Pero este hecho no borro del todo la nostalgia y el gran deseo de volver y encontrarse de nuevo en las pampas apureñas. A esto se agrego un inesperado y lamentable hecho: La gran edad de Doña Rosa de Sánchez en Caicara y su muerte en Ciudad Bolívar. Esto acelero el retorno de Doña Ana con sus hijos a San Fernando, remontando los ríos Orinoco y Apure en una confortable lancha, propiedad de un Señor Montes Godos. En este inolvidable viaje, acompañó a la familia Rodríguez Cortés el distinguido médico Dr. Andrés Torres, hijo de un presidente gomecista del Estado Bolívar, que terminaba de llegar graduado de Berlín, Alemania, donde hizo sus estudios de medicina.
Esta numerosa familia se residenció temporalmente en la casa de los esposos Guerrero Rodríguez: Don Feliciano y Doña Marta, dueños aún del Hato de Santa Elena. Vecino al Hato de La Coroba. Siempre los hermanos Rodríguez Cortés han guardado una inmensa gratitud por los hermanos Guerreros Rodríguez, por haberles brindado su hospitalidad cuando arribaron a San Fernando sin tener casa propia a donde llegar.
Fue en este viaje a través de los ríos Orinoco y Apure, una de las tantas veces que se oyó a Doña Ana narrar la historia de sus padres, especialmente de su progenitor: Hernán Cortés, quien navegando por estos ríos, en un barco a vapor, llegó de Guayana a San Fernando de Apure. Ahora a ella, como a él le había tocado, por ironía del destino, hacer parte del mismo recorrido fluvial hasta desembarcar por el mismo puerto por donde lo hiciera su padre 47 años atrás (1.894- 1.941).
En vista de que la familia estaba confrontando el problema de la vivienda, los esposos y su hijo Hernán, se dedicaron a tiempo completo a la búsqueda de una casa de campo en los alrededores de San Fernando. Así podían tener algunos animales domésticos como: vacas lecheras, aves de corral y hasta el mismo conuco, con el objeto de ayudar al sustento familiar. Esta buena idea cristalizó con la adquisición de la finca denominada tradicionalmente El Drago, ubicada, para aquel entonces, con sus tres hectáreas de terreno, bajo los siguientes linderos:
NORTE: Callejón (antiguo basurero) que lo separaba del cementerio.
SUR: Callejón de la casa de zinc, que separaba del Fundo La Maceta, propiedad del Señor José Galeano, donde actualmente está el Grupo Escolar Daniel O'Leary.
ESTE: Casa El Delta, propiedad del Sr. Esteban Rivas, donde está ahora "Pacheco" cerca de la PTJ, hasta la esquina del cementerio frente al actual negocio "Tres Sesenta y Dos", culminado por esa misma línea de lo que es hoy la Av. Chimborazo, con los señores de aquel entonces Pedro Pérez y Cecilio Almeida, ubicados en lo que hoy, es el "Cine Arauca".
OESTE: Desde la esquina del cementerio, frente a la capilla Evangélica "La Zarza Ardiendo", hasta el actual cruce de la Av. Miranda con la Av. Carabobo, trayecto este a todo lo largo de la Av. Miranda, en donde no había ningún vecino ubicado por lo anegadizo de todo este sector. Todo este terreno estaba limitado dentro de estos linderos:
NORTE: Cementerio.
SUR: Av. Carabobo
ESTE: Av. Chimborazo.
OESTE: Av. Miranda, constituía un lote de tres hectáreas, arrendadas al Consejo Municipal, destinadas a pastos artificiales y donde los llaneros de aquella época. apotreraban sus bestias, al traer sus ganados del histórico Cajón del Arauca Apureño, con destino al centro del país.
La entrada a los mismos era por el frente, donde hoy, se encuentra una familia de apellido Zárate, en donde todavía existe un tronco de mora al pie del cual estaba la puerta de tranquero de los potreros.
La finca El Drago ha tenido los siguientes propietarios:
Sus fundadores fueron los Hermanos Decanio, quienes vivieron allí desde 1.892 hasta 1.909 por un total de 17 años, luego fue vendida al Sr. Blas Brando en 1.909 y este la vendió dos años después, en 1.911. al Sr. José de la Cruz Delgado, quien la habitó por 13 años hasta 1.924, que paso a ser propiedad del Sr. Fernando Nieves por solo 6 años, ya que en 1.930 se la vendió al Sr. Plácido Díaz Olivo, quien después de 11 años, en 1.941, se la ofreció en venta al Sr. Agapito Rodríguez Camacho, padre de los hermanos Rodríguez Cortés quienes la ocuparon hasta 1.993, dando un total de 101 años.
Posteriormente en la década de los años sesenta, una parte de este sitio pasó a posesión de los esposos Manuel Rodríguez Cortés y Señora Carmen Clotilde Loggiodice de Rodríguez y la otra, contigua a este centenario lugar, a Don Hernán Rodríguez y su esposa Antonieta Oviedo de Rodríguez.
La llamada Finca El Drago cumplió cien años de fundada en 1.992.
FAMILIA RODRIGUEZ CORTES
De izquierda a derecha: Rosalino Salvador. Hernán Ramón, DOÑANA y subordón, Carlos Vicente, Ana María, Audelina Antonia, Elba Antonia, ManuelFelipe y Raúl Agapito. (Faltó María del Rosario "La Suta").
Foto tomada en la población de Caicara del Orinoco en 1.940.
CAPITULO V
Se inicia una ardua y noble empresa "La educación de los hijos"
El hospedaje en la casa de los Guerreros fue de apenas unas semana, porque tan pronto la familia Rodríguez Cortés adquirió su casa propia, inscribieron inmediatamente a los niños en las Escuelas de San Fernando. Los varones los ingresaron en la Nacional Graduada "Agustín Codazzi" y a las hembras en la "Díaz Rodríguez".
Hubo una sola voz de mando con un solo objetivo.
¡Todos a estudiar!
Los mayores de edad, como Hernán Ramón y Ana María, en la Escuela nocturna y a los menores, como ya he mencionado, en la diurna. Con libros o sin ellos porque generalmente no había donde comprarlos y cuando se hallaban, no tenían el dinero para adquirirlos, pero no importaba, todos a los planteles por la mañana y, por la tarde, incluyendo los sábados.
No había tiempo que perder, y mucho menos con unos docentes tan excepcionalmente buenos y con tanto fervor patriótico, vocación y mística, sobre todo, cada uno de ellos era una institución: Pablo Domingo Botello Rumbos, Jesús Rafael Mayora Obregón, Josefina Abreu, Maricucha Cabello, Br. Blas Laprea Finamores, hermanas Mayol Rodríguez, Antolín Arana y otros.
Y, cuando se puede decir que todos estudian, los negocios no marcharon muy bien; porque la década de los cuarenta, fue, demasiados dura para la familia Rodríguez Cortés.
Los hatos de "la Coroba" y "Güirima" decayeron grandemente, porque, primero, al irse Doña Ana con su muchachada, las fincas quedaron vacías de mano de obra o braceros y por otra parte, debido a las grandes inundaciones de los años de 1.943 ; 1.945.
Esta región es de las llamadas geográficamente "Los Médanos" por ser tan baja, que prácticamente sirve para el pastoreo en la estación de verano, tanto para el ganado vacuno, caballar, asnal y porcino, porque en el invierno se inunda toda con las grandes crecientes, con excepción de los cucuruchos de los medanales. Se agotaban de esta manera los pastos para el ganado, acudiendo entonces el llamado "saque de paja". Muchas veces el pasto se traía de partes muy lejanas en pequeñas embarcaciones y, de esta forma, el suministro no satisfacía al ganado, ni la paja llamada "paja de agua" lo alimenta.
A este flagelo, se agregaban otros no menos dañinos, como eran: el caribe, por un lado, y el tigre, por el otro. El primero, picando la ubre a las vacas y el segundo, matando numerosas reses en el rebaño y manteniéndolo por las noches en zozobra. En consecuencia, al bajar las aguas los rebaños de ganado habían mermado grandemente, así, por ejemplo, la manada de becerros que se había criado durante el verano, moría en el invierno junto con el vacaje flaco, y las vacas que lograban sobrevivir, en un alto porcentaje, al parir no tenía tetas con que criar y amamantar a sus crías.
Muy grande, dura y sacrificada fue la lucha que sostuvo Doña Ana con su esposo y especialmente, con sus hijos mayores, Hernán y María, porque con sólo estas tres personas formó una especie de comando unificado y de acción.
Fuerte fue la resistencia que opuso a su esposo Don Agapito cuando pretendía que volviera de nuevo con su muchachada al campo, donde ya habían vivido desde su matrimonio en 1.911 hasta 1.940, es decir, veintinueve años ininterrumpidos, incluyendo quince en los hatos de su propiedad y que fundaron en 1.925.
