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Marcos teóricos en psicología (página 2)


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De esta manera se pretende una evaluación más objetiva de la persona.

Para complementar la evaluación, el psicólogo puede hacer uso de técnicas proyectivas como el Rorschach, Dibujo de la Figura Humana, e incluso análisis de textos escritos donde la persona puede proyectar aspectos clave de su personalidad. Puesto que al paciente no conoce a ciencia cierta el verdadero propósito de la prueba, los datos arrojados son difíciles de manipular y apartarse de la realidad interna del sujeto evaluado.

Se utilizan principalmente en la psicoterapia pero no están exentos de la empresa donde se revela como podría el sujeto desenvolverse en determinada situación. "Estas técnicas o tests son utilizados en una gran variedad de campos, siendo casi indispensables a la práctica psicológica. Los tests son utilizados muchas veces en Psicología para llevar a cabo experimentos, pero también son utilizados en la práctica clínica para arribar a un diagnóstico del paciente o en la práctica laboral para entrevistas de trabajo e incluso en la práctica judicial" (depsicologia.com). Cabe señalar que, las técnicas proyectivas no son muy propias para el conductismo debido al carácter más experimental y observable que persigue este enfoque.

Enfoque psicodinámico

"Las teorías psicodinámicas son aquellas que enfatizan los motivos y conflictos inconscientes junto con la importancia de la experiencia pasada en la explicación de la conducta actual" (Phares, 1992). Bajo la concepción de que el hombre es una madeja de instintos en choque con la conciencia moral, la terapia se encaminaría a encontrar los motivos inconscientes de la conducta del paciente. "De una manera global, para Freud y sus discípulos, la personalidad es un lugar físico interior que se constituye dinámicamente según la historia del sujeto, por medio del ejercicio de determinadas funciones que le son esenciales" (Clapier-Valladon, 1987). Entre estas funciones están los mecanismos defensivos y el papel del inconsciente.

En cuanto a la evaluación, el paciente se sometería a un análisis de su psique, ya sea por sí mismo a través de la introspección, o a la observación y el análisis por parte del terapeuta (Morris, 1992). Ni siquiera se remontaría al suceso desencadenante del duelo sino que hurgaría en los motivos primitivos infantiles que le impiden superar el duelo. Buscaría fijaciones, relación objetal, etapas no superadas y se enfocaría principalmente en la etapa oral que es donde se ubica el origen de las depresiones por la nostalgia del objeto perdido.

La psicoterapia va de la mano con el diagnóstico, es decir, a medida que se evalúa se va haciendo labor terapéutica y se hace a través del análisis de sueños, los chistes, la asociación libre, los actos fallidos, las resistencias, etc. de manera que se neutralicen los mecanismos de defensa específicos y el paciente afronte el problema desde una perspectiva más madura.

El objetivo de de cambio de la psicoterapia sería una terapia larga en la que se intenta, según el psicoanálisis, hacer consciente lo inconsciente.

El psicoanálisis es también en sí mismo un método de investigación como su nombre lo indica, no para la investigación experimental, sino para la exploración de la mente sea esta normal o anormal (Benjamin, 2007), aunque podemos agregar que su campo de acción se desborda hasta la sociedad y el arte y con su método ha hecho contribuciones importantes a la comprensión de fenómenos sociales.

Aparentemente el psicoanalista no parece estar en contacto directo con la comunidad como grupo social sino que sus abordajes se hacen preferentemente de manera individual en un contexto muy controlado por lo que su intervención en la comunidad es pobre. Sin embargo, sí existen terapias grupales de orden psicoanalítico que se combinan con las terapias sistémicas para abordar la angustia después de eventos catastróficos como terremotos o incluso guerras por lo que el alcance de esta terapia sólo necesita del impulso de psicólogos más abiertos a la intervención comunitaria.

La psicología de corte humanista constituye una "tercera fuerza" en la psicología estadounidense, las otras dos fuerzas son el conductismo y el psicoanálisis (Nye, 2002). Concibe al hombre con un potencial a desarrollar para lograr la autorrealización. El no hacerlo puede conducir al hombre a la enfermedad.

El paciente sería concebido como un cliente en busca de un servicio, con capacidad de decidir por sí mismo, lo cual no podría si se concibiera como un enfermo, puesto que un enfermo, según este enfoque, no tiene la capacidad de tomar decisiones.

En cuanto a la forma de hacer evaluación y diagnóstico, se buscarían sus necesidades no resueltas tales como las básicas, de seguridad, de pertenencia, de liderazgo, etc. para orientarlas a la autorrealización según la escala de Abraham Maslow (Barón, 1997). La principal fuente de información sería la propia persona (Phares, 1992), en este caso la misma Luciana.

La terapia se centraría en buscar el sentido de la vida, un motivo para seguir adelante. Se abordarían los problemas actuales y puntuales y se buscarían bloqueos en el desarrollo de su potencial. Pero sobre todo lo importante aquí es la actitud del terapeuta que recomienda: no dirigir sino acompañar, acogida y no iniciativa, centrarse en la vivencia del sujeto, interesarse en la persona del cliente más que en el problema, respetar al cliente y darle consideración, y por ultimo, facilitar la comunicación y no hacer revelaciones (Castanedo, 1993).

El objetivo del cambio de esta terapia sería ubicar al paciente en su discurso en el aquí y en el ahora desde donde afrontaría y aclararía sus problemas pero no a través de la directividad sino de la simple escucha y empatía. Recuperar el sentido de la vida es lo que debe buscar de acuerdo a la logoterapia de Víctor Frankl (1999).

En cuanto a investigación con el propósito terapéutico, según Morris (1992), de todos los psicólogos, los humanistas usan la más amplia gama de herramientas, desde técnicas científicas relativamente objetivas, hasta las más subjetivas como la introspección y los análisis literarios, además, consideran la intuición como una fuente de información válida.

"El enfoque conductista tiene sus raíces en la tradición filosófica del empirismo" (Smith, 1997). En cuanto a la concepción que tiene del hombre, éste es un organismo sujeto a las contingencias ambientales. Es producto de la interacción entre estímulos y asociaciones, y el condicionamiento por castigos y recompensas como lo describe el condicionamiento clásico, por Pavlov, y el condicionamiento operante o por consecuencias, descrito por Skinner, que aunque sus experimentos fueron con ratas, la conducta del hombre se puede explicar, puesto que hay una continuidad entre el animal y el hombre que es la base de su razonamiento (Clapier-Valladon, 1987).

La evaluación y diagnóstico consideraría que el paciente necesita un desaprender para reaprender. Para ello utilizaría técnicas como la entrevista y los antecedentes del caso, así como observación y pruebas (Phares, 1992). Se exploraría el medio en el que vive para encontrar los estímulos que refuerzan su conducta. Se buscarían las consecuencias con las que los asocia y que motivan su conducta. Una vez identificados aquellos que refuerzan la depresión se asociarían con otros que la contrarresten.

Este tipo de terapia intentaría un cambio del medio ambiente si fuese necesario. Se haría una secuencia de las acciones que la conducen a su estado depresivo para identificar el círculo vicioso que va de la búsqueda de ayuda hasta la ahuyentación de aquellas personas en las que intenta encontrar refugio.

El cambio propuesto por este enfoque iría encaminado a romper patrones de autoagresión y de lograr una asociación más favorable de los estímulos ambientales. Necesitaría el conductismo implementar en el paciente lo que ha dado en llamar "contingencia de reforzamiento", es decir, conocer las condiciones imperantes que tienen lugar en el reforzamiento (Nye, 2002).

Por el carácter de propiamente científico, como se autodefine, la teoría conductual está dedicada a la psicología experimental llegando incluso a experimentar con animales para luego transferir los resultados a los humanos. Aunque cabe señalar que se inició con humanos con el niño Alberto, de Watson. Actualmente se orienta con gran fuerza a dar respuesta a los aspectos de la educación donde ha tenido una gran aceptación. Es en las compañías donde también encuentra un nicho de aplicación donde la administración de estímulos y castigos encuentra su mejor expresión. En el caso del cambio de conducta lo que haría es recompensar la conducta deseable y no recompensar la indeseable con el objeto de disminuir la frecuencia (Smith, 1997).

Más que la realidad en sí, son las percepciones de ésta las que determinan al sujeto. Un mismo problema puede ser visto diferente según el sujeto que lo dota de significado. "En reacción contra el reduccionismo conductista, la psicología cognoscitiva se preocupa de la unidad de la conducta, y busca por ello, invariantes cognoscitivos amplios, el intelecto, vuelve a encontrar así, un lugar preponderante en la personalidad" (Clapier-Valladon, 1987).

"El enfoque cognoscitivo pone de relieve la forma en que el hombre "procesa" en su mente la información, la evalúa y reacciona en función de sus planes y previsiones" (Smith, 1997).

En cuanto a la evaluación, ésta se centraría en el análisis de los constructos que motivan la conducta del paciente puesto que su percepción es la realidad imaginaria donde se mueve.

Con respecto al abordaje terapéutico, el cognitivismo trata de replantear los problemas e interpretarlos de otra manera más saludable y funcional. Los constructos del paciente necesitan replantearse de manera que cambie la visión de sus problemas. Podría instársele por ejemplo a explorar el significado de sus nuevas condiciones y buscar las oportunidades que se le presentan en las nuevas circunstancias.

El cambio impulsado por el psicólogo, sería replantear sus creencias y hacer conciencia de lo que provoca en los demás.

En cuanto a la forma de intervenir de manera más específica con técnicas surgidas del conductismo podemos ver lo que el sitio nos dice para ilustrar su aplicación:

"Si un paciente que tiene fobia especifica, su problema será muy probablemente bien abordado con Desensibilización Sistemática, Relajación Muscular Progresiva y Exposición en Vivo.

Si padece Trastorno Obsesivo Compulsivo, la Exposición y Prevención de la Respuesta constituye el tratamiento indicado.

Si sufre crisis de pánico, se aplicará Psicoeducación, Reestructuración Cognitiva, Relajación Muscular Autoaplicada, Entrenamiento en Refocalización Atencional, Exposición y Experimentos Conductuales para el cambio cognitivo.

Cuando el diagnóstico es Depresión, se sugiere la Programación y Ejecución de Actividades Graduales conjuntamente con Reestructuración Cognoscitiva.

En una Fobia Social, se utilizará Entrenamiento en Manejo de la Ansiedad en Situaciones Interpersonales, el Entrenamiento en Habilidades Sociales y la Terapia Cognitiva.

Los tics o hábitos nerviosos se trabajan con procedimientos de condicionamiento operante.

Para determinadas disfunciones sexuales, la Terapia Sexual Focalizada (Masters y Jhonson) es el tratamiento de elección".

En estos ejemplos se explica su relación con lo conductual donde técnicas como la desensibilización sistemática surgidas del condicionamiento están presentes en la terapia.

Las ciencias sociales han concedido un lugar preponderante a la noción de sistema por medio de un estudio nuevo de las instituciones, de las organizaciones de la sociedad y de la vida política. Entre ellas, el hombre es un elemento dentro de un sistema donde su movimiento altera a toda la organización y la reestructuración de la organización lo afecta en lo particular. Basado en estos preceptos, Gordon W. Allport proponía a partir de 1960 la utilización de un modelo de sistemas para estudiar la personalidad (Clapier-Valladon, 1987). Lo interesante de la terapia sistémica es que ésta en realidad puede tener subenfoques tanto psicoanalistas, conductistas o humanistas.

Cualquier persona que lo desee sería evaluada y diagnosticada en su contexto, sus relaciones familiares, su rol en el grupo, los secretos dentro de la organización, los tabúes que se esconden entre los miembros y el discurso no explícito. Lo anterior porque la conducta se concibe como fruto del proceso dinámica que surge entre el individuo y su contexto (Palmero, 2002). Una persona, por ejemplo, podría ser un chivo expiatorio de los sentimientos de culpa tanto reales como imaginarios de los demás miembros del sistema que integra.

La terapia exploraría el papel que desempeña la conducta patológica y su función para la homeostasis familiar.

Entre las técnicas de intervención también utilizadas en la intervención comunitaria, estarían la dramatización, focalización, e intensidad (Sánchez y Gutiérrez, 2000) que exploran las pautas comunicativas dentro del grupo o la familia.

Se investigan los efectos de las diferentes configuraciones al interior del grupo por medio de la supresión o la introducción de un cambio en su conducta misma y se analizan los efectos en el sistema entero. Podría el paciente someterse a análisis (psicoanálisis), a ensayo y error y subsiguiente observación (conductismo) o buscar la función de la depresión como síntoma del sistema (humanismo).

El cambio del paciente sería tomar un nuevo rol dentro de su sistema familiar, hacer consciente la función de su síntoma y orientar de una forma más objetiva sus relaciones internas.

El hombre no tiene un yo coherente y definido sino más bien es un sujeto plural, fragmentado, móvil y efímero, saturado y vacío por el capitalismo y el consumismo. La narrativa ya antes descrita por Lacán, la crisis moral, dominación de lo convencional sobre la razón, y subjetivismo serían los aspectos dominantes en el hombre actual (Pérez, n.f. ).

Se evaluaría su narrativa y su goce inconsciente en el síntoma. Se determinaría si el paciente está en su discurso y cuál es su posición estructural dentro de este contexto. Si es ella realmente la que habla detrás de su lenguaje o es un "objeto hablado" como la concebiría un enfoque estructuralista (Braunstein, 2006).

El objetivo del cambio de este enfoque terapéutico sería encarrilar al paciente en su propio discurso como primera persona capaz de desear por sí mismo e introducirlo en su estructura lingüística como un sujeto deseante capaz de tomar decisiones para y por sí mismo que identifique el goce que le proporciona el síntoma y la manera patológica en la que lo está viviendo. Puesto que síntoma y sentido son mutuamente excluyentes, el conocer el significado de su síntoma lo haría al mismo tiempo desaparecer.

La terapia sería conducida por un terapeuta que no pretendería ser más experto que el propio cliente o paciente. El paciente sería visto en su contexto dentro de una estructura social y lingüística específica.

Una de las tareas del psicólogo comprometido con su campo de estudio es la tarea de investigación relacionada con la personalidad y el desarrollo: evalúa tests psicológicos y estudia la conducta desviada (Smith, 1997). Para hacerlo puede hacer uso de diferentes medios. Entre los métodos que utiliza están la observación descriptiva natural o descriptiva estructurada.

En cuanto a la investigación natural, ésta se lleva a cabo en el contexto habitual en el que se produce el fenómeno y el investigador no interviene en lo que se observa (Marrero, n.f. ), pero de lo que observa interpreta las características o necesidades del individuo o grupo. Por ejemplo, para administrar una contingencia de reforzamiento en un grupo escolar, se puede primero diagnosticar el grupo en su medio natural sin la intervención del observador, como no participante, para luego interpretar las necesidades educativas y proponer alternativas e introducirlas como variables independientes con el objeto de lograr el desarrollo deseado.

Una vez que pasa a la introducción de variables, la observación cambia de natural a estructurada y cae dentro de lo cuantitativo porque en realidad ya hay hipótesis sobre las cuales se trabaja así como medios por los cuales se recopila la información mediante variables (Fernández, 2002) y se mide numéricamente. En este tipo de investigación se pueden utilizar instrumentos de medición tales como cuestionarios, encuestas, pruebas psicométricas, etc., más orientadas a lo conductual, que pueden apoyar en la evaluación cuando éste es el objetivo.

En cuanto a la población a evaluar, asociada a la variable tiempo, la investigación puede ser longitudinal o transversal. Con el objeto de medir la evolución de cierto aspecto se sigue el comportamiento de uno o varios sujetos a través de un cierto periodo de tiempo según el objetivo. Por ejemplo, para medir el desempeño en la competencia de la escritura, se observaría el desempeño de los alumnos a través de todo el semestre. Por el contrario, la transversal, se hace en un único momento temporal con diferentes sujetos, y volviendo al caso anterior, podría ser que se mida el desempeño de varios alumnos que estén iniciando el semestre, y al mismo tiempo a varios que lo estén iniciando en otro periodo.

Entre lo cualitativo está la etnografía, que consiste en el estudio de un grupo en el que se integra el investigador y recoge la evidencia mediante un conjunto de técnicas no estructuradas en las que predomina la observación. Se afirma que es un método natural pero en realidad los estudios etnográficos la presencia del investigador a menudo tiende a modificar las conductas y respuestas de los participantes. Sin embargo, es posible contrarrestar los efectos de la presencia del observador prolongando la estancia del investigador en el campo, según Rico Gallegos (2005).

Una técnica dominante en el psicoanálisis es el estudio de casos que son estudios descriptivos no estructurados que se refieren a una única muestra, bien sea una persona, un grupo, una organización, etc. En psicología educativa entra la Investigación-Acción Estudio de un contexto social donde mediante un proceso de pasos sucesivos se investiga al mismo tiempo que se interviene (Rojas, n.f. ).

La promoción de la salud mental es otra de las tareas del psicólogo que tiene como objetivos la protección, promoción y mantenimiento del bienestar emocional y social, y crear las condiciones individuales, sociales y ambientales que permitan "el desarrollo psicológico óptimo, así como potenciar la salud mental respetando la cultura, la equidad, la justicia social y la dignidad de las personas" (Jané-Llopis, n.f. ).

Referente a la salud mental, desde el punto de vista de la psicología positiva y de acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud, éste es un "estado de bienestar en el que el individuo es capaz de desarrollar sus habilidades, hacer frente a las situaciones cotidianas de estrés, trabajar de forma productiva y fructífera además de contribuir en su comunidad". Bajo este principio, la salud mental positiva potencia la cohesión social y el capital social, mejora la paz y estabilidad en el entorno, contribuye al desarrollo económico de la sociedad y es uno de los principios que comparten las democracias (Jané-Llopis, 2005).

Por su parte, la psicología dinámica centra su estudio en la conducta y los conflictos psíquicos del ser humano. Entre las clasificaciones más dominantes dentro del psicoanálisis contemporáneo son los trastornos psicóticos, los perversos y los neuróticos, aunque dominan en la literatura los trastornos específicos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la sociopatía, obsesiones, histerias, depresión y fobias en términos más accesibles. Cabe señalar que el psicoanálisis con sus técnicas antes mencionadas el único requisito que pide es que el sujeto sea capaz de hacer insight, es decir, de autorreferir sus vivencias ya que es a través del discurso y por él mismo, como interviene.

Por otro lado, de acuerdo al humanismo en relación a la salud mental, se debe trabajar para contribuir al desarrollo pleno del hombre, al establecimiento de sus relaciones justas, sinceras, profundas sanas y creativas. Se pone énfasis en la experiencia del hombre, en el aquí y ahora, y en la toma de conciencia del ser humano sobre su existencia (Carrazana, n.f.). Solo recordemos el carácter no directivo del terapeuta, de manera que el cliente, como se le concibe, pueda él mismo llegar a la solución de su problema. El terapeuta apoya con la actitud empática y sin hacer juicios que puedan entorpecer el proceso.

Se puede decir que la promoción de la salud es uno de los campos más importantes para la intervención del psicólogo puesto que es donde actúa directamente, a diferencia de las demás áreas donde participan profesionales de otras ramas.

En colaboración con otros profesionales, el psicólogo también realiza tareas de consultoría y supervisión entre las cuales se encuentran diagnóstico y medición del clima organizacional, diagnóstico de cultura organizacional, diagnóstico estructural de las organizaciones, análisis de gestión, así como gestión empresarial (evaluación de desempeño, diseño de perfiles para el trabajo, descripción de cargos e incluso de políticas al interior de la compañía).

Un psicólogo de corte conductista, por ejemplo, podría poner en marcha un sistema de administración de premios para premiar la puntualidad y asistencia y con esto lograr un cambio.

Los inclinados al psicoanálisis analizarían los simbolismos de los productos y lo ofrecerían a las grandes industrias que necesitan saber lo que el cliente quiere y sus inclinaciones en el mercado con el objeto de hacer modificaciones en los productos (Rapaille, 2007).

Para mejorar las relaciones dentro de la empresa los humanistas ofrecerían la dramatización, los talleres de desarrollo humano u otras técnicas aplicables a diferentes niveles sociales como son la técnica del círculo mágico y el socio-drama en donde participan grupos de personas con problemáticas en las relaciones (Mancera, 1996), donde además de promoverse la comunicación se logra un avance en la salud mental.

En cuanto a la teoría sistémica, como lo hemos mencionado, trabaja con principios terapéuticos tanto del psicoanálisis, el humanismo y el conductismo, por lo que su intervención en áreas como la investigación, consultoría y docencia van en el mismo sentido, aunque con un enfoque sistémico dedicado al análisis de la estructura tomando en cuenta todos sus elementos. Por ejemplo, el mal desempeño del área de marketing, podría ser no un problema del área misma, sino de recursos humanos, de cobranza, o de alguna otra área por lo que se analizaría la organización en su conjunto y no de manera parcializada.

La Psicología está directamente relacionada al núcleo de la teoría de la administración puesto que en toda teoría o escuela administrativa existe una concepción sobre el hombre y su conducta.

La selección del personal surge como una tarea administrativa sistemática y científica ya desde principios del siglo pasado y es aquí donde ha encontrado su nicho el psicólogo. "Frederick Taylor (1903) en su libro Shop Management planteó un grupo de principios de administración vinculados con la supervisión del trabajo de los operarios, formulando como primer principio: asignar a cada trabajador la tarea más elevada posible, de acuerdo con sus aptitudes personales (García Vidal, 2002).

Aunque ya con casi un siglo y medio de historia, la integración del psicólogo ha sido lenta ya que Según Smith (1997), la psicología industrial sólo ocupa el 6.3% de las especialidades de los psicólogos los cuales aún se inclinan más por la psicología clínica donde ocupan el 56%.

A veces el psicólogo no interviene directamente en la administración pero contribuye a ella por medio del papel de asesoría como hemos visto en el apartado anterior. "La función del supervisor se define continuamente como la de aquel nivel de organización donde la tarea principal consiste en hacer más que en hacer, y que ello requiere cualidades personales de conducción para orientar, guiar, capacitar, motivar, disciplinar, etc." (Dirazar, n.f. ) para lo cual se puede apoyar de un psicólogo que lo oriente sobre el comportamiento de las personas. Él le puede decir que hacer en determinada situación.

El psicólogo de corte humanista tiene una función especial ya que lidia entre la máquina y el humano. En el enfoque humanístico, la preocupación por la máquina y el método de trabajo, por la organización formal y los principios de administración aplicables a los aspectos organizacionales ceden la prioridad a la preocupación por el hombre y su grupo social: de los aspectos técnicos y formales se pasa a los aspectos psicológicos y sociológicos (Administración Humanista, n.f.)

Así pues, es justamente la psicología, la ciencia que se ocupa de las conductas y por lo tanto su conocimiento constituirá una valiosa herramienta de gestión; ayudará a comprender comportamientos y a tomar decisiones mejor fundamentadas. Este hecho es tan importante que hoy en día no puede haber ninguna teoría administrativa que ignore los aportes realizados por aquellos autores que priorizaron la conducta humana (Allport, Postran, Mc. Gregor, Argyris, Zaleznick, Likert, Herzberg y Maslow, entre los más destacados) (Dirazar, n.f.).

El humanismo y el conductismo son teorías que al lado del psicoanálisis compiten por espacios en la docencia y donde incluso hay escuelas de psicología que se consideran humanistas o psicoanalistas según su inclinación. Sin embargo, podemos decir que esto es a nivel universitario y solamente en la transmisión de sus conceptos, no tanto en las técnicas pedagógicas.

El término transferencia es el más referido en esta área puesto que se concibe como un elemento vital para que un sujeto pueda incorporar conocimientos nuevos a través del intercambio inconsciente de amor y atención.

El conductismo, también a veces llamada teoría del aprendizaje, cobra especial importancia en el campo educativo. En realidad, las calificaciones, las suspensiones, los exámenes, los métodos educativos, están todos más o menos fundamentados en los conceptos del conductismo tales como castigo, recompensa, estímulos, respuesta, modelación, imitación, total physical response, etc. Puede considerarse la teoría dominante en la escuela tradicional en lo que a nuestro país se refiere en cuanto a métodos pedagógicos se refiere, aunque la tendencia al desarrollo de competencia le ha reducido su campo de acción con la introducción de la variable actitud que necesita de otros métodos más humanistas para desarrollarla.

Por esto, el psicólogo tiene un amplio quehacer en la docencia. Puede apoyar a los maestros a solucionar conflictos surgidos de la interacción en el salón, puede explicar al docente los efectos de la transferencia de los alumnos, puede explicar las emociones de contratransferencia, explicar las preferencias por unos y el inexplicable enojo e intolerancia hacia otros, entre otros fenómenos.

Con la exposición de las diferentes teorías podemos ver que un caso puede ser visto desde diferentes ángulos ya sea como un trastorno, un tipo de personalidad, una manera de interpretar el mundo, una secuencia de acciones reforzadas o una resultante de un sistema de fuerzas en interacción. De igual manera el paciente tiene múltiples opciones para abordar su problema.

De lo anterior también podemos rescatar que los modelos psicológicos requieren de una conceptualización del hombre para poder intervenir sobre él como objeto material de la psicología. Un paradigma sin éste ingrediente estaría destinado al fracaso puesto que carecería de un anclaje teórico para la determinación de actitudes y conductas frente al hombre.

Una vez delimitada la concepción del hombre, puede el psicólogo saber sus límites frente a su objeto-sujeto, incluso si debe considerarlo en esta dicotomía o fuera de ella. Lo que es seguro es que le brinda un actuar particular y una directriz para su conducta que de lo contrario no lo conducirían sino a divagar y perderse en su labor.

Me parece que conocer los diferentes enfoques psicológicos es vital para la toma de decisiones, para la práctica y para poder saber cuándo podemos quedarnos con un enfoque o cuándo hay que ir más allá de los paradigmas existentes.

Asimismo, los aspectos de investigación, intervención comunitaria, docencia y otras actividades, son partes importantes para el desarrollo profesional del psicólogo, como se ha ilustrado a través de la descripción de las diferentes teorías.

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Autor:

Julio Cabrales Nevárez

Psicólogo

Universidad Autónoma España de Durango

Septiembre, 2009

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