- Introducción
- Causas de la Invasión Portuguesa
- Participación de Buenos Aires
- El papel de la Burguesía ante la Invasión lusitana
- El Pensamiento de un Patricio exiliado
- Actitud del Patriciado en el ingreso lusitano a Montevideo
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
Coincidiendo con la historiadora Ana Frega la ocupación luso – brasileña en el territorio oriental es un tema poco abordado en nuestra historiografía, si repasamos a los autores que nuestros alumnos tienen contacto, y al programa que se desarrolla en secundaria, éste tema está muy escasamente abordado. Según Ana Frega, esto es debido en parte a la "dificultad" para insertar ésta etapa en una interpretación lineal y "nacionalista" de la independencia, y está visto según ella citando a Carlos Real de Azúa "sin un mínimo de objetividad histórica"[1]
Es por éste motivo, que nos encontramos con una historiografía claramente nacionalista, que tampoco aparece el papel que jugó el patriciado de Montevideo con respecto a la Revolución, y menos al papel dentro de las invasiones lusitanas. Lo que observamos son características que dicho patriciado fue tomando con respecto al gobierno artiguista, y cómo fue influyendo esto en las decisiones que fueron tomando casi corporativamente.
Un buen comienzo para entender la invasión lusitana a lo que hoy es nuestro territorio, y el papel que jugó el patriciado montevideano, sería analizar el gobierno artiguista, pero principalmente de él: su lado social, y el reparto de tierras, que se resumen en el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de su Campaña, y seguridad de sus Hacendados, de setiembre de 1815.
Para comenzar analizando lo propuesto anteriormente, coincidimos con el profesor Carlos Machado, en que el gobierno artiguista hay dos características predominantes en su gestión. Una es la orientación popular, como dijimos, y así lo escribe a don José de Silva: "no hay que invertir el orden de la justicia, mirar los infelices y no desampararlos sin más delito que su victoria (…) no olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos nacen de la cuna"[2]. Otra es la firmeza revolucionaria.
De todas las medidas revolucionarias, escribe el profesor Carlos Machado, el reglamento de tierras del10 de setiembre del 1815, disponiendo el reparto de tierras, es la principal. Eran largos los antecedentes "limitar las estancias", pidió Antonio Pereira, Comandante General de la Campaña, en el 1786; "repartir las tierras en moderadas estancias de balde… dar títulos de propiedad de las tierras que estuviesen pobladas a los que no las tienen, y son los más. . . y anular las compras… de enormes extensiones", recomendaba Azara al comenzar el siglo XIX.
Los argumentos mencionados por el Prof. Machado, son una clara muestra de que el gobierno artiguista era de corte "populista", que muchas veces chocaba con los intereses de la clase patricia del Cabildo Gobernador de Montevideo, mucho más cerca del centralismo porteño que las ideas de Artigas. No podemos olvidar que muchos integrantes de ese Cabildo, fueron hombres de confianza en los escasos ocho meses que duró el gobierno porteño en Montevideo, o que muchos de ellos eran acérrimos enemigos de las ideas revolucionarias. [3]
Dice la historiadora Lucía Sala de Tourón que el gobierno porteño de Montevideo, que como dijimos anteriormente duro escasos meses, contó con el apoyo de un grupo de orientales: alguno de ellos vinculados desde el comienzo de la revolución a Buenos Aires, que actuaban como funcionarios del gobierno de Posadas y Alvear; otros se plegaron a él en el segundo Sitio por oposición a la montonera artiguista, por discrepancias con el Jefe de los Orientales, sobre todo a partir del Congreso de Capilla de Maciel y desde su retiro del sitio. Los del primer grupo tenían sus intereses estrechamente ligados con un gobierno en el que estaban haciendo una carrera política, que se verían vinculados con los grupos que se disputaban el poder en Buenos Aires y su actitud era la del núcleo gobernante en la ex capital del Virreinato. Tal es el caso de Francisco Xavier de Viana, Ministro de Guerra de Posadas, Nicolás Herrera, Secretario de Estado, Santiago Vázquez, Comisario de Guerra y Ministro de Hacienda del Directorio de Montevideo, Pedro Pablo Vidart, el hombre que dirigió la política confiscatoria en Montevideo, Lucas J. Obes, secretario de Nicolás Herrera en su misión como Delegado Extraordinario del Directorio en Montevideo, etc.
No eran los únicos que desde el comienzo o en años posteriores se habían opuesto al movimiento artiguista y actuado con las fuerzas bonaerenses. Junto a ellos cabe mencionar, entre otros, a Luis de Herrera, que ejerció la Comisaría de Guerra durante el Primer Sitio, a Francisco Joaquín Muñoz, a José Ellauri, e incluso a Larrañaga, director desde 1813, de la Biblioteca Pública de Buenos Aires.
Ante esta situación, el trabajo se compondrá en dos líneas bien marcadas, una por qué sucede la invasión lusitana a nuestro territorio, a través de los diferentes trabajos de los historiadores nacionales, y ello nos llevará a una segunda línea en que nos detendremos en la última parte del trabajo, y es como se desenvuelve el patriciado montevideano ante la revolución artiguista, que para mí es de suma importancia, porque jugará un papel importante en dicha invasión extranjera.
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