A partir de esa experiencia, se decidió elaborar este manual, de forma que sirviera como herramienta de apoyo a los procesos de capacitación a los profesores de educación básica, líderes y mediadores comunitarios y a todo aquel que estuviese interés en abordar el conflicto como una oportunidad y no como una amenaza.
Este manual tambien tiene como objetivo servir como herramienta de apoyo a los procesos de aprendisaje, de forma que lo entiendan en su justa dimensión y desarrollen habilidades para transformarlo en término positivo y constructivo.
Para entender el conflicto y la violencia es necesario comprender la dimensión física, psíquica, social y espiritual del ser humano. El comportamiento social está determinado por factores multicausales, vinculados a múltiples razones. Ricos y pobres tienen conflictos y asumen acciones violentas y las causas de uno y otros pueden ser totalmente diferentes.
El sistema y sus estructuras no responden por igual a los ricos y a los pobres. Eso es verdad. Pero también es verdad que no solo los pobres entran en conflictos y éstos supone que otras causas también los generan.
La violencia estructural de una sociedad, como la que vivimos, genera más resistencia y violencia en los pobres. Los reclamos, sueños y aspiraciones de los sectores marginados, muchas veces solo reciben violencia oficial como respuesta.
Descubrir las causas generadoras del conflicto es parte del esfuerzo por construir la paz. La injusticia, desigualdad, inequidad, exclusión, marginación, pobreza, son razones causales del conflicto, pero no podemos creer que son las únicas, pues estaríamos confirmando que solo los pobres viven en situaciones de conflictos.
La reacción de la sociedad frente a los pobres que inflingen la ley, no es la misma que frente a las acciones violatorias que cometen los ricos. En nuestro país, es muy dado que las vecindades reaccionen violentamente contra un ladronzuelo de patio, pero comúnmente sus pobladores asumen actitudes permisibles frente a los ladrones de "cuellos blancos" y hasta a veces formamos parte del coro que justifica su fortuna.
Frente a los conflictos y la violencia, hay muchos falsos supuestos y entre los más comunes son aquellos que los vinculan a la pobreza y a los pobres. Otra creencia que debemos desmontar es la que comúnmente vincula el conflicto con la violencia. No todos los conflictos son violentos.
Una de las tareas principales del proceso de Construcción de Paz es precisamente evitar que el conflicto se convierta en violento y en el caso de que así sea, transformarlo en paz permanente, en algo positivo, constructivo.
Construir la paz implica entender en su justa dimensión la realidad y el escenario donde se da el conflicto, pero sobre todo sus razones causales, efectos, sus actores y actríces, las acciones que se emprender, las alianzas se establecen, intereses envueltos, etc.
(Ver gráfico No. 1)
La historia de la humanidad ha estado marcada por el conflicto. Este es tan viejo como la humanidad misma y existe desde la aparición misma de la especie, pero sobre todo a partir de la organización de esta en sociedad. Este ha servido para motorizar el avance de la sociedad, en proceso complejo, dialéctico y contradictorio de lucha de los contrarios.
La evolución histórica de la humanidad no puede explicarse sin conflicto. Este ha estado siempre presente en el discurrir histórico de ella, como algo inherente al ser humano. No hay vida sin conflicto. De lo que se trata es de saber manejarlo, abordarlo, evitando que el mismo se vuelva violento, destructivo.
El conflicto como expresión de la manifestación humana, tiene múltiples y variadas causas y/o razones. Estas pueden ser exógenas (externas) y endógenas (internas), objetivas y subjetivas. Entre estas podemos mencionar las razones estructurales (injusticia, la desigualdad, la inequidad, la exclusión, la marginación, la pobreza), pero también los hay de carácter ideológico-cultural (ideas, creencias, valores, costumbres, etc., distintas), así como del ámbito psico-social (traumas, frustraciones, etc.) que hace que el individuo explote al margen del status social a que pertenece.
Históricamente, el conflicto ha tenido una connotación negativa y por ello muchas veces ha sido asumido como sinónimo de:
Problema
Caos
Desorden
Dificultad
Enfrentamiento
Obstáculos
Choques
Nudos
Ofensa
Riñas
Discordia
Desconfianza
Violencia
Lucha
Hostilidad
Pleitos
Disputas
Destrucción
Sin embargo, este manual se refiere al conflicto como un reto, como una oportunidad para avanzar, para crecer y para fortalecerse. Se asume como algo inevitable, del cual podemos aprender lecciones, conocernos a nosotros mismos, así como a nuestros semejantes.
