La degradación de los programas de crítica de espectáculo en los últimos años… "Intrusos en el espectáculo" (página 2)
Enviado por Bertolano Paula
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Descripción
El programa, objeto de estudio del presente trabajo de investigación, apareció por primera vez en la pantalla de América 2 el primero de enero del año 2000 con la conducción y producción de Jorge Rial, a quien le pertenece la idea original, junto a un panel de periodistas de espectáculos integrado por Marcela Coronel, Viviana Canosa, Luis Ventura, un móvil a cargo de Camilo García y Claudio Orellano en locución, en el horario de las 13 hs. de lunes a viernes.
La propuesta esta basada en desarrollar un noticiero acerca de la vida de la "farándula", siendo el objetivo criticar, investigar, sorprender y enjuiciar al mundo del espectáculo argentino. El ciclo tendría diferentes secciones como parodias de programas, mostraría trabajos que los actores y actrices querrían olvidar, mostraría un juicio televisado a famosos elegidos que se presten a participar en el banquillo de los acusados y móviles en los lugares indicados donde se encontrarían las primicias.
La idea era y es poner en evidencia la frivolidad de la farándula, según palabras de Jorge Rial, "y para esto vamos a tratar de estar en todos lados. La diferencia con los demás programas sobre la farándula es que nosotros no vamos a ser rosas porque todo el mundo sabe que yo no soy rosa. Hoy vende más el embarazo de una actriz que Alfredo Alcón haciendo Hamlet", confesó el conductor a Clarín en una entrevista horas antes del comienzo del ciclo.
Intrusos tiene la intención de buscar nuevos caminos en cuanto a programas de famosos se refiere pero tal vez, esto sea una forma de ampliar un género que el mismo Rial pone en tela de juicio. "La televisión nuestra tiene que ver con el país, que haya tantos programas de espectáculos tiene que ver con la frivolidad y con la estupidez. De la Rua fue al programa de Tinelli no al de Grondona y Menem cerró su segunda campaña en ese mismo programa", afirma Jorge Rial.
Intrusos ha sufrido cambios de horarios pero osciló durante estos seis años entre las 13 y las 15:30 hs. Con los columnistas sucedió lo mismo, han pasado por el programa Luis Piñeyro, Coni Ansaldi, y Beto Casella, así como tambien fue víctima de escándalos con la salida del programa de Viviana Canosa.
Hoy finalmente el panel está compuesto por Luis Ventura, mano derecha de Jorge Rial, Jorge Rinaldi, Marcela Tauro, Lola De Barbieri, y Marcelo Polino. El programa continúa en América 2, de lunes a viernes a las 15:30 a 17 hs.
A continuación exponemos un detalle del rating promedio del programa en los último meses, según información oficial de IBOPE:
PERÌODO | RATING |
Ene-05 | 7,5 |
Mar-05 | 8,4 |
Jun-05 | 8,4 |
Sep-05 | 9,8 |
Dic-05 | 6,8 |
Feb-06 | 8,5 |
May-06 | 7,9 |
Jun-06 | 6,3 |
PROMEDIO | 7,95 |
Intrusos en el espectáculo es uno de los programas que actualmente se dedica casi exclusivamente a la farándula. Su actual referente, Jorge Rial, opina que el show argentino es "papel picado", que su conocimiento sobre el medio televisivo implica funcionar según lo que indican los números, a veces a costa de lo que sea.
Así es que notamos un gran cambio, una transformación en los programas de espectáculos actuales y aquellos primeros programas de crítica del espectáculo de décadas anteriores.
Estos programas no sólo viven de rumores sino que inventan "famosos" con vocación para el show mediático. Se abocan a construir celebridades dudosas, que saltan de un canal a otro, haciendo escándalos, al igual que en las revistas del género.
El requisito en el caso de las mujeres es cuidar la apariencia física de forma impactante, y esto demanda algún tipo de intervención quirúrgica. En cambio los varones requieren de una alta dosis de audacia y certeza en sus desplantes. En algunos casos inclusive, la sensibilidad sirve para atraer la cámara.
La figura en cuestión debe estar dispuesta a ser interpelada y responder sin recato, acerca de todo tipo de asuntos íntimos propios y, mejor aún, si son ajenos.
Los asuntos en cuestión suelen ser peleas públicas con "ex", ya sean maridos/ esposas, parejas, amigos/ as o colegas, discrepancias contractuales, confidenciales y/ o habladurías de índole diversa.
CAPÍTULO II
ANTECEDENTES DEL OBJETO DE ESTUDIO
El formato del periodismo de espectáculos televisivo ha sufrido, desde su creación hasta nuestros días, un cambio radical. La imagen de sus conductores y la producción sobre la que se asientan sus propuestas ha variado, en general, de manera escandalosa hacia horizontes que poco tienen que ver con el enriquecimiento del género.
El chisme
El chisme es tan antiguo como el hombre mismo, porque para qué negarlo, difundir o escuchar rumores forma parte de su naturaleza, tanto como enamorarse, enojarse o tener miedo. El más antiguo del cual haya registros data de dos mil años atrás. Existen tambien los chismes míticos que refieren a los amores clandestinos de nuestro primer padre, Adán, con Lilith, la segunda mujer, que había sido creada por Satán.
Pero a los efectos de este informe nos interesan los chismes del siglo XXI. Esos que se difunden en las revistas llamadas "del corazón" o por radio o por TV es los programas llamados "de espectáculos" que a veces provocan hasta procesos judiciales por calumnias e injurias, y que otras veces se resuelven poniendo el ojo en compota del difusor. Jorge Rial, Carlos Mont. ó Lucho Avilés, el inventor de este tipo de periodismo en Argentina, lo saben por experiencia propia.
Pero, ¿qué es un chisme? El diccionario lo define como "noticia verdadera o falsa con la que se pretende indisponer a unas personas contra otras o se murmura de algunas" Esta definición discrepa de la concepción del término que tiene Jorge Blanc, reconocidísimo periodista de espectáculos y ex director de la revista Radiolandia, hoy hombre de televisión y radio que dice que "si es verdadero no es chisme, es noticia. El chisme es algo no comprobado y tal vez, no comprobable, una murmuración que casi siempre es maliciosa, no siempre".
Coinciden con él los mencionados Avilés y Rial: "Nosotros damos noticias que generalmente se refieren a avatares amorosos, tanto sea de amores triunfantes como claudicantes o derrotados, pero no siempre es así. A nuestro público también le interesa saber que una figura determinada escribió una carta a la cigüeña a Paris o que se compró una casa en Punta del Este"
En definitiva, un chisme jamás es un elogio para las víctimas, en este caso los "famosos", calificativo que incluye actrices, actores, millonarios, políticos, artistas, periodistas. Un presidente de la Nación, un actor o una actriz de moda despiertan el interés de todo el mundo, y el chisme revela que son tan vulnerables y falibles como cualquier hijo de vecino, por lo cual tiene un efecto socialmente compensador al fin de cuenta todos somos iguales, es la deducción final.
Ahora bien, los "victimarios" conocidos como periodistas de espectáculos son quienes difunden estos chismes, pero ¿hay en ellos mala intención o sólo hacen su trabajo a veces muy bien pago? Ambas circunstancias son posibles, pero digamos E su favor que cuentan con la astucia de llegar sólo a ciertos límites, protegidos por una figura jurídica que se llama animus iocandi, es decir, ganas de bromear, y evitan el animus injurandi, penado por la ley. Añaden además la complicidad de quienes lees cuentan a ellos los chismes y de queines los consumen y los aceptan como verdades reveladas.
Sin embargo, se cumple una función, como ya dijimos, socialmente igualadora, que demuestra que los nobles y los millonarios viven, sufren, disfrutan de los mismos pesares y alegrías que la gente común o no famosa.. Los chimenteros cuentan con muy buenas fuentes de información, siendo algunas de ellas muy interesadas, como s el caso de dueños de boliches o restaurantes que quieren que se sepa que entre sus clientes figuran famosos, de modo que se ponen en contacto con las redacciones para pasar esta información tan valiosa.
Otras veces son actores o actrices poco conocidos quienes, a cambio de una nota cuentan lo que les ocurre a sus colegas célebres. Hay, por fin, paparazzi (término que deriva de un célebre fotógrafo romano de apellido Paparazzo que se especializaba en sorprender en falta a los famosos) que todas las noches patrullan boliches cámara en mano, en todas las ciudades.
