La violencia intrafamiliar y el aprendizaje en la escuela: Un estudio etnográfico en la Institución Educativa Distrital (I.E.D.) (página 2)
Enviado por Lourdes Vega Lara
El maltrato ejercido contra los niños tiene como una de sus consecuencias la pérdida del potencial humano manifestada a menudo en disminución de su capacidad para aprender en los primeros años de educación. Colombia es conocida a nivel mundial como uno de los países con mayores índices de violencia en todas sus manifestaciones; así el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar – Programa FAMI: 2007, considera que los niños que no pueden continuar en la escuela por sus dificultades para aprender casi siempre terminan deambulando por las calles con altas probabilidades de ser reclutados por organizaciones delincuenciales de distinta naturaleza. Esta misma organización señala que existen evidencias que permiten afirmar que en Colombia hay una relación directa entre el maltrato y las dificultades de aprendizaje que tiene como una de sus consecuencias la deserción escolar y repitencia, aumentando el número de niños de la calle.
Desde la perspectiva de la investigación, se entiende por violencia intrafamiliar, el maltrato físico y emocional que reciben los niños de sus padres y parientes cercanos con los cuales mantiene lazos de consanguinidad y afectividad y; la segunda categoría, el aprendizaje escolar, entendida por Piaget (1981) el conjunto de operaciones lógicas que incluyen la percepción, las operaciones de clasificación, substitución, abstracción; desde su perspectiva, el aprendizaje es producto de la capacidad cognitiva y la inteligencia que están estrechamente ligadas al medio social y físico en que se desenvuelven los individuos. El Ministerio de Salud, define la violencia (2007:3) como "Todo acto u omisión que atente contra la integridad física, psíquica o sexual de una persona, contra su libertad o que amenace gravemente el desarrollo de su personalidad, tanto en el ámbito público como en el privado"
En este sentido, el término violencia familiar en el estudio se remite a todas las formas de abuso de poder que tiene lugar en las relaciones entre miembros de la familia. La relación de abuso es aquella en la que un sujeto ocasiona un daño físico y/o psicológico a otro miembro, pudiendo darse este daño por acción o por omisión. La Violencia Familiar no es Invisible, sino que se construye en una imagen que las familias toleran ya que la cultura, sustenta el poder patriarcal y provoca impunidad.
Desde el punto de vista de la Ley 294 de 1996, que amplía el contenido del artículo 42 de la Constitución Política de Colombia y dicta normas para prevenir, remediar y sancionar la violencia intrafamiliar, se considera violencia intrafamiliar como toda acción destructiva de la armonía y unidad del sujeto victimizado; es cualquier forma, de daño físico o psíquico, amenaza, maltrato, agravio, ofensa, tortura o ultraje, por causa del comportamiento de otro integrante de la unidad familiar.
En los niños maltratados se presentan ciertas características que los muestran como personas sensibles, retraídas, miedosas y propensas a presentar problemas emocionales. También presentan síntomas relacionados con depresión (tristeza y pérdida del interés por realizar cualquier tipo de actividades. Son cautelosos, inseguros, ansiosos y dependientes. Además, señala que presentan baja autoestima y manifiestan una actitud negativa hacia la violencia.; pueden también ser irritables, agitados y hostiles. Este investigador planteó que el comportamiento hostil de las víctimas provocadoras se podría considerar como la causa por la que son victimizadas. Señala que las víctimas provocadoras suelen ser fuertes y pueden sentirse fácilmente provocadas por los adultos o compañeros de clase. Su comportamiento está dominado por un estado de la cólera intensa, se implican en intercambios emocionalmente fuertes con sus iguales y, de forma consistente, resultan perdedores en esos conflictos dando muestras de cólera.
Las víctimas agresivas también se caracterizan por su deficiente rendimiento académico y se considera que este deficiente rendimiento podría estar afectado por su dificultad para permanecer atentos a las tareas escolares. Schwartz (1999) encontró la falta de atención temprana, la hiperactividad y los problemas de comportamiento son factores que originan la victimización posterior. Se puede decir que el ámbito familiar tiene indudablemente una importancia fundamental para el aprendizaje de las formas de relación interpersonal. Así, la estructura y dinámica de la familia, los estilos educativos de los padres, las relaciones con los hermanos, etc., son aspectos fundamentales que hay que tener en cuenta ya que pueden convertirse bien en factores protectores o bien en factores de riesgo para que los niños se conviertan en agresores o víctimas en su relación con los iguales.
