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Jaque mate a la doctrina judaizante de la iglesia (página 2)

Enviado por Rodolfo Plata


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Nos encontramos, definitivamente, ante una crisis del vigente sistema, una crisis extrema, una crisis escatológica. Y es ésta sin duda una crisis de valores, de valores culturales que estan en crisis debido a la post modernidad. La pregunta clave que nos hacernos es ¿cómo afrontar los problemas derivados de nuestra época post modernista? ¿Cómo afrontar la crisis de valores? ¿Cómo afrontar el nihilismo resultante? La post modernidad implica la posibilidad de destrucción de todos los valores e instituciones tradicionales, ya no hay costumbres, credos, devoción, dogmas, fundamentos, instituciones, ideologías, liturgias o ritos, seguros que queden al margen de esta posibilidad. La post modernidad supone ser post cualquier cosa conocida. Es una reconstrucción, un proceso de deshacer, supone un cambio de identidad, no solo personal, familiar, social, nacional, continental, mundial, religiosa; asi se habla abiertamente de Eurabia ante la posibilidad de islamizarnos, es decir de que en un futuro Europa dejara blanca y cristiana; lo mismo sucede en Norteamérica; lo cual supone la destrucción del nacionalismo, del patriotismo, aún más, supone el cambio de la identidad occidental, fruto de un mundo globalizado. La desvalorización supone un vaciamiento de sentido, un nihilismo significativo, aquello que ya vaticinaba Nietzsche. El postmoderno sabe que no hay mañana, no hay futuro, o mejor aún, que el mañana es el hoy, que el futuro es el presente. La post modernidad ya ha acabado con el consuelo metafísico, con el consuelo religioso y finalmente con el consuelo científico, las ciencias ya no son garantía de nada, como dice Prigogine: (El fin de las certidumbres: "ya no es admisible la idea de una realidad dada"). Lo importante de esta cuestión, ES QUE NOSOTROS HACEMOS LA REALIDAD. Tenemos que manejar el cambio, orientándonos hacia un futuro ideal, ya esbozado para evitar que el destino nos alcance sin un proyecto seguro. La post modernidad es, en definitiva, nihilista. El nihilista está condenado a dar vueltas, su mal consiste en su continua insatisfacción, un no poder amar a nadie ni a nada, una agitación sin objeto, un ser sin sentido, o mejor aún, un sinsentido siendo, un ser que consiste en ser siempre proyecto inacabado, búsqueda incesante de aquello que no se puede encontrar.

Nietzsche auscultó el alma cristiana, y descubrió que el malestar de nuestro tiempo no estaba el individuo sino en la civilización occidental enferma y decadente. Y diagnosticó la patología actual de nuestra sociedad: la indeferencia hacia la religión, y exclamó ¡Dios ha muerto! La teología y moral judeo cristiana son cuestionadas en tanto implican juicios valorativos/morales. Y señaló que la solución para sanar el alma cristina, no es desarrollar una terapia tendente a adaptar el individuo una sociedad decadente, sino renovar las creencias y valores morales judeo cristianos causales de la decadencia de la sociedad. E inició la lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo, a fin de actualizar la doctrina milenaria de la Iglesia que por su anacronismo y ex temporalidad, es la causa de la severa crisis de la Iglesia y de la perdida de la fe. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo, resaltando la importancia genérica de la trascendencia Cristo, y sus enseñanzas como ilustración de la praxis para alcanzarla. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Sincretismo religioso expresado por Raimon Panikkar, para explicar su sincretismo y pluralidad: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regresé budista, sin haber dejado de ser cristiano»; a fin de hacer objetivos tanto que sustentan el carácter universal del mensaje de Cristo al mundo, como .

La desviación del cristianismo hacia la ecuméne Abrahamica se debe a que el mensaje y la vida de Cristo, desde su origen ha sido históricamente preservado y controlado por la Iglesia judía (la Iglesia primitiva, cuando todos en la asamblea eran judíos) que, con el paso de los años y por virtud de un lento proceso, terminó por constituirse en la Religión de Occidente, preservada y difundida por la Iglesia cristiana de occidente y oriente donde la asamblea y los ritos se relizan entre cristianos no judíos). Por lo que nos relatan los evangelios, podemos afirmar con seguridad que Cristo no pensó fundar una Iglesia. Ni pensó fundar una nueva Religión, sino iniciar un movimiento laico a partir de lo que él vio y vivió en el judaísmo del siglo primero. Prueba de ello, es explicita en su diatriba contra el puritanismo hipócrita de los sacerdotes y escribas de la sinagoga __ya que a pesar de que condena la opresión de los principes de la Sinagoga que se enriquecían imponiendo al pueblo por fuerza de ley pesadísimas cargas fiscales con pretexto del culto. Y condena el judaísmo, diciendo; ¡Hay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas!, que andáis girando por mar y tierra tratando de convertir a los gentiles; y después de convertidos, con vuestro ejemplo y doctrina los hacéis reos del infierno, dos veces más que ustedes__ Pide al pueblo judío obediencia a los mandatos de los pontífices; diciendo "Los sacerdotes, escribas y fariseos, están sentados en la cátedra de Moisés; luego entonces, practicad y haced todo lo que os dijeren; pero no moldeéis vuestra conducta con la suya, porque ellos dicen lo que debe hacerse y no lo hacen"; lo cual nos permite aclarar, "que una cosa es el pueblo judío y otra cosa la religión judía; y si Cristo a pesar de ser judío repudio la religión judía, los no judíos seguidores de Cristo no tenemos porque seguir la Torah Judía; es decir que los no judíos seguimos a Cristo no por ser judío, sino a pesar de ser judío". Lo cual fue ratificado por Cristo, diciendo: "Tengo también otras ovejas que no son de este rebaño, las cuales debo Yo recoger, y oirán mi voz; y de todas se hará un solo rebaño y un solo pastor". (Jn X, 16). Los no judíos podemos caminar junto a los judíos, pero conservando nuestra identidad grecorromana. Podemos transitar juntos, siempre y cuando respetemos nuestra identidad. No somos judíos ni queremos serlo; lo cual garantiza que haya paz en el tránsito común; y por ello, los grecorromanos debemos permitir que los judíos sigan siendo judíos y, los judíos deben abstenerse de inculcarnos sus tradiciones y creencias. Cristo ilustró a la mujer Samaritana, entre dos tribus distintas. En el pozo de Jacob: Jesús le dijo:

Mujer, dame de beber". Y ella respondió: "¿Cómo Tú, judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos". Cristo le contesto: "Si tú conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: "Dame de beber", quizá tú le hubieras pedido a Él, y Él te habría dado agua viva". Ella le replico: "Señor, Tú no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos y sus ganados?" Jesús respondió: "Todos los que beben de esta agua, tendrán de nuevo sed; mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua que Yo le daré será fuente de vida eterna". Replicó la mujer: "Señor, dame esa agua, para que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua". Él le dijo: "Ve a buscar a tu marido, y vuelve aquí". Replicó la mujer y dijo: "No tengo marido". Jesús le dijo: "Es vedad lo que has dicho: porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu marido. la mujer: "Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron sobre este monte; según vosotros, en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Mujer, créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la religión viene de los judíos. Dios es espíritu, y ha llegado el momento, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Replicó la mujer: "Yo sé que el Mesías – es decir el Cristo – ha de venir. Cuando Él venga, nos instruirá en todo". Jesús le dijo: "Yo lo soy. Yo que te hablo".

La lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo iniciada por Nietzsche, nos lleva a abordar la lucha por la titularidad de la cátedra de Cristo impartida y formulada por San Pedro y San Pablo, para instruir la doctrina de Cristo a los cristianos judíos obligados a seguir y respetar la ley de Israel y las tradiciones judías; y por ello, en la cultura occidental moderna, ha caducado la estructura judía de la doctrina milenaria de la Iglesia, provocando la severa crisis actual, a causa de que en occidente la asamblea de los fieles no se realiza entre judíos sino entre no judíos; y consecuentemente la cátedra y discurso de la Iglesia requiere de una estructura adecuada a la civilización, costumbre, cultura, leyes y gobierno de la sociedad occidental moderna. Y al caducar la vieja estructura de la cátedra formulada por San Pedro y San Pablo, la actual titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia, no puede estar en manos de un pontífice seguidor de Pedro y San Pablo que impida una nueva reformulación del cristianismo sin judaísmo, a fin de universalizar el mensaje de Cristo, modernizando la estructura de la doctrina milenaria de la Iglesia conforme a la razón, enmarcada en el fenómeno espiritual de la transformación humana. Aquí hay un conflicto muy grande de intereses a causa del poder y el dinero que con lleva la titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia. Conflicto cuyo interés jurídico, rebasa la estructura jerárquica y gobierno de la Iglesia, y se sitúa en la sociedad occidental heredera de la cultura greco romana, verdadera propietaria de los bienes de la Iglesia; y por ello, en primera instancia debe resolverse colegiada y democráticamente, en un Concilio entre la fe y la razón que abrogue el judeo cristianismo y entronice el helenismo cristiano. En segunda instancia, ante los tribunales judiciales, a fin de reivindicar los bienes de la Iglesia a sus legítimos dueños, expulsando de las Iglesias al clero judeo cristiano, dando posesión de los recintos sagrados a las organizaciones altruistas cristianas. En tercera instancia en el estrado revolucionario de la indignación pública que resuelva lo que no pudieran resolver los Tribunales de la razón y de la Ley, a causa del severo daño moral a la sociedad provocado por los emisarios del pasado que impiden la actualización del cristianismo.

Durante el siglo XX hemos encontrado algunas respuestas filosóficas a la crisis de la modernidad, que podríamos enmarcar en dos grandes corrientes: el existencialismo y el neopositivismo. El existencialismo se percata del nihilismo existente, de la caída de todos los valores, y el vacío resultante del mismo, el mundo tal y como lo entendíamos se ha derrumbado. La respuesta que se mantiene desde las tesis existencialista supone una conversión, una conversión hacia la desesperación, un aceptación de la angustia existencial, de la nausea. En definitiva, propone la aceptación sin tapujos del sin sentido de la existencia. La aceptación de que lo único que tiene valor es la propia existencia sin dirección alguna. El fundamento de toda tesis existencialista es la base de una conciencia desgraciada, escindida, destruida, tras la crisis de los valores surge el sentimiento trágico, el carácter trágico de la vida, dado que el único valor es la existencia, y la existencia no tiene ningún sentido, la vida es vacía. El existencialismo cristiano recoge la tensión existente entre el hombre hedonista y el hombre religioso, entre individuo y Dios, mostrando el abismo insalvable, sintiendo, de nuevo, el sentido trágico de la existencia humana. Esta visión pesimista es atemperada en algunas propuestas, como la de Sastre: (El existencialismo es un humanismo), pero nunca deja atrás ese halo de pesimismo, ese afrontar la existencia sin en esos puntos de referencia que servían como faro en nuestro viaje vital.

