Iniciación humana y solar (primera parte) (página 3)
Enviado por Ing.Licdo. Yunior Andrés Castillo S.
1. De su yo inferior, que se rebela en contra de la transmutación.
2. De su grupo inmediato, de sus amigos y familiares que se rebelan ante su creciente impersonalidad. No les agrada ser considerados uno con él, en el aspecto vida, y sin embargo independientes de él, en lo que respecta a deseos e intereses. No obstante, la ley rige, y sólo cabe verdadera unidad en la vida esencial del alma. Descubrir lo que la forma es, causa muchos sufrimientos al discípulo, pero el camino conduce eventualmente a la perfecta unión.
Discípulo es aquel que conoce su responsabilidad para con todas las unidades que están bajo su influencia responsabilidad de colaborar con el plan de la evolución, tal como es para ellos, y así expandir las conciencias y enseñarles la diferencia entre lo real y lo irreal, la vida y la forma. Esto puede realizarlo muy fácilmente demostrando en su propia vida cuál es su meta, objetivo y centro de conciencia.
El trabajo que debe realizarse.
El discípulo tiene, en consecuencia, distintos objetivos:
Respuesta sensible a la vibración del Maestro.
Pureza de vida, en forma práctica, no teórica.
Liberación de la preocupación. Debe recordarse que la preocupación se basa en lo personal, y es el resultado de un apasionamiento y de una respuesta excesivamente rápida a las vibraciones de los mundos inferiores.
Cumplimiento del deber. Este punto involucra el desempeño desapasionado de todas las obligaciones, y la debida atención a las deudas kármicas. Se debe acentuar, especialmente en todos los discípulos, el valor del desapasionamiento. La falta de discernimiento no es un obstáculo para el discípulo en estos días, debido al desarrollo de la mente; pero sí lo es, con frecuencia, la falta de desapasionamiento. Esto significa obtener ese estado de conciencia donde se observa el equilibrio y no dominan el placer ni el dolor, porque han sido reemplazados por la alegría y el gozo. Debe reflexionarse bien sobre esto, porque es necesario trabajar arduamente para obtener el desapasionamiento.
También debe estudiar el cuerpo karnamanásico (cuerpo mentedeseo). Es de real significación, pues por muchas causas es el cuerpo de mayor importancia en el sistema solar, en lo que concierne al ser humano en los tres mundos. En el próximo sistema, el vehículo mental de las unidades autoconscientes ocupará un lugar análogo, como lo ocupó el físico en el anterior sistema solar.
El discípulo también debe trabajar científicamente, si así puede decirse, en la construcción del cuerpo físico; esforzarse de modo de construir en cada encarnación un cuerpo que le sirva de mejor vehículo para la fuerza. De allí que sea práctico dar información sobre la iniciación. No hay momento en el día en que no se pueda vislumbrar esa meta y llevar a cabo el trabajo de preparación. Uno de los más grandes instrumentos para el desarrollo práctico, y que está al alcance de todos, es la PALABRA. Quien cuida sus palabras y sólo habla con fines altruistas, con el objeto de difundir la energía del amor por medio del lenguaje, domina rápidamente los pasos iniciales y se prepara para la iniciación. La palabra es la manifestación más esotérica que existe, el medio de la creación y el vehículo para la fuerza. En la parquedad de las palabras, entendiéndolo esotéricamente, está la conservación de la fuerza. En la utilización de las palabras, bien elegidas y habladas, radica la distribución de la fuerza del amor del sistema solar, esa fuerza que conserva, fortalece y estimula. Sólo a quien conozca parcialmente estos dos aspectos de la palabra, se le podrá confiar su permanencia ante el Iniciador, y extraerá de esa presencia ciertos sonidos y secretos, que le son impartidos bajo la promesa de guardar silencio.
El discípulo debe aprender a permanecer silencioso ante el mal, a callar ante los sufrimientos del mundo, sin perder tiempo en quejas inútiles y en demostraciones de dolor, sino tratar de aligerar la carga del mundo, y trabajar sin perder energías en palabras. Sin embargo, debe hablar cuando es necesario el estímulo, emplear la palabra con fines constructivos; expresar la fuerza del amor del mundo, a medida que fluye a través de él, a fin de aliviar o aligerar la carga, recordando que, a medida que la raza progresa, el elemento amor y su expresión entre los sexos, se trasladarán a un plano superior. Entonces, por medio de la palabra hablada, no por la expresión en el plano físico, como sucede hoy, se llegará a comprender el verdadero amor que une a quienes son uno solo en el servicio y en la aspiración. Entonces el amor entre los individuos de la familia humana utilizará la palabra para la creación en todos los planos, y la energía que ahora se manifiesta en la mayoría, a través de los centros inferiores o genitales, se trasladará al centro laríngeo. Éste es todavía un lejano ideal, pero algunos ya pueden vislumbrarlo y procuran, mediante el servicio mancomunado, la colaboración amorosa, la unicidad en aspiración, pensamiento y esfuerzo, dar forma y configuración a este ideal, aunque inadecuadamente.
Relaciones grupales.
El sendero del discípulo es escabroso; las dificultades y los obstáculos lo enfrentan en cada recodo del camino. Sin embargo, hollando el sendero y venciendo las dificultades, adhiriéndose al grupo en bien del mismo y uniéndose a los individuos y al desarrollo evolutivo en forma equilibrada, sobrevendrá al fin la fructificación y el logro de la meta. Así se evidencia el SERVIDOR de la raza. Es servidor porque no sirve a sus propios fines, y sus cuerpos inferiores no emiten vibraciones que puedan desviarlo del sendero elegido. Sirve porque sabe lo que hay en el hombre, y porque durante muchas vidas ha trabajado con individuos y grupos, ampliando gradualmente su campo de esfuerzo hasta reunir a su alrededor esas unidades de conciencia que puede energetizar y utilizar, y a través de las cuales llevará a cabo los planes de sus superiores. Tal es la meta, pero en las etapas intermedias abundan las dificultades para quienes están al borde del autodescubrimiento y de convertirse en el sendero mismo.
Un consejo práctico puede ser de valor aquí:
Estudiar con cuidado los tres primeros capítulos del Baghavad Gita. El problema de Arjuna es el de todos los discípulos, y la solución es eternamente la misma.
Estar alerta y vigilar el corazón. Es muy dolorosa la trasferencia del fuego del centro plexo solar al centro cardíaco. No es fácil amar como lo hacen los Grandes Seres, con amor puro, que no exige recompensa; con amor impersonal, que se regocija cuando hay respuesta, pero no la espera, y ama constante, silenciosa y profundamente, a través de las aparentes divergencias, con la seguridad de, que cuando todos hayan encontrado el camino hacia el hogar, comprenderán que ese hogar es el lugar de unificación.
Prepararse para la soledad. Ésa es la ley. Cuando el hombre se desliga de todo lo que concierne a sus cuerpos físico, astral y mental, y se centraliza en el ego, sobreviene una separación temporaria que debe soportar y trascender y lo conduce posteriormente a establecer un vínculo más estrecho con todos los que están asociados con él, debido al karma contraído en vidas pasadas, al trabajo grupal y a la actividad desplegada por el discípulo (llevada a cabo casi inconscientemente al principio), al reunir a aquellos a través de quienes deberá trabajar más tarde.
Cultivar la felicidad, sabiendo que la depresión, la investigación excesivamente morbosa del móvil y la exagerada susceptibilidad a la crítica ajena, llevan a un estado en que el discípulo se hace casi inútil. La felicidad se basa en la confianza en el Dios interno, en una justa apreciación del tiempo y en el olvido de sí mismo. Tomar lo bueno y utilizarlo como verdades para difundir alegría y no rebelarse contra la felicidad y el placer del servicio prestado, creyendo que indica que algo no anda bien. El sufrimiento sobreviene cuando el yo inferior se rebela. El yo inferior controlado y la eliminación del deseo, traen alegría.
Tener paciencia. La resistencia es una de las características del ego. El ego persiste porque sabe que es inmortal. La personalidad se desalienta porque sabe que el tiempo es corto.
Al discípulo no le ocurre nada que no esté previsto en el plan, y cuando el móvil y la única aspiración del corazón es llevar a cabo la voluntad del Maestro y servir a la raza, lleva en sí la simiente de la próxima empresa y también produce el clima necesario para el siguiente paso. Esto aclara muchas cosas, y se hallará aquello de lo cual el discípulo puede depender cuando se nubla la visión, y el grado de vibración es inferior a lo que debe ser, ofuscándose el razonamiento por los miasmas surgidos de las circunstancias del plano físico. Muchas cosas que aparecen en el cuerpo astral están basadas, en la mayoría, en antiguas vibraciones, y no tienen fundamento real; la lucha consiste en controlar de tal forma la situación astral, que de nuestras ansiedades y preocupaciones presentes, surjan la confianza y la paz, y de la acción e interacción violentas, provenga la tranquilidad.
