Estudio elaborado por Francisco Sagasti con la colaboración de Mario Bazán y Fernando Prada y la asistencia de Néstor Aquiño, Daniel Higa y Lucía Lastarria por solicitud del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe. Sara Mateos editó el texto final.
Durante los últimos tres decenios la actividad intelectual se ha venido transformando debido a los avances en las tecnologías de la comunicación e información. Estos avances están modificando los procesos de producción, transmisión y utilización de ideas, conceptos, datos e imágenes, y particularmente lo que ha sido por mucho tiempo el principal medio para plasmar y comunicar la producción intelectual: el libro.[1]
El propósito de este estudio es ofrecer una somera apreciación del impacto de las nuevas tecnologías en la industria editorial en América Latina durante los próximos años. Siguiendo a Bolter, consideramos que "cuando hablamos del futuro del libro, estamos hablando de interacciones sutiles entre limitaciones tecnológicas cambiantes y necesidades culturales cambiantes".[2] La tarea de dilucidar estas sutiles interacciones es muy compleja, por lo que será abordada en forma escueta destacando aquellos aspectos de la interacción entre los avances tecnológicos y los modelos de negocios que afectan en mayor grado a la industria del libro.
Luego de presentar un enfoque conceptual en la siguiente sección, el estudio examinará los principales avances tecnológicos que afectan a la industria editorial, planteará algunas apreciaciones sobre el contexto regional y finalmente trazará algunas hipótesis sobre el impacto de los cambios tecnológicos en la industria editorial de América Latina.
Esta sección ofrece un esquema conceptual para examinar el proceso por el cual los resultados del trabajo intelectual se transforman en productos que pueden ser examinados, evaluados, asimilados y utilizados por los usuarios. El sistema de producción, distribución y utilización del libro, en el cual se centra este estudio, es un subconjunto del sistema más amplio de generación y uso de productos de la actividad intelectual de los seres humanos. En términos generales, este sistema más amplio tiene cuatro componentes:
los procesos de producción intelectual (PI) que tienen lugar en la mente de los autores o creadores;
los medios de expresión (ME) que se elijen para darle un carácter tangible y concreto a los resultados de esos procesos mentales;
los procesos productivos y canales de distribución (P&D) que permiten transmitir los medios de expresión tangibles a los usuarios; y
las formas de consumo, utilización o uso (C&U) que le dan las personas que tienen acceso a esos medios de expresión.
Estos cuatro componentes interactúan y se condicionan mutuamente, y son afectados por los avances tecnológicos (figura 1). Los resultados de la producción intelectual se ponen en evidencia y materializan a través de diversos medios de expresión (flecha continua), si bien, a su vez, la disponibilidad de nuevos medios de expresión estimula diversos tipos de producción intelectual (flecha entrecortada). Una vez elegido el medio de expresión, los procesos de producción y distribución permiten transformar los contenidos consignados en estos medios en productos aptos para su utilización y consumo por los usuarios finales (flecha continua). Al mismo tiempo, la existencia de canales de producción y distribución afecta, aunque en menor medida, la elección del medio de expresión a emplear para registrar el resultado del trabajo intelectual (flecha entrecortada).
El uso o consumo está condicionado por la oferta y accesibilidad de productos del trabajo intelectual disponibles a través de los canales de producción y distribución (flecha continua), pero también los patrones de uso y consumo condicionan la pertinencia y el empleo de los distintos canales de producción y distribución (flecha entrecortada). Por último, el uso o consumo de los resultados del trabajo intelectual, y las experiencias asociadas a ellos, generan diversos grados de demanda de este tipo de trabajo (flecha continua). Al mismo tiempo, la existencia de productos intelectuales puede generar interés por parte de los usuarios y consumidores (flecha entrecortada). Para completar el esquema conceptual, los avances tecnológicos afectan a todos y cada uno de estos componentes, tanto de manera directa (flechas continuas del rombo a las elipses) como indirectamente, a través de los efectos que se propagan debido a las interacciones entre los cuatro componentes.
FIGURA 1. El sistema de producción y acceso al libro y las nuevas tecnologías
La descripción del sistema de producción y acceso al libro puede ser ampliada, de tal forma de incorporar progresivamente todos los insumos y resultados de cada uno de los componentes indicados en la figura 1. Para centrarse en los temas que cubre este informe, la figura 2 incluye algunos elementos adicionales, resaltando aquellos que se refieren directamente al sistema de producción, distribución y uso del libro. Por ejemplo, el componente producción intelectual abarca el acceso a la información y la forma como la procesan los autores, así como si se trata de un autor individual o colectivo. En forma similar, el examen de los medios de expresión pone énfasis en los libros y en las diversas formas en que se materializan. En el caso de los canales de producción y distribución, la atención se centra en los contenidos apropiables, vinculados a diversas formas de propiedad intelectual. Dada la gran diversidad de formas de uso y consumo de los libros, la atención está puesta en los libros de interés general y en aquellos empleados en procesos de enseñanza y aprendizaje.
2.1 Producción intelectual y la explosión de contenidos
La producción intelectual es el proceso por el cual los autores adquieren, manipulan, analizan, integran y sintetizan información, datos y otros insumos de naturaleza similar para crear una gran diversidad de manifestaciones de su actividad mental, y en particular para generar ideas y conocimiento. Estos productos pueden ser de carácter técnico, educativo, literario, científico, religioso, artístico, informativo, entre otros.
La forma de generar estos productos del intelecto humano se ha ido modificando a lo largo del tiempo debido a los avances en las tecnologías de la comunicación e información, y a la forma en que estas tecnologías interactúan con las estructuras sociales. Por ejemplo, la invención y difusión de los microprocesadores electrónicos durante la segunda mitad del siglo XX, que dieron origen a la industria de las computadoras y cambiaron radicalmente las telecomunicaciones, permitieron ampliar y agilizar enormemente el acceso a las fuentes de información y conocimiento. La masificación del uso de computadoras personales, acompañada de la disponibilidad de programas sofisticados y fáciles de usar para procesar textos e imágenes, han simplificado la labor de escritura y edición de textos y aumentado la productividad del trabajo intelectual.[3]
En forma adicional, el desarrollo y la difusión de Internet han puesto a disposición de todas las personas que cuentan con una conexión telefónica y una computadora el material disponible en bibliotecas, bases de datos y páginas web. Esto ha facilitado el proceso de generación de conocimientos, incrementado los insumos disponibles, y ha hecho posible la consulta con especialistas durante la preparación de todo tipo de textos y material gráfico. Unido a los avances en telecomunicaciones y conectividad, estos avances han hecho viable el trabajo conjunto entre varios autores y han dado origen a nuevas formas de colaboración en la producción intelectual.
FIGURA 2. El sistema de producción y acceso al libro
Como consecuencia de estos avances tecnológicos, el número de autores potenciales y reales, así como la cantidad y variedad de contenidos que pueden generar cada uno de ellos, han aumentado significativamente. El vertiginoso aumento en el volumen de la producción intelectual que se expresa a través de textos y material audiovisual ha puesto a disposición de los usuarios una enorme cantidad de información, que ha venido creciendo en forma exponencial durante los últimos dos decenios.
De acuerdo a un estudio realizado en la Universidad de Berkeley en el año 2003,[4] la producción intelectual registrada en medios impresos, magnéticos, ópticos y en películas en el 2002 ascendió aproximadamente a cinco exabytes,[5] 92% de los cuales se almacenó en medios magnéticos (principalmente en discos duros). La cantidad de nueva información guardada en todos estos medios se ha duplicado entre 1999 y el 2002, y si bien la mayoría se registró en medios magnéticos, la información impresa en papel continuó creciendo, principalmente debido a la impresión que hacen las personas de documentos de trabajo, correos electrónicos y textos de uso personal. La tabla 1 resume la cantidad de información original registrada en medios impresos en el 2003; se puede apreciar que, expresada en terabytes de material escaneado, los libros representan sólo el 2.3% del total, mientras que los documentos generados en lugares de trabajo concentran más del 85% del total de información impresa.
TABLA 1. Flujo mundial de la información impresa original, en porcentaje (2003)
Medio | Total en terabytes (escaneado) | Porcentaje del total | |
Libros | 39 TB | 2.3% | |
Periódicos | 138.4 TB | 8.5% | |
Periódicos comerciales masivos | 52 TB | 3.2% | |
Revistas académicas | 6 TB | 0.37% | |
Boletines | 0.9 TB | 0.05% | |
Documentos de oficina | 1,397 TB | 85.5% | |
Total | 1,634 TB | 100% |
Fuente: Lyman, Varian et al. (2003).
