- Resumen
- Justificación del tema
- De sus antecedentes históricos
- Método de investigación
- Valor de la propuesta
- Bibliografía
El Perú siempre ha sido un país de rebeliones, revueltas, revoluciones, alzamientos, asonadas y golpes de Estado. Particularmente el sur del país tiene una larga y arraigada cultura de la revuelta, desde Ollantay hasta el teniente-coronel Ollanta Humala, cientos de páginas se podrían escribir sobre ellas. Puedo decir con cierto orgullo que, al menos en golpes, somos uno de los primeros.
En este Estado han habido, hay y con seguridad, habrán siempre "salvadores de la patria" entre comilla, que no dudarán en recurrir a la fuerza para derrocar a un tirano o para hacerse de todo el poder.
Aquí les ofrezco apenas un pequeño resumen de las rebeliones y los golpes militares más conocidos y la influencia en la sociedad peruana.
Una Rebelión por amor
Se dice que el Capitán Ollanta (u Ollantay) fue el primer insubordinado conocido en el Perú. Ollanta estaba enamorado de Cusi-Coyllur, hija del Inca Pachacútec. Ollanta pidió la mano de la princesa al Emperador, pero éste se la niega, entonces el novio se subleva y se encierra en una fortaleza.
La princesa da a luz a una niña -hija de Ollanta- y el Inca Pachacútec muere de indignación y de vergüenza. El príncipe heredero se venga sitiando a Ollanta y encerrando a su hermana en una cárcel.
Cuando por fin, al cabo de muchos años logra el príncipe que se rinda Ollanta y se dispone a darle muerte, Hima-Súmac, hija del capitan y de la princesa, intercede por él y es perdonado, del mismo modo consigue la libertad de su madre.
Esta rebelión "por amor" naturalemnte, es un hecho ficticio surgido de la mente de un literato anómino. Como veremos a continuación, las rebeliones verdaderas en el Perú, siempre han tenido un único objetivo: el poder.
Los orejones se rebelan contra el Inca
Años más tarde, Huayna Cápac, lleva al Imperio Inca a su máxima expansión, pero decide trasladar el centro del poder desde Cusco hacia Tumipampa, en el actual Ecuador. Ante esta situación, los "orejones" o nobles incas, se rebelan y se proclaman "defensores del Sol". El Inca tuvo que ceder, promete regresar al Cusco y aprovecha para repartir nuevos beneficios entre los nobles cusqueños. La historia de las prebendas en el Perú es más antigua de lo que se cree.
Atahualpa se alza contra Huáscar
Huayna Cápac regresaba al Cusco, enfermó de viruela y murió en el camino. La enfermedad y la muerte también alcanzaron al hijo designado para sucederle: Ninan Cuyuchi. Esto causó gran confusión sobre quién debería suceder a Huayna Cápac, pero finalmente todos coincidieron que debería ser Huáscar, por ser el príncipe co-reinante de Ninan Cuyuchi.
Pero Huáscar era muy temperamental y cometió muchos desatinos que le trajeron gran oposición. El líder de la oposición de aquella época fue Atahualpa, un príncipe curtido en la batalla, que tenía gran ascendencia entre los generales de su padre. Se realizaron varias batallas, pero la victoria final fue de Atahualpa, quien luego mandó a matar a su hermano Huáscar. Atahulpa también moriría en manos de los españoles, luego de entregar una enorme suma por su rescate.
La rebelión de Almagro contra Pizarro
Pero los españoles no pusieron fin a las rebeliones en el Perú, por el contrario, las sublevaciones fueron frecuentes. Parte de los conquistadores se insobordinaron en la Isla del Gallo contra Pizarro, pero más importante fue la guerra iniciada por Almagro. El Rey Carlos V le había dado a Francisco Pizarro la Gobernación del Perú y a Diego de Almagro la Gobernación del sur de Chile.
La conquista de Chile fue un fracaso, el territorio era pobre y la lucha con los araucanos no tenía cuando acabar. Almagro enfrentaba la insubordinación de su propia tropa y decidió reclamar algo a lo que consideraba que tenía justo derecho: la rica ciudad del Cusco. Así se inicia una guerra civil, Almagro capturó la antigua capital Inca, apresó a Hernando Pizarro, hermano del Gobernador. Hubo un arbitraje y el fallo fue a favor de Pizarro.
