- Resumen
- Introducción
- Justificación de problema
- Revisión bibliográfica
- Diseño metodológico
- Resultados y discusión
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Referencia bibliográfica
- Anexos
Resumen
Se realizó un estudio analítico observacional de casos y controles, para determinar los factores de riesgo que influyeron en la desnutrición proteico calórico en menores de 5 años, en e el consultorio médico Bolívar, sector El Parquecito (julio de 2009 a julio 2010), El universo estuvo constituido por 213 los niños menores de 5 años, que asistieron a consulta en este período y la muestra, 199 niños, distribuidos en niños con desnutrición proteino calórica y normopesos. Se realizó una encuesta teniendo en cuenta variables como: sexo, edad del niño, tipo de lactancia, edad de la madre, condición marital, desempeño en el cuidado del hijo, ontogénesis de la familia, entre otras. Se encontró: el sexo (OR= 0,24 IC 95% 0,06 a 0,92), la edad codificada del niño fueron factores protectores con (OR= 0,53 IC 95% 0,32 a 0,90) respectivamente. Además, el desempeño en el cuidado del hijo mostró efecto protector (OR= 0,09 IC 95% 0,02 a 0,37), al igual que la ontogénesis de la familia (OR= 0,15 IC 95% 0,02 a 0,90). El tipo de lactancia incrementó el riesgo de desnutrición (OR= 4,80 IC 95% 1,50 a 15,29), la probabilidad de padecer desnutrición fue 6,28 veces mayor cuando la madre del niño es menor de 20 años en el momento del parto (OR= 6,28 IC 95% 1,76 a 22,36), y fue 4,08 veces mayor la posibilidad de que el niño fuera desnutrido cuando la condición marital de la madre fue inestable (OR= 4,08 IC 95% 0,52 a 31,85). Los valores de significación fueron como sigue: 0,04; 0,019; 0,007; 0,004; 0,17; 0,0008; 0,036 y 0,64 respectivamente.
Introducción
La desnutrición proteico calórico en la población pediátrica es en la actualidad, el problema de nutrición más importante en los países no industrializados, no existen cifras exactas sobre la prevalencia en el mundo, y es incluso difícil hacer cálculos sobre ello (1), entre 800 y 1, 000, 000 de personas padecen de algún grado de desnutrición, afectando principalmente a infantes y niños preescolares. Se estima por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que al menos 500.000.000 niños sufren en todo el mundo algún grado de desnutrición proteico calórico (2), por otro lado, en encuestas hechas en Asia, África y América Latina, se indica que, aproximadamente el 20% de los niños sufren de desnutrición moderada y 3 % de desnutrición severa.
La mayoría de personas desnutridas viven en países en vías de desarrollo; aproximadamente 30% en Lejano Oriente, 15% en América Latina y el 15% en el Cercano Oriente (3).A pesar de que recientes estudios publicados por Naciones Unidas indican que América Latina y el Caribe son de las regiones bien encaminadas para la reducción de la desnutrición infantil, todavía hay 8,8 millones de menores de 5 años que sufren de desnutrición crónica y hay países como Guatemala, donde existe un incremento en los últimos años, del 46% y en el 2000 hasta 49 %. En la actualidad, Guatemala es el país con mayor incidencia de Malnutrición Crónica en la región, duplicando el promedio de la mayoría de los países latinoamericanos y supera, incluso, los promedios de Asia y África.
Una alimentación insuficiente e inadecuada en los niños menores de 5 años incrementa el riesgo de muerte y enfermedades que afectan de manera seria a su desarrollo. En Guatemala, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) 800,000 niños padecen desnutrición crónica y están en riesgo de enfermar e incluso morir. Además, más de la mitad de los niños menores de 5 años en el país, padecen de raquitismo, que en el caso de los niños indígenas, se eleva al 70 %, siendo la desnutrición la tercera causa de enfermedad y muerte (4).Un buen estado nutricional en edades tempranas representa el crecimiento y desarrollo de los niños y constribuye a asegurarles una vida larga y saludable, pero a pesar de los grandes avances que se han logrado en la prevención y tratamiento de la malnutrición proteico-calórica, (DPE). Esta sigue constituyendo un problema de salud en el mundo y en particular en América (5). La malnutrición es el resultado del desequilibrio entre las necesidades del organismo y la ingesta de nutrientes, lo que puede conducir a síndromes de deficiencia, dependencia, toxicidad u obesidad; comprende la hiponutrición, en la que los nutrientes se aportan escasamente, y la hipernutrición, en la cual los nutrientes se ofertan con exceso. La hiponutrición puede ser resultado de ingesta insuficiente, malabsorción, pérdida sistémica anormal de nutrientes, debido a diarrea, hemorragia, insuficiencia renal, sudoración excesiva e infección o adicción a fármacos. La hipernutrición puede ser consecuencia de comer en exceso, insuficiencia de ejercicio, prescripción excesiva de dietas terapéuticas, incluida la nutrición parenteral, ingesta excesiva de vitaminas, en particular piridoxina (vitamina B6), niacina y vitaminas A y D e ingesta excesiva de oligoelementos (6-9).
