Si efectivamente el Dios de la Biblia es omnisciente, tal y como se nos impone desde nuestra más tierna infancia, ¿cómo entonces la mente finita y mortal del ser humano puede lograr entender, interpretar y aún más, manipular a la Sabiduría Divina?
No dudamos que de igual forma en que un vaso con capacidad de 10 ó 12 onzas pueda entender y manipular al océano con solo lo que le quepa adentro, ya sean 10 ó 12 onzas de agua de toda esa inmensidad que tiene el océano, pues sólo esa cantidad tendrá del océano. Y esas 10 ó 12 onzas no son el océano. Igual cosa sucede con los seres humanos y por eso es que se ha dada esa caricaturizada imagen de Dios Padre con mando, sentimientos, poder decisional y hasta con una personalidad bien definida de la divinidad bíblica.
Lo INFINITO, lo INMENSO que es DIOS, EL TODO, no cabe en una mente humana. ¿Por qué entonces abrogarnos la vanidosa, inútil y fatua facultad de ser receptáculos de la Sabiduría Divina y proclamar que somos inspirados por Dios?.
Leamos una de las muchas, de miles inspiraciones que hay, y en este caso es Salomón el recipiendario de la sabiduría e inspiración divinas y leemos desde Proverbios 8 lo siguiente.
Recibid mi enseñanza y no la plata, porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas. Yo soy la sabiduría, habito con la cordura. Yo soy la inteligencia; mío es el poder, Yahvé me poseía en el principio.
Y, para sorpresa de algunos, Jesús, muchos años después, desmiente a toda la ensarta de sabios e inspirados; incluyendo, por supuesto, a Salomón que hace gala de la jactancia al ponerse, inclusive, a la misma altura y categoría de su respectivo Diosesito. Jesús, nos dice Mateo 11:25, acribillando a muchos sabios.
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y a los entendidos y las revelaste a los niños.
Y San Pablo en 1 de Corintios 3:18 ratifica al Maestro.
Nadie se engañe a sí mismo, hágase ignorante para que llegue a ser sabio.
Si tan cacareada ha sido expuesta la sabiduría del Dios bíblico, a lo largo y ancho de la Biblia, por todos y cada uno de los inspirados ¿por qué entonces desde el principio, en Génesis 2, se nos demuestra la ignorancia del Dios que nos han impuesto a fuego y terror?.
Continuando con los últimos versículos del Génesis 2:21-25, leemos.
Entonces Yahvé-Elohím hizo caer sueño profundo sobre Adán y mientras este dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Yahvé-Elohím tomó del hombre, formo una mujer y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se harán una sola carne. Y estando ambos desnudos, Adán y su mujer, no se avergonzaron.
¡Qué sospechosa la forma de proceder de Dios Padre!. Y, nos llama la atención, cuando decide traer a manifestación a la mujer. ¿Qué clase de sueño profundo es el que le induce el Padre Eterno a Adán? ¿Fue, acaso, drogado?. Más que un sueño esto parece una especie de éxtasis o de un rapto por parte de Yahvé, tal y como lo hizo con muchísimos de los profetas cuando el Señor se les manifestaba en visiones, sueños e inspiraciones.
Nosotros, más bien, creemos que fue una sensación parecida al éxtasis más que a otra cosa. Y lo afirmamos debido al propio comentario que Adán hace luego que el Diosesito de pacotilla le trae a la mujer. Leamos la exclamación del primer hombre que nos dejaron tontamente apuntada: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne. Si Adán está sumido en profundo sueño, tal y como se nos asegura en la Palabra del Padre Nuestro, ¿cómo diablos supo entonces que Eva era formada de partes de su propio cuerpo?.
Definitivamente y, aquí, sí estamos completamente seguros que Adán tuvo forzosamente que habarse dado cuenta del proceso de formación de la Varona pues, si no fue así, ¡no tiene validez su exclamación cuando mira a Eva!.
Otra cosa muy interesante es que Yahvé, después del estruendoso fracaso de intentar "hallar ayuda idónea para Adán", en estos versículos no hace ninguna referencia a que ¡por fin era la Varona la tal ayuda idónea!; por el contrario ni una sola palabra de esto.
A lo que parece, y sin querer sufrir otro bochorno, Yahvé decide mejor dejar pasar por alto el penoso incidente y echarle tierra al asunto y es así como, hasta el día de hoy, no sabemos cuál era la tal ayuda idónea para Adán de la que se ufanó Dios Nuestro Señor.
En lo que todo el mundo debe de estar de acuerdo, es en que el Dios bíblico todo sabiduría y todopoderoso ¡no pudo hallar ayuda idónea para Adán!.
Ahora bien, lo que aparentemente sí se pudo satisfacer fue la primera propuesta de Dios Padre, aquella que "No es bueno que el hombre esté solo". Pero ¿cómo sabría Dios Nuestro Señor que la soledad no es buena? ¿Significa eso que el Padre Nuestro ha estado tan bien acompañado que le apena y decide así que el hombre deba de tener compañía? ¿Será femenina la compañía que el Dios bíblico ha tenido?… ¡Claro y también el placer sexual!.
¿De dónde sale el nombre Adán?, ya que en el primer relato de la Creación ni de lejos pudimos enterarnos del nombre del primer hombre. ¿Será posible que se trate de otro primer hombre?, aunque, como ya lo vimos, hay varios hombres en el relato bíblico, incluyendo aquel que Pablo dice "Y el segundo hombre que es Jesucristo, es del cielo".
Nos dice el versículo 22, Y de la costilla que Yahvé-Elohím tomó del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.
Aquí hay que entender que al estar lista, y formada la mujer, Yahvé decide traerla a donde estaba el hombre. ¿De qué lugar la trajo? Si Adán estaba allí mismo y allí mismo es que Dios Padre tomó una costilla de Adán; entonces ¿hacia dónde se llevó la divinidad la costilla de Adán para procesar y formar a una mujer?.
Si somos sumamente amplios con la narración bíblica, pues no nos queda de otra, ya que es muy posible que efectivamente Yahvé se haya llevado la costilla de Adán a algún lugar diferente para así procesarla y convertirla en toda una mujer, nos queda solamente que hacernos muchas preguntas y tratar de acercarnos a las respuestas que suenen más lógicas.
Tenemos entonces la gran duda de a dónde se la pudo haber llevado. Eso no lo sabemos. Lo que sí está claro es que la formación de la mujer no se llevó a cabo en el Huerto de Edén. Y aquí sí que no puede haber duda alguna, y ninguna otra interpretación, pues es la propia Palabra de Dios Padre la que nos lo dice cuando asegura que Yahvé tomó una costilla de Adán, formó una mujer, y luego la trajo al hombre.
Además ¿por qué nos asegura este controversial versículo que Yahvé formó una mujer?. Lo correcto, siempre y de acuerdo a las normas mínimas que debería de haber tomado en consideración aquel que se abroga el título de creador de todo el Universo, es que debería de haber dicho que Yahvé formó a la mujer y no a una mujer; en cambio, con lo del hombre, ahí sí la divinidad bíblica tomó en serio su papel de creador ya que desde el versículo 7 nos dice que Yahvé modeló al hombre y fue el hombre un ser viviente. No nos dice que modeló a un hombre. ¿Por qué está diferencia tan marcada y delimitando otra actitud para con la mujer?.
Si hacemos una profunda meditación y un análisis específico del asunto que se refiere a una mujer y no a la mujer, concluimos terminantemente varias cosas:
- Son patrañas lo de la costilla que Yahvé tomó del primer hombre.
- Si Yahvé ya había demostrado su poder cuando modeló al hombre del barro y soplarle aliento de vida ¿por qué no proceder de igual manera para con la formación de la mujer? ¿Por qué convierte Yahvé el acto de la formación de la mujer en un truco barato? ¿Por qué sólo las bestias del campo, las aves de los cielos y el hombre fueron formados de la tierra? ¿Por qué describir una forma tan extraña y un procedimiento tan fuera de lo común para con el surgimiento de una mujer?.
- Habiendo afirmado que fue una patraña lo de la costilla de Adán, tenemos que inferir lo que realmente sucedió. Y lo que de verdad pasó es muy sencillo. Lo que Yahvé, el omnipotente hizo, efectivamente fue traer de afuera del Huerto de Edén a una mujer; pero a cualquier mujer, más bien, de las muchas que ya vivían en el exterior. Porque ¡ya había una multitudinaria población afuera del Edén! compuesta por miles de hombres, mujeres y por supuesto por miles de niños.
¿No lo creen?… ¿Todavía dudan de nuestras contundentes afirmaciones?, es increíble, pero está bien. Comprendemos que es difícil desprenderse de toda una acumulación de imposiciones y procederemos a demostrarles los hechos. En Génesis 4:14-17 encontramos la luz y la iluminación.
Y hay que dejar en claro lo siguiente, Yahvé, según esta Segunda Versión de la Creación, solamente ha modelado a Adán y formado a Eva. De ellos dos, luego de conocerse (fornicar), les nacen dos hijos, Caín y Abel; pero Caín, el perverso, mató al bueno de Abel (que no es todo lo bueno que nos han hecho creer). Y en ese mismo instante de ocurrir el terrible fratricidio, solamente deberían de haber existido en toda la faz del planeta Tierra tres personas: Adán, Eva y el sanguinario Caín.
En la narración que el Génesis nos hace desde 4:14-17, nos dice una cosa muy diferente a lo que ya habíamos procesado como una verdad indiscutible. Desde aquí se nos asegura que hay todo un mundo poblado afuera del Huerto de Edén que, lleno de personas, viven como los habitantes de esa parte oculta para los grandes inspirados escritores bíblicos que nada dijeron al respecto. Y leamos.
Dijo Caín a Yahvé (inmediatamente después del homicidio): He aquí que me echas hoy de la tierra y de tu presencia me esconderé y seré extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me encuentre, me matará. Y le respondió Yahvé: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Yahvé puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que lo hallara. Salió, pues, Caín de delante de Yahvé, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer (¿?), la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad.
¿Está sentado mi estimado lector o sentada estimada lectora?… ¡Imagínese usted!, ¡edificar toda una ciudad!. ¿Para cuántas gentes una ciudad completa?. Recordemos que sólo eran Caín, su mujer –que sepa Judas de dónde se la sacó o salió-, pero que la Biblia nos asegura era su mujer, y su pequeño hijito Enoc. ¿Para qué toda una ciudad para ellos tres? ¿O no sólo eran tres los que la habitaban?.
Cómo es posible que solamente Caín construyera toda una ciudad. Y decimos que sólo Caín pues su mujer no pudo haberle ayudado ya que estaba recién parida. Y está bien que nos presenten un Caín homicida, pero que pretendan los inspirados ahora, que una mujer recién parida pueda ayudar a construir toda una ciudad, sí que no tiene ni madre.
Alguien es extranjero, solamente cuando no siendo de un lugar específico y determinado es comparado con los habitantes de dicho lugar. Un ciudadano guatemalteco, que esté de paso por Francia, será todo un extranjero en esas tierras. Si Caín se queja delante del Padre Nuestro que será extranjero en la tierra, es porque los habitantes que viven y que tienen sus ciudades y poblados en esa parte de la Tierra, lo catalogarán como tal.
Y entonces será, de verdad, un extranjero.
Si cualquiera que encuentre a Caín puede matarlo, es porque uno de los muchos pobladores de los lugares aledaños al Huerto del Edén puede hacerlo. Y, lo mejor no es la queja apesadumbrada de Caín, es la ratificación que nos deja Dios Padre en persona de lo que Caín presume le puede pasar en tierras extranjeras, pues Yahvé, el Padre Nuestro, responde Ciertamente, cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado.
El mismo Diosesito que hemos adorado por siglos ¡acepta la existencia de seres humanos que viven sin que Dios Padre haya tenido nada que ver en su creación, hechura o producción.
Y no sólo eso, sino que los hace sujetos de castigo y de penas si llegaran a tocarle un pelo a su nietecito, el asesino Caín que mató a su propio hermano. ¿Por qué la amenaza para los que pudieran hacerle algo al criminal Caín? ¿Por qué entonces nos han impuesto nuestros líderes religiosos que Caín es malo y que Dios Padre no lo quiere y que lo desprecia profundamente?.
Si Dios Nuestro Señor no hubiese querido a Caín, sencilla y tajantemente, ¡no lo protegería! como lo hizo.
Si el Padre Eterno despreciara a Caín, por el asesinato cometido en su hermano Abel, ¡no hubiera amenazado a los posibles agresores de su nene!. Y, lo mejor de esto, ¿se les comunicó a los ciudadanos que habitaban los alrededores del Huerto de Edén esa terrible amenaza divina que pesaba sobre todo aquel que se atreviera a matar al fratricida de Caín?.
Y con el asunto de las bodas de Caín ¿cómo es que se dan?. ¿Cómo es o fue posible que Caín se haya empatado y juntado con una mujer para hacerla su esposa? ¡Si la única mujer que existía en toda la faz de la Tierra era su propia madre Eva!.
¿De dónde salió esta mujer que hasta un hijo le da llamado Enoc?.
¡Sin lugar a ninguna duda esta mujer que desposó y tuvo un hijo de Caín salió del montón de mujeres que ya habitaban las vecindades del Huerto!.
¡Sin ninguna duda!.
La Palabra de Dios Nuestro Señor nos dice que sólo habitaban el planeta Tierra, para ese bíblico momento, tres personas: Adán, Eva y Caín. ¡Nadie más!.
¿Aleluya!… ¡No! ¡Estafa más bien!.
¿Verdad que ahora sí nos cree nuestra apreciación bíblica del surgimiento de una mujer cualquiera para Adán?.
Sencillamente Yahvé, Nuestro Padre, fue y escogió, tomó y se trajo, efectivamente, una mujer cualquiera para Adán, de las muchas que ya vivían en los alrededores del Edén, tal y como el Génesis 4 se ha encargado de aclarar la cuestión.
Si quedara alguna duda por allí, sólo tenemos que recordarles lo que el Génesis 6:2 nos dejara expresado y que corresponde a la prueba contundente de que así fue como se dio el acontecimiento del surgimiento de una mujer para Adán:
Y viendo los hijos de los Elohím que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.
¡Eso fue a hacer el Padre Nuestro, a escoger una mujer hermosa y la trajo a dónde había dejado a Adán!.
Y esto tiene que quedar bien claro…
Comparando ambas versiones nos encontramos con otra contradicción. En la Primera se nos habla del término hembra y no de mujer como en esta otra versión. ¿Cuál es la diferencia entre hembra y mujer?, veamos: hembra sirve para designar la parte femenina de una especie y mujer es específicamente aquel ser humano del género femenino.
Ambas palabras pudieran expresar la misma idea pero el término hembra es más general. En cambio la palabra mujer es particular y exclusivamente usado en los seres humanos. No encontramos lógico, y tampoco la hay, entre los gatos, una mujer gato, ya que lo lógico es referirnos y decir hembra gato. Tampoco hay entre los aguacates una mujer aguacate, pues lo que hay es un árbol hembra de aguacates.
¿Está claro?…
¡Qué bien!.
Acerca del tema que nos atrajo, para comentar lo del lugar de la mujer y de la hembra, hay otro que tiene mucha relación con todo esto. En el tan llevado como traído Paraíso Terrenal, los dos géneros (masculino y femenino), son la parte fundamentalmente álgida de la misma Naturaleza que nos rodea.
En la Primera Versión el hombre es creado como varón y hembra. En cambio en esta Segunda Versión una mujer es formada de la costilla del hombre; y es esta mujer, la que a diferencia del varón y de la hembra, que teniendo la misma corporeidad de Adán, no tiene para nada su misma naturaleza.
Y nos encontramos con que, en la historia sagrada, la misión de la mujer queda muy extrañamente limitada pues la ley la mantiene más allá de un segundo plano. Podemos localizar muy fácilmente a la mujer, en el contexto bíblico, hundida hasta el fondo y sin un solo derecho. La mujer, bíblicamente hablando, no puede participar oficialmente en el culto, no puede ejercer ninguna función sacerdotal, no hay y no tiene la prescripción de peregrinar por lo menos tres veces al año y, para sorpresa, ¡hasta para nosotros!, la mujer es despiadadamente discriminada del sagrado mandamiento del reposo sabatino.
¡Sólo la mujer puede trabajar el día sábado!, por eso nos dice el Exodo 20:10 lo siguiente.
El día séptimo es sábado, día para Yahvé tu Elohím; no hagas en él obra alguna, tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que esté dentro de tus puertas.
¿Y qué pasó con la expresión ni tu mujer?… ¿Menciona acaso el Padre Eterno a la mujer? ¡NO! Ni de cerca y tampoco lo da a entender.
Otra cosa, la mujer viuda no tiene ni siquiera el derecho de escoger a otro marido. Le es impuesto uno de los hermanos del difunto marido. Así nos lo narra el Deuteronomio 25:5 que nos dice.
Si varios hermanos habitan juntos, y muere alguno de ellos, y no tiene hijos, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella (la fornicará) y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco.
¿Habrá alguien hoy en día que cumpla con tal mandato divino? ¿Por qué los líderes religiosos no obligan a que se cumpla la orden del dios bíblico que dicen representar?.
Hay otra gracia que tiene Dios Padre para con la mujer. En Levítico 20:18 leemos ¡aterrados!.
Cualquiera que duerma con mujer menstruosa y descubra su desnudez, la fuente de su flujo descubrió y ella descubrió la fuente de su sangre; ambos serán cortados de entre su pueblo.
¿Cuántas mujeres y hombres cristianos deberán ser cortados, o en buen español matados, por la falta que detesta el Dios de amor y comprensión y que patéticamente deja como ordenanza sin discusión alguna? ¿Qué les parece la delicadeza, el amor y la comprensión de la divinidad?.
Con tales imposiciones divinas, la mujer, ocupa un lugar después que el último en categoría de derechos y de delicadezas. ¡Gloria a Dios Padre hermanos!. Por lo que no debe extrañarnos que, nuestro viejo amigo Pablo de Tarso, meta también su cuchara en esto y nos diga desde Gálatas 4:4 que el Señor Jesucristo quiso nacer de mujer.
¡Por Dios Santo, Pablo, de qué otra manera puede nacer un ser humano sino de mujer!.
Después de todo esto, leamos los otros tres versículos que venimos comentando:
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; por lo que será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre; y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne. Y estando ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Para iniciar con el comentario, parece que el sueño profundo con que Yahvé hizo caer la voluntad del hombre, y así poder dormirlo, no funcionó del todo. Si Adán hubiera estado en un profundo sueño y, a pesar de ello, se hubiese enterado de cómo fue formada una mujer, sólo hay dos opciones. Una, que Adán no estaba profundamente dormido, mejor dicho ¡ni siquiera lo estaba! y por esa razón es que se fijó y se dio plena cuenta de todo lo ocurrido. Y dos, que Adán supo por medio de alguien más de lo ocurrido; descartando a Dios Padre como el chismoso, lo mismo que tampoco creemos que haya sido Eva, porque a esta pisoteada y pobre víctima, y representante del género femenino, sencillamente ¡ni siquiera se le ha oído hablar!.
El Padre Nuestro no la deja expresar ni su pensamiento ni su desacuerdo con lo que está sucediendo.
De alguna manera Adán se enteró de lo ocurrido, ya que si le creemos a la Biblia, y entendemos que Adán le dijo a la mujer "esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne", eso significa que Adán, previamente, estaba totalmente enterado de la actuación que Yahvé tuvo cuando manipuló su costilla.
¿Pero quién se lo dijo?…
Aquí, en este versículo, lo importante no es que Dios Nuestro Señor tomara una costilla del cuerpo de Adán, se la llevara a otro lugar y que luego la haya traído de regreso y se la presentara al hombre. No. Lo importante, y por el mismo hecho en sí, lo trascendental es preguntarnos, ¿cómo es que Adán se enteró de los sucesos?.
La Palabra del Dios bíblico, para nuestra desgracia y frustración, no nos lo aclara. Más bien deja abierta la puerta a cualquier clase de especulación, ya que si no fue Yahvé el que contó de lo que hizo con la costilla del hombre y si tampoco fue Eva la que se haya encargado de divulgar el tratamiento al que se la sometió, surge otra pregunta interesante ¿Cómo se pudo haber enterado de tales hechos el autor de estos sagrados escritos y así dejar constancia de los sucesos para la posteridad?
Por supuesto que ni por asomo creemos en la payasada religiosa de una inspiración divina. Más pareciera que todo este relajo de la costilla y de una mujer, es una burda invención del que se creyó poseedor del entendimiento y de la inspiración de Dios Padre.
El versículo 24 nos relata uno de los puntos más controversiales que hay adentro de los ritos de la religión Cristiana. Se ha pretendido que es el punto de iniciación del sacramento del matrimonio. Pero lo mejor es que lo leamos para luego hacer el comentario adecuado.
Dijo Adán: Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne.
Después de una leve pausa, para tomar aire y para sonreírnos un poco, pues hay que tener valor para haber puesto en boca de Adán semejante embuste y desfachatez, que constituye una burla al sentido común del que lo lee, es bueno averiguar muchas cosas al respecto de todo esto.
¿Qué es esa exclamación un tanto apasionada de la que hace gala Adán? ¿Nos creyeron ingenuos, brutos y hasta imbéciles acaso?… ¡Cómo es posible y en qué cabeza cabe que pueda hablar Adán de padre y madre si recién él mismo ha sido apenas formado del barro!.
Con esta expresión, de verdad hay que decir ¡Adán ni madre tuvo!, por lo tanto, es risible y digno de una sonora carcajada de burla; pero que nos digan que un ser que no fue producto de la copulación entre una pareja hombre-mujer, tal es el caso de Adán y que éste se refiera a algo totalmente desconocido para él, y llamándolos por sus respectivos nombres, que también deberían de ser desconocidos para Adán, de verdad, ¡es una estupidez imperdonable del Espíritu Santo!.
No hay la más mínima posibilidad en la que pudiéramos confiar y creer que Adán pudiera estar enterado que existieron dos seres humanos que pudieran cumplir con todo el significado de ser padre y madre. Ya que sólo existían junto a él, según constatamos en la Biblia, nada más que Yahvé y una mujer.
No podemos entender cómo el supuesto primer hombre de esta Segunda Versión, que no tuvo ni padre ni madre, se refiera a ellos, los llame por sus nombres y que además, en el colmo de la burla, deje un mandato al futuro para aquellas parejas que vendrán y les deja advertido: "por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y se harán una sola carne".
Adán debería de haber estado inocente e ignorante de tales cosas. Este individuo fabricado, con barro del suelo, no sabe todavía de relaciones sexuales pues, para ese preciso momento, el pobre Adán no conocía aún de los deliciosos placeres de la carne y tampoco que copulando con la mujer, recién hecha de su propia costilla, pudiera tener hijos; los cuales, en todo caso, serían sí, los primeros seres humanos que pudieran decir, ¡en todo el sentido de la palabra!, que tenían un padre, Adán y una madre, Eva.
¿Cómo entonces puede Adán prevenir y admonizar a sus posibles descendientes si no sabe que él tiene la capacidad de tener descendencia a su vez?. Adán ignora totalmente que pueda tener hijos con la mujer "hueso de mis huesos y carne de mi carne".
Y, no lo olvidemos, ellos dos no han sido aún tentados…
La frase que, quizá sea la que más parejas hayamos oído, es aquella que dice "Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y se harán una sola carne"… ¿Y qué con la mujer? ¿Tendrá que dejar a sus padres también? O la ley sólo se aplica para el hombre.
Sin darnos ninguna explicación sobre el papel que le corresponde desempeñar a la mujer en todo este relajo del matrimonio, tenemos que preguntarnos ¿por qué pretender que la mujer, por la manera en que fue producida, no puede gozar del mismo trato que el hombre?.
Se nos ha dicho que la mujer no fue hecha ni de la cabeza del hombre ni de sus pies y que, por el hecho de haber sido un producto sacado de las costillas o del tronco del hombre o sea de su parte intermedia, eso significa que con esa decisión divina se evitó que la mujer fuera mucho más inteligente que el hombre, si se hubiese tomado de la cabeza; y se evitó, también, que fuera humillada por el mismo hombre, si se hubiesen tomado de sus pies las partes para procesarla.
Por lo tanto la mujer debería de gozar de los mismos derechos y obligaciones junto al hombre.
¿Por qué no hay nada con respecto a que la mujer tiene que dejar a su familia para unirse en una sola carne con el hombre?.
Volviendo a la frase que tan marcadamente nos repiten, durante el acto del matrimonio religioso, tenemos que forma en sí casi un mandamiento divino, muy a pesar, y esto sí da pena, que es Adán el que dice la frase y no Dios Padre; pero si calmadamente analizamos las circunstancias y el contorno bajo las que fue pronunciada la frase matrimonial, ¡para asombro nuestro!, hay que preguntarnos ¿por qué los inspirados hacen que Adán sea el que pronuncie tan lapidantes palabras.
El menos indicado para hacerlo era este pobre hombre, ya que Adán no podía ni debía, y mucho menos sabía, lo que sucedería en el futuro inmediato, mediato o a largo plazo; por lo tanto ¡era imposible que predijera para una descendencia hipotética y que tampoco tenía para ese momento, y ni siquiera sabía que podría llegar a tener. Por lo tanto es lamentable que pusieran en boca de Adán tales cosas.
Lo único sobresaliente de esta parte, es decir de este Segundo Capítulo de la Biblia, es su final. En el versículo 25 se nos dice.
Y ambos estaban desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
¡Sólo eso faltaba!.
Si una pareja que, estando desnudos, se avergüenzan el uno del otro, ¡qué abundante material para psicólogos y siquiatras!. ¿De cuántos trastornos mentales no estarían llenos una pareja que se avergüence entre sí?.
Con un muy sencillo psicoanálisis un buen profesional podría sacar a luz todos los traumatismos que aquejan a los dos seres que tienen el problema de tal vergüenza.
Pero el sentido que el versículo 25 quiere dar, es que entre ellos no podían juzgarse el uno al otro, en base a una razón muy simple; ninguno de ellos, ni Adán ni Eva, tenían alguna experiencia, algún recuerdo de algo o bien acciones con qué compararlas como para pensar que al hacerlo eso les pudiera provocar alguna pena.
Ellos dos son modelos recientes y recién acaban de salir de la fábrica. Uno del barro y la otra de una costilla. No había por lo tanto ¡nada que los relacionase!. Perdón, sólo una cosa sí tenían en común, una costilla.
Hablar aquí que no se avergonzaron al verse desnudos, está como fuera de lugar. Si ellos dos no tenían ningún conocimiento de las cosas de la vida, no había razón para dejar una frase que, como la que hacen decir a la Palabra de Dios Padre, desvirtúa la realidad. Adán y Eva no sabían de las cositas que hacen los pajaritos y las abejitas, mucho menos que ellos mismos pudieran ser sujetos del goce sexual y que eso los pudiera llegar a convertir en padre y madre respectivamente.
¡No, nada de eso!.
Aquí tenemos la obligación de declarar que el autor de este pasaje recibió una equivocada inspiración y que es hasta una mala intención hacer que la Biblia la mencione. Si aceptamos lo que el versículo 25 nos dice, y tomamos como real el hecho que la primera pareja no se avergonzó de su desnudez, entontes eso significa que Adán y su mujer Eva ¡eran inocentes e ignorantes!.
Nuestros primeros padres eran puros, inocentes y no sujetos a la vergüenza. Es más, ellos dos no tenían la mínima noción que serían llamados los primeros padres.
Con respecto a la desnudez, como es presentada por la Biblia, hay una clara alusión a la sexualidad, a la vergüenza y al vestido. La palabra sexualidad no la hallamos por ningún lado de la Biblia, pero hay muchas alusiones que han servido para resaltar la diferencia entre el varón y la hembra y que sirven para evocar e ilustrar el fabuloso misterio de las relaciones entre el hombre y la mujer. Y así, surge el primer mandamiento machista, promulgado directamente por el Dios bíblico. En Génesis 3:16 Yahvé humilla, opaca y subyuga a la mujer con respecto del hombre. Inclusive hasta en el deseo íntimo de la sexualidad femenina. Y leemos cómo este Diosesito de espumilla, emulando al típico macho latinoamericano, le ordena a la primera mujer.
Tus deseos serán para tu marido, y él, se enseñoreará en ti.
¿Por qué el todo sabiduría de Dios Nuestro Señor relega, perturba y provoca la introspección sexual en la mujer?. Pero no sólo Dios Padre lo hace, también Jesús nos hace una discriminación sexual con la mujer. En Lucas 18:29 Jesús exige que para ser discípulo suyo hay que renunciar, inclusive, hasta de la propia mujer.
¿Por qué asombrarnos de la conducta tan equivocada que hemos llevado con respecto a la sexualidad en la mujer?, si desde el principio el Padre Eterno surge con imposiciones para con la mujer a la que hace aparecer como un objeto del deseo sexual y no sólo del hombre, sino que también de los hijos de Dios.
Leamos lo que el Génesis 6:2 nos dice.
Que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.
Tomar para sí, es un acto de pura violencia. Y en este caso, de violencia sexual.
¡Caramba!… ¿violencia sexual en los "hijos de Dios"? Entonces ¡qué viva el vicio!.
Con lo que no podemos negarnos es con la realidad y, la encontramos tan marcadamente puesta en lo que nos rodea, que es imposible retraernos a ella. En el final de ambas versiones de la Creación se concluye con un ritual muy parecido, y por lo mismo, confundido y tenido por la representación del matrimonio.
En una versión hay una admonición divina que les hace al varón y a la hembra. Recordemos que los Elohím les dicen: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra. Y en esta Segunda Versión, Adán, ya no la divinidad, como para auto convencerse de la situación, dice frente a la mujer: Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y ser unirá a su mujer y se harán una sola carne.
La realidad es que la sexualidad encuentra, por fin, su caudal y se derrama tanto en el hombre como en la mujer, cuando ambos se descubren; cuando la carne, que los hace de la misma naturaleza sexual, se enciende y cuando aparece la segunda y aún la tercera concubina. Si el hombre ha tratado de cumplir la voluntad de Dios Padre de crecer y multiplicarse lo ha hecho en camino a la deliciosa práctica de la poligamia como cosa del hombre.
Y muy bien nos lo relata el libro de Jueces 8:30 que nos dice.
Y tuvo Gedeón setenta hijos que constituyeron su descendencia, porque tuvo muchas mujeres.
También hubo degeneración en todo esto y desde el principio bíblico fue así, muy a pesar que se supone que Yahvé dejó instituido el rito y el mandamiento del matrimonio y el respeto por una sola mujer. Más sin embargo hubo mujeres que no sólo permitieron que su respectivo marido tuviese otras mujeres, sino que, agresivamente ellas mismas, se las conseguían.
El caso de Sara, la esposa de Abraham, que luego resulta ser la propia hermana del patriarca, es sumamente ilustrativa.
Sara no le daba hijos a Abraham, pero tenía una sierva egipcia que se llamaba Agar. Leamos en Génesis 16 lo que nos cuentan.
Dijo entonces Saray (Dios Padre le cambia el nombre después por el de Sara) a Abram (también la divinidad bíblica le cambia el nombre después por el de Abraham que conocemos mejor): Ya ves que Yahvé me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram el ruego de Saray. Y Abram se llegó a Agar, la cual concibió.
¡No le costó mucho aceptar el ruego y el ofrecimiento de un bocadito sexual, distinto al de su propia esposa, a Abram o Abraham!.
El primer bígamo de la Biblia fue un nieto de Adán en línea directa y Génesis 4:19 nos lo cuenta.
Y Lamec tomó para sí dos mujeres.
¡Gloria a Dios!.
Además hay perversión y el Génesis 19:29-38 nos narra la forma en que las dos hijas de Lot tienen relaciones sexuales con su propio padre. Le recomendamos leerlo.
A todo lo largo de las Sagradas Escrituras nos topamos con hombres muy viriles y poseedores de doble placer sexual, ya que tienen el voluptuoso y manifiesto gusto de tener dos mujeres a la vez como mínimo. En 1 de Reyes 1:1 y 2 leemos.
Hubo un varón llamado Elcaná el cual tenía dos mujeres.
Inclusive hay leyes divinas para legalizar la fornicación manteniendo a la mujer como instrumento del goce sexual.
Nos dice Deuteronomio 21: 10-14 la manera cómo el hombre podía masturbarse en una mujer ajena y sin su consentimiento.
Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y Yahvé-Elohím te los entregue en tu mano y tomes de ellos cautivos y veas entre los cautivos a alguna mujer hermosa y te enamores de ella y quieras tomarla por mujer, la meterás a tu casa; y ella rapará su cabeza y cortará sus uñas y se quitará el vestido de su cautiverio y se quedará en tu casa y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella (gozarla sexualmente) y tu serás su marido y ella será tu mujer. Y si después no te agrada, la dejarás en libertad. No la venderás por dinero ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste.
¡Qué bien!…
Si se está reconociendo la ignominia de tal proceder y se cataloga, por la misma Biblia, de humillación para con la mujer así sexualmente maltratada, ¿por qué es regularizada la práctica del goce con mujer ajena?.
Esto que hemos leído sencillamente no podemos digerirlo y mucho menos entenderlo.
¿Puede usted?…
Pero David, el fastuoso y voluptuoso Rey David, también hace de las suyas. En 2 de Samuel 11:2 ss., se nos narra cómo el poderoso Rey obliga a Betsabé, mujer casada, a gozar con él de todos los placeres de la carne. Y no sólo eso, pues resultando embarazada, manda a matar al marido de ella y se queda con tan deliciosa prenda sexual como premio a sus dotes de mujeriego.
Hay que reconocer que el campeón de los fogosos sexuales lo fue Salomón. En 1 de Reyes 11 leemos.
Pero el Rey Salomón amó, además dela hija del faraón, a muchas mujeres extranjeras, a las de Moab, a las de Amon, a las de Edón, a las de Sidón y a las Heteas; gentes de las cuales Yahvé había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas.
¡Para qué la ley de Dios Padre!. Nunca fue realmente cumplida y menos aplicada en forma por igual. Y mucho menos hoy en día.
Nos dice Deuteronomio 22:2 lo siguiente.
Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer y la mujer también, así quitarás el mal de Israel.
¿Se habrá quitado realmente el mal no solo de Israel sino que en cualquier lugar del mundo en donde hayan existido el hombre y la mujer y los deseos sexuales?… ¡Sin comentarios!.
Es más, si se hubiese cumplido fielmente y al pie de la letra tal mandato del Padre Nuestro, ¡por Dios que la especie humana estaría por extinguirse!.
En Exodo 20:14 se nos dice muy claramente y de forma determinante.
No cometerás adulterio.
Pero no deja de ser dudoso tal mandamiento cuando vemos que la ley servía sólo para hacer respetar los sagrados derechos del marido.
No encontramos que exista alguna prohibición para cuando el hombre tuviera relaciones sexuales con mujeres sin compromiso o con las rameras. ¡De eso no hay nada!.
Claro, y por supuesto, se nos olvidaba que la inspiración divina llegaba solo a hombres por lo que era muy fácil escribir sobre cosas y aspectos que en nada perturbaran los deliciosos goces del amor y del sexo con mujer ajena.
¡Que vivan las rameras!…
Hay una marcada interferencia en el matrimonio por parte de la religión. Si una pareja decide unirse ¿qué tiene que ver la religión en medio de ellos?. El matrimonio es, primero que todo, una institución de derecho civil no religioso. Además, y como evidencia divina, ¡no hay nada en los textos religiosos antiguos en donde se haga la más mínima alusión a algún ritual religioso para bendecir en matrimonio a una pareja que libre o forzosamente se una!.
El Génesis 24:48 nos dice.
Y me incliné y adoré a Yahvé y bendije a Yahvé, Elohím de mi señor Abraham, que me había guiado por camino de verdad para tomar la hija del hermano de mi señor para su hijo.
Esto nos comprueba que todo israelita sabía, y lo sabe ahora, que Yahvé los guía en la elección de una esposa, ¡y no en instituir un rito religioso sobre el matrimonio!.
Sin encontrar ningún derecho real para con la mujer en la Biblia, pues al contrario sólo obligaciones hay, habrá que tomar la debida nota al respecto; y no digamos del campo sexual en donde el Dios bíblico convierte y hace lucir a la mujer como una posesión más del hombre y como un artículo de propiedad exclusiva del macho. En Exodo 20:17 encontramos toda una ofensa a la dignidad femenina.
No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buen, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Con lo leído, y con la atención que le debimos de haber puesto al mandato divino, queda preguntarnos, ¿podrá entonces la mujer desear al marido de otra mujer?, pues no habiendo prohibición al respecto ¡por qué no hacerlo!; pero en lo que vale esto aquí, la mujer aparece como una cosa y como un objeto más propiedad del hombre, y no como un ser humano delicado, fiel y amoroso.
La prostitución y las rameras en sí, son tema fundamental en el matrimonio, por las salidas del marido a descubrir otros placeres. Pero leamos la manera de proceder del Padre Nuestro cuando, condenando el adulterio, a la fornicación, a la promiscuidad e imponiendo severamente el dicho de no desearás a la mujer de tu prójimo, nos es relatado por Oseas 1:2 un mandato, no sólo loco y fuera de toda realidad, sino que hasta pecaminoso.
Dijo Yahvé a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria y engendra hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Yahvé.
¿Quién cumple con la condición y es una mujer fornicaria?, pues aquella que comete el pecado de la fornicación; o sea es aquella mujer depravada que, no teniendo suficientes satisfacciones en su hogar, decide entregarse a otro o a otros hombres. Y, ¿en dónde puede hallarse una mujer que lo ha hecho con otros hombres una y otra vez?, si según la Palabra del Padre Nuestro ¡eso es imposible!, ya que no existen aquellas mujeres tontas que se hayan dejado sorprender en el acto inmoral de tener relaciones sexuales con alguien que no es su respectivo marido.
El libro del Levítico 20:10 nos narra lo que sucedería con las mujeres llamadas fornicarias.
Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera o fornicaria indefectiblemente serán muertos.
¿Por qué entonces el Padre Nuestro obliga a Oseas a conseguir una mujer fornicaria? ¿En dónde podría encontrarla? ¿No se supone que una mujer es fornicaria sólo cuando ya es público el pecado cometido?, pues si no se sabe nada, el secretito queda entre los amantes y nadie podrá tildarla de fornicaria y por lo tanto ¡no habrá castigo divino!.
No hay que olvidar que la fornicaria era condenada a sufrir una espantosa muerte a manos de aquellos vecinos que la acusaran de tal pecado grave para la comunidad judía. El juicio era sumario y la muerte, por lo tanto y por eso mismo, era instantánea. Eso y no otra cosa impedía la existencia de mujeres tildadas de fornicarias, pues por Ley deberían de haber sido matadas en su momento.
La propia Ley impedía la existencia por más allá de unos momentos de las fornicarias.
DECEPCIÓN, DECEPCIÓN… ¡Y MÁS DECEPCIÓN!
La unidad del ser humano no está completa si no la forman el hombre y la mujer. Y hay que saber delinear el término hombre, pues en él, se encierra a la vez la universalidad pues, cuando hablamos o nos referimos al hombre del siglo equis, hay que entender que dicho término involucra tanto al varón como a la hembra del género humano de ese preciso siglo. Y, cuando un libro considerado por millones de seres humanos como la Expresión de Dios Padre, surge entre un grupo compacto de seres que comparten muchas cosas en común, y a través de ese libro, particularizan a su divinidad haciéndolo aparecer como El Creador de todo cuanto hay en el cielo y en la tierra, es cuando esperamos, por lo menos, una congruencia en todo lo que este supuesto Todopoderoso Dios haga.
Para desgracia de millones de personas, que se han considerado creyentes en las prédicas y mandamientos del Dios bíblico, pues es de la Biblia el libro a que estamos haciendo la referencia, en la mal llamada Palabra del Padre Nuestro, hemos descubierto ¡dos inspiraciones divinas! ¿cómo es posible semejante incongruencia?.
Y, efectivamente, hay en la Biblia dos versiones sobre un mismo tema. Y que bueno sería que dos versiones iguales o parecidas. ¡No!, son completamente diferentes y cada una de ellas nos describe muy a su manera la forma en que Dios Padre, Elohím, Yahvé o Yo soy el que Soy, producen cada uno de ellos todo lo existente sobre la tierra y también fuera de ella.
Y resulta que ninguna de las versiones, que cada una de ellas alega ser la auténtica inspiración divina, es por lo menos coherente ni guarda lógica alguna con lo que de verdad ocurrió en el principio de todo.
A pesar de los pesares, y si creemos que tal y como la Biblia narra la Creación, en dos versiones diferentes, así fue como ocurrieron los hechos, hay que preguntarnos, ¿creemos en lo que la Biblia nos dice que fue la Creación por miedo, fe o por costumbre? O porque no conocemos otras versiones que muchísimos pueblos y civilizaciones han tenido y tienen. ¿Nos identificamos de verdad con la narración bíblica, herencia judeo-cristiana, que ha llegado a nosotros de pura carambola?.
Y siendo claros con nosotros mismos, respondamos sinceramente, ¿con cual de las dos versiones sobre la Creación nos quedamos?. ¿Cuál de las dos es para nosotros la verdadera y la correcta? ¿Cuál dice la verdad? ¿Será posible que Elohím (los fuertes y poderosos) sean los originales creadores de todo cuanto existe? ¿Habrá alguna posibilidad que nos lleve a aceptar a Yahvé como el hacedor de todo el Universo? ¿Serán ambas versiones puras patrañas?.
Queda como un examen de conciencia responder con la mayor de las sinceridades a todo esto. Y no pretendemos cambiar el mundo que nos rodea, tampoco que la gente que nos lea cambie de idea religiosa. No. Sólo estamos presentando el panorama bíblico sin efectos secundarios o especiales que son los que no nos han dejado ver la gran patraña encerrada en la Biblia.
Lo que hay que inferir y delimitar es muy sencillo. Si la Biblia surge, y la hemos aceptado como la Palabra de Dios Padre, por lo menos debería de cumplir con la condición de que sus versículos no fueran sujetos a la crítica y a la variada interpretación que cada uno de los que los leen encuentra, pues es ridículo que la Palabra Divina esté llena de incongruencias, dobles sentidos y contradicciones en toda la narración.
Pretender que el autor directo y el gran inspirador es EL TODO, DIOS, sencillamente no puede ser, pues DIOS, EL TODO no puede ser sujeto a proferir incoherencias ni a desmentirse estúpidamente con dos versiones entre sí sobre la Creación.
Apenas llevamos leídos dos capítulos completos, más algunas citas, pasajes y otros versículos y en solo este poquísimo material, apenas un 0.15% de todos los libros que componen a la Palabra del Dios bíblico, y ya tenemos descubrimientos asombrosos de dualidades, engaños, equivocaciones, olvidos y lo peor ¡una tremenda mala fe del Diosesito inventado por los israelitas y conocido como Yahvé, el mal llamado Padre Nuestro por el fatuo de Jesucristo.
Todavía aún hoy en día podemos escuchar la palabra de personas muy serias, llenas de gracia, humildes y de vocación religiosa, que creyendo ser portadores de mensajes divinos, y por lo tanto iluminados por el Espíritu Santo y únicos interpretes fieles de los designios de Dios Padre, que pregonan a gritos y con grandes aspavientos que al Biblia es la Palabra de Dios y que, por lo tanto, es incuestionablemente perfecta; y que aquellos que blasfemamos y que se atreven a poner en duda lo que Dios Padre dice, a través del Libro de los Libros, son engendros del Demonio Mayor.
Viendo las cosas como verdaderamente tienen que ser, tratemos honestamente de responder lo siguiente. ¿No fueron equivocaciones, contradicciones y engaños todo lo que hemos leído en estos dos primeros capítulos y en las citas bíblicas copiadas? ¿Será posible que el Demonio ende suelto haciendo de las suyas y por eso es que hay diabólicos seres humanos que se atreven a criticar a la Palabra de Dios Padre?.
O simplemente habrá que reconocer que la Biblia ¡es una estafa!.
Lo que debemos de respondernos, y decirle al mundo entero, es si la Biblia es o no la Palabra de DIOS. Pero completa, no a medias o por versículos y así afirmar que en tal o cual pasaje sí hay inspiración y revelación de Dios, porque eso es una aberración.
Ya lo dijimos, pero no está demás que se nos grabe, EL TODO, DIOS, LA VERDAD ABSOLUTA ¡no puede equivocarse y menos aún contradecirse!.
Y, como para la muestra con un solo botón basta, veamos equivocaciones y contradicciones, más uno que otro engaño, mala fe, petulancia, tiranía y hasta hechicerías; que es lo que encontramos en Génesis 2:7 que, en un intento por competir, tratando de imponer cada una de las versiones de la Creación su propia deducción de lo oscuro que resulta enfrentarse con un mundo inmenso como el que rodea al ser humano y, sin saber de dónde surgió y tampoco quién lo hizo, se dan a la tarea de encontrarle solución, por supuesto que a su manera particular.
Leamos primero en Génesis 1:26 y 27 que nos dicen.
Entonces dijeron los Elohím: Hagamos al hombre a nuestra imagen, a imagen de los Elohím los crearon; varón y hembra los crearon.
Ahora leamos desde Génesis 2:7 su concepto.
Entonces Yahvé-Elohím modeló al hombre de arcilla del suelo y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente.
¿Y la mujer? ¿Por qué en esta Segunda Versión es hasta de último que la mujer es sacada de una costilla del hombre de barro?.
¡Es por demás!, y con este ejemplo, a pesar que hemos ahondado en el tema de forma abundante, nos tenemos que detener a pensar y a tomar, por lo mismo, una decisión al respecto. ¿Puede tomarla verdad?…
Además de todo lo que la Biblia lleva por dentro en sus páginas, si vemos lo que en sí es el objeto conocido como Biblia, nos encontramos con otro grave problema, pues hay muchísimas personas que han hecho de la Biblia un objeto de culto insano y demente; y podemos, con todo el amplio sentido de la palabra, catalogarlos como Biblia maníacos o fetichistas de la Biblia.
Todos estos sujetos han hecho ellos mismos del Libro Sagrado cristiano, y han estado inculcando en las mentes de aquellos otros que se han dejado, un objeto de culto y adoración. Es decir que han venerado ese libro que contiene la Palabra de Dios Padre en forma excesiva y con el agravante e infaltable toque de superstición. En otros casos hasta han obligado a jurar sobre la Biblia por cualquier tontería, llegando, inclusive, a tener por ella connotaciones mórbidas o desequilibradas, con un profundo sentido sexual que, de verdad, y viendo cómo son las cosas que rodean a este libro y a sus fanáticos seguidores, ¡da miedo y profunda lástima!.
Y no hay que llamarnos a engaño. No. Mal haríamos en querer ocultar una verdad que está frente a nosotros. Y lo peor, en todo el sentido, son las personas que actúan o mejor dicho sobreactúan con lo que la Biblia es y con lo que ellos (por imposición) creen que significa; y lo hacen así porque creen, de buena fe, que es lo correcto y asumen la tergiversada posición que más allá de todo este mundo de ilusiones les espera la salvación eterna.
Pobrecitos… Como que hubiera salvación limitada.
Estas personas continuarán muriendo vilmente engañadas.
¡Cuánto daño le ha hecho a la humanidad el participar de esa idea insana de la salvación eterna!, y no importa de qué grupo religioso venga ni de qué líder espiritual, avatar, encarnación divina o de qué hijo de Dios venga la idea de una salvación pues ¡siempre, pero siempre siempre!, ha acarreado a la masa humana que los sigue, terribles consecuencias.
Ha llevado a la degradación, al despilfarro de fuerzas y a la entrega de voluntades y de vidas, tan útiles para todo el resto de la humanidad que, si vemos a través de la historia, nos encontramos con ese drama que ha acompañado al ser humano desde que se le ocurrió a alguien usar la religión como arma sutil de cazar voluntades, lo ha envuelto en una arena movediza que se lo traga irremediablemente.
Y cuando alguien vociferando, ha pretendido ser la representación de la divinidad, de turno por supuesto –no lo olvidemos-, ¿qué es lo que nos ha dejado como herencia la presunta salvación?… ¡qué ha hecho en nosotros!. Lo de siempre, lo de todos aquellos de cientos de salvadores hijos de Dios, es decir ¡muerte, destrucción y miseria!; además de frustración y complejo de culpa al no ser merecedores de la salvación eterna.
La idea de la salvación eterna está fundamentada en una última experiencia, llegar a estar fuera del inminente peligro en que se está expuesto a padecer al final de la vida terrena. Y entonces hacemos intervenir a Dios Padre en forma directa por medio de aquellos abnegados seres humanos que, con todos los defectos y sus limitaciones propias de la misma condición de hombres que se tiene, tal el caso de Buda, Krishna, Zoroastro, Pitágoras, Quetzalcoatl e inclusive nuestro Jesús, pretenden llevarnos de la mano por el camino de la salvación eterna.
Como bien nos dice Lucas 2:11 en donde leemos.
Hoy ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
¿Por qué lo cataloga Lucas como un Salvador y no como El Salvador?… ¡Aleluya, ahora sí tenemos entendimiento!.
Un salvador, es uno de los muchos tantos que se pueden abrogar tal título. En cambio El Salvador, es alguien específico y único… Léase bien, dijimos ÚNICO.
Si de entrada con Nuestro Salvador Jesucristo ya hay incongruencias ¡imagínese usted!.
¿De qué pudo habernos salvado este Jesús que fue catalogado como un simple salvador más, de los muchos que ha habido y que han dicho serlo?.
Continuamos preguntándonos cosas y admirándonos en otras y para sorpresa el Dios bíblico mismo limitó la grandeza y los buenos oficios de Salvador que Jesús pudo haber tenido (ya lo veremos); y sin ir más allá de nuestro contorno, basta con mirar a nuestro alrededor y lo que vemos es triste. ¡Sigue la humanidad igual de jodida!.
Y, si nos enfocamos hacia el pueblo escogido, o sea en los israelitas, de donde es originario Jesús, ¿qué es lo que vemos?, ¿de qué los pudo haber salvado Jesús, su propio paisano?… ¡Ni siquiera de las nazis!, no olvidemos que más de seis millones de judíos fueron brutalmente masacrados en la Segunda Guerra Mundial.
¿En dónde estaba por lo menos un Salvador como Lucas identifica a Jesucristo?… ¡Lejos del lugar en donde más se le necesitaba!.
Pablo, el candoroso e intrépido de Pablo, nos asegura un hecho fuera de toda dimensión posible y nos dice desde Romanos 1:16 que.
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree.
¿Por qué ese mismo evangelio salvador no salvó a Pablo de los padecimientos y de la tremenda muerte que sufrió?, sencillamente porque no podía.
Repetimos, es Dios Padre mismo el que limita la acción de Salvación, y es quien impone al único que puede y tiene el poder de salvar… ya lo veremos.
La idea en un Dios todopoderoso, que salva y libra del peligro, no es nueva ni exclusiva del pueblo judío y tampoco, por ende, de los cristianos o del Cristianismo, como hemos pensado y como nos lo han dicho, pues es cosa común a todas las religiones ¡ese es el principal gancho publicitario de los grupos religiosos!; pero pretender, y querer imponernos a Yahvé, el Padre de Jesús, que es el mismo sanguinario Dios bíblico, como nuestro Salvador, es cosa muy delicada. Tanto, como la cantaleta tan oída de que Jesús es nuestro Salvador.
¿Yahvé y Jesús como salvadores de la humanidad? ¡NO!. Yahvé solamente salvó a Noé y familia del Diluvio Universal, ¡pero a qué precio!. Y veamos por qué. Si no hemos olvidado aquellos pasajes bíblicos que nos lo demuestran, es bueno que los leamos de nuevo. Nos dice Exodo 7:23 lo siguiente.
Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la Tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles y las aves del cielo, y fueron raídos de la tierra y quedó solamente Noé, y lo que con él estaban.
¡Que viva por siempre el Dios bíblico todo amor y comprensión! ¡Salvó a Noé y destruyó a todo el resto de los seres vivos!… ¡aleluya, aleluya!…
Isaías 43:11 compromete la figura de salvador que Lucas y el resto de evangelistas hicieron de Jesús y que fue lo que sirvió de espejitos engaña bobos para atraer a los primeros tontuelos que se lograron tragar el cuento. Veamos lo que nos dice.
Yo, sí, Yo soy Yahvé y fuera de mí no hay quien salve.
¿Cómo queda el papel que quiso jugar y que hasta impuso el Hijo del Hombre? ¡Qué bárbaro Jesús!, se llevó las Sagradas Escrituras con los pies.
¿Quieren que otro gran profeta corrobore lo dicho por Isaías?, veamos entonces a Oseas 13:4 que nos dice.
Más yo soy Yahvé tu Elohím y fuera de mí no hay salvador.
¿Satisfechos?.
Pero sin el menor pudor por esto, Juan 3:17 contradice a los grandes profetas que ya habían recibido entendimiento e inspiración divina y, pretendiendo el discípulo bien amado ser el portavoz de una nueva inspiración divina, nos dice descaradamente todo lo contrario.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvado por medio de él.
¡Qué lejos quedan las palabras que Isaías y Oseas nos han dicho!. Juntos ellos dos aseguran que "solamente Yahvé salva y que no hay otro salvador fuera de Yahvé". ¡Qué necio es Juan! cuando inclusive nos repite otra cosa muy parecida y en Juan 10:9 leemos que nos dice lo que Jesús mismo predicara vanidosamente en contra de la corriente bíblica. Leamos lo que Jesús pregonaba y que Juan raudo lo narra.
Yo soy –dice Jesús- la puerta; el que entre por medio de mí, será salvo.
Y aún resuena el eco que quedara de la frase lapidaria para cualquier pretensión que Jesús quisiera imponer a sus fanáticos seguidores, tanto contemporáneos como a los del futuro "Sólo Yahvé salva, no hay otro salvador fuera de mí".
Para finalizar, la frase que más ha perseguido, y que más se ha pronunciado por los fieles creyentes y que constituye una completa apoteosis de Jesús que, en el colmo de creerse todo un iluminado, no siendo más que un simple demente, nos dice en Juan 11:25 toda la locura que se trae el Hijo del Hombre.
Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
Y todavía resuena el último sonido del eco que repite sin cesar "Solamente Yahvé salva y no hay otro Salvador más que Yahvé".
¿Qué es lo que tenía Jesús de salvador entonces?.. ¡Solamente el nombre!, pues el nombre de Jesús quiere decir Yahvé Salvador. Y que ironía, hasta con el nombre que usó, durante toda su vida pública, el Hijo del Hombre ¡desmiente lo que pretendió imponernos!.
¿Jesús salvador?… ¡mangos!, Jesús es un estafador y un farsante.
Cuando finalizábamos el capítulo referente al Padre Nuestro, dejamos una nota importante para ser seguida por los lectores, pero, por una precaución, o sea por si no lo han hecho, traigamos, para dar por concluido este libro, la pequeña súplica que en esa oportunidad les hicimos.
Desde allí se les pedía que por favor leyeran lo que nos deja dicho la Biblia en Deuteronomio 21:22 y 23 y, vamos a dar un último espacio a la conclusión de todo lo tratado en la presente obra leyendo, consternados, lo que la Palabra de Dios Padre nos deja como una imperiosa regla que deberíamos de seguir.
Si alguno ha cometido crimen digno de muerte y lo hacéis morir y lo colgáis en un madero (crucificado), no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin fallo lo enterrarás el mismo día, porque MALDITO POR DIOS es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Yahvé tu Elohím te da por heredad.
Jesús el Cristo cometió un crimen digno de muerte, pues eso fue lo que concluyó la parte que lo juzgó. Se le hizo morir colgado en un madero cuando fue crucificado; no se le dejó ni un solo día colgado, pues se le enterró dos o dos horas y media después del óbito… Por lo tanto hay que concluir, según la inspiración divina y bíblica que nos dejara el autor del Deuteronomio, que Jesús el Cristo quien murió colgado de un madero crucificado en él, es ¡maldito por Dios Padre!.
Y, no lo olvidemos, es Palabra de Dios Padre lo que hemos leído.
Pero para eliminar dudas, que por supuesto sabemos que las hay, leamos la ratificación que San Pablo nos deja de todo esto. Y en Gálatas 3:13 está.
Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, habiéndose hecho maldición por nosotros. Porque está escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero.
¡Qué bien!.
Con esto cerramos para que entendamos que, si el propio creador del Cristianismo, es decir San Pablo, quien divinizó la figura del Jesús histórico hasta convertirla en el símbolo del Hijo de Dios Padre, fue capaz de dejar constancia, como lo hace, a que Jesucristo no fue más que un maldito, tendremos que preguntarnos:
¿Qué diablos hacemos adentro de las filas del Cristianismo que tiene a un maldito como paradigma?…
GLORIA A DIOS PADRE, HERMANOS
¡ALELUYA, ALELUYA… ALELUYA!
Autor:
Willy Ruano
Investigador y escritor
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