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Comercio exterior y el dólar (página 2)

Enviado por Edgar Tovar


Partes: 1, 2, 3

A corto plazo, los tipos de cambio, determinados por el mercado, tienden a experimentar grandes fluctuaciones cuando varían los tipos de interés y la tasa de inflación, se producen acontecimientos políticos o cambian las expectativas.

A largo plazo, los tipos de cambio son determinados principalmente por los precios relativos de los bienes en los diferentes países.

Ejemplo: – El precio de una cesta de bienes (alimentos, vestidos, petróleo, etc.) cuesta $1.000 en los Estados Unidos.

– El precio de esta misma cesta cuesta en Venezuela Bs. 100.000.

– Si el tipo de cambio es de 500 bolívares por dólar, esta cesta cuesta en Venezuela $200.

Dados estos precios relativos, es de esperar que los norteamericanos compren en Venezuela. El resultado será un aumento de las importaciones norteamericanas y un aumento de la demanda de bolívares, lo cual provocará una subida del tipo del tipo de cambio del bolívar con relación al dólar ($/Bs).

Como consecuencia, los norteamericanos necesitarán más dólares para comprar el mismo número de bolívares.

En este caso, se dice que el bolívar está subvaluado porque éste puede comprar más bienes en Venezuela, que cuando se cambia por dólares para comprar bienes y servicios en el exterior. En otras palabras, el poder adquisitivo interno del bolívar es superior al externo.

Los precios de los bienes venezolanos en dólares subirán, aunque no hayan variado los precios en bolívares.

Este proceso concluirá cuando el tipo de cambio sea de 100 bolívares por dólar. A este tipo de cambio únicamente, el precio de la cesta de bienes será igual en los dos países.

A 100 bolívares por dólar, las monedas tienen el mismo poder adquisitivo expresado en los bienes comercializados.

La sobrevaluación ocurre cuando el poder adquisitivo interno del bolívar es inferior al externo, como ocurre en el siguiente ejemplo.

Ejemplo: – El precio de una cesta de bienes (alimentos, vestidos, petróleo, etc.) es de $1.000 en los Estados Unidos.

– El precio de esta misma cesta cuesta en Venezuela Bs. 1.000.000.

– Si el tipo de cambio es de 500 bolívares por dólar, esta cesta cuesta en Venezuela $2.000.

En este caso, los venezolanos prefieren comprar en los Estados Unidos.

La teoría de la PPA también señala que las monedas de los países que tienen elevadas tasas de inflación tienden a depreciarse.

Por ejemplo, si la inflación es del 10% anual en el país A y del 2% en el país B, la moneda de A tenderá a depreciarse en relación con la de B un 8% al año, que es la diferencia entre las tasas de inflación.

Se debe señalar que la teoría de la PPA no es más que una tendencia y no implica que se produzca una completa igualación de los precios relativos.

Es necesario tomar en consideración que las barreras comerciales y los costos de transporte facilitan que los precios varíen significativamente de unos países a otros.

Además, los flujos financieros pueden superar a los flujos comerciales a corto plazo.

Conclusión: La teoría de la PPA es una guía útil para establecer los tipos de cambio a largo plazo. Pero en la realidad, los tipos de cambio pueden alejarse del nivel correspondiente a la PPA durante muchos años.

Subvaluación de la moneda nacional

Según Dani Rodrik, Profesor de Economía Política en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, Fuente Electrónica: Fuente: www.project-syndicate.org, publica un trabajo titulado: "El valor de la subvaluación" manifiesta:

El dilema de política más importante al que se enfrentan hoy en día los mercados emergentes es el siguiente: por un lado, el crecimiento económico sostenido requiere una divisa competitiva (léase "subvaluada"). Por el otro, cualquier noticia positiva es recibida con una revaluación de la moneda, lo que hace que la tarea de seguir siendo competitivos sea más difícil.

Así que, ¿por fin logró usted que se aprobara esa legislación esencial? ¿Su partido políticamente responsable acaba de ganar las elecciones? ¿El precio de sus materias primas acaba de subir? ¡Lo felicito! Pero la revaluación de la moneda que vendrá, probablemente desencadenará un aumento insostenible del consumo, causará estragos en su sector exportador, creará desempleo y absorberá todo el potencial de crecimiento. La recompensa del éxito es el castigo inmediato.

En respuesta, los bancos centrales pueden intervenir en los mercados de divisas para evitar la apreciación, al costo de acumular reservas extranjeras de bajo rendimiento y de desviarse de su meta principal de la estabilidad de precios. Esta es la estrategia que siguen países como China y Argentina.

O si no, los bancos centrales permiten que los mercados se muevan libremente, al costo de provocar la furia del sector empresarial, los obreros, el resto del gobierno y, de hecho, de casi todo el mundo salvo los expertos en finanzas. Esta es la estrategia que siguen países como Turquía y Sudáfrica, que han adoptado regímenes más convencionales de "fijación de objetivos de inflación".

La primera estrategia es problemática porque es insostenible. La segunda es indeseable porque genera estabilidad a costa del crecimiento.

La importancia de una moneda competitiva para el crecimiento económico es innegable. Prácticamente todos los casos de crecimiento elevado sostenido han estado acompañados de un tipo de cambio real significativamente depreciado. Esto es tan cierto en el caso de Corea del Sur y Taiwán en los años 1960 y 1970 como lo es en el de Argentina actualmente. Chile llevó a cabo su transición hacia un crecimiento elevado en los años 1980 con el apoyo de una gran depreciación. Desde los años 1990, tanto China como la India han recibido un enorme impulso de sus monedas subvaluadas.

Estos son sólo algunos de los ejemplos mejor conocidos. Al revisar las experiencias de más de 100 países, mis investigaciones indican que cada 10 puntos porcentuales de subvaluación agregan 0.3 puntos de crecimiento.

La subvaluación de la moneda es un instrumento tan potente para el crecimiento de la economía por la sencilla razón de que crea incentivos para los sectores que lo promueven. Aumenta los márgenes de ganancias de los sectores manufactureros y agrícolas no tradicionales, que son las actividades con la mayor tasa de productividad laboral y con los ritmos más acelerados de incremento de la productividad.

Una moneda subvaluada permite que una economía se integre a la economía mundial sobre la base de un desempeño exportador sólido. Estimula la producción (y por lo tanto el empleo), a diferencia de la sobrevaluación, que estimula el consumo.

Entonces, ¿qué deben hacer quienes diseñan las políticas? Primero, es importante darse cuenta de que una divisa fuerte y excesivamente volátil no es únicamente problema del banco central. Si bien el banco central carga con buena parte de la responsabilidad, necesita apoyo de otros sectores del gobierno, principalmente del ministerio de hacienda. Mantener una divisa competitiva exige un aumento en el ahorro interno en relación con la inversión, o una reducción del gasto nacional en relación con el ingreso. De otra forma, la inflación creciente anularía los aumentos en la productividad.

Esto significa que las autoridades fiscales tienen una gran responsabilidad: fijar un objetivo de superávit fiscal estructural suficientemente alto con el fin de generar el espacio necesario para la depreciación del tipo de cambio real. Esto puede no ser popular, sobre todo durante un período de contracción económica. Pero nadie tiene derecho a quejarse de la política de "altas tasas de interés y divisa sobrevaluada" del banco central cuando la política fiscal es demasiado laxa para que se puedan reducir las tasas de interés sin arriesgar la estabilidad de los precios.

Además del equilibrio fiscal, hay otros instrumentos disponibles para aumentar el ahorro interno y reducir el consumo. Las políticas gubernamentales pueden orientarse directamente al ahorro privado, creando incentivos mediante políticas fiscales y de pensiones adecuadas. Lo que es aún más importante, las políticas pueden desalentar la expansión del consumo impulsado por el endeudamiento externo aplicando impuestos a las entradas de capital (al estilo de Chile) o aumentando los requisitos de liquidez para los intermediarios financieros. Dejar que el dinero especulativo llegue libremente a una economía no trae demasiados beneficios.

Con el establecimiento de esas políticas, el margen de maniobra de los bancos centrales se amplía lo suficiente para relajar la política monetaria. Igualmente importante es que el banco central tiene que dar al público muestras de que ahora se preocupa por el tipo de cambio real, ya que es importante para las exportaciones, el empleo y el crecimiento sostenido.

Esto se pude hacer sin anunciar una meta específica de tipo de cambio. Hay mucho espacio para maniobrar entre los extremos de fijar un nivel específico de tipo de cambio real y no mostrar interés en él. El banco central debe tener una opinión, actualizada con el tiempo, acerca del rango adecuado del tipo de cambio y debería dar una alerta cuando considere que la moneda se mueve en la dirección equivocada.

Una vez que las reglas monetarias del juego incorporen el tipo de cambio real, y suponiendo que la política fiscal siga dando apoyo, los inversionistas podrán esperar una moneda menos volátil y más competitiva. Esto significará más inversiones en la industria, más empleo en general y crecimiento más acelerado.

3.- Analice el Valor Actual del Dólar Oficial $ 2,15 como factor que perjudica o beneficia a las Exportaciones No Petroleras.

Para responder a esta pregunta, considero analizar como se encuentra actualmente el sector industrial venezolano: El Día 11 de Noviembre del 2.008, el Economista José Guerra expone por la siguiente fuente electrónica: http://www.economialcuadrado.com/2008/11/11

La compleja situación que atraviesa actualmente la industria venezolana, en vista de las inadecuadas políticas económicas emprendidas por el Gobierno que van en detrimento de la producción nacional.

Venezuela viene asistiendo a un proceso gradual pero sostenido de desindustrialización que en tiempos recientes comenzó desde mediados de la década de los noventa y que se ha acentuado en el lapso 1999-2008. Se trata del desmantelamiento del parque industrial nacional lo que se ha traducido en el reforzamiento de la dependencia externa de la economía nacional en lo relativo a los bienes alimenticios y a las materias primas e insumos. Siempre fue Venezuela un país sujeto al abastecimiento exterior para la satisfacción de sus necesidades básicas de alimentos pero ese comportamiento se ha exacerbado peligrosamente durante la administración del presidente Hugo Chávez. Son varios los factores que hoy conspiran contra la industria nacional.

Basta observar la actitud de los funcionarios del Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio (Milco) para valorar adecuadamente el alcance de una estrategia que concibe a los empresarios no como aliados sino como enemigos a los cuales hay que arrinconar y destruir. En segundo lugar, el control de precios se ha traducido en una herramienta muy poderosa en manos del gobierno para liquidar la rentabilidad del sector productor al no reconocerles los aumentos de los costos de producción, entre otros la mano de obra y los servicios. Una actividad económica sin rentabilidad está condenada al fracaso porque no genera ingresos para poder invertir.

En tercer lugar hay que mencionar el control de cambio que se expresa en restricciones para la adquisición oportuna de divisas fundamentales para la manufactura de bienes nacionales, situación que se traduce en la postergación y retrasos de procesos de producción o en su encarecimiento. Como cuarto elemento debe señalarse la sobrevaluación de la moneda nacional lo cual ha propiciado un incremento desmedido de las importaciones y la extinción de las exportaciones no petroleras, todo ello en detrimento de la producción nacional. Entre 1999 y 2008 las importaciones saltaron desde US$ 14.492 millones hasta US$ 45.000 millones, lo que denota un crecimiento acumulado de 210%. Por esa razón para todos fines prácticos Venezuela es una economía de puertos que produce poco e importa mucho. Las escasas industrias que antes exportaban ya no lo hacen como han sido los casos de Sidor y Cemex, ahora en manos del Estado.

Si lo anterior no bastara, se ha sumado un clima de conflictividad laboral fomentada desde el gobierno mediante la constitución de sindicatos paralelos que por cualquier motivo y sin ninguna causa justificada paralizan las empresas y detienen la producción. Ese ha sido el caso de las compañías automotrices cuya producción ha disminuido más de 20% con el consiguiente efecto sobre la caída de la oferta de vehículos y la subida de los precios.

Así, con cifras del BCV y estimaciones propias en el gráfico se describe la declinación de la producción de la industria manufacturera nacional con su efecto en la pérdida de empleos bien remunerados y con seguridad social para ser sustituidos por un enjambre de vendedores de productos importados que entran por las aduanas para luego ser transados en los centros comerciales, que cada día se construyen para la negociación de bienes fabricados en el exterior, dando una sensación de prosperidad cuando lo que se esconde detrás de ello es un mundo ficticio y artificial que no crea bienestar permanente.