Por su parte el neopositivismo acepta las limitaciones de la razón, aceptan sus límites, y propone un uso restringido de la misma. La nueva ciencia, la nueva razón, está vacía de preguntas fundamentales, no da respuestas existenciales a las cuestiones que el hombre se plantea, posee un talante marcadamente anti metafísico. Esta nueva ciencia es una ciencia huérfana de fundamentación última, pero si antes esto suponía un escándalo inaceptable, basta recordar los esfuerzos kantianos o newtonianos por fundar una ciencia segura y universal, ahora ésta nos parece un posición coherente, nos estamos habituando a la crisis de fundamentos. Así nos hallamos ante la tríada actual, nuestra época es una época no solo postmoderna, sino también post existencialista, post metafísica y pos tradicional. Heidegger sostenía que la razón es el adversario más obstinado del pensar, y afirmaba que la única salvación de la skepsis, es ir más allá de la metafísica y de la ontología, hacia una especie de mística, poética, o mitología estética, que recorre los nuevos caminos del pensar. Pero si ya la metafísica, basada en fundamentos puramente abstractos, era difícilmente asumible ¿qué podemos decir de esta nueva meta-metafísica? ¿Cómo asumir este nuevo camino que Heidegger propone? Así se nos abrían dos caminos por recorrer, o bien el camino propuesto por Heidegger, hacia un pensar poético, o bien lanzarnos hacia el vacío del escepticismo. Nuestra sociedad, optó por la segunda, casi obligada ante la dificultad del planteamiento heideggeriano, y el nihilismo profundizó aún más sus raíces.

Junto a esas dos posiciones mencionadas, existencialismo y neopositivismo, podríamos incluir  lo que Aranguren: (Implicaciones de la Filosofía en la vida contemporánea), denomina pensamiento intelectualista que se compondría de una serie de posiciones filosófica que suponen una reafirmación del papel de la razón, y vislumbran una posible salida al callejón en el que nos encontramos. Así el auge de la filosofía husserliana, que representa la confianza en una razón que se auto limita objetivos metafísicos, más allá de las consideraciones estrictamente personales, como la fenomenología de autores como Merleau-Ponty o Ricouer, suponen resultados a este respecto realmente apreciables. Incluso las actividades del grupo de Oxford, o la filosofía de Zubiri, suponen intentos interesantes por salir de la vía muerta en la que nos hallamos. Todos ellos tienen en común la recuperación de la razón, pero desde un uso moderado de la misma, dentro de sus límites. Desde estas posiciones se replantea, asimismo, el problema metafísico desde unas nuevas coordenadas, supuestamente nuestra época no dispone de un sistema metafísico, por lo tanto, en el mejor de los casos, tendrá que ir construyéndolo. Ahora bien, ¿cómo emprender el camino hacia un sistema metafísico, siendo la nuestra una época marcadamente anti metafísica? No podremos iniciarlo desde posiciones religiosas, ni tampoco sobre el pensar poético que proponía Heidegger. Las abstracciones se han vislumbrado como inútiles en este camino, será preciso sustentarse sobre problemas concretos, sobre la ciencia positiva (Merleau-Ponty, Zubiri), sobre análisis fenomenológicos (el mismo Merleau Ponty), o sobre el desarrollo humano de Roger y el grupo de Oxford, solo así será posible poder ir reconstruyendo, poco a poco, una nueva y modesta metafísica.

El pensamiento de fondo que hay tras esta actitud, es que los solmenes sistema metafísicos no son más que secularizaciones de la religión, para uso y disfrute de pequeñas elites intelectuales, compuestas por aquellos que perdieron y añoran la fe. La fabricación de enormes sistemas metafísicos es sentida como algo vacío y vacuo. En esta línea señala Ryle que el desprestigio de los grandes sistemas filosóficos coincide con el apaciguamiento del fuego teológico (RYLE, G:  El concepto de lo mental). La gente ya no se ocupa de teología, y por esa misma razón tampoco se interesa en cuestiones metafísica. Por ello la filosofía actual no guía a nadie, no predica, es ajena a la teología, e incluso a la política, se ha hecho excesivamente microscópica. Es un hecho que esta forma de intelectualismo, tan modesta,  puede suscitar el desprecio de los racionalistas, pero ¿qué es más racional y más razonable, reconocer nuestra incapacidad para explicarlo todo y aceptar nuestros modestos avances en el proceso de racionalización, o intentar sobrepasar los límites de la razón hasta el infinito? Tras la destrucción originada por la crisis, nuestra labor inmediata debe ser la de reconstruir. Para ello será preciso tener un proyecto conforme a un plan. Y dicha construcción deberá "hacerse con tiento, al ritmo que la obra pida"

En defensa de las raíces cristianas de Europa laica

LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO Y LA CATEQUESIS, A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en la "virtud" (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, para alcanzar la trascendencia humana) y la "sabiduría" (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ El reto actual, es formular un cristianismo laico que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo, la pluralidad y el sincretismo, a fin de afrontar con éxito los retos de la modernidad. Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo (cristianismo grecorromano), separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela

Breve crítica al profetismo judío del Antiguo Testamento

La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad de hacer un juicio justo de nuestras creencias utilizando el raciocinio para indagar "si es verdad o es mentira" que los textos bíblicos son palabra de Dios, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación, enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordados por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, ). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo "que es" o "no es" del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas Abraham y Moisés, no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales pregonado por Cristo y seguido por los místicos; es por ello, que la promesas de Yahvé a Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico; la nube y la tormenta sobre el Monte que anuncia la presencia de Javeh descrita en el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: "El Padre y Yo, somos una misma cosa", la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo__ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, ES OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, Y POR LO TANTO, NO ES PALABRA DE DIOS; ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual.

Breve crítica a la doctrina judaizante de la iglesia

BREVE CRÍTICA A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA, A FIN DE VISLUMBRAR LA NECESIDAD Y POSIBILIDAD DE FORMULAR UN NUEVO CRISTIANISMO, PARA EVITAR QUE EL MENSAJE DE CRISTO QUE SEA ACAYADO POR EL ISLAMISMO, EL JUDAÍSMO Y LAS CORRIENTES DE LA NUEVA ERA.

La gran relevancia que actualmente tiene esta crítica, radica en la urgente necesidad formular un cristianismo laico para remediar el divorcio que existe desde hace veinte siglos entre la filosofía y la religión judeo cristiana que ha propiciado el raquitismo y falta de vitalidad del alma occidental, a causa de la separación entre la fe y la razón promovida por la cristología judaizante de San Pablo y de la enjundia del pueblo judío en su esfuerzo por hacer realidad las directrices supremaciítas de sus ancestros. La cristología de San Pablo, es el punto de partida y eje rector y de la religión judeo cristiana y la doctrina de la Iglesia; lo cual evidencia la importancia toral de escudriñar las fuentes y motivaciones que llevaron a san Pablo a formularla para convertir el movimiento cristiano inicialmente laico, en religión, si queremos vislumbrar la posibilidad y necesidad de cambiar su orientación el cristianismo, a fin de actualizarlo para poder enfrentar con éxito el islam, el judaísmo, el ateismo, las corrientes de la nueva Era y el nihilismo que amenazan con sofocar el mensaje de Cristo. Y en este momento crítico, en el que Europa esta a punto de ser islamizada, nos encontramos ante la disyuntiva de tener que escoger entre la universalización del mensaje de Cristo formulando un cristianismo laico, o reafirmando el exclusivismo de la religión judeo cristiana. Esta problemática, es el objeto de la siguiente crítica a la cristología de Pablo.

Entre los sicarios más exaltados del sanedrín enviados por los príncipes de la Sinagoga para perseguir y exterminar, por el delito de blasfemia, a los judíos seguidores de Cristo dispersos en las provincias grecorromanas, destacaba Pablo por su radicalidad; quien al darse cuenta de gran cantidad de gentiles que se unían a ese movimiento, ideó reencausarlo para que los judíos cristianos siguieran siendo Israel, conservaran su religión, tradiciones ancestrales y leyes; y los gentiles cristianos ayudaran a Israel alcanzar la supremacía sobre todas las demás naciones. Atribuyendo los motivos de su conversión a la experiencia de Cristo resucitado camino a Damasco, para poder unirse y encausar a la secta cristiana como dirigente; con tanta o más autoridad que la de los apóstoles; arguyendo que ellos fueron escogidos por Jesús hombre, en cuanto que él fue escogido por Cristo resucitado: PABLOR RECONOCE SER UN MENTIROSO y arguye: Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? (Romanos 3,7), confirmando la replica de Cristo a los fariseos cuando negando la paternidad divina de Cristo, arguyeron ser hijos de Abraham mientras que él era hijo del demonio, señalando a los hijos de Israel, como hijos de la mentira. (Juan VIII, 37 al 44)

Pablo no conoció al Jesús terreno. A él "se le apareció" el Resucitado, cosa que Pablo repite varias veces (Gal I, 11-16; 1 Cor IX, 1; XV, 8; 2 Cor IV, 6). Portento rela tado por Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, (IX, 1-19; XXII, 3-21; XXVI, 9-18). Esto ya da idea de la importancia de la experiencia de Cristo resucitado que Pablo trasmitió a su colaborador más cercano (Lucas quien fue enviado por los sabios alejandrinos a dar fe de la trascendencia humana de Cristo). En las epístolas de Pablo pronto se advierte su afán de resaltar la divinidad de Cristo. Por lo consiguiente, el punto de partida para estudiar la cristología de Pablo, es el hecho trascendental de "Cristo resucitado"; soslayando la importancia genérica de "la trascendencia humana patente en Cristo"; es decir que cristología de Pablo es más que nada una teología de Cristo. Porque omite los hechos Jesús, narrados en los evangelios, y lo que esa información representa: "El conocimiento objetivo del Jesús humano", para privilegiar "el conocimiento subjetivo de la divinidad de Cristo. Privilegiando el acto piadoso o cultote las organizaciones religiosas, a costa del acto misericordioso o altruismo de la organizaciones altruistas; contradiciendo el deseo expreso de Dios revelado a los profetas" "Me place más la misericordia, que el sacrificio" (MATEO VIII,13, XII,7). Contradicción señalada por Cristo a los fariseos. Es por ello, que Pablo no mostró ningún interés por los hechos de Cristo narrados en los evangelios, como fuente de su cristología, sino que utilizó como fuente y directriz, el cumplimiento de las profecías narradas en el Pentateuco.

El propio Pablo arguye que: fue el Dios de Cristo resucitado quien lo escogió como apóstol; y por ello, "para formular su cristología: no consultó a los apóstoles escogidos por Jesús hombre, ni a ninguno de sus seguidores; tampoco viajó a Jerusalén para indagar en el lugar de los hechos de Cristo hombre, los testimonios de su vida, ejemplo y enseñanzas; en lugar de esto se fue a Arabia, de donde volvió de nuevo a Damasco" (Galatas I, 16-17). Pablo llega a confesar que el conocimiento de Cristo "según la carne" no le interesa (2 Corintos V, 16). Una afirmación que evidencia claramente que la "existencia terrena" de Jesús no entraba en el ámbito de la cristología de Pablo. Esta confesión en primer lugar, nos hace caer en la cuenta que la conversión de Pablo, en el camino a Damasco, no fue una "conversión" el sentido propio y de esa palabra, sino una misión encomendada a él, por el Dios de Israel, revelada en el camino a Damasco, en su experiencia de Cristo resucitado. Es por ello, que Pablo no se aplica a si mismo el adjetivo de converso sino el de inspirado por el Dios de Israel a fin de llevar el mensaje de Cristo a los pueblos gentiles. Y por lo consiguiente siguió creyendo en el Dios de la religión en la que había sido educado. Por ello, cuando Pablo habla de Dios, no se refiere al Dios hecho hombre en la persona de Cristo, sino que se refiere al Dios de Abrahán y a las promesas hechas a sus descendientes (Galatas III, 16-21; Romanos IV, 2-20). Y es precisamente a partir de esa experiencia, que elabora su cristología, arguyendo: "cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles…" (Galatas I, 15-16).