Los conflictos están mediados por intereses diversos que no han logrado encausarse por una lógica de reconocimiento mutuo. Todo ser humano tiene algún nivel de necesidad distinta y particular, deseos e intereses no compartidos, opiniones e ideas distintas al otro, que en un determinado momento nos llevan a desacuerdo con nuestros semejantes.
Pero éstos sólo se convierten en conflictos cuando la discordia se sobrepone a la concordia, la desarmonía a la armonía, el irrespeto al respeto, la desigualdad a la igualdad, el rechazo a la aceptación, la exclusión a la inclusión, la marginación a la integración.
Si el conflicto no es comprendido y analizado en su justa dimensión, entonces no podremos entender la etapa donde se encuentra, el tamaño del mismo, los actores e intereses envueltos en el, las acciones que han marcado a sus protagonistas, entre otros aspectos de vital importancia. De ahí que si no se examinan las raíces del conflicto, entonces no se podrán tener soluciones viables y aceptables mutuamente entre las partes.
En todo conflicto hay un problema que resolver, el cual siempre tiene una relación de causas y efectos, unas personas que los protagonizan, que tienen determinados intereses encontrados y el cual se da en un proceso dinámico, llegando a adquirir diversas escalas y/o niveles. (Ver gráfico # 2).
Todos los días se tienen conflictos de toda índole. Algunos de ellos se obvian, se eluden, se niegan. Otros se reconocen y se enfrentan. De lo que se trata es de saber como encausarlo y resolverlo sin que de ellos surjan triunfadores y derrotados, vencedores y vencidos, ganadores y perdedores, porque entonces no se habrá resuelto real y efectivamente el problema.
Por ello, aprender a resolver los conflictos pasa obligatoriamente por la construcción de una nueva ciudadanía. Su resolución tiene que partir de una concepción democrática de la vida y de un ejercicio coherente con la misma. Es crear una cultura de paz, basada en nuevos valores de relacionamientos con nuestros semejantes. Es necesario entender que el conflicto tiene aspecto racional y otro de carácter emocional.
Tres aspectos inciden grandemente en la solución o agravamiento de los conflictos. Estos son la comunicación, la percepción y los valores culturales. Es fundamental que las personas aprendan a comunicar sus emociones, a través del diálogo franco y abierto, y donde el receptor sea al mismo tiempo emisor y viceversa. Mediante un diálogo sincero y transparente, las partes pueden llegar a acuerdos consensuados y concertados y que favorezcan mutuamente a las partes. (Ver gráfico # 3)
Pero para garantizar que las personas real y efectivamente se comuniquen, no basta el diálogo. Es necesario que las partes sean receptivas al mensaje, de forma que comprendan y entiendan lo que el uno al otro se dicen. No puede haber una buena comunicación, si las partes reaccionan de forma defensiva (gestos, señales, etc) al mensaje, produciendo ruidos (murmuraciones) e interrupciones (mensaje paralelo) en el mismo.
Para que el diálogo sea efectivo, las partes tienen que ser buenos oyentes y hacer uso de la escucha activa, creando un clima de confianza y de respeto mutuo. Estos tienen que encontrar interés en lo que el orador dice, es decir, juzga el contenido de lo que dice, en lugar de cómo lo dijo y evita reaccionar ante comentarios fuertes o inapropiados.
Las partes facilitan la comunicación si se comportan de forma paciente, atenta, comprensiva, interesada, pues eso envía un mensaje al emisor, la cual luego podría asumir en su calidad de receptor, igual actitud.
Lo recomendable es que si las personas no comprenden o no entienden el mensaje, entonces hagan uso de la escucha verificativa, haciendo uso de la técnica del parafraseo o replanteo. Este consiste en hacer preguntas con insinuaciones de alternativas o plantear lo que las partes dijeron de forma más fluida, más aceptable, tales como: ¿Usted quiere decir ? ¿Te gustaría que ? ¿Usted entiende que ? ¿Qué haría usted en su lugar? ¿Usted quiere decir, que si yo le devuelvo la vaca, usted me arregla la alambrada y me paga los daños causados?. Se trata de que las partes se entiendan escuchando y hacer preguntas que induzcan a la solución. (Ver gráfico # 4)
Pero también es necesario que entiendan que su verdad es solo el producto de la óptica o perspectiva desde donde está viendo la realidad (problema). El otro puede tener una visión distinta de esa misma y ésto no significa que uno o ambos estén equivocados, sino que ambos tienen un poco de ésta.
Pero para comprender mejor esta parte, lo recomendable es trabajar la parábola de la lombríz, la cual consiste en que una mamá lombríz sale hacia la ciudad y reúne a todos sus hijos e hijas y les dice: mis amores, voy a la ciudad y quiero que se cuiden uno al otro. Tengan cuidados, sobre todo del pato.
Una pregunta debe seguir al ejercicio: ¿Si uno de ustedes estuviese en esa selva, de quién tendría temores? Lo más seguro es que la respuesta apunten hacia el león, leopardo o el tigre, etc. Pero para la mamá lombriz sigue siendo el pato su mayor preocupación, en razón de que el león, el leopardo y el tigre no comen lombrices, pero el pato si.
Comúnmente, las personas tienen diferentes concepciones del conflicto y ésto va a depender mucho de la realidad y de la dimensión del problema, así como de que tanto les afecte sus intereses. Algunos van a negar su existencia, otros los reconocerán, pero no actuarán y otros actuarán en correspondencia con el hecho. (Ver gráfico # 5)
Lo mismo podríamos decir de los valores culturales (costumbres, hábitos, tradiciones, etc.) con que fuimos criados, los cuales influyen en nuestras actitudes y comportamientos. Si se tienen los valores del individualismo, egoísmo, yoísmo, autoritarismo, verticalismo, imposición, discriminación, indiscutiblemente que con frecuencia se va a tener conflictos con los semejantes en nuestra convivencia diaria.
Los conflictos deben percibirse y asumirse como procesos sociales, en los que están envueltos actores y actrices con intereses encontrados, pero cuyo desarrollo toca la dimensión individual del ser humano. De ahí que no solo se trate de resolver el problema generador del conflicto, sino de que la gente se libere de todo lo que siente hacia el otro, como forma de salvarse así mismo y salvar sus relaciones con el otro.
El conflicto es como el fuego. En principio, alguien comenzó a reunir y a balsar leña, hasta que un día decidió iniciar el fuego. Entre más leñas les coloquen, más grande y fuerte se vuelve el fuego y si la brisa sopla fuerte, hasta que llega un momento que no hay control del mismo y este comienza hacerles daños a todos. En esta fase los desenlaces tienden a ser fatales y trágicos. Alguien tiene que intervenir para apagar el fuego y que no llegue a nada que lamentar. El fuego puede controlarse, pero tienen que estar seguros que debajo de las cenizas no hay brazas que los reactiven con mayor voracidad.
¡Cuántos de nosotros ha iniciado fuegos sociales por comportamientos inapropiados e imprudentes? ¿Cuántas veces nuestros comentarios han servido para atizar el fuego? ¿Cuántos de nosotros no siente la necesidad de desahogarse y expresar todo lo que siente y liberarse de la llama que lo quema (braza) por dentro?
El problema (causa) que genera un conflicto no es responsabilidad de una persona. Este siempre tiene más de un protagonista y lo peor es que uno al otro se culpen, en su afán de liberarse de su co- responsabilidad. También hay que entender que los conflictos no se expresan de forma lineal y cada uno de ellos tiene sus particularidades y especificidades.
A la luz de esta reflexión final, hay que entender que el conflicto tiene diversas etapas, entre las cuales podemos mencionar la formación, la intensificación, el recrudecimiento, el alivio, el acuerdo o resolución y la reconstrucción y reconciliación.
Los conflictos pueden tener diversos mecanismos de resolución, entre los cuales podemos mencionar la negociación, formal e informal, la mediación, el arbitraje, el litigio, la acción directa no violenta y la acción directa violenta, entre otros, pero en este manual solo vamos abordar los dos primeros, en razón de que se trata de una herramienta para resolver problemas a nivel de las escuelas y las comunidades.