El chisme es el arma y los famosos son el blanco preferido por el último boom de la TV. Se trata de poner en duda las cualidades morales de alguien conocido y reemplazar el caso por rumores frescos cuando las reglas de la primicia lo determinan.
Un poco de historia…
En los inicios del periodismo de espectáculos de la TV nadie podía presuponer la fisonomía qué estos adoptarían es estos tiempos. Ciclos como "Cita con les estrellas" (1957) conducido por Blackie o "Pantalla Gigante" (del mismo año) al mando de Jaime Jacobson tuvieron como premisa postular la crítica, los reportajes suculentos y las notas periodísticas que dieran cuenta de las novedades del actor. Pero llegó "Sábados Circulares" y la TV sufrió un cambio extraordinario y esencial. Lo que solo parecía un pasatiempo de verano terminó convirtiéndose en un símbolo emblemático del medio con trece años de duración. Por primera vez los argentinos supimos de cámaras sorpresas, de sensiblería, programas por vía satélite y emisión de casamientos entre estrellas ya que Mancera transmitió la boda de Palito Ortega con Evangelina Salazar y, con todo esto se inauguró un festín de recursos televisivos del cual hoy comen y viven los actuales chimenteros.
En 1971 brotó la primera semilla de este sembradío. Fue con Radiolandia en TV, un programa de noticias de espectáculo que se emitía por Canal 11 y conducido nada más y nada menos que por el autodeterminado pionero Lucho Avilés. Con este ciclo, por primera vez el chisme y las noticias del corazón fueron carne de la pantalla nacional ya que antes de Radiolandia el periodismo de espectáculos con estos tintes estaba restringido sólo a los medios gráficos. Avilés estaba acompañado por otra precursora del género (a quien entrevistamos personalmente) la señora Susana Fontana, el muñeco Mateyco, Pedro Marban, Leo Vanés y Jorge Jacobson.
Y así, por la tardes la TV chismosa llega a su apogeo, con programas como Indiscreciones, Rumores, Telepasillo, Zap (con el tan efusivo Marcelo Polino), Contalo Contalo y por supuesto llegamos llegamos con el paso de os años a Intrusos que lleva ya seis años en pantalla. Su premisa es "estar allí" cuando las actrices de segunda línea se revelan golpeadas o las vedettes afilan sus garras para atacar a una colega, "la guerra de…" es el recurso por excelencia.
Han descubierto estos célebres profesionales que la información del espectáculo acrecienta el rating y todos la incluyen, hasta Mariano Grondona en "Hora Clave" tuvo su sección de espectáculos o Telenoche que tiene a Catalina Dlugi con su segmento de espectáculos que deja entrever algunas noticias de la vida íntima de los famosos. El argumento de mucho defensores es invocar la "voz del público" para legitimarse.
Pero veamos, en este "pacto comunicacional" entre teleplatea y programa de chimentos, el público entrega rating (producto de la curiosidad, la sorpresa y el morbo) a cambio del puro sensacionalismo bien calibrado para generar la ansiada adicción televisiva.
Los victimarios
Los periodistas, conocido como "chimenteros" montados sobre la premisa: "no dejes que la verdad te empañe una nota" (frase atribuida a Chiche Gelblung), escarban, inventan, pagan, revuelven, y agigantan las intimidades y detalles laborales de las estrellas del espectáculo y de otros personajes creados por ellos mismo para matizar. La técnica que utilizan, precisa y bien aplicada, se basa en el manoseo de la emotividad irracional de un público que, aún así, no está exento de responsabilidades: sin juicio crítico, sin exigencias de contenido y entregado a este juego manipulatorio sin ningun retaceo. Domina la consigna de fomentar la mencionada manipulación, disfrazada de tarea periodística seria y responsable.
Jorge Rial, uno de los popes actuales de género y protagonistas de este trabajo de investigación, labra su perfil como el de un pícaro juguetón que no hace esfuerzos por disimular su dedo hurgador de bajezas sino que lo postula como "natural" ante el universo temático que aborda. Rial se construye a sí mismo como el simpático bravo y sanar periodista al que no se le escapa una y que tampoco la deja pasar.
Carlos Monti. y Susana Roccasalvo, en cambio, se paraban en la era de Rumores como comunicadores comprometidos y responsables que analizan de modo incisivo un aspecto de la "actualidad". Partiendo de esta falacia (considerar al chusmerío como realidad informativa) se construyen como profesionales de ética intachable
Chiche Gelblung y Lucho Avilés son, sin lugar a dudas, maestros en el oficio. Chiche es un hábil promotor de falsos presupuestos bien enmascarados: deja picando un tema que luego no será ni la sombra de lo anunciado, entre otras tantas tretas por el estilo.
Se dice que alguna vez uno una división entre programas "serios" y "de chismes". Hoy la ideología según la cual la vida privada de los famosos debe ser pública se ha instalado en lugares antes impensados. Los cierto es que los chimenteros viven la expansión de género como una reivindicación, "somos tan periodistas como los que antes nos criticaban" afirma Carlos Monti.
Los protagonistas
El aviso de convocatoria podría ser, más o menos, así: "Se busca vedette, actriz o modelo (puede ser pariente cercano o político, amigo o enemigo, también deportista y allegados, cualquier género), con aptitud verborrágica y anhelo de figuración. Inútil presentarse sin experiencia". El problema es que, por lo general, los interesados cumplen mejor la segunda que la primera parte de la solicitud.
Así es como se abocan a construir celebridades dudosas, que saltan de un canal a otro con su equipaje de pueril alboroto que, en el mejor de los casos, replica en las revistas del género, diseñando currículums tan ominosos como festivos y olvidables Un requisito primordial, es pegarla con el physique du role. En el caso de las mujeres es sencillo aunque costoso. Por lo pronto se requiere una apariencia física impactante y eso, eventualmente, demanda algún tipo de manipulación quirúrgica lo que puede significar, según el caso, una inversión económica considerable. Se sabe, por imposición cultural, los varones no están obligados a franquear este requisito y, en cambio, se requiere de ellos una alta dosis de audacia y certeza en sus desplantes. Llegado el punto, también la sensibilidad necesaria para moquear en cámara. Por otro lado, la "figura" en cuestión debe estar dispuesta a ser interpelada (y responder) sin recato alguno, acerca de todo tipo de asuntos íntimos propios y, mejor aún, ajenos. En este sentido, el menú suele ventilar (y acicatear) peleas públicas con "ex" (maridos/esposas, parejas, amigos/as, colegas), discrepancias contractuales y confidencias.
Puesto a rodar, el rumor desarrolla su lógica de reciprocidad (¿quién no estuvo tentado de espiar por el ojo de la cerradura o de husmear un intercambio de fragores del otro lado de la pared?) y se autolegitima. "Si salió en la tele, será verdad", sostiene la sabiduría popular. Mientras tanto, los arquitectos de celebridades televisivas anudan sus cifras de rating (módicas pero sostenidas) y formatean una pantalla similar a una papelera de reciclaje que nunca se termina de vaciar
LA CRÍTICA COMO GÉNERO PERIODÍSTICO
Los géneros periodísticos generalmente, aparecen vinculados a la prensa escrita. Existen diferentes formas literarias que se emplean para contar cosas de actualidad, que luego aparecen en algún medio de comunicación.
Los géneros son "formas paradigmáticas reconocidas en las que se clasifica el producto total de un determinado medio (cine, televisión, escritura)". Es decir, los géneros son una convención de acuerdo a la cual se reconoce un determinado tipo de discurso, y ese reconocimiento se hace a través de las características que tiene el producto. El periodista, a la hora de producir la información, se ajusta a determinados cánones para que su información sea decodificada de acuerdo a determinado género. Como se trata de codificaciones semánticas, los géneros cambian a lo largo del tiempo, por eso resulta muy difícil establecer categorías exhaustivas para enmarcar y diferenciar a los distintos géneros periodísticos.
De acuerdo a la clásica división sajona, existen dos tipos de géneros: noticias, y comentarios, lo que nosotros llamamos géneros informativos y géneros de opinión. Pero surge un tercero al que no se lo puede enmarcar en ninguno de los dos anteriores. Entonces de acuerdo al objetivo que persiguen, los géneros periodísticos pueden agrupar en géneros informativos, géneros interpretativos y géneros de opinión.
De acuerdo al tema seleccionado para este trabajo hemos considerado que el género bajo el que se encuadran los programas de espectáculos es el de opinión, específicamente la crítica.
En este género el periodista "plantea, polemiza, aprueba o disiente, en función de ideas generales sociales, políticas y culturales". Está compuesto, a su vez, por el editorial, la columna de opinión, la crítica y el comentario.
La crítica manifiesta el punto de vista de un especialista sobre una obra literaria, cinematográfica, musical, teatral, etc. Si bien existen distintas escuelas sobre la crítica, básicamente se trata de evaluar la obra siguiendo determinados parámetros convencionales que deben ser explicitados para el receptor.
En el diccionario de la Real Academia Española define la crítica como "el arte de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas", y en la Enciclopedia Británica como "la técnica de juzgar las cualidades y valores de un objeto artístico, tanto en materia de literatura como de bellas artes". Ambas se encuentran en la misma línea donde se encuadra el periodismo.
Su característica principal es el criterio subjetivo que refleja su texto. La crítica es valorativa, y por lo tanto pertenece al género de opinión.
Existe discrepancia en cuanto a si en la crítica debe incluirse un juicio de valor, o, simplemente, deben reflejarse de forma objetiva los datos más significativos del acontecimiento. El crítico tiene el deber de arriesgarse y dar a conocer su particular valoración, por lo que su formación cultural es requisito imprescindible. El crítico tiene como misión valorar la obra, pero no exclusivamente basado en el gusto personal, porque la buena crítica no puede estar sustentada únicamente en las preferencias individuales. Lo que identifica a este género es que se trata de un texto donde el crítico argumenta los aspectos positivos o negativos de forma consistente, y con criterios de más altura que los estrictamente personales. Criticar no es censurar, pero sí valorar algo a la luz de la razón.
Si la parte fundamental de la crítica es la valoración de un acontecimiento, obra, etc., es imprescindible la honestidad de quien la realice. El profesional del periodismo que quiera trabajar en este género tiene que cumplir las siguientes condiciones: una gran afición y sensibilidad por el arte que elija para hacer la crítica, un profundo conocimiento del mismo, y sólidos criterios propios, y un elevado concepto de la honestidad. El crítico debe estar alejado de presiones personales o empresariales para ejercer su función con absoluta independencia. Debe ser un profesional con un incuestionable sentido de la ética periodística. Su valoración honesta es su sello de identidad.
Además, las opiniones deberán estar basadas en el análisis riguroso de la situación sin que se perciban puntos de vista extremos. Para emitir un veredicto fiable es necesario evitar los prejuicios, por lo que el crítico no puede valorar con criterios de compromiso en un determinado estilo o tendencia.
Es considerado como un género argumentativo que educa y entretiene, es por eso que utiliza un lenguaje persuasivo. Pretende encauzar culturalmente al lector como objetivo principal, aunque también debe servirle como fuente de conocimiento de la obra juzgada.
La argumentación es el núcleo principal de este género periodístico, que debe dar soporte de forma razonada a los juicios de valor que se defienden, y es la base de una buena crítica. Se establecen cinco partes fundamentales de toda argumentación: Los hechos, que son el eje de la argumentación y se consideran inmutables aunque puedan ser discutidos; las verdades, como sistema de asociación de diferentes hechos mediante uniones que pueden ser seguras, posibles o probables; las presunciones, resultantes de la lógica formal para llegar a una conclusión cuando los hechos y las verdades se analizan; los valores, que pueden ser considerados como universales, o, al menos, aceptados por la mayoría; y la recogida y selección de datos, que es la fase final de la interpretación.
Además, es un género de autor, por lo que la personalidad del crítico es un factor determinante de cara a su credibilidad por parte del público. La identidad del autor es una parte fundamental. Por ello, en el caso de la prensa escrita por ejemplo, para que se identifique de forma directa al autor con su crítica es recomendable que esté redactada en primera persona.
La crítica de arte tiene una triple función: informar, orientar y educar, aunque además se le puede añadir la función del entretenimiento.
La crítica no debe contener elementos de destrucción, sino, por el contrario, afán de comprensión hacia el objeto analizado. Y, por encima de todo, el crítico debe respetar el principio ético de la insobornabilidad, sin presiones ni servidumbres de ningún tipo.
La crítica exige un profundo rigor intelectual, que es el único camino que conduce a la objetividad. Por encima de cualquier gusto personal, se impone una actitud ética ante la valoración de una obra de arte. Y debe ser sincera. El crítico expresa su parecer de forma honesta, con absoluta independencia.
El análisis responsable es necesario ante un texto que va dirigido al público en general para orientarle, por lo que debe contener pautas adecuadas para que el público forme su opinión personal. Aunque, además, es un género con función informativa; por lo tanto, debe ser un texto que explique fielmente el contenido de la obra enjuiciada.
El crítico debe fundamentar lo que afirma sin dogmatismo, y su opinión debe ser considerada como una aportación personal a la propia obra.
En la crítica se pueden distinguir tres componentes: En el primero, el crítico hace mención de los antecedentes de la obra objeto de su valoración con datos sobre el autor y su producción anterior; en el segundo se resume el argumento, si lo tiene, de forma breve, con el fin de ilustrar al lector; y por último, como consecuencia de lo anteriormente expuesto, se refleja el veredicto del crítico, de forma que el lector quede convencido de que la valoración está suficientemente argumentada y que está realizada por un experto. En cuanto a su clasificación, la mejor forma es teniendo en cuenta el asunto del que tratan. Así, podríamos hablar de críticas literarias, cinematográficas, teatrales, musicales? Sin embargo, es un texto que puede ser muy creativo, por lo que es posible distinguirlas teniendo en cuenta otros criterios.
Por ejemplo existe una propuesta de cuatro tipos de críticas de arte basándose en el objetivo principal que persigue su autor, lo que da lugar a una clasificación que puede ser eficaz para explicar las posibilidades de este género periodístico:
El modelo estético, que es el texto donde el crítico tiene una gran libertad para analizar la obra desde el punto de vista de la belleza de la misma, sin preocuparse por el estudio analítico de su estructura o las relaciones históricas; el modelo formalista, cuya principal preocupación es la actitud científica frente a la estética y donde el crítico no tiene valor creador y se limita a explorar la obra en su estructura formal; el modelo culturalista, que estudia la obra en relación con los condicionamientos históricos y el medio en el que la desarrolló su autor; y el modelo sociológico, que es el texto donde el crítico hace un análisis muy comprometido del momento político y social en el que se desenvuelve la obra en cuestión.
Pero en la práctica no se presentan en toda su pureza. Evidentemente, toda crítica sobre una obra de arte se preocupa de la estética, pero, si pretende ser rigurosa no puede dejar de analizar su estructura formal, sus condicionantes históricos y su relación con la sociedad que representa, por lo que es posible que todas tengan algo de cada uno de los modelos propuestos.
Por último, hay críticas que buscan casi exclusivamente la belleza estética del texto. Con estos criterios diferenciamos la crítica analítica, la laudatoria, la descriptiva, la expositiva y la estética.
- La crítica analítica. Es la crítica de arte propiamente dicha. En ella se analizan con rigor cada una de las partes de la obra que se enjuicia, con valoraciones concretas sobre su realización, dirección o interpretación. Normalmente utiliza un estilo informativo alejado de los recursos literarios, aunque al ser un género de autor depende de quien la firma.
- La crítica laudatoria. En ocasiones encontramos en los periódicos alguna crítica de arte en la que su autor prodiga excesivamente elogios hacia todas y cada una de las partes de la obra enjuiciada. Son textos en los que el crítico se recrea en la belleza extraordinaria del objeto artístico analizado, y no siempre aporta datos concretos. Es una apología del autor y de su obra, por lo que la denominamos crítica laudatoria.
- La crítica descriptiva. Es aquella donde no se analiza el contenido de la obra, y el crítico se centra en exponer los detalles que la componen. En la argumentación, lo importante es la descripción de las partes, y la valoración, si la tiene, se convierte en algo secundario. Es un relato sobre todo lo visto -en el caso de una crítica sobre pintura-, o lo ocurrido durante el concierto o representación teatral. El lector recibe una información bastante completa de la obra artística.
- La crítica expositiva. Es la crítica que ni siquiera describe la obra artística. Habla de su autor, o de su repercusión social, pero no entra en detalles de las partes que la componen o el trabajo de dirección, realización o interpretación. Se asemeja a un artículo firmado, ya que muchas veces se ocupa de analizar las últimas novedades producidas en la modalidad artística de la que habla. Incluso se aproxima al contenido de una reseña, ya que no entra en un análisis profundo.
- La crítica estética. Es aquella que se asemeja a un artículo firmado, en la que, con belleza expresiva, se hace un recorrido por la historia de la obra o de su autor, pero no describe, ni analiza, ni expone ninguna parte de la obra. El fin que persigue es el placer de su lectura, más que un juicio de la obra de arte. Se trata de un texto culto donde la estética del escrito es particularmente importante.
CAPÍTULO III
Análisis del proceso de cambio
Los años ´90… el auge de la tv basura y la aparición de los "mediáticos"
En un marco político y social crítico aparecieron en la pantalla de la TV argentina personajes denominados mediáticos que fueron (y son) el eje de los programas de chimentos. Estos personajes aparecen repentinamente en la televisión y se instalan durante un período de tiempo que ronda en los 2 meses como máximo con un tema determinado, presumiendo que tienen "la novedad", un caso interesante, amarillo en lo posible y que, obviamente, involucra a uno o más famosos.
Podría definirse a un mediático como aquella persona que quiere estar en los medios sin importarle lo que tengan que hacer para conseguir pantalla. Tienen la necesidad de expresar algo, no importa si tiene contenido periodístico o no. El mediático necesita "estar" a cualquier precio.
Es la persona que desde la improvisación o desde el lugar desde el cual quiere promocionarse llega a decir las cosas más insólitas.
A cambio reciben un pago de parte de la producción y "figuran" en los programas hasta que el rating comienza a bajar.
Existen diferentes clasificaciones de estos personajes llamados mediáticos de acuerdo al programa y a su función en él. El caso más común es el de los conocidos como "opinólogos" que son temporarios y que pueden debatir sobre un tema específico y hablan acerca de política, economía y temas de relevancia, sin conocer acerca de los mismos.
Otro tipo es el mediático propiamente dicho. El escandaloso, el que necesita estar todo el tiempo, no necesita que ocurra algo en particular sino que aparecerá de cualquier manera.
Hay mediáticos inteligentes, como por ejemplo Moria Casan, que utiliza su reconocimiento para beneficiarse saliendo en tapas de revistas, diarios, etc., ya que sobre lo que opine generará polémica. Por último se conocen los mediáticos conventilleros y/o problemáticos, que se aseguran lugares en los programas por medio de amistades con productores y directores.
La realidad es que todos ellos surgieron en un contexto de escándalo o "denigración" televisiva.
Los programas de espectáculos y chimentos, que incluían e incluyen a los mediáticos como principal herramienta, surgieron en parte, gracias a la marcada división social y económica que se dió como consecuencia de la crisis vivida durante los años ´90 y que continúa hasta hoy.. Uno de las clases sociales más desarrolladas del país es la media y la baja, quienes consumen dichos programas ya que pueden llegar a identificarse con algunas situaciones y/o personajes, mientras que la clase alta probablemente lo vea para observar los denigrantes conflictos entre los mediáticos.
En sus primeros tiempos, la función de la televisión era en su mayoría informativa, educativa y en cierta parte de entretenimiento. En los comienzos de la década de los 90, la televisión comenzó a cambiar. El factor que provocó este cambio se dió a raíz de que la audiencia empezó a seleccionar el medio y los contenidos según sus necesidades. Algunos prefieren informarse y otros miran programas de espectáculos, chimentos, etc.
Asimismo, por periodismo se entiende la función social de de recopilar, procesar y difundir por cualquier medio de comunicación una noticia de interés público, con la finalidad de informar y FORMAR, así como también la de persuadir y entretener. El mensaje periodístico, además de ser un hecho comunicable, cumple la función formativa debido a los juicios de valor que se emiten con él. Por lo general el público busca despejarse de la rutina y encontrar en la televisión una forma de entretenerse. Por esto, los programas de géneros distintos a los informativos ?como los de chimentos y espectáculos- son los elegidos a la hora de distenderse.
No obstante, el desarrollo producido en la sociedad ha provocado que la televisión ocupe la mayor parte del tiempo dedicado al ocio. Prevalece su función de entretener más que la de educar. Esto trae aparejado un daño en la televisión formativa y erosiona la informativa. El rol de la televisión parece ser solamente el de atraer al público y que este permanezca frente a ella el mayor tiempo posible.
La televisión es el medio elegido por excelencia. Ocupa un lugar privilegiado en los hogares. A tal punto que momentos cotidianos de la vida giran en torno a ella.
Tiene un atractivo particular: su fuerza expresiva, porque se basa en la imagen y esto es muy eficaz a la hora de interiorizar los mensajes ya que se meten directamente en el subconsciente. A diferencia de los demás medios de comunicación, por ejemplo, en el caso de los diarios, solo se limitan a mostrar fotografías, y la radio a contarlas. La televisión presenta imágenes con color, música, y la realidad con movimiento, está "viva".
De este modo, el rol de la televisión parece ser únicamente el de la custodia y la permanencia de la audiencia ?en esto se asemeja a la nueva escuela?. En ambos casos se trata de asegurar la custodia y la permanencia de quienes como alumnos entran en la escuela o de quienes como espectadores se acomodan delante de la TV.
Mucho de lo que diariamente aprendemos proviene de la televisión. Si tomamos noción de las cosas que vemos en solamente una hora de televisión nos daremos cuenta que estamos expuestos a demasiada información.
Desafortunadamente, los espectadores más recurrentes a ella son los niños. Ellos son los que tienden a imitar lo que ven en ella y adoptar esos modelos como propios y es en el horario en que les está permitido ver televisión (antes de las 22 horas) no hay una adecuada protección y control. Podemos ver, por ejemplo, escenas de violencia y sexo a las 15 horas.
Por otro lado, la gente puede mirar programas que les muestren lo que sucede en otra parte del mundo o educarse en cierto tema. Por el otro, gran parte de los espectadores ha dejado de hacer sus actividades por mirar televisión, un gran ejemplo es la lectura de diarios que ha caducado y son los programas de espectáculos, novelas y de sexo los que aumentan dando nacimiento a la TV BASURA llamada así por su bajo contenido en cuestiones culturales y educativas. Ha cambiando en gran escala su misión educativa e informativa, inclinándose hacia el entretenimiento soez, vulgar, ficticio, amoral y promiscuo.
El circo que muestra en su pantalla se refuerza con la afirmación de que forma parte de la realidad que vivimos diariamente. Si la televisión de hoy representa el drama de la vida cotidiana estamos en condiciones de afirmar que nos encontramos en una decadencia cultural.
Lo grave de esta situación reside, en realidad, en que no solo los intereses corporativos, políticos y comerciales sostienen a la televisión en su posición privilegiada de ineficaz educador de masas sino que también la sostiene el pueblo, sin diferencias de clases.
Hay otro factor bastante peligroso hoy en la televisión; la idea que nos supone que cada uno puede emitir y expresar una determinada opinión sobre cualquier asunto que conforme el menú de la actualidad diaria. Transmitir una visión propia, sin necesidad de seriedad y conocimientos.
En la mayoría de los casos hay un constante intercambio de opiniones y discusiones entre personas que tienen la formación cultural para hacerlo (por ejemplo los periodistas) y aquellas que opinan solamente para poder de esta manera estar en los medios y cumplir con los objetivos que se proponen.
Si bien es difícil definir cuál es el impacto real que tuvieron los mediáticos en nuestra televisión, podemos analizarlo en relación con su repercusión en la audiencia.
La época y el contexto en el que surgen se dan en los años ?90. Esto influye en su impacto porque debemos recordar que fue la década menemista. Se buscaba ocupar la mente de los televidentes con contenidos chabacanos y poco culturales que los llevaba a distraerse y no pensar para evadir lo que realmente estaba sucediendo. A pesar de esto, eran atractivos por la forma en la que estaban hechos. La audiencia los utilizaba como forma de distracción y relax luego de la rutina diaria.
Los personajes que aparecen en estos programas tienen tal atractivo que los espectadores están pendientes de sus acciones y de su variedad de problemas. Un día se los puede ver peleando a muerte y al día siguiente ser amigos inseparables.
La gente los seguía porque les resultaban divertidas las cosas que hacían y sobre todo increíbles. Era común escuchar en charlas de oficina o simplemente de barrio los comentarios acerca de la emisión del día anterior de este tipo de programas.
Dentro del impacto de los medios, se los puede observar en distintas revistas (hasta las más importantes), escucharlos en entrevistas en programas de radio, verlos en televisión (llegando a tener su propio programa) y en Internet.
No eran aceptados en todos los medios. Algunos realizaban constantes críticas hacia estos personajes y su papel en los medios, argumentando que no era un aporte cultural y vacío de contenido.
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