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Evaluación de la ganancia de peso en niños que fueron alimentados con lactancia materna exclusiva

Enviado por Melania Fidèlibus


Partes: 1, 2, 3

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Marco teórico
  4. Material y métodos
  5. Resultados
  6. Discusión
  7. Conclusiones
  8. Recomendaciones
  9. Bibliografía
  10. Anexos

Resumen

Durante el periodo neonatal, la leche materna es considerada el alimento ideal, tanto desde el punto de vista nutricional como inmunológico, además de representar un vínculo emocional entre la madre y el niño.

El Ministerio de Salud de la Nación recomienda leche materna como alimentación exclusiva del niño hasta los seis meses de vida, y que se extienda hasta los dos años o más de edad del niño, con una adecuada alimentación complementaria.

La alimentación en forma exclusiva con lactancia materna durante los primeros seis meses de vida respalda el crecimiento infantil adecuado, con una buena ganancia de peso La influencia de la LME durante el primer año de vida es importante para evaluar el crecimiento infantil. Estudios realizados en diferentes países muestran diferencias en el crecimiento, según el tipo de lactancia recibida.

Los niños que fueron exclusivamente amamantados durante los primeros seis meses de vida presentan menor riesgo de sobrepeso y obesidad que los niños que fueron alimentados con fórmulas infantiles. En estos últimos el aumento de peso comienza a ser más notorio a partir de los 3 – 4 meses, y es mucho más rápido e inadecuado.

Con el objetivo de evaluar la ganancia de peso en niños de seis meses de edad que fueron alimentados con lactancia materna exclusiva, en comparación con niños que consumieron otros tipos de leche, atendidos en Centros de Salud del Distrito Sur de la Municipalidad de Rosario se realizó una investigación transversal y descriptiva.

La recolección de datos se llevó a cabo durante el periodo mayo – junio de 2011.

Se revisaron historias clínicas de niños de seis meses de edad atendidos en los centros mencionados y se registraron los pesos que los niños presentaron al nacer, al mes, a los dos, a los cuatro y seis meses y se los relacionó con el tipo de lactancia recibida.

Se obtuvieron los siguientes resultados: de la muestra obtenida de 33 historias clínicas, el 67% correspondió a niños alimentados con lactancia materna parcial y el 33 % restante, a niños exclusivamente amamantados.

Entre los niños alimentados con lactancia materna exclusiva, la ganancia de peso fue adecuada en el 64%, y excesiva, en el 36% restante, durante los primeros 4 meses de vida, en tanto que, de los 4 a los 6 meses, fue adecuada en el 55%; insuficiente en el 36%, y excesiva en el 9% restante, en relación a las Reglas de Nelson.

Con respecto a los niños alimentados con lactancia materna parcial, durante los primeros 4 meses de vida, el 64% presentó una ganancia de peso excesiva, el 32%, presentó una ganancia de peso adecuada, y el 4% restante, una ganancia de peso insuficiente. En cambio, de 4 a 6 meses, fue insuficiente en el 50%, excesiva en el 27%, y adecuada en el 23% restante.

Introducción

Durante el periodo neonatal, la leche materna es la mejor fuente de nutrientes para el bebé y la más económica para la familia. Es considerada el alimento ideal, tanto desde el punto de vista nutricional como inmunológico, además de representar un vínculo emocional entre la madre y el hijo (1).

El Ministerio de Salud de la Nación recomienda leche materna como alimentación exclusiva del niño hasta los seis meses de vida, y que se extienda hasta los dos años o más de edad del niño, con una adecuada alimentación complementaria (2).

La lactancia materna exclusiva (LME) durante los primeros seis meses de vida es importante en el crecimiento infantil y en la protección contra enfermedades, como diarrea; meningitis bacteriana, otitis media aguda e infecciones y alergias respiratorias y digestivas, debido a las inmunoglobulinas que le transmite al niño. También se asocia con menores tasas de hospitalización y de mortalidad infantil durante el primer año de vida (3).

La leche materna brinda nutrientes esenciales en el desarrollo y la mielinización del sistema nervioso central y la retina y permite desarrollar una inteligencia superior (4).

La influencia de la LME durante el primer año de vida es importante para evaluar el crecimiento infantil. Estudios realizados en diferentes países muestran diferencias en el crecimiento.

Recientes revisiones sistemáticas de estudios observacionales sugieren que la LME se asocia con menor prevalencia de sobrepeso y obesidad, siendo esta asociación más significativa en niños con una lactancia más prolongada.