Esta es la Venezuela que cierra 2008 con un comportamiento mediocre de su industria, el principal sector según su contribución a la generación del Producto Interno Bruto (PIB) y con un gobierno que optó por sacrificar la producción nacional para darle cabida a una vorágine importadora que ahora se alza contra el empleo nacional. Se destruyó la industria doméstica y hoy cuando las divisas comienzan a escasear, Venezuela va a pagar un alto precio por una política suicida que pretendiendo el desarrollo endógeno hizo todo lo contrario.

Según, Ing. Carlos Mora Vanegas, correos electrónicos de contacto: cmora[arroba]postgrado.uc.edu.ve; camv12[arroba]hotmail.com , Ingeniero – Administrador, Profesor Titular en el Área de estudios de Postgrado de la Universidad de Carabobo (Venezuela), publicó en Internet: http://www.gestiopolis.com/canales5/eco/emdeforim.htm, un trabajo titulado: "Empresas Venezolanas, Debilidades y Fortalezas en las Importaciones"

Venezuela se identifica plenamente como hemos señalado en otras oportunidades por ser un país más importador que exportador, por tanto a la hora de analizar este tópico, es conveniente tomar en cuenta algunos datos que como nos los señala Miyelmi Abraham ayudan a entender el alcance, repercusiones que las importaciones generan en el país, así se tiene que si se toma en consideración, los siguientes aspectos:

Las importaciones venezolanas superarían este año los 11.500 millones de dólares, lo que representaría un aumento de 30 por ciento respecto a los 8.902 millones del 2003, según estimaciones del Instituto Nacional de Estadística.

El listado de mercancías y servicios que pueden recibir dólares fue ampliado de 2.500 a 5.000 a fines del mes pasado, lo que tendría un impacto significativo en las importaciones.

La mayor parte de las importaciones venezolanas provienen de Estados Unidos, Colombia y Brasil.

La combinación de bajas tasas de interés, que permiten obtener bolívares a bajo precio, y dólares baratos en Cadivi, propician un nuevo boom de importaciones.

Domingo Maza Zavala, aseguró que el tipo de cambio va a permanecer anclado para ayudar a controlar la inflación. De lo que se puede concluir que: Se está volviendo a reeditar la vieja idea de utilizar los dólares provenientes de un período de cierta bondad en los precios del crudo, para sobrevaluar la moneda, aumentar el consumo de bienes importados, mantener baja la inflación, y crear una efímera sensación de bienestar.

La sobrevaluación de la moneda, el hecho de que un dólar sea capaz de comprar más afuera que su contrapartida en bolívares en Venezuela, ha sido estimada en la vecindad de 30%. Esto quiere decir que un empresario venezolano que produce para la exportación y sigue siendo igual de eficiente que siempre, hoy en día lo que él produce es 30% más caro en el exterior de lo que era antes, y su contraparte del exterior hoy en día es 30% más barato en Venezuela".

La entrada al país de productos importados más baratos que los nacionales podría aumentar si el Gobierno concreta la entrada a MERCOSUR y el acuerdo con China.

El pasado año las importaciones no petroleras registraron un salto de 74% al ubicarse en 15 mil 945 millones de dólares, el nivel más alto en los últimos ocho años exceptuando 2001.

Por medio de la reforma a la Ley del Banco Central de Venezuela, el Gobierno tendrá un fondo cuyo fin será realizar compras en el exterior para proyectos especiales, pero ello implicará un aumento de las importaciones que afectará el programa Compre Venezolano, según estimaciones del reporte de Ecoanalítica.

De acuerdo con lo que se ha previsto en las modificaciones a la Ley del BCV el Fondo de Desarrollo Nacional (Fonden) recibirá 5.000 millones de dólares para proyectos de inversión productiva, planes de salud y educación y pago de la deuda.

Los recursos que serán transferidos este año saldrán de las reservas y en 2006 se nutrirán del remanente de divisas que se obtendrán por la exportación de hidrocarburos.

A pesar de los altos ingresos petroleros percibidos en los últimos cinco años (aproximadamente $121 millardos), Venezuela reporta niveles bajos de consumo de alimentos y elevados volúmenes de importaciones de esos productos. El consumo de alimentos está en su nivel más bajo desde 1960 (2.352 Kcal/día) y, de América del Sur, sólo Bolivia está por debajo de nosotros". Destacó el ex-embajador que según el último informe de la FAO, Venezuela está entre los 10 países del mundo en los cuales crece el hambre con mayor velocidad". Indicó que se ha llegado a esta situación por varias razones, entre otras, "porque estamos produciendo menos alimentos internamente. En 2004 produjimos el 79% de los alimentos que producíamos en 1998, es decir, 20% menos; estamos exportando menos de la mitad de los bienes agrícolas que exportábamos en 1998. En contrapartida las importaciones, y dentro de ellas las importaciones agroalimentarias alcanzan un récord histórico".

Más de 60 por ciento de los productos que se comercializan en el país tienen un componente importado por lo que el cierre del acceso a las divisas afecta severamente la producción nacional.

Avalado en todo lo anteriormente señalado se tiene el siguiente análisis Interno y Externo de las Importaciones Venezolanas:

FORTALEZAS:.-La ampliación del listado de mercancías y servicios que pueden recibir dólares..-La ubicación geográfica de Venezuela, lo cual facilita los procesos de importación.DEBILIDADES:.-La mayor parte de las importaciones venezolanas provienen de Estados Unidos, Colombia y Brasil, con los cuales (al menos los dos primeros) las relaciones no son las más óptimas.

.-La burocracia y los diversos procesos que hay que cumplir para realizar las importaciones.OPORTUNIDADES:.-Tratados de libre comercio y demás acuerdos internacionales, establecidos con países clave.

.-Diversidad de accesos a mercados de importación en lo que a medios y transporte se refiere.

.-Las modificaciones a la Ley del BCV, enfocadas en proyectos de inversión productiva, planes de salud, educación y pago de la deuda.

AMENAZAS:.-Control Cambiario.

.-El Programa Compre Venezolano, que parte del principio regional del utilizar y consumir bienes y servicios de origen Nacional.

.-La sobrevaluación de la moneda.

.-Bajas tasas de interés, que permiten obtener bolívares a bajo precio.

.-Dólares Preferenciales en CADIVI.

.-Plan de desarrollo endógeno para sustituir la cantidad de productos importados, creado por el gobierno.

Big Mac

El modelo más simplista, el antipático Indice Big Mac, creado por The Economist y que utiliza el costo de una hamburguesa Big Mac de McDonald"s como la totalidad de la "cesta" de bienes, es en realidad como una ilustración diseñada para permitir que la teoría económica sea "más digerible" que una metodología puramente formal.

Según ese índice, el bolívar se halla sobrevaluado por un discreto 17,7%, lo cual significa que, en términos de dólares, comprar un Big Mac en Venezuela cuesta 17,7% más que en Estados Unidos. De manera que el bolívar tendría que ser devaluado en ese porcentaje para alcanzar su paridad competitiva. A pesar de lo frívolo y simplificado que pueda parecer, un creciente cúmulo de evidencias sugiere que, al compararlo con otros índices más sofisticados, el Indice Big Mac frecuentemente arroja una notable precisión al estimar el nivel de sobrevaluación o subvaluación en un momento dado.

El método preferido por VenEconomía, que compara los Indices de Precios al por Mayor de EE.UU. con el Indice de Precios al Consumidor de Venezuela, ubica la paridad competitiva actual en Bs.1.017:$; más de 45% por encima del nivel del bolívar en este momento. La mayoría de los economistas que creen en la teoría de la Paridad del Poder Adquisitivo, ubican la sobrevaluación actual del bolívar entre 30% y 50%. Prácticamente todas las apreciaciones indican que el bolívar es una moneda altamente sobrevaluada.

Este hecho ha creado una miríada de graves problemas económicos y sociales. Ha venido carcomiendo la competitividad de los productores nacionales. Incapaz de competir con productos importados más baratos, buena parte de la capacidad industrial de Venezuela se mantiene inactiva, privando de empleo a cientos miles de trabajadores manufactureros. La cesta de exportación de Venezuela contiene cada vez menos y menos productos, lo que hace al país cada vez más dependiente del petróleo, y lo deja a merced de las fluctuaciones en los precios petroleros, históricamente inestables. Los buhoneros que venden baratijas extranjeras de contrabando desplazan cada vez a más minoristas de la economía formal. El año pasado Venezuela gastó más que nunca antes en importaciones, lo que significa que la muy cacareada recuperación económica es esencialmente una recuperación impulsada por las importaciones, y ello refleja un mayor consumo interno mas no un aumento de la producción. Más aún, cuando ocurre una crisis cambiaria, la creciente dependencia del país de las importaciones hará que los shocks de precios relacionados con una maxidevaluación resulten mucho más dolorosos, posiblemente hasta el punto de neutralizar los logros que tanto costaron obtener en materia de control de la inflación. En pocas palabras, una parte extraordinaria de los desequilibrios macroeconómicos del país tiene su origen en la excesiva fortaleza del bolívar.

Distorsión profunda

A la luz de semejante sobrevaluación, ¿qué es lo que está impidiendo que el bolívar se desplome? En una situación en la que comprar casi todos los bienes transables resulta más barato en el exterior que en el país, ¿por qué no ha sobrevenido una crisis de la balanza de pagos? La respuesta, por supuesto, es que la macroeconomía de las exportaciones petroleras distorsiona profundamente el funcionamiento del mercado cambiario venezolano.

Hasta ahora, sólo un período prolongado de ingresos petroleros extraordinariamente elevados ha permitido que el BCV defienda su errada política monetaria. Ingresos por concepto de exportaciones petroleras sin precedentes, de $28.275 millones el año pasado, permitieron que el BCV continuara aumentando el nivel de sus reservas internacionales, incluso a pesar de la fuga de capitales. A falta de tales niveles de ingresos petroleros, el país con toda seguridad habría presenciado una caída de sus reservas internacionales lo suficientemente cuantiosa como para hacer inminente una crisis cambiaria. Con los elevados ingresos petroleros del año pasado como telón de fondo, y considerando que el país registró un superávit en su cuenta corriente de casi $13.000 millones, el hecho de que la posición de las reservas internacionales haya aumentado tan solo $2.000 millones, luce más como un desastre de políticas que como el éxito macroeconómico que el presidente Chávez desea hacernos creer.

¿Por cuánto tiempo más el mercado petrolero mantendrá a flote al peligrosamente sobrevaluado bolívar? A pesar de los modelos y los pronósticos de los economistas, es imposible decirlo con grado alguno de precisión. No obstante, uno de los pocos factores en que parecen coincidir todos los economistas es que los mercados de productos básicos ("commodities") son de naturaleza cíclica, y el petróleo no es una excepción. Aunque es casi imposible predecir con exactitud cuándo ocurrirá, sí se puede afirmar con total certeza que los precios petroleros caerán. Cuando lo hagan —no es "si" lo hacen, sino "cuándo"— la política actual de contener la inflación manteniendo sobrevaluado el bolívar parece destinada al fracaso.

¿Por qué? La respuesta la brinda una escuela económica que surgió durante los años '70 llamada la "teoría de las expectativas racionales". Cuando un país se queda sin reservas internacionales y se ve obligado a realizar una maxidevaluación, los inversionistas que se quedan con posiciones en la moneda de ese país se enfrentan repentinamente a una pérdida de capital extraordinaria. Una vez que la posición de las reservas internacionales de un país comienza a deteriorarse ostensiblemente, todo inversionista racional anticipa que esas reservas llegarán a cero en algún punto del futuro, lo que provocará una maxidevaluación y la consiguiente y cuantiosa pérdida de capitales. El inversionista racional procurará proteger su capital cambiándolo a otras monedas (para los fines de este análisis, dólares estadounidenses) justo antes del colapso final.

Pero si todos los inversionistas siguen el mismo razonamiento, más y más de ellos procurarán deshacerse de la moneda nacional, a medida que las reservas internacionales de ese país van disminuyendo cada vez más. Al final, una moneda sobrevaluada de manera insostenible inevitablemente provocará este tipo de pánico, un ataque especulativo no planificado, aunque "coordinado", en el que todos los inversionistas procuran sacar su dinero del país al mismo tiempo, hasta que las reservas del banco central quedan totalmente agotadas y la moneda se desplome. Paul Krugman, el famoso economista de Princeton, observa que tales colapsos no son resultado de conspiraciones internacionales ni de conductas viscerales colectivas de los inversionistas. Por el contrario, los ataques especulativos contra una moneda sobrevaluada son enteramente predecibles; son el resultado de la acción colectiva de muchos inversionistas actuando racionalmente ante una macrodevaluación que anticipan. Para Krugman, "las corridas repentinas contra la moneda de un país no necesariamente son resultado de comportamientos irracionales por parte de los especuladores. Por el contrario, cuando un país intenta fijar su tipo de cambio sin aplicar también políticas internas coherentes con ese objetivo, es posible predecir, de hecho, un ataque especulativo que agote las reservas internacionales del país en un plazo muy breve". A estas alturas, agrega, "el concepto de ataque especulativo se ha convertido en una herramienta estándar del análisis monetario internacional. Desafortunadamente, los diseñadores de políticas siguen dándonos oportunidades para aplicarla". Tal como observa Krugman, el mecanismo básico que subyace a los ataques especulativos contra una moneda ha sido bien comprendido por los economistas durante ya 25 años, como mínimo y, sin embargo, las autoridades monetarias venezolanas han preferido aplicar una política monetaria que básicamente ignora dicho mecanismo, para sustentarse en una fantasía de precios petroleros en niveles permanentemente estratosféricos.

La crisis cambiaria

El resultado, según explica el economista venezolano Gustavo García, es que la estabilidad monetaria de Venezuela ha quedado en una situación desesperadamente vulnerable a las caídas repentinas del mercado petrolero mundial. Dado que los capitales se están marchando del país a un ritmo considerable —un hecho convenientemente ocultado por los ingresos petroleros extraordinarios del año pasado— una baja repentina de los precios petroleros haría que la posición de las reservas internacionales del BCV comience a disminuir casi inmediatamente. En vista de la reputación de incompetencia que tienen actualmente los encargados del diseño de la política económica del gobierno, la aguda sobrevaluación del bolívar y la falta generalizada de confianza en la totalidad del proyecto político del presidente Chávez, luce razonable especular que una caída de los precios petroleros se podría traducir en una crisis cambiaria con alarmante celeridad.

Hasta ahora, los gerentes macroeconómicos del gobierno han dado todas las señales de ignorar ciegamente toda esa dinámica. No se trata ya de que el gobierno no cuente con una estrategia para superar lo que muy rápidamente se podría convertir en una situación muy peligrosa, sino que los responsables de las políticas claves se niegan obstinadamente a reconocer que exista la necesidad de trazar tales estrategias. Peor aún, varias de las más recientes medidas del gobierno de Chávez lucen encaminadas a empeorar mucho más las cosas, una vez que comiencen los problemas.

En primer lugar, en las circunstancias antes bosquejadas, el hecho de que los responsables del BCV estén considerando, abierta y seriamente, imponer un tipo de cambio fijo para el bolívar no resulta nada menos que alarmante. A menos que el gobierno pretenda llegar a una inflación de cero este año, fijar el tipo de cambio sólo lograría exacerbar una sobrevaluación de la moneda que ya ha destruido miles de empresas y cientos de miles de empleos, además de ponerles en bandeja de plata a los especuladores cambiarios un blanco jugoso y visible. Que semejante curso de acción esté siendo siquiera considerado revela un estamento generador de políticas económicas en profunda negación de lo insostenible de su propia estrategia monetaria. En segundo lugar, la Ley del Banco Central de Venezuela propuesta recientemente por el Ejecutivo convertirá la tarea de manejar la crisis venidera de un ejercicio muy difícil en otro esencialmente imposible. Al otorgar a los políticos una amplia serie de nuevas facultades para interferir en los asuntos del BCV, esa ley aumenta seriamente la clase de incertidumbres institucionales que típicamente alimentan el inicio de los ataques especulativos contra una moneda. Con un banco central abierto a toda clase de presiones políticas, lo más probable es que surja la incertidumbre en cuanto a qué extremo está dispuesta a llegar la institución para proteger la moneda. El profesor Krugman advierte que "cuando la disposición del gobierno a utilizar las reservas para defender el tipo de cambio es incierta, puede haber una serie de crisis en las que el capital salga del país para regresar posteriormente, antes de que el problema sea resuelto definitivamente". Dada la existencia del Fondo de Inversión para la Estabilización Macroeconómica (FIEM), no resulta difícil prever de qué manera se podría desarrollar ese escenario. Cuando las reservas regulares del BCV estén cerca de agotarse, habrá una incertidumbre inevitable sobre si echar mano a los dineros del FIEM o hacer un último intento de proteger la moneda. Incluso en las mejores circunstancias, al instituto emisor le resultaría difícil convencer a los inversionistas de que cualquier decisión que tome en esta materia sería definitiva. Sin embargo, con la Asamblea Nacional inmiscuida en el proceso de toma de decisiones, la tarea se hace imposible: a los inversionistas siempre les quedará alguna duda. Ello podría conducir a una serie de crisis cambiarias consecutivas, a medida que los inversionistas agotan las reservas primarias del BCV a punta de compras nerviosas, sólo para regresar al bolívar cuando se haga evidente que también se echará mano de su reserva secundaria, el FIEM, para finalmente salir en estampida una vez que quede en claro que el FIEM no aguantará. Es la receta de un prolongado ciclo de crisis económica que se encuentra en pleno desarrollo, y que el país a duras penas podrá soportar.

¿Acaso una bendición económica?

El impacto que tendrá el venidero colapso cambiario sobre los niveles de vida en el corto plazo será funesto, especialmente en vista de la profunda dependencia actual del país de las importaciones. Las consecuencias políticas de dicho shock son imposibles de predecir, más allá del indudable hecho de que serán sumamente graves. Sin embargo, desde una perspectiva a mediano plazo, sólo una devaluación considerable del bolívar podrá restablecer la competitividad internacional de la industria manufacturera del país, lo cual es, en última instancia, la única forma de producir una recuperación económica real, impulsada por el sector privado y que genere empleos. No será la primera vez que una crisis cambiaria sea al mismo tiempo un desastre político y una bendición económica: únicamente el caótico desplome de la libra esterlina en 1992 permitió que el Reino Unido hiciera lo que tenía que hacer para sustraerse a una recesión de tres años que parecía inmune a cualquier otra medicina.

Claro que el punto de partida fundamental de cualquier escenario de crisis cambiaria es una caída previa de los precios petroleros, y aunque los economistas no dudan que los precios de todos los productos básicos son cíclicos, es imposible saber con exactitud cuándo sobrevendrá una crisis. Las consecuencias potenciales sociales y políticas de un colapso de la moneda son casi demasiado terribles como para considerarlas aquí. Lo que sí es cierto es que, incluso según los parámetros venezolanos, hoy día el país es excesivamente dependiente de la continuidad de los precios petroleros elevados para su estabilidad financiera.-

Las consecuencias de las políticas gubernamentales actuales sobre la economía venezolana en 2009

La política económica iniciada en 2003 —basada en controles de cambio, precios y tasas de interés— no ha podido contener las presiones inflacionarias alcistas. Venezuela cerró 2008 con la más alta tasa de inflación de América Latina. El aumento acelerado del gasto público (Gobierno Central + FONDEN) a niveles cercanos a los $90.000 millones de dólares en 2008, no tiene precedente y no es sostenible. La falta de coherencia en la política fiscal y monetaria lleva consigo la consecuencia de elevar la tasa anual de inflación, agudizar desequilibrios y distorsiones monetarias-cambiarias.

