Descargar

Capitanes de la arena: análisis narrativo

Enviado por Natalia Pérez


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Autor: biografía
  3. Análisis narrativo de la obra
  4. Análisis personal
  5. Conclusión
  6. Bibliografía
  7. Apéndice

Introducción

Hablar de "Capitanes de la arena" es hablar de una de las novelas más comprometidas de Jorge Amado, autor brasileño que ha abastecido a la literatura de maravillosas obras. Mencionar esta novela es reconocer la denuncia social que el autor hace en ella colocando a un grupo de chicos pobres como protagonistas de una enorme indigencia y miseria. Para trabajar en este documento monográfico he seleccionado este tema por el compromiso que presenta con el sector más ignorado y vulnerable de una sociedad, y que en muchos países representa además la mayoría de la población. En la novela, el tratamiento de la pobreza no se hace desde una perspectiva económica, sino que se la toma desde su aspecto social, tal vez el más grave de ella, ya que en muchos casos la situación económica puede cambiar, pero la discriminación e indiferencia se mantienen a través de los años.

El presente trabajo es resultado del requerimiento de la cátedra Taller de expresión oral y escrita del profesorado en Lengua y Literatura. Tuve la oportunidad de leer la obra hace unos años durante el ciclo secundario, he notado al volverla a leer para realizar este texto que debido a mi escasa percepción de la realidad social que afecta a muchas personas en todo el mundo en aquel momento, se me ha "escapado" por así decirlo la belleza verdadera de la obra, que es lo que anteriormente mencionaba, el tratamiento que se hace en él de la marginalidad y cómo el autor presenta la delincuencia como una consecuencia de la indiferencia, de la desigualdad en muchos sentidos y del egoísmo que la riqueza requiere para su existencia, y de muchas instituciones sociales.

En esta segunda relectura pude apreciar además la importancia de cada personaje dentro de la obra y lo que cada uno de ellos representa en el contexto en que fue escrita. El estudio de la situación socio-política en que se encuentra Brasil en 1937 me permite conjuntamente reflexionar sobre algunas alusiones que el autor hace en el libro a cierto partido político y como crítica a su adverso.

Me he propuesto hacer una explicación de lo que el libro refleja en sí mismo-la acusación de los pobres por su situación a la alta sociedad-, pero relacionando entre sí a los diferentes factores que el autor considera causas de la desgracia de los pobres. Para esto debí estudiar los sucesos que se dieron en la época y lugar en que el libro fue escrito, y estudiar además la vida del autor en aquel entonces.

En las siguientes páginas podremos hallar una reseña biográfica del autor para conocer mejor su situación y parte de su historia que podemos ver reflejada en el libro. A continuación encontraremos un análisis narrativo de la estructura de "Capitanes de la arena" y un análisis respecto a la interpretación personal que realice de la obra, donde expongo además una breve teoría acerca de la inclusión del autor como personaje dentro del libro.

La información de la que disponía, excepto en la biografía de Jorge Amado, era escasa, y tuve que valerme en muchos casos de fuentes virtuales. Esto representó para mí un desafío ya que debía componer este texto con pocos recursos pero siempre respetando la rigurosidad que un trabajo de este tipo requiere.

El resultado final fue una monografía explicativa para personas no demasiado experimentadas en el tema y para jóvenes de los últimos años del secundario.

Cabe destacar que más allá de que este trabajo sea requerimiento de una cátedra, he sentido placer al realizarla, ya que la obra trata un tema que en lo personal me conmueve y moviliza, y me pareció interesante combinar un interés propio con el análisis de esta obra para proporcionarle al lector una perspectiva diferente a la hora de aventurarse junto a los capitanes de la arena en la ciudad del Salvador, aunque sea sólo de manera imaginaria a través de la lectura de este magnífico libro.

Autor: biografía

Jorge Amado (10 de agosto de 1912 – 6 de agosto de 2001) fue un escritor brasileño, el más conocido de ellos. Nacido en Itabuna, que pasase su infancia en Ilheús, litoral de Bahía. Durante sus estudios secundarios en Salvador, capital de Bahía, comienza a trabajar en periódicos y a participar de la literatura, siendo uno de los fundadores de lo que se conoció como Academia de los Rebeldes[1]

En 1933 se esposa con Matilde García Rosa, con quien tiene una hija que fallece. Luego se divorcia para casarse nuevamente con Zélia Gattai, autora de Anarquistas, gracias a Dios (1979), Un sombrero para el viaje (1982) un libro de memorias junto a su esposo, Doña Prom (1984), Winter Garden (1988), De mil colores Pipistrel (1989) y El secreto de la calle 18 (1991) – y tiene dos hijos: Juan Jorge, sociólogo y autor de piezas de teatro infantil, y Paloma, psicóloga.

Se graduó en la Facultad Nacional de Derecho (en portugués, Faculdade Nacional de Direito) en la ciudad de Rio de Janeiro en 1935. Militante comunista, fue obligado a exiliarse en Argentina y Uruguay entre los años 1941 y 1942, período en que hizo un viaje por América Latina. Al regresar a Brasil, se separó de Matilde García Rosa.

