § 1.4.7c).

    D. Palabras con diptongo o hiato en los que entran solamente vocales de la serie [a, e, o].

    1.° A diferencia de /i/ y de /u/ prosódicamente acentuadas, que llevan siempre tilde cuando forman hiato con otra vocal más abierta, como acabamos de ver, la /e/ y la /o/ prosódicamente acentuadas no llevan siempre tilde cuando forman hiato con vocal más abierta /a/. La regulación ortográfica se atiene, en estos casos, a los principios generales establecidos en los sub-apartados A y B. Carecen, pues, de tilde voces como ca-ed, Isma-el, tra-er, ra-hez, a-eda; le-a, le-an, le-as, mare-a; Ara-oz, ta-hona, ta-honas; lo-a, lo-an, lo-as, Bidaso-a. Llevan tilde Ja-én, tra-éis, Ma-ón. Estas mismas normas generales se aplican cuando es /a/ la vocal prosódicamente acentuada en el hiato, como en deca-e, deca-en, deca-es; cre-ad, le-al, saque-ar; re-acto, cre-ado, pero: arrá-ez, de-án, cre-áis, y cuando entran solo en el hiato las dos vocales /e/, /o/: le-ona, empe-ora, co-hete, ro-ed, ro-er, so-ez, pero pele-ón, lo-éis, etc.

    2.° Si cualquiera de las tres vocales se halla en la antepenúltima sílaba, formando hiato decreciente o creciente con cualquiera de las otras dos, se aplican las reglas de A sobre la acentuación ortográfica de los esdrújulos, lo mismo que en C4.°: car-a-ota ‘alubia’ (Venezuela), océ-ano (escrito también oce-ano como palabra llana), meté-oro (escrito también (mete-oro como voz llana), lauré-ola, tro´-ade; fre-ático, co-águlo (articulado también sin hiato coá-gulo) ga-élico, po-ético, ge-ómetra, etc.

    3.° A primera vista cabría preguntarse si una palabra como área podría haber sido tratada ortográficamente lo mismo que aria, y óleo lo mismo que olio, es decir, como palabras llanas escritas sin tilde: a-rea, o-leo. Pero área podría leerse entonces /a.ré.a/, como marea /ma.ré.a/, al paso que aria necesitaría una tilde sobre la i para adoptar ese esquema prosódico. Por otra parte, -ia es siempre diptongo inacentuado cuando aparece detrás de la sílaba prosódicamente acentuada de la palabra a que pertenece: /á.ria/ (§ 1.4.9a), mientras que -ea, en esa misma posición, también sin acento prosódico, puede funcionar como diptongo (la más veces lo es), pero también como hiato. La regulación ortográfica ha tenido en cuenta la diferente condición fonológica de las dos series de vocales /i/, /u/ y /a/, /e/, /o/ (§ 1.4.14b) y considera que los grupos -ea, -eo y otros semejantes constituyen hiato y cada una de sus vocales se halla separada silábicamente de la contigua, con lo que han venido a ser ortográficamente, aunque casi nunca prosódicamente, voces esdrújulas.

    4.° En este caso están algún sustantivo en -ae, como Dá-nae, en -ao, como cálao (ave trepadora filipina), Dá-nao; algunos sustantivos en -eo, -ea, como crá-neo, hó-rreo, brác-tea, lí-nea; varios adjetivos en -eo, -ea: espontáneo, -ea, deleté-reo -ea, ó-seo -ea, ní-veo -ea; algunos sustantivos en -oe: á-loe (escrito también a-lo e con acentuación griega) hé-roe, á-zoe 37.

    5.° Nombres de varia procedencia terminados en -ao, con acento prosódico en la /a/, vacilan entre la articulación /áo/ con diptongo, que es la más frecuente, y la articulación /á.o/ con hiato: bacalao, Bilbao, Callao, cacao, Menelao, parao ‘embarcación filipina’, sarao, etc., y con ellos la reducción -ao de los participios en -ado, que no es siempre exclusivamente vulgar. Si hubiéramos de tratar -ao como hiato, la falta de la tilde estaría dentro de las reglas ortográficas generales de las palabras llanas terminadas en vocal. Si se trata como diptongo debería llevar tilde la a como las voces agudas que terminan en vocal o en diptongo prosódicamente acentuados: llamará, paipái, samurái. El hecho es que el uso tradicional en la lengua escrita omite con regularidad la tilde, con lo que se establece un paralelo entre estas formas y las voces agudas que terminan en -ay, -ey, -oy y las que terminan en -au, -eu, -ou (v. § 1.8.3B, 4.°).