En el 2009, la baja calidad de la política económica del Gobierno y del Banco Central de Venezuela —revelada más abiertamente pero no causada por la aguda caída de los precios del petróleo— lleva a anticipar que la economía venezolana entrará en una recesión a partir del segundo trimestre del 2009. Está caída de la actividad económica no petrolera, aunada a presiones inflacionarias, amenaza con elevar los índices de pobreza y reducir la efectividad del gasto público en los programas asistenciales y sociales del Gobierno.

La caída del ingreso fiscal petrolero en 2009, difícil de cuantificar con precisión dada la falta de cifras oficiales confiables sobre los volúmenes de exportación petrolera, y el uso de políticas gubernamentales que elevan la inflación como lo es el traspaso sin contrapartida en bolívares de reservas internacionales del BCV al FONDEN para el financiamiento monetario del gasto público, llevará a elevar la tasa de inflación anual sobre el 40% durante el 2009.

El uso del financiamiento monetario directo para cubrir gasto fiscal extra-presupuestario por el Gobierno, se ha realizado desde el 2006, bajo distintos registros contables en el BCV, pero ahora, en conjunto con la aguda caída del ingreso en divisas petroleras por el colapso de los precios del crudo, reduce drásticamente el respaldo del bolívar y multiplica el impacto inflacionario esperado.

En éste contexto, los precios de los alimentos, los cuales se elevaron 46,7% en 2008, seguirán subiendo aún más que la inflación promedio, y se estima que el alza de precios de estos rubros puede estar sobre el 60% en 2009. Es imposible que los salarios y sueldos pagados en el sector privado y público puedan ajustarse a estas mayores tasas, por lo cual el poder adquisitivo del venezolano caerá en forma significativa. Los grandes sectores de la población en pobreza, sin empleos estables y dependientes de ayudas gubernamentales son vulnerables al elevado costo de los alimentos.

Esta situación inflacionaria y de caída del salario real, unida a una severa restricción esperada en la entrega de divisas por Cadivi para las importaciones en 2009 (al menos de 35 a 40%), sin poder estimular la producción nacional (amenazada de estatización y por grupos sindicales hostiles afectos al gobierno), acompañada del deterioro del flujo de caja de PDVSA y de otras empresas estatales, en conjunto llevará a una recesión a la economía venezolana en 2009.

La contracción anual de la economía (PIB) en el 2009 se puede estimar en estos momentos entre -2 y -2,5%, muy influida por la decisión de ajuste de la paridad cambiaria y otras medidas oficiales. De igual modo, las limitaciones del Gobierno y las empresas estatales para cumplir con sus obligaciones laborales y los pagos a contratistas y proveedores pueden llevar generar una elevación importante del desempleo.

El discurso económico presidencial, sustentado en altos precios del petróleo, en realidad no contó nunca con un proyecto inteligible de desarrollo socioeconómico. La vaga concepción de "desarrollo endógeno" para reducir la dependencia petrolera de Venezuela, llevó exactamente al resultado contrario: estimular el reemplazo de la producción manufacturera y agrícola venezolana por importaciones más baratas, gracias a la moneda sobrevaluada, resultado de la alta inflación y control cambiario. Además, el régimen de control de cambio instaurado en febrero 2003 ha estimulado el aprovechamiento de diferenciales cambiarios por montos de miles de millones de dólares por parte de funcionarios gubernamentales e intermediarios, lo cual desestimula el esfuerzo productivo.

En términos de política social, las estructuras paraestatales de misiones como Barrio Adentro ayudaron a proveer acceso a servicios básicos de salud a los sectores más pobres a partir del 2004, con creciente cobertura por 3 años y en forma decreciente en los últimos 2 años. Estos esquemas de servicios sociales se vienen deteriorando. Por una parte, debido al fracaso en construir una sola institución de salud pública de calidad, y por otra parte, la inflación ha comenzado a mermar el poder de compra de los recursos fiscales asignados a estos programas y en el 2009 está situación se hará peor con una inflación sobre el 40 por ciento.

La eventual alza de los precios del petróleo aliviaría las necesidades fiscales venezolanas en 2009-10. Es difícil esperar que la canasta de crudos y productos venezolana pueda superar el promedio de $45 en el ambiente recesivo de la economía mundial de 2009. Este precio u otro incluso más alto, no puede detener el proceso de deterioro económico ya iniciado. Al estar en funcionamiento dentro del país un perverso círculo de graves errores de política económica acumulados por años y sus consecuencias ahora abiertas —alta inflación, empobrecimiento, déficit fiscal, devaluación, recesión y más inflación— no hay forma de salir de ésta situación sin un plan económico coherente que inspire credibilidad y confianza en todo el país.

Esto último es improbable que ocurra bajo una línea de gobierno guiada por la concentración de poder político, una argumentación ideológica del siglo pasado y ausencia de comprensión de la necesidad de una base económica sólida, privada y pública (incluyendo el sector petrolero), para generar avances sociales sostenibles y empleos bien remunerados. Venezuela requiere con urgencia acordar en forma amplia una nueva estrategia de desarrollo nacional, inteligente y coherente, con contenido económico, social, petrolero e institucional.

Un clima antiempresarial que desde las altas esferas del gobierno se ha instalado como política de Estado, lo que se ha expresado en un ambiente de persecución contra la gente que trabaja y produce. Basta observar la actitud de los funcionarios del Ministerio de Industria Ligeras y Comercio (Milco) para valorar adecuadamente el alcance de una estrategia que concibe a los empresarios no como aliados sino como enemigos a los cuales hay que arrinconar y destruir. En segundo lugar, el control de precios se ha traducido en una herramienta muy poderosa en manos del gobierno para liquidar la rentabilidad del sector productor al no reconocerles los aumentos de los costos de producción, entre otros la mano de obra y los servicios. Una actividad económica sin rentabilidad está condenada al fracaso porque no genera ingresos para poder invertir. En tercer lugar hay que mencionar el control de cambio que se expresa en restricciones para la adquisición oportuna de divisas fundamentales para la manufactura de bienes nacionales, situación que se traduce en la postergación y retrasos de procesos de producción o en su encarecimiento. Como cuarto elemento debe señalarse la sobrevaluación de la moneda nacional lo cual ha propiciado un incremento desmedido de las importaciones y la extinción de las exportaciones no petroleras, todo ello en detrimento de la producción nacional. Entre 1999 y 2008 las importaciones saltaron desde US$ 14.492 millones hasta US$ 45.000 millones, lo que denota un crecimiento acumulado de 210%. Por esa razón para todos fines prácticos Venezuela es una economía de puertos que produce poco e importa mucho. Las escasas industrias que antes exportaban ya no lo hacen como han sido los casos de Sidor y Cemex, ahora en manos del Estado.

Si lo anterior no bastara, se ha sumado un clima de conflictividad laboral fomentada desde el gobierno mediante la constitución de sindicatos paralelos que por cualquier motivo y sin ninguna causa justificada paralizan las empresas y detienen la producción. Ese ha sido el caso de las compañías automotrices cuya producción ha disminuido más de 20% con el consiguiente efecto sobre la caída de la oferta de vehículos y la subida de los precios. De esta manera, se conforma un cuadro que se agrava en la medida en que el gobierno no diseñas políticas claras y estables para un sector clave en el relanzamiento de la economía nacional. Así, con cifras del BCV y estimaciones propias en el gráfico se describe la declinación de la producción de la industria manufacturera nacional con su efecto en la pérdida de empleos bien remunerados y con seguridad social para ser sustituidos por un enjambre de vendedores de productos importados que entran por las aduanas para luego ser transados en los centros comerciales, que cada día se construyen para la negociación de bienes fabricados en el exterior, dando una sensación de prosperidad cuando lo que se escande detrás de ello es un mundo ficticio y artificial que no crea bienestar permanente.

Esta es la Venezuela que cierra 2008 con un comportamiento mediocre de su industria, el principal sector según su contribución a la generación del Producto Interno Bruto (PIB) y con un gobierno que optó por sacrificar la producción nacional para darle cabida a una vorágine importadora que ahora se alza contra el empleo nacional. Se destruyó la industria doméstica y hoy cuando las divisas comienzan a escasear, Venezuela va a pagar un alto precio por una política suicida que pretendiendo el desarrollo endógeno hizo todo lo contrario.

Según Ing. Carlos Mora Vanegas, los cambios constantes que se manifiestan en los escenarios económicos, propiciados por la acción de los sectores empresariales, así como la intervención del Estado, la Globalización ha incidido significativamente en el sector empresarial, obligando a las empresas, a su gerencia, estar atento a ellos, dando paso a las acciones, planes que le favorezcan. Lo cierto, que la características de los actuales escenario, dinámicos, agresivos, llenos de oportunidades, pero también de amenazas, obligan a la gerencia a determinar cuál debe se su estilo gerencial que le permita garantizar un buen desarrollo organizacional, de tal forma que lo conlleve  reestructurar sus funciones administrativas, sus sistemas de ser necesario. En esta oportunidad la pregunta se concreta en la importancia y los beneficios que el desarrollo organizacional aporta.

En los actuales momentos, Venezuela está  desenvolviéndose en un escenario turbulento, pleno de incertidumbre, riesgo por la transición que el actual gobierno ha generado en su interés de dar paso a un socialismo en donde la Revolución Bolivariana es su principal actor, todo ello ha incidido en su economía, productividad, inseguridad, inestabilidad.

Resultado de ello ha sido, el que muchas empresas han cerrado sus puertas y otras sobreviven trabajando con el 50% de su capacidad instalada. Esto ha condicionado un incremento del desempleo, el aumento de los trabajadores en la economía informal y una disminución del poder adquisitivo de la población.  Definitivamente se han suscitados muchos cambios, en donde la gran mayoría de las empresas, especialmente las PYMES no se habían preparado para afrontarlos En  esta situación de recesión es difícil lograr el crecimiento de las organizaciones.

La  sobrevaluación de la moneda favorece las importaciones y desestimula la producción nacional. A pesar de que unos aprueban y otros rechazan la posibilidad de establecer restricciones a las importaciones, todos los actores económicos coinciden en que por si  solas las salvaguardias no solucionarán el problema estructural que afecta al parque industrial y a la agricultura nacional.

El sector industrial coincide en la necesidad de obtener mejores condiciones para el financiamiento, más eficiencia en la actuación de las aduanas, una reducción de los costos de los servicios públicos y una definitiva mejora en el sistema laboral y social para poder lograr la reactivación económica.

Barreras:

 Hay que aceptar, el que la mayoría de las  pequeñas y medianas empresas (Pymes) carecen de estrategias de crecimiento. Han descuidado su comportamiento organizacional, su crecimiento y adaptación a los cambios, descuidaron su asistencia técnica para organizar la empresa y definir su estrategia, es decir, tipo de negocio, objetivos y metas de acuerdo a las características de los actuales escenarios, lo que los consumidores demanda y lo que la competitividad ofrece.  Sobre esta base se reestructura, o sea, se adecuan los cuadros organizativos y las funciones y se inicia la conformación de sistemas de información, factor que buena parte de las empresas no posee. En suma la empresa es conducida a " buenas practicas de gestión".

La presidenta del Banco de Comercio Exterior (Bancoex) Lieber Patiño explica que la falta de organización de la PYME es uno de los problemas que dificulta su acceso a la exportación.

Concretamente,  algunas  barreras serían:  

  • Ausencia de una gerencia que sepa interpretar ya afrontar los retos, los cambios

  •  Ausencia de un liderazgo gerencial proactivo, participativo, estratega, generador de transformaciones.

  • Ausencia de tecnología desarrollada para afrontar los retos de la demanda

  • Estructura organizacional no adecuada a las necesidades de los escenario competitivos del presente

  • Recurso financiero no propicio para su operatividad

Logros:

Programa Coninpyme: La confederación venezolana de industriales (Conindustria) a través del  programa Coninpyme ayuda al mejoramiento del desempeño de las Pyme, así como a su permanencia en el mercado, Coninpyme desarrolla desde 1999 un programa de asistencia técnica con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Se trata fundamentalmente de asesoramiento mediante 220 consultores para elevar la productividad. Su objetivo es que la empresa genere sus propias fortalezas a través de  servicios que favorecen los procesos de cambio y el ahorro de recursos.  El proceso se inicia cuando un equipo de  especialistas de  Conindustria acude a la empresa ha realizar una preevaluación y determina junto con el empresario, las necesidades más urgentes  de la empresa sobre esta base se define el perfil del consultor mas apropiado. La asistencia técnica dura  90 horas (3 meses) y el costo de la  hora es de 60 dólares.  El empresario paga el 60% y el BID el 40%.

El consultor elabora un plan de mejoras a un ano donde establece áreas  prioritarias,  manejo de alternativas y toma de decisiones, asignación de recursos humanos, materiales financieros y de información. Esta fase lleva 50 horas.

Otros servicios: CONINPYMe ofrece apoyo para la asociatividad entre PYMES. Esta asociatividad puede ser:

  • 1) Apoyo mutuo: El programa impulsa la asociatividad horizontal, que no es sino la conformación de consorcios. Las empresas tienen el mismo grado de participación y contribuyen con sus productos finales. Puede ser el mismo producto y entonces es asociatividad con productos competitivos. En el caso de productos diferentes pero del mismo ramo, se llama asociatividad de productos complementarios. La asociatividad es un mecanismo para enfrentar sólidamente los mercados.

  • 2) Vertical: La asociatividad vertical es la que se conforma a través de las cadenas productivas. Aquí una empresa es proveedora de otra y así sucesivamente hasta que la última elabora o completa el producto final. Cuando esta última empresa presenta dificultades de competitividad se extiende a toda la cadena. Al final la suma de todas se traduce en un producto de mayor calidad.

  • 3) Exposición en ferias y eventos internacionales: El Banco de Comercio Exterior (Bancoex), financia un porcentaje de los costos de exposición en ferias y eventos internacionales, de manera que el expositor tenga la posibilidad de mostrar sus productos. El banco asume parte de los costos de pasaje o de ospedaje en la ciudad donde se realiza la feria internacional. Al promover las exportaciones se favorece el desarrollo de las organizaciones.

Ejemplo:

Las empresas del Grupo Polar:

En sus inicios fueron fabricantes de cerveza y malta, luego, se extendieron abriendo fabricas en diferentes puntos de la geografía nacional y distribuidoras de sus productos. Posteriormente han diversificado su producción y hoy día elaboran refrescos (golden cup), harina de maíz precocida (PAN), aceite comestible (Diana), margarina (Nelly), arroz (Primor) etc.

Todo cambió

En un entorno donde las principales economías disminuyen el consumo, el precio del petróleo, producto que provee 94 de cada 100 dólares que ingresan al país, se ha desplomado.

El resultado es que el ingreso por exportaciones petroleras registra una caída de 47%, desde 18 mil 138 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2007 hasta 9 mil 581 millones en el mismo lapso de 2008.

Presionado por la pérdida de profundidad de la chequera, el gobierno de Hugo Chávez comienza a restringir la entrega de divisas para importaciones que considera no prioritarias, y en enero disminuyó el cupo que dispone la población para viajes al exterior desde 5 mil hasta 2 mil 500 dólares al año.

Limitar la entrega de divisas al tipo de cambio oficial para las importaciones permite compensar la caída del ingreso, pero obliga a los importadores a acudir al mercado paralelo, donde el dólar tiene un precio muy superior y, por tanto, lo previsible es que en el mediano plazo se acelere la inflación.

Otro factor a tomar en cuenta es que existe un gran incentivo para que los venezolanos consuman el cupo para viajes al exterior y las empresas atiborren a Cadivi con solicitudes de divisas para importar.

Desde febrero de 2005 la administración de Hugo Chávez mantiene anclado el tipo de cambio en 2,15 bolívares por dólar a pesar de que la inflación acumula en este período un incremento de 85%.

El resultado es que la moneda está sobrevaluada, un desequilibrio que deriva en que lo que se compra con 2,15 bolívares dentro del país es mucho menos de lo que puede adquirirse con un dólar en el exterior y por tanto se crea una fuerte propensión a importar.

Así, las importaciones de 2008 se ubican en 48 mil 95 millones de dólares, una magnitud que representa un aumento de 182% respecto a 2004.

Analistas no descartan que ante una caída prolongada de los precios del petróleo el Gobierno se vea forzado a devaluar la moneda o a instaurar, abiertamente, un tipo de cambio dual, donde sólo las medicinas y alimentos se importarían a 2,15 bolívares por dólar.

Según CONINDUSTRIA, en estos 10 años:

• El número de empresas se ha reducido en 36% en una década.

• Se han perdido nada menos que 400.000 empleos formales.

• La denominada Gran Industria ha perdido 15% de sus fuentes de trabajo desde 1998 (más de 39.000 empleos); la Mediana Industria ha reducido en 21% su fuerza laboral en el mismo lapso (más de 21.000 empleos) y la Pequeña Industria, el sector con mayor potencial empleador, ha perdido 46% de sus puestos de trabajo (más de 43.000 empleos).

• La inversión pública no ha crecido como porcentaje del PIB, manteniéndose en alrededor de 10% del Producto, a pesar de la bonanza petrolera de los últimos cuatro años. De ello se deriva que 44% del empleo que se genera en el país es formal. Esto sin contar que la inversión privada ha caído en niveles superiores a 80% en el mismo período.4.- ¿Está Sobrevaluada o Subvaluada el Bolívar en la actualidad?, explique su respuesta.

Es improbable que, en el futuro, el Gobierno venezolano sufra una devaluación forzada del bolívar frente al dólar, ya que éste tiene varias opciones para lograr que la moneda local alcance niveles más competitivos en el futuro.

Según el más reciente informe publicado por el Center for Economic and Policy Research (CEPR), con sede en Washington, Estados Unidos, aún cuando el bolívar está actualmente sobrevaluado tras casi seis años sin ajuste al tipo de cambio oficial (BsF 2,15 por dólar), "no existe razón para pensar que el gobierno vaya a ser forzado a devaluar".

Asimismo, refiere que, gracias a los altos niveles de reservas existentes en Venezuela –que rondan los $82 mil millones-, en caso de que el Ejecutivo Nacional decida adaptar el tipo de cambio, éste podría hacerse de manera progresiva, pues "tampoco existe una razón para que una devaluación necesariamente tenga que darse repentinamente o de manera drástica".

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