En 1945, es electo diputado federal por el Estado de San Pablo, teniendo participación de la Asamblea Constituyente de 1946 (por el Partido Comunista Brasileño) y de la primera Cámara Federal para el Estado Nuevo, siendo responsable de varias leyes que beneficiaron a la cultura.

Al volver a Brasil en 1955, Jorge Amado se distanció de la militancia política, pero sin dejar el Partido Comunista. Se dedicó, desde entonces, integralmente a la literatura. Fue electo, el6 de abril de 1961 para la Academia Brasileña de Letras. Recibió el título de Doctor Honoris Causa por diversas universidades. También recibió el título de Obá de Xangô en la religión Candomblé.

El experimentalismo estético de la Semana de Arte Moderno[2]brasileño acabó generando una conciencia nueva con la que revisaron viejos y nuevos problemas de cultura, como la calidad y la tradición. El interés por la vida contemporánea orientó a los escritores brasileños, incluido Jorge Amado. El Estado Novo[3](1937-1945) y la II Guerra Mundial agudizaron las tensiones en el plano de las ideas, y nuevas configuraciones históricas desembocaron en nuevas experiencias en las artes en general y la literatura en particular. La producción de los autores de la primera mitad del siglo XX deja traslucir nuevas angustias y nuevos proyectos en la obra de poetas, narradores y ensayistas.

Definitivamente representa a la eterna magia de La Literatura, con un toque permanente de sensualidad desenfrenada, propia de su pueblo y de su contundente, variada creatividad intelectual de inigualable valor.

Se aproximó al expresionismo para recrear la vida en Bahía[4]

Adoptó un compromiso social con los pobres, los desposeídos, los marginados de la sociedad: obreros, campesinos, rameras y vagabundos pueblan sus novelas, se convierten en protagonistas y héroes.

Con el paso de los años, Amado fue cambiando su concepción del bien y el mal, de la pobreza y la riqueza: en los momentos de militancia comunista aceptaba el bien identificado con la pobreza y el mal con la riqueza. Respecto a su distinción entre el bien y el mal, el propio Amado decía:

"Mis parcialidades han sido por la libertad contra eldespotismo y la prepotencia, por el explotadocontra el explotador, por el débil contra el fuerte,por la alegría contra el dolor, por la esperanza contra la desesperación. Estoy orgulloso de misparcialidades. Jamás fui ni seré imparcial en esta luchadel hombre contra el enemigo del hombre, en esta luchaentre el futuro y el pasado".

Poco a poco comprendió que el bien y el mal no son frutos de la pobreza o la riqueza, sino que nacen de la voluntad y el carácter de cada persona.

El éxito de la literatura latinoamericana de la década de los años 60 tuvo un precursor en la obra de Jorge Amado, en cuyas obras mezcla el realismo social con unas acertadas dosis de humor, erotismo y sensualidad, con el heroísmo de la tradición romántica del siglo XIX, y con las pasiones, los amores y los odios propios del melodrama.

Su obra ha sido adaptada al cine, al teatro y a la televisión, y también ha sido tema de varios trabajos de escuelas de samba en el Carnaval brasileño. Sus libros están traducidos a 49 idiomas y publicados en 55 países. Existen también publicaciones en Braille, y cintas de audio grabadas para ciegos.

Algunos de los títulos más importantes de su literatura son "Los Subterráneos De La Libertad" (1935), "Capitanes De Arena" (1937), "Tierras Del Sinfín" (1942), "Mies Roja" (1946), "Gabriela, Clavo y Canela" (1958), "Doña Flor y Sus Dos Maridos" (1966) "Teresa Batista, Cansada De Guerra" (1973). Es acreedor además de numerosos e importantes premios internacionales por sus trabajos literarios y recibió los títulos de Comendador Grande Oficial de las órdenes de Argentina, Chile, España, Francia, Portugal y Venezuela.

Análisis narrativo de la obra

El tema de la obra es la vida de unos niños pobres y marginados de Bahía que viven en un depósito en la playa y que delinquen para poder sobrevivir.