Almagro reaccionó con indignación e inició la guerra, pero fue derrotado, juzgado y sentenciado a muerte. Sin embargo la lucha no concluyó allí. Los almagristas se reunieron en torno al hijo de Almagro: Diego de Almagro El Mozo, quienes al final, asesinaron a Francisco Pizarro.
Las rebeliones indígenas
Si bien los conquistadores no enfrentaron una gran oposición en el Perú, los indígenas mantuvieron un proceso de resistencia que se inició con Manco y los Incas de Vilcamba y se intensificó en el siglo XVIII con Juan Santos Atahualpa y José Gabriel Condorcanqui: Túpac Amaru II.
En 1780 había en el sur un gran descontento contra la autoridad real, Túpac Amaru II pudo levantar un gran ejército indígena que causó gran preocupación en el Virreynato peruano, sin embargo, en mayo de 1781, Túpac Amaru fue capturado y ajusticiado junto con su familia.
53 gobiernos en 24 años
La rebelión de los peruanos fue fundamental en la Independencia. En el proceso independentista, hubo participación indígena, también de sectores urbano marginales, de capas medias provincianas, y mestizos y criollos de poca fortuna. Hubo guerrillas y montoneras que apoyaron a San Martín y Bolívar, y su accionar se prolongó hasta la batalla de Ayacucho.
La independencia no trajo la paz al Perú, por el contrario, sugieron numerosos movimientos de diferente concepción que buscaban tomar el poder o conseguir su propia independencia. Surgieron tendencias regionalistas y separatistas en Cusco y Arequipa. El Estado peruano no conseguía estabilidad, entre 1821 y 1845, en tan sólo 24 años, hubo 53 gobiernos y seis constituciones. En 1838 hubo 7 presidentes simultáneamente.
La rebelión de los hermanos Gutiérrez
En 1872 el presidente José Balta nombró como ministro de guerra a Tomás Gutiérrez. El Perú se encontraba en ese momento en un proceso de transición, Manuel Pardo era el presidente electo que asumiría el mando el 28 de julio de ese año. Sin embargo, el 22 de julio Tomás Gutiérrez, junto con sus hermanos Silvestre, Marceliano y Marcelino (todos coroneles) realizan un golpe militar, capturan a Balta y le dan muerte. El pueblo peruano, fatigado por la agobiante crisis económica y los cuartelazos, decide no apoyar la efímera dictadura de los hermanos Gutiérrez. Se inicia una reacción popular contra los insurrectos. Los hermanos Tomás, Silvestre y Marceliano Gutiérrez fueron muertos y colgados de las torres de la catedral de Lima.
Las rebeliones de Cáceres
Durante la ocupación chilena, el caudillo Andrés Avelino Cáceres organizó la resistencia en la sierra central entre 1881 a 1883. Cáceres participó de varias rebeliones e insurrecciones, combatió a Manuel Ignacio Vivanco (1844), apoyó a Ramón Castilla (1855-1862), combatió al gobierno de Juan Antonio Pezet (1863-1865). Apoyó el levantamiento de Mariano Ignacio Prado (1865-1868). Combatió a Nicolás de Piérola (1879-1881) y a Miguel Iglesias (1883-1886).
Finalmente, asumió el poder en 1886 a 1890 y de 1894 a 1895. Pero Cáceres, un eterno insubordinado, sufrió la insubordinación en carne propia. En su segundo gobierno fue acusado de querer perpetuarse en el poder y Nicolás de Piérola se rebeló en su contra, junto con sus montoneros llevó a cabo intensos y sangrientos combates que desembocaron en la renuncia de Cáceres y la ascensión de Piérola en 1895.
El triste fin de Leguía
El siglo XX trajo enormes cambios al país, pero las conspiraciones y rebeliones siguieron siendo las mismas. Hasta la clásica violación de la Constitución continuó siendo una norma. Durante el oncenio del presidente Augusto B. Leguía, la Carta Magna redactada por él, fue violada por él mismo y por el fiel oficialismo de aquella época.
Leguía llevó al país hacia la modernidad y fue uno de los presidentes más destacados del siglo XX, fue un sujeto pragmático y dirigió al país con mentalidad empresarial, pero también se caracterizó por mantener el control absoluto del poder y por una tendencia natural hacia el autoritarismo.
En 1920 Leguía aprobó una nueva Constitución que no contemplaba la reelección presidencial inmedita. Sin embargo, en 1923 modificó un artículo constitucional e introdujo la reelección "por una sola vez". Y luego de ser reelecto, volvió a modificar la Constitución aceptando la reelección indefinida: "el presidente durará en su cargo cinco años y podrá ser reelecto", decía la norma. Estas reformas, en manos de un congreso siempre sumiso, permitió que Leguía permanezca once años en el poder.
