Descargar

El maltrato por negligencia de los cuidadores (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Actualmente en Colombia, una de las Instituciones de Protección que cuenta con la aprobación de funcionamiento del ICBF, es la Fundación Centro de Reintegro y Atención al Niño (CRAN), la cual siendo una institución sin ánimo de lucro, tiene como misión, generar protección a niños de 0 a 7 años, cuyos derechos han sido vulnerados por situaciones de maltrato infantil, con el fin de restituirlos y mejorar sus condiciones de vida. La Fundación, cuenta con tres programas de protección que son familia gestante, familia de crianza y familias biológicas; los cuales tienen como finalidad, guiar a los padres/cuidadores hacia la responsabilidad y respeto de los derechos del niño.

El último programa mencionado, familias biológicas, tiene como propósito restituir y proteger los derechos vulnerados del niño, así como trabajar junto con las familias en la construcción de adecuadas relaciones, donde prevalezcan los derechos afectados. Es preciso en el programa, considerar los datos aportados en la caracterización psicológica de las familias vinculadas, realizado por practicantes de psicología de la Universidad Santo Tomás en el año 2007, el cual al indagar el motivo de entrada de la población infantil en su respectiva ficha de ingreso, se destaca la actitud negligente del cuidador hacia el niño con un 33.3%, siendo ésta la principal razón de vinculación con la institución y por tanto la causa para demandar un estudio por parte de la misma, a las autoras del trabajo durante el periodo de práctica.

Ante la demanda mencionada anteriormente, el campo de Psicología, Salud y Calidad de Vida de la Universidad Santo Tomás, a través del proyecto de autocuidado y culturas de salud en población infantil y juvenil de la línea de investigación para la promoción y prevención; busca asesorar a las practicantes de psicología en la recolección de la información necesaria a través de la utilización de diferentes metodologías, con el fin de obtener una aproximación científica del fenómeno y así generar los conocimientos y resultados de una investigación que ayude con la problemática presentada en las comunidades y grupos sociales para mejorar la calidad de vida.

Objetivos:

Teniendo en cuenta lo anterior y destacando que el tipo de maltrato con mayor prevalencia en la actualidad es la negligencia, así como el de mayor pronóstico desfavorable, se plantean como objetivos para el siguiente trabajo:

  1. Delimitar el término negligencia teniendo en cuenta las diversas posturas teóricas con el fin de conceptualizarlo y diferenciarlo de otras tipologías.
  2. Mostrar a partir de estudios, investigaciones y reportes consultados, las características del cuidador negligente, entre los que se hallan los factores individuales, familiares, sociales y contextuales; con el propósito de aportar un mayor conocimiento del perfil del maltratador que pueda servir como material de apoyo en la construcción de programas de prevención.
  3. Identificar los hallazgos sobre el impacto de la negligencia de los cuidadores sobre el desarrollo del lenguaje, socioafectivo, motriz, cognitivo y físico de los niños para proporcionar una guía que sirva como instrumento de evaluación e intervención.

La investigación de la problemática establecida no es fácil de realizar, debido a la escasez de estudios sobre el tema, pues como se mencionó anteriormente, la mayoría de los autores centran su mirada principalmente en el abuso sexual, como forma principal de maltrato infantil. Sin embargo, el aumento significativo en los últimos años de la negligencia de los padres/cuidadores hacia el infante es alarmante, siendo cada día más evidente y justificando por lo tanto, la realización de esta búsqueda y su propagación conceptual, con la finalidad de aplicar los conocimientos de la disciplina y de la profesión a las necesidades de promoción y recuperación de la salud, a la prevención, atención y rehabilitación de las disfunciones, objetivos fundamentales para el campo de Psicología, salud y calidad de vida en el cual se encuentra inscrito este trabajo, así como para beneficio de la fundación CRAN solicitante del mismo.

Método:

Con relación a lo anteriormente expuesto y teniendo en cuenta que el tema no ha sido ampliamente estudiado, se decide abarcar el fenómeno por sugerencia del campo a través de una monografía, ya que esta permite recopilar de manera exhaustiva datos de diferentes fuentes, con la finalidad de informar y argumentar de forma analítica y crítica sobre la problemática .

El estudio se fundamenta en la consulta bibliográfica de 112 investigaciones y trabajos teóricos en países de habla hispana, de los cuales 50 son de España, 25 de Colombia, 12 de Chile, 13 de México, 6 de Cuba, 4 de Argentina y finalmente Venezuela y Puerto Rico con una sola publicación. Todos ellos realizados desde el año 1991 al 2007. La ubicación de los artículos se llevó a cabo por medio de bases de datos como Redalyc, Medline, Dialnet y Scielo; y en diferentes bibliotecas como la de la Universidad Santo Tomás, Universidad Nacional de Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, Universidad Católica, Biblioteca Luís Ángel Arango y Biblioteca Virgilio Barco. Para la búsqueda se emplearon los siguientes descriptores: negligencia, maltrato infantil, tipologías del maltrato infantil, maltrato por omisión, abandono, abuso infantil, violencia, niños institucionalizados, padres/cuidadores maltratantes, desarrollo infantil, problemas en el desarrollo, infancia, entre otros.

La información encontrada en los artículos se organizó a través de una ficha bibliográfica (ver apéndice A), que resume los principales aspectos como: resumen, ubicación física, muestra, variables, procedimiento, resultados y discusión. Además, se construyeron cuadros para clasificar el impacto de la negligencia de los padres/cuidadores sobre el desarrollo infantil y para recolectar, de acuerdo con su función, los diferentes instrumentos aplicados en las investigaciones revisadas.

Con el propósito de aumentar la comprensión y dar coherencia al documento, primero se proporcionará una descripción del maltrato infantil, su tipología y principales causas; después se trabajará la negligencia de los padres/cuidadores, así como los diferentes conceptos y posturas teóricas planteadas por varios autores, con la finalidad de delimitar el término, generando una conceptualización más completa, que permita diferenciarlo claramente de otros tipo de maltrato; seguido de esto, se proporcionará una descripción de las características del cuidador negligente y finalmente se identificará su impacto en las áreas de desarrollo del niño maltratado.

El Maltrato Infantil: Un Término Multidimensional

Dificultades conceptuales

Definir el término maltrato no es tarea fácil, ya que existe una gran variedad de denominaciones que aunque en algunos casos se presentan muy similares, en otros suelen caracterizarse por el uso de connotaciones totalmente diferentes, trayendo como consecuencia la falta de consenso. A partir de lo encontrado en la documentación, se describen algunas dificultades a la hora de establecer lo que es un comportamiento perteneciente a la línea del maltrato. Para una mayor comprensión del lector, se ha organizado la información dentro dos categorías que contienen de manera lógica estos conflictos encontrados para conceptualizar (ver figura 1).

La primera dificultad esta relacionada con el contexto, el cual se compone de dos variables: el espacio y el tiempo. Con el espacio se hace referencia al lugar en el cual se desarrolla una conducta, y el tiempo al momento histórico en el que se dan los hechos.

Dentro del espacio es importante tener en cuenta que el maltrato no es un hecho aislado, sino que se presenta dentro de un conjunto de variables biopsicosociales que se dan dentro de una sociedad y que por tanto influyen en los criterios que se utilicen para definir un comportamiento como normal o anormal. Así, desde una perspectiva sociocultural, el maltrato infantil se entiende como un fenómeno social que sobrelleva diversas transformaciones, dependiendo de la cultura en la que se ubique.

Esta particularidad implica que se generen numerosas interpretaciones al respecto, las cuales se convierten en el criterio social que define una práctica parental como peligrosa para el desarrollo de los niños. De esta manera lo que en una comunidad puede ser signo de violación de los derechos del niño, en otra hace parte de las tradiciones culturales, "…como por ejemplo, para una persona de la ciudad puede ser maltratante cargar todo el día a un niño, mientras que para una madre campesina o indígena, es la forma normal de relación con su hijo" (Zambrano, 2004, p.22).

Por otro lado, está el tiempo histórico, en el cual se desarrolla una cultura. Dependiendo de las características y necesidades de la época, se gestan y organizan los comportamientos de los seres humanos, con el fin de lograr una mayor adaptabilidad al medio, lo que trae como consecuencia que se formen distintas maneras de pensar de acuerdo con el entorno. Es así como el momento de la historia determina lo que en una sociedad es bueno o malo. Por ejemplo, lo que en la antigüedad era considerado como parte de la crianza de los hijos, en la actualidad puede ser denotado como perjudicial para el desarrollo óptimo del niño. Así lo subraya Antequera (2006) esta dificultad:

… el precisar el límite a partir del cuál una conducta puede ser considerada como maltrato (es un ejemplo ilustrativo de ello determinar cuándo una conducta constituye una medida disciplinaria y cuándo se convierten en una forma de maltrato), la falta de normas específicas sobre los requisitos que hay que reunir para ser considerado un "buen padre" o las características que definen una "atención adecuada" (de especial relevancia en los casos de abandono o negligencia) (p.1).

Las revisiones a nivel histórico sobre el tema, constatan claramente estas variaciones en la concepción del término, teniendo en cuenta el tiempo y espacio en las que se desarrollen. Mejía (1996) señala que en las culturas antiguas los niños sufrían ante la violación de sus derechos; tomando como ejemplos a Grecia, Roma, China e India en donde los infantes con algún tipo de discapacidad eran declarados no aptos para vivir. Asimismo en Perú y México se presentaba la costumbre de arrojar a los niños a los ríos para asegurar la fortuna y la buena cosecha. Como también la práctica de enterrar niños recién nacidos en los cimientos de los edificios y puentes, con el fin de construir estructuras mucho más resistentes. De tal forma los niños sufrían constantes abusos sin ningún tipo de garantía para su protección, pues estos se evaluaban como hechos constituyentes de las costumbres y por ende aceptadas socialmente para la época. A partir de esta dificultad, se puede concluir que el maltrato es un hecho que ha sido parte de la historia, tan antiguo como el origen de los hombres y que al igual que éste, ha ido evolucionando hasta lo que hoy se describe como violencia infantil.

Vega (2001) menciona tres tendencias claves que facilitan la comprensión de la violencia hacia los niños como práctica cultural en todas las sociedades. La primera hace referencia a la creencia de que los niños eran propiedad de los padres y por ende lo que se determinara hacer con ellos eran una decisión personal en la cual el estado no podía involucrarse. La segunda idea es la práctica del castigo físico como modo disciplinario recomendado, el cual como se había mencionado anteriormente, hacía parte de la normal crianza de los hijos y por lo cual no sobrellevaba ninguna consecuencia negativa para el desarrollo del niño. Por último el autor recalca la carencia de derechos dentro de esta población, en donde no existía ningún tipo de ley que por lo menos resguardara el derecho a la vida de los infantes, ya que en algunas culturas los padres tenían el absoluto derecho de decidir si mantener o quitar la vida de sus hijos, siendo a partir de esto que se origina la palabra patria potestad. Estos niveles son funcionales a la hora de establecer cuales son los comportamientos que dejan de hacer parte de una práctica cultural, para convertirse en conductas que se salen de la norma y por tanto pueden causar daño.

Un claro ejemplo de estas costumbres se encuentra en la cultura Romana.

Resulta muy gráfico, para comprender esta idea, la imagen del padre romano al que se le depositan los hijos a los pies para que éste decida: si lo alza en brazos, el niño pasa a formar parte de la prole; pero por el contrario, si esto no ocurre, el niño es conducido a la calle donde muere abandonado o es tomado por cualquiera como esclavo (Vega, 2001, p.28).

Estas afirmaciones revelan una realidad social en la cual los niños eran tratados como un elemento más dentro de los bienes materiales. El caso de Mary Ellen Wilson, ilustra la primacía de los animales sobre los niños. Mary era una niña nacida en Nueva York en 1866, quien mostraba una desnutrición severa, evidencias de fuertes golpizas y heridas con tijeras; todas estas propiciadas por parte de su madrastra. Una trabajadora de la caridad se enteró de la situación e intentó intervenir acudiendo a varios organismos estatales sin ningún logro, debido a la ausencia de leyes en contra del maltrato a los niños; por lo cual se vio obligada a dirigirse a la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, ya que estos si contaban con mecanismo de protección, justificando que Mary pertenecía al reino animal y por lo tanto merecía al menos la misma atención que un perro. Se logra en 1874 llevar a cabo el primer proceso judicial en Estados Unidos en defensa a un infante en contra de los malos tratos, reconociéndose así por primera vez el maltrato infantil. A partir de estos procesos se implanta la Sociedad para la prevención de la crueldad hacia los niños (Mejía, 1996). Además de otras instituciones como por ejemplo en París y Londres los primeros hospitales pediátricos, que a su vez mejoran e incrementan el estudio de la naturaleza infantil y sus enfermedades (Vega, 2001).

A modo de resumen y conclusión de lo dicho anteriormente sobre las dificultades expuestas, se retoman los tres niveles que influyen en la definición del término dependiendo de la cultura, planteados por Jill Korbin, (1981 citado por Mejía, 1996): el primer nivel tiene que ver con las costumbres consideradas como aceptables por una cultura, pero abusivas y negligentes por otra; el segundo, está relacionado con los comportamientos definidos como abusivos o maltratantes por una sociedad en particular, que señalan ser opuestos a los comportamientos culturales normalmente tolerables; por último, el abuso y el descuido que se ha presentado por parte de la sociedad hacia los niños, pobreza, viviendas inadecuadas, nutrición deficiente, falta de oportunidades de educación, etc.

Luego de describir detenidamente la influencia del contexto dentro de la problemática, se pasará a trabajar la segunda dificultad relacionada con las profesiones (médicos, psicólogos, abogados, sociólogos, pedagogos y trabajadores sociales entre otros) que están involucrados en la categorización y delimitación del término maltrato. En la tabla 1 se grafica el análisis propuesto por Mejía (1996), quien muestra la multiplicidad de visiones del término de maltrato, dependiendo de la disciplina o ámbito profesional del que se estudie.

Figura 2. Diferentes visiones profesionales del maltrato infantil.

De tal forma el maltrato infantil puede ser considerado según el autor mencionado:

…como un problema médico, que necesita ser diagnosticado y tratado (enfoque médico y/o psiquiátrico); como un comportamiento criminal que necesita ser definido en términos legales y perseguido (enfoque jurídico); como un problema social que necesita ser analizado como fenómeno social (enfoque social), como un problema de protección del menor, mediante la dotación e intervención de los servicios de protección (enfoque legal); como un problema familiar, que necesita entenderse en el contexto de la dinámica familiar (enfoque psicológico); como un problema de comportamiento, que necesita ser tratado terapéuticamente (enfoque psicológico); como un problema de falta de educación, que necesita ser atendido a través de capacitación a padres y a comunidad en general (enfoque educativo). Como un problema de la violación de los derechos (enfoque ético) (p.40).

Como se deja entrever en el texto, el significado que se le da al término depende significativamente de las necesidades y énfasis de quien lo estudie, lo que lleva a confinar el problema dentro de una categoría específica, más no a comprender el total de su conceptualización y por tanto no llegar a intervenir sobre todos los niveles y variables que lo componen.

A partir de estas dos dificultades, se comienza a comprender la magnitud del problema, así como un camino en la búsqueda de su conceptualización dando como resultado el incremento de estudios sobre el tema. A continuación se pasará a explorar estas conceptualizaciones planteadas por los autores más representativos.

Definición

El Grupo de Trabajo sobre Maltrato Infantil del Observatorio de Infancia, dirigido por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en el año 2006, afirma que el concepto del maltrato infantil inicialmente se hizo en referencia al maltrato físico, con un predominio de criterios médicos-clínicos, y a la explotación laboral y trabajo de los niños, para ir evolucionando hacia la situación actual en que las definiciones se basan en las necesidades y derechos de los niños. Es así, como a partir de lo revisado se encuentran enunciaciones sobre el tema, los cuales se ubican dentro de un continuo que va desde definiciones basadas en las consecuencias físicas hasta llegar a las que se fundan en los derechos del niño y desarrollo óptimo.

Una de estas primeras definiciones fue la establecida por Kempe y Silverman en 1962, quienes por primera vez hablan del síndrome del niño golpeado para referirse al uso de la fuerza física no accidental, dirigida a herir o lesionar a un niño y propiciada por parte de sus padres o parientes (Santana, Sánchez & Herrera, 1998), "… a partir de este momento queda registrado como una entidad patológica en la literatura médica" (Pérez, 1997. p.12). Estos primeros intentos resultan importantes para la comprensión del fenómeno, puesto que a partir de este momento se establecen algunos parámetros como criterios médicos para el diagnóstico de maltrato infantil. El uso de estos criterios incentiva los estudios epidemiológicos sobre el tema, lo que conlleva a descubrir cantidades considerables de niños agredidos tanto física como psicológicamente. Estos hallazgos son interesantes en la medida en que se forja la concepción del maltrato como un problema social, que al salir a la luz, demanda atención inmediata basada en un aumento de investigaciones que establezcan formas adecuadas de intervenir.

El avance en la investigación incentiva a Fontana, quien modifica el concepto en 1963, argumentando que los niños podían ser agredidos no sólo en forma física, sino también emocionalmente o por negligencia, de modo que sustituyó el término golpeado por el de maltratado (Francia, 2003). Las interpretaciones de Fontana marcan el siguiente avance en la indagación, al no limitar los malos tratos a sólo daños físicos, sino yendo mas allá y analizando las consecuencias a nivel emocional.

Más adelante David Gil amplía las características del término haciendo énfasis en las intenciones del que maltrata. De acuerdo con el autor, el maltrato es "el uso intencional, no accidental de la fuerza física o actos intencionales, no accidentales de omisión, de un padre u otro cuidador con el propósito de lastimar dañar o destruir al niño" (Gil, 1970 citado en Mejía, 1996. p.40).

En referencia a lo anteriormente expuesto, es necesario considerar que no necesariamente puede existir maltrato con intención de llevarlo acabo o no "accidental", puesto que se han evidenciado casos en los que se producen daños en el niño sin quererlo hacer, ya sea por ignorancia, prioridad de otras necesidades dentro de la dinámica familiar o incapacidad mental o física. Así, Ruiz y Gallardo (2002) afirman que este puede desarrollarse dentro de una familia de forma consciente o como una manifestación de incultura, pobreza o incapacidad parental para proteger a sus hijos.

Como se puede observar, la primera línea de pensamiento frente al asunto estuvo caracterizada por el estudio de las secuelas físicas del maltrato, pero gracias al incremento en las investigaciones, el término se amplió y modificó hasta llegar a incluir los riesgos emocionales y psicológicos de niños víctimas de este flagelo. Más adelante los estudios dejan de centrar su mirada hacia el niño violentado, para comenzar a profundizar el conocimiento acerca del sujeto maltratador y las prácticas parentales. En este enfoque se ubica el investigador Gracia (2002) quien afirma que el maltrato infantil es el extremo al que un padre puede llegar en la disciplina que emplea con sus hijos. Así mismo, LaRose y Wolfe (1987 citados por Gracia) para referirse a la conducta parental describen un continuo, que va desde los métodos que proporcionan el desarrollo social, emocional e intelectual, hasta las prácticas más severas y abusivas hacia el niño (ver figura 3). De esta manera, en un lado se encuentran los padres que muestran su amor y afecto hacia los hijos, verbal o físicamente, mientras que en el otro extremo están aquellos que sienten aversión (antipatía), desaprueban o se sienten agraviados por sus hijos.

Luego de explorar el comportamiento de los padres maltratantes, el estudio del fenómeno sobrellevará cambios interesantes gracias a la convención de los derechos del niño. En 1989 se logra un giro significativo en el trato hacia los pequeños, reconociéndolos como sujetos de derechos al recoger en un texto jurídico toda una serie de medidas y estándares internacionales, que se hacen explícitos como derechos fundamentales del niño (Canales, 2006). Este evento es muy importante para la conceptualización de la problemática, puesto que las nuevas delimitaciones se fundan en los derechos de los niños y sus necesidades para el desarrollo óptimo, es decir que cualquier falla en alguno de estos es considerada como maltrato, ya sea por acción u omisión. Lo anterior es ratificado en nuestro país por dos documentos, uno es la Constitución Política de 1991 en el Artículo 44 que refiere:

Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos contra toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en los tratados internacionales ratificados por Colombia. (p.7).

El segundo es el Código de Infancia y Adolescencia (Ley 1098 de 2006), que tiene como finalidad garantizar el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, estableciendo normas donde primen y se garantice el cumplimiento de sus derechos y por lo tanto de su protección integral (Artículo 7°). De igual manera, ante la presencia de maltrato infantil u otros delitos, el Código de Infancia y Adolescencia junto con la Constitución Política de Colombia y el ICBF, deberán defender y hacer cumplir los derechos del niño, niña o adolescente, tomando además las medidas necesarias en cuanto a procesos judiciales y programas de atención especializada para que prime la protección integral.

Como se ha subrayado, la concepción del maltrato cambia radicalmente al acentuar los derechos del niño como principios fundamentales que no se pueden infringir. En este punto es interesante destacar la propuesta del Centro Internacional de París (2004) en donde se define maltrato infantil como cualquier acto por acción u omisión realizado por individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto y todos los estados derivados de estos actos o de su ausencia que priven a los niños de su libertad o de sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo desarrollo.

Otro aspecto para resaltar, es el que se refiere a la acción que se hace y a la que se deja de hacer. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) propone la siguiente definición para tener en cuenta este aspecto: "Todo acto u omisión encaminado a hacer daño aun sin esta intención pero que perjudique el desarrollo normal del menor" (citado en Santana, et al., 1998 p.2). De acuerdo con esto, se pueden destacar los casos en los que los padres aun sin tener el propósito de causar daño a sus hijos llegan a hacerlo, como por ejemplo los casos de ignorancia sobre el desarrollo.

Al finalizar este período de ratificación de los derechos humanos se revelan otro tipo de comportamientos no reconocidos como actos violentos. Estas declaraciones son fundamentales en la medida en que se continúa con la derroca de la idea de maltrato como sinónimo de traumas físicos, circunscribiendo otras naturalezas que incluyen consecuencias psicológicas y emocionales, sin necesidad de ser producidas por golpes o ataques físicos.

Al respecto Giovanni y Becerra (1979 citado en Gracia, 2002) consideran que el maltrato está relacionado con la negación de experiencias normales que producen sentimientos de ser amado, querido, de seguridad y de valía, así como la exposición a circunstancias desagradables y desmoralizantes. Como se puede ver en el apartado anterior, se comienzan a reconocer diferentes tipos de maltrato infantil y "… posteriormente se incluyen la negligencia y los aspectos psicológicos como partes del MI" (Santana et al., 1998 p. 2). Otra definición importante de rescatar en esta línea, es la presentada por la legislación española en el Código Civil art. 172 (citado por el Grupo de Trabajo sobre el Maltrato Infantil, 2006) refiriéndose a desamparo como una situación que se produce a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. En la tabla 1 se presenta las principales posturas expuestas hasta aquí.

Tabla 1

Definiciones de maltrato infantil.

CONSECUENCIAS FÍSICAS Y EMOCIONALES

INTENCIONES

PRACTICAS PARENTALES

DESARROLLO OPTIMO Y DERECHOS DEL NIÑO

Kempe (1962)

Síndrome del menor golpeado:

fuerza física no accidental, dirigida a herir o lesionar a un niño

David Gil (1970)

uso intencional, no accidental de la fuerza física o actos intencionales, no accidentales de omisión, de un padre u otro cuidador… con el propósito de lastimar dañar o destruir al niño"

Gracia (2002)

Expresión extrema de prácticas parentales de socializaciones severas y abusivas hacia el niño, incapaces de promover la competencia psicosocial del menor.

Giovanni y Becerra (1979)

Negación de experiencias normales que producen sentimientos de ser amado, querido, de seguridad y de valía" y la exposición a circunstancias desagradables y desmoralizantes

Fontana (1963)

Deprivación emocional, la malnutrición, la negligencia y el abuso como

Síndrome del maltrato en los niños.

Wolfe

(1987)

presencia de una lesión no accidental, resultado de actos de perpetración (agresión física) o de omisión (falta de atención por parte de quienes están a cargo del niño y que requiere de atención médica o intervención

legal)

LaRose y Wolfe (1987)

El maltrato infantil es el extremo clínico de los estilos parentales de disciplina, coercitivos o indiferente y negligente.

Centro internacional de infancia de Paris.

(2004)

Cualquier acto por acción u omisión realizado por individuos, por instituciones o por la sociedad en su conjunto y todos los estados derivados de estos actos o de su ausencia que priven a los niños de su libertad o de sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo desarrollo

A partir de la exploración y estudio de las diferentes conceptualizaciones sobre el tema, se establece como maltrato infantil: todo acto u omisión caracterizado por un incumplimiento en los derechos y necesidades del niño por parte del cuidador, que perjudican el desarrollo óptimo, teniendo en cuenta las diferentes áreas evolutivas como: socioafectiva, cognitiva, lingüística, motriz y física; siendo éste el producto de practicas parentales que aceptan la violencia o la indiferencia como forma de socialización, el cual puede efectuarse de manera intencional o no intencional y presentando varias tipologías dependiendo del área de desarrollo que se vea afectada.

Tipología del maltrato Infantil

Progresivamente y gracias a los casos detectados se genera un avance en el conocimiento de la epidemiología del fenómeno. Este importante progreso genera algunas clasificaciones que delimitan los diferentes patrones de malos tratos dentro de unas sub-categorías, las cuales a pesar de atender a una misma entidad, poseen explicaciones etiológicas, consecuencias e intervenciones totalmente diferentes.

Garbarino, Guttman y Seeley (1989 citado en Gómez, 2006) coinciden en mencionar algunos aspectos en común que estas tipologías presentan, las cuales se caracterizan por ser patrones de conducta que buscan rechazar, aislar, aterrorizar, ignorar y corromper. De manera general, Pérez (1997) basándose en el mismo autor conceptualiza estas manifestaciones, de tal modo que se entiende, el rechazar, como una forma de exclusión del niño de todas las iniciativas familiares, la falta de apego al niño y las continuas valoraciones negativas del mismo. El aislar, como el impedimento y obstrucción de las relaciones sociales del niño. El Aterrorizar, como las continuas amenazas al niño con castigos extremos, utilizando el miedo como disciplina, creando sensación de inseguridad en él. El Ignorar, como la frialdad y la falta de afecto, así como no atender a las demandas del niño. Y por ultimo, el corromper, como la forma de impedir la normal integración del niño en la sociedad ofreciéndose pautas de conducta antisocial.

No obstante es imprescindible resaltar las diferencias de las mismas, mediante las distintas clasificaciones encontradas durante la revisión literaria llevada a cabo. Es así como se encuentran cuatro formas básicas de clasificar los tipos de maltrato: por su intencionalidad, por los autores del episodio de maltrato, por el momento evolutivo en el que se dan los hechos y finalmente por la acción u omisión.

Fernández y Perea (2004) describen una de las primeras clasificaciones del maltrato basada en la intencionalidad del sujeto maltratante:

"Una primera clasificación del SMI es la que se basa en la intencionalidad del daño clasificándolo en:

  • Maltrato intencional
  • Maltrato no intencional (negligencia-‘accidente’)
  • Maltrato indeterminado. (Cuando no es posible determinar intencionalidad)" (P.1)

Aunque sin bien esta distribución destaca la causalidad de los hechos, no es muy clara al describir que comportamientos específicos conforman cada sub-división. Las siguientes dos clasificaciones intentan ir un poco mas allá de las definiciones, para tener en cuenta el momento evolutivo y el autor que comete el agravio. Así El Grupo de Trabajo sobre Maltrato Infantil (2001) se refiere en primer lugar al momento evolutivo dentro del cual se pueden presentar dos situaciones de maltrato prenatal, que como su nombre lo dice se evidencia ya en la vida extrauterina. La tercera clasificación se basa en los autores del hecho, así el maltrato puede ser familiar, extrafamiliar, institucional o social. Esta última es de suma importancia si se tienen en cuenta estudios que precisen en que agente y contexto se presentan los mayores índices de maltrato, con lo que se aportarían pistas imprescindibles para ubicar los programas de prevención.

Finalmente numerosos investigadores (Azaola, 2006; Gómez, M., Loredo, A., Cerezo, V., Jones, H & Perea, 2006; Mejía, 1996; Antequera, 2006; Marty & Carvajal, 2005) coinciden en algunos de los tipos de maltrato con mayor prevalencia e incidencia a nivel mundial, entre los cuales se mencionan el maltrato físico, el abuso sexual, maltrato emocional o psicológico, negligencia, abandono físico y abandono emocional. Existen otras formas que no han sido ampliamente mencionadas y que igual hacen parte de este espectro, tales como la corrupción, explotación laboral, maltrato institucional, síndrome de Munchausen y maltrato financiero. Dentro de esta clasificación es importante rescatar los términos de acción o activo y omisión o pasivo; puesto que son éstas dos condiciones las que rigen la división de las anteriores tipologías enunciadas. A continuación se grafica lo anteriormente mencionado (ver figura 4).

Figura 4. Tipos de maltrato infantil de acuerdo con la acción o la omisión.

A continuación se proporciona una breve descripción de los Principales tipos de maltrato descritos por el ICBF (2006), sin llegar a profundizaciones ya que no es el objetivo primordial del presente trabajo.

Maltrato Físico. Agresión física hacia un menor, causado de manera intencional por parte de los padres, personas del grupo familiar o cuidadores. Puede ser de intensidad leve, moderada o grave y su ocurrencia antigua, reciente o recurrente.

Maltrato emocional. Es una agresión a la vida afectiva del niño, lo cual genera múltiples conflictos, frustraciones y traumas de orden emocional, en forma temporal o permanente. En estos casos, la conducta del agresor es ajena a todo sentido constructivo, educativo o protector para con el menor.

Maltrato durante la gestación. Son aquellas conductas que por acción u omisión agreden a la mujer embarazada poniendo en peligro el desarrollo normal del feto. Su gravedad está dada según el riesgo directo o indirecto para el desarrollo del niño por nacer. Indudablemente para que el feto llegue al nacimiento en las mejores condiciones de vida, la madre debe haber sido atendida, pues la atención prenatal es determinante en cómo va a nacer el bebé.

Síndrome del bebé zarandeado. Es un tipo de maltrato infantil en el que se sacude fuertemente a los bebés. Esto puede producir graves lesiones y en algunas ocasiones llevar hasta a la muerte. Este síndrome se presenta porque un adulto vuelca su frustración o ira en el bebé, generalmente porque no cesa de llorar o está muy inquieto.

Negligencia. Es privar a los niños o niñas de los elementos básicos necesarios para garantizar su desarrollo armónico e integral: es decir, de alimentación, educación, salud, cuidado, afecto, entre otros.

Abuso sexual. Cualquier interacción o actividad de tipo sexual (con o sin contacto) realizado a la fuerza, mediante engaños o sobornos, entre un menor de edad y un adulto (con una diferencia de al menos 5 años respecto a la víctima) para gratificación o provecho de este último y/o de terceras personas, desconociendo el desarrollo psicosexual del niño o niña.

Adicional a estos, Pérez (1997) en su estudio, cita a otros autores, conceptualizando otras formas como:

Síndrome de Munchausen. Es una forma sutil de malos tratos, consistente en provocar síntomas físicos patológicos que requieren hospitalización o tratamiento médico reiterado (Meadow, 1977). Es decir, que los cuidadores simulan la enfermedad del niño. Por lo general es un niño menor de 6 años, por lo cual es demasiado pequeño para comprender el engaño.

Intoxicaciones no accidentales. Suministro al niño de sustancias normalmente de consumo familiar, como sedantes, drogas y alcohol con el objetivo de sedarlo para parar el llanto, hacerle dormir, sedarle para la mendicidad o para realizar abusos sexuales (Bays, 1990).

Luego de haber explorado todo referente al maltrato infantil en términos generales, se considera conveniente pasar a la exploración del término negligencia como forma de maltrato infantil.

Maltrato por Negligencia: Su Relación con Otros Tipos de Maltrato Infantil

Como se ha venido mencionando, la negligencia de los cuidadores o también llamado por algunos autores maltrato pasivo (Arruabarrena & de Paúl, 1998, Cortés & Cantón, 1997 citado por Ruiz & Gallardo, 2002), es por hoy, uno de los principales tipos de maltrato que afecta la población infantil y además provoca en ellos gran impacto en las áreas del desarrollo, secuelas que se intensifican creando un pronóstico desfavorable que perdura y genera un deterioro en la salud de la víctima o hasta su muerte. Aunque es una problemática que al igual que el maltrato infantil ha sido investigada por diversos autores, se ha ido complementando con el paso del tiempo debido a la constante presencia e identificación de casos; no obstante los avances obtenidos hasta el momento sobre esta forma de maltrato, siguen siendo relativamente escasos.

En Colombia muchos estudios se basan principalmente en el maltrato infantil, el cual ha despertado gran interés a las autoridades así como a los investigadores, pues como lo menciona Ramírez (2006), éste se presenta en todas las zonas rurales y urbanas, generando daños a corto y a largo plazo en la población. Es por esto, que se encuentran varios estudios sobre la problemática, en donde se abarca de manera general el fenómeno, mencionando los principales tipos de maltrato, pero no de una forma más específica. En el caso de la negligencia, aunque se tiene presente su definición ésta no ha sido muy estudiada, por lo tanto no hay claridad de su impacto en los niños y las posibles intervenciones, propias de la cultura y problemática colombiana.

En la investigación realizada por Zambrano (2004) se abordan principalmente dos problemáticas: omisión y maltrato infantil, donde se exponen las causas, motivos y su intervención apropiada; sin embargo, se hace una definición de los tipos de maltrato, en donde se encuentra la negligencia, comprendida como la negación de los elementos básicos (alimentación, educación, salud, cuidado y afecto.) de manera temporal o permanente, los cuales garantizan el desarrollo armónico e integral de los niños. Cabe resaltar que el autor se refiere a la incidencia de la negligencia que puede ser de manera temporal (por un período determinado), ejemplificando un caso de enfermedad; o con una incidencia permanente, refiriéndose cuando es un abandono constante o completamente.

También se encuentra que la negligencia es definida por Ramírez (2006) como "la falta de cuidado y de satisfacción de las necesidades físicas, emocionales y educativas e incluye una falta de educación moral y social" (p.292). Haciendo referencia al involucramiento del niño a la exposición de actividades ilegales y comportamientos antisociales (Righthand, Kerr & Drach, 2003 citado por Ramírez).

Asimismo, en un estado del arte realizado por Mejía (1996) para el ICBF, definen la negligencia como "la deprivación de las necesidades básicas cuando se pueden brindar (alimentación, educación, salud, cuidado) para garantizar al niño un desarrollo biopsicosocial normal (Art. 44 Constitución Nacional. Derechos fundamentales del niño)" (p.46). Describiendo además que su grado de severidad se da debido a las posibilidades, o no, de recuperación. Como se resalta en el texto, sólo se refiere a negligencia en los casos en que la familia o cuidadores pueden brindar las necesidades básicas y no lo hacen. Al respecto se considera que esto no puede ser un parámetro que la justifique, pues como lo señala López (1995 citado en Moreno, 2001), la familia debe tener la capacidad de satisfacer las necesidades básicas, ya sea a través de sus propios medios o con la ayuda brindada por las instituciones concernientes al sistema de apoyo social.

Un ejemplo de la ayuda que brinda el Gobierno en Colombia, es el sistema de apoyo que cubre esas necesidades en los niños a través de varios programas como: La Secretaría de Educación y otras instituciones, que tienen como propósito apoyar la educación, por medio de la construcción de una ciudad moderna haciendo cumplir los derechos del niño con la aplicación del artículo 67 de La Constitución Política de 1991. De acuerdo con éste artículo se estipula que la educación es un derecho de la persona y un servicio público con una función social, por lo tanto se proporciona un servicio gratuito en las instituciones del Estado.

En cuanto a los programas de salud, al Estado junto con la Secretaría de Salud, le corresponde organizar y dirigir la prestación de éste servicio, la cual no sólo va dirigida a los menores de edad, sino a toda la población que la necesite, siendo su atención de manera gratuita. La Alcaldía Mayor de Bogotá y la Secretaría Distrital de Salud, tiene la responsabilidad de hacer cumplir el derecho a la salud, el cual según la campaña realizada en julio de 2007 por el Estado, llamada "la salud no es un favor, es un derecho" afirman que éste, no abarca solamente la intervención y curación de enfermedades sino también lo referente a la prevención en cuanto a proporcionar y promover una adecuada alimentación, nutrición y vivienda; mejorar las condiciones sanitarias; generar un medio ambiente sano; entre otras. Es por esto, que el propósito ante las necesidades sociales requeridas en familias de estratos uno y dos de Bogotá, es "brindar respuestas sectoriales, transectoriales y comunitarias, que promuevan el mejoramiento de la calidad de vida y salud de estas poblaciones" (p.6), a través de programas de Atención Primaria en Salud (APS), junto con su modelo de salud a su hogar.

También se aportan otras ayudas como es el programa del Distrito Capital "Bogotá sin Hambre" donde a través de comedores comunitarios que van dirigidos a las familias y prioritariamente a niños y niñas en condiciones de pobreza y vulnerabilidad, buscan mejorar las condiciones nutricionales y promover estilos de vida saludables. De igual manera, según el Boletín Epidemiológico Distrital (2005), la Secretaría de Salud suministra a los niños en edad escolar la alimentación adecuada a través de refrigerios, con el fin de favorecer el desarrollo humano, así como sus efectos en la salud, socialización y formación de buenos hábitos, para combatir diversas problemáticas como lo son la desnutrición, el decaimiento, la dificultad de concentración, entre otros que afectan la población infantil.

Además, a través del apoyo de otras instituciones como es el caso de la Universidad Santo Tomás (USTA), con el "programa de alto beneficio social y comunitario" busca apoyar y mejorar la calidad de vida en las comunidades de sectores marginados, trabajando con las familias, los niños/as y adolescentes, por medio de un espacio llamado Centro de Proyección Social, el cual brinda asistencias de consultorías, asesorías, prácticas sociales, cursos de capacitación, servicio social obligatorio, interventoras, entre otras.

A pesar de todos los programas propuestos por el Gobierno colombiano y otras instituciones, se presentan dos situaciones que dificultan el cumplimiento de los derechos de los niños. La primera se evidencia cuando los cuidadores aun teniendo conocimiento de estas ayudas, hacen caso omiso y no acuden a ellas cuando lo necesitan, aquí la negligencia seria de los cuidadores. La segunda tiene que ver con la cobertura del Gobierno de estos programas, ya que se presentan situaciones en las que los cuidadores acuden en ayuda del estado, pero éste no alcanza a suplir las necesidades de toda la población, dejando a un número significativo de niños sin ningún tipo de auxilio, siendo por lo tanto, la negligencia por parte del Estado.

Las anteriores definiciones de negligencia y los proyectos de ayuda y asistencia a las familias, contribuyen adecuadamente con la manera de ver la problemática, aunque estos estudios no se basen en ésta forma de maltrato particularmente. De ahí la importancia de tener en cuenta las definiciones referidas en otros estudios por investigadores de diferentes países hispanoamericanos, los cuales sirven de guía y apoyo en la profundización del tema, teniendo en cuenta que muchos de sus aportes se deben a la recolección de información, aplicación de instrumentos y análisis del fenómeno en particular que es la negligencia infantil.

Es así como el aporte realizado por Clark y Clark (2001 citado en Azaola, 2006), coincide con las definiciones anteriormente mencionadas, donde la negligencia es comprendida como una forma de maltrato repetitivo generado por los padres, cuidadores o responsables del bienestar del niño, ante la no satisfacción de las necesidades básicas como estándares mínimos de alimentación, vestido, atención médica, educación, seguridad y/o afecto, las cuales son tanto físicas como emocionales. Con relación a lo anteriormente expuesto, se debe resaltar que los autores han encontrado que éstos niños sufren más problemas de salud que otros con diferentes tipos de maltrato infantil; además en cuanto a las consecuencias físicas y emocionales ocasionadas, son más severas y duraderas éstas últimas que las generadas a nivel físico.

Asimismo, Oliván (1999) aporta por medio de su concepto de negligencia, la comprensión de otros elementos importantes que hacen parte de las necesidades básicas del niño, definiéndola como:

Situación en la que las necesidades básicas del menor, en las esferas física, social, psicológica y/o intelectual (p.e. alimentación, vestido, higiene y cuidados médicos, supervisión y vigilancia, condiciones higiénicas y seguridad en el hogar, área educativa, etc.) no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro adulto del grupo familiar con los que convive (p.152).

A través de su definición, el autor hace referencia a la clasificación de unas esferas (física, social, psicológica y/o intelectual) que influyen en el desarrollo del niño, debido al descuido de sus padres o cuidadores; y de igual forma, como lo menciona Zambrano (2004), pueden presentarse de manera temporal o permanente.

Al respecto, Becedóniz (2003) propone ante las necesidades básicas del niño, unas categorías que dejan ver la conducta negligente de los padres o cuidadores, distinguiendo las siguientes: negar o retrasar los cuidados relacionados con la salud física y mental, no supervisarlo o hacerlo de manera inadecuada, ser irresponsable con el cumplimiento de la guarda y custodia, proporcionar un hogar inestable y en condiciones peligrosas con un inapropiado entorno sanitario, supervisar indebidamente la higiene personal, y no atender a las necesidades nutricionales ni educativas a las que tiene derecho el niño.

De otro lado, Vallejo y España (1997 citados por Vallejo et al., 2001) aseguran que se debe entender por negligencia infantil toda consecuencia desfavorable para el niño, que se presenta por una acción inadecuada o descuidada de sus padres, siendo usualmente de forma involuntaria y accidental. Estos autores aportan a través del concepto, que el comportamiento de los padres es usualmente involuntario y accidental, el cual es importante determinar para un adecuado manejo en el proceso de intervención familiar e individual.

A demás, la premisa de Polansky, De Saix y Sharlin (1972 citado por Ruiz & Gallardo, 2002), indica que "la negligencia es un fenómeno invisible, silencioso, insidioso, provocado por una indiferencia generalizada familiar; por esto los casos de negligencia suelen ser en su mayoría más crónicos y de mucho peor pronóstico" (p.261). Lo anterior aporta hacia la comprensión del fenómeno, al indicar que ésta presenta una situación que pasa de manera desapercibida para la sociedad y poco entendida para la familia, cuando no se tiene un conocimiento del daño que le genera, convirtiéndose a medida que avanza en una problemática de mayor incidencia y por lo tanto más perjudicial para el niño que lo sufre.

En este orden de ideas, también se identifican y describen las necesidades básicas que deben ser cubiertas por los padres o cuidadores encargados del niño. Como lo refiere Soriano (2005), en España el encargado mantiene un comportamiento negligente cuando: la alimentación no es adecuada para la edad; no atiende a las necesidades de vestido, calzado y sanitarias, refiriéndose ésta última a la no proporción adecuada de vacunas, medicina y asistencia médica cuando el infante lo requiere; no atender a las necesidades educativas, presentándose ausencia escolar; dejadez en la higiene; poca supervisión de los padres o cuidador hacia el niño; y continuos accidentes domésticos.

Sin embargo, cabe resaltar a los autores que se nombran a continuación, quienes ante la presencia de la negligencia infantil por parte de los cuidadores, proporcionan una clasificación de las necesidades básicas mencionadas anteriormente y otras que no son cubiertas: Para Mazadiego (2005) se puede presentar insuficiencia en la parte física, donde se genera una falta en el cubrimiento de la alimentación, resguardo, limpieza y protección; también en lo médico, debido a la carencia de tratamientos o a la atención para la salud mental; y la parte educacional, la cual implica una falta de atención a las necesidades emocionales, así como al cuidado psicológico o en el caso contrario a la aprobación al consumo de sustancias adictivas.

También López (1995 citado por Moreno, 2001) refiere que existen tres necesidades fundamentales, la primera abarca la alimentación, higiene, vestido, protección, salud, supervisión, entre otras, denominadas necesidades físico-biológicas; la segunda son las cognitivas, donde se espera que el niño sea estimulado en sus sentidos, se le permita explorar el contexto físico y social, adquirir una ideología de los valores y las normas, al igual que la comprensión adecuada de su ambiente; finalmente las emocionales y sociales, donde se percibe la adquisición de afecto por parte de sus padres, el apoyo, cariño y aceptación de su grupo familiar, esperando además que el niño/a genere adecuadas relaciones tanto en la comunidad y como con su grupo de iguales .

Existen varias conceptualizaciones acerca del término negligencia, el cual en algunos casos es relacionado con otros tipos de maltrato infantil, reconociéndose que éstos se presentan en distintos grados de severidad; en otros casos se reporta que son similares, siendo etiquetados con diferentes nombres para referirse a la misma forma de maltrato. A continuación se explorarán las relaciones de la negligencia con otras formas de maltrato.

Abandono y Negligencia

Es importante explorar las distintas definiciones que se han expuesto ante la problemática del abandono infantil, así como su relación con la negligencia. Se comenzará resaltando a autores como Oliván (1999), quien cataloga el abandono como la acción donde la persona que tiene la responsabilidad de cuidar y atender a un niño, aun teniendo la capacidad, rechaza total e intencionalmente éstas obligaciones.

De la misma manera Moliner (1999 citado por Moreno, 2001) da una definición refiriéndose al abandono como "la acción de abandonar, es decir, dejar algo o alguien a quien se tiene la obligación de cuidar o atender, sin cuidado, apartándose o no de ella" (p.36). Manifestando además, que no es necesario alejarse de alguien para tenerlo abandonado. Del mismo modo, define el término negligencia como "la actitud o comportamiento del que descuida algo o se descuida en algo o adopta posturas negligentes" (p.36). Asemejando este término con el abandono y el descuido. Ante la postura planteada por el autor, se destacan las palabras utilizadas por el mismo, al referirse a la acción para hablar de abandono y la actitud o comportamiento para la negligencia, evidenciando a través de estos una concordancia en los términos en cuanto al descuido que se le da, ya sea parcialmente (negligencia) o de manera definitiva (abandono).

Según Hermosilla (1989 citado por Rosas, Gallardo & Angulo, 2000) la psicología toma el abandono como la no existencia de un vínculo afectivo. Ante esto Angulo (2000), refiere que al producirse abandono, el niño es agredido en sus diferentes áreas de desarrollo (físico, intelectual, afectiva y moral) por la persona que debería protegerlo, convirtiéndose en el máximo ataque a un ser humano desprotegido.

No obstante, Díaz et al. (2006) propone una clara diferenciación en cuanto a los términos de negligencia y abandono. La negligencia se constituye como "una forma de maltrato infantil que consiste en dejar o abstenerse de atender a las necesidades del niño y a los deberes de guarda y protección o cuidado inadecuado del niño" (p.95); el segundo, abandono, se refiere según el autor a un grado máximo de negligencia, el cual "tiene repercusiones psicológicas y somáticas características e, incluso, se podría hablar de una situación sanitaria específica de aquellos que son atendidos en instituciones de protección a la infancia (inclusas, orfanatos, hogares)" (p.15).

Como han destacado algunos investigadores, en el abandono se presenta una separación de manera intencional y decisiva del niño por disposición de sus padres o cuidadores, dejándolos a cargo de terceros y por lo tanto constituyéndolo como un grado avanzado de negligencia; además, por ser un acto de omisión termina siendo al igual que ésta última un tipo de maltrato cuyas implicaciones y consecuencias son similares y pueden acentuarse y repercutir en su desarrollo para toda la vida.

Para tener una mejor explicación del concepto de abandono, es importante conocer el proporcionado por el ICBF (2006), quien lo comprende como una forma de maltrato emocional que perturba el bienestar del infante; además menciona, que se presentan dos formas de abandono:

Abandono absoluto. Cuando el adulto deja de convivir y de encargarse del niño definitivamente, dejándolo a su suerte, dentro de una vivienda o en la calle. Abandono relativo. El adulto convive con el menor de edad pero lo trata mal, y en forma repetida rechaza su presencia y comportamientos, lo grita, lo insulta, lo aísla y lo amenaza; no le brinda afecto, no lo estimula para estudiar, no le permite jugar ni estar con otros niños o adultos cercanos. Asimismo, lo obliga a realizar tareas domésticas, cargar objetos, cuidar a otros menores de edad y, en general, a hacer actividades que el niño no debe desempeñar por su tamaño, fuerza o capacidad emocional (p.10).

Se debe señalar en el anterior aporte dado por el ICBF, que el abandono es comprendido como muchos otros autores lo definen, además en cuanto a la relación con la negligencia del cuidador, éste tipo de maltrato infantil se asemeja con la segunda forma de abandono denominado relativo, donde el adulto sigue conviviendo con el niño pero ignorando su presencia. Sin embargo, se debe resaltar una gran contribución en ésta investigación, la cual se refiere a la obligación que repercute sobre el niño, el cual a pesar de tener un trato negligente, es tomado en cuenta para cumplir con las tareas asignadas en su hogar, a pesar de que no esté en la edad adecuada para desempeñarlas.

Ahora bien, con la finalidad de comprender mejor el abandono y su relación con la negligencia, se hace indispensable diferenciar los cuatro tipos de abandono citados por Rosas et al. (2000): el primero denominado precoz, consiste en dejar al recién nacido en cualquier lugar (vía publica o propiedad privada) donde se desconozca el paradero de la madre; el segundo, por incapacidad de los padres, se presenta por condiciones (alcoholismo crónico, maltrato a los hijos, ciertas enfermedades mentales) que inhabilitan a los mismos ante el cuidado de sus hijos, generalmente en estos casos los niños quedan en custodia del estado; el tercero, nombrado como desinterés progresivo o abandono diferido, se presenta cuando el niño es dejado en hogares sustitutos o se encuentra bajo medida de protección y los padres van perdiendo el interés paulatinamente, prolongando sus visitas y finalmente desapareciendo de la vida del pequeño , en el peor de los casos éste pasa toda su infancia y adolescencia en una institución; y finalmente el denominado prenatal se produce cuando la madre, en estado de gestación rechaza al feto o reacciona indiferente al nacimiento de su hijo (Hermosilla, 1989).

En los cuatro tipos de abandono, se destaca la actitud rechazante de los padres por el bienestar de los infantes a su cargo, evidenciando un comportamiento negligente, que permite considerar la relación entre las dos formas de maltrato infantil, como se mencionaba anteriormente. Por lo tanto, según las investigaciones realizadas, el abandono se presenta como un grado elevado de severidad de la negligencia de los cuidadores hacia el niño.

Abandono Físico y Negligencia

Se presentan varias explicaciones acerca del abandono físico, algunos autores, lo describen como las situaciones donde las necesidades básicas del niño (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, área educativa y/o cuidados médicos) no son tomadas en cuenta por ninguno de sus padres o cuidadores de manera temporal o permanente (Aisa, et al. 2000; Arruabarrena & De Paúl, 1994 citado por Pino, Herruzo & Moya, 2000). Debe señalarse que este concepto corresponde o se asemeja al de negligencia, ya mencionado anteriormente, por lo cual se puede entender que el abandono físico es sinónimo o hace parte de ella; es por esto que se tendrá en cuenta las citas dadas por diferentes autores con la finalidad de tener mayor claridad de los dos conceptos y sus semejanzas.

Del mismo modo, Polansky y cols. (1972 citado por Moreno 2001), refieren que el abandono físico es una situación donde el cuidador deja que el niño a su cargo sienta un sufrimiento previsible y/o fracasando en la suministración de una o varias de las necesidades básicas para su desarrollo, ya sea de manera deliberada o por falta de atención. Esta postura deja entrever un cierto grado de intencionalidad por parte de los cuidadores quienes están en búsqueda del sufrimiento del niño.

Así mismo, Moreno (2006) en su exploración hace referencia a Herrenkohl, Herrenkohl y Egolf (1983), quienes plantean una hipótesis sobre un "síndrome de apatía" de los cuidadores o falta de motivación de estos ante la manifestación de rechazo por satisfacer las necesidades familiares y las del niño; Moreno menciona además, que los niños en cuyos casos se presenta este tipo de maltrato son rechazados por sus padres y a pesar de su conducta (positiva o negativa), no incitan ni motivan el comportamiento en ellos. Por su parte, Knutson (1995 citado por Moreno, 2001) señala que "los actos de omisión del abandono físico suelen referirse al fracaso de los padres/cuidadores en la realización adecuada de sus deberes como responsables del menor" (p.37). Estas últimas interpretaciones, resaltan el fracaso de los padres al no poder cumplir con sus deberes, expresando constantemente un rechazo hacia él y su comportamiento.

Por el contrario, nuevas aproximaciones como las de Martínez y De Paúl (1993, citado en Moreno, 2002), hacen una clara diferenciación entre negligencia y abandono físico. Para ellos, el maltrato por negligencia es consecuencia de comportamientos inadecuados por parte de los cuidadores que pueden ser conscientes o inconscientes (ignorancia, incultura, pobreza, etc.) ante las necesidades físicas, psíquicas, sociales e intelectuales, las cuales se podrían generar debido a la presencia de otras necesidades familiares. Mientras que el abandono físico es una situación de negligencia infantil, donde las consecuencias físicas en el niño son más significativas. En definitiva, los anteriores autores refieren el abandono físico como una acción negligente avanzada, donde generando un mayor impacto en el área física, dejando entrever que pueden existir diferentes tipos y niveles de negligencia.

Arruabarrena y De Paúl (1994 citado por De Paúl, Pérez, Paz, Alday & Mocoroa, 2002) destacan el término negligencia física para referirse a "cualquier situación en la cual las necesidades físicas del niño (alimentación, vestido, seguridad, atención sanitaria, protección y supervisión en situaciones peligrosas) no son cubiertas temporal o crónicamente por ningún miembro de la familia" (p.55). Lo anterior evidencia una demarcación de las necesidades físicas respecto a la situación de abandono físico, relacionándose como muchos de los autores mencionan, como un tipo de negligencia que se presenta de manera avanzada, respecto al cubrimiento de las necesidades básicas requeridas por el niño.

Abandono Emocional y Negligencia

Los estudios han revelado que además del maltrato mencionado anteriormente, se conoce también por otros escritores una analogía existente entre el abandono emocional y la negligencia (Gómez, 2006). Por lo tanto se procederá a definir este concepto con el fin de comprender mejor su relación con la negligencia.

Becedóniz (2003) da una definición del abandono emocional, refiriendo que éste es una constante falta de respuesta del cuidador responsable del niño, ante las señales, expresiones emocionales y conductas emitidas en busca de proximidad e interacción. Expresando además el autor, que la carencia afectiva y el no suplir las necesidades afectivas (cariño, estabilidad, seguridad, estimulación, apoyo, entre otras), son signos de este tipo de maltrato. Se evidencia a través de la definición, una forma de negligencia que comprende el área emocional, la cual conforma una de las necesidades básicas del niño y al igual que otras formas de maltrato genera consecuencias.

Del mismo modo, Aisa et al. (2000) comprenden el abandono emocional como "la falta persistente de repuesta por padres, tutores, o figura adulta estable, a ciertas señales o expresiones emocionales del niño/a (llanto, sonrisa) o a los intentos de aproximación, interacción o contacto hacia dichos adultos" (p. 19). Además destaca la indiferencia, que es el estado de no disponibilidad de los padres/cuidadores hacia el niño, como la conducta que se identifica en esta problemática.

Es así como se puede concluir que el abandono emocional hace parte de la negligencia debido a que las expresiones afectivas emitidas por el niño no despiertan conductas adecuadas en los padres o cuidadores, siendo ésta una característica de omisión relacionada estrechamente. Además, por las consideraciones señaladas se ha evidenciado que en la negligencia, los cuidadores no cubren las necesidades básicas de los niños, siendo éstas tanto emocionales como físicas.

A partir de la búsqueda y estudio de las diferentes conceptualizaciones, así como la relación con otros términos, se establece como negligencia: un fallo que se presenta de manera involuntaria (ignorancia, incultura y pobreza) o voluntaria por parte de los cuidadores, para la satisfacción temporal o permanente de las necesidades básicas requeridas por el niño a su cargo, las cuales se agrupan en las categorías físico-biológicas, cognitivas y emocionales; a su vez, de éstas se desprenden los diferentes tipos de negligencia, que tienen un impacto en las áreas de desarrollo (área cognitiva, lenguaje, socioafectiva, motriz y física), presentándose un grado de severidad que depende del pronóstico y la posibilidad o no de recuperación del mismo, llegando al abandono físico, emocional o total del niño.

Con relación a lo anteriormente expuesto, se propone a través de la figura 5 una compilación del concepto de negligencia con el propósito de facilitar su comprensión y enriquecer esta investigación.

Tipos de negligencia

Debido a las diferentes áreas del desarrollo afectadas en los niños, así como aquellas necesidades básicas (física, médica, educacional, emocional, nutricional, entre otras) que son descuidadas por los cuidadores encargados de proporcionarlas, se conocen varios tipos de negligencia, los cuales se han nombrado por los investigadores según las áreas y necesidades mencionadas anteriormente; para algunos autores (Wanda, Allison & McCarley, 2003 citados por Fernández & Perea, 2004), la negligencia es agrupada en tres tipos fundamentales:

La negligencia física, la cual comprende las necesidades como alimentación, vestido, amparo, higiene, supervisión y además se incluye en este tipo el cuidado médico, en donde el tutor no le ofrece al niño una atención adecuada y oportuna ante la presencia de enfermedades o en el cumplimiento de los controles.

La negligencia educacional, que se refiere a la irresponsabilidad del cuidador por no cerciorarse que el niño cumpla con los deberes y compromisos establecidos en la institución, así como suplir sus necesidades educativas, es decir, no estar pendiente de la asistencia a las clases, de las reuniones de padres u acudientes, del desarrollo de tareas y trabajos, entre otros;

Negligencia de seguridad, que abarca las condiciones higiénico-sanitarias, protección hacia cualquier daño y el cuidado del ambiente. Moreno (2001) complementa, al nombrar el inapropiado vestido en relación con la época climática del momento, pudiendo causarle lesiones graves, así como los accidentes domésticos, tales como congelaciones, quemaduras e incluso deshidrataciones por permanecer durante horas en ambientes excesivamente fríos o calurosos, sin una protección adecuada (especialmente en lactantes y en niños de edad preescolar).

Sin embargo, esta clasificación deja por fuera comportamientos calificados como negligentes y sobre todo aquellos relacionados con las necesidades psicológicas de los pequeños. Por esta razón, Azaola (2006) además de mencionar igualmente estas tres formas de negligencia, hace referencia a la negligencia emocional, la cual abarca todo lo relacionado con las desatenciones a las necesidades emocionales, así como aprobar el consumo de alcohol y drogas en el niño; y la presencia de violencia doméstica. Frente a este último aspecto, Ramírez (2006) refiere que en algunas familias se presentan situaciones que vulnerabilizan al niño, siendo esto un factor de riesgo ya que existe una constante exposición a episodios de violencia intrafamiliar. En concordancia con el autor, se cree que estas exposiciones son consideradas como actos negligentes, ya que no le aseguran al niño un ambiente con condiciones favorables y estables, que le permitan establecer vínculos saludables con las figuras paternas o cuidadores. Entonces, al no aislar al niño de estas situaciones se incurre en la no protección de las situaciones potencialmente peligrosas y por tanto se comete un acto de negligencia por omisión.

Existen otros tipos de situaciones que plantea Becedóniz (2003). Aunque el autor no las describe dentro del tipo de negligencia, se ha considerado importante incluirlas en esta categoría, ya que sus características son acordes con la conceptualización del término propuesto en este trabajo, las cuales son:

Dificultad de control de la conducta del hijo. Con esta categoría el autor expone como los padres o tutores, manifiestan o demuestran claramente una gran dificultad para controlar y manejar de manera adaptativa el comportamiento de sus hijos. Resulta muy representativo para comprender esta idea, aquellas situaciones en la que los padres por querer "ser los mejores amigos de sus hijos" no ejercen ningún tipo de autoridad frente al comportamiento de estos, permitiéndoles emitir cualquier tipo de conductas sin importar si es apropiada o no para su desarrollo óptimo. La teoría del aprendizaje social (Youngblade & Belsky, 1990 citados por Moreno, 2001) explica claramente esta dificultad. Estos autores la designan como pautas de socialización inadecuadas, llevadas a cabo por los padres o cuidadores al enfrentar situaciones conflictivas en el período de crianza del niño. De esta manera, los autores resaltan la falta de criterios educativos adecuados para imponer normas de conducta, que conlleva a consecuencias a corto, mediano y largo plazo, que son el resultado de la falta de reforzamiento contingente con las conductas llevadas a cabo. Este impacto conductual será estudiado con mayor detenimiento en el capitulo 4 del presente trabajo.

Retraso no orgánico en el desarrollo. Se determina mediante un diagnóstico médico dado a aquellos niños que no incrementan su peso con normalidad en ausencia de una enfermedad orgánica. Esta problemática es causada por la inadecuada atención a las necesidades psico-afectivas y sociales del niño, trayendo consigo consecuencias físicas y psicosociales. De acuerdo con esto, se podría pensar en este retraso no orgánico más que como un tipo de negligencia, como una consecuencia de la misma; puesto que no se proporcionan al niño los alimentos necesarios para su crecimiento, afectando el desarrollo físico normal.

Por último, Becedóniz (2003) hace referencia a la situación de necesidad familiar, aclarando que más que un tipo de maltrato, esta tipología esta asociada a la carencia de recursos del medio familiar y por lo tanto, afecta a cada miembro de la misma. En este punto, es importante resaltar que en ningún momento, esta necesidad familiar es causada por un acto de acción u omisión por parte de los padres o responsables del cuidado del niño. Los acontecimientos que provocan estas situaciones de necesidad familiar pueden ser: nacimiento de un nuevo hijo, pérdida de empleo, enfermedad, etc.

La aparición de otras necesidades dentro de la familia, dificultan el cumplimiento de los padres ante los derechos y requerimientos del niño. Un claro ejemplo de esto, se evidencia en nuestra sociedad colombiana en la medida en que algunos padres o cuidadores, no pueden acompañar el desarrollo de sus hijos como se esperaría puesto que, tienen que salir a trabajar largas jornadas para poder suplir las necesidades básicas de éstos. En otros casos más extremos, el salario recibido no es suficiente para suplir necesidades como las educativas, viéndose obligados a dejar a los niños en casa, sin educación y por largos períodos de tiempo solos sin la custodia de un adulto mayor.

Finalmente, Gómez (2006) aboca al tema al plantear tres formas de las cuales, la primera es considerada más que un subtipo, una característica que define y complementa las indicadas en los apartados preliminares. Y las dos últimas, como aportaciones diferentes que por tanto constituyen nuevas categorías.

En primer lugar, se hace referencia a una falta de disposición emocional que incluye insensibilidad parental. Al retomar la lectura, se observa claramente la relación de esta idea con el tipo de negligencia emocional que describen Azaola (2006), Becedóniz (2003) y Ramírez (2006), en donde se expone principalmente la falta de respuestas afectivas que fortalecen el vínculo del niño con su cuidador.

Seguida de ésta, se mencionan las atribuciones negativas o pobres hacia el niño, muestras de hostilidad, de desprecio y rechazo hacia este. Si se analiza con detenimiento este aspecto, se puede entender como perteneciente al tipo de maltrato emocional y no como negligencia. La razón por la que se ha decidido incluir dicha descripción dentro de esta naturaleza, se basa en la sistematización mencionada como negligencia por acción u omisión. En este caso, se estaría tratando de una acción realizada por los padres como estrategia de corrección y disciplina, en la cual no se calcula y proyectan los niveles saludables, teniendo repercusiones notables en la salud global de los niños.

De la misma forma, se presentan los casos en que no se valoran los esfuerzos del niño por superar obstáculos y por tanto, nunca se refuerzan los avances y resultados positivos. Esto constituye un fenómeno interesante de estudiar, en la medida en que se emiten conductas asertivas que no aseguran la obtención de una consecuencia positiva, o simplemente ningún tipo de respuesta del ambiente. Por consiguiente, generan frustraciones que sin duda, condicionan la futura extinción después de una serie de repeticiones. Esta podría ser una hipótesis válida al buscar explicaciones de cómo los niños víctimas de negligencia, evidencian un retraimiento social.

Finalmente, el autor hace referencia a una nueva categoría en donde se describen las interacciones inapropiadas o inconsistentes respecto al desarrollo del niño. La cual hace referencia a las expectativas por debajo de las capacidades que el niño posee, de acuerdo a su etapa evolutiva. Es decir, que muchos cuidadores no permiten que el niño realice procesos de ensayo-error, con los cuales se logra aprender y aprehender las características de su mundo exterior. Así, muchos cuidadores en su afán por responder altamente a las necesidades del niño caen en negligencia, ya que lo sobreprotegen, al no permitirle la exploración. Ante este problema, Gómez (2006) afirma que las interacciones con los hijos se caracterizan por ser dañinas, irreflexivas y equivocadas, cuyo objetivo no es causar daño. Por lo que se puede concluir que ésta, es una forma de negligencia por acción, más no por omisión.

A modo de conclusión, y luego de revisar los principales autores que describen las tipologías de la problemática estudiada, se evidencian nueve formas de negligencia: la negligencia física, la negligencia educacional, negligencia de seguridad, negligencia emocional o falta de disposición emocional, dificultad de control de la conducta del hijo, retraso no orgánico en el desarrollo, situación de necesidad familiar, atribuciones negativas o pobres hacia el niño y las interacciones inapropiadas o inconsistentes. Una vez aclarada esta distribución, la cual permite comprender de mejor manera, los factores a los que están expuestos los niños, así como sus cuidadores. Se puede pasar a continuación, a exponer las características de los padres/cuidadores negligentes.

Características del Cuidador Negligente

El maltrato por negligencia hacia los niños, como se ha mencionado, es propiciado o se encuentra en la clasificación de un entorno intrafamiliar, es decir, que se produce dentro de ese contexto, siendo un lugar de principal y mayor impacto para el desenvolvimiento y desarrollo óptimo. Sin embargo, es de destacar que el contexto y la sociedad también cumplen un papel estresante que puede perjudicar la familia, por lo tanto para un mejor entendimiento del fenómeno, es importante comprender las principales problemáticas que se presentan, las cuales conllevan a la aplicación de esta forma de maltrato infantil, con el fin de entender claramente las diversas situaciones o necesidades que deben vivir las familias.

Antes de comenzar con las problemáticas y características que destacan a los cuidadores negligentes, se debe comprender la importancia que tiene el grupo familiar en el cumplimiento de los derechos del niño y su influencia para un adecuado desarrollo. Primero, se comenzará dando una definición de familia mencionada por Ríos (1998) y retomada por Covadonga en el año de 1999, refiriéndose a este conjunto como:

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente