"En el Socialismo el hombre no puede sobrar… la categoría de desempleado tiene que desaparecer. Un hombre no puede sobrar y la sociedad donde el hombre sobre no sirve, no resiste un análisis ético, no resiste un análisis humano, entonces ya de por sí está condenada desde el punto de vista moral y humano". Fidel Castro
Tras el triunfo de la Revolución se abrió para la población cubana una nueva fase histórica, signada por la máxima de cumplir significativas tareas económicas sociales y políticas. O sea, que las grandes mayorías, otrora olvidadas y abandonadas a su suerte, lograran el poder político, abolir la discriminación por género, raza o nacionalidad, y elevar el nivel de vida de la población.
El gobierno cubano tiene como premisa esencial el desarrollo paralelo de los sectores económico y social. Este último aspecto se magnificó en la medida en que el avance económico se subordinó a la solución de los problemas sociales.
El derrumbe de la antigua URSS y el campo socialista, propició que muchos agoreros anunciaran que Cuba no resistiría el duro golpe económico propinado por la pérdida de los vínculos económicos y financieros que nuestro país sostenía con el CAME, al que se sumó el recrudecimiento del bloqueo yanqui y su hostilidad para derrocar a la Revolución. Sin embargo, las certeras políticas trazadas por el gobierno cubano y la capacidad de resistencia y unidad de nuestro pueblo en defensa de sus conquistas, dieron al traste con los sueños imperiales de destruirla.
Entre estas conquistas sobresalen el empleo y la seguridad social. La política de empleo desarrollada a partir de 1959 se propuso revertir radicalmente tal situación, incorporando a las grandes masas al desarrollo económico y social de la nación, mediante la creación de puestos de trabajo con ingresos decorosos.
Desde el mismo enero victorioso, la Revolución erradicó el tiempo muerto para los trabajadores azucareros; el trabajo doméstico esclavizado; aquella tragedia de las 10 mil aulas sin maestros; el desamparo sanitario de las zonas rurales; las cajas de seguro social desfalcadas; la desprotección social de los trabajadores y sus familias, entre otros males que afectaban a la nación. De ahí que la tasa del 1,9% de desempleo lograda el pasado año, colocó a Cuba entre los países con uno de los más bajos índices de desocupación en el mundo.
El país se propone como reto a alcanzar en este 2005 consolidar el pleno empleo en todas las provincias.
Una amplia influencia en la vida económica, política y social del país significa el haber obtenido esos niveles de ocupación, pues los mismos representan más salud, educación, cultura, servicios sociales, justicia y equidad social. Además, se traduce en mayor seguridad económica, ingresos y tranquilidad para la familia cubana. En otras palabras, este decrecimiento de la tasa de desempleo, infunde seguridad social y seguridad en los ingresos a las familias cubanas, autorrealización en muchos ciudadanos y elevación del nivel de calidad de vida del pueblo.
Así mismo, el poseer reducidos índices de desempleo el país podría contar con una mayor prevención social de las causas que generan conductas delictivas; proporciona a las personas con discapacidad una mejor atención; y facilita más beneficios para las féminas cubanas en términos de participación, independencia económica y emancipación, así como aumento de oportunidades para los jóvenes.
CUBA: EN BUSCA DEL PLENO EMPLEO
"¿Cómo explicarse que desde el mes de mayo al de diciembre un millón de personas se encuentren sin trabajo y que Cuba, con una población de cinco millones y medio de habitantes, tenga más desocupados que Francia e Italia con (…) más de cuarenta millones cada una?"
Estas palabras, pronunciadas por Fidel Castro durante el histórico juicio por el Asalto al Cuartel Moncada, puso de manifiesto uno de los más graves problemas que sufría la población de la Isla en aquellos momentos: el elevado nivel de desempleo.
Este mal era una de las principales dificultades que anhelaban resolver los jóvenes asaltantes del bastión de la dictadura en Santiago de Cuba.
En ese año, 1953, un alto porcentaje de la población económicamente activa estaba sin ocupación, miles de empleos eran precarios y se cernía el fantasma del desempleo sobre las mujeres y los jóvenes arribantes a la edad laboral.
En su alegato de autodefensa, conocido como La Historia Me Absolverá, Fidel hizo serias denuncias sociales, entre ellas, la carencia de una seguridad social que brindara cobertura a los obreros y empleados enfermos, y, si fallecían, que protegiera a sus familias.
Recuérdese el panorama desolador descrito por Fidel en su autodefensa cuando declaró:
"… 600 mil cubanos sin trabajo; los 500 mil obreros del campo que trabajaban 4 meses al año y pasaban hambre el resto; de los 400 mil obreros industriales y braceros cuyos retiros estaban desfalcados; de los 10 mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etcétera, salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida, cerradas todas las puertas; del 85 por ciento de los pequeños agricultores cubanos que pagaban renta y vivían bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas; de las 200 mil familias campesinas que no tenían una vara de tierra donde sembrar alimentos para sus hambrientos hijos…" El campesinado tenía un panorama más tenebroso que los obreros de las ciudades, pues vivía en condiciones infrahumanas y cultivaba una tierra que jamás poseería, mientras era explotado por los terratenientes.
La Ley de Reforma Agraria, dictada el 17 de mayo de 1959, permitió que la tierra pasara a manos de los campesinos y, a su vez, significó una fuente de empleo y sustento.
Con las leyes revolucionarias tomadas por la Revolución se echaron por el suelo las barreras raciales y sexuales que existían en el trabajo, al suprimir el analfabetismo; la capacitación abrió posibilidades de acceso a nuevas ocupaciones.
Lograr una tasa de desempleo del 1,9% en el 2004 y poseer un programa único en el mundo que es el estudio como modalidad de empleo, son resultados de esta gran revolución que ha sacudido a las fuerzas laborales cubanas.
Como dijo Fidel, "hemos sobrepasado los sueños de una generación que en 1953 se fue a la lucha armada, como única forma de liberar a su pueblo, con las ideas de Martí como guía".
Teniendo en cuenta la necesidad de resolver la situación del empleo en Cuba, la Constitución de Cuba establece, en su Artículo 8: El Estado socialista:
b) Como Poder del pueblo, en servicio del propio pueblo garantiza:
– que no haya hombre o mujer, en condiciones de trabajar, que no tenga oportunidad de obtener un empleo con el cual pueda contribuir a los fines de la sociedad y a la satisfacción de sus propias necesidades,
En el Artículo 44 profundiza en el tema y establece que: "El trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano.
La política de empleo, al influjo de la Batalla de Ideas, es uno de los conceptos revolucionarios que se han puesto en práctica en el país con el objetivo de barrer con el formalismo y el conformismo y acelerar los procesos de transformaciones necesarias para el futuro de Cuba.
"Como resultado de este colosal esfuerzo por lograr el más alto nivel de justicia para nuestro pueblo y propiciar la más plena igualdad de oportunidades para todos se han creado en estos cinco años, fruto de los Programas de la Revolución, más de 380 mil empleos, que benefician mayoritariamente a los jóvenes", precisó Fidel en la clausura del VIII Congreso de la UJC, y puntualizó que la reducción del desempleo lograda por Cuba es algo absolutamente imposible en ningún país capitalista industrializado.
A 8,3% de la población económicamente activa ascendió en 1995 la tasa de desocupación. La principal causa de esto fue el desplome de la URSS y el campo socialista europeo. Este hecho trajo consigo la llegada del período especial, situación que ocasionó la paralización o el redimensionamiento de muchos centros de producción y servicios.
No ha sido fácil: revertir esta situación sin retroceder, o sea, sin crear empleos inflando las plantillas.
Para reducir el desempleo se llevó a cabo el impulso de planes territoriales de empleo, posibles con el avance de la recuperación económica. A pesar de esto, en la zona oriental al cierre del 2000 la situación era más comprometida que en el resto del país.
El Estado Revolucionario priorizó el fomento del empleo en estas provincias y en los municipios de mayor desocupación, y puso en práctica los programas sociales surgidos de la Batalla de Ideas, así como el incremento de la agricultura urbana y la preparación de los jóvenes desvinculados con un nuevo concepto de empleo: el estudio.
En 2001 el empleo se redujo hasta el 4,1%, y en 2002 Cuba terminó con una reducción de su tasa de desempleo del 3,3%.
A pesar de que en estos últimos años la dinámica de crecimiento de la economía ha sido débil, Cuba ha mantenido una política de empleo activa, dirigida a aquellas regiones con mayores problemas de empleo y a los jóvenes. En el año 2002 se crearon 158 000 nuevos puestos de trabajo, el 22 % en la agricultura urbana y el 19 % en los programas sociales asociados a la batalla de ideas.
