Génesis del método científico moderno a partir de las concepciones científicas precedentes (aspectos filosóficos)
Enviado por Juan Puelles Lopez
- Introducción: Ciencia y método
- Planteamiento del problema
- Construcción de leyes, teorías y modelos
- La concepción moderna de la ciencia: Galileo y Kepler
- Precursores: El pensamiento medieval
- El Renacimiento: irrupción del pensamiento moderno
- La concepción experimental de la ciencia: Francis Bacon
- Descartes
- Spinoza
- Leibniz
- El Empirismo Inglés: Hume
- El pensamiento ilustrado
- Newton
- Bibliografía
Introducción: Ciencia y método
Según Alexander Koyré, la historia del pensamiento científico nos enseña que[1]
1. El pensamiento científico nunca ha estado enteramente separado del pensa-miento filosófico.
2. Las grandes revoluciones científicas siempre ha sido determinadas por conmo-ciones o cambios de concepciones filosóficas.
3. El pensamiento científico no se desarrolla in vacuo, sino que siempre se en-cuentra en el interior de un cuadro de ideas, de principios fundamentales, de evidencias axiomáticas que habitualmente han sido consideradas como pertene-cientes a la filosofía.
¿Qué caracteriza a la forma de pensar de los científicos? ¿En qué se diferencia de la manera cómo piensan las personas normales? Por "pensamiento cotidiano" entendemos normalmente toda aquella actividad intelectual que se da en la mayoría de las personas, de manera habitual, todos los días, y que no pretende llegar a explicaciones profundas: basada en poderes o seres imaginarios[2]la llamada "filosofía popular", de saberes y técnicas prác-ticas, etc. Por "pensamiento científico", en cambio, nos referimos a toda actividad intelec-tual que busca explicaciones profundas de amplio alcance objetivo, basado en leyes y prin-cipios. La diferencia entre ambos conceptos radica, por tanto, en las explicaciones que se den acerca de la realidad.
Según Miguel Angel Quintanilla[3]explicar "… un fenómeno A es dar una res-puesta precisa a la pregunta de por qué se produce A. La finalidad de la ciencia es preci-samente la explicación. Desde un punto de vista lógico, un fenómeno (explicandum) que-da explicado cuando el enunciado que lo describe aparece como una consecuencia lógica de unas premisas (explicans) en las que figuran al menos un enunciado general de una ley o teoría científica, y al menos un enunciado particular que describe las condiciones empí-ricas que permiten que el "explicandum" sea subsumido bajo el alcance de la mencionada ley o teoría. Una explicación científica es, pues, un tipo particular de inferencia deducti-va".
El "pensamiento científico", por tanto, suministra unas explicaciones de caracterís-ticas totalmente opuestas a las no científicas. Serán las siguientes:
1. Objetividad: Concordancia o adaptación a su objeto
2. Racionalidad: No está formado de imágenes, sensaciones o hábitos de conducta (está integrado por principios y leyes)
3. Sistematicidad: Los conocimientos no pueden estar aislados y sin orden ; siem-pre están inmersos en un conjunto y guardan relación entre sí.
Michel Callon[4]intenta otro enfoque de esta cuestión y propone cuatro modelos de lo que se puede entender por "ciencia", inspirados sin duda en los cuatro que a su vez pro-pone Mario Bunge[5]
1) La ciencia como conocimiento racional ; el resultado de la actividad investiga-dorase entiende como una acumulación de enunciados y redes de enunciados.
2) La ciencia como competición
La ciencia produce enunciados teóricos cuya validez depende de la imple-mentación de métodos adecuados.
La evaluación del conocimiento es el resultado de un proceso de "competi-ción" o, más en general, de una lucha usualmente descrita con categorías to-madas prestadas de la economía y la sociobiología.
3) La ciencia como práctica sociocultural
4) La ciencia como traducción extendida, entendiendo "traducción" como todas las operaciones que unen dispositivos técnicos, enunciados y seres humanos impli-cados en el proceso científico.
Se trata, en definitiva, de caracterizar al "pensamiento científico" por ser "metódi-co". El método, por tanto, constituye el instrumento primordial de la investigación científi-ca. Consta de los varios pasos que podemos agrupar a su vez en dos aspectos del mismo[6]
Empírico (objetos físicos, objetos psíquicos, cambios en los hechos de la natu-raleza, experimentaciones, etc.)
