- Definición
- Diagnóstico presuntivo
- Casuística
- Etiología
- Historia familiar
- Fijaciones
- Relaciones objetales predominantes
- Conflictos básicos
- Situación traumática
- Mecanismos de defensa
- Estructura yoica
- Afectos predominantes
- Síntomas clínicos
- Modelos de vínculos
- Psicodiagnóstico
- Descompensaciones borderline
- Cuadros borderline en niños y adolescentes
- BPD y drogadicción
- Terapia
- Pronóstico
- Modelos teóricos acerca de lo borderline
- Síntesis
- Bibliografía
Definición
El vocablo "borderline" proviene del inglés y puede traducirse como frontera, límite o zona marginal, por lo cual se utiliza para nominar los casos lindantes con la neurosis y psicosis.
La Asociación Psicoanalítica Norteamericana, en el Glosario de términos y conceptos psicoanalíticos, definió como borderline state "un término descriptivo que se refiere a un grupo de condiciones que manifiestan, tanto fenómenos psicóticos como neuróticos, sin caer inequívocamente en ninguna de dichas categorías diagnósticas".(Marinópulos Córdova, J. y Ruiz Huidobro Boklund, M.,1991)
Charles Rycroft en su Diccionario crítico del psicoanálisis, en 1968 caracterizó al fronterizo como "un paciente que está en el límite entre neurosis y psicosis, tanto como aquel cuya psicopatología desafía la categorización o aquel cuyos mecanismos son psicóticos, pero cuya conducta no justifica que sea tratado como psicótico. Este uso surge del hecho de que los sistemas diagnósticos asumen que la neurosis y la psicosis son mutuamente excluyentes, en tanto que la observación empírica nos muestra que no lo son".
En el DSM-III este desorden correspondería al Desorden Esquizotípico de la personalidad y en la Clasificación Internacional de la Organización Mundial de la Salud, en sus revisiones 8ª. y 9ª. (ICD-8 y 9) de 1974 y 1978, a la Esquizofrenia latente.
El desorden de la personalidad de la frontera (BPD), trastorno borderline o personalidad fronteriza, es una de las diagnosis más polémicas en psicología hoy. Desde que se introdujo en el DSM, los psicólogos y los psiquiatras han estado intentando dar a los conceptos algo amorfos del BPD una forma concreta. El estudio que hace Otto Kernberg de lo que él llama organización de la personalidad de la frontera es el más importante en la actualidad.
Muchas veces el diagnóstico de borderline es utilizado como una categoría residual cuando el cuadro "no encaja" dentro de los esquemas nosográficos más clásicos, neurosis o psicosis, ya que de la primera conserva su criterio de realidad (aunque niegan los borderline, la diferencia entre el sí mismo y el objeto pero sin pérdida real de la diferenciación como en la psicosis) y de la psicosis utilizan la proyección masiva como defensa predominante.
La estructura BPD se caracteriza por una forma específica y estable de una estructura patológica del yo, una detención en el desarrollo. La esencia del síndrome borderline no son los síntomas presentados, ya que éstos pueden variar.
Según Grinker, Werble y Drye (1968), quienes han realizado una de la más rigurosa y sistemática investigación sobre esta patología, resumen las características esenciales del sindrome borderline en la presencia de:
a) la rabia o ira, como el principal o único afecto;
b) el trastorno en las relaciones afectivas, que son: anaclíticas[1]dependientes, complementarias y raramente recíprocas;
c) identidad inconsistente, lo que parece estar conectado con la falta de relaciones afectivas y con la rabia, en la intimidad y
d) depresión, con sentimiento de soledad depresiva y aislamiento. No es una depresión culposa, autoacusatoria o con remordimientos.
Para estos autores "el borderline no es un proceso regresivo sino un defecto en el desarrollo sobre el cual se extiende una amplia variedad de conductas adaptativas y defensivas neuróticas; el defecto sería fundamentalmente una deformidad o distorsión de las funciones del yo cuya etiología es desconocida".
Sería más correcto descriptivamente decir que es un desorden de la personalidad caracterizado por una inestabilidad emocional que afecta a los pacientes en muchas áreas de su vida. Despliegan grandes oscilaciones de humor en respuesta a las vivencias cotidianas. También se puede complicar el BPD con episodios psicopáticos breves como asimismo, por tentativas reiteradas de suicidios luego de una decepción o una pelea.
A pesar de haber daños graves en las funciones del yo, la adaptación del paciente a las demandas del medio manteniendo una conducta convencional, es adecuada, las relaciones superficiales con los objetos están intactas y los logros habituales no están dañados.
