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Del Cristianismo coptado al Evangelio de Jesucristo (página 2)

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7. Santidad

Tal vez deberíamos preguntarnos en primer lugar qué cosa es pecado. Y más aún, deberíamos preguntarnos sobre cómo es Dios. Es la pregunta que se hizo Saratustra cuando subió a la montaña, y pensando en el dios que le habían enseñado sus mayores llegó a una conclusión; bajó de la montaña y dijo: "Dios ha muerto". Y lo que parece una herejía, es algo sano; estamos frente a un hombre que le hablaron de un dios tirano, que se enojaba con aquellos que pensaban diferente, un caprichoso que se levantaba malhumorado y decía: "hoy se me ocurre que esto es pecado". A ese dios mató Saratustra … ¡Y bien que hizo!. Dios no inventó el pecado, lo hizo el diablo para deshumanizarnos. Pecado es todo lo que atenta contra la humanidad. Dios no dice "no matarás" porque le gusta prohibirnos cosas. Lo dijo porque sabe que el asesinato va en contra del "ser – humano". Así pues, todo lo que deshumaniza es pecado y por ende, todo lo que nos haga más humanos sin duda que es santidad. En muchos círculos religiosos, se piensa que santidad es todo lo que abre la puerta hacia la realidad del "espíritu" y se la cierra al mundo. Sin embargo, es hora de comprender que todo lo que atente contra el ser humano sea este hecho religioso, político, social, o de cualquier índole, es pecado. La globalización capitalista, por ejemplo, impuso en el mundo un sistema de exclusión social junto a la cultura del pensamiento único. Esta realidad produjo el desarraigo de miles de personas desde la periferia al centro en busca de mejores condiciones laborales. La respuesta de las naciones centrales ha sido la xenofobia, el racismo y la discriminación. El neofascismo en Italia, el neonazismo Alemán, El creciente racismo en Estados Unidos son la punta del iceberg de una patología de exclusión.

Ortega y Gasset nos dice que "vivir es tratar con el mundo" y también: "Por lo pronto somos aquello que nuestro mundo nos invita a ser". Erich Fromm, en "El miedo a la libertad" demuestra claramente como diversas enfermedades sociales como el fascismo y el autoritarismo, surgen de realidades psicológicas vividas por el pueblo alemán de esos días. Por eso decimos sin temor a equivocarnos que el sistema imperante deshumaniza, quita al hombre su protagonismo como hacedor de la historia, hace del ser humano un engranaje, una pieza más sin identidad, una mercadería más de las góndolas del consumo, y sin duda, la más barata. Pero la santidad es humanizante, santificar es devolverle al hombre su identidad como humano, su protagonismo histórico. Ser cristiano es ser cada vez más humano.

La persona y ministerio de Jesucristo Muchos hoy adhieren a la tesis de que Jesús se preocupó sólo del alma dejando de lado todo lo que se relacione con el mundo cotidiano. Es así como se considera "poco espiritual" a los cristianos que se comprometen con la realidad diaria. Desde el comienzo de la vida de Jesús, esta teoría es desbaratada. Cuando María se goza en que Dios la bendijo con un hijo exclama: "Quitó del trono a los poderosos, y levantó a los humildes. "A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos". Sin dudas que María veía en su futuro hijo un ministerio comprometido con los pobres y desposeídos. Nótese también el profundo mensaje antimonárquico de la madre de Jesús. A lo largo de la historia poscristiana, los artistas se han esforzado por hacer un rostro de Jesús acorde al molde que su sociedad establecía. Hay Cristos negros y los hay blancos, con el cabello largo y corto; De túnica y mameluco. De alguna manera la realidad en la cual el hombre vive lo condiciona en su interpretación de su visión religiosa. En la década de los 60, por ejemplo, Cristo fue un prototipo del Hippie. En Estados Unidos no había problemas en hacer de Jesús el hombre tipo de clase media, mientras que en algunos sectores de nuestra América Jesús era visto como algo parecido al Che Guevara. En estas páginas, no buscamos reconstruir la persona histórica de Jesucristo. Pero hay una conclusión casi a priori: Jesús no fue ni Camilo Cien fuegos, ni Ghandi, ni el ser apolítico que la teología convencional lo ha hecho parecer. Nuestra historia tiende a hacer de los próceres seres apolíticos y asexuados fuera de todo marco histórico. Jesucristo, no se exceptúa de esta regla. Hemos hecho con frecuencia del Maestro, un ser místico, alejado de la historia y totalmente desinteresado de los problemas políticos y sociales de su época. Pero esta visión no es real; Jesús se interesó por los problemas de su época; su ministerio no es ajeno a una propuesta social concreta. Hay en el Nuevo testamento, infinidades de pasajes que muestran el interés social y político de Nuestro Señor. En las líneas que siguen se resaltará escuetamente dos aspectos de la vida de Jesús, de los tantos que muestran el compromiso social del Nazareno y cómo él dejó caminos claros para la ética social del cristianismo.

  • Lucas 4:18 – 20

Jesús comenzó su ministerio un sábado que yendo a la sinagoga le dieron a leer el libro de Isaías y abriéndolo leyó un pasaje que luego el mismo aplica a su persona: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido a predicar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos: a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Es ineludible el profundo peso social que cargaba al ministerio de Jesucristo. Aunque hoy se lo quiera hiperespiritualizar las palabras de Jesús (y de hecho tienen un gran contenido espiritual), es imposible quitarles el gran contenido social que encierran, sobre todo en la última sentencia: A predicar el año agradable del Señor. Este año agradable al que el profeta hace referencia no es otro más que el jubileo. El jubileo es una fiesta de reestructuración económico – social que el pueblo de Israel debía celebrar periódicamente. El año jubilar constaba de cuatro leyes fundamentales:

  1. Remisión de deudas.
  2. Liberación de los esclavos.
  3. Devolución de los campos a sus legítimos dueños.
  4. Descanso de las tierras productivas.

Todo esto debía hacerse cada 50 años a excepción del último punto, el Descanso de las tierras, que también se realizaba cada siete. Esta descripción tan breve del año sabático nos deja ver con claridad increíble el profundo énfasis social que contenía el mensaje del Señor. El no pasó por alto las necesidades sociales y económicas del mundo; ni instó a su pueblo a soportar el flagelo del hambre y la miseria con estoicismo mientras esperaban su venida; por el contrario, Jesús desde el comienzo de su ministerio predicó una profunda reestructuración social, económica y política en el mundo. Él quería que no haya en esta tierra marcadas diferencias sociales. La pobreza y el hambre, la desocupación y la explotación del hombre por el hombre son enemigas íntimas de la esencia del evangelio. Por supuesto, este único discurso, no es suficiente para demostrar que Cristo con el comienzo de su ministerio propuso iniciar un tiempo jubilar. Pero no es ésta la única vez que el Señor hace referencia a dicha propuesta; por el contrario, en más de una oportunidad se puede observar a Jesús buscando implantar dicha ética. Por ello le dijo al joven rico que para entrar en el reino necesitaba vender y redistribuir sus riquezas. Este es el principio elemental del jubileo. También en su oración modelo, Jesús enseñó a perdonar a nuestros deudores, y aunque hoy se traduzca deudas por faltas, es imposible ocultar el peso de las palabras de Jesús. Todo el que acepta al Señor como salvador, disfruta desde ahora de su presencia en el Reino, y todo aquel que pertenezca a dicho reino, debe llevar una vida acorde al mismo, es decir, entre otras cosas, participar de la justicia. Jesús dejó normas claras de cómo vivir en justicia y ser artífices del jubileo es una de ellas.