Un estudio más reciente, aunque no estrictamente comparable ya que se centra en la producción de información digital, sugiere que esta explosión informativa sigue acelerándose.[6] Por ejemplo, se estima que en el 2006 el total de información digital creada, capturada y replicada fue de aproximadamente 161 exabytes. Esto constituye alrededor de tres millones de veces la cantidad de información registrada en todos los libros que han sido escritos. Además, se espera que entre el 2006 y el 2010 el total de información digital disponible aumente unas seis veces, hasta alcanzar unos mil exabytes. Esto se debe en gran medida al aumento en las imágenes capturadas por más de mil millones de aparatos electrónicos digitales -cámaras fotográficas, cámaras de video, teléfonos celulares, escáneres médicos, cámaras de seguridad– y a su transmisión y reproducción por medio de Internet, redes privadas, computadoras personales, emisiones de televisión digital y proyectores digitales de video e imágenes.
La explosión de nuevos contenidos y la introducción de nuevos medios de expresión han generado la necesidad de clasificar el material producto de la actividad intelectual, y particularmente los textos en formato electrónico. Aún no se han encontrado soluciones integrales a este problema cuya complejidad y magnitud aumentan continuamente, pero en general se pueden identificar tres tendencias. La primera se refiere a la organización de contenidos mediante la digitalización de la información existente en el mundo no-virtual, y en particular la digitalización de las bases de datos existentes en bibliotecas. Actualmente es posible acceder a catálogos con el listado de una gran parte de los libros y publicaciones existentes, clasificados por temas, casa editora, país e idioma, entre otros criterios. Sin embargo, esto es posible sólo para cierto tipo de contenidos, especialmente aquellos donde existen canales de comunicación entre las casas editoriales y los organizadores de estas bases de datos. Como ejemplo de esta tendencia se tiene a las librerías virtuales (como Amazon) y los catálogos virtuales de las casas editoras y bibliotecas, que se ponen en línea con el fin de comercializar las publicaciones o de publicitar su disponibilidad.
2.2 Medios de expresión
El resultado del trabajo intelectual puede expresarse a través de una variedad de medios: textos, sonidos, imágenes o una combinación de estos (por ejemplo, material audiovisual). A su vez, esta información puede registrarse y transmitirse en diferentes maneras y formatos (recuadro 1).
RECUADRO 1. Medios de almacenaje de información
La información se puede almacenar en cuatro tipos de medios físicos: papel, película,
magnético y ópticos. El papel proviene en gran medida de la corteza de los árboles, se fabrica por procesos mecánico-químicos y su demanda ha aumentado continuamente. Los dispositivos de película son un medio analógico para registrar imágenes, que se fabrica a través de procesos químicos y que está evolucionando hacia dispositivos digitales de archivos de texto e imágenes en medios magnéticos y ópticos. Los dispositivos de almacenaje magnético son derivados de la industria electrónica y química, y se ofrecen en una gran variedad de presentaciones que van desde mini casetes hasta archivos servidores de gran capacidad de almacenaje (casetes de audio, VHS, casetes digitales, mini DV, floppy disks, zip disks, audio mini disks, memorias portátiles, discos duros). Los dispositivos ópticos incluyen a los CD para audio, los CD-ROM y los DVD, entre otros, y constituyen actualmente el principal medio para distribuir software, datos, videos y música. Además, la World Wide Web (www) e Internet, una combinación de medios magnéticos de almacenaje en gran escala y de conexiones dedicadas y compartidas de telecomunicaciones, así como otros sistemas similares, se están convirtiendo en un medio de almacenar y transmitir textos, imágenes y sonidos cuyo uso ha ido creciendo exponencialmente.
Fuente: Lyman et al. (2003).
Los textos pueden plasmarse en el papel a través de la escritura manual y de una variedad de máquinas para imprimir, o generarse y almacenarse en formato electrónico que posteriormente puede imprimirse. Los textos impresos reemplazaron a los manuscritos hace varios siglos, pero no los hicieron desaparecer.[7] Durante los últimos cinco decenios -paralelamente con los avances en las tecnologías de la información-, los formatos electrónicos han ido remplazando a los materiales impresos como medio para almacenar y transportar textos. Sin embargo, esto no significa en modo alguno la desaparición de los libros, revistas, periódicos, documentos de trabajo y otras maneras de expresar el producto de la actividad intelectual en medios impresos. Por el contrario, quienes anticipaban la digitalización electrónica total de los textos y el advenimiento de la "sociedad sin papel" han visto crecer el consumo de papel, ya que la enorme cantidad de textos electrónicos disponibles y la posibilidad de transmitirlos a distancia han generado, de modo un tanto paradójico, una mayor demanda de materiales impresos.
Cada uno de los medios de expresión del trabajo intelectual tiene sus ventajas y desventajas. Es difícil superar la flexibilidad y durabilidad del papel, así como la sensación táctil que produce y que ha ganado innumerables adeptos a los libros. Los libros impresos no necesitan de un suministro energético para funcionar, lo que permite leerlos bajo casi cualquier circunstancia, lo que no sucede con los dispositivos electrónicos. Además, la durabilidad de los textos escritos supera, hasta el momento, la vigencia de los programas para acceder a textos en formato electrónico, ya que los textos consignados en papel (y antes en pergaminos, papiros, tabletas de arcilla o cincelados en piedra) tienden a permanecer sin alteración por mayor tiempo.[8] Sin embargo, un libro sólo puede contener una fracción de la información que es posible almacenar en un dispositivo electrónico de similar tamaño y peso.
Otros medios de almacenaje requieren tener acceso a electricidad, Internet y a dispositivos tales como reproductores de cintas, videos, discos magnéticos y ópticos. Por otra parte, la conveniencia de los libros electrónicos para almacenar y transportar textos se ve limitada por la incompatibilidad de sistemas operativos y de formatos para el archivo de textos, cuyas modificaciones generan problemas para el traspaso de información.[9] Además, la información almacenada en medios electrónicos es susceptible a degenerarse (en diverso grado, dependiendo del medio que se trate) y es vulnerable al impacto de cambios en los campos magnéticos cercanos al dispositivo electrónico.
Existe una amplia experiencia en políticas y sistemas de regulación para promover la lectura y controlar la propiedad intelectual de los libros impresos. Sin embargo, la introducción de libros electrónicos aún no ha ido acompañada de adecuadas políticas públicas y de regulación. Las políticas públicas en el campo de la educación están generalmente orientadas a promover el uso de libros de texto impresos -frecuentemente a través de compras estatales- que se complementan cada vez más con discos multimedia y material de apoyo accesible a través de Internet. La creciente disponibilidad de computadoras de bajo costo y de alta eficiencia en el uso de energía permitiría difundir masivamente su manejo en las escuelas públicas y privadas, para lo cual se requerirían políticas que promuevan e incentiven el uso de libros electrónicos. De ser este el caso, se modificaría la estructura del mercado de libros de texto, tanto impresos como electrónicos. Esto aún sin considerar la posibilidad de que se desarrollen nuevos aparatos de bajo costo dedicados exclusivamente a facilitar la lectura de libros electrónicos en las escuelas (véase recuadro 4).
2.3 Canales de producción y distribución
El resultado del trabajo intelectual plasmado en determinado medio de expresión puede ser apropiado por el autor empleando los dispositivos legales de propiedad intelectual vigentes, o puede ser puesto a la libre disposición de quienes usan, distribuyen o producen textos. Siguiendo a Uribe y sus coautores, la figura 3 muestra la cadena de circulación del libro y señala el papel que desempeñan diversos actores en la producción y distribución de los libros.[10]
FIGURA 3. La cadena de circulación del libro
Fuente: Uribe et al., 2006, p. 31.
Con la explosión de información en textos, imágenes y sonidos que ha acompañado a la revolución informática, ha aumentado enormemente el material de libre disposición, incluso en ciertas áreas -por ejemplo, las revistas científicas- en las cuales algunas casas editoriales han tenido una posición dominante durante mucho tiempo.[11] Esto es particularmente pertinente para la producción de medios audiovisuales, en donde los problemas de propiedad intelectual y derechos de autor se han agravado y se han vuelto mucho más complejos. En este estudio nos referiremos a los procesos de producción y distribución de los resultados del trabajo intelectual cuyo contenido es apropiable por los autores, productores o distribuidores.
Los canales de producción y distribución que forman parte del sistema de producción y acceso a los libros han evolucionado continuamente durante los últimos dos decenios. La producción de textos impresos se ha concentrado cada vez más en grandes corporaciones trasnacionales que dominan el mercado. Al mismo tiempo, existe una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas editoriales, muchas de ellas especializadas en temas específicos y con un ámbito geográfico limitado, así como organizaciones no gubernamentales, instituciones académicas y otras entidades sin fines de lucro, que se dedican a la edición y producción de textos en sus áreas de interés. Además de la producción de nuevos textos, los avances tecnológicos han facilitado enormemente la reproducción de libros existentes, sean ya de dominio público o que están protegidos por derechos de autor, y su posterior distribución. La reproducción puede involucrar una reimpresión física, una transferencia del texto a película (como en el caso de las microfichas), o la generación de una versión electrónica resultante de una nueva edición o del escaneo de las obras.
En ambos casos -producción de textos nuevos o reproducción de textos existentes-, el proceso que siguen las empresas editoriales comerciales es similar, si bien difiere en los detalles dependiendo del tipo de libro que se trate (interés general, ficción, referencia, académico, entre otros). Luego de evaluar, seleccionar y adquirir el manuscrito a ser publicado (presentado generalmente en versión electrónica), y luego de decidido el tiraje inicial, se procede a la edición, verificación de la información contenida (si es pertinente), ilustración (si se requiere), diagramación y a la corrección de pruebas. Una vez procesado el manuscrito se pasa a la etapa de impresión, comercialización, distribución y venta. Los avances tecnológicos de años recientes han modificado todas y cada una de estas etapas, acortando el ciclo de producción, ampliando el número de libros que se pueden ofrecer, haciendo viable económicamente la impresión de pequeños tirajes, facilitando la subcontratación de algunas de las fases de producción, y alterando los esquemas de comercialización y mecanismos de distribución.
En forma adicional, la publicación y distribución realizadas por los propios autores de textos son opciones que se hacen cada vez más viables y accesibles. Esto se debe a la combinación de procesadores de texto que incorporan componentes de edición, corrección de estilo y diseño gráfico, así como a la disponibilidad de una multiplicidad de canales de distribución a través de Internet. Este es el caso particularmente si el autor opta por producir un libro electrónico.
Tradicionalmente, la producción de libros se ha realizado por cuenta y riesgo de las casas editoras, las cuales negocian con el autor el pago de derechos, definen un tiraje inicial de acuerdo a la demanda estimada y a los costos de producción, y comercializan los libros a través de distribuidores, directamente o por medio de otros esquemas, tales como clubes del libro, asociaciones profesionales, compras estatales, promociones con diarios y revistas, y vendedores a domicilio. Este modelo de negocios se emplea en la mayoría de los libros producidos en la actualidad, pero ha venido cambiando debido a la difusión de tecnologías de impresión digital a distancia y a bajo costo, que han facilitado la impresión de libros sobre demanda. En este caso, el ejemplar de un libro no se imprime hasta tener una orden de compra, lo que es particularmente atractivo para las casas editoras pequeñas. Entre otras cosas, este método de producción conlleva menor riesgo financiero, evita los costos de almacenamiento, y reduce las pérdidas por devoluciones y pocas ventas. Además, permite reimprimir textos con frecuencia y a bajo costo, calibrar el tiraje de acuerdo a la demanda, corregir errores con mayor facilidad en sucesivas reimpresiones, probar la aceptabilidad de un libro en diversos mercados e idiomas, y llegar a nuevos mercados en diversas partes del mundo cuando se imprime un número limitado de ejemplares que se envían por servicios de mensajería.[12]
Una variante del sistema de impresión por demanda involucra ubicar la impresora en una biblioteca o librería con acceso a una base de datos de textos en formato electrónico, que se descargan e imprimen al momento de ser solicitados por el comprador. El modelo de negocios asociado a este sistema es muy distinto al sistema tradicional de producción y distribución de libros, y el papel de las casas editoras puede limitarse a proporcionar acceso a su archivo de libros o involucrar algún tipo de asociación con la biblioteca o librería que imprime el texto.
La figura 4 muestra las opciones para la distribución del libro que resultan de los avances tecnológicos vinculados a los textos en formato electrónico y a la impresión de libros sobre demanda (recuadros resaltados en acqua).
FIGURA 4. Sistema de distribución del libro
Fuente: diagrama ampliado sobre la base de Uribe et al. (2006).
Por lo general, el canal de distribución a utilizarse se vincula a la elección del medio de expresión en el cual se plasma el resultado del trabajo intelectual y a las preferencias de los usuarios. Los libros llegan a los lectores y usuarios de diferentes maneras. Los impresos se venden en librerías, a través de Internet, a pedido por teléfono o correo, y se entregan en el lugar de venta o a distancia por medio de mensajeros y del sistema postal.
Los libros electrónicos, que se registran en medios magnéticos y ópticos (CD-ROM, DVD, discos duros portátiles, memorias flash, archivos electrónicos), se venden principalmente a través de Internet, ocasionalmente en librerías o por correo, y se hacen llegar a los lectores y usuarios a través de redes electrónicas, de servicios de mensajería, del sistema postal, o se entregan directamente al comprador en el punto de venta. Desde la perspectiva del lector o usuario, los libros electrónicos proporcionan un acceso mucho más amplio a una gran variedad de textos que aquellos impresos en papel, y es posible acceder a ellos desde cualquier parte del mundo. La mayor disponibilidad de libros en formato electrónico y la difusión de los sistemas de impresión sobre demanda tienen el potencial de modificar significativamente los modelos de negocios tradicionales para la producción y distribución de libros.
2.4 Formas de consumo o uso
El resultado del trabajo intelectual que llega al lector en medios de expresión impresos o electrónicos a través de los canales de producción y distribución tiene una gran diversidad de usos. Los lectores buscan acceso a información general o específica, opiniones y puntos de vista, entretenimiento y recreación, medios de enseñanza y aprendizaje, textos de referencia, entre muchas otras posibilidades.
Si bien los textos impresos continúan dominando el mercado de material de lectura, los hábitos de los lectores han ido evolucionando paralelamente con la proliferación de medios audiovisuales, que propician un comportamiento más activo por parte de los usuarios y que ahora acaparan la atención preferente de jóvenes y niños. Por ejemplo, cada vez más lectores de textos impresos buscan información y referencias adicionales sobre el tema o el autor, opinan sobre sus lecturas, evalúan las reseñas de los críticos, recomiendan el libro y comparten experiencias con otros lectores. Un número creciente de estas interacciones se realiza mediante archivos de video y de sonido, incorporados muchas veces a los blogs que han proliferado recientemente.[13]
En cierta medida, la proliferación de medios de comunicación audiovisuales estaría propiciando un retorno a la etapa de transmisión de información y conocimiento en forma oral y visual, que de acuerdo a McLuhan fue característica de la comunicación humana antes de la difusión masiva de los textos escritos gracias a la invención de la imprenta. La lectura de textos impresos se irá complementando cada vez más con medios audiovisuales y también con textos en medio electrónico. Al mismo tiempo, es probable que muchos textos electrónicos migren hacia versiones impresas, tal como ha sucedido con las novelas electrónicas publicadas en Japón (recuadro 2). Sin embargo, el papel cada vez más importante que desempeñarán los medios electrónicos en los hábitos de lectura no significa que los usuarios estén dispuestos a adoptar rápidamente los dispositivos especialmente diseñados para leer libros en formato electrónico. La historia de las innovaciones tecnológicas en general, y de los medios de comunicación en particular, sugiere que la introducción de innovaciones es riesgosa y que los usuarios tienden a mostrar una resistencia inicial que debe ser superada antes de que se logre su difusión masiva. Por ejemplo, ATT introdujo el videoteléfono en 1964 en la Feria Mundial de Nueva York y en 1970 ofreció el servicio a sus clientes a un costo de US$ 160 mensual. Sin embargo, no llegó a tener más de unos quinientos suscriptores y fue abandonado en 1974. Hubo que esperar unos treinta años para que la combinación de computadoras personales e Internet difundiera masivamente el uso de videoconferencias, particularmente con la introducción gratuita de Skype Video en el 2006.[14] La interacción entre hábitos de lectura y el uso de dispositivos que permiten acceder a textos electrónicos (tablas 2 y 3 en la siguiente sección) es muy compleja, y es poco probable que se difundan en forma masiva en el futuro cercano. Para que esto suceda sería necesario que las lectoras de textos electrónicos sean mucho más amigables que las que hay ahora, y que logren una combinación de diseño, versatilidad, capacidad, tecnología y modelos de negocios que las hagan más atractivas.[15]
RECUADRO 2. Teléfonos celulares y best sellers en Japón
Las novelas escritas y leídas en teléfonos celulares han logrado un éxito espectacular en Japón. Escritas generalmente por jóvenes mujeres sin experiencia como escritoras, varias de estas novelas electrónicas se han publicado en forma impresa y cinco de ellas han logrado ubicarse entre las diez novelas más vendidas en ese país. Una generación de jóvenes japoneses menores de 25 años, que crecieron leyendo cuadernillos de historietas (manga), es la principal usuaria de este nuevo género literario que carece de los elementos tradicionales de una novela, tales como desarrollo del carácter de los personajes y tramas complejas.
El auge de este tipo de novelas se inició en el 2004, cuando Docom, uno de los proveedores de servicios de telefonía celular, incorporó el intercambio ilimitado de textos en sus tarifas planas mensuales. El número de novelas celulares registrado en Maho no i-rando, un sitio web dedicado a este fin llegó a un millón en diciembre del 2007. Una de estas novelas, Cielo de amor, fue leída por veinte millones de personas en teléfonos celulares o en computadoras. Al ser publicada en forma impresa se convirtió en la novela más vendida del 2007 y luego se llevó al cine.
Fuente: Onishi (2008).
Las nuevas tecnologías y su impacto en los componentes del sistema de producción y acceso al libro
Esta sección examinará los principales avances tecnológicos y su impacto en cada uno de los cuatro componentes del esquema conceptual propuesto en la sección precedente, destacando aquellos aspectos que se refieren a la producción, distribución y uso del libro. Los avances tecnológicos recientes permiten mejorar los procesos de producción y acceso al libro que existen en la actualidad (por ejemplo, medios de impresión más rápidos y económicos que son costo-efectivos aun en pequeña escala), y también generan nuevas modalidades de producción y acceso (por ejemplo, la transmisión de contenidos digitales y los medios virtuales). Sin embargo, no está clara del todo cuál será, en última instancia, la forma en que las nuevas tecnologías de la información y comunicación modificarán los componentes del sistema de producción y acceso a los libros, ni tampoco la manera en que cambiarán los modelos de negocios asociados a ellos. Esta situación de incertidumbre se puede apreciar en una reciente encuesta a más de 1,300 expertos de 86 países en la Feria del Libro de Frankfurt (recuadro 3). Tomando en cuenta las tendencias prevalecientes en la industria editorial, esta encuesta preguntó si algunos de los actuales componentes del sistema de producción y acceso a los libros estarán presentes en cincuenta años. Sólo el 4% de los encuestados opinó que los editores serían obsoletos, mientras que el 23% señaló que las tiendas de libros tienen una mayor probabilidad de desaparecer en los próximos cincuenta años. Alrededor del 10% de los entrevistados consideró que el libro impreso desaparecerá en este lapso, mientras que otro tanto opinó que los dispositivos para leer textos electrónicos serían obsoletos.
RECUADRO 3. Encuesta en la Feria del Libro de Frankfurt, 2007
La Feria del Libro de Frankfurt se celebra cada año y congrega a las principales casas editoriales y a expertos de la industria editorial de casi todos los países del mundo. En la edición 2007 se organizó una encuesta sobre el futuro de la industria editorial. Considerando que el tipo de respuesta era múltiple, por lo que los entrevistados podían elegir varias respuestas, algunas de las preguntas y respuestas fueron las siguientes:
¿Cuál es el principal desafío para la industria editorial en la actualidad? Poco más de la mitad de los entrevistados (53%) respondió que la digitalización de los textos es el desafío más importante para la industria editorial en la actualidad, seguido de la globalización (24%), de los contenidos generados por los usuarios (22%), y de los problemas vinculados a los derechos de distribución (15%).
¿Cuáles son las principales amenazas para la industria editorial? La mitad de los entrevistados consideró que la competencia de otros medios y fuentes de entretenimiento es la principal amenaza, seguida del exceso de oferta editorial (31%), y de la proliferación de la piratería (23%) y de los niveles de analfabetismo, tanto en Europa como en los países en desarrollo (17%).
¿Qué mercados van a dominar la industria en el siguiente decenio? Un 36% de los entrevistados dijo que Europa va a dominar, mientras que 32% y 29% dijeron que América del Norte y China serán las regiones dominantes, respectivamente.
¿Cuáles son las áreas de mayor crecimiento de la industria editorial en los próximos años? El 44% de los entrevistados identificó al uso de libros electrónicos y el 41% a los libros en audio. Por otro lado, 27% de los entrevistados indicó que la traducción de libros se convertirá en un área de gran potencial, lo cual resalta la importancia de la globalización y su impacto en la industria editorial.
¿Quién está realmente a cargo de la industria? ¿Quién está actualmente dirigiendo y tomando decisiones que hacen a la industria editorial exitosa y en capacidad de generar el siguiente best seller? En este caso, 37% le da ese lugar a los editores, aunque los profesionales de mercadeo tienen el 31% de las respuestas. Sólo 22% de los entrevistados cree que son los consumidores (o la demanda) los que generan las principales señales para la industria, y únicamente el 8% considera que los autores son quienes toman las decisiones clave.
Fuente: encuesta de la Feria del Libro de Frankfurt, disponible en: http://www.frankfurt-book-fair.com/en/index.php?content=/en/presse_pr/pressemitteilungen/details/16110/content.html
En las secciones que siguen a continuación examinaremos brevemente algunos de los principales avances tecnológicos y su impacto en los cuatro componentes del sistema de producción y acceso al libro.
3.1 Nuevas tecnologías y producción intelectual
Las transformaciones en las tecnologías de la información y comunicación, que están íntimamente asociadas al surgimiento de la sociedad del conocimiento, plantean desafíos para los diversos actores involucrados en la utilización de las facultades mentales de los seres humanos en los procesos de producción intelectual. En primer lugar, para tener acceso a estas nuevas tecnologías es necesario contar con una infraestructura de telecomunicaciones avanzada y con empresas proveedoras de servicios, lo cual, a su vez, implica tener una disponibilidad continua y segura de electricidad, algo no garantizado en muchas partes de América Latina. Asimismo, es preciso disponer de formas de acceder a sistemas de almacenaje de datos y transmisión de información que permitan el manejo, envío y recepción de textos e imágenes en forma segura y confiable. Todo esto apoyado por un conjunto de instituciones públicas de promoción y regulación de los servicios públicos de telecomunicaciones y suministro de energía.
Un segundo desafío para la producción intelectual está relacionado con la calidad de la enorme cantidad de información a la que se tiene acceso en la actualidad, ya que este explosivo aumento no ha ido acompañado de procedimientos y arreglos institucionales para garantizar su veracidad, fiabilidad y rigurosidad. Este desafío se ve exacerbado por la rapidez e inmediatez con que se generan contenidos, muchas veces a partir de información errónea o sesgada (esto se aplica tanto a los textos como a las imágenes que pueden ser manipulados digitalmente). Como resultado, se amplifica y difunde en forma masiva contenidos de dudosa calidad, lo que hace cada vez más importante evaluarlos críticamente antes de emplearlos como insumo en la producción intelectual. Si bien esto afecta particularmente a la industria de periódicos y revistas, así como a la publicación en medios electrónicos, también tiene un impacto sobre la producción de libros.
Un tercer desafío está vinculado a la organización de la producción intelectual, tanto con referencia al modelo de negocios que permita obtener ingresos a quienes se dedican a esta actividad, como a la apropiación de los resultados a través de los sistemas de propiedad intelectual. Los creadores de contenido, cualquiera que sea el medio en el cual se expresa, están explorando activamente nuevas maneras de organizar su trabajo intelectual, lo que está estrechamente vinculado al medio de expresión, a la producción y distribución tangible de estos medios de expresión, y a la forma en que se consumen y utilizan. Es probable que en los próximos años se multipliquen las iniciativas destinadas a explorar nuevas formas de organizar la producción intelectual, con diversos grados de apropiabilidad, de vinculación con la publicidad y de asociatividad entre trabajadores intelectuales.
El avance tecnológico más importante para la industria editorial durante los últimos tres decenios ha sido el desarrollo de Internet, que ha permitido una mayor cercanía entre los lectores y los autores de libros, desplazando el papel tradicional de los editores y casas editoriales. Al mismo tiempo, Internet ha generado nuevas posibilidades para la industria editorial, tales como la creación descentralizada de contenidos y producción intelectual en tiempo real. Las nuevas tecnologías para recabar, procesar, archivar y relacionar información, y en particular los buscadores como Google, Yahoo y una multiplicidad de buscadores especializados, han puesto a disposición de los autores una gran cantidad de contenidos en forma flexible, en tiempo real y de acuerdo a sus necesidades. Estas tecnologías, unidas a los procesadores de texto, que incluyen diccionarios, correctores de gramática y tesauros, facilitan enormemente el trabajo intelectual y el registro de sus resultados.
Las nuevas tecnologías han permitido que surjan nuevos nichos de mercado, conformados por usuarios con diferentes necesidades, demandas y preferencias por los distintos medios de expresión de los resultados del trabajo intelectual. En la medida que gran parte de los contenidos migran hacia la información digital, temas como la conectividad y las aptitudes para recibir, ordenar y analizar contenidos adquieren mayor relevancia. Al mismo tiempo, muchos usuarios potenciales que no tienen acceso a la infraestructura moderna de telecomunicaciones, que no disponen de computadoras, o que carecen de las habilidades para hacer uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, quedan fuera del sistema de producción y acceso al libro, particularmente cuando se trata del resultado del trabajo intelectual que sólo se plasma en nuevos medios de expresión digitalizada (Internet, multimedia, textos electrónicos).
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