DELICIOSAS VELEIDADES Y CONTRADICCIONES
Hay otros muchos inspirados que han escrito sus veleidades en la Biblia que, ignorantes o imbéciles, están fuera de dimensión. Uno de ellos precisamente es Lucas, el evangelista, que nos hace saber de su grado de ignorancia en 3:8 desde donde leemos.
Adán el hijo de Dios.
¡Pero qué bruto!. Para asestarle un golpe de talento a la bella brutalidad de Lucas, digámosle lo siguiente:
- Adán, estimado Lucas, no es hijo de nadie ¡menos de Dios!.
- Adán no fue fabricado ni moldeado por los Elohím o Dios Padre (como han tergiversado la traducción de los fuertes y poderosos que, de Elohím pasó a Dios) fue Yahvé el fabricante.
- Elohím es una cosa y Yahvé otra. Nuestras Biblias de uso común y corriente cuando hablan o se refieren a Dios es porque han sustituido el vocablo Elohím y, graciosamente, para engañar a los incautos, lo han hecho aparecer como que la referencia es al Ser Supremo cuando es un vocablo que habla, en forma plural, de los fuertes y poderosos seres que forman un complejo y enredado sistema divino en la cosmogonía hebrea. Y,
- Adán no puede ser hijo de nadie, tal y como lo afirma y asegura tajantemente Lucas. Ni siquiera Yahvé, su fabricante, puede presumir de tal hazaña. No señor. Hacerlo o proclamarlo es una aberración. Adán, si le creemos a la Biblia, fue un producto que Yahvé fabricó con sus manos y que uso, como materia prima, tierra o polvo de la tierra; por lo tanto, hijo o llamar a Adán hijo de Yahvé, es inconcebible, ¡no digamos decirle hijo de Dios!.
Y vuelta de nuevo con el necio de Pablo nos dice desde 1 de Corintios 15:47 con un lamento inconsistente:
El primer hombre, sacado de la tierra, es terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del Cielo.
Un coscorrón para este pobre demente.
Querido Pablo ¿realmente quién es el primer hombre? ¿puedes tu respondernos con toda sinceridad y seguridad a esto?.
Pongámonos claramente definidos y optemos por lo correcto. Si en la Primera Versión de la Creación se nos ha asegurado que los Elohím dicen hagamos al hombre, y luego, en el siguiente versículo leemos que los Elohím crearon al hombre, y además en la Segunda Versión se nos afirma también en forma enfática que Yahvé modeló y formó de arcilla del suelo al hombre, ¡díganme, por Dios Santo! ¿quién de estos tres hombres fue el primero?.
Si asumimos lo que Pablo nos jura es la verdad, tenemos que si el primer hombre es aquel que fue sacado de la tierra o moldeado de la arcilla del suelo, el segundo estará entre el hombre que los muchos Dioses hicieron y que los Elohím crearon. Y, a cualquiera de estos dos últimos que le toque representar el papel de segundo hombre, como absurdamente nos quiere imponer el atolondrado de San Pablo, el que escojamos como tal, deberá ser el Señor que viene del Cielo.
Y esto es falso, mentira y completamente absurdo de aceptar. ¡De ninguna manera puede ser posible que sea Jesús este segundo hombre (cualquiera que escojamos) y veamos por qué no puede ser:
- Si fuese el que fue hecho por los muchos Dioses, no guardaría el mínimo requisito de ser identificado como el Hijo de Dios, ya que, por la misma causa de la forma como surgió a la existencia, quedaría descalificado como tal. Si no hemos olvidado el asunto, los Elohím invitan a otros Elohím a hacer al hombre. Hagamos al hombre, es la sentencia bíblica y la invitación a que todos ellos juntos hagan un algo denominado hombre. Tampoco hay que olvidarnos que este hombre fue hecho y no creado, por lo tanto es imposible que sea Nuestro Señor Jesucristo ya que todos los elementos que forman y componen a este hombre son producto de cosas que ya existían y, por mínima lógica, este no puede ser Jesús que suponemos es divino.
- Si por el contrario aceptamos que el segundo hombre es el que fue creado por los Elohím, tampoco cumpliría el requisito mínimo para ser considerado como Jesús. Recordemos que la Biblia nos dice Y crearon los Elohím al hombre a su imagen; a imagen de los Elohím lo crearon; varón y hembra los crearon. Y aquí viene lo mejor, Jesús, que se sepa, no era varón y hembra a la vez.
¿Satisfecha la duda?.
¡Claro!, lo lamentable es que San Pablo nos volvió a mentir.
¿Qué pretendió Pablo con haberse atrevido a dejar constancia de su tontería? ¿Creyó, acaso, que éramos incautos, imbéciles y tontos como él?.
Y no escarmienta este bobo pues continúa con sus sandeces y así lo leemos desde Colosenses 1:15 desde donde nos asegura San Pablo.
Jesús, es la imagen del Dio invisible, el primogénito de toda la Creación.
¡Cómo algo visible y palpable, tal y como era Jesús, puede representar la imagen de algo invisible e impalpable, tal y como se supone que es Dios!, eso es imposible. Si hay algo que es invisible ni siquiera puede cumplir con la condición de ser algo. Si es invisible carece de imagen y no puede ser sujeto de ninguna comparación con algo. Y, precisamente por lo anterior, no existe la más remota posibilidad que lo invisible tenga imagen o reflejo alguno que pueda ser visible pues, si eso llegara a suceder, ya no sería invisible.
En el colmo de la calentura, Pablo desvaría y se pierde inútilmente. ¿De dónde se saca que Jesús es el primogénito de toda la creación?. En cualquiera de las dos versiones bíblicas sobre la creación, y a pesar de ser diferentes entre sí, y excluyentes una de la otra, ¡no hay ninguna alusión –ni por pequeña que fuese- en que los Elohím o bien Yahvé hayan creado, hecho, producido, ordenado o elaborado algo que respondiera a los atributos que supuestamente se le conceden a Jesucristo!. Y menos aún que se le mencione en alguno de los versículos que tratan ese tema.
No. Por el contrario, los autores inspirados, no recibieron a tiempo el mensaje del Espíritu Santo sobre ningún primogénito de la creación.
¿De dónde se sacó Pablo tan elucubración?. Pero bueno… supongamos por un momento que es verdadera la febril afirmación de este santo varón. ¿Qué puede significar adentro del contexto cristiano? ¿Qué alcances hay en todo esto?.
Veámoslo:
- Que San Pablo está aludiendo a la Primera Versión, la que nos habla de los Elohím, ya que en la otra, la de Yahvé, ahí para nada se usa la palabra crear.
- Si aceptamos que Jesús es, efectivamente, el primogénito de la creación, esto tiene que significar que nació primero; es decir mucho antes que la propia creación. ¡Antes aún que el principio!. Y esto no puede ser cierto pues no hay ninguna alusión o referencia, tan siquiera, a que ya existía un primogénito de la creación en toda la Biblia, y menos que existía un ser llamado Jesús (que si mal no recordamos el ángel le dice a María que deberá llamar a su hijo Emmanuel y no Jesús como lo conocemos). Ahí ni siquiera hay alusión alguna a DIOS pues Elohím y DIOS son dos cosas distintas y totalmente en contraposición.
- Y no puede ser Jesús, porque es el propio Pablo quien ya lo ha limitado. Nos dice, pues, este imbécil, y olvidadizo, claramente desde 1 de Corintios 15:45 El segundo hombre, que es Jesús, es del Cielo. Si de verdad Jesús es el primogénito de la creación significa que es el primer hijo. Y ser el segundo hombre, como nos lo afirma Pablo, es que no hay nada de primogénito.
Estar hablando y referirnos al amplio concepto de la palabra hombre, nos hace no dejar pasar la oportunidad sin que saquemos a relucir, en toda su magnitud, el auto nombramiento que Jesús hace de sí mismo –porque así es su deseo de ser conocido- que él, es el Hijo del Hombre.
¿Cuáles son los alcances de esto?… veámoslo.
Si Jesús decide, por sus pistolas, definirse como Hijo del Hombre y no como Hijo de Dios, debe de ser por algo. Y se ha quedado tan grabado en nuestra mente que, cuando leemos o nos hablan sobre el Hijo del Hombre, inmediatamente nuestro entendimiento comprende que se trata de Jesús, Nuestro Señor.
En Mateo 8:20; 11:18 y en 16:13 leemos.
Jesús le dijo: las raposas tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza…
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía y dicen: Tiene un demonio. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Mirad un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores…
Al Llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?.