Es posible alcanzar ese punto donde nada de lo que ocurre altera la calma interna, donde se reconoce y experimenta la paz que trasciende toda comprensión, porque la conciencia está centrada en el ego, que es la paz misma, y constituye el círculo de la vida búdica; donde se conoce y siente el aplomo y reina el equilibrio, porque el centro de vida reside en el ego, que en esencia es equilibrio; donde prevalece la serena e inconmovible calma y el divino Conocedor empuña las riendas del gobierno y no permite las perturbaciones del yo inferior; donde se alcanza la beatitud, que no está basada en las circunstancias de los tres mundos, sino en la comprensión interna de la existencia separada del noyo, existencia que persiste cuando dejan de existir el tiempo y el espacio y todo cuanto contienen; esto se conoce cuando se experimentan, trascienden y trasmutan, las ilusiones de los planos inferiores, lo cual perdura cuando el pequeño mundo del esfuerzo humano se ha disipado y desaparecido y se lo considera inexistente, estando basado en el Conocimiento del YO SOY ÉSE.
Tal actitud y experiencia pueden ser llevadas a cabo por quienes persisten en su elevado esfuerzo, y a nada dan valor, con tal de alcanzar la meta, perseverando a través de las circunstancias, con los ojos fijos en la visión futura y los oídos atentos a la Voz del Dios interno, que resuena en el silencio del corazón; los pies firmemente asentados en el sendero que conduce al Portal de la Iniciación; las manos extendidas para ayudar al mundo, y toda la vida subordinada al llamado del servicio. Entonces, todo cuanto llega es para bien enfermedad, oportunidad, éxito y desengaños, burlas y maquinaciones de los enemigos, incomprensión de los que amamos, todo existe y debe utilizarse sólo para ser trasmutado. Como se verá, lo más importante es la continuidad de visión, la aspiración y el contacto internos. Lo que debe lograrse es esa continuidad, no por las circunstancias sino a pesar de ellas.
A medida que el aspirante progresa, no sólo equilibra los pares de opuestos, sino que le es revelado el secreto del corazón de su hermano. Se lo reconoce como una fuerza en el mundo, se lo aprecia como individuo y en él se confía que pueda prestar servicio. Los hombres recurren a él para ser ayudados, pues reconoce la actividad que desempeña, entonces emite su nota para ser oída en las filas dévicas y humanas. Lo logra en esta etapa mediante la pluma, la literatura, la palabra hablada, conferencias y enseñanzas y también la música, la pintura y el arte. Llega así al corazón de los hombres por cualesquiera de estos caminos, y se convierte en auxiliar y servidor de su raza. Mencionaré también otras dos características de esta etapa:
El aspirante conoce el valor oculto del dinero en el servicio. No busca nada para sí, excepto aquello que puede equiparlo para realizar el trabajo, considerando el dinero y lo que el dinero procura, como algo que debe ser empleado para los demás, y como medio para lograr la fructificación de los planes del Maestro, tal como él los percibe. Muy poco es comprendida la significación oculta del dinero, sin embargo, una de las grandes pruebas para determinar el lugar que ocupa el hombre en el sendero de probación, concierne a su actitud y al manejo de lo que todos los hombres buscan con el fin de satisfacer sus deseos. Quien nada desea para sí puede ser el receptor de la abundancia financiera y el distribuidor de las riquezas del universo. Por el contrario, si aumenta su riqueza, le acarrea dolor y angustia, descontento y perversión.
En esta etapa, la vida del aspirante se convierte también en instrumento de destrucción en el sentido oculto del término. La fuerza que fluye a través de él, procedente de los planos superiores y de su Dios interno, produce a veces resultados peculiares sobre su medio ambiente y dondequiera que vaya, porque actúa como estímulo, tanto para el bien como para el mal. Los pitris lunares o pequeñas vidas, que constituyen los cuerpos de sus hermanos y su propio cuerpo, son análogamente estimulados, acrecentada su actividad e intensificado grandemente su poder. Esto es utilizado por quienes trabajan en el aspecto interno, para lograr ciertos fines deseados, y con frecuencia causa la caída temporaria de las almas avanzadas. No pueden resistir la fuerza que afluye o desciende a ellas, y debido al sobreestímulo temporario de sus centros y vehículos, sufren un colapso. Esto sucede en los grupos y en los individuos, pero, a la inversa, si los señores lunares o vidas del yo inferior, han sido previamente sometidas y controladas, entonces el efecto de la fuerza y de la energía recibida sirve para estimular la respuesta de la conciencia del cerebro físico y de los centros de la cabeza, al contacto egoico. Así, la fuerza que de otro modo sería destructiva, se convierte en factor benéfico y en útil estímulo, pudiendo ser utilizada por los Conocedores, a fin de conducir a los hombres hacia una mayor iluminación.
Todos estos pasos deben llevarse a cabo en los tres planos inferiores y en los tres cuerpos, y esto lo hacen de acuerdo a su rayo y subrayo particulares. De este modo el discípulo lleva a cabo el trabajo y recibe su prueba y entrenamiento. Así es conducido -mediante la correcta dirección de la energía y la manipulación inteligente de las corrientes de fuerza- al Portal de la Iniciación, y pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría, donde gradualmente se hace "consciente" de fuerzas y poderes latentes en su propio ego y en el grupo egoico; entonces puede utilizar la fuerza de ese grupo y puede confiársele su manejo, únicamente para ayudar a la humanidad; así después de la cuarta iniciación participa de la energía del Logos planetario, encomendándosele una parte de la misma, que lo capacita para llevar adelante los planes del Logos planetario para la evolución.
Debe recordarse que los discípulos de primer rayo comprenden el discipulado en términos de, energía, fuerza o actividad, mientras que los discípulos de segundo rayo, en términos de conciencia o iniciación. A esto se debe la divergencia en las expresiones comunes y la falta de comprensión entre los pensadores. Sería de utilidad expresar la idea del discipulado basándose en los distintos rayos, queriendo significar con ello el discipulado, manifestado como servicio en el plano físico:
Recuerden que aquí nos ocupamos de los discípulos. A medida que éstos progresan, las diversas líneas se aproximan y fusionan. Todos han sido alguna vez magos, pues han pertenecido al tercer rayo. El problema se refiere ahora al místico y al ocultista, y a su síntesis final. Un estudio cuidadoso de lo antedicho, conducirá al reconocimiento de las dificultades que surgen entre los pensadores y los discípulos de todos los grupos, y consisten en su identificación con alguna forma y en su incapacidad de comprender los diferentes puntos de vista de los demás. A medida que transcurra el tiempo y entren en más estrecha relación con los dos Maestros que les concierne (su Dios interno y su Maestro personal), desaparecerá su incapacidad para cooperar y fusionar sus intereses en bien del grupo, y en lugar de divergencia habrá comunidad de esfuerzo, similitud de objetivos y mutua colaboración. Debería reflexionarse sobre esto, pues contiene la clave de muchas cosas enigmáticas que para la mayoría son angustiosas.
CAPÍTULO IX
Después de un período breve o largo, el discípulo se encuentra ante el Portal de la Iniciación. Debe recordarse que, a medida que nos acercamos al Maestro y al Portal, se llega como dice el libro Luz en el Sendero: "con los pies bañados en la sangre del corazón". Cada paso trascendido se da mediante el sacrificio de todo lo que es querido por el corazón en algún plano, y este sacrificio debe ser siempre voluntario. Quien huella el sendero de probación y el de santidad, sabe el precio que debe pagar, ha reajustado el sentido de los valores y, por lo tanto, no juzga como lo hace el hombre mundano. Quien intenta "arrebatar el reino por la violencia", lo hace porque está preparado para el consiguiente sufrimiento. Quien considera que nada tiene valor excepto alcanzar la meta, está dispuesto a sacrificar su propia vida en la lucha para que predomine el yo superior sobre el yo inferior.
Las dos primeras Iniciaciones.
En la primera iniciación, el ego debe haber controlado en gran medida al cuerpo físico y vencido "los pecados de la carne", según la fraseología cristiana. No deben prevalecer la gula, el alcoholismo, ni el libertinaje, ni satisfacerse las exigencias del elemental físico; por lo tanto el control debe ser total y la tentación vencida. Debe mantenerse una actitud general y una fuerte disposición de obediencia al ego. Entonces el canal entre lo superior y lo inferior se expande, y la carne obedece prácticamente en forma automática.
El hecho de que no todos los iniciados estén sometidos a esta norma, quizás se deba a varias cosas, pero debe emitirse la nota de la rectitud; el reconocimiento de sus debilidades deben hacerlo sincera y públicamente, y conocerán la lucha entablada para adaptarse a las normas superiores, aunque no logren la perfección. Los iniciados pueden caer, y caen, incurriendo por consiguiente en el castigo de la ley, y también perjudicar, y perjudican, al grupo con su caída; en consecuencia, deben someterse al karma del reajuste, teniendo que expiar el daño mediante un servicio más prolongado, donde los miembros del grupo, aunque inconscientemente, aplican la ley. Su progreso se verá seriamente obstaculizado, y se perderá mucho tiempo en agotar el karma con las unidades perjudicadas. Debido al hecho de que un hombre es un iniciado y, por lo tanto, un medio para una fuerza muy acrecentada, sus desviaciones del recto sendero tienen más poderosos efectos que los de un hombre menos avanzado. Su premio y castigo serán igualmente mayores. Debe pagar inevitablemente el precio antes de permitírsele proseguir en el camino. Respecto al grupo perjudicado por él, ¿cuál debe ser su actitud? Reconocer la gravedad del error, aceptar inteligentemente los hechos, abstenerse de críticas poco fraternas e irradiar amor sobre el hermano pecador; todo esto, juntamente con cualquier acción, aclarará al público que tales pecados e infracciones a la ley no son perdonados. A esto se debe añadir la actitud mental del grupo implicado, que conducirá (mientras actúa con firmeza) al hermano equivocado a ver su error, cumplir su karma retribuidor y luego ser reincorporado a la consideración y respeto, después de hacer las debidas enmiendas.
