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Estructuración curricular de la UTECAM en base a necesidades socio-económico culturales (página 2)


Partes: 1, 2, 3

La presente propuesta se enmarca a la potencialidad para crear una Institución de educación Superior en el cantón Mejía. Esta Institución se plantea como una meta de complemento a la educación de los jóvenes bachilleres de las Instituciones educativas de la zona. Creemos importante destacar que la educación Primaria y Media en el cantón Mejía; en el área urbana y rural es considerable, si nos basamos a la estimación de cifras.

En los actuales momentos asisten a los centros educativos del cantón se tienen los siguientes datos:

Estadística de estudiantes de Jardines, Escuelas y Colegios del cantón Mejía. Año lectivo 2007 – 2008[5]

PREPRIMARIO

PRIMARIO

MEDIO

TOTAL

fiscales

Particulares

total

fiscales

Particulares

total

fiscales

Particulares

total

1.009

428

1.437

8.061

1.709

9.770

4.109

375

4.484

15.691

La población estimada del Cantón es de 62.888 habitantes, (censo 2001). Si analizamos las cifras de estudiantes de los niveles, pre-primario, primario y medio corresponde al 24,9 % de la población. Las cifras de estudiantes no podemos dejar de tomar en cuenta si se considera que de ese porcentaje los 4.484 estudiantes del nivel medio corresponden al 7,13%.

Campo de acción de la investigación

El proyecto será elaborado en todos los centros de enseñanza media del cantón mejía, con cuestionarios y entrevistas a maestros, padres de familia y estudiantes, además será de tomará en cuenta a los intereses de la población de Machachi y sus parroquias; tales como: empresarios, autoridades y organizaciones que puedan suministrar todo tipo de información para el desarrollo de nuestra investigación.

Objetivo general

Proponer un Plan estructural formal para currículo de la Universidad Tecnológica del Cantón Mejía en base a necesidades científico – técnicas y desarrollo local de la región a través de la innovación e incorporación de profesiones que consideren las tendencias y aspiraciones de jóvenes del cantón y del mercado ocupacional del país.

Objetivos específicos

  • Proponer un Plan estructural curricular de creación de la Universidad Tecnológica del cantón Mejía.

  • Determinar las necesidades científicas, técnicas y profesionales de los estudiantes.

  • Elaborar una propuesta que considere la innovación curricular como eje estatuario de las aspiraciones de los estudiantes de la región.

Marco teórico

CONCEPTOS BÁSICOS

DESARROLLO HUMANO Y SOCIAL

Cambio de época que forja visiones del mundo para el siglo XXI

Los cambios de época no son novedad para la humanidad, el último cambio histórico se produjo hace más de 200 años cuando la revolución industrial condujo a las sociedades de una etapa agraria a una industrial, lo que generó incertidumbre, inestabilidad, desorientación, desembocando en un estado de vulnerabilidad. En los momentos actuales tres revoluciones sociocultural, tecnológica y económica están volviendo obsoleta la época del industrialismo y forjando la del informacionalismo. Sin embargo este proceso no transcurre de forma clara y por tanto sin contradicciones propias de un cambio de época.

Toda época redefine lo que es moderno, incluso la visión del mundo. El periodo turbulento de transformación que ocurre entre dos épocas esta siempre caracterizado por una fuerte confrontación entre al menos dos ideologías de alcance planetario que intentan moldear la visión del mundo que debe prevalecer en la época emergente. Desdichadamente al final del siglo XX la ideología neoliberal dominante no encuentra una ideología rival igualmente articulada y consolidada en el ámbito global. Por primera vez en la historia moderna de la humanidad la jornada entre dos épocas no se caracteriza por la confrontación entre dos ideologías globales[6]

Bajo la noción de que la humanidad experimenta en estos momentos profundas transformaciones de tipo cualitativo que hacen pensar que estamos viviendo en un cambio de época, el autor propone una reinterpretación de las condiciones históricas actuales bajo la luz de esas transformaciones. Así, contrapone nociones, categorías, dinámicas, que eran propias a una época caracterizada por el industrialismo. Las nuevas formas sociales que actualmente vivimos recuerdan que estamos en una sociedad de la información. Bajo una matriz epistemológica que recuerda a Toffler y Castells, el autor plantea una visión crítica del contexto institucional del momento actual y de las características que asumiría lo que, siguiendo a una corriente en boga, que se remite a March y Olsen, denomina el cambio institucional. Así, plantea la necesidad de dar un nuevo enfoque a la globalización y a los procesos de exclusión y marginamiento que se están produciendo, lo que implicaría la necesidad de darles una forma democrática y participativa a estos procesos.[7]

El intercambio desigual entre los más fuertes y los más débiles está históricamente asociado a la institucionalización de relaciones asimétricas de poder por parte de los más fuertes para su mayor beneficio en el más largo plazo

Los cambios de época no son una novedad para la humanidad; el último cambio histórico ocurrió hace más de 200 años, cuando la Revolución Industrial condujo a las sociedades desde el agrarianismo hacia el industrialismo, generando incertidumbre, discontinuidad, inestabilidad, desorientación, inseguridad, perplejidad y, por lo tanto, vulnerabilidad. Ahora, tres revoluciones–sociocultural, tecnológica y económica–están haciendo obsoleta la época del industrialismo y forjando la época del informacionalismo. Sin embargo, este proceso no ocurre de forma clara ni sin contradicciones, que son propias de un cambio de época, por la competencia entre visiones de mundo en conflicto, que intentan prevalecer en la época emergente.

Pero, ¿qué es una época histórica, cuándo cambia una época, y por qué diferentes grupos sociales y organizaciones de desarrollo se quedan vulnerables durante este fenómeno? Estas son preguntas fundamentales para comprender la génesis del actual cambio de época y la forma cómo este fenómeno aporta vulnerabilidad a todas las organizaciones de desarrollo. Posteriormente, esta comprensión será fundamental para inspirar estrategias teóricas y prácticas para la construcción de estos grupos sociales y de sus organizaciones.[8]

El concepto de época histórica

Una época histórica es caracterizada por la dominación de un sistema de ideas, un sistema de técnicas y una institucionalidad–mecanismos institucionales–que viabiliza ambos sistemas. Por ejemplo, la época histórica del industrialismo pasó a caracterizarse por un sistema de ideas dominante, sintetizado por la metáfora de una máquina para interpretar el mundo y actuar sobre éste. Su sistema de técnicas está constituido por las tecnologías materiales–mecánicas, químicas y eléctricas–que han impulsado el paradigma del desarrollo industrial. Su institucionalidad fue establecida en torno a los Estados-Naciones, que deberían tener un alto grado de soberanía y autonomía, para la creación, gestión y perfeccionamiento de las reglas nacionales del juego de acumulación de capital, derivado de la racionalidad forjada por la Revolución Industrial, y del juego de la democracia, que se expandía bajo la racionalidad forjada por la Revolución Francesa. Hace ahora más de cuatro décadas que el sistema de ideas, sistema de técnicas, mecanismos institucionales y consecuencias del industrialismo están bajo críticas crecientes e inexorables, empujando esta época histórica hacia una crisis irreversible. Todo está bajo cuestionamiento generalizado: (i) la visión de mundo; (ii) la naturaleza, rumbo y prioridades del paradigma de desarrollo; y, (iii) los elementos orientadores de ésta época histórica–valores, conceptos, principios, premisas, promesas, enfoques, modelos, teorías y paradigmas–que servían de referencia para orientar a los actores sociales, económicos, políticos e institucionales del desarrollo. Bajo las contradicciones propias de un cambio de época, otra época está siendo forjada–la época del informacionalismo.[9]

La génesis del actual cambio de época

La génesis del actual cambio de época está fuertemente asociada a tres revoluciones–sociocultural, económica y tecnológica, cuyos impactos cruzados (no necesariamente compatibles entre sí), están cambiando el sistema de ideas, el sistema de técnicas y la institucionalidad de la época histórica del industrialismo.

Revolución sociocultural

Desde los años 60, un conjunto de movimientos socioculturales está desafiando las bases de la civilización occidental y los valores de la sociedad industrial de consumo. Por ejemplo, los movimientos feministas, ambientalistas y por los derechos humanos, justicia étnica, igualdad social y participación democrática denunciaron: (i) los muchos absurdos derivados de la época del industrialismo, (ii) la vulnerabilidad de la humanidad y del Planeta, y (iii) la necesidad de un desarrollo sostenible. La preocupación es por la sostenibilidad de todas las formas de vida en el Planeta. Los cambios que tienen origen en esta revolución sociocultural, como la cuestión de la participación del tercer sector, la equidad de género, la valorización de lo social, la igualdad social, los derechos de las nacionalidades indígenas, la justicia étnica, la conservación de los recursos naturales, los derechos de los niños, el desarrollo humano, las redes de solidaridad y el desarrollo sostenible en general, no pertenecen a la época del industrialismo; ellos están cambiándola bajo una visión sistémica de mundo.

Revolución económica

A finales de los años 70, la crisis económica iniciada por dos choques en los precios del petróleo reveló el agotamiento del régimen de acumulación de capital de la época del industrialismo. Desarrollado en torno a una economía productiva basada en factores tangibles–tierra, capital y trabajo, y dependiente del Estado-Nación para las reglas nacionales del juego de acumulación, el régimen de acumulación del capitalismo industrial entró en crisis irreversible. Eso dio inicio a la formación de un régimen de acumulación de capital, de naturaleza corporativa, de carácter transnacional, de alcance global y dependiente de un factor intangible–información. Los cambios derivados de esta revolución económica, que integran a la llamada globalización, bajo etiquetas como reajuste estructural, reforma económica, modernización productiva, privatización, liberalización, desreglamentación, mega-fusiones, reconversión productiva, flexibilidad laboral, dolarización de las economías nacionales, integración regional y fondos competitivos, no pertenecen a la época del industrialismo; ellos están cambiándola bajo una visión económica de mundo.

Revolución tecnológica

A mediados de los años 70, se inició una revolución en torno a la tecnología de la información, que ha influenciado otras revoluciones científicas y tecnológicas y ha penetrado a la mayoría de los medios y formas de comunicación. La dimensión microelectrónica de esta revolución hace posible la concepción de redes virtuales capaces de comprimir y eventualmente desmaterializar el tiempo histórico y el espacio geográfico. Por primera vez en la historia, la información es simultáneamente insumo y producto. Los cambios derivados de esta revolución tecnológica–la formación de redes virtuales, la integración electrónica de formas (texto, sonido e imagen) y medios de comunicación, la propuesta de la agricultura de precisión, la creación de oficinas-en-red, los libros virtuales, los espacios inteligentes (edificios, fábricas, oficinas y residencias, cuyas funciones básicas son manejadas por computadoras independientes de un operador humano) y el terrorismo cibernético, no pertenecen a la época del industrialismo, ellos viabilizan muchos de los cambios derivados de las revoluciones sociocultural y económica, bajo una versión sofisticada de la visión mecánica de mundo.

Obviamente, ninguna de estas revoluciones cambiaría la época por sí misma; son los impactos cruzados de ellas que generan otras crisis en cadena, creando las condiciones para que se desarrollen procesos de cambios globales, transformando de forma cualitativa y simultánea el sistema de ideas, sistema de técnicas e institucionalidad de la época vigente. Es lógico que los cambios resultantes de estos impactos cruzados no generan tendencias convergentes. Al contrario, la confrontación dialéctica entre los intereses en conflicto de ambas épocas está generando contradicciones que, a su turno, están moldeando el futuro de la humanidad. Pero estas contradicciones no resultan de una simple coincidencia histórica. Los grupos de actores sociales que promueven cada una de las tres revoluciones proponen una visión de mundo, en el intento de que su percepción de la realidad prevalezca en la nueva época. Sin embargo, los diferentes conjuntos de premisas, promesas y compromisos asociados a estas visiones de mundo conducen a la humanidad hacia futuros alternativos radicalmente diferentes entre sí. [10]

Las visiones de mundo en conflicto en el contexto del cambio de época

Una visión de mundo es una ventana conceptual, a través de la cual nosotros percibimos e interpretamos el mundo, tanto para comprenderlo como para transformarlo. Esta ventana funciona como una especie de lentes cultural, donde los ingredientes para su construcción incluyen ciertos valores, creencias, principios, premisas, conceptos, enfoques, etc., que moldean nuestra percepción de la realidad y, por lo tanto, nuestras decisiones y acciones hacia todos los aspectos de nuestra experiencia humana en el universo. En un cambio de época, todos son presionados a cambiar de lentes, pues los lentes de la época en declinación revelan un paisaje fuera de foco, cuya interpretación parece imposible. Asumiendo el estatus de paradigma social, una visión de mundo es la herramienta cultural más poderosa de que dispone un grupo social, una comunidad o una sociedad, para (re)interpretar su pasado, comprender su presente y construir su futuro. Cuando comprendemos que la realidad es lo que nuestro método de observación nos permite percibir, pasamos a reconocer que nuestra visión de mundo moldea nuestros modelos mentales, a través de los cuales observamos, sistematizamos, interpretamos y aportamos significado a nuestras propias experiencias en el mundo.[11]

Si toda época establece una visión de mundo dominante, un cambio de época establece una competencia entre visiones de mundo en conflicto. Las tres revoluciones (previamente mencionadas) generan tres visiones de mundo en conflicto–las visiones mecánica, económica y holística, que compiten entre sí para prevalecer en la época emergente. Aún cuando una de ellas llegue a establecerse como dominante, la humanidad va a convivir con las contradicciones y consecuencias de la lucha dialéctica entre los intereses e influencias generados a partir de las premisas, promesas y compromisos de las tres.

Visión mecánica de mundo[12]

En los siglos XVI y XVII, se estableció, junto con la ciencia moderna, una visión mecánica de la realidad, bajo la cual el mundo pasó a ser percibido a través de la metáfora de una máquina. El marco conceptual de Galileo y Descartes, de una realidad objetiva gobernada por leyes matemáticas exactas, fue completado por la mecánica Newtoniana y la teología cristiana, legitimando el mecanicismo y validando sus implicaciones: reduccionismo, determinismo, linealidad y mono-causalidad. Junto con esta visión de mundo, se consolidó el pensamiento duro, donde solamente los "hechos" cuantificables, capaces de ser traducidos al lenguaje matemático, pasaron a ser los "únicos" hechos relevantes. Con la Revolución Industrial, en la segunda mitad del Siglo XVIII, esta visión de mundo se consolidó, y hasta hoy ha prevalecido sobre otras. Bajo ésta visión:

El mundo es percibido como una máquina sin sentimientos, donde la razón mecánica excluye a la emoción humana. Sin espacio para valores morales ni principios éticos, este reinado de la racionalización es "habitado" por piezas del engranaje que permiten funcionar a la máquina. En este mundo mecánico, hay una ciudadanía por derecho, pero con pocos ciudadanos de hecho.

La historia no existe o no es relevante para la máquina; el pasado y el futuro están asociados a la idea de progreso, que significa apenas más soluciones mecánicas. El eficiente funcionamiento de la máquina en el presente es lo que cuenta–el corto plazo.

El contexto corresponde a "la" realidad "objetiva", que existe independiente de nuestra percepción, decisiones y acciones. Cabe a las organizaciones "descubrir" qué parte de esta realidad puede o debe ser considerada como "su" entorno. Los "hechos" relevantes en este contexto son los hechos "duros", visibles y cuantificables, que se pueden predecir a partir del manejo de las leyes "naturales" que rigen el funcionamiento de la realidad, a través de relaciones lineales de causa y efecto.

La organización es una máquina que transforma insumos en productos, y que debe ser manejada como tal. Esta máquina es dinamizada por sus recursos humanos, que son autómatas biológicos capaces de ejecutar tareas rutinarias, replicar "recetas" e imitar comportamientos, pero no son capaces de crear, porque no se les da el espacio para pensar.

Los modelos de intervención para el desarrollo son centrados en la oferta, como resultado de los excesos de la racionalización–eficiencia, cuantificación, control y predicción, que genera rigidez y linealidad. Para la máquina, el progreso es sinónimo de crecimiento, y los medios–crecimiento económico y desarrollo tecnológico–son privilegiados sobre los fines, que son plurales e individuales.

La tecnociencia (la fusión de la ciencia moderna con la tecnología moderna) es un factor de transformación de ciertos insumos en información y tecnología, para aumentar la eficiencia de ciertos procesos productivos. Desde una base mecanicista, que selecciona la eficiencia productiva como la máxima referencia para el proceso de innovación, la especialización científica es descontextualizada de otras especializaciones, y es desvinculada de los valores humanos: ciencia para la eficiencia.

La metáfora de la máquina continúa como la base de está visión. Con la revolución en torno a la tecnología de la información, la visión mecánica de mundo gana sofisticación y vitalidad. Para la mayoría de los físicos e ingenieros, la máquina apenas se ha hecho más compleja, pero la tecnología de la información y la teoría del caos les permiten comprender esta complejidad, a través del lenguaje y la precisión de la matemática. Con la tecnología de la información, la máquina ha ganado vida, pero es una vida tan mecánica como la vida de los robots más sofisticados: sin emoción, pasión, sentimientos, valores, aspiraciones, compromisos, etc.

Los conceptos originalmente propuestos a partir de la metáfora de la máquina son: progreso, eficiencia, control, cuantificación, predicción, producción, productividad, engranaje, recursos humanos, resultados, metas, impactos, disciplina, orden, equilibrio, cadena de comando, redes (electrónicas).

Visión económica de mundo.[13]

Mientras no era dominante, la visión económica de mundo siempre estuvo presente, desde los tiempos en que el capital mercantil impulsó el comercio entre los continentes. Sin embargo, a partir de la revolución económica actual, esta visión ha ganado un nuevo y mucho más poderoso momentum. A finales de los años 70, el régimen de acumulación de capital de la época del industrialismo empieza su declinación. Ahí se inicia una revolución económica para formar otro régimen de acumulación: corporativo, transnacional, informacional y global. Con la debacle del socialismo en la Unión Soviética y en el Este Europeo, el sistema capitalista aprovechó para reemplazar a la ideología del Estado por la ideología del mercado, imponiendo esta visión como dominante. Bajo ésta visión:

El mundo es percibido como un mercado sin sociedades, donde las transacciones comerciales prevalecen sobre las relaciones sociales. Este es un mundo habitado por proveedores, productores, intermediarios, procesadores, vendedores, industriales, intermediarios, banqueros, competidores, consumidores, clientes, inversionistas, etc. En este mundo Darwiniano, la existencia es una lucha por la sobrevivencia; sobrevivirá el más competitivo. Aquí hay una ciudadanía por derecho, pero con pocos ciudadanos de hecho.

La historia no existe o no es relevante para el mercado. Cuando considerado, el pasado es apenas una reconstrucción cronológica, de carácter evolucionista, de los hechos objetivos cuantificables. El futuro, cuando considerado, se restringe a las tendencias del mercado. En el largo plazo, la finalidad es la acumulación; en el corto plazo el lucro máximo es lo que importa.

El contexto es constituido apenas por diferentes tipos de mercados con sus diferentes tipos de clientes y diferentes tipos de demandas. Este es un contexto comprendido principalmente a través de las leyes naturales del mercado–oferta y demanda, y de la premisa de que los individuos son necesariamente egoístas, tomando decisiones basadas siempre en sus propios intereses particulares. La realidad "objetiva" considerada relevante es la realidad económica, que puede ser resumida en la realidad del mercado, con todas sus necesidades e implicaciones. Lo que no tenga valor económico no es importante.

La organización es un proveedor de productos y servicios para este mercado, y debe ser manejada como tal. La dinámica de este proveedor particular depende de su "capital humano"–una cosa, y de su "capital intelectual"–una mercancía; su fuente de motivación es el lucro máximo en el presente, su finalidad última es aportar a la acumulación de capital, y su fuente de inspiración y referencia en cualquier tiempo es únicamente el mercado.

Los modelos de intervención para el desarrollo son centrados en la demanda, conforme a la lógica aportada por las leyes del mercado, ignorando otros aspectos sin voz ni voto en la realidad material y social (como seguridad alimentaria y conservación de recursos naturales). La modernización es sinónimo de globalización económica y tecnológica, y los medios–crecimiento económico y desarrollo tecnológico–son privilegiados sobre los fines, que son plurales e individuales.

La tecnociencia es un proveedor de ciertos productos, procesos y servicios intensivos de conocimiento, para aumentar la competitividad de los que innovan basados en la ciencia. Desde una base economicista que selecciona al mercado como la máxima referencia para el proceso de innovación, la especialización tiene al mismo mercado como el único contexto relevante a considerar, generando una tecnociencia comercial dirigida apenas para el lucro: ciencia para la acumulación.

La metáfora del mercado es central para la adopción de esta visión de mundo. Esta metáfora traslada para las realidades sociales, económicas, políticas e institucionales de la sociedad la lógica evolucionista de la realidad "natural", donde la existencia es una lucha por la sobrevivencia. Esta metáfora representa un organismo biológico y su lógica de competencia por la sobrevivencia. Con la revolución en la tecnología de la información, esta metáfora gana un componente mecánico–las redes electrónicas, que aporta mucha versatilidad a los actores de este mundo particular. La teoría del caos ayuda a entender mejor la complejidad del mercado.

Los conceptos originales propuestos a partir de la metáfora del mercado son: competitividad, calidad, eficacia, valor agregado, igualdad de oportunidad, ventaja comparativa, ventaja competitiva, competencia, acumulación, oferta, demanda, utilidad, ciclo de vida, modernización, cliente, retorno, capital humano, capital intelectual, lucro, sobrevivencia, pragmatismo, individualismo.

Visión holística de mundo. [14]

Antes de la dominación del capitalismo, la visión de mundo era de naturaleza orgánica y espiritual, que fue aplastada por la visión mecánica de mundo durante la Revolución Industrial. Con la revolución sociocultural en marcha, esta visión ha sido rescatada, ampliada, profundizada, transformada y diversificada, para incluir elementos del contexto que van más allá del simple evolucionismo, que todavía prevalece entre la mayoría de sus seguidores. A mediados de la década de los años 60, varios movimientos socioculturales cuestionaron la civilización occidental y la sociedad industrial de consumo. Asumiendo que estamos todos vulnerables, los promotores de esta revolución proponen una visión sistémica de mundo, bajo la cual todo está interconectado en la Tierra y en el cosmos. Pero esta interdependencia no es sinónimo de armonía, pues nuestros conflictos de intereses generan contradicciones. Bajo esta visión:

El mundo es un sistema complejo y dinámico, con múltiples dimensiones y funciones interconectadas (espacial, temporal, ecológica, social, económica, política, institucional, ética, estética), y es constituido por una diversidad de entidades vivas interrelacionadas, incluyendo la especie humana organizada en sociedades. En este mundo, la ciudadanía por derecho debe generar ciudadanos de hecho.

La historia es relevante para la comprensión, pues el pasado, presente y futuro están inevitablemente conectados. Para construir un futuro diferente y mejor es preciso, a partir de hoy, pensar, actuar y aspirar diferente, basándose en lecciones del pasado, compromisos negociados en el presente y escenarios (futuros) alternativos.

El contexto es el producto de las diferentes percepciones de los diferentes grupos de actores sociales, que comparten diferentes visiones de mundo. Existen, por lo tanto, "contextos", como realidades socialmente construidas por las decisiones y acciones derivadas de estas diferentes percepciones de la realidad. En este sentido, el contexto es un espacio especial de desarrollo, donde interactúan sociedad, cultura y naturaleza. Cualquier contexto incluye el mercado–con sus clientes y demandas, pero va más allá, para considerar otros aspectos de la realidad material y social que el mercado no expresa.

La organización es igualmente un sistema abierto y dinámico, que refleja las principales características y contradicciones de los sistemas más amplios con los cuales intercambia, debiendo ser gerenciada bajo un enfoque necesariamente sistémico. Entre sus múltiples funciones, la organización de desarrollo asume el papel fundamental de un facilitador de cambio y desarrollo. En las organizaciones, los seres humanos son percibidos como ciudadanas y ciudadanos, quienes tienen imaginación y son capaces de pensar y de crear más allá de su conocimiento y experiencias previas, y son gerenciados como "talentos" humanos.

Los modelos de intervención para el desarrollo son centrados en el contexto (entorno), que incluye el mercado, sus clientes y sus demandas, pero que va más allá; el contexto incluye otros aspectos y otras dimensiones relevantes de las realidades material y social. El desarrollo sostenible incluye el desarrollo humano y social, subordinando los objetivos-medios (crecimiento económico y desarrollo tecnológico) a los objetivos-fines: mejores condiciones, nivel y calidad de vida.

La tecnociencia es apenas un sistema facilitador de cambio y desarrollo. Desde un compromiso con la totalidad, que implica considerar el desarrollo como el encuentro entre sociedad, cultura y naturaleza, la tecnociencia es desarrollada bajo control social ampliado, en el contexto de su aplicación e implicaciones: ciencia con conciencia, para la sociedad y la vida en el Planeta. La dimensión de eficiencia y la económica, que prevalecen en las visiones mecánica y económica, respectivamente, están presentes entre las dimensiones del sistema. Pero eso ocurre en un relativo balance con otras dimensiones, como las de sostenibilidad y de equidad, necesarias para la existencia de todas las formas de vida en el Planeta. Con la revolución en la tecnología de la información, los actores del desarrollo ganan también mucha versatilidad para actuar bajo esta visión de mundo. La teoría del caos aporta a una mejor comprensión de la complejidad de la realidad.

La metáfora del sistema es la base de esta visión, pues le permite aceptar las diferentes, complejas y frecuentemente contradictorias dimensiones de la realidad, evitando el reduccionismo, linealidad y determinismo comunes en otras visiones de mundo, que reducen la realidad apenas a una de sus múltiples dimensiones. Pero este no es un sistema en equilibrio, sino en constante proceso de cambio.

Los conceptos originalmente propuestos a partir de la metáfora del sistema son: valores, sostenibilidad, complejidad, diversidad, multicausalidad, no-linealidad, interdependencia, naturaleza, sociedad, cultura, equidad, participación, interacción, construcción, sistemas blandos, talentos humanos, solidaridad.

Obviamente, ninguna visión de mundo llega a ser practicada de forma pura. Hasta la visión dominante dentro de una época es forzada a co-existir con aspectos e influencias de otras visiones de mundo. Lo que generalmente ocurre es una combinación de algunos elementos de las diferentes visiones, pero bajo la prevalencia del conjunto de premisas de una de ellas. Una organización de desarrollo debe hacer primero una reflexión ética antes de tomar la decisión política para la adopción del conjunto de premisas de una de estas visiones de mundo; solamente después debe importar algunos elementos de las otras visiones de mundo, bajo la regla no negociable de que estos elementos no pueden estar en conflicto con las premisas de la visión adoptada. Por ejemplo, el hecho de que una organización adopte la visión holística de mundo no le impide incorporar el concepto de eficiencia, propuesto por la visión mecánica, y el concepto de calidad, propuesto por la visión económica. Bajo una perspectiva multidimensional, la visión holística de mundo acepta y considera estos conceptos, pero en balance con otros conceptos, como sostenibilidad y equidad.

Los cambios que cambian una época

Según Manuel Castells, una época histórica cambia cuando se transforman de forma cualitativa y simultánea las relaciones de producción, relaciones de poder, experiencia humana y cultura. Hace más de 200 años que la lógica del agrarianismo fue confrontada por la lógica del industrialismo emergente. La Revolución Industrial fue capaz de consolidar un nuevo sistema de ideas, desarrollar un sistema de técnicas y crear nuevos mecanismos institucionales para viabilizar a ambos sistemas. Para eso, profundos cambios fueron generados para alterar las relaciones de producción, relaciones de poder, experiencia humana y cultura. Nuestra tesis central es que, tanto el periodo de la Revolución Industrial como el momento actual representan un cambio de época, no una simple época de cambios.

La Revolución Industrial y el último cambio de época[15]

Entre 1760 y 1800, algunos pensadores se dieron cuenta de que algo cualitativamente diferente estaba ocurriendo, y que transformaría para siempre el destino de la humanidad. Juan Jacques Rousseau fue uno de estos agudos pensadores sociales. Él entendió que los problemas del siglo XVIII, antiguos y nuevos, no lograban ser comprendidos ni resueltos a partir de las hipótesis, premisas y enfoques que habían prevalecido hasta entonces. Por eso, él propuso su Contrato Social, una contribución para la época emergente, que él tan bien logró vislumbrar. Un análisis de estudios históricos sobre aquél período revela los cambios cualitativos y simultáneos que se desarrollaron en las relaciones de producción, relaciones de poder, experiencia human y cultura.

Cambios cualitativos en las relaciones de producción. Con la Revolución Industrial, los bienes y servicios más relevantes, generados a partir del conocimiento tácito y mano de obra familiar, pasaron a ser "producidos" por máquinas, en las fábricas creadas por el sistema de técnicas del industrialismo emergente. Esto representó el fin de la economía basada en el trabajo de los artesanos y el fin social y económico de la relación entre maestros y aprendices. El conocimiento tácito de estos actores fue sistematizado, traducido para el lenguaje mecánico y materializado en las líneas-de-montaje de las fábricas, donde ya no se necesitaba de las mentes sino de las manos de los que generaban aquellos bienes y servicios. La economía productiva pasó a basarse en tres factores tangibles e interdependientes: tierra, capital y trabajo. La idea de progreso fue culturalmente introducida, con la premisa de que el crecimiento material era ilimitado, y que beneficiaría a toda la humanidad.

Cambios cualitativos en las relaciones de poder. Durante la Revolución Industrial, el poder fue transferido, de las manos de los que poseían la tierra, y de las mentes de los que poseían el conocimiento tácito, para las manos de los que poseían el capital industrial, porque éstos pasaron a poseer las fábricas y las máquinas del industrialismo emergente. La dinámica de la ecuación del poder–integrada por los factores fuerza, dinero y conocimiento–fue alterada. Desde la invención de la agricultura, hace más de 10 mil años, la fuerza había prevalecido sobre el dinero y el conocimiento dentro de esta ecuación. A partir de la Revolución Industrial, la fuerza fue reemplazada por el liderazgo del dinero, en el contexto de las reglas nacionales establecidas por los Estados-Naciones, cuyo poder creció rápidamente, principalmente para proteger la propiedad privada y promover los intereses mercantilistas y (principalmente) industriales del sistema capitalista en expansión.

Cambios cualitativos en la experiencia humana. La Revolución Industrial generó impactos radicales en, por ejemplo, la institución de la familia y en el concepto de sexualidad. En el caso de la familia, toda su existencia pasó a ser planificada en torno al tiempo mecánico establecido por los relojes de las fábricas, y no más por los ritmos de la naturaleza que habían prevalecido sobre la dinámica de las comunidades. Las fábricas separaron a los padres de sus hijos durante el día, que se quedaron privados de la interacción frecuente a que estaban acostumbrados. En el caso de la sexualidad, los esposos fueran también separados de sus esposas por la fábrica durante el día. Esta nueva realidad pasó a determinar hasta la hora en que podrían hacer el amor: antes o después del horario de la fábrica. Los casados y enamorados fueron presionados a programar el periodo en que sus deseos y sentimientos podrían ser estimulados y cultivados, ya que la fábrica se interponía entre las parejas durante el periodo más largo en que estaban despiertos.

Cambios cualitativos en la dimensión cultural. Con la Revolución Industrial, las relaciones sociales, antes de naturaleza orgánica, fueron superadas en volumen e importancia por relaciones de naturaleza mecánica, generadas a partir de la proliferación de las fábricas del industrialismo emergente. Éstas reunían a extraños, que debían relacionarse entre sí, independiente de su origen geográfico e historia social. La emergencia de nuevos negocios en las ciudades industriales también atraía a extraños (fenómeno de la urbanización), que se relacionaban de forma impersonal en el espacio del mercado. En paralelo, el nuevo sistema de ideas promovía los valores requeridos por el industrialismo mecánico: individualismo, eficiencia, productividad, comando, control, cuantificación, disciplina, puntualidad, asiduidad. Estaba en marcha la consolidación de la cultura de la realidad mecánica, donde la metáfora de la máquina servía para todo: para interpretar el mundo y para comprender la vida cotidiana, para actuar sobre la realidad general y para decidir sobre las rutinas domésticas, para inspirar a la educación de las masas y para moldear la práctica científica.

No es necesario tener mucha imaginación para deducir los trastornos generados por la Revolución Industrial: mucha turbulencia, inestabilidad, incertidumbre, desorientación, discontinuidad, inseguridad, fragmentación, perplejidad y, por lo tanto, vulnerabilidad generalizada. El resultado fue la dominación de la lógica mecánica de la época del industrialismo sobre la lógica orgánica de la época del agrarianismo. Pero el imperio del industrialismo tuvo vida corta; 200 años después de la revolución que le dio origen, la época del industrialismo agoniza en su ocaso, abriendo paso al alba de una nueva época. Sin embargo, la época emergente es como una fotografía fuera de foco, que todavía no nos permite ver con claridad como estará la humanidad después del 2030, a pesar de que algunas de las tendencias actuales apuntan hacia un mundo más sofisticado tecnológicamente y más interdependiente, pero más fragmentado política y socialmente, con muchas más desigualdades sociales, antiguas y nuevas.

El cambio de época actual[16]

Si la humanidad está experimentando un cambio de época, deberíamos ser capaces de identificar la ocurrencia de cambios profundos y simultáneos en las relaciones de producción, relaciones de poder, experiencia humana y cultura, como es posible identificarlos durante la Revolución Industrial. A continuación se comparten evidencias de que los efectos combinados de las revoluciones sociocultural, económica y tecnológica–ya mencionadas–están confrontando la lógica de la época histórica del industrialismo y creando la lógica de la época histórica del informacionalismo, que es de naturaleza capitalista, de base corporativa, con actuación transnacional, alcance global y funcionamiento basado en la lógica electrónica de las redes virtuales y en la magia digital de la tecnología de la información.

Transformaciones cualitativas en las relaciones de producción. La revolución en la tecnología de la información altera estructuralmente las relaciones de producción. En la economía informacional, la información es simultáneamente insumo y producto. El conocimiento es aplicado sobre el conocimiento para generar más conocimiento: los productos, procesos y servicios más relevantes son los intensivos de conocimiento. Así, la productividad y la competitividad comandarán la economía emergente; la productividad será derivada de la innovación tecnológica y la competitividad será derivada de la innovación institucional y de la capacidad gerencial. Por eso, la capacidad cultural para usar la tecnología de la información será crítica para la sociedad informacional. Por primera vez en la historia, más allá de la economía productiva, una economía inmaterial fue creada a partir de un factor intangible: información. En la economía informacional, el rico no depende del pobre, pues en ella el trabajador del conocimiento (mejor pagado) reemplaza al trabajador manual (sobre explotado en la economía productiva). El informacionalismo conlleva a la concentración y a la globalización descentralizadas del capital, por el uso del poder descentralizador de las redes electrónicas. En la época emergente, el control sobre la propiedad intelectual es más importante que el control sobre la propiedad física, el valor de los bienes culturales es más alto que el valor de los bienes materiales, y el prestigio aportado por el acceso al uso de los bienes materiales es mayor que el prestigio aportado por la posesión de estos bienes. La revolución en la tecnología de la información también viabiliza otras revoluciones tecnológicas, como la robótica, nuevos materiales, nanotecnología, ingeniería genética (o biogenética, biotecnología), etc. También están cambiando las relaciones entre capital y trabajo: en su base, el capital es global; como regla, el trabajo es local. El capital es globalmente coordinado; el trabajo es individualizado. El trabajo es desagregado en su desempeño, fragmentado en su organización, diversificado en su existencia y dividido en su acción colectiva. El contrato social entre el capital y el trabajo ha sido violado para permitir la movilidad global del capital y construir la vulnerabilidad local del trabajo. El capital ahora no solamente tiene alas sino que vuela sólo. [17]

Transformaciones cualitativas en las relaciones de poder. El asenso de un nuevo régimen de acumulación de capital, apoyado por la tecnología de la información, está transformando las relaciones de poder. Con la revolución en la tecnología de la información, el conocimiento finalmente pasó a liderar la fuerza y el dinero en la ecuación del poder. En esta dimensión, están en crisis el Estado-Nación y la democracia representativa. A través de acuerdos multilaterales, nuevas relaciones de poder son institucionalizadas e implementadas por agencias multilaterales, bajo las reglas de mecanismos supranacionales, que se colocan por encima de la institucionalidad de los Estados-Naciones, en representación de los intereses de actores transnacionales con ambiciones expansionistas. Las reglas nacionales de los Estados-Naciones son redefinidas como "barreras" a ser derrumbadas, para abrir paso a las reglas supranacionales del capitalismo corporativo transnacional. Las redes electrónicas crean un tipo de poder inmaterial que no respeta ni necesita de fronteras nacionales; al contrario, éstas se han transformado en inconveniencias para los intereses transnacionales. Los Estados-Naciones no van a desaparecer, ni van a perder toda su soberanía y autonomía.

Estos conceptos están siendo deliberadamente erosionados para que el poder del Estado-Nación pueda ser alterado, para debilitarlo en sus antiguas funciones, asociadas a las reglas nacionales que privilegian el régimen de capital de la época del industrialismo, y para fortalecerlo en sus nuevas funciones, requeridas para establecer, proteger y perfeccionar las reglas transnacionales del régimen de acumulación de capital de la época del informacionalismo. Al Estado lo desmantelaron, y ahora lo están reconstruyendo bajo una nueva lógica: soberanía subordinada. Como el Estado ya fue debilitado el suficiente para moldearlo al antojo del régimen corporativo emergente, ahora hasta el Banco Mundial y el FMI lo están valorando, pero, obviamente, bajo las nuevas "reglas del juego" de lo que es un "buen gobierno"en la época de la acumulación transnacional emergente. Con la reducción de la soberanía y autonomía relativas de los Estados-Naciones, la democracia representativa se está transformando en el arte de engañar al pueblo. El poder político para formular políticas y tomar decisiones relevantes está institucionalmente ubicado hoy principalmente en mecanismos supranacionales. De forma deliberada, la ideología del Estado es reemplazada por la ideología del mercado, que exige el debilitamiento del sector público y privilegios para el sector privado. También hay una tendencia hacia la globalización del poder de la sociedad civil, que se está organizando en redes de poder social e institucional, para ejercer su influencia sobre cuestiones generadas a partir de la revolución sociocultural: el respeto a los derechos humanos, la conservación de los recursos naturales, la justicia global, etc. Sin embargo, al nivel del sistema político nacional (formal), la sensación generalizada es de que la democracia representativa ya no es suficiente para la práctica democrática porque, en el mundo corporativo globalizado, los que son electos no deciden y los que deciden no son electos. En la actualidad, los actores individuales más poderosos del Planeta son corporaciones transnacionales, que representan hoy la versión moderna de la monarquía absolutista.

Transformaciones cualitativas en la experiencia humana. La forma como se vive la experiencia humana–la familia, la sexualidad, las relaciones de género, las relaciones interpersonales y sociales, las relaciones con la naturaleza, etc., están bajo transformaciones profundas, cuyos impactos en la experiencia humana son difíciles de anticipar. A partir de los años 60, varios movimientos socioculturales criticaron las premisas de la civilización occidental y desafiaron los valores de la sociedad industrial de consumo. Por ejemplo, el movimiento ambientalista propuso el concepto de desarrollo sostenible, cuya práctica implica cambios profundos en nuestra percepción, para que cambiemos radicalmente nuestro modo de producción, patrón de consumo y estilos de vida. Después de tres mil años de hegemonía, la autoridad patriarcal fue desafiada, generando la crisis del patriarcado y abriendo paso al ascenso de la cuestión de género. La heterosexualidad no será el único tipo de relación sexual socialmente y legalmente aceptable; ya hay países que permiten el casamiento entre parejas del mismo sexo biológico. El impacto potencial del eclipse electrónico de la dimensión espacio-tiempo sobre la experiencia humana es impresionante. La tecnología de la información ha hecho posible la creación electrónica del octavo continente del Planeta: un continente digital, donde INTERNET es un puerto virtual en la era del acceso. En este continente virtual, el tiempo histórico no cuenta, el espacio geográfico desaparece y las relaciones sociales son innecesarias. Por eso, el concepto de "red" asume consecuencias prácticas para la nueva morfología social de las sociedades avanzadas del futuro. Finalmente, el cuestionamiento de la ciencia, cuando practicada bajo la influencia de la tradición filosófica conocida como Positivismo, está estimulando la generación de nuevos paradigmas, que cambiarán nuestra percepción sobre nosotros mismos y la forma como nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza. Como resultado, un nuevo modo de generación y apropiación de conocimiento está emergiendo bajo la lógica de la generación de conocimiento en el contexto de su aplicación e implicaciones. Esta revolución cambia la experiencia humana, por cambiar nuestra percepción sobre ella y, por lo tanto, nuestras decisiones y acciones para transformarla. Irónicamente, la misma experiencia humana está siendo mercantilizada, pues hoy día la comercialización de los bienes culturales crece más que la comercialización de los bienes materiales; el turismo global es la industria del futuro: ya no se paga para conocer lugares diferentes sino para sentir nuevas experiencias.

Transformaciones cualitativas en la cultura. Por causa de la penetración de la tecnología de la información en todos los medios y formas de comunicación, gran parte de la humanidad camina hacia la cultura de la realidad virtual. La sociedad-red desincorpora de forma electrónica las relaciones sociales: el tiempo se queda a-temporal; el espacio pierde su dimensión material; la historia es de-historializada; y la sociedad se queda de-secuenciada. Valores e intereses dominantes son construidos sin referencia al pasado ni al futuro. La realidad será la presentada por los medios de comunicación, no la que experimentamos diariamente. Los que controlan redes de comunicación aumentan su poder de moldear y manipular percepciones, opiniones, aspiraciones y hasta juicios de valor. Sólo lo que es visible en las pantallas de los vehículos electrónicos de imágenes es considerado como real; metafóricamente, lo que no aparece en CNN no existe. Mientras nuestra realidad real nos aísla individualmente en la lucha desigual por los medios materiales de la sobrevivencia, los fabricantes de la realidad virtual nos invitan a integrarnos para compartir los riesgos globales: ecológicos, ambientales, atómicos, etc. Muchos padres ya no interactúan con sus hijos; prefieren comprarles equipos de tecnología digital y juegos electrónicos. Crece de forma vertiginosa la organización de redes virtuales, que reemplazan a los contactos cara-a-cara, creando una especie de vecindario electrónico global, donde las relaciones sociales y políticas parecen innecesarias. Mientras la facilidad de acceso a la información no encuentra precedente en la historia, la futura generación punto-com corre el riesgo de asumir que ya no será necesario caminar para conocer el mundo y transformarlo, una conveniencia para los poderosos, que no enfrentarían las fuerzas vivas de la sociedad, apenas mensajes electrónicos. Solamente el terrorismo cibernético alterará la calma del octavo continente, este continente vacío de valores morales, principios éticos y energía humana. Pero el terrorista cibernético no mata a nadie; éste criminoso sin domicilio geográfico actúa en un continente no habitado.

Los procesos globales que están cambiando la época

Estas transformaciones ocurren a través de varios procesos, donde cuatro de ellos parecen ser los más relevantes para comprender el cambio de época: (i) la construcción de un nuevo régimen de acumulación de capital; (ii) el establecimiento de un Estado-red supranacional; (iii) el esfuerzo hacia el desarrollo sostenible del Planeta; y, (iv) la emergencia de un nuevo modo de generación de conocimiento.

Formación del nuevo régimen de acumulación de capital

Como consecuencia de la crisis del régimen de acumulación de capital de la época del industrialismo, está en marcha la creación de un régimen de acumulación de capital para la economía de la época emergente. El régimen de acumulación de la época del industrialismo es: articulado en torno a una economía productiva dependiente de factores tangibles–tierra, capital y trabajo; practicado por capitalistas individuales que tienen una Patria definida, bajo la disciplina de las reglas nacionales del juego de acumulación establecidas por el Estado-Nación; dependiente del espacio geográfico; basado en el transporte como infraestructura básica; y es acusado de sobre-explotar a los trabajadores manuales. El régimen de acumulación de la época del informacionalismo es: desarrollado en torno a una economía inmaterial dependiente de un factor intangible–información; practicado por corporaciones transnacionales sin Patria definida, bajo la disciplina de las reglas transnacionales del juego de acumulación, establecidas por mecanismos supranacionales; independiente del espacio geográfico; basado en la comunicación como infraestructura básica; y acusado de exclusión social, por su indiferencia con el destino de los que no tienen acceso a sus redes de poder, capital, decisiones e información. Simultáneamente, parte de la economía productiva está siendo estructuralmente transformada, a través de la formación de cadenas productivas transnacionales, que promueven la producción flexible–la posibilidad de producir diferentes partes de un producto en cualquier parte del mundo, ensamblarlo en cualquier punto del Planeta y venderlo en todos los mercados nacionales donde exista dinero para comprarlo. Para el nuevo régimen de acumulación de capital las reglas nacionales de los Estados-Naciones son una inconveniencia; diariamente, USD 1.5 trillones ya circulan fuera del control de los bancos centrales nacionales. El Forun Económico Mundial, realizado anualmente en Davos, Suiza, desde hace 30 años, ha sido el espacio privilegiado para la fermentación de estrategias para la generación e implementación de las nuevas reglas del juego de acumulación del nuevo orden corporativo transnacional mundial. Este evento reúne las mil corporaciones transnacionales más poderosas del Planeta.

Establecimiento de un Estado-red supranacional

La crisis del régimen de acumulación de capital del industrialismo hace declinar con él la institucionalidad–los mecanismos institucionales–que viabilizaba dicho régimen. Una nueva institucionalidad está siendo creada para viabilizar el nuevo régimen de acumulación de la época emergente. Esta nueva institucionalidad asume la configuración de un Estado-red supranacional, estructurado bajo el sistema de ideas dominante, que emerge en torno a los intereses de las corporaciones transnacionales, a través de acuerdos multilaterales implementados por mecanismos supranacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), y con el apoyo de agencias multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Algunos de estos acuerdos son establecidos en torno a bloques económicos regionales, como el NAFTA, MERCOSUR y Unión Europea, mientras otros son globales, como el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI). En resumen, está en formación una especie de gobierno mundial, incluso con una especie de banco central supranacional, en el cual no existen Presidentes ni elecciones. Pero existe un conjunto de nuevos actores poderosos, que institucionalizan la desigualdad internacional, estableciendo reglas iguales para capacidades desiguales. En este contexto, el Estado nacional está siendo presionado muchas veces a posicionarse en contra de su sociedad, perdiendo legitimidad frente a esta. Si el Estado representa a la sociedad, no puede estar en contra de sus intereses; si el Estado se posiciona en contra de la sociedad es porque ya no la representa, representando apenas los intereses de las élites del poder. Sin embargo, como consecuencia de la revolución sociocultural, afortunadamente la sociedad civil también se está organizando para actuar globalmente. En áreas relevantes para el medio ambiente, derechos humanos, justicia, y otros aspectos de importancia para el futuro de la humanidad y del Planeta, diferentes grupos de actores sociales están creando instancias, formales e informales, para monitorear y promover los intereses de la sociedad civil de todos los países, intentando reconstruir la lógica de la globalización económica y tecnológica, para incluir, por ejemplo, la globalización de la solidaridad y de la responsabilidad con todas las formas de vida en la Tierra.

Partes: 1, 2, 3
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