Aún cuando ocurren episodios psicóticos pasajeros en los sujetos fronterizos, bajo tensión intensa y de síntomas tales como: depresión, huida y adaptación esquizoide, el borderline no es un esquizofrénico incipiente. Lo que caracteriza a los pacientes borderline es su resistencia a la psicosis. Las descompensaciones agudas generalmente surgen cuando la realidad los decepciona, en un estado de no preparación para soportar rupturas vinculares, pérdidas o "cambios" bruscos en sus relaciones ambientales.
Lo intolerable, según André Green, "es el cambio de objeto, que constriñe al Yo a un cambio correspondiente".
Es un cambio que atenta contra la permanencia y la perennidad narcisista unitaria frente al cual es imposible mantener la desmentida. La no preparación del sujeto depende de la imposibilidad de establecer una diferencia entre su Yo y el objeto.
Grinker y los colaboradores citados, a partir de la sintomatología, dividen a los borderline en 4 subcategorías:
Grupo I o "el border psicótico", caracterizado por la naturaleza inapropiada, no adaptada y negativista de la conducta y los afectos hacia los demás pacientes y hacia el personal del hospital. Presentan también un deficiente sentido de realidad y de identidad y trastornos en el sueño y en la alimentación.
Grupo II o "síndrome fronterizo central", caracterizado por un penetrante afecto negativo. Sus rasgos esenciales son:
compromiso vacilante con los otros;
expresiones de rabia abiertas o actuadas;
depresión;
ausencia de indicadores de una identidad consistente y
sentimientos caóticos con actitudes contradictorias y gran propensión a la actuación.
Grupo III o "persona ´como sí´, con tendencia a adaptarse y suprimir afectos con fines defensivos", caracterizado por un endeble ajuste de tipo personalidad "como sí" de Helen Deutsch, e interacciones puestas al servicio de una adaptación superficial, pero afectivamente deficientes: no evidencian amor a nada ni a nadie. No presentan indicios de una identidad bien establecida y utilizan la intelectualización y la desconexión como defensas.
Grupo IV o "límite neurótico", caracterizado por la presencia de afectos depresivos con tendencia al aferramiento de tipo infantil que junto a la ansiedad los ponen en estrecho parentesco con los caracteres narcisísticos.
Otto Kernberg propone tres organizaciones estructurales que corresponden a la neurótica, fronteriza y psicótica, las cuales se convierten en la matriz subyacente de la que desarrollan los síntomas del comportamiento.
La personalidad borderline es para Kernberg una organización patológica específica, estable y crónica: no es un estado transitorio que fluctúe entre neurosis y psicosis y está caracterizada por:
1. constelaciones sintomáticas típicas;
2. una constelación típica de maniobras defensivas del yo;
3. una patología típica de las relaciones objetales internalizadas y
4. rasgos genético – dinámicos típicos.
Según el mismo autor, la diagnosis de BPO se basa en tres categorías de criterios. El primero y más importante, abarca dos niveles:
? ausencia de psicosis (es decir, la capacidad de percibir adecuadamente la realidad)
? integración deteriorada del ego – un concepto difuso e internamente contradictorio del uno mismo. Dice Otto Kernberg, los "fronterizos pueden describirse por cinco horas sin conseguir un cuadro realista de cómo son".
La segunda categoría, denominada "no específicas" incluye cosas tales como baja tolerancia a la ansiedad, pobre control de los impulsos y una capacidad subdesarrollada o pobre de gozar el trabajo o las relaciones de una manera significativa.
Kernberg cree que los fronterizos se distinguen de los neuróticos por la presencia de "defensas primitivas". Las personalidades de frontera tienen problemas con la constancia del objeto, vivencian cada acción de la gente en sus vidas como si no existiera un contexto anterior; no tienen un sentido de la continuidad y estado, coherente, sobre la gente y las cosas en sus vidas.
Diagnóstico presuntivo
Kernberg da una serie de elementos descriptivos de la organización fronteriza de la personalidad a los fines de establecer el diagnóstico presuntivo. Ninguno de estos síntomas es, por sí solo, patognomónico, pero la presencia de dos, o especialmente tres de los enumerados a continuación, constituye un fuerte indicio de una personalidad fronteriza subyacente.
Ansiedad
Estos pacientes suelen presentar una ansiedad flotante, crónica y difusa, que adquiere especial significación cuando está presente toda una variedad de otros síntomas o rasgos patológicos del carácter.
