Tratado de psicología revolucionaria mensaje de navidad de 1975-1976 (página 3)
Enviado por Yunior Andrés Castillo Silverio
Son hechos que ignoramos, cosas que nos sucedían, acontecimientos que se procesan en el subconsciente e inconsciente.
Con justa, razón se nos ha dicho que todo nos sucede, como cuando llueve o como cuando truena.
Realmente tenemos la ilusión de hacer, empero nada hacemos, nos sucede, esto es fatal, mecánico…
Nuestra personalidad es tan sólo el instrumento de distintas gentes (Yoes), mediante la cual cada una de esas gentes (Yoes), cumple sus compromisos.
Por debajo de nuestra capacidad cognoscitiva suceden muchas cosas, desgraciadamente ignoramos lo que por debajo de nuestra pobre razón sucede.
Nos creemos sabios cuando en verdad ni siquiera sabemos que no sabemos. Somos míseros leños, arrastrados por las embravecidas olas del mar de la existencia.
Salir de esta desgracia, de esta inconsciencia, del estado tan lamentable en que nos encontramos, sólo es posible muriendo en sí mismos…
¿Cómo podríamos despertar sin morir previamente?. ¡Sólo con la muerte adviene lo nuevo! Si el germen no muere la planta no nace.
Quien despierta de verdad adquiere por tal motivo plena objetividad de su conciencia, iluminación auténtica, felicidad…
CAPÍTULO XXVI
AUTO-CONCIENCIA INFANTIL
Se nos ha dicho muy sabiamente que tenemos noventa y siete por ciento de SUBCONCIENCIA y TRES POR CIENTO DE CONCIENCIA.
Hablando francamente y sin ambages, diremos que el noventa y siete por ciento de la Esencia que en nuestro interior llevamos, se encuentra embotellada, embutida, metida, dentro de cada uno de los Yoes que en su conjunto constituyen el "Mi Mismo".
Obviamente la Esencia o Conciencia enfrascada entre cada Yo, se procesa en virtud de su propio condicionamiento.
Cualquier Yo desintegrado libera determinado porcentaje de Conciencia, la emancipación o liberación de la Esencia o Conciencia, seria imposible sin la desintegración de cada Yo.
A mayor cantidad de Yoes desintegrados, mayor Auto-Conciencia. A menor cantidad de Yoes desintegrados, menor porcentaje de Conciencia despierta.
El despertar de la Conciencia sólo es posible disolviendo el YO, muriendo en sí mismo, aquí y ahora.
Incuestionablemente mientras la Esencia o Conciencia este embutida entre cada uno de los Yoes que cargamos en nuestro interior, se encuentra dormida, en estado subconsciente.
Es urgente transformar al subconsciente en consciente y esto sólo es posible aniquilando los Yoes; muriendo en sí mismos.
No es posible despertar sin haber muerto previamente en sí mismos. Quienes intentan despertar primero para luego morir, no poseen experiencia real de lo que afirman, marchan resueltamente por el camino del error.
Los niños recién nacidos son maravillosos, gozan de plena auto-conciencia; se encuentran totalmente despiertos.
Dentro del cuerpo del niño recién nacido se encuentra reincorporada la Esencia y eso da a la criatura su belleza.
No querernos decir que el ciento por ciento de la Esencia o Conciencia esté reincorporada en el recién nacido, pero si el tres por ciento libre que normalmente no está enfrascado entre los Yoes.
Sin embargo, ese porcentaje de Esencia libre reincorporado entre el organismo de los niños recién nacidos, les da plena auto-conciencia, lucidez, etc.
Los adultos ven al recién nacido con piedad, piensan que la criatura se encuentra inconsciente, pero se equivocan lamentablemente.
El recién nacido ve al adulto tal como en realidad es; inconsciente, cruel, perverso, etc.
Los Yoes del recién nacido van y vienen, dan vueltas alrededor de la cuna, quisieran meterse entre el nuevo cuerpo, pero debido a que el recién nacido aún no ha fabricado la personalidad, todo intento de los Yoes para entrar en el nuevo cuerpo, resulta algo más que imposible.
A veces las criaturas se espantan al ver a esos fantasmas o Yoes que se acercan a su cuna y entonces gritan, lloran, pero los adultos no entienden esto y suponen que el niño está enfermo o que tiene hambre o sed; tal es la inconsciencia de los adultos.
A medida que la nueva personalidad se va formando, los Yoes que vienen de existencias anteriores, van penetrando poco a poco en el nuevo cuerpo.
Cuando ya la totalidad de los Yoes se ha reincorporado, aparecemos en el mundo con esa horrible fealdad interior que nos caracteriza; entonces, andamos como sonámbulos por todas partes; siempre inconscientes, siempre perversos.
Cuando morimos, tres cosas van al sepulcro: 1) El cuerpo físico. 2) El fondo vital orgánico. 3) La personalidad.
El fondo vital, cual fantasma se va desintegrando poco a poco, frente a la fosa sepulcral a medida que el cuerpo físico se va también desintegrando.
La personalidad es subconsciente o infraconsciente, entra y sale del sepulcro cada vez que quiere, se alegra cuando los dolientes le llevan flores, ama a sus familiares y se va disolviendo muy lentamente hasta convertirse en polvareda cósmica.
Eso que continúa mas allá del sepulcro es el EGO, el YO pluralizado, el mí mismo, un montón de diablos dentro de los cuales se encuentra enfrascada la Esencia, la Conciencia, que a su tiempo y a su hora retorna, se reincorpora.
Resulta lamentable que al fabricarse la nueva personalidad del niño, se reincorporen también los Yoes.
CAPÍTULO XXVII
EL PUBLICANO Y EL FARISEO
Reflexionando un poco sobre las diversas circunstancias de la vida, bien vale la pena comprender seriamente las bases sobre las cuales descansamos.
Una persona descansa sobre su posición, otra sobre el dinero, aquella sobre el prestigio, esa otra sobre su pasado, esta otra sobre tal o cual título, etc., etc., etc.
Lo más curioso es que todos, ya sea rico o mendicante, necesitamos de todos y vivimos de todos, aunque estemos inflados de orgullo y vanidad.
Pensemos por un momento en lo que puedan quitarnos. ¿Cuál sería nuestra suerte en una revolución de sangre y aguardiente?, ¿En qué quedarían las bases sobre las cuales descansamos?, ¡Hay de nosotros, nos creemos muy fuertes y somos espantosamente débiles!
El "Yo" que siente en sí mismo la base sobre la que descansamos, debe ser disuelto si es que en realidad anhelamos la auténtica Bienaventuranza.
Tal "Yo" subestima a las gentes, se siente mejor que todo el mundo, mas perfecto en todo, mas rico, mas inteligente, mas experto en la vida, etc.
Resulta, muy oportuno citar ahora aquella parábola de Jesús el Gran KABIR, acerca de los dos hombres que oraban. Fue dicha a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros.
Jesús el Cristo, dijo: "Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era Fariseo y el otro Publicano. El Fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este Publicano; Ayuno dos veces a la semana, doy diezmo de todo lo que gano. Más el Publicano estando lejos, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios sé propicio a mí, pecador". Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido". (LUCAS XVIII, 10-14)
Empezar a darse cuenta de la propia nadidad y miseria en que nos encontramos, es absolutamente imposible en tanto exista en nosotros el concepto ese del "Más". Ejemplos: Yo soy mas justo que aquél, mas sabio que fulano, mas virtuoso que zutano, mas rico, mas experto en las cosas de la vida, mas casto, mas cumplidor de sus deberes, etc., etc., etc.
No es posible pasar a través del ojo de una aguja mientras seamos "ricos", mientras en nosotros exista ese complejo del "Mas".
"Es mas fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios".
Eso de que tu escuela es la mejor y que la de mi prójimo no sirve; eso de que tu Religión es la única verdadera, la mujer de fulano es una pésima esposa y de que la mía es una santa; Eso de que mi amigo Roberto es un borracho y que yo soy un hombre muy juicioso y abstemio, etc., etc., etc., es lo que nos hace sentirnos ricos; motivo por el cual somos todos los "CAMELLOS" de la parábola bíblica con relación al trabajo esotérico.
Es urgente auto-observarnos de momento en momento con el propósito de conocer claramente los fundamentos sobre los que descansa.
Cuando uno descubre aquello que mas le ofende en un instante dado; la molestia que le dieron por tal o cual cosa; entonces descubre las bases sobre las cuales descansa psicológicamente.
Tales bases constituyen según el Evangelio Cristiano "las arenas sobre las cuales edificó su casa".
Es necesario anotar cuidadosamente como y cuando despreció a otros sintiéndose superior tal vez debido al título o a la posición social o a la experiencia adquirida o al dinero, etc., etc., etc.
Grave es sentirse uno rico, superior a fulano o a zutano por tal o cual motivo. Gente así no puede entrar al Reino de los Cielos.
Bueno es descubrir en que se siente uno halagado, en que es satisfecha su vanidad, esto vendrá a mostrarnos los fundamentos sobre los que nos apoyamos.
Sin embargo, tal clase de observación no debe ser cuestión meramente teórica, debemos ser prácticos y observarnos cuidadosamente en forma directa, de instante en instante.
Cuando uno comienza a comprender su propia miseria y nadidad; cuando abandona los delirios de grandeza; cuando descubre la necedad de tantos títulos, honores y vanas superioridades sobre nuestros semejantes, es señal inequívoca de que ya empieza a cambiar.
Uno no puede cambiar si se cierra a eso que dice: "Mi casa". "Mi dinero". "Mis propiedades". "Mi empleo". "Mis virtudes". "Mis capacidades intelectuales". "Mis capacidades artísticas". "Mis conocimientos". "Mi prestigio" etc., etc., etc.
Eso de aferrarse a lo "Mío" a "Mí", es mas que suficiente como para impedir reconocer nuestra propia nadidad y miseria interior.
Uno se asombra ante el espectáculo de un incendio o de un naufragio; entonces las gentes desesperadas se apoderan muchas veces de cosas que dan risa; cosas sin importancia.
¡Pobres gentes!, Se sienten en esas cosas, descansan en tonterías, se apegan a eso que no tiene la menor importancia.
Sentirse a sí mismos por medio de las cosas exteriores, fundamentarse en ellas, equivale a estar en estado de absoluta inconsciencia.
El sentimiento de la "SEIDAD", (El SER REAL), sólo es posible disolviendo a todos esos "YOES" que en nuestro Interior llevamos; antes, tal sentimiento resulta algo más que imposible.
Desgraciadamente los adoradores del "YO" no aceptan esto; ellos se creen Dioses; piensan que ya poseen esos "Cuerpos Gloriosos" de que hablara Pablo de Tarso; suponen que el "YO" es Divino y no hay quien les quite tales absurdos de la cabeza.
Uno no sabe qué hacer con tales gentes, se les explica y no entienden; siempre aferrados a las arenas sobre las cuales edificaron su casa; siempre metidos en sus dogmas, en sus caprichos, en sus necedades.
Si esas gentes se auto-observaran seriamente, verificarían por si mismos la doctrina de los muchos; descubrirían dentro de sí mismos a toda esa multiplicidad de personas o "Yoes" que viven dentro de nuestro interior.
¿Cómo podría existir en nosotros el real sentimiento de nuestro verdadero SER, cuando esos "Yoes" están sintiendo por nosotros, pensando por nosotros?
Lo más grave de toda esta tragedia es que uno piensa que está pensando, siente que está sintiendo, cuando en realidad es otro el que en un momento dado piensa con nuestro martirizado cerebro y siente con nuestro adolorido corazón.
¡Infelices de nosotros!, Cuántas veces creemos estar amando y lo que sucede es que otro dentro de sí mismos lleno de lujuria utiliza el centro del corazón.
¡Somos unos desventurados, confundimos a la pasión animal con el amor!, y sin embargo es otro dentro de sí mismos, dentro de nuestra personalidad, quien pasa por tales confusiones.
Todos pensamos que jamás pronunciaríamos aquellas palabras del Fariseo en la parábola bíblica: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres", etc., etc., etc.
Sin embargo, y aunque parezca increíble, así procedemos diariamente. El vendedor de carne en el mercado dice: "Yo no soy como los otros carniceros que venden carne de mala calidad y explotan a la gente".
El vendedor de telas en la tienda exclama: "Yo no soy como otros comerciantes que saben robar al medir y que se han enriquecido".
El vendedor de leche afirma: "Yo no soy como otros vendedores de leche que le ponen agua a la misma. Me gusta ser honrado".
La señora de casa comenta en visita, lo siguiente: "Yo no soy como fulana que anda con otros hombres, soy gracias a Dios persona decente y fiel a mi marido".
Conclusión: Los demás son malvados, injustos, adúlteros, ladrones y perversos y cada uno de nosotros una mansa oveja, un "Santito de Chocolate" bueno para tenerlo como un niño de oro en alguna iglesia.
¡Cuán necios somos!, pensamos a menudo que nunca hacemos todas esas tonterías y perversidades que vemos hacer a otros y llegamos por tal motivo a la conclusión de que somos magnificas personas, desgraciadamente no vemos las tonterías y mezquindades que hacemos.
Existen extraños momentos en la vida en que la mente sin preocupaciones de ninguna clase reposa. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en silencio adviene entonces lo nuevo.
En tales instantes es posible ver las bases, los fundamentos, sobre los cuales descansamos.
Estando la mente en profundo reposo ulterior, podemos verificar por sí mismos la cruda realidad de esa arena de la vida, sobre la cual edificamos la casa. (Véase Mateo 7 – Versículos 24-25-26-27-28-29; parábola que trata de los dos cimientos).
CAPÍTULO XXVIII
LA VOLUNTAD
La "Gran Obra" es ante todo, la creación del hombre por sí mismo, a base de trabajos confidentes y padecimientos voluntarios.
La "Gran Obra" es la conquista interior de sí mismos, de nuestra verdadera libertad en Dios.
Necesitamos con urgencia máxima, inaplazable, desintegrar todos esos "Yoes" que viven en nuestro interior si es que en realidad queremos la emancipación perfecta de la Voluntad.
Nicolás Flamel y Raimundo Lulio, pobres ambos, liberaron su voluntad y realizaron innumerables prodigios psicológicos que asombran.
Agripa no llegó nunca mas que a la primera parte de la "Gran Obra" y murió penosamente, luchando en la desintegración de sus "Yoes" con el propósito de poseerse a sí mismo y fijar su independencia.
La emancipación perfecta de la voluntad asegura al sabio el imperio absoluto sobre el Fuego, el Aire, el Agua y la Tierra.
A muchos estudiantes de Psicología contemporánea les parecerá exagerado lo que renglones arriba afirmamos en relación con el poder soberano de la voluntad emancipada; Sin embargo la Biblia nos habla maravillas sobre Moisés.
Según Filón, Moisés era un Iniciado en la tierra de los Faraones a orillas del Nilo, Sacerdote de Osiris, primo del Faraón, educado entre las columnas de ISIS, la Madre Divina, y de OSIRIS nuestro Padre que está en secreto.
Moisés era descendiente del Patriarca Abraham, el gran Mago Caldeo, y del muy respetable Isaac.
Moisés el hombre que liberó el poder eléctrico de la voluntad, posee el don de los prodigios; esto lo saben los Divinos y los humanos. Así está escrito.
Todo lo que las Sagradas Escrituras dicen sobre ese caudillo hebreo, es ciertamente extraordinario, portentoso.
Moisés transforma su bastón en serpiente, transforma una de sus manos en mano de leproso, luego le devuelve la vida.
La prueba aquella del zarzal ardiente ha puesto en claro su poder, la gente comprende, se arrodilla y se prosterna.
Moisés utiliza una Vara Mágica, emblema del poder real, del poder sacerdotal del Iniciado en los Grandes Misterios de la Vida y de la Muerte.
Ante el Faraón, Moisés cambia en sangre el agua del Nilo, los peces mueren, el río sagrado queda infectado, los egipcios no pueden beber de él, y las irrigaciones del Nilo derraman sangre por los campos.
Moisés hace más; logra que aparezcan millonadas de ranas desproporcionadas, gigantescas, monstruosas, que salen del río e invaden las casas. Luego, bajo su gesto, indicador de una voluntad libre y soberana, aquellas ranas horribles desaparecen.
Más como el Faraón no deja libre a los israelitas. Moisés obra nuevos prodigios: cubre la tierra de suciedad, suscita nubes de moscas asqueantes e inmundas, que después se da el lujo de apartar.
Desencadena la espantosa peste, y todos los rebaños excepto los de los judíos mueren.
Cogiendo hollín del homo —dicen las Sagradas Escrituras— lo tira al aire y, cayendo sobre los Egipcios, les causa pústulas y úlceras.
Extendiendo su famoso bastón Mágico, Moisés hace llover un granizo del cielo que en forma inclemente destruye y mata. A continuación hace estallar el rayo flamígero, retumba el trueno aterrador y llueve espantosamente, luego con un gesto devuelve la calma.
Sin embargo el Faraón continúa inflexible. Moisés, con un golpe tremendo de su vara mágica, hace surgir como por encanto nubes de langostas, luego vienen tinieblas. Otro golpe con la vara y todo retorna al orden original.
Muy conocido es el final de todo aquel Drama Bíblico del Antiguo Testamento: Interviene Jehová, hace morir a todos los primogénitos de los egipcios y al Faraón no le queda más remedio que dejar marchar a los hebreos.
Posteriormente Moisés se sirve de su vara mágica para hender las aguas del Mar Rojo y atravesarlas a pie seco.
Cuando los guerreros egipcios se precipitan por allí persiguiendo a los israelitas, Moisés con un gesto, hace que las aguas se vuelvan a cerrar tragándose éstas a los perseguidores.
Incuestionablemente muchos Seudo-Ocultistas al leer todo esto, quisieran hacer lo mismo, tener los mismos poderes de Moisés, sin embargo esto resulta algo más que imposible en tanto la Voluntad continúe embotellada entre todos y cada uno de esos "Yoes" que en los distintos trasfondos de nuestra psiquis cargamos.
La Esencia embutida entre el "Mi Mismo" es el Genio de la lámpara de Aladino, anhelando libertad… Libre tal Genio, puede realizar prodigios.
La Esencia es "Voluntad-Conciencia" desgraciadamente procesándose en virtud de nuestro propio condicionamiento.
Cuando la Voluntad se libera, entonces se mezcla o fusiona integrándose así con la Voluntad Universal, haciéndose por esto soberana.
La Voluntad individual fusionada con la Voluntad Universal, puede realizar todos los prodigios de Moisés.
Existen tres clases de actos: A) Aquellos que corresponden a la Ley de los accidentes. B) Esos que pertenecen a la Ley de Recurrencia, hechos siempre repetidos en cada existencia. C) Acciones determinadas intencionalmente por la Voluntad-Consciente.
Incuestionablemente sólo gentes que hayan liberado su Voluntad mediante la muerte del "Mí Mismo", podrán realizar actos nuevos nacidos de su libre albedrío.
Los actos comunes y corrientes de la humanidad, son siempre el resultado de la Ley de Recurrencia o el mero producto de accidentes mecánicos.
Quien posee Voluntad libre de verdad, puede originar nuevas circunstancias; quien tiene su Voluntad embotellada entre el "Yo Pluralizado", es victima de las circunstancias.
En todas las páginas bíblicas existe un despliegue maravilloso de Alta Magia, Videncia, Profecía, Prodigios, Transfiguraciones, Resurrección de muertos, ya por insuflación o por imposición de manos o por la mirada fija sobre el nacimiento de la nariz, etc., etc., etc.
Abunda en la Biblia el masaje, el aceite sagrado, los pases magnéticos, la aplicación de un poco de saliva sobre la parte enferma, la lectura del pensamiento ajeno, los transportes, las apariciones, las palabras venidas del cielo, etc., etc., etc., verdaderas maravillas de la Voluntad Conciente liberada, emancipada, soberana.
¿Brujos?, ¿Hechiceros?, ¿Magos Negros?, Abundan como la mala hierba; empero esos no son Santos, ni Profetas, ni Adeptos de la Blanca Hermandad.
Nadie podría llegar a la "Iluminación Real", ni ejercer el Sacerdocio Absoluto de la Voluntad-Conciente, si previamente no hubiera muerto radicalmente en sí mismo, aquí y ahora.
Muchas gentes nos escriben frecuentemente quejándose de no poseer Iluminación, pidiendo poderes, exigiéndonos claves que les conviertan en Magos, etc., etc., etc., empero nunca se interesan por auto-observarse, por auto-conocerse, por desintegrar esos agregados psíquicos, esos "Yoes" dentro de los cuales se encuentra enfrascada la Voluntad, la Esencia.
Personas así, obviamente están condenadas al fracaso. Son gentes que codician las facultades de los Santos, pero que de ninguna manera están dispuestas a morir en sí mismas.
Eliminar errores es algo mágico, maravilloso de por sí, que implica rigurosa auto-observación psicológica.
Ejercer poderes es posible cuando se libera radicalmente el poder maravilloso de la Voluntad.
Desgraciadamente como las gentes tienen la voluntad enfrascada entre cada "Yo", obviamente aquella se encuentra dividida en múltiples voluntades que se procesan cada una en virtud de su propio condicionamiento.
Resulta claro comprender que cada "Yo" posee por tal causa su voluntad inconsciente, particular.
Las innumerables voluntades enfrascadas entre los "Yoes", chocan entre sí frecuentemente, haciéndonos por tal motivo impotentes, débiles, miserables, victimas de las circunstancias, incapaces.
CAPÍTULO XXIX
LA DECAPITACIÓN
A medida que uno trabaja sobre sí mismo va comprendiendo cada vez más y más, la necesidad de eliminar radicalmente de su naturaleza interior, todo eso que nos hace tan abominables.
