La ética científica de la clonación y su impacto social (página 2)
Enviado por Dr. MVZ. Wilfredo L�pez Salcedo
Los progresos del conocimiento y los consiguientes avances de la técnica en el campo de la biología molecular, la genética y la fecundación artificial han hecho posibles, desde hace tiempo, la experimentación y la realización de clonaciones en el ámbito vegetal y animal. Por lo que atañe al reino animal se ha tratado, desde los años treinta, de experimentos de producción de individuos idénticos, obtenidos por escisión gemelar artificial, modalidad que impropiamente se puede definir como clonación. La práctica de la escisión gemelar en campo zootécnico se está difundiendo en los establos experimentales como incentivo a la producción múltipla de dados ejemplares seleccionados (Zimmer, 2004).
El autor anterior refiere que en el año 1993 Jerry Hall y Robert Stilmann, de la George Washington University, divulgaron datos relativos a experimentos de escisión gemelar (splitting) de embriones humanos de 2, 4 y 8 embrioblastos, realizados por ellos mismos. Se trató de experimentos llevados a cabo sin el consentimiento previo del Comité ético competente y publicados -según los autores- para avivar la discusión ética. Sin embargo, la noticia dada por la revista Nature -en su número del 27 de febrero de 1997- del nacimiento de la oveja Dolly, llevado a cabo por los científicos escoceses Jan Vilmut y K.H.S. Campbell con sus colaboradores del Roslin Institute de Edimburgo, ha sacudido la opinión pública de modo excepcional y ha provocado declaraciones de comités y de autoridades nacionales e internacionales, por ser un hecho nuevo, considerado desconcertante. La novedad del hecho es doble. En primer lugar, porque se trata no de una escisión gemelar, sino de una novedad radical definida como clonación, es decir, de una reproducción asexual y agámica encaminada a producir individuos biológicamente iguales al individuo adulto que proporciona el patrimonio genético nuclear. En segundo lugar, porque, hasta ahora, la clonación propiamente dicha se consideraba imposible. Se creía que el DNA de las células somáticas de los animales superiores, al haber sufrido ya el imprinting de la diferenciación, no podía en adelante recuperar su completa potencialidad original y, por consiguiente, la capacidad de guiar el desarrollo de un nuevo individuo
Objetivos de la clonación
Haremos referencia a diferentes objetivos que se persigue con la clonación, según Ferrera (2004)
El argumento clínico: Combatir la esterilidad. La clonación debería ser vista como un proceder alternativo a las técnicas de reproducción asistida. Así piensan algunos. Este sería el caso de la esterilidad del varón, esposo o no, de la futura madre. Esta, en vez de ser fecundada con esperma heterólogo o de ser sometida a FIVET con esperma heterólogo, podría ser sometida a clonación mediante la transferencia a su ovocito del material nuclear de una célula somática del padre
A las parejas que no pueden tener hijos por causas «no patológicas» (patologías tratables), se les ofrece esta forma de obtenerlos. En esto, el análisis ético es igual para todos los métodos. Se obtiene un ser humano que satisface una necesidad de una pareja, convirtiéndolo en elemento terapéutico. Se argumenta a favor que ya ocurre en la adopción. La adopción no es imperativo ético para dotar de hijos a las parejas que no pueden tenerlos, sino que para dar padres a hijos que los han perdido, y padres que ya tengan hijos para garantizar la crianza del adoptado. Al usar a un ser humano para satisfacer necesidades de otros se dio un salto ético irreversible (Valenzuela, 2005).
Otra circunstancia ética médica grave es que la reproducción asistida (RA) por FIV o ICSI no soluciona causalmente la infertilidad, es una «intervención sintomática» que usa a una persona y no contribuye a conocer sus causas. Si estas causas son genéticas, la RA disemina los genes de infertilidad en la población (Valenzuela, 2003) y el equipo que la realiza no se responsabiliza públicamente. La asignación de bondad o maldad de estas acciones y de sus consecuencias dependen del marco ideológico-religioso (fe) que se tenga. La ética filosófica que depende de la racionalidad no puede asignar bondad o maldad a estos elementos, por lo que es impotente.
