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El malestar en la cultura, por Sigmund Freud

Enviado por Nicolás Oga


Partes: 1, 2

  1. Biografía
  2. Síntesis y crítica
  3. Conclusión

edu.red

Biografía

S

igmund Freud nació el 6 de mayo de 1856, en Príbor, Moravia, Imperio austríaco (actualmente República Checa) y murió el 23 de septiembre de 1939, en Londres, Inglaterra, Reino Unido. Originalmente conocido como Sigismund Schlomo Freud, fue un médico y neurólogo austriaco, creador del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del s. XX.

Su interés científico inicial como investigador se centró en el campo de la neurología, derivando progresivamente sus investigaciones hacia la vertiente psicológica de las afecciones mentales, de la que daría cuenta en su práctica privada. Estudió en París con el neurólogo francés Jean-Martin Charcot las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento de la histeria. De vuelta en Viena y en colaboración con Joseph Breuer desarrolló el método catártico. Paulatinamente, reemplazó tanto la sugestión hipnótica como el método catártico por la asociación libre y la interpretación de los sueños. De igual modo, la búsqueda inicial centrada en la rememoración de los traumas psicógenos como productores de síntomas, fue abriendo paso al desarrollo de una teoría etiológica de las neurosis más diferenciada. Todo esto se convirtió en el punto de partida del psicoanálisis, al que se dedicó ininterrumpidamente el resto de su vida.

Freud postuló la existencia de una sexualidad infantil perversa polimorfa, tesis que causó una intensa polémica en la sociedad puritana de la Viena de principios del siglo XX y por la cual fue acusado de pansexualista. A pesar de la hostilidad que tuvieron que afrontar sus revolucionarias teorías e hipótesis, Freud acabaría por convertirse en una de las figuras más influyentes del siglo XX. Sus teorías, sin embargo, siguen siendo discutidas y criticadas, cuando no simplemente rechazadas. Muchos limitan su aporte al campo del pensamiento y de la cultura en general, existiendo un amplio debate acerca de si el psicoanálisis pertenece o no al ámbito de la ciencia.

La división de opiniones que la figura de Freud suscita podría resumirse del siguiente modo: por un lado, sus seguidores le consideran un gran científico en el campo de la medicina, que descubrió gran parte del funcionamiento psíquico humano; y por otro, sus críticos lo ven como un filósofo que replanteó la naturaleza humana y ayudó a derribar tabúes, pero cuyas teorías, como ciencia, fallan en un examen riguroso.

En 1929 Freud publica El malestar en la cultura, en un contexto difícil desde muchos puntos de vista. El creciente descontento de los alemanes hizo que Adolf Hitler tomara el control del país en 1933 con un apoyo de la población sin precedentes. Alemania dejó de lado la República de Weimar y se convirtió en un Estado totalitario al igual que la Italia de Benito Mussolini y la URSS de Josef Stalin. Rusia, que entre tanto se había transformado en la URSS, fue escenario de hambrunas endémicas, represión política y la Gran Purga. El colapso de la República y la Guerra Civil Española desangró a España, la convirtió en un Estado totalitario y sirvió de preámbulo a la gran guerra que estaba por venir en el continente. La situación en el resto del mundo no sufrió alteraciones considerables. En EE.UU. el presidente Franklin Delano Roosevelt lideró la recuperación económica del país tras la crisis provocada por la gran depresión de 1929.

Síntesis y crítica

Capítulo I

Síntesis

En este capítulo, Freud trata principalmente el tema del origen de la sensación de eternidad o "sentimiento oceánico" como fuente primordial de la religiosidad humana. Según él, "trataríase de un sentimiento de indisoluble de comunión, de inseparable pertenencia a la totalidad del mundo exterior". Para dilucidar el origen de este sentimiento debemos embarcarnos en el análisis del yo. En situaciones normales, dice Freud, nada nos parece más seguro y establecido como la sensación de nuestra "mismidad", de nuestro propio yo. Sin embargo, la investigación psicoanalítica establece que el yo se continúa hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual el yo sirve de fachada. Por lo menos hacia el exterior, el yo parece siempre mantener límites claros; sin embargo hay una situación en la que amenaza esfumarse el límite entre el yo y el objeto: el enamoramiento. El enamorado afirma que yo y tú son uno, y está dispuesto a comportarse como si así fuera. De esto aducimos que lo que puede ser anulado por una función fisiológica podrá, desde luego, ser trastornado por procesos patológicos. Por lo tanto, el sentimiento yoicio está sujeto a trastornos, y los límites del yo con el mundo exterior no son inmutables.