La ganancia de peso en niños alimentados con LME es menor pero más adecuada que en niños alimentados en forma exclusiva o parcial con fórmulas ((3).

Los niños amamantados presentan un patrón de crecimiento rápido durante los 2 a 3 primeros meses de vida. A partir de esta edad, sufren un proceso de desaceleración situándose los valores de crecimiento por debajo de los estándares, pero correspondiendo la evolución a un patrón normal.

El crecimiento más lento a partir de los 3 meses de edad es más evidente en el peso que en la talla, es por esto que los niños amamantados son más "flacos" que los alimentados con biberón. Depositan menos grasa en sus tejidos y presentan mayor ganancia de masa magra por gramo de proteína ingerida. Estos niños crecen menos pero más sanos, siendo su menor ingesta energética lo que explicaría las diferencias con los niños alimentados con fórmulas (1).

La LME durante los primeros seis meses de vida respalda el crecimiento infantil adecuado y disminuye el riesgo de sobrepeso y obesidad en la niñez tardía y en la adolescencia (5).

La duración y extensión de la lactancia materna está inversamente asociada al riesgo de obesidad en la niñez tardía, posiblemente mediado por factores fisiológicos de la leche humana y por patrones alimentarios y parentales de la crianza, por lo tanto, los niños que fueron exclusivamente amamantados durante los primeros seis meses de vida presentan menor riesgo de sobrepeso y obesidad que los niños que fueron alimentados con fórmulas infantiles, en estos últimos el aumento de peso, comienza a ser más notorio a partir de los 3 – 4 meses, y es mucho más rápido e inadecuado (6).

Dada la importancia de la lactancia materna para la salud de la población y que su promoción es una actividad ineludible del sector salud, es imprescindible conocer su situación a nivel nacional, regional y en los diferentes subgrupos socioeconómicos. El conocimiento de sus características y prevalencias servirá para implementar estrategias orientadas a promover su práctica y mejorar las características de la misma, hacia una lactancia materna óptima, en cuanto a duración como así también a calidad.

Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada durante el año 2007, el 95,4% de los niños recibió lactancia materna al nacimiento, observándose frecuencias similares entre las diferentes regiones, mientras que sólo el 4,6% nunca fue amamantado.

Los motivos principales del no inicio de la lactancia, referidos por las madres fueron "me quedé sin leche" (38%), "me enfermé" (18%), "problemas en el pezón" (14%), "el bebé no se prendió" (9%), "el bebé se enfermó" (6%), y "me lo indicó el médico" (4%).

El inicio de la lactancia materna se vió influenciado por el peso al nacer, siendo los porcentajes de inicio más elevados a mayor peso al nacer. Entre los niños nacidos con menos de 2000 gr, el inicio de la lactancia fué del 86,5%, mientras que en los niños con 2500 gr o más, el inicio de la lactancia materna alcanzó el 95,8%.

Según las madres, la edad media de abandono de la lactancia materna fue de 7 meses. El 25% de las madres de los niños del país había abandonado la lactancia al cuarto mes, en tanto que el 50% fué amamantado durante al menos 7 meses, siendo estos valores, similares en las diferentes regiones del país, aunque en el Gran Buenos Aires y la región Pampeana las edades de abandono de la lactancia materna son más tempranas que en otras regiones, no existiendo diferencias significativas entre ellas.

2.1 Planteo del problema

¿Cuál es la ganancia de peso en niños de seis meses que fueron alimentados con lactancia materna exclusiva, en comparación a los que recibieron otros tipos de leche?

2.2 Objetivos

  • Evaluar la ganancia de peso en niños de seis meses que fueron alimentados con lactancia materna exclusiva.

  • Evaluar la ganancia de peso en niños de seis meses que consumieron lactancia materna parcial o artificial, ya sea fórmulas infantiles o leche de vaca.

  • Comparar la ganancia de peso en niños que fueron alimentados con lactancia materna exclusiva en relación a los niños que consumieron fórmulas infantiles o leche de vaca.

Marco teórico

3.1 Lactancia materna

Es un proceso vital, mediante el cual la madre provee un tejido vivo que opera en un amplio espectro de interacciones sobre la díada madre – hijo, en respuesta a las demandas nutricionales, inmunológicas y emocionales del niño (4).

Durante el periodo neonatal, la leche materna es la mejor fuente de nutrientes para el bebé y la más económica para la familia. Es considerada el alimento ideal, tanto desde el punto de vista nutricional como inmunológico, además de representar un vínculo emocional entre la madre y el hijo (1).

El Ministerio de Salud de la Nación recomienda leche materna como alimentación exclusiva del niño hasta los seis meses de vida, y que se extienda hasta los dos años o más de edad del niño, con una adecuada alimentación complementaria (2).

Clasificación de la lactancia materna según la Organización Mundial de la Salud (OMS)/

United Nations International Children's Emergency Fund (UNICEF)

Lactancia materna completa: constituye el tipo de alimentación recibida por el bebé a base de leche materna, pudiendo darse en forma exclusiva o predominante.

  • Lactancia materna exclusiva: el lactante recibe únicamente leche materna, sin agregado de ningún otro alimento ni líquido, ni siquiera agua.

  • Lactancia materna predominante: el niño es amamantado pero también recibe pequeñas cantidades de jugos, agua o bebidas a base de agua, como té.

Lactancia materna parcial: constituye el tipo de alimentación recibida por el bebé que es integrada por leche materna y por fórmulas infantiles o leche de vaca. Según el aporte de leche materna sobre otras leches este tipo de lactancia puede ser:

  • Alta: aporte de 80% o más de leche materna sobre otras leches.

  • Media: aporte de 21 – 79% de leche materna sobre otras leches.

  • Baja: aporte de 20% o menos de leche materna sobre otras leches (1).

Procesos de secreción láctea

Secreción láctea: proceso contínuo de síntesis y acumulación en los alvéolos mamarios, de los elementos constituyentes de la leche.

El estímulo de succión genera impulsos nerviosos que, al llegar a la hipófisis anterior, libera prolactina, la cual es llevada por vía sanguínea a la glándula mamaria y provoca sobre los alvéolos la secreción láctea.

La producción láctea es proporcional a la secreción de prolactina, que depende del estímulo de succión y de la tensión intraalveolar, que está relacionada con el vaciado de la glándula mamaria (1).

  • Lactogénesis: es el establecimiento de la secreción láctea. Presenta 2 estadíos:

Lactogénesis I es el inicio de la secreción láctea y se produce aproximadamente doce semanas antes del parto.

La glándula mamaria comienza a prepararse para segregar leche. Para esto, es indispensable la intervención de la prolactina, cuyos niveles comienzan a aumentar antes del parto pero los estrógenos bloquean la secreción láctea hasta después del nacimiento.

Lactogénesis II es la bajada de leche y se inicia luego de la expulsión de placenta.

La caída de los niveles de estrógenos y progesterona y el mantenimiento de los niveles de prolactina producen el desbloqueo del tejido mamario.

Al principio, la lactancia es regulada hormonalmente, luego es regulada por la succión y la extracción de leche.

  • Galactopoyesis: es el mantenimiento de la lactancia materna, una vez establecida, siendo la prolactina la hormona más importante en la biosíntesis de leche, aunque su rol preciso es desconocido.

La regulación de la secreción láctea depende, sobre todo, de la demanda del niño.

La extracción de leche de los pechos en forma regular facilita una continua producción láctea, mientras que una inadecuada extracción tiende a inhibir la síntesis (4) (8).

Eyección láctea: proceso por el cual, la leche es evacuada desde los alvéolos hacia los conductos para estar disponible para el lactante.

La hipófisis posterior secreta oxitocina, que induce el reflejo eyectolácteo por contracción de las células mioepiteliales que rodean a los alvéolos mamarios (1) .

Tipos de secreción láctea

Calostro: es un fluído amarillento, viscoso, producido inmediatamente después del parto y durante los primeros 4 días posparto.

Está adaptado a las necesidades de nutrientes, agua y líquidos del lactante durante sus primeros días de vida.

Es altamente nutritivo y rico en anticuerpos, inmunoglobulinas y células vivas que constituyen la primera inmunización del niño.

Se produce un volumen de aproximadamente 2 – 20 ml por mamada, que es suficiente para cubrir los requerimientos del recién nacido.

Aporta 67 kcal/100 ml. En comparación con la leche madura, contiene menores cantidades de grasas, lactosa y vitaminas hidrosolubles, y mayores cantidades de proteínas (principalmente lactoferrina e inmunoglobulina A secretora), vitaminas A, E y K, carotenos (responsables del color amarillento característico), y algunos minerales, como sodio (confiere un sabor ligeramente salado), cloruros y zinc.

Contiene elevadas concentraciones de lactoferrina e inmunoglobulina A secretora que, si bien se diluyen al aumentar la producción láctea, mantienen su producción diaria.

Estas proteínas junto con los oligosacáridos, que también se encuentran elevados en el calostro, y la gran cantidad de linfocitos y macrófagos, le confieren al recién nacido una eficiente protección contra los gérmenes del ambiente.

La ingestión temprana de calostro tiene grandes ventajas en el niño:

  • Favorece la precoz implantación de una flora intestinal bifidógena.

  • Facilita una pronta eliminación del meconio, es decir, de los restos que evacua el

intestino del recién nacido.

  • Su volumen y osmolaridad son adecuados a la inmadurez renal del neonato.

  • El amamantamiento temprano calma la ansiedad del recién nacido y provee un alimento de hidratación temprana, con lo cual se logran menores descensos de peso posparto (4) (8).

Leche de transición: es la leche producida entre el 4º y15º día posparto y se caracteriza

por un aumento en el volumen de lípidos y calorías así como una disminución en la concentración de inmunoglobulina A secretora (IgA secretora).

Entre el cuarto y sexto día posparto aumenta bruscamente la bajada de leche y sigue aumentando, hasta llegar a un volumen de aproximadamente 600 – 800 ml/día.

Se producen cambios de volumen y composición muy significativos entre mujeres, y en una misma mujer durante los primeros 8 días posparto, para luego estabilizarse (8) (11).

Leche madura: se produce luego de los 15 días posparto hasta el destete.

Contiene gran variedad de elementos, los cuales presentan variaciones funcionales entre mujeres, en una misma mujer, entre ambas mamas, entre tomas, durante la misma toma, y en las distintas etapas de la lactancia. Estas variaciones están relacionadas con las necesidades del niño.

Durante el destete, la leche involuciona, pasando por una etapa similar al calostro, al reducirse el vaciamiento (8).

Leche de pre término: presenta una composición diferente durante un tiempo prolongado.

Contiene mayor cantidad de proteínas (con abundancia de lactoferrina e IgA secretora) y menor cantidad de lactosa que la leche madura, siendo una combinación apropiada, ya que en niños prematuros los requerimientos proteicos son más elevados (8).

Volumen de producción láctea

El volumen de producción láctea es variable entre mujeres y se considera inferior a la capacidad secretora de la glándula mamaria, estando en gran parte regulada por la demanda del niño y las prácticas alimentarias.

La alimentación del niño debe establecerse a horario libre o autodemanda, tanto durante el día como durante la noche. Esto permitirá satisfacer el fluctuante apetito del bebé, cuya succión vigorosa es el mejor estímulo para la producción láctea.

El tiempo de máxima producción láctea y la declinación están influenciados por la edad en que se introducen los alimentos complementarios, siendo mayor la declinación cuanto menor sea la edad de inicio de la alimentación complementaria (4).

Existe una serie de factores fisiológicos, psicológicos y sociales, interrelacionados entre sí, que influyen sobre la secreción láctea, pudiendo en ocasiones inhibir la lactancia.

Factores fisiológicos

  • Capacidad materna de producción (para iniciar la lactancia se requieren elevados niveles plasmáticos de prolactina).

  • Habilidad del lactante para la succión (influyen la frecuencia, la duración y la fuerza de succión, siendo esta última la más importante).

  • Momento de la lactancia (existe una fluctuación a lo largo del día, con mayores picos durante la mañana).

  • Período de la lactancia (a partir del momento del parto, el volumen de secreción aumenta en forma considerable hasta el tercer o cuarto día posparto, luego sigue aumentando gradualmente, hasta llegar al volumen máximo, aproximadamente entre los tres y cinco meses, manteniéndose constante durante varios meses para luego comenzar a declinar) (1).

Factores psicológicos: las situaciones emocionales y el estrés inhiben el reflejo que actúa sobre el mecanismo de eyección láctea, llegando hasta interrumpir la lactancia materna.

Cuando las madres presentan estados emocionales inestables (angustia, ansiedad, ira, miedo, preocupación) disminuye la producción láctea. Por lo tanto, se recomienda a las madres amamantar a sus hijos en ambientes tranquilos y se les debe brindar el mayor apoyo posible (1). .

Factores sociales: la actitud de la sociedad y los diferentes aspectos sociales frente a la lactancia materna pueden actuar, tanto sobre los factores fisiológicos como psicológicos, estimulando o inhibiendo la lactancia. Por ejemplo, en madres que trabajan y recurren a sucedáneos mientras están fuera del hogar, disminuye la producción láctea (1).

Estado nutricional materno: la nutrición materna puede influir sobre la secreción láctea, tanto de manera directa como indirecta. A través de estudios se observó que la ingesta láctea aumentó en lactantes cuyas madres consumieron suplementos dietarios, mientras que disminuyó el volumen de producción láctea en madres pertenecientes a comunidades con prevalencia de desnutrición.

En mujeres malnutridas, el volumen de producción láctea disminuye notablemente. Sin embargo, se mantienen constantes las proporciones de proteínas y de lactosa, mientras que disminuyen los lípidos, induciendo a una menor densidad energética. También se reducen las cantidades de algunas vitaminas (1).

Composición nutricional de la leche materna

La leche materna, que contiene todos los elementos indispensables para el recién nacido, presenta una composición dinámica y actúa según mecanismos de regulación neuroendócrina, donde células, nutrientes y sustancias químicas desempeñan un papel importante (9).

Energía

La leche humana madura provee aproximadamente 700 kcal/litro, suministradas en 50 – 55% en forma de grasa, 35 – 40% como carbohidratos y 5 – 10 % por proteínas (10).

Agua

La leche humana contiene 88% de agua con una osmolaridad semejante al plasma que le permite al niño mantener un perfecto equilibrio hidroelectrolítico (8).

Proteínas

La leche humana madura aporta 0,9 – 1 gr de proteínas/100 ml, que son adecuadas para permitir un crecimiento infantil óptimo (10).

El nitrógeno de la leche materna se encuentra en un 75% como proteínas (caseína y proteínas del suero), y el 25% restante, como nitrógeno no proteico, que incluye urea, creatinina, creatina, ácido úrico, glucosamina, aminoácidos libres (el más importante es la taurina) y amoníaco. También se han identificado, en menores cantidades, otros componentes nitrogenados, tales como poliaminas, hormonas, carnitina, colina, factores de crecimiento, nucleótidos cíclicos y oligosacáridos que contienen nitrógeno (1) (10).

Las proteínas lácteas son caseína y proteínas del suero, presentes en una relación 40/60, asegurando así un adecuado aporte de aminoácidos esenciales, como fenilalanina, metionina, leucina, isoleucina, lisina, valina, triptófano, histidina y tirosina (10) (11).

Caseína

No sólo debe ser considerada desde el punto de vista nutricional, sino como una posible fuente de componentes biológicamente activos (11).

Predomina la beta caseína, que, por acción de los fermentos gástricos, forma coágulos blandos y pequeños, que facilitan la digestión y el vaciamiento gástrico.

Se le asignaron a la caseína roles relacionados con la absorción de calcio, la función plaquetaria, acciones hipertensivas y reguladoras del sueño (9) (11).

Proteínas del suero

  • Alfa lactoalbúmina: es de alto valor nutritivo, con adecuado aporte de cisteína y triptófano. Constituye una de las proteínas mayoritarias del lactosuero, e interviene en la síntesis de lactosa debido a que forma parte de la enzima lactosa – sintetasa (11).

  • Lactoferrina: es una proteína ligada al hierro y promueve su absorción.

Se encuentra en grandes cantidades en la leche humana en forma saturada y ejerce un efecto bacteriostático en el tracto gastrointestinal del lactante, en sinergismo con inmunoglobulina A secretora, al captar el hierro libre que las bacterias requieren para su crecimiento.

Contribuye a que el bebé alimentado en forma natural resista a la Escherichia Coli y la Cándida Albicans.

Aunque desciende al aumentar la producción láctea, su presencia se mantiene constante a lo largo de la lactancia.

  • Inmunoglobulina A secretora (IgA secretora): se sintetiza en la glándula mamaria y es la principal entre las inmunoglobulinas, especialmente en el calostro.

Es estable a pH bajo y resistente a la proteólisis, lo que permite su supervivencia en el tracto gastrointestinal del lactante. Allí se une a virus y bacterias, protegiendo las mucosas de las vías respiratorias y del intestino de la invasión de patógenos.

La leche humana contiene anticuerpos contra antígenos del medio ambiente, lo cual le otorga especificidad con una protección significativa (4) (11).

  • Albúmina sérica: sólo cumple el rol nutricional del aporte de aminoácidos.

  • Lisozima: es la enzima más abundante de la leche humana.

Su contenido aumenta durante la lactancia. Tiene un efecto bactericida a nivel del tracto gastrointestinal y actúa sinérgicamente con las inmunoglobulinas (11).

  • Lipasa: es estimulada por las sales biliares, aún con las bajas concentraciones presentes en el neonato. Complementa la acción de las lipasas lingual y pancreática.

Permanece activa en el tracto gastrointestinal y logra un alto grado de hidrólisis de las grasas en ácidos libres y glicerol. Éstos pueden tener un valor significativo en el alto grado de absorción de las grasas de la leche humana en el neonato (1) (11).

Entre los componentes del nitrógeno no proteico se destacan la taurina y los nucleótidos:

Taurina

Es un importante aminoácido libre presente en la leche materna. Es esencial en el recién nacido, ya que no lo puede sintetizar.

Se encuentra en altas concentraciones en el sistema nervioso central y en la retina e interviene en la conjugación de los ácidos biliares.

Su concentración es mayor en el calostro y, luego, desciende progresivamente (9).

Nucleótidos

Intervienen en la formación de los ácidos nucleicos y otras funciones de biosíntesis y tienen acción en la proliferación y diferenciación del epitelio intestinal.

Sus concentraciones disminuyen a medida que avanza el tiempo de lactancia y también varían a lo largo de la misma. Disminuyen considerablemente al terminar el calostro y sólo se conservan estables promedio 3 meses.

Producen beneficios como:

  • Aumento de la inmunidad mediada por linfocitos T y macrófagos.

  • Aumento de la biodisponibilidad del hierro.

  • Mayor colonización del intestino por bifidobacterias.

  • Incremento de las HDL colesterol (lipoproteínas de alta densidad) (12) (13).

Carbohidratos

El carbohidrato predominante en la leche materna es la lactosa, que se sintetiza en la glándula mamaria, a partir de glucosa y galactosa, y cumple funciones como:

  • Aportar, junto con las grasas, la energía necesaria para permitir el crecimiento del niño.

  • Promover la absorción de calcio.

  • Estimular, a partir de la producción de pH ácido, el establecimiento de una flora bifidógena en el intestino del bebé, controlando el desarrollo de patógenos.

  • Metabolizarse a galactosa, que se convierte en galactolípidos como cerebrósidos, necesarios para el desarrollo del sistema nervioso central.

La leche materna también contiene glucosa, glucoproteínas y oligosacáridos.

El contenido de carbohidratos no sufre cambios durante la lactancia ni durante cada toma (4) (10) (11).

Lípidos

Aportan aproximadamente el 50% de las calorías de la leche humana, siendo el principal aporte energético en el niño (9).

El 98% está constituido por triglicéridos y, el resto, se encuentra en forma de fosfolípidos y esteroles no esterificados (1).

La grasa es el componente más variable de la leche materna, ya que sus concentraciones se modifican:

  • a lo largo de la lactancia, aumentando al final de la misma.

  • durante el día, con mayores picos a la mañana.

  • en la misma toma, siendo bajas al principio y altas al final de la misma, lo cual contribuye a una mayor saciedad.

  • entre mujeres, tanto en la grasa total como en la composición de ácidos grasos (9).

También es variable el perfil de ácidos grasos, en función de la ingesta materna, manteniéndose constantes las proporciones de los diferentes tipos de lípidos.

Los ácidos grasos de los triglicéridos de la leche humana ocupan una posición relativa, con importancia nutricional. El ácido palmítico se presenta esterificado en posición dos, favoreciendo la absorción de las grasas y también la absorción de calcio (1).

Los ácidos grasos saturados representan 42 – 47%, los insaturados 53 a 58%, y los de cadena media (laúrico, cáprico y mirístico) representan el 15% del total (11).

La leche humana contiene alta proporción de ácidos grasos esenciales de cadena larga (PUFA), como ácido linolénico (w3) y ácido linoleico (w6), que son beneficiosos en el crecimiento y maduración del sistema nervioso central del bebé, y otros ácidos grasos de cadena aún más larga, como el ácido araquidónico y el ácido docosahexanoico (DHA), que intervienen en el desarrollo y la mielinización del sistema nervioso central y en el desarrollo de la retina, y también son precursor de prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos (4) (9).

El contenido de colesterol en la leche humana es alto aunque disminuye a lo largo de la lactancia y tiene un efecto protector en el desarrollo de hipercolesterolemia. También es importante para la mielinización del sistema nervioso central (4).

Vitaminas

La dieta materna influye en la concentración en la leche de la mayoría de las vitaminas.

Las vitaminas liposolubles están ligadas directamente al cuerpo graso de la leche materna, estando sus concentraciones influenciadas por este hecho (1).

  • Vitamina A: interviene en la visión y también es necesaria para el crecimiento, la reproducción y el desarrollo fetal y la respuesta inmunológica.

Su concentración en la leche humana varía en función de la ingesta materna y se reduce a lo largo de la lactancia.

  • Vitamina D: es una parathormona con un rol muy importante en la mineralización ósea al incrementar la absorción intestinal de calcio y fósforo y la reabsorción renal de calcio.

Su concentración en la leche humana varía ampliamente según la exposición de las madres a los rayos solares, por lo tanto, cuando no se recibe la influencia de los mismos, es necesario el aporte diario de esta vitamina.

  • Vitamina E: su contenido en la leche humana es mayor que en la leche de vaca, debido al mayor aporte de ácidos grasos poliinsaturados en la primera. Esto resulta ventajoso, teniendo en cuenta la función antioxidante de esta vitamina.

Su concentración en el calostro es 4 veces superior a la leche de transición y la leche madura, ya que se reduce a lo largo de la lactancia.

  • Vitamina K: se encuentra en mayor concentración en el calostro y en la leche de transición.

Luego de dos semanas, en los niños amamantados se establece la provisión de esta vitamina por la flora intestinal. Cuando no se le da calostro o leche de transición, el riesgo de hemorragias es mayor, a menos que el niño reciba suplementos de vitamina K inmediatamente después del nacimiento hasta la estabilización de la flora intestinal (8) (9).

Las vitaminas hidrosolubles pueden presentar variaciones en función de la dieta materna, siendo más altos sus niveles en la leche en madres bien nutridas. Las deficiencias de estas vitaminas son poco frecuentes, aún en madres desnutridas o vegetarianas, que tienen mayor riesgo de déficit de vitaminas del complejo B.

Las concentraciones de Niacina; Ácido Fólico y Ácido Ascórbico son mayores en la leche humana que en la leche de vaca y aumentan a lo largo de la lactancia.

La vitamina B12, aunque se encuentra en muy bajas concentraciones en la leche humana, presenta alta biodisponibilidad por la presencia de un factor específico de transferencia.

Las madres que toman anticonceptivos orales pueden presentar a largo plazo, bajos niveles de vitamina B6 en su leche, pudiendo producir consecuencias adversas en el niño.

Por lo tanto, es necesario su consumo diario en la dieta materna (8).

Minerales

En general, es bajo el aporte de minerales, aportando así una menor carga renal de solutos que favorece al riñón inmaduro del lactante.

  • Hierro: es indispensable en la eritropoyesis y el transporte de oxígeno e interviene en el desarrollo cognitivo.

El hierro de la leche humana, aunque se encuentra en bajos niveles, presenta alta biodisponibilidad, absorbiéndose 50 – 70%, debido a la presencia de lactoferrina, lactosa, ácido ascórbico y al bajo contenido de fósforo.

En niños amamantados exclusivamente durante los primeros seis meses de vida, la deficiencia de hierro es poco frecuente, ya que si sus madres están bien nutridas aseguran buenos depósitos de este mineral para cubrir necesidades durante el primer año de vida (1) (9) (10).

  • Calcio: su contenido en la leche humana es bajo, pero gracias a la relación calcio/ fósforo de 2:1 su absorción es óptima, asegurando el desarrollo óptimo del lactante.

Aunque los niveles de calcio en la leche materna no están influenciados por el estado nutricional materno, la suplementación con vitamina D y calcio a la madre, le puede permitir mantener el metabolismo y la homeostasis del mineral (1).

  • Fósforo: es esencial y participa en numerosas funciones biológicas.

El 23% del fósforo de la leche humana se encuentra unido a proteínas, el 15% como fósforo inorgánico y, el resto, unido a lípidos.

Aunque su concentración en la leche humana es menor que en la leche de vaca, su biodisponibilidad en la primera es mayor (9).

  • Zinc: es esencial para el crecimiento infantil, la inmunidad celular y la estructura y el funcionamiento de las enzimas.

Aunque en la leche materna sus niveles son menores que en la leche de vaca, la biodisponibilidad en la primera es mayor, por lo tanto, los lactantes amamantados no presentan deficiencias (1) (8).

  • Cobre, cobalto y selenio: los niveles de estos tres minerales son más elevados en la leche humana que en la leche de vaca.

La anemia por deficiencia de cobre no ocurre en niños amamantados.

Los niveles de selenio varían ligeramente en áreas con suelos deficientes en el mineral (8).

Beneficios de la lactancia materna

Para el niño

  • La leche materna es un alimento con composición y equilibrio adecuados a sus requerimientos proteicos y calóricos.

  • Brinda una provisión de nutrientes esenciales para un crecimiento y desarrollo acelerado durante los primeros dos años de vida.

  • Nutrición óptima, especialmente del sistema nervioso central y la retina.

  • Permite desarrollar un patrón de saciedad.

  • Estimula un desarrollo sensorial y emocional armónico y permite un mayor coeficiente intelectual.

  • Llega estéril y a temperatura adecuada.

  • No requiere suplementos vitamínicos ni minerales ni agua ni otros líquidos.

  • Permite la colonización adecuada del Lactobacilus Bífidus (en el intestino del niño, la formación de ácido láctico impide la proliferación patógena).

  • Mejor respuesta inmunitaria frente a vacunas y enfermedades infecto contagiosas.

  • Brinda protección frente a diversas patologías:

  • Infecciosas: sepsis neonatal, diarrea aguda y crónica, infección urinaria, parasitosis, meningitis, otitis media aguda e infecciones respiratorias agudas.

  • Metabólicas y carenciales: hipocalcemia del recién nacido, deshidratación hipertónica, anemia, desnutrición, diabetes infantojuvenil.

  • Gastrointestinales: enterocolitis necrotizante, enfermedad celíaca, estenosis hipertrófica del píloro.

  • Dermatológicas: atopía, eczemas, dermatitis, acrodermatitis enteropática.

  • Odontológicas: maloclusión, paladar ojival, caries.

  • Menor incidencia de muerte súbita del lactante.

  • Menor incidencia de infecciones y alergias respiratorias y digestivas.

  • Protección contra obesidad e hipercolesterolemia, por la presencia de leptina en forma natural, que actúa en los centros de control de peso corporal en el cerebro y puede ser absorbida en forma directa por el lactante.

  • Protección contra algunas formas de cáncer.

  • Asociación con una inteligencia superior, por la presencia de ácido siálico.

  • Menor incidencia de maltrato infantil y abandono, por los lazos afectivos que se crean.

  • Menor incidencia de enfermedades intestinales del adulto: colitis ulcerosa,

enfermedad de Crohn (11) (13) (14).

Para la madre

  • Favorece el establecimiento del vínculo madre – hijo.

  • Refuerza la autoestima.

  • Menor depresión posparto.

  • Menor sangrado posparto con el consecuente menor riesgo de anemias.

  • Menor riesgo de cáncer de mama, útero y ovarios.

  • Más rápida recuperación física.

  • Mayor practicidad para la alimentación nocturna, en viajes, etc.

  • Mayor espaciamiento entre embarazos (postergación de la primera ovulación posparto).

  • Ayuda a estilizar la silueta, ya que se utiliza la grasa de reserva posparto para producir leche. (11) (13) (14).

Para la familia

  • Protege el presupuesto familiar.

  • Mejor desarrollo de la familia como célula social.

  • Brinda un modelo de crianza útil para la descendencia.

  • Aumenta el sentimiento de competencia familiar para la crianza al mantener a sus hijos más sanos.

  • Menor ausentismo laboral por enfermedades de los hijos.

  • Mejor atención a los niños por el mayor espaciamiento entre los embarazos.

  • Posibilidad de utilizarse como método anticonceptivo (11) (13) (14)

Para la sociedad

  • Perspectivas para una sociedad más sana en el futuro.

  • Ahorros en tiempo y combustible.

  • Disminución de morbilidad y mortalidad infantil.

  • Mayor bienestar por sentimientos de competencia familiar para la crianza de los hijos.

  • Menor gasto y tiempo en atención de patologías y posibilidad de reorientar fondos de Salud Pública hacia la prevención.

  • Mayor productividad al disminuir el ausentismo laboral de los padres.

  • Contribución al equilibrio ecológico.

  • Disminución de las hospitalizaciones.

  • Menores gastos en adquirir fórmulas infantiles, tetinas y biberones (11) (13) (14).

Es importante y se debe concientizar a las madres que la leche humana es el mejor y más completo alimento para los lactantes. Además debe aconsejarse que la lactancia materna exclusiva se prolongue hasta los seis meses de edad ya que la leche materna contiene exactamente los nutrientes que necesita el lactante:

Partes: 1, 2, 3
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