El argumento eugenésico. Se trata aquí de evitar el riesgo de una enfermedad hereditaria, contenido en la lotería de la recombinación sexual. Por ejemplo, evitar enfermedades graves ligadas al cromosoma X (la hemofilia, el síndrome del cromosoma X que proporciona subnormalidad a los varones, etc.). La clonación basada en los argumentos clínico y eugenésico es denominada por algunos como "clonación reproductiva", para distinguirla de la "no-reproductiva", limitada a la fase in vitro.
El argumento libertario. Se trata aquí de especificaciones aparentemente más especulativas y fantasiosas -pero no menos posible en el tiempo- que pueden o podrían representar, dentro de unos años, el fundamento último de la intención de alguno de los agentes responsables. La elección del sexo. Elegir el sexo del hijo por venir. Aquí falta el argumento eugenésico y prima el capricho de los padres por dominar el sexo de su futuro hijo: Quiero una niña, quiero un niño. Si de una transferencia nuclear se trata, el sexo es el de la persona que proporciona el núcleo somático: varón si es varón, hembra si es hembra. Si de una mujer se trata, el problema aún se complicaría más: teóricamente una mujer podría concebir artificialmente de otra mujer. Quedaría abierta, así, la maternidad entre lesbianas.
El argumento de la excelencia. Algunas parejas imaginativas, aunque no frívolas, podrían argumentar: -y ya que nuestro hijo no será tuyo (padre canceroso) y yo (la madre) deseo tener un hijo, elijámoslo entre aquellos con un pedigree de excelencia (hijo biológico de un famoso admirado, de un fallecido muy querido, de un sabio, etc.). La autorréplica: ¿Y por qué yo, lesbiana y en la proximidad de mi menopausia, no puedo ser madre de una hija que es fruto de mi ovocito y resultado de la transferencia de mi propio material nuclear desde una de mis células somáticas? Un argumento especulativo y fantasioso, pero ¿imposible?
Otro conjunto de objetivos según (Ferrera, 2004) se centra en el argumento científico o profesional, el cual tiene mucha importancia.
Por ejemplo, el argumento de la libertad de investigación. Como ha destacado Romeo Casabona "la libertad científica tiene como soporte irrenunciable la libertad de investigación, concebida como derecho a la creación y a la producción científicas, con el cual se atiende de forma primaria a los intereses del investigador, pero también a los colectivos de promover el progreso científico por los beneficios generales que pueden proporcionarse a la sociedad".. Este criterio es interpretado por los partidarios de la libertad absoluta como que la ciencia o el progreso científico no deben someterse al juicio ético: la ciencia, según esta errónea perspectiva, se justifica a sí misma, va más allá de la ética.
Desligo del anterior el argumento económico, que tantas veces determina a las mentes indecisas. La clonación podría constituir una fuente de riqueza y atraer a algunos que, sin participar típicamente del argumento espúreo, sí se ven movidos por el dinero.
Es obvio que las consecuencias o los efectos secundarios u objetivos que hemos detallado están presentes en la intención, igual en el médico como en el político, lo que confiere a la decisión de clonar de una severa responsabilidad. Para hacer más sistemático este abordaje consideramos aleatoriamente dos tipos de consecuencias (Macia, 2005):
1) Consecuencias de valor positivo
2) 2) Consecuencias de valor negativo.
Consecuencias de valor positivo o "beneficentes":
La resolución de una gestación problemática -del tipo de la aludida hemofilia o de la evitación de un hijo subnormal en el caso del "síndrome del cromosoma frágil" – y otros similares- podría constituir otro efecto de resultados gratificadores para el matrimonio con fertilidad conflictiva. La clonación ha promovido a un gran debate intelectual y ético sobre el embrión y su estatuto ontológico. También sobre el concepto de persona. Pues bien, este debate puede contribuir poderosamente a una reflexión ética sobre el principio de la vida, que hasta este momento no ofrece un acuerdo universal satisfactorio.