Neurosis polisintomática
a) fobias múltiples: en especial aquellas que ponen de manifiesto tendencias paranoides y que provocan serias inhibiciones sociales, constituyen una evidencia presuntiva de personalidad fronteriza.
b) síntomas obsesivo – compulsivos que secundariamente se han hecho sintónicos con el yo, adquiriendo en consecuencia el carácter de pensamientos y acciones "sobreevaluados".
c) múltiples síntomas de conversión elaborados o grotescos, especialmente si son crónicos.
d) reacciones disociativas, en especial "estados de penumbra" o fugas histéricas y amnesia asociada con perturbaciones de la conciencia.
e) hipocondría: exagerada preocupación por la salud y un temor crónico a la enfermedad que se manifiesta como síntomas crónicos, rituales de salud y retiro de la vida social.
f) tendencias paranoides e hipocondríacas que no son secundarias a una reacción intensa de ansiedad.
Tendencias sexuales perverso – polimorfas
No están incluidos en esta categoría los pacientes cuya vida genital está centrada en una desviación sexual estable y especialmente aquellos en quienes dicha desviación se asocia con las relaciones objetales constantes. Cuanto más caóticas y múltiples son las fantasías y los actos perversos y cuanto más inestables son las relaciones objetales vinculadas con estas interacciones, mayores motivos hay para sospechar la presencia de un desorden fronterizo.
Las "clásicas" estructuras de la personalidad prepsicótica
a) personalidad paranoide
b) personalidad esquizoide
c) personalidad hipomaníaca
d) organización "ciclotímica" de la personalidad con marcadas tendencias hipomaníacas.
Neurosis impulsiva y adicciones
Están comprendidas aquí las formas graves de patología caracterológica en las que hace irrupción de modo crónico y repetitivo un impulso destinado a gratificar necesidades instintivas, de un modo que, fuera de los episodios "impulsivos", resulta distónico con el yo, mientras que dentro del contexto de dichos episodios es sintónico con el yo y altamente placentero.
Desórdenes caracterológicos de "nivel inferior"
Se trata de la patología caracterológica más severa, típicamente representada por el carácter caótico e impulsivo, en contraposición con los clásicos tipos de formación reactiva y los más moderados "rasgos evitativos".
Esta clasificación en una secuencia que va de un nivel "superior" hasta un nivel "inferior", Kernberg la establece según el predominio de los mecanismos de represión o de disociación.
Otra diferencia consiste en que los pacientes del nivel superior experimentan más depresión que los del nivel inferior (dado que cuanto mayor es la depresión asociada con auténticos sentimientos de culpa, remordimiento y preocupación por uno mismo, mayor es la integración superyóica).
La depresión en el síndrome fronterizo está caracterizada por una sensación de futilidad y sentimientos cada vez más extendidos de soledad y aislamiento, aislamiento y actitudes de airada exigencia que difieren de la depresión neurótica y psicótica, en las que la culpa y la autodesvalorización tienen mayor participación.
Casuística
Los desórdenes de la personalidad afectan el 10% de la población en general. Este grupo de desórdenes mentales es definido por características de mal adaptación de la personalidad que tienen un efecto constante y serio en el trabajo y en los vínculos interpersonales.
DSM-IV define diez categorías del desorden de la personalidad. De éstos, el desorden de la personalidad de la frontera es el más frecuente en la práctica clínica. El BPD es también uno de los más difíciles y preocupantes de los problemas de la psiquiatría, constituyendo un desafío permanente, donde frecuentemente se termina no concordando entre los profesionales más experimentados y este hecho afecta luego a la ubicación estadística y por ende a la casuística.
Estadísticamente, Andrulomis y colaboradores, investigaron (Marinópulos Córdova y Ruiz Huidobro Boklund, 1991) la casuística borderline, hallando que los hombres presentan más comportamientos inaceptables que las mujeres, pero en cambio muestran menor sintomatología depresiva que ellas. En las mujeres se observa una frecuencia mucho mayor de trastornos en la alimentación que en los hombres (45% vs. 6%) y también mayor cantidad de episodios mini-psicóticos transitorios que los que presentan los hombres.
La historia psiquiátrica previa es semejante en ambos sexos, así como tampoco se observan diferencias en el trazado electroencefalográfico.
El hecho de que haya mayor cantidad de adoptados entre la población de borderline estudiados, en comparación al grupo testigo de esquizofrénicos, constituye un indicio de la importancia del vínculo materno en el desarrollo inicial del Yo, su relación con la enfermedad border y la etapa de separación – individuación.