Todo ello impactó en la reducción de la desocupación general en el 2003 al 2,3 % y al 1,9 % un año después.
Esta reducción del desempleo se ha visto favorecida por las alternativas puestas en práctica por el Gobierno Revolucionario: el estudio como fuente de empleo, que ha permitido que jóvenes antes no vinculados a la vida laboral, estudien, reciban un estipendio y puedan lograr una mejor calificación; el incremento de planes especiales como la formación de maestros primarios, profesores de secundaria básica y de computación, así como enfermeros y trabajadores sociales. Todos ellos con libre acceso a los estudios de nivel superior. Además, tienen prioridad en el empleo los jóvenes recién graduados de los planteles de niveles medio, medio superior y superior. A los mismos se les asegura un puesto de trabajo digno que permita el desarrollo de sus capacidades y su adecuada formación como trabajador. Estas ocupaciones tienen las características de que son de gran utilidad social y deben contar con las condiciones requeridas.
La sempiterna pregunta que millones de jóvenes hoy se hacen en el mundo "¿encontraré algún trabajo?", y a la que no hayan respuesta, no es la preocupación de la juventud cubana.
Son muchas las aristas por limar para llegar a la perfección. Pero todos estos objetivos unidos a cifras millonarias como los gastos de la seguridad social o reducidos porcentajes como la tasa de desempleo, marcan el esfuerzo colectivo tanto del Estado como de las organizaciones sindicales, para que este país bloqueado y asediado por los yanquis, muestre al mundo que es posible la práctica diaria y consecuente de dos derechos humanos: el derecho a la seguridad social y el derecho al trabajo, vedados en otras tierras para millones de personas.
Ejemplo de lo anterior lo vemos al analizar la Tasa de Desempleo del 2003, aportada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de Cuba, la cual reconoce que cuando Cuba cerró ese año con el 2,3 % de desempleo, Estados Unidos alcanzó el 6,2 %; la Unión Europea se elevó a 8,8; mientras la América Latina registró 11,0 % (promedio de desempleo urbano, desconociéndose el mismo en las zonas rurales). Es reconocida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que la disminución de la tasa de desempleo en nuestro país es, sin dudas, la más baja del continente.
Cuba y su proyecto social aspiran no solamente al logro de la reducción de la tasa de desempleo, sino de llegar a las personas, a todos los que deseen un empleo con el propósito de incorporarles a la vida útil, porque en el socialismo no sobra ninguna mujer ni ningún hombre. Todos tienen posibilidades de tener un empleo decoroso.
El número de personas declaradas "interruptas" y disponibles –trabajadores que reciben una protección económica, cuyos centros no están funcionando debido a dificultades energéticas o de suministro de materias primas por las limitaciones que impone el bloqueo yanqui- también ha descendido sensiblemente. El gobierno aspira a que todos los trabajadores desempeñen su labor.
A partir de 1995, cuando el país entró en la etapa de recuperación económica, la productividad creció a un ritmo promedio anual del 2,7%. La estrategia seguida en el 2004 fue lograr un incremento de la productividad en valor agregado y eficiencia a partir de los estudios de organización el trabajo, programas dirigidos a elevar las calificación de los trabajadores, la atención a las condiciones de vida, trabajo y salud, sin abandonar el pago por los resultados y elevar el papel estratégico de la gestión de los recursos humanos.
Por ello, la productividad del trabajo se colocó y seguirá como centro de los objetivos estratégicos de la empresa, al potenciar el resto de los indicadores de resultados de la entidad, como la rentabilidad, la utilidad y la disminución de costos, apoyados en la aplicación de los sistemas de pago adecuados, que tengan en cuenta los aportes del trabajador en calidad y cantidad.
Para este análisis hay que tener presente que después de los actos terroristas contra las Torres Gemelas, en septiembre de 2001, la economía cubana se comportaba con sanos y crecientes índices positivos, que redundaron en el decrecimiento de la tasa de desempleo a 4,1%.
A pesar del bloqueo y de los fenómenos climatológicos que nos han afectado en los últimos años, no parecía posible que la tasa de desempleo bajara como ha ocurrido en 2003 y 2004. Es innegable que logramos estar entre los pocos países que redujeron la tasa de desempleo durante este tiempo de grandes desajustes económicos para el mundo.
El empleo en Cuba está asociado a varios factores: los que se deciden a trabajar -porque nunca lo han hecho y pasan a la vida laboral-; los jóvenes arribantes a la edad laboral, y los afectados por redimensionamiento empresarial que quedan disponibles o "interruptos".
La política de empleo sustentada en el modelo social cubano, en el cual resalta como principio ético y humano que en esta sociedad justa, el hombre no puede sobrar y siempre debe tener espacio su inserción en la vida laboral útil, ha posibilitado avanzar hacia el pleno empleo y conservar esta conquista revolucionaria.
Esta política ha conllevado a la redistribución gradual de la fuerza de trabajo excedente, a partir de los procesos de redimensionamiento y reestructuración económica, con la protección de los trabajadores que no sea posible reubicar.
La ejecución de programas territoriales de empleo –integrados al plan de desarrollo social- y ampliadas las opciones de empleo, fundamentalmente en los servicios sociales, son algunas de las alternativas puestas en práctica por el Estado cubano.
Hay territorios que siguen teniendo más dificultades en el empleo, debido a situaciones demográficas y geográficas, como la mayoría de las provincias de la región oriental donde todavía sufren los embates de la explosión poblacional de los años 70; las afectaciones por la fuerte sequía -merma o desaparición de las fuentes de agua potable para los cultivos en planes agrícolas en el cinturón urbano- y los avatares del transporte -cuando las fuentes de empleo se encuentran distantes de los sitios poblados.
El amplio proceso inversionista llevado a cabo en el país en la década de los ochenta significó un período de extraordinario auge del empleo. A principios de la década de los noventa, con el derrumbe del campo socialista, se produjo una sustancial reducción de la desocupación dado el fomento de programas agropecuarios, industriales, constructivos, de salud, educación, deporte, entre otros. El Período Especial, surgido con la caída del campo socialista y de la antigua URSS, trajo consigo la pérdida de los principales socios comerciales de nuestro país; la caída del 34,8% del PIB entre 1989 y 1993, el abrupto declive en un 78% de la capacidad exportadora y el recrudecimiento del bloqueo a partir de las leyes Torricelli y Helms Burton. Todos estos factores provocaron el desequilibrio financiero interno, el desestímulo al trabajo y la disminución de la eficiencia, registrándose en 1995 un 8,3% de desempleo.
A pesar de vivir el país tan duras condiciones económicas, la Revolución mantuvo su inalterable principio de que ningún trabajador quedara desamparado, ni ningún jubilado o asistido dejara de percibir su pensión mensual. A partir de la recuperación económica, en 1995, la política de empleo se orientó a disminuir la desocupación, incrementar la estimulación laboral y contribuir al logro de una mayor eficiencia, caracterizándose por la aplicación de programas territoriales; la redistribución de la fuerza de trabajo excedente; la protección de los ingresos de los trabajadores y de los grupos vulnerables; la garantía de empleo a los egresados de la enseñanza superior; la priorización del empleo de jóvenes, mujeres, personas con discapacidad y graduados de la enseñanza técnico profesional.
Otras variantes que se tuvieron en cuenta en la política de empleo trazada por la Revolución sobresale la ampliación de la actividad por cuenta propia y del sector cooperativo. Miles de nuevos puestos de trabajo en vitales sectores productivos y de servicios, como educación, salud, cultura, turismo, construcción, sideromecánica, agricultura, entre otros, fueron generados por el Estado. Un poderoso estímulo a la política de empleo ha sido la Batalla de Ideas que libra nuestro pueblo, y la misma representa un impacto decisivo en la estrategia seguida en los últimos años para alcanzar el pleno empleo en nuestro país, a pesar del Período Especial y el recrudecimiento del bloqueo yanqui.
Fidel ha sido artífice de la Batalla de Ideas. Su idea de que "en el Socialismo el hombre no puede sobrar… la categoría de desempleado tiene que desaparecer. Un hombre no puede sobrar y la sociedad donde el hombre sobre no sirve, no resiste un análisis ético, no resiste un análisis humano, entonces ya de por sí está condenada desde el punto de vista moral y humano", lo demuestra. La concepción del estudio como empleo -que posibilita que más de 107 mil jóvenes, de los cuales ya más de 30 mil han ingresado a las aulas universitarias- es otro de los aportes. La misma ha beneficiado a muchos jóvenes que estaban desvinculados, para que abandonaran la condición de desempleados y se dedicaran a prepararse para acceder en mejores condiciones a los puestos de trabajo o continuaran estudios superiores.
La Tarea Álvaro Reynoso también ha jugado un destacado rol en la política de estudio como un nuevo concepto de empleo. A través de la misma se realiza la impostergable e ineludible reestructuración del sector azucarero, debido a las exigencias del mercado actual, los bajos precios del azúcar y el incremento del comercio de edulcorantes. El desarrollo de la agricultura urbana, a partir de 1996, se suma a este ingente esfuerzo del Estado cubano para resolver el problema del empleo. Además de asegurarle a nuestro pueblo anualmente más de tres millones de toneladas métricas de hortalizas y condimentos frescos, ha tenido un notable impacto social al generar alrededor de 326 mil nuevos empleos. La activa participación de la mujer en la vida de la sociedad constituye un componente esencial de la política de empleo de la Revolución.
En 1953 solamente el 17,6% de los puestos de trabajo eran ocupados por las féminas, el 30% de ellas vinculadas a labores domésticas mal pagadas. Sin embargo, esta realidad cambió: en el 2003 representó más del 44% de la fuerza laboral en el sector estatal y el 66% de la fuerza técnica del país. Se cumplía así lo soñado por Fidel y expuesto en su alegado La Historia me Absolverá, al pretender la igualdad entre el hombre y la mujer.
Es innegable que Cuba registra indicadores en materia de empleo superiores a los de muchos países industrializados y desarrollados. La tasa de actividad, o sea, la proporción de la población económicamente activa con respecto a la población en edad laboral ascendió en el 2003 al 70%, mientras que la cifra de personas ocupadas en relación con aquellas en edad laboral, es decir, la tasa de empleo, se incrementó al 68%. Baste señalar que la tasa de empleo de la Unión Europea en la actualidad es de más del 64,3%. Los niveles de empleo alcanzados por Cuba han repercutido favorablemente en la vida económica, política y social de la nación. Si el trabajo es fuente inagotable de riquezas y sostén de la sociedad, habría que considerar el impacto del casi dos millones nuevos empleos durante la recuperación económica, y fundamentalmente, en la Batalla de Ideas. Tal volumen de nuevos empleos productivos, permanentes y de calidad han ayudado a incrementar la producción de bienes materiales y espirituales para nuestro pueblo, aumentar cuantitativa y cualitativamente los servicios básicos y fortalecer el desarrollo de su capital humano. A lo anterior se suma que desde 2001, como resultado de los programas sociales que impulsa la Revolución, se han incorporado a la vida laboral en sus nuevos empleos alrededor de 15 mil trabajadores sociales; más de 13 mil profesores de computación; más de 8 mil maestros primarios formados en cursos emergentes y 1 053 profesores de educación física; 2 713 enfermeros y 1 055 tecnólogos de la salud; 3 142 operadores de las nuevas salas de televisión y video surgidas al calor de la Batalla de Ideas, así como decenas de miles en otros servicios de alta sensibilidad social y humana.
Todo esto significa un crecimiento de la calidad de vida de los cubanos, que se traduce en más y mejor salud, educación, deporte, cultura y conocimientos para el pueblo trabajador; más posibilidades de formación y autorrealización para nuestros jóvenes; más beneficios para la mujer cubana en términos de participación, independencia económica y emancipación. Lo que se redunda en mayor prevención social de las causas que generan el delito y las conductas antisociales; más tranquilidad ciudadana.
El 26 de Julio de 2003, durante el acto por el Aniversario 50 del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el Comandante en Jefe expresó que "el próximo año, al reducirse el desempleo por debajo del 3 por ciento, Cuba pasará a la categoría de país con pleno empleo, algo que en medio de la situación económica mundial no es concebible en ningún otro de América Latina o de los llamados países económicamente desarrollados". Lo anterior se logró con creces. A pesar de coexistir nuestro país en medio del desorden mundial prevaleciente y de las fracasadas recetas neoliberales impuestas al mundo, cuyos devastadores efectos devienen en el crecimiento de la pobreza, el desempleo, la inequidad y la injusticia, Cuba redujo su tasa de desocupación al 1,9%. De esta manera Cuba alcanzó el pleno empleo, lo que constituye una nueva victoria de la Revolución y su máxima dirección, que siempre apostó a favor del pueblo. El pleno empleo es la mayor garantía de la seguridad social que disfrutamos sin distinción de raza, sexo, creencia o ideología política. Esta seguridad social alcanzada en la Mayor de las Antillas, se considera un sistema integral que incluye la seguridad en el puesto de trabajo, en los ingresos, en las condiciones laborales, en la formación y capacitación de los trabajadores, así como en la atención priorizada de la maternidad, las personas con discapacidad, los adultos mayores y todas las personas que lo requieran.
En resumen, a partir de la segunda mitad de la década de los años noventa han sido creados en el país un millón 288 mil 973 nuevos empleos, más de un millón de cubanos son beneficiados por la seguridad social y reciben atención 257 000 núcleos familiares, 476 000 personas, mediante ayuda monetaria, en especies o servicios.
El principal obstáculo que ha debido enfrentar por 45 años la política de pleno empleo de la Revolución cubana es el ilegal bloqueo genocida de los Estados Unidos contra Cuba que ha ocasionado daños directos por 79 325 millones de dólares. Mientras Cuba avanza hacia el pleno empleo defendiendo esta conquista con justicia, ¿qué ocurre en el mundo?
En el informe "Tendencias mundiales del empleo 2004", elaborado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo, reconoce que el desempleo registró una tasa de 6,2% del total de la población laboral de todo el mundo, lo que representa 185,9 millones de desempleados, de los cuales 88,2 millones son jóvenes.
En Estados Unidos la tasa de desocupación se mantiene estancada (alrededor del 6,2% y la más alta desde 1994), a pesar de la anunciada y no menos discutida reactivación económica de los últimos meses.
Esto se debe a que en los últimos años en ese poderoso país se han eliminado más de 2 millones de puestos de trabajo y despidos masivos, mientras que alrededor de 40 millones de personas carecen de seguro médico y la administración republicana continúa aplicando severos recortes a programas sociales, como el Medicare, cuyo aliento a las empresas de seguros a ofrecer planes de asistencia privada a millones de ancianos que en la actualidad reciben atención médica bajo términos fijados por el gobierno federal, pone en riesgo de destrucción dicho programa.
La capitalización individual de la seguridad social en ese país, a pesar de contar con altos niveles de desempleo, ha sido el juego al que ha apostado el presidente norteamericano, George Bush. O sea, el emperador mundial se inclina por el "sálvese quien pueda" en este aspecto tan humano dentro de una sociedad.
En la Unión Europea ocurre otro tanto: la desaceleración del crecimiento de sus economías ha provocado el aumento del desempleo que ronda el 8,8%, un nivel no observado desde 1999.
Ese bloque de países aspira a que en el año 2010 se alcance una tasa de empleo del 70% de su población. Este objetivo fue aprobado por su Consejo celebrado en Lisboa en marzo del 2000.
Ese sueño de la Vieja Europa se logró en Cuba en 2003, a pesar del criminal bloqueo, la guerra económica y la creciente hostilidad que le ha impuesto Estados Unidos, al que se suma la capitulación y el hipócrita alineamiento de los gobiernos europeos.
Mientras que en África Subsahariana tampoco se logra reducir este flagelo, el desempleo en Asia se mantuvo estable; África del Norte y Medio Oriente experimentan un aumento, registrando un 12,2%.
En términos de desempleo y pérdidas de empleo, América Latina y el Caribe exhiben dramáticos indicadores: 19 millones de trabajadores urbanos desocupados (11%), mientras se desconoce el desempleo en las zonas rurales; uno de cada 3 jóvenes de esta subregión está desempleado; la desocupación afecta más a las mujeres que a los hombres; el empleo informal crece hasta el 47% de los ocupados; la productividad del trabajo empeora; los salarios reales en la industria caen anualmente en un 1,2%.
La situación en el continente no es nada alentadora si se toma en cuenta que la tasa de desocupación triplica el promedio mundial, que es del 10%; existen serios problemas con la calidad del empleo femenino (las mujeres mayoritariamente laboran en sectores informales y su nivel salarial es muy bajo), y continúa latente la discriminación con las comunidades indígenas.