De acuerdo con todo lo expresado, el maltrato infantil es sin lugar a dudas uno de los graves problemas que afectan a los futuros jóvenes, y es también uno de los delitos difíciles de avizorar por darse al interior de las familias, quienes ante su práctica esconden los hechos a los docentes y otros familiares. Por esto, los niños agredidos van a la escuela sin ganas de estudiar o aprender, y los docentes, si no están capacitados pasarán inadvertido el problema. De esta manera, la escuela se convierte ante el problema en un lugar privilegiado, ya que todos los niños pasan por ella y los profesores son los agentes activos que están más tiempo en contacto con ellos, lo que les permiten observar y conocer su comportamiento en el aula y en la interacción con sus iguales.
Se puede decir que la incidencia de la violencia intrafamiliar en el aprendizaje es alta puesto que existen vínculos directos y otras estableciendo nexos entre aspectos sociales y culturales (violencia juvenil, situaciones sociales.). Cuando los niños y adolescentes enfrentan situaciones para las cuales no están preparados desde el punto de vista emocional o cognoscitivo, pueden reaccionar con agresión o violencia; sin embargo, se puede afirmar que podemos mejorar la capacidad de los niños de evitar situaciones violentas y resolver problemas de modo no violento, tratando de ampliar las relaciones sociales y culturales que mantienen con otros niños de su misma edad, enseñándoles cómo interpretar las normas de conducta y de mejorando sus habilidades para la resolución de conflictos.
No cabe duda, que el bajo rendimiento es un problema de aprendizaje, que trae como consecuencia el atraso académico, que perjudica e impide el desarrollo natural del niño y por ende, la captación, elaboración o comunicación de información. En consecuencia, los problemas de aprendizaje se van a reflejar en la conducta general del niño volviéndose retraído, tímido, inseguro, agresivo y el bajo rendimiento escolar lo hará sentir incapaz, en desventaja con los compañeros que parecen aprender más fácilmente; provocará problemas en el grupo y pondrá a prueba la paciencia del maestro que tiene que atender alrededor de 20, 30 ó más niños y, no puede proporcionarle atención personal a cada uno de ellos. En otras palabras, se puede decir que el niño con problemas académicos no atiende sus labores escolares de manera eficaz y suficiente por lo que afecta su personalidad y relación con los demás compañeros.
En la investigación realizada en el IED San Francisco Javier, Santa Marta, se asume la idea de que todo conocimiento adquirido es de origen cultural y lleva implícito que la cultura se conforma en una red de conversaciones cerradas que nos atrapan, nos someten y nos controlan; así el enfoque intergeneracional del que se habló como factor predominante en la violencia intrafamiliar, ha originado una cultura de la permisividad social frente al maltrato del menor, el cual es aceptado en muchas comunidades como un mecanismo de educación. Por lo tanto, se considera necesario aplicar algunos conceptos basados en la necesidad de lograr una sana convivencia en la que se reconozcan al amor y la tolerancia como las bases necesarias para el cambio; y frente a este planteamiento, Maturana expone que el amor propicia el manejo de relaciones en las cuales se reconoce al otro y surge como un medio legítimo para el logro de la convivencia, en circunstancias en que el otro, o lo otro, puede ser uno mismo; así Maturana considera que el ser humano se enferma al vivir en el egoísmo y al asumir un modelo de vida que niega sistemáticamente el amor.
Desde su perspectiva, el conocimiento y la afectividad surgen como camino para contrarrestar los problemas que se generan en la cultura del desamor y la intolerancia. El autor haya en el lenguaje un fenómeno de la vida a través del cual se transmiten experiencias inmediatas (emociones) y se admite la existencia de categorías como lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, que permiten comprender ese algo que pasa: "Todo sistema racional tiene una base emocional y esto explica por qué no se puede convencer a nadie con un argumento lógico si no se ha aceptado antes su premisa a priori" (Maturana, Citado por Ruiz: 2002) El vínculo del desamor y la intolerancia con la violencia intrafamiliar y su incidencia en el aprendizaje, se produce cuando en el seno de la familia, las relaciones interpersonales se deterioran por falta de comunicación y el poco estímulo que algunos niños reciben al compartir con sus seres queridos sus experiencias de aprendizaje.
