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Mitos y Tradiciones como parte de la Transculturación en Cuba

Enviado por Celia Sanchez Pereira


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El fenómeno social de la transculturación y su importancia en Cuba
  3. Mitos y leyendas en Cuba
  4. Algunos seres míticos y su significación actual
  5. Ejemplos de mitología recogida en la provincia Villa Clara
  6. Religión y sociedad: origen y tradiciones
  7. El uso de la Medicina Natural y sus antecedentes
  8. Conclusiones
  9. Bibliografía

Introducción

Está demostrado que todos los grupos humanos que conviven en un mismo espacio físico durante un tiempo determinado toman elementos culturales unos de otros y los van incorporando a su acervo cultural.Este fenómeno se observa en Cuba, exteriorizado en diferentes formas de cultos, creencias, mitos y supersticiones; y podemos encontrar estos efectos en la población creyente y no creyente, consciente o inconscientemente, en sus costumbres éticas, sociales y espirituales.

El presente estudio está remitido al abordaje de los mitos y tradiciones, que han sido legados como parte del proceso de transculturación que se desarrolló principalmente en la etapa colonial en Cuba, enfatizado en la provincia Villa Clara. Además, se ofrece una muestra de estos, que ha sido recopilada de las obras de figuras emblemáticas de la talla de Samuel Feijóo y Fernando Ortiz. También se tratan aspectos relacionados con la salud y específicamente con el uso de la medicina verde.

Palabras claves: transculturación, mitos, tradiciones, medicina natural.

OBJETIVOS

  • Identificar el proceso de transculturación en la etapa colonial y su importancia.

  • Precisar el concepto de mitos, leyendas, tradiciones y su significación actual.

  • Ejemplificar la mitología de la provincia Villa Clara.

  • Establecer relaciones entre el uso de la medicina natural y sus antecedentes.

DESARROLLO

El fenómeno social de la transculturación y su importancia en Cuba

Hemos escogido el vocablo transculturación para expresar los variadísimos fenómenos que se originan en Cuba por las complejísimas transmutaciones de culturas que aquí se verifican, sin conocer las cuales es imposible entender la evolución del pueblo cubano, así en lo económico como en lo institucional, jurídico, ético, religioso, artístico, lingüístico, psicológico, sexual y en los demás aspectos de su vida.

En todos los pueblos la evolución histórica significa siempre un tránsito vital de culturas a ritmo más o menos reposado o veloz; pero en Cuba han sido tantas y tan diversas en posiciones de espacio y categorías estructurales las culturas que han influido en la formación de su pueblo, que ese inmenso amestizamiento de razas y culturas sobrepuja en trascendencia a todo otro fenómeno histórico. Los mismos fenómenos económicos, los más básicos de la vida social, en Cuba se confunden casi siempre con las expresiones de las diversas culturas. En Cuba decir ciboney, taíno, español, judío, inglés, francés, angloamericano, negro, yucateco, chino y criollo, no significa indicar solamente los diversos elementos formativos de la nación cubana expresados por sus sendos apelativos gentilicios. Cada uno de éstos viene a ser también la sintética e histórica denominación de una economía y de una cultura de las varias que en Cuba se han manifestado sucesiva y hasta coetáneamente, produciéndose a veces los más terribles impactos.

Primero fue la cultura de los ciboneyes y guanajabibes, la cultura paleolítica de piedras y maderas rústicas sin bruñir, y de conchas y espinas de peces. Después, la cultura de los indios taínos, que eran neolíticos, de la piedra con pulimento y de la madera labrada. Ya con los taínos llegan la agricultura, la sedentariedad, la abundancia, el cacique y el sacerdote; y llegando por conquista, imponen la transculturación. Los ciboneyes pasan a siervos naborías o huyen a las serranías y selvas, a los cibaos y caonaos.

Luego, a la llegada de los europeos, ocurre un "huracán de culturas". Con estos llegaron el hierro, la pólvora, el caballo, el toro, la rueda, la vela, la brújula, la moneda, el salario, la letra, la imprenta, el libro, el señor, el rey, la iglesia, el banquero…

Si América fue Nuevo Mundo para los pueblos europeos, Europa fue Mundo Novísimo para los pueblos americanos. Fueron dos mundos que recíprocamente se descubrieron y entrechocaron. El contacto de las dos culturas fue terrible. Una de ellas pereció, casi totalmente, como fulminada. Constituyó así una transculturación fracasada para los indígenas, y radical y cruel para los advenedizos.

Con los blancos llegó la cultura de Castilla y envueltos en ella vinieron andaluces, portugueses, gallegos, vascos y catalanes. Y también desde las primeras oleadas inmigratorias arribaron genoveses, florentinos, judíos, levantinos y berberiscos, es decir, la cultura mediterránea, mixtura milenaria de pueblos y pigmentos, desde los normandos rubios a los subsaharianos negros. Mientras unos blancos trajeron la economía feudalesca, como conquistadores en busca de saqueo y de pueblos que sojuzgar y hacer pecheros; otros, blancos también, venían movidos por la economía del capitalismo mercantil y aun del industrial que ya alboreaba.

No hubo factores humanos más trascendentes para la cubanidad que esas continuas, radicales y contrastantes transmigraciones geográficas, económicas y sociales de los pobladores.

Con los blancos llegaron los negros, primero de España, entonces cundida de esclavos guineos y congos, y luego directamente de toda la Nigricia. Con ellos trajeron sus diversas culturas, unas selváticas como la de los ciboneyes, otras de avanzada barbarie como la de los taínos, y algunas de más complejidad económica y social, como la de los mandingas, yolofes, hausas, dahomeyanos y yorubas, ya con agricultura, esclavos, moneda, mercados, comercio forastero y gobiernos centralizados y efectivos sobre territorios y poblaciones tan grandes como Cuba; culturas intermedias entre la taína y la azteca; ya con metales, pero aún sin escritura.

Los negros trajeron con sus cuerpos sus espíritus, pero no sus instituciones, ni su instrumentario. Vinieron negros con multitud de procedencias, razas, lenguajes, culturas, clases, sexos y edades, confundidos en los barcos y barracones de la trata y socialmente igualados en un mismo régimen de esclavitud.

No hubo otro elemento humano en más profunda y continua transmigración de ambientes, de culturas, de clases y de conciencias. Se traspasaron de una cultura a otra más potente, como los indios; pero éstos sufrieron en su tierra nativa, creyendo que al morir pasaban al lado invisible de su propio mundo cubano, y los negros, con suerte más cruel, cruzaron el mar en agonía y creyendo que aún después de muertos tenían que repasarlo para revivir allá en África con sus padres perdidos.

Fueron los negros arrancados de otro continente como los blancos; pero aquéllos fueron traídos sin voluntad ni ambición, forzados a dejar sus antecedentes costumbres tribales para aquí desesperarse en la esclavitud.

Y si indios y castellanos en sus agobios tuvieron amparo y consuelo de sus familias, sus prójimos, sus caudillos y sus templos, los negros nada de eso pudieron hallar. Más desgarrados que todos, fueron aglomerados como bestias en jaula, siempre en rabia impotente, siempre en ansia de fuga, de emancipación, de mudanza y siempre en trance defensivo, de inhibición, de disimulo y de aculturación a un mundo nuevo. En tales condiciones de desgarre y amputación social desde continentes ultraoceánicos, año tras año y siglo tras siglo, miles y miles de seres humanos fueron traídos a Cuba. En mayor o menor grado de disociación estuvieron en Cuba así los negros como los blancos. Todos convivientes, arriba o abajo, en un mismo ambiente de terror y de fuerza; terror del oprimido por el castigo, terror del opresor por la revancha; todos fuera de justicia, fuera de ajuste fuera de sí. Y todos en trance doloroso de transculturación a un nuevo ambiente cultural.

Después de los negros fueron llegando judíos, franceses, anglosajones, chinos y gentes de todos los rumbos; todas ellas a un nuevo mundo, y todas de paso, a un proceso de transplantación y reforma más o menos hirviente.

Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación. En conjunto, el proceso es una transculturación, y este vocablo comprende todas las fases de su parábola.1

En resumen, la nacionalidad cubana se forma desde que se enfrentan dos culturas: la aborigen y la española, y se enriquece más con la llegada del africano. Después surge el criollo que ama a su tierra y se enfrenta con los españoles. En este hay una modificación del idioma, de la forma de proyectarse, entre otras manifestaciones.

Mitos y leyendas en Cuba

Aunque el mayor peso conceptual en el estudio de los relatos orales se refiere a los cuentos, mucho se ha escrito sobre leyendas y mitos desde la antigüedad hasta nuestros días.Algunos autores tienden a unificar o confundir el mito y la leyenda, y a convertirlos en un único fenómeno literario. Otros se atienen a las funciones específicas de los relatos, y la confusión resulta entonces mayor, pues, sin una definición de los términos y su espacio conceptual, tratan de subdividirlos por temas; por ejemplo llaman mitos, a los relatos sobre sucesos patrios; leyendas, a las historias y acciones de dioses en sus actos de fundación cosmogónica.Hay un tercer grupo de autores que, en aras de la claridad analítica y expositiva, establecen una separación preliminar entre mito y leyenda y, posteriormente, se limitan a esta determinación en el proceso del estudio de los casos concretos. Este último enfoque nos resulta el más aceptable en concordancia con el material que obtuvimos en la indagación que realizamos, y de ahí que sea el que adoptemos.

Siguiendo ese principio, consideramos como mitos a los relatos que recogen y transmiten la esencia del pensamiento primitivo y acientífico sobre el origen y desarrollo de la tierra y de la vida, con narraciones sobre los orígenes del mundo, de las familias iniciales -divinas o divinizadas- y de las fuerzas de la naturaleza o del destino. Los mitos resultan el tránsito y punto de unión entre la literatura y la religión; de manera que así se denominan todos los relatos con explicaciones cosmogónicas y religiosas, que incluyan los orígenes y las acciones de santos o deidades; así como las hazañas, relaciones, genealogías y andanzas de todo tipo de dichas divinidades por el mundo de los hombres.

Por su parte, las leyendas recogen y registran fabulaciones o simples historias sobre algún suceso o hecho, o sobre alguna que, por motivos históricos o sociales, se encontrara en una posición, actividad o una situación susceptible por su condición de trascender en el recuerdo de una colectividad.

Contrariamente al mito, la leyenda se construye y nutre de acontecimientos que presumen de tener un basamento objetivo, pues estos parten de hechos presuntamente ocurridos; y ese acontecer es creído tanto por los oyentes como por los narradores y, hasta en algunos casos, expresan recordarlo por inusual o trascendente para la vida del lugar o del grupo. Como todo relato, está sujeto a reelaboraciones con la adición de elementos que transitan entre la simple exageración y la inclusión de procesos y soluciones sobrenaturales o fabulosas.

La diferencia más explícita entre leyenda y mito está dada por la posible historicidad del motivo, aunque después ambos géneros se recubran con nuevos elementos esotéricos o fantasiosos, donde el mito adopta una extraña y falsa apariencia historicista, y la leyenda se exprese por medio de extraños y asombrosos aconteceres en los que el destino y las fuerzas sobrenaturales intervienen de forma sostenida y segura.

El protagonista en los mitos analizados siempre es un dios, o un santo, o una fuerza natural divinizada, o un semidiós; en tanto que en las leyendas los protagonistas son seres capaces de actuar desacostumbradamente, y de manera excepcional ofrecer y recibir encomiendas o conocimientos especiales, y hasta ser susceptibles a transformaciones espectaculares.Algunos objetos y plantas pueden también considerarse depositarios de condiciones o poderes que propician la conformación de leyendas, junto a acontecimientos o hechos bien determinados en el acontecer histórico-social de una localidad o grupo de individuos, mediante la recreación de singularidades o el oscurecimiento de simples ilusiones o malas interpretaciones.

Para su exposición ante un auditorio, las leyendas necesitan de un ambiente propicio, pues corrientemente se ofrecen como verdades, aunque casi siempre, al exponer el tema, se deje margen a la duda. En cuanto al radio de acción de los mitos, es mucho más restringido, y la preparación del medio y del momento en que se relatarán requieren y precisan de una verdadera especialización, ya que ellos son aceptados como ciertos, y como guardianes de los misterios de las cosas más trascendentes de los hombres y su destino.

No se puede perder de vista que entre los cubanos los mitos responden a las explicaciones de fundación de un conjunto de religiones de corte popular tradicional, las cuales los ofrecen como fundamentos de sus cuerpos de creencias culturales sobre los orígenes de la vida, de las relaciones de las fuerzas naturales con el hombre y del poder del destino.La mayor recurrencia de leyendas se encuentra en las relacionadas con las apariciones sobrenaturales, seguidas de las que tratan sobre sucesos de ámbito histórico y, por último, las relativas a elementos sagrados.

Las narraciones sobre diversos tipos de apariciones se escuchan en todo el territorio cubano. Luces, animales u hombres sin cabezas o que crecen -en parte o en su totalidad-, duendes, brujas, sirenas, hombres transformados en animales, entidades duales como güijes o jigües, madres de agua, chicherecús, ciguapas… También, almas en pena que ofrecen tesoros o protagonizan sucesos prodigiosos como son los ruidos de diversa índole, por lo común, voces que claman, o arrastres de cadenas unidos o no al embrujamiento de viviendas. En algunos casos, pueden vislumbrarse hasta barcos fantasmas en las noches brumosas costeras.

Las leyendas que refieren sucesos históricos se ciñen a cuatro temas fundamentales: nombres de lugares, personajes singulares, origen de las razas y acciones varias. Por último, un pequeño conjunto de temas exponen apreciaciones sobre árboles, animales, figuras y piedras que revisten un carácter sagrado.

Las variaciones en la relación entre los sucesos expresados por las leyendas en el territorio nacional permitieron la determinación de cinco áreas, gracias al interés por temas en los que predominan unos u otros grupos de sucesos.

En el caso de las leyendas existen dos grandes grupos de receptores. Entre adultos se trasmiten los tres tipos generales de leyendas; mientras los niños reciben sobre todo las del tercer tipo (sucesos históricos), y un buen número de las del primero (apariciones sobrenaturales), pero no todos los temas. En este caso se les refieren las de ciertos personajes, como: los güijes, brujas y duendes, entre otros sujetos de parecido corte.

En cuanto a los mitos, ellos poseen una especificidad tanto en el tipo de presencia como en el carácter de su transmisión. La frecuencia mayor de mitos se presenta en el recuento de las vicisitudes de los dioses, que llegan a ser profusas en algunas regiones, aunque casi inexistentes en otras. En pequeña escala y sólo en unas pocas localidades del país se refieren mitos cosmogónicos.

Algo más difícil que en las leyendas, resulta describir los temas de los mitos, pues los que exponen vicisitudes de los dioses -sobre todo en el caso de las deidades de la Santería- son incuestionablemente mayoritarios. Después, las deidades del Palo Monte o las de cultos minoritarios -como el Arará o el Gangá- tienen una notable difusión. Las andanzas de las divinidades de antecedente haitiano que conforman el Vodú practicado en algunas zonas del país se exponen en menor medida. En las ciudades portuarias de La Habana, Matanzas y Cárdenas se relatan los mitos fundadores de las Sociedades Abakuá.

Una difusión más generalizada, pero menos intensa la ofrecen los mitos que se componen de elementos del Catolicismo popular en un entrecruzamiento con las religiones populares de antecedente africano occidental subsahariano ya mencionadas, y que se circunscriben a tres temas: los ligados a la semana santa cristiana, los sincréticos y los que exponen la vida de los santos católicos.

Las narraciones de carácter mítico concuerdan con las concepciones específicas de cada una de las religiones populares existentes en el país. El mayor o menor impacto de estos relatos en la sociedad cubana y la conciencia de pertenencia en cada región, permitió su catalogación en seis complejos mítico-religiosos: 

  • Mitos relacionados con el Cristianismo.

  • Mitos relacionados con la Santería.

  • Mitos relacionados con el Palo Monte.

  • Mitos relacionados con las Sociedades Abakuá.

  • Mitos relacionados con los ritos Arará y Gangá.

  • Mitos relacionados con los rituales Vodú.

La valoración del grado de presencia del entramado mítico y de la complejidad estructural temática en las relaciones de predominio establecidas entre unas y otras creencias religiosas a lo largo del territorio nacional, determinó la existencia de tres amplias regiones.

Los mitos se circunscriben, en gran medida, a los grupos de conocedores del medio en que se desenvuelven las religiones populares de antecedente africano, y su difusión se enmarca por lo conocido en dichos límites.

Si nos atenemos a los antecedentes etnoculturales de la muestra colectada en la narrativa oral cubana, el componente hispánico resulta dominante, pues la mayoría de los relatos tienen su equivalente en la literatura peninsular, proceso que ocurre con muchos cuentos y leyendas, que abarcan una amplia variedad de temas con clara ascendencia europea, con versiones cercanas a las hispánicas, además de un número considerable de naciones, que son el resultado de una simbiosis entre elementos europeos y africanos.

Eso no niega la existencia de un conjunto significativo -aunque limitado en comparación con el hispánico-, circunscrito en su casi totalidad a leyendas con personajes de no claros antecedentes etnoculturales y a sucesos locales cubanos, así como a cuentos donde los protagonistas son animales, y en los cuales la estructura y las soluciones temáticas muestran una correspondencia con cuentos comunes del África occidental subsahariana.

En cuanto a los mitos, ellos presentan una situación diferente, pues sus ternas en lo fundamental son de antecedente africano y responden a explicaciones de la existencia del hombre y de la naturaleza desde el punto de vista de los procesos de las culturas del occidente africano subsahariano, en relación transcultural múltiple y con elementos del componente hispánico de la cultura cubana.2

Algunos seres míticos y su significación actual

La población aruaca insular asentada en Cuba fue portadora y transmisora de un pensamiento mítico generado por su religiosidad animista que abarcaba prácticamente todos los actos y fases del ciclo vital. Sin embargo, la trascendencia posterior del mito en la acción de otros hombres no aruacos residentes en Cuba ha consistido precisamente en el papel dinamizador ejercido por la transmisión de valores y actividades de la cultura aruaca en relación con la población hispánica, africana y sus descendientes nacidos en la Isla.

El mito cosmogónico de Huión (el sol) y Maroya (la luna), que utilizan a Ocón (la tierra) para crear respectivamente a Hamao (el primer hombre) y Guanaroca (la primera mujer), aunque forma parte de la antigua mitología aruaca, ya existe con sus variaciones y denominaciones en las diferentes cosmogonías hispánica y africana de los pueblos que se asientan inicialmente en la Isla. De manera que el alcance mitológico posterior se relaciona con situaciones socioculturales de carácter más inmediato.

La significación práctico-mítica que ejerció entre los aborígenes agroalfareros los dioses de la yuca, Yucahuguamá, y el de su cultivo, Baibrama3, además de mostrar la importancia del tubérculo como componente alimentario de la dieta básica, el casabe; pero en su variedad agria, pasó a formar parte de una tradición agrícola cubana y su correspondiente elaboración artesanal, que llega hasta nuestros días, aunque desgajada de su contenido mítico inicial. La producción y consumo actual del casabe se limita a las provincias de Camagüey, Granma y Holguín; precisamente las áreas históricas de mayor densidad demográfica aborigen. En este sentido, los seres míticos significadores de la planta y de su cultivo no transcendieron al pensamiento mítico contemporáneo, pero si se preserva y generaliza el consumo de la yuca en su variedad blanca o cristalina (salcochada y con mojo de grasa, limón o naranja agria y ajo) como uno de los platos nacionales que devienen parte de la etnicidad cubana en relación con la cultura alimentaria.

Desde el anterior marco de referencia se observa un proceso de deculturación de las concepciones míticas antecedentes y una diversificación neoculturativa del consumo del tubérculo con un carácter nacional, aunque variado regionalmente (oriente- casabe/centroccidente -vianda).4

Otro ejemplo relativamente semejante puede señalarse con determinados fenómenos naturales. De los seres míticos aruacos vinculados con las fuerzas de la naturaleza como los gemelos Boinayel señor de la lluvia y Marohu, señor del buen tiempo; sin duda el que más ha trascendido es el Huracán, espíritu de las tormentas, por el sentido práctico de protección ante ellas.

Otro ser mítico que transformado y enriquecido por la cultura de tradición oral forma parte del patrimonio cubano es el jigüe o güije, a partir de las históricas relaciones culturales entre aborígenes, hispánicos, africanos y el resto de la población de Cuba.

Desde 1836 el lexicógrafo Esteban Pichardo y Tapia ya lo recoge en su obra5 como jigüe y lo identifica con un "enano pequeñísimo, Indio que el vulgo Cubano decía salir de las aguas, ríos o lagunas, color muy moreno y con muchos cabellos; enamorado y juguetón", aunque también señala la identificación por los campesinos con uno de los árboles maderables y su conservación en la topografía. También refiere que en Bayamo hay personas que dicen haber visto los jigües como unos "negritos brujos que suelen aparecer desnudos en su río" y recoge que en el Departamento Central (actuales provincias de Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey) se le denomina güije.

Los mitos sobre las apariciones y escapadas del jigüe o güije pasaron a formar parte de la cultura cubana de tradición oral, especialmente de los habitantes de las áreas rurales cercanas a los cauces fluviales. Un animal de la fauna cubana como el manatí fue muchas veces identificado con aquellos "negritos brujos… desnudos" por el color de la piel y la silueta humanoide de su mitad superior o con sirenas cuando habitaban en las bahías tranquilas y salían a la superficie en busca de oxígeno o para amamanta a la cría.

Otros seres míticos vigentes como madre de aguas, babujal y luz de Yara tienen antecedentes aborígenes aunque muy transformados ya por la tradición oral. El primero parte de un conjunto de mitos que tienen como referencia objetiva al majá de Santa María, la mayor serpiente no venenosa de Cuba, que puede medir hasta más de cinco metros de largo; el segundo se origina de la propia concepción animista que genera la creencia en la posesión intracorpórea de un espíritu maléfico, que también es identificado con el bilongo o birongo del

rito palomonte de procedencia bantú; y el tercero, de contenido patriótico, se origina de la relación entre el lugar donde es quemado vivo el cacique Hatuey en el siglo XVI y el surgimiento de las luchas contra la dominación colonial a mediados del siglo XIX.

A diferencia de los antiguos mitos aborígenes, cuyos contenidos fueron transformados durante varias generaciones, los contactos interculturales hispano-africanos no solo aportaron nuevos seres míticos al patrimonio espiritual que se fraguaba en la Isla, sino que la fusión sincrética de éstos generó un diverso conjunto de elementos mágico-religiosos capaces de recrear en un medio diferente nuevas concepciones y entidades míticas refuncionalizadas, susceptibles de satisfacer respuestas ante las más diversas demandas de las relaciones humanas.

La inmigración hispánica propicia la proliferación de seres míticos como diablos, brujas, sirenas, el caballo de Santiago Apóstol, visiones de animales a escala sobrehumana, casas embrujadas y muchos otros que también llegan hasta nuestros días mezclados con toda una variedad de supersticiones. Mientras los diablos son capaces de acosar a una de las primeras villas de la Isla como San Juan de los Remedios6 o presentarse de múltiples maneras; las brujas chupan ombligos, se enamoran, logran volar con la ayuda de la manteca de majá, hacen el viaje trasatlántico con acompañante en la escoba o pueden ser combatidas con tijeras y mostaza. Estos mitos tienden a condicionar una conducta hacia el proceso de asimilación del medio por el hombre; por lo que aún son parte integral de la cultura de las áreas rurales, con independencia de los niveles de instrucción alcanzados, ya que se preservan en los estratos más profundos de la tradición oral vinculados con la vida cotidiana.

De las religiones populares cubanas la que mayor arraigo y alcance posee en la población es sin duda la santería. Este culto religioso tiene sus antecedentes fundamentales en la adoración aglutinadora de un conjunto de orichas (deidades) locales o regionales de la mitología yoruba en África Occidental Subsahariana, cuyas funciones y atributos se sincretizan o equiparan a otro conjunto relativamente equivalente de santos del catolicismo, como determinada forma de culto popular de origen hispánico que no siempre se corresponde con el oficializado por la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

En este sentido, los adoradores o "hijos" de seres míticos de la santería cubana como Changó y Yemayá, sincretizados respectivamente con Santa Bárbara de Bitinia y con la virgen de Regla -para solo acudir a dos ejemplos- reconstruyeron mitos o patakí que readecúan ambas historias en un mismo contexto.

El carácter hermafrodita de Changó (varón) – Santa Bárbara (hembra) se justifica en algunos pasajes míticos que permiten la adoración por hombres y mujeres en el ámbito aglutinador de deidades, propio de estas creencias religiosas, y de acuerdo con los signos u odu adivinatorios que preceden el rito iniciático. El color rojo y las cualidades míticas de esta deidad también fueron relacionados y equiparados con el culto a San Fan Con -ancestro venerado en vida- que efectúa una de las sociedades patronímicas chinas en la ciudad de La Habana. El rojo púrpura, conocido símbolo de la vida entre estos inmigrantes y descendientes, domina la decoración del templo; cuya adoración también puede observarse en el Casino Chung Wah de la capital, que posee un alcance organizativo nacional.

La narración y remodelación del mito y la sustitución de componentes de la flora y la fauna africanas por otros de Cuba en las historias orales, que convirtieron la selva ecuatorial en el monte tropical, contribuyeron a la formación y transformación de estereotipos humanos cuyos rasgos conductuales y de vestuario poseen una estrecha relación con esta entidad mítica.

De manera análoga, uno de los avatares o caminos míticos de Yemayá (hembra) es identificado con Olokun (varón), deidad yoruba del mar que en el contexto habanero del pueblo de Regla -frente a la bahía- posibilita la adoración múltiple a la patrona de la localidad con los elementos míticos de las deidades africanas y su conjunción con otras creencias religiosas como el espiritismo, el palomonte y la pertenencia masculina a la centenaria sociedad abakuá, cuyos mitos obviamente, también se recontextualizaron en la realidad cubana.

Otros mitos de amplia participación popular en puntos muy distantes del país como el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad, en El Cobre, Santiago de Cuba y el Santuario de San Lázaro en El Rincón, Santiago de las Vegas, provincia de La Habana7, también tienen sus homólogos en el ámbito de la santería que históricamente se concentró en el área centrooccidental de Cuba, pero hoy abarca toda la Isla. La primera es identificada con Ochún, deidad yoruba ya cubanizada como símbolo de la sensualidad y el amor; y el segundo con Babalú Ayé, antigua deidad dahomeyana que es concebida, entre otros atributos, como protectora contra las enfermedades de la piel, cuyo alcance nacional convoca cada 17 de diciembre a miles de pagadores de promesas.

El mito o la mitificación, como patrimonio universal de cualquier pueblo, pasa a formar parte de los valores éticos y estéticos; y por tanto, integra la esencia misma del etnos nacional, desde su formación hasta el presente.

En este orden de cosas, los antiguos mitos cosmogónicos aborígenes se fueron disolviendo en la práctica social posterior a ellos; los mitos teogónicos de la santería y otras religiones populares constituyen una referencia permanente de los creyentes en sus actividades rituales y festivas; los mitos antropogónicos derivados de los anteriores tendieron a reordenar su contenido, según la escala humana de referencia, de acuerdo con el desarrollo alcanzado por los portadores de la cultura en un momento histórico concreto respecto de sus ascendientes; y finalmente, algunos mitos escatológicos se vieron más limitados a las concepciones bíblicas del apocalipsis y del armagedón, divulgados por las diferentes iglesias y sectas cristianas, lo que sin duda refleja por oposición, una concepción optimista de la permanencia del hombre sobre la tierra.

Las investigaciones folklóricas y etnológicas realizadas o promovidas por estudiosos cubanos como Fernando Ortiz, Samuel Feijóo, Argeliers León y sus discípulos durante el presente siglo acerca de la significación de África y España en la formación de la cultura nacional marcaron una huella indeleble, no solo en el campo de las investigaciones científicas sobre estos temas, sino en la valoración de los antecedentes del patrimonio nacional y en su posterior proyección artística y docente.

Paralelamente, diversos seres míticos populares son evocados en festividades tradicionales como el carnaval habanero. La comparsa de El alacrán simboliza cada año en sus farolas a diferentes orichas de la santería cubana, pues parte de la membresía está integrada por oficiantes y creyentes. De manera análoga, la agrupación compuesta por chinos y descendientes en su mayoría rememora en el mismo contexto los elementos simbólicos de la Danza del León, en tanto ser mítico procedente de China meridional.8

Ejemplos de mitología recogida en la provincia Villa Clara

– LOS NEGROS Y LOS BLANCOS: En el principio todos los hombres eran negros. Entonces Dios hizo un lago para que todo el que se bañara allí se le pusiera la piel blanca.

El agua estaba muy fría y había una parte de gente que le cogió miedo al agua tan fría. La otra parte se bañó y salió blanca.

Pero uno de los que salió blanco vio a los negros que estaban en la orilla y se puso a empujarlos, pero éstos le tenían tanto miedo al agua fría que caían en cuatro patas, y por eso es que los negros tienen la planta de los pies y las manos blancas.

– CÓMO SE HICIERON LAS NARICES DE LOS NEGROS: Unos dicen que Dios hizo las narices de los negros a puñetazos y otros que de una bola de fango. Pero la verdad es que Dios mandó dos barcos de narices para que los hombres cogieran narices y se las pusieran, porque los hombres no tenían narices y les mandó dos barcos cargados de narices.

Los blancos se pusieron a velar y cuando llegaron los barcos fueron los primeros que entraron y cogieron las mejores narices, las más afiladas y más bonitas, y a las otras las pisotearon y las regaron por el suelo en el tumulto de gente que había cogiendo las mejores narices. Y atrás vinieron los negros y cogieron las narices aplastadas y pisoteadas y por eso los negros tienen las narices estropeadas.

– LA PALMA REAL, LA CEIBA Y LA VIRGEN MARÍA: La virgen María necesitaba alimento para el niño y le pidió palmito a la palma real, y la palma no se lo dio. Y entonces la virgen dijo:

— ¡Pues que te parta un rayo!

Y entonces le salió a la palma esa punta que tiene arriba que es como un pararrayo y que llama al rayo. Y por eso el rayo le cae a la palma real y la parte.

Después la virgen le dijo a la ceiba:

—Dame lana para abrigar al niño.

Y la ceiba le dio lana. Y entonces la virgen le dijo:

—Te doy una cruz.

Y por eso la ceiba forma cruz.

– NACIMIENTO DE LA AVISPA: (Mito recogido por Adalberto Suárez en Santa Clara) Se escucha a menudo que la avispa nace de la mata de jía. Afirman algunos campesinos que del tronco de la jía va saliendo un granito, como una burbujita, y que de allí sale volando la avispa.

– ¿POR QUÉ EL AURA TIENE LA CABEZA PELADA?

– ¿POR QUÉ EL AURA NO TIENE NIDO?

– ¿POR QUÉ LA CODORNIZ DUERME EN EL SUELO? La codorniz sabe mucho, pero tiene mala memoria, y por eso tuvo su fracaso.

Le ocurrió que fabricó un nido muy bonito y salió a pasear y a cumbanchar, y después se le olvidó dónde estaba el nido tan bonito que había hecho. Y como no lo encontró por eso duerme en el suelo.

Hay un dicho por ahí en boca de la gente que dice: «Tanto que sabes y te va a pasar lo que le pasó a la codorniz, que sabe mucho y duerme en el suelo».

– ¿POR QUÉ LA JICOTEA TIENE EL CARAPACHO CUARTEADO?

– ¿POR QUÉ EL PERRO LE TIENE ODIO A LA JUTÍA?

– ¿POR QUÉ EL CAMELLO ES JOROBADO?

– ¿POR QUÉ LA LECHUZA NO VE DE DÍA Y EL MONO NO HABLA?

– ¿POR QUÉ LOS PERROS Y LOS GATOS RIÑEN?

– ¿POR QUÉ LA MUJER TIENE LAS NALGAS FRÍAS?: Cuando no había tierra en el mundo y sólo había agua, Adán y Eva iban montados en una canoa. Se pasaban los días y las noches navegando, como no había tierra, pero pasó que se le zafó una tabla al fondo de la canoíta por tanto navegar, día y noche, y empezó a entrarle agua a la canoa. Entonces lo que se le ocurrió a Adán fue sentar a Eva como un tapón donde se zafó la tabla y estaba entrando el agua. Y allí pasó los días en el hueco y se le enfriaron las nalgas porque ellos estaban desnudos. Y tanto se le enfriaron que hasta hoy las mujeres tienen las nalgas frías por culpa de Adán que sentó a Eva en el hueco.

– ¿POR QUÉ LOS NEGROS SON NEGROS?

– LA RONDONA ENDEMONIADA DE REMEDIOS

– LOS SIETE JUANES DE REMEDIOS CAZAN UN GÜIJE TERRIBLE:

– EL GÜIJE MONSTRUO DEL RÍO SAGUA

LA MADRE DE AGUAS Y LOS SANTEROS: Cerca del central Fidencia, en la zona de Placetas, hay una poza y en la misma hay una Madre de aguas. La han visto los vecinos de la zona. Dicen que es un enorme majá y que tiene tarros. Dicen algunos viejos que esta poza era visitada por unos negros santeros los viernes santos, los cuales le traían comida a la Madre de aguas. Esta salía y se pasaba el día con ellos junto a la orilla.

– LOS BABUJALES: Los viejos africanos utilizaban muchas creencias y fantasías, para fortalecerse en su trabajo y no sentir el cansancio agotador. Practicaban infinidad de ritos y ceremonias traídos de su tierra con el fin de mantenerse fuertes. Entre esas creencias existía la de los babujales, esos hombrecitos pigmeos que no tenían otro delirio que el de estar trabajando permanentemente. Era tal la rapidez con que trabajaban, que en un momento cortaban una carreta de caña y limpiaban un campo.

– LAS BRUJAS RANCHUELERAS: Se decía que eran mujeres iguales a otras cualesquiera, pero que tenían una facultad diabólica de transformarse en seres misteriosos por las noches y volaban montadas en escobas. Otras veces se ponían alas de unas sábanas almidonadas.

Las brujas salían por las noches a chuparse la sangre de los niños recién nacidos, pues le extraían la sangre por la tripa del ombligo, sobre todo si los niños no estaban bautizados.

Los más duchos en estos misterios aconsejaban que se encendieran lamparitas de aceite de oliva con mecheritos hechos de una latica triangular sostenida por tres tapitas de corcho y que flotara sobre el aceite con una mechita encendida toda la noche.

Otros aconsejaban que cuando se escuchara ruido de alas y bullas en el aire se dijera bien alto: ¡Ven mañana a buscar sal…! Y si al otro día se presentaba alguna mujer a pedir un poquito de sal prestada, esa era la bruja que había estado rondando la noche anterior.

– UN GALLEGO BAUTIZÓ EN LA YAYA AL HIJO DE UNA BRUJA: En la loma La Yaya le salió una bruja que yo no sé cómo era a un gallego que yo conocí. La bruja andaba volando con un hijo que tenía y el gallego le dijo:

— ¿Qué es lo que quiere?

Y la bruja le dijo:

—Que me bautice el hijo mío que se murió hereje.

Y entonces el gallego le echó agua con sal en la cabeza al muchacho y entonces la bruja se fue y le dijo al gallego:

—Cuando yo me vaya no mire patrá, porque si no se muere.

Pero el gallego era muy sabino y miró patrás y se jodió y se murió ahí mismo. En La Yaya tol mundo conoce la historia.

– LA GRITONA DE LA YAYA: Cuentan los vecinos de la zona del Escambray que en un lugar llamado La Yaya, vivía una mujer que tenía dos niñas, pero en la guerra las mataron y como las niñas estaban sin bautizar, ella salía todas las noches en el paso del río gritando.

Esto ocurrió durante muchos años, hasta que un día vino un señor que al oír los gritos preguntó a la mujer qué le pasaba. Ella le contestó que quería bautizar sus hijas. Él se bajó del caballo y en las aguas del río hizo la ceremonia y nunca más volvió a salir La Gritona de La Yaya.

– EL PERRO EN LA LOMA DEL MIRADERO: Cuentan que en la loma del Miradero salía un perro grandísimo, y una noche un señor llamado Ulpiano Quevedo que iba a Potrerillo todas las noches a jugar dominó, y tenía necesariamente que pasar por allí, al mirar para atrás, ya con miedo, vio un perro que venía, detrás de él, con la lengua afuera. Pinchó al caballo y salió corriendo, pero entre más corría el caballo, más corría el perro; al llegar a la casa entró por la puerta de la cocina y llamó a la vieja.

No se había sentado aún cuando entró el perro a la casa y se echó debajo de la mesa.

– El NIÑO DEL DIENTE LARGO:

Un guajiro estaba una vez en un río dándole agua al caballo, y se le apareció un niñito chiquito blanco como un querubí, y el guajiro se asombró y el niñito dijo:

—No tengo ni padre ni madre ni onde vivir.

Y el hombre dijo:

—Este niño me lo llevo yo. Parece que no es de por aquí.

Aseguro que anda perdío. Y cuando el caballo acabó de tomar agua el hombre cargó al niñito y se montó en el caballo y se puso a andar para la casa, y entonce el niñito le dijo:

—Tata, mira mi diente.

Y cuando el hombre miró el niñito se había puesto grandísimo y tenía un diente largo, largo y el hombre se asustó y soltó al niño o lo que fuera y cuando lo tiró se desapareció y el hombre salió huyendo de ahí. […]. 9

Partes: 1, 2
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