El fracasado modelo neoliberal para el empleo y la seguridad social en América Latina y el Caribe trajo serias consecuencias para estos países, los que pueden sintetizarse del modo siguiente:
– Aumento del empleo informal: de cada 10 nuevos empleos generados, 7 son informales, creados muchos de ellos por los propios trabajadores para garantizar su sobrevivencia.
– Acentuada tendencia a la terciarización del empleo: 9.4 de cada 10 nuevos empleos se generan en el sector de los servicios, sobre todo informales y pocos productivos.
– Persistente precariedad del empleo: solo 4 de cada 10 nuevos empleos tienen acceso a los servicios de seguridad social y únicamente 2 de cada 10 ocupados en el sector informal cuentan con protección social.
– Reducción sistemática de la protección social y continua eliminación de las conquistas sociales de los trabajadores.
– Según la CEPAL, en el 2004 casi el 50% de los latinoamericanos y caribeños viven por debajo de la línea de pobreza.
Como una muestra de la tragedia del desempleo en el mundo y la constante violación de dos derechos humanos, fundamentalmente en los Estados Unidos y la Unión Europea, como son el derecho al trabajo y el derecho a la seguridad social, se pueden tomar los anteriores datos.
El capitalismo necesita para su funcionamiento la presencia del "Ejército Industrial de Reserva ", pero el socialismo debe luchar por la participación de todos los ciudadanos aptos para ello en la producción social. Para el socialismo, esta es una necesidad económica, social, ética y humana. La existencia predominante de la propiedad social sobre los medios de producción exige la necesaria creación de condiciones para la intervención de todos en la actividad socialmente útil a la sociedad.
El pueblo cubano ha emprendido un camino de profundas transformaciones económicas en el que intenta adaptarse al brusco cambio del entorno internacional para reinsertarse en una economía mundial, cada vez más globalizada, pero manteniendo el rumbo socialista de nuestro proyecto social.
Respecto al empleo la política aplicada por la dirección del país se ha justificado. Si analizamos el comportamiento de la desocupación en los últimos años observamos una tendencia a su disminución en un contexto en el cual mejoran los indicadores de eficiencia de la economía.
El mayor desafío al que se enfrenta el país en este aspecto es el de lograr niveles de eficiencia y competitividad que faciliten la necesaria reinsersión en una economía mundial globalizada por el capital, manteniendo el Pleno Empleo.
Las importantes restricciones externas de nuestra economía, obliga al Estado cubano a profundizar aún más en las reservas internas que puedan existir en los determinantes fundamentales del empleo: crecimiento económico, dinámica demográfica, política tecnológica, proceso inversionista y las formas de organización y funcionamiento de la economía a todos los niveles.
Cuba acepta el nuevo desafío de consolidar la política de empleo y seguridad social en el contexto de la Batalla de Ideas. Nuestro país se propone continuar demostrando que dentro de la Revolución, con pocos recursos, con una economía bloqueada por el gobierno yanqui, pero con una política social justa y humana, se puede lograr un mundo mejor posible.
Nuestro país no descansará hasta erradicar el desempleo y en tal sentido se trabaja con la idea de que cada persona es útil y puede aportar a la sociedad.
La propia experiencia de Cuba demuestra que sólo rompiendo con el capitalismo, expropiando a las multinacionales y a los bancos fue posible elevar las condiciones de vida de la población cubana, alcanzar la alfabetización, el pleno empleo y una educación y sanidad digna y gratuita.
"Cuba es un paradigma en la región por los indicadores que ha alcanzado en materia de empleo y por las iniciativas que ha puesto en práctica para generarlos", reconoció en La Habana el pasado 28 de marzo Daniel Martínez, director regional para las Américas de la OIT.
Mientras el gobierno yanqui intenta derrocar a la Revolución cubana, es significativo que un funcionario de esa organización internacional reconozca que el índice de 1,9% de desempleo que posee Cuba sea el más bajo de América Latina, y que la política estatal encaminada a eliminar ese flagelo a través de los programas que la Seguridad Social ejecuta contribuyan al bienestar de la población y al alcance del pleno empleo.
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Ariel Lemes Batista
Periodista, investigador, historiador y profesor de economía y teoría política del capitalismo en la Universidad Central de Las Villas, en Santa Clara, Cuba.