Teniendo como escenario calles y arenas de Salvador, "Capitanes de la Arena" trata de niños sin familia que vivían en un viejo almacén abandonado del puerto. Los motivos que los unían eran variados: huérfanos, abandonados o escapados de los malos tratos. Aproximadamente cien muchachos de entre nueve y dieciséis años dormían en las ruinas del viejo trapiche. Tenían como líder a Pedro Bala, rapaz de quince años que desde pequeño vagabundeaba por las calles. De día, mal vestidos, sucios y hambrientos, deambulaban por las calles, fumando puntas de cigarro, mendigando comida, practicando pequeños hurtos. Ese contacto precoz con la dura realidad adulta los hacía agresivos y deslenguados. Los Capitanes de la Arena también realizaban robos mayores. Conocidos y temidos, la policía buscaba el escondrijo y al jefe de los capitanes. Serían enviados al de Menores, establecimiento ejemplar para niños en proceso de regeneración, con trabajo, comida y esparcimiento. Sin embargo, esa no era la opinión de los menores infractores. Sabiendo que estarían sujetos a castigos, preferían las amarguras de las calles y de la arena. Además destacaban otros chicos. Sem-Pernas, especie de espía, era rudamente bondadoso. Joao Grande, negro de trece años, fuerte y más alto de todos. Joao José, el Profesor, único que leía correctamente, asistió a la escuela apenas un año y medio. Era miope y gustaba de contar historias. Pirulito-Francisco-, excesivamente místico e introvertido, era flaco y muy alto. Reía poco. Gato, candidato a jefe, era elegante, gustando de vestirse bien.  Volta Seca, imitador de pájaros y ahijado de Lampiao. Mulato sertanejo de alpargatas. Boa-Vida, muy perezoso, era el único que no participaba de las actividades del grupo. El padre José Pedro, introducido al grupo por Boa-Vida, conocía el escondrijo de los capitanes. Lentamente conquistó su confianza, visitándolos con frecuencia, llevándoles cariño y comprensión.

Salvador fue asolada por la epidemia de viruela. Como los pobres no tenían acceso a vacunas, muchos morían. Almiro, el primer capitán en ser infectado, murió allí. Boa-Vida tuvo más suerte. Dora y su hermano Ze Funinha perdieron a sus padres durante la epidemia. Al saberlos hijos de infectados, el pueblo les cerraba la puerta. Los dos acabaron en el depósito, llevados por Joao Grande y el Profesor. La confusión causada por la presencia de Dora en el almacén fue resuelta por Pedro. Los muchachos la aceptaron en el grupo y, después de algún tiempo, vestida como uno de ellos, participaba de todas las actividades y robos de la banda. Pedro Bala consideraba a Dora más que una hermana; era su novia. Fueron apresados cuando robaban un palacete en la ladera de San Bento. Parte del grupo consiguió huir de la comisaría, gracias a la intervención de Bala que fue llevado al reformatorio. Sufrió mucho, pero consiguió huir. En libertad, se preparó para liberar a Dora. Un mes en el orfelinato acabó con la alegría y salud de la muchacha que, ardiendo en fiebre, se encontraba en la enfermería. Pedro, Profesor y Volta-Seca huyeron, llevando a Dora consigo. Desgraciadamente ella no resistió mucho tiempo en el depósito y murió luego e hacer el amor con Pedro. Donha Anhina-sacerdotisa de Xangó- la envolvió en una toalla blanca y Querido-de-Deus la llevó en su bote, arrojándola en alta mar. Pedro Bala lloró con todos la ausencia de Dora. El destino de cada uno tomó rumbo. El Profesor fue a Río, a exponer sus cuadros. Pirulito entró a una orden religiosa. Sem-Pernas murió cuando huía de la policía. Volta-Seca se unió a la banda de su padrino, Lampiao, transformándose en un terrible asesino. Gato, perfecto gigoló y embustero, trampeaba coroneles. Boa-Vida, guitarrista y organizador de alborotos, poco aparecía en el trapiche. Joao Grande se embarcó como marinero en una nave de carga.

Después de ayudar en una huelga, la banda se transformó en una "brigada de choque", para asambleas y huelgas. Pedro Bala encontró su vocación. Entregando la jefatura de la banda se fue a organizar otra brigada. Años después, Pedro Bala, conocido organizador de huelgas y peligroso enemigo del orden, es perseguido por la policía. Capitanes de la arena, es sin duda una de la obra de mayor acusación por la injusticia social de Jorge Amado y de los escritores del género narrativo de Brasil.

Las acciones de esta novela contemporánea (1937) se desarrollan en Bahía, la ciudad del autor. Estaba decorada por su puerto, sus muelles y arenales, las calles anchas de la parte baja de la ciudad, empinadas de su población negra. Estaba llena de historias, la vida allí era sambas, compadritos, mulatas desvergonzadas, candomblés, y un sinfín de aventuras que encerraban a los capitanes de la arena como protagonistas.

El jefe de esta banda era Pedro Bala, uno de los principales personajes de la obra. Hace diez años que deambula por las calles de Bahía, su padre, Loiro, ha muerto de un balazo en una huelga y de su madre nada sabe. Cuando se incorpora a los capitanes de la arena se gana la jefatura tras un pleito con su antiguo jefe Raymundo. Pedro es mucho más activo y sabe planear mejor los trabajos, sabe manejar al grupo y se veía en él autoridad de jefe[5]Dora, es la única niña dentro de la banda, y en la misma obra aparece en los capítulos finales. Esta mujercita ha perdido a sus padres a causa de la varicela, y queda sola con su hermanito de seis años, es acogida por dos niños de los capitanes que la llevan a dormir al depósito[6]Dora, aunque al principio es rechazada por Pedro Bala ya que creía que causaría problemas dentro del grupo[7]se convierte en un pilar muy importante para ellos, ya que para muchos representa una madre, una hermana, una amiga, e incluso para el mismo Pedro Bala termina como su novia y esposa[8]Ella los elogiaba, les cosía las prendas, les daba calor de madre, e incluso participaba con ellos en los delitos. Fue enviada al orfelinato pero pudo escapar, aunque volvió muy enferma y finalmente muere. La muerte de Dora representa una pérdida enorme que desbasta a la banda que lentamente comienza a separarse y desarmarse. Otro de los personajes de este libro es Joao Grande, que ha entrado a la banda a los nueve años, pero en la acción ya posee la edad de trece años. Era grande y formidable, sus músculos eran vigorosos, y su enorme fuerza inspiraba miedo[9]Joao José, conocido por los capitanes de la arena como el profesor, ya que era un asiduo lector desde que en uno de los trabajos delictivos había sustraído un libro, y repitió esta acción cada vez que salían. Les leía a los demás chicos del depósito las historias y aventuras que aparecían en los libros. Era un muchacho muy flaco, débil y triste. En muchas ocasiones resultaba un gran planeador del robo[10]Al final de la obra este personaje se va de Bahía a estudiar dibujo, ya que muchas veces había retratado a los peatones de las plazas y de las calles de la ciudad ganándose algunas monedas. Uno de los personajes también más importante del libro es Sem-Pernas (sin piernas), apodado así por tener una pata coja. Su voz es estridente y gangosa, era el espía del grupo, pues iba a la casas de las víctimas, se hacía pasar por un huérfano para infundir pena en los dueños de las viviendas y así meterse en ellas, vivir allí un tiempo, el necesario para estudiar los movimientos y los lugares en los que se hallaban los objetos de valor. Luego se iba y volvía con la banda para concretar el robo. Era malvado, odioso, cruel, y en la banda había muchos chicos que no lo querían[11]Este personaje es importante porque es uno de los que más refleja las parcialidades que el autor plantea en la obra, ya que solo ama al odio que siente por las autoridades que cierta vez se burlaron de él, y a la sociedad que era la culpable según los capitanes de la situación en que vivían. Sem-Pernas concluye en muerte escapando de policías que intentaban apresarlo porque había sido atrapado en fragancia en un acto delictivo. Pirulito, otro de los integrantes de la banda era un niño alto, flaco de rostro chupado, sus ojos estaban metidos como en una cueva. Su boca era rasgada y seria[12]Era religioso, era el único que escuchaba el llamado de Dios entre los chicos del depósito. La palabra sagrada era llevada a él por el padre José Pedro, amigo suyo y de los demás. Al final de la obra Pirulito-que se llamaba Francisco- es ordenado sacristán y se va de la ciudad. El Gato era un muchachito elegante y ágil proveniente de los indios maloqueiros, a los que parte al final de la obra. Tenía un aire petulante[13]y tiene además un amorío con Dalva, una mujer varios años mayor que él que le da dinero a cambio de sexo. En el libro se lo caracteriza como un compadrito, que indicaba que era fanfarrón, pendenciero y selecto para vestir y en sus modos. El negro Joao Grande: era el más bueno del grupo según el jefe. Reiteradas veces le decía "Vos sos un buen negro (…)[14]", era bruto en muchas situaciones, pero sabía cómo hacer trabajos y obedecer las órdenes al pie de la letra. Era muy respetuoso además con las personas que trataba y defendió a Dora cuando los demás chicos de la banda querían propasarse con ella la noche que él y otro chico la llevaron al depósito. El Boa Vida (buena vida) es otro de los personajes de la obra de Amado, provenía de una casa de familia, y no tenía mucha suerte con las mujeres[15]Era chaparrito y bajo, y tenía inclinaciones homosexuales. Se llevaba bien con todos los chicos de la banda y había aceptado la amistad del padre José Pedro. No se preocupaba demasiado por lo que sucedía a su alrededor, sino más bien dejaba que la vida transcurriera. El Volta Seca (vuelta seca) era un mulato, su cara era sombría. Admiraba a Lampiao su padrino, que era otro delincuente del que recibía frecuentes noticias a través de los diarios cuando se veía involucrado en algún caso delictivo. Volta Seca se marcha para irse a combatir con su padrino, y es apresado y condenado a la cárcel.

En Capitanes de la arena se presentan además otros personajes, menos importantes en cuanto a participación de las acciones, como Barandao, Almiro, el padre José Pedro, Querido-de-Deus, Joao de Aadao, Lampiao, Dalva, Ze Funinha (hermano de Dora), Donha Anhina.

El tiempo de la acción no se especifica, pero se puede inferir que desde el inicio, hasta las últimas noticias que aparecen en "Jornal de la Tarde" y las edades que presentan los personajes hacia el final del libro se puede ver que han pasado varios años, tal vez cuatro o cinco. En cuanto a los manejos temporales, la novela sigue una secuencia lineal cronológica, sólo se produce un salto temporal en situaciones como cuando el Gato aparece luego de unos años frente a Pedro Bala y éste no lo reconoce[16]

El libro consta de doscientos setenta y ocho páginas, comienza con dedicatoria y luego   el cuerpo del libro se divide en cuatro partes: Cartas a la redacción, Bajo la luna en un viejo depósito abandonado, En la noche de la gran paz. De la gran paz de tus ojos y canción de Bahía. Canción de libertad. La novela presenta, no en todos los casos pero si en la mayoría, diversos nudos que algunas veces se resuelven, y otras no. Por ejemplo "Mañana igual a un cuadro"[17] no presenta ninguna complicación, sólo narra como Pedro Bala y el Profesor caminan por Bahía y aprecian la belleza y lo pintoresco de sus paisajes y cómo se encuentran a un hombre que le da al Profesor una tarjeta para que lo llamara y así enviarlo a estudiar Bellas Artes. El capítulo "Como una estrella de cabellera rubia"[18] no presenta tampoco ninguna complicación, sino que cuenta como Pedro Bala sigue al saveiro del Querido-de-Deus en que se llevan al cuerpo de Dora, su esposa muerta.

El final de la obra es un final cerrado, pues se resuelve el destino de casi todos los personajes más importantes de Capitanes de la arena.

El narrador de la obra es omnisciente, es el mismo autor que como testigo de los hechos nos relata las aventuras de los niños delincuentes. Amado emplea un estilo muy particular, que mezcla el lenguaje lo vulgar con el selecto, ya que la forma de hablar de los capitanes de la arena es muchas veces escatológico, porque se han criado en la calle y no han ido a escuelas y ese es el lenguaje que aprendieron:

"-¿No ven que está llorando?

Se detuvieron un momento. Pero Volta Seca volvió a hablar:

-¿A nosotros qué con eso? La concha no cambia porque llore…"[19]

Pero cuando describe los paisajes de la ciudad emplea palabras más sutiles y delicadas, casi poéticas:

"Bajo la luna, en un viejo depósito abandonado, los niños duermen.

Aquí estaba antes el mar. En las grandes y oscuras piedras de los cimientos del depósito las olas reventaban estruendosas, o lamian mansas. El agua pasaba por debajo del puente, donde ahora los niños duermen iluminados por un resto amarillento de luna."[20]

"El sol dejaba caer sobre las calles una blanda claridad que no quemaba, pero cuyo calor acariciaba como una mano de mujer (…) Parecía que en la calle había un perfume sutil que Pirulito sentía entrar en su nariz y embriagarlo."[21]

En muchos casos hace repetición de sus frases. Por ejemplo: "Decía que la libertad es el mayor bien del mundo" aparece en la página 208 y luego en la 209: "La celda, los presos en las celdas, la paliza, enseñaron a Pedro Bala que la libertad es el mayor bien del mundo", y se hace reiteradas veces una analogía entre el sol y la libertad: "Allá afuera, decía la vieja canción, está el sol, la libertad y la vida" (p 208); y "Allá afuera están la libertad y el sol" y "Lo hizo por la libertad. La libertad es como el sol. Es el mayor bien del mundo" (p 209).

Análisis personal

Con "Cartas a la redacción" comienza esta obra del famoso escritor brasileño, y así se introduce al lector en el problema en que se basa la obra, la marginalidad de un grupo de niños que delinquen para sobrevivir. En las cartas que aparecen se ve los contrastes de opiniones en las voces de quienes escriben cartas que son enviadas al periódico el "Jornale da tarde". Por un lado las autoridades tirándose el problema unos a otros

"(…) el señor jefe de la policía se apresura a comunicar a la dirección de ese diario que la solución del problema compete antes al juez de menores que a la policía" [22]

"(…) Al juzgado no le compete perseguir y apresar a los menores que delinquen y si, en cambio, de designar el lugar donde deben cumplir sus penas (…)"[23]

Y por otro lado tenemos a una mujer indignada por el trato que reciben en el erformatorio, lugar donde envían a los niños marginados. A esta queja se suma un sacerdote que apoya y confirma las palabras de la mujer costurera.

Respecto del la mujer expresa:"(…)lo menos que les pasa es recibir palizas dos o tres veces por día. El director se la pasa borracho y le gusta ver como el rebenque canta en las costillas de los hijos de los pobres."[24]

Y el cura José Pedro admite: "María Ricardina-la costurera- tiene razón. Las criaturas en el son tratadas como fieras, esa es la verdad"[25]

Así se nos plantea el problema, el panorama de lucha que se puede ver en el libro. Autoridades contra pobres. La violencia contra el delito. En fin, el delito contra otro delito, pues la violencia contra un niño es una falta igual de grave quizás que robar.

En varios pasajes del libro podemos percibir la crueldad con que las autoridades apresan a los capitanes y los castigan, maltratándolos con profunda fascinación. Quién tiene el más terrible recuerdo y recurrente sueño de esto es el Sem Pernas cuando lo atormenta la imagen de los policías zurrándolo y el tipo de chaleco azul viéndolo mientras ríe con descaro[26]Situación de burla similar sucede cuando Pedro Bala es atrapado en una de sus vueltas y es llevado a la celda de castigos en el reformatorio:

"Ahora le daban por todas partes. Chicotazos, trompadas, puntapiés. El director del se levantó y lo pateó, Pedro Bala cayó y no se levantó. Los agentes hicieron vibrar los chicotes (…) Entra el director, el bedel Ranulfo lo saludó y le señalo a Bala. El director sonríe, se refriega las manos y se sienta en su alto escritorio. Mira a Pedro durante unos segundos: – Al fin…Hacía mucho tiempo que esperaba este pájaro-

El bedel sonríe ante las palabras del director".[27]

"Una rabia sorda e impotente le crece por dentro (a Pedro Bala) (…) Ve la cara del malvado director. Enterrará su puñal hasta lo más profundo de su corazón sin remordimientos gozando (…) Pedro Bala le abriría la cabeza. No. Primero lo pondría en esa celda, sin darle de comer, sin darle de beber"[28]

Como se puede ver en el fragmento anterior, los maltratos a los chicos no los corrigen, sino que amedrenta el odio para con sus abusadores. Desean hacerlos sufrir sin piedad y hacerlos padecer lo mismo que ellos padecieron. Este sentimiento oscuro que crea el maltrato no es solo para con las personas que los lastimaron directamente, sino además contra toda la sociedad rica de la alta ciudad, a quienes los capitanes de la arena consideran culpables de su marginalidad. Podemos ver el desprecio incluso con las personas que les dan amor. Es el caso del Sem Pernas, que, como espía del grupo, era acogido por las familias porque se compadecían de éste por su defecto físico, lo que le causaba mayor rencor al niño y aumentaba su deseo de venganza:

"El Sem Pernas gozaba de una gran alegría, alegría vengativa. Porque cuando lo acogían en las casas y le daban comida y una cama, cumplían con una obligación fastidiosa. Los dueños de la casa evitaban acercarse a él y lo dejaban en su suciedad. Nunca tenían una palabra buena para decirle. Lo miraban como preguntándole cuándo se iría (…) Para el Sem Pernas lo aceptaban porque tenían remordimientos. Porque para él todos ellos eran culpables de la situación de los niños pobres. Y los odiaba a todos con odio profundo. Su grande y única alegría era calcular la desesperación de las familias del robo al pensar que aquel niño a quien habían dado de comer les había reconocido la casa (…)"[29]

Los niños se regocijaban al vengarse de los culpables de todos sus males. Incluso el padre José Pedro admitía esta especie de delincuencia social:

"Joao de Adao dijo que la culpa era de la sociedad mal organizada, que era de los ricos… y que el padre José Pedro nunca podría hacer nada porque los ricos no lo dejarían (…) El padre José Pedro se había quedado muy triste ese día (…) y contestó: – A veces pienso que (Joao de Adao) tiene razón, que todo está mal. Pero Dios es bueno y sabrá encontrar el remedio." [30]

El cura en el fondo apoyaba la idea de que la culpa no era de los niños, pero tenía la esperanza de que sean salvados por la fe de uno de ellos, Pirulito. Él era el único niño que deseaba ser sacerdote. Los demás creían en santos negros de los candomblés, como por ejemplo Ogum, Xangó y Omolu, que había enviado la peste a la ciudad alta, pero que descendió a la parte baja de Salvador, pero más débil e inofensiva, pero mortal para aquellos pobres y desgraciados.

La representación de la peste como un ataque a la sociedad rica por parte de un santo negro es una clara muestra de que hasta los santos consideraban a los ricos como los culpables de la situación marginal de la parte baja de la ciudad. Y el autor aprovecha esto para mostrar a los capitanes de la arena como una consecuencia del egoísmo, la indiferencia y la discriminación que tanto denuncia a lo largo del libro. Y hace que el lector considere que los capitanes de la arena no son delincuentes por propia voluntad y decisión, sino por obligación, porque de otra manera no serían capaces de sobrevivir.

"Robaban, peleaban en las calles (…) a veces herían con navajas o puñal a hombres y policías. Pero igual eran buenos, eran amigos uno de otros. Hacían esas cosas porque no tenían casa, ni padre, ni madre, porque su vida era una vida sin comida segura y dormían en un caserón casi sin techo. Si no hacían todo aquello se morían de hambre, porque eran pocas las casas donde daban de comer y vestir"[31].

Esto nos dice el autor. Esto representa las ideas que acusan al padre José Pedro de comunista ante el arzobispado, mientras él sólo piensa: "¿Qué culpa tienen ellos? ¿Quién los cuida? ¿Quién les enseña? ¿Quién les da cariño?[32] Se puede considerar que quizás el autor se haya incluido dentro de la obra como el padre José Pedro, ya que Amado fue militante comunista, y exiliado por esta misma razón años más tardes. Teniendo en cuenta que el libro fue escrito bajo el poder dictatorial en Brasil de Getúlio Vargas[33]podemos encontrar en él algunos indicios de lo anteriormente planteado. Si Jorge Amado, o mejor dicho su ideología está caracterizada dentro de la obra por el sacerdote, que desea hacer algo por los pobres y desgraciados niños delincuentes como los capitanes de la arena, su misión de ayudarlos podría pensarse como el equivalente en la realidad del autor a la misión o el compromiso de denunciar en la obra todos los padecimientos y calvarios que sufren los pobres a causa de la riquezas de otros. Y este desprecio a la alta sociedad se puede pensar como el repudio del comunismo al capitalismo, cuyas bases son la acumulación desmedida del capital a costas de la degradación y explotación de los obreros.

Otro indicio que podemos percibir de la situación de tensión en que se encuentra Brasil en 1937- el estado de sitio y su inherente anulación de los derechos constitucionales- es la violencia con que se presenta a las autoridades policiales, que persiguen con ensañamiento a los jóvenes ladrones sin importar las consecuencias, como la que sucede cuando el Sem Pernas es perseguido por tres policías y decide lanzarse del muro del elevador antes de ser atrapado y llevado a la cárcel o al reformatorio[34]Se puede hacer una analogía de esto con la gobernación de la fuerza militar que hizo abuso de su poder para torturar a los que "amenazaban" la paz social en aquella época.

Regresemos ahora a las estrategias del autor para convencernos de que los capitanes de la arena son buenos en realidad, con citas como las anteriores se genera en el lector cierta simpatía con los niños delincuentes, y hasta comprensión o justificación de sus crímenes: "…y a pesar de que imperaba el terror, cualquiera de esos hogares se abriría para albergar a Pedro Bala, fugitivo de la policía. Porque la revolución es una patria, una familia."[35]

Esta "inocencia" es la que el sacerdote haga muchas veces concesiones con ellos, cubriéndolos en situaciones peligrosas incluso para él mismo, creándole dificultades para conseguir la parroquia que hace años pidió a sus superiores. La gente rica lo critica, las viudas y las mujeres beatas lo juzgan por andar con un grupo de rateros. Estas críticas trascienden hasta llegar a las autoridades eclesiásticas:

"(…) la viuda de Santos se quejó. Usted ayudó a una banda de muchachones a hacerles burlas en una plaza, más aún, incitó a los muchachos a hacerles burlas (…) Usted hace lo que ellos quieren (…) Transa con los robos y con los crímenes de esos perversos (…) por lo que nos vemos obligados a no darle tan pronto la parroquia que ha pedido (…) ¿Usted cree que Dios aprueba lo que está haciendo?"[36]

Aquí el autor denuncia la hipocresía de la Iglesia, que predica amor y ayuda al prójimo pero que castiga al hermano que se interesa por los más necesitados. Ellos, los curas, que deberían tenerles piedad a los pobres y desgraciados, les dan la espalda y se recuestan y defienden a los ricos, que son los que van a diario a la celebración y los que dejan grandes ofrendas en la canasta. Prefieren el interés por los bolsillos abultados de las beatas y viudas antes que la asistencia y misericordia a quienes lo merecen.

El padre José Pedro piensa con dolor en las acusaciones que les proporcionan, cuando sus intenciones eran colaborar, pero como le dijo el Arzobispo, "las buenas intenciones no disculpan las malas acciones[37]Pero sigue convencido de que los capitanes de la arena son niños que necesitan de su intervención, y hace hincapié en muchas situaciones de que no son iguales a los demás chicos de esa edad. Los capitanes de la arena "sabían todo, hasta los secretos del sexo. Eran hombres aunque seguían siendo niños. No se podía tratarlos como niños que van al colegio jesuita (…) aquellos tenían padre, madre, hermanos, ropa y comida"[38]. Pero a pesar de esta adultez forzada que conoce el sexo y el tabaco, que conoce la noche y sus movimientos, cada uno de los chicos lleva dentro de sí a un niño oculto detrás de todo ese odio, un niño que nunca tuvo una caricia ni el cuidado maternal.

La niñez escondida aflora cuando el carrusel llega a la ciudad y todos participan de él y quedan extasiados con las luces, el movimiento y la música de la pianola. Mientras montan y giran sobre los caballos despintados del viejo carrusel se imaginan que son vaqueros con armas que disparan a los demás, y todo el resto del mundo desaparece. Lo disfrutan como todos los niños, y en esa alegría casi felicidad inocente de niños de los capitanes de la arena son iguales a cualquier otro chico de la ciudad[39]

Sienten que les falta algo, no solo una cama caliente sino también palabras maternales que hicieran desaparecer sus temores[40]La falta de amor maternal se ve suplida durante cierto tiempo-tal vez algo breve para tantos años de carencia afectiva- por Dora, en quien todos ven a su madre perdida o fallecida. Es el caso del Gato, que mientras ella le cose un saco sobre su cuerpo

"tiene ganas de echarse en el cuello de Dora y dejar que le cante una canción hasta quedarse dormido, como cuando era chiquito. Todavía es un niño. En edad, porque en lo demás es un hombre, robando para vivir (…) es solamente un niño de 14 años con una madrecita (…) Su felicidad es absurda (…) es como si hubiese conservado un niñito igual a todos"[41]

La alta sociedad les ha quitado todo, su casa, su hogar y familia, su derecho a estudiar, a recibir amor, a jugar, a ser un niño más. La alta sociedad "no sólo era la culpable de la desgracia de los capitanes de la arena, sino que además quería enviarlos la cárcel o al reformatorio que era peor"[42].

En cierta ocasión la policía visita un Candomblé llevándose a uno de los santos negros, Ogum, y sienten que no sólo desean hacer desaparecer de la ciudad a los pobres, sino que no les permiten "bailar, cantarle a su dios ni pedirle una gracia a su dios. No se contentan con matar a los pobres de hambre, sino que además les sacan sus santos"[43]. Con esto el autor quiere dejar en claro que los ricos no sólo marginan aún más a los carecientes al negarle un lugar, una posibilidad, y al cerrarles la puerta en la cara metafóricamente cuando ellos en realidad piden ayuda, sino que además quieren robarle su cultura, su herencia, su identidad e historia de esclavitud y padecimientos, teniendo en cuenta que los sectores más marginados y castigados de Brasil son los sectores de población afrodescendientes[44]

En el capítulo "Compañeros" y "Los atables resuenen como clarines de guerra" el autor plantea cómo el joven Bala se introduce lentamente en el mundo sindical y de las huelgas en cuya defensa su padre pierde la vida. Aquí Pedro experimenta gozo de la palabra "compañeros" que lo hace pensar en que es la palabra más linda del mundo[45]cuando Joao de Adao dice: "-Son compañeros, compañeros- (…) Lo dice una voz en el corazón de Pedro Bala. Es como la melodía de una canción cantada por un negro: -compañeros." Jorge Amado plantea aquí que las huelgas son "la fiesta de los pobres"[46] y que las personas que mueren en la lucha de los derechos de sus colegas de trabajo y de situación de clase también[47]que se da porque existe una clase explotadora-, son recordados con orgullo, con respeto, y esa muerte representa una gloria, una batalla, un verdadero sentimiento de compañerismo.

Desde su militancia comunista no es extraño pensar en que se glorifique a quienes luchan por los derechos de los de los trabajadores explotados en el puerto, ni tampoco que el personaje principal de la obra y el que más nos atrapa resulte un participante activo de las huelgas.

Jorge Amado no se ahorra ninguna descripción al momento de narrar la miseria moral y social con la que conviven los capitanes de la arena, es absolutamente realista, con frecuencia irónico, muestra un profundo análisis psicológico en esta novela, donde refleja su compromiso político denunciando injusticias sociales, y como Gabriela, clavo y canela; Doña Flor y sus dos maridos; Tienda de los milagros y Teresa Batista, cansada de guerra. La obra es dueña de una autenticidad que hace pensar en que sea ésta una historia verídica y no ficcional.

El autor procura destacar la humanidad y amistad que existe entre estos niños que se cuidan unos a otros. Por la ternura y crudeza que emanan de la historia, ésta no perdió valor con el tiempo ni fue condenada al olvido cuando nuevas obras engrandecieron la labor del autor

Capitanes de la arena constituye una bofetada para la sociedad que invita a la reflexión, a la mirada al interior y de la consciencia, invita a las preguntas ¿Qué hay de verdad en el libro? ¿Cuál es la realidad que nos rodea? ¿Qué causa la pobreza? ¿Qué hacemos para erradicarla? Al presentar la vida de los desgraciados nos hace rever la nuestra, nos hace apreciar cuántos bienes valorables hay a nuestro alrededor que pasan sin embargo en nuestra cotidianeidad inadvertidos; es el caso de la libertad, del sol, del agua del inmenso mar que Pedro Bala añora mientras padece su encierro en la celda de castigo con el régimen n° 3-agua y poroto[48]En esta celda el espacio es escaso, al igual que la luz, la comodidad, el aire y la paz. Fuera de ella está todo lo que los capitanes de la arena quieren y necesitan: alimento, agua, la luz del sol, la libertad de las calles, la brisa del viento, la arena donde voltearse negritas, las negritas, los vicios, en fin, allí afuera está le vida, Dura vida, pero libre al fin.

Cabe señalar que la obra fue censurada y quemada en la plaza pública de Salvador. Nunca los señoríos aceptarían reconocer esa realidad de la que ellos son victimarios en gran medida, nunca esa alta sociedad que representaba el poder en toda gran ciudad capitalista miraría a los ojos de los excluidos sociales, y siempre serán "protegidas" por las fuerzas públicas en todas sus formas, incluso la Iglesia.

Conclusión

Para concluir con este trabajo, me he propuesto dejar en claro mis interpretaciones y opiniones acerca de esta maravillosa obra que me ha cautivado de igual manera en las dos oportunidades que tuve de leerla.

Como indicaba anteriormente en la introducción, la madurez que el paso de los años experimenté, los mayores conocimientos que adquirí y el aumento de mi capacidad interpretativa me han permitido disfrutar mucho más la obra durante esta segunda lectura, donde los detalles que en un primer momento me parecieron irrelevantes cobraron aquí mayor importancia para comprender la obra, y para apreciar la belleza del estilo de Jorge Amado.

Partes: 1, 2
Página siguiente