Desarrollo Sociocultural para un Canal Territorial. Un modelo de integración a la comunidad. (página 2)
Enviado por Isel Blanco Rodriguez
Los primeros pasos en esta materia surgen en 1966 cuando la Conferencia General de la UNESCO, aprobó la "Declaración Solemne sobre los Principios de la Cooperación Cultural Internacional", cuyo Artículo 1 dice que toda cultura tiene una dignidad y n valor que deben ser respetados y protegidos; y que todo pueblo tiene el derecho y el deber d desarrollar su cultura.
"La cultura puede considerarse como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social. Ella engloba además, de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias". (UNESCO, 2008).
La cultura juega un papel importante en el desarrollo de un territorio, a tal punto que permite la revalorización de lo cultural, de lo identitario (recreando incluso nuevas identidades culturales) y lo patrimonial como eje de su propio desarrollo.
El concepto cultura encierra muchos aspectos del desarrollo humano, que se manifiestan en lo inmaterial (como el conocimiento, las tradiciones, forma de ver la vida, valores, etc.) y lo material (diseños, arte, monumentos, etc.) de una colectividad. Algunas manifestaciones culturales plasmadas en bienes, productos y servicios pueden generar un sentimiento de pertenencia a un grupo, a un territorio, a una comunidad y además, fomentar una visión de desarrollo del territorio que implica la mejora de calidad de vida de su población. Pareciera difícil pensar en el desarrollo sociocultural sin incorporar centralmente los activos culturales de la población de un territorio.
Los Congresos de Cultura y Desarrollo tuvieron su primera edición en 1999 y siempre han tenido cada dos años como eje central, el papel de la cultura en la sociedad, así lo reafirma Armando Hart en su intervención especial en el primero de estos Congresos cuando expresa que "la cultura siempre ocupó un lugar destacado en los procesos productivos y en la economía. En el pasado, tanto como en el presente, ha estado muy relacionada con los conocimientos tecnológicos y científicos y con el crecimiento de la riqueza". (Hart Dávalos, A. 2001) Así mismo habla del desarrollo de toda la humanidad y no solamente de una parte de ella, porque este problema del desarrollo implica su propia existencia.
El Desarrollo y la Cultura
Tomando como punto de partida lo anteriormente planteado, tener en cuenta la dimensión cultural de la vida social, es de vital importancia para el y desarrollo social y humano. Lo que nos hace pensar que el contenido tradicional de ambos términos debe ser replanteado, asumiéndolos como parte inseparable de un proceso único.
"Un desarrollo disociado de su contexto humano y cultural es un crecimiento sin alma….la cultura, por importante que sea como instrumento del desarrollo, no puede ser relegada a una función subsidiaria de simple promotora del crecimiento económico. El papel de la cultura no se reduce a ser un medio para alcanzar fines, sino que constituye la base de los fines mismos. El desarrollo y la economía forman parte de la cultura de los pueblos". (II Encuentro Iberoamericano y Caribeño Cultura y Desarrollo, 1997).
Es por ello que debe admitirse que la cultura "no es un medio para alcanzar el progreso material; es el fin y el objetivo del desarrollo considerado como el florecimiento de la existencia humana en todas sus formas y en su conjunto".(Pérez Cuellar, 1996). Y además, que "una sociedad se considera desarrollada en la medida en que sus miembros puedan satisfacer sus necesidades, expresar sus aspiraciones y ejercitar su genio creativo". (Furtado, C. 2003).
En general existen diferentes niveles de cultura en el desarrollo, entre ellos, el local y el nacional referidos a cultura, tradiciones, políticas, objetivos, recursos y procedimientos característicos de cada nación. La acción cultural en pro del desarrollo social debe hacerse entonces respetando los valores y principios culturales que identifican y diferencian a los grupos humanos.
En relación con el desarrollo, la década de los años ochenta estuvo marcada por las conclusiones que aportó la Conferencia de México, los años noventa estuvieron signados por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Cumbre Mundial de la CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro en 1992, que representó un punto de quiebre en el modo de concebir y entender el medio ambiente y el desarrollo. Los líderes mundiales adoptaron el Programa 21, un plan para alcanzar el desarrollo sostenible del siglo XXI. El Programa 21 ofrecía un plan de acción integral para lograr un desarrollo de una manera integral a niveles local, nacional y mundial. Resumiendo así lo expresado en el informe Brundtland de 1987, fruto de los trabajos de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas.