No toda la gente se desarrolla en las mismas o paralelas líneas, por lo tanto, no es posible dictar reglas rígidas invariables, respecto al proceso exacto de cada iniciación, determinar qué centros deben ser vivificados o qué visión ser adjudicada. Mucho depende del rayo a que pertenece el discípulo, de su desarrollo en cualquier dirección (pues no todos suelen desarrollarse similarmente), de su karma individual y también de las exigencias de algún período especial. Sin embargo pueden hacerse muchas sugerencias: En la primera iniciación, o el nacimiento del Cristo, generalmente se vivifica el centro cardíaco, a fin de obtener un control más eficaz del vehículo astral y prestar un mayor servicio a la humanidad. Después de esta iniciación se enseña principalmente al iniciado lo concerniente al plano astral; debe estabilizar su vehículo emocional y aprender a actuar en el plano astral con la misma soltura y facilidad con que lo hace en el plano físico; debe entrar en contacto con los devas astrales; aprender a controlar a los elementales del astral; actuar con facilidad en los subplanos inferiores, y acrecentar el valor y la calidad de su trabajo en el plano físico. En esta iniciación pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría. Entonces se le da especial importancia al desarrollo astral, aunque su equipo mental se desarrolla constantemente. Muchas vidas transcurren entre la primera y segunda iniciaciones. Puede pasar un largo período de encarnaciones antes de perfeccionar el control del cuerpo astral y el iniciado estar preparado para el próximo paso. En forma interesante aparece en El Nuevo Testamento esta analogía en la vida del iniciado Jesús. Pasaron muchos años entre el Nacimiento y el Bautismo, pero en tres años dio los tres pasos restantes. Una vez pasada la segunda iniciación, el progreso es rápido; la tercera y cuarta iniciaciones seguirán probablemente en la misma vida o en la siguiente.
La segunda iniciación constituye la crisis del control del cuerpo astral. Así como en la primera iniciación se manifiesta el control del cuerpo físico denso, en la segunda se manifiesta análogamente el control del astral. El sacrificio y la muerte del deseo ha sido la finalidad del esfuerzo. El ego dominó al deseo, y sólo queda el anhelo de lo que es para beneficio del todo, de acuerdo a la voluntad del ego y del Maestro. El elemental astral es controlado, el cuerpo emocional se torna puro y límpido y va desapareciendo rápidamente la naturaleza inferior. Entonces el ego se aferra nuevamente a los dos vehículos inferiores y los somete a su voluntad. La aspiración y anhelo de servir, amar y progresar, llegan a ser tan intensos, que por lo general se observa un desarrollo muy rápido. Esto explica por qué, esta iniciación y la tercera, se suceden con frecuencia (aunque no invariablemente) en una misma vida. En este período de la historia del mundo se ha dado tal estímulo a la evolución, que las almas aspirantes al sentir la angustiosa y perentoria necesidad de la humanidad sacrifican todo a fin de satisfacer esa necesidad.
Además, no debe incurrirse en el error de creer que todo esto sigue invariable y consecutivamente los mismos pasos y etapas. Mucho se realiza al unísono y simultáneamente, porque el esfuerzo en ejercer control es lento y penoso, pero en el intervalo entre las tres primeras iniciaciones debe lograrse y mantenerse una etapa definida en la evolución de cada uno de los tres vehículos inferiores, antes de ser posible una mayor expansión, sin peligro, del canal. Muchos actúan en los tres cuerpos, a medida que huellan el sendero de probación.
Si en esta iniciación se sigue el curso común (lo que no es del todo seguro) se vivifica el centro laríngeo. Esto desarrolla la capacidad de aprovechar las adquisiciones de la mente inferior en servicio del Maestro y ayuda al hombre; otorga la habilidad de dar y expresar aquello que constituirá una ayuda, posiblemente a través de la palabra hablada, pero indefectiblemente al prestar algún tipo de servicio. Acuerda una visión de las necesidades del mundo, y muestra otra parte del plan. Por lo tanto, el trabajo que se debe realizar antes de recibir la tercera iniciación es sumergir totalmente el punto de vista personal en las necesidades del todo, lo que implica el total dominio de la mente concreta por el ego.
Las dos Iniciaciones siguientes.
La enseñanza asciende de nivel después de la segunda iniciación. El iniciado aprende a controlar su vehículo mental, desarrolla la capacidad de manejar materia mental y aprende las leyes para construir pensamientos creadores. Actúa libremente en los cuatro subplanos inferiores del plano mental; antes de la tercera iniciación debe, consciente o inconscientemente, dominar totalmente los cuatro subplanos inferiores, en los tres planos de los tres mundos. Profundiza el conocimiento del microcosmos y en gran medida domina teórica y prácticamente las leyes de su propia naturaleza, de allí su habilidad experimental para ser el amo de los cuatro subplanos inferiores de los planos físico, astral y mental. Esto último es sumamente interesante. El control de los tres subplanos superiores todavía no es completo, y constituye una de las razones de los fracasos y errores de los iniciados. Aún no han perfeccionado el dominio de la materia en los tres subplanos superiores, porque no han sido dominados.
En la tercera iniciación, denominada a veces la Trasfiguración, la entera personalidad queda anegada por la luz descendente. Después de esta iniciación la mónada guía definitivamente al ego, derramando acrecentadamente su divina vida en el canal ya preparado y purificado. De la misma manera, en la tercera cadena lunar, el ego individualizó a la personalidad por medio del contacto directo, método diferente del de la individualización, tal como se demuestra en la cuarta cadena actual. Si aplicamos aquí la Ley de Correspondencia podría demostrar ser muy reveladora una interesante analogía entre los métodos de la individualización en las diversas cadenas, y las expansiones de conciencia que tienen lugar en las diferentes iniciaciones.
Nuevamente se le otorga al iniciado una visión del porvenir, y está siempre en condición de reconocer a los otros miembros de la Gran Logia Blanca, siendo estimuladas sus facultades síquicas mediante la vivificación de los centros de la cabeza. Hasta no haber pasado esta iniciación no es necesario ni aconsejable desarrollar las facultades sintéticas o la clariaudiencia y clarividencia. La finalidad de todo el desarrollo consiste en el despertar de la intuición espiritual; una vez lograda, cuando el cuerpo físico es puro, el cuerpo astral estable y firme y el cuerpo mental controlado, entonces el iniciado podrá manejar sin peligro y utilizar inteligentemente las facultades síquicas para ayudar a la raza. No sólo podrá utilizar estas facultades, sino que será capaz de crear y vivificar formas mentales claras y bien definidas, que vibren con espíritu de servicio, sin estar controladas por la mente inferior o el deseo. Estas formas mentales no serán (como las creadas por la mayoría de los hombres) formas sin cohesión, relación ni unión, sino que alcanzarán un alto grado de síntesis. Arduo e incesante será el trabajo, antes de poder realizarse esto, pero una vez estabilizada y purificada la naturaleza de deseos, no resultará difícil el control del cuerpo mental. De ahí que el sendero del devoto sea más fácil en ciertos aspectos que el del intelectual, pues ha aprendido a medir el deseo purificado y a progresar mediante las etapas requeridas.
La personalidad alcanza así una etapa donde sus vibraciones son de un orden muy elevado y la materia de sus tres cuerpos relativamente pura; donde capta el trabajo que debe realizar en el microcosmos y es muy avanzada la parte que debe desempeñar en el macrocosmos. Por lo tanto se evidencia por qué el Sumo Hierofante, el Señor del Mundo, es el oficiante sólo a partir de la tercera iniciación. Entra por primera vez en contacto con el iniciado. No era posible antes. En las dos primeras iniciaciones el Hierofante es el Cristo, el Instructor del Mundo, el Primogénito entre muchos hermanos, el primero de nuestra humanidad que recibió la iniciación. Browning expresa bellamente este pensamiento en las palabras de su poema "Saúl"
……………………………………………….. Será
Una faz como mi faz la que te reciba; un Hombre
como yo.
Amarás y serás por siempre amado;
Una mano como ésta
Te abrirá las puertas de una nueva vida.
¡Contempla al Cristo!
Pero cuando el iniciado realiza un mayor progreso y ha pasado dos iniciaciones, se efectúa un cambio. El Señor del Mundo, el Anciano de los Días, el inefable Regente Mismo, confiere la tercera iniciación. ¿Por qué? Porque él cuerpo físico plenamente consagrado, puede soportar sin peligro las vibraciones de los otros dos cuerpos cuando vuelven a su refugio, al retornar de la Presencia del REY; porque ahora el cuerpo astral purificado y el mental controlado, pueden permanecer sin peligro ante ese REY. Logrados tal purificación y control, permanecen allí, y por primera vez vibran conscientemente de acuerdo al rayo de la mónada; entonces, con los cuerpos preparados, puede alcanzarse y conferirse la capacidad de ver y oír en todos los planos, y emplearse sin riesgos la facultad de leer y entender los archivos, pues a mayor conocimiento, mayor poder. El corazón es suficientemente puro y amoroso y el intelecto bastante estable para soportar la tensión de conocer.
Antes de recibir la cuarta iniciación se intensifica el trabajo de entrenamiento, y la aceleración y acumulación de conocimiento debe ser increíblemente rápida. A menudo el iniciado tiene acceso a la biblioteca de libros esotéricos, y después de esta iniciación no sólo puede entrar en contacto con el Maestro, al que está vinculado y con el cual ha trabajado conscientemente durante largo tiempo, sino también con los Chohanes, el Bodhisattva y el Manu, ayudándolos en cierta medida.
Además, debe captar intelectualmente las leyes de los tres planos inferiores y aplicarlas para ayudar al plan de la evolución; estudiar los planos cósmicos y dominar sus gráficos; llegar a ser un conocedor de las técnicas esotéricas, y desarrollar la visión cuatridimensional, si aún no lo ha hecho. Debe aprender a dirigir las actividades de los devas constructores, y al mismo tiempo trabajar continuamente en el desarrollo de su naturaleza espiritual; empezar a coordinar rápidamente el vehículo búdico y, al coordinarlo, desarrollar el poder de síntesis, al principio en pequeña medida y gradualmente en forma más detallada.
Al recibir la cuarta iniciación, el iniciado domina perfectamente el quinto subplano, por lo tanto, es un adepto (usando el término técnico) en los cinco subplanos inferiores de los planos físico, astral y mental, y está en camino de dominar el sexto. Su vehículo búdico puede actuar en los dos subplanos inferiores de tal plano.
El hombre que recibe la cuarta iniciación, la Crucifixión, suele tener una vida de gran sacrificio y sufrimiento. Es la vida del hombre que hace la Gran Renunciación, y que aún exotéricamente es considerada difícil, intensa y penosa. Todo lo abandona, hasta su perfecta personalidad misma, sobre el altar del sacrificio, y queda despojado de todo. Renuncia a amigos, dinero, reputación, carácter, posición, familia y hasta a la vida misma.
Las Iniciaciones finales.
Después de la cuarta iniciación, no queda mucho por hacer, El dominio del sexto subplano prosigue rápidamente, y se coordina la materia de los subplanos superiores al búdico. Al iniciado se le permite tener una más íntima fraternidad en la Logia, y su contacto con los devas es más completo. Va agotando rápidamente los recursos del Aula de Sabiduría, y dominando los más intrincados planes y gráficos. Se hace muy versado en la significación del color y del sonido; puede manejar la ley en los tres mundos y hacer contacto con su mónada, con más libertad que la mayoría de la raza humana con sus egos. Tiene también a su cargo gran trabajo; enseña a muchos discípulos; ayuda en muchos planes, y reúne bajo su dirección a quienes deben ayudarlo en el futuro. Esto se refiere únicamente a los que se quedan para ayudar a la humanidad en este globo. Más adelante nos ocuparemos de algunas líneas de trabajo que se extienden ante el adepto, si trasciende el servicio en la tierra.
Después de la quinta iniciación, el hombre se ha perfeccionado en lo que se refiere a este esquema, aunque si lo desea puede recibir otras dos iniciaciones. Para recibir la sexta iniciación, el adepto debe hacer un curso muy intenso de ocultismo planetario. Un Maestro aplica la ley en los tres mundos, mientras que un Chohan de la sexta iniciación, lo hace en la cadena en todos los niveles. Un Chohan de la séptima iniciación aplica la ley en el sistema solar.
Se evidencia que el estudiante que investiga estos asuntos, hallará muchas cosas que le atañen personalmente, aunque la ceremonia en sí puede aún estar muy lejos. Mediante el estudio del proceso y del propósito, puede darse cuenta del gran hecho fundamental, de que el método de la iniciación es:
Comprensión de la fuerza.
Aplicación de la fuerza.
Utilización de la fuerza.
Los iniciados, desde los de más humilde grado, que por primera vez hacen contacto con determinado tipo de fuerza especializada, hasta el emancipado Buda de séptimo grado, manejan energía de algún tipo. Las etapas de desarrollo por las que debe pasar el aspirante podrían ser aquellas en que:
Se da cuenta, a través del discernimiento, de la energía o fuerza de su propio yo inferior.
Impone a ese ritmo energético otro superior, hasta que ese ritmo inferior es suplantado por el superior, y el antiguo método de expresión de la energía desaparece totalmente.
Se le permite, por la gradual expansión del conocimiento, hacer contacto y guiado aplicar ciertas formas de energía grupal, hasta el momento en que se capacita científicamente para manejar fuerza planetaria. El lapso que abarca esta etapa final depende por completo del progreso realizado en servicio de su raza y del desarrollo de los poderes del alma, secuencia natural del desenvolvimiento espiritual.
La aplicación del Cetro de la Iniciación por el Bodhisattva, en las dos primeras iniciaciones, capacita al iniciado para lograr el control y la utilización de la fuerza del yo inferior, la verdadera energía santificada de la personalidad dedicada al servicio; en la tercera iniciación, la aplicación del Cetro por el único Iniciador, pone a disposición, más ampliamente, la fuerza del yo superior o ego, y activa en el plano físico toda la energía acumulada en el vehículo causal durante numerosas encarnaciones. En la cuarta iniciación puede utilizar la energía de su grupo egoico en bien de la evolución planetaria, y en la quinta dispone de la fuerza o energía del planeta (esotéricamente comprendida y no simplemente como fuerza o energía del mundo material). Durante las cinco iniciaciones, estos dos grandes Seres, el Bodhisattva primero y luego el Iniciador Uno, el Señor del Mundo y Sanat Kumara, son sucesivamente los administradores o hierofantes. Después de estas ceremonias, si el iniciado decidiera recibir las dos iniciaciones finales que puede recibir en nuestro sistema solar, entra en actividad un tipo superior de energía, expresión del Yo Uno, que sólo podemos insinuar. En la séptima iniciación, ese Ser, de Quien Sanat Kumara es la manifestación, el Logos de nuestro esquema en Su propio plano, Se convierte en el Hierofante. En la sexta iniciación, la expresión de esta Existencia en un plano intermedio, un Ser que debe permanecer innominado, empuña el Cetro y administra el juramento y el secreto. En estas tres manifestaciones de gobierno jerárquico Sanat Kurnara en la periferia de los tres mundos, el Ser innominado en los confines de los altos planos de la evolución humana, y el mismo Espíritu planetario en la etapa final tenemos las tres grandes manifestaciones del Logos planetario. En la grande y final iniciación afluye, a través del Logos planetario, el poder del Logos solar, el cual revela al iniciado que lo Absoluto es la conciencia en su máxima expresión, aunque en la etapa de la existencia humana debe considerarse al Absoluto como inconsciencia.
Cada una de las iniciaciones mayores es sólo la síntesis de las menores, y únicamente cuando el hombre trata de expandir su conciencia en los asuntos de la vida diaria, puede esperar alcanzar esas etapas posteriores que sólo son la culminación de muchas anteriores. Los estudiantes deben desechar la idea de que, siendo "muy buenos y altruistas", algún día se hallarán repentinamente ante el Gran Señor. Anteponen el efecto a la causa. La bondad y el altruismo brotan de la comprensión y del servicio, y la santidad de carácter es la manifestación de las expansiones de conciencia que el hombre logra en sí mismo, por medio de intensos esfuerzos. Por lo tanto, aquí y ahora, el hombre puede prepararse para la iniciación, pero no acentuando el aspecto ceremonial, como muchos hacen con anticipada emoción, sino trabajando sistemática y perdurablemente en el constante desarrollo del cuerpo mental, por un proceso arduo e intenso a fin de controlar el cuerpo astral, de modo que responda a las tres vibraciones que provienen, del Ego, del Maestro, de las vibraciones de los hermanos que lo circundan. Llega a ser sensible a la voz de su yo superior, agotando así el karma bajo la inteligente guía de su propio ego. Se hace consciente, por medio de éste, de la vibración que emana de Su Maestro; aprende a sentirla cada vez más, y a responder a ella más plenamente; finalmente se hace cada vez más sensible a las alegrías, pesares y dolores de aquellos con quienes está diariamente en contacto; siente que son sus alegrías, pesares y dolores, sin embargo, no lo incapacitan.
Iniciación Humana y Solar
Segunda Parte
Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
CAPITULO X
Universalidad de la iniciación
En las enseñanzas esotéricas muchas veces se hace hincapié en que la iniciación, tal como se la entiende comúnmente, no es un proceso normal. Todo progreso en el reino de la conciencia se efectúa, lógicamente, mediante una serie de despertares, que deberían realizarse en forma mucho más gradual y abarcar un período más extenso, como sucede en las actuales condiciones planetarias. Este modo particular de desarrollar la conciencia en la familia humana, fue iniciado por la Jerarquía al final de la cuarta subraza de la raza raíz atlante, y continuará hasta mediados de la próxima ronda. Entonces se habrá proporcionado el necesario estímulo; tres quintas partes de la humanidad "habrán puesto esotéricamente los pies en el sendero", y un gran porcentaje de ella estará en camino de convertirse en el sendero mismo, retomando la rutina normal.