Etiología
Como en la mayoría de los desórdenes mentales, ningún factor aislado explica su génesis. Los factores de riesgo múltiples, que pueden ser biológicos, psicológicos y sociales, desempeñan un papel importante en su etiología.
Los factores biológicos en el BPD consisten probablemente en anormalidades temperamentales innatas. La impulsividad y la inestabilidad emocional son inusualmente intensas en estos pacientes y estos rasgos, para ciertos investigadores, podrían ser hereditarios dado que características similares se han hallado también en parientes cercanos de pacientes con BPD. Las investigaciones sugieren que la impulsividad que caracteriza a la personalidad de frontera se puede asociar a la actividad disminuida de la serotonina en el cerebro.
Los factores psicológicos en esta enfermedad varían mucho. Algunos pacientes de frontera describen experiencias altamente traumáticas en su niñez, tales como el abuso físico o sexual. Otros describen negligencia emocional severa. Muchos pacientes de frontera tienen padres con rasgos impulsivos o depresivos de personalidad, y también frecuentemente han descripto padres fríos con una agresividad encubierta pero intensa.
Según Kernberg en estos pacientes la agresión oral presenta un desarrollo patológicamente aumentado y es difícil evaluar en qué medida este desarrollo es el resultado de una fuerte pulsión agresiva de origen constitucional, de una intolerancia a la ansiedad (también de origen constitucional) respecto de los impulsos agresivos o de una grave frustración sufrida en los primeros años de vida.
Los factores sociales en el BPD reflejan muchos de los problemas de la sociedad moderna. En la sociedad urbana contemporánea, los niños tienen más dificultades para resolver sus necesidades de vinculaciones y de identidad.
Muy probablemente, el BPD se encarna cuando todos estos factores de riesgo están presentes. Los niños que se hallan en la población de riesgo en virtud de su temperamento, pueden crecer perfectamente normales si cuentan con un ambiente de apoyo y continencia afectiva. Sin embargo, cuando la familia y la comunidad no pueden resolver las necesidades especiales de estos niños, ellos tenderían a desarrollar impulsividad e inestabilidad emocional.
Masterson sugiere que el síndrome fronterizo es el resultado de la sensación de abandono causada por el cese de suministro por parte de la madre en el momento en que el paciente intentaba separarse e individuarse. La necesidad de éste último de defenderse contra los sentimientos de abandono produce el detenimiento en el desarrollo y el cuadro clínico de este síndrome.
Según este autor, el síndrome se asemeja a un témpano de hielo, en el sentido de que sólo la parte más superficial puede ser detectada clínicamente sobre la línea de agua, mientras que el resto permanece escondido bajo la superficie. (Marinópulos Córdova y Ruiz Huidobro Boklund, 1991)
Historia familiar
Son niños queridos por motivos narcisísticos de los padres, quienes no configuran con ellos un verdadero vínculo objetal, y por lo tanto los hijos dedican toda la vida a tratar de autoapuntalar su narcisismo (que siempre es una defensa frente al desamparo) de las maneras más bizarras y esto se produce desde el inicio mismo de las relaciones objetales. Ellos se constituyen en su propio ideal en tanto sabemos que la renuncia al narcisismo en la infancia sana se produce por obra de la instalación de un ideal.
Ellos son restituciones de ellos mismos donde se nota poco la escisión del yo a diferencia de las psicosis. O sea, desde sus comienzos, el niño no ha sido reconocido como tal, ya sea por déficit (figuras parentales o sustitutos ausentes) o por exceso (figuras intrusivas). No pudo crearse lo que Winnicott denomina espacio transicional, necesario para la discriminación entre Yo y no Yo. Ha permanecido en un estado fusional, donde el "sí mismo real", el "sí mismo ideal" y el "objeto ideal" se confunden.
Su self debió sobreadaptarse con desarrollos que son expresión de una pseudo madurez, encubriendo la falta de cohesión y con tendencia a la fragmentación, sentimientos de vacío y carencia de la normal capacidad de experimentar soledad y de poder sobreponerse a ella.
El individuo fronterizo necesita llegar a aceptar el fracaso de sus padres, fracaso en el simple sentido humano de no haber sabido dar y recibir amor, consuelo y comprensión.
Necesita además renunciar a las fantasías idealizadas e irreales con las que busca proteger las perfectas relaciones del pasado con sus padres. Para el paciente fronterizo, separarse verdaderamente de los padres es una experiencia mucho más difícil y atemorizante que para los pacientes neuróticos.
El papel de la separación – individuación en el desarrollo normal del yo
La imagen que el niño tiene de sí mismo y aquella que tiene de su madre, es una unidad simbiótica. La madre actúa como yo auxiliar, ejecutando funciones que el propio yo del niño ejecutará más tarde (límites a los estímulos internos y externos, percepción adecuada de la realidad, tolerancia a la frustración y control de los impulsos).
A los 18 meses aproximadamente, bajo el ímpetu de la maduración biológica predeterminada de los aparatos del yo (o sea, la propia individuación) comienza la separación de esta relación.
La separación del objeto primario materno favorece la reintroyección, con una retención del objeto total y amplía las funciones defensivas, representativas y sintéticas del yo.
La reintroyección está asociada con el duelo por el objeto separado. También se retrotraen una multiplicidad de partes malas de objetos anteriormente proyectadas.
Durante esta etapa del desarrollo del yo, se ha ido diferenciando el self y los objetos.
La asimilación de las representaciones del self y los objetos a los afectos se da como resultado de la actividad sintética del yo. El territorio del yo se expande y sus contenidos se incrementan. El estímulo y apoyo maternal y el dominio de nuevas funciones del yo, presionan al niño a la separación – individuación hacia su autonomía.
El niño se acerca a su madre de vez en cuando para el "reabastecimiento libidinal", ya que da por sentado su presencia emocional.
Una vez que el niño domina su locomoción y aprende a manipular, estas funciones parciales se convierten en elementos de un lenguaje cargado de significados, un llamado sin palabras requiriendo amor y elogio de la madre, una búsqueda de significados y un deseo de compartir y de expansión. La madre como catalizadora del proceso de individuación, debe ser capaz de leer el proceso primario del lenguaje. La autonomía del niño se desprende de su propio yo, si él siente un grado adecuado de aceptación emocional y un adecuado apareamiento comunicacional.
Para Arnold Modell[2]el self de estos pacientes está compuesto de dos partes: una la del niño desprotegido y otra, la de quien está dotado de omnipotencia destructiva. Hay confusión o fusión entre el sentido y límites del self y el objeto es percibido de acuerdo con ciertas fantasías infantiles concernientes a la madre. El paciente posteriormente va a atribuir al terapeuta los aspectos benevolentes o destructivos, ambos omnipotentes, de su propio self, quedándose con el sentimiento de ser un niño desprotegido cuya identidad se perderá en el objeto.
Fijaciones
El paciente es apresado en medio de la corriente entre dos etapas del desarrollo, se ha separado de la etapa simbiótica, pero no ha progresado plenamente a través de la separación – individuación hacia su autonomía. Esto tiene consecuencias desastrosas para el desarrollo del yo o sea permanece con una fijación oral lo cual favorece un narcisismo excesivo, que determina una personalidad que presenta los siguientes rasgos:
Las interacciones con otras personas están referidas a sí mismos en medida inusual, en realidad no establecen un verdadero compromiso con el otro, simplemente lo utilizan con fines narcisistas
Sienten gran necesidad de ser amados y admirados, presentando una curiosa contradicción entre un concepto muy elevado de sí mismos y una desmedida necesidad de homenaje por parte de los demás. Esa gran necesidad de recibir el tributo y la adoración lleva muchas veces a decir que dependen de otras personas, pero en un nivel más profundo son incapaces de depender verdaderamente de nadie debido a la desconfianza y el desprecio que sienten hacia los demás
Su vida emocional carece de hondura y sus propios sentimientos de diferenciación clara.
En particular, son incapaces de experimentar auténticos sentimientos de tristeza, duelo, anhelo y reacciones depresivas, siendo esta última carencia una característica básica de sus personalidades
Experimentan escasa simpatía hacia los sentimientos de otras personas
Disfrutan poco de la vida, más allá del tributo que reciben de los demás y de sus propias fantasías grandiosas
Caen en el desasosiego y el hastío cuando el brillo externo se desvanece y no encuentran nuevas fuentes para alimentar su autoestima. Las vivencias de vacío y hastío de estos pacientes están en íntima relación con su atrofiado desarrollo yoico que a su vez se vincula con su incapacidad para experimentar depresión
Se perciben como personas despreciables, pobres y vacías, permanentemente dejadas de lado y devoradas por la envidia hacia quienes sienten que poseen todo lo que ellos carecen. Este tipo de autoconcepto desvalorizado se observa sobre todo en los pacientes narcisistas que tienden a dividir el mundo en personas famosas y ricas y personas inútiles y "mediocres"
Tienden a idealizar a las personas de quienes esperan una gratificación de su narcisismo y a desvalorizar y despreciar a aquellos de quienes ya nada esperan (muchas veces sus antiguos ídolos). Estas personas idealizadas de las que parecen "depender" resultan ser por lo general, una proyección de la concepción grandiosa que tienen de sí mismos. Simultáneamente la tragedia del borderline consiste en que deben desvalorizar cuanto reciben para no sentir la envidia que el reconocimiento de lo valioso recibido les provocaría
En general, sus relaciones con otras personas son netamente explotadoras y a veces parasitarias
Es como si sintieran tener derecho a controlar y poseer a los demás y a explotarlos sin culpa; detrás de una fachada de encanto y simpatía se llega a percibir su naturaleza fría y despiadada
Lo que más temen estos pacientes es depender de otras personas, porque para ellos depender significa odiar, envidiar y exponerse al peligro de ser explotados, maltratados y frustrados
Poseen una capacidad seudosublimatoria, es decir la capacidad de operar de manera activa y coherente en determinadas áreas, que les permite satisfacer en parte sus ambiciones de grandeza y obtener la admiración de los demás. Muchas veces son los genios "prometedores" que después sorprenden a los demás por la banalidad de sus logros
Es típico de estos pacientes adaptarse a las exigencias morales de su entorno, porque de no hacerlo temen ser atacados y, además, porque este sometimiento representa para ellos el precio a pagar por la gloria y la admiración. Sin embargo, es frecuente que pacientes de este tipo que nunca presentaron evidencia de comportamiento antisocial se consideran a sí mismos deshonestos y capaces de verse envueltos en actividades antisociales "si sólo tuvieran la seguridad de salir bien parados". Es obvio agregar que también consideran a los demás deshonestos e indignos de confianza y este concepto de sí mismos y de los otros, adquiere gran importancia en la transferencia
En general, los sistemas de valores de las personalidades narcisistas son corruptibles, en contraste con la moral rígida de la personalidad obsesiva.
Relaciones objetales predominantes
Relación conflictiva con la madre. Sus necesidades patológicas la impulsan a no apoyar y a no estimular la separación de su hijo, desanimando las tentativas hacia su individuación, al retirarle su apoyo.
Suelen haber sido estructurados en la gratificación sin espera, sin mediatización de la carencia. Por ende, no toleran la espera, no tienen capacidad de frustración.
El área específicamente patológica de las relaciones objetales internalizadas de la personalidad fronteriza, es su incapacidad para sintetizar las introyecciones e identificaciones buenas y malas. Los principales factores etiológicos parecen ser el exceso de la agresión primaria o la secundaria, o la frustración. Este déficit en dicha síntesis impide el logro de la particular capacidad afectiva yoica que permite experimentar depresión, preocupación y culpa. Las reacciones depresivas de los fronterizos asumen la forma de rabia impotente y sentimientos de derrota ante fuerzas externas, más que de duelo por la pérdida de objetos buenos y pena por la propia agresión hacia ellos mismos y hacia los demás.
Conflictos básicos
Conflicto entre el empuje ocasionado por el desarrollo hacia la autonomía y el retiro de los suministros emocionales maternos que este crecimiento acarrearía. El necesita de estos suministros para crecer, pero si lo hace, los suministros le serán retirados. De esta forma, surgen sus sentimientos de abandono.
A diferencia del niño autista o psicótico, el niño borderline ha progresado a través de la etapa simbiótica, pero la separación de su madre es sólo parcial, o ha ocurrido a costa de intensos sentimientos de abandono, miedo y depresión, que él debe reprimir. La tenacidad y energía de los mecanismos de defensa le impiden desarrollarse hacia la autonomía.
COMPLEJO DE EDIPO
Según Kernberg lo que caracteriza a la personalidad fronteriza, en contraste con las patologías más benignas, es una específica condensación de conflictos pregenitales y genitales y un prematuro desarrollo de los conflictos edípicos a partir de la edad de dos a tres años.
Es frecuente que la historia de estos pacientes consigne experiencias de frustración extrema e intensa agresión (secundaria o primaria) en los primeros años de vida. La excesiva agresión pregenital, sobre todo la oral, tiende a ser proyectada y provoca una distorsión paranoide de las tempranas imágenes parentales, en especial las de la madre.
En virtud de la proyección de impulsos predominantes sádico-orales pero también sádico-anales, la madre es vista como potencialmente peligrosa y el odio hacia ella se hace extensivo a ambos padres, a quienes más tarde el niño experimenta como un "grupo unido".
