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Redes sociales e hiperconectividad en futuros profesores de la generación digital


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Cultura y tecnología
  4. Sociedad hiperconectada
  5. Estudio descriptivo
  6. Aspectos metodológicos
  7. Resultados
  8. Implicancias pedagógicas
  9. Conclusión
  10. Referencias bibliográficas

Resumen

Uno de los rasgos de la llamada sociedad de la información (Yoneji Masuda, 1980) es la comunicación permanente a través de soportes tecnológicos entre los individuos que la conforman. Los medios de comunicación de masas y, posteriormente, la masificación de Internet modificaron la manera en que las personas se comunican. Así, uno de sus rasgos más relevantes es lo que se ha dado en llamar la hiperconectividad (Quan-Haa- se y Wellman, 2005, 2006). En el presente trabajo se intenta revisar dicho concepto y mostrar algunos resultados obtenidos en el proyecto «Uso de la Web, competencias, motivación y actitud de los estudiantes de pedagogía del área de humanidades res- pecto de las tic y la cultura digital», realizado en Santiago de Chile, en torno al uso de las redes sociales por parte de los futuros profesores de estas disciplinas, quienes pertenecen a la generación digital o Net Generation (Tapscott 1997, 2009).

Palabras clave: redes sociales; hiperconectividad; tecnología; generación digital; estudiantes de pedagogía

Introducción

En la Era Digital la gente se siente motivada para comunicar muchos aspec- tos de su vida cotidiana y, al mismo tiempo, estar en conocimiento de todo cuanto acontece a su alrededor. Los medios de comunicación de masas han dado paso a una forma de comunicación directa y permanente entre los usuarios, posibilitada a través de la tecnología digital que, primero, permite la creación de dispositivos fijos que podrían conectarse a la Red y, poste- riormente, dispositivos móviles que no solo mantienen, sino que aumentan las posibilidades comunicativas de los individuos. Desde esta perspectiva, y al observar la producción científica de los últimos veinte años, de acuerdo con Scolari (2009) es posible ver que los semiólogos han contribuido a la investigación de los medios digitales y la comunicación mediada por las com- putadoras (cmc); sin embargo, esta «semiótica de los nuevos medios» es un campo que todavía está en construcción donde –desde nuestra perspec- tiva– necesariamente se debe considerar la hiperconectividad (Quan-Haa- se y Wellman, 2005, 2006) como uno de sus rasgos más relevantes. En este entorno la educación ha debido adaptarse, pero resulta evidente que se encuentra en un período de transición entre la escuela tradicional y la que requieren las generaciones que han nacido en un ambiente digital. No obstante lo anterior, solo se ha considerado a este respecto el uso de las tic en el aula como recurso o herramienta sin tener en cuenta los aspectos culturales que dichas tecnologías han modificado. Por este motivo, el pre- sente trabajo se focaliza en torno al concepto de hiperconectividad, a las redes sociales y a algunos resultados obtenidos en un estudio realizado en Santiago de Chile con estudiantes de pedagogía del área de humanidades, futuros profesores de la cultura inmaterial, quienes también forman parte de la generación digital. La investigación estuvo motivada por el intento de describir y analizar el uso de la Web, las actitudes y motivaciones de este grupo de estudiantes frente a las tic y el ambiente digital, debido a que se consideró pertinente averiguar de qué manera los futuros profesores están enfrentando el actual paradigma y si la formación inicial docente considera este entorno digital.

Cultura y tecnología

Desde inicios del siglo xx se discute sobre el efecto nocivo que los medios de comunicación de masas ejercen sobre el individuo; sin embargo, las condiciones comunicativas cambiaron en las últimas décadas de dicha cen- turia cuando los medios lograron mayor influencia y cobertura y, de acuerdo con Baudrillard (1987), ya no se trataba del drama de la alienación, sino del éxtasis de la comunicación. En el siglo xxi el tema ya no se centra en los medios, sino los nuevos medios (Scolari, 2008), pues son ellos los que concitan la atención de las personas y, en consecuencia, también de los teóricos de la comunicación.

El actual entorno cultural y comunicativo en el que se encuentra hoy gran parte de la humanidad parece estar definido por la palabra tecnología, entendida como «el aprovechamiento práctico del conocimiento científico» y como el «conjunto de instrumentos y procedimientos»; pero desde las últimas décadas del siglo xx se asocia principalmente a lo digital e infor- mático, porque estos adelantos son percibidos como la esencia del actual período histórico. La influencia de las tecnologías ha sido objeto de todo tipo de interpretaciones, como el determinismo tecnológico, según el cual la tecnología es vista como el principio motriz en la historia, por lo que los desarrollos tecnológicos particulares y las tecnologías de comunicación son los principales antecedentes de los cambios sociales. No obstante lo anterior, para Lévy (1997), «Una técnica se produce en una cultura, y una sociedad se encuentra condicionada por sus técnicas. Digo bien, condicionada y no determinada» (Lévy, 2007: 9), lo que significa «que abre ciertas posibilida- des, que ciertas opciones culturales o sociales no se podrían considerar en serio sin su presencia». Se entiende, entonces, que técnica y tecnología aparecen como conceptos cercanos y complementarios, por lo cual referirse a alguno implica referirse al otro.

A mediados del siglo xx, Heidegger, en La pregunta por la técnica (Die Frage nach der Technik, 1954), sostenía que la técnica elabora y utiliza instrumentos, aparatos y máquinas: el total de estos dispositivos es la téc- nica, pero ella misma es un dispositivo; «dicho en latín: un instrumentum» (Heidegger, 2007: 118). Para Castells (1999: 56), en tanto, la tecnología es «el uso del conocimiento científico para especificar modos de hacer cosas de una manera reproducible» Según Stiegler (1994) «con más frecuencia se llama hoy tecnología a la técnica cuando integra a la ciencia, por oposición a las técnicas tradicionales precientíficas» (Stiegler, 2002:145), Lo anterior, entonces, revela la dicotomía conceptual entre técnica y tecnología: la primera permite transformar, en tanto que la segunda debe ser entendida como conjunto de técnicas, al tiempo que en tanto la técnica se asocia a lo precientífico, la tecnología se relaciona con la ciencia.

El actual entorno cultural está marcado por la tecnología que ha permitido la creación de los dispositivos y procesos informáticos, parte fundamental de nuestra vida cotidiana, pues regulan la educación, las finanzas, la cien- cia, también modifican las formas de socialización entre los individuos y de interacción entre el hombre y la máquina a través de códigos dentro de una interfaz. Al respecto, habría que señalar que esta tecnología no solo posibilita la comunicación permanente entre los individuos que forman parte del entra- mado reticular de la cmc, sino también entre el usuario y el propio dispositivo tecnológico, pues cada vez que ocupa un computador, tablet o teléfono celular establece un diálogo cuyo ambiente es, justamente, la interfaz que a través de signos icónicos, es decir, aquellos que tienen una «similitud topológica entre un significante y su denotado» (Sebeok, 1996: 44) permiten interactuar y «comunicarse» con dichos dispositivos. Este rasgo resulta bastante relevante en el entorno social y cultural de la segunda década del siglo xxi, puesto que tanto en lugares públicos como en ambientes privados, las personas están continuamente interactuando con sus teléfonos celulares, no solo buscando nuevos mensajes, sino también jugando, escuchando música, descargando videos o simplemente recorriendo dicha interfaz en una suerte de fascinación ante estos íconos que deben ser contemplados en todo momento.

Los estudiantes están acostumbrados a moverse dentro de una interfaz con solo hacer clic sobre íconos para hacer sus trabajos o jugar, por lo que únicamente necesitan ver que algo funciona en lugar de entender cómo fun- ciona: su prioridad es la eficacia de lo que hacen con la tecnología más que reflexionar al respecto. Esta relación entre el usuario y el dispositivo informá- tico a través de la interfaz implica una relación diferente entre la persona y la tecnología, pues no se trata simplemente de la acción de encender o apagar un aparato, sino de una interacción sustentada por una codificación que im- plica el diseño de una «conversación»: el usuario debe aprender a «hablar» y «responder» en una situación dialógica interactiva. Al respecto, cabe señalar que la generación predigital se esfuerza por entender los instructivos que incluye cada aparato electrónico, en tanto que la Web Generation (Tapscott 1998, 2009) aprende a través del diálogo que establece con aquel mediante la interfaz. Esta es quizá una de las diferencias más profundas entre las ge- neraciones pre y postdigital y que no suele ser mencionada en los distintos trabajos respecto de las características de la dicha generación y revela que el uso de las tic no solo se trata de usar proyectores multimedia en el aula.