Muy claro vemos la forma en que Jesús adopta para sí mismo el apelativo de Hijo del Hombre y, este título que usa, es más bien una expresión enigmática con aspectos trascendentales para el pueblo judío. Muchísimas personas hemos oído decir que Jesús era el Hijo del Hombre, pero el grave problema es que no hemos podido entender todo el alcance del significado.
Veamos por aparte algunos alcances del término y, para eso, hay que trasladarnos hasta el Antiguo Testamento y empezar a comprender mejor el por qué Jesús se interesó en darse a conocer como tal y no como Hijo de Dios.
En el lenguaje bíblico la expresión Hijo del Hombre es una mezcla entre el hebreo y el arameo y se lee y escribe ben-adam o bar-enas y puede designar a una persona y también a un hijo de Adán (hijo de la tierra, para mayor claridad y entendimiento).
O bien como el libro de Job 25:6 nos lo presenta en el extremo más bajo y deleznable.
Y el hijo del hombre también es un gusano.
La expresión hebreo-aramea también designa a un personaje que ni por asomo puede ser identificado como Jesús. En Ezequiel 2:1,3 y 6 leemos que el propio profeta Ezequiel describe lo que la Gloria de Yahvé le dice.
Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies y hablaré contigo. Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel.
¿Qué les parece? ¡Qué gran sorpresa! ¿Verdad?. Yahvé designa personal y directamente a uno de los más grandes profetas de todos los tiempos con el apelativo de Hijo de Hombre, muy por el contrario de lo que el incauto de Jesús quiere hacernos tragar.
Pero sin ir muy lejos ¿de qué forma designa Yahvé y tiene catalogado a Jesús?. Y esto nos lo aclara Lucas 3:21 y 22 que, en su parte medular, nos deja dicho.
Tú eres mi hijo amado; en ti he puesto mi complacencia.
¿Por qué la soberbia insistencia de Jesús de repetir y de porfiar en que él es el Hijo del Hombre?. Y si nos adentramos en el Nuevo Testamento, encontramos que esa expresión aparece únicamente setenta veces. Unas, es Jesús quien adopta el título para sí y en otras no se identifica con la expresión; tal el caso cuando leemos en Mateo 16:27 que dice Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la Gloria de su Padre. O en Mateo 24:30 que leemos Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo.
Jesús mismo se contradice pues, si pasa toda su vida pública haciéndose pasar y dándose a conocer como el Hijo del Hombre, al llegar al final de su vida, y en el último instante, rectifica y como que se recuerda lo que una vez oyera que el Espíritu Santo en forma de paloma le dice Tu eres mi hijo muy amado, ya que cuando es interrogado –luego de haber sido capturado- y le preguntan ¿Tú eres el Hijo de Dios?, Jesús contesta Vosotros lo decís. Lo soy. (Lo pueden leer en Lucas 22:70).
¿Por qué a la hora de su muerte Jesús sí reconoce ser Hijo de Dios? ¿Por qué antes proclama ser el Hijo del Hombre?.
Siempre nos queda hecho todo un lío con esto y el relajo es mayúsculo. Primero, Jesús es el Hijo del Hombre, luego que no, que el Espíritu Santo declara Es mi hijo muy amado en quien me complazco; y para terminar, que siempre todo eso ¡no!; pues Jesús reconoce ser el Hijo de Dios al responder a sus interrogadores Lo soy.
Sin ahogarnos en un vaso de agua, todo eso no importa ya que Mateo nos lo aclara de una buena vez. Y no sólo eso, sino que desde el principio del Nuevo Testamento, desde Mateo 1:1 está toda la verdad acerca de Jesús. Y, como resultado de ello, podemos gritar a los cuatro vientos ¡Jesús es hijo de José, el marido de su madre María!.
La Palabra del Padre Nuestro, y en este caso el evangelio de Mateo –uno de los selectos e inspirados por el Espíritu Santo- nos dice en palabras muy sencillas quién es Jesús y de dónde procede. Y nos dicen que el Maestro es hijo de un hombre común y corriente, es hijo de un ser mortal como usted o yo. Pero mejor leamos lo que nos dice este inspirado autor sagrado:
Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham, hijo de…, y Jacob engendró a José, marido de María de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.
Vean qué bien, Jesús llamado el Cristo, y no Jesús el Cristo. Con lo que podemos notar una gran diferencia en el concepto y, por lo tanto, no hay tal Hijo del Hombre, menos lugar para Hijo de Dios. Jesús es, lisa y llanamente, un ser humano como cualquiera; pero, no hay que negarlo, divinizado por el fanático de Pablo de Tarso y tenido como Hijo de Dios y por la Segunda Persona de la Trinidad, por los afiebrados seguidores del galileo.
Jesús, nos dice Mateo, es hijo de José el cual es marido de María. Y, marido, es aquel hombre que carnalmente mantiene relaciones sexuales con una mujer, en este caso con María. Con lo que de entrada este evangelista descalifica a Jesús como ser divino, ya que relatarnos la genealogía de su persona deja mucho que desear y hace que sobresalga la verdad sobre la identidad de Jesús.
¡Un ser humano es el único que puede tener genealogía! ¡Un ser divino no puede tenerla!.
La genealogía es la serie de ascendientes de cada individuo. ¿Será posible que si Jesús es Hijo de Dios tenga genealogía? ¡No!, no es posible. Si Jesús es producto de la relación del Espíritu Santo con la virgen María ¿por qué tomarse la molestia Mateo de dejarnos su genealogía? A pesar que ya la mismísima Santa Biblia nos dejó dicho que Jesús es hijo de José.
Y, si es cierto o si fuera cierto que Jesús procede del Espíritu Santo, ¡el pobre de José no tenía ninguna vela en ese entierro!. ¿Por qué le da participación Mateo a José en una harina de otro costal?. ¿Jesús Hijo del Hombre o Hijo de Dios? … ¡Mangos!.
EL PADRE NUESTRO MAL ARTESANO Y FALAZ
Regresando al tema central que tratamos desde aquí, no hay que negar que lo que encontramos un tanto raro, y hasta sospechoso, es el hecho que Yahvé tenga la necesidad que, como un artesano de provincia, y actuando como Marduc el alfarero, moldee y forme al hombre del barro del suelo. Además, que luego de contemplarlo inerte como una estatua –pues está recién hecho- pero estático, decide insuflarle la vida con su aliento.
El inspirado escritor sagrado nos sorprende de veras al presentarnos un personaje que, como Yahvé, es un ser que vibra de emociones y pasiones, demostrando con eso que está vivo. Y la vida, cosa muy apreciada y continuamente investigada para conocer todos sus secretos y así poder vivir un poco más y mejor, le es proporcionada a Adán por medio de un soplo.
Pero esta vida es una temporal, limitada y frágil.
Todos, desde Adán, estamos sujetos a la inexorable cita con la muerte. Y la muerte, que representa la culminación de la actividad de vivir, es indudablemente la derrota del aliento de vida que Yahvé le insufló.
Ese soplo que recibió el padre Adán representa el inicio de la actividad que conocemos por vivir, pero con una muy clara advertencia que Yahvé nos deja y nos hace llegar desde el Deuteronomio 32:39 en donde nos dice y nos arenga.
Yo hago morir y yo haga vivir.
¿No será entonces este Dios bíblico el que causó o hizo que Abel muriera en manos de Caín? ¿Por qué castiga a Caín por la muerte de su hermano Abel, si Yahvé es el que da la muerte? ¿Cuándo hay que entender que es Dios Padre el que da la muerte? ¿Será posible que cuando murieron más de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial? ¿Cuando un padre ofendido mata al secuestrador y violador de su hija? ¿Cuando se mueren miles de niños al día por hambre y miseria? ¿Cuando el cáncer, el sida o cualquier otra mortal enfermedad acaba con el ser humano? ¿Cuándo es Dios Padre el matador de la humanidad?… ¡Siempre!, pues lo dejó bien claro y asentado desde la cita leída anteriormente.
¡Yo haga morir! Es la carta de presentación divina. Y lo ha cumplido fielmente. Veamos si no y para eso sólo tendremos que recordar aquellas venganzas divinas bíblicas que son terribles y sin un ápice de compasión ni comprensión.
Ahí vemos a Yahvé convertido en todo un vengador insaciable de sangre, de muerte y de barbaries. ¿Es este aquel Dios de amor que pregonara Jesús?. Leamos desde Exodo 12:23, 27 y 29 toda la sangriente y asesina personalidad del Dios que tanto hemos venerado, rezado y orado.
Porque Yahvé pasará hiriendo a los egipcios y vosotros veréis a las víctimas como a las víctimas de la pascua de Yahvé. Y sucedió que a la medianoche Yahvé hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del Faraón. No habiendo casa donde no hubiera un muerto.
¡Palabra de Dios!… amén.
¿Para qué insuflarle la vida a Adán si la vida que le legó Yahvé es corta y frágil?. Job muy bien nos lo dice, desesperado y arengando a Dios Padre por la brevedad de la vida. Y leámoslo desde el versículo 14 que nos dice.
El hombre nacido de mujer, vive por pocos días, y hastiado de sinsabores. Sale como una flor y es cortado. Ciertamente sus días están contados. ¡Déjalo! que descanse. Porque si el árbol es cortado, aún queda para él esperanza, pues retoñará aún. Más el hombre morirá, cuando el hombre expire ¿a dónde irá él?. No se levantará de su sueño. Si el hombre muere ¿volverá a vivir?. Como las piedras se desgastan con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera haces tu Yahvé perecer la esperanza del hombre.
¿Comentarios?… ¡para qué!, todo lo dijo ya Job.
Pero nosotros insistimos ¿qué pretendió Yahvé al soplar vida por la nariz del hombre? ¡Ni el Dios bíblico lo sabe!, es más, ni siquiera supo definir la limitación exacta de la vida del hombre, pues en el Génesis 6:3 nos limita a vivir solamente 120 años. Leámoslo.
Y dijo Yahvé: Serán los días del hombre ciento veinte años.
En cambio el Eclesiástico 18:8 nos aclara un poco más la situación y nos dice.
El número de los días del hombre, a más tirar, será de cien años.
Y, para rematar la cuestión, Moisés, varón de Dios Padre, nos embrolla más en el asunto de los años que el hombre está supeditado, por la divinidad bíblica, a vivir. Leemos en el Salmo 90:9 y 10 una parte de la oración de Moisés que nos dice.
Se acaban nuestros años como un suspiro. Los años de nuestra vida son setenta años; y, en los más robustos, hasta ochenta años.
¡Qué ensarta de patrañas!, pero ¿qué podemos esperar de este Dios bíblico que, unas veces él directamente y otras inspirando a grandes patriarcas y profetas, confunde y no puede definir exactamente el claro significado de la vida que graciosamente le otorga al hombre?.
Por regla elemental el fabricante sabe exactamente de la vida útil de sus diferentes productos, pero por lo que hemos visto hasta aquí, parece que Yahvé, el Padre de Jesús, no sabía que él, como fabricante del hombre, tenía que saberlo; y, además, divulgarlo sin tanta mentira y patraña.
Si la vida es cosa de Dios Padre es, lógicamente, una cosa divina, sagrada y debe ser venerada. El libro de Sabiduría 15:11 es muy claro en reafirmar este magno concepto de la vida y nos dice.
Porque Yahvé hizo al hombre, le infundió su semejanza con un alma activa, y le dio espíritu de vida.
Aquí habrá que aclararle al inspirado autor que, la vida que supuestamente Dios Padre le otorgó al hombre, tiene muchas restricciones. Y eso, es lo que no podemos comprender, pues si es cosa de Dios y por lo tanto sagrada, ¿por qué hay que morir? ¿por qué se nos engaña dándonos el placer de saborear una vida que supuestamente es sagrada, pero limitada y como consecuencia de eso luego morimos?.
Leamos lo que en Job 34:14 y 15 nos dicen.
Si Dios retirase su atención del hombre y recogiese su espíritu y su aliento, toda carne perecería y el hombre volvería al polvo.
Igual cosa nos dice el Eclesiastés 12:7 ya que desde ahí leemos.
Y el polvo vuelve a la tierra de donde procede, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio.
Y nosotros insistimos preguntando ¿para qué y por qué Dios Padre hizo o haría algo tan efímero como lo es la vida que nos otorga?.
Para apoyarnos y darnos toda la razón en nuestras conclusiones, y para poder tener la solvencia necesaria para preguntar tales cosas, el autor del Eclesiastés que, en 3:19-21 nos expone sus tremendas dudas y vacilaciones sobre las actuaciones y los dichos de Dios Padre, nos dice.
Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos (vea qué cosa más curiosa, sucede que la palabra de donde han traducido respiración, significa en hebreo espíritu o sea que la verdadera frase debe quedar como sigue: "un mismo espíritu tienen todos, animales y seres humanos"); ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe si el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?.
Antes que nada hay que dejar clarificado que el autor de este libro, ya se trate de Salomón, como se presume y se cree, o de otro rey de Israel, como se auto define el propio autor, creyó más en la versión de Yahvé y su creación, que en la Primera Versión ejecutada por los Elohím en siete días. Y segundo, por lo mismo, es otra falsedad más; ya que, cuando el autor se atreve a poner que todo es hecho del polvo, ¿en qué se basaba para ponerlo así tan tajantemente como nos lo asegura?.
Si leemos todo el primer capítulo del Génesis, ahí no hay tal afirmación de que todo lo existente es hecho o fue hecho del polvo. Para Salomón, o para el que haya compuesto esta mentira o Libro Sagrado, el hombre y la bestia son iguales.
Allá ellos.
LA VIDA NO ES PRODUCTO BÍBLICO NI DE YAHVÉ NI DE LOS ELOHÍM
¿Por qué la vida es tan corta y a la vez tan frágil? ¿En dónde radica o mora la vida?. Y, como para todo hay respuesta en la Biblia, según nos lo han impuesto los líderes religiosos, en el Libro Sagrado de los cristianos encontramos una respuesta a esta interrogante. Y desde allí el Dios bíblico nos dice en Génesis 9:4 lo increíble.
Pero carne con su vida, que es su sangre, no comerás.
Según esto, la sangre es la vida en el ser viviente y por lo tanto en el hombre también. Y nosotros respondemos que no, que la cosa no es así de fácil; que la vida no es manipulable hasta donde pretenden estos santos e inspirados autores bíblicos.
Hoy, entrando en un nuevo siglo y milenio, sabemos muchas cosas que por supuesto el Diosesito bíblico ignoraba. Nosotros tenemos a nuestro alcance un instrumento llamado Ingeniería Genética y sabemos sobre la existencia del ADN y de las cadenas de la vida. La sangre, ciertamente juega un papel muy importante adentro del organismo de los seres vivientes que la portan, pero no representa la vida como tal.
En todo caso podemos preguntarnos, si la sangre es la vida, como nos lo afirma la Biblia, ¿por qué aquellos seres humanos que sufren un fulminante ataque cardíaco sin desangrarse se mueren? ¿por qué teniendo la sangre que es la vida, como asegura la Biblia, mueren muchas personas?.
Hay algo que nos llamó mucho la atención y es que Ezequiel en 18:31 y 32 nos dice cosas muy raras. ¡Extrañamente raras!. Y veámoslas.
¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel?, pues yo no me complazco en la muerte del que muere, dice Yahvé el Señor, convertios, pues, y vivid.
¿Será cierto tanta belleza?… ¡No, qué va!.
Qué más complacencia la de Yahvé sino aquella de ver en sus propias narices cómo moría tan desalmadamente su engañado Hijo Unico Jesucristo!.
Si leemos a Marcos 15:34 nos enteramos que Jesús, al borde de tan triste, como ingrata muerte, dijo, Dios mío, Dios mío ¡por qué me has desamparado!. Y, ¿qué hizo el Padre todo amor, bondad y que no se goza con la muerte del que muere?… ¡Hacerse el loco! ¡No hizo absolutamente nada, se gozó de aquella inútil muerte de su Hijo muy amado!.
Ver, oír y sentir, el padecimiento y la muerte lenta a la que se sometió a Jesús, fue tremendo placer para el Dios bíblico; pues, no haber actuado, o el haber permitido que le sucediera a Jesús todo lo que le sucedió, sin haber intervenido Yahvé, a pesar de la súplica imploratoria que el Cordero de Dios hace cuando grita ¡¡por qué me has desamparado!!, y si eso no es gozarse en un pobre moribundo desamparado ¿qué cosa lo será?.
Sin olvidarnos que ya hemos leído desde Deuteronomio que Dios Padre se goza hasta el delirio haciendo el mal y provocando las desgracias.
Y, cuando leemos cosas como la que nos dice Sabiduría 1:12 y siguientes y en 2 y sus versículos, no tenemos más que reírnos a grandes carcajadas. Y no sólo eso, pues la ocasión es hasta para morirnos de la hilaridad de lo que la Palabra del Dios bíblico se atreve a afirmar. Veamos.
No corráis tras la muerte con los extravíos de vuestra vida. Que Dios Padre no hizo la muerte, ni se goza en la pérdida de los vivientes; pues él creó todas las cosas para la existencia, e hizo saludables a todas las criaturas y no hay en ellas principio de muerte. Porque Dios Padre creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de Su Naturaleza. Más por la envidia del Diablo entró la muerte en el mundo. Y experimentan la muerte sólo aquellos que le pertenecen al Diablo.
¿Qué nos dicen ahora?…
Adelante, ríase. Atáquese de la carcajada incontenible que brota naturalmente después de leer semejante estupidez, pues ahora viene lo mejor.
Y… ¿Jesús el Cristo? ¿Murió, o no?.
Para no incurrir en ningún error nos dice Juan 19:30 que Jesucristo ¡sí murió!. Y leámoslo.
Luego que Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado está. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.
¿A quién le entregó el espíritu Jesús?… ¿al Diablo acaso?, no lo sabemos ni nos lo aclara el chispudo de Juan.
Por su parte Lucas en 23:46 en forma totalmente diferente a Juan nos dice.
Y Jesús clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.
¿Le creemos que el Dios bíblico, el Padre de Jesús, se hizo cargo del espíritu de este pobre desamparado?. ¡Imposible!, pues si no se hizo cargo en vida, menos en la muerte.
¿Por qué encomendar su espíritu al ser que lo deja solo y a su suerte y completamente frustrado?, tal y como Jesús mismo reclama: ¡Por qué me has desamparado!.
Marcos 15:37 es parco en detalles y sólo atina a decirnos.
Tras emitir un gran grito, Jesús expiró.
Mateo es otro que rehuye detalles sobre el momento de la muerte de Jesús y apenas nos dice en 27:50 lo siguiente.
Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.
Como es fácil de ver, sólo en dos de los cuatro evangelistas aseguran tibiamente la muerte del Maestro, siendo ellos Lucas y Marcos que ambos hacen uso de la palabra expirar; en cambio Juan y Mateo nos dicen que Jesús entregó el espíritu.
Sólo nos resta el discutido Pablo y él afirma categóricamente, y sin lugar a ninguna duda al respecto, sobre la muerte de Jesús y lo leemos en 1 de Tesalonicenses 5:9 y 10 que nos dice.
Nuestro Señor Jesucristo quien murió por nosotros.
Con todo lo anterior damos por suficientemente probada la muerte del símbolo del cristianismo. Ya no nos queda la mejor duda que efectivamente Jesús, el Hijo Unico de Dios Padre, el Hijo del Hombre y el auto proclamado Mesías, murió como cualquier ser humano, natural y lógicamente.
Por lo que no nos queda más que inferir y deducir, de lo dicho por el libro de Sabiduría, comprendido adentro de los libros que componen a la Biblia, y por ello mismo inspiración divina, que Jesús, el Nuevo Adán y al que millones de millones de seres humanos han alabado, adorado, venerado, rezado, hecho sacrificios y que, incluso, en el límite del celo religioso hasta han matado en su divino nombre, decimos, inferimos y repetimos, que Jesús no es más que un ser diabólico.
Jesús murió y por lo tanto ¡le pertenece al Diablo!.
Cualquier persona ante este hecho irrefutable puede ripostar diciendo pero Jesús resucitó al tercer día. Y nosotros podemos contestar y lo podemos remitir a que le dé una y mil vueltas al libro de Sabiduría y lo retamos a que encuentre allí algún apartado especial con dedicatoria para aquellos que puedan resucitar y a que encuentre la cláusula bíblica en la que exonera de la aplicación en ellos, de la sentencia lapidante y lastimosa que la Biblia ha decretado y que dice: Experimentan la muerte sólo aquellos que le pertenecen al Diablo.
O sea que todo ser humano que muere es porque forma parte de las huestes diabólicas y no hay ninguna exoneración especial para nadie ¡ni para Jesús el "resucitado"! y en ese sentido el decreto bíblico es clarísimo.
En este pasaje no importan las categorías, tampoco el que alguien se diga Hijo de Dios o que haya nacido de virgen o que Moisés y Elías le hayan hablado, ¡no!. Sencillamente ¡todos aquellos seres humanos que experimentan la muerte, es porque son seres diabólicos!.
Jesús murió –ya lo sabemos- por lo mismo le pertenece al Diablo.
¿Quiere usted seguir pidiendo, orando, adorando y venerando a un ser definido e identificado como diabólico por la Santa Biblia?… ¡Allá usted!. Por nuestra parte dejamos hecha la advertencia.
Además, y para finalizar con este Jesús diabólico, ya con el espíritu preparado para todo, después de esta asombrosa revelación, preguntémonos ¿cómo es que nosotros mismos hemos representado a lo largo de dos mil años a Jesús, el padre del cristianismo, en las iglesias, libros de catecismo o religiosos, en cuadros, rosarios, cadenas y adornos, en afiches, calcomanías y en todo aquello que signifique medio de comunicación?.
En un 99% lo hemos representado crucificado y bien muerto. No lo hemos representado ni resucitado ni vivo, tal y como se ha proclamado y cacareado por los líderes religiosos. Y esto si es grave pues ¡ni los mismos fieles creyentes han creído ese truculento cuento sobre la resucitación de Jesús. ¡Qué vergüenza! Y ¡qué poca madre se ha tenido!.
Ni siquiera los fieles devotos de Jesucristo se han tragado el mensaje de que el Maestro venció a la muerte ya que por siempre lo hemos representado crucificado y muerto. Y eso que nos han leído a diario, en las iglesias, sobre la resurrección de Jesús y así lo visualizamos en el crucifijo que obligadamente tiene que estar en el altar o enfrente del templo.
¡Todo lo contrario!… ¿Necesitará la iglesia cristiana un buen asesor en materia de comunicación social, relaciones públicas, promoción y publicidad?… No hay duda parece que sí.
¿Qué más podemos comentar de lo dicho por este autor inspirado que escribiera el libro de Sabiduría?. Se nos deja dicho como una tajante verdad que Dios Padre no hizo la muerte, entonces ¿quién la hizo realmente? Y nos responden que por envidia del Diablo entró la muerte en el mundo. Aunque, ya en el Deuteronomio 32:39 nos dejaron bien dicho que Yahvé dice: ¡Yo hago vivir y yo hago morir!. ¿Será alguna contradicción de la inspiración divina?. ¡Sí! Y tan grande y falsa como el cristianismo.
Cuando se nos dice que el Dios bíblico proclama ¡Yo hago morir! o que por envidia del Diablo entró la muerte en el mundo, ¿nos estarán diciendo que el Diablo y Yahvé son una sola entidad, que son pareja de una misma polaridad?.
Por lo que se nos dice de la muerte y los poderes especiales del Diablo (pues por el Diablo entró la muerte en el mundo, a pesar de ser una propiedad de Yahvé), parece que no hay duda y que la pareja Yahvé-Diablo son una misma y desgraciada vaina.
Nos dice también el libro de Sabiduría que Dios Padre hizo saludables a todas las criaturas, creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de Su Naturaleza. Ante esto ¿qué nos queda a nosotros por decir, comentar o analizar, después de una sonora carcajada que nos ha provocado la lectura de estos pasajes bíblicos?, solamente decir que a otro perro con ese hueso.
¿Inmortal el hombre?… ¡Huy!.
Tratando de volver un poco al tema de este capítulo ¿qué debemos entender cuando el Génesis 2:7 nos dice: Y sopló Yahvé-Elohím aliento de vida en la nariz del hombre?. Muchas personas lo han tomado como la prueba irrefutable de que Dios Padre nos dio su Espíritu pero, haciendo un pequeño análisis de todo esto, nos topamos con algo importante. El Espíritu de Dios no tiene rostro y tampoco nombre, y se usa, bíblicamente hablando, en la relación del fenómeno natural del viento y de la respiración, tal y como el Salmo 104:29 y 30 lo dicen.
Les retiras el aliento y dejan de existir. Y vuelven al polvo. Envías tu soplo y son creados. Y renuevas la faz de la tierra.
En este contexto de la Biblia son –junto al Espíritu de Dios- el agua, el fuego, el aire y el viento, los grandes símbolos que la Palabra del Dios bíblico usa; y hay que tomar en cuenta que el Espíritu de Dios no se revela como una entidad personal, más bien los textos bíblicos aseguran su presencia como una forma de fuerza que penetra y manipula, que como algo visible y tangible.
Por eso mismo es que no puede ni tiene rostro ni nombre.
RIDÍCULO REYEZUELO PREPOTENTE Y VULGAR
Tenemos que en Génesis 2:8, 9, 15-17 nos dicen:
Y Yahvé-Elohím plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Yahvé-Elohím hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Tomó, pues, Yahvé-Elohím al hombre, diciéndole: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
La expresión Huerto en Edén es sinónimo y es el símbolo de Paraíso Terrenal que todos conocemos muy bien. Huerto proviene del término "pardes" del cual deriva la palabra griega "paradeisos" o paraíso. Ahora bien, la Biblia nos habla del Huerto de Dios Padre para representar la imagen de potentado finquero o terrateniente, amo y señor de vidas y haciendas.
Y así, de esa manera, es que aparece y se mantiene Yahvé en todos los escritos sagrados, con una imagen machista que se le sale por los poros y que ha inundado el ambiente de la humanidad desde que se empezó a vender la idea de un ser divino adentro del contexto judío hasta trasladarla hacia nuestra era cristiana; por lo que, nosotros, fácilmente aceptamos la idea paternalista y hasta humillante de este Dios bíblico.
Yahvé-Elohím es amo de vidas y haciendas.
Los líderes religiosos, de todos los tiempos, han aprovechado la coyuntura mental y emocional del ser humano para ofrecerle, adentro del paquete religioso, un final feliz lleno de todas las cosas buenas que en el transcurso de la vida le es completamente imposible disfrutar. Y, entonces, nos han presentado como meta el Paraíso o el Huerto del Edén, en donde, si cumplimos las normas impuestas por la jerarquía religiosa y por las interpretaciones antojadizas hecha por ellos en el Libro Sagrado, entonces, y sólo así, llegaremos para vivir (¡Oh paradoja, ya muertos!) eternamente.
¡Si ya morimos! ¿Para qué burlarse de la más íntima comunión personal que teníamos con la vida? ¿Cómo está esa bestialidad de querer hacernos tragar el cuento más estúpido que hombre alguno haya inventado? ¿Cómo será eso de vivir eternamente, luego de morir?. ¡Qué brutos!.
Vayan a cualquier tumba, ábranla y observen detenidamente qué es lo que tenemos ante nosotros. ¿Está, acaso, dando señales ese cadáver putrefacto de estar viviendo eternamente?. Y, no lo olvidemos, como ya morimos, somos del Diablo.
Qué triste es observar a los miles de seres humanos que han vivido en tan engañoso y vil sueño, que por otra parte es imposible de cumplirse por medio de este Diosesito bíblico. Cuántas ilusiones y esfuerzos inútiles del ser humano por alcanzar el sueño imposible.
El gran profeta Isaías en 51:3 promete algo muy parecido a la Gloria Eterna, pero por lo que hoy podemos ver, ¡nunca se realizará!. Y nos dice.
Ciertamente consolará Yahvé a Sión (Israel), consolará todas sus soledades y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Yahvé.
Para comenzar, hoy, Israel, no sólo está sola, en medio de naciones hostiles y peligrosas para su propia existencia, sino que ¡nunca ha sido capaz el pueblo israelita de poder vivir en paz, tranquilos y sin ataques!, no digamos en el Paraíso Terrenal. Es sencillo desvirtuar al desequilibrado de Isaías, solamente recordemos las grandes masacres cometidas por los nazis, por los rusos y por la Roma del año 70 de nuestra era, en la cual no sólo no se dejó piedra sobre piedra en Jerusalén, no digamos los millones de seres humanos pertenecientes al pueblo israelita que perecieron a manos de los rusos y nazis hasta hace muy poco.
¿Es esa la promesa del Dios bíblico que nos llega por medio del inspirado Isaías? ¿Es esa la promesa tan bella que cambiará su desierto en paraíso y su soledad en huerto de Yahvé?.
¡Qué fácil es ganar incautos con falsas promesas!… ¿Demagogia?… ¡Claro!.
El ejemplo más representativo lo vemos a través de la historia con las religiones y los grupos o partidos políticos. Todo líder en estos campos busca desesperadamente entronizarse y perpetuarse en el poder y para ello pone en juego la verba y la más fina demagogia que nos pudiéramos imaginar. Ejemplos, miles; y unos de ellos nuestra América Latina completa que ha sido saqueada y sumida en la más horrenda de las pobrezas.
Es muy fácil identificar a estos líderes pues, sus mentiras y verborrea, quedan marcadas como lo que son: falsas promesas para así ganar incautos, o fieles creyentes, que viene siendo lo mismo. Y entonces aquí, la figura poética que usa la Biblia para designar el Paraíso, es de tal magnitud que no podemos dejar de hacer una comparación importante. La Biblia nos dice que Yahvé-Elohím plantó un huerto en Edén, y no podemos ni siquiera imaginar cómo era el mundo cuando sucedieron estos hechos pues el planeta Tierra, según la Palabra del Dios de la Biblia, estaba vacío, oscuro, no había lluvia y por lo tanto no existía la vegetación, no había un solo animal sobre la faz del planeta, ¡ni siquiera aire, el tan necesario y vital aire existía! y, para colmo, ni de agua se disponía.
De lo absurdo de este panorama bíblico es que el Dios Todopoderoso y Eterno, al que tanto le hemos orado, solamente dedica toda su atención a un solo lugar, limitado y específico y, por eso mismo, fuera de toda proporción, que está limitado por cuatro ríos y al cual llamó Huerto de Edén.
¿Cómo surgió entonces toda la vegetación y la fauna en el planeta?.
Por lo menos en la Primera Versión los autores se apiadaron un poco más de nosotros y con chispa nos narran día por día y acción por acción de las diferentes etapas por las que atravesó la Creación y las acciones que se llevaron a cabo para poblar nuestro tan querido planeta Tierra.
Por el contrario en esta otra Versión, y con otra narración, sin especificar tiempo en días, meses o años, Yahvé actúa solo en un muy limitado espacio; mínimo en comparación con todo el resto del planeta.
En el primer relato son los Elohím los creadores del Planeta y, luego de tomarse la molestia de crear a la primera pareja divina, tal y como es el Dios bíblico, le dan, tanto al varón como a la hembra, todo el planeta en propiedad y sin ninguna restricción. En contraposición, en esta otra versión el relato es cambiado y aquí ya el hombre no es producto de una creación sino de una manipulación artesanal y prueba de ello es que es llamado Adán; quien es confinado a vivir en un reducido Huerto y no goza de ningún atributo especial o divino. Muy por el contrario del varón creado a imagen y semejanza de su creador.
Es notorio, y salta rápido a la vista, que algo no está bien en este nuevo cuento que nos recetan; pues dejando tantas cosas que desear, es fácil ver la falta que se tuvo con la tan ingrata y malísima inspiración que fue recibida por medio de este lado. Yahvé prácticamente mete las extremidades inferiores con el tremendo descuido y con el imperdonable olvido de haber hecho al hombre ¡antes que a todo lo demás!. Poniendo en entredicho todo el significado de la fe, de los valores religiosos y del prestigio que ya nos habíamos tragado sobre la inspiración divina que muchos creyeron posible. Ahora bien, después de leer esta Segunda Versión, deberemos de tirarla a donde corresponde, es decir al bote de la basura y al olvido. ¿Verdad?…
Continúa la narración de los hechos acaecidos en el límite del Huerto del Edén y nos relata el versículo 9.
Y Yahvé-Elohím hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer; también al árbol de la vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
¿Y las semillas? ¿Cómo obtuvo de la tierra todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer?. La magia y los trucos no funcionan aquí.
¿Cómo hacemos nosotros para plantar un huerto cualquiera?. Primero, tener localizado el lugar apropiado. Segundo, decidir lo que vamos a plantar. Tercero, tener disponibilidad de las semillas y de los vástagos. Y cuarto, proceder a sembrar las plantas. Y sólo de esa manera tendremos un jardín o un huerto. Si seguimos el plan anterior para hacer un huerto, no nos queda más remedio que mostrarle a usted la verdad de lo que Yahvé hizo.
Efectivamente Yahvé plantó un huerto –tal y como ya lo leímos- pero, como bien lo dice el autor, esta entidad bíblica adolece del atributo de crear. Yahvé está delimitado exclusivamente a hacer y eso significa que tiene obligadamente que utilizar elementos que ya existen para ejecutar todo lo que pretenda hacer.
Si Yahvé quiere plantar un huerto en Edén, tiene que conseguir plantas, semillas y vástagos, luego llevarlos hasta el huerto e inmediatamente después proceder a la siembra. Y, si efectivamente le creemos a la narración bíblica, la que nos asegura que Yahvé hizo nacer de la tierra de Edén todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer, es porque en algún lugar, ajeno y afuera del Paraíso terrenal ¡ya había vegetación!; que, por lógica, sería del único lugar de donde este pícaro personaje divino de la Santa Biblia se habría provisto y apoderado de las semillas, plantitas y vástagos necesarios para la siembra de todo un huerto.
Entonces sí se hubiera llevado a cabo lo que la Biblia ha llamado y proclamado de hacer y plantar un huerto en Edén. No hay otra forma posible por medio de la cual Yahvé pudiera haber ejecutado la acción descrita.
¿Todopoderoso el Dios bíblico? ¡No!, astuto y pícaro más bien pues por su propia limitación al no poder crear, tiene que recurrir a los mejores trucos y malabarismos habido y por haber para hacer un huerto.
Qué barbaridad cómo se ha manipulado la información sencilla expresada en la Biblia.
En los versículos 15-17 leemos.
Tomó, pues Yahvé-Elohím al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Yahvé-Elohím al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
¡Muy bien!… ¿De dónde tomó Yahvé al hombre? ¿En dónde se supone que estaba el hombre entonces? ¿En qué lugar hizo Yahvé al hombre cuando lo elabora del barro de la tierra?.
No podemos entender la frase bíblica recién leída de tomó Yahvé al hombre y lo puso en Edén.
¿De qué lugar exactamente lo tomó?.
No tiene lógica esta frase y hasta es estúpida diríamos más bien. ¿Qué significa que un granjero tome los huevos del gallinero y los ponga en la cocina de su casa?. Sin temor a equivocarnos, lo mismo que le granjero hizo, otro tanto ha de haber hecho Yahvé.
Tomar algo es agarrar, sujetar y detener ese algo. En el caso de Yahvé, éste agarró, sujetó y detuvo al hombre con el objetivo de ser trasladado y llevado para ser colocado en otro lugar diferente en el que originalmente permanecía inmediatamente después de haber sido elaborado de barro.
Y en ese sentido la frase bíblica es clarísima ya que nos dice: Tomó, pues, Yahvé-Elohím al hombre, y lo puso en el huerto de Edén.
El Génesis 2:8 nos dice.
Yahvé-Elohím plantó un huerto en Edén y puso allí al hombre que había formado.
Teniendo dudas preguntamos: ¿Por qué en Génesis 2:15 nos dicen que Yahvé tomó al hombre y luego de eso lo puso en el Huerto del Edén? ¿Por qué tomarlo del huerto y volverlo a poner en el mismo lugar?… ¿A qué lugar fue llevado el primer hombre (por supuesto que primer hombre en esta otra versión) entre la acción de haberlo tomado Yahvé y ponerlo –otra vez- en el huerto?.
¿Resbalón en la inspiración bíblica?… Parece que sí.
Algo interesante también lo constituye el motivo que Yahvé tuvo, y que además dejó manifestado en la Biblia cuando inspira, y deja dicho que, lo que lo motivó a fabricar al hombre es el hecho de no tener un policía, un vigilante y/o un campesino para que cuidase y labrase el huerto de Dios Padre, eso hace que se decida el Todopoderoso Diosesito de pacotilla, y se vea obligado por las circunstancias, a fabricarse uno.
Y eso es lo que leemos en la Palabra del Dios bíblico que Yahvé puso al hombre en el huerto de Edén para que lo labrara y lo guardase.
¡Perfecto!… Todo propietario de tierras, llámese campesino, hacendado, finquero o ranchero, o como en el presente caso de Yahvé que asume el papel de propietario, tiene el derecho de contratar libremente la mano de obra y, si es posible, al más bajo costo; pero fabricarse uno es el ideal perfecto y así es como procede Dios Padre y elabora a Adán del barro con la única intención de disponer de un guardián y labrador del huerto.
Lo que no deja de inquietarnos un poco es que a este Diosesito le salió el tiro por la culata pues, que se sepa, al pobre primer instrumento de la oligarquía agrícola, como lo fue Adán para con su patrón y amo Yahvé, ¡nunca, pero nunca! se le describe como ejecutante de alguna labor agrícola o como guardián.
¿Por qué describir entonces con pompa y vanidad el motivo que impulsó a Yahvé a fabricar a Adán?. Y, lo más importante ¿Qué es lo que tenía que guardar, cuidar y vigilar Adán en el huerto?, si nos están contando que el Dios bíblico, que supuestamente es todopoderoso, fue el que plantó y se tomó la molestia de hacer el jardín de Edén él mismo ¿De quién o de qué habría que temer o protegerse para que una de las obligaciones del primer hombre fuese, precisamente, la de guardar el huerto de Edén?.
Aquí si se tonteó el inspirado autor de estos versículos. Queriéndonos ocultar la verdad, ella misma ha sobresalido.
¿No sucedería que este perverso ser conocido como Yahvé se había robado descaradamente las plantitas, acodos y semillas que usó para sembrar el huerto y que también se haya llevado el árbol de la vida y el de la ciencia del bien y del mal de los ahora, ya seguros, otros habitantes de los alrededores del huerto de Edén y que de ellos, o de alguno de ellos, en especial tenía Yahvé alguna pena, recelo y desconfianza, como para haberle impuesto a Adán la ardua tarea de centinela?.
¿Por qué sentir temor y desconfianza el todopoderoso Dios de la Biblia? ¿Hay o había algo que asustara y atemorizara a Yahvé?, pues por lo descrito aquí ¡sí!. Y sin ir muy lejos recordemos que Yahvé es muy claro y tajante cuando de Azazel se trata. Ahí, con el Dios diabólico del desierto, ordena todo un ritual de respeto y dejando una clara muestra de la sumisión divina hacia Azazel como lo podemos leer y degustar desde Levítico 16:7-10.
En todo esto hay algo que no cuaja. Si la Biblia nos presenta y se toma la molestia de hacernos conocer la grandeza del Dios creador de los cielos y de la tierra, y que en el extremo de su poder hasta decide modelar al hombre de arcilla del suelo, también por medio de la Palabra Divina nos enteramos de la torpeza y de la incapacidad de Dios Padre.
Porque es incapacidad y torpeza el no poseer la capacidad de vigilar y de guardar su propiedad, mucho más siendo Yahvé poderoso y eterno. Si el Dios de la Biblia no puede cuidar ni su propiedad, él que es grande y divino, ¡por qué imponer la tremenda tarea de cuidar y vigilar el huerto recién hecho al neófito de Adán que, de cuidar, vigilar o de labrar no tiene por qué saber cosa alguna!. Y que es tan bruto este Adán que ni siquiera se le ocurre comer del árbol de la vida tal y como leemos en Génesis 2:22 en dónde el propio Dios Padre se lamenta de la tontera y falta de sagacidad de su producto de barro.
Y dijo Yahvé-Elohím: He aquí el hombre es como uno de nosotros (¿acaso fuerte y poderoso?), sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también el árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
¿Bruto Adán?… ¡brutísimo!.
Y a este alelado e incapaz de Adán es a quien el todopoderoso confía la seguridad del huerto.
¡No podemos ni creerlo!.
Por último, y sin que sepamos a ciencia cierta del tiempo que ha transcurrido desde que Yahvé decidiera moldear al hombre de la arcilla del suelo, Dios Padre como que se recuerda de algo importante y de repente tiene un chispazo que le viene y se ilumina su mente y entonces advierte que el primer hombre ¡aún no ha comido!.
¡Qué barbaridad!.
Hagamos una reflexión al respecto. ¿Cuánto tiempo puede o tiene que transcurrir para que alguien pueda comer de los frutos de los árboles que recién se han sembrado?, como mínimo hasta tres años. ¿Y entonces?…
¡Aleluya! ¡Qué barata la mano de obra que Dios Padre usa!. Sin sueldo y sin comida Yahvé obtiene que le labren la tierra y que se la cuiden. ¡Qué explotador hacen que luzca el Dios todo amor que Jesús proclamó!. Y, doblemente asombrados por todo esto, leemos desde Mateo 18:6 lo que el Maestro predicaba.
Pero el que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino y que lo hundieran en el fondo del mar.
Pudiéramos decir muchas cosas antes de comentar lo que nos interesa, como sacar a relucir la vengativa actitud de Jesús, la criminal orientación que impulsa en los que le oyen y la falta total de amor, buena voluntad, comprensión y de caridad para con incluso aquellos malos que hacen tropezar a los pequeños que creen en Jesús; pero podemos dejar para otra ocasión el comentario a fondo de todo el pasaje de Mateo y lo mejor es que hagamos el cuento completo con éste.
Tenemos que replicarle a Jesús ¿Y tu padre Yahvé no privó de alimentos a Adán por mucho tiempo? ¿Habrá que colgarle una piedra de molino a Yahvé y tirarlo al mar? O lo salvará el hecho de que Dios Padre no cumple con la condición de tener que creer en Jesús para eso, porque entonces sí habría que ahogar al Padre Nuestro.
¿Parcial y egoísta Jesucristo? ¡Sí!, parcial y egoísta con aquellos pequeños que sin creer en Jesús, y por lo tanto no cristianizados, son víctimas de aquellos que los abusan, matan y los hacen tropezar. ¿Por qué ni una palabra de consuelo para ellos, aún y con palabras cargadas de violencia y criminalidad como las dichas para los pequeños cristianos que son abusados y hechos tropezar?.
Además ¡nunca hemos visto que los que han hecho tropezar a los cristianos hayan sido colgados con una piedra de molino y tirados al mar!, no ¡nunca!. Y… ha habido, hay y seguirán habiendo aquellos violentos y abusadores que hacen tropezar a los pequeños ya sean cristianos o no.
Yahvé le dice a Adán que de todo árbol del huerto podrá comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no, porque el día que de él coma, ciertamente morirá.
¡Mentiras, puras mentiras y payasadas del Padre Eterno!, pues Adán y Eva comieron del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal ¡y no murieron ese preciso día!, tal y como deja sentenciado a Adán el Dios bíblico. Aún y que la prohibición es exclusiva para Adán, a nuestra madre Eva, Yahvé no le deja ninguna prohibición. ¿Por qué?…
¿Cómo llegar a saber las incongruencias y las faltas de sentido común que Dios Padre tiene y en qué momento las pone en práctica?. Tampoco lo sabemos. Independientemente y de todos modos no vemos por ningún rincón de la Biblia que efectivamente se cumpliera el mandato divino pues, luego de comer del fruto prohibido ni Adán, que era el único sentenciado y advertido, y mucho menos Eva, que no tenía vela en ese entierro, murieron el día que de él comieron, tal y como fue la lapidante orden del Padre Eterno.
¿Calzones aguados Dios Padre?, pues ¡sí!.
¿Por qué usar el pomposo y prepotente mandato de "El día que del fruto prohibido comieres, ese día, ciertamente, morirás"?. Y lo mejor de lo mejor –el bocadillo más suculento- viene ahora. Veamos. ¿Por qué una prohibición tan repentina y una advertencia tajante para con este primer hombre?. Si mal no recordamos, del Primer Relato o Primera Versión, allí los Elohím le dan al primer hombre plenos poderes y plena libertad. Pero en esta otra Versión, Yahvé, por el contrario, confina al primer hombre a vivir en un muy limitado jardín, restringiéndolo de la libertad de locomoción y movilización (¿Primer atentado contra los mínimos derechos humanos?) y prohibiéndole severamente comer de un determinado árbol, so pena de morir instantáneamente en el día que eso sucediera, pero ya vimos que no fue así, que Adán y su consorte Eva comieron del fruto prohibido y ni murió Adán, el advertido, mucho menos resultó muerta Eva.
Delante de otro tropezón, o mejor dicho, metida de pata del autor e inspirado cronista de los hechos bíblicos, en este Segundo Relato de la Creación y específicamente en esta parte de los árboles, nosotros sencillamente nos atrevemos a preguntar ¿Y el árbol de la vida, el que da la inmortalidad, le fue prohibido a Adán el consumo de sus frutos?… ¡No!, no lo fue.
Es más, nos atrevemos a decir que al autor del texto, que estamos revisando, se le pasó por alto este pequeño e insignificante detallito y por eso es que no menciona para nada al árbol más importante. Lo mismo que tampoco hace referencia alguna a la forma en que brotaron los dos árboles especiales, uno de la ciencia del bien y del mal y el otro de la vida eterna. ¿De dónde sacó Yahvé las semillas o brotes de tan peculiares árboles?, puesto que no podía crearlos tenía forzosamente que obtenerlos de donde estuvieran existiendo como tales.
¿En qué lugar existían?.
Es, no sólo humillante el papel que le dan a Adán, sino que es ridícula la actuación que leemos tuvo en estos pasajes, pues lo hacen aparecer como un estúpido. Y veámoslo. Está muy claro que por un tiempo, el cual no sabemos su duración pues no conocemos cuantos días, meses, años, horas, minutos o segundos hayan transcurrido entre el lapso de la prohibición de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, y la acción en que tuvo lugar la desobediencia. Y aquí, en este lapso que indiscutiblemente tuvo que haber sucedido y transcurrido, es en donde aparecen como idiotas nuestros primeros padres pues, sin tener más que una sola y claramente identificada prohibición, ¿por qué no comieron del árbol de la vida que sobre esa fruta no había limitación alguna para comer?.
Ese fruto les hubiera dada la inmortalidad. Y ya inmortales, entonces hubiesen procedido a comer del otro árbol con lo que hubiesen evitado la penalización de muerte.
Sin conocer la respuesta a la inusual manera de comportarse de la primera pareja, debido en parte a que no hay claridad en la narración que un inspirado ofrece y que además no le creemos ni una jota a la Biblia, nos vemos en la obligación de tener que calificar de ridícula la actitud de Adán y Eva.
Con la actuación de la serpiente, adentro del problema de la tentación que los obliga a comer del fruto prohibido, tenemos que asumir otra actitud más seria y calificarla de más ridícula todavía. ¿Por qué la serpiente que los tentó, no les dijo que lo mejor era que antes de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal ellos bien podían comer del fruto del árbol de la vida?… ¡Qué ridículo!. ¿No que la serpiente era el animal más astuto de todos?
Por todo lo visto hasta aquí, tenemos que decir muy gallardamente que no comprendemos el motivo por el cual se nos dice que después de haber comido del fruto prohibido, Yahvé todavía mantenga la extraña actitud que nos describe el Génesis 3:22 y 23 en donde leemos.
Y dijo Yahvé-Elohím: He aquí que el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Yahvé del huerto de Edén.
Pongamos mucha atención a todo esto. ¿Quién o quiénes son los escuchas que oyen la perorata que Yahvé dice?. La frase bíblica claramente alude a alguien más, ya que el versículo empieza contándonos "Y Yahvé dijo". ¿A quiénes dijo Yahvé?.
Además, y aquí ya no cabe la mínima posibilidad de duda, el Dios bíblico se está lamentando profundamente que el hombre, en este caso Adán, "ya es como uno de nosotros".
¿Para qué presumir y delante de quién presumir con la prepotente y tardía precaución de sacar al hombre del huerto de Edén? ¡Adán y Eva ya son como ellos!, ¡ya son como los otros Dioses y ya son especiales!. Además, y aquí también, la narración que el Espíritu Santo hiciera posible en el autor de este pasaje es clarísima pues, ¡solamente a Adán es que Yahvé expulsa del huerto!; a la mujer, a Eva, nuestra madre, no la saca del Paraíso Terrenal.
¿Por qué?… No lo sabemos; pero usted hermano, hermana, pida inspiración que el Señor le dará entendimiento pues es Palabra de Dios Padre. Amén hermanos…
Para ya concluir esta parte, queda muy en claro el fraude, la mentira y la estafa ante la impotencia de este cacareado todopoderoso Dios bíblico que la Biblia se ha encargado de divulgar y sus representantes de imponer que, habiendo amenazado tajantemente con la muerte a Adán si comía del árbol prohibido, en el momento culminante, el Dios bíblico se limita únicamente a sacarlo del huerto.
Y queda, para la posteridad, la burla y la manera cómo Adán no sólo no obedece el mandato divino que obliga a las fuerzas divinas a que tiene que morir instantáneamente, sino que a Adán le viene muy flojo tal mandato de su fabricante.
Es la propia Palabra de este mentirosote Dios la que nos dice en Génesis 5:5 lo que aconteció con el condenado a morir irremisiblemente.
Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años (930); y murió.
¡Gloria a Dios Padre! que, después de 930 años de vivaracha existencia, por fin cumple la terrible amenaza que pesaba sobre Adán y hace que muera el ingrato desobediente. ¿Qué tal será el Dios bíblico?…
Y ahora comprendemos –por fin- aquel refrán tan popular que nos ha acompañado desde siempre que dice que Dios Padre tarda pero no olvida; fue basado en lo que sucedió con Adán que se empezó a confiar de esa manera en la divinidad cristiana.
¡Qué barbaridad con el Dios de la Biblia!. No podíamos siquiera imaginarnos que Yahvé, el Padre Nuestro y el creador de todo el Universo, fuera tan voluble y tan extrañamente falto de memoria; pues se nos había dicho, y todavía se impone al educarnos, que Dios Padre es omnisciente o sea que todo lo sabe. Y en su Palabra encontramos que también eso es falso. En el Génesis 1, al hombre el Padre Nuestro le da total libertad de acción y no hay prohibición alguna, menos mención sobre árboles de vida o que sean de la ciencia del bien y del mal. No, no lo hay. Por lo que fácilmente hemos podido deducir que a Dios Padre le hizo falta más que haber inspirado a algunos seres humanos y así poder contar sus vivencias, tener un revisor, pues quizá así no encontraríamos tanta metida de pata en la Biblia.
Regresando a lo nuestro, a lo que analizamos, nos resta ver los versículos 18-20 del Génesis 2 y leemos sorprendidos, por la falta de tacto y de previsión del todo sabiduría ser bíblico, que allí se nos digan cosas como las que a continuación leeremos.
Y dijo Yahvé-Elohím (vuelta con lo mismo ¿a quién dijo?): No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Yahvé-Elohím formo, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar (¿De dónde las trajo?, tal parece que Yahvé tiene un laboratorio desde donde trae todo lo que hace); y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombres a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo, más para Adán, no se halló ayuda idónea para él.
Empecemos que es irresistible la tijera y el bisturí.
Tratemos, para comenzar bien, de imaginarnos ese preciso momento y veamos así lo que sucedió. Muy bien. Tenemos que Yahvé dice, y debemos preguntarnos, ¿a quién le dice o a quiénes se está dirigiendo?, aparentemente no se está dirigiendo a nadie, más bien pareciera como que lo dicho por Yahvé sirve como una afirmación de su autoridad, de la cual tanto presume él, más sin embargo nos encontramos, como ya lo vimos, que en Génesis 3:22 se nos dice "Y dijo Yahvé: He aquí que el hombre es como uno de nosotros", más claro ni la luz del Sol.
Con esto debemos entender que sí hay auditorio. Y, si hay público, es porque el Dios de la Biblia tiene escuchas.
Pero no nos llamemos a equivocación. Hay que conocer qué clase de público es este y, como nos hemos fijado muy bien en lo leído, cuando dice Yahvé "el hombre es como uno de nosotros", en esta frase está diciéndonos la clase de escuchas que tiene y que son iguales a Dios Padre. ¿O acaso no nos hemos dado cuenta que Yahvé se muestra sumamente preocupado por la posibilidad de que Adán se haga o se convierta como "uno de nosotros"?.
Punto número uno: Yahvé no está sólo, tal y como se nos había dicho desde siempre y que lo habíamos creído. O mejor dicho, tal y como nos lo habían impuesto
Y punto número dos: Reconocer, por parte del Padre Nuestro, que "no es bueno que el hombre este solo", es reconocer y hacer pública la improvisación de la divinidad cristiana, pues si tan poderoso es ¿por qué no de una buena vez y junto al hombre no hizo a la compañía adecuada?.
Mirando el asunto desde otro ángulo tenemos otra sorpresa, por supuesto que solo para nosotros, pues para Yahvé y todos los demás Dioses que lo acompañan, no fue más que una salida elegante ante el error garrafal cometido.
Nos dicen que Yahvé se lamenta y reclama a la vez exclamando "No es bueno que el hombre esté solo". ¿Por qué se queja tan amargamente la divinidad bíblica de tener tan solo al hombre? ¿No fue esa una decisión de su soberana voluntad divina? ¿Qué teme Dios Padre que le pueda pasar al hombre al estar solo? ¿Por qué ese angustioso llamado de atención tan repentinamente expresado? ¿Quién o quiénes le podrán hacer algún daño a Adán?.
Lo que sí está suficientemente bien claro es que hay algo de lo que se debe proteger a Adán.
Y a continuación, y luego de haber reconocido el error de tener al hombre solo, Yahvé decide rectificar y dice que le hará ayuda idónea para él. O sea que la divinidad procederá a producir algo conveniente para el hombre solitario y es desde el versículo 19 que encontramos la descripción de la tal ayuda idónea.
Yahvé-Elohím formó de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán.
Hay que hacer un alto obligado para comentar algo que, si no lo hacemos ahora, corremos el riesgo de perderlo. ¿Por qué no se nos dice nada sobre la producción o formación de los peces y de los demás animales marinos o acuáticos? ¿Por qué aquí en esta otra versión se dice que "Yahvé formó de la tierra a las aves de los cielos"?.
Si mal no recordamos en Génesis 1:20 se nos dice otra cosa muy diferente con la manera cómo se procedió a la producción de las aves:
Dijo Elohím: Produzcan las aguas seres vivientes y aves que vuelan sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
¡Qué cambio!.
En una versión son las aguas las que incuban y producen a las aves de los cielos y en este otro relato se nos quiere hacer creer que ni por asomo las cosas fueron como ya se habían dado con los Elohím. Aquí, las aves de los cielos fueron formadas por la mano de Yahvé, y surgen como un producto de la tierra pues así nos lo describe Génesis 2:19 como recién hemos leído.
En un lado se nos asegura que las aves proceden del agua y del otro que no, que las aves provienen de la tierra; y cualquiera sabe muy bien que la tierra y el agua son dos cosas totalmente diferentes. ¡Diametralmente opuestas!.
¿Quién tiene la razón? ¿Será posible que ambas versiones bíblicas, ambas inspiradas por el mismo Espíritu de Dios Padre, estén equivocadas a la vez? ¡Será posible que Dios Padre se haya tonteado y metido las patas con haber mandado dos mensajes diferentes sólo por fastidiar a sus fieles creyentes?.
Como bien lo dijimos, extraña mucho que en esta Segunda Versión no nos hablen ni una sola palabra acerca de cómo surgieron los animales marinos o acuáticos. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo surgieron a la existencia los peces, cangrejos, pulpos y todos los demás seres marinos?, pues, según esta inspiración, ni siquiera fue digno el tema como para haberlo mencionado o aclarado. ¿Por qué se les pasó por alto este pequeño detalle?.
Lo que más molesta de este olvido es que, recordando al cristianismo, el pez fue el símbolo de los primeros miembros de este grupo y por lo mismo tenemos necesidad que se nos explique el motivo poderoso para tan lamentable falta y omisión.
Pero sigamos. Y nos encontramos ahora ante otro hecho por demás lamentable. Nos dice el versículo 20.
Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; más para Adán no se halló ayuda idónea para él.
¡Cómo fue posible tal cosa!.
Si el Padre Nuestro, el omnisapiente Yahvé el guerrero, decide y está comprometido en ello a hacer ayuda idónea para Adán, y procede a ejecutarla, ¿por qué este versículo desenmascara a la divinidad bíblica reconociendo la limitación de Dios Padre al dejarnos constancia de dicha falta en la frase "Y no se halló ayuda idónea para Adán"?.
¡El Dios bíblico no resuelve la soledad del hombre!.
Al contrario lo complica todo pues resulta risible, y suena más a una mala broma, que Yahvé reflexione y se lamente diciendo "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él". Y la tal ayuda idónea es "formar de la tierra animales y aves", pero el resultado real de haber intentado y anunciado hacer la tal ayuda idónea es un rotundo fracaso; porque ¿qué otra cosa puede ser que reconozca pública y estruendosamente Dios Padre en la Biblia que "no se halló ayuda idónea para Adán"?.
¡Fracaso! ¡Fracaso! Y más ¡Fracaso!.
Y esto ya es el colmo de los colmos y una payasada más para con la divinidad. ¿Qué clase de sabiduría y poder proclama y detenta este Diosesito bíblico cuando, cometiendo semejantes metidas de pata, brilla su verdadera personalidad de ser una entidad sin ningún poder y sin conocimientos?.
En la revelación bíblica la Palabra del Padre Nuestro supuestamente debería de estar revestida de sabiduría. O sea, que no hay lugar a faltas de inteligencia, de cultura y de tradición en el Dios de la Biblia. El Padre Eterno, se supone, está revestido de la sabiduría necesaria como para saber y conocerlo todo. Se le supone sabio. Y si ya se nos ha impuesto ese criterio sobre el Dios Padre que hemos adorado desde siempre y si ya nosotros en nuestra psiquis así mismo hemos permitido que ocupe un lugar que nos ha dado tranquilidad ¿por qué esta prueba tan clara de ignorancia divina?.
En Isaías 40:20 se nos afirma que todo aquel experto en su oficio merece el nombre de sabio. ¿Qué nombre merece aquel que nos han presentado como el creador y que nos ha demostrado que definitivamente no es un experto en su oficio?.
¿Por qué el Deuteronomio 4:6 trata de tontearnos cuando afirma que Yahvé hace de Israel el "único pueblo sabio e inteligente"? ¿Y los demás pueblos de la Tierra? ¿Son acaso brutos o faltos de capacidad de aprendizaje?.
La figura, más bien lírica que otra cosa, de la sabiduría de Yahvé y que la representan simbólicamente por una forma femenina, es un insulto para la humanidad.
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