Esto hace evidente que el punto de partida de la teología de Pablo, no es Jesús hombre, sino el Cristo exaltado por el Dios de Israel. Lo cual significa que la cristología de Pablo arranca de una convicción determinante: "No conocemos a Dios desde Jesús, sino que conocemos a Jesús, desde Dios". Por tanto, "No es Jesús el que nos explica a Dios, sino que sino que son las Sagradas Escrituras dictadas por Dios las que nos explican quién es Jesús". Para Pablo, pues, lo que el judío cristiano ha de dar por conocido, es el Dios de Israel, en tanto que el desconocido es Jesús humano. Dicho de otra manera, la cristología de Pablo no modifica sustancialmente el tradicional conocimiento de Dios que podía tener cualquier israelita seguidor de la Torah. Porque el problema religioso fundamental, para Pablo, no está en explicar a Jesús para conocer a Dios, sino en reconocer y comprender los designios de Dios, a través de Jesús. El inconveniente estriba en que Pablo no percibe que "en Jesucristo, Dios mismo se ha definido de una forma enteramente nueva"; y que la humanidad de Cristo es inseparable de su condición divina. La ceguera de Pablo a la unidad indisoluble de la naturaleza humana y la naturaleza divina patente en Cristo, o trascendencia humana patente en Cristo; es el error fatal de la cristología de Pablo que priva a la humanidad del mayor legado de Cristo "La doctrina de la trascendencia humana que Cristo enseñó e ilustró. Es decir; que la cristología de Pablo, es la de un Cristo mutilado de su humanidad. Mutilando la universalidad del mensaje de Cristo, al dejar de lado la trascendencia humana patente en Cristo, para encausarlo hacia la ecumene Abrahámica.

Ya que, para Pablo el cristianismo es – un apéndice del judaísmo – que explica a Cristo como cumplimiento de las profecías ancestrales en un intento de impedir que los seguidores de Jesús dejaran de ser Israel, incumplieran la ley, la religión y las tradiciones ancestrales. De esta manera Pablo convirtió el mensaje universal de Jesús sobre la trascendencia humana, en un mensaje sobre la salvación por medio de la fe el Dios de Israel, para que los judíos cristianos siguieran cumpliendo la ley, la religión y las tradiciones judías (Mateo XXII,1). Y desde el momento en quePablo no conoció al Jesús terreno, de condición humana; puesto que sólo conoció al Cristo resucitado de condición divina; desde ese momento Pablo quedó imposibilitado para entender la divinidad del hombre en Jesús de Nazaret y, la importancia capital de la trascendencia humana patente en Cristo; y en última instancia, para "entender a Dios, el Dios que se nos reveló en Jesús". El Dios de Jesús sólo puede ser conocido desde la encarnación de Dios en Jesús divinizándolo, o unión armoniosa del cuerpo y el espíritu humano. Ahora bien, si Pablo estuvo siego a la unión indisoluble de Dios con el hombre, en la humanidad de Jesús de Nazaret; el conocimiento divino de Cristo que aporta Pablo a en su cristología, desecha la piedra clave de la doctrina de Cristo, sustituyéndola por la doctrina de la salvación por medio de la fe. De ahí que la cristología de Pablo, no solo dificulta el entendimiento de Cristo hombre, esbozado en la cristología de los sinópticos, sino sobre todo dificulta la comprensión de la trascendencia humana patente en Cristo y la confirmación de la teoría y la doctrina de la trascendencia humana formulada por Aristóteles y el misticismo universal. Evidencia propuesta por el apóstol Felipe a los sabios alejandrinos, para enriquecer los ejercicios espirituales de la paideia griega, con la vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, y confirmar que es posible alcanzar la trascendencia humana practicando las virtudes opuestas a nuestros defectos.

Lo más nefasto ha sido, como se ha expuesto; es que las ideas de Pablo expuestas en sus Epístolas, fueron determinantes en la formulación de la doctrina de la Iglesia surgida de los concilios de Nicea y Calcedonia. Señalando el hecho histórico de que las Epístolas de Pablo se escribieron entre los años 50 al 57 D. C; mientras que los evangelios sinópticos no aparecieron hasta la década de los 70. Esto quiere decir, que en la Iglesia primitiva se difundieron las reflexiones de Pablo, expuestas en su cristología, unos 20 años antes que los evangelios sinópticos de los hechos de Cristo hombre, fueran escritos. O sea, en la iglesia primitiva se conoció mucho antes la "condición divina" del Cristo resucitado, que la "condición humana" del Jesús histórico. Por eso no es exagerado afirmar, que Pablo mutiló al cristianismo de su significado trascendental y universalidad, a fin de adecuarlo a las Sagradas Escrituras con planteamientos subjetivos, que al apartar la fe de la razón, convirtieron el judeo cristianismo en religión basura.

Lo que importa ahora es comprender las consecuencias que se siguieron, precisamente para la cristología, de este desplazamiento de la objetividad de hechos de Cristo narrados en los evangelios "Cristo histórico", hacia la subjetividad de "Cristo glorioso", encadenado a la teología judía. Cuando este centro prescindió de la encarnación de Dios en Jesús, y se fijó fundamentalmente en la glorificación de Jesús en Dios; el cristianismo ganó en exclusivismo particularidad, lo que perdió en humanidad, trascendencia y universalidad genérica. Por eso se comprende que la cristología de Pablo como directriz del ethos, el pathos y futuro judeocristiano, tenga su raíz en el cielo y no en la tierra (1 Cor 15, 40-49; 2 Cor 5, 1-2; Ef 1, 10; Fil 3, 19-20). Dejando las cosas de este mundo, a disposición de intereses mundanos. Intereses justificados, además, con el pretexto de que nuestro centro no está en "lo terreno", sino en "lo celestial". Argumento que esgrimen los mercaderes de la fe para manipular y explotar a los creyentes aduciendo voluntad divina.

Se ha expuesto, con toda razón, que Pablo fue el hombre clave que le dio un giro nuevo y definitivo al cristianismo. En cuanto que consiguió hacer de un movimiento laico judío, una "religión de los gentiles inseparable de la religión judía". El movimiento cristiano, inicialmente laico, convertido en un movimiento religioso, obtuvo un éxito sensacional entre los gentiles en todas las provincias del Imperio Romano. Porque fue por medio del mensaje de Cristo cómo se llegó a una auténtica inculturación de la religión judía en el mundo de cultura helenista. Más aún, mediante Pablo, lo que era una "secta disidente" judía llegó a ser una religión universal; por medio de la cual Oriente y Occidente se encontraron estrechamente, eclipsando la doctrina de la trascendencia humana ilustrada y enseñada por Cristo, y formulada por la filosofía griega.

Sin duda fue mérito de Pablo sacar el mensaje cristiano de la particularidad del judaísmo, para expandirlo el mundo greco romano. Nunca ponderaremos bastante la importancia decisiva que tuvo este proceso de divulgación universal del movimiento cristiano convertido en religión para la cultura de greco romana, en detrimento del movimiento cristiano inicialmente laico, adoptado por los sabios alejandrinos, después de que, el apóstol Felipe les comunicara el mensaje universal de Cristo, para enriquecer la educación de la paideia griega. Este detrimento tuvo un precio muy alto. Ante todo, porque, como se ha dicho, "si se quería que fuera universal, el cristianismo tenía que evitar cimentar su doctrina en la experiencia particular de los ancestros de Israel, y asentarse en la experiencia genérica del misticismo universal, orientada por los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad perfecta perseguidos paideia griega.

En este proceso, el emperador Constantino y San Pablo tuvieron una influencia decisiva para institucionalizar y socializar el judeo cristianismo en el Imperio greco romano. Pero lo consiguieron a base de "evitar el radicalismo judío" que se advierte y se expresa con fuerza en no pocos textos del Antiguo Testamento. ¿Quiere decir esto que Pablo mutiló el Antiguo testamento, limó sus aristas y lo suavizó, con la "sana" intención de hacerlo más aceptable en el tejido social del Imperio? Uno de los puntos más ásperos que era evadir la responsabilidad de Israel en el crimen de Cristo, y Pablo lo solventó formulando la doctrina de la redención humana, arguyendo que Cristo murió en la Cruz para redimir a la humanidad de sus pecados. Igual de ásperos eran los textos de odio contra los gentiles escritos en el Pentateuco ("Mata al que ofrezca sacrificios a otro dios que no sea Yahvé". (Éxodo XXII:19 y Deuteronomio XIII, 6). La limadura de estas asperezas fue tarea de muchos exegetas, entre los que destaca Filón de Alejandría que logró obnubilar los textos de odió contra los gentiles proponiendo el Alegorismo. Dejando de lado el sentido literal de los textos bíblicos, a fin de buscar su significado oculto a manera de los oráculos griegos. No se trata de que Pablo mutilara el Evangelio de Jesús. Abrogó la doctrina de Cristo sobre la salvación eterna por obras de un Dios remunerativo, y la sustituyó por la salvación por fe, y la de la predestinación, a fin de resguardar las directrices racistas, rapaces, criminales y genocidas seriales dictadas por los ancestros de Israel. Directrices que dejó vigentes arguyendo que los judíos seguidores de Cristo son el nuevo Israel, y los gentiles hijos adoptivos del patriarca Abraham.

Como ya se señalado el problema está en que Pablo no conoció al Jesús terreno; y por consiguiente es objetivo que las apariciones de Cristo a sus seguidores, fue el punto de partida – y eje toral de la cristología que Pablo formuló para reencausar el cristianismo laico hacia la religión judía; convirtiéndolo en la religión judeo cristiana. Ahora bien, desde el momento en que Pablo no conoció al Jesús de este mundo, sino al Señor del otro mundo, desde ese momento. Pablo no se sintió vinculado a los hechos de la vida, ejemplo de Cristo narrados en los Evangelios, sino vinculado a su experiencia trascendente de Cristo resucitado. Y precisamente porque la experiencia mística de Cristo resucitado, nos trasciende a todos; por eso mismo se puede manejar y adaptar a las más diversas especulaciones subjetivas, y apartarse de los hechos de Cristo, la objetividad y la razón. De esta manera El Señor "trascendente" de Pablo, podía ser visto sin especial dificultad como el Señor "universal". El problema está en que esta "universalidad", se alcanzó a costa de ocultar la "trascendencia humana de Cristo" que se palpa en el Jesús de los evangelios.

En la cristología de Pablo, la fe se relaciona directamente con "lo religioso" y con "la especulación teológica". Cimentando la fe en la "justificación" y la predestinación que Dios concede al pecador. Lo cual explica por qué el pecado, como poder de perdición, "aparece en el centro del pensamiento" de Pablo. De ahí que la fe, según el apóstol Pablo, está íntimamente relacionada con el misterio de la "salvación" definitiva realizada por Dios mediante la fe en que Jesucristo con su pasión y muerte, pagó el rescate de nuestra salvación. Salvación de la que el ser humano participa por la "justificación" que el hombre alcanza por su fe. Esto explica por qué la fe se nos presenta, en los escritos de Pablo, casi siempre en conexión con la "justificación" que Dios concede al hombre pecador (Romanos I, 17; 3, 22. 25. 26. 30; IV, 16; V, 1, etc; Galatas II, XVI. 20; III, VII, 9-12; Etecios II, 8; III, 12, etc). Esto explica igualmente, que el discurso de la fe, no se entienda a partir de situaciones concretas de la vida ejemplo y enseñanzas de Cristo, sino teniendo como modelo a Abrahán que creyó en Dios y en el cumplimiento de Sus promesas de satisfacer los deseos del patriarca de procrear una numerosísima descendencia que avasallara a todos los pueblos del mundo, y su reino, poder y riqueza no tendrá fin, a cambio de su fidelidad al Dios de Israel. Por eso, en la mentalidad de Pablo, el padre o modelo de todos los creyentes es precisamente Abrahán (RomANOS IV, 16-17). Y si es que relacionamos esta fe con Jesús, Pablo la entiende como fe en Cristo o en el Hijo de Dios, "que me amó y se entregó por mí" (Galatas II, 16; Filipenses I, 29). Lo que supone que vivir la fe, significa mantener la condición de "hombre justificado" hasta el final, hasta el alcanzar el logro de la esperanza definitiva (Galatas V, 5).

En la escuela bíblica, al leer los hechos narrados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, enseguida se advierte la tensión y el contraste existente entre __las directrices racistas, criminales y genocidas seriales que los redactores del Antiguo Testamento imprimieron en los relatos de los patriarcas, profetas, reyes y jueces de Israel__ y las directrices de amor, fraternidad y solidaridad universal que los evangelistas imprimieron al redactar los hechos de Cristo. Tensión amortiguada por Pablo en su cristología. En efecto, mientras que, para Pablo, la fe es una experiencia que expresa la vinculación del pueblo judío con el Dios de Israel, y para Jesús (tal como lo presentan los sinópticos), la fe es una experiencia mística que expresa la vinculación inmanente y trascendente del hombre con Dios (El Padre y Yo somos una misma cosa). Se trata, pues, de dos formas de entender la fe que se ven, no sólo como experiencias distintas, sino sobre todo contrapuestas, en la que lo humano en la cristología de Pablo pasa a un segundo término, si no es que se desentiende de ello; porque el centro de su pensamiento está puesto en la religión de Israel, vinculando a Cristo con en el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a los ancestros de Israel.

Por el contrario, para Jesús, la fe expresa la convicción del hombre de su trascendencia, lo cual vincula lo humano con lo divino. Inicialmente, el impulso primordial del hombre es la satisfacción de sus necesidades básicas (casa, vestido, sustento, seguridad, matrimonio y descendencia). Satisfechas las necesidades básicas, este impuso primordial lleva al hombre a esforzarse para satisfacer sus necesidades sociales (identidad, pertenencia, reconocimiento y poder). Y en la madures del hombre, el impulso primordial lleva al hombre a esforzarse por satisfacer sus necesidades superiores o espirituales. Y desde el principio hasta el final del desarrollo físico, mental y espiritual del hombre; el hombre busca el modo de trascender sus limitaciones físicas, mentales y espirituales. La necesidad de trascender, es el impulso primordial genérico que da origen a la reflexión y la especulación, cuyo fruto son las doctrinas de la religión y las teorías de la ciencia, debido a su doble naturaleza material y espiritual (Problemática abordada por la mitología griega en la historia del centauro Quiron; que siendo médico, al auscultar una herida que recibió en una batalla, descubrió que no podía sanar su herida, debido a que debajo de su piel existía otra naturaleza espiritual también herida, y consecuentemente la terapia debería avocarse a sanar lo físico y lo espiritual ); lo cual hace objetiva la articulación entre la sanación del cuerpo, la mente y el alma. Y es por ello, los sinópticos describen a Cristo en sus evangelios como médico de almas y cuerpos. La gran mayoría de los hechos de Cristo en los Evangelios narran las curaciones milagrosas de enfermos: la salud de un paralítico (Marcos II, 1-12 ), la curación de la hija de Jairo y de la mujer que padecía hemorragias (Marcos V, 21-43), el caso del ciego Bartimeo (Marcos X, 46-52 ), el del siervo del centurión romano (Mateo VIII, 6-13), la hija de la mujer cananea (Marcos VII, 24-30 par), la devolución de la vista a dos ciegos (Mateo IX, 27-31), la curación de los diez leprosos (Lucas XVII, 11-19). En todos estos casos, es la fe de los enfermos la que actúa como fuerza curativa. Las expresiones en este sentido son inequívocas: "tu fe te ha salvado" (Marcos II, 5; Mateo IX, 2; Lucas v, 12); "viendo la fe que tenían" (Marcos II, 5 par); "no temas, solamente cree" (Marcos V, 36 ). Es más, la relación entre la fe y la salud de los enfermos es tan fuerte, que donde Jesús no encuentra fe, no pude curar a los pacientes (Marcos VI, 5-6).

La cristología de Pablo, trata de la interpretación de la salvación, del pecado y de la religión. Por lo que se refiere a la salvación, Pablo la entiende como realidad sobrenatural y trascendente: "El evangelio es poder de Dios para la salvación de todo el que cree" (Romanos I, 16). Pablo habla aquí de la salvación definitiva y última, la salvación "escatológica", que consiste en la justificación concedida por Dios (Romanos X, 10). Y aunque es verdad que Pablo habla, en algún caso, de la salvación como un bien que se refiere al tiempo presente (2 Corintos I, 10), lo normal es que la entiende como una experiencia de solución definitiva en el "más allá" (Filipenses I, 19). En lo que se refiere al pecado, la tesis central que plantea Pablo, en la carta a los romanos, es que "Jesús el Mesías murió por los pecadores", es decir, "murió por nosotros cuando éramos pecadores". Y así es como Dios "nos salvará por él del castigo" (Romanos V, 6-11). Pablo, por tanto, entiende la salvación como "salvación del pecado". Y, mediante tal salvación, liberación también de la cólera divina y del consiguiente castigo (Romanos V, 9-10).

La idea que tiene Pablo, sobre la relación del ser humano con Dios, se centra en el problema de cómo aplacar a Dios ofendido y, en consecuencia, cómo encontrar una salvación que está fuera de este mundo. En el fondo, es la misma mentalidad que se manifiesta en el himno de acción de gracias del sacerdote Zacarías, el padre del Bautista, cuando bendice a Dios porque concede a su pueblo "el cocimiento de la salvación por medio del perdón de los pecados" (Lucas I, 77). La "salvación", para la mentalidad religiosa de los israelitas de aquel tiempo, era salvación del "pecado". Es la mentalidad de la que, sin duda, estaba imbuido Pablo. La teología de los sinópticos, en cuanto se refiere a la salvación, es distinta. Porque es salvación "para toda carne" (Lucas III, 6), es decir, para todo lo humano, lo frágil, lo débil de este mundo. De ahí que Jesús pudiera decir a una mujer pecadora: "tu fe te ha salvado" (Lucas VII, 50). Como a Zaqueo le aseguró que la salvación había entrado en su casa, precisamente en casa de un hombre odiado por el pueblo (Lucas IXX, 9), y que era motivo de escándalo por el sólo hecho de que Jesús fuera a hospedarse en su casa (Lucas IXX, 6).

Por último, si hablamos de la relación entre "fe" y "religión", es claro que Pablo entiende la fe como la respuesta del creyente al kerygma, la predicación cristiana. Así, en Romanos XIII, 11; 1 Corintos III, 5; 2 Tesinaloenses I, 10. Pero, sobre todo, en el conocido texto de 1 Corintos XV, 1-18, donde Pablo insiste en que la fe no es sino la aceptación del mensaje anunciado, en el que la resurrección ocupa el puesto central. En los evangelios, sin embargo, la fe no tiene nada que ver con un cuerpo de doctrina previamente aceptado. Por eso Jesús elogia la fe de personas que ni siquiera eran israelitas, ni tenían las mismas "creencias" religiosas que un judío practicante, pero tenían fe en que Cristo podía sanarlos. Es el caso del centurión romano (Mateo VIII, 5-13 par), de la mujer cananea (Mateo XV, 21-28) o del leproso samaritano, que, siendo un disidente de la religión "oficial", es elogiado precisamente por su fe (Lucas XVII, 19).

Ahora bien, si Pablo entendió y vivió la fe de forma muy distinta a como la entendió y la vivió Jesús, eso quiere decir obviamente que la cristología de Pablo difiere, en cuestiones muy fundamentales, de la cristología que presenta el Evangelio. Está claro, que el problema de la fe se plantea (y se resuelve) desde puntos de vista muy distintos, en el caso de Pablo, por una parte, y en la mentalidad de los sinópticos, por otra. Pablo ve la fe como una convicción religiosa, en tanto que Jesús (según los sinópticos) entiende la fe como una convicción humana en las potencialidades del alma para trascender las enfermedades, el dolor y el sufrimiento, las limitaciones de los sentidos y de la mente, y la muerte. Trascendencia humana, que no depende del culto, ni el rito, ni el dogma; solo de la práctica intensa de la virtud y el amor misericordioso o altruismo. Cuando Jesús habla de la fe, se refiere a la confianza y la convicción que deben tener todos los que sufren los rigores del destino que encontraran el remedio sus enfermedades y sufrimiento, sanado su alma. Es por ello, que cuando Jesús habla de la "sanación", encontramos frecuentemente la fórmula: "tu fe te ha salvado" (Marcos V, 34, X, 52; Mateo VII, 10; IX, 22; XII; 9; XXX; 15, 28; Lc; VII, 9; VIII, 48; XVII, 19; XVIII, 42). La paz sea contigo, es la palabra de que Jesús dirige a los enfermos y excluidos a quienes ha sanado. Para Jesús, según lo presentan los evangelios sinópticos, la "salvación" que produce la fe es, ante todo, "liberación del sufrimiento" que lleva consigo la enfermedad o cualquier limitación de la dignidad humana.

Estamos, pues, ante dos concepciones distintas de la fe. Dos formas de experimentar el problema de Dios, y la relación con Él, que constituyen el paradigma de la fe. Porque, al hablar de la fe, tanto Pablo como los sinópticos presentan dos formas distintas de manejar la los elementos de la triada pre-teológica. En relación al tratamiento del primer elemento pre teológico, Pablo en sus epístolas, omite la descripción neutra de los hechos de Cristo o fenomenología, que es el objeto de los evangelistas sinópticos. En relación al tratamiento de segundo elemento pre teológico: Pablo explica teológicamente a Cristo, el apóstol Juan da una explicación mística de Cristo, y los sinópticos omiten toda explicación. En relación al tercer elemento pre teológico o aplicación practica, Pablo prescribe la fe para la salvación eterna, y la lucha para hacer realidad las promesas que el Dios de Israel hizo a sus ancestros; el apóstol Juan prescribe el misticismo o imitación de Cristo hombre para sanar el cuerpo, la mente y el alma; y para los sinópticos el relato de los hechos de Cristo, tiene como objeto mover a los creyentes a llevar una vida, digna y abnegada al servicio de sus semejantes, imitando a Cristo. El apóstol Felipe utiliza los hechos de Cristo, narrados en los evangelios, para ilustrar a los sabios alejandrinos promotores de la educación en la paideia griega, lo que es la trascendencia humana y que es lo que hace el hombre cuando la ha alcanzado, a fin de motivar a los jóvenes a practicar la virtud.

Conclusión

Se convoca a los pueblos cristianos a promover el emplazamiento a juicio de las Iglesias y organizaciones religiosas tendenciosas, a efecto de corregir el error fundamental, En primera instancia ante el tribunal de la razón, en segunda instancia ante el tribunal de la ley. Y en tercera instancia en el estrado revolucionario de la justa indignación pública expulsando de las Iglesias a los sacerdotes y pastores fideístas renuentes a corregir el error fundamental; tal como lo hizo Cristo cuando expulsó del templo a los mercaderes de la fe.

DEDICATORIA: A mis hijos Rodolfo Miguel, León Felipe y Luis Alonso, por la entereza, confianza y amor con que enfrentaron los rigores de la austeridad y las difíciles pruebas que nos deparo el destino durante los veinticinco años que me dedique tiempo completo a elaborar este estudio. Y mi profundo agradecimiento a Rudy por trasformar un burdo manuscrito en un obra aceptable, y el muchísimo tiempo dedicado a promoverlo en la web.

 

 

Autor:

Rodolfo Plata López

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