    E. Palabras con diptongo o hiato en los que entran solamente vocales de la serie /i,u/.

    1.° Los grupos /u i/, /i u/ (§ 1.4.11), tanto si forman diptongo como si forman hiato, reciben el mismo tratamiento ortográfico que los del apartado D anterior. Solo se emplea la tilde cuando lo exigen las reglas generales enunciadas en A y B. Escribimos huid, huir; buitre, cauista, circuito, cuido, fluido 38, fortuito, fuimos, fuisteis, huimos, jesuita, juicio, pruina, ruido, ruina, pero con tilde: benjuí, cambuí, mordihuí, huí, huís, huías; casuística, huíamos.

    2.° Algunos sustantivos, sobre todo topónimos, se diferencian de las palabras que acabamos de ver por el hecho de que el acento prosódico no afecta a la /i/, sino a la /u/ del grupo /u i/, que vacila en su articulación entre hiato /ú.i/, lo más probable en los topónimos, y diptongo /úi/. Vacilación entre hiato y diptongo de la que participan algunas de las voces anteriores, pero con acento prosódico en la /i/ generalmente. Las voces que vamos a examinar ahora se diferencian además de aquellas otras por situarse siempre el grupo /u i/ en fin de palabra y escribirse -uy. No suele escribirse hoy la tilde sobre la u, que se empleaba acaso para señalar el hiato, quizá para señalar la condición de palabra aguda terminada en vocal. Pero la omisión de la tilde en estas voces que es ahora regla ortográfica 39, las equipara a las terminadas en -ay, -ey, -oy de las que hemos tratado en el § 1.8.1A, 3.°: cocuy (también cucuy y cocuyo ‘especie de luciérnaga’; voz americana); Ardanuy, Beranuy, Bernuy, Espeluy, Montanuy, Serraduy, etc.

    3.° Una serie de onomásticos y patronímicos, de origen catalán, algunos muy extendidos en Castilla 40, terminan en -iu o -ius )con acento prosódico en la vocal i), grafía que representa, según lo más probable una articulación con hiato /i, u/: Arderius, Codorniu, Felu, Montoliu, Riu, Rius, Viu. Deben escribirse sin tilde, por las mismas razones que han sido expuestas a propósito de los nombres Monlau, Masdeu, Masnou (§ 1.8.3B, 4.°).

    F. Palabras monosilábicas.

    1.° Los monosílabos dotados do acento de intensidad (para los monosílabos inacentuados, véase el § 1.5.4), con algunas excepciones que veremos después, se escriben sin tilde: ¡ah!, ya, pian (en la locución pian, piano), vais, guay; fe, pie, cien, diez, ley, buey, fue; ti, muy, ruin 41, Luis; ¡o! interjección (escrita hoy normalmente oh), no, yo, boj, dos, dio, vio, Dios, voy; ¡uf!, cruz, mus.

    2.° Algunas voces presentan dificultades en su delimitación silábica. Esto ocurre con caos (lat. cha.os, del griego Khá-os), pero la articulación /cá.os/ no afectaría a la acentuación ortográfica (v. sub-apartado D) 42. Lo mismo ocurre con vaho. La cuestión es más problemática cuando se trata de nombres propios de persona. Dí-ez, Sá-iz, Sá-inz se acomodan, en estas grafías, a las reglas generales de las palabras llanas. Pero junto al bisílabo Dí-ez existe el monosílabo Diez, que es el mismo apellido que Dí-ez, pero con dislocación del acento prosódico, y lo mismo es seguramente posible con Saiz, Sainz y otros nombres propios de estructura análoga.

    3.° Determinados monosílabos, prosódicamente acentuados, los escribimos con tilde para diferenciarlos de homófonos suyos, también prosódicamente acentuados, que pertenecen a otra categoría o subcategoría gramatical. Así, los demostrativos sustantivos éste, ése, aquél, y sus femeninos y plurales, suelen escribirse con tilde, frente a los demostrativos adjetivos este (libro), esa (mujer), etc. Las formas neutras de estos pronombres, que tienen exclusivamente categoría de pronombres sustantivos, se escriben siempre sin tilde. Igualmente se suele escribir con tilde el adverbio sólo (= solamente), frente al adjetivo solo 43. En los casos restantes de dos acentuaciones, la diferencia se establece entre dos voces homófonas prosódicamente acentuada la una e inacentuada la otra. Así los interrogativos cómo, cuál(es), cuán, cuándo, cuánto y cuyo (con sus femeninos e plurales), donde, que, quien(es). Además, dé de dar y de preposición; mí, tú pronombres personales y mi(s), tu(s) pronombres posesivos; sé de saber y ser, frente al pronombre personal se reflexivo y no reflexivo; si pronombre reflexivo y adverbio de afirmación, frente a si conjunción, té sustantivo apelativo y te pronombre personal

    G. Palabras compuestas.

    1.° Los compuestos (exceptuados los que veremos después), cualquiera que sea el número y la naturaleza prosódica originaria de sus componentes, acentuada o inacentuada, solo poseen un acento prosódico que afecta al último de sus componentes. El compuesto puede ser agudo, llano o esdrújulo y el uso de la tilde se ajusta a las reglas generales del acento ortográfico (sub-apartados A-E). Pero el último componente lleva a veces una tilde que no es originariamente suya, sino que se explica por la índole prosódica del compuesto: aguapié (pie, fuera del compuesto), altavoz (voz, fuera del compuesto), amormío (mío), ganapán (pan), guardahúmo (humo), hazmerreír (reír), maestresala (sala), pisaúva (uva), pleamar (mar), Piedrahíta (Hita), portaguión (guión), protohistórico (histórico), salvavidas (vidas), sinfin (fin), sobrehílo (hilo), también (bien), trasdós (dos).

    2.° Si el acento de intensidad afecta al penúltimo componente, se omite siempre la tilde que le correspondería de haberse empleado fuera del compuesto: asimismo (así), penseque (pensé), Piamadre (pía), Riofrío (río), tiovivo (tío).

    3.° Los compuestos españoles formados sobre modelos griegos y latinos o introducidos directamente como voces cultas, poseen frecuentemente el acento de intensidad en el primer componente (§ 1.5.5b, 3.° y). La tilde recae entonces sobre la sílaba prosódicamente acentuada del primer componente y la palabra, en estos casos, es siempre esdrújula: írrito, decálogo (v. § 1.5.5b, 2.°).

    4.° En los compuestos de dos o más adjetivos que se separan unos de otros con guión (§ 1.8.8i), la escritura mantiene la tilde en cada uno de sus componentes cuando la llevan fuera del compuesto (Nuevas normas de Prosodia y Ortografía, regla 9.a), pero la presencia de la tilde no es indicio siempre de que en la pronunciación se haga resaltar el acento prosódico. Hay, por lo menos, vacilación, si se exceptúa el último componente, que conserva en todos los casos su prosodia normal: cántabro-astur, histórico-crítico-bibliográfico.

    5.° Para el empleo de la tilde en los adverbios en -mente, véanse los §§ 1.;5.6 y 2,4.10. Para los compuestos con numerales, véanse los §§ 2.9.3e y 2.9.5c.

    H. El acento ortográfico de las formas verbales con pronombres personales enclíticos

    1.° Estas formaciones poseen un solo acento prosódico: el del verbo (los enclíticos son palabras inacentuadas). Hay que distinguir dos cuestiones. Por una parte, la presencia o la falta de tilde en el verbo dentro de la formación con enclíticos, comparada con la acentuación ortográfica del verbo cuando se emplea sin enclítico. Por otra parte, la configuración ortográfica acentual del grupo con enclíticos, en relación con las normas generales de la acentuación ortográfica 45. Por lo que se refiere a la primera cuestión, el verbo conserva en muchos casos su acento ortográfico originario, de una manera constante en las formaciones del núm. 2.° siguiente. Por lo que se refiere a la segunda cuestión, el acento ortográfico de las formaciones con enclíticos está siempre de acuerdo con las reglas generales cuando dicha formación es esdrújula, pero deja de estarlo en algunos casos en que la formación resulta con acentuación llana (los tres últimos ejemplos del núm. 2.° siguiente) y cuando la formación es sobresdrújula (algunos ejemplos del núm. 4.°).

    2.° Las formas verbales monosilábicas y las formas agudas, seguidas de un solo enclítico, se atienen en el uso ortográfico de la tilde al mismo régimen que cuando se emplean solas: da-le, fui-me, decid-me, reír-se, oír-lo, dé-le (del verbo dar), salí-me, partió-se (los verbos con el mismo acento ortográfico que cuando se emplean solos: da, fui, decid, reír, etc.; pero la formación se atiene a las reglas generales del uso ortográfico solamente en los cinco primeros ejemplos: dale como sale, de estructura silábica análoga; fuime como fuiste, etc.; en los tres últimos ejemplos, se aparta de las reglas generales: déle diferente acentuación que la palabra ele — nombre de la letra l —, de estructura silábica análoga; salíme diferente de sublime, etc.)

    3.° Si una forma verbal monosilábica o aguda se agrupa con dos enclíticos, la vocal prosódicamente acentuada del verbo se escribe siempre con tilde, aunque no lo requiera cuando se emplea sola: dá-se-lo, dí-me-lo, decíd-nos-lo, pedír-me-la (en contraste con da, di, decid, pedir); partió-se-le, oír-se-lo (de acuerdo con partió, oír). Todas las formaciones se convierten en "supuestas" palabras esdrújulas.