Por lo tanto, el maestro debe generar espacios de emoción y sensibilidad; por lo tanto, lo humano se vive siempre en un conversar, en el placer por aprender juntos, en la aceptación de las ideas del otro junto a uno, es decir, en el amor, que es la emoción que constituye el espacio de acciones en el que aceptamos al otro en la cercanía de la convivencia, como se expresa Maturana en el texto "Ontología del conversar" (Maturana, 2001). No hay placer más grande que conocer en forma natural; no hay mayor placer que el aprendizaje atravesado por una red de conversaciones que definen un modo de vivir, un modo de estar orientado en el existir tanto en el ámbito humano como no humano, e involucra un modo de actuar; un modo de emocionar, y un modo de crecer en el actuar.
Los aportes de Humberto Maturana y Ximena Dávila en la construcción del trabajo La violencia intrafamiliar y el aprendizaje en la escuela: un estudio etnográfico en la Institución Educativa Distrital (I.E.D.) San Francisco Javier, Santa Marta, son trascendentales debido a que el proyecto se encamina hacia la valoración de un enfoque etnográfico que se sustrae al modelo positivista, racionalista y conductista que muchas veces niega, reprime y reduce la vida afectiva, los sentimientos y la emoción, para apoyarse sólo en lo técnico y científico, como elementos vitales para alcanzar el éxito personal. Para la institución tiene gran importancia la familia de los educandos proporcionándoles herramientas para un mejor vivir; así el proyecto es un reflejo de esta realidad ya que ellos han vivido experiencias dolorosas que se reflejan, en muchas ocasiones en las relaciones intrafamiliares; por lo tanto, es perentorio ayudarlos a establecer y consolidar relaciones dentro de un ambiente afectivo que involucre al educando en un proceso de socialización y de desarrollo de vivencias cotidianas.
Un cambio implica la introducción de un modelo formativo basado en la consideración, en la confianza, en el cariño mutuo; por lo tanto, la escuela y la familia son dos instituciones fundamentales, sobre los cuales se ha construido nuestra sociedad. De un lado, recobrar el valor de la familia donde se perfilan los ingredientes y rasgos más distintivos, que tendrá en la vida futura, la personalidad de los niños y de las niñas; y la escuela es el ente receptor que brinda espacios para la adquisición de conocimientos y el fortalecimiento de las relaciones interpersonales que se desarrollan dentro y fuera del aula; por lo tanto, se hizo necesario involucrar al padre de familia directamente en la formación del educando, sobre todo porque se ha descubierto que gran parte del proceso formativo depende de las relaciones familiares; la violencia intrafamiliar afecta el aprendizaje de los niños debido a que, en muchas circunstancias estos jóvenes reproducen esta conducta dentro del aula de clase en sus relaciones con los compañeros.
Como maestros la máxima realización profesional y personal debe verse reflejada en el goce al formar al estudiante no sólo como intelectual sino como persona; los maestros son los artistas que esculpen a los estudiantes, poniendo en juego sus facultades emocionales, físicas e intelectuales, al servicio de la sociedad, por esto se debe ser íntegros y competentes; en los maestros debe resumirse la persona que se gana el amor, la estimación y el respeto de los alumnos. Estas cualidades no pueden estar ausentes del ejercicio de la profesión pues son virtudes surgidas de la ejemplaridad en la conducta, por lo menos delante de los alumnos y detrás en aquello que pueda trascender a ellos; no sólo porque ellos son imitadores, sino porque su inteligencia forma pronto una idea de los maestros, simple pero clara. Esta manera de apreciar el quehacer personal, lleva a que el maestro se mueva en función de la generación de mayor optimismo frente a la vida que debe enfrentar, en función del logro de una mejor convivencia social y de su identidad y la dignidad humana.
Reflexiones en torno a los resultados de la investigación
Responder a los objetivos planteados exigió un diseño metodológico de corte cualitativo, porque en primera instancia requirió una metodología comprensiva – interpretativa, a través de un estudio etnográfico que permitiera a las investigadoras adentrarse en la realidad de la comunidad educativa del I.E.D. San Francisco Javier, en especial, los estudiantes y padres de familia del grado 7º para analizar y comprender la incidencia de la violencia intrafamiliar en el aprendizaje, tener un conocimiento del problema dentro del contexto socioeducativo y psicopedagógico.