Sociedad hiperconectada

Los más jóvenes han crecido en un ambiente tecnologizado; se comunican a través de redes sociales como miembros de comunidades no geográficas y están conectados durante todo el día a través de smartphones, notebooks o tablets que prácticamente constituyen una extensión de su cuerpo –siguien- do la idea macluhiana– lo cual se puede constatar cuando incluso en la sala de clases, interactúan con dichos dispositivos. Es habitual que los utilicen para grabar la clase, para fotografiar el pizarrón o las diapositivas que pro- yecta el profesor, constituyéndose así en una suerte de «memoria externa» imprescindible para muchos jóvenes, pero –además– es usual que consulten en los buscadores lo que está exponiendo el profesor para constatar la vera- cidad de la información que está entregando. Sin embargo, ya a mediados de los años 90 comienza a hablarse del paradigma de la hipercomunicación o

edu.redcomunicación hiperpersonal» en términos de Walther (1996), quien afirmaba que «Las combinaciones de atributos sociales los medios de comunicación, fenómenos y procesos sociales y psicológicos pueden llevar cmc (computer mediated communication "comunicación mediada por computadoras») para convertirse en "hiperpersonal», es decir, superior a la comunicación inter- personal cara a cara (FtF)» (Walther, 1996: 5)1. Para Cáceres et al. (2013) lo que caracteriza a este nuevo espacio socio-comunicativo es la posibilidad de interactuar y relacionarse con otros usuarios, conocidos o no, con los que se comparte alguna inquietud, motivación, afición o incluso con los que apenas se comparte nada. En el momento actual, la comunicación se ha convertido en un fin en sí misma, dando lugar a lo que ha dado en llamarse el «comunicador permanente» (Sainz Peña, 2011) que no requiere que los amigos o contactos sean necesariamente personas conocidas.

En este espacio electrónico las redes, los flujos de información, el inter- cambio de datos, la conectividad incesante, la virtualidad o la digitalización son todos procesos con signos entrelazados, codificados e incluso multipli- cados en forma hiperbólica. En este sistema reticular e impulsado por los propios usuarios, las herramientas digitales que permiten esta comunicación permanente se han ido modificando a medida de que evoluciona la tecnolo- gía. Así, la cmc evoluciona desde páginas personales –alojadas en GeoCi- ties o Angel Fire– hasta los blogs; desde Fotolog a Flickr a Instagram; desde foros, salas de chat y Messenger a WhatsApp. Sin embargo, la verdadera revolución en las redes sociales la constituye Facebook, creado en 2004, con aproximadamente 1.350 millones de usuarios en 2014. Por otra parte, el servicio de microblogging Twitter se ha convertido en una de las aplicaciones más utilizadas, alcanzando los 485 millones de usuarios en la misma fecha. Ahsan ul Hag y Sohail Chand (2012) sostienen que las personas dedicaban más de 700 billones de minutos por mes en Facebook y sobre el 50% de los miembros se conectaba todos los días en 2011. Por otra parte, según

edu.reddatos estadísticos de Facebook en su sitio Newsroom2, en junio de 2014, la red social contaba con 829 millones de usuarios activos que acceden diariamente a sus productos, aunque el número total de usuarios, como se dijo, es de aproximadamente 1.320 millones en el mismo período. Respecto de Twitter, las estadísticas3 de 2014 indican que el número total de usua- rios activos registrados es de 645.750.000, el número promedio de tweets por día es de 58 millones, mientras que el 43% de los usuarios de Twitter usan el teléfono para «tuitear» y que 9.100 tweets circulan cada segundo. Junto con lo anterior, tampoco se puede desconocer la importancia de la red social profesional LinkedIn que contaba con 260.000.000 de usuarios en 2014. Asimismo, WhatsApp cuenta con 350 millones de usuarios, en tanto que YouTube4 tiene 1.000 millones de visitas mensuales, cada minuto se suben 100 horas de video y más del 25% del tiempo de visualización global corresponde a dispositivos móviles, cifras que crecen mes a mes. De acuer- do con Helton (2011) hay datos que evidencian que Facebook aumentará la cantidad de tiempo invertido en esta red social utilizada como medio de comunicación, aunque esta relación es diferente del de las personas que utilizan Facebook solo como una manera de estar al día con los amigos. De acuerdo con Area y Pessoa (2012), una de las características de la Web 2.0 es el uso de las redes sociales como «ágora pública de comunicación», pues permite estar en contacto permanente con otros usuarios y construir comunidades o grupos de comunicación. Internet es un espacio de comu- nicación social, «una plaza pública de encuentro e intercambio de seres humanos que comparten unas mismas aficiones, intereses, problemáticas o afectos» (Area y Pessoa, 2012:16).