Una consecuencia positiva, para algunos, es la posibilidad de generar órganos, vísceras o tejidos a partir de células totipotentes desde embriones clonados. Se trataría de una utilidad terapéutica de gran ambición, a partir de la denominada "clonación no-reproductiva. El embrión moriría, pero sus vísceras podrían salvar personas.
El autor antes mencionado, se encuentra en correspondencia con lo planteado por Hernández (2005) quien hace referencia a los beneficios que traería la obtención, no ya de personas nuevas, sino de tejidos humanos para transplantes, obtenidos de células madre o primordiales, es decir, todavía no especializadas. Pero la ciencia necesita investigar para poder dar el precioso fruto que tantas personas esperan para poder seguir viviendo: un órgano. ¿Cuál es la clave de la discusión? La persona humana y su dignidad… en la cual está incluída la calidad de la vida. Según la posición de la Iglesia Católica y de no pocos sectores de la comunidad internacional, desde el momento de la fecundación un embrión es una persona y, como tal, merece ser preservado y no puede ser objeto de manipulaciones científicas.
Consecuencias negativas o "maleficentes":
La expansión de la clonación podría conducir a riesgos más universales, que se experimentarían a largo plazo, consecuencia de la ruptura del fenómeno de la diversidad genética, que se estima una garantía -asegurada por la evolución como salvaguarda de la conservación de las especies vivas.
Hoy, sin duda, los pasos a favor de la legitimación de la clonación experimentan un amplio rechazo social e institucional.
Que la legalización y ulterior expansión de la clonación, de una cierta paternidad o maternidad "a la carta", pueda fomentar, a nivel privado, una mentalidad de consumo a nivel reproductivo -¡Este lo quiero, aquél no lo quiero! – desprotegiendo crecientemente al embrión humano de dignidad y de respeto social.
La restricción a la libertad de investigación a los científicos de la clonación podría, según algunos, constituir un peligroso precedente para el mundo de las ciencias de la vida y del comportamiento humano.
Tras la clonación asoma, hoy desdibujada mañana no sabemos, la amenaza de la eugenesia. Porque el argumento de la excelencia posee su sentido y podría conducir de nuevo a una funesta mentalidad eugenésica. Primero sería la clonación reproductiva, después la clonación reparativa, luego la clonación de la excelencia y finalmente la clonación libre. Y en la sociedad la legitimación del "niño a la carta". Tal manipulación de la vida reduciría el "valor" de la persona y podría minar la firmeza de sus derechos humanos.
El objeto de la acción moral: la clonación y su significado
El abordaje personalista de la ética asume la importancia de la intención del agente y de las consecuencias u objetivos inmediatos o lejanos de la acción juzgada, pero los considera insuficientes. La bioética personalista entiende que, además de la intención y las consecuencias, el juicio ético acerca de una acción concreta -en nuestro caso, la clonación- no puede prescindir de esta interrogante: la acción que juzgamos ¿afecta negativamente a la dignidad de la persona? Es decir, ¿agrede en alguna medida al ser humano, a la persona concreta que es objeto de la acción clonativa del profesional de la Medicina? En otras palabras: al actuar sobre un ovocito y manipular su genoma, trasplantando a su núcleo material nuclear de una célula somática humana ¿se agrede la dignidad del embrión humano que emerge de esa acción, que llamamos clonación? (Yanagimachi, 2003)
Por otra parte, (Yanagimachi, 2003) plantea que la persona o la dignidad de la persona no prescribe, ciertamente, la decisión ética libérrima del agente moral, pero la normativiza en su análisis racional: le especifica el bien, el camino del bien que libremente debe escoger.
