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Comunicación, enseñanza y aprendizaje de la palabra de Dios (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

Este libro presenta cómo prepararnos para enseñar La Palabra de Dios, y su importancia no solo de aprenderla sino de aplicarla en nuestras vidas, para que sobre todo, con nuestros testimonios enseñemos a los aprendices.

Nos explica porqué La Biblia es básica para la educación cristiana. Leemos en la Biblia el mandamiento de enseñar a nuestros hijos La Palabra de Dios; Proverbios 22:6 nos exhorta diciendo "Instruye al niño en sus caminos, y aún cuando fuere viejo no se apartará de El"1. También, a criarlos en la verdad de Jesucristo como afirma Efesios 6:4 "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor" 1.

Es la misma Palabra poderosa la que opera esta obediencia en nosotros; así que, como educadores, debemos pedir constantemente la dirección del Espíritu Santo a fin de ayudarles a desarrollarse y crecer de manera que sean capaces de vivir en el mundo como amigos y siervos fieles a Dios, responsables en Cristo Jesús, vivir en obediencia a su voluntad y darle siempre la gloria a Él.

El objetivo general de esta obra es enseñar los fundamentos de la Educación Bíblica Cristiana para poner en marcha un programa de educación eficaz en las iglesias de Cristo.

También quisiera describir algunos objetivos específicos, como:

  • Tener claridad sobre la esencia de la enseñanza bíblica cristiana.

  • Identificar los fines de la enseñanza bíblica cristiana.

  • Reconocer los factores que influyen en el proceso de enseñanza – aprendizaje.

  • Poner en marcha un programa de educación bíblica cristiana eficaz en las iglesias de Cristo.

  • Instruir al educador cristiano acerca de cuál debe ser su perfil como tal.

Descripción

Desde el Antiguo Testamento vemos la necesidad de la enseñanza de La Palabra, pues nos encontramos con pasajes que muestran las consecuencias negativas y catastróficas que se tienen por la falta del conocimiento de La Palabra de Dios; por ejemplo Jeremías 10:14 indica "toda persona se embrutece por falta de conocimiento"1, luego, al aumentar la ignorancia de La Palabra de Dios el pueblo "es destruido porque carece de conocimiento" Os. 4:6. En un versículo paralelo en el libro de Isaías se muestra un problema mayor, "la falta de entendimiento" 1; es decir, que a pesar de haber enseñanza de La Palabra, el pueblo no era capaz de entenderla. Isaías 5:13.

Lamentablemente existen razones por las que parte del pueblo de Dios es engañado, porque hay ministros que lejos de transmitir una prédica sobre la base de La Biblia, lo hacen sobre la base de humanismo, filosofías, paganismo, doctrinas de hombres, diversas y extrañas doctrinas, incluso algunas de las cuales son doctrinas de demonios.

Por tal razón es necesario contar con herramientas y métodos bíblicos, por medio de los cuales trasladar el mensaje de La Palabra de Dios, y es en ello donde este documento será de ayuda al Cuerpo de Cristo.

Pero La Palabra dice que "Dios no puede ser burlado" (Gálatas 6:7) y hoy en día mundialmente vemos cómo su Palabra se está cumpliendo en el sentido de que se está difundiendo a través de la alta tecnología, cumpliéndose así la afirmación de nuestro Señor Jesucristo, quien dijo en Mateo 24:14 "Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces, vendrá el fin" 1. Este libro es, pues, un aporte para que, obedeciendo la visión de Dios, se cumpla su palabra a través de mi vida.

Esta obra consta de siete capítulos y cada uno de ellos te será de utilidad para que puedas cumplir con el mandamiento de la Gran Comisión, propósito de Dios en tu vida.

Es necesario, para una mejor comprensión, que verifiques los versículos citados. Y cuando leas cualquier tema con versículos escudríñalos; esto te ayudará a irte familiarizando con ellos y los recordarás en un momento determinado, cuando tengas que amparar con ese mismo versículo, algún estudio que estés elaborando.

ANÁLISIS GENERAL

La auténtica comunicación de la palabra de Dios

A- LA COMUNICACIÓN ES EL PLAN DE DIOS:

Hemos visto la sabiduría que Dios ha dado al ser humano, para descubrir los avances de la tecnología de información y comunicación, los cuales están revolucionando todas las esferas de pensamiento y actividad humana. Lo confirmamos con los fenómenos tecnológicos de nuestro tiempo como la tecnología telefónica y celular, el mundo del software y hardware, la tecnología satelital, entre otros.

La iglesia cristiana ha despertado a la necesidad de integrar la comunicación social en su acción evangelizadora. Una muestra de ello es el creciente interés por parte de sus líderes pastorales a crear organizaciones para atender este importante campo, los avances de sus medios de comunicación en la radio, los audiovisuales, el mundo de la informática y otros. Sin embargo, si vemos el grado de corrupción del mundo de hoy, todavía queda mucho qué hacer.

Pero lamentablemente, existe todavía un déficit cultural en nuestra Iglesia en el mundo cambiante de hoy, ya que aún ésta no ha logrado asumir, en toda su dimensión, estas obras que Dios ha creado y que el ser humano ha descubierto. Esto se refleja en actitudes como la desconfianza, miedo, falta de convencimiento y también en la falta de capacitación en el empleo de estos medios para la obra evangelizadora. Ya no se diga en la adquisición de los equipos y programas. Por ello se hace necesario el esfuerzo de los líderes cristianos, no sólo hacia una mayor conciencia de la importancia de la comunicación social en la Iglesia, sino una campaña sostenida de alfabetización tecnológica en la misma, que no consiste sólo en adquirir y aprender a usar el hardware (instrumentos o aparatos), sino también en adiestrarse sobre la gran variedad de software (programas) existentes y sobre todo, capacitar sobre cómo enseñar Las Sagradas Escrituras.

Es importante, por tanto, comprender que la comunicación social en la evangelización, es parte del plan de Dios y de su proyecto de salvación. Dios mismo se constituye en fuente y modelo de toda comunicación. Tal es la entrega de su Hijo Unigénito Jesucristo-. Esta gran prueba de amor, la revelación y la alianza con el Espíritu Santo son los tres pilares fundamentales del modelo de comunicación de la Iglesia.

