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Francisco de Arango y Parreño, precursor del pensamiento económico cubano

Enviado por Sabdiel Batista Díaz


  1. Resumen
  2. Desarrollo
  3. Objetivos económicos de Arango
  4. Limitantes del pensamiento de Parreño
  5. Bibliografía

Resumen

El político, abogado y economista Francisco de Arango y Parreño ocupó durante finales del siglo XVIII y principios del XIX múltiples cargos comerciales y políticos en Cuba. Desde todos estos cargos y a partir de sus informes y publicaciones modeló el pensamiento económico cubano de la primera mitad del siglo XIX. Su informe de 1792 "Discurso sobre la Agricultura de La Habana y Medios de Fomentarla" y "Resultan grandes perjuicios de que en Europa se haga la fabricación del refino", de 1794; su tercer análisis "Informe del síndico en el expediente instruido por el Consulado de La Habana sobre los medios que conviene proponer para sacar la agricultura y el comercio de la isla del apuro en que se hallan", de 1809 y "Axiomas económico-políticos relativos al comercio colonial presentados al Consejo de las Indias", de 1816, contribuyeron de sobremanera a sus propósitos de llevar la economía cubana a una estructura diferente.

Desarrollo

¿Por qué pensamiento económico cubano? ¿Porque fue generado en Cuba, o porque fue planteado para resolver problemas que afectaban a los habitantes del archipiélago, desde nuestras perspectivas?

Consideramos a Arango y Parreño como uno de los iniciadores del pensamiento económico cubano porque sus ideas estaban encaminadas a solucionar problemas internos, locales, aunque siempre pensó que la resolución de esos problemas era más importante para la Metrópoli que para el desarrollo de la Colonia. Nunca dejó de ver a España como la madre patria, pero fue uno de los primeros que se planteó el objetivo de organizar la economía interna y externa cubana para beneficio de las clases sociales de la Isla.

Francisco de Arango y Parreño nació en la Habana en 1765, de una familia acomodada y con tradición de servicio público. Precisamente unos años antes ya Cuba se incluía entre las naciones americanas consideradas "potencias" en la producción azucarera, por detrás de Santo Domingo y por encima de Jamaica y es ese auge de la plantación azucarera lo que ve Arango y Parreño como el motor fundamental de la economía cubana, y a la mano de obra esclava como fuerza de trabajo fundamental, elemento este criticado por muchos pensadores contemporáneos, pero consecuente con el momento histórico en que planteó su ideario económico.

Debido al auge de esa incipiente industria no es de extrañar que en la Cuba de esos años existiera ya un pensamiento económico de marcada vocación azucarera relativamente importante, pero no sistematizado ni escrito.

Por sus intereses económicos los hacendados criollos se mantuvieron ajenos a la lucha independentista desarrollada en todo el continente durante el primer cuarto del siglo XIX, pues la guerra implicaba su ruina como clase social; quedaron atrapados en un conflicto insoluble: necesitaban libertad para su clase y esclavitud para los negros. A finales del XVIII (Revolución Haitiana, 1791–1804) los hacendados cubanos vieron de cerca lo volátil que podía ser una economía monoproductora y basada en el trabajo esclavo. De ahí salieron valiosas lecciones para los cubanos también y grandes ventajas económicas, pero no vieron las limitantes del trabajo esclavo.

Hay que destacar que Arango es reconocido también por ser un lector asiduo de los más avanzados textos de economía política de su tiempo, entre ellos la obra de Adam Smith; se nutrió a no dudar de las ideas económicas, sociales y políticas de ese momento histórico singular en que el capitalismo emerge con fuerza incontenible en el escenario mundial.

Objetivos económicos de Arango

En su función de Apoderado del Ayuntamiento de La Habana, Arango formuló los siguientes objetivos principales para su labor, que se convirtieron en las causas de toda su carrera:

1. Aumentar la producción agrícola mediante el aumento de obreros, logrado por la facilitación de la importación de esclavos del África.