La "contaminación" de la imagen del padre por la agresión primariamente proyectada en la madre y la indiscriminación entre ambas figuras parentales, provocada por las excesivas maniobras de escisión que impiden una diferenciación realista entre los diversos objetos, tienden a producir en ambos sexos una peligrosa imagen combinada padre-madre, como resultado de la cual todas las relaciones sexuales son vistas después como peligrosas e infiltradas de agresión.
Al mismo tiempo, se produce un prematuro desarrollo de las tendencias genitales, mediante el cual se intenta evitar la rabia y los temores orales.
En ambos sexos el exceso de agresión pregenital, y en especial de agresión oral, tiende a inducir el prematuro desarrollo de tendencias edípicas, como consecuencia de una particular condensación patológica de objetivos pregenitales y genitales, causada por el predominio de las tendencias agresivas. Como resultado de esto, se suceden varias soluciones transaccionales patológicas que dan lugar a la típica persistencia de las tendencias sexuales perverso-polimorfas y que constituyen fallidos intentos de hacer frente a la agresividad de las tendencias genitales.
Importa destacar que la naturaleza agresiva y primitiva del superyó del paciente narcisista, deriva en última instancia del carácter netamente oral agresivo de sus fijaciones.
IDENTIDAD "COMO SI"
La presencia de introyecciones e identificaciones contradictorias es lo que determina la cualidad "como si" de estos pacientes. Su adaptabilidad adquiere así – por la actuación de identificaciones parciales y disociadas – características de mimetismo, merced a las cuales lo que fingen ser es en realidad la vestidura vacía de lo que en otros momentos tienen que ser de un modo más primitivo. Este fenómeno provoca confusión a los propios pacientes.
Esta situación configura una difusión de la identidad (Erikson la define como la falta de un concepto integrado de sí y de los objetos totales en relación con el sujeto) que en las estructuras psicóticas se evidenciaría por una falta de diferenciación entre las representaciones del sí mismo y de los objetos, por la incapacidad para transmitir sus interacciones con los demás, no pudiendo empatizar emocionalmente ó expresando una conducta inapropiada, bizarra y desconcertante.
El mecanismo que subyace al síndrome de difusión de la identidad es la escisión, mecanismo que en un principio fue una división defensiva del yo por una simple deficiencia de integración y que luego cristalizó en un detrimento de los procesos de integración y la consecuente difusión de la identidad. Este síndrome, para autores como Collum, constituye la característica de los pacientes fronterizos.
La mayor parte de sus conductas consiste en recurrir a actos desesperados de supervivencia, para evitar la vivencia de fragmentación total y la caída en el vacío.
Situación traumática
Está fundada en los procesos de separación e individuación, lo cual le ha generado intensos sentimientos de abandono. Los datos clínicos sugieren que hubo un trauma en la niñez etiológicamente significativo, en la mitad de los pacientes BPD. Por lo tanto la cólera y los comportamientos manipuladores del paciente, que crean tantos problemas en la contratransferencia para el terapeuta, pueden ser comprendidos como adaptativos y comprensibles a la luz del trauma temprano.
ANSIEDADES BASICAS
Las ansiedades predominantes son de fusión (intrusión, atrapamiento, engolfamiento) o pérdida (aniquilamiento, abandono). Como ambos mecanismos atacan el pensamiento imposibilitando la capacidad de crear representaciones, llevando al vacío o la sensación de la muerte psíquica, es necesario establecer una organización externa relativamente estable, que pueda ser continente, "yo auxiliar", creando un espacio seguro, básico para estructurar el Yo.
Las crisis de ansiedad y la angustia constante y flotante, que aparecen en el border ante las más pequeñas amenazas, pueden plantear problemas en la relación terapéutica, al igual que la agresión, que a menudo acompaña a la ansiedad. Si se tiene en cuenta la psicopatogénesis de las mismas, desde la segunda teoría freudiana de la angustia, los borderline no tienen mecanismo de angustia señal y por eso, el modelo de angustia traumática del Ello, amenaza de continuo con invadir al Yo.
Mecanismos de defensa
La mecánica de defensa primitiva del fronterizo estaría puesta al servicio de los conflictos intrapsíquicos del paciente liberándolo, pero al costo del debilitamiento del funcionamiento de su Yo, adaptabilidad y funcionalidad en la vida cotidiana. Este debilitamiento traerá como consecuencia la dependencia no consciente y labilidad en el sostenimiento de sus relaciones con los demás en tanto las mismas se caracterizan por ser caóticas y huecas.
Los intensos sentimientos de abandono deben ser reprimidos. La represión es reforzada por el acting – out, formación reactiva, mecanismos obsesivos – compulsivos, proyección, negación y el aislamiento.
Dichas defensas intentarían evitar el registro de emociones, y la capacidad de poder pensar en éstas. En este proceso se construyen objetos externos bizarros (alucinaciones y delirios) que condensan el mundo interno del paciente, expresión de sus deseos y ausencia de frustración.
Otras defensas primitivas incluyen el pensamiento mágico (creencia que los pensamientos pueden causar acontecimientos), omnipotencia, proyección (de características desagradables de uno mismo sobre otros) y la identificación proyectiva, mecanismo por el cual el fronterizo intenta poner en otros las sensaciones que está teniendo.
Para Kernberg la escisión es una operación de defensa esencial en la personalidad fronteriza que subyace a todas las que siguen. Este autor la define como el proceso activo por el cual se mantienen separadas las introyecciones e identificaciones de calidad opuesta. La integración o síntesis de las introyecciones e identificaciones de signo opuesto es quizás el más importante factor de neutralización de la agresión (ya que como parte de dicha integración se produce la fusión y organización de los derivados de instintos libidinales y agresivos) y una de las consecuencias de los estados patológicos caracterizados por un exceso de escisión es que no se logra un suficiente grado de neutralización, haciendo fracasar así una fuente de energía esencial para el crecimiento.
La escisión es, por lo tanto, una causa fundamental de labilidad yoica y, puesto que no requiere tanta contracarga como la represión, un yo débil es proclive a la utilización de este mecanismo, lo que crea un círculo vicioso en el cual la labilidad yoica y la escisión se refuerzan mutuamente.
En la experiencia clínica, una de las manifestaciones directas de este mecanismo, es la expresión alternada de las facetas complementarias de un conflicto, ligada con una débil negación y falta de preocupación por la contradicción, reflejada en el comportamiento, pudiendo manifestarse en una "falta de control de impulsos" selectiva, que se expresa en episódicas irrupciones de impulsos primitivos (Kernberg recuerda que la escisión es un mecanismo predominante en las neurosis impulsivas y las adicciones).
Quizá la más conocida manifestación de la escisión es la división de los objetos externos en "totalmente buenos" y "totalmente malos", en la vivencia interna del paciente, lo cual trae aparejada la posibilidad de que los sentimientos acerca de un objeto y del mismo sí mismo, oscilen de manera radical y abrupta de un extremo al otro.
En la clínica, el niño que ha de transformarse en paciente fronterizo vive de momento a momento cortando activamente las conexiones emocionales entre experiencias afectivas con objetos significativos de su entorno inmediato que, de no ser disociadas, resultarían caóticas y contradictorias provocándole gran frustración y temor.
La escisión suele aparecer ligada con uno o varios de los mecanismos siguientes:
? Idealización primitiva: es la tendencia a ver a los objetos externos como totalmente buenos para poder contar con su protección contra los objetos "malos", y para asegurarse de que no habrán de ser contaminados, dañados o destruidos por la agresión propia o la proyectada en otros objetos. Esta idealización primitiva refleja la omnipotencia subyacente – otra de las defensas fronterizas – y también es la precursora de las ulteriores formas de idealización.
? Tempranas formas de proyección, en especial identificación proyectiva: los pacientes de personalidad fronteriza suelen exhibir fuertes tendencias a la proyección.
? Negación: en especial manifestaciones primitivas de la negación como la "negación mutua" de dos áreas emocionalmente independientes de la conciencia (o sea que la negación refuerza la escisión). El paciente está consciente de que en determinado momento sus percepciones, pensamientos y sentimientos acerca de sí mismo y de los demás son por completo opuestos a los que tuvo en otros momentos; sin embargo, este recuerdo carece de repercusión emocional y no puede modificar la manera de sentir del paciente.
Quizás éste regrese más tarde a su anterior estado yoico y niegue el actual, pero no obstante al recordarlo, será otra vez totalmente incapaz de ligar emocionalmente ambos estados.
También la negación puede manifestarse como una simple desestimación de un sector de su experiencia subjetiva o del mundo externo. Cuando hay circunstancias que lo presionan, el paciente reconoce intelectualmente el sector negado, pero no logra integrarlo con el resto de su experiencia emocional. Todo esto difiere de la forma más sutil de este mecanismo, descrita por Freud, y caracterizada por la presencia de un contenido mental "con signo negativo", en este caso la resonancia emocional de lo negado nunca ha tenido acceso a la conciencia y permanece reprimida. Este tipo de negación corresponde a los niveles más elaborados de este mecanismo y está relativamente cerca del aislamiento, en tanto que su nivel inferior está ligado con la escisión.
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