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Teorías del cambio psíquico

Enviado por Dr Jose Cukier


Partes: 1, 2
Monografía destacada
  1. Resumen
  2. Concepto de cambio psíquico
  3. Diferentes teorías de cambio psíquico
  4. Cambios psíquicos evolutivos
  5. Cambio psíquico en el climaterio y en el envejecimiento
  6. Cambio psíquico en el envejecimiento
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía

PARTE PRIMERA

Resumen

El trabajo se divide en dos partes. En la primera habla de.FREUD, (Cambio psíquico entendido como llenar lagunas mnémica y hacer conciente lo inconciente,) KLEIN (Ligado a las posiciones esquizoparanoide y depresiva), BION (El cambio se logra a través de de «cambios catastróficos», MELTZER (abandono de la utilización masiva del mecanismo de la identificación proyectiva, la relación de dependencia introyectiva y la elaboración del complejo de Edipo), y WINNICOTT (concepto de fenómenos transicionales.) .Respecto a nuestro medio BLEGER (el «cambio psíquico» estaría muy vinculado con el curso que tome en el tratamiento la P.N.P. y la P.P.P. y el grado de clivaje entre ambas), LIBERMAN (cada paciente como un manojo de estilos estereotipados, y la evolución del mismo se pone en evidencia por la manera en que se amplian y complejizan sus recursos internos, que se manifiestan en el lenguaje). MALDAVSKY (Los aportes del ADL y las técnicas verbales temáticas solicitan un relato)

En la segunda parte, habla de los cambios evolutivos .La infancia y como autores de ésta y de la adolescencia, menciona a FREUD, KLEIN. En la latencia, PETER BLOS, (logros del período de latencia son, la inteligencia, empleo del juicio, la generalización y la lógica. Finalmente en el Climaterio y el envejecimiento nombra a multiplicidad de autores como FREUD, RESNIK, KOHUT, MALDAVSKY.

PALABRAS CLAVE. Posición esquizoparanoide y depresiva, cambio catastrófico, identificación proyectiva, parte psicótica de la personalidad, objeto transicional, estilos comunicacionales, algoritmo David Liberman-ADL

ABSTRACT. The work is divided into two parts. In the first speech of the General concepts. FREUD, (Psychic change understand as fill gaps mnémica and h) (acer conscious the unconscious) KLEIN (The desirable psychic change kleinian model is linked to their positions esquizoparanoide hypothesis and depressive), BION (The change is accomplished through tolerated moments «of catastrophic changes», MELTZER (emphasizes the abandonment of the massive use of the mechanism of the projective identification and resolution of barriers to introjective dependency ratio and the development of the Oedipus complex), and WINNICOTT (develops the concept of transitional phenomena.) . With respect to our environment deploys the theories of BLEGER ("psychological shift" would be closely linked with the course that takes in the treatment the P.N.P. and the P.P.P. and the degree of cleavage between the two), LIBERMAN (each patient could be considered to be a bunch of more or less stereotyped styles, and the evolution of the same during the psychoanalytic treatment be exposed by the manner in which expanding and complejizaban your internal resources) which became evident in the language). MALDAVSKY (Contributions from the ADL taking as starting point the thematic verbal techniques to request an account)

In the second part, speaks of the evolutionary changes. Firstly children and as authors of this and of adolescence, mentions Freud, KLEIN. In the latency, PETER BLOS, (synthetically the main achievements of the latent period are, the intelligence that a frank differentiation between the primary and secondary of the thought, and through the use of judgment, generalization, and logic must be developed…). Finally in the climacteric and aging appoints multiplicity of authors such as FREUD, KOHUT, RESNIK and MALDAVSKY .

Key words. Position esquizoparanoide and depressive, catastrophic change, projective identification, psychotic personality, transitional object, communication styles, David Liberman-ADL algorithm.

 RESUMÉ. L'ouvrage est divisé en deux parties. Dans le premier discours des concepts généraux . FREUD, (Changement psychique comprendre comme remplir lacunes mnémica et soucieux d'acer l'inconscient) KLEIN ( Le modèle de kleiniens souhaitable changement psychique est lié à leur hypothèse esquizoparanoide postes et dépressifs), BION (Le changement s'effectue au moyen des moments tolérés de « changements catastrophiques », MELTZER (met l'accent sur la abandon de l'utilisation massive du mécanisme de l'identification projective et résolution des obstacles au ratio de dépendance introjective et le développement du complexe de Œdipe), et WINNICOTT (développe le concept de phénomènes transitoires.) . En ce qui concerne notre environnement déploie les théories de BLEGER («changement psychologique» serait étroitement liée à la voie que prend le traitement, le P.N.P. et le P.P.P. et le degré du clivage entre les deux), LIBERMAN (chaque patient pourrait être considéré comme un tas de styles plus ou moins stéréotypés, et l´evolution de la même chose pendant le traitment psychanalytique être esposés par la façon dont en expansion el complejization vos ressources internes) qui est apparu dans la langue). MALDAVSKY (Les contributions de la prise de l'ADL comme départ point les thématiques techniques verbales pour demander un compte)

Dans la deuxième partie, parle des changements évolutifs. Tout d'abord enfants et comme les auteurs du présent et de l'adolescence, mentionne Freud, KLEIN. Dans les temps de latence PETER BLOS, (synthétiquement les principales réalisations de la période de latence sont, l'intelligence qu'une distinction franche entre le primaire et le secondaire de la pensée et par l'utilisation de jugement, la généralisation et la logique, il faut développer.. ). Enfin, dans le climatère et le vieillissement nomme multiplicité d'auteurs tels que FREUD, KOHUT, RESNIK et MALDAVSKY.

Mots clés. Changer de position esquizoparanoide el dépressif, catastrophique, identification projective, personnalité psychotique, objet transitionnel, styles de communication, David Liberman – ADL algorithme. 

Concepto de cambio psíquico

 Entendemos por cambio a la modificación de un estado psíquico, que puede ser transitorio o permanente, sobre el yo o el superyó. Los cambios en el Yo, pueden darse por modificación de las defensas o por complejización psíquica, ambos pueden combinarse, como por ejemplo  el  destino de la desmentida. La desmentida es una defensa normal hasta alrededor de los ocho años de edad y que luego con la maduración evolutiva que ocurre durante la escolaridad, desaparece, pero puede ser sostenida por la acción patógena de ésta. Las  defensas frente al cambio puede hacerse de manera concordante con éstas, y en consecuencia inadecuada; por ejemplo reforzar defensas excesivas, mantener las normales prolongadamente como es el caso de la desmentida y con ello la escisión del Yo, o suprimirlas cuando se hace necesario reforzarlas como es en el caso de las patologías transgresoras. Puede operar de manera complementaria al yo, aportándole a éste aquellas defensas que le faltan, o bien suprimir las que están en exceso. En cuanto a los cambios sobre el superyó recordemos previamente que las funciones del mismo son; la formación de ideales, la autoobservación y la conciencia moral.  Un mismo contenido puede expresarse en diversas formas así como una forma puede combinarse con contenidos distintos. Los cambios pueden darse como resultado de la fatalidad del desarrollo y pueden ser de naturaleza psíquica o biológica.

Entre los  cambios psíquicos como resultado de la fatalidad del desarrollo podemos considerar: el sentimiento de culpa, (1930a), la transformación de familiar en extraño; la desaparición de la desmentida; la coerción del placer en el juego con las palabras. En el artículo «Sobre la psicología del colegial», destaca la decepción de los padres producida por la educación, cuando el estudiante comprueba, en el encuentro con sus maestros, que su padre ya no es ni el más poderoso ni el más sabio. También la desestimación es un mecanismo normal de la infancia y que luego desaparece, (1918b). Entre los cambios biológicos, nombraremos la organización neuronal del sistema auditivo, que es  anterior a la posibilidad de repetir motrizmente la palabra oída; la anticipación de la excitación pulsional respecto de la posibilidad de descarga, (1905d). Cambio se contrapone a «no cambio», detención, inmutable, permanente, invariable.

LO NUEVO. Es la capacidad que tiene el psiquismo de una intelección que antes no tenía y despertada por el cambio. Junto con éste está generado también por el incesante pujar pulsional. La función anímica genera contradicciones y diferencias, y luego las proyecta y capta en el mundo sensible. La creación de «lo nuevo», frente a lo ya dado, genera cada vez que muestra su eficacia, un desgarrón, una catástrofe, a la manera que describe Freud en «Sobre la conquista del fuego». Es que los dioses, que son los procesos pulsionales, quedan postergados porque sólo así puede accederse a una conquista anímica y cultural. Y luego regresan, como catástrofe anunciada, proyectada y hecha venir desde la instancia paterna.

CONCEPTO DEL INICIADOR. El cambio psíquico, permite el registro del iniciador. Freud mencionó fragmentariamente el concepto de iniciador (1905 b, «Fragmento de análisis de un caso de histeria»; (1908), «El creador literario y el fantaseo»; (1910), «Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci»; (1918a), «El tabú de la virginidad»; (1928), Con la complejización de los ideales, se generan intrapsíquicamente, funciones que se relacionan con un iniciador. Este conduce al Yo, de un tipo de configuración simple a otra más elaborada. Anterior al vínculo interpersonal, se presenta como relación del Yo con las representaciones y solo luego, por proyección, busca plasmarse en el mundo. Las representaciones del iniciador son preconscientes. Es una transacción entre los deseos edípicos y narcisistas por un lado; y la imposición cultural de inscribirse en ámbitos exogámicos por el otro. Existen iniciadores laborales, del lenguaje comprensivo, de la sensualidad (masturbación, secretos del sexo o la actividad erótica), iniciadores de la actividad sexual, intelectuales o del nieto, (Cukier J. – Rev. Tiempo. N 8. Año 2001).

Diferentes teorías de cambio psíquico

En primer término tomaré como modelo, el cambio psíquico en las obras de Freud, Klein, Bion y Meltzer. El modelo de cambio psíquico que se puede derivar de la obra de Freud está muy relacionado con su descubrimiento fundamental: el inconciente. Hacer conciente lo inconciente, recordar en lugar de repetir, fue su meta y como tal, considerado beneficioso para el individuo. El modelo kleiniano de cambio psíquico deseable, tanto en análisis de niños como de adultos está ligado a sus hipótesis de las posiciones esquizoparanoide y depresiva que con sus ansiedades requieren permanente elaboración y a su concepto de que vivimos simultáneamente en dos mundos, el interno y el externo. Incluyó en su técnica para el análisis infantil, el juego, considerándolo equivalente a la asociación libre en el análisis de adultos. La interpretación es el instrumento privilegiado para producir cambios, está siempre en el presente y desde la comprensión de la transferencia, entendida como la amplia y siempre presente externalización de lo infantil y primitivo del mundo interno. Los cambios no pasan por llenar lagunas mnémicas, se acompaña al bebé o al niño (siempre presente en los niveles más profundos de la mente) a desarrollarse, superando detenciones que impidieran su evolución. La integración de aspectos disociados, la creciente responsabilidad por deseos y fantasías, el logro del respeto por el otro, la capacidad de regular emociones conflictivas, la modulación de la ansiedad -considerada factor de desarrollo- son rasgos deseables. El factor que más se opone al cambio es la envidia primaria -emoción derivada de la pulsión de muerte, significada en el vínculo con el primer objeto- manteniendo activos ansiedades y mecanismos defensivos psicóticos, que atentan contra el método analítico y la curación. El modelo de cambio psíquico en la obra de Bion es equiparado a crecimiento o decrecimiento mental. Considera el crecimiento mental como un proceso que progresa espiraladamente, de "ser-devenir" aspectos no conocidos de la propia realidad a conocer estos aspectos y elaborarlos con mayor capacidad de abstracción, sin perder el contacto con su origen emocional. Se logra a través de momentos tolerados de «cambios catastróficos», con elaboraciones post-catastróficas que en caso positivo, permitirán pensar sobre lo ocurrido. Reintroyectar lo proyectado, tolerar la frustración implícita en el pensar, recuperar funciones yoicas atacadas y evacuadas, tolerar el crecimiento con sus inevitables dolores son algunas de sus aspiraciones.

En cuanto a la técnica, propone una actitud sin memoria ni deseo de parte del analista (y con disposición a la sorpresa agregaría yo). La interpretación-construcción es el instrumento fundamental .para esclarecer el «objeto psicoanalítico» que está evolucionando, la tolerancia a las oscilaciones con sus consiguientes ansiedades y la creciente ganancia de signficados, permitirán pensar creativamente sobre lo que está ocurriendo en el presente, promoviendo un ideal y exponencial crecimiento de la mente.

El decrecimiento mental depende también de factores emocionales: la asociación de envidia y voracidad tienden a despojar de significados al pensamiento, transformándolo en «cosas en sí mismas»; la intolerancia a la frustración y el predominio de emociones antidesarrollo atentan contra el objeto promotor de crecimiento. Los ataques al vínculo impiden la discriminación entre verdad, falsedad, y mentira. Bion modeliza esta situación como «vínculo parasitario» en la relación continente-contenido

.El modelo de cambio psíquico deseable para Meltzer se nutre de hipótesis freudianas, kleinianas y de las ideas de Bion. El cambio deseable, que se daría a través del proceso psicoanalítico está relacionado con el sucesivo esclarecimiento de confusiones geográficas y zonales, que implican una renuncia al narcisismo, a favor de la dependencia de objetos buenos externos e internos y, hasta alcanzar el «umbral de la posición depresiva», donde predominan los procesos introyectivos en la realidad psíquica.

Tres factores que evolutivamente contribuyen al desarrollo del psiquismo hacia la salud mental, la estabilidad y la madurez son el abandono de la utilización masiva del mecanismo de la identificación proyectiva, la resolución de obstáculos a la relación de dependencia introyectiva y la elaboración del complejo de Edipo.

Meltzer postula que el logro de la tetradimensionalidad (con la inclusión de la concepción del tiempo como fenómeno unidireccional) y la elaboración permanente del «conflicto estético», entre lo perceptual -lo exterior del objeto- y lo conjetural -lo interno, incognocible del objeto- promueven la creatividad, como un logro altamente deseable, entendiendo por creatividad el desarrollo mismo, visto por él como estéticamente hermoso. Los factores que atentan contra este desarrollo y lo invierten son la acción de la «parte mala del self», del «outsider» que usurpa por envidia y sadismo, así como a través de la perversión, el cinismo y la mentira, el rol de la pareja parental creativa introyectada. A modo de conclusión Se advierte a partir de la breve exposición realizada, que la concepción de cambio psíquico y el estatuto de las emociones varían en función del modelo de la mente que sustentan Freud, Klein, Bion y Meltzer. Es así que para Freud es Eros el promotor de cambios, para Klein lo es la ansiedad modulada y para Bion y Meltzer, las emociones inherentes a los vínculos, al amor, odio y conocimiento en adecuada combinación. Con respecto a la oposición al cambio, Freud y Klein oponen cambio a no cambio, Bion habla de cambio positivo opuesto a cambio negativo y Meltzer opone cambio, tanto a no cambio (detención del desarrollo) como a despojo.

Es común la afirmación que todos los modelos psicoanalíticos de la mente parten de Freud y por la consistencia de su método de investigación, su condición de fundador y guardián de los límites de la disciplina. Winnicott, desarrolló una concepción sobre el proceso de maduración y la tarea de la madre, dando cuenta de un espacio intermedio entre los mundos interno y externo y planteando, así, una nueva mirada sobre la estructuración del psiquismo infantil y la clínica, extensible también a la comprensión de los fenómenos culturales.

Su pensamiento está influenciado por Darwin, Freud y M. Klein. De Darwin, le impacta su teoría de la selección natural vinculada con la supervivencia en un medio hostil, a partir de la cual piensa que el bebé no puede adaptarse solo al entorno, necesitando de un «ambiente facilitador» producido por la madre. Respecto de Freud, reconoce y admira sus ideas, pero no enfatiza la figura del padre, a quien propone como sostén de la madre, protector de la díada madre-bebé y proveedor de un espacio para que la madre pueda desarrollar su tarea.

El complejo de Edipo, por otra parte, no le resulta suficiente para explicar las dificultades de desarrollo emocional de la infancia. También, cuestiona las formulaciones freudianas y kleinianas sobre el instinto de muerte. La influencia que recibió de M. Klein es notoria, sobre todo en lo relativo a la importancia asignada a la edad temprana del niño, su mundo interno y el poder de la fantasía. También, el papel del juego y el uso de juguetes como medio para ingresar al mundo infantil, lo persecutorio de los objetos internos, las defensas primitivas y la depresión reactiva. Winicott profundiza el concepto de reparación y desarrolla el concepto de preocupación por el otro y de la posibilidad de aportar algo a la relación sostenido en la confianza en el ambiente. Esto produce una actitud de madurez afectiva que hace posible mantener la relación de objeto y preservar a los objetos amados de la propia agresividad. Winnicott asignará gran importancia al juego. Este no es sólo descarga pulsional: comienza como movimiento de separación de la madre en un espacio potencial entre ésta y el bebé. Sus ideas pueden agruparse en tres grandes áreas: el proceso de maduración, la tarea de la madre, sus cualidades y las dificultades que pueden surgir en este proceso.

Para Winnicott la terapéutica estuvo siempre más próxima de la necesidad de «hacer la interpretación correcta en el momento correcto». En sus aportes teóricos Winnicott sostiene que para el desarrollo del psiquismo del niño no es suficiente con la díada madre – hijo. Triangula este vínculo integrando el Espacio Transicional o Espacio Potencial, zona intermedia de experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la vida exterior. Winnicott da cuenta de la importancia que otorga al campo inter-subjetivo en la configuración del ser humano y destaca la importancia del ambiente como facilitador de la maduración a través del rol materno de sostenimiento que permite la integración del yo y permite el pasaje de dependencia a independencia El espacio transicional es un lugar que varía entre los diferentes sujetos, en cambio el interno y el externo tienen leyes de cierta constancia.

El Espacio Transicional es «potencial», se irá construyendo en la medida en que el sujeto va adquiriendo experiencias con los objetos y los diferentes fenómenos. Los objetos que allí se dan no son ni internos, ni externos y son de ambas cualidades a la vez. Es este espacio el que se desarrolla entre el bebé y la madre, donde ésta mediatiza el acceso a la realidad «dosificándola» de acuerdo a las posibilidades crecientes del bebé. Así podrá evolucionar en lo emocional y establecer las primeras relaciones de objeto.

A partir de la idea de espacio transicional, Winnicott se referirá a los objetos como Objetos Transicionales y a toda la experiencia, pensamientos y fantasías que se despliegan en ese espacio como Fenómenos Transicionales. El objeto transicional es un objeto que ha sido elegido por el niño, pudiendo ser su pulgar, puño, trozo de material suave, peluche o cualquier objeto que pueda ocupar un espacio transicional y que el niño usa para confortarse cuando enfrenta la evocación ansiosa por la ausencia de la madre. Por lo tanto, los objetos transicionales deben tener algunos atributos que traigan a la mente del niño un algo de la madre. Muchos niños parecen no estar particularmente aferrados a este tipo de objetos, pero para ellos ciertos sonidos, vistas, iluminación o posturas, sirven para el mismo efecto.

La teoría de desarrollo de Winnicott y los espacios transicionales en las organizaciones postula que el objeto al que se aficiona o apega el bebé es el que lo acompañará y protegerá eficazmente ante la ausencia de la madre. Recrea la unión perdida con ella, le permite esperarla sin desesperar. Lo transicional no es el objeto sino su uso, que comienza en el tránsito desde las satisfacciones autoeróticas a las relaciones objetales. El espacio transicional, es ese espacio potencial existente entre el bebé y la madre en el tránsito de: o la fusión a la separación o el erotismo oral a la verdadera relación de objeto o el objeto subjetivo al objeto objetivamente percibido o la actividad creadora primaria a la percepción o la experiencia de omnipotencia al principio de realidad. Es una zona intermedia de experiencia entre el individuo y el ambiente, en la que se entrelazan o superponen la realidad psíquica interior y la realidad externa compartida. Winnicott entiende el Desarrollo Emocional Primitivo en una línea en la continuidad existencial que comprende las siguientes etapas: «Dependencia Absoluta» · «Dependencia Relativa» · «Hacia la Independencia» (siempre relativa)

Al mismo tiempo hay tres procesos que se van a ir produciendo: 1. El proceso de integración. 2. La personalización satisfactoria (que corresponde a la unión psicosomática). 3. La realización o conexión con la realidad externa. Para Winicott, la madre «suficientemente buena» tiene la capacidad de realizar una adaptación activa, viva, sensible a las necesidades del ello y del yo de su pequeño. Es la que responde a la omnipotencia de su bebé pero también la que instrumenta el principio de realidad introduciendo frustraciones necesarias. En tal sentido, Winnicott sostiene que existen tres funciones centrales que la madre o el medio debe cumplir para que estos procesos no se vean entorpecidos dados por el «holding» (sostén), el «handling» (manipulación) y «la presentación del objeto» o de la realidad externa con la apreciación del tiempo y el espacio..

Para Winnicott, el objeto transicional no es sólo un objeto externo, tampoco se reduce a ser un objeto interno. Es la primera posesión no-yo (objetos distintos que yo). Es un objeto de la realidad externa compartida (un pedazo de frazadita, mantita o cualquier otro objeto generalmente blando) y al mismo tiempo es una creación del bebé ya que está investido por su ilusión. En situaciones de salud, la gama de intereses se va ampliando y se pasa de la relación con un único objeto a múltiples y nuevos objetos. Es precursor del símbolo, en tanto representa y reemplaza al objeto perdido. «Es simbólico del objeto interno al que la presencia viva de la madre mantiene vivo» afirma Winnicott.

Estos objetos posibilitan la «transición» entre la ilusión de ser uno con la madre y el constituirse como sujeto. Además portan en sí contenidos (sentimientos, ansiedades, y significados). Para que la relación con el objeto transicional se constituya y se mantenga, se requiere tanto de la presencia real y concreta de la madre, como de una representación interna del vínculo con ella, firmemente establecida en el interior. Si el objeto interno no es demasiado persecutorio y conserva su vitalidad, podrá ser representado por el objeto transicional. Si el objeto externo es insuficiente, tanto el objeto interno como el objeto transicional, pierden significado. Este objeto logra su máximo protagonismo en ausencia de la madre. Se erige en necesidad absoluta ante el surgimiento de angustia, a la hora de acostarse, en momentos de soledad, tristeza, congoja, deprivación o regresión. Funciona como sedante, lo tranquiliza. Es el que ayudará al niño a desarrollar una estructura de demora y lo protegerá de la tristeza de la separación. Acompaña en ausencia de la madre «como si» fuera ella, pero no lo es. Por lo tanto habilita la simbolización, la fantasía y la esperanza. Su recorrido y compañía hará al pequeño cada vez menos dependiente y le posibilitará «tolerar» una madre no perfecta. «La dependencia de la provisión ambiental es al principio casi absoluta, muy pronto se convierte en relativa y hay una tendencia general a la independencia.

Gradualmente la madre se desadapta, podríamos decir y lucha por liberarse de esta gravosa preocupación por su bebé. Esta etapa de los comienzos del yo soy, sólo puede concretarse en el auto-afianzamiento del bebé en la medida en que la conducta de la figura materna sea lo suficientemente buena (respecto de la adaptación – desadaptación). El yo del bebé es fuerte si el apoyo del yo de la madre lo ha hecho fuerte; de lo contrario es débil. El objeto transicional sobrevive a la separación que se expresa en estos ataques, que son gestos del incipiente sí mismo (self) verdadero. Del lado del bebé se da la destrucción del objeto; se trata de una destrucción potencial del niño hacia el objeto. Ésta agresión se interpreta como destrucción, pero depende de la respuesta del medio, el que sea constructivo o destructivo. El objeto transicional (al igual que la madre) es acunado, amado, tirado, mutilado y a pesar de ello sigue allí, sobrevive. Esta cualidad de ser siempre destruido, hace que la realidad del objeto sobreviviente se sienta como tal, fortaleciendo el tono del sentimiento y contribuyendo a la constancia del objeto: «Es la matriz de los fenómenos y objetos transicionales relacionados con la ilusión y la creatividad, el juego y la experiencia cultural». Área hipotética, virtual, de reunión metafórica, en la que se recrea la unión perdida con la mamá. Es aquí donde se inicia el funcionamiento del aparato psíquico con vigencia del principio del placer y comienza a cristalizarse la realidad exterior, con vigencia del principio de realidad.

En la teoría del desarrollo psíquico de Winnicott es muy importante el concepto de propio ser, (self o sí mismo). La idea de sí mismo (self) implica el sentimiento de identidad que aparece con la propia existencia. Poco a poco el niño va evolucionando y construyendo su capacidad para estar a solas y la capacidad de preocuparse por otros. La misma se logra cuando el niño, introyección mediante, conserva viva la imagen de la madre suficientemente buena en su mundo interno (constancia objetal). De tal modo que lo acompañará aún estando ella ausente (paradoja). De esta manera el pequeño se va acercando a la madurez emocional en su pasaje desde la «dependencia absoluta», pasando por la «dependencia relativa» en su camino «hacia la independencia.

EN NUESTRO MEDIO, Bleger, Liberman y Maldavsky desarrollan el tema de «cambio psíquico» y éste puede ser enfocado desde diferentes vértices, como así también a partir de distintas teorías. Desde el punto de vista evolutivo podemos aludir a los cambios derivados de las transformaciones de la vida que se incluyen dentro de lo que consideramos crecimiento psicológico, o sea, los pasajes por las diferentes etapas evolutivas desde el nacimiento hasta la muerte.

Dichos cambios van acompañados por angustias específicas y la resolución de la conflictiva que cada uno de estos momentos nos plantea, nos sitúa frente a los cambios que de hecho acompañan cada situación estrechamente vinculada al psicoanálisis. Tanto Freud, como Melanie Klein y sus seguidores – entre ellos Bion y Meltzer y entre nosotros Bleger – han trabajado dicho concepto. Bion, toma como punto de partida el modelo «continente-contenido», el que se relaciona con lo que se denomina «cambio catastrófico». Este cambio supone que se dan oscilaciones entre la posición esquizoparanoide y la depresiva, las cuales se corresponden con fuertes exigencias emocionales que llevan al paciente a tener que tolerar momentos de desestructuración. Para Meltzer, dicho cambio se halla relacionado con la espacialidad y el pasaje de la identificación adhesiva a la identificación proyectiva, y de ahí a la identificación introyectiva.

El «cambio» estaría dado entonces, por renunciar al narcisismo, en beneficio de la dependencia de objetos buenos, lo que permitiría que predominen los procesos introyectivos, posibilitando el abandono de la utilización masiva, del mecanismo de identificación proyectiva. La postura de Bleger al respecto resulta muy interesante, por un lado por la distinción que hace entre objetivos de curación y objetivos mayéuticos, y por otro, por los aportes en relación a la parte neurótica (P.N.P) y la parte psicótica (P.P.P.) de la personalidad. Lo que se desprende de sus aportes es que el «cambio psíquico» estaría muy vinculado con el curso que tome en el tratamiento la P.N.P. y la P.P.P. y el grado de clivaje entre ambas. Entendemos en líneas generales que el cambio psíquico consiste en un cambio de la defensa.

Para Freud el "cambio psíquico", tal como se da en el tratamiento psicoanalítico de las neurosis, correspondería a hacer conciente lo inconciente, por lo tanto este cambio se pondría en evidencia en el pasaje de un modo de funcionamiento mental a otro, como por ejemplo, del proceso primario al proceso secundario.

Recordemos que para Freud la mejoría y el cambio estaban vinculados por un lado al hecho de que disminuyeran tanto los conflictos intrapsíquicos como aquellos con la realidad externa, y por el otro con el desarrollo de la capacidad sublimatoria hacia el trabajo y la creatividad. Revisando: – los aportes freudianos, – la teoría de los «estilos comunicacionales» de Liberman y – las contribuciones de David Maldavsky en el campo psicoanalítico con el instrumento A.D.L. (Algoritmo David Liberman) para el análisis del lenguaje, piensan que sería válido adaptar estas conceptualizaciones para la interpretación de los datos que proveen las técnicas verbales temáticas. Ésto permitiría llegar de manera coherente y sistemática a un diagnóstico clínico que daría lugar a enfocar con mayor precisión la organización psíquica singular, para poder orientar al profesional en la estrategia terapéutica más adecuada, a fin de abordar al paciente y promover el cambio mencionado.

Los aportes del ADL tomando como punto de partida que las técnicas verbales temáticas solicitan un relato, es viable adaptar el ADL para facilitar la lectura de los datos obtenidos fundamentalmente en la dimensión análisis del relato. Se trata de un método mixto que se fundamenta en las conceptualizaciones psicoanalíticas acerca de las erogeneidades (puntos de fijación de la libido) y defensas freudianas y el concepto de estilo comunicacional de D. Liberman, a fin de dar cuenta de las diferentes modalidades expresivas de cada quien. Liberman entendía que cada paciente podía ser considerado como un manojo de estilos más o menos estereotipados, y afirmaba que la evolución del mismo durante el tratamiento psicoanalítico se ponía en evidencia por la manera en que se ampliaban y complejizaban sus recursos internos, los cuales se ponían de manifiesto en el lenguaje.

Recordemos que caracterizó seis estilos comunicacionales, que coinciden con los desarrollados por Freud, en relación a las fases de evolución de la libido: – estilo reflexivo (oral primario – O1); – lírico (oral secundario – O2); – épico (anal primario – A1); – narrativo (anal secundario – A2); – de suspenso (fálico-uretral – FU) y – dramático (fálico genital – FG).

Maldavsky amplió su metodología y tomó entonces como punto de partida las erogeneidades propuestas por Freud –y que consideró Liberman- a las que agrega una séptima: "libido intrasomática", tomando en cuenta el aporte freudiano, vinculado a la situación del recién nacido, quien mediante la expulsión de aire inaugura al mismo tiempo, junto con la actividad respiratoria, una comunicación con el otro. Pulsiones, erogeneidades y defensas en el cambio psíquico se relaciona con la modificación de la defensa. Recordemos que el yo tiene que dar curso a través de determinados procedimientos típicos, a distintas exigencias: las pulsionales, las de la realidad, y las del súper-yo.

En este intento de procesamiento tiene que lograr transacciones entre los requerimientos de dichas instancias, si no lo logra el yo está en condiciones de desarrollar diferentes tipos de defensas. Maldavsky distingue cinco conjuntos de defensas, de las cuales cuatro son centrales o dominantes y las otras son secundarias o complementarias. Las defensas dominantes o estructurantes, pueden ser funcionales o patógenas. En el primer caso, no interfieren en la complejización yoica, y cualquiera de ellas puede tener la hegemonía. En el caso de las defensas patógenas, éstas interdictan el desarrollo yoico, al imponer lógicas arcaicas en la vida anímica. Por lo tanto, cada grupo de estas defensas se organiza en torno a una defensa dominante. En el caso de las neurosis de transferencia, dicha organización se da en torno a la represión. El mecanismo de desmentida (renegación) predomina en las neurosis narcisistas no psicóticas. La desestimación de la realidad y de la instancia paterna (forclusión), está presente en la psicosis, mientras que la desestimación del afecto, se encuentra en las patologías del desvalimiento, tóxicas y traumáticas, acompañando a la desmentida.

Ahora bien, si el destino de la pulsión es la defensa en el yo, esto nos lleva necesariamente a reparar en las vicisitudes que éste atraviesa en su evolución y a los cambios que en él se operan, y que se evidencian mediante las manifestaciones expresivas (verbales, motrices, paraverbales, etc.). Recordemos aquí la tarea elaborativa del preconciente, el cual lleva a cabo el intento de civilidad («Cukier J., una escucha diferente» 1991) necesario para la expresión verbal. En este intento de civilidad el yo está en condiciones de desarrollar, diferentes mecanismos defensivos, según la instancia con la que entre en conflicto (la segunda censura quien impone normas para que una frase se pueda expresar, para que obtenga carta de ciudadanía y sea acogida. Impone condiciones de sociabilidad o civilidad, Freud, (1915b)

Desde el modelo que hemos adoptado, consideramos que el lenguaje es el testimonio de la tarea del Preconciente y que cada lenguaje expresa una determinada erogeneidad y defensa subyacente. Por lo tanto la configuración, permite acceder a las dos sub-dimensiones, aspecto de contenido y formal. Recordemos que partimos de una conceptualización del yo que considera que esta instancia evoluciona a partir del ello y es un precipitado producto de operaciones psíquicas, tales como la identificación y el narcisismo, entre otras. Por otra parte, dicho yo no es autónomo, ya que se encuentra escindido por acción de las defensas fundantes. Cuando expusimos que el cambio psíquico se relaciona con la modificación de la defensa, hacíamos referencia a que desde el punto de vista psicoanalítico freudiano, se modifica la posición del yo, que ya no expulsará a la pulsión ni al super yo ni a la realidad, sino que entablará transacciones con dichas instancias, siendo en estas luchas donde se hace evidente el cambio de la defensa. En lo personal pienso que lo importante es conocer muchas teorías, mantenerlas en el preconciente, pero no afiliarse fanáticamente a ninguna. Cada paciente necesita su abordaje particular, y cada momento una comprensión que podrá funcionar con una teoría y no con otra. La experiencia me ha demostrado que cada quien tiene su modalidad, resultante de sus análisis personal, supervisiones y estudios, pero por sobre todo, sentido común, empatía y amor por su paciente. La teoría es sólo un instrumento no una «cápsula» que nos asfixie, su función es producir una apertura y no una apretura.

PARTE SEGUNDA

Cambios psíquicos evolutivos

Me voy a referir sintéticamente a los períodos siguientes:

Cambio psíquico en la infancia y en la latencia.

Desde el punto de vista metapsicológico, en la latencia el aparato psíquico sufre una transformación. Una nueva instancia, el Superyó, se incorpora con la internalización de las figuras parentales, sus prohibiciones e ideales. El Yo debe cumplir sus funciones respondiendo a esta nueva organización. La acción inmediata como respuesta a los impulsos se coarta, aumenta el fantaseo y el pensamiento reflexivo. En este período se organiza definitivamente la heterogeneidad del aparato psíquico y la consecuente dinámica entre el yo y sus vasallajes respecto del Ello, el Superyó y la realidad. (2ª tópica). Considerado desde la primera tópica podría decirse que su comienzo está marcado por la estabilización de la represión primaria y la divisoria intersistémica, es decir la consolidación de la diferencia entre el sistema Preconsciente-Consciente y el sistema Inconsciente.

La constitución del Superyó y la erección de diques: sentimientos de asco, pudor y barreras éticas y estéticas en el interior del yo son poderosas formaciones reactivas frente a la sexualidad infantil que se reprime o se sublima, mediante la derivación hacia otros fines, el cambio de objeto y la aceptación cultural de sus producciones. El período de latencia no es uniforme: Si bien el final del Complejo de Edipo es un momento de grandes transformaciones, los procesos de complejización psíquica no se dan de manera lineal ni inmediata. Se pueden diferenciar dos subperíodos: latencia temprana y latencia tardía o primera y segunda latencia. El cambio se sitúa alrededor de los 8 años, edad que coincide aproximadamente con el momento en el que se organizan las estructuras de las operaciones concretas: a) Primer subperíodo. Latencia temprana. En este subperíodo la nueva organización psíquica aún no está consolidada. El nuevo funcionamiento es precario y frágil. La represión se va instalando lentamente y por lo tanto el control sobre los impulsos es inestable. Es frecuente la emergencia de angustia y la necesidad de presencia del adulto como reaseguro afectivo.

En la latencia se produce un gran desarrollo del yo que comienza en este subperíodo. Siendo característica principal de esta instancia la demora de la descarga inmediata, los niños y niñas de estas edades mostrarán conductas de postergación y control de la satisfacción de los impulsos, que durante este primer subperíodo se centrarán principalmente en intentar controlar la motricidad. Esta nueva posibilidad va a permitirle al niño acceder al aprendizaje, facilitándole prestar mayor atención a la transmisión de diferentes tipos de información. b) Segundo subperíodo. Latencia tardía. En él se plasman las características que se conocen como propias del período de latencia. Está caracterizado por un mayor equilibrio y una mayor estabilidad de las diferentes instancias. En esta etapa, tanto como en la anterior, no aparecen nuevas metas instintivas y se consolidan el desarrollo del yo y del superyo, ejerciendo un control más eficaz y autónomo sobre los impulsos.

La maduración neurobiológica producida entre los 6 y los 8 años colabora en este proceso. Los logros obtenidos durante este subperíodo terminan de conformar el plafond psíquico que permitirá a niños y niñas afrontar los aumentos de tensión sexual y agresiva propios de la pubertad y los procesos de cambio adolescente. El superyo se afianza como instancia interior fortaleciéndose los procesos de abandono de las investiduras libidinales y su sustitución por identificaciones. Se desarrolla claramente un sentido de autovaloración, que se apoya en los logros y el autocontrol. Estos son reconocidos con valor positivo por el entorno escolar y familiar. Al volverse gradualmente más autocríticos, su autoestima se vuelve más vulnerable ya que empieza a verse en forma más realista, con sus debilidades y sus fortalezas, lo que impacta sobre el sentimiento de omnipotencia. Los niños de esta edad se evalúan comparando sus habilidades y sus logros con los de los demás. Separan su pensamiento racional y su fantasía, la conducta pública y la privada.

Cambio psíquico en la adolescencia. Estos desarrollos tienen apoyatura en las ideas de David Maldavsky. Generalmente la adolescencia es definida como una crisis vital, un momento de pasaje y de reorganización, que si bien comienza siendo un hecho biológico, se imbrinca con un tiempo de estructuración del aparato psíquico con la misma valía de la infancia, en el que serán puestos en duda y conmocionados las teorías infantiles, los sistemas de identificaciones, los objetos libidinales, los proyectos identificatorios, los ideales, etc. a partir de la irrupción de la genitalidad. Desde un punto de vista cronológico, se divide a la adolescencia en tres fases según la lógica estructural del aparato psíquico, ellas son: ADOLESCENCIA TEMPRANA – ADOLESCENCIA MEDIA – ADOLESCENCIA TARDIA.

Partes: 1, 2
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