La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (CMDS), celebrada en Johannesburgo en el 2002, sirvió para revisar los avances y las carencias a diez años de Río. Uno de los resultados fundamentales de la CMDS fue el llamado que se hizo para plantear iniciativas en asociación que aspiran a ejecutar un desarrollo sostenible para complementar los diversos compromisos intergubernamentales. Fue en la CMDS donde se lanzó la Iniciativa Agricultura y Desarrollo Rural Sostenible (ADRS) como una acción liderada por la sociedad civil.
Lo que resume a nuestra consideración el desarrollo entendido como "un complejo, omnicomprensivo y multidimensional proceso que va más allá del mero crecimiento económico e incorpora todas las esferas de la vida y todas las energías de la comunidad; los miembros de esta, a cambio de la contribución que aportan, esperan compartir los beneficios". (Revista Honda, 1993).
En ese sentido se utilizaron luego por dos importantes iniciativas: el Programa del Decenio para el Desarrollo Cultural (1988-1997) y la Comisión Mundial sobre Cultura y Desarrollo.
Durante este decenio, dicha institución movilizó a la comunidad internacional en pro de cuatro objetivos fundamentales, el primero de los cuales fue la cristalización de su programa sobre cultura y desarrollo que planteaba concretamente, reconocer la dimensión cultural del desarrollo. Asó lo reafirmó el Dr. Maté Kovács, Jefe de la Sección de Dimensión Cultural del Desarrollo de la UNESCO, en el II Encuentro Iberoamericano y Caribeño "Cultura y Desarrollo. Retos y Estrategias", celebrado en La Habana en mayo de 1997, cuando expresa:
Todo este proceso realizado durante el Decenio provocó el trabajo llevado a cabo por la comisión Mundial de Cultura y Desarrollo que concluyó en 1995. Ya en 1996 se publica el Informe Mundial de Cultura y Desarrollo: "Nuestra Diversidad Creativa", el cual planteaba un cambio general en las visiones sobre el desarrollo.
"El desarrollo se centra directamente en el progreso de la vida y el bienestar humanos, es decir, en una valoración de la vida y se vincula con el fortalecimiento de determinadas capacidades relacionadas con toda la gama de cosas que una persona puede ser y hacer en su vida; en la posibilidad de que todas las personas aumenten su capacidad humana en forma plena y den a esa capacidad el mejor uso en todos los terrenos, ya sea el cultural, el económico y el político, es decir, en un fortalecimiento de capacidades y a que todos los individuos sean sujetos y beneficiarios del desarrollo." (Bell, 2005).
Estos caracteres perfilan la comprensión del desarrollo: la valoración de la vida, la insistencia en la puesta en marcha de las capacidades humanas, el bienestar. Todo en el contexto de la vivencia de las libertades civiles y además asumiendo a los individuos como sujetos del desarrollo.
Los proyectos de desarrollo empiezan a encontrar caminos de autogestión y participación comunitaria.
"La dimensión cultural del desarrollo –escribió Jesús Martín Barbero (1987) – se ha convertido últimamente en un tema central tanto en el ámbito político como académico. Pero ese interés disfraza en muchos casos un profundo malentendido: el que reduce la cultura a dimensión del desarrollo sin el menor cuestionamiento de la cultura del desarrollo que sigue aún legitimando un desarrollo identificado con el crecimiento sin límites de la producción, que hace del crecimiento material la dimensión prioritaria del sistema social de vida y que convierte al mundo en un mero objeto de explotación. Pensar ahí la cultura como dimensión se ha limitado a significar el añadido de una cierta humanización del desarrollo, un parche con el que encubrir la dinámica radicalmente invasiva (en lo económico y en lo ecológico) de los modelos aún hegemónicos de desarrollo".
La irrupción de la sociedad del conocimiento, la expansión de la información, el fortalecimiento de industrias culturales – globales y con una infraestructura de producción y de consumo inimaginables en el pasado-, así como la importancia de una política de reconocimiento y la aparición de importantes movimientos socioculturales le han dado otro peso y otra significación a la presencia de la cultura en el desarrollo.
