América latina frente a la globalización y la posmodernidad (página 2)
Enviado por Dr. Pedro Rodr�guez Rojas
La otra parte de esta falsa tesis es la muerte del socialismo ¿Fue socialismo lo que se implanto en la Unión Soviética? Para quien escribe el más fragante capitalismo de Estado y nepotismo político nada tiene que ver con socialismo. ¿Pero es que acaso el país más grande territorial y poblacionalmente del mundo no sigue siendo –a pesar de todas las reformas- un sistema socialista? ¿No hay en África, Asia, en América Latina países socialistas? ¿No hay, aun con mayor fuerza, partidos políticos, movimientos armados, agrupaciones de toda índole que siguen luchando por una sociedad donde llegue el fin del capitalismo?, entonces, ¿Cuál es el socialismo muerto?
Lo que es cierto es que la caída de la Unión Soviética, que se produjo sin la ayuda o influencia de nadie sino por sus propias debilidades y contradicciones, sirvió para rehabilitar un capitalismo en crisis y seriamente cuestionado. Igualmente esta crisis desbalanceó el pensamiento predominante en intelectuales y agrupaciones autodenominadas socialistas pero que eran más fieles a los mandatos de Moscú que a los principios originales de esta doctrina. Evidentemente en el mundo político e intelectual las corrientes progresistas enfrentadas al capitalismo se vieron y aun están fuertemente lesionados por estos cambios.
Neoliberalismo y Globalización: Se Subasta un Continente.
Desde finales de los años ochenta los países de la América Latina se han abalanzado sobre las nuevas corrientes económicos, que de nueva no tienen nada y rescatan al viejo liberalismo del siglo XVIII, pero reconociendo la necesaria intervención del Estado para garantizar infraestructura y "orden social". Nuestras naciones en estas décadas han privatizado sus empresas, liberado los precios, tasas de interés, abierto sus economías más que cualquier otra región en el mundo. ¿Qué han conseguido?
A nuestro modo de ver, mayor poder monopólico y dominado por parte del capital transnacional, mayor dependencia y cambio de hábitos de consumo, mayor poder del sector bancario, también monopolizado por transnacionales financieras. En lo político – social ¿Han aumentado los canales de participación y profundizado los sistemas democráticos? ¿Ha disminuido la pobreza, la degradación ambiental?, ¿Tenemos un índice educativo y cultura cuantitativa y cualitativamente mayor? Y en el ámbito de nuestras expectativas con el resto del mundo: ¿Han abierto por igual los países desarrollados sus economías a nuestros productos?, ¿Entran libremente y son igualmente tratados nuestros productos?, ¿Entran libremente y son igualmente tratados nuestros ciudadanos en los países desarrollados?
Si es verdad que sólo de 1989 a 1991 se cuadriplicó la inversión externa en la región, aún los índices de pobreza crecen, lo que se demuestra con el referido consumo percápita que en 1995 fue aun inferior en un 7% al alcanzado en 1980. En los cacareados "milagros económicos" chilenos y argentinos hay demostración de que no hay avance en la lucha contra la pobreza, igual sucede en sus respectivas democracias, el fantasma de Pinochet y la humillante posición de Menen como el más grande de nuestros adulantes, dejaron mucho que decir y abren más la duda de los resultados obtenidos de la globalización y el neoliberalismo.
Lo cierto es que en estos años la economía latinoamericana se convirtió "más en un casino de apuestas y especulación financiera, que una verdadera economía". La inversión Light de los capitales golondrinas cuyo origen en muchos casos es dudoso ha hecho tambalear las economías de la región como sucedió en México, Argentina y la propia Venezuela. Este proceso de apertura ha sido él más violento desde la colonización y nos llevo a convertirnos en un "gran casino mundial", en un lamentable proceso que pudiéramos resumir en una grotesca frase: "La prostitución de América Latina" o "Se vende un Continente". La panacea del Neoliberalismo y la Globalización han demostrado ya su evidente fracaso, luego de examinar los resultados de estas décadas dejan claramente evidenciado que nos han conducido a más de los mismo, el eterno plagio y/o traslación de modelos desarrollistas que nada tienen que ver con nuestra realidad histórica-cultural, nuestras propias condiciones naturales y mucho menos con un proyecto auténticamente latinoamericano.