    4.° Si una forma verbal llana o esdrújula 46 se agrupa con uno o más enclíticos (v. la nota 9 del Cáp. 1.5), la vocal prosódicamente acentuada del verbo lleva siempre tilde, lo exija o no cuando se emplea sin enclíticos: hablála-se, mirándo-os, quisiéra-lo, viéra-nos, dába-se-le, hablándo-se-lo, permíta-se-me; dijéra-se-me-lo (en contraste con hablaba, mirando, quisiera, viera; daba, hablando, permita; dijera). Pero decía-me, oía-lo, veía-la; decía-me-lo (de acuerdo con las formas verbales empleadas solas: decía, oía, veía). Todas las formaciones son aquí esdrújulas o sobresdrújulas.

    5.° Cuando alguna de estas formaciones se sustantiva, se emplea tilde si la voz resultante es esdrújula, aunque el verbo no la lleve fuera del compuesto: pésame, pésete. Inversamente, deja de emplearse tilde si el sustantivo tiene acentuación llana, aunque la lleve la forma verbal cuando se emplea fuera del compuesto: acabose, cargareme, detente.

    6.° Aparecen sometidos a un régimen ortográfico especial los imperativos plurales de los verbos reflexivos, o en construcción reflexiva, tras de la pérdida de la desinencia -d47. Formas como marcha-os, detene-os han de emplearse sin tilde, a pesar de que la forma verbal es aguda 48 y de que se agrupa con un solo enclítico. Pero estos imperativos se igualan así ortográficamente a los nombres terminados en /éo/, /áo/ de que hemos tratados en el § 1.8.3D, 5.°. Como ellos, y por las razones que se exponen allí vacilan entre diptongo e hiato, pero un recuento casi exhaustivo, realizado en los setenta primeros tomos de la Biblioteca de Autores Españoles, da un 80 por 100 de ocurrencias a favor del diptongo (v. nota 37 de este capítulo). Los verbos en -ir llevan tilde: partíos, a causa del hiato.

    De los signos de puntuación

    a) Hay necesidad de signos de puntuación en la escritura, porque sin ellos podría resultar dudoso y oscuro el significado de las cláusulas. Los que se usan en castellano son estos: coma (,), punto y coma (;), dos puntos (:), punto final (.), puntos suspensivos (…), principio de interrogación (¿), fin de interrogación (?), principio de admiración (¡), fin de admiración (!), paréntesis ( ), diéresis o crema ( &uml; ), comillas (« »; "), guión (-), raya (—), dos rayas (= ). La coma, los puntos y paréntesis indican las pausas más o menos cortas que en la lectura sirven para dar a conocer el sentido de las frases; la interrogación y la admiración denotan lo que expresan sus nombres, y la segunda, además, queja, énfasis o encarecimiento; la diéresis sirve en unos casos para indicar que la u tiene sonido (§ 1.8.1A, 2.°) y en otros se puede emplear para deshacer un diptongo; las comillas señalan las citas, o dan significado especial a las palabras que comprenden; el guión es signo de palabra incompleta; la raya lo es de diálogo, o de separación de palabras, cláusulas o párrafos; las dos rayas solo se usan ya en las copias para denotar los párrafos que en el original van aparte.

    b) De la coma. 1.° El nombre en vocativo llevará una coma detrás de sí cuando estuviere al principio de lo que se diga, y en otros casos la llevará antes y después; p. Ej.: ¡Cielos, valedme!; Julián, óyeme; Repito, Julián, que oigas lo que te digo.

    2.° Siempre que en lo escrito se empleen dos o más partes de la oración consecutivas y de una misma clase, se separarán con una coma para que al leerlas haya de hacerse una leve pausa que separe su sentido, a excepción de los casos en que mediare alguna de las conjunciones y, ni, o; como Juan, Pedro y Antonio; sabio, prudente y cortés; vine, vi y vencí; NI el joven NI el viejo; bueno, malo o mediano.

    3.° Divídanse con ella los varios miembros de una cláusula independientes entre sí, vayan o no precedidos de conjunción: Todos mataban, todos se compadecían, ninguno sabía detenerse; Al apuntar el alba cantan las aves, y el campo se alegra, y el ambiente cobra movimiento y frescura.

    4.° Cuando una oración se interrumpe, ya para citar o indicar el sujeto o la obra de donde se ha tomado, ya porque se inserta como de paso otra que aclara o amplía lo que se está diciendo, tales palabras, que suspenden momentáneamente el relato principal, se encierran entre dos comas; v. gr.: La verdad, escribe un político, se ha de sustentar con razones y autoridades; Los vientos del sur, que en aquellas abrasadas regiones son muy frecuentes, ponen en grave conflicto a los viajeros.

    5.° Por igual motivo suelen ir precedidas y seguidas de coma las expresiones esto es, es decir, en fin, por último, por consiguiente, sin embargo, no obstante y otras parecidas: La enfermedad parece grave, es decir, más grave de lo que esperábamos: Tales incidentes, sin embargo, no se repitieron por entonces.

    6.° Cuando se invierte el orden regular de las oraciones de la cláusula, adelantando lo que había de ir después, debe poner-se una coma al fin de la parte que se anticipa; v. gr.: Donde interviene conocerse las personas, tengo para mí, aunque simple y pecador, que no hay encantamento alguno. Como el orden regular de este ejemplo de Cervantes, Quijote, I, 37, seria: No hay encantamento alguno donde interviene conocerse las personas, importa para la claridad que se haga una breve pausa en personas, la cual se indica con la coma. Pero es de advertir que en las transposiciones cortas y muy perceptibles no se ha de poner esta señal.

    c) Del punto y coma. 1.° Cuando los miembros de un período constan de más de una oración, por lo cual o por otra causa llevan ya alguna coma, se separarán con punto y coma unos 6 otros; por ejemplo: Vinieron los aquilones de noviembre, glaciales y recios; arrebataron sus hojas a los árboles, llevándolas, ya rodando por la tierra, ya volando entre nubes de grueso polvo. Se guareció el rabadán en su cabaña, y el labrador en su alquería; la nieve, descendiendo espesa sobre el monte y el valle, borró los matices del suelo, toda la variedad riquísima de la Naturaleza.

    2.° En todo período de alguna extensión se pondrá punto y coma antes de las conjunciones adversativas mas, pero, aunque, etc.; verbigracia: Salieron los soldados a media noche y anduvieron nueve horas sin descansar; pero el fatal estado de los caminos malogró la empresa. Cuando la cláusula sea corta, bastará una simple coma antes de la conjunción; como en Vendrá, pero tarde; Lo hizo, aunque de mala gana.

    3.° Siempre que a una oración sigue, precedida de conjunción, otra oración que, en orden a la idea que expresa, no tiene perfecto enlace con la anterior, hay que poner al fin de la primera punto y coma, según lo aclarará el ejemplo siguiente: Pero nada bastó para desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por el camino que abrió la artillería; y se observó que uno solo, de tantos como fueron deshechos en este adoratorio, se rindió a la merced de los españoles (Solís, Historia de Nueva España, III, 7). Si después de la palabra artillería solo se pusiese coma, la oración y se observó, etc., vendría regida de la preposición hasta y cambiaría el sentido.

    d) De los dos puntos. 1.° Cuando se sienta una proposición general y en seguida se comprueba y explica con otras oraciones, se la separa de estas por medio de los dos puntos; como, por ejemplo: No aflige a los mortales vicio más pernicioso que el juego: por él gentes muy acomodadas han venido a parar en la mayor miseria, y aun en el patíbulo; por él, además del caudal, pierde el hombre la vergüenza y hasta la estimación de sí propio.

    2.° Cuando a una o varias oraciones sigue otra que es consecuencia o resumen de lo que antecede, esta se ha de separar con dos puntos, como en el ejemplo que sigue: Aquel que por sus riquezas y esplendor fue tan aplaudido como envidiado cuando entraba triunfante por las puertas de Constantinopla, y cuyo nombre era respetado y temido desde la capital del Imperio hasta el confín de los arenales de la Líbia, murió ciego, pobre, olvidado y mendigando su alimento de puerta en puerta:¡raro y espantoso ejemplo de las vicisitudes de la fortuna!

    3.° En los decretos y sentencias, bandos y edictos se ponen dos puntos al final de cada motivo o fundamento de la resolución, aunque estos van en párrafos distintos y principian con letra mayúscula. En certificaciones y memoriales también se ponen dos puntos antes de ciertos párrafos con letra inicial mayúscula.

    4.° Citando palabras textuales, se han de poner dos puntos antes del primer vocablo de la cita, el cual suele principiar con mayúscula; v. gr.: Cicerón en sus Oficios dice a este propósito lo siguiente: No hay cosa que tanto degrade al hombre como la envidia.

    5.° También se emplean los dos puntos después del Muy señor mío y otras expresiones semejantes con que se suele dar principio a las cartas; v. gr.: Muy señor mío: Sírvase usted tomar a su cargo, etc.; Amigo mío: En contestación a la estimada de usted, etc.

    e) Después de los dos puntos se escribe indistintamente con letra mayúscula o minúscula el vocablo que sigue.

    f) Del punto. 1.° Se pone punto cuando el período forma sentido completo, en términos de poderse pasar a otro nuevo sin quedar pendiente la comprensión de aquel. Es la mayor pausa sintáctica que la ortografía señala. En la lectura, la duración de la pausa indicada por el punto puede variar más o menos, según el sentido y la interpretación del lector; pero en todo caso, es mayor que la que señalan la coma y el punto y coma.

    En la escritura, se le llama punto y seguido (o punto seguido), cuando el texto continúa inmediatamente después del punto en el mismo renglón, o en el siguiente sin blanco inicial; y punto y aparte (o punto aparte), cuando termina párrafo, y el texto continúa en otro renglón más entrado o más saliente que los demás de la plana. Por último, punto final es el que acaba un escrito o una división importante del texto (parte, capítulo, etc.).

    2.° Resta advertir que en toda clase de escritos suelen hacerse después del punto final ciertas separaciones o divisiones llamadas párrafos, cada una de las cuales ha de empezar en renglón distinto de aquel en que acabe el anterior, y más adentro que las otras líneas de la plana. Deben principalmente usarse tales divisiones cuando se va a pasar a diverso asunto, o bien a considerar el mismo desde otro aspecto.

    g) De los puntos suspensivos. 1.° Cuando conviene al escritor dejar la oración incompleta y el sentido suspenso, lo denota con los puntos suspensivos; v. gr.: Él concitó la plebe contra los patricios; él acaudilló y juramentó a los mozos más corrompidos y perversos de la República para subvertirla con su auxilio; él sobornó con oro y con promesas… Pero ¿a qué repetir lo que a todos es notorio?

    2.° Si en una cláusula de completo sentido gramatical se necesita pararse un poco, expresando temor o duda, o para sorprender al lector con lo inesperado de la salida, se indicará la pausa con puntos suspensivos; v. gr.: ¿Le diré que ha muerto su padre?… No tengo valor para tanto; Se citó a junta, distribuyéronse centenares de esquelas, y llegamos a reunirnos… cuatro personas.

    3.° También se usan dichos puntos cuando se copia algún texto o autoridad los cuales no hace al caso insertar íntegros, indicando así lo que se omite.

    h) De la interrogación y la admiración. 1.° Los signos de interrogación y de admiración se ponen al principio y al fin de la oración que deba llevarlos: ¿Dónde estás?; ¿A qué vienes?; ¿Te veré mañana?; ¡Qué asombro!; ¡Ay de mí!

    2.° Si las oraciones con interrogación o admiración son varias, breves y seguidas, no hay necesidad de que, exceptuada la primera, empiecen con mayúscula: ¿Dónde has estado?, ¿qué has hecho en tantos días?, ¿como no te pusiste en camino, así que recibiste mi carta?; ¡Cuánto engaño!, ¡cuánta perfidia!, ¡qué impudencia!

    3.° Cuando lo escrito después de la interrogación o la admiración fuere complemento de la pregunta o de la frase admirativa, no comenzará con letra mayúscula: ¿Digo yo que no tengas razón?, contestó Blas a Diego; ¡A las armas!, gritaron todos.

    4.° El signo de principio de interrogación o admiración se ha de colocar donde empieza la pregunta o el sentido admirativo, aunque allí no comience el período; v. gr.: Privado del racional discurso, ¿que es el hombre sino una criatura desvalida, inferior a los brutos? Y si la caprichosa fortuna lo encumbra en alto puesto, ¡cuántas lágrimas y ruina y sangre le cercarán en torno!

    5.° El signo de principio de interrogación o admiración refleja el movimiento de la entonación en las frases de este tipo, da claridad a la escritura, y no debe suprimirse por imitar, con mal acuerdo, la ortografía de lenguas extranjeras, que solo usa el signo final.

    6.° Hay cláusulas que son al par interrogativas y admirativas, y en ellas podrá ponerse nota de admiración al principio y de interrogación al fin, o viceversa: ¡Que esté negado al hombre saber cuándo será la hora de su muerte? ¿Qué persecución es esta, Dios mío!

    i) Del paréntesis. 1.° Cuando se interrumpe el sentido y giro del discurso con una oración aclaratoria o incidental y esta es larga o tiene conexión escasa con lo anterior, se encierra dentro de un paréntesis, como en el siguiente ejemplo: Acostados todos en un género de lechos que rodeaban la mesa (pues los romanos comían tendidos y soslayado el cuerpo sobre el codo izquierdo), empezó a echarles en cara la tibieza de su fe, etc.

    2.° En este ejemplo se ha puesto como después del paréntesis porque allí finaliza el miembro del periodo con que va unida la oración comprendida en el paréntesis; y al fin de él o dentro se ha de usar, además, la puntuación que la cláusula necesitare. Cuando el paréntesis termine la cláusula de que depende, el punto final irá fuera.

    3.° En las obras dramáticas suele encerrarse entre paréntesis lo que los interlocutores dicen aparte. Para que tales paréntesis no se confundan con otros convendría valerse de los rectangulares, en esta forma [ ], que algunos impresores usaban en el siglo pasado. El punto final de los apartes va colocado dentro del paréntesis.

    4.° Empléese también el paréntesis curvo para encerrar en él noticias o datos aclaratorios, explicaciones de abreviaturas, etc.; y el rectangular, para indicar en la copia de códices o inscripciones lo que falta en el original y se suple conjeturalmente. Ejemplos: El hijo del rayo de guerra, Carlos V (D. Juan De Austria); Perdió Boabdil a Granada en la hégira 897 (1492); Imp (eratori) Caes (ari) [Nervae] Traiano [Aug(usto)] p(ontifici) m(aximo). etc.

    1.8.6 De la diéresis o crema. — El uso de la diéresis solo es preceptivo para indicar que ha de pronunciarse la u en las combinaciones gue, gui: pingüe, pingüino, argüir /ar.gu.ír/. Véase el § 1.8.1A, 2.°. Queda a salvo el uso discrecional cuando, por licencia poética o con otro propósito, interese una pronunciación determinada 50.

    1.8.7 De las comillas. — a) Para distinguir las palabras sobre las cuales quiere el que escribe llamar particularmente la atención del lector, se subrayan en lo manuscrito; y en lo impreso se ponen de letra cursiva, y a veces con versales u otras que resalten por su figura o su tamaño. Se practica lo mismo con las voces o citas en idioma extranjero, con el texto literal de citas en castellano, con los títulos de libros y con las dicciones y cláusulas que en las obras de enseñanza y otras se ponen por ejemplo. Mas cuando las cláusulas de este género tienen alguna extensión o llenan varias líneas, se les suelen poner comillas inversas al principio de cada uno de los renglones que ocupan; v. gr.: Dice un escritor célebre: «El hombre tiene aptitud, por su naturaleza, para habitar en todos los países del mundo: en los arenales del desierto, en los montes más encumbrados, en los climas polares puede vivir y propagarse. No así los animales, que, sujetos a más estrechos límites, perecen fuera de ellos o arrastran vida penosa.»

    b) Las comillas simples (‘ ’ o , ’) se usan al principio y ao final de una palabra o frase incluidas como cita o puestas de relieve dentro de un texto entrecomillado más extenso. También se emplean para indicar que una palabra está usada en su valor conceptual o como definición de otra, ejemplo: espiar ‘acechar’.

    1.8.8. Del guión. — a) Cada vocablo de por sí, ya simple, como guardia, poner, ya compuesto, como salvaguardia, reponer, se ha de escribir aislado, o con entera separación del que le preceda o siga. Sin embargo, en la escritura hay necesidad muchas veces de dividir una palabra, y entonces se ha de observar lo siguiente:

    b) Cuando al fin del renglón no cupiere un vocablo entero, se escribirá solo una parte, la cual siempre ha de formar sílaba cabal. Así, las palabras con-ca-vi-dad, pro-tes-ta, sub-si-guien-te, podrán dividirse a fin de renglón por donde señalan los guiones que van interpuesto en dichas voces, mas no de otra suerte.

    c) Esto no obstante, cuando un compuesto sea claramente analizable como formado de palabras que por sí solas tienen uso en la lengua, o de una de estas palabras y un prefijo, será potestativo dividir el compuesto separando sus componentes, aunque no coincida la división con el silabeo del compuesto. Así, podrá dividirse no-sotros o nos-otros, de-samparo o des-amparo.

    d) Como cualquiera diptongo o triptongo no forma sino una sílaba, no deben dividirse las letras que lo componen. Así, se escribirá gra-cio-so, tiem-po, no-ti-ciáis, a-ve-ri-güéis.

    e) Cuando la primera o la última sílaba de una palabra fuere una vocal, se evitará poner esta letra sola en fin o en principio de línea.

    f) Cuando al dividir una palabra por sus sílabas haya de quedar en principio de línea con h precedida de consonante, se dejará esta al fin del reglón y se comenzará el siguiente con la h: al-haraca, in-humación, clor-hidrato, des-hidratar.

    g) En las dicciones compuestas de preposición castellana o latina, cuando después de ella viene una s y otra consonante además, como en constante, inspirar, obstar, perspicacia, se han de dividir las sílabas agregando la s a la preoposición y escribiendo, por consiguiente, cons-tan-te, ins-pi-rar, obs-tar, pers-pi-ca-cia.

    h) La ch y la ll, letras simples en su pronunciación y dobles en su figura, no se desunirán jamás. Así, co-che y ca-lle se dividirán como aquí se ve. La erre (rr) se halla en el mismo caso, y por ello debe evitarse separar los dos signos de que consta, que habrán de ponerse de esta manera: ca-rre-ta, pe-rro.

    i) Cuando los gentilicios de dos pueblos o territorios formen un compuesto aplicable a una tercera entidad geográfica o política en la que se han fundido los caracteres de ambos pueblos o territorios, dicho compuesto se escribirá sin separación de sus elementos: hispanoamericano, checoslovaco, afro-antillano. En los demás casos, es decir, cuando no hay fusión, sino oposición o contraste entre los elementos componentes, se unirán estos con guión: franco-prusiano, germano-soviético.

    1.8.9 De la ortografía de las palabras extranjeras. — Los nombres propios extranjeros se escribirán, en general, sin ponerles ningún acento que no tengan en el idioma a que pertenecen; pero podrán acentuarse a la española cuando lo permitan su pronunciación y grafía originales: Schlegel o Schlégel, Wagner o Wágner, Schubert o Schúbert; Lyon o Lyón, Windsor o Wíndsor. Si se trata de nombres geográficos ya incorporados a nuestra lengua o adaptados a su fonética, tales nombres no se han de considerar extranjeros y habrán de acentuarse gráficamente de conformidad con las leyes generales: París, Berlín, Turín, Nápoles, Támesis. 1.8.10 De la raya. — 1.° Este signo se emplea en los diálogos, como puede verse en el ejemplo siguiente: Maravillado el capitán del valor de aquel soldado, le mandó venir a su presencia y le dijo: —¿Cómo te llamas? — Andrés Pereda, contestó el valiente. — ¿De dónde eres? — De Castilla. — ¿De qué pueblo? — De Bercimuel.

    2.° Empléese también al principio y al fin de oraciones intercalares completamente desligadas, por el sentido, del período en que se introducen: Los celtíberos —no siempre habían de ser juguetes de Roma— ocasionaron la muerte de los dos Escipiones.

    3.° Sirve asimismo para indicar la palabra que se ha de entender suplida dentro de un mismo renglón; ejemplo: Sanar de la enfermedad. —por ensalmo. Secar al aire. —con un paño. Seguir con la empresa. —de cerca. —en el intento. —para Cádiz, etc.

    O en renglones diferentes, como en el índice alfabético de un libro:

    Verbos: intransitivos.

    — transitivos.

    — irregulares.

    — regulares.

    1.8.11. De las dos rayas. — Este signo se usaba para dividir algunas palabras compuestas; actualmente se emplea solo en las copias, para denotar que en el original se pasa a párrafo distinto.

    1.8.12. De otros signos auxiliares. — a) Apóstrofo (‘ ). Solía emplearse antiguamente, sobre todo en poesía, colocado a la mayor altura de los palos de las letras, con el fin de indicar la omisión o elisión de una vocal: d’aquel, por de aquel; l’aspereza, por la aspereza; qu’es, por que es. Recientemente, y para evitar dudas al lector, se ha restablecido en algunas reimpresiones de obras antiguas, donde palabras de esta clase aparecen como si fuera una sola; v. gr.: daquel, laspereza, ques.

    b) Párrafo (§). Sirvió en lo antiguo para distinguir los diversos miembros de un escrito, y como signatura de pliegos impresos. Ahora se emplea en los libros, seguido del número que corresponda, para indicar divisiones internas de los capítulos: § 12, § 13, etc.

    c) Calderón (¶). Tuvo antiguamente los mismos oficios que el signo anterior. Ahora se emplea en lo impreso para señalar alguna observación especial.

    d) Asterisco (*). Es una estrellita que se pone sencilla, doble o triple en ciertas palabras del texto, como llamada a nota que en el margen o al pie de la plana va encabezada con el mismo signo. Para igual fin se emplean letras, números, cruces, etc., en vez de asteriscos. En obras de lingüística se coloca delante de las formas cuya existencia se supone sin estar documentada.

    e) Llave o corchete ({}). Su oficio es abrazar diversas partidas en una cuenta, varios miembros en un cuadro sinóptico, etc., que deben considerarse agrupados y unidos para determinado fin. f) Manecilla – Puesta al margen o en el texto de un escrito, da a entender que lo señalado por ella es particularmente útil o interesante.

    Estos textos fueron extraídos del "Esbozo de una nueva gramática de la lengua española", publicado desde 1973 por Real Academia Española, que es poseedora los derechos de autor

    Partes: 1, 2
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