Causas de la Invasión Lusitana a la Provincia Oriental en 1816 (página 2)
Enviado por Ricardo Torres
Causas de la Invasión Portuguesa
Artigas en enero de 1816 le escribía a Barreiro en éstos términos "según toda probabilidad los portugueses se nos acercan con movimientos que no puede menos que excitar nuestro cuidado. Ya sea de interés de aquella Corte, ya sea esfuerzos emigrados, ya intriga de Buenos Aires, lo cierto es que vienen"[4]
Aunque la historiadora Ana Ribeiro, no coincide con Reyes Abadie, ya que según ella, Artigas a principios del año XVI, no creía el rumor de la invasión portuguesa, pese que recelaba de los portugueses, afirmando: "yo creo difícil, y si creo con esto que quieren intimidarnos"[5], aunque según Ribeiro, advirtió al Cabildo diciéndole: "no se descuide por éste punto, que yo por acá no le perderé pisada"[6]
Para Reyes Abadie, a diferencia de Ribeiro, Artigas tuvo una clarividencia, que acertaba a señala que una motivación profunda, de la ya decidida expansión lusitana sobre el territorio oriental, el interés de la Corte lusitana que tenían sobre nuestro territorio, además de observar muy bien los estímulos coadyuvantes de la empresa: "los esfuerzos de los emigrados" porteños y jerarcas y vecinos españoles y patricios de Montevideo.
Otro punto que señala Reyes Abadie, es que si bien en el fondo, la decisión de invadir la Provincia Oriental siempre estuvo en los planes de la Corte lusitana, con más o menos fuerzas, en el año 1815 se desarrollaron circunstancias especiales, para que los portugueses volvieran con el tema, uno de ellos fue que en el concierto europeo de naciones había cambiado, y la tutela británica que había imperado sobre Portugal, tenía en ese momento una pausa, estos hechos le abrieron una inmejorable posibilidad de los lusitanos para concretar sus propósitos de llegar al Plata.
Con la retirada de Inglaterra, como "regente" de Portugal, el rey Juan VI, observaba, según Reyes Abadie, que con el dominio de la región del Plata, tendría la llave de las comunicaciones sudatlánticas y la definición del territorio del nuevo Estado, con las fronteras naturales del Uruguay, o quizás del Paraná. Éstas mismas ideas, del monarca lusitano, no solo estaban en su mente, sino que y también eran el anhelo e interés de los hacendados y saladeristas de Río Grande., que veían que la integración del nuevo territorio – fecundo en ganado – sería un camino de óptimas condiciones para la explotación de su mayor riqueza. Pero otra actitud que plantea Reyes Abadie, como argumento de la invasión, es que también pudieran influir en de los destinos americanos de Portugal, frente a la aristocracia de Río de Janeiro. Los gobernantes y altos jefes militares que habían actuado en la Capitanía de Río Grande, había aquilatado de opinión. Para argumentar lo que hemos escrito, Reyes Abadie menciona: "no es de extrañar entonces que alguno de ellos como el marqués de Alegrete, apareciera como jefe de uno de los principales cuerpo de operaciones sobre la Provincia Oriental"[7].
