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Psicopatías (página 2)


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  1. 2.1 Los pioneros de la investigación

    En lo que podríamos llamar un período precientífico de la historia de la psicopatología que abarca desde la antigüedad hasta prácticamente el siglo XV deberíamos citar a Asclepíades (124-56 a.C.), que fuera llamado el "príncipe de los médicos", quien creara el término "alienus" —locura—, señalando con ello "enfermedad" que tornaba "extraño", "otro", "distinto a los demás, al que lo sufría, manifestando que esta enfermedad podía ser aguda o crónica".

    Posteriormente, ya en el siglo I d.C., Aulo Cornelio Celso describía la "insania".

    Claudio Galeno (138-201 d.C.) hace mención a la "locura" diferenciándola en "idiopática" o "vesania" y "refleja" o "por consensus".

    En el Corpus Iuris Civilis, verdadera compilación del Derecho ordenada por el emperador Justiniano (482-565) llamado por ello "Código Justiniano", incorpora el concepto de "intervalo lúcido".

    Por esa época entre las formas de alienación se conocían "insania" y "demencia". Aquella susceptible de curación; la segunda, no; la "fautitas" (debilidad mental), moria (puerilismo) y "mente captus" (excitación maníaca).

    Prácticamente este período, de ahí que lo denominamos precientífico, no proporciona otros elementos atinentes a la concepción de la psicopatología.

    Ya en el siglo XVI encontramos a un médico que se desempeñó como profesor de Medicina en la Universidad de Pavia, Girolano Cardamo (1501-1596), que a raíz de que su hijo envenenara a su propia mujer y por ello condenado y decapitado, escribía una obra en 1561, De utilitate de adversis capiendi. En ella describe, esto por primera vez, una forma clínica de enfermedad mental que denomina "improbidad" la que no alcanza a ser insania dice, porque los que la padecen mantienen la aptitud para dirigir su voluntad.

    Como vemos pareciera que Cardamo, a través de esta denominación intuyera aquellos cuadros de la psicopatología que sin ser "insanos", "alienados", en fin "psicóticos", padecen algún trastorno tan propio de los que posteriormente fueran descriptos como "psicopáticos".

    Gianbatista Dalla Porta (1540-1615) creador de la ciencia fisiognómica en su obra De humana physiognomica, consideraba la posibilidad de establecer una relación entre el rostro y el carácter del individuo.

    Entrando ya en el siglo XVII no podemos dejar de mencionar la figura de Pablo Zacchia (1584-1654) fundador diríamos de la Psiquiatría Médico Legal. De su obra máxima Cuestiones Médico Legales, extrapolamos el último de los diez libros de que consta dicha obra que está referida exclusivamente a temas psiquiátrico forenses, donde inicia su exposición sosteniendo que "…para juzgar el estado mental de un individuo, el único capacitado para ello es el médico", y agrega: "…los médicos se aplican a estudiar la fisonomía, las particularidades físicas y las psíquicas representadas especialmente por el modo de pensar y por el modo como se exteriorizan los sentimientos". Por el aporte de carácter científico que hizo Zacchia a la psiquiatría forense que otro gran maestro de la psiquiatría Laignel Lavestine exponiendo en su Cátedra en 1922 expresó: "…la historia de la psiquiatría médico legal he creído poder dividirla de la siguiente manera: antes de Zacchia, después de Zacchia".

    Pero es entre el siglo XVIII y el XIX cuando comienzan los aportes más notables de la concepción que luego adquiriría significación propia, es decir las "psicopatías" o "trastornos de personalidad".

    Así Philippe Pinel (1745-1826) quien fuera el primero de los clínicos en merecer el nombre de psiquiatra, en 1809 publica su "Traité de la mente" donde describe una forma clínica novedosa de enfermedad mental que denomina "manía razonante" caracterizada porque el paciente no es un "enfermo de la inteligencia" y sí, de sus "instintos" que lo tornan en su conducta con un accionar maligno respecto de las personas y de los animales.

    Podríamos decir que con esta denominación Pinel genera el concepto que Pritchard describiera como "locura moral".

    En efecto James Cowles Pritchard (1786-1861) es el primero que en su obra famosa Treatise on insanity and other disorders affecting the mind, menciona y describe la famosa "locura moral" (moral insanity), refiriéndose a aquellos sujetos cuya moral o principios de conducta están fuertemente pervertidos o depravados, siendo incapaces de conducirse con decencia y propiedad en los quehaceres de la vida.

    La locura moral aparece así como una variedad de insania diferente de las otras variedades patológicas, caracterizada fundamentalmente por la "asocialidad".

    César Lombroso (1836-1909) se afirma en este nuevo concepto psicopatológico para proclamar su teoría criminológica del "hombre delincuente".

    Prácticamente podemos partir entonces de Pinel (1809) por su descripción de las "manías sin delirio". Años más tarde y siempre en Francia, Esquirol (1838) con la delineación de las "locuras de los sentimientos, de la inteligencia y de los instintos" contribuyó al encasillamiento de los así llamados "locos morales", entidad creada poco antes por Pritchard en Inglaterra.

    En 1863 Morel introduce el concepto de "degeneración y degenerados superiores" e incluye en éstos, a aquellas alteraciones de índole hereditaria con conservación de la inteligencia.

    Magnan, Grasset y Regis desarrollan esta tendencia en Francia, y Griessinger y Kraft-Ebing en Alemania hasta que en 1888 surge la figura que delimitaría con mayor precisión las así llamadas "inferioridades psicopáticas", nos referimos al psiquiatra alemán J. Koch.

    Este autor considera la posibilidad de la psicopatía congénita y adquirida, no excluye de las mismas a las deficiencias intelectuales y recalca el carácter psicofísico de estos trastornos. En 1904 Kraepelin, crea la denominación "personalidad psicopática" y las diferencia de los "estados psicopáticos". Estos últimos comprendían:

    a) Nerviosidad,

    b) Excitación y depresión constitucional,

    c) Locura obsesiva,

    d) Aberraciones sexuales.

    Para dicho autor las personalidades psicopáticas son formas frustradas de psicosis y las define siguiendo un criterio fundamentalmente genético, calificándolas como tal cuando sus defectos se limitan esencialmente a la vida afectiva y a la voluntad. Incluye en este grupo al delincuente nato, a los inconstantes, a los mentirosos y farsantes y a los seudoquerellantes.

    En 1923, Regis en su Precis de Psychiatrie, denomina este grupo de pacientes como "disarmónicos".

    2.2 Las diferentes aproximaciones al concepto actual

    Durante el período comprendido entre los años 1920 y 1930, la investigación de los orígenes de la psicopatía provoca el enfrentamiento de dos escuelas opuestas, la freudiana y la constitucionalista, la primera basada en los conflictos internos, afirmaba que la falta de desarrollo del superyó se debía a la presencia de frustraciones en la infancia.

    La escuela constitucionalista, diferenciaba a estos sujetos diciendo que eran constitucionalmente diferentes a los individuos sanos y que tenía una base orgánica.

    Paralelamente a estas dos escuelas surge un tercer punto de vista y es la explicación sociológica del fenómeno, que intentaban demostrar que el crimen tenía un origen enteramente social, surgiendo varios autores que se adscribieron en las décadas de 1950 y 1960.

    2.3 El enfoque de Kurt Schneider

    Toda la conceptualización psiquiátrica alemana ha encontrado un significado específico en los trabajos de este autor, en efecto Kurt Schneider en 1923, define la personalidad psicopática como aquellas personalidades anormales que sufren por su anormalidad o hacen sufrir bajo ella, a la sociedad.

    Es decir introduce de esta manera un concepto valorativo desde el punto de vista social, y si bien reconoce que dicho criterio es eminentemente subjetivo, sustenta su formulación, en la necesidad de una selección práctica. La clasificación propuesta es quizás el aporte más importante que el autor realiza a la psiquiatría europea.

    Esta clasificación pretende establecer una tipología asistemática con tipos esenciales incomparables caracterizados y designados sólo por sus rasgos más sobresalientes. Las diez categorías descriptas son:

    1) Hipertímicos,

    2) Depresivos,

    3) Inseguros,

    4) Fanáticos,

    5) Necesitados de estima,

    6) Lábiles de estado de ánimo,

    7) Explosivos,

    8) Desalmados,

    9) Abúlicos,

    10) Asténicos.

    2.4 El gran aporte de Cleckley

    H. Cleckley, en su tratado The mask of sanity (en 1941 fue la primer edición) presenta un perfil de la psicopatía, determinando 16 rasgos que consideraba más significativos del trastorno y que son los siguientes:

    1) Encanto externo y notable inteligencia.

    2) Ausencia de alucinaciones y de otras alteraciones del pensamiento irracional.

    3) Ausencia de "nerviosismo" o de reacciones neuróticas.

    4) Indigno de confianza.

    5) Mentiras e insinceridad.

    6) Falta de sentimientos de culpabilidad y de vergüenza.

    7) Conducta antisocial sin aparente remordimiento.

    8) Razonamiento insuficientemente y falta de capacidad para aprender de la experiencia.

    9) Egocentrismo patológico e incapacidad para amar.

    10) Gran pobreza de reacciones afectivas primordiales.

    11) Pérdida específica de intuición.

    12) Irresponsabilidad en las relaciones interpersonales corrientes.

    13) Comportamiento fantástico y poco recomendable por lo que respecta a la bebida, e incluso enajenado en algunas ocasiones.

    14) Amenazas de suicidio raramente cumplidas.

    15) Vida sexual impersonal, trivial y poco integrada.

    16) Incapacidad para seguir cualquier plan de vida.

    Estos criterios serán vistos nuevamente cuando hablemos de los instrumentos de evaluación utilizados en la actualidad.

    2.5 Algunos conceptos a partir de 1945

    Mira y López en su Tratado de Psicología Jurídica en 1945, define a la personalidad psicopática como "…aquella personalidad mal estructurada, predispuesta a la disarmonía intrapsíquica, que tiene menos capacidad que la mayoría de los miembros de su edad, sexo y cultura para adaptarse a las exigencias de la vida social".

    Considera en su clasificación, 11 tipos anormales y que denomina:

    1) Asténica,

    2) Compulsiva,

    3) Explosiva,

    4) Inestable,

    5) Histérica,

    6) Cicloide,

    7) Sensitivo-paranoide,

    8) Esquizoide,

    9) Perversa,

    10) Hipocondríaca

    11) Homosexual.

    Este autor, en su manual de psiquiatría señala que el concepto de "personalidades psicopáticas" ha sustituido al de "constitución psicopática", teniendo en cuenta que tales personalidades no son sólo el producto de propiedades genotípicas, toda vez que existe un gran número de personas, que sin tener un déficit en su desarrollo psíquico viven en un inestable equilibrio intrapsíquico, fácilmente perturbado cuando las circunstancias ambientales se hacen desfavorables.

    Así, en nuestra opinión aceptable interpretación etiopatogénica destaca en complejo estructural de actos de tipos de personalidad, los rasgos internos que nos expliquen la anormalidad de sus manifestaciones y su fácil desadaptación social.

    Entre tales rasgos señala la desproporción o falta de armonía que se observa entre sus distintas partes constituyentes, la inestabilidad de las reacciones afectivas que compromete o dificulta más aun la obtención de la síntesis psíquica; es común a todos los psicópatas la irregularidad de sus estados de ánimo, de sus propósitos y de su actos.

    Otro rasgo distintivo para este autor es la falta de objetividad en los juicios. Finalmente, señala la excesiva discordancia existente entre el concepto que tienen de sí y de los demás, el que los demás tienen de ella y el "ideal" personal hacia el cual aspiran.

    En suma, dice, las personalidades psicopáticas ofrecen muchos rasgos de "primitivismo mental" y son desde este punto compatibles a las mentalidades infantiles y salvajes.

    K. Eissler, en 1949 señalando la diferencia que existía entre los sociópatas —personalidad antisocial de los neuróticos y de los delincuentes— consideraba que aquellos eran portadores de ciertos trastornos que le eran propios. Estos trastornos presentan como características además de la ausencia de sentimiento de culpa y de ansiedad, superficialidad de las metas y orientación egocéntrica.

    Los hermanos William y Joan Mc Cord, en 1956 en su libro, Psicopatía y Delincuente, describen lo que dieron en llamar "síndrome psicopático". Describieron en él, las siguientes características: escaso o ningún sentimiento de culpa, perturbada capacidad de amar (cuando tienen alguna relación afectiva, es escasa, de corta duración y tendiente a la satisfacción de sus propios deseos), conducta asocial, necesidad de excitación, impulsividad y agresión.

    En 1960, Glover, destaca como característica que definen al psicópata, perturbaciones afectivas, perturbaciones del instinto, deficiente estructura yoica, deficiente estructura superyoica, juicio de realidad disminuido, vivir sólo el presente, vale decir ausencia de capacidad de prospección, bajo umbral frente a las frustraciones de origen constitucional, conductas antisociales y ubica a estos enfermos entre las neurosis y las psicosis.

    Por su parte D. Liberman, en 1962, se ocupa de las psicopatías, considerando que presentan una perturbación pragmática que toma de Morris y la semiótica, subdividida en semántica, sintaxis y pragmática, es decir que ubica en el área de la comunicación dicha perturbación y de la cual se derivan las otras es decir, dificultades en el pensamiento, en su relación con la realidad y en la constitución de una identidad integrada. Esa perturbación pragmática le imposibilita el uso instrumental de los símbolos verbales y es una de las causas que determinan su lenguaje de acción porque reemplaza la palabra por la acción impulsiva.

    Henri Ey en su Tratado de Psiquiatría de 1965 incluye a las personalidades psicopáticas dentro del capítulo de las enfermedades mentales crónicas, que considera como un desequilibrio psíquico destacando en él, las anomalías caracterológicas de la personalidad.

    Refiere que el denominador común reconocido por la literatura psiquiátrica contemporánea es "la antisociabilidad y su impulsividad", presentando estos sujetos trastornos afectivos y caracteriales diversos y una propensión a las conductas antisociales.

    Dicho autor señala respecto a las anomalías caracterológicas que la patología del carácter representa un proceso de organización (en el que se combinan y suman los rasgos del carácter y los mecanismos de defensa del Yo) para formar una clase de personalidad anacrónica, regresiva y como encadenada a su fatalidad interna y agrega que ese desequilibrio psíquico afecta a la cohesión y equilibrio emocional y volitivo de la personalidad.

    L.C. Kolb, en 1976, en su Tratado de Psiquiatría Clínica Moderna, señala que en los trastornos de personalidad se dan variantes que van desde la inflexibilidad de la personalidad o su especial vulnerabilidad ante determinadas causas de stress, y las dificultades en la adaptación sexual y social que resultan evidentes y aparecen en forma repetida a lo largo de la vida, a pesar de que el individuo posee una capacidad intelectual adecuada.

    Este mismo autor refiere que en los trastornos de la personalidad con manifestaciones de tinte paranoide, ciclotímico y esquizoide, el funcionamiento Yoico y la capacidad de valorar la realidad permanecen intactos, permitiendo a la persona adaptarse a la sociedad en forma afectiva.

    2.6 Evolución del concepto de Trastorno Antisocial de la Personalidad

    En los últimos años se ha ido reemplazando el concepto de "psicopatía" por otro concepto de naturaleza más sociológica, el TAP, "Trastorno Antisocial de la Personalidad" (DSM-III, APA 1980).

    En la actualidad los sustantivos referidos anteriormente como manía, locura sin delirio, locura de los degenerados, moral insanity, etcétera, han sido reemplazados por el trastorno antisocial de la personalidad en términos de clasificación psiquiátrica alegándose el término psicopatía a la investigación. Existen muchos autores que consideran que a pesar del uso frecuente como sinónimos equivalentes de los términos psicopatía y trastorno antisocial de la personalidad, se trataría de dos conceptos diferentes. Al parecer el concepto responsable de tal confusión sería la conducta antisocial, como dado que es el punto de intersección entre ambos trastornos. Si consideramos la conducta antisocial en sí misma nos encontraríamos con que en ocasiones el factor responsable de su manifestación es la personalidad psicopática, en otras ocasiones sería el trastorno antisocial de la personalidad quedando un área en las que se incluirían diversas causas como el alcoholismo y la drogadicción.

    La psiquiatría clásica los define como personas inestables que se dan a los placeres inmediatos, parecen carecer de un sentido de responsabilidad y a pesar de humillaciones y castigos repetidos no aprenden a modificar su conducta.

    El tipo de personalidad más frecuentemente descripto corresponde a la denominada constitución perversa o personalidad desalmada de Schneider.

    En la tesis de doctorado Personalidad Psicopática Perversa Post-traumática, escrita por el Dr. Antonio Bruno, en el año 1958, el autor siguiendo el criterio de Regis, resume en cinco términos la sintomatología de este cuadro.

    Ellas son: inafectividad, amoralidad, impulsividad, inadaptabilidad e incorregibilidad.

    Analizaremos cada una de ellas.

    1) Inafectividad: ya desde niño se observa el desapego y el carácter disimulado. No manifiesta inclinación por nadie, permanece indiferente al afecto que se le brinda.

    Se observa en el perverso una completa pérdida de la afectividad que une a los hijos con los padres y a los hombres con sus semejantes.

    No comprende el afecto y no sólo es indiferente, sino que se burla cínicamente de ello. No hay en estos enfermos atisbos de reacciones emocionales. La frialdad emocional es su signo.

    2) Amoralidad: padecen los perversos una insensibilidad moral más o menos completa, una falta de juicio moral y de noción de ética.

    Carecen, siguiendo a Schneider, de conciencia moral, ausencia de sentimientos morales, según Mira y López.

    Cabe mencionar aquí el llamado "síntoma de Lombroso", por De Sanctis, consistente en la relación que habitualmente se encuentra entre la hipoalgesia de los tejidos o escasa sensibilidad al dolor físico y grave insensibilidad moral que llega hasta la inmoralidad.

    3) Impulsividad: la pérdida del sentido moral permite comprender fácilmente que los instintos no poseen freno alguno.

    Además de la ausencia de sentimientos éticos altruistas, se aprecia como disturbio final afectivo una gran irritabilidad, que unido a la falta de sentimientos morales, lo impulsan a cometer las más grandes brutalidades y crueldades, llegando fácilmente a actos agresivos (homicidios, lesiones).

    4) Inadaptabilidad: el perverso muestra ya sus primeros contactos sociales en disciplina, crueldad y manifiesta tendencia a la actividad delictiva.

    La inadaptabilidad aparece tempranamente en el medio familiar, se sienten, estos enfermos, molestos a la autoridad de sus progenitores.

    Durante el período escolar es un alumno detestable, incapaz de observar los reglamentos escolares. Por su mentalidad, no tiene estabilidad en un oficio o empleo.

    Por ello su vida comienza a desenvolverse al margen de la ley y de la sociedad. Detenidos van a la cárcel, puestos en libertad vuelven a lo mismo, es imposible corregirlos.

    5) Incorregibilidad: puede desmembrarse de lo indicado como inadaptabilidad. En efecto, el perverso no puede recibir los beneficios de la reeducación, pues son incapaces de alcanzar las posibilidades de una readaptación social siendo insensibles al castigo o al premio.

    Gisbert Calabuyg y Sánchez Blanque refieren que Birbaun fue el primero que estableció características generales de las personalidades antisociales que serían las siguientes:

    a) Desproporción entre los estímulos recibidos y las respuestas emitidas, es decir, el sujeto responde en forma exagerada ante un estímulo mínimo, mientras que otras muestran una falta evidente de reacción ante estímulos importantes.

    b) Disarmonía entre los elementos que integran el carácter; con esto se quiere decir que el sujeto no mantiene un equilibrio entre su inteligencia, su afectividad, su vida pulsional y su voluntad.

    Así dicen estos autores, las fantasías no resaltan controladas por la crítica racional, la voluntad cede ante la presión impulsiva, la afectividad está unas veces embotada y otras veces exaltada y a menudo es lábil, bruscamente cambiante o inconsistente.

    c) Intolerancia psicofísica, es decir, son sujetos que se quejan de todo, por incapacidad para soportar desde las pequeñas incomodidades, hasta el dolor, o fenómenos naturales como los cambios climáticos.

    d) Inadaptabilidad a la vida, ésta es la resultante de las características expuestas y que resulta de extrema importancia. En efecto, el sujeto no se encuentra a gusto en ninguna parte, empezando como lo destacan los autores citados, porque no se sienten bien consigo mismos.

    O bien se infravaloran o se sobrevaloran, o bien se idealizan a los demás o desean intensamente estar con ellos para que los apoyen o admiren, o bien rechazan bruscamente, los desestiman, los desprecian o los agreden.

    De allí el permanente malestar, la disforia, las discusiones con los demás, los muy frecuentes cambios de empleo, lugar de residencia, amistades y pareja.

    e) Conducta antisocial. Aquí Birbaun se refiere a la conducta antisocial de cualquier personalidad psicopática y no a la que se denomina trastorno antisocial de personalidad, es decir al hecho de que el sujeto por su falta de control, su disarmonía personal, su intolerancia psicofísica, su impulsividad, etcétera, entra en frecuentes conflictos con los demás.

    2.7 Conceptos actuales del trastorno antisocial de la personalidad

    Las personalidades antisociales constituyen el caso más llamativo de anomalías en la adquisición de los aprendizajes normativos y acostumbran a crear trastornos de todo tipo en las personas que los rodean. Además, han suscitado una gran alarma social por los factores de criminalidad que están asociados a ellas.

    Estas personalidades han sido llamadas por Millon (1981), personalidades agresivas por considerar que el término antisocial incluye una connotación valorativa y que algunas características de personalidad similares se encuentran también en individuos que no atentan abiertamente contra los usos y las convenciones sociales.

    No es fácil estudiar este trastorno porque se mezclan los conceptos de criminalidad, sociopatía y trastorno antisocial de la personalidad. Los psicópatas —vieja denominación de este trastorno— han sido denominados también sociópatas por dos motivos:

    1) El no ser alteraciones de índole congénita, y

    2) El constituir una personalidad que, precisamente por su modo de ser, deviene en una inadaptación social.

    Para algunos autores, como la Dra. Paz de Corral, profesora titular de la Cátedra de Terapia de la Conducta de la Universidad de San Sebastián, el término psicópata no resulta en la actualidad una palabra adecuada. Es la denominación de una especie (psicopatías frente a neurosis y psicosis), mediante un nombre (etimológicamente, psicopatía debería incluir todas las presuntas alteraciones de la conducta, como cardiopatías incluye todas la alteraciones cardíacas).

    Por otra parte, tiene unas connotaciones que no son válidas en la actualidad. De hecho, hace referencia a disposiciones constitucionales incluso hereditarias, a "degeneraciones" biológicas y psicológicas (de tipo moral incluso), que han sido resultado de la especulación positivista del siglo XIX (Castilla del Pino, 1980; Mc Cord, 1982). No es asimismo infrecuente la utilización del término referido impropiamente a las personas agresivas que nos resultan molestas.

    Por todo ello, el término psicopatía es sustituido en el DSM-III-R, por el de trastorno antisocial de la personalidad, que acentúa los rasgos antisociales de este trastorno. El riesgo de asocialidad se constituye, por lo tanto, en un componente central y sirve para diferenciar a las personas aquejadas de este trastorno del resto de los delincuentes, que al menos poseen una cultura delictiva con la que se pueden identificar y que son capaces de funcionar adecuadamente dentro de su grupo, manifestando lealtad, sentimientos de culpa y afecto (Garrido, 1993).

    Este trastorno es a menudo extraordinariamente incapacitante porque los primeros síntomas que aparecen en la niñez interfieren con el rendimiento educativo y dificultan la profesionalización ulterior. Después de los 30 años, la conducta antisocial más flagrante puede disminuir sobre todo la promiscuidad sexual, las peleas y la delincuencia, si bien pueden madurar con el paso de los años, son objeto de tantas complicaciones biográficas (manicomios, encarcelamientos, aislamiento familiar y social, etcétera) que es difícil hablar de la normalización de su personalidad en la vida adulta (Valdés, 1991).

    Los rasgos nucleares del trastorno antisocial de la personalidad son los comportamientos impulsivos, sin reparar en las consecuencias negativas de las conductas, la ausencia de responsabilidades personales y sociales con déficits en la solución de problemas, y la pobreza sentimental, sin sentimientos de amor y culpabilidad. Como consecuencia de todo ello, estas personas carecen de mínimo equipamiento cognitivo y afectivo necesario para asumir los valores y normas morales aceptados socialmente.

  2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE PSICOPATÍA

    La Décima Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (CIE-10, 1992) define el trastorno disocial de la personalidad según los siguientes criterios:

    1. Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía.

    2. Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales.

    3. Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas.

    4. Muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando lugar incluso a un comportamiento violento.

    5. Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo.

    6. Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo.

    7. Irritabilidad persistente.

    Por su parte, el Cuarto Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSM-IV, 1994) utiliza los siguientes criterios para el trastorno antisocial de la personalidad:

    A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican 3 o más de los siguientes ítems:

    1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención

    2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer

            3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro

    4) irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones

            5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás

    6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas

    7) falta de remordimiento, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros.

    B. El sujeto tiene al menos 18 años.

    C. Existen pruebas de un trastorno de conducta que comienza antes de los 15 años.

    D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maniaco.

  3. CLASIFICACIÓN SEGÚN CRITERIO DE LA OMS

    En el origen de las p. juegan un papel primordial las disposiciones heredadas. En favor de la influencia de la herencia (v. HERENCIA PSICOLÓGICA) en la causalidad de las p. está el dato, suficientemente comprobado, de la presentación simultánea de p. en gemelos que habían vivido separadamente, en distintos ambientes.       Junto a los factores hereditarios, la educación y el ambiente -una y otro en el más amplio sentido- contribuyen al desarrollo de las tendencias psicopáticas, tanto favorable como desfavorablemente. Dentro de esos factores ambientales, hay que destacar en primer lugar el medio familiar, que ejerce a lo largo de la evolución del niño una importante influencia potenciadora o depresora de la disposición psicopática.

    En este sentido; tanto la privación afectiva y la separación de los padres, como la sobreprotección y las conductas educativas erróneas, pueden determinar una evolución psicopática de la personalidad. En favor de la importancia de los factores socioculturales en la génesis de las personalidades anormales están las informaciones obtenidas al comparar distintas culturas o grupos sociales.       Aunque la p. es una anormalidad congénita caracterológica, la experiencia demuestra que determinadas enfermedades padecidas precozmente o, incluso, en edades adultas, pueden determinar alteraciones caracterológicas similares a las verdaderas p., a las que debe reservarse el término de pseudopsicopatía. Los casos más frecuentes son consecuencia de encefalitis y meningitis. Finalmente, para los autores de orientación psicoanalítica (V. PSICOANÁLISIS), el concepto de p. carece de verdadera autonomía, postulando un determinismo psicológico análogo al que opera en las neurosis (v.).

  4. CAUSAS

    Las manifestaciones caracterológicas varían tanto en cada caso de p., que no es posible hacer una descripción global y unitaria. Sin embargo, existen características comunes a todos los psicópatas, que permiten marcar un criterio definidor de las personalidades psicopáticas (v. CARACTEROLOGÍA; PSICOLÓGICOS, TIPOS).       Cleckley enumera los siguientes rasgos característicos de las personalidades psicopáticas: atracción superficial; ausencia de ansiedad neurótica; ausencia de trastornos del juicio; irresponsabilidad; conducta antisocial habitual, inadecuadamente motivada; buena inteligencia; falta de remordimiento y vergüenza; incapacidad para amar; incapacidad de aprender con la experiencia; falta de autocrítica; reacción desproporcionada o fantástica al alcohol; pobreza de reacciones afectivas; fracasos frecuentes e inexplicables; y, por último, falta de sinceridad.       En resumen, el psicópata tiene poca capacidad para adaptarse satisfactoriamente al medio ambiente, es voluble, egocéntrico, muestra un predominio de las tendencias instintivas y una deficiente disposición para amar. Estos rasgos y pautas de comportamiento son habituales, pues tienen un origen en el propio carácter del sujeto; pero, a veces, se manifiestan por crisis o episodios más o menos prolongados, en los que se observa una recrudescencia intensa de las reacciones caracteriales patológicas.

  5. CARACTEROLOGÍA PSICOPÁTICA

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