  • Mateo 25:31 – 46

El advenimiento de nuestro Señor para poner fin a este sistema e implantar su Reino de justicia e igualdad pondrá a prueba la fe de cada uno separando "ovejas" de "cabritos". Pero la fe suele ser abstracta y sólo se hace manifiesta por los efectos producidos. En la parábola de Mateo 25, el maestro ejemplifica este principio diciendo que en su venida dividirá al mundo en dos: unos a su derecha y otros a su izquierda, a unos salvará, a otros condenará. Y a continuación aclara el porqué de esta actitud: "porque tuvo hambre… preso… desnudo… y me diste (o no) de comer… vestido… me visitaste. Ambos grupos le preguntarán cuándo le hicieron o negaron dicho favor y él responderá: "Cuando lo hiciste al más pequeño, a mí me lo hiciste". En estas palabras (a mí lo hiciste), encontramos a un verdadero representante de Cristo en la tierra a la cual debemos respetar para mostrar nuestro amor a Cristo. Este representante no está cubierto de oro ni es reconocido por ningún credo, ni mucho menos es la cabeza de ninguna iglesia. Al contrario, el representante de Cristo en la tierra es el pobre y marginado y sólo podemos decir que amamos y conocemos a Cristo cuando lo demostramos en la persona del doliente.

8. El día de reposo

El cuarto mandamiento fue dado al pueblo como una señal "de una sociedad que rechaza la idea de que el hombre vive para el trabajo" Si se contempla brevemente la situación histórica que vivía el pueblo hebreo en su cautiverio egipcio, se vislumbrará un pueblo terriblemente maltratado, obligado a trabajar bajo el yugo esclavista de un imperio, cuya vida se centralizaba en el trabajo. Pero Yavhé, se hizo presente librando a su pueblo y devolviéndole su dignidad. El día de reposo fue dado a un pueblo libertado del sistema de esclavitud que le imponía el imperio dominante. Dicho en boca de Shurmman: El día de reposo es así el símbolo de una estructura económico – social opuesta al sistema egipcio que justamente degradaba al hombre y lo convertía en una maquina, en un individuo que no tiene posibilidad de organizar sus fiestas Cuando Dios condujo a su pueblo a la libertad, le dio en el camino las reglas necesarias para que esa libertad sea conservada. Estas reglas aparecen enteramente explícitas en dos oportunidades en el Pentateuco: Exodo 20 y Deuteronomio 5. Si bien las tablas de la ley fueron escritas por "el dedo de Dios" en Sinaí, el cuarto mandamiento no aparece redactado de igual manera en ambos textos. Esta diferencia de énfasis que el escritor da en ambos pasajes, no puede pasar desapercibida. En Exodo se insta a guardar el sábado como conmemoración de la creación. Deuteronomio, sin embargo, pone énfasis en el aspecto social del día de reposo. El pueblo hebreo debía guardar el sábado como conmemoración de la libertad de manos de los egipcios que Dios les había dado: "Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto y que Jehová tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido" (Deuter. 5:15). El día de reposo es pues también una señal de la libertad sociopolítica que Dios dio a su pueblo; nos recuerda que el hombre no vive para el trabajo sino que muy por el contrario, trabaja para vivir. Un día que, dando un paso atrás, el hombre puede retirarse de la sociedad de consumo que lo enmarca, para recordar el verdadero sentido del trabajo y de la vida.

La integridad del hombre Una de las primeras herejías que se introdujo al cristianismo fue la que conocemos con el nombre de Docetismo. Esta teoría, impregnada sin duda de la filosofía platónica, presenta un marcado dualismo entre un cuerpo mortal y corrupto y el alma pura e inmortal. Hoy en día, aunque dicho pensamiento fue rechazado por la iglesia hace siglos, hay en algunas oportunidades la tendencia a dualizar al ser humano. Es así como en más de una oportunidad se hace mención a la cantidad de almas que se convirtieron en cierta y determinada campaña evangelística. Inclusive, muchos laicos no han sabido responder a ciencia cierta si la resurrección de los muertos en el día postrero será sólo espiritual o también corporal. Sin embargo, en los últimos tiempos, ha habido un resurgimiento de la predicación del hombre como ser integral. Y es que no caben más dudas de que el hombre en sus diferentes aspectos está estrechamente relacionado. Así por ejemplo, muchas enfermedades físicas se deben a factores extrafísicos y viceversa. Por tanto, el hombre es un ser indivisible; el hecho de que no se tenga en cuenta una de sus funciones acarrea dificultades sobre las demás fases del ser. Es necesario, teniendo en cuenta este principio, que nos preocupemos no sólo por la vida espiritual, sino de la integridad del ser, recordando que el hombre no es un montón de compartimentos estancos, sino que cada parte de su ser está estrechamente relacionada con la otra. No podemos tomar fragmentos de la vida, seleccionar una parte de la vida que consideremos valiosa o que nos atrae, o que nuestra inclinación reclama con vehemencia. O tomamos la totalidad de la vida… o meramente tomamos un fragmento de ella que puede parecer satisfactoria, pero que inevitablemente acarreará confusión. Dios creó al hombre en toda su plenitud y lo redimió en toda su plenitud. Por tanto el verdadero creyente debe preocuparse por la totalidad de la persona.

Mayordomía Cuando Dios creó al hombre le encomendó la protección y cuidado de toda la tierra y sus moradores. Este hecho nos lleva a una doble consideración:

Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan (Salmo 24.1) La Palabra de Dios es clara cuando dice que la tierra no es de los ricos, ni de un Estado burgués ni de unos pocos afortunados: "De Jehová es la tierra". Este mundo pertenece al Señor y él lo creó para regocijo de todos los hombres. Sin embargo, hoy son pocos los que pueden disfrutar de las bendiciones del creador. Sólo el cinco porciento de las tierras productivas de América Latina es cultivada, sin embargo hay hambre. De este 5% que se cultiva, el 90% se encuentra en manos del número total de terratenientes. El número de los campesinos sin tierra es alarmante, supera en promedio al 50%. Estas condiciones de tenencias y explotación de la tierra traen como resultado uno de los índices de producción agrícola más bajo del mundo. Un agricultor norteamericano produce para alimentar a 25 personas… Uno latinoamericano, para apenas 4 personas. Si bien estos datos carecen de actualización, en América Latina la historia no ha cambiado demasiado. La distribución agraria una empresa que debe hacerse con urgencia antes que el problema se torne irreversible. Los problemas corrientes de justicia social, rural y política son ahora extremadamente urgentes… y las iglesias en esos países no pueden dejar por mas tiempo de considerarlos. Dios nos dio la orden de gobernar la tierra (Gn. 1.28) Si realmente comprendemos que quiere decir gobernar, ser mayordomos, administradores de esta tierra, debemos tomar consciencia de lo que significa dicha orden y buscar una pronta solución a los problemas económicos y sociales que se opone al plan de Dios.

Hacia una moral sin dogmas Hacia una moral sin dogmas es el título del famoso libro de José Ingenieros y nos pareció interesante ponerlo como título de la conclusión de nuestro trabajo, porque, como veremos, la moral del cristiano no es nunca una respuesta dogmática ni prediseñada ante estímulos sociales. Un dogma, es una opinión impuesta desde afuera del hombre; es algo que se acepta porque lo dijo una autoridad y no se cuestiona si no se quiere tener problemas: Un dogma moral es una opinión inmutable e imperfectible impuesta a los hombres por una autoridad anterior a su propia experiencia. El dogma, como doctrina, es entonces una imposición desde afuera del creyente, la cual él no tiene la posibilidad de reflexionar, cuestionar, perfeccionar o modificar. De allí que, si la moral se basa en dogmas fijos y objetivos, el cristiano sólo debe obedecer sin cuestionar, lo que lo hace un reproductor que no goza de su libre voluntad, lo rebaja a la postura de una máquina que sin poder reflexionar, reproduce las órdenes de su fabricante. Pero Dios no es nuestro fabricante, es nuestro creador, y nos creó a Su imagen, es decir, nos dio capacidades creativas y libres que debemos respetar. La moral del cristiano, pues, no se basa en dogmas premoldeados sino en la experiencia; en el diálogo con su tiempo, su sociedad y su entorno.

Etica autoritaria versus libertad en Cristo En una exposición de arte plástico en San Isidro, una mujer de influencia se escandalizó frente a un cuadro que ella calificó de obsceno. Consecuencia: nadie pudo ver el cuadro. En la época de la usurpación militar en Argentina, el gran "moralista" Tato, censuraba las películas y decía al pueblo que podía ver y que no. Mientras sus compañeros de delincuencia mataban, torturaban y violaban, Tato prohibía al pueblo argentino escuchar o ver escenas que se oponían a "la moral occidental y cristiana". ¿Cuántas veces suponemos que el verdadero cristiano tiene derecho a hacer uso de esta ética?. ¿Cuántas veces escuchamos desde el púlpito prohibir ir al cine, al baile, usar cierta vestimenta o leer ciertos libros?. Ustedes, ¿Qué prohiben?, suelen preguntar muchos que se encontraron en varias oportunidades con fundamentalistas. En realidad, deberíamos cuestionarnos toda forma de moral autoritaria formada en dogmatismos sacralizados. La forma de ser de Jesús se opuso siempre y rotundamente a todo autoritarismo. Jesús predicó una moral que no se basa jamás en dogmas fijos y arbitrarios. El jamás fijo reglas autoritarias, sino por el contrario, la filosofía del Maestro fue siempre situacional. El mismo pone ejemplos claros: ¿No han leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; como entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición que no le era permitido comer ni a él ni a los que estaban con él sino solamente a los sacerdotes?

Y termina con la conclusión: Si supieran que significa misericordia quiero y no sacrificio No condenarían a los inocentes. En otras palabras, Nadie tiene derecho a hacer de la moral del prójimo un decreto militar. Debemos dudar de aquellos que ordenan la vida del prójimo diciendo lo que se puede hacer y lo que está prohibido de acuerdo a sus leyes arbitrarias. Dios no tiene abogados defensores, ni policías de moral. Jesús basa sus principios morales poniendo la misericordia por encima de la ley.

Etica legal versus ética dialéctica Basar la ética en la ley, es sin dudas, ser dogmáticos en nuestra ética. ¿Pero qué decimos cuando el mismo Dios que en la ley nos dice "no matarás", obliga a su pueblo a matar a todos los habitantes de Canaan? ¿Y Rahab, la prostituta, no fue salva por mentir sobre los dos espías?. ¿Es la madre de la fe una mujer que escondió dos espías y que cuando los enemigos lo fueron a buscar dijo "aquí no están, sólo vinieron a pasar la noche conmigo"? ¿tuvo ella el honor de ser puesta en la galería de la fe y ser ascendiente de Jesús por su mentira?. Muchas veces escuché a dogmáticos discutir qué hubiesen hecho si, por ejemplo, en la segunda guerra mundial, escondían judíos de las garras nazis y venía el ejercito a preguntarles si estaban allí. ¿Decimos que sí y permitimos que maten a esos inocentes? ¿Decimos que no y mentimos? ¿Que hacer?. Para un dogmático, lo menos pecaminoso es decir la verdad, si Dios quiere que los salve él, "ya no es problema mío, yo cumplí con el mandamiento de no mentir"… Para un hombre que practica una "Moral sin dogmas", lo lógico, lo santo y lo que Dios requiere, es, oponiéndose al dogmatismo, seguir el ejemplo de Rahab. Claro, somos conscientes de que esta postura puede llevar al relativismo. El retativismo es, en última instancia, el rechazo de toda valoración moral objetiva. Esto no es nada más ni nada menos que reducir la moral a un costumbrismo cultural: "si todo el mundo lo hace está bien". Por supuesto que es muy difícil ver un cristiano relativista, pero el individualismo y el subjetivismo que existen en las iglesias más fundamentalistas, es un punto en común entre ambas ideologías. Todo dogmático, se encuentra perdido ante la realidad de la libertad en Cristo. Acostumbrado a que las "autoridades naturales" le digan lo que debe hacer, se encuentra ahora frente a la realidad de la libertad en Cristo. ¿Entonces puedo hacer lo que se me de la gana? –es la pregunta inevitable-. La respuesta no se deja esperar: ¿Qué tiene ganas de hacer hermano?. San Agustín tenía una frase que a simple vista hasta puede parecer herética: Ama y haz lo que quieras. ¿Quiere decir que el amor es lo único que cuenta en la ética cristiana?. Es una buena pregunta. Diríamos que el primer paso para una ética y una moral comprometidas es el "ser un hombre nuevo"; un hombre que pone el amor como única respuesta a las relaciones humanas. Dos grandes mandamientos nos dejó el Señor, y ambos pueden resumirse en una sola palabra: AMA. Entonces: ¿La ética del cristiano está determinada por su subjetividad?. Es indudable que el apóstol Pablo es el escritor del Nuevo Testamento que más enfáticamente rechaza al legalismo. Incluso llega a proferir juicios bastante violentos contra la ley misma (habla de "la maldición de la ley" -Gálatas 3:13-). No obstante, el mismo Pablo nos lleva a la conclusión: "Por la fe ¿invalidamos la ley?. ¡Claro que no!" (Romanos 3:31)

¿Entonces?:

  1. En primer lugar que el amor no es subjetivo. El amor es un don de Dios, es una realidad divina que nos acerca a su imagen. El "Ser Humano" está determinado por su capacidad de amar. El psicólogo Erich Fromm, dice claramente que el amor, libre y sano, es la única respuesta al problema de la existencia humana. Amar es pues, la única condición en la que debe vivir el cristiano.Claro, cuando hablamos del amor, no estamos hablando de una novela centroamericana, ni de una canción de moda, esa no es la definición de la palabra amor. El amor se define como la inquebrantable disposición de acudir al servicio del otro, sin preguntarle quien es y si tiene culpa, sino sólo considerando su necesidad. Podemos decir sin lugar a equivocarnos que lo único que define la palabra amor, es la persona y ministerio de Jesucristo. El sinónimo más perfecto de la palabra amor es: Jesús.
  2. En segundo lugar, es que cuando hablamos de la ley, no estamos haciendo alusión al legalismo, ni siquiera a una ética legal, la ley de Dios nos da las bases objetivas para una ética del hombre nuevo. Debemos comprender que la sociedad, la cultura, la historia, las demandas de la época, son las condiciones "subjetivas" de dicha moral.

En otros términos, la ley no nos permite subjetivizar (hacer lo que nos viene en ganas), y la realidad que nos rodea no nos permite hacer una ética tan objetiva que llegue a ser descarnada e incluso pueda volverse contra sí misma. La verdadera moral del cristiano, es un diálogo constante entre la realidad expresada en la ley divina y la situación cotidiana. Sólo el amor, aquel que mencionamos en el punto 1 puede ser el interlocutor de este diálogo si queremos llegar a buen puerto. Caminante, son tus huellas El camino, nada más Todo el que camina anda como Jesús sobre el mar Caminante, no hay camino, Se hace camino al andar Al andar se hace camino Y al volver la vista atrás Se ven las huellas que nunca Se han de volver a pisar Caminante, no hay caminos Sólo estelas en la mar.

 

 

 

 

 

Autor:

Licenciado Claudio Andrés Cruces

Partes: 1, 2
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