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Introducción a San Pablo (página 5)


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No olvidemos, pues, la importancia contextual de las cartas paulinas. Como escritos inspirados que son, serán después utilizados por todas las generaciones cristianas en todos los lugares del mundo, pero en la mente de Pablo fueron escritas para comunidades muy concretas, respondiendo a contextos muy concretos. Nunca se debe olvidar este aspecto de las cartas cuando se pretende sacar de ellas conclusiones universales sobre el velo de las mujeres, la actitud a tomar ante las autoridades civiles, la esclavitud, los cantos carismáticos, el puesto de la mujer en la Iglesia, la sumisión de la esposa al esposo. Las enseñanzas de Pablo están fechadas, y su aplicación a contextos actuales nunca podrá ser una traducción literal fundamentalista, sino que requerirá de claves hermenéuticas mucho más profundas.

TEMA 11: EL ÚLTIMO VIAJE APOSTÓLICO

  • A) Características del último viaje apostólico

Tradicionalmente se ha solido hablar de los tres viajes misioneros de San Pablo, que aparecen en los mapas incluidos en la Biblias. Un primer viaje antes de la asamblea de Jerusalén (según el orden de Hechos) y dos viajes a continuación.

En realidad resulta difícil separar limpiamente el segundo y el tercer viaje, a pesar de que Hch 18,22 nos habla de una vuelta de Pablo al campamento base de Palestina y Siria: "Zarpó de Éfeso, desembarcó en Cesarea, subió a saludar a la Iglesia y luego bajó a Antioquía". Esta etapa no puede considerarse como una verdadera vuelta al punto de partida que finalizase la misión emprendida para iniciar después un nuevo viaje. En realidad se trata tan solo de una breve interrupción del trabajo misionero de Pablo.

A partir del segundo viaje, tenemos que reconocer que Pablo se mantuvo en movimiento misionero que no excluía las detenciones más o menos largas en algunas ciudades. Ya vimos que estuvo año y medio en Corinto y 3 años en Éfeso. Más que de un viaje misionero se trata de un modo estable de vivir evangelizando que alterna viajes con largas estancias en algunas ciudades que constituyen plataformas de evangelización.

Por tanto, más que dividir la actividad de Pablo en tres viajes, la dividiríamos en dos etapas, una primera misión más breve a tierras no demasiado lejanas, de tipo experimental, en la cual va comisionado por la Iglesia de Antioquía y a la sombra de Bernabé (primer viaje) y una segunda etapa ya verdaderamente universal, en la que Pablo parte como cabeza de la expedición y como apóstol enviado directamente sin sentirse jamás comisionado por ninguna comunidad particular. La breve vuelta a Palestina de Hch 18,21-23 es sencillamente una escala técnica más que ni concluye ni inicia nada.

De este modo consideramos que no hay solución de continuidad entre los así llamados segundo y tercer viaje, que son simplemente una única etapa de evangelización en el Mediterráneo oriental. Probablemente una vez que la asamblea de Jerusalén legitimó la misión entre paganos y ratificó el carisma de Pablo, éste ya no necesitó ser comisionado por comunidad alguna.

Se duda si en lo que hemos llamado escala técnica en Siria y Palestina Pablo llegó a visitar Jerusalén. Con todo, seguiremos utilizando la terminología tradicional para referirnos a esta etapa misionera como tercer viaje. El texto lucano dice que desde Cesarea subió a saludar a la comunidad. En el lenguaje judío "subir" significa claramente ir a Jerusalén, y la "Iglesia" sin más debe designar a la comunidad madre de Jerusalén. Ya nos referimos anteriormente a las discrepancias que hay entre las cartas y Hechos en lo referente al número de visitas de Pablo a Jerusalén.

Quizás esta vuelta al campamento base se limitase a una visita a Antioquia, relacionada con el tema de la colecta que Pablo quería extender a las comunidades evangelizadas por él. En este caso el dato de la visita a Jerusalén en esta ocasión, bien podría ser un añadido de Lucas, siempre deseoso de multiplicar las relaciones de Pablo con la comunidad madre de Jerusalén. O, por el contrario, puede ser que el dato sea auténtico y fuese el propio Pablo quien olvidó reseñar esta visita en su texto claramente polémico de Gálatas en que trata de minimizar sus contactos con la comunidad madre.

Posiblemente este regreso a Antioquía marca ya una clara separación entre Pablo y esta comunidad de la que había partido en sus anteriores viajes. Pablo había sido enviado anteriormente por la comunidad de Antioquía, que no podía dejar de considerar las nuevas cristiandades de Pablo como Iglesias filiales. Pero una vez que la comunidad de Antioquía se inclinó por la tendencia judeocristiana, y que Bernabé se orientó también en esta dirección, Pablo decidió desligar sus comunidades de la filiación antioquena, y establecer una misión ya totalmente autónoma, para evitar así el influjo de sus adversarios[67]

El "tercer" viaje se inició con un nuevo recorrido por tierra desde Antioquía visitando las comunidades de Galacia y Frigia (Hch 18,23), ya visitadas en viajes anteriores. La meta era finalmente Éfeso, que se convertirá en el centro de actividad de Pablo durante esta nueva etapa misionera.

B) La estancia en Éfeso

La importantísima estancia de Pablo en Éfeso durante tres años nos es conocida por el relato de Hechos (19,1-40) y por pequeños datos sueltos de las cartas de San Pablo, escritas desde esta ciudad. Lo primer que llama la atención es que sabemos muy poco sobre este espacio de tiempo tan largo. Con los datos que nos han llegado resulta difícil cubrir un periodo tan largo, lo cual nos lleva a pensar que ocurrieron muchas cosas importantes en este tiempo que nos son desconocidas.

Vamos a coleccionar primero los datos dispersos de las cartas, y luego los cotejaremos con el escueto relato de Hechos. Desde Éfeso está escrita la 1 Corintios (1 Cor 16,8). Acompañan a Pablo Áquila y Prisca. Muy probablemente en el curso de la estancia tuvo lugar una breve visita de Pablo a Corinto (2 Co 13,2; 2,1). Como señalaremos en nuestro comentario a la Primera corintios, se cruzó una numerosa correspondencia entre Pablo y Corinto. Puede ser que alguna de las cartas mencionadas se hayan perdido, o bien puede ser que las dos canónicas actuales sean una refundición de una correspondencia más amplia (Bornkmann habla hasta de siete cartas).

Durante la estancia en Éfeso tuvo lugar una gran tribulación (2 Co 1,8) en la que Pablo llegó a perder la esperanza de salir con vida, pues llegó a estar sentenciado a muerte (2 Co 1,9). Ya citamos lo que dijo en otra ocasión: "Luché en Éfeso contra las fieras" (1 Co, 15,32). Habla en un sentido sin duda metafórico. Quizás la carta a los romanos se refiere a este incidente cuando alude a que Prisca y Áquila expusieron su vidas por salvarlo" (Rm 16,4).

Este incidente podría aclararse a la luz de la carta a los Filipenses, suponiendo que esta carta se haya escrito desde una cautividad de Pablo en Éfeso. Ya vimos las razones a favor de esta fechación. En la carta a los filipenses Pablo habla también de un estado de incertidumbre sobre el resultado de su prisión, sobre si vivirá o morirá, y sobre las ventajas y desventajas de cada una de estas posibilidades que se ciernen sobre él (Flp 1,20-26). Concuerda esto muy bien con las alusiones ya citadas a su incertidumbre en Éfeso, cuando ya casi "había perdido mi esperanza de conservarme en vida" (2 Co 1,9; 5,7-8); "hemos tenido sobre nosotros la sentencia de muerte" (2 Co 1,8-9).

Éfeso había sido refundada por Lisímaco, uno de los generales de Alejandro Magno, a finales del siglo IV. Era famosa por sus riquezas, sus industrias y sobre todo por su gran templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Este gigantesco templo era también como un banco donde estaban depositados los ahorros de los efesios.

Según la tradición en esta ciudad se asentó varias décadas después de Pablo el apóstol San Juan, creando aquí una comunidad en la que nacería el evangelio y las cartas juánicas. Es curioso que al referirse el Apocalipsis a la Iglesia de Éfeso no haga ninguna mención sobre la estancia de Pablo, ni sobre la comunidad paulina residente en la ciudad (Ap 2,1-7).

En el segundo viaje la meta inicial de Pablo había sido Éfeso, adonde no pudo llegar, porque el Espíritu le desvió en varias ocasiones. Se limitó a hacer una simple escala técnica mientras viajaba de regreso desde Corinto hacia Cesarea. "Arribaron a Éfeso y allí se separó de ellos. Entró en la sinagoga y se puso a discutir con los judíos. Le rogaron que se quedase allí más tiempo, pero no accedió, sino que respondió diciendo: 'Volveré a vosotros otra vez si Dios quiere'. Y embarcándose marchó de Éfeso" (Hch 18,19-21).

Para cuando cumpliendo su promesa Pablo vuelve a Éfeso para pasar allí tres años, ya existe allí una comunidad cristiana incipiente, fundada quizás por Áquila y Priscila que habían convertido a Apolo.

La problemática que se le plantea a Pablo en Éfeso es bien distinta de la de las ciudades anteriores. Lucas apenas da relieve a las tensiones con la comunidad judía local ni a la ruptura del mundo judío. El problema de la comunidad efesina no es tanto el de recaídas en el judaísmo ni los enfrentamientos con predicadores judeocristianos, cuanto el librar a la comunidad naciente del ambiente pagano y sus posibles influjos. Hay unos problemas iniciales con círculos afines al Bautista (Hch 19,1-7), y luego hay un enfrentamiento con círculos en que se practica la magia (Hch 19,11-20) y finalmente hay un conflicto con el patrioterismo religioso suscitado por la diosa Artemisa, cuyo culto popular estaba tan arraigado entre los efesios (Hch 19,2-40).

Probablemente en esta etapa en Éfeso hubo viajes radiales a las provincias vecinas. Durante esta época pudo tener lugar la fundación de la Iglesia de Colosas y otras ciudades próximas. De hecho algunos piensan que la carta a los efesios fue una carta circular dirigida a las distintas Iglesias de la zona, que incluía también Laodicea, a la que Pablo dirigió una carta que se ha perdido (Col 4,16).

Respecto al clima que se respiraba en la comunidad de Éfeso podríamos saber mucho si se confirma que el apéndice a la carta a los romanos (Rm 16) pertenecía en realidad a la carta a los efesios y ha sufrido un desplazamiento posterior accidentalmente. Dicho capítulo 16 de la carta a los Romanos consiste en una larga lista de nombres de personas a quienes Pablo manda recuerdos en una esquela. De hecho se mencionan nombres de personas que nos consta que estaban en Éfeso poco antes, como por ejemplo Áquila y Prisca (1 Cor 16,19; Rm 16,3), o Epéneto, primicias de Asia para Cristo (Rm 16,5). Si Pablo sufrió prisión en Éfeso como hemos conjeturado, se explica que envíe también recuerdos a "Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión" (Rm 16,7). Sería muy extraño que Pablo conociese tantas personas en Roma sin haber estado nunca allí, y sin embargo sería normal encontrar una lista así en una carta dirigida a los de Éfeso, ciudad donde Pablo había residido tres años. Por otra parte ese capítulo 16 hace alusión a divisiones y escándalos (Rm 16, 17-20) que no se mencionan en absoluto en la carta a los Romanos, y que quedarían mejor situados en Éfeso, una comunidad más numerosa.

Como hemos dicho, sabemos muy poco de lo que ocurrió durante aquellos tres años de Pablo en Éfeso. Lucas es muy parco en sus noticias y ni siquiera menciona el cautiverio de Éfeso que conocemos por otras cartas. Quizás este cautiverio y este peligro de muerte hay que relacionarlos con el motín de los plateros que es la única escena en Éfeso que Lucas nos cuenta con detalle (Hch 19,23-39).

Por primera vez se produce allí la confrontación del Dios, Padre de Jesucristo, con los ídolos del imperio romano y con todo el tinglado económico sobre el que se apoyaban esas religiones. El culto a Artemisa era la "superestructura" de unas determinadas relaciones económicas que beneficiaban a determinadas clases sociales. La predicación del evangelio de Pablo minaba esas ideologías y amenazaba los entramados económicos en que se apoyaban.

Este conflicto da origen a una de las mayores persecuciones que tuvo que sufrir Pablo y que muy probablemente le llevó a una etapa de prisión y a peligro de muerte[68]

C) La correspondencia desde Éfeso

Además de la correspondencia con Corinto a la que ya nos hemos referido, con mucha probabilidad Pablo escribió también desde Éfeso la carta a los Gálatas, aunque algunos, cada vez menos, la fechan en un tiempo anterior, durante el primer viaje. Cada día son también más numerosos los que sitúan durante la estancia en Éfeso y el posible encarcelamiento de Pablo, dos de las cartas de la cautividad, en concreto Filipenses y Filemón.

Al salir Pablo de Éfeso, sabemos por Hechos que recorrió la Macedonia camino de Corinto. Allí en Macedonia habría que situar la segunda a los Corintios, o al menos parte de ella, escrita al poco de dejar Éfeso (2 Co 7,5; 9,4; 12,14; 13,1). Después de pasar tres meses en Macedonia siguió viaje a Corinto.

Quizás haya que situar en este viaje por Grecia una posible llegada a la Iliria, que justificará el hecho de que más tarde diga a los romanos que desde Jerusalén había esparcido el evangelio en todas direcciones hasta el Ilírico (Rm 15,19). Aunque cabe interpretar que esta llegada de su evangelio al Ilírico no tuvo por qué ser necesariamente a través de una visita personal, sino a través del impulso apostólico de las comunidades fundadas por él.

Llegado finalmente a Corinto escribe desde allí la carta a los romanos, sin duda la carta doctrinal más importante de todas las que escribió Pablo. Su intención era pasar por Roma en un futuro, después de haber ido a Jerusalén llevando la colecta, y desde Roma llegar a los confines del Mediterráneo occidental en España (Rm 15,24). Pero, como veremos, los planes de Dios eran diferentes. En Jerusalén Pablo fue encarcelado y su proyectado viaje a Roma no lo realizó como misionero sino como prisionero, aunque su prisión no le impidió anunciar el evangelio, pues "predicaba el reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno" (Hch 28,31).

Casi todas las cartas escritas durante este "tercer" viaje reflejan la problemática del enfrentamiento de Pablo con los misioneros judeocristianos del que hemos tratado detenidamente en el tema 6. En este contexto polémico se desarrolla la teología paulina: la salvación por la fe en Jesús y no por las obras de la Ley y por la circuncisión: la cristología como soteriología. En Gálatas y en 2 Corintios el tono polémico alcanza niveles de verdadera agresividad, mientras que en Romanos la exposición doctrinal es mucho más serena. En Corinto pasó Pablo tres meses ultimando los preparativos de la colecta.

D) El regreso a Jerusalén

Uno de los acontecimientos principales de esta tercera etapa misionera de Pablo es la colecta para los pobres de la comunidad madre de Jerusalén, de la que hablaremos más adelante. Pablo regresó a Jerusalén portando el resultado de esa cuestación realizada al menos en las iglesias de Galacia, de Macedonia y de Acaya (1 Cor 16,1; Rm 15,26; 2 Co 8 y 9). Quería que junto con la plata le acompañasen delegados de las diversas comunidades. Se deberían reunir con él en Corinto para acompañarle desde allí en el viaje de regreso.

Por motivos de seguridad y por miedo a una conjuración de los judíos locales, emprendieron el regreso desde Corinto a Jerusalén pasando de nuevo por Macedonia (Hch 20,3). Pablo pasó la Pascua en Filipos y de ahí navegaron a Tróade en dos barcos distintos, quizás también por motivos de seguridad.

Al paso por Tróade Lucas nos narra una eucaristía dominical con la curación milagrosa de un joven tras un gravísimo accidente. Este relato nos da algunos datos preciosos para saber cómo era el primitivo culto cristiano, y la costumbre cristiana de reunirse en las primeras vísperas del domingo (Hch 20,7-12).

Lucas nos da muchos detalles sobre el itinerario restante. De Tróade a Asos caminó unos 30 kms. para luego embarcarse de nuevo en navegación de cabotaje a Mileto, pasando por Mitilene, Quíos y Samos.

Según Lucas, en la playa de Mileto había convocado Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso a quienes dirigió un emotivo discurso de despedida (Hch 20,17-38). Desde Mileto navegaron hacia Siria, y costeando por Tiro y Ptolemaida llegaron a Cesarea.

Más que los detalles geográficos de este itinerario, nos interesa estudiar los sentimientos de Pablo. Su intención es llegar a Jerusalén con la colecta y con los delegados de las comunidades, para sellar una comunión más profunda entre las Iglesias fundadas por él entre los paganos y la comunidad madre de Jerusalén formada por judeocristianos.

En Jerusalén Pablo tenía poderosos enemigos, que habían ido enviando misioneros a las comunidades paulinas desautorizando a Pablo y presentándole como enemigo de los apóstoles de Jerusalén. No está muy seguro de si su colecta será aceptada o rechazada.

En su carta a los romanos pide oraciones para culminar ese viaje mostrando que tenía serias dudas sobre lo que puede sucederle a su llegada a Jerusalén (Rm 15,30). El motivo de su inseguridad es su temor a los "enemigos de la fe" con los que se va a encontrar en Judea (Rm 15,31). No explicita quiénes son esos "enemigos de la fe", pero lo más probable es que los se trate de los judeocristianos a quienes ya hemos aludido. Veremos cómo estas sospechas y temores estaban lejos de ser infundadas y cómo desde su llegada Pablo tiene que enfrentarse en Jerusalén a un clima de hostilidad no solo de parte de los judíos, sino también de los judeocristianos de la comunidad madre.

Lucas en el libro de los Hechos ha elaborado mucho este tema de las sospechas y temores de Pablo durante su viaje de regreso a Jerusalén. En otro lugar hemos analizado los paralelismos lucanos entre la vida de Jesús y la de sus apóstoles, especialmente Pablo. Señalábamos allí cómo este paralelismo se hace más estrecho en el viaje a Jerusalén de Jesús y de Pablo y en los procesos de ambos.

Jesús y Pablo comienzan sus respectivos viajes con una toma de decisión muy determinada (Lc 9,51; Hch 19,21) y concluirán con un arresto y una ejecución.

Un nuevo paralelismo entra la pasión de Jesús y la de Pablo es la del sermón de despedida presente en ambos relatos. El sermón de despedida de Jesús tiene lugar durante su última cena (Lc 22,14-38) mientras que el de Pablo está situado en su alocución a los presbíteros de Éfeso (Hch 20,18-38). El discurso de despedida es un género literario ya convencional en el AT y en la literatura intertestamentaria, como puede verse en el testamento de los 12 patriarcas, el de Jacob (Gn 47-50), Josué (Jos 23-24), Moisés (Dt 31-34), y Jubileos 21.

Entre otros rasgos paralelos en ambos viajes a Jerusalén notamos la multitud de presagios de muerte que acompañan el viaje de Jesús y el de Pablo. Para el caso de Jesús pueden verse las tres predicciones explícitas de la pasión en Lc 9,22.44 y 18,31-33. Para el caso de Pablo recordemos algunos de estos vaticinios.

El primero de ellos está en el ya citado discurso a los presbíteros de Éfeso: "Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá; solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones. Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine mi carrera y cumpla el ministerio que he recibido del Señor Jesús, de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. Y ahora yo sé que ya no volveréis a ver mi rostro ninguno de vosotros, entre quienes pasé predicando el Reino" (Hch 20,22-25). Subraya Lucas el efecto que estas palabras tienen en sus oyentes que se ponen a llorar. "Todos estaban muy afligidos porque les había dicho que no le volverían a ver" (Hch 20,37-38).

Un nuevo vaticinio de muerte lo encontramos a su paso por Tiro donde los cristianos le advertían que no subiese a Jerusalén (Hch 21,4).

Una vez más, a su paso por Cesarea, el profeta Ágabo, al estilo de los antiguos profetas, intenta disuadir también a Pablo de su viaje. Se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató con él de pies y manos y dijo: "Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos al dueño de este cinturón y lo entregarán en manos de los extranjeros." Al oír esto, nosotros y los de Cesarea rogamos a Pablo que no subiera a Jerusalén. Pero él nos contestó: "¿Por qué me destrozan el corazón con sus lágrimas? Yo estoy dispuesto no sólo a ser encarcelado, sino también a morir en Jerusalén por el Nombre del Señor Jesús" (Hch 21,11).

Todo este desarrollo lucano tan emotivo no es extraño al carácter de Pablo. Lucas pone palabras en boca de Pablo que no disuenan de lo que Pablo ha hablado de sí mismo en otras ocasiones. Como hemos visto, él emprendió el viaje de la colecta a Jerusalén con grandes temores (Rm 15,31). En varias ocasiones a lo largo del viaje tuvo que improvisar algunos cambios por motivos de seguridad, porque se sentía amenazado (Hch 20,3).

Cómo vivía sus amenazas de muerte nos lo ha narrado el propio Pablo en su carta a los Filipenses, cuando desde la prisión esperaba una sentencia que podría ser la pena capital. Es bonito comparar los sentimientos que Pablo expresa en esta carta con los que Lucas le atribuye en el discurso a los presbíteros de Éfeso, y en sus otras manifestaciones durante su último viaje a Jerusalén.

En ambos casos, confrontado con la perspectiva de una muerte próxima, Pablo manifiesta que no tiene miedo a la muerte, porque para él su vida no tiene otro sentido que el culminar la vocación a la que ha sido llamado. La muerte será para él simplemente una libación sobre la ofrenda de su entrega apostólica a su misión. "Y aun cuando mi sangre fuera derramada como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegraría y congratularía con vosotros (Flp 2,17). "Yo estoy dispuesto no sólo a ser encarcelado, sino también a morir en Jerusalén por el Nombre del Señor Jesús" (Hch 21,11).

TEMA 12: PRISIÓN Y VIAJE A ROMA

A) La colecta para los pobres

La llegada de Pablo a Jerusalén supone la culminación de la magna empresa de la colecta para los pobres que le había ocupado y preocupado tanto en esta tercera etapa de sus viajes.

En los acuerdos tomados en la asamblea de Jerusalén, Pablo se había comprometido a promover una colecta de solidaridad a favor de la Iglesia madre (Ga 2,10). No sabemos si la iniciativa fue de Pablo, o más bien fue una petición o exigencia de parte de Santiago y las autoridades de Jerusalén[69]Las cartas de Pablo contienen datos contradictorios al respecto. Según Ga 2,10, la iniciativa parece venir de los líderes de la comunidad de Jerusalén. En cambio, según Rm 15,27 parece tratarse, más bien, de una iniciativa de las iglesias de Macedonia y Acaya. En cualquier caso Pablo apoyó esta iniciativa: "Lo tuvieron a bien, y era su deber hacerlo". Una vez animado a realizar la colecta, Pablo la llevó a cabo "con esmero" (Ga 2,10).

En sus cartas escritas durante su tercera etapa misionera, Pablo hace frecuentes alusiones a dicha colecta. Los capítulos 8 y 9 de 2 Corintios están especialmente dedicados a la exhortación a la generosidad y a las instrucciones sobre el modo de realizar la cuestación (cf. también Rm 15,25-28; 1 Cor 16,1). El procedimiento era muy simple. Los particulares deberían apartar algo cada semana y entregarlo el domingo, probablemente con ocasión del culto semanal. Luego cada comunidad debería designar algún representante de su confianza para llevar la colecta a Jerusalén.

No pretendía con ello simplemente captar la benevolencia de sus opositores de Jerusalén, sino reconocer la deuda contraída por todos los gentiles convertidos a la fe con la comunidad madre y el pueblo de la alianza (Rm 15,27). Esta gratitud era signo de un reconocimiento y de una comunión. Pablo llama a la colecta "ministerio" (Rm 15,31; 2 Co 8,4), "don de bendición" (?????????:2 Co 9,5), "gracia" (2 Co 8,4.6.19), "ministerio litúrgico" (2 Co 9,12; Rm 15,27).

Probablemente esta contribución a la Iglesia de Jerusalén tiene una reminiscencia del tributo al templo que todos los judíos de la Diáspora debían enviar al templo de Jerusalén una vez al año. En muchos aspectos es similar, aunque la colecta paulina es voluntaria, mientras que el tributo para el templo era obligatorio.

Pablo pedía oraciones en su carta a los romanos para que la colecta que llevaba llegase a su destino sin problemas y para que fuera aceptada por la Iglesia madre de Jerusalén. De nuevo esta preocupación paulina no era infundada. No sabemos si la comunidad de Jerusalén aceptó o no la colecta, Las cartas auténticas de Pablo ya no cubren esta etapa.

Tampoco Lucas nos informa sobre la aceptación o rechazo de dicha colecta. De suyo en los Hechos Lucas apenas habla de la colecta. Solo se refiere a ella una vez, y esto indirectamente, cuando delante de Félix Pablo afirmó: "Al cabo de muchos años he venido a traer limosnas a los de mi nación y a presentar ofrendas" (Hch 24,17). Este silencio lucano puede insinuar que la ofrenda no fue finalmente aceptada por la comunidad de Jerusalén.

En cualquier caso la recepción de Pablo y sus acompañantes no fue demasiado amistosa. El hecho de que se hospedaran en casa de Mnasón y no de Santiago (Hch 21,16), ya insinúa una cierta frialdad en la acogida. En la primera reunión de Pablo con Santiago tuvo que escuchar reproches en un clima de desconfianza. Santiago le hizo ver cuántos judíos habían abrazado la fe y seguían siendo celosos cumplidores de la Ley. Le mostró cómo se sentían escandalizados por el comportamiento de Pablo. Para remediar este escándalo le propusieron que a la vista de todos se sometiera a las purificaciones rituales de todo judío que entraba en el templo viniendo del extranjero, y que además pagase a cuatro judíos pobres un costoso rito para concluir su promesa de nazireato y ofrecer los sacrificios rituales.

Lucas, en lugar de hablar de la entrega de la colecta, menciona estos reproches graves de Santiago, implicando quizás que los de Jerusalén no aceptaron la colecta de Pablo[70]La unidad de la Iglesia estaba seriamente amenazada. Quizás Pablo pensó partir pronto de Jerusalén. Pero las cosas evolucionaron de forma imprevisible. A los pocos días Pablo fue apresado en el Templo y puesto bajo custodia de los legionarios romanos.

B) Prisión de Pablo

Para toda esta última parte del cautiverio de Pablo no tenemos más fuente de información que Lucas. Según la opinión mayoritaria las cartas auténticas son todas anteriores a esta fecha y por tanto ya no nos sirven como fuente de información para esta época. Las así llamadas cartas de la cautividad, fueron escritas durante un encarcelamiento anterior de Pablo (Flp y Flm) o son deuteropaulinas (Ef, Col, 2 Tm).

En compensación Lucas ofrece una abundantísima información sobre los sucesos relativos al encarcelamiento de Pablo en Jerusalén, a los dos años de prisión en Cesarea, y a su traslado a Roma. Parece tener información de primera mano, pero no podemos olvidar lo que dijimos acerca del modo de composición lucano, que se hace especialmente evidente en estos relatos. Lucas nos refiere los acontecimientos desde su óptica particularísima, haciéndolos ajustarse a su línea editorial y a los objetivos de su narración.

Ya nos hemos referido a los paralelismos lucanos entre la vida de Jesús y la de los apóstoles. Este recurso le sirve a Lucas para subrayar cómo la vida de Jesús se prolonga en la de sus discípulos y misioneros. El viaje de Jesús a Jerusalén es el modelo utilizado por Lucas para relatar el viaje último de Pablo a Jerusalén. Ambos viajes terminarán eventualmente en la prisión y muerte de ambos personajes.

También la pasión de Pablo es narrada por Lucas en evidente paralelismo con la pasión de Jesús. Ya en Hch 17,6-7 acusaron a Pablo en Tesalónica de revolucionar el mundo, de actuar contra los decretos del César, y decir que hay otro rey. Son cargos muy parecidos a los presentados contra Jesús en Lc 23,2. También cuando los jefes del Sanedrín llevaron a Pablo ante el prefecto Félix presentaron tres cargos semejantes (Hch 24,5-6).

En Hch 24,1-2, el sumo sacerdote Ananías acude a Cesarea con los ancianos para acusar a Pablo ante los romanos. La idea básica es que tanto Pablo como Jesús fueron denunciados por los sacerdotes judíos ante el gobernador romano correspondiente, llámese Pilato o Félix.

Ya Jesús en el evangelio de Lucas había anunciado que también los discípulos serían llevados ante gobernadores y reyes por su causa (Lc 21,12). Forzando el paralelismo, Lucas ha hecho que tanto Jesús como Pablo sean juzgados no solo ante el gobernador romano, sino también ante un rey de la dinastía herodiana, llámese Herodes Antipas en el caso de Jesús (Lc 23,6-12), o Herodes Agripa II en el caso de Pablo (Hch 25,13-26,32). En una tabla especial pueden apreciarse todos estos paralelismos.

El proceso de Jesús ante Herodes Antipas nos ofrece un cierto paralelo con el juicio de Pablo en Cesarea. Como Pilato, también Festo juzga que Pablo es inocente, y remite su caso a Herodes Agripa, con el resultado de que el rey judío también le declara inocente lo mismo que había hecho su tío Herodes Antipas con Jesús (Hch 26,31 = Lc 23,12).

En ambos casos el gobernador romano respectivo acaba condenando al preso Lc 23,24 = Hch 27,1) aun reconociendo repetidamente su inocencia (Lc 23,4.14.22 = Hch 25,25; 26,31).

Tanto en el caso de Jesús como en el de Pablo son los sacerdotes judíos quienes en primer lugar tomaron la iniciativa del apresamiento. Solo posteriormente ambos reos serán puestos a disposición de la autoridad romana. En uno y otro caso son los sacerdotes los que con saña intentan manipular a la autoridad romana para conseguir una condena, mientras que los gobernadores romanos se muestran reticentes en ambos casos.

En el caso de Pablo todo empieza con un tumulto en el templo. Falsamente las autoridades judías juzgan que Pablo ha introducido dentro del recinto sagrado del templo a un pagano, cosa que estaba penada con la muerte. Lucas aclara que la acusación no era cierta. Solo habían visto a Pablo paseando por las calles de Jerusalén con su amigo Trófimo, el efesio (Hch 21,29) y de ahí se inventaron que lo había introducido también en el templo.

En el tumulto casi estuvieron a punto de linchar a Pablo. Los romanos que desde la torre Antonia vigilaban todo lo que sucedía en el templo, se apresuraron a enviar al tribuno con un destacamento para rescatar a Pablo de manos de los asaltantes (Hch 21,32-33).

Lucas aprovecha esta oportunidad para colocar en boca de Pablo uno de sus típicos discursos dirigido a la multitud. Este discurso contiene uno de los tres relatos lucanos de la aparición de Jesús a Pablo en el camino de Damasco (Hch 26, 9-18).

El resultado es que Lisias, el tribuno romano, se llevó consigo a Pablo y decide juzgarlo por la ley romana. Al día siguiente Lisias convocó a los acusadores y acudió ante él el sanedrín para exigir la muerte de Pablo. En su defensa Pablo se las arregló para tocar el tema de la resurrección de los muertos y consiguió dividir a sus asaltantes al tocar este punto que dividía enconadamente a fariseos y saduceos.

Tras una breve prisión en Jerusalén y ante el temor de que los judíos tratasen de asesinar al preso, Lisias decidió enviarlo a Cesarea protegido por una escolta romana reforzada. Cesarea el lugar oficial de residencia del gobernador romano que en aquel tiempo era Félix.

Casi dos años permaneció Pablo preso en Cesarea del Mar y dos veces fue presentado ante el gobernador romano. La primera vez fue juzgado ante Antonio Félix que le pidió plata para liberarle y acabó dando largas a su proceso. Entretanto Félix fue depuesto y su sucesor Porcio Festo reemprendió el proceso de Pablo. Lucas ha solemnizado este juicio haciendo presentes al rey Herodes Agripa II y su hermana Berenice. La puesta en escena lucana es magistral. Se cumple así lo que ya Jesús había predicho en el evangelio lucano: "Seréis llevados ante gobernadores y reyes por mi causa (Lc 21,12).

Al final del proceso, Pablo, en su calidad de ciudadano romano, apeló al César y Festo decidió enviarle a Roma para ser juzgado allí. ¿Lo envió como pendiente de sentencia o como ya condenado? La apelación al César podía considerarse como provocatio cunado el reo pedía ser transferido a otra jurisdicción antes de recibir sentencia, o como appellatio cuando un reo ya condenado pedía revisión de su sentencia en un tribunal superior. Para Gnilka es más probable que en el caso de Pablo se tratase de una provocatio[71]

C) El viaje a Roma en cautividad

Con todo lujo de detalles náuticos ha narrado Lucas el viaje de Pablo a Roma. El capítulo 27 de Hechos contiene tantos detalles sobre la ruta que nos hace sospechar que Lucas poseía alguna fuente documental.

A cargo del centurión Julio estaban Pablo y otros presos comunes. Pablo gozó de un trato de favor y se le permitió la compañía de su compañero Aristarco para que le atendiese durante el viaje.

Tras múltiples aventuras, incluido el naufragio en la isla de Malta, y la curación milagrosa de una picadura de víbora, desembarcaron finalmente en Pozzuoli al sur de Italia, donde Pablo fue recibido calurosamente por la comunidad cristiana local (Hch 28,14). De ahí siguieron viaje hasta Roma por tierra. A su llegada, el centurión entregó los presos al gobernador militar, pero dio permiso a Pablo para alojarse en una casa particular con un soldado que lo vigilara.

A pesar del arresto domiciliario, la situación de relativa libertad le permitió a Pablo tomar contacto con los líderes de la comunidad judía, permaneciendo fiel a su llamada. Una de las cartas pastorales subraya cómo, a pesar de las cadenas de Pablo, la palabra de de Dios no estaba encadenada (2 Tm 2,9).

El rechazo mayoritario de la comunidad judía de Roma le permite a Lucas a declarar por tercera vez la decisión de Pablo de volverse a los paganos (cf. Hch 13,46; 18,6; 28,28). Es uno de los más importantes hilos conductores de la trama en la obra lucana, desde el discurso inaugural de Jesús en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,24-31).

Aquí es cuando bruscamente termina el relato lucano. Como ya observamos al hablar de la cronología paulina Lucas no nos dice si Pablo fue absuelto en el tribunal del César o fue ejecutado.

Algunos atribuyen este silencio al hecho de que el libro de los Hechos se escribió antes de que se diese la sentencia. Otros piensan si quizás Lucas tenía proyectado escribir un tercer tomo de su obra en el que continuase la historia interrumpida.

Pero la única explicación verosímil de por qué Lucas no nos cuenta qué pasó con Pablo es que el protagonista de Hechos no es Pablo, sino el evangelio de Jesús a cuyo servicio se ha puesto Pablo. Lo que le interesa a Lucas es la llegada del apóstol y su evangelio a Roma.

Como ya dijimos, la opinión mayoritaria hoy día es que Pablo fue condenado y ejecutado tras estos dos años de prisión en Roma. Otros que opinan que Pablo fue absuelto y prolongó algunos años más su ministerio llegando hasta España y visitando de nuevo algunas de sus comunidades de Acaya, Macedonia y Asia.

La opinión de que Pablo continuó su vida y su ministerio todavía algunos años más favorece la tesis de la autenticidad de algunas de las cartas deuteropaulinas, que habrían sido escritas en esta última etapa del ministerio paulino. Esto explicaría las diferencias de estilo y de temática que hay entre las protopaulinas y las deuteropaulinas. Las diferencias se deberína a que pertenecen a distintas épocas de la vida de Pablo. Las protopaulinas serían de los años cincuenta mientras que las deuteropaulinas serían de los años sesenta.

TEMA 13: LA CARTA A LOS FILIPENSES

A) La comunidad de Filipos

La ciudad de Filipos fue la sede de la primera comunidad cristiana fundada en lo que hoy es el continente europeo. La fundación de la comunidad nos es narrada por Hechos en el capítulo 16,11-40, y hablamos de ella en nuestra introducción.

En su cercanía se dio la batalla decisiva entre Octavio y Marco Antonio por una parte y los asesinos de César por otra (42 a.C.). Más tarde fue refundada como colonia romana para veteranos de guerra. Estaba atravesada por la vía Egnatia, la principal carretera de los que viajaban a Roma por tierra.

Era una ciudad romana en la que se escuchaba más el latín que el griego. Las inscripciones halladas están más en latín que en griego revelando que era el latín la lengua preponderante de la ciudad. Todos sus habitantes libres eran ciudadanos romanos y se gloriaban de esta ciudadanía. Pablo les animará a valorar más la verdadera ciudadanía del cristiano que es "ciudadano del cielo" (Flp 3,20). Por supuesto Filipos no era una isla en el Mediterráneo oriental y junto con los veteranos del ejército acogió a multitud de pobladores de habla griega y estaba fuertemente influida por la cultura helenística. De hecho la lengua de la comunidad cristiana no era el latín sino el griego.

No parece que existiera una comunidad judía ni una sinagoga en la ciudad. Los nuevos cristianos se reclutaron sobre todo entre los gentiles, y quitando algunos personajes ilustres como Lidia, era una comunidad más pobre que la de Corinto (2 Co 8,1-4). Pablo les felicita por haber contribuido tan generosamente a la colecta a pesar de su pobreza, y pone su ejemplo a los corintios que podían dar más porque eran una comunidad más rica.

Los filipenses fueron la comunidad preferida de Pablo y la que le causó menos quebraderos de cabeza. No hubo allí ningún partido opositor y Pablo siempre se refiere a ellos con cariño. De hecho fue la única comunidad de quien aceptó ayuda para su manutención en algunas ocasiones (Flp 4,10-19).

B) Lugar y fecha de la carta

Pablo escribe la carta desde la prisión. Probablemente se trata de una prisión en Éfeso (años 53-55), durante los tres años en que Pablo residió en esta ciudad en la que tuvo que sufrir grandes persecuciones, y estuvo en peligro de muerte (2 Co 1,9-10) y metafóricamente "luchó contra las fieras" (1 Cor 15,32). Es verdad que en ningún lugar se dice que Pablo hubiese estado preso en Éfeso, mientras que sí nos consta de su prisión en Cesarea (Hch 24,23-27) y en Roma (Hch 28,16.30). Pero sabemos que anteriormente Pablo había estado ya preso en numerosas ocasiones (2 Co 6,5; 11,23)[72] y una de ellas bien pudo haber sido en Éfeso que es la ciudad en la que Pablo residió por más tiempo y en la que tuvo serios problemas. La cercanía entre Éfeso y Filipos explicaría los continuos contactos y envíos de mensajeros a los que se refiere la carta (Flp 2,19.23; 25-30). La cronología también favorece la tesis de Éfeso, porque la carta refleja una situación no muy distante de la primera evangelización de la ciudad (Flp 4,15). En la carta expone su plan de visitarles en fecha próxima (Flp 1,26; 2,24), lo cual no encaja con una prisión en Cesarea o en Roma cuando Pablo más bien pensaba viajar a España al salir de la prisión.

En cambio, la alusión a la guardia imperial o pretorio localizada cerca del lugar de la prisión (Flp 1,13) parece favorecer la tesis de que se trataba de Cesarea o de Roma, ciudades en las que Pablo también estuvo preso más adelante y poseedoras ambas de un pretorio. Éfeso, en cambio, era una provincia senatorial y no es tan verosímil que hubiese allí una guardia imperial, pero no se puede eliminar la posibilidad de que hubiera un destacamento pequeño. La cristología avanzada del himno y la estructura de "obispos y diáconos" (Flp 1,1), sugieren una fecha tardía que encajaría mejor con la prisión romana.

C) Motivación de la carta

La carta a los Filipenses es la carta paulina que mejor encaja en el género epistolar, porque el objetivo de la carta no es tanto trasmitir doctrina, cuanto simplemente comunicarse personalmente con sus amigos. Las consideraciones ideológicas no faltan, pero están puestas al servicio de las necesidades pastorales y aun de las necesidades afectivas del propio Pablo.

La carta no tiene ningún motivo especial, sino solo el placer que le produce a Pablo cautivo el recordar a sus amigos y mostrarles todo el amor que les tiene. Otro aspecto a subrayar es el tono afectivo que reviste la relación de Pablo con los filipenses a los que habla siempre con cariño y con ternura: "Los llevo a todos en mi corazón" (Flp 1,7). "La ternura de Cristo Jesús no me permite olvidarlos (Flp 1,8). "Amadísimos míos" (Flp 2,12). Por eso, hermanos míos, a quienes tanto quiero y echo de menos, que son mi alegría y mi corona, sigan así firmes en el Señor, amadísimos (Flp 4,1).

El detonador de la carta parece ser el deseo de Pablo de agradecer la limosna que le habían enviado con Epafrodito (Flp 4,10-19), aprovechando que lo envía de regreso a Filipos tras recuperarse de una grave enfermedad. Con esta ocasión les cuenta algo sobre sus sentimientos en la cárcel mientras espera la sentencia, les da consejos sobre cómo reaccionar ante problemas de convivencia que habían surgido en la comunidad, y les orienta sobre las dudas que habían infiltrado sus enemigos judeocristianos que invitaban a los cristianos a circuncidarse. Con este fin acude a su testimonio personal haciéndoles ver que aunque él, Pablo, es más judío que nadie y ha sido más observante de la Ley que nadie, desde que encontró a Cristo ha dejado de darle importancia a estas cosas, y por eso los filipenses no se deben dejar engañar porque los que les quieren imponer la esclavitud de la Ley.

D) Crítica literaria

Otro tema debatido es el de la unidad de la carta. ¿Se trata de una carta única o de la fusión de varias cartas más cortas? La crítica literaria descubre algunos indicios que sugieren una redacción en varias etapas: cambios de estado de ánimo, variedad de situaciones vitales, diversidad de temas, costuras literarias en las que se interrumpe el hilo del discurso.

Llama la atención que en dos ocasiones distintas Pablo comienza con la expresión "por lo demás" ??????????? (Flp 3,1), fórmula que suele emplear en sus cartas cuando se acerca al final (cf. 2 Co 13,11; Ef 6,10; 2 Ts 3,1), dando la impresión de que va a terminar ya la carta, y sin embargo prosigue. En Flp 4,10 afirma: "Me alegré mucho en el Señor" seguido de una acción de gracias, que son cosas más propias del comienzo de una carta que de un final.

Sobre todo cabe hablar de un cambio de estado de ánimo. En la primera y última parte se le nota alegre, sereno, positivo, cariñoso. Su única preocupación son los conflictos comunitarios dentro de la comunidad. En cambio en la parte intermedia (3,1b-4,1 + 4,8-9) se le nota inquieto, preocupado por la acción de sus adversarios. Pablo se muestra agresivo y cáustico.

Algunos hablan de dos cartas distintas

carta A: 1,1-3,1a y 4,2-7 y 4,10-23. Carta serena, no dialéctica.

carta B: 3,1b- 4,1 y 4,8-9. Carta polémica, en la que hace frente a adversarios judaizantes

Otros hablan de tres cartas

carta A: 4,10-23 Acción de gracias y gratitud a los filipenses por su generosidad para con él.

carta B: 1,1-3,1a y 4,2-7 Carta serena, no dialéctica

carta C: 3,1b- 4,1 y 4,8-9 Carta polémica.

edu.red Flp B Flp A

edu.rededu.rededu.red

1,1-31 + 3,1b-4,1 + 4,4-7 + 4,8-9 + 4,10-23

edu.rededu.red

edu.red

Flp C

Nada nos obliga a pensar que se trate de una composición múltiple, aunque no podemos descartar el hecho totalmente. Las interrupciones del discurso pueden explicarse por el hecho de que la carta no se escribiera toda de corrido, sino que hubiese diversas interrupciones en el proceso de su redacción. Además estamos ya acostumbrados a los cambios abruptos que son frecuentes en la literatura paulina. Lo que no cabe duda es que la carta tiene una gran unidad temática, en la que los mismos temas reaparecen una y otra vez, la comunión en el ministerio, el amor mutuo, la alegría, la urgencia escatológica.

E) Situación anímica de Pablo al redactar la carta

La carta se suele designar como la carta de la alegría. La alegría rezuma por todos sus poros, a pesar de que Pablo está en la cárcel y amenazado de muerte. Sería una buena práctica leer la carta subrayando todas las veces en que Pablo se muestra gozoso o exhorta a los filipenses a estar siempre alegres (1,4.18bis.25; 2,2.17.18.28; 3,1; 4,1.4.5.10). Podemos recordar cómo ya en la corta prisión que Pablo había sufrido en Filipos cantaba por la noche himnos gozosos a Dios desde su calabozo y sus cadenas (Hch 16,25).

Curiosamente Pablo al escribir la carta está esperando la sentencia en su juicio, que podría ser la pena de muerte. Pensemos en alguien que está esperando el resultado de una biopsia que puede determinar si un tumor es canceroso o no. Suele ser una situación de gran ansiedad. Y sin embargo en la carta Pablo no se muestra deprimido sino eufórico. Para él la muerte es una ganancia y no una pérdida. Solo cuando "la vida es Cristo", el morir es una ganancia. Por eso egoístamente preferiría morir, pero lo que le retiene en su deseo de vivir es poder seguir ayudando a sus comunidades. Su único deseo es que Dios sea glorificado ya sea a través de su vida o de su muerte. Una sentencia absolutoria testimoniaría ante todos su inocencia y le daría la oportunidad de seguir predicando y cuidando sus comunidades. Una sentencia condenatoria llevaría a un martirio ejemplar y le acercaría a Cristo que sufrió la condena y la muerte (Ga 6,17).

Empieza la carta mostrando su alegría por el hecho de que su prisión no está perjudicando la difusión del evangelio. En el fondo esto es lo único que le preocupa a San Pablo. Todo aquello que favorezca la gran pasión de su vida debe ser bienvenido, y él comprueba que su prisión no está siendo causa de escándalo, sino, antes al contrario, algunos están siendo evangelizados precisamente a través de esas cadenas que lleva. También los cristianos lejos de amedrentarse, se están envalentonando con el ejemplo de Pablo.

Tampoco le preocupa que algunos de sus adversarios se aprovechen de la inactividad en la que Pablo se encuentra, y prediquen sus ideas con motivos no del todo válidos. Lo importante es que Cristo sea anunciado.

F) Esquema de la carta

Vamos a reproducir básicamente el esquema que nos da F. Rz Fueyo en un libro reciente[73]

Parte primera: contexto: 1,1-26

a) Prescrito epistolar Flp 1,1-2

b) Proemio, acción de gracias 1,3-11

c) Situación del apóstol en la cárcel 1,12-26

Parte segunda: exhortación a vivir unos para otros: 1,27-3,1a

a) La fe es lucha 1,27-30

b) Buscar el interés del otro Flp 2,1-4

c) El ejemplo de Cristo. Himno 2,5-11

d) Continúa la exhortación 2,12-18

e) Ejemplo de Timoteo; planes de viaje 2,19-3,1a

Parte tercera: polémica antijudaizante: 3,1b-4,9

a) Resistir a los judaizantes 3,1b-3

b) Ejemplo de Pablo 3,4-14

Su origen judío: 4-6

Su renuncia a ellos por Cristo: 7-11

Dinámica progresiva en su carrera: 12-14

c) Aplicación a los cristianos 3,15-4,1

d) Exhortaciones concretas 4,2-9

Parte cuarta: agradecimientos: 4,10-23

a) Alegría por la ayuda recibida 4,10-14

b) Significado de la ayuda y saludos 4,15-23

G) Selección de textos

1.- El himno cristológico: Flp 2,6-11

La carta a los filipenses contiene dos textos muy importantes.

Uno de ellos es el famoso himno cristológico en que nos habla de la kénosis y glorificación de Cristo, probablemente un himno preexistente citado por Pablo (Flp 2,6-11). Es el texto más antiguo en que se confiesa categóricamente la preexistencia de Jesús.

La naturaleza hímnica del texto y su ritmo poético, la división en estrofas y algunos términos como ?????? = forma, ?????????? = presa codiciable y ?????? = porte, que no son paulinos, insinúan que pueda tratarse de un texto hímnico de la comunidad cristiana utilizado por Pablo. En ese caso la cristología alta de preexistencia que se manifiesta en el himno sería todavía más antigua que la propia carta.

Es curioso el contexto tan simple: pequeñas rencillas entre miembros de la comunidad, nacidas de celos, envidias y protagonismos enfrentados. Pablo se siente obligado a exhortarles a la humildad, a un amor sin rivalidades ni vanidad, y a considerar a todos como superiores (Flp 2,1-5). Más adelante exhortará a la reconciliación a Evodia y Síntique (Flp 4,2). Para exhortar a los filipenses a la humildad no se le ocurre cosa mejor que presentarles el ejemplo de Jesucristo que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo y exhortarles a comulgar en esos mismos sentimientos de Cristo para superar sus rivalidades. Mata mosquitos a cañonazos y usa la artillería pesada de las motivaciones para destruir esos pequeños roces comunitarios siempre presentes en la entraña de toda comunidad.

El himno tiene dos partes claramente señaladas: el abajamiento de Cristo (vv. 6-8) y su exaltación (vv. 9-11). En la primera parte se contrasta la opción de Cristo entre dos posibilidades: aprovecharse de su condición de Dios (v.6) y derramarse a sí mismo (vv. 7-8).

Se afirman de Cristo dos cosas: que era de condición divina ??????? ?????? y que era igual a Dios (????????????????????). La primera expresión nos habla de la apariencia divina, de la gloria que le correspondía y está en clara contraposición con la "forma de esclavo" ???????????????? del siguiente verso. En la segunda expresión se hace una afirmación más fuerte de la divinidad de Cristo. Este "ser igual a Dios" probablemente contrasta con la pretensión de Adán de llegar a ser como Dios (Gn 3,5). Cristo que sí era como Dios no consideró esta condición como algo a lo que aferrarse a toda costa.

Cristo se vació ?????????? Ramírez Fueyo traduce este verbo kenoún por "derramar" y no por "vaciar". Efectivamente, el objeto del vaciamiento no es la condición divina, sino la propia persona (????????). Por eso es mejor decir que Cristo se derramó a sí mismo. Aunque no perdió su condición divina al adoptar la condición de siervo, consideró que su igualdad con Dios no significaba disfrutar de este privilegio. Entendió que precisamente la condición divina consistía en despojarse y renunciar a todo privilegio.

En la oración sacerdotal juánica, Jesús ora al Padre diciendo: "Ahora, Padre, glorifícame tú junto a ti con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese" (Jn 17,5). Cristo no se despojó de su condición divina, pero sí se despojó de la gloria que de hecho le pertenecía y poseía en su preexistencia, la que mostró en un flash en la Transfiguración.

Si Dios es Amor, y el amor consiste en la entrega, la divinidad de Jesús consiste en su máxima capacidad de entrega amorosa, en su no vivir para sí mismo. Jesús no consideró que su igualdad con Dios fuese una "presa codiciable", es decir, no pensó que esa divinidad consistía en algo a disfrutar en provecho propio. "Yo no busco mi gloria… Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica" (Jn 8,50.54).

Por eso no hay que entender la kénosis negativamente, como una renuncia a algo. Cristo no renunció a su condición divina. Hay que entender la kénosis positivamente, como la aceptación de todas las particulares condiciones en las que de hecho se ha verificado la encarnación. La kénosis no equivale simplemente a la encarnación, sino a la encarnación en las circunstancias concretas en que fue llevada a cabo, asumiendo una naturaleza humana débil y frágil vulnerable al sufrimiento y a la muerte. Cristo asumió la condición humana sin privilegios, sin salvoconductos, sin que Dios enviase a sus ángeles para que le evitaran tropezar contra la piedra. Entró en un mundo de pecado para salvarnos y sufrió en su propia carne las dentelladas de la maldad humana, sin que Dios interviniera con milagritos para salvarle de la cruz.

El hacerse esclavo significa vivir al servicio de los demás. Pablo mismo nos habla de cómo él siendo libre, sin embargo se hizo esclavo de todos (1 Cor 9,19). Entonces Dios Padre exalta a Jesús en el momento de su resurrección que no es un simple volver a la vida, sino una glorificación en la que Cristo se sienta a la derecha de Dios Padre (Rm 8,34).

El nombre que Jesús recibe es el de ???????? el Señor. Es el título con que la Biblia traduce el nombre misterioso de Dios, el Adonai hebreo que se pronuncia en vez del nombre impronunciable. Decir que Jesús es Señor equivale a proclamar su divinidad. Es el equivalente del YO SOY juánico cuando no lleva predicado. No es un título, sino un nombre que revela la verdadera identidad de Cristo. Es precisamente en esa humillación donde es reconocido como divino. "Cuando sea elevado en alto –crucificado-, entonces conocerán que YO SOY" (Jn 8,28).

El nombre ante el que se dobla toda rodilla y que proclama toda lengua no es el nombre de "Jesús", sino el nombre de Señor que le pertenece a Jesús en propiedad. Toda criatura debe reconocer con sus obras (doblando la rodilla) y con su lengua (proclamando) que Jesús es Señor. El texto está sin duda inspirado en Is 45,23. Allí Dios como Soberano único dice que solo ante él se doblará toda rodilla, y toda lengua jurará por su nombre.

El doblar la rodilla era la señal de adoración o reverencia a los dioses o a los reyes. Recordemos cómo Mardoqueo no quiso doblar su rodilla ante la estatua de Amán, porque un judío no podía doblar la rodilla ante un hombre (Est 3,2).

El himno alude directamente solo al fruto que esta kénosis tuvo para Jesús mismo. Pero en otros muchos textos paulinos se explicita el valor soteriológico de la kénosis de Cristo para nosotros: "para que nos enriqueciéramos con su pobreza" (2 Co 8,9), "para que en él nos convirtamos en justicia de Dios" (2 Co 5,21), "para destruir al que era fuerte por la muerte" (Hb 2,14).

2.- El texto autobiográfico: (Flp 3,7-16).

El segundo texto es autobiográfico. Los que postulan que Filipenses ha juntado tres cartas distintas de Pablo Atribuyen este texto a la tercera carta o carta C. Pablo estaría ya fuera de la cárcel y se ha enterado de que han llegado algunos agitadores judeocristianos a la comunidad de Filipos y quiere prevenir a los dirigentes de la comunidad frente a ellos.

Pablo previene a los filipenses frente a los judaizantes. Argumenta diciendo que a judío nadie le gana, porque es judío por los cuatro costados, y ha sido celoso cumplidor de la ley. Pero ha dejado de dar importancia a esas cosas desde que conoció a Cristo. Olvidó lo que dejó atrás (la circuncisión y su anterior vida en el judaísmo) y se lanza hacia lo que está adelante, dejando aquello que antes había valorado, llegando a tenerlo por basura con tal de conseguir a Cristo (Flp 3,7-16).

Pablo comienza la denuncia de los judaizantes de un modo cáustico, y llega a llamar a sus adversarios "perros" y "malos obreros" (Flp 3,2). Dice que se glorían de sus vergüenzas, es decir de la circuncisión que llevan en su órgano sexual. En lugar de usar la palabra griega para circuncisión ???????????? usará otro compuesto del verbo ????????????? que era la expresión usada en las religiones histéricas para los que se castraban o se hacían incisiones en su cuerpo. Los que presumen de su judaísmo están imitando cosas que hacían los sacerdotes paganos. En una arrebato sarcástico llegará a decir en Gálatas que si tanta importancia dan a la circuncisión, que se castren del todo de una vez (Ga 5,12).

Pablo mismo dice que él en lugar de estar orgulloso de la cicatriz de la circuncisión, de lo que se siente orgulloso es de las cicatrices de las torturas que ha sufrido por Cristo, lo que él llama las "marcas de Jesús" en su cuerpo (Ga 6,17).

Hay un cambio de tono en esta sección. Mientras que en capítulo 1 se mostraba sereno y confiado, aquí muestra mayor inquietud y llega a confesar que tiene lágrimas en sus ojos (Flp 3,18).

En el verso 4 comienza Pablo a argumentar a partir de su ejemplo personal y nos da su testimonio autobiográfico. Podemos, pues, dividir este texto en tres partes

  • a) Adhesión de Pablo al judaísmo como timbre antiguo de gloria (vv. 4-6)

  • b) Ha renunciado a todo ante el conocimiento de Cristo Jesús, que es ahora su única gloria

(vv. 7-11)

  • c) Dimensión escatológica de la salvación: Pablo está aún en camino. Ya sí, pero todavía no.

(vv. 12-14).

a) Primeramente Pablo subraya su plena pertenencia al judaísmo. Si hoy día no lo tiene en cuenta no es porque "no estén maduras". A judío no le gana nadie, ni étnica, ni religiosamente. Y no solamente lo heredó de sus padres, sino que él mismo lo abrazó conscientemente y procuró señalarse en el cumplimiento de la Ley en la secta farisea que era la más extrema en dicho cumplimiento.

b) Pablo ha cambiado el motivo de su gloria de lo que antes era una ganancia para él. Si antes se gloriaba de ser judío por los cuatro costados, y celoso cumplidor de la ley, ahora ya no se gloría más de esto, que ha perdido importancia para él, y lo considera una basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él no con una salvación que ya no deriva de la ley, sino de la fe en Cristo, a quien denomina como "Cristo Jesús mi Señor".

Esta fe consiste en un conocimiento nuevo de Cristo, pero no es un saber intelectual griego, sino el conocer típico bíblico de los grandes profetas (Jr 31,33-34, Os 4,1). A cambio de este conocimiento experiencial ha perdido todo lo demás. No es que haya dejado de ser judío, ni haya desaparecer la marca de la circuncisión, sino en dejar de darle valor.

Esta experiencia de Cristo es una comunión en sus padecimientos. No es simplemente una actitud mística, sino una comunión bien real que tiene lugar en sus cárceles, sus azotes, sus ayunos, sus vigilias, su extenuación, sus humillaciones. Pero Pablo es consciente de que esta comunión con los padecimientos supone también una comunión con su vida resucitada. La resurrección ya comienza en esta vida, es la energía que brota de la misma cruz.

c) Sin embargo Pablo reconoce que todavía está en el camino, que todavía no ha alcanzado este pleno conocimiento de Cristo. Fue alcanzado por Cristo un día, y ahora continúa corriendo para alcanzarle. A continuación de este texto autobiográfico, Pablo extrapola su experiencia personal para exhortar a los filipenses que actúen ellos también de esta manera.

H) Escatología de Filipenses

Volviendo a la situación de Pablo que se debate en la incertidumbre sobre el resultado de su prisión, vemos cómo esta situación le da pie para exponer algo sobre su idea de lo que sucede al cristiano en el período intermedio entre muerte y resurrección de los muertos. Su prisa por morir (la muerte es con mucho lo mejor para él) supone que ya desde el mismo momento de su muerte cree que estará con Cristo, sin tener que aguardar a la resurrección al final de los tiempos. Esto viene a matizar la metáfora cristiana habitual que representa a los muertos como "dormidos" hasta ser despertados el día de la resurrección.

En la primera carta a los Tesalonicenses Pablo exponía ya una primera reflexión acerca de la muerte. La expectativa de la segunda venida de Cristo era tan inmediata, que no se pensó en un principio que nadie fuera a morir antes de esa fecha. Pero cuando suceden los primeros fallecimientos hay que reconsiderar el tema. Es lo que hace de una manera incipiente San Pablo en dicha epístola.

En el caso de los que hayan muerto antes de la segunda venida no estarán es desventaja, porque resucitarán en ese momento para unirse a los que todavía estén vivos (1 Ts 4,15-16) que se reunirán con ellos. En la primera Corintios Pablo explicita un poco más lo que sucederá con los que estén vivos. No tendrán que pasar por la muerte, pero sí tendrán que ser transformados. Aunque no todos mueran, todos tendrán que ser transformados (1 Cor 15,51). Es imposible que este cuerpo material sujeto al espacio y al tiempo goce de la visión de Dios. Los muertos resucitarán con un cuerpo espiritual, y los que no tengan que morir tendrán en cualquier caso que cambiar este cuerpo material por otro espiritual, como ya vimos en nuestro comentario a la primera corintios.

Hasta aquí da la impresión de que la vida eterna solo comenzará con la segunda venida, tanto para los que mueren como antes como para los que signa vivos. Sin embargo en esta carta hay un cambio de énfasis. Pablo empieza a considerar la posibilidad de que los que mueran no tengan que esperar a la segunda venida para poder "estar con el Señor". Él mismo desea morir pronto para adelantar su llegada a Cristo, lo cual no tendría sentido si después de muerto tuviese que esperar a la segunda venida para conseguirlo.

Por eso encontramos en las tesis paulinas una dualidad que él mismo no ha resuelto. Por una parte los muertos en Cristo están "dormidos" hasta que despierten en la resurrección que tendrá lugar al final del tiempo (1 Ts 4,16-17; 1 Cor 15,51-52). Por otra parte este sueño no es un sueño absolutamente inconsciente, ni pasivo, sino que incluye ya una relación vital con el Señor Jesús más plena que la que ya tenemos ahora por la gracia. Efectivamente, Jesús al ladrón le prometió que ya, sin más tardanza, "hoy", lo tendría consigo en el paraíso.

I) Muerte y vida en la espiritualidad paulina

Otro tema interesante de la epístola es el dato autobiográfico de cómo estaba viviendo Pablo su situación de prisionero. Pablo "ofrece una cierta mística del sufrimiento"[74]. Ya notamos como la pena de la prisión no impide en absoluto la desbordante alegría del apóstol. La probabilidad de una sentencia de muerte no ensombrece su vida, porque "la muerte es una ganancia" cuando nuestra vida es Cristo (Flp 1,21).

El único motivo que le hace desear seguir viviendo es la ayuda que pueda prestar a los filipenses. "Quedarme en la carne es más necesario para ustedes" (Flp 1,24). La fuente de su alegría es por eso el descubrir que el hecho de estar preso no está perjudicando a la comunidad de Filipos, sino que más bien está siendo una bendición para ella. Los hermanos se han llenado de valentía para predicar la palabra. Aunque algunos lo hagan por motivaciones bastardas, solo para amargarle la existencia a Pablo, lo importante es que Cristo es últimamente evangelizado. Pablo solo busca la mayor gloria de Dios. Lo único que importa es que Cristo sea glorificado en su cuerpo. Y Cristo puede ser glorificado tanto si Pablo sobrevive como si muere.

En repetidas ocasiones Pablo se refiere a la "muerte" como situación de vida que acompaña al apóstol, que da vida a los demás a través de su propia muerte ¿Qué es lo que Pablo llama su muerte? Es su condición humillada de apóstol: [75]

a) Su apariencia quebrantada y la pobreza de sus medios (1 Cor 2,3-5) que hacen de él un miserable vaso de barro (2 Co 4,7) frágil y sin valor. Me presenté ante ustedes débil, tímido y tembloroso (1 Cor 2,3-5). La presencia del cuerpo es pobre, y la palabra despreciable (2 Co 10,10). Experiencia de desmoronamiento (2 Co 4,16). La "espina en su carne" (2 Co 12,7-10) de la misteriosa enfermedad recurrente de tipo crónico que tanto le limitaba en sus viajes y que tanto le pidió a Dios que le curase. Te basta mi gracia.

b) Es la oposición que encuentra, la sospecha lanzada sobre su ministerio (2 Co 3,1-3), el sabotaje de su obra, realizado por detrás, por parte de "archiapóstoles intrigantes" (2 Co 11,5). Las zancadillas dentro de la propia Iglesia. Intrigas, envidias, chismes mezquinos, los carrerismos para ocupar un puesto. Ser entregado en manos de los hombres… Gran parte de nuestros sufrimientos serán causados en el interior de la propia Iglesia. Los roces internos provocan un tremendo desgaste de energías que no pueden ser liberadas para el apostolado. Pablo tuvo que sufrir el enfrentamiento con la jerarquía, cuando observó en Pedro una conducta poco valiente, disimulando con componendas. Tuvo que sufrir las tensiones ideológicas con los judeocristianos que no eran capaces de comprender la radical novedad del evangelio de Jesús y querían meter el vino nuevo en odres viejos. Las peores zancadillas son las de los misioneros acreditados por Jerusalén que visitaban sus comunidades para desacreditarle a él.

c) La incomprensión que palpa; el agudo dolor de tener que pasar por un inútil, cuando lleva en sí las riquezas incalculables que están pidiendo ser distribuidas; vendedor a domicilio de mercancías que nadie quiere. Clases de religión en las que los alumnos hacen mofa de lo que para mí es más sagrado (2 Co 8,10); Las burlas de los atenienses que dicen: "Ya te oiremos otro día", y ahora dicen "De eso ya te hemos oído hablar antes muchas veces". Esa sensación de ser inmundicia y barredura (1 Cor 4,13), y deshecho de todos. Sin profesión ni familia ni estatus social. Objeto de burla en revistas satíricas y chistes de curas. Ser asociados por Jesús a la contradicción que él provoca. ¿No es él un aguafiestas que interviene a tiempo y destiempo (2 Tm 4,2) sin dejarse atar por la demagogia o el deseo de agradar? (Ga 1,10).

d) En consecuencia lleva en su cuerpo como surcos profundos las "señales de Jesús" (Ga 6,17), que le han dejado las flagelantes correas del desprecio. Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve latigazos, tres veces fui azotado con varas, una vez apedreado (2 Co 11,24-25). El cuerpo de Pablo estaba lleno de cicatrices y mataduras. Estas son las marcas en su cuerpo de las que se gloría, y no en las de la circuncisión.

e) Su preocupación obsesiva diaria por todas las iglesias; ha desposado a los hombres con Cristo y les ama con ardiente pasión llena de celo (2 Co 11,1-4): "En vida y muerte están ustedes unidos a mi corazón", les escribe (2 Co 7,3). Pero ellos inconstantes se apartan de la simplicidad evangélica para seguir detrás del primero que llega o del último que les habla (2 Co 11,4); y cada defección le hace vivir sobre carbones encendidos (2 Co 11,29); esto le hace pronunciar esta dolorosa queja: "Amándoles más, ¿seré yo menos amado?" (2 Co 12,15).

De todos modos la vida de Pablo es una muerte cotidiana por la salvación de los otros (1 Cor 15,31) y siente el deseo creciente de derramarse en libación sobre el sacrificio de su fe Flp 2,17). Su corazón ya minado por el desgaste físico (2 Co 11,23-27) se consume en el fuego de dos sentimiento contrarios: por un lado, "el deseo de partir y estar con Cristo" (Flp 1,23); por otro, el ansia de estar separado para siempre de Cristo, si esto pudiera servir para abrir los ojos a sus hermanos de raza (Rm 9,3). Él conoció el Getsemaní del apóstol al que angustia la caridad (2 Co 5,14-15). Puede hablar de la muerte de Cristo porque sabe lo que dice: su homilía le hace sufrir en el momento mismo en que la dicta a su secretario…

Pero, éste es el misterio pascual, Pablo comprende que esta muerte produce ya desde ahora frutos de vida. "Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación de ustedes (2 Co 1,6). "Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo… De modo que la muerte actúe en nosotros, la vida en ustedes" (2 Co 4,10-12). "Me alegro de los padecimientos que soporto por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24). Pablo no pretende que el valor de la cruz de Jesús haya sido insuficiente. La redención está ya completa, pero para que esa redención pueda llegar a todos, necesita de las tribulaciones del apóstol.

La Pascua de Jesús se afirma a sí misma en la seriedad de una vida misionera. La cruz predicada simplemente como una palabra humana parece una enormidad (1 Cor 1,18); pero vivida intensamente por el apóstol, se convierte en potencia de Dios. Lejos de dañar al obrero evangélico, le proporciona toda su fecundidad; por ella en efecto, Dios acredita a su enviado, presentándole como al último de los hombres (1 Cor 4,9) y es entonces cuando algo surge. El ministerio no es más que el despliegue de la fuerza del Señor en la debilidad de su apóstol (2 Co 12,9)

La vida ardiente del apóstol es la historia de su progresiva desposesión. La fidelidad a Cristo no deja de desmantelar esta hazaña que nosotros imaginamos y de las que nos consideramos heroicos responsables. Pero cuando Dios aparece derribando es que nos pone en nuestro puesto. Todos los sueños generosos que nosotros construimos y que nos atormentan, son una versión mítica de los acontecimientos. A ellos Jesús opone la verdadera historia que hace él mismo.

No siempre fracasaremos en nuestra vida apostólica. Habrá veces en que, como le pasó a Jesús, sintamos que la gracia de Dios pasa a través de nosotros y llega a los demás, y le convierte o les sana o les transforma. Pero en otras muchas ocasiones el Señor nos hará compartir sus fracasos, y encontraremos sólo oposición, rechazo, indiferencia. Incluso puede suceder que veamos como nuestra mejor intención produce resultados negativos y causa escándalos y divisiones.

San Pablo también experimentó ambas cosas. Les dice a los corintios: "Las características del apóstol se vieron cumplidas entre ustedes: paciencia perfecta en los sufrimientos, y también señales, prodigios y milagros". Pablo sintió muchas veces el éxito de su misión, y pudo contemplar abundantes signos, pero en otras ocasiones sólo vio oposición y rechazo. Pero supo aceptar ambas cosas, como características del verdadero apóstol.

Constata con gran sorpresa que esas tribulaciones no le destruyen, ni le "queman". "Estamos sometidos a todo tipo de tribulaciones, pero no nos achicamos; estamos perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no acabados" (2 Co 4,8-9).

Lo que nos "quema" no son nuestros sufrimientos por Cristo, sino nuestros nervios, nuestras impaciencias, nuestro perfeccionismo, nuestra autosuficiencia que nos lleva a juzgarnos indispensables, el activismo que no sabe encontrar tiempos de descanso y de renovación. Jesús no nos llama siervos, sino amigos, y nosotros muchas veces le servimos cerrándonos a su amistad, minimizando los tiempos de oración y de encuentro, buscando nuestra relajación más en la televisión que ante el sagrario.

TEMA 14: LA CARTA A LOS ROMANOS

A) La comunidad de Roma

La población judía total en el siglo de Cristo se calcula en unos 7 millones. La mayoría viven en la diáspora, sobre todo en las grandes ciudades del Mediterráneo, como Alejandría y Antioquía. La comunidad judía de Roma no debió ser tan numerosa. Había unos 40.000 miembros.

La mayoría eran pobres, esclavos y libertos, dedicados a oficios comunes. En la lista de nombres de Rm 16, algunos llevan nombres típicos de esclavos o de libertos. Según Filón, los judíos libertos seguían estando en estrecha dependencia de sus antiguos amos, como clientes. Otros eran extranjeros domiciliados, artesanos, tenderos sin derechos civiles. En varias ocasiones fueron expulsados de Roma. Tiberio en el año 19 expulsó a un gran número, y lo mismo hizo Claudio en el año 49. Pero estas expulsiones duraban corto plazo, y la comunidad judía en general seguía creciendo.

El judaísmo suscitaba por una parte un gran desprecio por parte de la población. Cicerón los denomina "superstición bárbara (Pro Flacco, 281). Pero algunos intelectuales admiraban el contraste de la idea sublime de Dios y la nobleza de la ética judía con la degeneración de la religión oficial romana, con dioses y diosas adúlteros. Eran numerosos los gentiles seducidos por el judaísmo que se hacían circuncidar (prosélitos) o que al menos frecuentaban las sinagogas y oraban al Dios de Israel (temerosos de Dios). Estos últimos fueron el campo más fértil para la propagación del Cristianismo[76]

Apenas sabemos nada sobre cómo empezó la primera comunidad cristiana de Roma, pero sus orígenes se remontan a los años cuarenta. Parece ser que no fue fundada por ninguno de los apóstoles. Probablemente los iniciadores fueron algunos judeocristianos procedentes del Oriente que fueron a vivir a la capital del Imperio y empezaron a evangelizar a los habitantes de Roma, empezando por los judíos. Como en todas las primeras comunidades habría que diferenciar en Roma la presencia de judeocristianos y de paganos convertidos a Jesús Mesías. La expulsión de los judíos por parte de Pablo, alcanzó también a algunos judeocristianos, y pudo inclinar más la balanza numérica a favor de los étnico-cristianos.

Curiosamente la carta a los Romanos no está escrita en latín, sino en griego. Esto no se debe solo a que Pablo no supiera latín (podría haber utilizado un escriba traductor) sino a que los destinatarios de la carta son una comunidad que, a pesar de vivir en Roma, no hablaba latín sino griego. Estaba formada toda ella por inmigrantes de lengua griega procedentes de la mitad oriental del Mediterráneo.

Es a ellos a quienes Pablo dirige su carta (Rm 1,6). Los destinatarios son personas suficientemente cultas como para entender los conceptos sutiles bíblicos y teológicos a los que se refiere Pablo en su carta. Podemos suponer que entre los cristianos romanos habría representantes de las distintas tendencias esbozadas en el cuadro sinóptico expuesto. Pablo en su carta trata estas divisiones con suma delicadeza, y con un claro criterio ecuménico.

B) Lugar y fecha de la carta

La carta a los romanos es de indudable paternidad paulina. La carta fue escrita en Acaya, probablemente en Corinto, durante los tres meses de estancia de Pablo, mencionados en Hch 20, cuando se preparaba ya para viajar a Jerusalén llevando la colecta. Según nuestra cronología, esta tercera visita a Corinto tuvo lugar en los años 55-56. Estamos en la época de Nerón, pero antes de que empiece la persecución contra los cristianos. Pablo no conoce Roma personalmente, pero espera visitar la ciudad en su proyectado viaje a España (Rm 1,15).

Para cuando termine su actual viaje llevando la colecta a Jerusalén, Pablo tiene planes nuevos. Hasta entonces sus campos de evangelización tenían como centro a Antioquía y Jerusalén. Pero ahora planea abrir nuevos campos y piensa en otros lugares a donde el evangelio no ha llegado aún, en los confines del Occidente, en Hispania (Rm 15,20). Era entonces el "Finisterre" el final del mundo conocido, donde Hércules había plantado sus dos columnas que decían: "Non plus ultra": "No más allá". Hasta ahora la evangelización de Pablo ha tenido como centro de operaciones la ciudad de Antioquía, pero ahora necesita una comunidad que le apoye en un lugar no tan lejos de España. Roma es el lugar ideal. Pablo es un pionero. Fue el primero en comprender que la capital del mundo cristiano ya no tendría que estar situada en el Oriente, sino en el centro del Mediterráneo, en Roma

Como parte de este proyecto misionero en Occidente, escribe a Roma con tiempo, para irse ganando a los miembros de esta comunidad. Quiere crear con esta comunidad lazos de comunión y solidaridad espiritual y material para que la empresa sea más eclesial. Su mejor carta de presentación ante la comunidad cristiana de Roma es explicar su propio evangelio, tan combatido por los judaizantes. Probablemente en Roma ya ha oído escuchar algo de la polémica que Pablo ha suscitado y quiere por eso exponerles ahora su evangelio no de forma polémica, sino de un modo sereno y sistemático (cf. Hch 28,22).

C) Naturaleza de la carta

La carta reúne características típicamente epistolares, en su encabezamiento, en su despedida, en la amplia sección pastoral, pero también constituye un tratado teológico sobre los temas paulinos favoritos en la sección doctrinal (Rm 1,18-11,36).

Es el texto más consistente para exponer la teología paulina. Ya en Gálatas había expuesto lo fundamental de su tesis sobre la justificación por la fe, pero de una manera más breve y más polémica.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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