Racional (leyes, teorías, hipótesis, ecuaciones, conceptos, definiciones, …)
El aspecto "empírico" trata, evidentemente, de aquella parte del método científico que se ocupa de lo relacionado con la experiencia ("empeiria" en griego). Se refiere a dos puntos: observación (percepción orientada al estudio de los fenómenos, tal y como se nos presentan en la realidad) y experimentación (reproducción del hecho en el laboratorio). Según John Stuart Mill (1806-1873), máximo representante del "positivismo utilitarista", hay cuatro posibles "métodos experimentales"[7]
1. Método de concordancia: Comparar entre sí varios casos en que se presenta un fenómeno natural, a la vez que señalar lo que en ellos se repite como causa del fenómeno.
2. Método de diferencia Se reúnen varios casos, y observamos que siempre que falta una circunstancia, no se produce un efecto.
3. Método de las variaciones concomitantes: Si la variación de un fenómeno se acompaña de la modificación de otro fenómeno, concluimos que uno es la cau-sa del otro.
4. Método de los residuos: Ir eliminando de un fenómeno las circunstancias cuyas causas son ya conocidas. Lo que quede como residuo será la causa buscada.
El aspecto racional del método, por su parte, contempla toda la parte intelectual o de razonamiento que se lleva a cabo durante un proceso científico. Hay tres operaciones importantes:
Según Henry E. Kyburg y Cho Man Teng[8]en la inducción analógica partimos del hecho de que un objeto o una clase de objetos A dado posee ciertas propiedades P1 … Pn comunes con un objeto o una clase de objetos C, y esto nos permite asumir que A posee otra propiedad Pn+1 que C también posee ; esta suposición no la derivamos a partir del nú-mero de objetos o clases de objetos A, sino de la similitud que descubrimos entre A y otras entidades. Por ejemplo, sabemos que los gansos son aves, que son acuáticas y que migran. También sabemos que copulan para perpetuar la vida ; los patos también son aves acuáti-cas que migran, y por inducción analógica general concluimos que también copulan. Ni la "inducción" ni la "analogía", las dos variantes del razonamiento reductivo, cumplen, como puede verse, las reglas de la Lógica, y diversos autores a lo largo de la historia del pensa-miento se han manifestado acerca de este problema. Para Aristóteles, por ejemplo, la in-ducción no es concluyente (no obstante, se la aplica con frecuencia, no sólo en la vida dia-ria, sino incluso en las ciencias de la naturaleza). Según M.A. Quintanilla, por otro lado, el término "inducción" se puede entender en varios sentidos[9]
a) Inducción matemática: Un procedimiento de demostración de las propiedades de los números que se basa en que si una propiedad vale para 0 y, si vale para un número cualquiera n, vale también para el sucesor de n (n+1), entonces vale para todos los números.
b) Inducción empírica, o inducción propiamente dicha
Inducción completa: Comprobado que cada uno de los elementos de una clase finita de objetos tiene la propiedad P, se pasa a afirmar que todos los elementos de la clase tienen la propiedad P. Las premisas de una "inducción completa" serían las siguientes:
El problema filosófico de la inducción a que nos hemos estado refiriendo deriva, como decimos, precisamente de esta "inducción incompleta". Es lo que en Lógica se cono-ce con el nombre de Demostración Condicional (CP)[10], y relacionada con ella la Demos-tración Indirecta (RAA), por contradicción o "por reducción al absurdo"[11]El caso es que -debido en parte al problema de la inducción- ni en la matemáticas ni en las ciencias empí-ricas se acostumbra presentar la deducción de las conclusiones de un modo tan formal co-mo el desarrollado en los tratados de Lógica, y con cierta frecuencia se recurre a una "de-mostración informal"[12]
"En una demostración informal sólo se enuncia del argumento lo que baste para que la persona familiarizada con el tema siga la línea de pensamiento con un grado relativamente alto de facilidad y comodidad. Se supone que resulta transpa-rente llenar en forma intuitiva las lagunas lógicas de la demostración. En muchos aspectos las normas de inteligibilidad de las demostraciones informales son simila-res a las de una conversación informal. Así, si alguien ne pregunta si iré hot a casa manejando mi coche, supóngase que contesto: "No, porque mi automóvil está sien-do reparado en la estación de servicio". No procedo a enunciar todas las demás premisas obvias … De modo análogo, al dar una demostración informal, tratamos de efectuar los pasos esenciales y no evidentes y omitir las inferencias triviales y de rutina … La misma vaguedad de los criterios que rigen las demostraciones in-formales es una justificación prima facie de la necesidad de una definición precisa de demostración formal. En caso de controversia o duda sobre la validez de una de-mostración informal, es sumamente útil tener a mano una norma exacta y clara a la cual apelar".