Desarrollo Sociocultural
El desarrollo sociocultural ha sido tratado en la literatura especializada como proceso, como metodología y también como técnica. Identificado en muchas ocasiones con el nivel de desarrollo material que la comunidad es capaz de proporcionarles a sus individuos y las cualidades como sujeto social, es decir, sus posibilidades de ejercer una acción conjunta, organizada, consciente y transformadora de su propio desarrollo, que incluye:
La acción sobre las condiciones materiales de vida, mejorándolas y desarrollándolas.
La acción sobre las condiciones espirituales, el perfeccionamiento de la educación de sus miembros, principalmente los más jóvenes, la creación de un clima positivo entre sus habitantes, etc.
En sentido general, el tipo de interacciones que son capaces de mantener los integrantes de una comunidad- como individuos aislados, familia o grupo, organización o institución laboral o social, etc.- es el elemento más importante que define sus características como sujeto social, de lo cual dependen sus capacidades de interacción sobre la realidad comunitaria.
No podemos hablar de un desarrollo social verdadero y perdurable si no está dimensionado culturalmente. El desarrollo sociocultural implica que por una parte no se impongan patrones que respondan a intereses específicos o preconcebidos, que son ajenos a los grupos, sino que se conozca primero por qué la gente hace, piensa y actúa de un modo determinado. Como plantea el economista cubano Julio Carranza, "el hombre es lo que es y de él hay que partir porque desconocerlo sería caer en el idealismo". (Carranza Valdés) Por la otra y al mismo tiempo, que al descubrir las especificidades y potencialidades de cada hombre o grupo social, tracemos estrategias, que promuevan lo nuevo y le devuelvan vitalidad como actores de los procesos de cambio donde ellos mismos sean los que decidan qué transformar y cómo hacerlo.
¿Cómo pueden los estudios socioculturales constituir parte esencial y determinarte en toda esta dinámica de trabajo?
El término sociocultural invita precisamente a pensar en dos realidades objeto de estudio científico: la sociedad y la cultura, lo social y lo cultural. En palabras del Dr. Eduardo Freyre "si tomamos en cuenta la división entre las ciencias sociales, y sobre todo, la diferencia ancestral que se hace entre la Sociología como ciencia de la cultura, entonces lo sociocultural en calidad de realidad o enfoque, apunta al entronque entre ambas ciencias a la hora de estudias los diferentes fenómenos".(Freire Roach, E. 2002)
Si el desarrollo debe ser comprendido en tanto que fenómeno sociocultural, las intervenciones a través de programas o acciones concretas deben ser legítimas culturalmente hablando, y gestarse en la comunidad. Como afirma el Dr. Dávalos "la comunidad es un fenómeno multidimensional donde intervienen elementos geográficos, sociológicos, naturales, territoriales, políticos, culturales y sociales que deben ser conocidos, respetados e integrados para hacer de la localidad un organismo social eficiente y efectivo en lo material y espiritual. Grupos de personas que comparten un territorio, con rasgos culturales comunes, de comportamientos, sentimientos y niveles de organización que les permita interactuar como un entramado de relaciones sociales donde el sentido de pertenencia, identificación y arraigo adquieren una validez importantísima".(Dávalos, 1998).
Esta legitimidad se logra introduciendo una dimensión más participativa y más respetuosa con las culturas locales y también acentuando el debate sobre la necesidad de incorporar el conocimiento local como base de un desarrollo más sostenible.
Por lo que resulta necesario entender que el vínculo cultura-hombre-comunidad tiene un carácter histórico y ha ido evolucionando desde la comunidad primitiva hasta la actualidad. Varias han sido sus etapas de desarrollo; pero en nuestro país se agudizó con la conquista y colonización de América, donde fueron prácticamente exterminadas la mayoría de las comunidades y ello implicó una pérdida irreparable.
En la actualidad la relación hombre- comunidad se encuentra en una nueva fase de reconstrucción, de interacción y acercamiento positivo, que se manifiesta en tres niveles de desarrollo:
El desarrollo sociocultural: existe una tendencia en los últimos años de rechazo a lo artificial, a lo sofisticado y lo pre-elaborado y de re-encuentro con lo natural, las antiguas culturas, ritos y tradiciones; con lo sencillo y lo simple, se manifiesta también en la reorientación hacia la comunidad, la pequeña población, el barrio, el hogar, la familia.
El desarrollo político: Muchos estados han dado pasos hacia una reorientación hacia las comunidades: en algunos casos de manera espontánea; en otros, como consecuencia del reclamo de grupos étnicos y sectores populares.
En el primer caso, el interés por la comunidad se ha producido como resultado del desarrollo del estado y de las ideas políticas relacionadas con el funcionamiento de la sociedad, las cuales han identificado en las comunidades y en su funcionamiento, más o menos autónomo, posibilidades de solución a numerosos problemas que ocupan al estado, e incluso, perspectivas de mayor eficiencia y mejores potencialidades para el desarrollo humano, cuando tales problemas son solucionados por la comunidad con la participación activa de sus habitantes.
En el segundo caso la atención a las comunidades surge por la propia acción de éstas exigiendo que se les permita mantener su lengua materna, sus costumbres, tradiciones, su religión, su espacio sin ser rechazados o discriminados por el resto de la sociedad.
El desarrollo científico: Los científicos también se han volcado hacia la comunidad. Este tema ha comenzado a ser tratado por varias disciplinas como la Psicología, la Sociología y la Medicina.
Se debe destacar aún más, desde el punto de vista funcional, el aspecto afectivo de las relaciones sociales: los sentimientos, los valores, las convicciones que se forman en ellas y que participan en la autorregulación del comportamiento. En las comunidades resulta esencial el desarrollo de los sentimientos de pertenencia, la identificación del individuo con su barrio, su zona de residencia, sus habitantes, sus normas, sus costumbres, sus tradiciones, sus formas de relacionarse y su estilo de vida en general. Este es un factor poderoso para movilizar a los pobladores, para plantearse metas comunes y trabajar de conjunto por el alcance de estas, la solución de los problemas y el desarrollo de la comunidad: es la base de la cohesión y la cooperación entre los habitantes.
La dimensión cultural del desarrollo es una variable crucial para el éxito de cualquier proyecto. La cultura es constitutiva de todas las prácticas comunitarias y es social porque es el resultado y la premisa de las interacciones y de los mutuos lazos de dependencia en los que participamos. No se debe emprender ningún proyecto de desarrollo social sin tener en cuenta las costumbres, las tradiciones, los valores, las normas, los símbolos y los significados compartidos por los individuos de la comunidad en la que se va a trabajar.
Desarrollo Sociocultural Comunitario y televisión territorial
La televisión territorial que hace justicia a este nombre es fácilmente reconocida por el trabajo que desarrolla. O sea, transmite una programación de interés social vinculada a la realidad local, no tiene fines lucrativos, contribuye a ampliar la ciudadanía, a democratizar la información, a mejorar la educación informal y el nivel cultural de los receptores sobre temas directamente relacionados con sus vidas.
Un canal de televisión comunitario permite también la participación activa y autónoma de las personas residentes en la localidad y de representantes de movimientos sociales y de otras formas de organización colectiva en la programación, en los procesos de creación, en el planeamiento y en la gestión; Ella inculca, perfecciona y recrea el conocimiento generado por la comunicación popular, comunitaria y alternativa en el contexto de los movimientos sociales.
Medios de Comunicación Comunitario
Los Medios de Comunicación Comunitarios se definen por su finalidad social y su programación altamente participativa; son emprendimientos sociales no lucrativos. Organizados de formas diversas, reinvierten sus ganancias en los mismos y en sus proyectos de desarrollo social en el cumplimiento de deberes con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la población;representan los intereses de su comunidad, sea ésta una pequeña localidad o un amplio sector social. Pueden ser intereses barriales, urbanos o rurales, sindicales o gremiales, étnicos, de género o degeneración, intereses de una comunidad universitaria o de un grupo de ecologistas, artísticos o deportivos, intereses de los niños y niñas, entre otros. Lo comunitario no se contrapone a la producción de calidad ni a la solidez económica del proyecto; la promoción del desarrollo humano, la equidad de género, el respeto a las identidades étnicas, la preservación del medio ambiente, el protagonismo de los jóvenes, la protección de la niñez y de las personas de edad avanzada, la educación y la salud, así como la integración nacional y regional, constituyen prioridades para los medios de comunicación comunitarios. Los medios de comunicación comunitarios proporcionan una alternativa vital, orientada por objetivos sociales en vez del lucro privado, hacia arriba en vez de hacia abajo, empoderando a las personas en vez de tratarlas como consumidores pasivos, nutriendo el conocimiento local en vez de reemplazarlo por soluciones estándares; proporcionan a las comunidades medios de expresión cultural, noticias e información y diálogo local.
La radio y televisión comunitarias tienen sus raíces en la vida cotidiana, ofrecen medios concretos para la participación en los asuntos locales y para la defensa de la diversidad cultural. La programación incluye mensajes comunitarios y personales programas educativos para el desarrollo (salud, medio ambiente, género), programas informativos y entretenimiento cultural relevante.
La actividad comunicacional en las televisoras comunitarias o de menor alcance se ha convertido en objeto de interés para la sociedad en constante evolución. Este interés viene dado no sólo por la forma de hacer televisión, sino por la trascendencia que generen las distintas actividades o alternativas realizadas por los canales existentes en la comunidad.
Tras cumplir con un papel significativo en las comunidades que las cobijan, las televisoras comunitarias representan un instrumento productor de espacios para fomentar la cultura, la identidad y la participación ciudadana Las televisoras comunitarias juegan un papel de suma importancia en los modelos comunicacionales de menor alcance y en los que el ciudadano común tiene mayor posibilidad de verse reflejado y representan un modelo de desarrollo social autogestionado por sus propios usuarios. El desarrollo visto desde esta perspectiva indica la importancia que poseen los medios comunitarios en el contexto territorial.
Desde el punto de vista social estos medios hacen posible la integración ciudadana de acuerdo a sus propias necesidades, ya que de acuerdo a su desempeño reviste el significado de sus existencia que vinculada a la comunidad se traduce en bienestar y mejorías para las zonas populares.
La Televisión Territorial y el Desarrollo Social
La televisión territorial en su relación directa con el desarrollo social puede ser a la vez objeto de estudio como espacio de encuentro y divulgación de las manifestaciones culturales representativas de la nueva cultura de masas (paradigma de las artes populares). Y ahora, más recientemente, cuando el medio televisivo concentra, en el marco de la teoría crítica de la recepción, los nuevos proyectos, que cifran en el medio audiovisual las expectativas de autonomía cultural del público, por medio del desarrollo de la educación para la recepción.
Las exigencias económicas y culturales de la globalización demandan hoy de modelos centrados en el desarrollo local y regional y al servicio de la cultura. La televisión necesita, en este contexto, una redefinición de sus señas de identidad como servicio público capaz de:
– Dar respuesta a las prioridades sociales, económicas, educativas y culturales de la población a través de su programación y de la articulación de acciones generadas a partir de proyectos basados en sus capacidades tecnológicas y culturales.
– Promover una mejora del bienestar social (mejora de la calidad de vida).
– Fomentar la reflexión sobre valores amparados en un amplio consenso social.
– Crear una conciencia social y movilizar la capacidad crítica de la población.
– Crear acontecimientos que promuevan la más amplia participación social.
– Generar en la población un consenso sobre la utilidad de lo que se programa permitiendo la comprensión por parte de la audiencia, de la rentabilidad social y el valor que en sí mismo supone el acceso al saber y al conocimiento científico.
– Compensar, con la producción de programas y espacios culturales específicos, las carencias existentes en la programación, especialmente en lo que se refiere a la población infantil y juvenil, ancianos y minorías marginales.
– No verse condicionado exclusivamente por los estudios cuantitativos de audiencia.
– Derivar desde la fase de diseño cómo van a ser explotados y aprovechados socioculturalmente los programas, antes, durante y después de su emisión, así como las potencialidades del centro.
– Incorporar la participación de los mejores autores, creadores y productores, dando oportunidades a los más jóvenes.
– Promover la experimentación de programas innovadores a los que se les dote de los más adecuados recursos, capaces de promover más ricas y variadas formas de participación e interacción.
La creación de los Canales Televisivos Territoriales, como plataforma de coordinación de iniciativas y recursos al servicio de la comunidad para el desarrollo local, permitiría de este modo poner en juego la energía de colectivos y organizaciones sociales, en favor del rescate cultural como esfuerzo público que involucre a técnicos y usuarios, articulando las demandas de las audiencias en estrategias de educación para la recepción y la emisión.
El no puede reducirse a una función exclusiva de las instituciones gestoras tradicionales. El problema del desarrollo sociocultural comunitario requiere del concurso y participación de todas las instancias culturales o no, responsables políticos, profesionales de la información y movimientos sociales para su logro efectivo. Solamente se puede llevar a cabo el desarrollo comunitario si se renuncia de antemano a una concepción restrictiva, del mismo incluyendo las actividades de otro tipo de grupos e instituciones culturales que ocupan con todo derecho un puesto en el desarrollo de la alfabetización y la producción de saber y conocimiento
A la comunidad local le corresponde también una activa responsabilidad a este respecto. Pues en esta instancia es posible planificar y administrar las acciones, considerando las posibilidades y recursos que las propias organizaciones de barrio, municipales y comunales, pueden brindarle y facilitarle en beneficio de la comunidad.
BIBLIOGRAFíA
Arias Herrera, H. 1995. La comunidad y su estudio. Ed. Pueblo y Educación. La Habana.
Anguiano de Campeno, S. Las necesidades y la demanda social. (En línea). Disponible en: http://www. revistakairos.org
Barbero, Martín, Jesús. Las culturas en la comunicación de América latina. Caminos. Revista Cubana de Pensamiento Socioteológico. No.20 octubre-diciembre de 2000. ISSN: 1025- 7233.
Breve reseña histórica del programa de la UNESCO para la cultura y el desarrollo. (En línea). Disponible en: .
Bustillo, Graciela. Comunidad y desarrollo. Teoría y práctica de nuestro país. Trabajo comunitario. Revista Multidiversidad, No. 10. Año 2006.
Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo. 1995. http://www.cultydes.cult.cu/1/primer/notas.htm.
Dávalos Rodríguez, R; Bassail Rodríguez, A. 1997. Desarrollo Urbano, proyectos y experiencias de trabajo. Universidad de La Habana.
II Encuentro Iberoamericano y Caribeño "Cultura y Desarrollo. Retos y Estrategias". 1997. (En línea). Disponible en: http://www. cult.cu/1/encuen2/meinaug.htm.
Furtado, C. 2003. "Cultura y Desarrollo". Número 2/ Enero-Junio.
García Canclini, N. Cultura y poder: ¿dónde está la investigación? México, 1985.
G. Gili. De los medios a las mediaciones. Barcelona, 1987.www.oei.es/pensariberoamerica/ric05a01.htm.
González Castro, Vicente. Para entender la televisión. Editorial Pablo de la Torriente Brau. La Habana, 1997.
Hernández Sampieri, R. Metodología de la investigación. ED. Félix Varela. La Habana. 2004.
Kalmanovitz, Salomón. La Industria de la Cultura y el Desarrollo social. Red Iberoamericana de ciudades para la cultura. 30 de julio de 2007. http://www.redinterlocal.org/
Kaplún, Mario. Procesos educativos y canales de comunicación. Caminos. Revista Cubana de Pensamiento Socioteológico. No.20 octubre-diciembre de 2000. ISSN: 1025- 7233.
Lam, Rafael. Cultura y desarrollo. (En línea). Disponible en: http://www.caribenet.info/pensare051amcultura.asp
Martín Serrano, Manuel. La producción social de comunicación. Alianza Editorial, Colección Ciencias Sociales, Madrid, 3º edición (12/03/2004).
Moreno Alfaro, Rosa María. Culturas populares y comunicación participativa. Revista Caminos de pensamiento Socioteológico. No. 20, octubre-diciembre 2000.
Orozco, Guillermo. Televidencias y Mediaciones (Capítulo 2). En Televisión, Audiencias y Educación. Editorial Norma. 2001.
Pérez Tornero, José Manuel. El nuevo lenguaje de la televisión. Editorial Tecnologías y Estrategias. Ciudad de México, 2000.
Rodríguez González, N; Díaz Fernández, A. Trabajo Comunitario. Selección de Lecturas. Ed. Félix Varela. La Habana. 2003.
Rodríguez Gómez, G; Gil Flores, J; García Jiménez, E. Metodología de la investigación cualitativa. Ed. Félix Varela. La Habana. 2004.
Rodríguez Veloso, A; Ojeda Sánchez, D. Reflexiones acerca del trabajo comunitario. (En línea). Disponible en: http://www.psicocentro.com/
Vázquez Panela, A.; Dávalos Rodríguez, R. 1996. Participación Social, Desarrollo Urbano y Comunitario. Universidad de La Habana.
Autor:
Isabel Blanco
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |