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El final de la economía política. Una crítica islámica de la economía


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La cuestión de la usura
  3. Islam, el camino de hoy
  4. El final de la economía política
  5. La plena libertad de comerciar
  6. El lento robo inflacionario
  7. La acumulación de capital usurero en los bancos
  8. La equidad en el contrato comercial
  9. El gigantismo tecnológico
  10. Los juegos de azar
  11. La bolsa
  12. El mercado de futuros
  13. Apéndices

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Introducción

El Islam es din al-fitr, es decir, la transacción natural con Allah, la ciencia de cómo vivir en este mundo de formas. Islam quiere decir sometimiento a Allah, que también implica el no sometimiento a algo distinto de Allah. Esta es la radical libertad del musulmán.

Vivir dentro del Islam le enseña al musulmán que la transformación del medio social, en un sentido auténtico, sólo es posible por una transformación de si mismo, y lo que es más importante, por el permiso de quien gobierna y ha creado el mundo, Allah, que alabado sea. Esto le hace al musulmán, perder el temor de la existencia, porque sólo teme a Allah.

Cuando conoce de este modo a Allah, el musulmán llega a entender que todo acto es adoración de Allah. Que no hay separación entre la política y la adoración de Allah, ni entre el comercio y la adoración de Allah. En este estado, el musulmán comprende que sólo vive por y para Allah, que depende y confía en Allah.

Le pedimos a Allah, ta'ala, que nos haga ser guía clara para todos los que buscan el camino del Islam, que ilumine sus corazones y que El bendiga y dé Paz al Profeta Muhammad, a su Familia y a sus Compañeros.

La cuestión de la usura

La posición del Islam contra la usura es tajante.

Allah dice en el Corán:

"ALLAH HA PERMITIDO EL COMERCIO

PERO HA PROHIBIDO LA USURA".

Esta prohibición de la usura fue Ley ya en los tiempos del Profeta Moisés, que la paz sea con él, concerniendo a todos los seres humanos; también el Profeta Jesús, que la paz sea con él, confirmó esta misma prohibición; y el Ultimo Profeta, Muhammad, que la paz y las bendiciones sean con él, reiteró la condena de la usura para todos los tiempos venideros.

Si bien, muy poca gente sepa hoy lo que es realmente la usura, el crimen de la usura ha sido siempre condenado por todos los grandes hombres de nuestra civilización:

  • En la antigua Grecia: Platón, quien la consideraba como enemiga del bienestar social por crear una clase, la de los ricos prestamistas usureros, a costa de la de los pobres prestatarios; Aristóteles, quien la consideraba antinatural; Aristófanes; o Plutarco, quienes la consideraban como un robo.

  • Entre los romanos hombres como Séneca, o Cicerón, quienes comparaban la usura con el asesinato.

  • Entre los primeros padres de la iglesia cristiana: Gregorio Nysseno; Juan Chrisostomo; Agustín; Tomás de Aquino, quienes comparaban al usurero con alguien que trata de vender el vino y su uso separadamente. La condena también incluye a la mayor parte de los concilios celebrados hasta 1830.

  • Entre los reyes cristianos españoles algunos como Alfonso X, el Sabio, o Alfonso XI. Y la práctica totalidad de los califas musulmanes.

  • Entre los autores modernos tenemos a Goethe, quien se burlaba del timo del recién nacido papel-moneda; Richard Wagner, quien combatió a riesgo de su vida contra el estado y la usura; J.P. Proudhon quien considera la usura la primera causa de paralización comercial e industrial; ó Ezra Pound quien, por condenar la usura, se vio acusado de traidor por su propio país.

La gran y desgraciada excepción histórica (y presente) es la de los judíos, que se empeñaron una y otra vez en la tergiversada interpretación talmúdica de las leyes mosaicas que les daba y da licencia para prestar con usura a los no judíos como medio para alcanzar poder.

El paso de la prohibición de la usura a su permisividad no se produjo de la noche a la mañana al contrario llegó paulatinamente, al tiempo que se transformaba la visión mundo y la existencia. Una atención especial merece la evolución del concepto de valor a lo largo de la historia.

Si nos remontamos a Aristóteles, se puede observar como su condena de la usura fue bien clara y contundente. Aristóteles consideraba que en toda transacción comercial los valores de los bienes intercambiados son iguales, a su vez advirtió que la medida del valor no puede "estar" en el hombre, ya que cosas con mucha importancia tienen poco valor, como el agua, mientras que cosas con poca importancia, como los diamantes, tienen mucho valor.

Es por tanto, en el marco de la interrelación del mercado donde el valor sucede. Reparó en que, dadas las condiciones de mercado de Libertad y Equidad, en todo intercambio de un bien por otro, establecemos una equivalencia entre ambos. Por ejemplo, cuando intercambio mi trabajo de una semana por unas cuantas monedas, estoy estableciendo que esta cantidad de monedas equivale a mi trabajo, que de hecho ha merecido el esfuerzo de mi trabajo. Esta apreciación tan elemental resulta de una trascendental importancia. Así, para Aristóteles valorar es un acto vivido y, por tanto, el valor, no es una representación subjetiva, sino el resultado vivido de valorar.

Esta misma forma de entender el valor fue traída a Occidente por los musulmanes entre quienes Qadi Abu Bakr ibn al-Arabi, uno de los más famosos jurista de Al-Andalus, definiría la usura de la forma considerada tradicional, como: "la usura es todo incremento no justificado entre el valor de los bienes recibidos y el contravalor de los bienes entregados". Los incrementos no justificados son todos aquellos debidos a irregularidades en las condiciones generales del mercado o de la transacción misma. Por ejemplo, son incrementos no justificados los debidos a la existencia de monopolios o monopsonios, y también los debidos al alquiler de mercancías no alquilables (de consumo), o establecimiento de incertidumbre en el contrato, loterías o juegos de azar, etc.

El Escolasticismo europeo preservó para toda la cristiandad esta concepción clásica del valor que condenaba la usura. Es así como, Tomás de Aquino distingue entre mercancías alquilables y mercancías no alquilables (como la moneda) para poder preservar la condición de equidad de todo trato comercial, lo que quiere decir que, la igualdad de valores: Al prohibirse la usura se prohibía la posibilidad de que en los intercambios alguien pudiera ganar algo a cambio de nada.

La historia de la usura es tan antigua como el comercio mismo y ha sido su mal crónico, aliviado o agudizado, en la medida de la habilidad de los usureros y la fortaleza de las gentes. La ley romana, a parte de algunos fracasados intentos por prohibirla, admitía una limitada tolerancia y finalmente una abierta práctica de la usura, que condujo a la destrucción de Roma. Ya que la práctica de la usura estaba prohibida a los cristianos y a los musulmanes, muy pronto se convirtió ésta en dominio exclusivo de los judíos. Desde el siglo XI hasta el XV, Venecia, centro del comercio mediterráneo, con un desproporcionado número de judíos, se convirtió en la más importante ciudad usurera de Europa, donde se establecieron los primeros negocios de depósito y crédito bancarios, que sirvieron de escuela a los futuros banqueros europeos.

El mundo cristiano prohibió la usura, o al menos la mantuvo limitadamente mientras estuvo regido por la ley canónica. Los reformistas cristianos, tanto Lutero como Zuinglio, reafirmaron la condena de la usura, pero el reformista Jean Cauvin (Calvino) fue el primero en levantar la voz en favor de la usura; la fatal interpretación cartesiana del hombre como subjectum o medida del mundo afectó entre otras muchas cosas a la concepción tradicional de valor. La visión cartesiana daba licencia para concebir el valor, no como una vivencia existencial, sino como una figura idealizada racionalista dentro del esquema de sujeto/objeto.

En este clima de profundo cambio los usureros obtuvieron su más importante victoria. La gran victoria de la usura, con claros precedentes en Inglaterra y Estados Unidos, fue sin duda la revolución francesa. Encontramos dos acontecimientos cruciales en el año mismo de la revolución: La circulación oficial por primera vez en Europa de papel-moneda estatal, los assignats; y la derogación de la prohibición del interés en el préstamo, por primera vez en la historia de Francia. Asimismo, Edmond Burke diría en su "On French Revolution": "La edad de la caballerosidad se ha ido. Se atribuye al Abate Ferdinando Galiani el haber sido el primero en sostener que la única medida del valor es el hombre para él, el valor es una idea en la mente del individuo. Turgot en su Valeurs et Monnais" (1768) fue el primer escritor en afirmar que: "… en un cambio cada parte valora lo que recibe en más de lo que da"; posición exactamente opuesta al realismo aristotélico. Su escuela alcanzaría su máximo exponente en Jeremy Bentham, a quien se considera padre del utilitarismo. Bentham llamó a este concepto subjetivista de valor "utilidad", como esa propiedad de un objeto, que tiende a producir beneficio, ventaja, placer, bien o felicidad. El subjetivismo utilitarista permitía jugar con el valor. Para los utilitaristas, valor es una idea en la mente del individuo, por tanto usura no es más que una idea en un mundo de ideas. Consecuentemente, las teorías utilitaristas, que derivaron hacia las modernas teorías de consumo, han aceptado el delito de la usura como principio, o bien han ignorado el tema hasta llevarlo al olvido. Siguiendo esta línea, ya en pleno siglo XX, el judío y premio Nobel (1970) Paul Samuelson presentó en su "Una nota sobre pura teoría del comportamiento de los consumidores" (1938) una significativa contribución a la tesis subjetivista con una teoría de la elección basada en los datos observables.

Daba licencia así, a calcular "objetivamente" la valoración de la gente por medio de datos estadísticos, que se desentiende de la diferencia entre ambas formas de valoración: El tratamiento del acto de valorar como una cosa medible que hace del hombre algo cosificado y el "valorar, en cada caso mío" que caracteriza el modo de valorar del hombre libre.

Otra escuela fue la seguida por Adam Smith, David Ricardo y Carlos Marx. Aunque ellos admitían que en la transacción no hay incremento, su afirmación resulta contradictoria. Adam Smith considerado padre de la Economía, era calvinista, por tanto doctrinalmente usurero, y su contribución a la "teoría" del valor fue la de considerar que el trabajo es la fuente del valor. El judío Ricardo incluso llega a admitir que el individuo no produce el valor, ya que sería tanto como negar la realidad de que el precio lo establece el mercado, aunque consideraba que provenía del trabajo.

Con Marx, el más influyente economista moderno, también de origen judío, el valor

de una mercancía se transforma en la forma objetiva del trabajo social gastado en

su producción, y la cantidad de valor contenida en ella equivale a la cantidad de trabajo contenida en ella. No obstante, Marx mismo tuvo que reconocer que el trabajo (real o concreto, según su vocabulario) no puede ser utilizado como unidad

elemental con la cual el valor de todas las mercancías pueda ser medida, ya que

cada trabajo tiene distinto valor real.

Por tanto, tuvo que formar la idea de dos tipos de naturalezas una "concreta" y otra "abstracta" del trabajo contenido en las mercancías, y apunta que la substancia del valor es el trabajo abstracto.

El famoso economista judío y premio Nobel (1976) Milton Friedman, considerado padre del monetarismo capitalista moderno, no tuvo más que continuar esta visión funcional que reemplaza la visión existencial de la moneda que Marx había trazado. Por esta razón podemos afirmar que el monetarismo no es más que una fórmula reformada de marxismo; otra prueba que revela la falsa oposición de la dialéctica izquierda / derecha.

La Economía es un típico producto de la metafísica subjetivista (metafísica cartesiana y kantiana). La Economía se fundamenta en una visión del hombre

estrecha y funcional, independientemente de las escuelas. El lema "si funciona bien es bueno", convertido en moral económica, ha servido como argumento para

constreñir la libertad del individuo. Esta moral considera apropiado que los políticos estimen que es lo que la gente quiere y administren la riqueza de otras personas incluso sin su consentimiento. Para hacer posible esta justificación, el acto libre y vivido de valorar se ha "convertido" en cifras o algo medible al antojo de los economistas y políticos, y el derecho de propiedad ha sido también tergiversado.

La Economía Moderna ha dado ya abundantes signos de haber perecido, de no ser capaz de entender ni al hombre, ni al mundo; al tiempo que conduce a ambos a una destrucción que nadie desea.

Islam, El Camino de hoy

El único ámbito legítimo de la economía, es el de la propiedad privada. Así es como lo entendieron nuestros padres griegos, es decir, economía es la administración privada de los bienes de cada uno, pero en ningún caso, ni remotamente, puede convertirse en la administración de los bienes de otras personas o una parte significativa de ellos. Cada uno de nosotros somos los más adecuados para administrar los bienes que hemos adquirido legítimamente. No necesitamos que el estado administre tutorialmente nuestra riqueza. El estado moderno es un producto histórico del estructuralismo racionalista, que debe ser desestructuralizado y reconvertido a la sola función de gobernar y no la de administrar ya que esta última no la puede ni la sabe realizar. Gobernar es cuidar y proteger pero no es administrar.

La forma de gobierno natural o islámica es el Emirato. El Emirato es el gobierno sin estado. Protege el individual derecho a ejercer la propiedad legítimamente adquirida, sin robo ni usura, y a valorar libremente. La ley para el Emirato Islámico

no puede ser otra, que la ley de Allah (Shariah), que prohíbe la usura y el estado.

El concepto de valor, tiene que depurarse existencialmente y entenderse como parte de la vida, que es el horizonte donde sucede, y no reducirse a una mera representación numérica. Valorar es un acto, no una cosa. Un acto sólo lo "es" en su ejecución. Unos cuantos datos estadísticos, por precisos que sean, de un pasado irrepetible, no bastan para determinar, ni mucho menos para imponer, una valoración mítica objetiva. Por ejemplo, no podemos decir que las necesidades de carbón en tal población "son" -objetivamente- de 110 toneladas, salvo que la gente de esta población, de una forma "vivida", así lo valore en cada particular momento.

Si permitimos que esto nos suceda, si permitimos que los políticos sigan diciendo

que es lo que nosotros queremos, estamos poniendo la soga alrededor de nuestras propias manos. El contrato constitucional que establece como principio la

valoración objetiva, es ilegítimo, y por tanto, inválido.

La Economía fundamentada en estos principios ya caducos, debe ser desenmascarada, ya que su único propósito es el de perpetuar el crimen usurero. ¡Que nos dejen valorar libremente!

Es el clamor de quienes creemos que a nadie mejor que a cada uno de nosotros nos corresponde decidir cuáles son nuestras necesidades. Es tiempo de repetir las

reveladoras palabras de J. P. Proudhon (1841):

"Nadie puede ser obligado a comprar lo que no desea, y menos apagar lo que no ha comprado".(23)

El problema demanda una solución urgente. Los desequilibrios de la economía usurera se vuelven cada día más evidentes y más acuciantes, hasta el punto de amenazar al mismo equilibrio ecológico del planeta, y por tanto, a la supervivencia

del hombre. Hoy en día, prácticamente nadie niega que el efecto del hambre en el

mundo y de la grave deforestación tropical tiene como causa primordial la deuda de estos países. En la Conferencia de Medio Ambiente en Boulder (Colorado, EE.UU.) en 1988, un grupo de expertos mundiales concluía: "¿Por qué hay tantas especies y medio ambientes en peligro? La razón principal es que alrededor de los trópicos, las naciones en desarrollo están luchando por alimentar a sus gentes y elevar la liquidez para hacer frente a los pagos de las deudas internacionales". Estos síntomas carecen de una reforma como solución, sólo la estirpación de la causa profunda que los produce puede aliviarlos y esto implica la abolición de la usura.

El Islam siempre ha traído beneficio a los pueblos que lo ha aceptado y practicado. Desde hace catorce siglos, el Islam ha sido intransigente con la usura y hoy más que nunca, es el mensaje liberador por excelencia. Mientras los banqueros y políticos están diseñando para nosotros un estado mundial único, con un banco mundial y una moneda mundial única, los musulmanes proponemos el advenimiento a una nueva Europa, no cristiana, sino islámica. Y proclamamos: La

eliminación de todos los impuestos y controles estatales; la libre elección de moneda sin imposición estatal; la cancelación y prohibición de toda deuda usurera

con bancos e instituciones financieras. Estos son los principios liberadores del auténtico Islam de la Primera Comunidad de Medina, para esta época, que resurge entre una nueva generación de europeos. Este es el Islam que irreversiblemente viene y que Europa llevaba siglos esperando. Islam es el Camino de hoy.

El Final de la Economía Política

Los musulmanes proponemos un modelo natural de comercio que acabe con la usura, y un modelo de gobierno que nos permita terminar con la tiranía del estado moderno. Nuestro modelo no es ideológico ni utópico, sino que está basado en el ejemplo vivo de nuestro Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones sean con él. Los musulmanes europeos son una viva confirmación, desde el corazón de Occidente, de la llama islámica que subyace bajo estos tiránicos estados constitucionales profundamente anti-islámicos.

Como europeos tenemos un compromiso con nuestra civilización que despierta del sueño de la modernidad. Este es mostrar que si hay un fundamento de la vida que es Allah, que bendito sea: ¡No hay dios excepto Allah! La pérdida de toda credibilidad en la ciencia económico-política. Esta ciencia, como todas las ciencias positivas con fundamento en la metafísica tradicional, relega al hombre a la categoría de mera cosa funcional. Y con esto, han autorizado "científicamente" la transmutación del gobierno a una mera función económica: El estado. El control del estado se presenta justificado como redistribuidor, aunque no de recursos, sino de los desequilibrios que él mismo produce, y sobre todo, de los que la usura produce. De este modo el estado ejecuta a la perfección su complicidad con la usura, permitiéndola, a pesar de someterla a ciertas limitaciones meramente "cosméticas". Los musulmanes traemos con nosotros, en lugar de la economía de un estado esclavizante, que actúa como una administración usurpadora impuesta sobre nuestras propiedades, la economía en su sentido original, que restaura al individuo como al único administrador de sus propiedades fuera de la intervención del estado. El Islam lleva siglos siendo premeditadamente ocultado a los europeos tras un velo de propaganda religiosa y estatal, que se empeña en presentar una imagen tergiversada. Religión y estado reconocen con esto, que el Islam es la única fuerza capaz de derribarles. Efectivamente, el Islam imprime un sentido de libertad en el individuo que no permite someterlo ni ante altares, ni ante ventanillas. El musulmán es aquel que ha adoptado la firme resolución de regirse a sí mismo, sin sumisión a nada ni a nadie excepto a Allah. El Islam conduce a una revolución pero no hacia fuera o política, sino hacia dentro o en el individuo mismo. Es este individuo el único con posibilidad de reestablecer un mercado justo, en el Nombre de Allah. Para aquellos que han comprendido esto proclamamos los dos principios fundamentales del comercio: La plena Libertad de comerciar y la Equidad del trato comercial.

La plena libertad de Comerciar

La plena libertad de comerciar consiste en una libertad, de competencia y concurrencia, existencial y no retórica, es decir, la capacidad de toda persona o colectivo de poder producir e intercambiar los bienes de su propiedad a un precio comúnmente aceptado y equitativo con cualquier otra persona o colectivo. Implica

la eliminación de todos los controles del mercado que lo han transformado en un sistema usurero. El restablecimiento de un auténtico mercado libre consiste en:

  • La libre elección de moneda

La libre elección de moneda implica que son los ciudadanos como comerciantes quienes deciden cual es la mercancía que quieren utilizar como medio de cambio. Hoy en día los ciudadanos sufrimos la silenciosa imposición de una moneda estatal sin valor como mercancía, es decir, de unos trozos de papel cuyo derecho exclusivo de producción gozan, no sólo los bancos estatales, sino también los bancos privados, y cuyo valor legal establece compulsivamente el estado. Moneda es, o debe ser, cualquier mercancía libre y comúnmente aceptada como medio de cambio. Gracias a esta imposición de la moneda bancaria, los bancos gozan de un privilegio extraordinario: Pueden alterar el valor de la moneda que los usuarios ganamos a cambio de nuestro trabajo; pueden aumentar la cantidad de dinero en el mercado simplemente creando más dinero o más crédito de la nada. Los bancos, así, tienen el privilegio único de poder prestar dinero en cantidad superior a lo que realmente tienen en efectivo. Ahora bien, cada vez que se crea más dinero, que estamos forzados a aceptar, se producen, seamos o no conscientes de ello, dos consecuencias inmediatas:

1.- EL LENTO ROBO INFLACIONARIO

Los usuarios a la fuerza del papel moneda estatal descubrimos que éste se

devalúa continuamente. Es decir, el precio que pagamos para adquirir el papel es

mayor que el que recibimos cuando lo gastamos. Este proceso se repite de una forma lenta pero contundente, robando a cada poseedor o ahorrador de esta moneda una porción de su ahorro, aunque éste sólo lo posea por un pequeño periodo de tiempo. Todas estas porciones sumadas unas con otras constituyen una inmensa cantidad robada. A este robo los economistas prefieren designarlo con el término neutro de inflación. Y aunque considerada como un problema, ésta adquiere la misma categoría moral que un desajuste cualquiera dentro de una ecuación matemática. Una de las consecuencias de este proceso es la creación de una nueva clase social totalmente desposeída: Los jubilados. Por otra parte el pago a esta masa mendicante, de cuya creación el estado es el único responsable, sirve de justificación perfecta para seguir hipotecando a la siguiente generación, la de los hijos. Los trabajadores retirados no entienden como a pesar de llevar una vida entera dedicada al trabajo, al final de su vida productiva se encuentran sin nada. Precisamente en esta edad, cuando deberían poder gozar de todo el esfuerzo realizado, tal como sucedía antiguamente, resulta que es cuando menos tienen. Los economistas nos han engañado con falsas excusas, como considerar éste un mal inevitable del progreso, o incluso cuando llegando a afirmar que quien se encuentra empobrecido al llegar a su jubilación es porque no ha tomado las suficientes precauciones. Mientras tanto, banqueros y políticos se regocijan públicamente de la "eficacia" de la moneda impuesta.

2.- LA ACUMULACION DE CAPITAL USURERO EN LOS BANCOS

Los bancos ganan con el interés de los préstamos de un dinero que han sacado de la nada. El resultado es que los usureros, que no producen ningún beneficio a la sociedad, se enriquecen a costa del resto de la gente. Los políticos convierten al estado en el principal cliente de los banqueros por medio de la deuda, a cambio se respetan mutuamente. El timo del papel-moneda, convertido en una industria gracias al moderno sistema bancario, es un engaño conocido desde hace tiempo.

Mucha gente sigue pensando que detrás de los billetes que utilizamos existe algún respaldo físico. Para todos ellos les debe bastar con la siguiente comprobación: Que vayan a los bancos a emisores reclamar la promesa de pago de sus billetes. El sistema de moneda impuesta lo mantenemos todos nosotros. Se mantiene gracias al valor que cada uno de nosotros damos a este papel cada vez que lo intercambiamos por una mercancía real.

Nos han enseñado que el papel es la única moneda o la que mejor funciona, pero la elección de moneda no puede circunscribirse a términos de eficacia, como si no tuviera nada que ver con seres humanos. La elección de moneda es una cuestión que remite primeramente a la libertad de evaluación inherente a cada persona. Sabemos que cuando han existido tales condiciones de libertad personal, los mercados libres han elegido normalmente metales preciosos, que siendo raros, fácilmente identificables y divisibles, reúnen las más adecuadas características como medio de cambio. Quizás, si fuéramos libres, esta elección se repitiese. Liberalizar la moneda implica permitir que aquellos ciudadanos que no quieren seguir siendo timados, ni mantener con su esfuerzo la continuación de la estafa monetaria de los bancos, puedan elegir la moneda que mutuamente quieran para comprar y vender.

B.- La eliminación de todos los impuestos

La eliminación de todos los impuestos incluye también todos los impuestos sobre el comercio. El comercio no puede nunca ser materia de imposición, ya que no existe razón justificable por la cual quien comercie más deba pagar más; y contrariamente a lo que se piensa, gravar la actividad comercial, no implica que se esté imponiendo más a quien más riqueza tiene. Los impuestos comerciales inhiben el comercio. En consecuencia, producen una elevación artificial de los precios que, lógicamente, afecta más negativamente a quienes menos recursos poseen. El establecimiento de impuestos no se puede justificar como una forma de solidaridad social, ya que no es social, sino que es decidido y utilizado por una minoría; ni tampoco es solidaridario, sino que es impuesto por esta minoría.

Los políticos se han auto-investido con la capacidad de comprar con el dinero de la gente y de pretender valorar "objetivamente" o adivinar los servicios y los medios que esta gente necesita. Sólo se valora en el momento de comprar y vender. Para saber lo que la gente quiere, nadie mejor que la propia gente en el acto de intercambiar. Si efectivamente los servicios y los medios que los políticos del estado ofrecen se corresponden con lo que la gente desea, no hay duda de que la gente decidirá comprarlos o producirlos, y si no fuera así, los políticos se habrán equivocado y la gente no los comprará o simplemente comprará otros.

Las modernas estructuras del mercado y esto es también aplicable a la técnica y los productos tecnológicos que produce este mercado son el resultado del sistema usurero actuante, y de las imposiciones y restricciones que pretenden paliar los efectos desequitativos de la usura. El retorno a la equidad, la libre gestión y la agrupación espontánea, han dado en el pasado, y darán lugar en el futuro, a ciudades con una estructura y un aspecto muy distintos de los que hoy padecemos. Economistas, por razones de mera eficacia, sostienen firmemente que muchos sistemas que en la actualidad son tan controlados, como las comunicaciones o la sanidad, tomarían las formas y las dimensiones más apropiadas a la valoración que de ellas hagan sus usuarios, si estuvieran libres de tales controles. Sin embargo, nosotros, que nos negamos a juzgar como economistas, consideramos que esta situación es ilegítima, no por razones de eficacia, sino porque en este valorar forzoso de unas personas por otras, hay una implícita usurpación real o robo a cada individuo.

El mantenimiento del ejército, tampoco puede justificar la carga de impuestos sobre el "resto" de la gente. El guerrear es una acción que nos involucra de una forma tan "propia" a cada uno, como el hablar o el comer; y lo mismo que alguien se adecua del mejor modo que puede para llevar a cabo una tarea. Para los atenienses de la época clásica la capacidad de llevar armas es tan importante, que una de las definiciones de esclavo era quien no estaba autorizado a llevar armas. Debe entenderse que el servicio del soldado y las armas que utiliza tienen necesariamente un propietario, que bien es el propio soldado, o bien es otra persona o personas. Cuando esta otra persona o grupo de personas compran el servicio de un ejército mercenario, disponen de su utilización de acuerdo a sus propios juicios; no importa quién sea el que ejecute la acción, ya que sólo quien decide es su propietario de hecho. Tanto si esta propiedad está en manos de un individuo o un grupo de políticos, no se altera el hecho de que toda estructura que utiliza la fuerza del ejército para obligar al pago de un impuesto, que servirá para mantener a este ejército o cualquier otro gasto, es una tiranía. Existe, mucha gente que cree que este sistema moderno de tiranía es simplemente el más eficaz, y que su única alternativa es el caos. Toda población que opta por la humillación de pagar tributo en vez de afrontar la lucha contra el régimen coercitivo y opresor hasta la muerte si fuera necesario, es un conglomerado de seres que han perdido sus nobles cualidades y se han resignado a la degradación y la desintegración de su espíritu de solidaridad e independencia. Decidir guerrear como todo decidir es también privado y todo agruparse para guerrear implica un acuerdo previo de lealtad y compromiso que autoriza e instaura alguna forma de decisión (caudillo o emir). En el Islam, no hay estado (administración) sólo gobierno (emirato). La función del gobierno no es usurpar la riqueza de la gente sino por el contrario, garantizar que esta no sea usurpada, ni por la fuerza, ni por la usura. No hay impuestos en el Islam. La sumisión a las autoridades daña la autoestima de los ciudadanos y hace desaparecer en ellos la idea de valerse por sí mismos. El zakat es un acto de ibadat, como la oración, con una finalidad más allá de lo exclusivamente material. No es un impuesto administrable por los gobernantes al modo estatal; se recoge y distribuye en 24 horas, por tanto, no se acumula; y sus beneficiarios están ya claramente categorizados en la Ley Islámica ( Shariah).

C.- La eliminación del control impositivo de los precios

La eliminación del control impositivo de los precios implica que dentro del marco de la equidad estos se determinen únicamente por las naturales leyes del mercado de oferta y demanda. La imposición de precios mínimos o máximos, o incluso peor, de precios únicos o fijos favorece a los productos de peor calidad en época de escasez ya que adquieren sin la valoración del mercado un valor artificial igual al de los de buena calidad; mientras que en época de abundancia acaba con ellos, aun, cuando hubiese gente dispuesta a pagar un precio más barato, ya que no pueden aceptar el mismo precio a cambio de una mercancía de calidad inferior.

El control más patético es el que afecta a los salarios de los trabajadores, es decir, la imposición de salarios mínimos. Este se nos ha presentado como la solución al problema del infrasalario. Sin embargo, no es más que una medida que los políticos han adoptado, porque es más sencillo confrontar las presiones de los sindicatos, que tener que enfrentarse con las auténticas causas del masivo desempleo moderno, que fuerza a los empleados a aceptar unos salarios ínfimos.

1.- LAS CAUSAS DEL INFRASALARIO NO SE ELIMINAN CON LA IMPOSICION DE SALÁRIOS MINIMOS.

  • El infrasalario se produce por el desempleo y la única causa del desempleo es la usura.

  • La competencia ilegítima que el alquiler artificial del dinero establece con los negocios honrados es la causa de que la gente no encuentre ni pueda generar empleo.

  • La institución usurera de hoy es el banco.

  • Los bancos obtienen beneficios del alquiler de dinero a pesar de no haber nada en el dinero como lo hay en un coche o en una casa que lo haga alquilable.

2.- EL ESTABLECIMIENTO DE SALARIO MINIMO EMPEORA EL DESEMPLEO.

Toda la gente que preferiría emplearse aunque fuera a cambio de un pequeño salario antes que no hacer nada, o antes que dirigir un negocio propio (en el caso de un mercado no usurero que lo permitiera), no pueden hacerlo. Sin la imposición de salarios mínimos, muchos trabajos menores, por el tiempo requerido o por la misma naturaleza del trabajo, podrían ser creados. Tales empleos han satisfecho tradicionalmente una demanda natural entre quienes, por impedimentos físicos o por no disponer del tiempo necesario, no pueden o no quieren desarrollar otras actividades más complejas, o crear su propio empleo.

Los sindicatos, edificados sobre un pensamiento económico y dialéctico, sólo pueden servir para seguir perpetuando y manteniendo la opresión de sus supuestos enemigos. Por eso, no es extraño encontrarse a sindicalistas que trabajan en un banco, administrando usura a otros trabajadores. El pensamiento económico se fundamenta en una visión del hombre que lo reduce a un mero objeto económico o funcional, en lugar de considerar al hombre como un ser libre.

D.- La eliminación de todo tipo de monopolio.

Implica la eliminación de todos los derechos exclusivos para la producción o venta de un determinado bien, ya sea a través de privilegios del estado, o bien por un acaparamiento de hecho del mercado. Esto significa la liberación de la producción de artículos con un claro beneficio para todos, productores y consumidores.

El más importante monopolista moderno es el mismo estado. En el nombre del pueblo, los políticos se reservan los derechos exclusivos de producción y venta de los productos más vitales para el funcionamiento de la sociedad, y con ello deciden por nosotros tan importantes asuntos, al tiempo que establecen una compulsiva dependencia del estado.

El más generalizado monopolio, es el derecho exclusivo de patente y copia. La idea de una mercancía no puede separarse de la misma mercancía, y por tanto se transfiere con la venta de ésta. Ninguna idea es suficientemente original como para decir que tiene un propietario, ya que se ha de considerar las otras muchas ideas en las que se basa y que el autor toma "prestadas". Este monopolio relativamente reciente, que hoy se acepta como algo normal, fue duramente criticado desde sus mismos orígenes.

LA EQUIDAD EN EL CONTRATO COMERCIAL.

La condición que hace equitativo todo trato comercial es la igualdad de valores de los bienes intercambiados. Esta igualdad de valores consiste en que el valor de los bienes entregados sea idéntico al valor de los bienes recibidos. El trato equitativo se llama transacción y su contrario es la usura, que se define como el trato desequitativo debido al incremento entre el valor de los bienes entregados y el contravalor de los bienes recibidos. El establecimiento de la equidad en el trato implica que el marco en el que se realiza el trato es un mercado libre (con las condiciones anteriormente enumeradas) y además las siguientes condiciones:

A.- El tratamiento de cada mercancía de acuerdo a su naturaleza.

Implica: Las mercancías de consumo (o fungibles) como una manzana, materias primas, oro, plata, etc., se pueden vender pero no son alquilables; y las mercancías de uso (o no fungibles) como un coche, una casa, un caballo, un terreno, etc., se pueden vender y también alquilar.

El correcto tratamiento de las mercancías impide la más dañina de la prácticas usureras:

  • El alquiler de moneda.

  • Las monedas son mercancías de consumo, es decir, que su utilización implica su consumo total.

  • La utilidad de la moneda es la de servir de medio de cambio, pero al hacer uso de esta utilidad la mercancía se consume totalmente.

El efecto que produce el alquiler del dinero en el mercado supera el ámbito del propio trato entre las dos partes. Se multiplica gracias a que siempre hay personas necesitadas de dinero, o políticos deseosos de gastar en "necesidades sociales" por encima de lo que se auto asignaron en los impuestos. El alquiler del dinero altera la naturaleza de la moneda, que deja de ser una mercancía de consumo o no alquilable y se convierte en una mercancía artificialmente productiva. Esta productividad artificial de la moneda genera varios efectos dese equilibradores en el mercado, que lo transforman en un sistema usurero:

1.- EL ALQUILER DEL DINERO ES LA UNICA CAUSA DEL DESEMPLEO.

Hay muy pocos negocios con alta rentabilidad, pero hay muchos más con una rentabilidad baja. Por tanto, cuanto mayor es la rentabilidad menor será el número de negocios posibles; y cuanto menor es la rentabilidad, mayor será el número de negocios posibles con tal rentabilidad. Si sobre la línea que representa esta función, trazamos una línea horizontal que represente la rentabilidad o el interés del alquiler del dinero que ofrecen los bancos, dividimos el área que nuestra función original forma con las abscisas en dos semi-áreas. La semi-área inferior representa los negocios competitivamente inviables, ya que normalmente un empresario no invertirá en un negocio cuya rentabilidad no supere a la que le ofrece el banco sin riesgo.

La implantación del alquiler del dinero por los bancos convierte a los bancos en los principales inhibidores del empleo. Pero, ¿cómo consiguen los bancos mantener una demanda casi ilimitada en el alquiler de dinero? Los banqueros se benefician volviendo a prestar el dinero a un interés, la mayoría de las veces más alto del que pagan a los que depositan su dinero (a plazo), pero lo que hace que su "negocio" sea algo extraordinario, es su privilegio exclusivo de poder prestar una cantidad de dinero superior incluso hasta 50 veces a la que tienen en líquido. Es decir, el privilegio de poder prestar más dinero del que en realidad tienen.

2.- EL ALQUILER DEL DINERO PRODUCE GIGANTISMO EMPRESARIAL Y TECNOLOGICO.

EL GIGANTISMO EMPRESARIAL.

Sólo los negocios que superen la barrera del tipo de interés son los que consiguen sobrevivir, favorecidos además, por la desaparición de la agresiva competencia de los pequeños negocios (negocios con una rentabilidad inferior al precio de alquiler del dinero). No son los macro negocios los que estrangulan al pequeño empresario, sino la usura. El pequeño negocio ya existente, que ve subir el precio del alquiler de dinero por encima de su propia rentabilidad, se ve estimulado a autoliquidarse y refugiarse en el banco como ya habrán hecho muchos de sus colegas. Presionado además por una ola de creciente oligopolización, cada vez más acusada, de las habituales vías de producción, distribución y consumo, termina optando por la liquidación de su negocio.

La mayoría de los pequeños comerciantes se ven obligados a transformar su negocio en otro que supere la barrera del interés o a venderlo a alguien dispuesto a transformarlo. En ambos casos el resultado es el mismo: La desaparición de los pequeños negocios y la única supervivencia de los grandes.

EL GIGANTISMO TECNOLÓGICO.

A menudo se habla del progreso sin reconocer que representa una posibilidad y no una vía única. En toda idea de progreso hay implícita una dirección que caracteriza una elección y selección previa de tecnologías y técnicas. Y esta selección y elección están relacionadas con la naturaleza del mercado. La usura produce una selección innatural del progreso tecnológico que lo conduce hacia la producción de una tecnología gigante capaz de ofrecer un rendimiento a las inversiones por encima de la barrera del interés. Esto es favorecido además, por la destrucción competitiva de las pequeñas tecnologías, que tienden a desaparecer o que ni siquiera llegan a aparecer.

En definitiva, la abolición de la usura supondría dar una nueva dirección al progreso tecnológico, más acorde a las necesidades de la gente. En la medida en que crezca la iniciativa espontánea de la gente, los productos de su trabajo serán más adecuados y más próximos a sus necesidades, que hoy se deciden a través de los departamentos de marketing y los métodos de exploración de mercado de las grandes industrias.

3.- EL ALQUILER DEL DINERO PRODUCE EL MASIVO Y CRECIENTE ENDEUDAMIENTO.

Partes: 1, 2
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