2. Supresión de las trabas que impedían el comercio con el extranjero.

3. Abolir o disminuir los derechos que oprimían los productos cubanos y proporcionar mercados para estos.

Y es a partir de estos objetivos que en 1792 plantea la propuesta titulada "Discurso sobre la Agricultura de La Habana y Medios de Fomentarla", que el gobierno español aceptó. A partir de las propuestas de Arango se emitieron las disposiciones del Primer Ministro Manuel Godoy. Este decreto reconoció la labor de Arango y estableció las siguientes medidas:

1. Simplificó las regulaciones sobre la importación de esclavos a Cuba.

2. Permitió a los españoles llevar directamente los productos a los puertos extranjeros, obligando solo que las embarcaciones pasasen por España en su viaje de regreso a la América.

3. Exentaba de derechos al azúcar transitado o depositado en España, pero reexportado a países extranjeros.

4. Declaró exenta de todos los derechos y diezmos por diez años las cosechas de algodón, café y añil.

Dos años más tarde, en 1794 Arango y Parreño continúa con sus análisis de la economía cubana con en el informe "Resultan grandes perjuicios de que en Europa se haga la fabricación del refino", en el que analiza los mecanismos empleados por las metrópolis europeas para la dominación colonial. Fue ésta la primera crítica al mercantilismo realizada en una colonia española y constituye por eso una obra pionera del pensamiento económico.

En rasgos generales estas disposiciones de Godoy son una respuesta a los 3 objetivos económicos planteados por Arango, que analizaremos en profundidad. En aras de lograr una mejor comprensión veremos primero juntos los objetivos 2 y 3, dada su estrecha relación y terminaremos con el número 1, que merece no solo un análisis económico, sino también sociológico y antropológico.

Si escuchamos hablar hoy de "Supresión de trabas que impiden el comercio con el extranjero" y "Abolición a los derechos que oprimían los productos cubanos y proporcionar mercados para estos" y de pasada mencionamos a Adam Smith enseguida aparecen las ideas del libre comercio, más conocido en nuestros días como liberalismo o neoliberalismo.

Y, ¿cuáles eran esas trabas que impedían el comercio con el extranjero? En Marzo de 1794. Arango, acompañado por el Conde de Casa Montalvo, visitó a las islas de Barbados y Jamaica, Portugal e Inglaterra y notó que las regulaciones de comercio que existían en esas naciones eran completamente diferentes a las que existían entre España y sus colonias. También eran diferentes las tecnologías que utilizaban en esos países para la obtención de azúcar.

El ejemplo de las colonias antillanas bajo el dominio de Inglaterra y Francia ponía de manifiesto que era posible alcanzar una prosperidad creciente a través de la venta de materias primas y alimentos susceptibles de gran consumo en los mercados europeos.

Sencillamente dicho, el comercio unidireccional y con aranceles altos entre Madrid y La Habana no era rentable. A partir de las disposiciones del Ministro Godoy se potenció la comercialización de productos diversos y se permitió por primera vez realizar transacciones entre los comerciantes cubanos y puertos extranjeros, elemento este fundamental para la búsqueda de nuevos mercados.

También la eliminación de los diezmos de la azúcar, el algodón, el café y el añil representaba una potenciación a las producciones nacionales. Recordemos en esa época ya Cuba entraba en una competencia comercial con Santo Domingo, Haití y Brasil por el monopolio del azúcar y el café, y la existencia en Estados Unidos de un amplio mercado ávido de algodón y añil.

Con estas disposiciones el comercio en Cuba pasaría de tener un carácter centralizado y unidireccional a ser más diverso y funcional, lejos ya de las normas arcaicas implantadas por España, pero con el paso del tiempo se convertía en un sistema comercial monoexportador y monoproductor, con la azúcar como producto principal.

Con todas estas medidas propuestas por Arango y Parreño y aprobadas por Godoy se ve una estrecha relación entre la política y la economía. Fue Arango fiel impulsor del liberalismo económico, pero el más exhaustivo oponente del liberalismo político. Esto se puede comprobar con un análisis de la acepción que usa del concepto "Patria" manejado por él, para referirse a Cuba, que siempre estaba en relación con la metrópoli España.

El primer punto de los objetivos de Arango, aprobado por Godoy, relacionado con la simplificación de las regulaciones para la importación de esclavos africanos todavía hoy se le critica al economista cubano.

Aunque proponía la mayor explotación de las tierras y los recursos cubanos con el fin de tener una agricultura poderosa y diversa no vio la necesidad de tener una mano de obra más preparada para explotar las nuevas tecnologías que se irían introduciendo en la agricultura cubana. Por ejemplo, las plantaciones azucareras cubanas de los primeros años de Arango como Apoderado no tenían sistemas de riego ni tratamiento del suelo con abonos, las mazas de los ingenios eran de madera y eran movidos por fuerzas animal, mientras que una parte importante de los ingenios de Guadalupe, Martinica, Jamaica, Santo Domingo y Haiti ya tenían incipientes sistemas de riego y abono animal, contaban con mazas de hierro y ya existían algunos pocos ingenios que utilizaban molinos de viento o fuerza hidráulica.

Introducir todos esos cambios tecnológicos en Cuba requeriría de una mano de obra más especializada, que a diferencia de los esclavos, pudieran utilizar otras herramientas diferentes a la ruda hoja de corte.

Se comprende en parte las ideas de Arango acerca del trabajo esclavo debido a los sucesos de la cercana Haití. El miedo al negro, surgido en ese contexto, puso a la orden del día las preocupaciones por las sublevaciones de esclavos y el aumento de la represión. Ante esta situación los más preocupados eran precisamente las clases acomodadas y los hacendados que rodeaban a Arango.

Ante esa realidad el sentir de los hacendados esclavistas fue expresado por Arango y Parreño en las Cortes Españolas, donde planteó que la libertad de su clase social era más importante que la libertad del esclavo.

Sometidos en la plantación a la esclavitud de por vida, los esclavos conformaron agrupaciones humanas prácticamente sin mujeres, rompiendo el concepto de familia y de nacionalidad. Fue un poco más tarde, cuando la interrupción del tráfico negrero era evidente que nuestro ilustre estadista logró introducir mujeres esclavas con fines productivos y reproductivos. En su ingenio –el mayor del mundo en la época– durante la década de 1820 toda la caña fue cortada y alzada exclusivamente por negras; mientras la cría de esclavos, a imagen y semejanza de la cría de animales, generó efectos tan horribles como las madres infanticidas que en actos de "amor" optaban por eliminar a sus descendientes para que no sufrieran los horrores de la esclavitud.

Ante la demanda del comercio mundial (inicios del capitalismo como forma de producción) los hacendados cubanos, portadores de las ideas y dueños de la tierra, de las máquinas y de la mano de obra, tuvieron que decidir entre el pragmatismo deshumanizado o la dignidad de los seres humanos; la esclavitud fue la única solución posible para lograr la expansión azucarera.

Optaron por una economía pura al margen de la ética, que obligaba al crecimiento permanente de la población negra, la cual aumentaba el peligro de una insurrección similar a la ocurrida en la vecina isla de Haití. Según datos citados por Don Fernando Ortiz, 236 599 esclavos pasaron por la aduana entre 1790 y 1820, los que -unidos a los de contrabando– eleva la cifra aproximadamente a 400 000 esclavos. Las concesiones para la entrada de esclavos en la época estaban centradas sobre todo en los puertos de Santiago de Cuba, Nuevitas, Batabanó y Trinidad. El azúcar asumió la hegemonía y convirtió a la Isla en una gran plantación, que transformó el relativo carácter patriarcal que tuvo la esclavitud hasta ese momento en explotación intensiva del negro.

Ya en la década de 1830, Cuba se había convertido, de un lado, en la primera exportadora mundial de azúcar, café, mieles (melaza), aguardiente y cobre, y estaba entre las primeras del mundo en cera, miel de abejas y tabaco; y de otro lado, la población negra había superado en número a la blanca.

Esos logros se alcanzaron con fines comerciales capitalistas, pero con formas de producción esclavistas, una deformación de las relaciones de producción que traería sus consecuencias más tarde.

Limitantes del pensamiento de Parreño

Su ideal socio-económico tiene sus limitaciones. La implementación de muchos de los cambios que propugnaba, incluyendo los tecnológicos, responden a los intereses de una nobleza plantacionista y se excluyó el resto de las clases sociales. Otra de sus limitantes fue intentar aplicar una política de desarrollo hacia formas capitalistas sin tener una sólida base económica y social para el proyecto, de ahí las contradicciones internas e inconsecuencias que generó esta política en general.

También es contradictorio el desarrollo económico y en cierta medida industrial que propone, sin tener en cuenta la necesidad de una mano de obra más especializada. Años más tarde otro gran pensador cubano hacía un análisis de la pertinencia de usar mano de obra asalariada y lo comparaba con el trabajo esclavo. José Antonio Saco planteó las ventajas de la fuerza de trabajo asalariada sobre la fuerza de trabajo esclava con relación al funcionamiento del capital mediante los siguientes aspectos:

– Mayor interés en la producción pues cobrarían por sus producciones

– Posibilidad de despedir cuando no cumpla con las expectativas del patrón

– Menos indolencia, sabotaje y robo

– El patrón está libre de erogaciones por nacimientos, enfermedades, bautizos y muertes

– No pierde capital como sucede con la fuga, búsqueda, o sublevaciones de esclavos

El ideal de Arango y Parreño estaba acentuando el carácter monoexportador y pluri-importador de la economía cubana de entonces: propugnaba la producción en la colonia de materias primas/manufacturas y en la metrópoli de productos terminados.

Otras de las limitantes de su pensamiento está condicionada por el mismo carácter monoproductor de Cuba: casi todo el país fue sembrado de caña, no existía rotación de los cultivo porque realmente no habían otros cultivos y la tierra poco a poco se fue degradando. A pesar de que trató de potenciar el estudio de las Ciencias Naturales, la Biología y la Química para que se aplicaran en la agricultura, sobre todo por parte de las clases acomodadas y los hacendados, estas enseñanzas no llegaban a vislumbrar los peligros que significaba la monoproducción.

En fin, la figura de Arango y Parreño significó una impronta para el pensamiento cubano, sobre todo desde el punto de vista económico y político y marcó el ritmo de la economía y el comercio cubano durante casi medio siglo. Sus ideas se inscriben también en una época clave de surgimiento de otros pensadores en las esferas sociales, políticas, educacionales y culturales, por lo que sería desacertado analizar su figura sin tener en cuenta el contexto social en que se desarrolla y la situación económica-social en que se encontraba Cuba.

Bibliografía

• Arango y Parreño: azúcar y exclusión, en http://www.desdecuba.com/dimas/?p=126

• Arango y Parreño, Francisco: Discurso sobre la Agricultura en La Habana y medios para fomentarla en Pichardo, Hortensia: Documentos para la Historia de Cuba, Tomo I, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973.

• Arango y Parreño, Francisco: Obras, Publicaciones de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, Tomo I y II, La Habana, 1952.

• Arango y Parreño: la importancia de su gran aporte, de Gerardo Martí, en http://desdecuba.com/18/articulos/11_01_print

• Francisco de Arango y Parreño, Obras Completas I y II, Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos, No. 22, Ediciones Imagen Contemporánea, La Habana, 2005

• Francisco de Arango y Parreño: su impronta dentro de la ilustración reformista cubana, de Roide Orlando Alfaro Velázquez, en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/cu/2009/roav.htm

• Una aproximación al modelo de la economía de plantación pura en el caso de Cuba, de Ernesto Molina Molina, en http://www.eleconomista.cubaweb.cu/2008/nro324/plantacion-pura.html

 

 

Autor:

Sabdiel Batista Díaz