Todo marchó bien hasta que llegó la crisis económica producto de la Primera Guerra Mundial. El repudio por la presencia del "tirano" fue capitalizado por la revolución de Arequipa encabezada por el comandante Luis Miguel Sánchez Cerro en agosto de 1930. Leguía aceptó renunciar y partió hacia el exilio, pero fue arrestado y llevado a la Penitenciaria. Murió en el Hospital Naval de Bellavista, en absoluta pobreza, en 1932, pesando apenas 30 kilos.
El "macho" Sánchez Cerro
Como ha sido frecuente en la historia peruana, la revolución de Sánchez Cerro se originó en el sur del país, en Arequipa. De orígen humilde y rasgos indígenas, Luis Miguel Sánchez Cerro era el típico militar "macho" latinoamericano. Participó del golpe contra Billinghurst en 1914, se alzó en armas contra Leguía en 1922 y estuvo preso en la isla de Taquile, en Puno.
En 1931, se organizaron elecciones, en las cuales Sánchez Cerro resultó electo. Pero los apristas consideraron que hubo fraude y declararon a Víctor Raúl Haya de la Torre como "presidente moral del Perú". Los apristas iniciaron una oposición desenfrenada que casi lleva a una guerra civil y que concluyó con una revolución aprista en Trujillo y el asesinato del presidente Sánchez Cerro en 1933 en manos de un militante aprista.
Las rebeliones del Apra
El Apra también estuvo por detrás de otra rebelión. En 1948, durante el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero los apristas realizaron una férrea oposición desde el Congreso, el país vivía una crisis social que desembocó en la sublevación que tenía por objetivo tomar el poder y deshacerse de los mandos castrenses. El 3 de octubre de 1948, el Real Felipe fue atacado por mar y tierra, pero los apristas no consiguieron el respaldo popular y Haya de la Torre tuvo que refugiarse en la embajada de Colombia. Bustamante y Rivero no duraría mucho tiempo.
El 27 de octubre de 1948, otra vez Arequipa se levantó contra el gobierno constitucional, y el Gral Manuel A. Odría dirigió un golpe que derrocó al presidente, al cual se le acusó de fomentar la anarquía.
Odría, su golpe y su "Montesinos"
Odría convocó a elecciones para legitimarse, pero participó solo, mandó a la cárcel al otro candidato, el general Ernesto Montagne. Por entonces surge una nueva rebelión en Arequipa, comandada por la Liga Democrática, se levantaron barricadas y hubo varios muertos. En este clima, Odría, que era candidato único, se eligió "presidente constitucional", el 28 de julio de 1950.
Odría también tuvo su "Montesinos": Alejandro Esparza Zañartu, un siniestro personaje quien se desempeñó como director de Gobierno y como ministro de Gobierno (hoy del Interior). Su actuación se rodeó de misterio y sus excesos contribuyeron al desprestigio del régimen, que acabó siendo muy impopular. La indignación aumentó cuando nuevamente en Arequipa hubo un levantamiento popular debido a una salvaje represión militar contra una huelga estudiantil, donde murieron tres jóvenes que portaban una bandera blanca. Odría tuvo que prescindir de Esparza Zañartu y derogar la ley de seguridad interior.
El golpe luego del fraude
En las elecciones de 1962 Haya de la Torre quedó en primer lugar, Belaúnde Terry en segundo y Odría en tercero, pero no hubo un ganador con mayoría absoluta, el Congreso debía elegir al nuevo presidente. Era vox populi que había habido fraude. Las Fuerzas Armadas exigieron que se anularan los comicios y como el poder electoral se negó, sobrevino un nuevo golpe de Estado que convocó a nuevas elecciones donde ganó Fernando Belaúnde Terry.
Las rebeliones de los años 60
Los años 60 fueron plagados de rebeliones y de movimientos guerrilleros inspirados por el éxito de la revolución cubana. Hugo Blanco y Luis de la Puente Uceda fueron los más famosos líderes revolucionarios. Se realizaba la toma de pueblos, haciendas y puestos militares con el fin de ganar adeptos. Pero a la población no le interesaba la ideología que predicaban y no los respaldó.
Fernando Belaúnde no trajo la ansiada estabilidad al Perú. En 1968 su gobierno firmó un convenio con la International Petrolium Company que tuvo el apoyo multipartidario. Pero el Director de la Empresa Petrolera Fiscal, Carlos Loret de Mola, denunció que había desaparecido la página once del acuerdo, donde estaría estipulado el monto de la indemnización que pagaría el Estado a esa empresa. Se produjo un gran escándalo que llevaría a una nueva rebelión. El 3 de octubre se produce un golpe de Estado que depone a Belaúnde. La junta militar presidida por el General Juan Velasco Alvarado contaría con el apoyo de la izquierda peruana y del partido comunista.
El Gobierno Revolucionario de las FFAA
El gobierno de Velasco nacionalizó los recursos, reformó el agro, la educación, expropió las empresas, los bancos y los medios de comunicación. El autoritarismo campeaba y la radicalización de los bandos opuestos era evidente.
Fue un buen momento para que el General Francisco Morales Bermúdez planeara un "relevo institucional", es decir, un golpe al golpista, que se produjo en agosto de 1975.
El "relevo institucional"
Morales Bermúdez estuvo cinco años en el poder y durante su gobierno continuaron confiscados los diarios y canales de televisión. También siguieron los encarcelamientos y las deportaciones de los críticos al gobierno. Fue entonces que se engendran las rebeliones y el terrorismo que sacudirían al país durante los años 80 e inicios de los 90. El alzamiento de dos grupos armados que sembrarían el caos y la muerte en el país y que dejarían un saldo de más de 25 mil muertos (70 mil según la Comisión de la Verdad instaurada en 2001).
El Autogolpe de Fujimori
En 1990, en medio de la hiper-inflación y la violencia terrorista, Alberto Fujimori llegó al poder sin ningún apoyo de los partidos políticos tradicionales y tuvo que enfrentar una fuerte oposición en el Parlamento. Fujimori acusaba al Congreso de ser "paquidérmico" y el Congreso a Fujimori de tener actitudes "totalitarias".
La discusión terminó el 5 de abril de 1992, a la voz de "disolver", cuando Fujimori cerró el Congreso e intervino el Poder Judicial, tomando el poder absoluto. El sui generis golpe sería conocido como "el autogolpe" de Fujimori y contó con un respaldo de entre el 80% y el 90% de la población.
El gobierno de mano dura de Fujimori consiguió vencer la hiper-inflación y capturar a los cabecillas terroristas.
Sin embargo, Fujimori las vería díficiles cuando el 13 de noviembre de 1992 el Grl. Jaime Salinas Sedó lideró un "contragolpe" que a última hora fue debelado y sus líderes encarcelados.
Luego de ello Fujimori hizo una nueva Constitución, fue reelecto e "interpretó" la Constitución para reelegirse nuevamente.
Montesinos y su intento de tomar el poder.
En el año 2000 se hicieron evidentes las fraudulentas manipulaciones del asesor presidencial Vladimiro Montesinos, el cual controlaba casi todas las instituciones del Estado, sobre todo, las Fuerzas Armadas. Tras exhibirse un vídeo donde Montesinos sobornaba a un congresista, Fujimori destituyó a Montesinos y anunció que acortaría su tercer mandato.
Pero al asesor presidencial no le gustó la idea y trató de mantenerse en el poder deponiendo a Fujimori y colocando a un títere en su lugar, sin embargo, gracias a la presión popular por regresar a una verdadera democracia, Montesinos se vio obligado a huir y vivir en la clandestinidad por varios meses hasta ser encarcelado.
Cuando los humalas eran buenos
Mientras Fujimori y Montesinos se peleaban, en Moquegua surgió una rebelión periférica liderada por el teniente-coronel Ollanta Humala y su hermano, el militar retirado, Antauro Humala secundados por 50 soldados.
Los Humala se dieron a conocer entonces, como los líderes de un movimiento ultranacionalista, racista y xenófobo llamado "etnocacerista" que proponía la supremacía de la "raza cobriza".
La rebelión "etnocacerista" buscaba sacar del poder a Fujimori y a los militares corruptos que lo secundaron.
Los Humalas ganaron cierto apoyo en el sur y el respaldo de diversos políticos que los consideraron "héroes de la democracia". Sin embargo, poco después fueron abandonados por sus soldados, quienes se entregaron a sus superiores.
Más tarde, Fujimori renunció y asumió la jefatura del Estado el presidente del Congreso, el Dr. Valentín Paniagua. Al haber cambiado la situación política, Ollanta Humala se entregó a las autoridades. A pesar de sus posturas radicales, Ollanta Humala fue reintegrado al Ejército y premiado, siendo enviado a Francia y Corea como Agregado Militar recibiendo un abultado sueldo.
Cuando los humalas se hicieron malos
En el año 2001 asumió el gobierno del Perú el economista Alejandro Toledo. Desde sus inicios, su gobierno fue duramente criticado por Antauro Humala, que consideraba a Toledo "la cabeza de un gobierno corrupto y vendido a capitales extranjeros, sobre todo chilenos".
En diciembre de 2004, su hermano, el Comandante Ollanta Humala, quien era agregado militar del Perú en el extranjero, fue dado de baja intempestivamente, lo cual provocó las iras de Antauro Humala.
Así, en las primeras horas del 1º de Enero de 2005 Antauro Humala, junto con 150 ex soldados, tomó una comisaría en la ciudad de Andahuaylas, exigiendo la renuncia del presidente Toledo, que en ese momento tenía 90% de impopularidad.
El asalto a la comisaría le ganó a Humala las simpatías de la población local pero dejó como saldo cuatro policías y dos subversivos muertos.
Según Antauro, se escogió como fecha para el asalto el 1º de Enero porque Toledo estaría tan borracho y drogado que ellos tendrían 48 horas para actuar sin ninguna reacción del Estado.
Luego de 3 días de confusión, Antauro Humala fue hecho prisionero y trasladado a Lima, donde continúa encarcelado.
La supervivencia, en general de la nación; al lado de la violencia, la desinformación generalizada, la intolerancia, el miedo, la represión injustificada, brutal y sutil; la creación de sujetos de chantaje, y la crueldad, afectan nuestra vida diaria.
Los planes y proyectos colonialistas han pasado siempre por el desconocimiento de la nacionalidad y el nacionalismo de los que se oponen al status quo, su caracterización como enemigos de la patria y su persecución, en muchos casos hasta la muerte. Los derechos individuales básicos como el derecho a la vida, a la libertad, a la justicia, a la paz, al libre tránsito, al libre pensamiento, a la discrepancia, a contar con su patria irrestrictamente, y a la igualdad de servicios del Estado no han logrado llegar a todos los nacionales por igual.
La tenue sensación de propiedad de los peruanos sobre su futuro y su nación, no otorga la seguridad, y el dominio del espacio necesarios para su desarrollo y libre determinación. Nuestra gente ama el Perú de sus ancestros, pero los entristece la realidad, los mismos individuos cuando se integran a otras sociedades, muestran alta calidad y producción en todos sus campos de acción. La falta de reconocimiento y planes para la enorme cantera de liderazgo individual nacional, que es estorbado, despreciado, y abandonado a su suerte, sin aliento alguno. La falta de aliento a la participación de los mas honrados y probos, especialmente los que han estado expuestos al manejo de recursos e ideas comunes.
La falta sistemática de reconocimiento para los que ponen su corazón al servicio de sus ideales. Se critica un estado de informalidad y corrupción que ha sido fomentado y protegido a lo largo de muchos años.
En general nuestros nacionales no perciben su papel en un estado que tampoco lo conoce.
DE SUS ANTEDECENTES HISTORICOS
La nación peruana fue originada por sus pobladores alrededor de ocho mil años a..de J.C.(Hay estudios y descubrimientos que expanden estos límites) Los primeros cazadores, recolectores y pescadores evolucionan hacia culturas importantes pre-incaicas como Chavín, Paracas, Nasca, Mochica, Tiahuanaco, Wari, Chincha, Chimú y Chanca quienes fueron posteriormente centros de difusión cultural cuando el Imperio Incaico se expande hasta Pasto y Concepción por el Norte y Sur, y aún hoy no conocemos con certeza la dimensión del Imperio hacia el Oriente durante su apogeo.
El encuentro con la civilización occidental en su versión ibérica, cuyo imperio militar ocupó y conquistó el territorio nacional Peruano, crea un estado que basó su desarrollo y expansión en la destrucción y la depredación cultural y demográfica de los estados ocupados, y en el carácter secundario que les otorga a sus pueblos, cuya secuela subsiste en nuestra mente colonial limitando nuestro progreso y desarrollo.
La desintegración es un factor constante, se encuentra en todas las manifestaciones de la vida nacional desde hace poco más de 500 años, este factor no permite la evolución consistente y armónica de nuestras entidades nacionales, como tampoco faculta el descubrimiento y fortalecimiento de sus propósitos comunes. Cuando se analizan nuestros 9500 años anteriores, se observan inmediata e inequívocamente los beneficios que la integración nacional, y el rico universo cultural peruano otorgaron al período más fructífero de nuestra historia.
En mi investigación encuentro la idea del estado que se caracteriza por hablar pero no por escuchar, que lo vean pero no ver, que lo ayuden pero no ayudar, que lo atiendan pero no atender, son expresiones características de los grupos que lo sostienen, esto es especialmente notable en las comunicaciones entre estas dos entidades fundamentales de la nación, las cuales carecen de un lenguaje común, de procedimientos comunes, y de canales de comunicación adecuados que permitan entendimiento formal con las masas elementales de la nación.
Tema fundamental, es la falta de un proyecto de nación que con precisión represente, actúe, mida, y evolucione; con una solución metódica, persistente, adecuada a los requerimientos nacionales. Un proyecto participatorio, de contenido representativo y de acción. Donde la familia ocupe el papel prioritario que le corresponde.
Donde se establezca que el estado como representante democrático del pueblo gestiona, administra, protege, organiza, instruye, a su nombre, sin altanería y para la obtención de la felicidad del pueblo, y de ninguna forma, bajo ningún nombre, en ningún lugar o momento, en contra de él.
La igualdad de los peruanos ante el estado debe ser claramente definida, difundida, asumida y jurada por sus representantes, implantada y defendida vigorosamente.
El estado no debe escoger a los representantes del pueblo ni promoverlos, ésta costumbre feudal debe ser reemplazada por métodos democráticos de participación popular que desaliente y castigue a los pícaros del poder y del bolsillo así como su generación de turnos conveniencieros Las posiciones de liderazgo deben de nutrirse con elementos probados que han representado a sus grupos idóneamente, que han administrado dineros públicos con transparencia, que han desarrollado resistencia a la presión como único medio de influencia, y cuya trayectoria muestre claramente su coordinación de pensamiento y acción.
Entendamos claramente, y actuemos acordemente, más importante que la forma, personajes, y deseos de los gobernantes es la actitud y deseos de sus pueblos. Donde la sociedad de compromisos y propósitos comunes, reemplace a la sociedad que gira alrededor de individuos o grupos de interés. Donde además entendamos que la eliminación de la presencia de nuestra población no soluciona nuestros problemas sino los agrava y acrecienta.
Nuestras Instituciones son generalmente reproductoras de modelos y procedimientos de fachada que finalmente resultan desintegradores y no solidarios. Están basadas en fundamentos retóricos que no cumplen, menos difunden y nunca aplican pero convenientemente administran. Donde a la honradez, el esfuerzo, el honor, la creatividad, les falta aliento.
Totalmente desorganizadas donde solamente los que están envueltos en el desorden conocen su contexto de provecho. Carente de sistemas predecibles, una cualidad exclusiva de las entidades universales mejor dotadas. Instituciones que actúan de espaldas a sus mayorías asociadas o membresía. Un sistema Institucional desarticulado de la nación al no existir propósitos nacionales con metodología reproducible. Instituciones que tienen un desprecio increíble e inimaginable por la intelectualidad histórica nacional y que comparan su acumulación material y su poder hedonista efímero con la producción cultural nacional. Instituciones que desconocen organizadamente el rol de las prioridades y su significado nacional.
Donde la visión de la nación en el largo plazo requiere definiciones, estrategias, tácticas y sistemas articulados, para que sus robustez y consistencia prevalezca sobre el acoso o debilidad de sus componentes.
La propuesta para la integración nacional exige un proyecto de nación y de una Asamblea Constituyente sin plazos, presiones o parámetros nacidos de la coyuntura nacional. Con representantes válidos comprometidos con la integración nacional, sin tacha contra la vida o contra el erario nacional, con visión de largo plazo, y con procedimientos de consulta públicos.
Dios bendiga al Perú y despierte a los peruanos.
"Historia de Ibero América" Manuel Lucena ( Coordinador ). Tomo III. Historia Contemporánea. Cap. IV América Latina en los años treinta. Por Adam Andarle. Editorial Cátedra. Madrid 1992.
"América Latina; Introducción al extremo occidente" Alain Rouquè. Editorial Siglo XXI. Madrid 1987
América Latina; de la Independencia a nuestros días." Francois Chevalier. Editorial Labor S.A Barcelona 1983.
"Latinoamérica en perspectivas." Oxford Analítica autores. Editorial El País S.A. Madrid 1992.
Por
HORMESINDA MARIN E.
MANUEL RISCO CH.
UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS