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El Cristianismo (página 2)

Enviado por Nagato Uchiha


Partes: 1, 2

Lanzada por Urbano desde Clermont-Ferrand en el corazón de Francia al grito de Deus vult (Dios lo quiere), que congregó una turba de cazadores de indulgencias provenientes de media Europa, y predicada por Pedro el Ermitaño (quien exhibía una carta de apoyo que Dios le había mandado a través de Cristo), Walter el Menesteroso y otros monjes vesánicos, esta primera cruzada fue un éxito de principio a fin. Corrió sangre antes de salir de Europa rumbo a Tierra Santa, y a modo de calentamiento, las huestes del Crucificado se entrenaron matando judíos. Una turba guiada por Emich de Leisingen (al que le apareció milagrosamente una cruz en el pecho) quemó a los de Mainz y de Worms. Y otras guiadas por los curas Volkmar y Gottschalk masacraron a los de Praga y a los de Regensburg. Por Hungría, Yugoslavia y Bulgaria, países cristianos, pasó la horda vándala devastando campos y ciudades. En Zemum, Pedro el Ermitaño mató a cuatro mil cristianos. Y todo con la bendición de los obispos acompañantes. Una vez en Asia Menor, iban decapitando infieles por donde pasaban para después lanzar sus cabezas por sobre las murallas de las ciudades que sitiaban (como Nicea, Antioquía y Tiro) con el fin de desmoralizar a sus defensores, que les contestaban catapultándoles las cabezas de sus conciudadanos cristianos. Pero el apoteosis del horror fue en Jerusalén. A los sarracenos los torturaban durante días, los obligaban a saltar de las torres, los flechaban, los decapitaban. A los judíos que se refugiaron en la sinagoga los quemaron vivos. "Y en el templo de Salo —escribe el cronista Raymond de Aguilers— la sangre les llegaba a los caballos hasta las bridas, justo y maravilloso castigo de Dios a los infieles". Los cadáveres de infieles y caballos se apilaban en las calles entre cabezas, manos y pies cercenados. Dos semanas antes de que los cruzados tomaran a Jerusalén murió Urbano. Desde el punto de vista de los crímenes de los caballeros cristianos, las otras siete cruzadas comparadas con la primera son menos brutales.

Por si esto fuera poco, Urbano II fue beatificado por el papa León XIII en el año 1881¿la razón? Ni aunque recorriera el universo entero encontraría una razonable.

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3.2 EUGENIO III (Bernardo Paganelli) 1145 – 1153

Tras algunos pleitos dentro de la iglesia Eugenio III es exiliado a Francia, desde ahí organiza la Segunda Cruzada. ordenando su predicación a su maestro Bernardo de Claravalque logró el apoyo del rey francés Luis VII y del emperador germano Conrado III (que terminaría en fracaso al no culminar con la conquista de Condado de Edesa).

A pesar de su inutilidad como papa fue beatificado en 1872 por el papa Pío IX

En la tercera cruzada, predicada por el arzobispo Guillermo de Tiro, Ricardo Corazón de León masacró en Acre a tres mil y mandó rajar los cadáveres en busca de joyas por si se las hubieran tragado sus dueños para llevárselas a la eternidad.

3.3 INOCENCIO III (Lothario dei Conte di Segni) 1198 – 1216

A mediados de 1209 y al mando de un ejército de asesinos, el legado papal Arnoldo Amalrico le puso sitio a Beziers, baluarte de los albigenses occitanos, con la exigencia de que le entregaran a doscientos de los más conocidos de esos herejes que allí se refugiaban, a cambio de perdonar la ciudad. Amalrico era un monje cisterciense al servicio de Inocencio III; su ejército era una turba de mercenarios, duques, condes, criados, burgueses, campesinos, obispos feudales y caballeros desocupados; y los albigenses eran los más devotos continuadores de Cristo. Así les fue, colgados de la cruz de esa esperanza terminaron masacrados. Los ciudadanos de Beziers decidieron resistir y no entregar a sus protegidos, pero por una imprudencia de unos jóvenes atolondrados la ciudad cayó en manos de los sitiadores y éstos, con católico celo, se entregaron a la rapiña y al exterminio. ¿Pero cómo distinguir a los ortodoxos de los albigenses? La orden de Amalrico fue: "Mátenlos a todos que ya después el Señor verá cuáles son los suyos". Y así, sin distingos, herejes y católicos por igual iban cayendo todos degollados. En medio de la confusión y el terror muchos se refugiaron en las iglesias, cuyas puertas los invasores fueron tumbando a hachazos: pasaban al interior cantando el Veni Sancte Spiritusy emprendían el degüello. En la sola iglesia de Santa María Magdalena masacraron a siete mil sin perdonar mujeres, niños ni viejos. "Hoy, Su Santidad —le escribía esa noche Amalrico a Inocencio III—, veinte mil ciudadanos fueron pasados por la espada sin importar el sexo ni la edad". Albigenses o no, los veinte mil eran todos cristianos. Y así ese papa criminal que llevaba el nombre burlón de Inocencio lograba matar en un solo día y en una sola ciudad diez o veinte veces más correligionarios que los que mataron los emperadores romanos cuando la llamada "era de los mártires" a lo largo y ancho del Imperio.

Tras Beziers cayó Carcasona, donde Amalrico hizo conde de la ciudad a un veterano de la Cuarta Cruzada, Simón de Montfort, entregándole de paso el mando del heterogéneo ejército con la recomendación de que tratara a toda la Occitania como tierra de herejes y se sintiera libre de exterminar a cuantos quisiera sin tomar prisioneros. Consejo que en un principio el flamante conde no siguió: en Bram no mató ni uno, a todos los cegó. O mejor dicho a todos menos a uno que dejó tuerto para que con su único ojo pudiera guiar hasta Cabaret al resto, la columna de ciegos que avanzaba así: el ciego de atrás con las manos puestas sobre los hombros del ciego de adelante, y adelante de todos el tuerto, de suerte que a la vista del ciempiés alucinante les acometiera a los enemigos de Inocencio el saludable temor a Dios. Por si el lector no sabe de geografía entre Bram y Cabaret hay un aproximado de 30 km.

En realidad el verdadero motivo de esa cruzada no era la herejía (al fin y al cabo herejes somos todos, hasta los más ortodoxos, pues la herejía de hoy bien puede ser la ortodoxia de mañana) sino la desobediencia al papa, el desacato. A Francisco de Asís, el más pobre entre los más pobres, Inocencio III lo conoció en persona y no lo mató. Pero es que el sumiso Francisco había llegado ante él en son de obediencia, lamiendo pisos; en cambio los albigenses se dieron a discrepar, a refunfuñar, a perorar contra las riquezas y la corrupción del clero. Repudiaban la relajación de costumbres de la parroquia medieval y las ansias de poder temporal de sus prelados. Admitían únicamente, el sacramento de la imposición de manos y rechazaban todos los sacramentos posteriores que no se fundaban en las Santas Escrituras. Al papa lo llamaban "el Anticristo" y a su Iglesia "la puta de Babilonia".

Mató a más de un millón de personas, a las que hizo llamar "hereje". Creó la más infame y diabólica acción en la historia de la humanidad, la Inquisición. Por espacio de más de 500 la religión católica usó este método tan cruel contra quienes consideraba adversos a su fe.

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3.4 INOCENCIO IV (Sinibaldo dei Fieschi) 1243 - 1254

Inocencio IV fue la viva imagen de la Santa Inquisición, puesto que en esta época tuco su máxima expresión. El 15 de mayo de 1252 promulgó la bula Ad extirpanda por la que se legitima la tortura como medio de confesión de los heréticos. Fue el primer papa en decretar la muerte de los herejes relapsos, es decir, de aquellos que se resistían a abjurar de sus posiciones teológicas contrarias a las profesadas por la sede romana.

Las cámaras de la Inquisición se convirtieron entonces en las mazmorras del infierno. A los acusados los encerraban en celdas, aislados, les impedían ver a los familiares y les ocultaban los nombres de sus acusadores. Al que no confesaba pronto le aplicaban como aperitivo las empulgueras, unas abrazaderas que se cerraban con un tornillo y que iban triturando y dislocando dedos. ¿No confesaba? Lo pasaban entonces a las botas quiebratibias, para sentarlo luego en la silla ardiente a descansar: una silla con una hornilla bajo un asiento metálico erizado de clavos afilados que se calentaban al rojo vivo. ¿Seguía sin confesar? Le dislocaban entonces los brazos y las piernas en la rueda o en el potro de tortura. O le aplicaban el tormento de la garrucha, que consistía en colgar al tozudo, con los brazos atados por detrás de la espalda, de una cuerda que pasaba por una polea, y subirlo y bajarlo, subirlo y bajarlo hasta que se le dislocaran los hombros. ¿Aullaba de dolor? Le taponaban la boca con un trapo. ¿Se desmayaba? Mañana entonces continuamos la sesión. Prisa no había. Y rociaban los instrumentos de tortura con agua bendita para desinfectarlos. A propósito de agua y trapo, al día siguiente el trapo lo embebían en agua que le iban haciendo tragar al empecinado, jarra tras jarra, asfixiándolo: ése era el tormento de la toca. O le desencajaban las mandíbulas abriéndoselas hasta lo máximo. "Por el amor de Dios, confiesa para que salves tu alma —le imploraba el inquisidor—, no me hagas sufrir tanto". A las víctimas desmembradas las tiraban en pozos llenos de serpientes, los entregaban desnudos y atados a ratas hambreadas o los enterraban vivos.

Y no sólo tenía que confesar el indiciado sino que por añadidura lo obligaban a denunciar a su mujer, a sus hijos y a sus amigos como enemigos de Dios. A los que confesaban rápido simplemente se les confiscaban los bienes, se les recetaban azotes y misas y se les obligaba a llevar las dos cruces amarillas de la infamia: una por delante y la otra por la espalda, cosidas a la ropa. El problema de la confesión no eran tanto las dos cruces y que el condenado quedara como carmelita descalzo durmiendo a la intemperie, sino que se sentaba el precedente de herejía y así después cualquiera, por envidia, por odio o por celos lo podía acusar de reincidencia y ahí sí entonces eran las llamas de la hoguera las que iban a bailar en torno al cuerpo semidesnudo.

La quema estaba a cargo de las autoridades civiles, no de las eclesiásticas para no ir a manchar la santidad de la Iglesia. Era el llamado "auto de fe", que tenía lugar en la plaza real ante el populacho congregado, feliz de ver arder. Una verdadera fiesta cristiana. El inquisidor fungía de acusador y juez. Por lo tanto como acusador jamás perdía un caso. Nunca le decía al indiciado de qué lo acusaba y le prohibía preguntar. Cualquier testigo le servía: perjuros, asesinos, ladrones. No se podía apelar.

Para iniciar un juicio le bastaba al inquisidor un rumor o una delación. Se incitaba a los hijos a denunciar a los padres, los padres a los hijos, los esposos a las esposas, las esposas a los esposos, los amigos a los amigos. En un clima de sospecha y terrores generalizados, nobles y siervos por igual estaban en peligro de ser enjuiciados, y los predicadores se abstenían de predicar, pues era como jugar con fuego.

Las deudas del delator se anulaban, lo cual era una invitación a que todo deudor denunciara a su acreedor. Fundándose en la delación o el rumor el inquisidor procedía entonces y le caía al acusado como un rayo, por ejemplo a la media noche cuando dormía: lo despertaban y en un estado de aturdimiento y de confusión lo conducían a la prisión secreta de la Inquisición sin decirle qué delito le imputaban ni quién lo delató. Los inquisidores se enriquecían como obispos: recibían sobornos, se apoderaban de las riquezas de los que condenaban, y los ricos les pagaban contribuciones anuales para que no los acusaran. Juzgaban y condenaban hasta a los muertos: los desenterraban como al papa Formoso y trituraban y quemaban sus huesos.

Entre los instrumentos de torturas de la Santa Inquisición se encontraron estas:

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Nota: Antes de proceder a la rueda, se le trituraba los huesos a los acusados mediante golpes no mortíferos.

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3.5 JUAN XXII (Jacques Duèze) 1316 – 1334

Supersticioso cuanto nepotista y simoníaco, otorgó la persecución a las brujas. En su pontificado hizo y deshizo: colmó de bienes a familiares y amigos, estableció una tabla de tarifas para los documentos eclesiásticos y un sistema internacional de diezmos.

Aprobada la persecución de brujas se encendió con nuevo brío el horror. Tan espléndida se mostraba la nueva fuente de confiscaciones y riquezas que los obispos, entrando al quite y en competencia desleal con los dominicos, montaron sus propias inquisiciones y hogueras. E igual los protestantes, tanto de Europa como de América (tratándose de tierras y oro, católicos y protestantes, como los olivos y las aceitunas, todos son unos). El obispo de Tréveris quemó a trescientos sesenta y ocho, el de Ginebra a quinientos, el de Bamberg a seiscientos y el de Würzburgo a novecientos. Entre dominicos y obispos arrasaron con pueblos y regiones enteras. En Oppenau entre 1631 y 1632 quemaron cerca del dos por ciento de la población. Para detener la tortura las supuestas brujas denunciaban a otras y éstas a otras en una reacción en cadena que podía arrastrarse por décadas. La cifra total de los quemados por brujería nunca se sabrá. Unos dicen que treinta mil, otros que setenta mil, otros que trescientos mil. Lo que sí sabemos es que en su mayoría eran mujeres. Hay cifras de un año, de otro, de aquí, de allá. Por ejemplo, en Como, Lombardía, en 1416 quemaron a trescientos, en 1486 a sesenta, en 1514 a trescientos, y en los años posteriores a razón de cien por año. Cien quemaron en Sion en 1420. En Mirándola en 1522 quemaron a centenares. En Dinamarca en 1544 a cincuenta y dos. En Alemania en 1560 a varios centenares. En París entre 1565 y 1640 a cien. En Genfen mayo de 1571 a veintiuno. En Lorena de 18 1576 a 1606 entre dos mil y tres mil. En Burdeos en 1577 a cuatrocientos. En Inglaterra entre 1560 y 1600 a trescientos catorce. En Val Mesolcina en 1593 sólo a ocho, pero por obra nadie menos que del cardenal Carlos Borromeo, a quien la Puta luego canonizó. Durante el siglo xvi en Dinamarca a mil e igual en Escocia y doscientos en Noruega. En Polonia entre 1650 y 1700 a diez mil. En Inglaterra entre 1645 y 1647 en la provincia de Suffolk el cazador de brujas Matthew Hopkins ahorcó a noventa y ocho, en su mayoría mujeres jóvenes, después de torturarlas y violarlas. Y el gran inquisidor Baltasar Ross iba de pueblo en pueblo con un tribunal itinerante juzgando y quemando como un enajenado. Las acusaban de canibalismo, de bestialidad, de volar en escobas, de arruinar las cosechas, de hacer abortar a las mujeres, de causar impotencia en los hombres, de beber sangre de niños, de participar en orgías, de besarle el trasero a Satanás y de copular con él en los aquelarres y de darle hijos, de convertirse en ranas y gatos. De una bruja cuenta el Malleus maleficarum que en las noches emasculaba a los hombres mientras dormían y guardaba sus penes en un nido en la copa de un árbol. Y que un día un labriego despenado llegó a suplicarle que por el amor de Dios le devolviera su pene, que él tenía mujer e hijos y era pobre. La bruja lo mandó a la copa del árbol a que lo buscara. Subió el labriego, hurgó en el nido, se escogió el pene más grande de la colección y bajó a tierra con su tesoro.

Les pinchaban los ojos con agujas, las empalaban por la vagina o por el recto hasta desmembrarlas en castigo por haberse ayuntado con el Diablo, las arrastraban tiradas por caballos hasta despedazarlas, las asfixiaban, etc.

3.6 PIO XII (Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli) 1939 – 1958

En tiempos de Hitler ya hubo voces de algunos católicos disidentes (que también los hubo y terminaron en los campos con la anuencia del Vaticano) sobre si era el nazismo un partido religioso o no, para atajar estos rumores Adolfo Hitler escribiendo al Partido Nazi el 22/07/1933, aclaró:

"El hecho de que el Vaticano esté concluyendo un tratado con la nueva Alemania significa un reconocimiento del estado Nacionalsocialista por parte de la Iglesia Católica. Este tratado muestra a todo el mundo, clara e inequívocamente, que la afirmación de que el Nacionalsocialismo es hostil a la religión es una mentira."

Bueno, el argumento parece contundente porque efectivamente El Vaticano firmó el concordato con Hitler, se firmó además en presencia de dos futuros papas, el cardenal Pacelli (más tarde conocido como el Papa Pio XII) y un tal Montini, quien más tarde se transformaría en el Papa Pablo VI.

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El cardenal Faulhaber escribió a Hitler: "Este apretón de manos con el Papado […] es un hecho de valor incalculable. […] ¡Quiera Dios conservar al canciller al frente de nuestro pueblo!".

Hasta tal extremo confiaba la Santa Iglesia católica en los líderes nazis y afines que tanto Hitler como Mussolini y Franco tenían derecho de veto en el nombramiento de obispos en sus respectivos países.

Fue Pio XII quien inició la tradición de celebrar el cumpleaños de Hitler en Berlín, tradición que siguió fervorosamente el Arzobispo Cesare Orsenigo, nuncio Papal en Berlin.

Cada 20 de Abril el cardenal Bertram de Berlin enviaba sus "más calurosas felicitaciones al Fuhrer en nombre de los obispos y las diósesis de Alemania con las fervientes plegarias que los Católicos de Alemania envían al cielo desde sus altares.".

En la investidura del Obispo de la Iglesia del Reich (la Reichskirche) Ludwig Muller, este en su discurso alababa el concepto de "una poderosa Iglesia Cristiana que uniera a todo el pueblo alemán.".

El arzobispo Conrad Grober publicó en marzo de 1941 una carta pastoral anti-semita en el que culpó a los Judíos por la muerte de Jesús basándose en el Evangelio de Mateo justificando la política antisemita del régimen nazi: "Sobre Jerusalén tenemos , sin embargo, la locura y la verdadera auto-maldición de los Judíos: … "Su sangre caerá sobre nosotros y nuestros hijos". La maldición se ha cumplido terriblemente en el día el día de hoy". Hitler era la mano de dios según este buen obispo.

Cabe destacar que nadie, ni El Vaticano ni los otros obispos reprendieron o rechazaron en modo alguno semejantes declaraciones. Es más Pio XII permitió todas estas publicaciones y en 1943 cuando ya se conocían los asesinatos en masa, Pio XII los justificó en su encíclica Mystici Corporis Cristo donde acusaba a los judíos de asesinar a Cristo y tener bien merecido lo que les pasara.

En 1939 Hitler escapó de uno de los numerosos atentados contra su vida y el Arzobispo de Munich ante tal muestra de la intervención divina para salvar a Hitler celebró un Te Deum especial en la Catedral de Munich "…para agradecer a la divina providencia, en el nombre de la arquidiócesis, por el afortunado escape del Führer…".

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1939: el Arzobispo Católico Cesare Orsenigo, Nuncio Papal en Berlín, celebra el cumpleaños de Adolf Hitler.

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Recordar también que Los Pactos de Letrán o Pactos lateranenses fueron una serie de acuerdos firmados el 11 de febrero de 1929 por el cardenal Pietro Gasparri, secretario de Estado de la Santa Sede, en nombre del papa Pío XI, y por el primer ministro de Italia Benito Mussolini. Proporcionaron el reconocimiento mutuo entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede, reconociendo a esta como un Estado soberano y sujeto de Derecho Internacional. Además de esto Benito Mussolini le entregó al Vaticano 80 millones de liras y por último el papa vigente recibió 170 millones de dólares nazis.

3.7 OTROS PAPAS

Empecemos con el papa Juan Pablo II, que tapó los más de 20 casos de pederastia de Marcial Maciel, que era un sacerdote mexicano adicto a tranquilizantes y a la morfina. El Vaticano tiene oficialmente más de 4.000 casos de este tipo de delito y apenas unos cuantos obispos y dirigentes religiosos han ido a la cárcel por ello. La historia nos ha mostrado que la religión cristiana sólo es un método para robarle al pueblo. Desde tiempos ancestrales se ha inmiscuido en temas de corrupción, nepotismo y sangre; de acuerdo al secretario de la inquisición en Madrid, Juan Antonio Llorente, a fines del siglo XVII se habían quemado a 30000 "herejes", sin contar con aquellos asesinados fuera de los cuartos inquisitivos.

El Papa Sergio II (904-911 d.C.) obtuvo la oficina papal por medio del asesinato, y fue llamado "el Papa Monstruo". El Papa Juan XII (931-935 d.C.) fue muy corrupto y no tenía respeto por las mujeres solteras, casadas o viudas; éste fue asesinado por un marido celoso. El Papa Bonifacio VII (984-985 d.C.) fue un ladrón, asesino y sucio; envenenó al Papa Juan XIV y más tarde él mismo fue envenenado. El Papa Benedicto VIII (1012-1024 d.C.) tomó el oficio papal por un chantaje. El Papa Benedicto IX (1033-1045 d.C.) fue elegido Papa a los doce años por medio de arreglos monetarios; más tarde, aun siendo joven, cometió crímenes, homicidios, y adulterios en pleno día. El Papa Juan XXII (1410-1415 d.C.) fue acusado por 37 testigos -obispos y sacerdotes en su mayoría- de fornicación, adulterio, incesto, sodomía, hurto, y homicidio; violó a trescientas monjas. El Papa Sixto IV (1471-1484 d.C.) tuvo dos hijos ilegítimos de su manceba Teresa a los cuales hizo cardenales. El Papa Inocencio VIII (1484-1492 d.C.) tuvo 16 hijos de varias mujeres. El Papa Alejandro VI (1492-1521 d.C.) ganó el papado con chantajes; cuando era Cardenal y Obispo vivió en pecado con Vanezza de Catanei; vivió en incesto con sus dos hermanas y con su propia hija; el 31 de Octubre de 1501 hizo una orgía sexual en el Vaticano; sólo se preocupó por los intereses materiales para sus hijos y a ganar más territorios para su familia. El Papa Pablo III (1534-1549 d.C.) siendo cardenal tuvo cuatro hijos, y en el día de su coronación celebró el bautismo de sus dos bisnietos. El Papa León X (1513-1521 d.C.) fue Papa a los trece años y bendijo la muerte por fuego a los herejes. 

CAPÍTULO 4:

Dogmas y estereotipos creados por la religión cristiana

4.1 Contra los animales

Para empezar: la Biblia no quiere a los animales, mucho menos los cristianos.

En Génesis leemos: 'Y vio Yavé que la maldad del hombre era grande en la tierra y que todos sus pensamientos tendían siempre al mal. Se arrepintió entonces de haberlo creado y se afligió su corazón. Entonces dijo: 'Borraré de la faz de la tierra a los hombres y a los animales, pues me arrepiento de haberlos creado'" (Génesis 6:5-7). ¿Y por qué también a los animales? ¿Qué culpa tenían ellos de la maldad del hombre? ¿Por qué tenían que pagar ellos por él? Después de lo cual manda el diluvio. Y en Josué 11:6, en plena devastación de la tierra de Canaán, Yavé le ordena a Josué, su esbirro mayor: "No les temas a tus enemigos porque mañana a esta hora los entregaré heridos de muerte a Israel. Les cortarás entonces los jarretes a sus caballos y echarás al fuego sus carros". Y así se hace, los derrotan sin dejar un solo sobreviviente, les cortan los jarretes a los caballos y echan al fuego los carros. ¿Qué culpa tenían los caballos? Desde el Génesis queda pues consagrado el atropello a los animales. Por algo dice Yavé el sexto día de la creación: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza y que tenga autoridad sobre los peces del mar y las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo" (Génesis 1:26). Las leyes referentes al sacrificio de animales del Levítico no hacían más que sancionar la injusticia. He aquí resumidas, sin las descripciones detalladas y sangrientas de que van acompañadas, algunas de ellas: "Si todo el pueblo de Israel peca por inadvertencia, en cuanto se dé cuenta de su pecado ofrecerá un becerro como sacrificio de expiación" (Levítico 4:13-21). "Si el que peca es el sumo sacerdote, le ofrecerá a Yavé un becerro sin defecto" (Levítico 4:3-12). "Si el que peca es un jefe, traerá como ofrenda un macho cabrío y lo degollará en el lugar de los holocaustos" (Levítico 4:22-26). "Quien toca por inadvertencia inmundicias humanas o pronuncia un juramento insensato, como sacrificio de reparación le llevará a Yavé una hembra de oveja o de cabra y el sacerdote hará expiación por él" (Levítico 5:3-6). "Si un hombre yace con una esclava, ambos serán azotados y él le ofrecerá a Yavé un carnero como expiación por su culpa (Levítico 19:20,21). Yesta perla de la infamia: "Si un hombre se ayunta con un animal, morirán él y el animal. Y si una mujer se deja cubrir por un animal, los dos morirán también. Son responsables de su propia muerte" (Levítico 20:15, 16). Y ésta es la Ley que no venía a abolir Cristo (Mateo 5:17), sino a darle su plenitud. Porque a la mujer le vino la regla, porque dio a luz una niña, por lo uno, por lo otro, por lo otro van cayendo degollados becerros, chivos, corderos, carneros, cabras, tórtolas, vacas, ovejas, pichones, para después ser quemados en el altar del Monstruo. Manual de los carniceros, el Levítico se lo destinó Yavé a los de la tribu de Leví, su preferida, los levitas, a quienes eligió como sus sacerdotes y de quienes proviene la estirpe rezandera e hipócrita de curas, pastores, popes, rabinos y ayatolas que después de milenios siguen estafando al mundo. Ya las leyes contra los animales del Levítico se le suman las de Números: cada día, "ofrecidos en holocausto de calmante aroma para Yavé", se le sacrificarán dos corderos de un año sin defecto, uno por la mañana y otro al atardecer; el sábado serán dos corderos; el primer día de cada mes, siete más un carnero; el día de la pascua, lo mismo; y lo mismo el día de las primicias, "además de un macho cabrío para que expíe por vosotros"; el día 15 del séptimo mes, trece novillos, dos carneros y catorce corderos sin defecto. Y así los capítulos 28 y 29 de Números van haciendo la larga lista de los animales que hay que sacrificarle a Yavé en tal fiesta o en tal día "como sacrificio por el pecado". Mayor infamia imposible.

Tomás de Aquino sostenía que la caridad no se extiende a los irracionales (animales) por tres razones: una, "porque no son competentes propiamente hablando para poseer el bien, siendo éste exclusivo de las criaturas racionales"; dos, porque no tenemos comunidad de afectos con ellos; y tres, porque la caridad se basa en la comunión de la felicidad eterna que los irracionales no pueden alcanzar. Para Aquino los animales no podían sentir amor ni ser caritativos.

Pío Nono no permitió que se fundara en Roma una Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Animales arguyendo que los seres humanos no tienen obligaciones para con ellos.

Entre 1266 y 1586 se realizaron, sólo en Francia, por lo menos sesenta juicios contra animales en los tribunales de la Inquisición – aunque este tipo de juicios tuvieron lugar en todo el Occidente cristiano – según lo que el historiador Michel Pastoureau ha encontrado en los archivos de los documentos judiciales. Un ejemplo citado por Pastoreau es el de la cerda que fue declarada culpable por el asesinato del bebé Jean Le Maux y fue vestida como humana, torturada, mutilada y condenada a muerte a pesar de que no confesó frente a ningún cura, tras nueve días de juicio en Falaise, en 1386. Sin embargo, en 1457, en Savigny-Sur, en Borgoña, el tribunal logró, bajo tortura, la confesión de otra cerda que había asesinado a otro pequeño de cinco años. En otro caso la condena fue más fuerte porque el cerdo cometió su crimen un viernes de vigilia, pecado mayor. Los juicios contra animales incluían, al igual que los de las brujas, exposición, acarreo, vejaciones, torturas para el castigo ejemplarizante y la humillación pública y, finalmente la destrucción del cadáver mediante el fuego según los dictámenes de la Santa Iglesia.

4.2 Contra la ciencia

Esta religión ha hecho que la ciencia haya decaído potencialmente. Con la estúpida idea de que la tierra era el centro del Universo, Urbano VIII casi mata a Galileo.

Crearon el Índice de libros prohibidos, que era una lista de aquellas publicaciones que la Iglesia católica catalogaba como libros perniciosos para la fe; además establecía, en su primera parte, las normas de la Iglesia con respecto a la censura de los libros. Fue promulgado por primera vez a petición del Concilio de Trento por el papa Pío IV el 24 de marzo de 1564 —impreso en Venecia por Paolo Manuzio—. El Index conoció más de cuarenta ediciones, a cargo de la Congregación del Índice, creada por el papa Pío V en 1571. Esto significó un golpe intelectual escandaloso.

Giordano Bruno afirmaba que el sol era una estrella y que había otros planetas, aparte de la tierra, en que podrían vivir seres inteligentes; fue asesinado por la Santa Inquisición.

Giulio Cesare Vanini había planteado la idea de que los hombres eran descendientes de los monos y que la inmortalidad del alma era algo poco plausible. Un boleto directo a las llamas de las hogueras de la inquisición.

4.3 Contra las mujeres

Santo Tomás de Aquino, que de santo nada tenía, fundamentaba que las mujeres eran echas con un semen defectuoso; algo que, de alguna u otra forma, estaba muy unido a las palabras de la Biblia. En 1 Timoteo 2:11 dice: "La mujer, que aprenda con sosiego y con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que suplante la autoridad del varón porque Adán fue formado primero y Eva después. Además, Adán no fue engañado pero la mujer, al dejarse engañar, incurrió en pecado"; esto es misoginia de pura cepa. En Deuteronomio 24:1 nos explican que si un hombre se casa con una mujer y no le gusta, simplemente se puede divorciar de ella. En Deuteronomio 22:20 nos dicen que si una mujer se casa sin ser virgen, esta debe de ser apedreada. En Deuteronomio 22:23 nos explican lo siguiente: "Si una muchacha virgen está prometida a un hombre y otro se la encuentra en la ciudad y se acuesta con ella, entonces los sacaréis a ambos a la puerta de la ciudad y los apedrearéis hasta que mueran: la joven porque no pidió ayuda, y el hombre porque deshonró a la mujer de su prójimo", las mujeres violadas son un asco para dios, por eso he de morir apedreadas según la Biblia. En 1 Corintios 14:34 se argumenta: "Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, antes bien, que se sujeten como dice también la ley. Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa; porque no es correcto que la mujer hable en la iglesia". Y Jesús, en unos de los pasajes, le habla a su madre de una forma grosera, como si esta no fuera nada y no tuviera autoridad: "¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora" (Juan 2:4).

4.4 Contra los esclavos

La Biblia no sólo es un libro misógino y anti-animalista, sino que además esclavista.

En 1 Timoteo 6:1, 2 dice: "Los que están bajo el yugo de la servidumbre consideren a sus amos como dignos de todo honor. Los siervos de amos creyentes no han de tener a éstos en menos por ser hermanos sino al contrario, han de servirles con más empeño puesto que son creyentes y amados los que reciben sus servicios". En Éxodo 21 citan las siguientes: "Si compras un siervo hebreo, por seis años te servirá" (2) y "Cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos" (7). En Tito 2:9: "Los siervos, que sean sumisos a sus amos en todo procurando ser complacientes sin replicarles; que no los engañen sino que den muestras de la más completa fidelidad en todo para que hagan honor a la doctrina de Dios nuestro Salvador". Y en 1 Corintios 7:21: "¿Fuiste llamado siendo siervo? No te preocupes; y aunque puedas hacerte libre aprovecha más bien tu condición". Lo cual es la más descarada aprobación de la esclavitud, el cristianismo puesto al servicio de los amos y los poderosos, que es como ha funcionado siempre hasta que, viendo que era imparable el triunfo de los movimientos igualitarios y libertarios que siguieron a la revolución francesa, se cambió de bando. Ahora desempolva viejas encíclicas en que condenaba la esclavitud y amenazaba a los negreros con la excomunión. Pues se quedaron sus buenas intenciones en palabras. Ni a uno solo excomulgó esta religión.

¿Cuándo dijo Cristo una sola palabra para condenar la esclavitud? Y sin embargo sus estúpidas parábolas están llenas de amos y esclavos. "Llamó a diez esclavos suyos, les dio diez minas y les dijo", etc. (Lucas 19:13). "Los esclavos del amo vinieron a decirle: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?'" (Mateo 13:27). Él no es digno de tener ni un solo seguidor.

4.5 Contra la homosexualidad

Antes de empezar esta sección, es necesario que el lector sepa que la homosexualidad no es ninguna enfermedad ni trastorno. Considerada durante mucho tiempo como una conducta reprobable y una enfermedad mental "curable", la homosexualidad logró en 1990 salir definitivamente de la lista de trastornos cuando en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) la excluyó de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud, antes ya en 1973 la Asociación Norteamericana de Psiquiatría retiró la homosexualidad como trastorno de la sección Desviaciones sexuales de la segunda edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Esta es tan natural como la heterosexualidad y se presenta tanto en animales como en los seres humanos. Sin embargo para la Biblia y la religión cristiana las fuentes científicas no importan, ya vimos anteriormente como decapitaban a sus contrarios, puesto que en su libro (que está llenos de serpientes que hablan y vírgenes que paren) se le considera como algo "innatural". Esto ha hecho que la población se torne homofóbica, ha provocado una alta tasa de violencia e injustica en el mundo.

Según Levítico 20:13 los homosexuales deben ser asesinados, ¿esto es lo que queremos para nuestra futura generación? Un clima tan despiadado e ignorante, movido alrededor de la masacre y la desigualdad. Aún estamos a tiempo de romper estas cadenas.

Conclusión

La humanidad siempre ha sabido sobrepasar sus límites y acabar con grandes catástrofes, pos-guerras, enfermedades mortales y cualquier otro tipo de obstáculo. Pero el más difícil de superar sigue vigente, estamos presos a una ideología horrenda y le damos de comer a un conjunto de corruptos que se alimentan de nuestra ignorancia.

El Perú es un país muy religioso, lo cual prueba nuestro atraso como sociedad. Si no estamos listos para elegir una religión o creencia adecuada, ¿Cómo pretendemos elegir correctamente a nuestros gobernantes?

Los actos "buenos" que ha provocado la religión cristiana no se compara a las barbaridades ocasionadas. Nos alimentan y nos lavan el cerebro burlándose de nosotros, nos arrodillamos cuando se nos ordena, damos dinero cuando se nos pide y nos sometemos a costumbres burdas sin sentido alguno ¿Eso no es esclavitud?

Yo me he limitado a entregar la información al lector interesado, ya es cuestión suya el cambio que hará. No pretendo invocar al ateísmo – aunque estas sean mis creencias – sólo busco concientizar a las masas, ya que dios no es sinónimo de religión.

No vivamos engañados y eduquemos a nuestros hijos a debatir todo lo que nos rodea, no los convirtamos en corderos de una mafia de asesinos y corruptos. Aunque considero correcta la libertad de expresión, esta no debería ser usada para separar al mundo. En la religión nos enseñan a odiar a las personas que no son iguales a nosotros, es esclavista, homofóbica y machista; si esto es un ejemplo de moral el mundo acabará en una catástrofe social (si es que no estamos allí aún).

La única iglesia que ilumina es la que arde en llamas, diría el pensador ruso Piotr.

Bibliografía

  • Tácito, Cornelio (115 – 117): "Los Anales". Documento disponible en: http://biblioteca.ucm.es/tesis/der/ucm-t25213.pdf

  • Mitre Fernández, Emilio (2008): "Al margen del Valdismo y del Catarismo. religiosidades "desviadas" y movimientos populares del occidente (panorama histórico y elenco bibliográfico)". Documento disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3209783.pdf

  • André Caquot (1979): "Las religiones en el mundo mediterráneo y en el oriente próximo, vol. I: Formación de las religiones universales y de salvación". Madrid: Siglo XXI de España

  • Chamberlin, E.R. (1972): "Los malos Papas". Barcelona: Aymá S.A Editora. Documento disponible en:

  • http://www.elgranenganyo.com/losmalospapas.pdf

  • https://taognosticaespiritualgranfratervidad2.files.wordpress.com/2016/02/los-malos-papas-chamberlin.pdf

  • Puigblanch, Antonio (1824): "La Inquisición sin máscara, ó disertación en que se prueban hasta la evidencia los vicios de este tribunal"

  • Pastoureau, Michel (2006): "Una historia simbólica de la Edad Media occidental: El animal: Los juicios contra animales ¿Una justicia ejemplar?". Buenos Aires, Katz Editores

  • Steigmann-Gall, Richard (2003): "El Reich sagrado, concepciones nazis sobre el cristianismo". Documento disponible en: http://limpiamas.eu/477/el-reich-sagrado-concepciones-nazis-id82314.pdf

  • Vallejo, Fernando (2007): "La puta de Babilonia". México: Planeta México Editorial. Documento disponible en:

https://darmenton.files.wordpress.com/2011/10/la-puta-de-babilonia.pdf

 

 

 

Autor:

Nagato Uchiha

 

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