Pensar que ahora, después de tanto tiempo y duro trabajar, habían perdido prácticamente gran parte de lo logrado. Por lógica, lo más sensato era pensar en no recuperar esos bienes perdidos, aún cuando se podía intentar de nuevo, otra vez podrían perderse. Lo correcto era dejar una herencia perdurable a sus hijos: ¡La Educación! Y Doña Ana, con su férrea voluntad, lo intentó y lo logró.
Afortunadamente, los muchachos y los ya adultos, respondieron. En otras palabras, los hermanos Rodríguez Cortés, en los años de la década del cuarenta, lograron culminar sus estudios de Educación Primaria Superior, como se decía en aquel tiempo, e iniciaron los niveles de secundaria.
Después de dos décadas, y más, de dura lucha con sus hijos. Doña Ana podía pasar revista al siguiente cuadro halagador de sus numerosos hijos, todos nacidos en el campo y muchos de ellos criados en aquel medio.
MARIA DEL ROSARIO "La Suta". Se casó con el Señor Pedro Jesús Castillo H. y se quedó en el fundo de la Coroba. Este feliz matrimonio tuvo tres hijos: Carmen Dolores, farmacéutica, Lila Josefina, Licenciada en Letras, en la Universidad de los Andes y Antonio José, Bachiller. Este joven se quedó posteriormente trabajando en el fundo al lado de su padre, ya avanzado de edad.
María del Rosario y su esposo Pedro Jesús Castillo pasaron su vejez, no solamente en el hato de la Coroba de su propiedad, al lado de su hijo Antonio José, también han estado compartiendo con sus últimos años con la Profesora Lila Josefina, residente en Calabozo, así como con la Dra. Carmen Dolores en la comunidad de "La Morita" en Maracay, Estado Aragua.
ANA MARIA terminó sus estudios de Primaria Superior, en la Escuela "Diego Eugenio Chacón" cuando ya era una mujer, desde 1.946 hasta 1.949, los cuales había iniciado muchos años antes en la población de Arichuna. Contrajo matrimonio con el señor Manuel Enrique Castillo, teniendo dos hijos: Julio César, graduado de Arquitecto en la Universidad de los Andes, en Mérida. Posteriormente se residenció en Atlanta, Estados Unidos de Norteamérica. Su otra hija Miriam Margarita, es Bachiller.
Doña María, ya adulta, se traslada a la ciudad de Mérida, Calle 29, Sea N° 0-4, donde trabajó con mucho sacrificio para educar a sus hijos y a la vez estudió en la Universidad de los Andes, donde realizó cursos, de Higienista Dental a nivel profesional. Primero, se desempeñó como Enfermera Auxiliar, de las enfermas mentales en Mérida, de 1.958 hasta 1.959; luego, como Higienista Dental al servicio del IPAS-ME, desde 1.962 hasta 1.981, asociada al Sindicato de Trabajadores de Hospitales y Clínicas en Mérida, y debido a la labor prestada y por sus humanitarios servicios profesionales, en 1.972, es condecorada con el "Botón de Oro" del IPAS-ME. En 1.98, es jubilada y, una vez retirada, se residencia en un apartamento propio, en la población de Cabudare, adyacente al apartamento de nuestra querida madre.
HERNÁN RAMON fue igual a un segundo padre para sus hermanos menores. De conducta intachable y entereza de carácter, trabajó incansablemente para cumplir con estas responsabilidades. Desde muy joven se dedicó al magisterio, graduándose posteriormente, en 1.963, de Maestro Normalista en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, con sede en los Dos Caminos Los Ruices, Caracas.
Luego de una fructífera labor, por sus méritos llego a ocupar cargos muy importantes, como: Subdirector y Director de Grupos Escolares de primera categoría, hasta ser jubilado en 1.981. Fue condecorado con la "Orden 27 de Junio". en su segunda clase, "María Nicasia Gamarra" en su primera clase. "Medalla de Honor al Mérito" del Concejo Municipal del Distrito Pedro Camejo, "Placa de Reconocimiento al Mérito del Grupo Escolar Daniel O'Leary", es integrante de la "Galería Permanente de Educadores de Apure". Homenaje Institucional de IPASME a los Educadores Regionales, por realizar la más fecunda siembra: ENSEÑAR, Marzo de 1.992.
Don Hernán se caso con Olga Leticia Loggiodice Pérez, de cuyo matrimonio nacieron Nelgar Nigales, Arquitecto; Nelson Israín, Bionalista, Carlos Antonio, Médico, todos egresados de la Universidad de Los Andes, Hernán Alfredo, Bachiller Docente y Néstor Eduardo, estudiante de veterinaria y ganadero.
En sus segundas nupcias, contrajo matrimonio con María Antonieta Oviedo, de la cual tiene cuatro hijos: Alex Hernán, Elvis Alonso, Ana Maribel y Tania Shalimar.
Ana Maribel esta graduada de Técnico Superior y los demás son estudiantes de secundaria y superior.
Siendo muy joven, tuvo en la Señora Ernestina Carolina Gil Silva a Johnny, Ramón Orlando y Josefina Antonia Gil y, con la Señora Consuelo Cedeño, a Hernán Cedeño, que es comerciante.
Don Hernán cuidó tanto de su formación y superación profesional, como de sus intereses privados o bienes, los cuales ayudo a fomentar desde su niñez y, debido a su buena administración, dinamismo y laboriosidad y, siguiendo la tradición de sus padres, llegó a tener un valioso hato en La Candelaria. Cajón del Arauca Apureño, y varias fincas importantes en el Estado Apure.
Cabe destacar que, entre una de las grandes preocupaciones y responsabilidad asumidas por Don Hernán- resalta, por sobre todo, la educación de sus hijos, lograda con esfuerzo propio y con gran sacrificio.
De seguro penetró muy firmemente en él, aquel desvelo y ejemplo dado por Doña Ana.
ROSALINO SALVADOR. Al terminar sus estudios de primaria, ingresó, en el año de 1.947, a la ya famosa Normal "Miguel Antonio Caro" en Catia. Caracas, junto a los apureños: Leopoldo González Gamarra y Santo Domingo Ruiz, posteriormente. ya mediados de este nivel, "Roso" como siempre lo llamamos, abandonó sus estudios por haberse complicado en asuntos políticos, sin embargo, después ingreso al magisterio nacional haciéndose Maestro de Educación Rural al lado de su hermano Manuel Felipe, quien llegó a ser fundador y supervisor de importantes programas del Ministerio de Educación.
Don Roso se caso con Martina Rodríguez y, tuvieron los siguientes hijos: Williams Dais, Raúl Valentín, Wilmer Lisandro, Carmen Rosalía, Ivis América, Carmen Josefina, Marbella, Edre Ignacio y Fidel Argenis.
MANUEL FELIPE culminó sus estudios de primaria en julio de 1.945, trabajó como secretario en la Prefectura del Municipio Biruaca. Enero de 1.945, y, en Marzo de 1.946, fue nombrado Maestro Preceptor de la Escuela Federal Nº 82 de El Yagual y, en octubre de 1.947, ingresa a la Normal Rural "El Mácaro", de la cual egresa como Maestro de Educación Primaria Rural en Julio de 1.951.
Durante diez años se desempeñó como maestro de aula y profesor de Ciencias Sociales en importantes colegios nacionales y privados en varios estados del país. Fue maestro y alumno en el Centro de Capacitación Docente de Educación Rural "El Mácaro", donde realizó el primer curso de Directores de Núcleos Escolares Rurales, Programa Cooperativo con el Instituto de Educación Internacional.
En el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio aprueba el curso de "Perfeccionamiento para Supervisores Rurales". Caracas 16 de Mayo de 1.969.
Fundador del Programa de Educación Rural en la Región Sur del país. Director de varias instituciones docentes de primera categoría. Supervisor de Educación Rural de la Zona Educativa Nº 3 del Estado Apure, 1.966 – 1.976, Supervisor de Educación Fronteriza e Indígena del Estado Apure. 1.976 – 1.983, cargo en el cual fue Jubilado el 1/10/93.
Cuando fue Supervisor, tuvo la oportunidad de fundar varias Escuelas Nacionales, en el sector fronterizo e indígena, con especial mención de las comunidades de los Médanos, Boca Arauca, donde él nació y se crió, "La Coroba". Dichas escuelas fueron ubicadas en los hatos de Cabuyare, Güirima, el Faro, Santa Bárbara y Cabuyarito.
El Profesor Manuel Rodríguez Cortés, como es nombrado popularmente, participó en muchas actividades educativas, gremiales y culturales a nivel regional y nacional, haciéndose acreedor de muchas manifestaciones de aprecio, condecoraciones, placas y diplomas. Entre las más importantes, cabe destacar la "Orden 27 de junio", en su tercera y segunda clase, años 1.969 y 1.975; "María Nicasia Gamarra", en su primera clase, Certificado de Carrera Administrativa en 1.974; condecoración "Orden Ciudad de San Fernando" su tercera clase, en 1.986 v muchas otras.
Gremialista, miembro activo de la federación Venezolana de Maestros, F.V.M., desde 1.958 y, de la Directiva de la Asociación de Escritores de Venezuela, Seccional Apure, con más de quince publicaciones y otras todavía inéditas que están por publicarse y periodista de opinión, es miembro de la Directiva de la Asociación Nacional de Educadores Jubilados. A-N.E.J, Seccional Apure. En marzo de 1.992 fue homenajeado por el IPASME, por realizar la más fecunda siembra: ENSEÑAR, formando parte de la "Galería Permanente de Educadores de Apure".
En su juventud con la Señora María Nina González tuvo varias hijas. Su primogénita Carmen Romelia e Irma Adalgiza fueron criadas por Doña Ana y vivieron su juventud en la ciudad de Mérida.
Carmen Romelia se casó con el Señor José Manuel Bejarano, oriundo de Cumaná, y trabaja como profesor en la Universidad de Oriente.
Irma Adalgiza se casó con el profesor Fidias Humberto Salazar, margariteño nacido en la Asunción.
Con la señora María Lourdes Rodríguez tuvo a Juvic Maboli, la cual se casó con el Sr. Nelson Rodríguez, de profesión Bionalista y Ana Marcella lo hizo con el empresario Fernando Sosa.
De izquierda a derecha: un pariente de Doña Ana, Gilberto Porras, hoyAbogado, Doña Ana y su nieta Carmen Castillo Rodríguez, hoy Farmacéutica.Jardín zoológico de las Delicias en Maracay, 11 de junio de 1.949. Doña Anaestaba de visita en la ciudad de Maracay, donde su hijo Manuel Felipe queestudiaba en la Normal Rural de "El Mácaro".
El 4 de agosto de 1.956, Manuel Felipe se casó en San Juan de Payara con la Señorita Carmen Clotilde Loggiodice Pérez, hija de Don Pablo Loggiodice Rojas y la Señora Ana Josefa Pérez Herrera. De su matrimonio tiene cinco hijos: Naney Clotilde, de profesión Abogado, egresada de la Universidad de Carabobo: Nancy del Carmen es Educadora, Bachiller; Manuel José y Manuel Felipe, Ingeniero Civil, egresado de la Universidad de Carabobo y, por último, la encantadora bordona Anny Nanibelly, estudiante de Computación en la Universidad "Simón Bolívar" y de Arquitectura en la "Santiago Mariño" en Valencia.
Izquierda a derecha Sra. Clotilde De Rodríguez, Doña Ana. Irma Adalgiza, Julio Cesar Castillo, Carmen Romelia y el Profesor Raúl Rodríguez Cortés, todos estaban de visita en el campo petrolero de Roblecito excepto la Sra. de Rodríguez.
Roblecito, Agosto de 1.957
AUDELINA ANTONIA. Siempre estuvo al lado de Doña Ana, manteniendo estrecha unión con su madre hasta que ella falleció en Cabudare. Fue una de las hijas más mimada y, permanentemente, disfrutó de su compañía, de ahí ella solicitó amor y atención de Doñana para con ella.
Cuando culminó sus estudios de primaria, quiso ingresar a la Escuela Nacional de Enfermeras en Caracas. Su hermano Roso, que siempre la quiso entrañablemente, le gestionó una beca para que realizara dichos estudios. En esta oportunidad Doñana no quiso separarse de su hija y le pidió que realizara las primeras experiencias de enfermera en el Hospital Acosta Ortíz, en el mismo San Fernando.
Ella aceptó su sugerencia e, inmediatamente, Doñana habló con la Señora Elpidia Barrancos, Directora del Hospital. Enseguida Audelina fue aceptada como enfermera auxiliar, cargo que también ejerció en Mérida. En ambos trabajos, tanto sus compañeros como sus pacientes, la estimaron profundamente por su calidad humana para con el prójimo.
En Mérida, continuó administrando la Librería Giraluna, propiedad de su hermano Raúl, cuando éste viajó becado para Europa.
Tiempo después, muere la primera esposa de su hermano Vicente, dejando recién nacidos a Carlos y Elvar. Audelina y Doñana recibieron a los pequeños de sólo tres meses y deciden criarlos, dándoles todo el amor y, dedicación que ellos requerían. A partir de ese momento, Audelina le dedicó a sus sobrinos, de una manera abnegada, los mejores años de su vida, siendo para ella sus hijos. Este gesto generoso la ennoblece y, la coloca en un lugar digno de ejemplo.
En carta del 25/10/93, desde Mérida, mi hermana Elba me escribió estas bellas palabras sobre nuestra hermana menor. Audelina Antonia, con motivo de revisar este manuscrito.
RAÚL AGAPITO, como la mayoría de los jóvenes estudiantes de San Fernando de aquella época, culmina sus estudios de primaria en la prestigiosa Escuela Nacional Graduada "Agustín Codazzi" y cursa su secundaria en el liceo "Francisco Lazo Marti". Al terminar sus estudios de secundaria., ingresa al Instituto Pedagógico de Caracas. Una vez graduado de Profesor de Literatura, se inicia como tal en el liceo "Libertador" en la ciudad de Mérida. Viaja a Europa, becado por el Ministerio de Educación, para continuar sus estudios humanísticos y hace pasantía en los principales países de Europa. Se casa en Berlín.
Alemania, con Elfi y luego de dos años, regresa a Venezuela, donde ingresa como Profesor en el Instituto pedagógico de Barquisimeto, institución de la cual fue jubilado posteriormente.
ELBA ANTONIA quizás fue una de las hermanas Rodríguez Cortés que confrontó más problemas para enfrentar y culminar sus estudios: tanto de primaria, como de secundaria y superior, debido a que para el momento de iniciar sus estudios, el hogar de Doña Ana en el hato "El Drago, en San Fernando, prácticamente había quedado solo, Los adultos y la muchachada, primero como pájaros implume y, luego, al volar, abandonaron el nido materno.
Esto de emigrar como aves en el llano no era nada raro entre la familia. Recuérdese que a comienzos de la década del cuarenta abanicando las frescas y, agradables brisas del Arauca Vibrador, en un bongo a Palanca y espadilla, .timón, contra viento y marea surcando las aguas del caudaloso Orinoco, desembocaron en el puerto de Caicara.
Es posible que la muchachada de Doña Ana, una vez a bordo de aquel bongo de estriba y carroza semejante al "Arca de Noé, mientras entraban a la desembocadura del Arauca en el Orinoco bravío, al contemplar el espectacular estuario que allí se forma, mirando el titilar de las estrellas de aquel manto azul del firmamento, se preguntaran ¿A dónde irán a parar los barquitos de papel y concha de jobo que tirábamos en los barrancones rojizos de Güirima, sobre las aguas del río, unas veces clara y cristalinas y otras veces alfombradas de espumas amarillentas y burbujeantes?
Seguramente que Elba, en el devenir de estos viajes, quiso ser una estudiante que, como "el navegante", acostumbra a mirar lejos sin ilusionarse con llegar estrellas, pero si, a orientarse por ellas. Y así fue, al terminar su primaria en la Escuela "Díaz Rodríguez", ingresó al Liceo "Francisco Lazo Martí" , aprobando el 1° y 2° año. Luego, tuvo que fijar su residencia en San Juan de Los Morros al lado de su hermano Manuel Felipe en donde él trabajaba. Se inscribe allí en el Liceo "Roscio", y aprueba el tercer año. Luego, por motivos familiares, regresa nuevamente a San Fernando de Apure y culmina el cuarto año en el mencionado Liceo "Francisco Lazo Martí". Posteriormente, fija su residencia en Caracas, viviendo con su hermano Raúl, que estaba por graduarse de Profesor en el Instituto Pedagógico. y se inscribe en un Colegio de Estudios Técnicos, en la especialidad de Química Industrial, donde Aprueba su primer Año.
Al graduarse Raúl, se trasladan para Mérida donde él empezó a trabajar como profesor en el Liceo "Libertador" Elba se vio en la necesidad de retirarse de los estudios técnicos se inscribe en el Liceo donde su hermano es profesor, graduándose de Bachiller en Ciencias.
En el año 1962, contrajo matrimonio con el Médico Audomaro Rojas, con quien tuvo a sus dos encantadoras hijas: Ana Lizette que es Médico y está cursando el último año de post-grado en Pediatría, e Ingrid Sabrina, que esta graduada de Licenciada en Bioanalisis,
Elba, poniendo una vez más de manifiesto su gran perseverancia en los estudios, tan pronto termino la secundaria, ingresó a la Universidad de los Andes, en la Facultad de Farmacia. Su hermano Raúl tuvo que viajar a Europa y era el que le costeaba sus estudios, por lo que decide cambiarse para la Facultad de Humanidades en la misma Universidad, Allí, a los estudiantes, le pasaban una beca de Bs. 250.00 mensuales para su manutención. En 1.963 se gradúa de Licenciada en Humanidades, mención Letras, siendo integrante de la promoción "Dr. Carlos César Rodríguez" ¡ Honrar – Honra !
La Licenciada, Elba inicio su carrera profesional en el Colegio Privado "Monseñor Silvar", así como en el Liceo Nocturno "Florencio Ramírez" Y en el Colegio "Nuestra Señora de Fátima", en la ciudad de Mérida.
De la ciudad de los Caballeros paso a Trujillo, donde vive una larga temporada, desde l.961 hasta 1.982. Doña Ana vivió con ella algún tiempo e, inclusive, enferma de gravedad, allí Elba se desempeña como Profesora en el liceo "Cristobal Mendoza" y en el Pedro José Carrillo Marquen.
Ana lizzette, su hija mayor, ingresó a estudiar en la Universidad de los Andes y, enseguida, solicitó su traslado para esa ciudad, donde ingresó a trabajar como subdirectora en la Escuela Técnica Industrial, Manuel Antonio Pulido Méndez, de donde fue jubilada el 30 de Marzo de 1993.
Desde 1.989 ha venido compartiendo su atención entre su labor docente y la puesta en práctica de su formación y, creencia religiosa como ella dice:
-"He ido orientándome hacia la esencia de la vida cristiana."
En este sentido, ha ingresado a la Legión de María, donde se desempeña como presidenta del Primer Presídium que se fundó en la tan religiosa y bella ciudad merideña. Así, mismo, es la presidenta del comité de Extensión de la Legión de María y Corresponsal de la Legión en Chiguará y forma parte del Consejo Parroquial de la Iglesia de San Miguel de El Llano, Mérida. Era allí a donde iba Doña Ana durante el tiempo que permaneció en esa ciudad.
En su apostolado legionario ella se dedica, entre otras cosas, a la evangelización por medio del trato humano y cordial de persona a persona. Hace visitas domiciliarias a los enfermos y, por la calle, contacta con los transeúntes. También practica la catequesis con los niños y adultos, socorre a los marginados, se preocupa por la formación cultural y, en todo momento practica la caridad cristiana aprendida desde su infancia en el hogar paterno.
En esta consagración religiosa honra la formación recibida de su querida madre Doña Ana, y allí lo afirma categóricamente:
"Este apostolado lo considero como un legado directo, que caló profundamente en mi corazón, por las enseñanzas religiosas que, con tanta dedicación, nos dio nuestra madre".
El 16 de marzo de 1993 me escribió una carta, motivada a la realización de este >manuscrito que he dedicado a nuestra madre Doña Ana. En ella me comunica lo, siguiente:
"Tal vez le interese saber, ya que estas escribiendo sobre la vida de mamá que entre sus novenas, imágenes y oraciones encontré una que es una hojita que contiene las oraciones de la Legión de María, lo que me hizo pensar que ella fue socia auxiliar de la Legión de María. Esta es una asociación de Católicos, que con la aprobación eclesiástica, han formado una Legión para servir a la iglesia en su perpetua lucha contra el mundo y sus fuerzas nefastas. Es un grupo de apostolado".
En este acertado juicio de Elba, ratifiqué lo que se describe sobre la educación que recibió Doña Ana y su hermano Hernán en la casa de sus tíos Dionisio Doña María del Rosario.
CARLOS VICENTE fue el menor de los hermanos Rodríguez Cortés. Desde muy temprana edad, Doña Ana lo tuvo al cuidado de su hermano mayor, Hernán, residenciado para aquella época en la población de San Juan de Payara, donde se desempeñaba como director del Grupo Escolar "Juan Bautista Esté".
Después de obtener su sexto grado, su Hermano. Lo encargo del ganado que aun quedaba de las fincas de "La Coroba" y "Guirima", ahora mudado para La Candelaria, sitio denominado Montiel o los Caricares. Doña Ana había conseguido la previa autorización con el ciudadano Gobernador del Estado Apure, Dr. Domínguez Michelangellis, su amigo y médico personal de confianza. El gran latifundio y riquísimo Cajón del Arauca era administrado, antes y después del Benemérito Juan Vicente Gómez, directamente por el ejecutivo de turno.
Años después, en 1.960, se crea la Los de Reforma Agraria cuya acta se firmo en el Campo de Carabobo, lugar donde se sello nuestra independencia el 24 de junio de 1.821.
Hablando de la "Candelaria", quedó virgen a pesar del trajinar de la vida colonial la inmensa pampa Apureña, sin siquiera atarla con las cercas de alambre de púas; de pastar, allí más de dos millones de cabezas de ganado que corrían libremente por las sabanas sin límites, ni fronteras, como tratando de alcanzar el espejismo de aquel sol llanero y bravío y más arriba, con el vuelo rítmico y pausado de las nubes y de las garzas blancas que sombreaban la infinita llanura.
La explotación exportación de las plumas de garza blanca, llegó a constituir la llamada era del "Petróleo Blanco".
En Europa eran lucidas con el esplendor de esta tierra tropical y, ante un viejo mundo, quizás cansado de oropeles y, artificiosas fantasías, no solo aumento las arcas y las avaricia de los comerciantes europeos y norteamericanos, sino la de nuestros aventureros, igualmente pasó con otras de nuestras riquezas y, especies de nuestra fauna, como fue la matanza y escueramiento del ganado candelariero, sin ninguna misericordia, para exportar su cuero con destino a *Crinnea, donde para aquel entonces, era devorada por una guerra fratricida. Igual suerte ocurrió con el caimán y el babo.
* CRINNEA: ex URRS- Rusia.
Cabe preguntar, ¿Qué le ha quedado a la provincia Apureña de toda esta despiadada depredación?
Igualmente a lo sucedido a nuestra querida y maltratada Venezuela con el petróleo oro negro. De todo esto no ha quedado sino migajas tristes y dolorosos recuerdos del pasado. Afortunadamente apareció el llamado "Benemérito" que, como un deseado Mesías, en 1.920, fue un nacionalista que puso orden a todos estos desastre y desórdenes. Pero hoy, en los albores del tercer milenio, ¿quién puede detener la voracidad de la corrupción que devora a Venezuela…?
Quedando todo ese pasado engarzado en la copla del llanero, como decimos los apureños:
"La copla en la garganta emocionada,
como el amor en el lecho misterioso.
"Apure y el Arauca bajan cantando,
y dicen que van a la mar, dichosos los que van lejos y cantan por donde van…
Vayan estos párrafos a la memoria y honra de Don Hernán y Don Vicente, porque hablar de la Candelaria es hablar de ellos.
Carlos Vicente le hizo frente a aquella nueva fundación ubicada en la ya mencionada Candelaria, a pesar de ser tan joven y de enfrentar muchas privaciones, duros trabajos, dificultades y una vida de verdadero pastor solitario en esas extensas sabanas de horizontes infinitos y cubiertos de espejismos unas veces y, otras, de remolinos y tolvaneras, semejantes a gigantescas antenas apuntando hacia las nubes y el cielo. Este duro y aleccionador sistema de vida fue para él su verdadera Universidad. Haciéndolo, desde pequeño, un hombre cabal, honrado y trabajador, siguiendo así aquella indeleble línea trazada por su hermano Don Hernán, honrando la memoria de su padre Don Agapito Rodríguez Camacho, quién fue cien por ciento llanero de pura cepa y como él, este joven logró fomentar importantes fincas ganaderas allá en el Cajón del Arauca, "Santa Ana" y en el sector de Río Claro "San Gabriel".
En plena pampa llanera y de duro trabajar, Vicente se encontró una compañera, la Sra. Ruperta Villanueva, una fornida llanera de carácter bondadoso y tan trabajadora como él, de cuya unión tuvieron nueve hijos: Carlos Jesús, Carlos Hidelbrando, Ana Beatriz. María Alejandrina, Agapito de Jesús. Carlos Vicente. El negro. Carmen Erica, Elvar Ramón y Carlos Ramón, estos dos últimos son morochos.