En el trabajo se presentaron, a rasgos generales, los conflictos que se presentan en las familias y sus formas de resolverlos (generalmente con aumento en las agresiones y sometimiento del débil) y finalmente, a través de diversas actividades desarrollar espacios de reflexión pedagógico en torno al desarrollo psicosocial y afectivo del problema. Al contrastar los resultados obtenidos con los objetivos planteados se pudo concluir que los niños han transferido automáticamente al ámbito escolar los problemas de violencia con los que conviven; lo cual significa que han incorporado estos patrones a los escenarios donde se relacionan con sus pares. Estas experiencias van creando en la mente del niño modelos de relaciones basadas en la ideas de que es normal resolver conflictos de esa manera, y entonces lo replica en la escuela y por esto, el padre se sorprende de que su conducta merezca alguna sanción y repita lo que su hijo le dice de que los profesores y compañeros lo acosan y maltratan. Como se pudo apreciar en las actitudes de algunas madres y padres era normal que el niño se defendiera de los ataques "supuestamente" propiciados por sus compañeros e incluso, sus profesores.
Frente al problema de aprendizaje de los niños los padres se preocupan mucho, especialmente porque presentan bajo rendimiento escolar, sometiéndolos a castigos que van desde leves (prohibiéndoles salidas, TV.) hasta severos (golpes con instrumentos y puños, insultos degradantes). Se percibe, entonces, que los padres no utilizan los medios adecuados para resolver las dificultades académicas ya que el maltrato es lo que predomina en la resolución del problema; en consecuencia, el estudiante llega al colegio con poca motivación para el estudio, no logra concentrarse y sus relaciones con los demás se deterioran.
Dentro de las creencias de los padres se encuentra que los hijos deben ser castigados igual que ellos; por esto tienden a privarlos de algo, los agraden física o verbalmente, los ignoran o amenazan. Ellos consideran que los hijos que son desobedientes (callejeros, rebeldes, llegan tarde, tienen amistades que consideran indeseables, que no estudian) provocan su ira y generan reacciones violentas; por tales razones se puede deducir que el predominio de un ambiente familiar hostil, probablemente desarrolla en el niño una actitud defensiva, desconfiada y a menudo agresiva; esto se supone en razón de que las clases tuvieron que interrumpirse con frecuencia debido a los desordenes propiciados, a las agresiones a sus compañeros (lanzándoles papeles, mandando mensajes obscenos.)
Algunas madres se mantienen paralizadas frente al maltrato de los padres hacia los niños y en su defecto se convierten en personas maltratantes. Es claro que desde el punto de vista corporal existen diferencias claras entre hombres y mujeres, con desventaja para estas últimas, sobre todo, en lo social y en lo económico, puesto que los resultados arrojaron que la mayor parte de las madres no trabaja y se dedica a las labores del hogar; sólo hay algunas que desarrollan oficios como empleada doméstica y venta informal. Esta situación las pone en desventaja ya que dependen del sustento del cónyuge.
Esta situación de la mujer se manifiesta también en el tratamiento que le dan a los problemas de aprendizaje de las niñas ya que las expectativas de los padres son diferenciadas para niñas y niños, siguiendo estereotipos profundamente arraigados en nuestra cultura. La violencia que se ejerce contra la niña no radica en los golpes sino en la ocupación en labores que no corresponden para su edad: así deben hacer las veces de madres (en ausencia de la misma), deben hacer los oficios de la casa en sus tiempos libres. Esta situación como ya se dijo en las observaciones, lleva a que se produzca un ausentismo involuntario ya que los padres ocupan parte del tiempo requerido para cumplir con sus deberes escolares y parte de sus horarios de clases para que realicen labores diferentes a la escolar (ver dibujos e interpretaciones extraídas de charlas informales); en este orden (Pezzotti, 2002:27), señala que "La subordinación de la mujer está tan profundamente arraigada, que todavía se le considera inevitable o natural, en vez de ser tomada como una realidad política construida, mantenida por intereses, ideología e instituciones patriarcales"
Se aprecia que el bajo nivel educativo de los padres se encuentra presente en los casos estudiados; siendo un factor constante asociado a la violencia intrafamiliar a la baja conciencia de la necesidad de educar para crecer como familia. Este bajo nivel se sostiene en la cultura de la evitación de los cambios comportamentales ya que, de acuerdo con algunas de sus opiniones ("a mí me educaron así"). Es claramente palpable que la situación de intolerancia e irrespeto del padre hacia los miembros de la unidad familiar, está afectando la comunicación y a la vez se constituye en un factor que incide negativamente en el aprendizaje del educando. Al respecto, vale la pena destacar el planteamiento de Vanegas (2004) sobre el modelo patriarcal, y señala que el modelo patriarcal mal conducido está afectando la salud física y mental de la familia; y aunque sea aceptado socialmente por razones económicas y políticas, debe erradicarse para posibilitar mejor calidad de vida a cada miembro. Esto se aprecia también en el caso de Josefa García quien se vio obligada a dejar al niño con el tío que lo maltrata constantemente y su padre complementa el ciclo al recibir los informes académicos pero nunca asiste a las reuniones ni a las convocatorias del área de psico-orientación.
Los padres con estas características suelen tener baja autoestima ya que sus necesidades emocionales y espirituales no fueron satisfechas en su niñez; presentaban limitaciones afectivas en momentos cruciales de su existencia; viven en hacinamiento como se palpa en las condiciones medio ambientales que crecen sus hijos; tienen antecedentes de problemas de alcoholismo, como se presenta en uno de los casos reportados. De otro lado, se encuentra la situación del nieto de la señora Helena Martínez, quien presenta traumas del conflicto social, y violenta al nieto a través de imágenes que distorsionan la realidad en la mente del niño. Este maltrato psicológico produce terror y aislamiento del niño que se manifiesta en actos donde se amenaza al niño con las imágenes para que cambie. Se puede decir que este método educacional lleva a que el menor experimente terror cuando se ve expuesto a situaciones en las que no alcanza las metas, que en este caso es el rendimiento escolar. Se puede decir que este maltrato provoca aislamiento ya que el niño se va aislando poco a poco de sus pares, negándosele la oportunidades de establecer relaciones sociales sanas con los demás.
Otro detonante del bajo rendimiento es la desorganización familiar como consecuencia de la separación de los padres. En el caso de un grueso número de niños objeto de estudio, la desorganización familiar consecuente de la separación de los padres se encuentra asociada al bajo rendimiento y la pérdida de la fe en la familia. En algunas ocasiones no se envían al colegio debido a que el padre no ha cumplido con sus compromisos alimenticios. El abandono y la negligencia de los padres (en algunos el padre, en otros la madre) ponen en estado de vulnerabilidad al menor que se enfrenta a problemas en la escuela que no puede manejar por sí mismo; así como lo representan en las imágenes creadas por ellos, sobre todo, al sentirse aislados del núcleo familiar.
Dentro de los factores escolares se observa que aunque los docentes intenten dar un tratamiento a las situaciones conflictivas, la institución ha asumido un rol pasivo frente a la violencia intrafamiliar y su afectación del aprendizaje de los niños; es decir, no ha diseñado acciones que puedan ayudar a las familias a superar sus vulnerabilidades.
Se pueden distinguir, al menos, dos formas en que las dificultades de aprendizaje contribuyen con el bajo rendimiento; por un lado la frustración frente a la dinámica escolar que es exigente; por otro lado, el reiterado ausentismo y desmotivación que lo lleva a escaparse de los salones de clase y a esconderse en los patios. Es frecuente que en la institución se presenten repeticiones de año o abandono escolar, sin que se haga el seguimiento adecuado a cada caso. Lo mismo ocurre con la desidia de los padres de concurrir a las citaciones, pues se les convoca, no asisten y no se toman nuevas medidas para prevenir daños progresivos en la salud física y mental de los educandos.
Las condiciones socioeconómicas de las familias, sus creencias acerca de que cumplen con la parte que les corresponde en la labor de disciplinar y formar a los hijos e hijas enviándolos a la escuela; son aspectos que inciden negativamente en la formación, puesto que centran la responsabilidad de formarlos y educarlos en la escuela, pues creen que la mayor responsabilidad corresponde a los maestros. Dentro del núcleo familiar, se aprecia de parte de las madres una actitud más receptiva que en los padres, se mostraron más colaboradoras para tratar de solucionar los problemas de los niños. Los no colaboradores lanzaron expresiones como "Mi hijo ya está grande" "debe hacerse responsable por él mismo", "En el colegio los profesores le tienen rabia", "No tengo tiempo de dejar mi trabajo para ir a las citas" y otras tantas que muestran el grado de compromiso de los padres con la formación del niño. En este panorama, los estudiantes se encuentran entre la presión cotidiana de los docentes en la escuela, y de sus padres en el hogar, sin que ello les ayude a sentirse responsables del cambio en su comportamiento.
