Los afrocolombianos y sus vidas consagradas
Enviado por Ing.+ Licdo. Yunior Andrés Castillo Silverio
"Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano": Martin Luther King
"Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada más rápido que un favor": Martin Luther King
Ante la presencia de jóvenes afro colombianos en las comunidades religiosas y la poca perseverancia de los mismos en la Vida Religiosa, consideramos fundamental ahondar en las raíces culturales, las costumbres, la espiritualidad y religiosidad de los pueblos afrocolombianos.
Pregunta Problema
¿Existen valores propios de la cultura Afrocolombiana que pueden ser base fundamental para la vivencia de la Vida Consagrada?
Objetivos General y Específicos
Profundizar en los valores propios de la cultura Afrocolombiana que son una fuente inspiradora para la vivencia del seguimiento de Jesús.
Realizar un acercamiento a la historia y las prácticas religiosas de las comunidades Afro.
Identificar valores propios de las comunidades Afro en Colombia.
Resaltar la presencia afro en la historia de la salvación desde la perspectiva Bíblica.
Identificar algunas dificultades en los procesos de formación de afrodescendientes en la Vida Religiosa
Proponer algunos elementos propios para la formación de personas afrocolombianas en la Vida Religiosa
Metodología que se va a emplear
Lectura y análisis de artículos y otros documentos referentes al tema.
Entrevistas a personas religiosos, religiosas y retiradas afrocolombianas
Análisis y confrontación de teoría y práctica en la Vida Religiosas respecto al tema Afrocolombiano.
Introducción
La Vida Religiosa está inmersa en un contexto globalizado que tiene a la base un sistema capitalista haciendo de éste un sujeto transformador de la realidad en todos los ámbitos en que se mueve el ser humano, dicho contexto encuentra sus satisfactores en el ambiente social, político, económico, religioso, de medios tecnológicos de la realidad cultural, es en ese contexto de acelerada transformación donde cada día la Vida Religiosa con su identidad cristiana y Eclesial encuentra nuevos desafíos que deberá enfrentar de una manera específica para mostrar ahí precisamente que su razón de ser y hacer sigue siendo válida, que sigue siendo espacio actual para la realización y plenificación del ser humano.
En esa múltiple gama de desafíos surge el gran reto de aceptar y compartir la vida comunitaria consagrada desde la vivencia de los votos y la vida de Acción Pastoral a aquellas personas que tienen una cultura propia de su etnia, con una historia muy particular y con una cosmovisión singular como es el caso de las personas Afro latinoamericanos. Se cuestiona por ejemplo si muchas de ellas ¿Encontrarán el sentido a su realización personal, cristiana y eclesial en la Vida Consagrada? ¿Podrán asumir aspectos concretos de una vivencia en la Vida Religiosa sin perder su identidad cultural? ¿Qué aportarán específicamente desde su singularidad de Afrocolombianos o afrocolombianas a la Vida Religiosa en éste y con perspectivas de futuro? ¿Podrá mantenerse una vida religiosa multiétnica en las mismas condiciones que hasta éste momento ha vivido? ¿Qué novedades encontrará desde el aporte Afro para seguir y mejorar su significación en el mundo actual?
La presente monografía pretende aportar algunos aspectos para profundizar ante éste desafío y por esto desarrolla un acercamiento histórico, una mirada hacia la espiritualidad y la religiosidad, retoma unas bases bíblicas y teológicas, hace una valoración de la identidad afro para finalmente puntualizar desafíos y esperanzas en la Vida Religiosa dando origen a unas conclusiones que son un sencillo aporte para la reflexión sobre la importancia que tiene hoy la inculturación del evangelio, la interculturalidad vivida desde la común – unidad, construida con personas que buscan ser signo del Reino de Dios al estilo de Jesús de Nazaret en el contexto colombiano mediante la Vida Consagrada.
Desarrollo de la temática
I. ACERCAMIENTO HISTÓRICO A LA ESPIRITUALIDAD Y RELIGIOSIDAD.
Todo ser humano trae consigo unos vínculos que le son propios, están arraigados en su familia, en el contexto social y político en que se encuentra inmerso y le son dados por su historia, por una pueblo, están determinados por unos valores, unas tradiciones, una idiosincrasia y una manera concreta de relacionarse consigo mismo, con sus semejantes, con Dios y con la otredad.
Desde ésta perspectiva para acercarse al Pueblo Afro de Colombia se hace necesario reconocer sus raíces, pues en ellas se encuentra la inmensa riqueza que determina su identidad y con la que ha hecho y seguirá haciendo grandes aportes a las transformaciones sociales en favor de la Vida, esa identidad ante la cual ha tenido, tiene y seguirá teniendo la capacidad de pararse y reflexionar para vislumbrar el futuro impulsado por un pasado que más que generarle negación será el soporte fundamental que le lleve a afrontar las diferentes adversidades y convertirlas.
Se dice que las Muntu[1]saben y creen en la existencia del Dios supremo, único y trascendente, que escasamente actúa a no ser por ejemplo la sequía en donde envía la lluvia. Esto muestra que los negros tienen el sentido de lo sagrado y del misterioy que lo expresen en la reverencia por lugares, personas y objetos sagrados, y quecelebre los tiempos sagrados.
Un proverbio afirma que el tambor es el oído de Dios así cuando se toda el tambor, los antepasados acuden y Dios escucha, además se considera fundamental en esta vida tener hijos para que lo recuerden después de muerto, exigiéndose a si mismo llevar una vida digna, tener un funeral según las normas y ser entronizado como antepasado. Los antepasados son como el Antiguo Testamento de la Religión Tradicional Africana.
La religión envuelve toda la vida por tanto no hay lugar a la dicotomía entre vida y religión. El mundo invisible de los espíritus y los antepasados está siempre presente, son los interlocutores y a veces son mediadores ante Dios, de ahí se desprende la importancia a los ritos funerarios y a la entronización de los difuntos como antepasados, quienes manifestaran su voluntad sobre los acontecimientos futuros a través de sueños en donde revelaran sus intenciones. Es muy digno de un africano poner atención a la voluntad del espíritu, viendo la necesidad de un sacrificio para apaciguarlo o para pedir su protección. Se cree la oración de intercesión, acompañada de algún sacrificio de harina, arroz, cerveza, tabaco o algo que identificaba y gustaba al antepasado en vida. Se purifican corporalmente antes de ofrecer un sacrificio.
Cuentan con sus propias normas para la purificación espiritual y se tiene conciencia de trasgresión que perjudica el bien común, por lo tanto tienen ritos de purificación que promueven el restablecimiento del bien público. El perdón es definitivo y reconocido por todos, por tanto una ofensa, cuando fue perdonada, nunca más será recordada, además para la adoración es necesaria una actitud de disciplina espiritual y de reverencia.
Existen muchos y variados ritos sagrados que marcan las personas y son acciones cotidianas necesarias, pues algo que no fue ritualizado no tiene mayor valor, por tanto no se concibe una vida sin ritos, valiosos para ser adultos (rito de iniciación), para casarse (rito de la dote), para ser antepasado (rito de la muerte), para tener autoridad (rito de la entronización), para la curación de enfermedades (ritos de invocación), para marcar los ciclos de las estaciones y las etapas de la vida. La persona en su totalidad, cuerpo, corazón y mente, se involucra totalmente en los ritos y en la adoración. La mayor parte de los ritos llevan consigo el canto, la danza y la oración. En los ritos de posesión, la persona pierde la conciencia de sí misma como individuo y se vuelve como un vehículo del espíritu, la personificación de otro con grandes poderes del otro mundo. Las acciones y las palabras de la persona poseída son considerados como del espíritu o divinidad a la cual se ha invocado para pedir consejo, curación, conocimiento del futuro o poderes mágicos. Las divinidades en cuyo honor se llevan a cabo danzas o música son vistas no como Dios sino más bien como participantes de alguna partícula divina del Dios Creador.
"El carácter sagrado de lo religioso es preservado en el ritual, en el vestido (el que dirige el sacrificio debe ir vestido con un pantalón pobre mostrando el mal estado en que se encuentra, y con el torso desnudo) y en la disposición del lugar donde tiene se realiza la adoración. Las bendiciones tradicionales son muy ricas, significativas y portadoras de poder, porque realizan lo que dicen"[2].
La vida misma tiene carácter sagrado, está cargada de aspectos comunitarios y de requisitos morales, como guardar los MIYAMBO o costumbres ancestrales que se aprenden cuando se empieza a crecer como por ejemplo está el respeto por la vida: los niños son muy valorados y el aborto es una abominación. El carácter sagrado de la vida humana está garantizado por tabúes y ritos, porque la dignidad de la persona humana, ae compone de su ser y su destino; sus promesas cumplidas son signo de adultez, los requisitos morales repercuten en el sentido de la persona y en su cariño a la vida. La trasgresión de un mwambo (dictado ancestral) tienen dimensión personal y comunitaria. A veces se confiesan las transgresiones para lograr una acción exitosa, por ejemplo, una mujer que no consigue dar a luz, debe llamar a su madre y confesar las posibles infidelidades, y solo después de la confesión logrará dar a luz sin problemas. Se inculca el uso moderado de la bebida, que es solo para los adultos, se exige moderación en todos los aspectos del comportamiento humano.
La tradición es transmitida por medio de historias, poemas, himnos, proverbios, adivinanzas y del arte. La comunidad reconoce su sabiduría en las historias antiguas como algo profético, o indicador de la dirección que se pueda dar a la vida presente. La educación tiene un sentido comunitario y social, toda comunidad participa en la educación de los jóvenes y éste carácter serio hace que cada generación humana tenga su lugar en la sociedad, cada uno ocupa su lugar y la vida en general tiene una dimensión festiva y es celebrada por medio de ritos apropiados, sin embargo el silencio tiene mucho valor y cuando alguien está hablando no se le puede interrumpir. Todos tienen derecho al uso de la palabra cuando ha llegado su turno. "El matrimonio es una alianza entre familias y no solo entre personas así que existen disposiciones culturales para garantizar su estabilidad. La familia de cada uno le proporciona un "nkoswe" o padrino que visitará a la joven familia y le ayudará a solucionar cualquier problema que pueda surgir. Los pactos de alianza unen con un vínculo que raramente se rompe"[3].
La hospitalidad y la solidaridad están relacionadas con el respecto a la autoridad, el cuidado a los enfermos y a los niños, es un deber y es el valor más común en la Religión Tradicional Africana. Se comparte entre familiares, parientes y personas del mismo clan considerando que el antepasado que está vigilante para cuidar de sus descendientes. Nyerere, el antiguo presidente de Tanzania, tuvo que decir a la gente que venía a vivir en casa de algún pariente en la ciudad aquel axioma que se hizo famoso: al huésped, el primer día se le da pollo para comer, el segundo día, pescado y el tercero una azada para trabajar Se hacen esfuerzos para garantizar y promover la justicia y la paz dentro del grupo y de la comunidad, mostrando que la holgazanería no es igual a la hospitalidad que que cada uno se hace solidario empezando por la acogida a su familia nuclear y amplia. La autoridad está protegida por los antepasados, es fuerte y representa la voluntad común, encuentra fuerza en su unión con los antepasados para cuidar de los enfermos, de los pobres, de los huérfanos, pero se hace común el problema con las viudas.
"La música y la danza realizan un sentido de comunión a muchos niveles que incluyen las aspiraciones espirituales, las experiencias religiosas, la evocación de lo divino, el poder psíquico y físico, la representación de los mitos y de la historia, enseñanza, curación, enamoramiento, asimilación y solidaridad cultural, critica mutua, celebración, diversión y ejercicio. La tradición mantiene una distinción entre música religiosa y social, que corresponde a la distinción entre vida espiritual y material, que están en diferentes niveles Pero no hay contradicción en vivir las dos al mismo tiempo"[4].
II. EN EL CONTINENTE AMERICANO
Se observa y se constata con admiración que el pueblo afroamericano es verdaderamente religioso. La religiosidad constituye uno de los fundamentos de su existencia. Ella se postula como una experiencia existencial que informa toda la vida.
El afroamericano se nutre tanto de elementos cristianos como africanos. Se trata en la mayoría de los casos, de un sincretismo afro-cristiano. Pues el africano vino a América con sus dioses, creencias y valores espirituales; vino con su cosmovisión y vivencia religiosa. Pero el europeo quiso acabar con estas realidades. Sin embargo, el esclavo africano apenas los adaptó a la lógica occidental y los reinterpretó (pero guardando algo de las tradiciones, las costumbres y los valores africanos), a la vez que asumió lo esencial del cristianismo, como la fe en un Dios Uno y Trino (Creador, Salvador y Santificador), la espiritualidad mariana y la devoción a los santos, acomodándolos a sus antiguos ritos y creencias.
Hay que señalar que durante la época de la esclavitud en este continente, la religión funciono como fuente de energía y capacidad de resistencia frente a la opresión, la exclusión y todo tipo de marginación. Por eso dice Julio Estupiñan Tello:[5] "la mera circunstancia de que la raza no se haya extinguido, no obstante los largos siglos de esclavitud a que ha estado condenada, es una prueba de sus grandes energías espirituales, que han venido como a compensar la impía condición material de su existencia". Aquí la religión no solo hizo posible la resistencia, la cohesión y la defensa de la identidad, sino que también permitió la preservación étnica y cultural, la afirmación de la identidad e integridad negra, en un mundo degradante y hostil.
Es importante señalar que la religiosidad negra en las antiguas colonias españolas fue objeto de persecución. El europeo acusaba a la religión africana de idólatra, pagana, bárbara y sacrificial. Por lo demás, creía que el africano desconocía la verdadera religión – el cristianismo, único camino de civilización y salvación – y que era infiel. En este aspecto fue determinante el papel de la inquisición, que no solo buscó controlar las almas y la rebeldía (quizás irreverente para el europeo) del negro, sino que también, y mas aun, luchar contra la idolatría y la herejía, con base en torturas, violación de su doctrina, discursos instructivos y persuasivos y castigos físicos. En la óptica de la inquisición, el negro representaba un peligro en lo tocante a la fe y las buenas costumbres (¿occidentales?) debido a sus prácticas paganas y demoníacas. Sin embargo, las creencias y ritos africanos continuaron vigentes y alimentando el espíritu negro en el diario vivir y existir, aunque bajo otras formas. Por ello pregona con toda vehemencia Manuel Zapata Olivella: "ni las azotainas de Pedro Claver a los tambores pudieron evitar las invocaciones a los Orichas y Ancestros"[6]
La religión afro posee algo de característico. En primer lugar, está la visión unitaria que tiene del hombre y del mundo. El afroamericano no hace distinción entre lo profano y lo sagrado, entre cuerpo-espíritu. A la inversa, conjuga lo sagrado con lo profano. Ve en todo lo creado la presencia y la manifestación divina. Todo para él es sagrado. Cree que "todo está saturado de la presencia de Dios. Por eso no hay falsos dualismos o distinciones entre intelecto y emoción, entre espíritu y cuerpo, entre acción y contemplación, entre individuo y comunidad, entre lo sagrado y lo profano"[7]. De aquí se desprende una espiritualidad holístico-englobante y teórico-práctica.
Así, pues tanto afros como indígenas sufrieron la destrucción a sus principios socio culturales y religiosos, sin embargo la mayoría de los africanos no aceptaron esa evangelización impuesta, "Los grupos negros en el continente fueron recreando su MAPA religioso, intercambiando entre ellos los diferentes elementos que cada uno traía de su etnia y combinándolos entre sí, recuperando el núcleo central de su religiosidad y siendo capaces de releerlo ante la nueva situación de opresión y esclavitud"[8] hicieron de su situación un enriquecimiento permanente de las diferentes maneras de relacionarse con Dios que les proporcionó sentido y fortaleza de vida desde una profunda religiosidad y tradición que respetaban fielmente se empeñaron en vivir su relación con Dios considerándolo como su compañero de camino, como alguien que no podría estar afincado a quien era capaz de causar tanto daño, un Dios que se revelaba en la naturaleza, un Dios que se fue manifestando de diversos modos en tradiciones que hoy son reconocidas y valoradas por la carga espiritual de los diferentes pueblos:
Los antepasados presentes en su Espíritu como los que seguían siendo guías, salvaguardas, intermediarios del ser supremo con el pueblo, garantes de vida, fecundidad y prosperidad a sus miembros y a su vez guardianes y defensores de las tradiciones familiares, de su ortodoxia, jueces de los actos individuales y colectivos, para lo cual hacen recuerdo, control y especialmente se manifestarán en los hijos que van a nacer;[9] ya que el ser querido que moría pasaba a ser una especie de tutor y protector para los vivos proporcionando un sentido de continuidad y deseo de un estado más pleno en el ser humano.
Un Dios Integrador, totalizante y esperanzador de los pueblos desde una cosmovisión que está presente en todos los pueblos africanos que no hace una separación ni dualismo entre lo material y lo espiritual, entre la vida y la muerte, no se hacen procesos de conversión entre religiones, sencillamente se respetan las creencias ajenas porque hacen parte de la historia de un individuo y por tanto de un pueblo.
La creencia firme de la vida después de la muerte y a su vez la acentuación de la vivencia del presente como la preocupación fundamental.[10]
La Comunidad. Se es persona y se pertenece a una comunidad, por tanto se participa de las creencias y ceremonias rituales, la familia está ligada entre si por sus antepasados y los lazos familiares van más allá de las relaciones meramente primarias, reflejando un Dios que no es propiedad privada ni de una etnia, ni de un individuo, sino que se manifiesta en toda criatura humana y que dada su condición acompaña en la dificultad.
El arte y la música. la pintura afroamericana representa experiencias llenas de espiritualidad e identidad, los colores, las formas del lenguaje simbólico, la auto representación, las figuras imaginarias con que los artistas afro van conduciendo a un encuentro con la cultura, con la identidad y por tanto con la espiritualidad propia de la persona y la comunidad se constituyen en vehículos del encuentro con Dios. Así mismo la música, los instrumentos, los símbolos y los diferentes movimientos propios del cuerpo muestran la percepción del encuentro con alguien superior que no es ajeno a la fiesta y a la alegría de vivir cada día. Así el arte expresión artística del alma, como el sentimiento bello y como la expresión de la belleza, va plasmando el mundo mágico del alma basta reconocer las huellas de africanía en diferentes manifestaciones populares en donde las danzas, el colorido, el ritmo, el canto y los variados instrumentos armonizan y llenan de nueva energía para continuar el camino, ejemplo concreto es el cajón afroperuano, instrumento de percusión que permitió crear lazos de ayuda mutua es el cajón que no tiene "dueño" porque es de todos es una herramienta convertida en testigo de la resistencia cultural, espiritual y revolucionaria del pueblo afroperuano siendo hoy vehículo de la recuperación de la memoria histórica para la aplicabilidad actual del trabajo conjunto por una paz duradera, algo así como la unidad de miles de cajones para que suenen juntos proporcionando una comunidad nueva porque todos y todos se juntan para la construcción de la sociedad[11]
Los Mitos, ritos y normas. Los mitos en el África negra juntan la normatividad de principios y reglas éticas de un pueblo con la liturgia y el rito y se constituye en el arquetípico de lo que deber ser y debe hacerse, ya sea de un comportamiento cotidiano o de un ritual religioso, es un bien colectivo que se transfiere para reproducir ciertas secuencias míticas y corporeizarlas dando lugar a una liturgia propia de un grupo, así pues "el Africano baila su mito expresando con la actitud y el gesto su vivencia religiosa"[12] y hace de toda ceremonia una manifestación de las técnicas corporales de la danza, el ritmo y sus efectos habituales de trance y desdoblamiento, que facilitan devolver al ser humano el sentido de su existencia tanto individual como colectiva que encarnan el cumplimiento de verdades místicas y salvadoras.
Esta experiencia de la vivencia Africana de su espiritualidad está conectada en la raíz de la experiencia de Dios preservada, compartida, integrada y vivenciada a lo largo de la muchos años en donde a su vez se impuso la religión cristiana mediante un ritual católico ajeno a su cultura y a su situación que miraba con sospecha y condenaba cualquier forma diferente de espiritualidad que se consideraban prácticas paganas que ofendían a Dios y de las cuales mediante la cristianización y el adoctrinamiento se debían salir.
En medio de esta histórica pugna de defensa y resistencia el pueblo afro mantuvo durante siglos la capacidad de relacionarse, de encontrar fuerza combativa como es el caso de la práctica del Vudú que se considera impulsó a los Haitianos a luchar por su liberación en el año 1791 y que los empujó a la lucha obteniendo su independencia en 1803.
El afroamericano vive la fe, la esperanza y la caridad. Su culto y rito se dan al ritmo de la vida cotidiana, en la alegría, en el baile, la festividad, etc. La religiosidad afroamericana se alimenta sobremanera de la devoción y del culto a los antepasados/muertos, los cuales median la relación entre Dios y el hombre.
El afroamericano se dirige con espíritu vivo y familiar, entusiasta, alegre y festivo a Dios (que es presencia viva, alegre y constante, y que permite vencer el mal), a la Virgen, especialmente bajo la advocación de Virgen del Carmen y del Rosario, a los santos (San Ramón, San Juan Bautista, San Pablo y San Francisco de Asís o San Pacho) y al Divino Niño, mediante cantos, baile y oración. En esta espiritualidad, tanto los santos como los antepasados aparecen profundamente relacionados con la realidad concreta y la convivencia ordinaria. Con ellos se establecen relaciones personales, familiares y comunitarias.
Una palabra especial merece la fiesta de "San Pacho". Se trata de una fiesta netamente chocoana. Es una festividad popular, donde se mezcla lo afro con lo europeo, lo religiosos (novenas, oraciones y prácticas de piedad) con lo profano (rumba, licor, pólvora, etc.). Entre otras cosas, se ofrece como fuente de recreación cultural, reivindicación y reafirmación de la identidad, celebración amorosa y alegre de la vida, y reivindicación de la libertad y la dignidad; en otras palabras, afirmación de la identidad y la humanidad negra. Por su importancia, esta fiesta se vive también en aquellos lugares donde hay presencia afro, como Kennedy, Ciudad Bolívar, Bosa, Suba y Soacha.
Una mirada atenta a la religiosidad afro deja entrever que lentamente va absorbiendo algunos elementos modernos y postmodernos, como la aversión a lo institucionalidad, a lo tradicional y lo preestablecido. Es más, en muchos casos el afroamericano reivindica para sí la autonomía y la libertad moral y religiosa, lo que se llega a entender como alejamiento afro de la religión. Otro elemento sobresaliente de la vivencia religiosa afro es la prevalencia de lo folclórico y de lo masivo (sobre todo procesiones), en detrimento de la vida sacramental.
La religiosidad afrocolombiana en general alberga la conciencia de la presencia de los muertos, también conocidos como los antepasados. Se cree que "los muertos continúan presentes en el quehacer diario de la comunidad, aconsejando y colaborando en las practicas productivas por medio de los avisos (sobre situaciones favorables o peligrosas) que transmiten en sueños a sus familiares o a personas afectivamente cercanas"[13] Se trata, a la postre, de seres con quien se establecen relaciones. Su presencia se da en el diario vivir y en los fenómenos naturales. Los antepasados protegen y aseguran la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de los vivos. Son los mejores bienhechores, en quienes se puede confiar ilimitadamente, porque todo lo pueden, visto que ellos han vivido y experimentado la existencia terrena, y ahora están junto al Todopoderoso. Su mediación es tan eficaz cuanto necesaria para el bien de todos los peregrinos en la tierra.
Por lo demás, habría que registrar el carácter comunitario, la referencia a la naturaleza, el simbolismo, la festividad y la centralidad de los intermediarios (la Virgen, los santos y los difuntos, que de cierta manera tienden a opacar el papel de Cristo) como elementos que caracterizan la espiritualidad afroamericana.
¿Y qué significa la celebración para el afroamericano? Significa ocasión de alegría, comunión y participación; momento para celebrar la vida y fomentar la unidad, alimentar la esperanza y pugnar por la liberación. En suma, el afroamericano busca hacer de la celebración una expresión viva del carácter corporal y espiritual de su ser, lo que justifica su índole sagrada.
La espiritualidad afro como experiencia de Dios en el Espíritu, se resume en una espiritualidad de la lucha por la vida, por la justicia y por la convivencia. Como lo presenta Jean-Heric Jasmin "Los verbos "escuchar-convivir, cantar-luchar" son constitutivos de esta espiritualidad. Escuchar lo que nos enseña la naturaleza; escuchar el grito de la tierra y los espíritus. Convivir con las fuerzas de la naturaleza, respetarlas y buscar la armonía. Cantar las maravillas del Maestro, del Creador al principio de esta maravilla Luchar para cambiar las injusticias y restablecer la armonía con la naturaleza, consigo mismo, con el próximo y con Dios; por un mundo nuevo, por la vida[14]
La esperanza en la teología cristiana está basada en el sentido escatológico de nuestra fe; el retorno de Jesucristo. La esperanza en los pueblos afroamericanos se asimila como la vivencia de la dimensión de la Providencia divina que se hace más puntual y más presente. Esta concepción se entiende mejor a la luz del texto de Mateo 6, 25-34:
"No anden preocupados por su vida: ¿qué vamos a comer?, ni por su cuerpo: ¿qué ropa nos pondremos?… Busquen primero el Reino de Dios y la Justicia y esas cosas vendrán por añadidura. Ni se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupa de si mismo. Basta con las penas del día".
"Para ello, la y el afroamericano vive la felicidad de un día como si fuese el ultimo. Vivir el presente es la preocupación más importante de las creencias y actividades de las y los afroamericanos. Allí, la misericordia y la Providencia del Señor se hacen manifiestas cada vez más por amor a su pueblo[15]
La población afroamericana en su manera de ser y estar, posee características que lo marcan: un profundo sentido de la presencia de Dios que está en toda criatura humana; un profundo sentido de familia que va mas allá de las meras relaciones familiares primarias; un profundo sentido de libertad y dignidad, que lleva a la lucha y resistencia ante las situaciones de injusticia y opresión; un sentido de solidaridad que lleva a compartir la vida.
III. LOS AFROS EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN
En la Biblia el término negro no existe como tal, sin embargo existe el término "cus" o "cusita" y se refiere a los hijos de Cam y antepasados de cinco pueblos: Seba, Habila, Dedán y Sabteca (Gén. 10,6-8 y 1Cro. 1, 8), también en varios textos se refiere a los Egipcios "k3sh", Asirios "Kûsu, Babilonios: Nubia, Amarna, Sudán "Kashi" explicitándose "kúsh" o etíope" como negrura, que significa propiamente "gente con el rostro quemado o gente con la cara tostada". Esta terminología es propiamente nueva tanto en el mundo Afro como en el mundo Blanco en donde durante muchos siglos nadie se ha preocupado por encontrar un encuentro entre Dios y el pueblo Afro que sin duda, ocupa un espacio histórico en la Biblia y por su puesto en la historia de Salvación.
Son muchos los textos que hacen referencia a la gente Afro, por ejemplo en Génesis 10, 6-9 se habla de los hijos e Cam y de Kus describiendo a Nemrod como un valiente e intrépido cazador delante de Señor, en el libro de los números dice que Moisés era criticado por haber tomado a una Kusita por mujer (Nm 12,1) en 2 Reyes 19,9 se habla de Tirhacá, rey de Kus, por tanto Kus es también un pueblo del que se habla que tiene riquezas como el Topacio (Job 28,19) y del que Isaías 18 dice que es "un pueblo esbelto y de brillante piel, y de parte de un pueblo temible desde siempre, nación vigorosa y dominadora, cuya tierra surcan ríos" y en el capítulo 45 dice que es un pueblo de elevada estatura que comercia y que llegará detrás del Señor en multitudes diciendo: «Sólo en ti hay Dios, no hay ningún otro, no hay más dioses.» En los Salmos se invita al pueblo etíope a elevar sus manos hacia Dios (Salm 68,31-32), Un Kusita fue encomendado para dar la noticia al rey David de la muerte de su hijo Absalón (2 Sam 18,22-23 y 31-32), También Ebed Mélek el kusita (nubio) un eunuco del palacio del rey Sedecías fue quien escuchó que estaban maltratando a Jeremías y que lo habían arrojado en un pozo y fue enviado con otros hombres para poner al Profeta a salvo (Jer. 38, 7-12). Sofonías el profeta Negro hijo del Etíope quien ve a Dios desde una concepción particular por sus expresión única cuando dice que "Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta. Yo quitaré de tu lado la desgracia, el oprobio que pesa sobre ti" (Sof.3,18). Así, en el nuevo testamento San Mateo presenta a Jesús en relación con el Pueblo Africano desde el inicio de la vida de Jesús Mt. 2, 13-14 cuando se refugia en Egipto (África) hasta el final Mt 27,32 cuando es ayudado por un hombre de Simón de Cirene (África)
África, pues ocupa un lugar fundamental en la historia de la evangelización. Alejandría en Egipto y Cartago en el actual Túnez fueron los centros principales de la cristiandad en ese continente. En los cinco primeros siglos de la Iglesia el cristianismo se difundió rápidamente por el norte de África hasta Etiopía, pero la invasión islámica frenó su expansión y prácticamente lo detuvo, con excepción de la iglesia copta en Egipto y la iglesia de Etiopía, las cuales se mantienen hasta el día día de hoy. A partir del siglo XV, en plena época de los grandes descubrimientos geográficos, la fe cristiana se hizo presente en las costas occidentales africanas y en las costas orientales del África Austral, aunque no repercutió más allá de esas zonas y su arraigo en la cultura africana no fue del todo profundo. En los siglos XVIII y XIX, junto con los exploradores europeos, llegarán también los religiosos y religiosas de las congregaciones propiamente misioneras. La evangelización en la última etapa merece el juicio histórico realista, pues llegó también junto con el colonizador y la lógica imperial – colonial eran el contexto en el que la Iglesia trabajaba. La religión cristiana, se hizo para los africanos «la religión de los blancos», se afirma que «los cristianos de África desean subrayar que, en su continente, la evangelización se ha llevado a cabo manteniendo un vínculo muy estrecho con la colonización. Los misioneros europeos ni supieron ni pudieron evitar las ambigüedades de su propia situación histórica»[16]. Hasta mediados del siglo XX es cuando la conciencia africana inicia su expresión por querer vivir una fe en Cristo según los valores, las inquietudes y la cultura del continente negro.
P. Juan Gozález Núñez, Misionero Comboniano en relación a la los cincuenta años de la Teología africana dice que: "Una teología nace y va tomando forma casi imperceptiblemente, a través de pequeñas aportaciones que se adentran en campos nuevos. Pero poner una fecha de nacimiento, por mucho que tenga de arbitrario, ayuda a tomar conciencia de que esa teología existe". Y que por tanto la fecha más convergente en ámbito católico, es en el año 1956, con la publicación del "Des prêtres noirs s'interrogent" (Unos sacerdotes negros se preguntan) en París.
En el difundido libro se hacía la pregunta por la posibilidad de expresar la fé cristiana en unas categorías filosóficas y culturales negro – africanas que son muy distintas al lenguaje de la teología occidental recibida hasta entonces en el continente de parte de los misioneros, así se constituyó en un desafío que se ha ido desarrollando hasta nuestros días, demostrando inicialmente una "teología africana" era posible y legítima.
Tema debatido sobre los años 60 que obtuvo una respuesta afirmativa llevando a la creación en 1977 de la Asociación Ecuménica de Teólogos Africanos (AOTA).
La teología africana nació en el contexto de la lucha por la independencia frente a unos poderes coloniales que no sólo habían negado la libertad política, sino que habían intentado matar la identidad cultural, por tanto su manifestaciones tuvieran un fuerte carácter anti-occidental, con críticas a la teología llevada por los misioneros e instituciones de la Iglesia, y aunque se afirma que en ocasiones se hizo en un canto ingenuo a los valores religiosos y culturales africanos, hoy se afirma con vehemencia que la teología africana ha contribuido notablemente al enriquecimiento del pensamiento cristiano, entre otras cosas porque lo ha obligado a reflexionar a fondo sobre la necesidad de una inculturación del cristianismo, porque se hizo más crítica respecto a la propia cultura y, bajo la influencia de la teología latino-americana de la liberación, volvió la vista a los males concretos que afligen actualmente al continente y porque del tema de Dios, pasó decididamente al de Cristo, de manera sencilla y profunda al igual que los primeros cristianos se preguntaron quién era Jesús y respondieron dándole títulos como Señor (Kyrios) o Salvador, los africanos utilizarán sus propias categorías culturales. Títulos como Proto-Antepasado, Adivino, Sanador, Jefe… han sido desde entonces objeto de una profunda reflexión. Conceptos que ayudan a comprender mejor persona de Jesús. Así las debilidades y fortalezas de esta teología en construcción hasta el momento provienen de los mismos teólogos africanos por tanto es señal de su madurez y compromiso filial con el mismo Dios de la vida presente en su pueblo. Los desafíos actuales se encaminan hacia los Nuevos Movimientos Religiosos de carácter pentecostal, importados del exterior. Su estilo emotivo y la preeminencia dada a la dimensión curativa parecen acunarse desde la tradición africana contraponiendo la frivolidad y el formalismo de las Iglesias históricas, sin embargo la teología africana va mucho más allá del fundamentalismo bíblico porque acoge y reinterpreta desde Jesucristo los diferentes valores culturales y tradicionales del Pueblo Afro.[17]
La teología Africana se viste de Luto cuando muere Jean-Marc Ela, teólogo y sociólogo africano de 72 años, a finales del año 2008 un insigne y pensador del Dios cristiano contextualizado en tierras de África, su muerte no tuvo mucha resonancia excepto en su país Camerún. Había vivido en el exilio desde 1985 en Canadá donde enseñaba sociología en la Universidad de Laval, Montreal después de haber sido amenazado en Yaundé donde habían asesinado a su colega Engelbert Mveng sj, asesinado unos meses antes por una secta secreta que pretendía "emposesarse" mágicamente de sus capacidades intelectuales. Su obra teológica: Mi fe de africano, El grito africano, El tiempo de los herederos y Repensar la teología africana buscó siempre la inculturación en África del mensaje cristiano y la liberación de los africanos de la dependencia cultural y económica del Occidente.
Este estudioso profeta más conocido fuera de su país, por los obstáculos e impedimentos para expresarse como Profesor en la Universidad y en los seminarios que le ponían en Camerún, vivió en Camerún inmerso en la vida de los más pobres y se dice que sus libros son sorbos auténticos de evangelio y una ventana abierta sobre África. Este personaje que resultó incómodo por muchos motivos, que definía la suya una teología bajo el árbol, para indicar el estilo concreto, experiencial y poco académica, nacida entre los montes del norte de Camerún donde, por las noches, se reunía con los campesinos para leer la Biblia con ojos africanos. Insistía en que la teología era para ser enseñada fuera de las universidades, incluso a gente analfabeta.
Dentro de los teólogos Africanos encontramos también a Rosino Gibellini, A. Ngindu Mushete, J. S. Mbiti, J. S. Ukpong, Ch. Nyamiti, F. Kabasele Lumbala, E. Mveng, Kä Mana. Ed. Quienes nos aportan historia, identidad, cristología celebración y reflexión profunda de un cristianismo que en medio de las crisis ivita a la reconstrucción de un continente.
En América Latina y concretamente en Colombia existen variadas experiencias de Pastoral Afro que han hecho historia de inculturación y trabajo por la defensa de los derechos humanos del pueblo Afro, en ellas se puede identificar a la Vida Religiosa sumergida en una cotidianidad de servicio al Pueblo Afro que es identificado como "el pueblo pobre entre los pobres" por su situación de exclusión, discriminación y periferia al que históricamente se lo ha sometido, entre éstas experiencias podemos mencionar[18]Misioneras de la Madre Laura (1917), Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús y de María (1957), Seminario San Buenaventura (1964), Seminario Afroclaretiano en el Chocó (1978), Seminario Afrocolombiano – Guapi (1980), Fraternidad Misionera de María (2003), Religiosos, la experiencia novedosa de los Religiosas Afro presentes en Diferentes Congregaciones, la experiencia de los Encuentros de Vida Religiosa Afrocolombiana, los Encuentros de Vida Sacerdotal Afrodiocesana y los encuentros de Pastoral Afrocolombiana EPA que cada año se realizan en diferentes lugares del territorio Colombiano como el realizado el pasado 4,5,6 y 7 de Mayo del presente año 2010 en Barranquilla. Todas estas experiencias son una muestra de la construcción de una lectura teológica de la vida del Pueblo Afro, lectura de historia y constatación que plantea cuestionamientos, desafíos y esperanzas y que a la vez aporta a la Iglesia y a la Vida Religiosa numerosas posibilidades y alternativas que nacen de un crecimiento en identidad Afro y en identidad Cristiana, es una lectura viva, veraz y audaz que está en construcción y que poco a poco permeará estructuras sociales y económicas para generar cambios en beneficio no solamente del pueblo afro sino de toda la sociedad, éste es un aporte poco reconocido y valorado pero que ha permanecido en la historia: las conquistas de igualdad y educación para logradas por el pueblo afro y por el pueblo indígena son garantía para todos los pueblos campesinos y de zonas marginales e incluso para las clases sociales altas que aún no ha descubierto la riqueza de la identidad y los valores del pueblo Afro.
Según la CRC y la CLAR son muchas las Congregaciones Religiosa en Colombia que facilitan la participación de los y las jóvenes en la Vida Consagrada, aunque lastimosamente no se ha hecho ad intra de las comunidades ninguna reestructuración de los procesos formativos que posibilite el reconocimiento de las diferencias culturales de las diferentes etnias y en algunos casos los y las jóvenes van perdiendo su identidad, negándola y asumiendo roles que van a concretizarse en un blanqueamiento que va en detrimento del crecimiento tanto de las personas como de la vida religiosa y por su puesto de la identidad del pueblo Afro.
"la multietnicidad y la Pluriculturalidad son la nota característica de los distintos contextos en los que nos movemos hoy. Paradójicamente en un mundo cada vez más globalizado las particularidades de cada persona, de cada grupo y el reconocimiento del otro y la otra como diferente están hoy más que nunca al orden del día[19]La Vida Religiosa por tanto deberá abrir sus puertas no sólo a los y las jóvenes vocacionados sino prepararse para abrir su mente y sus procesos formativos a la multiculturalidad y plurietnicidad, así como facilitar que en el liderazgo de los afro – colombianos haya un compromiso desmedido por los procesos de liberación integral para los pueblos afro – desendientes, llevando la delantera en el rescate de valores e identidad y en la defensa de los derechos humanos.
IV. DIFICULTADES, DESAFIOS Y HORIZONTES EN LA VIDA RELIGIOSA AFROCOLOMBIANA[20]
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