La malnutrición (hiponutrición e hipernutrición) se desarrolla en etapas, lo cual suele requerir mucho tiempo. En primer lugar se alteran los niveles de nutrientes en sangre y/o tejidos, seguido por cambios intracelulares en las funciones y las estructuras bioquímicas. Con el tiempo se presentan signos y síntomas; puede producirse morbididad y mortalidad (6-7-9).
La desnutrición proteico energética (DPE), o malnutrición proteico calórica, se caracteriza no sólo por un déficit de energía debido a la reducción de todos los macronutrientes, sino también, por un déficit de muchos micronutrientes. Este síndrome es un ejemplo de los diversos niveles de ingesta proteica y/o energética insuficiente entre la inanición (ingestión nula de alimentos) y la alimentación insuficiente. Aunque los lactantes y los niños de algunas naciones en vías de desarrollo ejemplifican dramáticamente este tipo de malnutrición, puede ocurrir en personas de todas las edades en cualquier país (6-9).La desnutrición proteico calórica tiene tres formas en la clínica: seca (delgada, deshidratada), húmeda (edematosa, hinchada) y una forma combinada entre los dos extremos. La forma clínica depende del equilibrio de fuentes de energía proteica y no proteica. Cada una de las tres formas puede graduarse como leve, moderada o grave.
El grado se determina calculando el peso como porcentaje del peso esperado para la estatura, usando estándares internacionales (normal, 90 a 110%; DPE leve, 85 a 90%; moderada, 75 a 85%; grave, <75%) (6-9).
La forma seca, es el resultado de una inanición casi total con deficiencia de nutrientes proteicos y no proteicos. El niño consume muy poco alimento a menudo porque su madre no puede criarlo con lactancia natural y está muy delgado por la pérdida de músculo y grasa corporal (6-9). La forma húmeda se denomina kwashiorkor, palabra africana que significa "primer hijo-segundo hijo". Describe la observación de que el primer hijo desarrolla DPE cuando el segundo hijo nace y reemplaza al primero en el pecho (6-7-9).
El niño destetado es alimentado con unas gachas diluidas de baja calidad nutricional (comparadas con la leche materna) y deja de desarrollarse. La deficiencia proteica suele ser más marcada que la deficiencia energética y se produce edema. Los niños tienden a tener mayor edad que los que padecen marasmo y suelen desarrollar la enfermedad después del destete (6-9), los que presentan esta forma clínica combinada de desnutrición, tienen algo más de edema y de grasa corporal que los que padecen marasmo (6-9).
La desnutrición por déficit energético es la forma predominante en la mayoría de los países en vías de desarrollo (1-21).Se asocia al abandono temprano o al fracaso de la lactancia materna y a las consiguientes infecciones y, en especial, a las que causan gastroenteritis infantil. Estas infecciones se producen debido a la falta de higiene e información sobre alimentación de lactantes (6-9). La desnutrición por déficit proteico es menos común; tiende a estar confinada a zonas del mundo (África rural, islas del Caribe y el Pacífico) donde los alimentos básicos y los que se usan en el destete: batata, mandioca, patata dulce y banana verde, son deficientes en proteínas y excesivamente ricos en almidón (6-9).
Cuando la ingesta energética es insuficiente para las necesidades corporales y el organismo las cubre con sus propias reservas, el glucógeno hepático se agota en pocas horas, y las proteínas del músculo esquelético se usan a continuación en la vía de la gluconeogénesis para mantener una glucosa plasmática suficiente. Al mismo tiempo, los triglicéridos de los depósitos grasos son degradados a ácidos grasos, lo cual proporciona alguna energía para la mayoría de los tejidos, pero no al sistema nervioso; y si el estado de inanición casi total se prolonga, los ácidos grasos se oxidan incompletamente a cuerpos cetónicos, que pueden ser utilizados por el cerebro y otros órganos para obtener energía. Por ello, en la intensa deficiencia energética la adaptación es facilitada por los niveles altos de cortisol y hormona de crecimiento y por la depresión de insulina y hormonas tiroideas. (6-8-9). Al movilizarse los aminoácidos, a partir del músculo para proveer al hígado de sustratos para la síntesis proteica, los niveles plasmáticos de proteínas disminuyen menos en la desnutrición energética que en la proteica (6-9).En la desnutrición proteica la elevada ingesta relativa de hidratos de carbono con una ingesta proteica reducida conduce a una disminución de la síntesis de proteínas por las vísceras. La hipoalbuminemia resultante causa edema en partes declives, y el deterioro de la síntesis de ß-lipoproteínas origina esteatosis hepática.
La secreción de insulina está estimulada al principio pero se reduce después en la enfermedad. La movilización de grasas y la liberación de aminoácidos a partir del músculo se reducen, por lo que el hígado dispone de menos sustrato de aminoácidos. En el déficit energético y proteico, la respuesta insulínica a la carga de glucosa es escasa, posiblemente a causa de una deficiencia de cromo (6-9).La síntesis proteica total del organismo es de unos 300 g/día o 5 g/Kg./día en el varón adulto medio. La pérdida obligada diaria es sólo de unos 60 a 75 g (9 a 12 g de nitrógeno, porque del 75 al 80% se reutiliza. Los lactantes necesitan una proporción de aminoácidos esenciales en su dieta mayor que los adultos (6-9). En la deficiencia proteica ocurren cambios enzimáticos adaptativos, las aminoácido-sintetasas aumentan y la formación de urea disminuye, conservando así el nitrógeno y reduciendo su pérdida en orina. Los mecanismos homeostáticos actúan inicialmente manteniendo el nivel de albúmina plasmática y otras proteínas transportadoras. La tasa de síntesis de albúmina disminuye finalmente, y los niveles plasmáticos descienden produciendo reducción de la presión oncótica y edema.
En la deficiencia proteica grave se altera el crecimiento, la respuesta inmunitaria es la reparación tisular y la producción de algunas enzimas y hormonas (6-9). Los lactantes con desnutrición energética tienen hambre, una importante pérdida de peso, retraso del crecimiento y atrofia de la grasa subcutánea y de los músculos. La desnutrición proteica se caracteriza por edema generalizado, dermatosis "escamosa"; adelgazamiento, decoloración y enrojecimiento del cabello, hígado graso agrandado y apatía irritable, además de retraso del crecimiento. Los episodios alternantes de hiponutrición y alimentación suficiente pueden causar que el cabello tenga un espectacular aspecto de "bandera en franjas". Casi invariablemente se presentan infecciones en todas las formas de desnutrición, con diversas bacterias productoras de neumonía, diarrea, otitis media, enfermedad genitourinaria y sepsis. La infección se presenta a causa de una inmunidad deprimida que se parece en parte al Síndrome de Inmudeficiencia Adquirida (SIDA,), debido a la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Sin embargo, a diferencia del defecto inmunitario del SIDA, en la malnutrición primaria puede revertirse con el tratamiento nutricional (6-9-10).
La desnutrición leve o moderadamente grave puede causar una ligera depresión de la albúmina plasmática y una menor excreción urinaria de urea, debida a la disminución de la ingesta proteica, y de la hidroxiprolina, lo que refleja un deterioro del crecimiento. El aumento de 3-metilhistidina urinaria refleja la degradación muscular. En la desnutrición energética y proteica, los porcentajes de agua corporal y de agua extracelular están aumentados. Los electrólitos, en especial potasio y magnesio, están deplecionados, los niveles de algunas enzimas y lípidos circulantes son bajos, y la urea sanguínea disminuye. También existe anemia, que se debe a deficiencia de hierro y acidosis metabólica. Es común la diarrea, a veces agravada por deficiencia de disacaridasas intestinales, en especial lactasa (6-9-10). La desnutrición proteica se caracteriza por niveles bajos de albúmina plasmática (10 a 25 g/l), transferrina, aminoácidos esenciales (especialmente los de cadena ramificada), ß-lipoproteínas y glucosa. Los niveles plasmáticos de cortisol y hormona de crecimiento son altos, pero la secreción de insulina y el factor de crecimiento análogo a la insulina están disminuidos (6-10).
El diagnóstico diferencial incluye la consideración del fracaso del crecimiento secundario a malabsorción, defectos congénitos, insuficiencia renal, enfermedad endocrina o privación emocional. Los cambios cutáneos en el kwashiorkor difieren de los de la pelagra, en la cual aparecen en la piel expuesta a la luz y son simétricos. El edema de la nefritis, la nefrosis y la insuficiencia cardiaca va acompañado con otros rasgos de estas enfermedades y responden al tratamiento específico. Puede diferenciarse la hepatomegalia por trastornos del metabolismo del glucógeno y la fibrosis quística (6-10).