Según (Valenzuela, 2001) ¿Qué es lo que falta por someter a análisis de lo hasta ahora expuesto, podemos preguntarnos? Falta hablar del objeto de nuestra manipulación técnica, y ello respondiendo a las siguientes interrogantes: ¿Qué es realmente lo que hacemos al incorporar el material genético nuclear de una célula somática a un ovocito, promoviendo a la existencia a un nuevo ser; o cuando fragmentamos delicadamente un embrión humano de 2, 3 u 8 células? Es decir, con independencia de la intención del clínico o del investigador, y de las consecuencias que se prevean, que algunas pueden ser excelentes, se trata aquí de entrar en el significado específicamente moral del objeto que se juzga, de la técnica de la clonación por sí misma, de desentrañar y juzgar el viejo finis operis de la tradición clásica. Porque en ocasiones el objeto del acto es una acción que se lleva a cabo sobre la propia corporeidad del hombre o de otro hombre, en este caso sobre la dimensión más primaria y microscópica de la corporeidad humana, sobre un zigoto. Y a este modelo de objeto acompaña siempre un significado. En el acto de clonar se trabaja sobre un embrión humano, cuyo significado es de persona y esto dota a la acción de clonar de una gravedad especial.
Pero para ello debemos reflexionar muy brevemente, lo planteado por (Otchet, 2001) sobre la cuestión que si ¿es el embrión persona?, Como era de prever, la oposición más enérgica fue la de la Iglesia Católica, que considera al embrión como un ser vivo desde la concepción.
Teniendo en consideración lo anteriormente planteado, podríamos preguntarnos: ¿La clonación es indebida?
La reacción negativa inicial de la mayoría de las personas en cuanto a la clonación humana tiene una gran importancia. La disciplina filosófica de 2.500 años de antigüedad llamada ética, y la aún más nueva denominada Bioética, toman en cuenta las respuestas emocionales de los seres humanos desarrollados normalmente cuando tratan de formular respuestas a preguntas éticas difíciles. Instintivamente, la mayoría se forma la impresión que la procreación que resulta de una expresión de amor y dentro del contexto de una familia constituye algo favorable que debería protegerse. Los individuos, en gran parte, creen que la procreación sexual no debería ser reemplazada por alguna tecnología de laboratorio. Todas las culturas cuentan con un estándar ético como el Cuarto mandamiento (Honrar Padre y Madre) o el Sexto (No Cometer Adulterio) que le dan expresión a este sentido ético básico y que entorpecen la emulación de lo que hoy llamamos valores familiares (Drane, 2002).
Este autor también plantea que, las reacciones instintivas y las antiguas normas éticas no son todo lo ético que uno esperaría, abundan los ejemplos de cambios que inicialmente causaron una reacción negativa y luego se aceptaron, puesto que producían consecuencias buenas e importantes. Por otra parte, cualquier consideración ética seria de la clonación debe tomar en consideración el hecho de que los seres humanos tienen la capacidad tanto para distinguir el bien como el mal. No se descuenta ninguna posibilidad. A medida que avanza la ciencia genética, pueden emerger muchos beneficios de la clonación. Sin embargo, incluso los beneficios objetivos pueden ser socavados por actitudes y disposiciones humanas de naturaleza negativa. Las personalidades narcisistas pueden hacer uso de la clonación para satisfacer sus almas enfermas de egocentrismo o para tramar sus propias versiones acerca de la inmoralidad. La gente envidiosa y ambiciosa usaría la clonación para obtener dinero. Los individuos enfermos por conseguir poder usarían la clonación para aumentar su dominio sobre los otros. El potencial humano por la maldad es un hecho real y no se puede dejar de lado de las consideraciones acerca de la ética de la clonación.
¿Sería demasiado ingenuo sugerir que los científicos, los teólogos y bioeticistas comiencen a trabajar en conjunto para desarrollar pautas éticas para la clonación en vez de sólo dedicarse a prohibir la totalidad de la idea? Después de todo, el fundador de la genética era un sacerdote católico, según Drane (2002), el padre Gregor Mendel descubrió los genes y su investigación en el campo de la genética aún continúa siendo válida desde ya hace 150 años. No se presentó ningún conflicto inherente en ese entonces entre la ética, la religión y la ciencia genética. La lección de Gregor Mendel consiste en que la religión y la genética no son incompatibles. En vez de reacciones sospechosas, prejuiciosas o instintivas desde una perspectiva negativa, ¿no podrían los científicos genéticos y los bioeticistas comenzar a desarrollar estándares éticos con los que la gente común se sintiera cómoda?
Ramírez (2001), tiene otra opinión acerca de la clonación, planteando que esta pervierte las relaciones fundamentales de la persona humana: la filiación, la consanguinidad, el parentesco y la paternidad o maternidad. Una mujer puede ser hermana gemela de su madre, carecer de padre biológico y ser hija de su abuelo. En efecto, esta práctica propicia un íntimo malestar en el clonado, cuya identidad psíquica corre serio peligro por la presencia real o incluso sólo virtual de su "otro". Tampoco es imaginable que pueda valer un pacto de silencio, el cual sería imposible y también inmoral, dado que el clonado fue engendrado para que se asemejara a alguien que "valía la pena" clonar y, por tanto, recaerán sobre él atenciones y expectativas no menos nefastas, que constituirán un verdadero atentado contra su subjetividad personal. Por otro lado, dicha experimentación es inmoral por la arbitraria concepción del cuerpo humano, desde el ámbito de los derechos humanos, la posible clonación humana significaría una violación de los dos principios fundamentales en los que se basan todos los derechos del hombre: el principio de igualdad entre los seres humanos y el principio de no−discriminación.
Se debe tener muy presente la alerta que hace Ramírez (2001) con respecto a que la clonación caiga en "manos equivocadas". Quien nos podría asegurar que alguna persona no cree alguna raza de "super hombres" que sean útiles para acabar con los demás seres humanos; se debe preservar la diversidad y singularidad de los hombres
La ética de la clonación con fines reproductivos
Según Lacadena (2001) plantea que clonar al ser humano en un espacio de tiempo corto es una posibilidad, existen ciertas barreras de conocimiento en las que ha de avanzar el trabajo de investigación. Clonar animales no parece un grave problema ético, pues desde el punto de vista productivo supondría tener un rebaño con unas cualidades específicas, pero muy homogénea, reduciendo la diversidad. Otro punto de vista estaría en la posibilidad de clonar animales en peligro de extinción. Pero la imaginación humana llena la clonación con miles de ideas: animales que produzcan alimentos que contengan compuestos de utilidad terapéutica (por ejemplo leche con factor VIII), animales como donantes de órganos (discutible en su aplicación práctica), obtención de modelos animales para el estudio de las enfermedades humanas, y así hasta cientos de posibilidades.
Sin embargo, expresa que respecto del hombre no hay ninguna aplicación clara en el uso de esta técnica. La imaginación nos lleva a las absurdidades del multimillonario que quiere perpetuarse en su posesión clonándose a sí mismo, claro que no le habrán contado que en realidad es como entregarle las llaves de su fortuna a un hermano gemelo nacido 70 años después que probablemente no compartirá su concepto del negocio. O clonar a bellas modelos, con el riesgo de que el público se canse de verla perpetuada a lo largo de los siglos en los anuncios. En fin, la absurdidad no tiene fin si no se para.
Lo significativo de este asunto para Lacadena (2001) es que desde el punto de vista ético se ha de respetar el derecho del ser humano. Si no hay un fin diagnóstico o terapéutico no estaría bien visto su uso. Desde luego no es una alternativa reproductiva, ya que en la actualidad existen suficientes métodos que mejoran poco a poco y que permiten tener en muchos casos un hijo sin entrar en estas implicaciones éticas, existiendo además la solución de la adopción, que en un mundo cada vez más despiadado es un acto de valentía y de amor al prójimo. Agrega que la clonación con fines reproductivos no cree que termine por realizarse con éxito, tanto por las dificultades técnicas como por las trabas legales. Pero si no hablemos de una técnica que funcione de verdad, ¿de qué estamos hablando?, la barrera legal ya es suficiente en tanto que se necesitan años de investigación y si no es posible investigar legalmente nunca llegará el día en el que en las noticias nos muestren "el primer ser humano clonado".
En estos experimentos gran parte de los embriones humanos muere o son congelados (Valenzuela, 2001), la ética científica moderada, para entender la consistencia de las decisiones, incorpora las ideologías y religiones que validan la posición ética e investiga esas visiones y valoraciones de mundo con sus supuestos. Los autores de estos trabajos o investigaciones proceden de varias ideologías y aceptan la muerte de embriones humanos que ellos causan, por lo que aceptan el supuesto que especifica como «BUENA» esa muerte. Pueden suponer que esos embriones o cigotos no son humanos y dejar la definición de ese ser al investigador o a una convención de un grupo de seres humanos «legisladores » o «determinadores» del ser humano. En el Reino Unido se aceptó que el ser humano se individua en el día 14 post-concepción al emerger el esbozo de tubo neural. Este supuesto es gnóstico o agnóstico moderado (el planteamiento considera al cerebro y mente humana como determinante de la humanidad porque co-gnosce). Es moderado pues cree que no es posible acceder a realidades
La ética de la clonación con fines terapéuticos
Aquí se plantea un nuevo debate ético según expresa (Macia, 2005) a cerca del estatuto del embrión en función de su origen. La distinción viene envuelta en la discusión de qué tipo de núcleo ha sido transferido al oocito. Muchos autores quieren que el embrión somático sea pluripotente, porque así no dejaría de entenderse como un simple cultivo celular y por lo tanto no debería de suscitar más interpretaciones éticas, pero Dolly es un ejemplo vivo de que el embrión somático es equivalente a un embrión gamético y deben de compartir el mismo estatuto de derechos. Sin embargo es más apreciada y tiene menores problemas éticos ya que se habla de un fin terapéutico, si bien deberíamos de dejar un tiempo prudencial para conocer cómo la imaginación describe usos terribles en su aplicación terapéutica.
El autor anterior refiere, que la utilización con fines terapéuticos tampoco es que vaya por un inmejorable camino. Todos los investigadores saben que la única manera posible de obtener tejidos es su interacción con el resto de tejidos del cuerpo, es decir, que solo se pueden obtener tejidos adultos desde un embrión completo y esto abre otra línea de cuestiones éticas.
Núñez (1999) plantea que no es sorprendente que a unos les preocupe más el problema de la clonación y a otros la dependencia tecnológica: todo depende desde qué sitio se aprecie la fiesta de la sociedad tecnológica. La educación en CTS persigue precisamente cultivar ese sentido de responsabilidad social de los sectores vinculados al desarrollo científico tecnológico y la innovación. En cuba no sólo hay conciencia del enorme desafío científico y tecnológico que enfrenta el mundo subdesarrollado sino que se vienen promoviendo estrategias en los campos de la economía, la educación y la política científica y tecnológica que intentan ofrecer respuestas efectivas a ese desafío. Todo eso, desde luego, necesita de marcos conceptuales renovados dentro de los cuales los enfoques CTS pueden ser de utilidad.
Por su parte Díaz (2004) hace alusión a que la tecnología moderna tiene muchas bondades, pero también es portadora de riesgos contra los cuales hay que estar prevenidos y adoptar estrategias políticas definidas para que pasen en el peor de los casos, como meras enfermedades benignas del progreso y no se truequen en fulminantes desastres mortales para la humanidad.
En gran medida el desarrollo cientifico técnico de este siglo ha sido impulsado por intereses vinculados con el afán de hegemonía mundial de las grandes potencias, a las exigencias del desarrollo industrial, así como a las pautas de consumo que se producen y se difunden desde las sociedades más avanzadas en los procesos de modernización (Nuñez, 1999).
Para terminar cito textualmente las interrogantes expresadas por Zimmer (2004)
¿Por qué cambiar el pasado y buscarles otro final?
¿Por qué no continuar con lo que aún nos queda sobre la tierra?
CONCLUSIÓN
Existe una contradicción entre el avance científico de "la clonación" y su aplicación en la sociedad. Si bien el tema es aceptado parcialmente por ciertos sectores de la sociedad, por sus bondades y aplicaciones, afirmamos que tiene sus detractores; lo interesante de este nuevo descubrimiento científico es que se puede mejorar la calidad de vida de los seres vivos, siempre y cuando se tenga prudencia en su uso.
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Autor: Dr. MVZ. Wilfredo López Salcedo
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