Otro motivo para el monarca lusitano, y que le sirvieron de pretexto fue, según Reyes Abadie, el republicanismo democrático, como una motivación real y decisiva. Tal es así que Reyes Abadie, cita en su libro "Ciclo Artiguista", al historiador brasileño Perira da Silva, diciendo: «estaba el gobierno de Río de Janeiro cansado de los gastos extraordinarios a lo que compleía el estado de paz armada en aquellos parajes, la aglomeración de fuerzas en varios puntos de la frontera, los recelos que se comunicasen a sus súbditos las ideas incendiarios y el espíritu demagógico y anárquico de sus vecinos y los temores que ocurriesen fugas, levantamientos deserciones de esclavos y soldados, inspirados por escritos que entre ellos hacían circular los secuaces de Artigas»[8]
Mientras que las causas de la invasión lusitana, para el profesor Carlos Machado, se dan según el a través de 7 motivos, si bien coincide con la idea de Ana Frega y Reyes Abadie, marca una de aspecto económico que es sobre el azúcar, que muchas veces no es mencionada, y si nos ponemos analizarlo detenidamente tendría una gran preponderancia. Para Machado las causas de la invasión lusitanas son: "1) las viejas apetencias del control de las aguas que bajan desde el Mato Grosso, que alejadas de los puertos paulistas, solo tiene salida fluvial, 2) los viejos apetitos sobre nuestro ganado, ya que nuestra res era el doble de gorda que en el sur brasileño, 3) el afán expansivo sobre las« fronteras naturales », 4) la crisis del mercado de azúcar, motivada por la producción de Jamaica, 5) el temor a la propagación del «sistema» artiguista, que ganaba adherentes al sur del Brasil, vinculado a la Provincia Oriental…, 6) el interés inglés, fueron éstos quienes pusieron en boca de Don Juan la idea de la invasión, 7) la complicidad unitaria"[9]
Observando de éste lado, y sin entrar, en lo que líneas más adelante mencionaremos, sobre el papel que jugaron los emigrados hacia el bando portugués, Ribeiro sostiene, que otro elemento para que la invasión lusitana tuviera éxito, fue que la Revolución, desde sus comienzo – no podemos olvidar que hacía más de 6 años que estábamos en guerra continua – había ido perdiendo aquél "entusiasmo" inicial, que había ido desgastándose mientras se desplegaba. Según ella, se había comenzado luchando contra el Gobierno virreinal, luego pasó a ser abiertamente enemiga de la monarquía española, y en ese proceso también se enemistó con la antigua capital virreinal, y posteriormente se enfrentó a los portugueses. Para Ribeiro, la violencia, la muerte, la perdida de bienes y la inseguridad, eran tímidamente contrarrestadas con logros de un Gobierno de actuación breve, que estaba siempre urgido de problemas militares.
Para ésta autora, los triunfos y las conquistas del pasado, que habían logrado que muchos hombres de unieran a la Revolución, a partir de 1816, muchos hombres perdieron ese "entusiasmo", y comenzaron a desertar de las huestes revolucionarias, principalmente a partir de las continuas derrotas sufridas.
Para la historiadora Ana Frega, la invasión portuguesa pretendió legitimarse en la necesidad de reguardar sus territorios del avance de la "anarquía" artiguista, presentándose como "un ejército pacificador", igual que el historiador Reyes Abadie y el Prof. Carlos Machado, Frega, nos muestra cómo se presentó la invasión portuguesa en nuestro territorio, pero Frega, va más allá de hacernos observar cómo se presentaba el ejército portugués, sino además nos muestra que buscaba el restablecimiento del "orden" en la campaña y en el desarrollo social comercial a través del puerto de Montevideo. Es claro, sin mirar muy profundo, que atrás de la invasión portuguesa estaba la patricia montevideana, que a través del reglamento aduanero y de aranceles, había visto, restringido sus ingresos, debido al proteccionismo que aplicaba la revolución artiguista a los productos producidos en la campaña.
Pero, antes de analizar el papel de la Patricia montevideana, queremos continuar observando para las distintas visiones que tiene nuestra historiografía con respecto a la invasión lusitana.
Participación de Buenos Aires
Otro aspecto de la invasión portuguesa, fue también influenciada por la patricia porteña, si bien, la de Montevideo jugó un rol mucho más importante, no menos, fue la de Buenos Aires, que hizo gestiones ante el gobierno lusitano para que sucediera la invasión de 1816, que para Reyes Abadie[10]fue de vital importancia.
Para Reyes Abadie, el principal agente de Buenos Aires que estimuló la decisión portuguesa de la invasión fue el enviado, Manuel J. García, que se encontraba en aquella corte desde 1815. El historiador menciona que le propuso un plan a Don Juan, de que invadiera la margen oriental del Plata, absteniéndose Buenos Aires de socorrer a los atacados.
También para Ribeiro, el gobierno de Buenos Aires juega un papel importante en la invasión lusitana. Según la historiadora, las Provincias Unidas, no se opusieron a la invasión lusitana, aunque temían que los afanes expansionistas de Portugal no se detuvieran en la margen del Uruguay. Dichas Provincias Unidas, buscaban que Portugal se desgastara en derrotar a Artigas, y así ellos poder expandirse hacia la Banda Oriental. O sea que Artigas era un escollo para ambos gobiernos en su idea de expansión, pero ninguno de ellos quería dar el primer paso, por temor al otro.
Era tal ese entendimiento, que Bartolomé Mitre años más tarde, formuló que Artigas era un peligro para ambos vecinos, principalmente para Argentina, porque no podía controlar ese foco de "anarquía crónica", continúa diciendo: "considerando que la anarquía era el peor de todos los males y que el mal era incurable, se resignaban a ser colonia de Portugal…"[11]
Belgrano, había manifestado antes, que ésta invasión "vendría a «impedir la infección» del artiguismo"[12]. En 1816, cuando la invasión portuguesa era eminente, el Congreso de las Provincias Unidas, mandata a Pueyrredón, que reclame el armisticio contratado en el año 12 con la Corte de Brasil.
Para finalizar la intervención que tuvo Buenos Aires en la invasión portuguesa, la mirada de John Street, manifiesta la magnitud del estímulo que los gobernantes porteños, de Alvear en adelante dieron a la proyectada invasión portuguesa a través de misiones secretas. Y sólo con el hecho de negar la ayuda militar a Artigas, fue una demostración de sus intenciones sobre lo que pensaban del ideario artiguista. No nos podemos olvidar dice Street, que Alvear en 1815, le había dicho a Inglaterra su buena para obtener seguridades contra España, dejando algunas partes de las Provincias en manos de los portugueses[13]
Otro aspecto a tener en cuenta, según Reyes Abadie[14]es la acción de los emigrados españoles, luego de la caída de Montevideo en manos porteñas. Éstos alentaban una acción política y militar sobre la Banda Oriental, con la esperanza de que Portugal, pudiera reconquistar la región del Plata para Fernando VII. Pero no todos los funcionarios emigrados españoles, buscaban una invasión lusitana, Andrés Villalba, no era partidario de ella, observando las históricas intenciones de la corona portuguesa de apoderarse de la región de la Banda Oriental.
El papel de la Burguesía ante la Invasión lusitana
Para Sala de Tourón y otros, en la "Oligarquía Oriental en la Cisplatina", manifiesta que si bien era una joven burguesía, la revolución iniciada en 1810, le permitió insertarse en el aparato estatal bonaerense, y obtener dádivas y donaciones directas, privilegios, elevados sueldos y etc. Algunos letrados como Francisco Xavier de Viana y Nicolás Herrera (quién jugará un papel importante en materia diplomática para que sucedan las invasiones portuguesas) ocuparon cargos en la administración porteña de Montevideo.
El conjunto de comerciantes, saladeristas criollos y la mayoría de grandes hacendados que aceptaron en 1814 la dominación del gobierno porteño, dice Sala de Tourón, se apartaron de él a medida que su política fue viéndose colonialista: como expropiaciones y discriminación en el comercio.
Pero con Artigas, las condiciones parecían buenas, pero de a poco los intereses de la nobel burguesía montevideana contrastaban con el ideario artiguista. Se lo observa señala la autora como: "con su jacobinismo, su incorruptibilidad, su escrupulosidad en el manejo de fondos públicos y su constante preocupación por las necesidades de la guerra… El jefe de los Orientales había dejado el comercio interior en manos de los criollos en forma exclusiva, con lo que eliminaba la competencia de los colegas británicos y yaquis… Además la Unión Aduanera de la Liga Federal proporcionaba una red con las provincias del Protectorado cuya única salida posible era el puerto de Montevideo"[15].
Pero nos podríamos cuestionar, ¿qué buscaba ésta burguesía?, si con el protectorado de Artigas, tuvo mayores ganancias que con el gobierno porteño. Esta interrogante que nos planteamos, tiene su respuesta en las palabras de la historiadora Sala de Tourón, una consecuencia de la constante guerra, no nos olvidemos que estamos casi en el año 16, la Provincia llevaba casi 5 años de guerra constantes, y eso atentaba contra la producción ganadera. Pero otro motivo, fue el control riguroso de los cueros faenados "para el Estado" y las dificultades de comunicación con las provincias por los conflictos con Buenos Aires. Los abastecimientos al Estado, según Sala de Tourón, prometían buenas ganancias, pero Artigas exigía estrictas rendiciones de cuentas.
El patriciado, en general, enfrentó violentamente a la revolución popular artiguista. Según Sala de Tourón, amagó un sector con un intento de gobierno de la provincia, pero entender de esta autora, era muy débil para asumir el gobierno de la provincia, así que buscó primero apoyarse en el gobierno bonaerense. Pero cuándo éste, se vio impotente contra el artiguismo, se plegó al conquistador portugués.
Para cerrar la idea de la burguesía antes de la invasión lusitana a la Provincia, Lucía Sala, comenta, que ese pequeño patriciado burguesía, por su carácter comercial intermediario y especulativo, además de la condición de terratenientes de muchos de sus integrantes, es decir un patriciado muy débil con una estructura pre capitalista, no estaba dispuesto a acompañar medidas radicales de transformación de estructura, como era la que proponía el artiguismo, entonces el interés nacional fue en detrimento del interés de clase.
El Reglamento del 10 de setiembre de 1815, lejos de satisfacer los grandes estancieros y latifundistas, los enfrenta con Artigas. Aunque establecía disposiciones de policía de campaña y compelía a la población desheredada a convertirse en peones o soldados, difería radicalmente, según Sala de Tourón, al decreto de Oliden, dictado en Buenos Aires en la misma época, que expresaba los intereses del patriciado latifundista. El problema mayor con el reglamento que tiene el patriciado, es que abre a todos el acceso a la propiedad de la tierra, y que el concepto de "enemigos de la revolución", determinara que fueran comprendidos en él una gran parte del patriciado latifundista.
Larga, es la relación de Artigas con el tema. Ha repartido tierras con Azara y luego como jefe de los blandengues. Durante la "redota", legitimó la posesión de predios a varios ocupantes. Desde marzo del 15, impartió orientaciones en esa dirección. Inquietos por el giro de las cosas, algunos hacendados celebran una "junta" para denunciar "los últimos abusos que públicamente se observan en los comandantes y tropas". Exigen un castigo policial. Y el Jefe les responde con varias medidas conjuntas: separación de algunos comandantes, persecución de vagos y bandidos, sanciones a los especuladores, vigilancia sobre el contrabando y reparto de tierras.
Según los autores de "La Oligarquía Oriental en la Cisplatina", una gran parte de las personas que se le expropiaron las tierras, estaban estrechamente vinculadas a los latifundistas criollos; y el desconocimiento del derecho de propiedad de los enemigos, y la radicalización de la revolución artiguista debieron hacer sentir inseguro al patriciado montevideano en sus propiedades.
Coincidiendo con Sala de Tourón, el artículo sexto del Reglamento de Tierras, fue el que más temió el patriciado montevideano. A la par de liberar el acceso a la tierra a todos hombres libres, proclamaba el derecho a los "infelices", ser los más privilegiados. En ningún documento artiguista, se había enunciado una idea tan nítida, pero que contravendría los intereses del patriciado montevideano. Ahora no solo eran poseedores de la tierra –aunque sin título, ya que el Cabildo nunca hizo uno– eran indios, peones, arrendatarios, negros libres, etc., podían reclamar tierras. Nadie, según el pensamiento patriciado de Montevideo, podía asegurar que las tierras que se daban en regalía iban a ser solamente de los enemigos de la revolución. Es así que los grandes hacendados temieron la confiscación arbitraria de la revolución de sus tierras y de sus ganados, mucho más, dice Sala de Tourón, "a la praxis de la mutación de la escala de toda una escala de valores que sostenían los privilegios que disfrutaban en relación al conjunto de la población"[16].
El Pensamiento de un Patricio exiliado
Las palabras de Herrera, que era un criollo perteneciente al patriciado montevideano, pero al servicio de Buenos Aires, en la corte lusitana de Brasil, expresaba el sentir, yo creo, de muchos montevideanos con respecto a la revolución y a la figura del propio Gral. Artigas. Según escribe Ana Ribeiro, Herrera se expresaba de la siguiente manera: "Su revolución vino a dividir entre si a los blancos. El furor ciego de partido, hizo que echasen mano a cuánto estuvo a su alcance para hacerse mutuamente odioso, y ridículos. Los Europeos Españoles, y sus partidos presentaron como criminales, ineptos, cobardes y barbaros a los criollos, y acostumbraron al Indio, al Negro, al Mulato, a maltratar a sus amos, y Patronos; el criollo persiguió por su parte al europeo, y presentó a las demás castas como una raza infame de tiranos, y de malvados. Toda vexación e insulto fue aplaudida, y el odio del populacho y el canalla se desplegó con furia contra las cabezas de quantos alli miraronse como superiores (…), los grandes nombres de Libertad, e Igualdad han inundado en sangre la tierra, binieron accelerar la desorganización general. Los criollos tuvieron la imprudencia de predicarlas y difundirlas sin tino, y la anarquía no tardó en asomar por todos lados.
…el dogma de igualdad agita a la multitud contra todo gobierno, y ha establecido una guerra entre el pobre y el rico, el amo, y el Señor, el que manda y el que obedece…
No se trata de una mudanza de una dinastía de las Provincias limítrofes: ni de una variación accidental en las formas de un Gobierno antiguo; ni de reformas particulares en el régimen interior de una Nación [sino de] un país limitrofe en anarquía; de una población numerosa en Armas, sin freno alguno, y con un contacto violentísimo a la agresión (…) Se trata de una Masa de gente sin educación, sin principios y sin virtudes agitadas de todo el furor de pasiones hostiles e incendiarias"[17]
Podemos observar la forma despectiva que habla Herrera con respecto a la revolución, además de su más acérrimo rechazo al igualitarismo revolucionario de Artigas, además de observar que en realidad lo que el observaba no era un cambio de régimen sino era una guerra social, de clases sociales. Ésta visión, era compartida por muchos hombres del patriciado montevideano. Ésta clase comprendía que cinco años de guerra, aparte de llevar a la división de la población, había un agotamiento de recursos, además del contrabando, la constante injerencia inglesa, y el constante interés portugués en la zona, llevaron, como dice la historiadora Ana Ribeiro, a pensar que continuar con la guerra sin posibilidad de vencer era algo inútil, que los desgataba. Al patriciado le convenía más prevenir los estragos de una guerra, que la observan como inútil, recuperando la paz necesaria para que retornase el orden y renaciera la industria y el comercio. Otra cosa que observaba el patriciado, era la inestabilidad de los gobiernos, ya que desde el inicio de la revolución, la durabilidad de dichos no había sido más de un año, lo que marcaba la inestabilidad, y tal vez por ello apoyaron a un gobierno monárquico.
Son éstas algunos de los motivos por el cual el patriciado montevideano, le abrieron las puertas o aceptaron de no demasiado mal grado al conquistador portugués.
Actitud del Patriciado en el ingreso lusitano a Montevideo
Éste apoyo se observa en la llegada de las fuerzas invasoras a Montevideo, donde el Cabildo, el mismo que había gobernado en la revolución artiguista, y que había aceptado de mala gana el Reglamento de Tierras, la entrega las llaves a Lecor, sin oponer resistencia, el cabildante Bianqui, dijo:
"El Eximo. Cabildo de esta ciudad, por medio de su Sindico Procurador General, hace entrega de las llaves de esta plaza a Su Majestad Fidelísima – que Dios guarde- depositándolas con satisfacción y placer en manos de V.E.; suplicándole sumisamente tenga la bondad de hacerle el gusto, de que en cualquier caso o evento que se vea en la necesidad de evacuarla, no las entregue a ninguna otra autoridad ni potencia, que no sea el mismo Cabildo de quien las recibe, como autoridad representativa de Montevideo y de toda la Provincia Oriental, cuyos derechos ha reasumido por las circunstancias."[18]
Éste patriciado burgués montevideana, como hemos visto juega un papel muy importante en la invasión lusitana, y como dijo un primer ministro inglés con respecto a la política internacional de su país "que es un péndulo", también se podría aplicar al patriciado de Montevideo, ya que entre 1814 a 1816, estuvo siempre del lado que le era favorable a sus intereses en éste caso si analizamos las palabras del cabildante, pone por encima los intereses de su clase al de la nación. Si se me permite, las palabras expresan un hondo desarraigo del artiguismo, y un profundo sometimiento al invasor, que para ellos se presentaba como el pacificador de toda la Provincia, ya el patriciado había olvidado por qué le había dado la espalda al gobierno porteño en su intento de hacer perdurable la colonia en su política. Éste patriciado acepta, sin reparos al invasor, a sabiendas de que volverían a tener una política colonial, pero que tendría como centro no Buenos Aires, sino Río de Janeiro.
Conclusiones
Creemos haber contestado la pregunta que se nos formuló, por qué se sucede la invasión lusitana y como es la actitud del patriciado montevideano ante esta situación.
El trabajo fue arduo, ya que mencionamos al principio del trabajo, las palabras de Ana Frega, que en nuestra historia ocupa un lugar chico dicha invasión, y hay que recopilar varios autores para tener una idea de los hechos que sucedieron a partir de 1816, pero principalmente observar con detenimiento sus antecedentes. No podemos olvidar, que la clase patricia, que festejó el ingreso del invasor, es la misma clase, que años más tarde fue la que consolidó nuestro Estado, ya no como una provincia, sino como un país independiente. Si miramos lo que han dicho los diferentes autores que hemos trabajados, ese mismo patriciado que en 1815, no tenía el poder para gobernar, 15 años más tardé logra ese objetivo.
Lo que se puede observar del trabajo, es que no hubo una sola causa para que se produjera la invasión lusitana, sino muchas, pero quiero detenerme en dos, una es frenar la revolución popular artiguista, y la otra es la ambición portuguesa de llegar al Plata.
Nos hemos detenido detalladamente en observar, que la revolución artiguista, afectaba directamente los intereses patricios montevideanos, que si bien, le servía la Protección de los Pueblos Libres, y el proteccionismo, ya que la industria pre capitalista que desarrollaban era resguardada por la política aduanera artiguista, no dejando entrar productos extranjeros.
El papel que jugó el patriciado montevideano, fue de ir desertando de a poco de la revolución, cuando ésta se radicalizó, buscando un aliado que le diera seguridades para ir afianzándose en el comercio, y logrando la pacificación interior de la Provincia, para lograr una mejor y mayor producción ganadera. Actividad que utilizaban a través del latifundio, y que la revolución no sólo no había podido lograr dicha pacificación, sino que amenazaba su producción ganadera, y aún peor sus extensas tierras., como dicen los historiadores Sala de Tourón, Reyes Abadie, y Ana Ribeiro.
Otra actitud del patriciado es que, como clase se fue cerrando, y para nada sentía agrado de que se estuviera repartiendo tierras de regalo, ya que la posesión de dichas tierras era privilegio de una clase social privilegiada, y con esa mentalidad colonial, no estaba dispuesta a ceder terreno, claramente lo manifiesta Herrera en su correspondencia.
Para finalizar, quiero referirme a las intenciones lusitanas sobre esta parte del Plata, siempre tuvo interés, ya que eternamente la consideró como la frontera natural de sus posesiones sudamericanas, y en 1816 vio su oportunidad de invadir esgrimiendo conceptos que eran agradables al oído de un patriciado que repudiaba cada día más la revolución artiguista. Se presentó como un ejército pacificado, pero en realidad buscó la anexión de éstas tierras a sus colonias, actitud que va a lograr en 1820 a través de un Congreso, y un patriciado complaciente ante el invasor.
También vimos que otro argumento para esta invasión lusitana, fue el gobierno de las Provincias Unidas y sus principales hombres, que para nada le gustaba la idea artiguista de federalismo, y de igualdad entre las provincias.
Resumiendo, fue de mucha importancia el papel jugado por el patriciado montevideano, ya que al no intervenir en la invasión lusitana en favor de la revolución, y permitiendo entrar al invasor casi sin resistencia a Montevideo, logró beneficiarse de ésta invasión, ya que logró retener sus tierras y las de sus amigos exiliados, y contribuir más al latifundio.
Bibliografía
Alonso, Rosa; Sala de Tourón, Lucía; De la Torre, Nelson, Rodríguez, Juan C. "La Oligarquía en la Cisplatina". Ediciones Pueblos Unidos. Montevideo, Uruguay, 1970.
Frega, Ana. "Pueblos y Soberanía en la Revolución Artiguista. La región de Santo Domingo Soriano desde fines de la colonia a la ocupación portuguesa". Ediciones Banda Oriental. Montevideo, Uruguay. 2007. 1ª Edición.
Machado, Carlos. "Artigas el General de los independientes". Cuadernos de Crisis Nº 14. Argentina. 1975.
Machado, Carlos. "Historia de los Orientales". Ediciones Banda Oriental. Tercera Edición Aumentada. Montevideo Uruguay. 1973
Reyes Abadie, Washington; Bruchera, Oscar H.; Melogno, Tabaré. "El Ciclo Artiguista". Tomo IV. Universidad de la República. Departamento de Publicaciones. Colección Historia y Cultura. Impresora Cordón Editores.
Reyes Abadie. "Historia Uruguaya" Tomo II "Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata". Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo Uruguay. 1992.
Ribeiro, Ana. "Tiempos de Artigas". Tomo II. Editorial Planeta. Montevideo, Uruguay. Primera Edición
Street, John. "Artigas y la Emancipación del Uruguay". Traducción Rafael Lasala. Ed. Barreiro y Ramos S.A., auspiciada por la Facultad de Humanidades y Ciencias de UDELAR. Montevideo, Uruguay. 1967
[1] Cf. Frega, Ana. “Pueblos y Soberanía en la Revolución Artiguista. La región de Santo Domingo Soriano desde fines de la colonia a la ocupación portuguesa”. Ediciones Banda Oriental. Montevideo, Uruguay. 2007. 1ª Edición. Pág. 329
[2] Cf. Machado, Carlos. “Artigas el General de los independientes”. Cuadernos de Crisis Nº 14. Argentina. 1975. Pág. 33
[3] Ibídem. Pág. 33 ss.
[4] Cf. Reyes Abadie, Washington; Bruchera, Oscar H.; Melogno, Tabaré. “El Ciclo Artiguista”. Tomo IV. Universidad de la República. Departamento de Publicaciones. Colección Historia y Cultura. Impresora Cordón Editores. 1968. Pág. 65
[5] Cf. Ribeiro, Ana. “Tiempos de Artigas”. Tomo II. Editorial Planeta. Montevideo, Uruguay. Primera Edición. Pág. 143
[6] Ibídem. Pág. 143
[7] Cf. Reyes Abadie, Washington; Bruchera, Oscar H.; Melogno, Tabaré. “El Ciclo Artiguista”. Tomo IV. Pág. 69
[8] Ibídem 70
[9] Cf Machado, Carlos. “Historia de los Orientales”. Ediciones Banda Oriental. Tercera Edición Aumentada. Montevideo Uruguay. 1973. Pág. 80 ss.
[10] Cf. Reyes Abadie. “Historia Uruguaya” Tomo II “Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata”. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo Uruguay. 1992. Pág. 241 ss.
[11] Cf. Cf. Reyes Abadie, Washington; Bruchera, Oscar H.; Melogno, Tabaré. “El Ciclo Artiguista”. Tomo IV. Pág. 74.
[12] Cf. Reyes Abadie. “Historia Uruguaya” Tomo II “Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata”. Pág. 243
[13] Cf. Street, John. “Artigas y la Emancipación del Uruguay”. Ed. Barreiro y Ramos S.A. Montevideo, Uruguay. 1967. Pág. 210
[14] Cf. Cf. Reyes Abadie, Washington; Bruchera, Oscar H.; Melogno, Tabaré. “El Ciclo Artiguista”. Tomo IV. Pág. 72.
[15] CF. Alonso, Rosa; Sala de Tourón, Lucía; De la Torre, Nelson, Rodríguez, Juan C. “La Oligarquía en la Cisplatina”. Ediciones Pueblos Unidos. Montevideo, Uruguay, 1970. Pág. 29
[16] Ibídem. Pág. 34
[17] Cf. Ribeiro, Ana. “Tiempos de Artigas”. Tomo II. Pág. 151
[18] Cf. Cf. Reyes Abadie, Washington; Bruchera, Oscar H.; Melogno, Tabaré. “El Ciclo Artiguista”. Tomo IV. Pág. 119
Autor:
Ricardo Torres
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