La mortalidad varía en los niños entre el 5 y el 40%. Las tasas de mortalidad más bajas se observan en niños que recibieron asistencia intensiva. La muerte en los primeros días de tratamiento suele deberse a desequilibrio electrolítico, infección con sepsis, hipotermia o insuficiencia cardiaca. El estupor, la ictericia, las petequias, los niveles de sodio bajos y la diarreas persistentes, son signos desfavorables; la desaparición de la apatía, el edema y la anorexia es favorable y la recuperación es más rápida en el kwashiorkor que en el marasmo (6-10).
Los efectos de la malnutrición en la infancia no están documentados del todo a largo plazo. Cuando el tratamiento es suficiente, el hígado se recupera completamente sin cirrosis subsiguiente. En algunos niños persiste la malabsorción y la deficiencia pancreática. La inmunidad humoral está deteriorada de un modo variable y la inmunocompetencia mediada por célula está notablemente comprometida, pero ambas vuelven a la normalidad tras el tratamiento.. Algunos estudios prospectivos señalan que puede persistir un grado relativamente leve de retraso mental hasta la edad escolar (6-10). En los adultos, la desnutrición no tratada puede producir morbilidad y escasos datos de mortalidad, excepto cuando se produce fracaso de órganos, donde el tratamiento es siempre exitoso (6-9-11).La relación entre el estado nutricional y el sistema inmune ha cobrado importancia relevante en los últimos años, teniendo en cuenta que una amplia variedad de nutrientes para garantizar una adecuada salud, tienen un impacto inmunocompetente del huésped.
Al término de desnutrición (malnutrición) es relativamente nueva, esta condición era conocida como,"deficiencia proteico energética o calórico, este término incluye una variedad de condiciones que varía de una situación leve-moderada a una situación severa; se presenta en los niños que consumen una cantidad insuficiente de alimentos para satisfacer sus necesidades de energía. La primera manifestación importante de este problema nutricional es una detención del crecimiento (los niños son mas pequeños en estatura y tienen un menor peso que otros niños de la misma edad), este proceso se encuentra frecuentemente agravado por la presencia de infecciones. Los niños que presentan desnutrición proteico-energética tienen menos energía para realizar sus actividades diarias, aprenden con dificultad y presentan baja resistencia a las infecciones. La desnutrición proteico energética se clasifica como primaria cundo hay un aporte dietético deficiente. Se considera desnutrición secundaria cuando existe una enfermedad crónica o anormalidad subyacente como causa de la misma, o mixta, cuando se unen cusas primarias y secundarias (12).
La desnutrición proteico-energética se presenta con mayor frecuencia y gravedad en los países que tienen elevados índices de pobreza y de inseguridad alimentaría. Otro aspecto, al cual se le otorga actualmente gran importancia, es el cuidado apropiado que se brinda a los niños por parte de la madre u otro adulto en la familia. Por ejemplo, lo referente a la práctica de alimentación: el número de comidas diarias, las formas de preparación y la selección adecuada de los alimentos. La falta de agua potable, la escasez de combustible, los utensilios de cocina no apropiados y el poco tiempo disponible para preparar los alimentos de la familia afectan el estado de nutrición. Las infecciones frecuentes contribuyen también a la presencia de DPE en los hogares (13 -18).Los niños lactantes y preescolares son los grupos más vulnerables a la malnutrición, así como las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia materna. La DPE afecta con mayor intensidad a los niños pequeños, sobre todo a partir de los 4 a 6 meses, período en que la leche materna, hasta ese momento alimento exclusivo del niño, es complementada con otro alimento. El problema puede ser mayor cuando el niño no recibe leche materna y que dependerá mucho del suplemento que se proveerá, además de las condiciones de higiene.
La aplicación de un enfoque innovador para combatir la malnutrición aguda grave, que afecta a un número estimado de 20 millones de niños menores de 5 años en el mundo entero, está dando buenos resultados; el enfoque combina la atención comunitaria para los gravemente malnutridos, con el tratamiento hospitalario tradicional. En una declaración emitida por la Organización Panamericana de la Salud. El Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Comité Permanente de Nutrición del Sistema de las Naciones Unidas y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia , se resalta una serie de nuevos datos que demuestran que tres cuartas partes de los niños que padecen malnutrición aguda grave, pueden ser tratados en sus hogares con alimentos terapéuticos muy enriquecidos listos para el consumo.
Se trata de alimentos ricos en calorías y nutrientes, triturables, blandos y de sabor agradable, que puede ser ingerido por los niños de más de 6 meses de edad, sin necesidad de añadir agua, lo que reduce el riesgo de infección bacteriana. Estos productos que portan los nutrientes necesarios para el tratamiento a domicilio de los niños con malnutrición grave, no requieren refrigeración y pueden utilizarse incluso, en contextos donde las condiciones higiénicas no son perfectas. La tecnología para la producción de alimentos terapéuticos listos para el consumo es relativamente sencilla y podrán emplearse en todos los países con altos niveles de malnutrición aguda grave. La forma tradicional de combatir la malnutrición aguda grave consiste en hacer ingresos a los niños afectados en un hospital o en una unidad de tratamiento especializado para alimentarlos con una dieta especial a base de lácteos. Aunque este tratamiento es eficaz, en los países más pobres, donde viven la mayoría de los niños afectados, las familias a veces, tienen dificultades para acudir a los servicios de salud, capaces de ofrecer esa atención.
También puede ocurrir que un tratamiento que requiere la hospitalización del niño, no sea una solución viable si a los padres les resulta imposible ausentarse de casa durante varias semanas. Además los niños gravemente malnutridos son vulnerables a la infección, pues tienen el sistema inmunológico debilitado, por lo que podrían encontrarse en situaciones de riesgo en un sala de hospital llena de pacientes. Aplicado a gran escala y combinado adecuadamente con la dispensación de atención hospitalaria por los niños con complicaciones, el tratamiento comunitario de la malnutrición aguda grave podría prevenir cada año cientos de miles de defunciones infantiles. Gracias a este enfoque, ya se ha logrado aumentar considerablemente la tasa de supervivencia de los niños con malnutrición grave en situación de emergencia como: Etiopia, Malawi, Níger y el Sudan. La malnutrición aguda grave cobra cada año la vida de, al menos, un millón de niños, es decir, un promedio de un niño cada 30 segundos; Los 20 millones de niños menores de 5 años, que en estos momentos padecen en el mundo malnutrición aguda grave, precisan tratamiento urgente. Este enfoque integrado debería dar un nuevo impulso a los esfuerzos desplegados en esta esfera. Dentro de un enfoque basado en la comunidad, los servicios se acercan a los hogares, de modo que la familia puede detectar la malnutrición aguda grave en un niño, antes de que surjan complicaciones potencialmente mortales (19)
El primer estudio de importancia del crecimiento de los niños en Cuba se realizó en el año 1919 por el antropólogo belga Georges Rouma, doctor en Ciencias Sociales y miembro de las Sociedades de Antropología de París y Bruselas. Este investigador tenía una extensa producción científica en el campo de la Antropología y la Pedagogía. El proyecto se llevó a cabo por la entonces Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, hoy Ministerio de Educación. Tal vez no haya sido casual que quien ocupara en ese momento esta secretaría fuera el Dr. Francisco Domínguez Roldán, quien había sido coronel médico del Ejercito Libertador y más tarde un notable profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Habana a fin de realizar este estudio se creó en dicha secretaría el "Laboratorio para el Estudio Científico del Niño Cubano".
La encuesta de Rouma fue realizada en 1919; comprendió a escolares de ambos sexos de 6 a 14 años de edad, de las aulas de la primera enseñanza de las escuelas públicas de la ciudad de La Habana y por tanto, no se incluyeron individuos de la población élite. Se realizaron más de 4000 mediciones con lo que se consideró suficiente para una buena muestra del total de la población, que tenía en ese año la ciudad de la Habana. Los procedimientos e instrumentos utilizados y las técnicas de medición fueron de la más alta precisión científica y se realizaron controles de calidad. Por limitaciones en las costumbres de la época, hubo gran diferencias en el número de mediciones tomadas a cada sexo; mientras a los varones se les hizo un total de 32, a las niñas se les realizaron 9. Fueron medidos un total de 4200 individuos, obteniéndose las curvas de distancia de la talla y el peso.
En Venezuela existe la estrategia integrada a las enfermedades prevalentes de la infancia (AIEPI), en sus componentes clínicos, comunitarios y neonatales, es la norma de atención para el niño y niña menor de cinco años en el sistema público de salud. Los requisitos de la meta de Desnutrición Cero han obligado a que el AIEPI se transforme, con un mayor énfasis en la valoración, detección, tratamiento y prevención de problemas nutricionales en menores de cinco años, incorporando las nuevas curvas de crecimiento propuestas por la OMS, cambiando el indicador de evaluación nutricional, actualizando tratamientos para varias de las clasificaciones conforme a recomendaciones basadas en la evidencia y ampliando el componente de conserjería para las madres cuidadoras.
En Venezuela, 3 de cada 10 menores de 5 años, son desnutridos crónicos. En la Parroquia existe un total de 7608 niños con edades comprendidas de 0-5 años, y de ellos 3641 padecen de algún grado de desnutrición, afectándose 24 de cada 28 niños, que representa un 86%; este número es similar en el sector El Parquecito, donde 4 de cada 10 niños menores de 5 años, son desnutridos y tienen un riesgo medio y alto para la vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria (20-21), existe un índice del 47.87% de desnutrición en niños de 0 a 5 años. La población infantil es la más afectada por el aumento de las necesidades nutricionales, lo que trae consigo la desnutrición, retraso estatural y poco desarrollo intelectual. Durante el ejercicio de este trabajo, se ha podido ganar en experiencia profesional, sobre todo en el tratamiento de enfermedades infectocontagiosas erradicadas e inexistentes en Cuba y se ha identificado la desnutrición proteino calórica como uno de los problemas de salud que afectan a la población infantil así como su relación con el modo, estilo de vida, elementos psicosociales y económicos por lo que surgieron las siguientes preguntas.
¿Se han realizado estudios que aborden este problema de salud en las comunidades del barrio Bolívar, sector el parquecito?
¿Se conoce la magnitud de este problema de salud?
¿Seria útil realizar un estudio para evaluar los factores de riesgo que inciden en la aparición de la desnutrición proteino calórica en el sector El Parquecito?
Por lo antes señalado se decide realizar este trabajo el cual permitirá conocer la forma en que se manifiesta la desnutrición proteino calórica durante el período estudiado y los factores de riesgo asociados a la misma. La incidencia de niños con problemas de desnutrición proteino calórica que viven en el Sector El Parquecito "Barrio Bolívar", Caracas, Venezuela es elevada por lo que se precisó la siguiente pregunta:
Problema Científico: ¿Cuáles son los factores de riesgo asociados a la desnutrición proteico-calórica en niños menores de 5 años?
El problema planteado delimita como objeto de investigación: prevención de la desnutrición a través de la identificación de los factores de riesgo.
El objetivo restringe como campo de acción: factores de riesgo de la desnutrición en niños menores de 5 años.
Hipótesis
La edad, el sexo, tipo de lactancia, edad materna, condición marital, ocupación materna, desempeño en el cuidado del niño, ontogénesis de la familia y el funcionamiento familiar, son factores que influyen en la aparición de la desnutrición proteico-calórica.
Justificación de problema
La desnutrición proteico-calórica es una de las afecciones que más azota a la población infantil, no solo de los países del tercer mundo sino también en los sectores más pobres, explotados y discriminados de los países altamente industrializados, reportándose cada vez más un mayor número de niños con tal padecimiento (20-23). La malnutrición temprana en la vida está ligada a deficiencia en el desarrollo intelectual de los niños que persisten en perjuicio de la escolaridad y deterioran sus habilidades de aprendizaje (22-23-24). Se considera que un tercio de los adultos de países en vía de desarrollo tienen trastornos cognitivos relacionados con la malnutrición cuando eran niños (24).
Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS) es evidente que tanto los niños con desnutrición severa como con déficit nutricional leve o moderado, están en un alto riesgo de muerte (17).Algunos estudios sostienen profundas implicaciones a nivel global: de 226 millones de niños menores de 5 años, en países en vía de desarrollo, cerca del 40% sufren de moderada o severa desnutrición, siendo uno de los factores principales de la muerte de más de seis millones de niños por año, lo que representa un 55% de las muertes anuales de este grupo de edad (25-26).Para la OPS más de 480000 niños menores de 5 años continúan muriendo cada año en la región de las Américas y cerca de 15200 (3,1%) debido a deficiencias nutricionales. Las enfermedades infecciosas y la desnutrición representan entre el 40 y 70% de las hospitalizaciones y entre el 60 y 80 % de las consultas en este grupo de niños (26).En Venezuela, cerca del 15 % de los menores de 5 años poseen algún grado de desnutrición proteino calórica (28); desde 1983, fue víctima de una grave crisis que provocó un descenso en el consumo de alimentos y en la calidad de vida en las clases más bajas. Esto se tradujo en un incremento de los casos de anemia y desnutrición proteino calórica (29). En 1993, el gobierno venezolano formó una comisión para el enriquecimiento de la comida y comenzó un programa de fortificación de alimentos con hierro, que ha sido estudiado y evaluado por el Centro de Medicina Experimental del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.
Novedad científica: la investigación aporta elementos teóricos poco conocidos y aplicados en ese contexto, unido al resto de las acciones de salud aplicadas, que se utilizan con mayor frecuencia para lograr el objetivo trazado en niños con afecciones de esas índole y así elevar el nivel de conocimiento sobre este tema.
Novedad práctica: este estudio profundiza en los factores asociados a la desnutrición proteico-energética en este grupo de niños, y que por primera vez se aborda en esta área de salud con las técnicas utilizadas, caracterizado además por su integralidad, armonía, coherencia y especificidad, podrá ser replicado en otros módulos con características similares.
Aporte social: los resultados permitirán perfeccionar el sistema de atención de los niños con esta afección y mejorar la calidad de vida de los mismos, elevando los conocimientos en la población sobre este tema. Además, en la medida que mejora el estado de salud y bienestar de los niños, propone un aporte económico ya que se consumen menos recursos, logrando un significativo impacto social.
Objetivos
General
Determinar los principales factores de riesgo que influyen en la desnutrición proteíno calórica en la población infantil menor de cinco años, atendida en el consultorio médico Bolívar.
Específicos.
1-Precisar la asociación entre la desnutrición proteino -calórica y el sexo, edad codificada, tipo de lactancia, edad materna y condición marital.
2-Determinar la relación entre ocupación materna, desempeño en el cuidado de los hijos, ontogénesis de la familia y funcionamiento familiar en la ocurrencia de la desnutrición.
3-Identificar la influencia general de los principales factores de riesgo en la aparición de la desnutrición.
CAPÍTULO I.
Revisión bibliográfica
1.1. Caracterización del objeto de investigación
1.2. Antecedentes:
La DPE es una de las enfermedades de mayor prevalencia a nivel mundial; muchos han sido los estudios que se han realizado para identificar y relacionar causas y factores de riego de la misma, pero a nivel hospitalario, este problema es muchas veces poco valorado, por lo que su incidencia no es identificada ni tomada en cuenta para el buen tratamiento del paciente internado (21-28).
El aumento de la desnutrición crónica (talla/edad) en niños y niñas menores de 5 años es particularmente alarmante. Se ha incrementado de un 46.4% en el 2000 a un 49.3% en 2002. Similar tendencia se observa en la población escolar, donde se encuentran porcentajes más altos en niños y niñas de origen indígena (69.5%) y en aquellos que habitan en áreas rurales (55.5%) (21-23).
El 21.3% de los niños y las niñas padecen de desnutrición crónica en grado severo, y son particularmente vulnerables los niños menores de 3 años. En las áreas rurales, los niños lactantes, comprendidos entre los seis meses y un año de edad, sólo reciben el 16% de las calorías requeridas, 35% de proteína y 2% de hierro (22,23).
La desnutrición infantil le costó 6.700 millones de dólares en 2004 a Centroamérica y República Dominicana, lo que representa el 6.4% del Producto Interior Bruto (PIB). Si no se hace nada al respecto, el costo para estos países sería un 10% superior en 2015, según los autores (24).
Los que mayores daños registraron por la mala alimentación de sus menores en 2004 fueron Guatemala, con 3.128 millones, El Salvador (1.175 millones) y Honduras, (780 millones). Ello se debe, según el informe elaborado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la O.N.U. y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), a "la desnutrición prevalente en las últimas seis décadas". A continuación se sitúa República Dominicana, con más de 671 millones, y muy por detrás están Panamá (321 millones), Costa Rica (317.6 millones) y Nicaragua (264.3 millones). En relación al producto interno bruto las pérdidas en Guatemala y Honduras superan el 10% mientras que en Costa Rica o Panamá llegan al 2% (24).
La oficina del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef) en Guatemala ha alertado de que este país centroamericano registra la mayor tasa de desnutrición infantil del continente, y el sexto lugar de desnutrición crónica en el mundo, según los datos que se han podido recopilar "el 49.3% de los menores de cinco años padecen de desnutrición crónica, estas cifras colocan a Guatemala en una situación peor que la de Haití, Bolivia o Perú (21-40).
En Guatemala son varios los estudios que relacionan la desnutrición, causas, consecuencias y otro gran número de variables (25-49). La relevancia de la mortalidad de la (DPE) severa más frecuente en el grupo etario menores de 6 meses, ocurriendo con mayor frecuencia en el periodo de 10 hospitalización menor de 30 días como conclusión. La DPE edematosa fue la más prevalente con un 69%, y que en general, los más afectos fueron los de sexo femenino, de familias numerosas, de recursos económicos bajos y de padres analfabetas (50,51) .En niños hospitalizados se demuestra que la prevalencia de la DPE es del 55%, según la clasificación de Gómez para la desnutrición; además, se demuestra que la albúmina es un buen indicador de desnutrición en estos pacientes (52,53).
En general, en Guatemala según el INCAP, el porcentaje de niños con índices de bajo peso para la edad en menores de 5 años es de 22.7% a nivel nacional con los estándares de crecimiento de NCHS/OMS, de 49.3% de baja talla para la edad y de 1.6% en bajo peso para talla; estos datos del año 2002 para la población general de Guatemala menor de 5 años (50-54).