Este modelo lo vemos presente desde el acto creador del Padre, expresado en Génesis capítulo 1; llega a su culminación con la encarnación del Hijo de Dios, el amor de Dios hacia la humanidad y de éste hacia su creador; y continúa en la acción evangelizadora de la Iglesia.

B.- EL ESPÍRITU SANTO EN LA COMUNICACIÓN DE LA IGLESIA:

La comunicación social en la Iglesia puede darse, gracias a la iluminación y dirección creativa y poderosa del Espíritu Santo, estrategias de lenguaje, capacidades y nuevas formas de anunciar el evangelio de las buenas nuevas.

Formas de comunicación de Dios con la humanidad:

Primero, Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, como lo afirma Génesis 1:27 "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó". Luego lo llama a ser su hijo. 1 Juan 3:1 "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios, por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él". Proverbios 23:26 "Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos" 1. Tú ya has sido formada en el vientre de tu madre por la misma mano poderosa de Dios, ¿quieres ser su hijo (a)? ¡Continúa leyendo y lo lograrás, en el nombre de Jesús!

Segundo, el modelo de comunicación divino más sublime llega a su culminación, cuando por amor, Dios mismo se encarna en hombre, para morir por los pecados de la humanidad y vencer las potestades de las tinieblas al resucitar al tercer día de la tumba. Romanos 5:8 "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros". Colosenses 2:15 "…y despojando a las principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" 1.

Jesucristo es el modelo del perfecto comunicador; nos comunica su amor y su deseo de que amemos, sirvamos y nos perdonemos unos a otros. 1 Pedro 4:8 "Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados". 1 Juan 4:8 "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor". Gálatas 5:13 "Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros". Efesios 4:32 "Antes, sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo" 1.

Nos enseña y nos llama a entregarnos sin pensar en nosotros sino en el otro. 1 Corintios 10:24 "Ninguno busque su propio bien, sino el del otro". A amar y perdonar a los que nos hacen daño. Lucas 6:27 "Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen". Mateo 6:14 y 15 "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas". Todo esto se encierra en la Regla de Oro ordenada por el mismo Jesucristo, en Mateo 7:12 "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque eso es la ley y los profetas" 1.

Tercero, Dios comunica a la humanidad su deseo de otorgarle poder y fuerza vivificadora para prolongar su salvación al hombre hasta el final de los tiempos, a través del bautismo del Espíritu Santo. Joel 2:28 "Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones". Hechos 1.8 "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" 1. ¿Ya recibiste el bautismo del Espíritu Santo? ¿Has sido testigo de lo que ha hecho Jesucristo en ti? No es necesario que vayas a otros países, empieza por testificarle a los que te rodean; si no tienes compasión por los que están cerca de ti, no puedes demostrar interés por los que están lejos y ni conoces.

Él envía a su iglesia con este poder a proclamar su Palabra, a sanar enfermos y liberar a los cautivos. Lucas 9:1 y 2 "Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos". ¿Eres tú discípulo de Jesús? Entonces, ya recibiste ese poder y esa autoridad; adelante, ve y actúa! Pero ¿Sabes?, no sólo los discípulos pueden ejercer este ministerio, recuerda lo que dijo Jesús en Marcos 16:15 "Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" 1. ¿Quiénes dice el Señor que harán todo esto? Los que creen; ¿tú crees que el nombre de Jesús es capaz de obrar a través de tus manos y que tiene el poder para hacerlo? ¡Procede, entonces!

Hay otra cosa que debemos tomar en cuenta: el Espíritu Santo, es el que dota a su pueblo con sus dones: 1 Corintios 12: 7-11 "Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere". ¿Para qué dice que el Espíritu nos da los dones? Para provecho de los demás. Y qué sucede si no los usamos para provecho? Dios nos pedirá cuentas. Mateo 25:19 "Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos". Y qué hizo al que no cultivó el talento? Mateo 25:28 "Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. ¿Por qué debemos persistir en cultivar los dones? 1 Timoteo 4:14-16 "No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren" 1. Para nuestra salvación y la de los demás.

El Espíritu Santo nos provee de talentos, y, sobre todo, dispone al creyente para ser instrumento de Dios para su obra salvadora, según los dones que haya recibido. Así que si ya has recibido el don para servir al Señor, empieza a actuar, si no, pídeselo en oración y Él te lo dará porque su propósito es usarte para hacer sus obras y sea Dios glorificado. Pero no olvides, todo es en el nombre poderoso de Jesús, no en nuestras fuerzas o habilidades. Recuerda lo que dice 1 Pedro 4:10 y 11 "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén" 1. Ves, dice según el don que ha recibido, y ¿Quién debe ser glorificado? Únicamente Dios, no nosotros, porque todo lo hacemos con su poder, y por su misericordia nos usa.

El Espíritu Santo es, por tanto, el protagonista y animador de la tarea misionera de la Iglesia. Así que al servir, debemos antes invocar con perseverancia su presencia e iluminación, convirtiéndolo en nuestra principal fuente de inspiración y poder. 1 Tesalonicenses 1:5 "Pues nuestro evangelio no llegó a nosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo…" Romanos 8:14 "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" 1.

El Predicador, instrumento de comunicación

El Pastor José M. Martínez2 publica en el boletín Pensamiento Cristiano, una serie de respuesta a inquietudes que él mismo se plantea, las cuales serán de mucha ayuda en este caminar.

El Espíritu Santo podría usar directamente La Biblia para la conversión de los hombres y la edificación de la Iglesia, y a veces así lo hace excepcionalmente. Pero por regla general se vale de medios humanos, entre los cuales el predicador y educador ocupa lugar especial.

A.- ¿ES POSIBLE HALLAR UNA PERSONA IDÓNEA PARA COMUNICAR EL MENSAJE DIVINO?

Ante la excelencia de La Palabra y la magnificencia aún mayor del Dios que la ha dado, cualquier capacidad humana es ineptitud. ¿Quién puede considerarse apto para lograr que a través de sus palabras los hombres oigan la voz viva de Dios mismo? Que esto suceda es un misterio y un milagro atribuible a la gracia divina, no a mérito alguno del predicador. (Efesios 2: 8-9) "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe"1.

Sin embargo, es imprescindible un mínimo de idoneidad por parte de quien comunica a otros La Palabra divina. La predicación no es una simple exposición de la verdad contenida en las Sagradas Escrituras. Tal tipo de exposición puede hacerla incluso una persona no creyente o desobediente a Dios. Los mensajes proféticos de Balaam fueron irreprochables en cuanto a su contenido (Números. 23-24). Caifás estuvo atinadísimo cuando hizo su afirmación sobre la conveniencia de que un hombre muriera por el pueblo (Juan. 11:50-5) "…ni penséis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación…". Aun los demonios anunciaban una gran verdad cuando daban testimonio del Santo de Dios (Marcos. 1:24) "… ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios"; Y la adivina dijo otra gran verdad en Hechos 16:17-18 "Esta, diciendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación" 1. Pero ninguno de estos predicadores mereció la aprobación de Dios.

El verdadero predicador, sean cuales sean sus defectos y limitaciones, ha de estar identificado con el mensaje que comunica. Debe reverenciar y amar a Dios, respetar y aceptar su Palabra. Ha de haber tenido una experiencia genuina de conversión y dedicación a Cristo en respuesta a su llamamiento. Tiene que ajustar su vida -aunque no llegue a la perfección absoluta- a las normas morales del Evangelio, ha de amar sinceramente a los hombres. Ha de reflejar la imagen y el espíritu de su Señor.

B.- ¿QUÉ LUGAR DEBE OCUPAR EN LA PREDICACIÓN LA EXPERIENCIA DEL PREDICADOR?

Debe quedar muy claro que somos llamados a predicar a Cristo, no a nosotros mismos, (2 Corintios. 4:5; C de R) "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús". La Palabra, no nuestras experiencias, debe constituir la esencia del sermón. Las experiencias del predicador, usadas moderadamente y con cordura, pueden ser ilustraciones útiles, pero nunca deben ocupar lugar preponderante.

Y a pesar de esto, la experiencia del mensajero de Cristo es de importancia decisiva. Sólo quien ha gustado lo delicioso del pan de vida puede ofrecerlo a otros con efectividad. Únicamente quien ha tenido vivencias auténticas de la energía transformadora del Evangelio puede afirmar sin vacilaciones que "es poder de Dios para dar salvación a todo aquel que cree" y esperar que sus oyentes tomen sus palabras en serio. Pero no es el testimonio oral que sobre sus experiencias puede dar el predicador desde el púlpito lo que más vale, sino lo que de ellas se trasluzca a través de su vida.

C.- ¿PUEDE PREDICAR QUIEN PASA POR UNA EXPERIENCIA DE CRISIS ESPRIRITUAL?

Toda crisis indica un estado de inestabilidad. No se ha llegado a posiciones fijas, definitivas. No es inmersión en la incredulidad por pérdida de la fe o entrega al pecado con cese de toda lucha. Es más bien una situación de conflicto, de angustia, de depresión incluso. Pero la fe se mantiene; las dudas son pájaros que revolotean sobre la cabeza sin llegar a hacer nido en ella; en el corazón sigue ardiendo la llama del amor a Cristo; La Biblia no ha dejado de ser el objeto predilecto de lectura y meditación.

En estos casos no sólo se puede seguir predicando, sino que, el hacerlo puede contribuir muy positivamente a la superación de la crisis. En el púlpito, el predicador sincero tiene experiencias tan claras como inefables de la presencia y el poder del Espíritu Santo, el cual le habla a él tanto o más que a la congregación y convierte La Palabra en fuerza maravillosamente renovadora. Sólo cuando la crisis se prolonga y debilita demasiado al predicador, puede ser aconsejable que éste cese temporalmente en su responsabilidad en el púlpito a la par que busca medios adecuados de recuperación.

D.- ¿SE PUEDE PREDICAR SOBRE PUNTOS QUE EL PREDICADOR NO APLICA EN SU PROPIA VIDA?

Omitir esos puntos sería cercenar La Palabra de Dios. Exponerlos, puede dar lugar a la hipocresía, falta intolerable en el mensajero del Señor. No es moralmente posible exhortar a los oyentes a una vida de oración si el predicador apenas ora en privado; o a la generosidad, si él es atenazado por el egoísmo; o al esfuerzo de una dedicación plena a Cristo, si él no da ejemplo de ello.

Ante tal inconsecuencia, el predicador debe buscar toda la ayuda de Dios para conformar su vida a las enseñanzas de La Palabra. Debiera estar en condiciones de poder decir como Pablo: "Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo" (1 Corintios. 11:1). Si es consciente de que no ha alcanzado tal meta y si ha de predicar sobre un texto que pone al descubierto algún punto débil de su vida cristiana, no ha de tener inconveniente en reconocerlo públicamente e indicar de algún modo que él mismo también se incluye entre aquellos a quienes se dirige el mensaje. Esto es doblemente positivo, pues no sólo libra al predicador de dar una falsa impresión de sí mismo, sino que, ante la confesión de sus propios defectos, aunque parezca paradójico, la congregación se sentirá alentada. Los "superhombres" espirituales anonadan. Los hombres de Dios que, como Elías son "de igual condición que nosotros" 1 (Santiago. 5:17), estimulan a sus hermanos.

E.- REQUISITOS DEL EDUCADOR CRISTIANO:

Juan Antonio Vázquez Corado5 basado en Isaías 50:4-5 "El Señor Dios me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos. El Señor Dios me ha abierto el oído; y no fui desobediente, ni me volví atrás"1, expone que el educador cristiano (predicador, maestro o evangelista) debe tener presente los siguientes requisitos básicos:

1.- "Mañana tras mañana me despierta": nos habla de estos aspectos:

a.- Al inicio de cada día nuestro oído debe estar despierto y dispuesto para escuchar La Palabra de Dios: Como hijos de Dios, durante ese tiempo es fundamental recibir la enseñanza y el alimento de la leche espiritual no adulterada de La Palabra (1 P. 2:2), para crecer adecuadamente en el evangelio.