edu.redDesde esta perspectiva, es evidente que la hiperconectividad está ligada a las redes sociales, es decir, sistemas de comunicación digital que permiten que los individuos se conecten entre sí bien porque poseen vínculos afec- tivos, bien porque comparten aficiones, actividades, creencias u objetivos comunes. Las redes sociales también pueden definirse como servicios ba- sados en la Web que permiten a los individuos (1) construir un perfil público o semipúblico dentro de un sistema limitado, (2) articular una lista de otros usuarios con los que comparten una conexión y (3) ver y cruzar sus propias listas de conexiones con aquellas elaboradas por otros dentro del mismo sistema5 (Boyd y Ellison, 2008). Nacen como una reunión de personas –co- nocidas o desconocidas– que interactúan entre sí, redefiniendo al grupo y retroalimentándolo (Caldevilla Domínguez, 2010) y se centran en el contacto y la creación de amistades y las relaciones (Echeburúa y De Corral, 2010). Para Área Moreira (2008), el fenómeno de las redes sociales y comunida- des virtuales ha ido creciendo de forma paralela al desarrollo de servicios y herramientas de la Web 2.0. Agrega que, en líneas generales, se pueden identificar tres grandes tipos de redes, aunque el límite que diferencia a una de otras puede ser difuso. Así, un primer grupo estaría constituido por redes de propósito general o de masas, o bien megacomunidades, por ejemplo, Facebook, MySpace y Twitter. Un segundo grupo se refiere a redes abiertas para compartir archivos, bien sean videos, presentaciones, fotografías, como YouTube, SlideShare, Snips o Flickr. Un tercer grupo, en tanto, alude a redes temáticas o microcomunidades con un interés específico, por ejemplo, Ning, Elgg, grou.ps, Google Groups, etc. A lo anterior, desde nuestra perspec- tiva, se deberían agregar los sistemas de mensajería instantánea, bien los tradicionales SMS (Short Message Service) o el muy utilizado WhatsApp, creado en 2009 para ser utilizado en la telefonía móvil. No obstante, para Flores (2009), «Internet es una red social por antonomasia. Es el embrión de donde nacen y se asientan todas las redes sociales del mundo virtual. Es obvio que no existirían las redes sociales [.] si no existiese Internet» (Flores, 2009: 74).

edu.redEsta gran cantidad de formas de comunicación intermediadas por la tec- nología provoca la llamada hiperconectividad, término usado por primera vez por Quan-Haase y Wellman (2005) a propósito de los nuevos entornos laborales, donde se producen comunicaciones entre las personas, entre las personas y las máquinas o entre las propias máquinas. Para estos autores, la hiperconectividad se refiere a la «disponibilidad de las personas para co- municarse en cualquier lugar y en cualquier momento» (2005: 285) y, aunque crea nuevas oportunidades para el intercambio y la colaboración, también tiene efectos negativos en los procesos de trabajo, pues las personas deben responder a un gran número de requerimientos que se van sumando día a día (Íbid: 305). La hiperconectividad impide centrarse en el propio trabajo, pues se producen interrupciones en la realización de tareas, lo cual conduce a la multitarea, pues se intenta cumplir con el propio trabajo al tiempo que se responde a los demás para obtener información. Estudiantes universitarios consultados al respecto6 afirman que cuando están frente al computador para llevar a cabo labores académicas, están permanentemente pendientes de los mensajes que reciben y envían de manera constante a través de los sistemas mencionados.

Para Quitney Anderson y Rainie (2009), esta hiperconectividad implica un universo en expansión de herramientas basadas en Internet que incluye correo electrónico, sms, wikis, redes sociales, microblogging mediante el uso de Twitter y herramientas asociadas, por lo cual la gente está empezando a hacer más «lifestreaming»7 y compartir actualizaciones casi constantes durante todo el día con los amigos, e incluso con los extraños. Para Kock (2007) es poco probable que la hipercomunicación, en un nivel profundo y motivado por los instintos de comunicación y las limitaciones cognitivas, sea capaz de «sacudir» un futuro próximo -a menos que rápidamente se en- cuentre una manera de rediseñar la estructura genética de nuestra especie-, por lo que no tenemos más remedio que encontrar la manera inteligente de tratar con la hipercomunicación en las organizaciones, independientemente de dichos instintos y limitaciones cognitivas que están cableados en nuestro aparato de comunicación biológica.

edu.redA pesar de los aspectos positivos de las redes sociales, recientes investi- gaciones dan cuenta de una serie de patologías o problemas psicológicos y emocionales en relación a la necesidad de estar conectados, especialmente en el caso de los más jóvenes. Przybylski etal. (2013) se refieren al concepto de fear of missing out, también conocido como FoMO, es decir, «miedo a perderse lo que está pasando». «Se define como un temor generalizado de que otros podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las que uno está ausente; FoMO se caracteriza por el deseo de permanecer continua- mente conectados con lo que hacen los demás8» (Przybylski et al., 2013: 1841). Agregan que «Las utilidades de los medios sociales han hecho que sea más fácil que nunca saber lo que están haciendo, comprando o hablando los amigos, familiares y conocidos. En muchos sentidos, estas posibilidades sociales son positivas para destacar las oportunidades y conectar a la gen- te»9 (Przybylski et al., 2013: 1846). Sin embargo, debido a que el tiempo es limitado, las personas también tienen que perder un importante conjunto de experiencias potencialmente gratificantes debido al uso de los medios de comunicación social. Esta cualidad de doble filo de los medios de comuni- cación social ha impulsado el interés popular y aumento de la especulación acerca de la naturaleza del miedo de perderse lo que está pasando.

edu.redLos estudiantes del siglo xxi han crecido entre todo tipo de dispositivos digitales y poseen habilidades diferentes a las que la escuela tradicional ha tratado de desarrollar, pues prefieren las comunicaciones veloces, jugar en lí- nea e intercambiar información; les resulta más fácil expresarse digitalmente y tienen gran capacidad para decodificar imágenes, al tiempo que son multia- tencionales y multitareas. Estas dos últimas características son consideradas un problema desde la perspectiva del actual sistema educacional, debido a que los estudiantes no son capaces de concentrarse en una sola tarea, pasan rápidamente de una actividad a otra y no prestan atención a aquello que no les interesa. En una investigación en la Universidad de Standford10

(Nass et al., 2009) se concluye que los alumnos que están constantemente bombardeados con corrientes de información electrónica no son capaces de poner atención, controlar su memoria o cambiar de una labor a otra con facilidad como lo hacen quienes completan una sola actividad a la vez. Lo anterior se explica porque el cerebro es incapaz de realizar varias activida- des al mismo tiempo y, por lo tanto, cuando se ve forzado a estar en varias cosas a la vez, reduce su capacidad y efectividad, pierde concentración; es decir, por hacer más trabajo, hace menos y de menor calidad. No obstante lo anterior, tomando como referencia la propuesta de Derrick de Kerckhove (1997), discípulo y continuador de la obra de McLuhan, en el actual contexto es necesario abordar estos temas desde las tres características de la socie- dad digitalizada: interactividad, hipertextualidad y conectividad. El resultado de las tres características promueven lo que él denomina las inteligencias en conexión y afirma que «El incremento en las interacciones humanas –personales, sociales e institucionales–, a través de las redes integradas, está concentrando y multiplicando la energía mental humana» (Ibíd: 175). Esto es lo que De Kerckhove denomina Webness, es decir, la propiedad de la interconexión de inteligencias humanas mediante interfaces conectadas con el propósito de innovar y descubrir. Según esta premisa, esta conexión permanente entre los individuos no es de suyo negativa, sino que origina una nueva forma de pensamiento colectivo que difícilmente puede gene- rarse fuera de un espacio electrónico reticular y, desde esta perspectiva, la sociedad podría sacar mucho más provecho de esta tecnología y no solo el mundo científico y académico como sucede en la actualidad.

Estudio descriptivo

Atendiendo a esta realidad, se ejecutó el proyecto de investigación que con- sideró levantar datos que permitieran tener una visión más amplia respecto del uso e impacto de la tecnología digital de los futuros profesores del área de humanidades, es decir, de quienes serán los encargados de transmitir la cultura inmaterial en una sociedad donde el intercambio de información y constante comunicación es su sello característico. A través de encuestas aplicadas a 600 estudiantes (259 hombres y 341 mujeres) de entre 18 y 29 años de edad, de las carreras de Pedagogía en Filosofía, Historia, Lengua y Literatura (Castellano e Inglés) de ocho universidades de Santiago de Chile en 2013 y 2014, fue posible observar, entre otros aspectos, algunas conductas relativas a las redes sociales de estos jóvenes integrantes de la Net Generation (Tapscott, 1998; 2009), tal como se indica a continuación.

Aspectos metodológicos

edu.redEn este proyecto, los sujetos sometidos al estudio fueron estudiantes de Pedagogía en Enseñanza Media11 del área de Humanidades (Lengua y Li- teratura, en Castellano12 e Inglés, Historia y Filosofía) a través de un estudio de población mediante encuestas con muestras no probabilísticas. Se utilizó dicha técnica de muestreo, seleccionando a los sujetos en función de su accesibilidad, por lo que si bien los resultados no pueden ser utilizados como generalizaciones respecto de toda la población, sí revelan una tendencia y la muestra puede considerarse representativa desde el punto de vista estadístico. Asimismo, se aplicó el muestreo consecutivo, es decir, intentó incluir a todos los sujetos accesibles y así representar mejor a toda la pobla- ción. Desde esta perspectiva, se trató de un estudio descriptivo que intenta mostrar que existen rasgos determinados en la población elegida para la investigación. Junto con lo anterior, la encuesta aplicada contenía preguntas cerradas dicotómicas, cerradas dicotómicas categorizadas y escala Likert. Está constituida por tres dimensiones, cada una de las cuales se divide en distintas variables. En este caso, se muestran resultados de la dimensión Uso de programas, aplicaciones e Internet y, específicamente, la variable 5 (Uso de la Web e importancia de las actividades digitales), la variable 6 (Actividades online. Actividades más importantes y las más usadas) y la variable 7 (Redes sociales). Si bien se intenta mostrar resultados generales, para efectos del presente trabajo y con objeto de especificar, en algunos ítemes se hace alusión a diferencias según sexo y carrera. Asimismo, es necesario mencionar que en los resultados se han omitido los porcentajes de respuestas inconsistentes y no contestadas, por cuanto no afectaban estadísticamente los resultados.

Resultados

En relación al concepto de hiperconectividad, se considera que se ve mag- nificado gracias a la masificación de los smartphones, cuyo crecimiento en el mercado ha sido exponencial, especialmente en el segmento juvenil. Es necesario tener en consideración que, de acuerdo con datos entregados por la Subsecretaría de Telecomunicaciónes (2014), en Chile 51.8 de cada 100 personas tiene conexión a Internet (fijo y móvil), pero una de las cifras más relevantes es que el 74,5% de los accesos a internet son móviles, principal- mente smartphones, tal como se muestra en el gráfico 1.

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edu.redGráfico 1. Posesión de smartphone Quienes respondieron afirmativamente, debían indicar cuáles eran las actividades más frecuentes desde este tipo de dispositivos y las opciones fueron las que se muestran en la tabla 1 y Gráfico 1 , en tanto que el Grá- fico 2 muestra el uso de Internet desde el teléfono celular:

Tabla 1. Actividades digitales

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Gráfico 2. Uso de internet desde celular. Resultado general Se aprecia que los sujetos consultados utilizan el smarphone principal- mente para acceder a una red social, enviar WhatsApp y acceder al correo electrónico, sin embargo, hay un bajo uso de este dispositivo para compartir Internet, lo cual se explica quizá porque muchos jóvenes utilizan wi-fi para acceder a la Web y no poseen el servicio 3g o 4g que permiten esta acción. Asimismo, aunque se observa un aumento considerable en todos los por- centajes entre las muestras tomadas en 2013 en «Llamar por Internet», que sube de 11,4% siempre a 37,4% en 2014, el porcentaje es bajo en relación a otros usos, probablemente porque esta acción se justifica solo cuando no es posible comunicarse cara a cara con otra persona, por ejemplo, por encontrarse a gran distancia, en cuyo caso se justifica una video-llamada. Los resultados de la opción siempre se resumen en el Gráfico 3, donde se observan claramente las actividades más frecuentes realizadas desde el smartphone.

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Gráfico 3. Uso de internet desde celular: resultado general opción «siempre lo uso» Si se comparan estas actividades de acuerdo con la variable sexo, es posible observar los siguientes resultados en el Gráfico 4:

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Gráfico 4. Uso de internet desde celular: resultado por sexo, opción «siempre lo uso» Resulta pertinente considerar que el 37,8% de los usuarios de Facebook se conecta a esta red social solo a través de dispositivos móviles de acuerdo con datos entregados por la compañía en enero de 2015. Las visitas al sitio a través de móviles aumentaron un 26% entre un año y otro. Por este moti- vo -considerando el propósito de la investigación realizada- se compararon también los resultados de las cuatro carreras estudiadas y los resultados fueron los que se muestran través de la Tabla 2: Tabla 2. Uso smartphone. Comparación entre carreras

Se observa que de manera casi unánime los estudiantes consultados declara poseer una cuenta en Facebook (97,6%), como muestra el Gráfico 5, sin embargo, solo el 37,1% declara tener una cuenta en Twitter. La razón probable es que si bien el uso del sistema de microblogging ha aumentado el número de usuarios los últimos años, solo tiene sentido si se tiene un smarphone que permita recibir los tuits al instante. Facebook, sin embargo, se usa tanto desde el teléfono móvil como desde el computador en la casa o en la universidad.

Gráfico 5. Uso de redes sociales por carrera El uso de las redes sociales según el género, en tanto, no muestran di- ferencias porcentuales, como se observa en el Gráfico 6.

Gráfico 6. Uso de redes sociales según sexo Respecto del uso de las redes sociales no se advierten mayores diferen- cias entre los estudiantes de las cuatro carreras consideradas en el estudio como tampoco en cuanto a los resultados diferenciados entre hombres y mujeres. Sin embargo, el uso de estas redes no implica que los jóvenes hayan dejado de usar el más tradicional medio de comunicación mediada por computadoras como lo es el correo electrónico, tal como se observa en el Gráfico 7 y la comparación entre estos dos sistemas de comunicación en los Gráficos 8 (variable Carrera) y 9 (variable Sexo).

Gráfico 7. Uso de correo electrónico por carrera

Gráfico 8. Uso de redes sociales / correo electrónico por carrera

Gráfico 9. Actividades digitales más usadas según sexo Por otra parte, como se mencionó, una de las variables consideradas en la encuesta fue la relación entre uso (Tabla 2) e importancia de las actividades digitales por considerar que era pertinente conocer si existía una correlación considerable al respecto. Los resultados se observan en el Gráfico 10.

Gráfico 10. Redes sociales. Relación uso/importancia Si bien es cierto que tanto hombres como mujeres manifiestan mayori- tariamente que usan las redes sociales, no es necesariamente la actividad digital más importante. Se observa que, a pesar que casi el 98% utiliza las redes sociales, para solo el 45,9% de los hombres y el 53,9% de las muje- res es muy importante, sin embargo, hay una diferencia de prácticamente siete puntos porcentuales entre hombres y mujeres. Junto con lo anterior, en la variable 7 de la encuesta se formularon preguntas específicas sobre Facebook (Gráfico 11).

Gráfico 11. Uso de facebook Es posible observar que los resultados respecto de tener o no cuenta en las redes sociales reiteran las respuestas declaradas en el ítem anterior. Resulta pertinente destacar que los estudiantes, mayoritariamente, tienen una cuenta con su nombre real (88,2%), que no aceptan extraños (95,5%) y que sostienen poder estar más de un día sin conectarse a Facebook (88,2%). Atendiendo a lo que afirma el estudio respecto de FoMo, el miedo de sentirse excluidos alcanza solo un 36,1% en oposición al 63,9% que dice lo contrario. Por otra parte, a pesar de que en los grupos focales los alumnos participantes afirmaron que le dedican más tiempo a Facebook que a los estudios cuando están frente al computador, un 58,1% afirma que no es así, en contraposición al 41,9% que efectivamente lo hace, porcentaje que, en todo caso, es bastante considerable. En relación a la hiperconectividad, esta fue detectada a través de grupos focales y ratificada por los resultados de la encuesta: un 71,9% declara estar constantemente conectado a Facebook mientras realiza otras actividades en su computador, porcentaje que puede ser considerado como bastante alto. Junto con lo anterior, se consideró pertinente consultar respecto al número de amigos y el tiempo dedicado a esta red social, resultados que son mostrados en los Gráficos 12 y 13.

Gráfico 12. Número de amigos en facebook. Resultado general

Gráfico 13. Tiempo dedicado a facebook. Resultado general Respecto del número de amigos que poseen en su cuenta de Facebook, los resultados revelan que es bastante alto, pues si bien hay dispersión en- tre las opciones se observa que van desde cien hasta quinientos, cantidad absolutamente improbable fuera del ciberespacio, donde lo habitual es que cada persona conozca a mucha gente a lo largo de su vida, lo cual no im- plica, sin embargo, que las relaciones se mantengan a lo largo del tiempo, pues la mayoría de ellas son fugaces y azarosas; sin embargo, en Facebook, además de los compañeros de universidad, familiares y amigos cercanos se incluyen como amigos a compañeros de colegio, vecinos de la infancia o parientes lejanos, por mencionar algunos casos, con los que difícilmente se tendría cualquier tipo de relación sin el soporte de la cmc. En cuanto al tiempo dedicado a esta red social, mayoritariamente los estudiantes declaran entre 2 y 4 horas, lo cual no representa una dedicación importante, aunque no se debe desconocer que mientras realizan otras acciones en su compu- tador, la mayoría de los estudiantes afirma seguir conectado a la plataforma de Facebook, por lo tanto, esa cantidad de horas debe entenderse como dedicación exclusiva y no compartida.

Junto con lo anterior, los futuros profesores consultados en el proyec- to están conscientes del tiempo dedicado a las redes sociales, lo cual se verifica a través de los siguientes resultados: el 90,4% de los estudiantes consultados Facebook constituye una distracción al estudio (de acuerdo y muy de acuerdo), aunque para ellos es un gran componente de interacción social de los estudiantes universitarios y un 89,8% está de acuerdo o muy de acuerdo en que la mayor parte del tiempo que los estudiantes universi- tarios pasan en Internet está dedicado a Facebook. Para los estudiantes de pedagogía esta red es parte importante de su vida, por lo cual la formación inicial docente no debiera soslayar este tema.

Implicancias pedagógicas

Los datos expuestos muestran una realidad insoslayable: los futuros profeso- res son nativos digitales (Prensky, 2001) o integrantes de la Net Generation (Tapscott, 1997; 2008), es decir, jóvenes que han nacido en un ambiente digital, rodeados por todo tipo de dispositivos tecnológicos. Los comporta- mientos sociales y la forma de interpretar la realidad distan bastante de los nacidos en la era predigital, pero el sistema educacional se ha limitado solo a incorporar algunas herramientas catalogadas como tic, generalmente muy elementales, y que no guardan relación con las complejas aplicaciones y programas que utilizan los estudiantes en sus teléfonos, computadores o tablets. Los múltiples códigos y sistemas sígnicos con que interactúan dia- riamente los jóvenes les permiten codificar y decodificar diferentes mensajes a la vez, habilidad que la escuela suele rechazar en lugar de aprovechar (Ayala, 2011). Por este motivo, tendrían que estar ya observándose cambios respecto a la manera como se transmite el saber, puesto que profesores nativos digitales debieran concordar con sus estudiantes, igualmente digita- lizados. Sin embargo, aunque muchos docentes que nacieron en un entorno digital tienen la intención de utilizar dicha tecnología como apoyo al proceso educativo, no siempre resulta posible por cuanto las exigencias o limita- ciones que posee el propio sistema o los establecimientos educacionales

no permite un uso adecuado de todas las opciones que brinda la Web, los dispositivos fijos o móviles o el software disponible, pero también debe ser considerado el hecho de que los futuros profesores perciben a la tecnología digital más como fuente de entretenimiento y comunicación que como una potente herramienta pedagógica, tal como quedó de manifiesto en los gru- pos focales realizados. Aunque los estudiantes de pedagogía no visualizan claramente el potencial uso de Facebook en el aula, es posible trabajar con el tema de la identidad virtual en oposición a la identidad real13, la comuni- cación visual a través de las imágenes y fotos utilizadas en los perfiles de los usuarios, aunque resulta igualmente relevante como tema pedagógico la seguridad en Internet, las opiniones que se vierten a través de las redes sociales con objeto de fomentar la opinión argumentada14, el respeto por el otro, la aceptación de opiniones divergentes, entre otros temas. Asimismo, Twitter y WhatsApp son excelentes medios para desarrollar la capacidad de síntesis de los estudiantes, al tiempo que permiten el trabajo con discursos multimodales. Por otra parte, el uso de redes sociales facilita el método de proyectos, el trabajo colaborativo, la relación entre alumnos y egresados de las carreras para intercambiar experiencias pedagógicas y la interacción continua entre los alumnos de pedagogía, por mencionar algunos ejem- plos. Es decir, aunque todavía no se han explorado todas las posibilidades pedagógicas de las redes sociales, no cabe duda que los profesores irán poco a poco descubriendo la manera de incorporarlas al aula con objetivos claramente definidos en cada caso.

El uso de la Web en el aula permite, por ejemplo, la búsqueda inmediata de la información, acceso a libros en línea para realizar lecturas analíticas a través del trabajo colaborativo, acceso a periódicos y documentos que permiten la aplicación o el análisis de contenidos propios del ámbito de las humanidades, como la historia, la lengua, la literatura o la filosofía tanto a través de sitios, programas o aplicaciones. No obstante lo anterior, tampoco resulta adecuado plantear que la tecnología digital es la solución de todos los problemas de la educación, puesto que también presenta aspectos alta- mente negativos. Específicamente con respecto de la hiperconectividad, se advierte una suerte de «desconexión con el entorno» que se observa cuando las personas interactúan con sus dispositivos móviles aun cuando estén en situaciones laborales, familiares o académicas que, supuestamente, impedi- rían dicha interacción. Dentro del aula se pueden mencionar aspectos tales como falta de concentración, escasas instancias de reflexión, desconexión del entorno, mínima atención hacia las explicaciones del profesor y, por ende, conocimiento fragmentado y superficial. Por tales motivos, es evidente que cada docente, dependiendo de su contexto, decida hasta qué punto es posi- ble utilizar esta tecnología, cuándo le resulta pertinente y cuándo no debiera utilizarse. Esta situación, por cierto, es producto de un momento de transición, por cuanto la tecnología digital se ha desarrollado de una manera tan veloz que los usuarios no hemos sido capaces de reflexionar respecto de ella; hemos recibido los dispositivos y todas sus aplicaciones con la dicha que un juguete nuevo provoca en un niño y por este motivo, justamente, es posible afirmar que todavía no existe una "madurez tecnológica" que permita que los usuarios pongan límites respecto de su relación con smartphones y tablets.

Partes: 1, 2
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