Un estudio prospectivo en el Hospital General San Juan de Dios, con 1342 pacientes en cual se redefinen los factores de riesgo de mortalidad en niño desnutrido admitidos a la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos publicados en el INCAP en 1976; basado en el enfoque médico, diagnóstico, y de la morbilidad y la mortalidad en el Hospital Universitario, obteniendo como resultados que la mortalidad era del 75% en los pacientes con desnutrición Moderada y Severa y del 32% de manera global. Una de las conclusiones de este estudio fue que el PRISM III o cualquier índice de estabilidad fisiológica es una guía para el reconocimiento temprano, adecuación de terapia dirigida y comprensión de la adaptación fisiológicas de los niños desnutridos (55).
En Argentina sobreviven más de seis millones de chicos pobres. La desnutrición lleva décadas y ya se perfilan sus primeras secuelas: los argentinos son más petisos. Las cifras aterran, pero lo que encierran estas cifras aterra mucho más. Más de la mitad de la población argentina es pobre, según los datos de la UNICEF que vela por los chicos, siete de cada diez son pobres.
Las secuelas de ese agravio a la vida, que es la desnutrición infantil, empiezan antes del nacimiento con la desnutrición de la madre, casi siempre en hogares paupérrimos aportando bajo peso en recién nacidos. Esos chicos son los que tienen más complicaciones, son los que después, cuando adultos, tienen de quince a veinte veces más posibilidades de morirse antes de los treinta y cinco años; son los que tienen más riesgo de padecer hipertensión, arteriosclerosis, infarto, se mueren antes los que pertenecen a este grupo de desnutridos. El drama social que esconde la desnutrición infantil tiene el sello de la pobreza que vive Argentina. "Los chicos se juegan el futuro dice la doctora Piazza porque es en los primeros dos o tres años de vida cuando la alimentación es esencial, la altura en los primeros años de vida tiene que ver con el nivel socioeconómico…
Estudios hechos en México estiman una prevalencia de alrededor de 700 000 niños menores de cinco años que sufren algún grado de desnutrición, encontrándose los mayores problemas en las comunidades indígenas.
Lo que ha planteado recientemente la necesidad de articular las acciones de educación, salud y alimentación, dirigiéndolas integralmente hacia comunidades indígenas, a los miembros más vulnerables de las familias pobres, los menores de cinco años y las mujeres embarazadas y en período de lactancia.
Es indiscutible la interrelación que existe entre la pobreza y la desnutrición, la cual ha motivado trabajos de investigación de diversos organismos, donde se valora la vinculación entre el estado de desnutrición infantil y la afectación del crecimiento físico, bioquímico y mental
.Todo niño que ha sufrido desnutrición infantil evidencia un retraso en la talla y el peso en relación a la edad. Diversos estudios científicos han demostrado que la anemia y la deficiencia de hierro afectan la actividad cerebral y la capacidad cognitiva en especial durante la infancia, perjudicando el desarrollo mental y psicomotor. Una nutrición deficiente provoca consecuencias irreversibles en un niño.
La familia adquiere una especial relevancia y la relación con los otros genera en función de la relación personal con el paciente. Se debe siempre valorar la calidad de vida de estos pacientes, que es la percepción por parte de las personas o grupos humanos de la satisfacción de sus necesidades y las potencialidades que se les brinda para preservar o mejorar, en dependencia de que tenga acceso a una alimentación adecuada que contenga las cantidades que necesita de nutrientes, de que pueda realizar ejercicios, controlar el estrés y prever otras enfermedades o complicaciones. Esto depende de las condiciones de vida y se evidencia el predominio de las leyes sociales y es determinante el estado de salud de las personas.
El drama social que esconde la desnutrición infantil tiene el sello de la pobreza que vive Argentina, los niños se juegan el futuro porque es en los primeros dos o tres años de vida cuando la alimentación es esencial, donde las condiciones económicas son fundamentales.
Trabajos realizados por especialistas en nutrición, evaluaron la modificación de algunos problemas filosóficos de la nutrición y cambios en el estilo de vida de estos pacientes, en los que se aborda la nutrición como ciencia y como tal proporciona a la filosofía sus leyes. En estas revisiones quedó demostrado que el uso de técnicas educativas de intervención en las madres y niños desnutridos puede proporcionar buenos resultados cognoscitivos que redundarán satisfactoriamente en el estado nutricional de los pequeños.
La filosofía es la madre de todas las ciencias, cada ciencia tiene sus problemas y la nutrición como ciencia también las tiene. Los investigadores y los educadores deben aplicar a su trabajo los principios, las leyes y las categorías de la dialéctica materialista, la teoría del conocimiento, así como la lógica y la metodología. Los procesos nutricionales obedecen a leyes fisiológicas y son poco susceptibles de influencias externas, o sea es el resultado de un conjunto de funciones armónicas y solidarias entre sí. El enfermo actúa guiado por el principio moral de la autonomía; el médico por la beneficencia y la sociedad por la justicia.
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