Doña Ruperta muere en una clínica de San Fernando dando a luz a estos dos niños, los cuales fueron confiados al cuidado de su tía Audelina, quién los crío y educó con la ayuda de su papá. Después de aquel lamentable hecho, Carlos Vicente quedó solo luchando con sus pequeños y numerosos hijos, a excepción de los morochos, que viven en la Ciudad de Cabudare, en el apartamento de Doña Ana, junto a su tía, quien los quiere profundamente.
Tiempo después, Carlos Vicente contrajo nuevas nupcias con Luisa Josefina Farfán, una auténtica llanera capaz de hacerle frente a cualquier faena del llano por difícil que esta fuera. Más tarde Manuel Felipe, siendo Supervisor de Educación Rural, la hace nombrar maestra de este hermoso programa consagrándose, desde entonces, a la actividad docente, sin descuidar los que haceres del hogar y de sus propiedades.
De este matrimonio nacen tres hijos: Maryury Josefina, Pedro Vicente y Juan Gabriel.
Carlos Vicente se entrega por entero a las labores del llano y hasta se vio amenazado de perder la salud, llegando a presentar, según sus, Médicos, un estado muy crítico que revistió gravedad. Al verse así, recurre al Evangelio, y se consagra a leer e interpretar la Sagrada Biblia, hasta llegar a predicar la palabra del Señor. A menudo se le ve con el Santo Libro en una mano y, en la otra, las recetas de sus médicos, Si es cierto, que la medicina hizo milagros, no es menos cierto, que las plegarias y la fe en el Señor, también fue la esencia de su curación.
Su esposa Josefina ante esta situación, desempeño un doble papel, el de abnegada esposa y el de hacerle frente a las fincas con toda dedicación. El señor quiso que todo mejorara y llegó el momento propicio para que ambos se dedicaran, de nuevo, al arduo trabajo del llano con entusiasmo y coraje, logrando, con el honrado producto del sudor de su frente, una aceptable posición económica.
Carlos Vicente se hizo un ganadero progresista y preocupado por mejorar su ganadería y estar al tanto de los avances de la tecnología, por ser miembro activo de la Asociación de Ganaderos del Estado Apure. AGAPURE. Asiste y participa en diferentes cursos, seminarios y ciclos de conferencias referidos al entorno agropecuario.
DOÑA ANA, después de dos décadas transcurridas, desde 1 940 hasta 1.960, y, luego de una dura lucha con sus hijos y por sus hijos, podía sentirse muy orgullosa. Nacidos en el campo y algunos criados en ese ambiente rural habían logrado una esmerada educación.
Algunas veces comentaba:
"El vivir en el campo, por tanto tiempo, me hace pensar que el monte embrutece a las personas hasta las enguayuca".
Los hermanos Rodríguez Cortés, después de 1.959 fueron egresando de la secundaria y, otros, ingresando a las universidades. Los que ya se habían graduado, trabajaban como educadores, alejándose del cálido hogar donde su madre estaba siempre a su disposición a tiempo completo, brindándole todo el desbordante amor que solo una madre puede dar.
Siempre preocupada y con vigilante desvelo, cuando los hijos partieron del hogar, decía:
"Yo fui feliz con mis hijos mientras los tuve a mi lado en el campo".
Cuando sus hijos tenían que levantarse a las tres de la mañana para empezar a las faenas del día, le preocupaba y partía el alma, ya que esto era un "buen despertar". Así amaneciera lloviendo, tronando o relampagueando, las muchachas se levantaban prestas para colar el cafecito tinto para los de la casa y la peonada, para luego, continuar moliendo el maíz sancochado el día anterior, después de ser pilado, venteado y cocinado con leña, todo esto lo hacían en medio de un indescriptible y horroroso plaguero. El día transcurría haciendo todas las faenas propias del llano adentro apureño de aquella época.
Los varones se iban a ordeñar las vacas, unas veces en los corrales envueltos en nubes de poleo, fango y bosta de ganado y, otras, con el barro a la rodilla, bajo torrenciales aguaceros, en los trabajos de la sabana buscando el ganado, faena que tenían que hacer diariamente desde muy tempranas horas de la mañana.
Tenían que quemar y talar los árboles para la siembra antes de la entrada de agua, abrían picas, haciendo y reparando los corrales y las líneas: halaban palanca en canoas y bongo, cortaban leña y caña en el trapiche donde se molía durante todo el verano y desde la madrugada, arriaban cantándoles a los bueyes.
De todas las faenas que se realizaban en el hato, había dos a que Doña Ana le parecían las más temerarias: La doma de las bestias, que era una prueba muy peligrosa aunque para el hombre del llano adentro, era de mucha hombría. La otra era la cacería de tigres, armados solamente con escopeta de taco, de saco o mecate y la de pistón de chispa, lanza tipo apureño, machete y, horqueta.
El hermano mayor de la familia. Don Hernán, cuando joven, era llamado hernancito. Sobresalió en estas peligrosas faenas, acompañado siempre por su padre, Don Agapo, hombre sumamente sereno, guapo sin alardes y, muy conocedor del medio y su gente, especialmente de sus hermanos que eran, por demás, arrojados en estos rudos que haceres.
La doma se hacía por largos días, todos los años, durante la estación del verano, porque había muchas bestias. La búsqueda y la cacería de los tigres era a menudo, cuando se presentaban a los rodeos de ganado en cualquier sector de las fincas de "La Coroba", "Trabuco" y muy frecuentemente en Güirima, en la temporada de invierno, cuando centenares de animales se encontraban reducidos por las aguas, invernando a orillas del Río Arauca en el pintoresco Médano de Güirima, muy cerca de las Selvas de Guayana, solamente separado por el majestuoso Río Orinoco, en el Sector de Boca Arauca.
A todo esto se agregaba el flagelo de las enfermedades, el paludismo o malaria y la parasitosis. De nada valía el hecho de que hubieran alimentos en abundancia, si los niños y adultos no eran desparasitados, o no se encontraba a tiempo la pastilla de quinina y se aplicaban los medicamentos preventivos, corno actualmente se hace.
Los niños enfermos y macilentos por las fiebres palúdicas diarias o terciarias, la sudaban con una infusión del arbusto llamado flor de palotal y, a pesar de todo, trabajaban duramente, como si disfrutaran de buena salud.
Todas estas vivencias jamás las olvidó Doña Ana y a pesar de tener todavía el recuerdo mus fresco, prefiere olvidarlos y seguir adelante con sus hijos, visitando nuevos lugares adonde el sistema de vida los había llevado buscando el triunfo y la realización personal. Algunos como educadores y, otros, en diferentes profesiones, la llevaron a recorrer sus hogares para brindarles el mismo amor y dedicación que siempre acostumbro a brindarles cuando todos juntos compartían la vida dura del campo.
Al correr de los años, los hijos se van dispersando poco a poco, todos van en busca de su propio porvenir con la esperanza de alcanzar el éxito s no defraudar las ilusiones de esa maravillosa madre, que los impulsa a seguir adelante, siempre adelante, sin mirar jamás hacia atrás, levantándose siempre después de algún tropiezo.
Como lo hizo Elba, que tuvo que hacer el bachillerato entre Apure s San Juan de Los Morros: luego, irse a Caracas y estudiar en un colegio de Estudios Técnicos. Después de un año, se traslada para Mérida, donde, al fin, se gradúa de bachiller. Entra a la universidad para estudiar Farmacia y tiene que cambiarse para la Facultad de Humanidades, donde se gradúa en Letras. Toda una odisea llena de perseverancia para lograr un merecido titulo.
También Raúl se ha destacado en su profesión. Fue becado por el Ministerio de Educación y viajo por Europa, donde visitó varios países, ampliando sus conocimientos, para, al regresar difundirlos en el Instituto Universitario Pedagógico de Barquisimeto, haciendo que sus alumnos aprendieran a concebir metas y a realizarlas.
CAPITULO VI
Un largo peregrinar
Doña Ana empezó por Maracay, visitando a su hijo Manuel Felipe que estudiaba en "El Mácaro", Turmero, y en las Delicias, visita a su pariente la Sra. Carmen Marchena de Botello, en el Estado Aragua.
Luego de graduado. Manuel Felipe se residencia en Villa de Cura, donde se inicia como Maestro en el Grupo Escolar "Arimides Rojas". Allí es detenido y llevado preso por la temible Seguridad Nacional, la policía represiva del dictador Marcos Pérez Jiménez.
Al quedar libre, Manuel Felipe se residencia en San Juan de Los Morros. Donde vive desde 1.951 hasta 1.956. Trabaja en el Instituto Privado "Escuela Guarico" y Doña Ana aprovecha la oportunidad de residenciarse con él y con sus hijas Audelina y Elba.
Elba y su Nieta Carmen Castillo, la hija mayor de Rosario, llamada familiarmente "la suta", se inscriben en el Liceo "German Roscio".
Se casa Manuel Felipe con Carmen Clotilde y- por razones de política, se muda, en 1 956, para Roblecito. Comienza como docente en la escuela privada de la S.A.Petrolera "Las Mercedes", El 4 de septiembre de 1.957 nace, su primera hija, Nancy Clotilde, que, al transcurrir de los años, se gradúa de abogado.
Cuando Manuel Felipe se muda de San Juan de Los Morros, ella decide fijar su residencia en Mérida, donde Raúl Agapito, ya graduado de Profesor en el Instituto Pedagógico de Caracas, había empezado a trabajar en el Liceo, "Libertador".
Allí forma de nuevo otro intimo núcleo familiar, integrado por su hija María con Julio Cesar y Miriam Margarita, la inseparable Audelina y casi una docena de nietos de sus hijos mayores.
De Rosario tenia a Carmen Dolores, que estudiaba Farmacia; de Hernán a Nelgar, estudiante de Arquitectura: Nelson, Bioanálisis Carlos, Medicina. Todos se graduaron posteriormente, distinguiéndose en sus profesiones. También estaban las dos hijas mayores de Manuel Felipe, que ella habla criado desde chiquiticas. Carmen Romelia e Irma Adalgiza y más tarde, cuidó de la bebé Naney Clotilde, hija de Manuel y Clotilde.
Al irse Raúl becado para Europa. Doña Ana se va para Valencia, donde vivió algún tiempo en El Trigal. Después. Manuel Felipe le compro un apartamento en la Isabelica- en el Apartamento Nº 00-06, ubicado en la planta baja del bloque: 88. Edificio 003, tipo 402, sector UD-13 con la finalidad de que pasara el resto de sus días tranquila. A pesar de aprovecharle el clima, encontrarse cerca de varias de sus hijas y nietas, tener magnificas amistades y que sus hijos la visitaran con frecuencia, en especial Manuel Felipe, que en todo momento se preocupó por su bienestar, decidió mudarse. Pero, antes de hacerlo se, compró un terreno para su tumba en el "Jardín de Los Recuerdos".
Antes de 1.980, se residencia definitivamente en Cabudare, cercana a la ciudad de Barquisimeto, donde muere a la edad de 86 años.
CAPITULO VII
Doñana y su larga vida octogenaria
Doña Ana disfruto de una larga vida llegando a ser octogenaria y en sus prolongados años longevos, tenía una privilegiada memoria y una inmejorable vista para leer, coser, y tejer, sin necesidad del auxilio de los lentes, que la acompañaría hasta los últimos momentos de su existencia.
Gozaba de un completo bienestar físico, moral y social. Era de las personas que, no solamente añaden años a la vida, sino que añadía vida a los años. Siempre mantuvo su férrea perseverancia y su fe cristiana, porque nunca dejó sus rezos, ni de día, ni de noche.
Le encantaba escribir en un género epistolar. En sus cartas siempre iban incluidos sus consejos y preocupaciones y, algunas veces, oraciones escritas a mano junto con alguna crucecita.
Le agradaba escribir en su diario todo lo que acontecía, fuera bueno o malo. Incluyendo el lugar y la fecha. Dejó muchísimas cartas escritas a los hijos y nietos, sin olvidar a los parientes y amistades. Seria mus grato que sus descendientes hicieran un análisis de este género epistolar y lo pusieran en práctica. También le agradaba conservar sus fotografías las cuales conservaba con mucho cariño.
Una que guardaba con mucho orgullo era la del día en que se gradúo de Arquitecto su nieto Julio César Castillo Rodríguez en la Universidad de Mérida y él le colocó su medalla de graduación.
Sobrevivió a muchos de sus parientes y coetáneos por gozar de una espléndida salud, ya que la mayoría falleció muchos años atrás, entre ellos: sus tíos María del Rosario de García y Don Dionisio Sánchez, que la criaron: sus parientes cercanas, las hermanas Maica Cortés: su único hermano, Hernán Cortés, y su esposo. Don Agapito Rodríguez Camacho que, en la década del cincuenta, comenzó a resentirse de su salud, ya que toda su vida la dedicó al más rudo y duro trabajo del llano sin hacerse, en toda su existencia, el más elemental examen o chequeo médico. No tuvo especial cuidado en su alimentación, ya que comía lo que fuera sin importarle si le pudiera caer mal.
Por muy fuerte que fuera su organismo, era de esperarse de que, ya sexagenario, comenzaran los achaques y dolencias.
Don Agapito comienza a sentir trastornos cardíacos y tiene que abandonar sus ya decaídos hatos donde, prácticamente, lo que quedaba eran las viejas estructuras de las casas y las majadas, construidas por él y su familia con el largo y tenaz luchar. Su hijo mayor, Hernán, viéndolo enfermo- se lo trae de su hato de Guirima, a San Juan de Payara, donde vive para aquel momento. Pero al ver que no tenía mejoría a pesar de su atención médica y los tratamientos, lo trasladan a la ciudad de Mérida, al lado de su esposa y de su hija María, que trabajaba como enfermera.
A pesar del cuidado recibido y de haber sido auscultado por los mejores médicos, no reaccionó favorablemente. Por el contrario, cada día que pasaba, se encontraba más decaído. Ya no quiere tomar las medicinas, ni le provoca comer.
Un día exclamó:
– ¡Por favor, llévenme de regreso para San Fernando, desde ahí quiero partir de este mundo…!
Es de suponer que un llanero del bajo Apure, quien nunca ha vivido en los Andes y llega en esas condiciones, difícilmente se puede adaptar a ese ambiente de ciudad: mucho menos, a sus paisajes, totalmente diferentes a las inmensas llanuras, donde se puede correr tan libremente como el viento.
Don Agapito, cuando se asomaba a los balcones, sólo podía ver las: casas coloniales, las ventanas de los edificios, las clínicas, los hospitales, la gente tan activa que iba y venía. Si miraba hacia las montañas, las encontraba cubiertas de neblina y el pico "Espejo" y "El Bolívar",- vestidos con su nieve eterna; algo muy distinto a lo que siempre había visto en el llano. Sabanas de horizontes infinitos y su espejismo, que no encandila como el reflejo de la nueve, en la lejanía. Más agradable era ver el inmenso caudal de agua de los grandes ríos de la llanura: el Arauca, Cunaviche, Capanaparo y Cinaruco, sin olvidar nuestro maravilloso Orinoco.
Para complacerlo, lo llevan de nuevo para Apure, donde muere a los dos ó tres días de su llegada, recordando, en su delirio, las faenas del llano. Sus hijos lo observan todo impresionado y deciden buscar a un sacerdote.
Foto tomado a Doña Ana el día que se graduó de Arquitecto su nieto Julio César Castillo Rodriguez, en la Universidad de Mérida el 19 de Enero de 1979.
El sacerdote se queda un rato a solas con él y le administra la extremaunción y, por obra y gracia del Señor. Don Agapito, que momentos antes se encontraba delirando, se fue quedando muy quieto, hasta el punto de impresionara los presentes. A las nueve de la mañana del 12 de marzo de 1.959, muere, con la gran tranquilidad que había llegado a su alma, después de un profundo suspiro, a la edad de 70 años, porque él había nacido en 1.889.
Hablando de Ana del Socorro y Hernán, se puede decir que casi toda su vida estuvieron juntos o, al menos, cada uno en su casa, siendo buenos vecinos, así sucedió durante todo el tiempo que vivió Doña Ana en el campo, luego en Mérida y Achaguas, donde vivía Manuel Felipe y por último, en San Fernando de Apure.
Don Hernán Cortés, nació en San Fernando de Apure el 31 de enero de 1.899. Era cabellos castaños, ojos pardos; de 1.59 m. de estatura. El 15 de junio de 1.944 contrajo matrimonio, en San Fernando, con la Señora Emma Graciela Cordero, con la cual tuvo a Hernán Virgilio, el 29 de noviembre de 1.945, Ana María, el lo de diciembre de 1 949: Adonis Rafael, el 22 de noviembre de 1,950 Emma del Rosario, el 6 de octubre de 1.952 y Trina Esmilca el 3 de enero de 1.954.
En su juventud, tuvo un hijo en la Señora Felicita Rodríguez, que llevó por nombre Visitación Rodríguez y, en la Señora Victoria González, a María Nina González, nacidos en el hato de Cabuyare, propiedad de Don Dionisio Sánchez.
Estando Doña Ana en la ciudad de Mérida. Don Hernán vivió una larga temporada al lado de su hermana. Allí trabajó y pone a sus hijos en la escuela. Como su sobrino Manuel Felipe estaba de Director de la Escuela Granja Achaguas, internó por un tiempo a sus hijos mayores en esa institución y decidió residenciarse en esa población, para estar cerca de ellos.
Don Hernán era sumamente amoroso con sus hijos y se preocupó mucho por ellos.
Cuando vivía en San Fernando se enfermó y su hermana lo llevó para su antigua casa de "El Drago". Su sobrino, que se encuentra en el interior del estado, es llamado de urgencia. A su llegada, lo saluda. Don Hernán, a pesar de estar tan mal lo reconoce.
Su sobrino le pregunta: ¿Cómo se siente tío? Y él respondió:
Mejor que antes.
Al oír esta respuesta, todos los presentes se sienten sorprendidos, menos su sobrino, que lo conoce muy bien. El recordaba que su tío solía decir a menudo, con aquel carácter agriado que por lo regular tenía:
"Mejor debe ser estar muerto que vivo o vivir allá, en el otro mundo"
Don Hernán entra en agonía y, a las pocas horas de haber tenido aquel dialogo, muere, antes del amanecer del día 26 de febrero de 1.967
Doña Ana, con aquella entereza que siempre la caracterizó, estuvo atenta en todo cuanto le aconteció a su hermano y así, lo protege y ayuda hasta su última partida.
Ella notó que la gente de su entorno familiar, en su mayoría ha partido y están partiendo para el más allá; no solamente sus ascendientes, sino, también, sus coetáneos, o sea, las personas que han vivido con ella en aquellos buenos tiempos, y hasta más jóvenes que ella misma. Ha visto morir, de sus ascendientes directos, a: Doña María del Rosario, en su propia casa de "El Drago", y a Dionisio Sánchez que la criaron: incluso a Doña Rosa Rodríguez, la esposa de su tío Dionisio.
Años después, murieron Juliancito, Rosario, hija e Isabel García Sánchez, hijas de su tía María del Rosario y Don Julián.
Y, de los Maicas Cortés: Julián, Ana Luisa, Chacha, Barbarita, Nieves y Elena.
De los Rodríguez, murieron Doña Ceferina, su suegra, Don Lorenzo, su suegro, y sus cuñados José Tomás, Narciso, Marta, Francisco, conocido como Pancho. Aniceto y Héctor Segundo.
Es posible que, desde muy tierna edad. Doña Ana se haya dado cuenta de que, desde su infancia, su gente vive hoy y, mañana muere inesperadamente, Por eso, sus vivencias son muchas, ya que, en ese sentido, ha tenido muchas experiencias con sus familiares muy queridos y, mucho más profundas y dolorosas, con sus hijos: José Lorenzo. Carmen Rosalía y Carmen Ramona.
Aprendió a templar su espíritu con el calor de sus lagrimas y fundir sus sentimientos en el palpitar de su noble corazón, manteniendo la resignación más estoica, con la fe puesta siempre en el señor, simbolizado en sus altares por la cruz del calvario, porque ella también tuvo su Vía Crucis al principio de su promisora vida. Gracias a su sólida formación moral y religiosa, supo hacerle frente a las situaciones y adversidades de su vida con mucha entereza y sensatez. Mientras más difícil era la situación, más se aferraba a su fe cristiana.
En su altar, reza a toda hora, puede ser de día o de noche. Dice que lo hace para cumplir las promesas que ha hecho desde hace diez o más años y, también, por los vivos y los muertos.
Entre su familia, ejerce una autoridad matriarcal, no solamente por la sencillez y preponderancia que tiene sobre los suyos sino, más que todo, por la autoridad, respeto y consideración de que goza. La bendición que imparte Doña Ana a sus hijos, nietos y bisnietos, es de un autentico carisma matriarcal.
CAPITULO VIII
De la ciudad de los crepúsculos al jardín de los recuerdos
El año de 1.982, fue un nuevo año para Doña Ana, lleno de entusiasmo, felicidad y alegría. Desde el mismo momento en que comenzaron a repicar las campanas en la iglesia de Cabudare y la catedral de Barquisimeto, con la salutación de las Felices Pascuas y el Feliz Año Nuevo, entre su numerosa familia y, amistades, recibió este nuevo amanecer del l Enero de 1.982, en el transcurso del cual cumpliría 86 años de feliz existencia el 16 de septiembre. Desde hacía muchos años vivía con su consciencia tranquila, feliz y contenta de sus hijos por haber consolidado su formación de hombres y, mujeres útiles a la Patria, como otrora lo había soñado fervorosamente. Solo le restaba, por ahora, recibir de cada uno de ellos parte de sus frutos cosechados, tanto en lo material, como en lo moral, con especial mención de ese afecto amoroso que debe profesar todo buen hijo a sus padres.
En Cabudare, en el edificio "A", Apartamento "A-1", Planta Baja. Urbanización "El Palmar", vive Doña Ana, con sus nietos los "morochos" y su inseparable hija Audelina, quien los crío.
En el apartamento contiguo al suyo, propiedad de su sobrino, vive su hija María con su hijo Cesar, arquitecto, con su esposa Silvina y sus hijos Julito, Carina, Carolina, y el pequeño Yimi.
En Barquisimeto está residenciado en su casa quinta el Profesor Raúl Rodríguez con su esposa Elfí.
A pesar de que viven cerca, mantienen conversaciones telefónicas todos los días con sus hijos, que se encuentran lejos. Las visitas de las amistades, hijos y nietos son muy frecuentes porque ella no viaja como solía hacerlo, dada a su avanzada edad.
Los fines de semana y en las vacaciones cortas y largas, su apartamento se comercia en un lugar favorito para los reencuentros familiares. Doña Ana solía decir: "Pónganse de acuerdo para visitarme, porque no es posible que venga, a la vez, tanta gente".
El último reencuentro fue en agosto. En esta oportunidad, parecía una "feria familiar", porque hubo de todo: comidas especiales, brindis, música, reuniones familiares, fotografías, cuentos en los que ella hizo gala de su inmemorable memoria. Los visitantes aprovecharon la oportunidad de visitar los sitios más importante de Cabudare; Barquisimeto, ocasión que aprovechó para hacer algunos regalitos y dar algunos recuerdos a sus visitantes e hijos.
Le regaló a Manuel Felipe su fotografía en blanco y negro que tenía al dorso la siguiente leyenda: "Calle 29 E, 04. Av. Lora, final Cruz Verde. Mérida.
06/03/81 Fue un recuerdo especial, y le dijo: "Para que lo conserves como un recuerdo de tu madre, a lo mejor va a ser el ultimo regalo que te hago"
Después de esa larga visita que duró varios días, cuando se iban de regreso a sus hogares, algunos prometieron regresar en las próximas Navidades que noestaban muy lejos.
Foto tomada a Doña Ana, ya octogenaria por su nieto el Arq. Julio Cesar Rodríguez, en la ciudad de Barquisimeto, en los años de la década del 80. Cortesía de mi hija Juvic Maboly.
Estimulada por aquel emotivo reencuentro familiar y con las promesas de regresar para la Navidad, comenzó, en el mes de Noviembre, a comprar sus regalitos y motivos navideños.
El sábado 27 de Noviembre, cerca de las cuatro de la tarde, aprovechando que sus hijas María y Audelina andaban de visita y sus nietos Elvar y Carlos jugaban algo alejados del apartamento, se fue a su habitación para rezar como era su costumbre. Su nieto Carlos, que jugaba muy animado con su hermano y sus amiguitos del sector, comenzó a oír que su abuela lo llamaba. De pronto lo invadió el nerviosismo y salió corriendo para el apartamento llamando a su abuelita, observando que no le respondía, entro a su cuarto y la vio con una toallita sobre la cara. Continuó llamándola y, al ver que no respondía, comenzó a tocarle los pies y las piernas encontrando que estaban demasiado frías y sudorosas.
El niño insistía: Abuelita usted si está bien dormida: ¿Cómo es eso? Si hace un momento me estabas llamando…?
Pero al notar que no le respondía, le quitó la toallita que tenía sobre el rostro. Comenzó a moverla para ver si se despertaba, pero, al no despertarse, corrió a la casa de la vecina más cercana le dijo:
– Mi abuelita no se despierta.
Al momento vino la vecina y al observarla, le dijo:
– Mi amor, tu abuelita está muerta.
Doña Ana murió como una buena cristiana. Su pieza era un santuario y, como "Legionaria de María", murió con el rosario entre sus manos, el padre nuestro en su mente y el credo en el corazón. Ella estaba preparada para partir al, más allá y lo hizo sin padecimiento, dolencia, delirio o agonía….
En el momento de su muerte, no tuvo asistencia médica. El Dr. Franklin Augusto Majano Sánchez le hace el examen post monten y, asienta en el Certificado de Defunción: "Considero que los hallazgos síntomas principales fueron: dolor en el pecho con irradiación a brazo izquierdo y palpitación. Paro cardíaco, respiratorio, debido a infarto al miocardio.
La infausta noticia muy pronto se convirtió en reguero de pólvora. Corrió a todo largo y ancho del país y centenares de familiares se pusieron en camino hacia la ciudad de Barquisimeto por diferentes vías. Su hijo el Prof. Raúl, residenciado en esta ciudad contrató los servicios de la "Funeraria El Cristo" en la sala velatoria se encontraba el cuerpo exánime de la honorable Doña Ana. Allí sus familiares y amigos fueron a rendirle su último homenaje de amor y dolor.
Al siguiente día. 28 de noviembre del año 82; partía una larga caravana de vehículos desde "La ciudad de los crepúsculos" al Jardín de los recuerdos, en Valencia, sitio en el que ella había comprado un puesto para su tumba. Luego de los oficios religiosos en la capilla del "Jardín de los recuerdos", en medio de un triste atardecer, con un pálido sol que simbolizaba el ocaso de su vida terrenal, se le dio cristiana sepultura, bajo una lluvia de fragantes y coloridas flores lanzadas sobre su tumba en un coro de llantos por sus deudos y amigos.
Sus hijos, conmovidos por aquel acto fúnebre, tomaron la palabra uno tras otro, haciendo resaltar las virtudes de aquella "Madre Excepcional".
De esta madre noble y generosa,
que acaricia con ternura en su regazo,
a un niño que para ella
no tiene ningún color,
ni credo, ni posición.
MADRE noble y generosa,
que ríe frente a la alegría,
y llora junto al dolor;
y que lo mismo le da,
ser rica o pordiosera,
con tal este junto a su hijo,
dándole amor y calor.
Fragmento de un poema escritoa mi hija Anny Nanibellyal cumplir diez añosDedicado a todos los niños de Venezuelay a las Madres en su día.Fundo Santa Ana 12 de Mayo de 1.985
Toda la vida de Doña Ana estuvo llena de inquietudes, problemas, lucha y un envidiable optimismo, ya que no se rendía jamás y logró su meta.
Darles una buena EDUCACIÓN a todos sus hijos. Gracias, madre.
PLEGARIA:
Que este testimonio de veneración
por mi MADRE se convierta en la mejor
"Plegaria de Oración" , dirigida al señor,
invocando el eterno descanso de su alma,
lo que ha de tener ya merecido en ese
Santo Reino de los justos…
Antes de cerrar estas páginas, dedicadas a mi inolvidable y, honorable Madre, aspiro, con este noble gesto, no a convertirme en un símbolo del "amor filial", pero si a aportar un granito de arena en estos tiempos. Apocalípticos, en que las Sagradas Escrituras predican que: "El padre estará dividido contra el hijo y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera, la nuera contra su suegra"
El día viernes 27 de Noviembre de 1992, en que tú. Madre, Cumplías diez años de haber fallecido, 27/11/82 al 27/11/92, te prometí escribir acerca de tu vida ejemplar. En el transcurso de un año. 27/11/92 al 27/11/93, lo hice todas las madrugadas. Después de las tres, me levantaba religiosamente a escribir y confieso que sentía que tú misma me ayudabas en esta ardua tarea…
Madre, te cumplí, como buen hijo, lo que te había prometido…
De tu hijo que cada día predica y practica "El honrar a sus PADRES"
Manuel Felipe Rodríguez Cortés
Le regaló a su hijo Manuel Felipe su Fotografía en blanco y negro que unía al dorso la siguiente leyenda: Calle 29 E, 07-04, Av. Lora, final Cruz Verde. Mérida, 06/03/81-. Fue un recuerdo especial, y le dijo: Para que lo conserves como un recuerdo de tu madre, a lo mejor va a ser el último regalo que te hago.
Don Dionisio Sánchez
Hijo de Dionisio Sánchez de María del Rosario de Sánchez
De izquierda a derecha: un pariente de Doña Ana, Gilberto Porras (hoy Abogado la Sra. Sotera Rumbos de Botello (Madre del ilustre Educador Don Pablo Botello Rumbos). Doña Ana y su nieta Carmen Castillo Rodríguez (hoy Farmaceuta) Doña Ana estaba de visita en la ciudad de Maracay, cuando su hijo Manuel Felipe estudiaba en la Normal Rural "El Mácaro".
Maracay 11 de Junio de 1.949.
Foto tomada a "Don José Lorenzo Rodríguez en los años de la década de los cuarenta: quien junto con Ceferina Camacho en los "medanos" (en su juventud fue cortador de leña verde en la costa de apure y boca Arauca para los barcos a vapor, que surcaban estos grandes ríos"
Foto tomada por Manuel Felipe el 30/08/49 en el Médano denominado Santa Bárbara ( Los Médanos) donde fue sepultado Don José Lorenzo Rodríguez al fondo y de primero con sombrero de corcho: Ángel Guerrero, "Doña Ana", en el medio gente a la tumba de Don José Lorenzo, su esposa "DOÑA CEFERINA" viejecita de casi 100 años, ROSA su hija MARTA DE GUERRERO, Rosa Rodríguez, Don Roso, una nietecita y por íntimo Audelina Rodríguez hija de "Doña Ana"
Santa iglesia parroquial, cuya construcción fue iniciada hacia 1.850, según el Dr. Diego Eugenio Chacón. En la noche del 15 de diciembre de 1.875, fúe inaugurada la nave central con el propósito de celebrar en la siguiente madrugada la primera misa de aquellas Navidades.
En este sagrado templo se congrego Doña Ana religiosamente durante la década del cuarenta, mientras sus hijos estudiaban educación primaria y aparte de la secundaria.
PROF. MANUEL RODRIGUEZ CORTES.
Miembro de la Asociación de Escritores de Apure (Afiliado a la Federación de Asociación de Escritores de Venezuela). Recibiendo su "Certificado de Estudio" de Perfeccionamiento Para Supervisores Rurales. Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio.
Caracas, 16 de Mayo de 1.969.
AGRADECIMIENTOS:
A la Lic. Elba Rodríguez Cortés, por haber sido ella, la primera persona encargada del estilo y composición de este trabajo, hasta hacerlo llegar al Dr. y Poeta Adelis León Guevara, en 1.994, cuando residía en la Ciudad de México.
Y quiso el destino, que al llegar este trabajo publicado el 09-07-97, no logré comunicarme con ella, a fin de darle una información y ponernos de acuerdo para el bautizo del Libro; recibiendo el día jueves 14-08.97, por la noche la infausta noticia de su muerte; de todas maneras el Libro fue bautizado por un sacerdote, frente su cadáver en la mañana del día sábado 16-08-97, en la Capilla del Cementerio Parque Jardines La Inmaculada en la Ciudad de Mérida.
Al Dr., y Poeta Adelis León Guevara, por haberse dignado leer las "MEMORIAS DE DOÑANA", durante su estadía (1.994), en la Ciudad de México, y hacer tan acertadas correcciones, escribir un bello prólogo de elevada inspiración y númen poético.
Adelis León Guevara, no sabe la gran deuda que tengo contraída con él y junto conmigo toda mi familia. Así mismo es oportuna la ocasión para manifestarle, la gran aflicción que me embarga la inesperada desaparición de mi hermana Elba (su condiscípula); pues ella fue con él y mi apreciado Ingeniero Joseíto Uviedo, pilar fundamental tanto en la escritura, como se puede pagar una deuda así contraída pues seguiré siendo deudor de usted, a lo largo de toda mi vida…
Al ingeniero José Gregorio Uviedo, gran parte de mis trabajos publicados y valiosas obras literarias de mi biblioteca se lo debo a usted , quien desinteresadamente lo ha hecho, gesto este que todo el tiempo le he agradecido y seguiré agradeciendo; pero la publicación del trabajo de mi madre "MEMORIAS DE DOÑANA", tiene para mí una significación especial, pues me toco hacerlo en momentos en el que el país vive una gran crisis de todo orden, tropezando con muchos inconvenientes con especial mención lo económico. Esto me obligó a hacerle una gran molestia, que no hubiera querido hacerle, hasta el día sábado 18 de mayo de 1996, que me dirigí a usted a través de una correspondencia, exponiéndole mis razones, no sin antes saber que le estaba pidiendo un favor salido de lo común en nuestra vieja, sincera y larga amistad, asabienda además de la aceptación de su parte, seguro también del sacrificio hecho para lograr semejante exigencia.
Solo me resta pedir al SEÑOR, en esta ferviente plegaria, que le siga iluminando, para siempre su actuación y éxito profesional, con su bondadoso espíritu hasta ahora demostrado como hijo, hermano y buen amigo: y que lo mantenga alejado del dolor y tristeza…
DEDICATORIA
Autor:
Prof. Manuel Rodriguez Cortes
MAYO 1.997
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