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El rumor como sustituto de la Noticia (página 2)

Enviado por jultarres


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Además, investigaremos la concepción del rumor en el proceso periodístico informativo para llegar a comprobar si es cierto que a veces reemplaza a la noticia. Si en lugar de informar se busca generar corrientes de opinión sobre temas polémicos, creando tendencias ideológicas controvertidas en la sociedad para ocultar temas de mayor importancia social. Y si el rol que cumplen las empresas periodísticas se basa en un interés económico-político o netamente informativo; o si tanto los profesionales de la comunicación como los medios en general cumplen las normativas éticas establecidas para el periodismo y la comunicación de la información.

El estudio del rumor como forma de comunicación no es un tema muy investigado. A partir de la investigación realizada por exponentes en la materia, y de la opinión de muchos otros estudiosos de la comunicación en todo el mundo, intentaremos interpretar los resultados de investigaciones experimentales sobre la circulación de los rumores tanto en la prensa como en los ámbitos sociales. De aquí surgió la idea de indagar más en este tema y reunir toda la información pertinente vinculada con este importante fenómeno social.

El principio del rumor resulta ser de aplicación muy amplia. Su característico itinerario de deformación en el recuerdo que nos proporciona pretextos suficientes, sigue precisamente la misma distorsión que la mayoría de las comunicaciones entre la gente.

Aun cuando en los sucesivos capítulos trataremos de señalar las aplicaciones más amplias del principio del rumor, nuestra atención se centrará en aquellas "proposiciones para creer" que se denominan comúnmente rumores, inmersos en los distintos casos que nos presenta la prensa a diario.

Por otra parte, las historias calumniosas y el sector irresponsable de la prensa son conocidos como difusores de historias dañinas. Nuestra definición quiere atraer la atención sobre el hecho de que el rumor es comúnmente de carácter específico y limitado y, por esa misma razón, es generalmente de interés parcial y temporario.

Los rumores vienen y van; a veces, algunos vuelven a la circulación por segunda y tercera vez. Es común que estos traten de sucesos o de personalidades. Al protagonista siempre se lo identifica en un rumor. Se dan pocos casos donde las víctimas no estén claramente definidas.

Por otra parte, las murmuraciones y las calumnias son algunas de las formas concretas que suele tomar el rumor. La característica final de nuestra definición es la insistencia con que el rumor prolifera en ausencia de pruebas indubitables.

Siguiendo con esta norma, dejaremos en claro que es posible discernir entre rumores y noticias. Es claro que no siempre nos es dado juzgar a simple vista si estamos en presencia de una "prueba indubitable". Y por esa misma razón, no siempre sabemos si estamos escuchando la relación de un hecho real o de una historia fantástica. Una noticia fechada, presentada a todos los lectores de un diario de reputación intachable puede tomarse, por lo común, por "prueba indubitable". Sin embargo, cuando le contamos a un amigo la noticia leída, nos apartamos del texto impreso que leímos, y es ahí donde se inicia el rumor. Si la relación oral sigue, en sustancia, estrictamente lo impreso, no habría rumor a menos que la noticia original haya partido de un hecho sin fundamentos, es decir, que sea en si un rumor. Así, pues, con el objeto de acertar si lo que estamos escuchando es rumor o relato de un hecho verídico debemos atender si el hecho enunciado por el relato es de evidencia próxima o remota, accesible o inaccesible.

En función de lo dicho anteriormente se plantea la siguiente hipótesis: El rumor utiliza a la prensa como medio de difusión para convertirse en noticia.

Esta forma "oculta" de comunicación y difusión de información a veces logra causar efectos particulares, tanto en la sociedad como en los individuos en forma individual, persuadiendo y confundiendo al receptor.

A partir de la formulación de esta hipótesis, se quiere llegar a comprobar si es cierto que la prensa utiliza rumores en el proceso informativo, y si en algunos casos se lo usa para reemplazar información certera y precisa. Y, por otra parte, si en lugar de informar, se usa el rumor para generar opiniones controvertidas sobre determinados temas impuestos por la "Agenda Setting" de los medios, creando así corrientes de opinión opuestas y tendencias ideológicas diferentes con el fin de ocultar otros temas de mayor envergadura social.

Para comprobar la validez de la hipótesis se ha desarrollado este trabajo de investigación obteniendo resultados adversos. El contenido de este estudio está organizado en trece capítulos, separados en cuatro partes.

Para empezar, en la primer parte se desarrolla el origen y la historia del rumor. Se menciona su primera participación en la prensa escrita, a nivel internacional, y cuales fueron sus primeras participaciones en las investigaciones de tipo comunicacional. En términos generales, en los tres primeros capítulos se describe al rumor en base a sus antecedentes históricos.

En la segunda parte se presenta al rumor propiamente dicho. Aquí se describe el proceso de gestación y luego de propagación, cuales son sus motivos y la finalidad con que crece y se difunde socialmente. Se establece su relación con la sociedad, sus fuentes y su público. Además, se destacan los ámbitos en que se desenvuelve.

Las teorías de comunicación y la relación del rumor con el periodismo se detalla en la tercera parte de este trabajo. Ahí se verá que relación tiene el rumor con la prensa y como convive con la información periodística. Finalmente, en la cuarta y última parte, se presenta el análisis de contenido de los casos periodísticos previamente seleccionados y el resultado obtenido del análisis realizado.

Análisis y estudio de campo

El desarrollo de los actuales medios de comunicación, lejos de suprimir los rumores los ha hecho más numerosos y especializados. Además, los rumores poseen su propio ámbito de comunicación, van desde lo político a lo económico, pasando por el espectáculo, lo policial, lo laboral y lo estrictamente personal.

A pesar de esto, en general no se tiene conocimientos acerca de los rumores, no se sabe casi nada. Rara vez un fenómeno social tan importante ha sido objeto de tan escaso estudio, por lo que este acontecimiento misterioso, que es el rumor, constituye un agujero entre los estudiosos e investigadores de todo el mundo.

Muy pocos autores, años atrás, han dedicado sus obras a el estudio y seguimiento de temáticas relacionadas con el rumor y sus consecuencias. Hoy, no existen investigaciones destinadas a estudiar el rumor. Es un tema que se ha dejado de lado con el paso del tiempo, a pesar de que todos conocen su existencia ya nadie habla de él.

En realidad, el concepto escapa de las manos de los individuos cuando estas creen poder delimitarlo. Todo el mundo cree poder reconocer un rumor cuando lo tiene enfrente, pero nadie es capaz de dar una definición satisfactoria de él. En otras palabras, si bien cada uno tiene el sentimiento patente de que los rumores existen, no hay ningún consenso para delimitar con precisión dónde comienza y donde termina.

Como mencionamos antes, no se puede explicar la carencia de investigaciones sobre este tema. La dificultad de la tarea podría constituir una primera razón. Resulta fácil trabajar acerca de cuestiones relacionadas con la prensa, la radio o la TV porque se conservan sus mensajes. Cualquiera puede hacer su propia compilación de colecciones enteras de revistas o periódicos para luego estudiarlas, pero en el caso del rumor es diferente, salvo algunas excepciones, el investigador suele enterarse demasiado tarde de su existencia.

Cuando el rumor ya se encuentra en su fase final. En ese momento no puede trabajar más que con entrevistas y recuerdos de un rumor, y exponerse al olvido, a la racionalización y a la distorsión. Cuando esto ocurre, el investigador no estudia el rumor en sí, lo que halla es sólo lo que ha quedado en la memoria de unos y otros. En estas condiciones, el objeto de estudio, el rumor, es muy difícil de observar y estudiar. Una segunda dificultad se basa en el hecho de que hoy en día existe una tendencia a teorizar y a moralizar sobre los rumores, en lugar de aplicar un análisis sobre sus mecanismos.

Por otra parte, analizar cualquier historia o hecho equivale a realizar una tarea minuciosa y compleja. Como dicen los teóricos, las condiciones psicológicas y sociales en las que, usualmente, un rumor se desarrolla son parcialmente conocidas. Sin embargo, tomando uno o dos ejemplos no podríamos nunca llegar a ilustrar los principios básicos del rumor. Para que un caso pueda ser tomado como ejemplo la fórmula básica del rumor (importancia x ambigüedad = rumor) debe estar siempre presente.

Es muy importante destacar que en esta investigación el objetivo no es observar los casos en sí mismos. Aquí lo más importante es el tratamiento que la prensa (medios gráficos) le da a cada uno de estos casos. Es decir, ¿cómo el periodismo gráfico trata y analiza esos casos?, y luego ¿cómo "comunica" a la sociedad lo acontecido?.

Para sintetizar, esta investigación se centró en el "tratamiento de la información". Aquí el problema está en la publicación de estos hechos, en como se los trata y en que se comunica al público. Dejamos de lado cada caso en particular y el seguimiento de los mismos. No es relevante conocer los detalles de cada hecho, sino que tratamiento le dio la prensa a cada uno de ellos.

La técnica de análisis

Es importante definir el tipo de análisis empleado para la observación y posterior análisis del material. En este trabajo se utilizó la técnica del análisis de contenido, a través de la cual llegamos una conclusión que nos permitió reafirmar la hipótesis formulada en la introducción.

Para poder llevar a cabo el proceso de investigación primero hubo que determinar unidades y categorías de análisis. Para nosotros, la unidad de análisis se centró en el tema.

La hipótesis es nuestra unidad de análisis. Y por otra parte, se definieron categorías de análisis basadas en la apreciación del contenido evaluado. Las categorías son tres: 1) la posición que toma la prensa en cada caso tratado; 2) la valoración que la prensa le asigna a cada caso y 3) si las personas que valoran esta información en la prensa son aptas para hacerlo.

Es evidente que podrían existir un sinfín de categorías de análisis, pero aquí se optó por reducir esa cantidad con un único objetivo: centrarnos pura y exclusivamente en la comprobación de la hipótesis.

El análisis de los casos

A continuación veremos el estudio de los casos cuidadosamente seleccionados para ejemplificar distintos tipos y formas de rumor presentes en la prensa gráfica.

LA MUERTE DE YABRAN

La muerte del empresario postal tomó a los argentinos por sorpresa. Nadie esperaba este final, todos creyeron que terminaría libre de cargos apoyado por la impunidad. Pero a pesar de que no se conoce con certeza su responsabilidad en el crimen de José Luis Cabezas, la sociedad lo condenó y lo creyó culpable de todo cargo.

Tal vez la necesidad de encontrar un culpable que respondiera por aquel crimen sin resolver, la opinión pública decidió condenar a Yabrán como el "homicida de Cabezas". A medida que se actualizaba la información en la prensa sobre los detalles de su muerte, iban surgiendo diferentes hipótesis.

Los medios gráficos, en este caso revistas de actualidad política y diarios nacionales, han contribuido a alimentar distintas versiones de la historia sin tener pruebas fehacientes para fundamentar lo que se daba a conocer.

La revista "Veintiuno", dirigida entonces por Jorge Lanata, fue unos de los medios que contribuyó a aumentar la incertidumbre sobre la muerte de Alfredo Yabrán. En su publicación N° 45, este semanario ubicó en el extremo superior derecho de su portada, una fotografía de un hombre en una playa desierta y un titulo que decía: "¿Y esto?". La primera impresión que causaba al observar la foto era que Alfredo Yabrán estaba vivo, veraneando en alguna playa de la costa caribeña, pero al leer el párrafo que aparecía publicado en la página Nº 3 de ese mismo número, enseguida nos enterábamos de que la realidad era otra.

El texto que acompañaba a la extraña foto decía: "Lola y Marcos, lectores de Veintiuno, enviaron esta foto por correo electrónico. Fue tomada este verano, en Cuba, por los padres de Lola. Un dato a favor: si se revisan los detalles del cuerpo en una ampliación puede verse con claridad la misma cicatriz que recuerdan los amigos de Yabrán. Un dato en contra: el registro de la toma, que señala 30 de enero de 1999, está impreso en letras negras y nunca aparece en ese color. Un dato paranoico: Cuba está a punto de privatizar su Correo".

Este es un claro ejemplo del uso de un rumor en reemplazo de una noticia. Analizando este cado en particular nos daremos cuenta muy fácilmente que ni la persona que tomó la foto, ni quien la publicó y luego la comentó podrán saber si realmente era Yabrán.

Aquí el periodismo buscó generar opiniones controvertidas sobre el caso, porque al fin y al cabo este incidente quedó en el olvido de la opinión pública y nunca se llegó a saber quién era, en realidad, el protagonista de la polémica foto tomada por turistas. Estas cosas suceden a causa de la conmoción social que los casos provocan en la opinión pública. Y por otro lado, la prensa, tomando una postura crítica de denuncia con el objeto de ponerse del lado de la sociedad, no así de las instituciones, llama la atención con información que no es chequeada seriamente.

A medida que la investigación del caso avanzaba, la causa se nutría, cada vez más, de diferentes y turbias hipótesis, que finalmente no concluían y quedaban latentes en la opinión pública. Sin embargo, a pesar de que los familiares de la víctima hicieron lo posible por constatar la muerte, los rumores nunca fueron desmentidos por los medios.

"Pagina 12" fue uno de los medios que se tomaron el trabajo de influenciar al público con opiniones y resultados de encuestas sobre el tema. Díaz después del suicidio de Yabrán, este matutino publicó un sondeo de opinión realizado por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP). El resultado de esta encuesta indicaba que "el 67,8% de la población descreía del suicidio y el 45,5 ni siquiera creía que estaba muerto".

Muchos líderes de opinión declararon públicamente a favor de los rumores que la sociedad comentaba. La frase del periodista e investigador Enrique Sdrech fue un ejemplo. Durante una entrevista dijo:"para mí, Yabrán no murió". Literalmente, el impacto generó versiones conspirativas, dentro y fuera del Gobierno. Mientras, en la calle, la mayoría de la gente no quería creer que fuera Yabrán el que había aparecido muerto.

La Revista "Gente", por su parte, contribuyó a generar cierta desconfianza social. Se adelantó a su publicación semanal y editó un número especial por la muerte del ex empresario postal con los resultados de sondeos de opinión realizados en las calles porteñas.

Y así nació la incredulidad entre la gente. El runrún decía más o menos cosas como éstas: "¿A quién se lo quieren hacer creer?. Si Yabrán se murió, yo soy Mandrake". Otro encuestado dijo: "Un tipo con ese poder no se mata. El finado es otro, Yabrán está en las Bahamas".

Con esto podemos ver que la prensa no contribuyó en el esclarecimiento del caso. Se insistió en la idea de publicar indicios y opiniones controvertidas, a pesar de conocer ciertos datos certeros como la autopsia, que nunca terminaron de afirmar la increíble muerte. "Gente" anunció que: "Con la fortuna de Yabrán, ¿es necesario suicidarse? ¿No hubiera sido más lógico comprarse una isla entera en algún lugar del mundo? ¿No pudo hacer venir a los mejores cirujanos para que trasformen su rostro, quemar sus huellas, comprar documentación falsa?, es la pregunta aquí, aunque la autopsia parece despejar las dudas".

El caso que más se asemejó a este en Latinoamérica fue la misteriosa muerte del colombiano Escobar Gaviria. "El 50% de los colombianos duda de que realmente sea el cuerpo del narcotraficante Escobar Gaviria el que está en su tumba. Muchos prefieren pensar que el jefe del cartel de drogas más importante del mundo, está disfrutando de su nueva identidad en alguna isla del Pacífico". Justamente es esto lo que sucede en la Argentina con Yabrán.

El rumor aporta nuevos elementos de juicio sobre una persona o un acontecimiento relacionado con la actualidad. Es por esto que el rumor está destinado a ser reconocido como una verdad casi absoluta. Cuando este es transmitido, en este caso por la prensa, el objetivo es, sin lugar a dudas, crear confusión y, por supuesto, convencer.

Jorge Brinseck fue el encargo de hacer las averiguaciones pertinentes en este caso para informar a los medios desde la agencia de noticias donde actualmente trabaja. "En lo personal, y en función de la documentación a la que he tenido acceso, creo que Yabrán se suicidó. Pero la particular personalidad y trayectoria del nombrado y las insólitas características que rodearon al episodio, invitan a dar rienda libre a la imaginación popular y, por supuesto, a la febril iniciativa periodística, tal cual sucedió también con el caso de Carlos Menem (h)".

Por su parte, Allport y Postman afirman que "se debería impedir a cualquier precio esa modalidad de expresión por parte de la prensa".

El entrevistado Michael Ritter afirma que "primero hay que saber que los rumores expresan ansiedades y hostilidades. En el lenguaje del psicoanálisis, difundir rumores es un mecanismo de defensa. Alivia el ego al liberar las incómodas presiones de exceso de ansiedad. Esto se logra a través del proceso de proyección de forma tal que las ansiedades se convierten en amenazas menores, al proyectar deseos o sentimientos inaceptables, que en realidad son los propios, frente a factores externos. En la medida en que es interpretado como un emergente significativo, el rumor pierde su condición de irrealidad. En ese sentido es una definición falsa de una situación que suscita una conducta nueva, la que se orienta a convertir en verdadero un concepto originalmente falso. Algo así como una profecía equivocada que sin embargo logra autocumplirse a partir de su mismo discurso".

Por otra parte, Ritter dice que "a pesar del énfasis puesto en los rasgos de la personalidad y en las emociones del individuo en el proceso de formación del rumor, no pueden excluirse el conjunto de factores sociales. Algunos investigadores ven incluso en el fenómeno del rumor simultáneamente un problema de orden psicológico como uno de orden social. Son los que subrayan la prevalencia del rumor en situaciones de crisis como el pánico, las epidemias, guerras, los desastres naturales y los tumultos. La circulación de rumores es siempre un problema social y psicológico de gran magnitud. En especial modo lo es en momentos críticos. Cuando quiera que haya tensión en el ambiente social, se torna realmente virulenta la difusión de noticias falsas".

La sociedad no deja preguntas sin respuestas, así como no le interesan respuestas a preguntas que no ha formulado. Cuando la pregunta existe y la respuesta es diferida, el rumor toma su lugar. Cuando no hay incógnitas el rumor no prospera. Debe haber un sustrato mínimo que lo haga posible.

En este sentido, según la socióloga y escritora Beatriz Sarlo "el rumor es una verdad ficcional y una ficción verdadera". Es verdad ficcional porque se trata de una hipótesis más que de hechos establecidos, ya que cuando los hechos se han establecido, el rumor se convierte en noticia. Es ficción verdadera porque, independientemente de su verdad, debe ajustarse a algunas reglas: si el rumor quiere correr y proliferar, tiene que tener por lo menos algún rastro de verosimilitud. Algo completamente fantasioso difícilmente pueda convertirse en rumor y se desvanece mucho antes de comenzar su circuito de reproducción oral.

Esto no quiere decir que el rumor deba ser completamente verosímil. "Si lo fuera no tendría forma de rumor, porque siempre incorpora algo exagerado, inaudito, necesariamente oculto y difícilmente comprobable. Así como no cualquier relato es mítico, no cualquier dicho puede convertirse en un rumor".

Ahora bien, si estas características citadas se unen a la idea de las "teorías conspirativas", podríamos llegar prontamente a los rumores sobre la muerte de Yabrán. "Una celebridad muere en un accidente automovilístico; un avión de pasajeros explota minutos después del despegue; un miembro del gobierno se suicida; las drogas inundan las ciudades del interior; se descubre que el gobierno (en los EE.UU.) conduce un programa de canje de drogas que a su vez son canjeadas por armamentos que pretenden ser utilizados para ser canjeados por rehenes en un Estado beligerante; enfermedades fatales que hacen estragos en una comunidad y luego en otras; líderes políticos, religiosos y culturales son asesinados; sectas que cometen asesinatos y suicidios; se ven objetos misteriosos en el cielo; se informa sobre la existencia de elementos extraños en el lugar de un accidente automovilístico y toda un área está cercada por el gobierno, aunque se lo niega" dice Michael Ritter al ser entrevistado sobre el caso Yabrán.

Según la opinión de Ritter "las conspiraciones son interpretadas como complots encubiertos a cargo de grupos con un objetivo específico en mente. El objetivo puede ser legal o ilegal, pero el término implica acciones que por naturaleza son subversivas. Esta connotación también se aplica a las teorías conspirativas, que en parte, son relatos explicativos. Representan los traumas públicos recurrentes que parecen obsesionar a las sociedades. Por otro lado, los individuos que se atreven a sugerir que las acciones clandestinas de elites poderosas han ejercido influencia sobre hechos políticos o históricos, a menudo son frecuentemente descartados por no estar en lo cierto, por ser fantasiosos, supersticiosos, obsesivos, histéricos, e incluso paranoicos".

Por otro lado, Karl Popper definió a las teorías conspirativas como "la forma de percibir que la explicación de un fenómeno social sea el descubrimiento de hombres o grupos interesados en que este fenómeno ocurra (a veces es un interés oculto que primero ha de ser revelado) y que han planificado y conspirado para que ocurra. Los rumores conspirativos -como resulta casi obvio- están relacionados a hechos de gran trascendencia cuyo desenlace muchas veces trágico no ha sido totalmente esclarecido o de serlo, su resolución es ambigua o no total-mente convincente para gran parte de la opinión pública y que produce por lo tanto incertidumbre, ansiedad y temor en ella".

El imaginario colectivo sobre supuestos complots y conspiraciones no tiene límites. Se ha constituido en un modo hiper-real de comunicación e intento popular por readaptar y redeterminar significados, transformando información "oficial" en conocimiento accesible al hombre común. Por otro lado, la popularidad de las creencias conspirativas no hace más que demostrar el colapso de la distinción entre lo literal y lo metafórico, lo fáctico y lo ficcional, la paranoia y la persecución; entre el diagnóstico y el síntoma, lo trivial y lo valioso; en definitiva, entre lo verosímil y lo increíble.

"La muerte de Yabrán" es justamente un caso que contiene todos los ingredientes para tejer una jugosa historia repleta de rumores. Seguramente esto se debió a que el hecho fue altamente inusual para la sociedad. Además, el tratamiento que la prensa le dio contribuyó a acrecentar las dudas. Este evento fue importante en sí mismo y también para la opinión pública. Los miles de centímetros de columnas, noticias y escritos publicados por los medios gráficos retratan el escenario en que se desarrolló esta historia. La prensa dio testimonio del enorme interés del público en el asunto y contribuyó directamente en generar opiniones controvertidas sobre lo ocurrido.

EL ACCIDENTE DE LAPA

El accidente ocurrido en el Aeropuerto Metropolitano de Buenos Aires, cuando un Boeing 737 perteneciente a la empresa LAPA se estrelló a metros de la pista y causó 67 muertes, desató una conmoción general entre la gente. A partir de este momento, se generaron rumores y diferentes hipótesis sobre lo ocurrido.

El caos era total. Los pasajeros heridos salían del avión accidentado. Algunos golfistas intentaban ayudar. Los periodistas tomaron el protagonismo frente a las cámaras y recogían partes del avión. Entrevistaron a heridos y testigos en vivo. Pronto llegaron policías, ambulancias y más periodistas. Sin embargo, en un primer momento, LAPA no dio información a la prensa y creó un vacío que fue llenado y sustituido con suposiciones y rumores.

El primer rumor fue que piloto y el copiloto habían sobrevivido al accidente. El diario Clarín tituló en su portada del día siguiente "El piloto y tres tripulantes se habrían salvado"; y a esto adjuntó un copete que anunciaba que los "Voceros del Aeroparque dijeron que el piloto Gustavo Weigel -que se habría salvado junto a otros tripulantes salieron por una puerta de emergencia- habría intentado levantar vuelo dos veces…". Además, las expresiones "se cree", "se presume", "altas fuentes" y el uso del condicional "habría", usadas comúnmente en el relato de rumores, abundaban en toda la nota publicada por Clarín.

En las sociedades actuales es muy común que detrás de este tipo de historias se encuentran una o más personas que atribuyen el hecho a una conspiración, intentando identificar una red de contactos que "secretamente" planearon el hecho. Estas teorías intentan explicar lo ocurrido pero muchas veces son descartadas por ser fantasiosas y paranoicas.

A raíz de los rumores y con la creencia de que la empresa deliberadamente ocultó información, la justicia pidió a la prensa que aclare porque se dio a conocer que el piloto sobrevivió al accidente, cuando se sabe que no fue así. Como ya mencionamos, los recaudos que una empresa –en este caso la responsabilidad es compartida, tanto para LAPA como para Clarín- puede tomar para evitar un rumor son muchos, pero nada puede predecir su nacimiento, propagación y alcance. Una información clara, concisa, creíble y dada a tiempo puede ser el arma más efectiva a la hora de enfrentar a un rumor.

Jorge Brinseck fue uno de los entrevistados sobre el tema y dijo: "no recuerdo la tapa de Clarín. Si el anuncio de un canal de cable que decía que piloto y copiloto habían sido "secuestrados" por los directivos de LAPA para que no hablaran y me pareció una irresponsabilidad sin el más mínimo atenuante. Infelizmente, cuando las fuentes de información no son precisas o los que tienen que informar no lo hacen debida y adecuadamente, suele suceder -como en el caso de LAPA donde más allá de la tragedia hubo un total desmanejo de la comunicación- que el rumor cobre mayor cuerpo que la verdad hasta llegar a sustituirla".

Por su parte, Michael Ritter dice que, a pesar de que conoce muy poco sobre el caso, cree que las versiones de la existencia viva del piloto tuvieron mas que ver con el caos que reinó después del accidente, caso para el cual la empresa estuvo muy lejos de estar preparada como lo establecen las reglas de juego en las compañías aerocomerciales. A diferencia del Caso Yabrán, el misterio no perduró y por lo tanto no se consolidó en un caso de "leyenda urbana".

Esta claro que la participación de Clarín en el enredo de la información publicada, que finalmente no era del todo cierta, se debió a su avidez por la inmediatez en publicar datos. Esto lo llevaría a sacarle ventaja a sus competidores, es decir, los otros medios. Es muy común que estas cosas sucedan cuando se quiere llegar antes sin tener tiempo suficiente para "chequear la información". Aquí es donde entra en juego la responsabilidad y ética periodística.

Basándose en este tipo de casos, Shibutani conceptualiza al rumor de una manera particular. "Los rumores son noticias improvisadas que surgen como resultado de un proceso de discusión colectiva". Para Shibutani el rumor esta constituido por la unificación de los recursos intelectuales con que cuenta un grupo para dar una interpretación satisfactoria del acontecimiento. En otras palabras, el rumor es a la vez un proceso de dispersión de la información, de interpretación y de formulación de comentarios.

Con este ejemplo dejamos en claro la gravidez de las consecuencias que un rumor puede generar en una sociedad alterada por el pánico. La rapidez de difusión de los rumores llega hasta lo impensado. Así pudimos observar que el rumor puede comenzar como un breve comentario y finalmente terminar en la portada de un importante diario nacional.

LA MUERTE DE CARLOS MENEN hijo

En la presentación de los casos, en el capítulo anterior, se mencionó que 1995 fue el año en que Carlos Menem (h) murió al caer su helicóptero. Desde ese día, la prensa no ha dejado de publicar citas de su madre, Zulema Yoma, quien, a título personal, lleva adelante la investigación junto a un grupo de abogados.

La muerte de Carlos Menem (h) fue, en un principio, presentada por la prensa como un accidente. Sin embargo, Zulema Yoma no aceptó la posición oficial y empezó a plantear una hipótesis alternativa que dislocaba el discurso dominante de la prensa.

Unas semanas después del hecho, a causa de las opiniones controvertidas de testigos presentes en el lugar del accidente, la prensa cambió su postura y comenzó a calificar el caso de "atentado" o "asesinato". Se perdió el rumbo, y se llegó a sostener juicios que nunca pudieron ser respaldados con evidencias. En algunos casos se mencionaron pruebas, pero nunca se llegó a una conclusión certera.

El 20 de Julio de 1998, Oscar Cifuentes, un integrante del narcotráfico colombiano apareció ante la prensa con la intención de contar su participación en la muerte de Carlos (h). A nueve días de este incidente, la Revista "Veintiuno" -en su sección "Dossier"- publicó un informe contando detalles de esta historia sin saber si la misma era cierta o no.

"Durante semanas, el canal –TELEFE- apostó a colocar a Cifuentes en boca de toda la opinión pública y a provocar un hecho periodístico sin precedentes". Esta fue la frase que esta revista utilizó para descalificar a un medio televisivo. A pesar de que en la nota se citaba que no era información de "primera mano", la opinión publica tomó estos datos como verdaderos, y de ahí surgieron las innumerables versiones que, hoy en día, se conocen sobre el caso.

Sin embargo, los periodistas que realizaron la investigación, luego de darse a conocer este episodio, aclararon que "abortaron el informe especial por falta de pruebas concretas". Igualmente la historia ya era conocida, y la explicación llegó tarde.

La prensa calificó a Cifuentes como "el supuesto asesino del hijo del presidente". Titulares y copetes en diarios y revistas de actualidad llamaron la atención del público durante casi dos meses. Pero al interrogar a los periodistas que protagonizaron la investigación, se dejó por sentado que ellos no creían en el documento publicado.

Por otra parte, la revista "Tres Puntos", realizó un informe que fue publicado el día 5 de Agosto de 1998, donde criticaba a "Veintiuno" y anunciaba que había gato encerrado.

En contraposición con la versión que adoptaron TELEFE y los periodistas que presidieron la investigación, el matutino porteño "La Nación" publicó una nota afirmando que el testigo de la causa era falso y que había sido instigado por la prensa para declarar que el incidente había sido un atentado causado por él mismo. "La Nación" comunicó a la opinión pública que "el albañil peruano Erich Chuzón Zárate –nunca fue traficante colombiano como lo afirmaban otros medios- quién dijo que derribó a balazos el helicóptero en el que murió Carlos Menem (h), se arrepintió y negó todo. Y aseguró que lo instruyeron para contar esa versión".

Según la opinión de Rosa Montero sobre este tema, "una de las tareas del periodista consiste, precisamente, en no dejarse intoxicar por los rumores. Hay una norma periodística de oro que jamás debería ser rota, y que dice tajantemente así: Los rumores no son noticia. Luego no se debería de publicar nunca una noticia que no tuviera las fuentes bien identificadas. Y además hay que comprobar la fiabilidad de esas fuentes y contrastar la noticia con al menos otra fuente independiente. Pero por desgracia muchas veces se incumplen. Cada vez que un periodista consiente en ser correa de transmisión para una fuente no identificada se corre el inmenso riesgo de estar propalando un rumor intencionado que alguien ha lanzado en su propio provecho. Es decir, te arriesgas a estar siendo intoxicado".

A pesar de que en este caso la presencia de rumores y la escasez de datos era evidente, nunca existió una explicación al respecto, y mucha gente creyó en esto sin dudarlo. Esta es una de las formas que los rumores utilizan para difundirse y hacerse presentes en la prensa.

LAS EXPLOSIONES EN RIO TERCERO

La opinión pública recibió con indignación la noticia de las misteriosas explosiones en la ciudad cordobesa de Río Tercero ocurridas en noviembre de 1995 en la fabrica militar de la zona.

Las hipótesis sobre el origen accidental de la explosión que causó la muerte de siete personas y miles de heridos, además de millonarios daños materiales, fueron refutadas inmediatamente por la prensa. El hecho fue calificado en las portadas de los diarios como "sabotaje o atentado".

Indirectamente la prensa influyó en la opinión de la gente, y aprovechando la conmoción que causó el terrible incidente, convenció a la sociedad de que en realidad el "accidente" había sido intencional.

Luego de cuatro años de investigación la justicia comenzó a sospechar que pudo haberse tratado de un sabotaje, pero en aquel momento –luego del hecho- la prensa aún no conocía estos peritajes. Una vez más la prensa se adelantó y sacó sus propias conclusiones de lo acontecido.

Según el periodista Germán Sopeña, "los rumores en la prensa han existido, existen y por supuesto existirán. Pueden provenir de cualquier lado, desde fuentes interesadas hasta disparatadas; pueden responder a una orquestada operación de desinformación o una simple charlatanería de vecino. Tamizarlos, confirmarlos y ponderarlos es responsabilidad del editor".

Además Sopeña aclara que "la prensa y los rumores tienen en común el hecho de que ambos gozan de gran popularidad y atención debido a que los dos transportan noticias atractivas. A diferencia de la sola información, la noticia se caracteriza por su actualidad y su fuerte afinidad con los ámbitos de interés del público, debido a que informa sobre sucesos, circunstancias, asuntos y objetos que, si bien imprevistos, pueden tener consecuencias significativas para el público. La investigación (de la información) cuesta mucho dinero. Los rumores y chismes en cambio son de distribución económica y tienen a menudo, en la carrera competitiva por los "ratings" y las cifras de tirada, un valor de entretenimiento superior frente a los hechos comprobados y a los análisis diferenciados de fondo".

Basándose en su propia experiencia Sopeña afirma que "la prensa seria y responsable no se hace eco de rumores. Quienes abandonan su profesionalismo para subirse entusiastamente a caballo de ellos no merecen ser considerados periodistas, aunque firmen sus artículos u ocupen cargos ejecutivos en una redacción".

Como ya se observó antes en varios casos, es habitual que la prensa contribuya a crear dudas en la sociedad. En este caso en particular, la prensa no ayudó a esclarecer el tema, sino todo lo contrario. Parte de la prensa colaboró con las versiones "no oficiales" –como Página 12, La Nación, La Voz del Interior y Clarín- pero una destacada minoría se mantuvo al margen limitándose a no dar opiniones.

El diario "La Nación" dio a entender, en todo momento, que se trató de un "atentado". Así, un periodista de este matutino publicó una nota que afirmaba con temible contundencia que "el accidente que sufrió Río Tercero el 3 de noviembre no fue tal sino un sabotaje!". Luego, al final de la misma nota, aparece nuevamente esta otra frase: "la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero en noviembre de 1995, ¿fue un accidente o inducida por presuntos saboteadores?".

"Pagina 12" también recurrió a copetes que llamaron la atención de la opinión pública. "Este hecho alimenta nuevamente las conjeturas en cuanto a que la trágica explosión, que se cobró siete vidas, pudo haber sido consecuencia de un sabotaje para tapar algo gordo".

También Clarín contribuyó a incrementar la idea de que se trató de un sabotaje utilizando términos tales como "ilegales", "mafia", "atentado" y "no accidental" en sus titulares. "Las insistentes versiones indican que la explosión ocurrida en noviembre de 1995 no habría sido accidental, sino que guardaría una directa relación con las supuestas ventas ilegales de pólvora y de armas. Esto indicaría que es muy probable que la teoría del sabotaje sea real".

Por su parte, la revista "Noticias" tituló una nota "Versiones del sabotaje en Río Tercero", donde afirmaba la teoría del atentado basándose en datos obtenidos del diario "La Vos del Interior", de la ciudad de Córdoba. "Para la época en que se produjo la catástrofe estaba prevista una inspección de las Naciones Unidas. Por esta razón, la explosión fue provocada para ocultar las cajas con armas que no fueron a Ecuador".

Con todos estos ejemplos podemos observar a simple vista que la hipótesis del "sabotaje" -posible teoría conspirativa- no se debe a una idea o pensamiento del imaginario popular.

RENUNCIAS Y CAMBIOS DE GABINETE

Primero le tocó el turno a José Luis Machinea, y luego siguió Ricardo Lopez Murphy cediéndole finalmente su lugar a Domingo Cavallo, quién hasta la fecha es el ministro de Economía del actual gobierno presidido por Fernando de la Rúa. A causa de estos cambios en el gabinete, otros ministros -Alberto Flamarique, Graciela Fernández Meijide, Federico Storani, Marcos Makón, Hugo Juri y Ricardo Mitre, entre otros- también presentaron sus renuncias.

Esta situación de crisis institucional creó una gran conmoción y preocupación en la sociedad. La falta de comunicación por parte del Gobierno dio lugar a un "cultivo de rumores" en la opinión pública.

"Los rumores son en definitiva un vacío de comunicación, sobre todo cuando impera un estado de incertidumbre. Su característica más importante es la distorsión a lo largo de la cadena de transmisión. Cuando la función de los canales formales de comunicación se interrumpe o no se adecua, se desarrollan las noticias improvisadas".

Según las investigaciones de Ritter la "cantidad de rumor" varía según la importancia que le asignen los individuos, que es multiplicada por la ambigüedad de la prueba del mensaje. "El rumor es una transacción colectiva, hay un alto nivel de ambigüedad y la naturaleza problemática de la situación constituye el epicentro del análisis social".

Durante todo el mes en el que se desencadeno la crisis política, la prensa dedicó todas sus fuerzas al tema que realmente preocupaba a la sociedad. Como decían Allport y Postman, "las sociedades en crisis siempre están más propensas a adoptar rumores en reemplazo de la realidad".

Según la opinión del periodista Germán Sopeña sobre el tema, "las columnas que relatan información "off-the-record" le han suministrado una plataforma espectacular a los rumores para su difusión. Estas plataformas no existen por azar sino como pantalla de difusión de información no comprobada. Ni que hablar de las famosas "operaciones de prensa" cuyo principal cometido es la difamación o desinformación sobre la base de datos falsos, tergiversados o puestos fuera de contexto, especialmente lanzados para tal fin. Las "operaciones de prensa" están fuertemente reñidas con la ética periodística y su uso está estrictamente vedado por los medios de comunicación serios, de modo que no deberían ser considerados una plataforma usual para la diseminación de rumores".

Por otra parte, el licenciado Nicholas Di Fonzo afirma que "en una política de comunicación lo que hay que hacer es buscar nuevos canales de comunicación. El rumor es una mala comunicación. Los rumores se generan cuando existe un hecho relevante o de mucho interés para la sociedad, cuando no hay información oficial al respecto y cuando hay un hecho de gran incertidumbre".

Los diarios y revistas que se encargaron de retratar lo que ocurría en el gobierno en aquella época de inestabilidad contribuyeron a la desinformación de la opinión pública. La sociedad estaba cada vez más confundida y "desinformada". La prensa no actuaba como "medio de comunicación", todo lo contrario.

Finalmente, los rumores sobre la posible renuncia de Fernando de la Rúa alertaron no solo a la gente, sino también a los mercados y a los mandatarios de otros países. Los diarios titularon sus portadas con frases alusivas a la posible renuncia presidencial sin tener certeza de la información, ni pruebas que la sustentaran.

"La crisis se tragó al ministro de Economía, Ricardo López Murphy y a su plan de ajuste de tres días. Entre la madrugada y la noche del día siguiente amenazó con devorar también al presidente Fernando de la Rúa". Este fue el copete de una nota publicada en el diario "La Nación" al día siguiente de la renuncia del entonces ministro de Economía.

Por su parte, Ámbito Financiero también contribuyó a generar rumores sobre la posible renuncia del primer mandatario. "Noche afiebrada: cuando Cavallo dijo que se iría, De la Rúa contestó entonces yo también me voy". "De la Rúa amagó con su renuncia para definir su nuevo gabinete".

El matutino económico "BAE" –Buenos Aires Económico- atribuyó la caída de los mercados durante la jornada del 22 de marzo de 2001, a los rumores de la renuncia del presidente De la Rúa. En su siguiente edición, BAE tituló su noticia principal: "Los rumores golpearon a los mercados".

Clarín se sumó a la cadena y publicó un copete anunciando los rumores. "Fuerte derrumbe de los bonos y las acciones a causa de la versión de la renuncia de Fernando de la Rúa". "El rumor de la renuncia de De la Rúa no pareció serio, pero tampoco se le dio credibilidad al rumor que daba como renunciado a López Murphy. En definitiva la opinión pública ya no sabe que pensar".

También diario económico "El Cronista" afirmó que "los mercados caían y un rumor los derrumbó". "Las pérdidas se activaron a la mañana por el mal clima, pero se profundizaron dramáticamente al tomar cuerpo la versión sobre la renuncia de De la Rúa".

Como ya hemos visto, lo importante para que el rumor se produzca realmente, el evento en cuestión debe estar caracterizado por un manto de ambigüedad. La información que se da a la opinión pública no debe ser clara. De esta manera, la naturaleza crítica de la situación constituye el epicentro del abordaje del rumor.

"En una situación de crisis como esta, lo que se requiere urgentemente es información precisa y verdadera, información que permita comprender una situación incierta y que pueda a la vez ser ajustada como una pieza de un rompecabezas para modificar el discurso en función de dicha situación. En un marco así, el público se torna altamente receptivo a cualquier tipo de noticia. Esta demanda de información y noticias está en proporción directa a la importancia asignada por el individuo al evento o incidente. Cuanto más importante sea el asunto, tanto mayor será la demanda informativa. Las grandes noticias afectan a un gran público".

Además, "existen intereses de los sectores políticos y empresarios en correr rumores a través de la prensa. Los políticos son los inventores de las "operaciones de prensa"; y desde que existe este tipo de "mano de obra desocupada", la "cadena de la felicidad" y la "industria del chantaje" entre periodistas venales, las "operaciones de prensa" también se han privatizado. Sobre todo en aquellos casos en que hay contratos y licitaciones millonarias del Estado en juego".

Por otra parte, los medios de comunicación y su crecimiento y penetración e la sociedad, han impulsado enormemente la velocidad de los rumores y con ello también han acortado drásticamente su vida útil. Una parte creciente de la prensa –de los medios en general- vive de los rumores. Desde "Ámbito Financiero" con sus "Charlas de Quincho", pasando por "BAE" con "La hoguera de las vanidades" y hasta "The Wall Street Journal" con su columna de "rumores" entre otros medios, dedican columnas enteras a la difusión de rumores del más diverso tipo".

"En su artículo 'El Mercado Negro de la Información' Stephan Russ-Mohl, se pregunta: '¿acaso no esperamos de un periodista profesional serio que compruebe la veracidad de las noticias y también de los rumores antes de publicarlos?'. Seguro, porque una vez que un rumor ha sido puesto en circulación, adquiere calidad de noticia. Todo corredor de bolsa puede "cantar una canción" acerca de las veces en que la puesta en circulación de un rumor ha hecho crecer sus ganancias. Sin embargo este motivo no parece ser suficiente para explicar y justificar el hecho de por qué los medios difunden rumores hoy en día, tan alegremente y en forma tan excesiva. ¿No será que están en alza porque la línea de demarcación entre periodismo y entretenimiento es cada vez más borrosa? La investigación de la información hoy en día cuesta mucho dinero. Los rumores -mal llamados "Talk" en la nueva jerga periodística- en cambio, son de distribución económica y tienen a menudo, en la carrera competitiva por las primicias, un valor superior frente a los hechos comprobados y a los análisis diferenciados de fondo".

En la Argentina es muy común que esto suceda con la prensa. Las empresas periodistas, principalmente los medios gráficos tienen que aumentar la cantidad de lectores para poder sobrevivir. Y esta es, aparentemente, una forma de llamar la atención del público. Es la lucha permanente por conseguir "información exclusiva" a cualquier precio, sea como sea.

Michael Ritter, quién se ha convertido en un experto en el tema luego de haber investigado al rumor en la comunicación durante mucho tiempo, eligió un ejemplo alegórico para llegar a explicar la causa de la sustitución de la noticia por un rumor.

"En el campo de la teoría económica, la Ley de Gresham es categórica: la moneda mala desplaza la buena. Tomás Gresham, canciller y asesor económico de la Reina Isabel I de Inglaterra formuló del siguiente modo su teoría: 'en todos los países en que están en circulación dos monedas legales, la mala siempre quita el puesto a la buena'. Algo similar sucede en el campo de las comunicaciones. Cuando sobre un hecho de interés se pretende ocultar información, retacearla por diversos motivos o diferir su difusión, se choca con la necesidad y demanda informativa del público. En el caso de los medios, los errores, omisiones o falsedades en que pueden incurrir por falta de fuentes directas se difunden rápidamente. No por mala voluntad o por intencionalidad. Simplemente porque nadie quiso hablar ni se ocupó de responder a los requerimientos del periodista. Ésa es la mala información, en este caso el rumor, que como en la Ley de Gresham, reemplaza a la buena".

En otras palabras, los rumores son sustitutos de la información veraz cuando la demanda informativa es grande y ésta no se ve satisfecha por las fuentes oficiales

Según el periodista argentino Edi Zunino, "jamás como ahora, las versiones no confirmadas influyeron tanto en la política, la economía y comunicación. El rumor es una arma temible para la sociedad".

En ese caso, ante la falta de información precisa y confiable, tanto los medios como los individuos recurren a todas las fuentes a su alcance para ver satisfecha su necesidad.

Es así como las situaciones de crisis social terminan siendo permeables a la presencia del rumor. Este se fortalece y se difunde utilizando a la prensa como medio, con el fin de insertarse en la sociedad y convencer a la opinión pública.

Conclusión

El rumor está inmerso en cualquier sociedad actual. Su cualidad falaz se debe a que trata de ocultarse presentándose disfrazado como portador de información objetiva y verdadera. Y para esto no hay explicación, y mucho menos prevención. Entonces se puede afirmar que el rumor seduce porque proporciona una mejor manera de comprender el mundo.

Existen varias causas por las que un rumor irrumpe en la prensa y reemplaza a la noticia. La falta de temas o hechos noticiosos que tengan importancia e interés para el público, la negligencia al recolectar información y luego publicar datos erróneos o escasos, la ambigüedad en la información de una noticia, la inmediatez y la necesidad de primicias para poder competir, la no confirmación de los datos, la falta de fidelidad en la relación con las fuentes, la intencionalidad al ocultar información que no se quiere dar a conocer, el deseo de transmitir y dar a conocer una idea propia del comunicador disfrazada de creencia popular, y el desconocimiento de la causa o hecho sucedido son los motivos que traen aparejados la presencia de rumores en las noticias.

De todas maneras, la causa principal para que el rumor realmente se produzca es que el evento en cuestión esté caracterizado por la ambigüedad.

Puesto que la gente no reconoce el rumor al enfrentarse con él, y como rara vez se rehúsa a creerlo, engañada por la etiqueta de verdad con que viene disfrazado, llegamos a la conclusión de que el público no es lo suficientemente inmune contra este virus. Lo único que un individuo puede hacer para inmunizarse contra el rumor es familiarizarse con él. Pero de todas formas, por más entrenado que un individuo esté para reconocer un rumor y enfrentarse a él, es muy difícil que pueda reconocerlo y realmente darse cuenta de su presencia. El rumor es algo así como un virus, que se propaga en forma silenciosa e invisible, y cuando finalmente se lo descubre ya es tarde.

La opinión pública se ve afectada por los rumores aunque no crea en ellos. Es decir, la opinión que tenemos de una persona u objeto depende de las informaciones que tenemos en nuestra memoria asociadas con esa persona a ese objeto. Alguna de estas informaciones son negativas, otras son positivas. Por lo general, quien transmite un rumor no pretende ajustarse al mensaje que ha escuchado sino a persuadir a su interlocutor. El rumor es muy flexible y maleable a los largo de toda su construcción, razón por la cual no experimenta dificultades ante ciertas objeciones a algún detalle.

Luego de haber llegado al final de la investigación ya no caben dudas de que la hipótesis planteada es certera. El rumor –entendido como un virus de producción social- se inserta en la prensa para poder propagarse y llegar así a formar parte de las noticias, y en otros casos de reemplazarlas directamente con el único objetivo de modificar así el centro de atención de la opinión pública.

En términos generales, la prensa no trata de ganarle credibilidad al rumor; es a la inversa, el rumor busca ganarle espacio a las noticias para propagar la desinformación.

 

 

 

 

 

Lic. Julieta Tarrés

Partes: 1, 2
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