La anteriormente mencionada postura aristotélica con respecto a la inducción ofre-ce, según Ferrater Mora, un problema de comprensión, por cuanto el Estagirita opone por un lado la inferencia inductiva al silogismo, pero al mismo tiempo la considera como una variedad del mismo[13]Para Ferrater, esta dificultad hermenéutica de los textos de Aristó-teles puede subsanarse, de acuerdo con W.D. Ross[14]si se tienen en cuenta los siguientes extremos:
Movido por su descubrimiento del silogismo y por su idea de que sólo él es un razonamiento válido, Aristóteles tendió a hacer depender la validez del razona-miento inductivo de la del razonamiento silogístico.
El razonamiento inductivo perfecto es sólo un caso límite del razonamiento in-ductivo en general, y puede aplicarse con éxito sólo a aquello objetos que pue-den ser enumerados por entero y cuyas propiedades son fácilmente obtenibles por abstracción.
El razonamiento inductivo perfecto no es equivalente, sin embargo, a una infe-rencia aparente, en la cual no se haga sino repetir lo mismo mediante otro con-cepto, pues se introduce una conexión racional efectiva entre el concepto y otro concepto inferido de aquel.
Una exposición suficiente de la doctrina aristotélica de la inducción debe tener en cuenta los razonamientos inductivos perfectos en tanto que razonamientos inductivos límites, y los imperfectos en tanto que más habituales.
La inducción imperfecta no opera a base de una "visión" directa de la conexión o conexiones racionales entre los términos empleados, sino a base de una espe-cie de "mediación psicológica" a partir de los casos particulares.
La inducción perfecta, que va siempre de la esencia al género, presupone una inducción imperfecta, que va usualmente de los individuos a la especie.
Durante la Edad Media se continuó, salvo escasas variaciones, con la concepción aristotélica que acabamos de sintetizar. Desde Bacon hasta el siglo XIX, con la eclosión del método científico moderno, se han sucedido, siguiendo a Ferrater Mora, las siguientes concepciones de la inducción[15]
a) Concepciones basadas en las ideas baconianas (empirismo).
b) Concepciones fundadas en las ideas aristotélicas (escolasticismo y posturas rea-listas moderada y conceptualista)
c) Concepciones que han insistido en una noción "positiva" de la inducción, de inspiración platónica (Leibniz)
d) Concepciones según las cuales el razonamiento inductivo se basa en el hábito generado por la observación de que ciertos razonamientos siguen normalmente a otros (Hume)
e) Concepciones según las cuales los juicios inductivos -o mejor, la justificación de tales juicios- se explican por la estructura de la conciencia trascendental (Kant)
Entre las interpretaciones del problema inductivo del siglo XIX destacamos la ela-borada por matemáticos franceses como Émile Boutroux[16]Pierre Duhem[17]o Henri Poincaré[18]entre otros, quienes afirmaban que, en efecto, no era posible la demostración reductiva, pero que la "plausibilidad"[19]de una proposición verificada por razonamiento reductivo aumenta. En el siglo XX, por otra parte, nos encontramos con las siguientes opiniones, procedentes ambas de la tendencia filosófica conocida como "neopositivis-mo"[20]
1. Rudolf Carnap (1891-1970): La confirmación aumenta la plausibilidad de las hipótesis, y el grado en que aumenta puede ser controlado y comprobado. El trabajo filosófico, lógico y semiótico de Carnap, por otro lado, se refiere a cin-co campos diferenciados[21]
Aspecto crítico-filosófico: Análisis del problema del "espacio", donde se notan influencias kantianas, si bien de un Kant interpretado en sentido críti-co-fenomenista y lógico-regulativo
Análisis de la constitución: Teoria en virtud de la cual se ordenan los dife-rentes sistema de objetos o conceptos según grados, entendiendo esta orde-nación o "reducción" en sentido lógico-sistemático -dentro de las orienta-ciones del Círculo de Viena, del que Carnap fue, como se sabe, uno de los miembros más destacados- y en ningún momento metafísico
Sintaxis lógica del lenguaje: Carnap distingue entre el modo "formal" y el "material" de hablar, pues ello evita, según él, confundir las proposiciones auténticas con las pseudoproposiciones metafísicas.
Aspecto semántico: El estudio de la sintaxis condujo a Carnap a interesarse también por la semántica y a analizar problemas relacionados con la forma-lización de la lógica y con la modalidad.
Examen de la inducción: Elaboración de un sistema de lógica inductiva contemplando a la probabilidad como un grado de confirmación ; se trata de un intento antipsicologista que no tiene en cuenta ni presupone ninguna de las doctrinas que las lógicas inductivas clásicas estimaban indispensa-bles, como es la afirmación de la regularidad de los fenómenos naturales.
2. Karl Popper (1902-1994): Ninguna confirmación puede aumentar la plausibili-dad de las hipótesis ("Criterio de falsación" o de falsabilidad)[22]
Como consigna Eugenio Moya[23]la filosofía contemporánea ha estado dominada, ya desde los tiempos de Frege[24]por el intensionalismo[25]y el holismo[26]en el sentido de que siempre ha sido necesaria la mediación del lenguaje. El ya citado Bertrand Russel, en On Denoting (1905), se opone radicalmente a esta concepción, pues supone que -refi-riéndose sobre todo a las expresiones singulares precedidas por un artículo definido- cual-quier descripción definida está desprovista de sentido y no funciona como nombre, ya que él "… no sólo prescinde de la dualidad sentido-referencia tal como es planteada por Fre-ge, sino que pretende fundar el significado en lo real":
"La teoría russelliana de las descripciones definidas como símbolos incom-pletos, que después retomarán Ryle[27]y Quine, permite tratar los símbolos de cla-se, los conceptos universales, así como otros términos incómodos como "cuadrado redondo" o "sirena", a los que el realismo exagerado de Meinong[28]atribuía algún tipo de realidad (ideal), como descripciones que no nos comprometen existencial-mente hasta que no descubrimos un particular o una instancia particular que satis-face la función que nos permite realizar la descripción".
Estas consideraciones de Russell, derivadas de su identificación, como antes había hecho Frege [véase], de la lógica con las matemáticas, suscitan en Felipe Martínez Marzoa las siguientes observaciones[29]
"Es muy fácil ver que la matemática trata con problemas que no son canti-dad en el primer (y estricto) sentido. Un problema del que nadie negará que es de pura matemática es este: con las letras a, b, c, d y e, ¿cuántos distintos pares de le-tras (no necesariamente distintas entre sí las dos de cada par) podrían formarse? ; hay que precisar en el enunciado del problema si consideramos o no distintos los pares que sólo difieren entre sí por el orden de los elementos (por ejemplo: ab y ba) ; en el primer caso formamos "pares ordenados" ; en el segundo, "pares no or-denados" ; la solución al problema es que pueden formarse 25 pares ordenados dis-tintos, o bien 15 pares no ordenados distintos ; si introducimos la condición de que cada par ha de estar formado por dos letras distintas entre sí, entonces el número de pares ordenados se reduce a 20 y el de pares no ordenados a 10. Obviamente, to-dos los números que aparecen en este tipo de problemas tienen que ser enteros ; fracciones carecerían de sentido ; no se trata de cantidades. Sin embargo, se trata de un problema estrictamente matemático, ¿por qué? ; en principio porque "las le-tras a, b, c, d y e" aparecen aquí simplemente como cinco elementos distintos entre sí, que igualmente podrían ser "los números 1, 2, 5, 8 y 9" o "los apóstoles Pedro, Pablo, Juan, Andrés y Santiago" sin que el problema matemático dejase de ser exactamente el mismo".
La matemática, efectivamente, y según indica Martínez Marzoa[30]no admite una delimitación material de su objeto. Por otra parte, los filósofos de la ciencia contemporá-neos, herederos de Russell y de Wittgenstein[31]han llegado a plantearse un gran proble-ma epistemológico derivado de todo lo anterior: el de los "términos teóricos"[32]que vie-ne a decir que "… si los símbolos de clase, ni, en general, los términos que no denoten particulares, no forman parte del vocabulario mínimo para describir el mundo, ¿a qué se refieren conceptos de clase naturales como "agua", "electrón", "gen", etc.?" El argumento que Popper opone a esta concepción, y que luego sería adoptado por todos los filósofos de la ciencia post-positivistas es -como decimos- que todo enunciado contrastable empírica-mente, descriptivo, emplea nombres o símbolos universales que trascienden nuestras expe-riencias inmediatas, y no hay medio de coordinarlos o reducirlos directamente con ninguna experiencia sensorial. Lo interesante de la posición consiste, según Moya[33]en que con-tribuyó sin pretenderlo a alimentar el holismo semántico y el relativismo a que nos hemos estado refiriendo, ya que lo que venía a recalcar en el fondo era que "… un concepto no tiene realmente significado por sí mismo, sino en la medida en que comprendía una conje-tura o teoría, que es justamente lo que defiende el "holismo" …" a partir del segundo Witt-genstein[34]en teorías como las de Quine, Davidson[35]o Lewis[36]
"En efecto, Quine subraya que aprender un lenguaje es un fenómeno social, público, intersubjetivo, pero reconoce también, y no es incompatible con lo ante-rior, que el esquema explicativo de la respuesta condicionada es insuficiente para explicar la adquisición del lenguaje, y que su utilidad se reduce a la explicación de cómo aprendemos las oraciones observacionales, o sea, se reduce al mecanismo de la ostensión[37]El aprendizaje de las oraciones observacionales puede explicarse adecuadamente aplicando dicho esquema".
Según establece Ferrater Mora[38]lo que se conoce como "fenomenalismo" (o fe-nomenismo) se refiere en realidad a tres doctrinas distintas:
a) Todas las realidades son fenómenos ; no hay ninguna realidad "en sí" que se en-cuentre más allá de, o subyazga a los fenómenos.
b) Hay realidades en sí, pero son incognoscibles ; lo único que podemos conocer son los fenómenos, o las realidades en tanto que fenómenos.
c) No es necesario mantener ni que hay ni que no hay realidades en sí subyacentes a los fenómenos, y no es necesario tampoco mantener que hay solamente fenó-menos ; lo único que se afirma es la posibilidad de una reconstrucción lógica a partir de fenómenos o experiencias sensibles.
El fenomemismo ontológico afirma que no hay cosas en sí ; el gnoseológico, por el contrario, afirma que si hay cosas en sí, no pueden conocerse. Estas dos concepciones del "fenomenismo" se combinan a veces en uno y el mismo autor. Las doctrinas de este tipo han sido abundantes a lo largo de la historia del pensamiento, ya desde los escépticos de la Antigüedad y de algunos de los sofistas. Entre los fenomenalistas modernos contamos con filósofos de orientación más o menos empirista como Hobbes (fenomenismo mecanicista), Berkeley (fenomenismo espiritualista) o Hume (fenomenismo sensacionalista), que trata-remos más adelante. En la época actual, y especial en autores ingleses o de lengua inglesa, el fenomenismo es tratado usualmente desde el punto de vista lingüístico. Es el caso, entre otros, de Isaiah Berlin[39]Para el citado Quine, no se trata de pronunciarnos acerca de la realidad -como hacen tanto fenomenalistas como "fisicalistas"[40]sino, más que nada, de elegir un modo de hablar acerca de ella. Para Quine el fenomenalismo no se puede consi-derar un pensamiento neutralista (como tendían a sostener ciertos autores empiriocriticis-tas como Mach[41]Avenarius[42]etc.), sino una ontología en virtud de la interdependencia entre la realidad y lo que se dice acerca de ella. El método científico moderno consta, en definitiva, de cuatro pasos: planteamiento del problema, formulación de hipótesis, con-trastación de las hipótesis y construcción de leyes, teorías y modelos.
Planteamiento del problema
Esencialmente se trata de una correcta y atenta observación de los fenómenos a es-tudiar ; se entiende por "observación" la atención cuidadosa a un objeto con el fin de cono-cerlo, auxiliada generalmente por instrumentos que dan mayor exactitud a los resultados (microscopio, barómetro, telescopio, espectroscopio, etc.). Según Ferrater Mora[43]la ob-servación puede ser interna (introspección) o externa, siendo esta última a la que se refie-ren por lo general las ciencias tanto naturales como sociales. Como decimos, se trata bási-camente de observar fenómenos o datos. Algunos autores tienden a restringir la observa-ción a las propiedades fenoménicas (cualidades sensibles), mientras que otros la extienden a complejos de fenómenos, generalmente titulados "hechos". Tradicionalmente, por otro lado, se ha distinguido entre la mera observación y la observación dirigida o controlada ; igualmente se han diferenciado los fenómenos directamente observables de aquellos que no lo son:
"Una de las cuestiones más debatidas ha sido la de si, y la proporción en que, un observador puede "influir" sobre lo observado. Ello sucede normalmente en observaciones que se efectúan en las ciencias sociales, pero también puede ocurrir en las ciencias naturales. El caso más a menudo mencionado es el de las relaciones de incertidumbre. No obstante, no es plausible hablar aquí de alteración de lo ob-servado justa y precisamente porque en tales relaciones no se postula una distin-ción tajante entre lo observado y las condiciones de la observación, y se supone que se trata -cuando menos en algunas interpretaciones- de "límites reales" o de "condiciones reales"".
Formulación de hipótesis
Las "hipótesis" son suposiciones que permiten establecer relaciones entre los he-chos estudiados ; pueden ser explicativas, descriptivas y analógicas. T.W. Moore, por su parte, analizando concretamente la estructura lógica de la educación, distingue tajantemen-te entre "teorías (o hipótesis) explicativas" y "teorías prácticas"[44]Según este autor, en efecto, mientras una teoría científica natural es básicamente descriptiva y explicativa, "… un teoría educativa no se dedica a explicar cómo es el mundo" ; su función es, principal-mente, prescriptiva o recomendatoria. En este caso, no se puede, opina, considerar a las teorías educativas, y a todas las procedentes de las llamadas "ciencias psicosociales" como propiamente científicas, dado que -como anticipó Kant[45]no constituyen más que un con-junto de recomendaciones razonadas. La estructura lógica de tales razonamientos sería, según Moore, aproximadamente la siguiente[46]
a) P es deseable como finalidad.
b) En las circunstancias dadas, Q es la forma más efectiva de conseguir P.
c) Por consiguiente, hágase todo cuanto Q implica.
No tener en cuenta la mencionada distinción podría conducir al investigador social a lamentables errores conceptuales, como bien lo expresa P. Sorokin[47]al comentar que "… si el operativismo en las ciencias físicas es de aplicación y valor limitado, sus limita-ciones son todavía mayores en las disciplinas psicológicas y sociales. Esto está confirma-do, primero, por la extraña naturaleza de lo que los sociólogos y psicólogos operativistas pretenden que es su método operativo. Incluso los físicos operativistas se sorprenden de la extraña deformación del método operativo hecha por sus seguidores en los estudios psico-sociales". Sorokin procede a diagnosticar una serie de enfermedades que él detecta en las llamadas "ciencias sociales" y que, en su opinión, proceden de un excesivo mimetismo de las mismas respecto a la metodología de las "ciencias físico-naturales". Básicamente cree él que dichas disciplinas adolecen de testomanía y quantofrenia.
La "testomanía" consiste, como es fácil deducir, en mostrar una confianza excesiva en los resultados de los tests. Según Sorokin[48]"… no se les debería conceder un papel demasíado importante. Todo lo más no son sino instrumentos suplementarios para el estu-dio integral de aquel cosmos más complejo y más misterioso: la personalidad humana". La "quantofrenia", por otro lado, se refiere a la tendencia que se observa en ciencias socia-les de cuantificar lo incuantificable. Así, Sorokin nos dice[49]
"La pasión por cuantificar toda clase de datos cualitativos se ha manifestado en muchos campos: en medir las intensidades y cualidades de las creencias, emo-ciones, inteligencia, ideologías, actitudes y opinión pública ; en las "teorías cuanti-tativas de análisis factorial", en la construcción de "modelos matemáticos" y en ex-plorar métodos generales para traducir correctamente cualidades no-métricas en cualidades escalares".
El resultado de todo este despliegue de tablas, fórmulas, índices, etc. deja mucho que desear y, como concluye Sorokin[50]"… a pesar … de la enorme energía y dinero gas-tados en la investigación pseudomatemática y estadística, sus consecuciones han si-do singularmente modestas, su esterilidad asombrosamente notable y sus falsedades sorpren-dentemente numerosas". Y sin embargo, tal es la tendencia general en "ciencias sociales". El anteriormente citado Moore[51]añade que "… si alguien desea validar una teoría prácti-ca, no podrá hacerlo simplemente a la manera como un científico valida una teoría cientí-fica … Lo que la gente realmente hace o no hace tiene, por lo general, poco que ver con lo que debería hacer y ninguna clase de evidencia ayudará a establecer la validez de una prescripción". Las teorías en "ciencias sociales", en consecuencia, sólo pueden usarse en todo caso a modo recomendatorio, en relación con la práctica, y en ésta influyen primor-dialmente las experiencias cotidianas -"teorías implícitas"- del profesional de turno.
De hecho, y como se ha visto, el criterio de falsación de Popper es aplicable a cual-quier tipo de teorías, y a la larga todas ellas acabarán siendo sustituidas por otras nuevas. Sin embargo, y en vista de que tenemos que conformarnos -a falta de panaceas universa-les- con el surtido de teorías vigentes dentro de un paradigma dado [véase], nos vemos for-zados a evaluar dichas teorías de acuerdo con criterios más o menos convencionales. En ese sentido, S.M. Osipow considera -como veremos más adelante en Leibniz- que una buena teoría "… debe abarcar la más amplia gama de fenómenos con un ánimo postula-dos". Por "ideas implícitas" entiende nuestro autor dos cosas[52]ideas no verbalizadas explí-citamente y conocimiento fragmentado. Además, según Osipow[53]para solucionar tales ca-sos prácticos (aquí referidos concretamente a la llamada "orientación escolar"), el investí-gador necesita ineludiblemente, aparte de las intuiciones personales que hemos descrito, de una teoría explícita de apoyo, puesto que lo que haga "… depende de sus ideas acerca de los intereses y de los conceptos que tenga en relación con los factores que determinan los modelos … en el uso normal de los eventos y de las circunstancias que pueden prever la cristalización de un modelo determinado".
Según Marshall Walker[54]el hombre ha intentado sobrevivir como individuo y como especie utilizando el método científico para predecir el futuro. Se considera un hom-bre racional al que basa su comportamiento en tales predicciones. También la ética consti-tuye una fuente de consejos tales como "no robarás". Algunos autores, por otro lado, dis-tinguen entre los términos moral, referido al comportamiento real de una cultura, y ético, que se refiere a cómo una cultura cree que debería comportarse:
"Cierto número de escritores del campo de la ética se han ocupado de fun-ciones proposicionales de la forma "X es bueno", donde X representa a una palabra que expresa una acción o un proceso en curso. Los grupos de terminus resultants son enunciados completes, pero resulta dudoso que se les pueda asignar significado verificable alguno. Para dotar a "es bueno" de un significado verificable debemos asumir que se trata de la abreviatura de una sentencia más compleja, "X es bueno para el propósito de conseguir el fin Y bajo las condiciones Z" … Si asumimos, con Aristóteles, que existe un único fin Y que puede considerarse el fin ultimo de todas las acciones, sigue pareciendo inverosímil que haya algún X que favorezca el logro de Y bajo cualquier circunstancia. Alternativamente podemos suponer que "X es bueno" significa "X es bueno para alcanzar muchos fines bajo múltiples condi-ciones". Tal interpretación sería demasiado vaga para que nos permita clasificar ninguna acción que se nos proponga".
Hans Reichenbach ( 1891-1953)[55] hizo notar que la ciencia puede aconsejar a los hombres acerca de la manera de alcanzar un fin determinado, pero no es capaz de decirle si debe elegir dicho fin o no. Está, como hemos apuntado, el fin general de la superviven-cia del hombre como individuo y como especie. En ese sentido, si alguien se quita la vida propia o atenta contra los demás, se le clasificará como "insano" o víctima de desinforma-ción. Pero el propósito común de todos los hombres es también el propósito de la men-talidad criminal y del mártir cristiano que se autoinmola buscando su variedad particular de "supervivencia" en la vida eterna o del héroe que da su vida por la humanidad. Un acon-tecimiento como el bombardeo nuclear de Hiroshima, por otro lado, cuya intencionalidad inicial fue ética (salvar las vidas, tanto japonesas como norteamericanas que se habrían perdido de haberse realizado una invasión a gran escala) puede ser clasificado como no-ético por los historiadores del futuro. Una tal clasificación nunca será segura, pues el ser humano no es omnisciente, y lo único que puede hacer en este caso es extrapolar sus cono-cimiento del pasado para intentar predecir el futuro. En esto precisamente consiste la cien-cia: un matemático se preguntaría en este caso cómo pueden maximizarse simultáneamen-te dos cantidades muy diferentes, a saber, la probabilidad de supervivencia individual y la probabilidad de supervivencia como especie, teniendo en cuenta que las cantidades en jue-go (variables) han cambiado en el pasado y es probable que lo sigan haciendo en el futuro.
Las predicciones en ética, por otra parte, suelen ser difíciles de contrastar, y las ob-servaciones pueden extenderse a varias generaciones. Así, el consejo "Honrarás a tu pa-dre y a tu madre", pronunciado por Moisés según la tradición bíblica, estaba basado en la experiencia tribal nómada de que los hombres y mujeres que se hacían demasiado viejos para cuidar de ellos mismos eran abandonados a su suerte cuando la tribu migraba ; se su-ponía que acatar la nueva prescripción derivaría a la larga en beneficios de cara a la super-vivencia de la comunidad tribal. Lo dicho hasta aquí se puede resumir en el siguiente cua-dro, en el que se equipara lo racional y lo moral-religioso en relación con el método cientí-fico[56]
1. Existe una pauta de comportamiento para con la naturaleza que maximiza la probabilidad de super-vivencia del hombre como individuo y como espe-cie. Ese conocimiento se conoce como racional. | 1. Parte del entorno natural del hombre consiste en otras personas y otros seres vivientes. Hay una pau-ta de comportamiento hacia otros seres vivientes que maximiza las probabilidades de supervivencia del ser humano como individuo y como especie. Ese comportamiento es el que se conceptúa como ético o moral. Constituye un caso especial del comporta-miento racional. |
2. Dicha pauta de comportamiento racional no se conoce empíricamente, pero puede ser inferida de modelos extraídos de las leyes naturales. Las Leyes de Newton constituyen un modelo de las leyes naturales correspondientes. | 2. Dicha pauta de comportamiento ético no se co-noce empíricamente, pero puede ser inferida de modelos extraídos de las leyes naturales. Las Leyes de Moisés constituyen un modelo de las leyes na-turales correspondientes. |
3. A partir de las Leyes de Newton un hombre puede inferior que si salta desde lo alto de un edi-ficio sus probabilidades de supervivencia disminuirán. Estas leyes predicen eventos futuros, y cualquier consejo que se desprenda debe ser deducido de ellas. | 3.Las Leyes de Moisés aconsejan directamente."No matarás" es una abreviación de "El acto de ma-tar disminuye las posibilidades de supervivencia del hombre como individuo y como especie". |
4. Los modelos exitosos de la ley natural se cono-cen popularmente como "leyes de la naturaleza". La invención (o el descubrimiento) de una "ley de la naturaleza" ocurre a menudo repentinamente, tras un largo estudio. Puede dar lugar a fotismo[57] | 4. Los modelos exitosos de la ley natural relativos al comportamiento se conocen popularmente como "le-yes éticas o morales". La invención (o el descubri-miento) de una "ley ética o moral" ocurre a menudo repentinamente, tras un largo estudio. Puede dar lu-gar a fotismo. |
5. Los primeros modelos de la ley natural eran a menudo antropomórficos. Los mismos evoluciona-ron desde las formas ingenuas de los griegos anti-guos a las más sofisticadas de la actualidad, y con-tinuarán evolucionando en el futuro. | 5. Las primeras "leyes éticas" eran a menudo antro-pomórficas. Las mismas evolucionaron desde las formas ingenuas de los hebreos antiguos a las más sofisticadas de la actualidad, y continuarán evolu-cionando en el futuro. |
6. Los antiguos griegos tenían hombres especial-mente habilidosos para elaborar los primeros mo-delos de la ley natural. A estos expertos se les co-nocía como filósofos. Esos "filósofos" procuraban asegurarse de que sus asertos no eran únicamente suyos, sino que eran dictados por la ley natural. | 6. Los antiguos hebreos tenían hombres especial-mente habilidosos para elaborar los primeros mo-delos de la "ley ética". A estos expertos se les cono-cía como profetas. Esos "profetas" procuraban asegu-rarse de que sus asertos no eran únicamente suyos, sino que eran dictados por la personificación de las "leyes éticas". |
7. El lenguaje "natural" de los modelos de la ley na-tural está constituido por las matemáticas. | 7. El lenguaje "natural" de la "ley ética" está consti-tuido por mitos y parábolas. |
8. El criterio de éxito para los modelos de la ley natural consiste en comparar una predicción correc-ta con la experiencia subsiguiente. | 8. El criterio de éxito para los modelos de la ley na-tural relacionados con el comportamiento para con otros seres vivos consiste en comparar una predic-ción correcta con la experiencia subsiguiente. |
George Moore (1873-1958), por otra parte, calificó de falacia naturalista a cual-quier intento de definir el término "bueno", ya que el mismo denota una cualidad simple no analizable[58]Lo que es bueno se reconoce como tal como una simple aprehensión, pero no puede demostrarse. Tampoco puede definirse el término "bueno" en función de entida-des metafísicas. Por extensión de este concepto se suele denominar a veces "falacia natura-lista" al intento de deducir un juicio de valor a partir de premisas exclusivamente declarati-vas de hechos, cosa que se deriva del concepto mismo de deducción, en virtud del cual, como se ha visto, nada puede haber en la conclusión que no estuviera antes en las premi-sas. Este punto de vista que estamos describiendo responde a lo que se conoce como pres-criptivismo, y ha sido ilustrado por Searle mediante el siguiente ejemplo[59]
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