El cristiano que desea enseñar La Palabra de Dios, debe comprender que en el principio de su vida cristiana necesita ser instruido, no precisamente para enseñar, sino para ser edificado y alimentado.

b.- El cristiano siempre necesita escuchar y aprender de La Palabra de Dios, para vivirla y enseñarla. Pero hay quienes consideran que después de determinado tiempo de recibir alguna instrucción o determinados cursos bíblicos o teológicos, ya no necesitan aprender nada; tristemente con esa actitud, efectivamente dejan de aprender.

2.- Despierta mi oído para escuchar como los discípulos", las palabras despertar, escuchar y discípulos se refieren a:

a.- El Señor despierta nuestros oídos para "escuchar"; o sea, dar atención a lo que se oye, dar oídos, atender al aviso, consejo o sugerencia. La importancia de esto radica en que hay personas que no escuchan la enseñanza o el consejo de La Palabra de Dios, sino que únicamente la oyen, y no la atienden ni la retienen.

La persona que desea enseñar primero debe ser discípulo para aprender, entender y comprender doctrina. Debe aprender a interpretar La Biblia y no confundir los pasajes, tiempos, personajes y contextos bíblicos.

Alguien puede saberse de memoria La Biblia, pero no necesariamente sabe interpretarla. Esto lo vemos en los escribas, quienes sabían de memoria la ley; sin embargo, no pudieron interpretarla y para reconocer que Jesucristo era el Mesías.

b.- Discípulo, en el Nuevo Testamento, se traduce del griego "mathetes" y significa: aprendiz y alumno. Es el masculino del nombre mathano que significa "entender". En el Nuevo Testamento significa un ad hiriente que acepta las instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta.

El discípulo se caracteriza porque tiene maestro, entiende, es aprendiz y alumno, veamos algunas definiciones:

Alumno: Discípulo, respecto de su maestro, de la materia que está aprendiendo o de la escuela, colegio o universidad donde estudia. Persona criada o educada desde su niñez por alguno, respecto de este.

Aprendiz: Persona que aprende algún arte u oficio. Persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de una profesión manual, antes de pasar a oficial.

3.- El Señor Dios me ha abierto el oído:

En Marcos 7:31-35 encontramos un ejemplo que nos explica porqué es necesario que el Señor abra nuestros oídos para escuchar como los discípulos, pues muestra que la consecuencia de abrirle los oídos al sordo y tartamudo, fue que desapareció el impedimento de su lengua y "hablaba con claridad".

¿Cuanta necesidad tenemos de que el Señor abra nuestros oídos?

a.- En primer lugar, para escuchar y comprender el significado de su Palabra.

b.-Para hablar con claridad, es decir, enseñar con claridad y correctamente, sin confundir a los que escuchan (2 Timoteo 2:15). Veamos otra traducción del verso de Marcos 7:35: "Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente".

La consecuencia de abrir los oídos es la liberación de la lengua para enseñar correctamente, expeditamente y bien.

4.- No fui desobediente, ni me volví atrás:

Según Juan Antonio Vásquez, el Diccionario The Complete Word Study Bible & Reference, define la palabra discípulo como un ad hiriente que acepta las instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta; es decir, que bíblicamente un requisito que se debe cumplir para que la persona sea apta para enseñar correctamente es la obediencia. El cristiano que no ha sido discípulo y obediente, su enseñanza será sin sentido, es decir como un símbalo que retiñe (1 Corintios 31:1), que difícilmente podrá presentar defensa razonable de su fe en Cristo Jesús (1 Pedro. 3:15), y difícilmente tendrá el respaldo de Dios.

5.- Ser capacitado para enseñar:

No todos tienen la capacidad para enseñar o predicar, esto lo vemos cuado el apóstol Pablo le da a Timoteo la siguiente recomendación: "Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros". (2 Ti. 2:2; LBLA).

A pesar de que no todos tienen la capacidad para enseñar, es hermoso saber que nuestro bendito Dios nos proporciona la esperanza de que por medio de la sangre de su Hijo Jesús somos hechos aptos para toda buena obra, incluyendo enseñar (Hebreos 13:20-21; RV 1960).

6.- Dominar lo que se enseña:

Esteban es un claro ejemplo de quien domina el tema que transmite, de manera que puede explicar correctamente cada punto que expone. Ante la acusación que le hacían dio una gran exposición. "Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios… Este hombre no deja de hablar palabras contra este santo lugar y contra la ley. Porque le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar y cambiará las costumbres que Moisés nos dejó" (Hechos 6:11; 13-14; RVA).

Inició su discurso desde que el Señor se manifestó a Abraham en Mesopotamia. Describió el llamamiento de Moisés; la salida de Israel de Egipto; los 40 años de Israel en el desierto; la dureza del corazón del pueblo; la muerte de los profetas y llegó hasta la muerte del Señor (Hechos 7:2-53 RVA).

7.- Todos los requisitos que reúne Jesús. Ver Capítulo V, inciso B.-

F.- EL AUDITORIO Y SUS NECESIDADES:

José M. Martínez2 continúa diciendo: el predicador es un intermediario entre Dios y los oyentes en lo que a comunicación de La Palabra de Dios se refiere. Por tal razón, debe conocer a Dios y vivir lo más cerca posible de El; pero tiene asimismo que conocer a los hombres y vivir próximo a ellos. Ha de ser fiel a su Señor y, por amor a El, amar a quienes le escuchan, con una preocupación sincera por su situación.

Ante sí tiene hombres y mujeres con sus inquietudes, sus dudas, sus deseos nobles, sus debilidades, sus luchas, sus avances espirituales, sus pecados, sus alegrías, sus temores. De alguna manera, el predicador ha de penetrar en ese mundo interior de cada oyente e iluminarlo, purificarlo y robustecerlo con La Palabra de Dios. No puede conformarse con pronunciar palabras piadosas que se pierdan en el vacío porque su contenido es de nulo interés para quienes escuchan.

Nada hay más estéril, ni más aburrido, que una predicación descarnada, insensible al pensar y el sentir del auditorio. Hemos de preocuparnos por presentar un mensaje relevante para el hombre de hoy, que le diga y le dé algo importante en el plano existencial.

Al pensar en el hombre, hemos de pensar en la totalidad de su ser y de su circunstancia. La Palabra de Dios no va dirigida únicamente al espíritu; no tiene por objeto solamente movernos a la adoración o fortalecer nuestra fe. Menos aún, elevarnos a una comunión con Dios que nos haga indiferentes a nuestros compromisos, nuestras necesidades, nuestras relaciones o nuestros problemas temporales.

Es necesario desterrar falsos espiritualismos y ver desde el púlpito a seres de carne y hueso. Aun el creyente, ciudadano del reino de los cielos, vive en el mundo bajo toda clase de influencias culturales, religiosas, políticas, sociales. No puede salir de ese marco. Ni es llamado a hacerlo. Pero en él se hallará infinidad de veces con situaciones en las que no verá con claridad cómo actuar cristianamente. Es entonces cuando una predicación encarnada, en la que La Palabra de Dios responde a preguntas, aclara dudas y proporciona estímulos en el orden existencial, constituye una bendición inestimable por convertirse en palabra redentora.

Por medio de la predicación, el atribulado ha de recibir consuelo; el que se halla en la perplejidad, luz; el rebelde, amonestación; el penitente, promesas de perdón; el caído, perspectivas de levantamiento y restauración; el fatigado, descanso y fuerzas nuevas; el frustrado, esperanza; el inconverso, la palabra cautivadora de Cristo; el santo, el mensaje para crecer en la santificación. En fin, el púlpito ha de ser la puerta de la gran despensa divina de la cual se sacan las provisiones necesarias para suplir las necesidades espirituales de los oyentes.

G.- LA NECESIDAD DE UN PROPÓSITO:

No es suficiente que el predicador, al subir al púlpito, tenga algo que decir a sus oyentes. Es necesario que su sermón tenga un objetivo concreto. Ha de aspirar a unos resultados.

El contenido del mensaje no sólo ha de iluminar la mente y remover los sentimientos; ha de mover la voluntad. Toda predicación debiera llevar a quienes escuchan a tomar algún tipo de decisión, ya sea la conversión, la confesión íntima a Dios de un pecado, la renuncia a alguna práctica impropia de un cristiano, el desechamiento de un temor, una entrega plena a la voluntad de Dios, la resolución de iniciar la reconciliación con un hermano enemistado, la determinación de empezar las actividades de cada día dedicando unos minutos a la lectura de La Biblia y la oración, la de ofrecerse seriamente para algún tipo de servicio cristiano, la de evangelizar con mayor celo, la de mantener contactos de comunión cristiana con las personas que más la necesitan, entre otros.

Sólo cuando se han producido resultados de esta naturaleza en los oyentes puede decirse que la semilla de la predicación ha germinado. Por supuesto, la nueva planta debe cuidarse después mediante la acción pastoral de la iglesia; pero ya puede considerarse un éxito inicial que la semilla no cayera junto al camino y fuera robada por Satanás; o en pedregales que por no tener raíz en sí, cuando viene la tribulación tropiezan; o entre espinos, que los engaños de este siglo y el engaño de las riquezas la ahogan (Marcos 4:13-20; RV 1960).

Es verdad que no en todos los casos la predicación, aunque esté presidida por un propósito concreto, logra su finalidad. Siempre hay oídos y corazones invulnerables a los dardos más directos de La Palabra. También es verdad que el Espíritu Santo puede alcanzar fines que el predicador no se había propuesto. Pero nada de esto justifica que cuando el predicador se embarca en su sermón no tenga idea del puerto al cual se dirige. Sin una meta precisa para cada mensaje, todo el esmero en la exégesis, toda la habilidad homilética y todos los recursos de la oratoria serán poco menos que inútiles. Un sermón no debe ser jamás una mera obra de arte. No ha de llegar a oídos del auditorio como una bella sinfonía, sino como lo que se espera que sea: voz de Dios que habla a los hombres y los insta a las decisiones más trascendentales.

El ministerio de la predicación es glorioso, pero entraña una responsabilidad imponente. Es fuente de gozo, pero también de grandes tensiones. Su práctica eleva y humilla. Más detrás de ese ministerio está Dios. El es quien dice a cada uno de sus mensajeros: "He aquí he puesto mis palabras en tu boca" (Jeremías 1:9 RV 1960) y quien infunde aliento para la realización de una misión tan singular, (Jeremías 1:17).

Del predicador se espera fidelidad y diligencia. Como en el caso de los profetas, su tarea viene determinada por dos palabras: impresión y expresión. La primera indica la operación del Espíritu y de La Palabra en el predicador; la segunda, la acción del Espíritu y de La Palabra a través de él. En la expresión se combinan el elemento divino y el humano, la unción de lo alto y la homilética.

H.- ¿CUNÁNDO UN PREDICADOR ES O NO FRACASADO?

Muchos creen que sus enseñanzas no están tocando a las personas y por eso se sienten fracasados. Otros por el contrario creen que el tener una iglesia llena es el resultado de que sus sermones son exitosos. Sin embargo La Biblia es la que nos provee el criterio de lo que es el fracaso y el éxito. Juan Chacón3, menciona que un predicador, NO ES NECESARIAMENTE FRACASADO cuando vive las siguientes experiencias:

1.- Cuando algunas personas abandonan su iglesia, (Juan 6:661) "Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban con él. Jesús no fracasó y se fueron de él".

2.- Cuando son pocos los que se salvan, (2 Pedro 2:5; RV 1960) "Ni tampoco perdonó Dios al mundo antiguo, sino que mandó el diluvio sobre aquellos hombres malos, y salvó solamente a Noé, que predicó una vida de rectitud, y a otras siete personas".

3.- Cuando los problemas aumentan, (2 Corintios 1:8; RV 1960) "Hermanos, queremos que sepan cuántas dificultades tuvimos en la provincia de Asia. Fue una prueba tan dura que ya no podíamos resistir más, y hasta perdimos la esperanza de salir con vida".

4.- Cuando la compensación económica es mínima, (Filipenses 4:11; RV 1960) "No lo digo porque yo esté necesitado, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo".

Un predicador HA FRACASADO si ocurren los siguientes efectos:

5.- Cuando compromete su predicación para halagar a los oyentes, porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza. "Mas bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que solo les enseñen lo que ellos quieran oír" 1 (2 Timoteo 4: 1-3)

6.- Cuando su predicación es débil y vacilante, (1 Corintios. 14:8-9) "Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire" 1

7.- Cuando su predicación carece de amor, (1 Corintios. 13:1) "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe" 1.

8.- Cuando su corazón no siente carga por las almas, (Romanos. 9:3) "Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne" 1.

9.- Cuando su predicación no dirige a la gente hacia Cristo, (Romanos 10:14) "¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?".

10.- Cuando su predicación está mas dirigida a parecer elocuente y atractiva que ser receptiva al Espíritu Santo, (1 Corintios 2:4) "y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder" 1.

11.- Cuando le da mas importancia a su paga que a la fiel obediencia a Dios y al lugar donde el Señor lo ha puesto, (1 Ti. 6:10-11) "Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, clamor, la paciencia, la mansedumbre" 1.

Fundamentos de la educación bíblica cristiana

El especialista cristiano en Pedagogía Rafael Serrano4 menciona cinco fundamentos, a saber:

A.- LOS FINES DE LA ENSEÑANZA CRISTIANA:

1.- La conversión del adulto no creyente:

Jesucristo vino para que los seres humanos "tengan vida, y la tengan en abundancia." (Juan 10:10). Se refiere a la vida eterna en Cristo Jesús. Todo nuestro acercamiento al adulto no creyente tiene por finalidad lograr que éste sea salvo. En palabras del mismo Cristo: "El que crea y sea bautizado será salvo"1 (Marcos 16:16).

La entrega a Jesucristo es un cambio radical de la persona, tanto que en muchos textos bíblicos se lo denomina "nacer de nuevo". Si nuestra enseñanza no está planeada para que la gente crea y se bautice, entonces no estamos haciendo nada.

2.- La edificación del creyente:

El cambio radical del creyente que se produce en el momento de la conversión toca principalmente con aquello que lo separa de Dios. La labor del predicador o maestro cristiano es ayudarle a la persona a ubicar qué es lo que le está separando de Dios, qué es lo que le impide tener una relación de santidad con Dios. Una vez ubicado esto, la persona se arrepiente y se bautiza para el perdón de los pecados. Por ejemplo, si lo que separaba a la persona de Dios era el robo, la entrega a Jesucristo hace que la persona "no robe más, sino que trabaje"1 (Efesios 4:28). Pero de ahí en adelante el mensaje del evangelio tiene que inundar todas las áreas de la vida de la persona, no sólo aquellas que evidentemente le impedían recibir a Cristo.

Los creyentes necesitan ser edificados espiritualmente para que "arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios."1 (Ef. 3:18,19).

Si fracasamos en edificar a los hermanos y hermanas de la iglesia, la persona puede volver a antiguos pecados y llegar a quedar en peor condición que antes de entregar su vida a Cristo. Los líderes y maestros de las iglesias de Cristo deben entender esto muy profundamente. Si los creyentes no son mejores cristianos que cuando se convirtieron, si "no hay progreso", entonces lo que sucede es que no existe una verdadera enseñanza bíblica cristiana en la iglesia.

3.- La preparación del niño para la conversión:

Eso de que "niños son el futuro de la iglesia" aparte de ser una frase muy trillada, es completamente cierto. Dios quiere que los niños sean criados "según la disciplina e instrucción del Señor" (Ef. 6:4b). Uno de los requisitos para ser anciano líder (pastor) de la iglesia es que "sus hijos deben ser creyentes"1 (Tito 1:6). Todas las clases y actividades que la iglesia desarrolle con los niños deben ir directa o indirectamente relacionadas con ese fin: prepararlos para la conversión.

Si los niños y adolescentes, no entregan sus vidas a Jesucristo a su debido tiempo, se deben estar enseñando muchas cosas en las clases que la iglesia les imparte. Pero hay algo que no se les está enseñando: La Palabra de Dios.

B.- QUÉ ES ENSEÑAR DESDE EL PUNTO DE VISTA CRISTIANO:

Ser cristiano es un encuentro personal con Dios, una relación, una experiencia. Consecuentemente, enseñar desde el punto de vista cristiano consiste en lograr que la persona tenga una relación personal con Dios y la mantenga toda su vida.

Para poder tener un encuentro personal con Dios la persona debe tener fe. Parafraseando, la fe le llega a la persona "como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es La Palabra de Cristo" (Romanos 10:17). A nosotros nos corresponde enseñar el mensaje de Cristo no sólo para que la persona se haga cristiana, como acabamos de ver, sino también para que se mantenga cristiana. A los que ya son cristianos se les pide que vivan "asidos de la palabra de vida" (Fil. 2:16). En esto, el papel de la enseñanza cristiana es claro: "Que La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría."1 (Col. 3:16).

Un problema de muchas iglesias es que muchos de nosotros creemos que enseñar es verbalizar, es decir que la persona diga en sus propias palabras lo que La Biblia enseña. Luchamos por todos los medios para alcanzar ese logro. Pero en realidad que la persona sepa en su mente una enseñanza bíblica y pueda decirla claramente en sus propias palabras no es suficiente. El cristianismo no es tan sólo una manera de pensar, sino más que eso, una manera de vivir. Mucha gente conoce y expresa verbalmente muy bien los principios bíblicos, pero no los vive. Jesucristo identificó claramente ese problema en los fariseos que él tanto reprobó (ver Mateo 23:1-4). Lograr que una persona conozca La Palabra de Cristo y la exprese con claridad en sus propias palabras es algo muy grande, pero no es suficiente. La Palabra misma, si se dice creyéndola y declarándola en ella, se encarnará en ella y vendrá el cambio.

Otro problema es que muchos de nosotros creemos que aunque no es suficiente conseguir que una persona conozca La Palabra de Dios y la exprese en sus propias palabras, pensamos que la solución es que además de eso, la persona muestre entusiasmo por lo que ha aprendido. Pero eso tampoco es suficiente: el cristianismo no es tan solo un estado de ánimo pasajero, es una manera de vivir. Hay gente que la "pasa muy bien" en su relación con La Palabra de Dios, muestra entusiasmo con la enseñanza, pero no practica la enseñanza. Conocer y decir con sus propias palabras los principios bíblicos no es suficiente. Tampoco es suficiente que la persona "se entusiasme" con La Palabra de Dios.

Sí, es superimportante que la persona conozca La Palabra de Dios, la exprese en sus propias palabras y se entusiasme con ella. Pero no puede quedarse ahí. Hemos realmente enseñado cuando la persona cambia su vida y vive una experiencia permanente con Dios, una relación personal con Dios. Y está claro que eso no lo logramos nosotros, sino el Espíritu Santo. Por eso, es necesario invocar su ayuda cada vez que vamos a enseñarla.

Entonces, desde el punto de vista cristiano hemos realmente enseñado cuando al enseñar La Palabra de Dios la persona logra todo esto completamente:

1.- Conoce La Palabra de Dios.

2.- Expresa en sus propias palabras La Palabra de Dios

3.- Se entusiasma con La Palabra de Dios

4.- Logra una experiencia personal con Dios.

5.- Practica La Palabra de Dios.

Lo anterior se puede dar casi simultáneamente, si Dios quiere. Eso pasa en muchos casos en que la gente llega a rendir sus vidas a Cristo. Pero, como podemos ver en el cuadro anterior, parece darse generalmente un proceso de enseñanza – aprendizaje. Veamos tal proceso.

C.- EL PROCESO DE ENSEÑANZA – APRENDIZAJE:

Dios hizo al ser humano. Nosotros debemos aprender cómo es que funciona el cuerpo del ser humano para poder ayudarle cuando está enfermo. Eso es tarea de la medicina.

Si queremos aprender cómo es que el ser humano aprende, eso es tarea de la pedagogía. La pedagogía nos dice que el aprendizaje es un proceso. Por eso hablamos del proceso de enseñanza – aprendizaje.

1.- Conocer la palabra de Dios:

Es importante tener claro que todo empieza con este paso. La gente tiene que entrar en contacto con la palabra de Dios. Romanos 10:14 dice: "Ahora bien, ¿cómo oirán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito "¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!"1. Debe haber alguien que enseñe la palabra de Dios y otro que reciba la enseñanza.

2.- Comprender La Palabra de Dios:

Comprender La Palabra de Dios quiere decir que sabemos lo que ella significa para nuestra vida diaria. Cuando impartimos una enseñanza bíblica, el alumno debe comprender qué significa esa enseñanza para su propia vida individual. Una manera en que podemos ver que el alumno comprende La Palabra de Dios es cuando él puede explicarnos con sus propias palabras la enseñanza bíblica que se le ha dado. El alumno puede expresar esa comprensión por medio de decir qué entendió, o por medio de construir un instrumento en el que muestre su comprensión. Ese instrumento dependerá de las capacidades del alumno: puede expresar oralmente lo que entendió de la enseñanza, o hacer dibujo, o un cuadro sinóptico, o un ensayo, o participar en un debate, o crear un trabajo manual, o crear y participar en un drama o representación teatral, o un socio-drama, etc.

3.- Convencerse de que La Palabra de Dios es lo mejor:

El alumno debe tener una convicción muy fuerte de que La Palabra de Dios es lo mejor para su vida y para el mundo. Su convicción en la verdad de La Palabra de Dios debe llegar hasta el extremo de estar dispuesto a guiar su vida por ella. Su fe en los principios bíblicos debe hacer que La Palabra de Dios sea su norma de creencia y de conducta. Un discípulo de Cristo está plenamente convencido de que su vida debe vivirse haciendo la voluntad de Dios tal como se muestra en La Biblia. El convencimiento incluye el hecho de que los principios bíblicos deben obedecerse en todos los campos de nuestra vida y con una actitud de alabanza y entusiasmo. Cuando se tropiece con alguna dificultad, el verdadero discípulo no desmaya, sino con toda convicción dice como Pablo: "Sé en quien he creído y estoy seguro"1 (2 Timoteo 1:12b).

4.- Experimentar La Palabra De Dios:

He aquí el último paso del proceso enseñanza – aprendizaje sin el cual no podemos decir que realmente se ha enseñado. Cuando el alumno comienza a vivir de acuerdo con lo que se le ha enseñado de La Palabra de Dios, entonces podemos decir que la ha aprendido. Eso debe hacerse con todo principio bíblico que se le presente: vivir de acuerdo a ese principio. Eso y no la verbalización es lo que hará cambiar al mundo. El que verdaderamente ha aprendido La Palabra de Dios, cambia su forma de vida pues ella "es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; penetra hasta partir el alma y del espíritu, las coyunturas y los tuétanos y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón"1. (Hebreos. 4:12). Nadie puede ser el mismo después de una experiencia así. Lo demás, es palabrería.

D.- FACTORES QUE AFECTAN EL PROCESO DE ENSEÑANZA–APRENDIZAJE:

Dentro del proceso de enseñanza – aprendizaje de la palabra de Dios hay factores que afectan para bien o para mal ese proceso. La mayoría de educadores están de acuerdo en ubicar esos factores en el maestro, en el alumno y en el contexto del aprendizaje.

1.- El Maestro:

a.- La personalidad del maestro:

Es un factor clave que el maestro tenga una personalidad cristiana. Empezando porque debe ser un creyente. Puesto que la enseñanza cristiana consiste en un encuentro personal con Dios, quien no lo haya experimentado no puede enseñar lo que a él mismo no le ha ocurrido. Nadie puede enseñar lo que no conoce.

El señor Jesucristo es el modelo del maestro, a Él se le llama "el Divino Maestro". Su personalidad atrajo multitudes. El carácter de Jesús era "humilde de corazón" (Mateo 11:29), y al mismo tiempo la gente se admiraba "porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los escribas" (Mateo 7:29). "La gente venía a escuchar su enseñanza y le traían sus hijos para que orara por ellos"1 (Mateo 19:13).

b.- La actitud del maestro hacia La Biblia:

Jesucristo tenía en alta estima La Biblia. En sus discusiones con los líderes judíos les decía: "Erráis, ignorando Las Escrituras y el poder de Dios" (Mateo 22:29). Y también anda muy equivocado aquel maestro que desconozca hoy en día la enseñanza de La Biblia y tenga una actitud de menosprecio hacia ella o que base sus enseñanzas en algo diferente a La Palabra de Dios. El problema de los enemigos de Jesús era que en realidad no le enseñaban a la gente La Palabra de Dios sino sus propias ideas y por eso Jesús les dijo: "En vano me honran; enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" Mateo 15:9).

c.- La actitud del maestro hacia el alumno:

Jesucristo amaba a la gente y eso le motivaba a enseñar. La Biblia nos dice que "al ver a las multitudes tuvo compasión de ellas"1 (Mateo 9:36). Una actitud de menosprecio o de temor hacia los alumnos es un factor que afecta el proceso de enseñanza – aprendizaje de una manera tal que lo puede bloquear. El maestro(a) cristiano(a) debe tener en alta estima a sus alumnos, amarlos, tomarlo en cuenta y creer que ellos pueden culminar el proceso con éxito.

d.- La actitud del maestro hacia la enseñanza:

El nombre más común para referirse a Jesucristo en los evangelios es el de "maestro". Jesús creía en la enseñanza. Un maestro que no crea en la enseñanza no llega a nada con su actividad. El maestro debe creer tanto en la enseñanza que él mismo debe ser un alumno. Ser maestro es considerado en el Nuevo Testamento como un don de Dios (Ef. 4:11).

2.- El Alumno

a.- La actitud del alumno hacia La Palabra de Dios:

Los primeros discípulos estaban ávidos de la enseñanza de Jesucristo, le decían: "Señor, enséñanos…" 1 (Lucas 11:1b). El maestro debe tratar de despertar el interés de los alumnos hacia La Palabra de Dios para que el proceso pueda darse con efectividad. Es importante que el maestro conozca cuál es la actitud del alumno hacia La Palabra de Dios y hacia la iglesia donde es enseñado.

b.- La actitud del alumno hacia sí mismo:

Una actitud de baja autoestima, de que "La Palabra de Dios no es para mí" puede ser fatal para el éxito del proceso de enseñanza–aprendizaje. Lo hermoso de la enseñanza cristiana es que no importa lo que uno piense de sí mismo, La Biblia trae mensaje para uno. El maestro debe mostrarle eso al alumno para que tenga un adecuado concepto de sí mismo y eso favorezca el aprendizaje.

c.- La actitud del alumno hacia el maestro:

Si el alumno no confía en su maestro, es difícil que aprenda. Se necesita cambiar el concepto del alumno hacia el maestro ya sea por medio de que el maestro muestre un verdadero testimonio o por medio de que el alumno venza prejuicios.

3.- El contexto de aprendizaje:

El contexto de aprendizaje tiene que ver con el lugar y el ambiente donde se imparte la enseñanza. Es importante que el ambiente sea amistoso, acogedor, agradable, abierto al diálogo. El lugar debe ser lo más cómodo posible y el número de alumnos manejable.

4.- La enseñanza y su relación con el aprendizaje.

Como indica Juan Antonio Vásquez Corado5, "enseña" se traduce del griego "didásko" que es una palabra prolongada de un verbo primario "dao" que es aprender. Aprendizaje "es un cambio relativamente permanente en la conducta que cabe explicar en términos de experiencia o práctica". Es "adquisición de una nueva conducta en un individuo a consecuencia de su interacción con el medio externo".

De los conceptos anteriores comprendemos que "didaskalía" es la relación que existe en la enseñanza y el aprendizaje; en otras palabras, la evidencia de que se enseña efectivamente, es que los oyentes comprenden la explicación de La Palabra de Dios, y como consecuencia su vida es cambiada.

E.- EL CAMBIO DE ACTITUDES:

Para poder tener éxito en el proceso de enseñanza–aprendizaje de La Palabra de Dios, es necesario que se den una serie de cambios en las actitudes de todos los que están envueltos en el proceso. Esos cambios se dan en el momento de que alguien se hace cristiano, a través del cambio en los conceptos y a través de experiencias. Esos cambios los puede experimentar tanto el maestro como los alumnos.

1.- Cambio de actitudes a través de la conversión:

Por conversión entendemos la experiencia que vive alguien al hacerse cristiano. Jesús dijo "El que creyere y fuera bautizado será salvo" (Marcos 16:16). Tras esa frase hay muchas implicaciones: El que cree se arrepiente de su mala vida, está dispuesto a declarar públicamente su fe en Cristo y se bautiza de buena voluntad para el perdón de los pecados y recibir al Espíritu Santo (Hechos 2:38). Así que una persona que crea y se bautice (en ese orden, pues nadie puede cambiar el orden divino) es cristiana, se ha convertido en cristiano (a). No hay otra manera de salvarse sino como dice Jesucristo "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre"1 (1 de Timoteo 2:5).

2.- ¿Qué pasa en una persona cuando llega a Jesucristo?:

a.- La persona es salva:

Eso quiere decir que todos sus pecados han sido perdonados (Hechos 2:38) y que ha recibido una nueva naturaleza. Es como si naciera de nuevo (Juan 3:3). Es como si fuera otra persona, una nueva creación (2 Corintios 5:17). Ahora somos "hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano para que anduviésemos en ellas"1 (Efesios 2:10)

b.- La persona despierta un profundo deseo de seguir la voluntad de Dios:

Partes: 1, 2, 3, 4
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