Del Industrialismo, del modelo de sustitución de importaciones, pasamos de la noche a la mañana al aperturismo del modelo neoliberal globalizante. Pero ambos son parte del mismo engranaje de la dependencia económica iniciada hace quinientos años.
Colonización y Globalización: Dos Caras de la dependencia.
América Latina no entra a la Globalización en 1989 y este no es mucho menos un proceso reciente, es tan viejo como los grandes imperios y tiene en el capitalismo de la Edad Moderna su mayor representante. América entra a la globalización –con otro nombre- en 1492 con la colonización. No hemos estado desde entonces fuera de la órbita global capitalista. ¿Hasta cuando América Latina sigue copiando modelos económicos que en nada benefician a las mayorías y sólo lo hace a las elites ligadas al capital e intereses transnacionales? ¿Para que el crecimiento de los grandes índices macroeconómicos, cuando estos no sólo no mejoran sino que imposibilitan resolver los problemas vitales, como: salud, empleo, alimentación, educación que garanticen el bienestar y felicidad de la sociedad?
Mientras esto ocurre en lo interno de cada una de nuestras naciones, lo cierto es que el proceso de integración ha sufrido nuevos cambios, fundamentalmente en el debilitamiento de las tradicionales asociaciones económicas y el surgimiento de otras nuevas agrupaciones subregionales como el MERCOSUR. En lo político han sido significativas las cumbres de presidentes de Estados. Pero aun las rivalidades entre naciones (Argentina – Brasil; Colombia– Venezuela; Chile – Argentina), el aislamiento de Perú y sus relaciones con el Asia, el tratado de México con Canadá y EEUU, los graves problemas políticos sociales de Centroamérica y Suramérica han debilitado estos procesos. La globalización ha estimulado este proceso que por un lado debilita a los estados nacionales y por el otro busca la fragmentación regional y nacional. Así lo describe Norbert: "El proceso de globalización se caracteriza preciosamente por desbordar el ámbito del Estado Nacional. Actualmente, las instancias internacionales (Banco Mundial, FMI, etc.) restringen la autonomía estatal…" (Norbert, 1994:88-87)
En lo político, lo mismo pudiéramos decir de la ONU, o de la DEA, organizaciones mundiales pro derechos humanos, ambientales, etc., que peligrosamente se involucran y coartan la autonomía de los Estados Nacionales. El debilitamiento de los Estados Nacionales (lo que los economistas venezolanos Malavé Mata y Maza Zavala llamaron "la privatización del Estado") produjo un ligero obstáculo no sólo a las integraciones regionales, sino al propio terecermundismo, al cual también se le había decretado su muerte. "El tercermundismo, aquel de los países no alineados tanto de los fervientes aliados a cualquiera de los bloques (comunista, capitalista) ha dejado de existir, en adelante, cada uno deberá contar con sus propias fuerzas, visto que las alianzas entre los miserables sin ideología siempre fueron difíciles y pasajeras. Las negociaciones por separado hace mucho tiempo que fueron escogidas por los poderosos como las políticamente óptimas…" (Arrieta Abdalla, 1992: 151)
Pero lo más importante es que esta nueva etapa de la integración adolece de las mismas fallas de las que le precedieron, con el agravante de ser sólo un engranaje para entrar a conformar un gran bloque económico americano (líderizado por los EEUU) y que enfrente en este mundo contradictorio de la globalización las amenazas del bloque Asiático y el de la Comunidad Económica Europea: Un Panamericanismo ya no tan solo político – ideológico, sino económico, el sueño norteamericano desde Monroe "América para los Americanos".
"La nueva integración bajo una estrategia de economía abierta y mercados libres difiere sustancialmente de la anterior. Los sistemas de integración no se conciben como castillos rodeados de un fosoro profundo para enfrentarse al mundo, sino como un trampolín para integrarse más efectivamente al comercio mundial (…) la integración se caracteriza entonces como un "regionalismo abierto" (Thounis (1993):P. 76).
El discurso globalizador es evidencia de la doble moral o lo antimoral de las grandes potencias, que hablan del fin de la guerra, promueven foros de la Paz Mundial, y son los principales productores y comercializadores de armas y provocadores de conflictos; pregonan la defensa del ambiente y son los principales enemigos de naturaleza; dicen luchar en contra de la drogadicción, alcoholismo violencia y prostitución y sus naciones son las que más consumen y padecen estas deformaciones. Promueven en los países pobres el deslastrarse de los nacionalismos y regionalismos y ellos conforman grandes bloques económicos, políticos y militares. Pregonan la Globalización económica pero no impulsan la solidaridad humana.
América Latina Postmoderna
¿Qué es Postmodernidad?
Así como en el mundo económico – comercial de fines de milenio la Globalización fue el escenario que sirvió de contexto tanto a los defensores como opositores del liberalismo, en el mundo intelectual lo es la Postmodernidad. Sobre la postmodernidad existe diversidad de interpretaciones que ha dado surgimiento a un caudal bibliohemerográfico, pero también a planteamientos confusos, contradictorios. Así define Rigoberto Lanz, el principal apóstol de la postmodernidad en Venezuela, a la postmodernidad: "El tiempo postmoderno es más bien contingente, discontinuo, fragmentario, tiempo transversal que viaja sin un "orden lógico"" (Lanz ,1997:. 36)
Para los fines de este trabajo, la postmodernidad no solo se refiere al cambio épocal que debe transcurrir agotada definitivamente la modernidad. Entendiendo esta última como el proceso económico, político y cultural que surge al final de la Edad Media, desde el siglo XVI de nuestra era. Esto es una definición simple de postmodernidad, vinculándola solamente a la variable tiempo, que para algunos ya estamos transcurriendo y para otros no ha llegado todavía. Pero la discusión postmoderna nos lleva a un debate filosófico sobre la racionalidad, el sentido mismo de las sociedades humanas. La Postmodernidad es un escenario donde se cuestiona la modernidad: la deshumanización el deterioro ambiental, producto del tecnicismo, el desarrollismo, el racionalismo, el cientifismo.
Desde este punto de partida, la Postmodernidad es no sólo un cuestionamiento, es una válvula de escape al encasillamiento del pensamiento al que nos habían sometido "los grandes relatos" (liberalismo, socialismo, ecologismo, etc.) o teorías que pretendían comportarse como manuales, con los cuales todo podía ser explicable y sometido a unas normas.
¿Una Postmodernidad Capitalista? :
Con esta humilde apreciación de lo que significa la Postmodernidad como cambio a una sociedad distinta, abierta, creo que muy pocos puedan estar en desacuerdo, las diferencias se presentan cuando se pretende decretar el fin de la modernidad y el nacimiento de la era postmoderna. A partir de ese momento pueden derivarse un sin fin de controversias. Pretender que el cambio de las ideas, la disposición de un grupo reducido de intelectuales – como siempre ha sido- a abrir su pensamiento a otras realidades a cuestionar los grandes paradigmas y cuestionarse asimismo representa el cambio automático de la realidad, es no sólo una manifestación de petulancia intelectual es también un mito – relato, es una utopía.
"…Los cambios de los paradigmas hacen que los científicos vean al mundo de la investigación que le es propio, de manera diferente. En la que su único acceso para ese mundo se lleva a cabo a través de lo que ven y hacen, podemos desear decir que después de una revolución (paradigmática) los científicos responden a un mundo diferente"… "Aunque el mundo no cambia con un cambio de paradigmas el científico después trabaja en un mundo diferente" (Khun, 1996: 176-177)
Los cambios en la cosmovisión de los intelectuales no representan obligatoriamente un cambio de realidades. Veamos lo que al respecto opina el filósofo venezolano Eduardo Vásquez :"Admitir esta tesis nos conduciría a aceptar que la filosofía es la que dice cómo debe ser el mundo, la filosofía, como Dios crea al mundo a su imagen y semejanza, la filosofía sería entonces responsable de lo que ocurre en el mundo. A ella sería imputable lo bueno y lo malo que hay en el mundo."(Vásquez, 1997:44)
Quizás esta pretensión está hoy mucho más auspiciada por los grandes cambios tecnológicos, sobre todo en el sector informático, donde ya es posible modelar y crear realidades, comportamientos distintos a los que nos hemos habituado. Pero la "realidad virtual" con todo sus avances no desaparece la "realidad real". Esta aunque no nos guste existe, con errores y malformaciones pero existe. La pretendida sociedad postcapitalista, la sociedad del conocimiento, está basada en una magnificación de los cambios tecnológicos informáticos. En una postmodernidad que cuestiona los males del hipercientifisismo y tecnologismo paradójicamente hace de la revolución informática su principal paradigma y medio de legitimación. "Queremos pensar que es posible superar las deficiencias de un mundo mediocre e inculto y si ni la religión ni la política van a conseguirlo, sólo nos queda la ciencia". (Pérez,1998:127-128)
La expansión de la información por las grandes redes se presenta como sinónimo de democratización del conocimiento y la inteligencia, pero en realidad son cosas totalmente distintas. El mundo antiguo luchaba por alcanzar la sabiduría, en la modernidad el hombre quería conocer (ciencia) en la actualidad sólo quiere estar informado.
¿Es Posible la Postmodernidad en América Latina?
El cuestionamiento a la modernidad no es nuevo, desde finales del siglo XIX ya Nietzsche con "la muerte de Dios" había iniciado este debate que se presenta durante todo el siglo XX, y que es ahora alimentado por la lógica reflexión de un inicio de siglo y milenio, que hasta ha dado pie a firmes creencias en el fin de la propia vida sobre la tierra. Lo que ocurre a igual que con otros grandes cambios del pensamiento, es que estos han llegado tarde a América Latina.
Es ahora cuando el tema se hace moda, demostrando que nuestra dependencia no es sólo económica es cultural, y nuestros intelectuales son en parte los culpables. No sólo llegó tarde el debate postmoderno a América Latina sino que a igual que con el liberalismo y el socialismo lo asumimos como una verdad cierta, lo adoptamos sin haberlo asimilado, sin cuestionamiento o simplemente por ignorancia o comodidad lo negamos.
En conclusión, nuestra posición es que pretenden decretar el fin de la modernidad, dar por hecho la entrada a otra era, puede convertirse (y a nuestro modo de ver ya está ocurriendo) en el discurso legitimador del triunfo del capitalismo y su inevitable existencia, puesto que aun la racionalidad capitalista, – a pesar de los cambios – es la dominante: hasta las redes informáticas que hacen posible la realidad virtual es producto de un proceso de producción, comercialización y consumo capitalista y la sociedad dividida en productores o no, en poseedores o no de estas tecnologías es la misma de la sociedad capitalista. No pretendemos caer en posturas radicales como las de Frederic James quien define a la postmodernidad solo como "una cultura estadounidense" "expresión de una nueva ola de dominación militar y económica…" (James, 1995:19), ya hemos hecho referencia a algunas posturas iniciales de la postmodernidad de cuestionamiento a las deformaciones de la modernidad con las cuales difícilmente se puede estar en desacuerdo.
Otro argumento en contra de esta traslación automática del debate postmoderno es que esta tiene un origen ubicado geográficamente en Europa y ha sido allí fundamentalmente donde se ha desarrollado y el cuestionamiento a la modernidad, la crisis de la misma se refiere particularmente a la realidad de los países desarrollados, "maduramente modernos". Ante la tentación de adoptar la postmodernidad en América Latina debemos preguntarnos si el requisito mínimo para tal cosa no es la existencia, maduración y agotamiento de la modernidad, es decir, ¿ha sido plenamente Moderna la América Latina? ¿Ha logrado la región el desarrollo pleno de las fuerzas de producción capitalista; trabajo, capital, para poder así hablar del fin del capitalismo?, ¿Han sido modernamente maduros las estructuras políticas y sociales para poder entrar al fin de la política, de la ciudad, del Estado, etc.?, en definitiva ¿Podemos ser postmodernos sin haber alcanzado plenamente la modernidad? En algunos de nuestros países aun coexisten importantes manifestaciones del Feudalismo. ¿Es posible saltarse la aun añorada modernidad para estos países y llegar a la postmodernidad? Muchos responderán que Sí, y además dirán que es lo deseable. Nuestra repregunta es y será: ¿entraremos a la postmodernidad igual que a la modernidad?, es decir, atados a la dependencia, por que al final ambos proyectos, ambas épocas no son nuestras, sino realidades y cosmovisiones ajenas.
¿Qué dicen los posmodernos sobre el fin de la pobreza?, ¿hay posibilidades de una postpobreza, postdependencia, en fin una post-américa Latina que niegue su existente y la considere un atrofio del desarrollo? Tal como lo señala Peter Druker la era post esta negada para los países subdesarrollados:
"Las fuerzas que está creando la sociedad poscapitalista tiene su origen en el mundo desarrollado. Son el producto y el resultado de su desarrollo. Las soluciones de los retos de las sociedades poscapitalista no se van a encontrar en el tercer mundo (…). Los problemas de la sociedad poscapitalista y el estado poscapitalista sólo se puede atacar donde se originaron y fue en el mundo desarrollado" (Druker ,1997:12)
Al final pudiéramos caer en el mismo juego de quienes en defensa del supuesto triunfo capitalista y de la panacea globalizadora subestiman la existencia de la latinoamericaneidad, no sólo como un proyecto de asociación económico sino la de una existencia y consciencia política, cultural y moral, que se enfrente a los desvanes de la pretendida homogeneización bajo los parámetros que imponen las naciones poderosas. Sí nadie cuestiona la existencia de lo Europeo, como una realidad histórica que hoy – a pesar de las dificultades – camina hacía su total integración económica, siendo este continente el más heterogéneo desde el punto de vista físico y cultural (diferentes idiomas, etnias) que ha sido escenario de los más cruentos enfrentamientos militares, mas aun es imposible negar la existencia y conciencia de la identidad latinoamericana.
"Otros grupos de países se encuentran relacionados por su historia y por su raza, por su lengua y por su religión o por pactos políticos o económicos, pero no es frecuente que coincidan todos estos vínculos, y lo es aun menos que, como en el caso de América Latina los rasgos comunes sean más fuertes que la voluntad del individualismo y aún que las disidencias" (Martínez, 1979:73)
Los parámetros con los que históricamente hemos sido juzgados son los parámetros tecnicistas de las sociedades occidentales, de esta manera la conclusión ayer y hoy es que somos inferiores. Nuestra supuesta inferioridad científica – tecnológica se debe a que esta racionalidad no nos pertenece, competir bajo estos parámetros siempre nos hará inferiores. La creatividad cultural – artística del latino americano reconocida mundialmente es demostración de nuestras capacidades, la "raza cósmica" a la que hizo referencia Vasconcelos, nuestra poderosa imaginación, se enfrenta cada día a esta cosmovisión planetaria neopositivista, que al tiempo que pregona el fin de los grandes relatos, pretende crear "un orden mundial", demostración de la falsedad de la globalización y el neoliberalismo que profesan un "libre mercado" o el "orden natural" tal como propuso Adam Smith.
Lo que no es menos cierto es que ante la realidad de una conciencia e identidad latinoamericana, del reconocimiento de una especie de interconexión cosmo – simbólica que nos identifica, la realidad real, la tangibilidad del mercado globalizante-, que cuenta a su vez con el también tangible mercado comunicacional –informativo- se oferta como más ventajoso ante la primera realidad. La lógica neo positivista del orden mundial (homogenización capitalista) aparece como más cercana y factible que la del romanticismo criollo. Esto seguirá ocurriendo hasta que la economía latino americana sea realmente latinoamericana. Mientras tanto ambas realidades coexistirán, la identidad cultural y la fragmentación globalizante. Al leer de Simón Rodríguez: "América debe ser original", y su originalidad está precisamente en esa dialéctica – que no debemos confundir con el concepto ambiguo de mestizaje- que para Alejo Carpentier es el producto de un "constante rejuego de confrontaciones entre lo propio y lo ajeno, lo autóctono y lo importado" (Carpentier,1984:14)
¿Otra Postmodernidad Posible para América Latina?
La intuición, la fantasía, el mundo mágico y creativo que legítimamente se reconoce en nuestra cultura latinoamericana, debe estar al servicio del proyecto integracionista. El político, el planificador, el burócrata debe contagiarse de esta emotividad del intelectual latinoamericano. "Para su bien o para su mal, el intelectual de América Latina, por temperamento, por distinto nivel cultural, por alucinamiento del contorno, esta mucho menos pendiente que el Europeo de una manera racionalista de encarar el mundo. Para su bien o para su mal, o para ambas cosas a la vez, hay en el intelectual latinoamericano un cordón umbilical que lo une de manera inexorable a la intuición" (Benedetti, 1979: 370)
Hemos sido enfáticos en la peligrosidad de asumir en América Latina la discusión postmoderna en el sentido de convertir a este en un discurso legitimador del status quo capitalista y además por representar una continuidad de la dependencia cultural que no nos permite vernos y comprendernos a nosotros mismos, con nuestros ojos. Pero así tan tajante en esta posición, debemos al mismo tiempo reconocer que la otra cara de la discusión postmoderna, la que clama por la libertad de pensamiento, por cuestionar el racionalismo – lógico- lineal se parece mucho a América Latina.
Parafraseando a Alejo Carpentier, quien considera que por la espontaneidad, la libertad y tendencia contradictoria el arte latinoamericano siempre ha sido Barroco, mucho antes de que esta corriente llegara a nosotros. Igualmente pudiéramos decir que América Latina ha sido siempre postmoderna, mucho antes de que Nictzche asesinara a Dios, mucho antes de la escuela de Frankfurt, quizás es la América Latina el espacio ideal para la nueva era, tal como lo señalo el intelectual mexicano Leopoldo Zea: "…Los pueblos bajo subdesarrollo son los mejor preparados para el futuro en que la humanidad haya de volver a la vida natural, ya sin la violencia que hicieran los hombres y pueblos que encarnaron la modernidad". (Zea ,1995:164)
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
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- Lanz, Rigoberto. (1997) "La Historia Finalizada por la Izquierda" en Revista Tharsir. Año 1. N° 1. UCV. Caracas. P. 36
- Khun, Thomas. (1996) La Estructura de la Revolución Cientifica. Fundo de cultura Económico. Bogotá. P. 176.
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- Vázquez, Eduardo. (1997)"Racionalismo y Modernismo" Revista Tharsis. Biblioteca UCV. Caracas. P. 44.
- Pérez, Juan, (1998) "Entre la Utopía y la paranoia" en Revista Occidente N° 206. Barcelona, España. P. 127-8.
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- Martínez, J. L.(1979) "Unidad y Diversidad (en) América Latina en su Literatura. UNESCO. Siglo XXI Editores .México.p 73.
- Carpentier, Alejo, (1984) "América Latina en la Confluencia de coordinadas históricas y su repercusión en la música" en América Latina en su música". UNESCO. Siglo XXI. México. P. 8.
- Benedetti, Mario.(1979) (en ) América Latina en su Literatura. UNESCO. Siglo XXI Editores. México. P. 370.
- Zea. Leopoldo. (1995). Revista Nueva Sociedad N°139. P. 164.
Dr Pedro Rodríguez Rojas
Universidad Simón Rodríguez _ Venezuela
Venezolano. Sociólogo, historiador, doctor ciencias sociales. Coordinador área filosófica y sociopolítica de la Universidad Simón Rodriguez. Barquisimeto
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