Se puede apreciar que las vivencias previas de los padres de familias, son factores que afectan las relaciones con sus hijos; lo cual indica que la violencia intrafamiliar corresponde al modelo de familia de esa comunidad, que, en muchas ocasiones, reproduce conductas negativas que deben ser contrarrestadas con programas de prevención y promoción. Po ello, es necesario implementar un programa de prevención encaminado a buscar otros modelos alternativos de resolución de conflictos al interior de las familias, lo cual contribuye con el rendimiento académico de los educandos.
Es necesario brindarles orientaciones para mejorar las destrezas en el manejo de las dificultades, para promover las destrezas de crianza positivas, fomentar una saludable interacción padre-hijo y promover además óptimo desarrollo infantil.
No cabe duda, que aunque la institución ha hecho algunos intentos para superar este problema, aún le falta hacer mayores esfuerzos para generar espacios que faciliten el aprendizaje y la interrelación entre los miembros de la comunidad involucrando más a las familias con el desarrollo integral de sus hijos e involucrar a los docentes para que el desarrollo de sus asignaturas, orienten las conductas y comportamientos desde una gestión íntegral, transparente y ética, que se manifiesta en nuestro transito por las aulas en la conducta, los valores, las normas y las actitudes que tenemos, no sólo frente al aprendizaje sino frente a quien tenemos la obligación y el debe de orientar.
Como se puede ver, no sólo se requiere la realización de actividades formativas encaminadas a suministrar datos e información académica, sino también que conduzcan a la sensibilización y a la reflexión para se logre un cambio comportamiental, emocional y ético tanto en los niños como en todos los miembros de la comunidad que participan en su formación; por esto, la inclusión de estrategias comunicativas permiten una circulación fluida del conocimiento. La configuración de relaciones mediatizadas por el diálogo, la concertación y el trabajo colaborativo, llevan necesariamente a una afectiva interlocución; la misión tanto de directivos como de docentes del I.E.D. San Francisco Javier, se debe encaminar a ayudar a estas familias a re-educarse en materia manejo de las relaciones interpersonales, lo cual contribuye directamente en el rendimiento de los educandos. Es necesario enfrentar ese desafío, con una enseñanza centrada en valores, en lo emocional.
Desde la perspectiva, de E. De Bono, el cambio de pensamiento implica una transformación de la escuela y como docentes requerimos el desarrollo de habilidades enfocadas en lograr mayor comprensión y tolerancia que conlleven a una mejor convivencia dentro de las aulas; por lo tanto, el amor se convierte en el elemento direccionador del accionar docente ya que lo mueve hacia una actitud adecuada para comprender los sentimientos del educando y, en cierto modo, prever su comportamiento.
Se podría decir que se avanzó no solo en un proceso de sensibilización de los actores implicados –en la medida en que se abrió el juego, aunque mas no sea por el hecho de poner "sobre la mesa" aquellas cosas que a la gente le preocupan–, sino también en la construcción de un ámbito de interacción a través de talleres donde se socializaron vivencias, experiencias, historias, saberes y creencias. Avances que son del interés tanto de los padres como de los niños para tratar temas tan complejos; y que obviamente, se verán reflejados en las relaciones interpersonales y los roles que asumen frente a la promoción y efectivización de los derechos de los niños a ser tratados dignamente. Los espacios que se generaron mostraron una modalidad participativa y horizontal de comunicación de saberes e historias y de construcción de conocimientos para superar las frustraciones y aunque las respuestas no hayan sido evaluadas en su totalidad en el proyecto, existe la convicción de que las respuestas reales en la interacción serán diferentes, pues se sembró la semilla en sus corazones de que hay que re-aprender, hay que revisar las actuaciones (Directivos-maestros-padres de familia- estudiantes) para tomar decisiones encaminadas a mejorar su calidad de vida.
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Autor:
Lourdes Vega Lara
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