Establecido esto, debemos decir que el sentido yoicio del adulto no pudo haber sido el mismo desde el principio, sino que sufre una evolución. El lactante, por ejemplo, aún no discierne su yo del mundo exterior. Va aprendiendo esto a través de diversos estímulos, pero lo que ha de causarle mayor impresión es el hecho de que algunas de las fuentes de estímulo sean susceptibles de provocarle sensaciones en todo momento, mientras que otras se le sustraen temporalmente, entre ellas la que más anhela: el seno materno. Así, comienza a oponérsele al yo un objeto, uno que se encuentra afuera y para cuya aparición es necesario realizar una acción particular: el llanto. Un segundo paso en la demarcación del yo, lo que implica una aceptación de un afuera, es el surgimiento de la tendencia a disociar del yo cuanto pueda convertirse en una fuente de displacer, lo que es impulsado por el principio del placer, que induce a abolir y evitar estas sensaciones. De esto modo, el hombre el hombre aprende a dominar un método mediante el cual puede discernir lo interior y lo exterior. El que el yo aplique esta misma metodología al defenderse de ciertos estímulos displacientes provenientes de su interior, habrá de dar origen a importantes trastornos patológicos.

De esta forma Freud dice que originalmente el yo lo incluye todo, y luego desprende de sí el mundo exterior. Este razonamiento implica la aceptación de que el producto de las fases tempranas de un proceso evolutivo se puede conservar junto con su parte evolucionada, lo cual ejemplifica Freud con la supervivencia del cocodrilo luego de la extinción de sus predecesores, los dinosaurios. Otra metáfora que usa es la de una ciudad imaginaria en la que persisten todas las características y estructuras de la Ciudad Eterna, Roma, cuyas estructuras han cambiado, o incluso dejado de existir para dejar paso a otras construidas durante períodos subsiguientes. Esta persistencia de todos los estadíos previos de algo, junto con su forma definitiva, es solo posible en el campo psíquico, y es más bien una regla que una excepción.

Sin embargo, Freud considera poco fundada esta teoría y establece el desamparo infantil que sufre el hombre como fuente irrefutable de la religiosidad.

Crítica

Aunque el sentimiento de desamparo infantil es sin duda un móvil fundamental en la búsqueda de Dios por parte del hombre, la lógica apunta a la existencia de un creador. Tomemos por caso la mecánica estelar; los astros se mueven por causa de sus propios campos gravitatorios y los de los otros astros que los rodean. El que una estrella tuviera una pizca menos de masa en una galaxia lejana hace miles de millones de años podría haber llevado a la destrucción del cosmos en su etapa temprana. Sin embargo, luego de aproximadamente trece mil millones de años, existimos. El universo en vez de ser un lugar repleto de elementos en interacción caótica, o por, el contrario una masa uniforme de mismo color y temperatura, es un sistema perfecto. Las posibilidades de que esto suceda sin un diseño inicial son casi de uno sobre edu.redesto es, un 1 seguido de cuarenta mil ceros). Por otro lado, hay cosas que parecen haber sido ideadas para nuestra mejor calidad de vida, como, por ejemplo, la gravedad. Causa malestar el solo pensar en cómo haríamos para organizar los utensilios en una cocina si estuvieran flotando sin rumbo en el aire. Otra cosa realmente impresionante es el que nuestros ojos estén ajustados para poder ver en un espectro de la luz que nos permite percibir diferencia de colores, cuando podríamos perfectamente percibir el mundo en otra longitud de onda, como los rayos X por ejemplo. Respecto del sentimiento de eternidad, Eclesiastés 3:11 dice: "Todo lo ha hecho bello a su tiempo. Aun el tiempo indefinido ha puesto en el corazón de ellos, para que la humanidad nunca descubra la obra que el Dios [verdadero] ha hecho desde el comienzo hasta el fin."[1]. La teoría de que este sentimiento es producto de la etapa temprana del desarrollo del yo es válida. Sin embargo, la Biblia indica que Dios nos hizo con el propósito de que viviéramos para siempre[2]y tal vez, es esta la forma con que nos "implanta" este sentimiento. El que Él se preocupe o no por la humanidad es tema de otra exposición.

Capítulo 2

Síntesis

Sigmund Freud trata ahora el tema de la búsqueda de la felicidad, el objeto común a todos los hombres, y de qué forma se relaciona la religión con este tema. Tal como nos ha sido impuesta la vida, dice Freud, resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones y empresas imposibles. Por eso, necesitamos lenitivos para poder soportarla. Los clasifica en tres tipos:

  • Distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria. Ej.: cultivar, actividad científica

  • Satisfacciones sustitutivas que la reducen. Ej.: arte

  • Narcóticos que nos tornan insensibles a ella

Alega que es difícil en qué lugar de esta clasificación entra la religión. Ésta es la única que puede dar respuesta acerca de la finalidad de la vida humana. Aún más allá, la idea de adjudicar un objeto a la vida humana solo puede existir en función de un sistema religioso. Por eso, Freud deja de lado este tema para centrarse en otro más modesto: el objeto que el hombre si impone a sí mismo, la búsqueda de la felicidad. Él distingue dos aspectos de esta búsqueda: evitar el dolor y el displacer, y experimentar intensas sensaciones placenteras. Como vemos, el que fija este objetivo es el antes mencionado por Freud programa del principio del placer. No obstante, este programa es irrealizable, ya que todo el universo se le opone, e incluso podemos decir, reflexiona Freud, que el plan de la Creación no incluye que el hombre sea feliz. Según Freud, la felicidad se puede traducir como la satisfacción casi siempre instantánea de necesidades acumuladas que han alcanzado un punto elevado de tensión, y, por lo tanto, solo puede darse como un fenómeno episódico. Esto es producto de nuestra naturaleza, que sólo nos permite gozar intensamente del contraste, no de la estabilidad. En cambio, no es mucho más fácil experimentar las desgracias, que nos atacan desde tres flancos:

  • El propio cuerpo, que, condenando a la aniquilación y la decadencia, ni siquiera puede eludir de los displaceres producidos por el mismo

  • El mundo exterior, fuente de fuerzas destructoras omnipotentes e implacables

  • Las relaciones humanas, tal vez la mayor y más intensa fuente de sufrimiento, y casi ineludible.

Como resultado de este panorama, el hombre tiende a rebajar sus pretensiones, a seguir el principio de la realidad, llegando a considerarse feliz por el hecho de haber eludido la desgracia. Así, la finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de logar el placer. Freud emprende una clasificación de las metodologías aplicadas por el hombre en su búsqueda de la felicidad:

  • Fin positivo: obtención del placer

  • Satisfacción ilimitada de todas las necesidades: no obstante uno de los caminos más tentadores, significa anteponer el placer a la prudencia y pronto se hacen notar sus consecuencias.

  • Intoxicación: siendo uno de los métodos más efectivos, no solo proporciona estímulos placenteros, sino que también nos impide percibir estímulos desagradables. Freud reconoce una relación entre éstos dos fenómenos: "la descarga del placer oscila entre la facilitación y la coartación y paralelamente disminuye o aumenta la receptividad para el displacer". Los estupefacientes no solo proporcionan placer inmediato, sino también una considerable independencia del mundo exterior.

  • Desplazamientos de la libido: consiste en reorientar los fines instintivos, de manera que eluden la frustración del mundo exterior. La exaltación de los instintos y la acrecentación del trabajo psíquico e intelectual contribuyen a ello. Responde a esta metodología la satisfacción que goza un artista por medio de la creación, o la del investigador, al solucionar sus problemas. Sin embargo, aunque este tipo de satisfacción es más noble y elevada dice Freud, su satisfacción es muy atenuada e insuficiente comparada con la satisfacción de los impulsos instintivos más groseros y primarios. No obstante, el punto débil de esta metodología reside en que es accesible a muy pocas personas, pues requiere disposiciones y aptitudes infrecuentes. Y, aún en el caso de quienes ostentan estas cualidades, no proporciona una protección sólida contra el sufrimiento.

  • Imaginación: se relaja el vínculo con la realidad, buscando las satisfacciones en los procesos internos psíquicos. En este caso, la satisfacción se obtiene de ilusiones que son reconocidas como tales, sin que su discrepancia con el mundo real impida disfrutarlas. Las satisfacciones imaginativas, sin embargo, accesibles a los carentes de creatividad e insípidas para los más sensibles al arte, solo ofrecen un refugio fugaz contra los embates de la vida y carece de poderío para hacernos olvidar la miseria real.

  • Amor: esta metodología persigue también la independencia del destino por medio de trasladar la satisfacción a los procesos psíquicos internos, utilizando la desplazabilidad de la libido, pero no por ello alejándose de la realidad, sino, por el contrario, aferrándose a los objetos y hallando la felicidad por medio de la vinculación afectiva con éstos. Se concentra en la obtención de la felicidad, dejando de lado el conformismo. Esta es el tipo de orientación de vida que hace del amor el centro de todas las cosas, que deriva toda la satisfacción de amar y ser amado. El punto débil de esta técnica reside en el evidente hecho de que nunca estamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos.

  • Fin negativo: evitación del sufrimiento

  • Aislamiento voluntario: el método de protección más inmediato contra el sufrimiento proveniente de las relaciones humanas, la felicidad de la quietud.

  • Sometimiento de la Naturaleza a la voluntad del hombre: trabajar con todos por el bien de todos.

  • Modificación del organismo: dado que el sufrimiento no es más que una sensación solo existe en función de que lo sintamos, y el que lo sintamos depende de la disposición de nuestro organismo.

  • Dominación de los instintos: busca dominar la fuente misma de nuestras necesidades, con el fin de aniquilar los instintos, como lo enseña la sabiduría oriental.

  • Moderación de los instintos: con la misma metodología, pero un objetivo menos extremo, busca moderar el instinto bajo el gobierno de instancias psíquicas superiores, sometidas al principio de la realidad. No obstante, aunque se logra cierta protección contra el sufrimiento, se produce también una inmensa limitación de las posibilidades de placer. He aquí la razón del carácter irresistible que adquieren los impulsos perversos y, tal vez, de lo prohibido en general.

  • Rechazo de la realidad: metodología elegida por el ermitaño, quien ve en la realidad la fuente de todo sufrimiento y displacer, lo que torna intolerable la existencia y con quien, por lo tanto, es necesario romper todo lazo.

  • Reemplazo de la realidad: quien comparte el sentir del ermitaño, puede llegar a reemplazar los elementos repulsivos de la realidad con otros placenteros y adecuados a sus propios deseos. No obstante, quien tome este camino no llegará muy lejos, pues la realidad es más fuerte. Se convertirá en un loco a quien poco ayudarán en la realización de sus delirios.

  • Delirio colectivo: este camino es el que toma un grupo de individuos con el objeto de procurarse un seguro de felicidad y un salvoconducto contra el dolor por medio de una transformación delirante de la realidad. Los miembros de estos grupos no pueden dar cuenta del delirio, dice Freud. La religión se puede clasificar dentro de estos delirios colectivos.

Freud concluye estableciendo ciertas afirmaciones:

  • La búsqueda de la felicidad es un designio irrealizable, pero no por ello despreciable.

  • Esta búsqueda posee un aspecto positivo y uno negativo.

  • Ninguna regla al respecto es válida para todos los hombres.

  • No es conveniente la toma de decisiones extremas al respecto, dado que es una inversión demasiado grande y su éxito jamás es seguro.

  • La religión es un delirio que entorpece la búsqueda de la felicidad.

Crítica

La descripción de Freud de la naturaleza imposible de la búsqueda de la felicidad y de los métodos que implementa el hombre en su búsqueda es casi cabal. Solo considero necesario agregar un elemento: la satisfacción proveniente de hacer lo correcto. Esta satisfacción solo puede ser obtenida en función del reconocimiento de una moral, cosa que no podría existir a no ser mediante Dios y proporciona felicidad de tipo estable. Nadie está en posición de establecer que es lo bueno y lo malo, o lo bello y lo feo, o lo agradable y lo desagradable, a no ser por este ente divino. Dios nos provee mediante su Palabra principios leyes y ejemplos que nos muestran que es lo correcto y lo incorrecto. Mediante la propia pre-disposición de nuestro organismo y, principalmente, de nuestra psique, nos otorga la capacidad no solo de ejercer juicio, sino también de apreciar lo bello en la naturaleza -lo cual el ser humano refleja en su propia creación- y lo agradable por medio del conocimiento sensible. En efecto, no tiene sentido hablar de predisposición sin el reconocimiento de un ente que predisponga.

Capítulo 3

Síntesis

Pasa ahora Freud a hablar de la cultura: sus características, su desarrollo y cómo sirve al hombre. Menciona él una hostilidad respecto de la cultura por parte de ciertos hombres, según los cuales la cultura sería fuente de gran parte de la miseria que sufre el hombre y que podríamos ser más felices si la abandonásemos para retornar a un estilo de vida más primitivo. Analiza Freud las causas por las cuales estos individuos parecen llegar a esta conclusión. Un profundo y antiguo disconformismo con la cultura constituyó el terreno donde ciertos sucesos y circunstancias históricas hicieron germinar esta hostilidad hacia ella. De estos sucesos, Freud identifica claramente tres:

  • El triunfo del cristianismo sobre las religiones paganas: teniendo en cuenta su íntima afinidad con la depreciación de la vida terrenal implícita en la doctrina cristiana en general.

  • Colonización: al parecer, el contacto con civilizaciones primitivas llevó a los exploradores europeos a pensar que esos pueblos llevaban un vida simple, modesta y feliz, cuya razón de ser era su nivel cultural más bajo.

  • Comprensión del mecanismo de la neurosis: se comprendió que la causa de la neurosis reside en la incapacidad por parte del individuo de soportar el grado de frustración que le impone la sociedad en aras de sus ideales de cultura.

Además habla el filósofo de cierta decepción de algunos hombres respecto de sus avances en el dominio de la Naturaleza. Según estos hombres, estos avances han suministrado los sufrimientos que pretenden remediar los avances que los sucedieron. Dado el carácter subjetivo de este análisis, Freud deja de lado el tema para sumirse en la caracterización de la cultura.

Según la concepción de Freud, ésta se compone de las producciones e instituciones que distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:

  • proteger al hombre contra la naturaleza

  • regular las relaciones de los hombre entre sí

Los rasgos de la cultura se pueden clasificar de la siguiente manera:

  • Actividades y vienes útiles para el hombre: toda invención y descubrimiento del hombre que tenga como fin poner la tierra al servicio del hombre y protegerlo de las fuerzas Naturaleza. Entre éstos están el descubrimiento y dominio del fuego, el uso de herramientas y la construcción de herramientas. Mediante estas invenciones el hombre perfecciona sus órganos para sobreponerse a los obstáculos que encuentra en su camino.

  • Deidades: en éstas el hombre deposita las cualidades y aptitudes vedadas al él a modo de ideales. En cierto modo, el hombre mismo ha llegado a ser un dios con prótesis: llega a ser un ser bastante magnífico cuando hace uso de todos sus artefactos, no obstante ellos no son parte de su cuerpo y en más de una ocasión le provocan displaceres.

  • Belleza: la bella disposición y adorno de las creaciones que parecen carecer de utilidad son una manifestación cultural muy importante.

  • Higiene: cualquier falta a este precepto es considerada incompatible con la idea de cultura

  • Orden: es una suerte de impulso de repetición que establece cómo, cuándo y dónde deben efectuarse ciertas tareas con el fin de ahorrarse dudas e indecisiones respecto de cómo actuar. Su carácter benéfico para el hombre es indiscutible, ya que le permite sacar el máximo provecho del espacio y tiempo de los que dispone.

  • Producciones científicas y artísticas: entre ellas se encuentran los sistemas religiosos, los planteos filosóficos y las construcciones ideales del hombre, esto es, su idea de perfección, así como las pretensiones que establece basándose en tales ideas.

  • Regulaciones sociales: Mediante éstas, el hombre se reúne en comunidades, con el fin de que la voluntad del individuo mas fuerte no se superponga a la de los demás por debajo suyo en este respecto. Si no fuera por estas, el único principio que regiría las relaciones humanas sería el de la selección natural: la supervivencia del más fuerte. De ésta forma entonces, el poderío común, el Derecho, se impone al del individuo, la fuerza bruta, con el fin de garantizar la justicia. Con este fin, los miembros de la comunidad restringen sus posibilidades de obtener satisfacción y sacrifican sus instintos en aras del bien común, cosa que el individuo no contempla. La libertad individual no es un bien de la cultura, pues era máxima antes de la imposición de ésta. El desarrollo cultural le impone restricciones, y la justicia exige que nadie escape a ellas. Sin embargo, cuando el ímpetu libertario se convierte en una rebelión contra alguna injustica establecida, contribuye así al desarrollo y progreso de la cultura, siendo así compatible con ésta. En realidad, gran parte de los enfrentamientos en la historia del hombre giran alrededor del fin de hallar el equilibrio, es decir, la felicidad para todos.

A modo de conclusión, Freud hace un repaso

  • La cultura no es sinónimo de perfección.

  • La evolución cultural es un proceso particular que opera en la Humanidad.

  • Podemos caracterizar este proceso por los cambios que impone a las predisposiciones instintivas del hombre, en algunos casos dando origen a rasgos de carácter.

Crítica

No hay nada que objetar respecto del planteo freudiano en esta ocasión.

Capítulo 4

Síntesis

En este capítulo Freud se dedica a dilucidar el origen de la cultura desde el comienzo mismo de la humanidad. Según él, el hombre, comprendiendo que estaba en sus manos mejorar su destino por medio del trabajo, empezó a ver sus semejantes como colaboradores con quienes resulta útil vivir en comunidad. Aún antes de esto, ya había adoptado la costumbre de formar una familia, en la cual podía encontrar sus primeros auxiliares. Dice Freud que la construcción de la familia debe su origen a la necesidad de satisfacción genital: el objeto sexual, la hembra pasó a ser un inquilino permanente en la casa, y luego, a su vez, tuvo quedarse para permanecer junto al macho más fuerte por el bien de su prole. Con el tiempo, lo hijos se dieron cuenta de una asociación puede ser más poderosa que el individuo aislado. Fue así como surgieron las alianzas fraternas. Los hermanos tuvieron que imponerse restricciones para consolidar este sistema. Así, los preceptos del tabú se convirtieron en el primer Derecho, la primera ley. De esta forma la vida en comunidad adquirió sus fundamentos:

  • la obligación del trabajo impuesta por las necesidades exteriores.

  • el amor, que impedía al hombre separarse de su mujer, y a ésta, separarse de su prole.

Pasa ahora el filósofo a hablar de las perturbaciones que sufriría la cultura y mencionas dos:

  • 1. El amor sexual: Como ya ha esclarecido antes Freud, este camino conduce a una peligrosa dependencia respecto de un objeto del mundo exterior, objeto que puede ser arrebatado por el hombre por la infidelidad o la muerte.

A pesar de ello, y gracias a su predisposición, una minoría logra hallar la felicidad a través del amor sexual. Éstos lo gran su cometido a través de independizarse del consentimiento del objeto sexual, protegiéndose así de la pérdida del objeto. Dirigen su amor en igual medida a todos los seres, evitan las peripecias y decepciones del amor genital, transformando el instinto en un impulso coartado. Así también, desvían su amor hacia la Humanidad entera y le dan un carácter universal. Sin embargo, presenta dos objeciones Freud a esta modalidad de vida:

  • un amor que no discrimina pierde a nuestros ojos buena parte de su valor, pues comete una injusticia ante el objeto

  • luego, no todos los seres humanos merecen ser amados

Aquel impulso amoroso que instituyó a la familia sigue influyendo en la cultura, tanto en su faceta primitiva como en su forma de cariño coartado en su fin. En ambas variantes perpetúa su función de unir a una mayor cantidad de seres en comunidad. En este punto Freud hace una distinción entre el amor y el cariño. El primero se da entre un hombre y una mujer que han formado una familia sobre la base de sus necesidades genitales; el segundo, entre padres e hijos, hermanos y hermanas. De nuevo, el amor genital lleva a la formación de nuevas familias; el cariño, a las amistades. Sin embargo, la cultura impone restricciones al amor.

  • 2. La mujer: ésta impone discordia con sus exigencias amorosas. Las mujeres, dice Freud, representan los intereses de la familia y de la vida sexual; la obra cultural, en cambio, en convierte cada vez más en tarea masculina, imponiendo a los hombre dificultades crecientes y obligándoles a sublimar sus instintos, sublimación para la que las mujeres están escasamente dotadas. El hombre entonces tiene que sustraer energía psíquica de la que antiguamente dedicaba a la mujer y a la familia, en incluso de sus deberes de esposo y padre. Viéndose la mujer relegada a segundo plano por las exigencias culturales, adopta una actitud hostil hacia la cultura.

  • 3. Restricción sexual por parte de la cultura: a lo largo de la historia, la cultura a impuesto con fines benéficos para la humanidad, restricciones sexuales al hombre. Freud desprecia las restricciones al amor genital heterosexual, la monogamia y la fidelidad. Sin embargo, solo los seres débiles, dice el filósofo, se someten a tan amplia restricción de su libertad sexual, mientras que las naturalezas más fuertes únicamente la aceptaron con una condición compensadora, de la que luego hablará Freud.

Crítica

La explicación que da Freud acerca del origen de la familia es válida y coherente. Pasando al tema de las perturbaciones sufridas por la cultura, la discordia impuesta por la mujer es indiscutible, aunque cada vez se da menos debido a la restructuración que sufre la humanidad, habiendo cada vez menor la cantidad de familias. Sin embargo, no opino lo mismo acerca de las restricciones sexuales. Para que esta apreciación sea válida, entonces deberíamos afirmar que el amor sexual es la mejor, única e inequívoca fuente de felicidad posible, despreciando por lo tanto el conocimiento y el arte. Aunque estuviéramos en la posición de verificar esta afirmación, y aunque el hombre encontrara un método mediante el cual pudiera dedicar toda su energía psíquica al amor y solamente al amor, ¿quién despreciaría el conocimiento y el arte para dejarse llevar por sus más primitivos instintos? A mi parecer, estas restricciones son un precio bastante bajo en aras del progreso intelectual de la humanidad. Por otro lado, Freud dice que los que sucumben a estas restricciones son los más débiles; ¿no son débiles aquellos que no pueden atenerse a estas restricciones? Me temo, sin embargo, que es te juicio posee un carácter altamente subjetivo y ninguna persona puede esclarecer una respuesta, a no ser por Dios.

Capítulo 5

Síntesis

Busca Freud la necesidad que impulsó a la cultura a vincular a los individuos de la comunidad bajo lazos amistosos, no satisfecha con los vínculos de unión amorosos entre dos seres. Empieza por el análisis del precepto bíblico "Amarás al prójimo como a ti mismo". Él considera absurdo este ideal debido a que el amor es algo demasiado preciado y que, a su vez, exige mucho trabajo para malgastarlo en extraños que seguramente no lo merecen. Incluso, dice que sería injusto amarlo dado que le amor es una demostración de preferencia. Y si, por otro lado, debiéramos darle una porción de nuestro amor a cada ser que habita el universo, esta porción sería ínfima. Más absurdo es aún, dice Freud, al ser el hombre un ente egoísta que no dudaría de causar daño a su prójimo si mediante esto sacara algún provecho, por pequeño que sea. El precepto "Amarás al prójimo como el prójimo te ame a ti", por su parte, sería incuestionable.

Tampoco es válida la afirmación: "Precisamente porque tu prójimo no merece tu amor y es más bien tu enemigo, debes amarlo como a ti mismo", dado que el hombre tiene preceptos de moral, y un "premio" directo de esta clase a la maldad sería un prejuicio para la cultura. Y es en este punto donde el filósofo pasa aborda un tema especialmente relacionado: la naturaleza agresiva del hombre.

Por consiguiente, el prójimo ahora no es un solamente posible colaborador, sino también, una posible fuente de satisfacción. Freud verifica el refrán "Homo homini lupus"[3]. Esta agresión reprimida por fuerzas antagónicas de la psique, sale a la luz ante la ausencia de éstas o simplemente, cuando se la provoca. Debido a esta tendencia agresiva del hombre es que la sociedad civilizada se constantemente al borde de la desintegración. He aquí las multifacéticas restricciones al instinto que impone la cultura. Por su parte, la cultura espera también evitar los peores despliegues de fuerza bruta haciendo uso ella misma de la fuerza. Sin embargo, esta aplicación de la ley no alcanza las manifestaciones más discretas y sutiles de la agresividad.

El comunismo presenta una supuesta solución a este problema: la eliminación de la propiedad privada. De este modo se sustraería de la agresividad humana una de sus herramientas más fuertes; no obstante, la agresividad no es consecuencia de la propiedad, ya que existía mucho antes de ésta cobrara valor. Quedarían todavía los privilegios derivados de las relaciones sexuales, convirtiéndose en fuente de la más intensa envidia y dejando más espacio todavía para los impulsos violentos del hombre. Si entonces se abolieran los privilegios sexuales, entonces sería imposible prever los caminos que seguiría la evolución de la cultura.

Observa Freud que las comunidades más intensamente enfrentadas en el mundo, son, por lo general, las que más se parecen. Llama a este fenómeno narcisismo de las pequeñas diferencias". Sería éste una forma de satisfacer de forma más o menos inofensiva las tendencias agresivas, facilitando así la cohesión de éstas comunidades. Y, en vista de la naturaleza de los sueños de supremacía por parte de ciertas comunidades registrados por la historia, declara compresible Freud el que los comunistas recurran a la persecución de la burguesía como apoyo psicológico, dando así un carácter subjetivo a la ideología de éstos.

Explica Freud, mediante la mención de las pesadas restricciones que impone la cultura al hombre, que la cultura a lo largo del tiempo ha sacrificado una parte de posible felicidad en aras de procurar seguridad a ésta. De esta forma, se logra una suerte de repartición equitativa de las posibilidades de felicidad entre todos los hombres.

Advierte también Sigmund, a modo de conclusión, acerca del peligro que representa la miseria psicológica de las masas, que se da cuando las fuerzas de cohesión de una comunidad consisten principalmente en identificaciones mutuas entre sus miembros, mientas que los dirigentes no asumen un papel de la importancia requerida.

Crítica

El planteo de Freud acerca del principio bíblico "Amarás al prójimo como a ti mismo" es errado desde su punto de vista. El error reside concretamente en la falta de observación de la palabra griega que se usa en este párrafo. La Biblia emplea varios términos para designar al amor, cuya transliteración a otros idiomas no capta completamente el sentido: agápe, filía (amor familiar) y storgu? (amor de compañero). Un cuarto tipo de amor, el éros (amor erótico), no se usa en la Biblia. En el caso de Mateo 19:19[4]se usa el agápe ((((((), término que en la Biblia designa una clase de amor que se distingue por su respeto a los principios, no es insensible; de otro modo, no se diferenciaría de la justicia fría. No obstante, no lo gobiernan la emoción o el sentimentalismo; nunca pasa por alto los principios. Los cristianos correctamente muestran agápe a otros hacia quienes quizás no sientan ningún afecto o simpatía, pero lo hacen por su bienestar, como lo expresa Gálatas 6:10[5]No obstante, la mala interpretación de este pasaje bíblico no invalida el planteo que la acompaña; el hombre es un ser agresivo por naturaleza, que en ocasiones no dudaría de causar oprobio a su prójimo con el fin de procurarse algún beneficio, cosa que la Biblia también apoya[6]Sin un esfuerzo consciente, el hombre puede tornarse en un animal, quien no tiene miramientos en causar el mal intencionadamente.

Capítulo 6

Síntesis

Freud hace un repaso general de los avances de la psicología a lo largo del tiempo abarcando una serie de axiomas, conceptos y concepciones:

  • Aforismo de Schiller, según el cual hambre y amor hacen girar el mundo coherentemente: de esto dilucidamos la oposición con la que se presentan los instintos del yo y los instintos objetales; función de éstos son, respectivamente, conservar al individuo, y conservar la especie. Para designar la energía de los instintos objetales o amorosos, Freud implementa el termino libido. Sin embargo, uno de éstos instintos, el sadismo, no muestra una finalidad amorosa, sino un parentesco estrecho con los instintos del yo y pulsiones de posesión. Pero se comprendió que el sadismo indudablemente forma parte de la vida sexual y que perfectamente puede sustituir al juego del amor.

  • Neurosis: vino a ser la solución de una lucha de intereses entre los instintos de autoconservación y los libidinales.

  • Narcisismo: el reconocimiento de que también el yo está impregnado de libido; más aún, que en el yo se originó éste y que en cierta manera sigue siendo su cuartel central.

Por otra parte, deduce Freud que, aparte del instinto de vida que tiende a conservar la sustancia viva y a condensarla en unidades cada vez mayores, debía haber también un instinto de muerte que hiciera lo contrario. Gracias al antagonismo e interacción de ambos se pueden explicar los fenómenos vitales. Este instinto de muerte se pone al servicio de Eros, manifestándose parte de él hacia el exterior en forma de pulsiones agresivas, destruyendo el ser un objeto en vez de destruirse a sí mismo. Por otro lado, ambos instintos, de vida y de muerte, raramente se presentan aislados, sino en una amalgama de distintas proporciones. Éste último, el de muerte, escapa a nuestra percepción cuando no se amalgama con Eros. Es por eso que Freud no considera necesario ahondar más en la búsqueda de un término que lo conceptualice.

Crítica

El antagonismo entre los instintos de vida y muerte completan bien el panorama universal. Dados los fenómenos que se dan en el universo, y teniendo en cuenta la teoría del Caos, hace tiempo que el universo debería ser un lugar yermo, carente de vida, uniforme y totalmente inactivo. Sin embargo, el universo está lleno de vida.

Capítulo 7

Síntesis

Es en este capítulo, Freud analiza de qué forma lucha la cultura contra el instinto de destrucción. Caracteriza con este fin lo malo, siendo esto, toda acción que pueda poner en peligro el amor hacia uno mismo proveniente de los demás. El peligro hace aparición cuando la autoridad exterior descubre la acción mala, y entonces aparece también la angustia social, exigiendo la renuncia de la satisfacción de los instintitos para su satisfacción. De esta forma, se proyecta el instinto de agresión hacia su fuente: el yo.

En algunos casos, la autoridad exterior deviene en un super-yo, al que comúnmente llamamos conciencia, y que perpetúa la agresión de la autoridad exterior ante el solo deseo del individuo de actuar mal. Por otro lado, la adversidad confiere poder a la conciencia, mientras que mientras la suerte sonríe al hombre la conciencia es más indulgente.

El origen de este super-yo, o conciencia moral, se atribuye a dos factores: la propia renuncia instintual, y los impulsos vengativos ante la autoridad, reprimidos desde etapas tempranas del desarrollo del yo. Por otro lado, participan de esta evolución de la conciencia moral factores externos del medio, así como cierta influencia des modelo filogenético del hombre primitivo.

Partes: 1, 2
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