La Iniciación en los distintos Planetas.
El procedimiento para estimular a los egos humanos por medio de graduadas instrucciones, y la aplicación de la fuerza eléctrica dinámica del Cetro, se emplean actualmente en tres de los planetas de nuestro sistema. Se instituye en cada cuarta ronda, y su principal interés reside en que para la cuarta Jerarquía creadora, en cada cuarta cadena y cuarto globo, durante la cuarta ronda, la iniciación más importante es la cuarta, la Crucifixión. La cuarta Jerarquía creadora es la suma expresión de la voluntad consciente y el sacrificio del Logos solar, y el gran símbolo de la unión inteligente del espíritu y la materia. De ahí el lugar preeminente de la cuarta iniciación, con su presentación de las verdades cósmicas, y su síntesis del propósito de este sacrificio fundamental.
El estudiante debe recordar que los otros sistemas planetarios, aunque fundamentalmente son como nuestro esquema, difieren profundamente en su manifestación, debido a sus distintas características y al karma individual del Logos planetario o rayo encarnante. Estas diferencias afecta
El proceso iniciático, tanto en su aspecto altruista como en el ceremonial.
La aplicación del Cetro, pues el tipo de fuerza que personifica, cuando entra en conjunción con la fuerza diferenciada del tipo planetario, produce resultados de diversa naturaleza y grado.
Los períodos de la iniciación. Los egos encarnados de cualquier planeta serán o no fácilmente estimulados, según el tipo de rayo y las condiciones astrológicas. Esto traerá períodos de desarrollo más o menos prolongados, antes de cada iniciación o entre ellas.
Los fenómenos eléctricos producidos en los planos superiores, a medida que un mayor número de unidades humanas "fulguran" esotéricamente. Se debe tener presente que el sistema solar, con todo cuanto incluye, se expresa en términos de luz, y que el proceso de la iniciación puede ser, por lo tanto, considerado como aquel en que se estimulan los diferentes puntos de luz (o chispas humanas), se incrementa su radiación y temperatura y se amplía el radio de esfera de influencia de cada luz.
Los tres esquemas planetarios donde se está probando el gran experimento de la iniciación son: la Tierra, Venus y otro planeta. Venus fue la primera esfera para el experimento, y el éxito del esfuerzo y la fuerza generada, fueron la causa de un intento similar en nuestro planeta. Ningún planeta acrecienta su acumulación de fuerza y por consiguiente su esfera de influencia, sin incurrir en obligaciones y afectar a otros esquemas; el intercambio de fuerza y energía entre Venus y la Tierra es continuo. Un proceso similar tuvo lugar recientemente en otro esquema planetario, y cuando en la próxima ronda nuestra Tierra alcance una etapa en la evolución, análoga a la del esquema venusiano en la época en que su influencia fue sentida por nosotros, también ayudaremos a estimular a otro grupo de egos planetarios y a instituir un procedimiento similar en otro esquema, entre los hijos de los hombres.
En los tres grandes esquemas planetarios, de Neptuno, Urano y, Saturno, no se empleará el método de la iniciación. Serán los receptores de aquellos que se "salven" esotéricamente de los otros esquemas, es decir, que a todos los que en cualquier esquema logren las necesarias expansiones de conciencia (tales como las que logrará la mayoría de la familia humana antes de la mitad del próximo ciclo o ronda), se los considerará "salvados", mientras que al resto se los considerará fracasados y serán retenidos para un mayor desarrollo en períodos posteriores, o transferidos a esos esquemas planetarios que, desde el punto de vista del tiempo, no estén tan avanzados como nuestro esquema terrestre. Esos tres esquemas mayores son los que absorben y sintetizan la energía de los demás.
La Iniciación y los Devas.
Quizás se pregunten si los devas reciben iniciaciones; este punto podríamos tratarlo brevemente.
La iniciación tiene que ver con el desenvolvimiento consciente del yo y concierne al aspecto sabiduría del Yo Uno. Supone el desarrollo del principio inteligencia e implica que el ente humano capte el propósito y la voluntad y además que participe inteligentemente mediante el amor y el servicio. Los devas, excepto los devas mayores que en previos ciclos pasaron por el reino humano y colaboran ahora en la evolución del hombre, no son aún conscientes de sí mismos. Progresan y evolucionan por medio de la expansión de realizaciones autoconscientes, autoiniciadas y autoimpuestas. La aspiración y el esfuerzo consciente, es lo más difícil de desarrollar en el sistema solar, pues no sigue la línea de menor resistencia, sino que trata de iniciar e imponer un ritmo superior. Los devas siguen la línea de menor resistencia y tratan de apropiarse y experimentar la vibración de las cosas tal como son, en la plenitud de sus sentimientos y sensaciones. Por lo tanto, el método para ellos es la progresiva intensidad en la apreciación del sentimiento actual, y no, como ocurre en el hombre, una depreciación progresiva de las cosas tal como son, o del aspecto material, que conduce al esfuerzo para alcanzar y abarcar en su conciencia la realidad subjetiva o las cosas del espíritu en contraposición con la irrealidad objetiva o las cosas de la materia. Los devas tratan de sentir, mientras que los hombres desean conocer. En consecuencia, los devas no experimentan esas expansiones de conciencia que llamamos iniciaciones, excepto en el caso de los seres avanzados, que habiendo trascendido la etapa humana, sienten a la par que conocen y, según la ley de evolución, expanden su conocimiento en grado progresivo.
Influencias Cósmicas e Iniciaciones Solares.
Todo lo que se puede hacer aquí al tratar este tema tan profundo, es enumerar brevemente algunas de las influencias cósmicas que afectan en forma definida a nuestra Tierra, y producen en todas partes resultados en la conciencia de los hombres y, durante el proceso de la iniciación, ciertos fenómenos específicos como consecuencia.
La primera y principal energía o fuerza, es la que emana del sol Sirio. Si puede expresarse así, toda la energía del pensamiento o fuerza mental, llega al sistema solar procedente de un lejano centro cósmico, por mediación de Sirio, que actúa como transmisor o centro focal, desde donde emanan las influencias que producen en el hombre la autoconciencia. Durante la iniciación, por medio del Cetro de Iniciación (el cual actúa como transmisor subsidiario y como un potente imán), esta energía se intensifica momentáneamente, y es aplicada con enorme fuerza a los centros del iniciado. Si no fuera porque el Hierofante y los dos padrinos del iniciado la hacen pasar primeramente por sus propios cuerpos, el iniciado no la podría resistir. Este incremento de energía mental produce la ampliación y conocimiento de la verdad tal como es, siendo sus efectos duraderos. Primeramente se siente en el centro laríngeo, el gran órgano de creación por medio del sonido.
Otro tipo de energía le llega al hombre procedente de las Pléyades, pasando a través del esquema venusiano, así como la energía del esquema siriano pasa por el saturnino. Tiene definido efecto sobre el cuerpo causal y estimula el centro cardíaco.
Al iniciado se le aplica un tercer tipo de energía, que afecta su centro coronario y emana de una de las siete estrellas de la Osa Mayor, cuya vida animadora mantiene la misma relación con nuestro Logos planetario, que la del ego con el ser humano. Esta energía es por lo tanto séptuple y difiere según el tipo de hombre y el rayo a que pertenece.
No es posible revelar aquí el orden de aplicación de los distintos tipos de energía ni decir en qué iniciación el hombre se pone en contacto con aquéllos. Estos hechos involucran los secretos de los misterios y no es conveniente revelarlos. Otros tipos de fuerza provenientes de ciertos esquemas planetarios, lo mismo que desde centros cósmicos, son puestos en acción por el iniciador y trasmitidos por medio del Cetro a los distintos centros, de los tres vehículos del iniciado: mental, astral y etérico. En la cuarta iniciación un especializado tipo de fuerza, procedente de un centro cuyo nombre debe permanecer innominado, es aplicado al cuerpo causal del hombre, siendo una de las causas de su desintegración final.
Al reflexionar sobre el tema de la realización de los hijos de los hombres, debe reconocerse que el género humano completa una unificación tras otra; los "Hombres celestiales" son integrados en los niveles intuitivos y espirituales, y a su vez constituyen los centros de los grandes "Hombres celestiales" en el sistema solar. Estos siete Hombres celestiales en cuyos cuerpos encuentran su lugar cada mónada humana y deva, forman los siete centros del cuerpo del Logos, el cual a su vez constituye el centro cardíaco (porque Dios es amor) de una entidad aún superior. La consumación para quienes pertenecen a este sistema solar, ocurrirá cuando el Logos reciba Su quinta iniciación. Cuando los hijos de los hombres alcancen la quinta iniciación, Él llegará a Su meta. Éste es para nosotros un incomprensible y gran misterio.
CAPÍTULO XI
Los participantes en los misterios
Quienes participan en los misterios son generalmente conocidos, y no es un secreto el modo de proceder de los participantes. Aquí sólo se intenta dar un mayor sentido de realidad a lo ya informado, mediante una exposición minuciosa y una referencia más concisa sobre la parte que desempeñan durante la ceremonia. En esta etapa el estudiante debería tener en cuenta ciertas cosas a medida que reflexiona sobre los misterios:
Ha de procurar interpretar lo expuesto en términos de espíritu y no de materia o forma, pues está tratando con el aspecto subjetivo o conciencia de la manifestación, y lo que subyace en la forma objetiva. Tal comprensión ahorra al estudiante muchas confusiones.
Consideramos hechos sustanciales y reales en el plano mental el plano donde tienen lugar las iniciaciones mayores pero que no se materializan ni constituyen fenómenos en el plano físico. El vínculo entre ambos planos reside en la continuidad de conciencia que haya desarrollado el iniciado, lo cual le permite transferir al cerebro físico acontecimientos y circunstancias de los planos subjetivos de la vida.
La corroboración de esto y la prueba de la exactitud del conocimiento transmitido, pueden demostrarse de la manera siguiente:
En los centros etéricos y a través de ellos. Estos centros recibirán poderoso estímulo y, por medio de su incrementada energía inherente, capacitarán al iniciado para llevar a cabo, en el sendero del servicio, lo que nunca se había imaginado. Sus sueños e ideales no se convierten en posibilidades, sino en hechos demostrados en la manifestación.
Los centros físicos, tales como la glándula pineal y el cuerpo pituitario, empezarán a desarrollarse rápidamente, y el iniciado será consciente del despertar de los "siddhis" o poderes del alma, en el más elevado sentido de la palabra. Tendrá conciencia del proceso del control consciente y de la autoiniciada manipulación de los poderes mencionados. Comprenderá los métodos de contacto egoico y la correcta dirección de la fuerza.
El sistema nervioso por cuyo medio actúa el cuerpo emocional o astral, llegará a ser muy sensible, a la vez que muy fuerte. El cerebro se convertirá rápidamente en un transmisor agudo de los impulsos internos. Este hecho es de real importancia y, a medida que su significación sea más evidente, traerá una revolución en la actitud de los educadores, de los médicos y de otras personas, hacia el desarrollo del sistema nervioso y la curación de los desórdenes nerviosos.
La memoria oculta. El iniciado llega por último, a ser progresivamente consciente del desarrollo de esa recordación interna o "memoria oculta", que concierne al trabajo de la Jerarquía y, principalmente, de la parte que le corresponde en el plan general. Cuando el iniciado que recuerda esotéricamente en su conciencia vigílica un hecho ceremonial, descubre estas manifestaciones de creciente progreso y realización consciente en sí mismo, entonces comprueba y verifica la verdad de su seguridad interna.
Debe recordarse que esta verificación interna es de valor sólo para el iniciado, que debe ponerse a prueba ante el mundo de su vida por medio del servicio y trabajo realizado, lo cual suscita, en quienes lo rodean, un reconocimiento que se demuestra como emulación santificada e intenso esfuerzo por hollar el mismo sendero, impelidos siempre por el mismo móvil de servicio y hermandad, y no por el propio engrandecimiento y la adquisición egoísta. También debe recordarse que si lo dicho es verdad respecto al trabajo, lo es más en relación con el iniciado. La iniciación es algo estrictamente personal, pero de aplicación universal. Depende de su realización interna. El iniciado sabrá por sí mismo, sin que nadie se lo diga, cuándo tiene lugar el acontecimiento. La expansión de conciencia, llamada iniciación, incluye el cerebro físico, de otro modo no tendría valor. Esas expansiones menores de conciencia que experimentamos normal y diariamente y de las cuales decimos que "aprendemos" esto o aquello, tienen que ver con la captación, por parte del cerebro físico, de un hecho impartido o circunstancia captada. Lo mismo sucede con las expansiones mayores, que son el resultado de muchas menores.
Es muy posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior la primera o la segunda iniciación. Este resultado se debe simplemente a que no hay vínculo entre una vida y otra, o quizás sea el resultado de una definida decisión del ego. Un hombre puede agotar cierto karma y llevar a cabo algún trabajo para la Logia si está libre de preocupaciones esotéricas e introspecciones místicas durante una vida terrena. Muchos hijos de los hombres, han recibido ya la primera iniciación y pocos la segunda, no obstante lo ignoran; pero quienes poseen visión interna pueden comprobarlo por sus centros y sistema nervioso. Cuando se recibe por primera vez la iniciación, en determinada vida el cerebro físico lo recuerda.
Ni la curiosidad ni el bien vivir, jamás llevaron al hombre al Portal de la Iniciación. La curiosidad que despierta fuertes vibraciones en la naturaleza inferior del hombre sólo sirve para apartarlo, en lugar de llevarlo a la meta en la cual está interesado, mientras que el bien vivir, sin el complemento de un total sacrificio por los demás, sin una parquedad, humildad y desinterés, de tipo poco común, puede servir para construir buenos vehículos, útiles para otra encarnación, pero no para derribar las barreras externas e internas o dominar las fuerzas y energías opuestas que se levantan entre un hombre "bueno" y la ceremonia de la iniciación.
El sendero del discipulado es difícil de hollar, y más aún el sendero de iniciación. El iniciado es un guerrero cubierto de cicatrices, el vencedor de muchas luchas. No habla de sus realizaciones, porque está muy ocupado con el gran trabajo que tiene entre manos. No se refiere a cosas personales ni a lo realizado, excepto lamentar lo poco que ha hecho. Sin embargo, para el mundo, es considerado un hombre de gran influencia, que maneja poder espiritual, personifica ideales y trabaja para la humanidad, e inevitablemente traerá resultados que reconocerán las futuras generaciones. Iniciado es aquel que, a pesar de todas sus grandes realizaciones, rara vez es comprendido por su propia generación. Con frecuencia es blanco de la maledicencia de los hombres y a menudo no se lo interpreta bien; ofrenda todo lo que posee tiempo, dinero, influencia, reputación y todo lo que el mundo considera de valor sobre el altar del servicio altruista y frecuentemente ofrece su vida como dádiva final, sólo para descubrir que aquellos a quienes ha servido, rechazan su ofrenda, desprecian su renunciamiento y lo vituperan. Pero al iniciado no le importa, pues tiene el privilegio de ver el futuro y reconocer que la fuerza por él engendrada, cumplirá el plan a su debido tiempo; además sabe que su nombre y esfuerzos están registrados en los archivos de la Logia y son conocidos por el Observador Silencioso que vigila los asuntos de los hombres.
Las Existencias planetarias.
Trataremos aquí los personajes que toman parte en las ceremonias de la iniciación, y consideraremos primeramente a quienes se denominan Existencias planetarias. Esto se refiere a esos Grandes Seres que durante un período de manifestación planetaria influyen a la humanidad o permanecen con ella. No son muchos, pues la mayoría pasa constante y progresivamente a trabajos superiores, porque sus lugares pueden ser ocupados y sus funciones llevadas a cabo por miembros de nuestra evolución terrestre, tanto dévica como humana.
Entre quienes están directamente vinculados con las distintas divisiones de nuestra Logia de Maestros en el planeta, podrían designarse los siguientes: El Observador Silencioso, la Gran Entidad, la vida animadora del planeta, que es para el Señor del Mundo, Sanat Kumara, lo que el ego para el yo inferior del hombre. Se podrá obtener una idea de la elevada etapa de evolución de este Gran Ser, si se compara el grado de diferencia evolutiva entre un ser humano común y un adepto perfecto. Desde el punto de vista de nuestro esquema planetario, no hay ser más elevado que esta gran Vida, y en lo que a nosotros concierne, es la analogía del Dios personal de los cristianos. Actúa por medio de Su representante en el plano físico, Sanat Kumara, punto focal de Su vida y energía. Contiene al mundo dentro de su aura. El adepto que ha recibido la quinta iniciación, y está por recibir la sexta y séptima, es el único que puede hacer contacto directamente con esta gran Existencia. Una vez al año, en el Festival Wesak, el Señor Buda autorizado por el Señor del Mundo, derrama sobre la multitud una doble corriente de fuerza, que emana del Observador Silencioso, complementada por la energía más concentrada del Señor del Mundo. Esta doble energía la imparte como bendición sobre la multitud congregada en la ceremonia de los Himalayas, desde donde se difunde a todos los pueblos, razas y naciones. Quizás no todos sepan que en cierta crisis, durante la Gran Guerra, la Jerarquía de nuestro planeta juzgó necesario invocar la ayuda del Observador Silencioso y entonando el gran mántram por el cual se puede llegar al Buda llamó Su atención y le pidió interceder ante el Logos planetario. Entre el Logos planetario, el Señor del Mundo, uno de los Budas de Actividad, el Buda, el Mahachohan y el Manu enumerados de acuerdo a su etapa de evolución, se decidió observar durante más tiempo el curso de los acontecimientos antes de interferir en éstos pues el karma del planeta hubiera sido demorado si la lucha terminaba demasiado rápido. Se justificó Su confianza en la capacidad de los hombres de ajustarse debidamente a las condiciones, y fue innecesaria Su intervención. Este concilio se efectuó en Shamballa. Se ha mencionado esto para demostrar la atenta observancia de las Entidades planetarias en todo lo concerniente a los asuntos de los hombres. Es textualmente verdad, en sentido esotérico, que "ni una sola hoja cae" sin ser registrada su caída.
Quizás se pregunten por qué el Bodhisattva no tomó parte en el concilio. La razón reside en que la guerra era asunto del departamento del Manu, y los miembros de la Jerarquía sólo se ocupan de lo que es estrictamente de su incumbencia; como el Mahachohan personifica el principio manásico o inteligencia, participa en todos los concilios. En la próxima gran lucha intervendrá el sector religioso y estará implicado íntimamente el Bodhisattva. Su hermano, el Manu, estará exento de intervenir y se ocupará de Sus propios asuntos. Por otra parte existe una estrecha colaboración en todos los departamentos, sin pérdida de energía. Debido a la unidad de conciencia de quienes se han liberado de los tres planos inferiores, lo que sucede en un departamento es conocido en los otros.
Como el Logos planetario sólo interviene en las dos iniciaciones finales, que no son obligatorias como las cinco preliminares, no tiene objeto explayarse sobre Su trabajo. Estas iniciaciones se reciben en los planos búdico y átmico, mientras que las cinco primeras en el mental.
El Señor del Mundo, el Iniciador Uno, Aquel que la Biblia denomina "el Anciano de los Días" y las Escrituras hindúes el Primer Kumara, desde Su trono de Shamballa en el desierto de Gobi, Él, Sanat Kurnara, es el que preside la Logia de Maestros y tiene en Sus manos las riendas del gobierno de los tres departamentos. Algunas Escrituras lo denominan "el Gran Sacrificio", y ha decidido vigilar la evolución de los hombres y los devas, hasta que todos hayan sido esotéricamente "salvados". Además determina los "ascensos" en los diferentes departamentos y quiénes deben ocupar las vacantes. Cuatro veces al año se reúne en concilio con los Chohanes y Maestros y autoriza lo que debe hacerse para adelantar los fines de la evolución.
A veces ocasionalmente se reúne también con iniciados de grado inferior, pero sólo en momentos de grandes crisis, cuando se le ofrece la oportunidad a algún individuo de lograr paz y aventar la llama que destruya rápidamente las formas que se están cristalizando y liberar, en consecuencia, la aprisionada vida.
En determinados períodos del año se reúne la Logia, y en el Festival Wesak se congrega bajo Su jurisdicción para tres fines:
1. Entrar en contacto con la fuerza planetaria por mediación de Buda.
2. Celebrar la principal conferencia trimestral.
3. Admitir en las ceremonias de la iniciación a quienes están preparados y han cursado todos los grados.
Durante el año se efectúan otras tres ceremonias iniciáticas:
1. Las iniciaciones menores administradas por el Bodhisattva, las cuales tienen lugar en el departamento del Mahachohan y en uno de los cuatro rayos menores de atributo.
2. Las iniciaciones mayores en uno de los tres rayos mayores, rayos de aspecto, administradas por el Bodhisattva, constituyendo, por consiguiente, las dos primeras iniciaciones.
3. Las tres iniciaciones superiores, donde Sanat Kumara empuña el Cetro.
En todas las iniciaciones está presente el Señor del Mundo, pero en las dos primeras ocupa análoga posición a la ocupada por el Observador Silencioso, cuando Sanat Kumara toma el juramento de las iniciaciones tercera, cuarta y quinta. Entonces Su poder fluye ante el iniciado y el fulgor de la estrella es la señal de Su aprobación, pero el iniciado no Lo ve ante sí, hasta la tercera iniciación.
Es interesante la función que desempeñan en la iniciación los tres Kumaras o Budas de Actividad. Son tres aspectos del aspecto Uno y discípulos de Sanat Kumara. Aunque sus funciones son muchas y diversas y conciernen principalmente a las fuerzas y energías de la naturaleza y a la dirección de los agentes constructivos, tienen una conexión vital con el aspirante a la iniciación, pues encarnan a la fuerza o energía de uno de los tres subplanos superiores del plano mental. Por lo tanto, en la tercera iniciación, uno de estos Kumaras transmite al cuerpo causal del iniciado la energía que destruye la materia del tercer subplano, produciendo parte de la destrucción del vehículo. En la cuarta iniciación otro Buda trasmite fuerza del segundo plano y, en la quinta, la fuerza del primer subplano pasa de modo similar a los átomos restantes del vehículo causal, determinando la liberación final. El trabajo del segundo Kumara con la fuerza del segundo subplano, es el más importante de nuestro sistema solar, en relación con el cuerpo egoico, y produce su completa desintegración, mientras que la aplicación final hace que los átomos, que constituyen ese cuerpo, se dispersen.
Durante la ceremonia de la iniciación, cuando el iniciado se encuentra ante el Señor del Mundo, estos tres Grandes Seres forman un triángulo, dentro de cuyas líneas de fuerza se encuentra el iniciado. En las dos primeras iniciaciones, donde el Bodhisattva actúa como el Hierofante, el Mahachohan, el Manu y un Chohan, que temporariamente representa el segundo departamento, desempeñan un cargo similar. En las dos iniciaciones superiores los tres Kumaras, llamados "Kumaras esotéricos", forman un triángulo, en el cual permanece el iniciado cuando enfrenta al Logos planetario.
Se han relatado estos hechos a fin de enseñar, primero, la unidad del método y, segundo, que la verdad del aforismo "corno arriba es abajo", es un hecho oculto en la naturaleza.
En las dos iniciaciones finales toman parte muchos miembros de la Jerarquía que son extraplanetarios, si se puede expresar así, y actúan fuera del físico denso y del globo etérico de nuestro planeta; por lo tanto, no es necesario enumerarlos detalladamente. Sanat Kumara es aún el Hierofante, pero, en sentido muy esotérico, el que oficia es el Mismo Logos planetario. Ellos en ese instante están fusionados en una sola Entidad, manifestando diferentes aspectos.
Para finalizar esta breve reseña basta decir que la formación de un iniciado tiene un doble efecto, pues involucra siempre el paso de algún adepto o iniciado, a un grado superior o a otro trabajo, y la llegada, de acuerdo a la Ley, de un ser humano que está en proceso de realización. Por lo tanto ello es de gran importancia porque involucra actividad y lealtad grupales y esfuerzo unido, y quizás mucho dependa de la sabiduría de aceptar a un hombre para ocupar un alto cargo y un lugar en las cámaras del Concilio de la Jerarquía.
Los guías departamentales.
El Manu
El Bodhisattva
El Mahachohan
Según se ha dicho, estos tres Grandes Seres representan a la triplicidad de toda manifestación y pueden expresarse teniendo presente que todo se refiere a la subjetividad y por lo tanto a la evolución de la conciencia y, principalmente, a la autoconciencia del hombre.
Conciencia
El Manu El Bodhisattva El Mahachohan
Aspecto materia Aspecto espíritu Aspecto inteligencia
Forma Vida Mente
El NoYo El Yo …….. La relación entre ambos
Cuerpo Espíritu …………. Alma
O, en términos que se refieren estrictamente al conocimiento auto consciente,
Política Religión Ciencia
Gobierno Creencia Civilización
Raza Credos Educación
Todo ser humano pertenece a uno de estos tres departamentos, todos de igual importancia, pues espíritu y materia son uno. Son tan interdependientes, por ser expresiones de la Vida una, que el esfuerzo por expresar la actuación de los tres departamentos en forma gráfica está sujeto a error.
Estos tres Grandes Señores colaboran estrechamente, pues el trabajo es uno, así como el hombre es una triplicidad y también una unidad individual. El ser humano es una forma a través de la cual se manifiesta una vida o entidad espiritual, y utiliza la inteligencia de acuerdo a la ley de la evolución.
Por lo tanto, estos Grandes Señores están íntimamente relacionados con las iniciaciones de un ente humano y demasiado ocupados en asuntos de mayor importancia y en actividades grupales, para entrar en relación con un hombre hasta hallarse en el sendero de probación. Cuando ha llegado por su propio esfuerzo al sendero del discipulado, el Maestro que lo supervisa informa al guía de uno de los tres departamentos (esto depende el rayo del individuo) que se está acercando al Portal de la Iniciación y debe prepararse para el gran paso en determinada vida. Cada vida, y más tarde cada año, se hace un informe, hasta que en el último año del sendero de probación, se dan con más frecuencia los informes, remitiendo también a la Logia el nombre del aspirante. Después que su propio Maestro ha informado sobre él y ha resumido brevemente su historial, se pone a votación el nombre y se designan padrinos.
Durante la ceremonia de la iniciación los factores importantes son:
El Iniciador.
El triángulo de fuerza, formado por tres adeptos o tres Kumaras.
Los padrinos.
En las dos primeras iniciaciones, dos Maestros, uno a cada lado del aspirante, asisten dentro del triángulo. En la tercera, cuarta y quinta iniciaciones, el Mahachohan y el Bodhisattva actúan como padrinos. En la sexta y séptima iniciaciones, dos Grandes Seres, que deben permanecer incógnitos, permanecen dentro del triángulo esotérico. La actuación de los padrinos consiste en hacer pasar, a través de sus cuerpos, la fuerza o energía eléctrica emanante del Cetro de Iniciación. Dicha fuerza circula por irradiación alrededor del triángulo y es complementada por la fuerza de los tres guardianes; luego pasa a través de los centros de los padrinos y, por un acto de voluntad, se trasmite al iniciado.
Ya se ha hablado bastante en este libro sobre la Logia de Maestros y Su relación con el aspirante a la iniciación, así como también se ha mencionado el trabajo del Iniciado. Este trabajo es conocido por los hijos de los hombres, a pesar de ser un ideal y una lejana posibilidad. Sin embargo, cuando un hombre intenta alcanzar ese ideal y lo convierte en un hecho manifestado dentro de sí mismo, descubrirá que no sólo es una posibilidad, sino algo que puede lograrse siempre y cuando se esfuerce suficientemente. La primera iniciación está al alcance de muchos; pero la necesaria centralización y la firme creencia en la realidad futura, juntamente con la voluntad de sacrificarlo todo antes que renunciar, son obstáculos para la mayoría. Este libro no habrá sido escrito en vano si sólo sirviera a alguien como acicate para una renovada fe.
CAPÍTULO XII
Consideraremos ahora las cinco etapas de la ceremonia de la Iniciación, y son:
1. La "Presencia" revelada.
2. La "Visión" percibida.
3. La aplicación del Cetro, que afecta
a. a los cuerpos,
b. a los centros,
e. al vehículo causal.
4. El juramento.
5. La revelación del "Secreto" y de la Palabra.
Estos puntos son enumerados en su debido orden y debe recordarse que tal orden no es arbitrario y conduce al iniciado de una revelación a otra, hasta la etapa culminante donde se le comunica uno de los secretos y una de las cinco palabras de poder que le abren los distintos planos, con todas sus evoluciones. Todo lo que aquí se intenta es indicar las cinco etapas principales que abarcan lógicamente la Ceremonia de la Iniciación: el estudiante debe tener presente que cada una es en sí una ceremonia completa, factible de ser clasificada en forma detallada.
Trataremos los distintos puntos, deteniéndonos brevemente en cada uno, pero recordando que las palabras limitan y restringen el verdadero significado.
La Revelación de la "Presencia".
Durante los períodos finales del cielo de encarnaciones, donde el hombre hace malabarismos con los pares de opuestos y que, a través de la discriminación está siendo consciente de la realidad y de la irrealidad, surge en su mente la comprensión de que él mismo es una Existencia inmortal, un Dios imperecedero y una parte de lo Infinito. Cada vez se hace más evidente el eslabón entre el hombre en el plano físico y este Regidor interno, hasta que sobreviene la gran revelación. Llega un momento en la existencia del hombre en que se encara conscientemente con su yo real, y sabe que él es ese yo en realidad y no en teoría. Adquiere conciencia del Dios interno, no por medio del oído ni de su atención a la voz interna que dirige y controla, denominada la "voz de la conciencia", sino por medio de la percepción y de la visión directa. Ahora responde no sólo a lo que oye sino también a lo que ve.
Sabemos que los primeros sentidos que el niño desarrolla son: el oído, el tacto y la vista. El niño percibe el sonido y vuelve la cabeza; palpa y toca; finalmente ve conscientemente y estos tres sentidos coordinan la personalidad. Éstos son los tres sentidos vitales. Le siguen el gusto y el olfato, pero no son indispensables, en la vida y aunque carezca de ellos, el hombre no tiene ningún obstáculo para establecer contactos en el plano físico. En la senda del desarrollo interno o subjetivo, rige la misma secuencia.
El oído –responde a la voz de la conciencia, a medida que guía, dirige y controla. Esto abarca el período de la evolución estrictamente normal.
El tacto –responde al control o vibración, y reconoce lo que está fuera de una unidad humana separada en el plano físico. Abarca el período del gradual desenvolvimiento espiritual, los senderos de probación y del discipulado, hasta el portal de la iniciación. El hombre entra periódicamente en contacto con lo que es superior a él, adquiere conciencia del "toque" del Maestro, de las vibraciones egoica y grupal, y por medio del sentido oculto del tacto se familiariza con lo interno y sutil. Procura alcanzar aquello que concierne al yo superior y al tocar las cosas invisibles, se habitúa a ellas.
La vista –esa visión interna que se adquiere por medio del proceso de la iniciación y que después de todo sólo es el reconocimiento de las facultades siempre presentes aunque desconocidas. Así como el niño nace con los ojos perfectamente sanos y llega un día en que lo primero que se observa es su reconocimiento consciente de lo que ve, así también ocurre con el individuo que se está desarrollando espiritualmente. El medio para la visión interna siempre existió y lo que puede verse está siempre presente, pero la mayoría de las personas no lo reconocen.
Este "reconocimiento" por el iniciado, es el primer gran paso en la ceremonia de la iniciación y hasta no trascenderlo se postergan las demás etapas. En cada iniciación el reconocimiento es distinto y puede sintetizarse de la manera siguiente:
El ego, reflejo de la mónada, es en sí una triplicidad, como lo es todo en la naturaleza. Refleja los tres aspectos de la divinidad, así como la mónada refleja, en un plano superior, los tres -voluntad, amorsabiduría e inteligencia activa de la Deidad. Por lo tanto:
En la primera iniciación, el iniciado llega a ser consciente del tercer aspecto, o aspecto inferior del ego, el de la inteligencia activa. Se enfrenta con la manifestación del gran ángel solar (pitri) que es él mismo, el auténtico yo. Entonces conoce, sin lugar a duda, que esa manifestación de inteligencia es esa Entidad eterna que, a través de las épocas, ha demostrado sus poderes en el plano físico por medio de sucesivas encarnaciones.
En la segunda iniciación, esta gran Presencia se ve como una dualidad, y otro aspecto brilla ante él. Se da cuenta que esta radiante Vida identificada consigo mismo, no sólo actúa con inteligencia, sino que su origen es amorsabiduría. Fusiona su conciencia con dicha Vida y se hace uno con ella, a fin de que en el plano físico, mediante e1 yo personal, esa Vida se vea como amor inteligente, expresándose a sí mismo.
En la tercera iniciación, el ego se presenta ante el iniciado como triplicidad perfeccionada. No sólo conoce el yo como amor inteligente activo, sino que se revela también como voluntad o
propósito fundamental, con el cual el hombre e se identifica inmediatamente y sabe que los tres mundos no contienen nada para él en el futuro, sólo sirven como esfera de servicio activo, manifestándose como amor para lograr un propósito, oculto durante edades en el corazón del yo. Habiéndose revelado ese propósito, puede entonces colaborar con él inteligentemente y así
madurarlo.
Estas profundas revelaciones brillan ante el iniciado en forma triple:
Como radiante existencia angélica, vista con el ojo interno, con la misma exactitud y criterio, análogamente a como un hombre enfrenta a otro. El gran ángel solar, que constituye el hombre real y su expresión en el plano de la mente superior, es literalmente su divino antecesor, el "Observador" que, durante largos ciclos de encarnaciones, se ha sacrificado para que el hombre pueda SER.
Como esfera de fuego radiante, vinculada con el iniciado que está ante ella, por el hilo de fuego magnético que pasa a través de todos sus cuerpos y termina en el centro del cerebro físico. Este "hilo de plata" (como se lo llama inexactamente en La Biblia, al describir su liberación del cuerpo físico y la subsiguiente abstracción) emana del centro cardíaco del Ángel solar, vinculando así corazón y cerebro esa gran dualidad que manifiesta amor e inteligencia en este sistema solar. La esfera ígnea está análogamente vinculada del mismo modo, con. muchas otras que pertenecen al mismo grupo y rayo. Este hecho concreto demuestra que todos somos uno en los planos superiores. Una sola vida palpita y circula a través de todo, mediante hilos ígneos y es parte de la revelación que el hombre recibe, ante la "Presencia", con sus ojos ocultamente abiertos.
Como policromo Loto de nueve pétalos, que están colocados en tres círculos alrededor de un conjunto central de tres pétalos herméticamente cerrados, los cuales protegen lo que en los libros orientales se denomina "la Joya en el Loto". Este Loto es de rara belleza, palpitante de vida y radiante, en todos los colores del arco iris; en las tres primeras iniciaciones los tres círculos se revelan por orden correlativo hasta que en la cuarta iniciación el iniciado se encuentra ante una revelación mayor y conoce el secreto de lo que encierra el capullo central. A este respecto, la tercera iniciación difiere algo de las otras, pues por el poder de un Hierofante aún más excelso que el Bodhisattva, se conoce por primera vez el fuego eléctrico del espíritu puro, latente en el corazón del Loto.
Las palabras "ángel solar", "esfera de fuego" y "loto", ocultan un aspecto del misterio central de la vida humana, pero sólo será evidente para quienes tienen ojos para ver. La significación mística de estas frases gráficas constituirá una celada o motivo de incredulidad para el hombre que intente materializarlas en forma indebida. En estos términos se oculta la idea de una existencia inmortal, de una Entidad divina, de un gran centro de energía ígnea y del pleno florecimiento de la evolución, y así deben ser considerados.
En la cuarta iniciación, el iniciado comparece ante la Presencia de ese aspecto de Sí mismo denominado "Su Padre en los Cielos". Se lo enfrenta con su propia mónada, esa esencia espiritual pura, existente en el plano más elevado, excepto uno, que es para su ego o yo superior, lo que ese ego es para la personalidad o yo inferior.
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