Fundamentos sociales de la detección, selección y desarrollo de talentos deportivos (página 2)
Enviado por Mar�a Antonieta Laza Rodr�guez
Analizando el contenido de los párrafos anteriores, en el terreno del deporte, y en especial de la identificación y detección de talentos, la consulta de las fuentes escritas nos revela que el área sociológica y en particular, su área de Sociología de la Educación no ha estado presente, con la sistematicidad que reclama la educación social de los futuros deportistas, en las investigaciones que se han realizado hasta el presente.
Por este motivo, emprendemos la tarea de estudiar los aspectos esenciales que están presentes en la conducta y el comportamiento de los niños/as escolares y las particularidades de su actividad social, para poder determinar cuáles de ellos deben formar parte de la caracterización social del talento deportivo.
Factores sociales en la evolución del ser humano
El desarrollo de la especie humana se remonta a millones de años, y pasa por distintos estadios, entre los cuales resaltan por su importancia: el momento en que el hombre alcanza la independencia de las extremidades superiores, lo que hizo posible el desarrollo de la mano. Este momento, condicionó el progreso cada vez mayor del cerebro, con lo cual el hombre toda vez que iba resolviendo sus problemas de alimentación y seguridad, desarrollaba nuevas habilidades para el trabajo y aprendía nuevas formas de relación con otros seres humanos.
Con el tiempo los continuos desplazamientos con sus iguales, para buscar alimentos y lugares seguros para el descanso, hizo surgir la necesidad de comunicación: poco a poco se fue preparando el aparato laringeo, y una vez que éste estuvo en condiciones, se empezaron a emitir los primeros sonidos (guturales primero y estructurados después), dando paso mas adelante, al surgimiento de estructuras del lenguaje articulado.
El dominio de la marcha erecta hizo posible que el hombre pudiera abarcar el horizonte que se abría ante él. De esta manera, aumentó la cantidad y variedad de habilidades – siempre de tipo motriz – que, en la medida en que las iba incorporando a su que hacer cotidiano, contribuían a la creación de las estructuras cerebrales que asumirían la responsabilidad de guiar el próximo desarrollo.
El hecho de que se haya creado el órgano para la emisión de sonidos, y el propio comienzo de la comunicación oral, permitió recibir la información necesaria para trazar un plan de desarrollo de sus acciones (importantes para la alimentación y la seguridad individual y colectiva). Al mismo tiempo, la combinación de las habilidades motrices logradas, el lenguaje articulado y la posibilidad de abarcar las influencias del medio al poder sostenerse en dos puntos, condicionó el progreso del cerebro, sin el cual no hubiera sido posible contar con una sociedad estable e irreversible.
Con estos adelantos, también surgió la necesidad de preparar a las generaciones más jóvenes con los conocimientos necesarios para incorporarse al trabajo comunal. Se abre así, un espacio a la educación, que dadas las características de la sociedad, y las limitaciones que provocaba la carencia de textos, manuales e inspectores, se apoyaba en lo que el hombre sabía hacer como fin supremo de la formación y desarrollo de los niños y jóvenes.[1]
La educación en este contexto, se benefició de ".la interacción sensorio – motora con el medio a través de impresiones sensoriales, estimulación y comunicación" [2]
En estos factores sociales tiene su origen, por lo tanto, el desarrollo de los movimientos, de las habilidades básicas y como base, las capacidades físicas, que cumplieron un importante papel en la evolución de la sociedad humana. La estimulación y la comunicación se demuestran con el adelanto de la mano, el perfeccionamiento del lenguaje y todo ello como producto de que:
"El cerebro o el sistema sensorial cognitivo, no llegan al mundo como un dispositivo acabado y programado para conocerlo, sino que se forman primeramente en él y junto a él. Tanto la mente como las estructuras cerebrales en las que se asienta son, ante todo y esencialmente, fenómenos socioculturales. El cerebro se configura y se transforma continuamente a partir del medio social: es esencialmente un órgano formado social e históricamente"[3] .
Es elemental pues, tener en cuenta, que la actividad motriz de los niños, adolescentes y jóvenes, está en relación directa con las posibilidades para su desarrollo en un contexto social determinado, que le ofrezca las vivencias, los hábitos y los patrones culturales que puedan enriquecer su formación y desarrollo. Solo así se podrá conocer en realidad hasta qué punto dicha actividad puede ser continuamente mejorada.
Características sociales de las edades
Es importante, de acuerdo a lo planteado en los párrafos anteriores, tener en cuenta las características del medio y el contexto social al abordar el problema de la identificación de talentos para el deporte.
El análisis correcto de las particularidades sociales de un niño/a o adolescente, es de vital importancia para la comunicación y una intervención motriz (enseñanza) basada en los rasgos sociales del sujeto en su rendimiento. Por esta razón, se impone el análisis de las características sociales, para un tratamiento de mayor alcance, que contribuya al estudio de la muestra determinada para el proyecto que nos ocupa.
Ante todo se debe considerar que las edades comprendidas en la muestra (6 – 12 años), abarcan dos ciclos de enseñanza, cuyas particularidades, a pesar que se diferencian, tienen puntos de unión, lo que afianza su carácter de proceso en esta etapa de la educación. . De la misma forma, hay que tomar en consideración que la edad comprendida entre 11 – 12 años, aún con diferencias de criterios en los autores, como se verá mas adelante, es la edad de comienzo de la crisis de la adolescencia, que se extenderá hasta los 14 – 15 años, cuando el adolescente comienza a perfilar sus intereses cognitivos, proyectando su futuro social, tanto desde el punto de vista psicológico, sociológico, profesional, como de su posible estilo de vida, en el cual se inserta la práctica deportiva con fines que tributan o pueden ser distintos a los que motivan esta investigación.
El niño entre los 6 – 9 años de edad (Primer ciclo de la Educación Primaria) evoluciona paulatinamente, para lo cual es importante el uso de objetos de distinta textura y materiales, estimulando así, el desarrollo sensorial, que se manifiesta con mayor claridad desde los primeros meses de nacido[4]y que no desaparece, (ver Anexo 1). Por el contrario los ayuda a identificar a los objetos con su uso social, durante la etapa de pensamiento simbólico, cuando el uso le es atribuido a los objetos – símbolos (que él conoce)
En los niños de 6-7 años predomina el pensamiento intuitivo, que hace posible seleccionar y agrupar datos, objetos. Este periodo es importante porque logra que los niños poco a poco alcancen estabilidad de pensamiento, que se refleja en el comienzo del razonamiento y las operaciones para agrupar, de forma concreta, los objetos. El niño comprende lo que se le explica pero solo puede reproducir las acciones del adulto, si se les muestran repetidamente.
A esta edad comienza la escritura y lectura, pero al ser tan lento el proceso de asimilación, el niño necesita mucho tiempo para responder preguntas escritas.
Desde el punto de vista de su actividad social, el juego contribuye a que el niño comience a percibir al otro, comienza a tener un círculo de amigos (que no incluye a todos los niños/as del grupo) y las operaciones para agrupar a sus iguales se basan en las relaciones que desarrollan con ellos durante esta actividad. Es criterio de Ávila Morales (2004), que en el pensamiento de los niños/as está inscrita en esta edad la idea de que ". Todo sale de mí y vuelve a mí", "Te doy para que me des". Sus mejores amigos son los que le hacen jugar, le invitan al cine o un helado".
Estas características de la edad, son hasta cierto punto influenciadas por la incorporación de los niños a la práctica de un deporte determinado. Capetillo Velásquez,(2007) lo presenta así:
"En el caso específico del Fútbol, De Knop (1993) estima que la edad en que se puede iniciar el niño es a los 6 años y posteriormente comenzar la competición 0a los 8 años. Por su parte Siff y Verjoshanski (2000) proponen los inicios para el fútbol entre los 5 y 6 años para luego comenzar su especialización alrededor de los 11 a 13 años. En cambio Dosil y Deaño (2003) proponen la iniciación en el fútbol a los 10 años. "
No comparte mucho sus juguetes con los amigos, puesto que aún hay un predominio del egocentrismo, y sin embargo, gusta de solucionar tareas junto a ellos, como es el caso de armar y desarmar rompecabezas.
En ambos sexos, la relación con la familia, fundamentalmente con los padres, es determinante, ya que la familia ofrece el primer ambiente estable para que el niño/a desarrolle la socialización.
En este sentido es importante tener en cuenta que los niños de 6 – 7 años se comunican de forma oral con el adulto y en algunos casos, en dependencia de las relaciones afectivas con ellos, hacen lo posible por entender los signos que el adulto quiere que comprenda.
Así, es importante tener en cuenta las opiniones de algunos autores de experiencia en el campo de la iniciación deportiva, sus objetivos y orientación del aprendizaje, de manera que no se produzca el desinterés por parte de los niños o el abandono. Opiniones importantes al respecto, son las siguientes:
Se entiende como Iniciación deportiva, el proceso cronológico en el transcurso del cual un sujeto toma contacto con nuevas experiencias regladas sobre una actividad físico – deportiva. (Carratalá, V., 1997).
Para Hernández Moreno et al. (2000), la Iniciación deportiva es un proceso de enseñanza-aprendizaje, seguido por un individuo para la adquisición de la capacidad de ejecución práctica y conocimiento de un deporte. Este conocimiento abarca desde que el individuo toma contacto con el deporte hasta que es capaz de jugarlo con adecuación a su estructura funcional.
Al arribar a los 7 años, y hasta los 9; los niños comienzan a desarrollar las aptitudes sociales con los compañeros y en las estructuras sociales, como en la escuela, la iglesia y las asociaciones de exploradores ("scouting"). Los niños de esta edad siguen necesitando el sentido de apoyo de los padres según siguen desarrollando el sentido de sí mismos. La relación oral incluye la comunicación a través del tacto, el olor, la posición del cuerpo, el calor, los nexos visuales, el rostro de la madre, etc.[5]
Dado que el niño del primer ciclo de la escuela primaria aún está muy ligado al ambiente del entorno familiar, se debe promover la aplicación de técnicas de investigación en las que los padres participen directamente, o con la presencia de los padres, tomando en cuenta que el niño no ha perfeccionado la escritura, ni puede dar respuestas escritas a las demandas del adulto.
En consecuencia, ". La figura del padre y de la madre son consideradas por tanto como los principales agentes socializadores, a modo de ejemplo García Ferrando (2002), expone que un 33% de los atletas olímpicos españoles fueron estimulados e influenciados por sus padres para que ellos se dedicaran a la práctica de un deporte.
Los niños/as de 10 – 12 años pertenecen al 2º ciclo de la Educación Primaria. En esta etapa se presentan dos registros importantes en el rendimiento social:
1. Asociado al creciente incremento de la independencia que causan las relaciones que se establecen en las actividades escolares.
2. Comienzan a presentar los síntomas de crisis que marca el camino hacia la adolescencia, en la cual el desempeño social ocupa un papel importante.
En el primer registro, se observa que los niños de 10 – 11 años amplían su círculo de amigos, ahora con el propósito de hacer maldades, travesuras, y sobre todo jugar. Las niñas pueden participar en juegos con los niños, siempre que se ajusten a los objetivos del juego, más que a las diferencias de sexo que puedan notarse en el desarrollo de las acciones.
Esta edad se caracteriza porque el niño/a aprende a interiorizar ideas, criterios, y en consecuencia, no lo expresa todo. Puede leer y escribir perfectamente, y esto ayuda a que pueda seleccionar lugares cuyas actividades son de disfrute junto con los amigos.
Comienza a percatarse de la posibilidad de tener una amiga/o, y entorno a ello gira la propuesta que pueda hacer para disfrutar el tiempo libre. Los cambios que comienzan a producirse desde el punto de vista hormonal, se reflejan en una necesidad constante de movimiento, acción, actividad. De ahí que el niño/a de 10 – 11 años imite todos los modelos que presenta el adulto, sobre todo la figura materna o paterna. Además, los niños/as de esta edad no miden sus fuerzas y casi siempre asumen los retos que se les plantean en cuanto a actividad física, sin percatarse de que no le alcanzan las energías para cumplirlos. No obstante, la actividad física contribuye en gran medida al desarrollo de la objetividad de las acciones y que comience a relacionarse con el concepto de realidad tal como es en el día a día escolar. En esta edad comienza a fortalecerse comprendiendo sus emociones y mostrando firmeza en cuanto a sus actos y valoraciones con otros niños/as.
La escuela, como institución, al sustituir a la familia por un periodo del día, contribuye a que las relaciones sociales que van conformando la personalidad de los niños/as, se extienda, y esto ocurre mediante las actividades escolares que se les proponen.
Entre los 11 – 12 años, y en lo adelante, el interés social tiene únicamente carácter grupal, y las actividades en las que elige participar, son siempre para el grupo, incluyendo a las niñas (los muchachos desean mostrar sus habilidades, su fortaleza e inteligencia; las niñas quieren mostrar la delicadeza de su belleza, su ingenio y capacidad para sostener unas primeras relaciones sociales con el sexo opuesto.
Entre los 12 – 14 años la crisis de la adolescencia ha alcanzado niveles superiores, que se reflejan ante todo, en la menstruación (11 o 12 años en las niñas) y en las primeras eyaculaciones (13 o 14 años en los niños).
La conducta social de los adolescentes de esta edad, se caracteriza por su carga de resentimiento, sobre todo cuando ha habido problemas en los lazos que unen al grupo. El resentimiento puede ser explotado para arrojar a los jóvenes a cualquier tipo de lucha. El niño/a adolescente pasa periodos prolongados de soledad.
A pesar de gustarle la música, bailar, ir al cine, pasear, etc., estas actividades no logran mitigar la sensación de incomprensión que se produce ante cualquier situación de la vida cotidiana.
Ávila Morales (2004), criterio que se observa también en estudios precedentes de Torralba et. al. (1999), distingue los siguientes rasgos sociales que caracterizan estas edades:
Creciente emancipación de los padres.
Busca la independencia pero a la vez busca protección en ellos.
Se da mutua falta de comprensión (con sus padres)
Tiene necesidad de valorarse, de afirmarse, de afiliación y de sentirse aceptado y reconocido por los de su entorno.
Su principal interés son las diversiones, el deporte, etc.
Los aspectos que se mencionan en estos dos últimos rasgos sociales, son indicadores a tener en cuenta tomando en consideración, como se había planteado con anterioridad, que la actividad física contribuye en gran medida al desarrollo de la objetividad de las acciones y que los niños/as comiencen a relacionarse con el concepto de realidad tal como es en el día a día escolar.
La forma en que los niños y las niñas se valoran y afirman en un grupo social escolar, tiene sus especificidades. En el caso de los niños, la práctica de actividades físicas y el resultado de la ejercitación tanto en las clases de Educación Física como en actividades físicas extra escolares, casi siempre se convierte en un agente natural de difusión de buenas cualidades varoniles.
El sólo hecho de que los niños pertenezcan a un equipo deportivo, es un elemento de presentación hacia el sexo femenino, pues representa algo a partir de lo cual, se puede establecer un debate entre las niñas, se puede provocar una situación de empatía y por lo tanto, promueve que el niño sea aceptado por el sexo opuesto. Si además los niños demuestran poseer capacidades y habilidades por encima de la media del equipo, se convierten en sujetos populares, a los que incluso su propio sexo, les muestra respeto, consideración y sumisión. Los resultados del proceso de desarrollo de la educación física escolar, tanto como los logros individuales del perfeccionamiento físico –motriz de los varones, representa así, entre los 11-12 años, una carta de presentación que es más social que deportiva, en relación con el sexo femenino. Este proceso se puede identificar con el que estudia Naranjo Meléndez (2006) como autoapertura, que contribuye a la experimentación de la llamada intimidad en las interacciones con otros, entre otros conceptos que maneja la autora mencionada.[6]
En el caso de las niñas, la participación en actividades extra – escolares está más asociada a los conocimientos y habilidades que le puedan reportar experiencias que puedan ser utilizadas con un sentido práctico. La niña no ve el deporte como opción para su desarrollo futuro, a menos que éste despierte interés para mejorar su figura, o sienta que la ayuda a enfrentar el resto de las tareas escolares.
Una vez que rebasan los 12 – 14 años (las adolescentes y los adolescentes respectivamente) entran en la etapa de adolescencia propiamente dicha. El desarrollo social se caracteriza porque tanto desde el punto de vista cognoscitivo, como el motivacional y afectivo se agiliza el proceso de socialización.
Las principales tendencias del comportamiento social en las cuales coinciden en esencia Torralba et. al. (1999), Ávila Morales (2004) y Capetillo Velásquez (2007), reflejan no solo la estabilidad cognitiva de los adolescentes, sino su posibilidad de ver en el deporte, además de un importante factor de socialización, una alternativa como profesión para el futuro. Los criterios de los autores mencionados se resumen a continuación:
A medida que crecen, son mayores y más variadas sus experiencias sociales. Este mayor contacto con la sociedad favorece un conocimiento más real de la sociedad.
Mayor conciencia de los demás, así como una progresiva conciencia de pertenencia a una clase social
La socialización en el adolescente implica contradicciones como:
Oscilación entre excitación y depresión: trabajo y ocio, buen humor y llanto.
Oscilación entre sociabilidad e insociabilidad: delicados e hirientes, tratables e intratables.
Oscilaciones entre confianza y desconfianza de sí mismos.
Oscilaciones entre vida heroica y sensualidad.
En esta época aparecen rivalidades y luchas para obtener el poder y ejercerlo sobre los demás. Prueba sus fuerzas físicas y así se convierte en agresivo, lo que se manifiesta con ciertos actos exteriores (se golpean unos a otros), palabras agresivas (se insultan), manifestaciones reprimidas y ocultas, agresividad contra sí mismos, agresividad contra las cosas.
La situación frente a la familia es ambivalente: Por una parte está la emancipación progresiva de la familia, lo que implica un riesgo; y por otra, el adolescente percibe que su familia es fuente de seguridad y ayuda, con miedo a perderla.
Considera que tiene una mayor independencia volitiva al tratar con los adultos.
La amistad entre adolescentes se caracteriza por la sinceridad, el altruismo, la delicadeza. Se precian de tener los mismos gustos y opiniones, se imitan, se tienen mutua confianza, se quieren con exclusividad, se sacrifican unos por otros.
El grupo proporciona a los adolescentes bienes diversos: (sentimiento de seguridad, protección y solidaridad, facilita las amistades, es una escuela de formación social, ayuda a la emancipación de sus padres y reduce el conjunto de frustraciones.
Compromete todo su ser a la búsqueda de la imagen ideal de sí mismo, donde pone a prueba la fuerza de la voluntad, la solidez de las posibilidades y cualidades personales, para lo cual le ayudan las prácticas deportivas.
La combinación de estos dos últimos aspectos, es interesante ya que ". estos otros actores se interrelacionan con el niño.y resulta determinante en las motivaciones del adolescente, el grupo de amistades con los que va manteniendo unos lazos afectivos cada vez más fuertes". (García et al., 2003; (Ruiz, L., 1987).
Es decir, después de los padres, han sido los amigos o amigas los que más frecuentemente han ejercido una influencia para adquirir una determinada práctica deportiva postergando a un tercer lugar la figura del entrenador (García Ferrando, M., Lagardera, F., Puig, N., 2002). [7]
Factores asociados a la inteligencia emocional, presentes en el contexto de la caracterización social del talento deportivo.
Algunos autores habían abordado las premisas del área social en sus estudios y textos sobre detección e identificación de talentos deportivos, en los niveles primarios de educación, sin vincularlas directamente a un espacio específico, pero reconociendo la necesidad de comenzar a organizar este tipo de trabajo no solo desde los aspectos biológicos, físicos, y en general de las aptitudes, sino escudriñando también dentro de esas aptitudes, las características sociales de estos niños. Señala Navarro, S, (s/a) que:
"El deporte es un medio donde el niño, al participar en él, aprende formas de comportamiento (actitudes, maneras de ser, relaciones con los demás, ideas y conceptos, objetivos, etc.), que en parte vienen propiciados por el deporte en cuestión pero que, mayoritariamente, se deberá a las orientaciones que provengan de las personas responsables que intervienen en la organización y desarrollo de la práctica deportiva infantil."[8].
En las edades que se consideraron para la presente investigación, el factor emocional resulta significativo, ya que se trata del periodo en que los niños sufren las consecuencias del necesario cambio institucional (o su incorporación a él) y el comienzo de la crisis del desarrollo. En este espacio de tiempo, se da el tránsito desde la dependencia de la familia, hacia la independencia e incorporación al grupo de pares, que impulsarán todas las tareas de desarrollo, dentro de las cuales, naturalmente, se inserta el deporte.
Resulta muy esclarecedor el criterio de varios autores sobre el papel de la familia en la iniciación deportiva. Vamos a analizar varios de estos criterios concisos, para continuar nuestra reflexión.
Señala Ruiz (1987) que: "El niño en la familia vive un proceso importante de su desarrollo personal, por lo que resulta innegable a pesar de la dificultad de valorar, el influjo que posee ésta en los primeros años de vida, años de intenso desarrollo motor. "
Capetillo Velásquez, (2007), identifica en este sentido el criterio de Gutiérrez y García (2001), que reconocen también a la familia como el agente socializador que ejerce mayor influencia en la vida del deportista y agregan que éstos proporcionan el ambiente social primario donde puede desarrollar su identidad, autoestima y motivación para tener éxito en el deporte. Por su parte García Ferrando y Mestre, (2000) como también Martin, Carl, y Lehnertz, (2001), coinciden en que los factores mas significativos que condicionan al joven deportista son la familia y en particular los padres.
De igual forma, Campos (1996) reafirma éste concepto cuando expresa que la permanencia del atleta en el ambiente competitivo está supeditada en gran medida a la actitud positiva desde el seno familiar que actúa como refuerzo siendo el factor de mayor peso para este reconocimiento familiar el que el padre haya practicado deporte. [9]
En el problema de la detección e identificación del talento deportivo, los investigadores y autores de los actuales textos publicados, en pocas ocasiones reconocen la utilidad de la perspectiva sociológica, para contar con indicadores que le permitan predecir el comportamiento futuro de los niños que participan en estos procesos.
Adentrándonos un poco más en el tema, expresan Águila Soto y Andujar (2000), ".encontramos una serie de conceptos que habitualmente se utilizan de manera indistinta que, si bien están íntimamente relacionados, presentan ligeros matices diferenciadores: estamos hablando de detección, identificación y selección de talentos deportivos" [10]
Harsany y Martin (1987), proponen como criterios las características antropométricas, físicas, fisiológicas y sociales, como los principales elementos de la performance descubiertos en la selección de atletas. [11]
Estos autores, a pesar de considerar el componente social en la identificación de talentos deportivos, no realizan propuestas sobre el contenido a tener en cuenta.
Simarro Rius (2001) unido a los requisitos antropométricos, las características físicas, las condiciones tecnomotrices, la capacidad de aprendizaje, la predisposición para el rendimiento y los factores afectivos, le otorga un espacio a las condicionantes sociales, entre las cuales menciona: la inserción dentro de un equipo, el entrenador, la familia y otros. [12]
En su libro, Hechavarría Urdaneta y Rosario Caballero (2001), dentro de los aspectos significativos para la Selección de Talentos en cualquier población, destacan como importantes, los siguientes:
"Para lograr objetivos específicos en determinada actividad en cualquier población, ya sea infantil, juvenil o adulta, hay que tener en cuenta diferentes aspectos, entre los que se encuentra el somatotipo, costumbres, comportamiento social, medio de vida, etc., ya que en estos de una u otra manera tienen que ver las condiciones hereditarias y las del medio (externo) como: las condiciones socioculturales, naturales, geográficas, así como las tradiciones.
Visto de esta forma, estos autores busca orientar a los especialistas en una concepción igualmente actualizada del papel de la selección en el desarrollo futuro de un deportista: "En el caso de la actividad deportiva y particularmente en la selección de talentos, estos factores son de gran importancia porque influyen en el desarrollo físico, motor, psíquico y en la personalidad del niño, lo cual no puede de ninguna manera ser desconocido"[13]
Entendemos que el criterio de este autor contribuye al tratamiento del problema (participación de las condicionantes sociales en la selección de talentos deportivos), que se muestra a continuación en la definición de López (1995), y que vamos a asumir para este estudio:
Talento es el ".conjunto de facultades o aptitudes para una cosa; una aptitud natural o adquirida para hacer algo. Depende de la capacidad individual del sujeto pero también de una serie de aspectos externos e internos, como las condiciones sociales y afectivas que le rodean o su motivación hacia el entrenamiento. En este sentido, el talento tiene que ser no sólo descubierto sino también estimulado y formado (López J., 1995). [14]
Como parte de esa formación señalada por López, el rendimiento social es importante para realizar una adecuada identificación y detección de talentos deportivos. Cuando el desempeño social se muestra a través del rendimiento con sus pares, las habilidades para establecer y mantener la comunicación, aceptar a los demás sin interrumpir su actividad motriz y la del otro, nos damos cuenta que ese desempeño lo prepara para asimilar relaciones mas complejas en actividades motrices deportivas, y desarrollar aptitudes en la esfera social para el deporte de rendimiento y su vida posterior.
Pero no son solo estos elementos los que resultan de interés al abordar la identificación de talentos, dado que este proceso se realiza en edades muy tempranas. Es necesario reconocer el papel que en el aprendizaje y desarrollo de las acciones motrices y la asimilación de los juegos, tienen los presupuestos de la inteligencia emocional.
La Inteligencia Emocional, como toda conducta, es transmitida de padres a niños, sobre todo a partir de los modelos que el niño se crea. Tras diversos estudios se ha comprobado que los niños son capaces de captar los estados de ánimo de los adultos. [15]
En la educación escolar, las diversas situaciones emocionales preparan al niño para evidenciar un comportamiento emocionalmente estable, dotándoles de estrategias y habilidades emocionales básicas que les protejan de los factores de riesgo o, al menos, que palien sus efectos negativos.
Esta autora continúa expresando que "Los objetivos que se persiguen con la implantación de la Inteligencia Emocional en la escuela, serían los siguientes:
1) Detectar casos de pobre desempeño en el área emocional.
2) Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás
3) Clasificarlas: sentimientos, estados de ánimo
4) Modular y gestionar la emocionalidad
5) Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.
6) Prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.
7) Desarrollar la resiliencia
8) Adoptar una actitud positiva ante la vida.
9) Prevenir conflictos interpersonales
10) Mejorar la calidad de vida escolar." (Aldaz Herrera, N. 2006) (Gea Rodríguez, 2008. Obra ya citada)
En el rendimiento escolar van a influir algunos factores socio – emocionales, como son:
1º Confianza en sí mismo y en sus capacidades
2º Curiosidad por descubrir
3º Intencionalidad, ligado a la sensación de sentirse capaz y eficaz.
4º Autocontrol
5º Relación con el grupo de iguales
6º Capacidad de comunicar
7º Cooperar con los demás
Concertando los factores antes planteados con nuestro interés específico – la inteligencia emocional en la identificación de talentos para el deporte – no podemos dejar de introducir la concepción de factores necesarios para detectar las emociones que desde el punto de vista deportivo se producen o se modifican con este tipo de actividad.
1º El esfuerzo es la base de la adquisición de emociones positivas, que proporciona confianza en sí mismo, si los niños/as y adolescentes logran dominar las habilidades motrices (básicas y deportivas), y todo ello, apoyado en el desarrollo de sus capacidades físicas.
2º Búsqueda de las fortalezas motrices y deportivas, que intervienen en la aceptación del niño/a y el adolescente, en las prácticas deportivas escolares, con lo cual puede acceder a un lugar en el grupo de pares, y en el equipo. Esto lo ayuda a descubrir que tiene campos de comunicación que no ha explorado totalmente, y que despiertan el interés por descubrir en el resto de los compañeros de aula y clases de actividad física y deportiva.
3º Posibilidad de percibir, en el progreso que se alcanza a través de la ejercitación en las clases de educación física y deportiva, el efecto emocional que produce dominar habilidades motrices y poder desarrollarlas individualmente y con los otros. Esto contribuye al alcance de una actitud positiva para comprender y juzgarse como capaz y eficaz.
4º Auto observación no solo de las emociones propias, sino las de los demás compañeros de práctica o miembros del equipo en la clase. Esto ayuda a regular las emociones tanto positivas como negativas, y consecuentemente, poder ayudar al otro, tanto como recibir ayuda.
5º Facilidad para interactuar con el grupo de iguales. Las habilidades para analizar y comprender las situaciones que se dan durante la práctica deportiva, contribuye a solucionar los conflictos que pueden aparecer producto de las reglas, las normas e incluso los acuerdos a los que llega el grupo para disfrutar de la actividad física, sobre todo de juegos deportivos, y la facilidad que puede brindar en la negociación de los desacuerdos. En la medida en que los adolescentes logran desarrollar esta cualidad, lograrán también mayor popularidad, y en consecuencia siempre serán solicitados por sus pares, para integrar sus equipos deportivos.
6º Capacidad de comunicar no solo sus emociones positivas (de lo cual son ejemplos: lograr una canasta, efectuar una proyección o finalizar el recorrido de una distancia). También las emociones negativas necesitan una capacidad de comunicación con los iguales, de forma que ellos puedan comprender el estado de ánimo que se produce cuando de alguna forma, el adolescente piensa que le ha fallado al equipo deportivo.
7º Cooperación con los demás. Una de las primeras enseñanzas que produce la educación física y deportiva, es el sentido de la cooperación. Si se promueve el trabajo en dúos, tríos y en equipos, es por la necesidad de transmitir la idea de que en un equipo, el triunfo se alcanza cuando todos cumplen su rol. Incluso, en las actividades deportivas individuales, en algunas ocasiones se necesita la ayuda del otro para poder vencer una distancia, o poder cumplir una tarea que resulta necesaria para avanzar en el desarrollo de habilidades deportivas.
Factores de resiliencia en el contexto de la caracterización social del talento deportivo. Componentes de resiliencia que pueden ser abordados en el deporte y la selección de talentos deportivos
La introducción del concepto de resiliencia es nueva en las ciencias sociales. En el campo de la educación, y específicamente la Sociología de la Educación, su estudio ha sido poco explotado.
La resiliencia como concepto, es un término que proviene de la física y se refiere a la capacidad de un material para recobrar su forma después de haber sido sometido a altas temperaturas. (López, 1996).[16]
La resiliencia no es un rasgo que las personas tienen o no tienen. Conlleva conductas, pensamientos y acciones que cualquier persona puede aprender y desarrollar. Significa una nueva mirada a la manera en que los diferentes seres humanos afrontan posibles causas de estrés: malas condiciones y vejaciones en la familia, reclusión en campos de prisioneros, situaciones de crisis como las causadas por viudez o el divorcio, las grandes pérdidas económicas o de cualquier otra índole. (García, Rodríguez y Zamora).
A ellas se pueden añadir las conductas y comportamientos que algunos niños afrontan en la escuela (poca empatía, problemas de comunicación, fracaso en los exámenes y evaluaciones, burlas, falta de habilidades para relacionarse con sus pares, problemas raciales políticos, religiosos, y un contexto adverso para conservar la sonrisa. (Laza Rodríguez, 1008)
Las características de la resiliencia, intervienen en la emergencia de personas que, en lugar de preguntarse por las causas de la patología física o espiritual que esas catástrofes generan, el nuevo punto de vista supone indagar de qué condiciones está dotada esa minoría; por qué y de qué manera logra escapar a los males propios de los llamados "grupos de riesgo".
Los individuos "resilientes" se destacan por poseer un alto nivel de competencia en distintas áreas, ya sea intelectual, emocional, buenos estilos de enfrentamiento, motivación al logro autosugestionado, autoestima elevada, sentimientos de esperanza, autonomía e independencia, entre otras. Y esto ha podido ser así incluso cuando el área afectada es tan básica para la vida, como la nutrición.
En este orden de ideas, se inscribe la factibilidad de análisis de la resiliencia en el deporte. Tanto desde la adversidad, como desde el propio sentido de las situaciones complejas que se dan para acceder a los triunfos deportivos, resulta interesante el estudio de los factores que originan o producen resiliencia en el sujeto con características para la práctica deportiva.
Existen tres pilares que sostienen la capacidad de resiliencia, y que se asumirán en este estudio sobre las características sociales de los niños, niñas y adolescentes que pueden ser identificados como talentos deportivos. Estos son:
1. La capacidad de juego.
Desarrollar la concepción de disfrute de las habilidades y capacidades, tal como se mencionaba en la explicación sobre inteligencia emocional en las clases de educación fìsica y deportiva. La creatividad, la multiplicación de los intereses personales, los juegos de la imaginación relegan esas causas de alarma a su justo lugar, y deben ser revitalizadas para no deprimirse, ante las cambiantes situaciones que produce la pràctica de juegos deportivos y actividades en equipo.
2. La capacidad de encarar las situaciones con un sentimiento de esperanza.
Para ello es fundamental tener al menos a alguien en quien depositar los afectos, admiración, que sirven como guía y estímulo.
Es lo que en el lenguaje común de los grupos de resiliencia se conoce como "engancharse". Son esenciales asimismo las llamadas "redes de sostén" o de contención, vínculos que enriquecen e impiden que la persona se sienta en una intemperie vital. Amigos, un maestro, una comunidad barrial, los grupos de resiliencia obran como apoyo y estímulo permanentes. Estas contribuyen, en el caso específico de los niños y niñas con aptitudes para el deporte, a sobrellevar las situaciones adversas y no perder el hilo del juego o la actividad deportiva de que se trate, de manera que siempre exista una nueva acción, de la que se esperan y se hace lo posible por alcanzar mejores resultados.
3. El auto sostén. Se puede resumir como un mensaje que la persona elabora para sí mismo. "yo sé que esto me va a pasar", se dice ante un mal trance. O sea: predice en sentido negativo su futuro cercano, y lo que es aún peor, no programa las acciones para hacer frente a su situación "
En el caso del deporte, y en particular los niños que tienen aptitudes para el mismo, este factor contribuye a aumentar la autoestima, a orientar las acciones hacia sus fortalezas, demostrando así, no solo la capacidad de auto sostenerse, sino la de apoyar y servir de sostén a los demás, para alcanzar los objetivos del equipo deportivo.
Con estos elementos, se puede concretar que la detección de talentos necesita relacionar el ámbito emocional, las exigencias del deporte y los factores de resiliencia que darán al niño/a y adolescente, la oportunidad de desarrollar una visión de futuro, optimista, para la práctica de un deporte. Los puntos de relación identificados son:
Interés hacia el deporte
Capacidad individual para enfrentar tareas motrices deportivas (Reacción ante el esfuerzo)
Atención a los factores externos e internos que inciden en la inclinación a la actividad deportiva (Reacción ante el cumplimiento de tareas motrices )
Disposición para enfrentar situaciones deportivas en unión de sus iguales (Aptitud para la actividad en equipo con sus iguales y para solucionar tareas complejas, que demandan la cooperación)
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Autor:
Dra. C. María Antonieta Laza Rodríguez
Lic. Héctor Niles
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