Las peores circunstancias de la vida las situaciones más críticas, los hechos mas difíciles, resultan siempre maravillosos para el auto-descubrimiento intimo.
En esos momentos insospechados, críticos, afloran siempre y cuando menos lo pensemos, los Yoes mas secretos; si estamos alertas incuestionablemente nos descubrimos.
Las épocas más tranquilas de la vida, son precisamente las menos favorables para el trabajo sobre sí mismo.
Existen momentos de la vida demasiado complicados en que uno tiene marcada tendencia a identificarse fácilmente con los sucesos y a olvidarse completamente de sí mismos; en esos instantes hace uno tonterías que a nada conducen; si se estuviese alerta, si en esos mismos momentos en vez de perder la cabeza, se acordase de sí mismo, descubriría con asombro ciertos Yoes de los cuales jamás tuvo ni la más mínima sospecha de su posible existencia.
El sentido de la auto-observación intima, se encuentra atrofiado en todo ser humano; trabajando seriamente, auto-observándose de momento en momento; tal sentido se desarrollará en forma progresiva.
A medida que el sentido de auto-observación prosiga su desarrollo mediante el uso continuo, nos iremos haciendo cada vez mas capaces de percibir en forma directa aquellos Yoes sobre los cuales jamás tuvimos dato alguno relacionado con su existencia.
Ante el sentido de auto-observación intima cada uno de los Yoes que en nuestro interior habitan, asumen realmente esta o aquella figura secretamente afín con el defecto personificado por la misma. Indubitablemente la imagen de cada uno de estos Yoes tiene cierto sabor psicológico inconfundible mediante el cual aprehendemos, capturamos, atrapamos instintivamente su naturaleza íntima, y el defecto que le caracteriza.
En principio el esoterista no sabe por donde empezar, ante la necesidad de trabajar sobre sí mismo pero se halla completamente desorientado.
Aprovechando los momentos críticos, las situaciones mas desagradables, los instantes mas adversos, si estamos alertas descubriremos nuestros defectos sobresalientes, los Yoes que debemos desintegrar urgentemente.
A veces puede empezarse por la ira o por el amor propio, o por el desdichado segundo de lujuria, etc., etc., etc.
Es necesario tomar nota sobre todo en nuestros estados psicológicos diarios, si es que de verdad queremos un cambio definitivo.
Antes de acostarnos conviene que examinemos los hechos ocurridos en el día, las situaciones embarazosas, la carcajada estruendosa de Aristófanes y la sonrisa sutil de Sócrates.
Puede que hayamos herido a alguien con una carcajada, puede que hayamos enfermado a alguien con una sonrisa o con una mirada fuera de lugar.
Recordemos que en esoterismo puro, bueno es todo lo que está en su lugar, malo es todo lo que está fuera de lugar.
El agua en su lugar es buena pero si ésta inundare la casa estaría fuera, de lugar, causaría daños, seria mala y perjudicial.
El fuego en la cocina y dentro de su lugar, además de ser útil es bueno; fuera de su lugar quemando los muebles de la sala, seria malo y perjudicial.
Cualquier virtud por santa que sea, en su lugar es buena, fuera de lugar es mala y perjudicial. Con las virtudes podemos dañar a otros. Es indispensable colocar las virtudes en su lugar correspondiente.
¿Qué diríais de un sacerdote que estuviese predicando la palabra del Señor dentro de un prostíbulo?. ¿Qué diríais de un varón manso y tolerante que estuviese bendiciendo a una cuadrilla de asaltantes que intentasen violarle la mujer y las hijas?. ¿Qué diríais de esa clase de tolerancia llevada al exceso?. ¿Qué pensaríais sobre la actitud caritativa de un hombre que en vez de llevar comida a casa, repartiese el dinero entre mendicantes del vicio?. ¿Qué opinaríais sobre el hombre servicial que en un instante dado prestase un puñal a un asesino?.
Recordad querido lector que entre las cadencias del verso también se esconde el delito. Hay mucha virtud en los malvados y hay mucha maldad en los virtuosos.
Aunque parezca increíble dentro del mismo perfume de la plegaria también se esconde el delito.
El delito se disfraza de santo, usa las mejores virtudes, se presenta como mártir y hasta oficia en los templos sagrados.
A medida que el sentido de la auto-observación intima se desarrolla en nosotros mediante el uso continuo, podremos ir viendo todos esos Yoes que sirven de fundamento básico a nuestro temperamento individual, ya sea este último, sanguíneo o nervioso, flemático o bilioso.
Aunque usted no lo crea, querido lector, detrás del temperamento que poseemos se esconde entre las mas remotas profundidades de nuestra psiquis, las creaciones diabólicas mas execrables.
Ver tales creaciones, observar esas monstruosidades del infierno dentro de las cuales se halla embotellada nuestra mismísima conciencia, se hace posible con el desarrollo siempre progresivo del sentido de auto-observación intima.
En tanto un hombre no haya disuelto estas creaciones del infierno, estas aberraciones de sí mismo, Indubitablemente en lo más hondo, en lo más profundo, continuará siendo algo que no debiera existir, una deformidad, una abominación.
Lo más grave de todo esto es que el abominable no se da cuenta de su propia abominación, se cree bello, justo, buena persona, y hasta se queja de la incomprensión de los demás, lamenta la ingratitud de sus semejantes, dice que no le entienden, llora afirmando que le deben, que le han pagado con moneda negra, etc., etc., etc.
El sentido de la auto-observación íntima nos permite verificar por si mismos y en forma directa el trabajo secreto mediante el cual en tiempo dado estamos disolviendo tal o cual Yo (tal o cual defecto psicológico), posiblemente descubierto en condiciones difíciles y cuando menos lo sospechábamos.
¿Habéis pensado tú alguna vez en la vida sobre lo que más os agrada o desagrada?. ¿Tú, habéis reflexionado sobre los resortes secretos de la acción?. ¿Por qué queréis tener una bella casa?. ¿Por qué deseáis tener un coche último modelo?. ¿Por qué queréis estar siempre a la última moda?. ¿Por qué codiciáis no ser codicioso?. ¿Qué es lo que más te ofendió en un momento dado?. ¿Qué es lo que más os halagó ayer?. ¿Por qué os sentisteis superior a fulano o a fulana de tal, en determinado instante?. ¿A qué hora te sentisteis superior a alguien?. ¿Por qué te engreísteis al relatar tus triunfos?. ¿No pudisteis callar cuando murmuraban de otra persona conocida?. ¿Recibisteis la copa de licor por cortesía?. ¿Aceptaste fumar tal vez no teniendo el vicio, posiblemente por el concepto de educación o de hombría?. ¿Estáis tú seguro de haber sido sincero en aquella conversación?. ¿Y cuando te Justificas a ti mismo, y cuando te alabas, y cuando cuentas tus triunfos y los relatas repitiendo lo que antes dijiste a los demás, comprendiste que eras vanidoso?.
El sentido de la auto-observación íntima, además de permitirte ver claramente al Yo que estáis disolviendo, te permitirá también ver los resultados patéticos y definidos de tu trabajo interior.
En principio estas creaciones del infierno, estas aberraciones psíquicas que desgraciadamente te caracterizan, son más feas y monstruosas que las bestias más horrendas que existen en el fondo de los mares o en las selvas más profundas de la tierra; conforme avancéis en vuestro trabajo podéis evidenciar mediante el sentido de auto-observación interior el hecho sobresaliente de que aquellas abominaciones van perdiendo volumen, se van empequeñeciendo…
Resulta interesante saber que tales bestialidades conforme decrecen en tamaño, conforme pierden volumen y se empequeñecen, ganan en belleza, asumen lentamente la figura infantil; por último se desintegran, se convierten en polvareda cósmica, entonces la Esencia enfrascada, se libera, se emancipa, despierta.
Indubitablemente la mente no puede alterar fundamentalmente ningún defecto psicológico; obviamente el entendimiento puede darse el lujo de rotular un defecto con tal o cual nombre, de justificarlo, de pasarlo de un nivel a otro, etc., mas no podría por sí mismo aniquilarlo, desintegrarlo.
Necesitamos urgentemente de un poder flamígero superior a la mente, de un poder que sea capaz por si mismo de reducir tal o cual defecto psicológico a mera polvareda cósmica.
Afortunadamente existe en nosotros ese poder serpentino, ese fuego maravilloso que los viejos alquimistas medievales bautizaron con el nombre misterioso de Stella Maris, la Virgen del Mar, el Azoe de la Ciencia de Hermes, la Tonantzín del México Azteca, esa derivación de nuestro propio ser intimo, Dios Madre en nuestro interior simbolizado siempre con la serpiente sagrada de los Grandes Misterios.
Si después de haber observado y comprendido profundamente tal o cual defecto psicológico (tal o cual Yo), suplicamos a nuestra Madre Cósmica particular, pues cada uno de nos tiene la suya propia, desintegre, reduzca a polvareda cósmica, este o aquel defecto, aquel Yo, motivo de nuestro trabajo interior, podéis estar seguro de que el mismo perderá volumen y lentamente se irá pulverizando.
Todo esto implica naturalmente sucesivos trabajos de fondo, siempre continuos, pues ningún Yo, puede ser desintegrado jamás instantáneamente. El sentido de auto-observación íntima podrá ver el avance progresivo del trabajo relacionado con la abominación que nos interese verdaderamente desintegrar.
Stella Maris aunque parezca increíble es la signatura astral de la potencia sexual humana.
Obviamente Stella Maris tiene el poder efectivo para desintegrar las aberraciones que en nuestro interior psicológico cargamos.
La decapitación de Juan Bautista es algo que nos invita a la reflexión, no sería posible ningún cambio psicológico radical si antes no pasáramos por la decapitación.
Nuestro propio ser derivado, Tonantzín, Stella Maris como potencia eléctrica desconocida para la humanidad entera y que se halla latente en el fondo mismo de nuestra psiquis, ostensiblemente goza del poder que le permite decapitar a cualquier Yo antes de la desintegración final.
Stella Maris es ese fuego filosofal que se encuentra latente en toda materia orgánica e inorgánica.
Los impulsos psicológicos pueden provocar la acción intensiva de tal fuego y entonces la decapitación se hace posible.
Algunos Yoes suelen ser decapitados al comienzo del trabajo psicológico, otros en el medio y los últimos al final. Stella Maris como potencia ígnea sexual tiene conciencia plena del trabajo a realizar y realiza la decapitación en el momento oportuno, en el instante adecuado.
En tanto no se haya producido la desintegración de todas estas abominaciones psicológicas, de todas estas lascivias, de todas estas maldiciones, robo, envidia, adulterio secreto o manifiesto, ambición de dinero o de poderes psíquicos, etc., aún cuando nos creamos personas honorables, cumplidoras de la palabra, sinceras, corteses, caritativas, hermosas en el interior, etc., obviamente no pasaremos de ser más que sepulcros blanqueados, hermosos por fuera mas por dentro llenos de asqueante podredumbre.
La erudición libresca, la pseudo-sapiencia, la información completa sobre las sagradas escrituras, ya sean éstas de oriente o de occidente,, del norte o del sur, el pseudo-ocultismo, el pseudo-esoterismo, la absoluta seguridad de estar bien documentados, el sectarismo intransigente con pleno convencimiento, etc., de nada sirve porque en realidad solo existe en el fondo eso que ignoramos, creaciones del infierno, maldiciones, monstruosidades que se esconden tras la cara bonita, tras el rostro venerable, bajo el ropaje santísimo del líder sagrado, etc.
Tenemos que ser sinceros consigo mismo, preguntamos qué es lo que queremos, si hemos venido a la Enseñanza Gnóstica por mera curiosidad, si de verdad no es pasar por la decapitación lo que estamos deseando, entonces nos estamos engañando a sí mismos, estamos defendiendo nuestra propia podredumbre, estamos procediendo hipócritamente.
En las escuelas más venerables de la sapiencia esotérica y del ocultismo existen muchos equivocados sinceros que de verdad quieren auto-realizarse pero que no están dedicados a la desintegración de sus abominaciones interiores.
Son muchas las gentes que suponen que mediante las buenas intenciones es posible llegar a la santificación. Obviamente en tanto no se trabaje con intensidad sobre esos Yoes que en nuestro interior cargamos, ellos continuarán existiendo bajo el fondo de la mirada piadosa y de la buena conducta.
Ha llegado la hora de saber que somos unos malvados disfrazados con la túnica de la santidad; ovejas con piel de lobo; caníbales vestidos con traje de caballero; verdugos escondidos tras del signo sagrado de la cruz, etc.
Por muy majestuosos que aparezcamos dentro de nuestros templos, o dentro de nuestras aulas de luz y de armonía, por muy serenos y dulces que nos vean nuestros semejantes, por muy reverendos y humildes que parezcamos, en el fondo de nuestra psiquis continúan existiendo todas las abominaciones del infierno y todas las monstruosidades de las guerras.
En Psicología Revolucionaria se nos hace evidente la necesidad de una transformación radical y ésta solo es posible declarándonos a sí mismos una guerra a muerte, despiadada y cruel.
Ciertamente nosotros todos no valemos nada, somos cada uno de nos la desgracia de la tierra, lo execrable.
Afortunadamente Juan Bautista nos enseñó el camino secreto: MORIR EN SÍ MISMOS MEDIANTE LA DECAPITACIÓN PSICOLÓGICA.
CAPÍTULO XXX
EL CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE
No existiendo una verdadera individualidad, resulta imposible que haya continuidad de propósitos.
Si no existe el individuo psicológico, si en cada uno de nosotros viven muchas personas, si no hay sujeto responsable, seria absurdo exigirle a alguien continuidad de propósitos.
Bien sabemos que dentro de una persona viven muchas personas, entonces el sentido pleno de la responsabilidad no existe realmente en nosotros.
Lo que un Yo determinado afirma en un instante dado, no puede revestir ninguna seriedad debido al hecho concreto de que cualquier otro Yo puede afirmar exactamente lo contrario en cualquier otro momento.
Lo grave de todo esto es que muchas gentes creen poseer el sentido de responsabilidad moral y se auto-engañan afirmando ser siempre las mismas.
Personas hay que en cualquier instante de su existencia vienen a los estudios Gnósticos, resplandecen con la fuerza del anhelo, se entusiasman con el trabajo esotérico y hasta juran consagrar la totalidad de su existencia a estas cuestiones.
Incuestionablemente todos los hermanos de nuestro movimiento llegan hasta admirar a un entusiasta así.
Uno no puede menos que sentir gran alegría al escuchar personas de esta clase, tan devotas y definitivamente sinceras.
Sin embargo el idilio no dura mucho tiempo, cualquier día debido a tal o cual motivo justo o injusto, sencillo o complicado, la persona se retira de la Gnosis, entonces abandona el trabajo y para enderezar el entuerto, o tratando de justificarse a sí misma, se afilia a cualquier otra organización mística y piensa que ahora va mejor.
Todo este ir y venir, todo este cambiar incesante de escuelas, sectas, religiones, se debe a la multiplicidad de Yoes que en nuestro interior luchan entre sí por su propia supremacía.
Como quiera que cada Yo posee su propio criterio, su propia mente, sus propias ideas, es apenas normal este cambio de pareceres, este mariposear constante de organización, de ideal en ideal, etc.
El sujeto en sí, no es más que una máquina que tan pronto sirve de vehículo a un Yo, como a otro.
Algunos Yoes místicos se auto-engañan, después de abandonar tal o cual secta resuelven creerse Dioses, brillan como luces fatuas y por último desaparecen.
Personas hay que por un momento se asoman al trabajo esotérico y luego en el instante en que otro Yo interviene, abandonan definitivamente estos estudios y se dejan tragar por la vida.
Obviamente si uno no lucha contra la vida, ésta se lo devora y son raros los aspirantes que de verdad no se dejan tragar por la vida.
Existiendo dentro de nosotros toda una multiplicidad de Yoes, el centro de gravedad permanente no puede existir.
Es apenas normal que no todos los sujetos se auto-realicen íntimamente. Bien sabemos que la auto-realización íntima del ser exige continuidad de propósitos y como quiera que es muy difícil encontrar a alguien que tenga un centro de gravedad permanente, entonces no es extraño que sea muy rara la persona que llegue a la auto-realización interior profunda.
Lo normal es que alguien se entusiasme por el trabajo esotérico y que luego lo abandone; lo extraño es que alguien no abandone el trabajo y llegue a la meta.
Ciertamente y en nombre de la verdad, afirmamos que el Sol está haciendo un experimento de laboratorio muy complicado y terriblemente difícil.
Dentro del animal intelectual equivocadamente llamado hombre, existen gérmenes que convenientemente desarrollados pueden convertirse en hombres solares.
Sin embargo no está de más aclarar que no es seguro que esos gérmenes se desarrollen, lo normal es que se degeneren y pierdan lamentablemente.
En todo caso los citados gérmenes que han de convertirnos en hombres solares necesitan de un ambiente adecuado, pues bien sabido es que la semilla, en un medio estéril no germina, se pierde.
Para que la semilla real del hombre depositada en nuestras glándulas sexuales, pueda germinar se necesita continuidad de propósitos y cuerpo físico normal.
Si los científicos continúan haciendo ensayos con las glándulas de secreción interna, cualquier posibilidad de desarrollo de los mencionados gérmenes podrá perderse.
Aunque parezca increíble, las hormigas pasaron ya por un proceso similar, en un remoto pasado arcaico de nuestro planeta Tierra.
Uno se llena de asombro al contemplar la perfección de un palacio de hormigas. No hay duda de que el orden establecido en cualquier hormiguero es formidable.
Aquellos Iniciados que han despertado conciencia saben por experiencia mística directa, que las hormigas en tiempos que ni remotamente sospechan los historiadores más grandes del mundo, fueron una raza humana que creó una, poderosísima civilización socialista.
Entonces eliminaron los dictadores de aquella familia, Las diversas sectas religiosas y el libre albedrío, pues todo ello les restaba poder y ellos necesitaban ser totalitarios en el sentido mas completo de la palabra.
En estas condiciones, eliminada la iniciativa individual y el derecho religioso, el animal intelectual se precipitó por el camino de la involución y degeneración.
A todo lo antes dicho se añadieron los experimentos científicos; trasplantes de órganos, glándulas, ensayos con hormonas, etc., etc., etc., cuyo resultado fue el empequeñecimiento gradual y la alteración morfológica de aquellos organismos humanos hasta convertirse por último en las hormigas que conocemos.
Toda aquella civilización, todos esos movimientos relacionados con el orden social establecido se volvieron mecánicos y se heredaron de padres a hijos; hoy uno se llena de sombro al ver un hormiguero, mas no podemos menos que lamentar su falta de inteligencia.
Si no trabajamos sobre sí mismos, involucionamos y degeneramos espantosamente.
El experimento que el Sol está haciendo en el laboratorio de la naturaleza, ciertamente además de ser difícil ha dado muy pocos resultados.
Crear hombres solares solo es posible cuando existe verdadera cooperación en cada uno de nosotros.
No es posible la creación del hombre solar si no establecemos antes un centro de gravedad permanente en nuestro interior.
¿Cómo podríamos tener continuidad de propósitos si no establecemos en nuestra psiquis el centro de gravedad?.
Cualquier raza creada por el Sol, ciertamente no tiene otro objetivo en la naturaleza, que el de servir a los intereses de esta creación y al experimento solar.
Si el Sol fracasa en su experimento, pierde todo interés por una raza así y ésta de hecho queda condenada a la destrucción y a la involución.
Cada una de las razas que han existido sobre la faz de la Tierra ha servido para el experimento solar. De cada raza ha logrado el Sol algunos triunfos, cosechando pequeños grupos de hombres solares.
Cuando una raza ha dado sus frutos, desaparece en forma progresiva o perece violentamente mediante grandes catástrofes.
La creación de hombres solares es posible cuando uno lucha por independizarse de las fuerzas lunares. No hay duda de que todos estos Yoes que llevamos en nuestra psiquis, son de tipo exclusivamente lunar.
En modo alguno sería imposible liberarnos de la fuerza lunar si no estableciéramos previamente en nosotros un centro de gravedad permanente.
¿Cómo podríamos disolver la totalidad del Yo pluralizado si no tenemos continuidad de propósitos?. ¿De qué manera podríamos tener continuidad de propósitos sin haber establecido previamente en nuestra psiquis un centro de gravedad permanente?.
Como quiera que la raza actual en vez de independizarse de la influencia lunar, ha perdido todo interés por la inteligencia solar, incuestionablemente se ha condenado a sí misma hacia la Involución y degeneración.
No es posible que el hombre verdadero surja mediante la mecánica evolutiva. Bien sabemos que la evolución y su hermana gemela la involución, son tan solo dos leyes que constituyen el eje mecánico de toda la naturaleza. Se evoluciona hasta cierto punto perfectamente definido y luego viene el proceso involutivo; a toda subida le sucede una bajada y viceversa.
Nosotros somos exclusivamente máquinas controladas por distintos Yoes. Servimos a la economía de la naturaleza, no tenemos una individualidad definida como suponen equivocadamente muchos seudo-esoteristas y seudo-ocultistas.
Necesitamos cambiar con urgencia máxima a fin de que los gérmenes del hombre den sus frutos.
Solo trabajando sobre sí mismos con verdadera continuidad de propósitos y sentido completo de responsabilidad moral podemos convertimos en hombres solares. Esto implica consagrar la totalidad de nuestra existencia al trabajo esotérico sobre sí mismos.
Aquellos que tienen esperanza en llegar al estado solar mediante la mecánica de la evolución, se engañan a sí mismos y se condenan de hecho a la degeneración Involutiva.
En el trabajo esotérico no podemos darnos el lujo de la versatilidad; esos que tienen ideas veletas, esos que hoy trabajan sobre su psiquis y mañana se dejan tragar por la vida, esos que buscan evasivas, justificaciones, para abandonar el trabajo esotérico degenerarán e involucionaran.
Algunos aplazan el error, dejan toda para un mañana mientras mejoran su situación económica, sin tener en cuenta que el experimento solar es algo muy distinto a su criterio personal y a sus consabidos proyectos.
No es tan fácil convertirse en hombre solar cuando cargamos la Luna en nuestro interior, (El Ego es lunar).
La tierra tiene dos lunas; la segunda de esta es llamada Lilith y se haya un poco mas distante que la luna blanca.
Los astrónomos suelen ver a Lilith cómo una lenteja pues es de muy poco tamaño. Esa es la Luna negra.
Las fuerzas más siniestras del Ego llegan a la Tierra desde Lilith y producen resultados psicológicos infrahumanos y bestiales.
Los crímenes de la prensa Roja, asesinatos más monstruosos de la historia, los delitos más insospechados, etc., etc., etc., se deben a las ondas vibratorias de Lilith.
La doble influencia lunar representada en el ser humano mediante el Ego que carga en su interior hace de nosotros un verdadero fracaso.
Si no vemos la urgencia de entregar la totalidad de nuestra existencia al trabajo sobre sí mismos con el propósito de liberarnos de la doble fuerza lunar, terminaremos tragados por la Luna, involucionando, degenerando cada vez más y más dentro de ciertos estados que bien podríamos calificar de inconscientes e infraconscientes.
Lo grave de todo esto es que no poseemos la verdadera individualidad, si tuviéramos un centro de gravedad permanente trabajaríamos de verdad seriamente hasta lograr el estado solar.
Hay tantas disculpas en estas cuestiones, hay tantas evasivas, existen tantas atracciones fascinantes, que de hecho suele hacerse casi imposible comprender por tal motivo la urgencia del trabajo esotérico.
Sin embargo el pequeño margen que tenemos del libre albedrío y la Enseñanza Gnóstica orientada hacia el trabajo práctico, podrían servirnos de basamento para nuestros nobles propósitos relacionados con el experimento solar.
La mente veleta no entiende lo que aquí estamos diciendo, lee este capítulo y posteriormente lo olvida; viene después otro libro y otro, y al final concluimos afiliándonos a cualquier institución que nos venda pasaporte para el cielo, que nos hable en forma más optimista, que nos asegure comodidades en el mas allá.
Así son las gentes, meras marionetas controladas por hilos invisibles, muñecos mecánicos con ideas veletas y sin continuidad de propósitos.
CAPÍTULO XXXI
EL TRABAJO ESOTÉRICO GNÓSTICO
Es urgente estudiar la Gnosis y utilizar las ideas prácticas que en esta obra damos para trabajar seriamente sobre sí mismos.
Sin embargo no podríamos trabajar sobre sí mismos con la intención de disolver tal o cual "Yo" sin haberlo observado previamente.
La observación de sí mismo permite que penetre un rayo de luz en nuestro interior.
Cualquier "Yo" se expresa en la cabeza de un modo, en el corazón de otro modo y en el sexo de otro modo.
Necesitamos observar al "Yo" que en un momento dado hallamos atrapado, urge verlo en cada uno de estos tres centros de nuestro organismo.
En relación con otras gentes si estamos alertas y vigilantes como el vigía en época de guerra, nos auto-descubrimos.
¿Recuerda Ud. a qué hora le hirieron su vanidad?, ¿Su orgullo?, ¿Qué fue lo que más le contrarió en el día?, ¿Por qué tuvo esa contrariedad?, ¿Cuál su causa secreta?, Estudie esto, observe su cabeza, corazón y sexo…
La vida práctica es una escuela maravillosa; en la interrelación podemos descubrir esos "Yoes" que en nuestro interior cargamos.
Cualquier contrariedad, cualquier incidente, puede conducirnos mediante la auto-observación íntima, al descubrimiento de un "Yo", ya sea éste de amor propio, envidia, celos, ira, codicia, sospecha, calumnia, lujuria, etc., etc., etc.
Necesitamos conocemos a sí mismos antes de poder conocer a los demás. Es urgente aprender a ver el punto de vista ajeno.
Si nos ponemos en el lugar de los demás, descubrimos que los defectos psicológicos que a otros endilgamos, los tenemos muy sobrados en nuestro interior.
Amar al prójimo es indispensable, mas uno no podría amar a otros si antes no aprende a ponerse en la posición de otra persona en el trabajo esotérico.
La crueldad continuará existiendo sobre la faz de la tierra, en tanto no hayamos aprendido a ponernos en el lugar de otros.
¿Mas si uno no tiene el valor de verse a sí mismo, cómo podría colocarse en el lugar de otros?.
¿Por qué habríamos de ver exclusivamente la parte mala de otras personas?.
La antipatía mecánica hacia otra persona que por vez primera conocemos, indica que no sabemos ponernos en el lugar del prójimo, que no amamos al prójimo, que tenemos la conciencia demasiado dormida.
¿Nos cae muy antipática determinada persona?, ¿Por que motivo?, ¿Tal vez bebe?, Observémonos… ¿Estamos seguros de nuestra virtud?, ¿Estamos seguros de no cargar en nuestro interior el "Yo" de la embriaguez?.
Mejor seria que al ver un borracho haciendo payasadas dijéramos: "Este soy yo, que payasadas estoy haciendo.
Es usted una mujer honesta y virtuosa y por ello le cae mal cierta dama; siente antipatía por ella. ¿Por qué?, ¿Se siente muy segura de sí misma?, ¿Cree usted que dentro de su interior no tiene el "Yo" de la lujuria?, ¿Piensa que aquella dama desacreditada por sus escándalos y lascivias es perversa?, ¿Está usted segura de que en su interior no existe la lascivia y perversidad que usted ve en esa mujer?.
Mejor sería que se auto-observase íntimamente y que en profunda meditación ocupase el lugar de aquella mujer a quien aborrece.
Es urgente valorizar el trabajo esotérico Gnóstico, es indispensable comprenderlo y apreciarlo si es que en realidad anhelamos un cambio radical.
Se hace indispensable saber amar a nuestros semejantes, estudiar la Gnosis y llevar esta enseñanza a todas las gentes, de lo contrario caeremos en el egoísmo.
Si uno se dedica al trabajo esotérico sobre sí mismo, pero no da la enseñanza a los demás, su progreso íntimo se torna muy difícil por falta de amor al prójimo.
"El que da, recibe y mientras más dé, mas recibirá, pero al que nada da hasta lo que tiene le será quitado". Esa es la Ley.
CAPÍTULO XXXII
LA ORACIÓN EN EL TRABAJO
Observación, Juicio y Ejecución, son los tres factores básicos de la disolución. Primero: se observa. Segundo: se enjuicia. Tercero: se ejecuta.
A los espías en la guerra, primero se les observa; segundo se les enjuicia; tercero se les fusila.
En la interrelación existe auto-descubrimiento y auto-revelación. Quien renuncia a la convivencia con sus semejantes, renuncia también al auto-descubrimiento.
Cualquier incidente de la vida por insignificante que parezca, indubitablemente tiene por causa un actor íntimo en nosotros, un agregado psíquico, un "Yo".
El auto-descubrimiento es posible cuando nos encontramos en estado de alerta percepción, alerta novedad.
"Yo", descubierto in fraganti, debe ser observado cuidadosamente en nuestro cerebro, corazón y sexo.
Un Yo cualquiera de lujuria podría manifestarse en el corazón como amor, en el cerebro como un Ideal, más al poner atención al sexo, sentiríamos cierta excitación morbosa inconfundible.
El enjuiciamiento de cualquier Yo debe ser definitivo. Necesitamos sentarle en el banquillo de los acusados y juzgarle despiadadamente.
Cualquier evasiva, justificación, consideración, debe ser eliminada, si es que en verdad queremos hacemos conscientes del "Yo" que anhelamos extirpar de nuestra psiquis.
Ejecución es diferente; no sería posible ejecutar a un "Yo" cualquiera, sin haberle previamente observado y enjuiciado.
Oración en el trabajo psicológico es fundamental para la disolución. Necesitamos de un poder superior a la mente, si es que en realidad deseamos desintegrar tal o cual "Yo".
La mente por si misma nunca podría desintegrar ningún "Yo", esto es irrebatible, irrefutable.
Orar es platicar con Dios. Nosotros debemos apelar a Dios Madre en Nuestra Intimidad, si es que en verdad queremos desintegrar "Yoes", quien no ama a su Madre, el hijo ingrato, fracasará en el trabajo sobre sí mismo.
Cada uno de nosotros tiene su Madre Divina particular, individual, ella en sí misma, es una parte de nuestro propio Ser, pero derivado.
Todos los pueblos antiguos adoraron a "Dios Madre" en lo más profundo de nuestro Ser. El principio femenino del Eterno es ISIS, MARÍA, TONANTZIN, CIBELES, REA, ADONÍA, INSOBERTA, etc., etc., etc.
Si en lo meramente físico tenemos padre y madre, en lo más hondo de nuestro Ser tenemos también a nuestro Padre que está en secreto y a nuestra Divina Madre KUNDALINI.
Hay tantos Padres en el Cielo cuantos hombres en la tierra. Dios Madre en nuestra propia intimidad es el aspecto femenino de nuestro Padre que está en secreto.
ÉL y ELLA son ciertamente las dos partes superiores de nuestro Ser intimo. Indubitablemente ÉL y ELLA son nuestro mismo Ser Real más allá del "YO" de la Psicología.
ÉL se desdobla en ELLA y manda, dirige, instruye. ELLA elimina los elementos indeseables que en nuestro interior llevamos, a condición de un trabajo continuo sobre sí mismo.
Cuando hayamos muerto radicalmente, cuando todos los elementos indeseables hayan sido eliminados después de muchos trabajos concientes y padecimientos voluntarios nos fusionaremos e integraremos con el "PADRE-MADRE", entonces seremos Dioses terriblemente divinos, mas allá del bien y del mal.
Nuestra Madre Divina particular, individual, mediante sus poderes flamígeros puede reducir a polvareda cósmica a cualquiera de esos tantos "Yoes", que haya sido previamente observado y enjuiciado.
En modo alguno sería necesaria una fórmula específica para rezarle a nuestra Madre Divina interior. Debemos ser muy naturales y simples al dirigirnos a ELLA. El niño que se dirige a su madre, nunca tiene fórmulas especiales, dice lo que sale de su corazón y eso es todo.
Ningún "Yo" se disuelve instantáneamente; nuestra Divina Madre debe trabajar y hasta sufrir muchísimo antes de lograr una aniquilación de cualquier "Yo".
Volveos introvertidos, dirigid vuestra plegaria hacia adentro, buscando dentro de vuestro interior a vuestra Divina Señora y con súplicas sinceras podéis hablarle. Rogadle desintegre aquel "Yo" que hayáis previamente observado y enjuiciado.
El sentido de auto-observación intima, conforme se vaya desarrollando, os permitirá verificar el avance progresivo de vuestro trabajo.
Comprensión, discernimiento, son fundamentales, sin embargo se necesita de algo mas si es que en realidad queremos desintegrar el "MI MISMO".
La mente puede darse el lujo de rotular cualquier defecto, pasarlo de un departamento a otro, exhibirlo, esconderlo, etc., más nunca podría alterarlo fundamentalmente.
Se necesita de un "poder especial" superior a la mente, de un poder flamígero capaz de reducir a cenizas cualquier defecto.
STELLA MARIS, nuestra Divina Madre, tiene ese poder, puede pulverizar cualquier defecto psicológico.
Nuestra Madre Divina, vive en nuestra intimidad, mas allá del cuerpo, de los afectos y la mente. Ella es por sí misma un poder ígneo superior a la mente.
Nuestra Madre Cósmica particular, individual, posee Sabiduría, Amor y Poder. En ella existe absoluta perfección.
Las buenas intenciones y la repetición constante de las mismas, de nada sirven, a nada conducen.
De nada serviría repetir: "no seré lujurioso"; los Yoes de la lascivia de todas maneras continuarán existiendo en el fondo mismo de nuestra psiquis.
De nada serviría repetir diariamente: "no tendré más ira". Los "Yoes" de la ira continuarían existiendo en nuestros fondos psicológicos.
De nada serviría decir diariamente: "no seré más codicioso". Los "Yoes" de la codicia continuarían existiendo en los diversos trasfondos de nuestra psiquis.
De nada serviría apartamos del mundo y encerrarnos en un convento o vivir en alguna caverna; los "Yoes" dentro de nosotros continuarían existiendo.
Algunos anacoretas cavernarios a base de rigurosas disciplinas llegaron al éxtasis de los santos y fueron llevados a los cielos, donde vieron y oyeron cosas que a los seres humanos no les es dable comprender; sin embargo los "Yoes" continuaron existiendo en su interior.
Incuestionablemente la Esencia puede escaparse del "Yo" a base de rigurosas disciplinas y gozar del éxtasis, empero, después de la dicha, retorna al interior del "Mí mismo".
Quienes se han acostumbrado al éxtasis, sin haber disuelto el "Ego", creen que ya alcanzaron la liberación, se auto-engañan creyéndose Maestros y hasta Ingresan a la Involución sumergida.
Jamás nos pronunciaríamos contra el arrobamiento místico, contra el éxtasis y la felicidad del Alma en ausencia del EGO.
Sólo queremos poner énfasis en la necesidad de disolver "Yoes" para lograr la liberación final.
La Esencia de cualquier anacoreta disciplinado, acostumbrado a escaparse del "Yo", repite tal hazaña después de la muerte del cuerpo físico, goza por un tiempo del éxtasis y luego vuelve como el Genio de la lámpara de Aladino al interior de la botella, al Ego, al Mí Mismo.
Entonces no le queda más remedio que retornar a un nuevo cuerpo físico, con el propósito de repetir su vida sobre el tapete de la existencia.
Muchos místicos que desencarnaron en las cavernas de los Himalayas, en el Asia Central, ahora son personas vulgares, comunes y corrientes en este mundo, a pesar de que sus seguidores todavía les adoren y veneren.
Cualquier intento de liberación por grandioso que este sea, si no tiene en cuenta la necesidad de disolver el Ego, está condenado al fracaso.
Enviado por: Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®
Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2016.
"DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR SIEMPRE"®
Autor:
Samael Aun Weor
Buddha Maitreya
Kalki Avatara De La Nueva Era De Acuario
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