Muchos de estos conflictos están vinculados a asuntos de vecindades, diferencias étnicas-raciales, diferencias políticas, luchas por los servicios públicos deficientes, regu ío de agua para la agricultura, violencia intrafamiliar, delincuencia juvenil, entre otros. (Ver gráfico # 6)
De todos estos mecanismos posibles para transformar y/o resolver conflictos, en este manual se trabajará con la negociación formal e informal, así como con la mediación, en razón de que ambas alternativas colocan la solución del problema en manos de las propias partes envueltas.
La Construcción de Paz es un proceso dinámico, cambiante, colectivo y a largo plazo. Su propósito se orienta hacia la búsqueda de la justicia y en su dinámica pasa por transformar a la persona y su entorno.
Nadie puede dar lo que no tiene. Por ello se insiste en que el proceso de construcción de la paz, pasa por la constitución de una nueva ciudadanía, con capacidad de criticidad y propositividad.
Por esta razón hemos previsto el proceso de Construcción de Paz en tres grandes momentos, entrelazados e interdependientes entre si. Estas tres dimensiones son: La Provención del conflicto, la Transformación del Conflicto y la Reconciliación. (Ver gráfico # 7)
2.1. La Provencion del Conflicto.
La provencion del conflicto es el proceso mediante el cual se provee al ciudadano de nuevos valores, capacidades y estrategias para abordar, entender, manejar y resolver los conflictos, de forma que modifique actitudes y comportamientos frente a este y rechace el uso de la fuerza para imponer su verdad y se propicien mecanismos de comunicación que faciliten soluciones consensuadas y concertadas y que favorezcan mutuamente a las partes.
La Provencion del conflicto tiene dos herramientas básicas: la Educación para la Paz y la Cultura de Paz. Ambas se articulan armónica y coherentemente para construir esa nueva ciudadanía, basada en nuevos valores de convivencias, sobre todo pacífica.
La Educación para la Paz y la promoción de una Cultura de Paz, constituyen ejes transversales del proceso de Construcción de Paz. Ambas apuntan hacia la convivencia pacífica del ciudadano, de los pueblos y de las naciones, en procura de un mundo más justo y más humano. (Ver gráfico # 8)
No se trata de una simple receta. Es un proceso de vida que se construye en la cotidianidad, en el que se aprende a vivir y a convivir en paz, a testimoniar con el ejemplo. Quien siembra paz, siembra para futuro, siembra esperanza.
La Educación para la Paz y la promoción de una Cultura de Paz son recursos de gran utilidad a los procesos de democratización de nuestra sociedad, así como a la gobernabilidad democrática. Estos contribuyen a la construcción de una nueva ciudadanía, caracterizada fundamentalmente por ser sujeto de derecho, activo y propositivo. gobernabilidad democrática. Estos contribuyen a la construcción de una nueva ciudadanía, caracterizada fundamentalmente por ser sujeto de derecho, activo y propositivo.
Cuando hablamos de paz, no sólo nos referimos a la ausencia de guerra, también nos estamos refiriendo a la distribución desigual de la riqueza, a la desigualdad social, al predominio de las injusticias, la pobreza, la exclusión y la marginación. En consecuencia, asumidos la paz como un concepto integral, armónico, dinámica e incluyente.
2.1.1. Educación para la Paz
Educar para la paz es educar para el amor y para la vida. En este proceso el educador y el educando se constituyen en sujetos y no en objetos de la educación, con capacidad de criticidad y propositividad. Es asumir que la educación genera conciencia de sí y de su entorno. Es entender que no sólo enseña, sino que también aprende, en tanto el conocimiento se construye de forma colectiva y procesual.
Es como decía Pablo Freire, en su libro "pedagogía del oprimido" alfabetizar no es aprender a decir palabra, sino a decir su palabra. De eso mismo se trata la educación para la paz. No es solo educar en valores, sino transformar los valores sobre los cuales hemos sido educados y que dificultan nuestra convivencia comunitaria. Es transformarse a sí mismo y con ello a los demás.
Educar para la paz es educar en valores que faciliten la convivencia pacífica, basada en el reconocimiento y respeto de las diferencias, en tanto somos iguales, pero diferentes el uno y del otro. Es reconocer que la verdad no es de nadie en particular, sino que todos tenemos un poco de ella, que todo va a depender de la óptica o perspectiva desde la que nos coloquemos frente a una determinada realidad.
Educar para la paz es educar para la tolerancia. Es un proceso en el que el educador y el educando conocen sus derechos y libertades, pero al mismo tiempo reconocen que estos también son de los demás seres humanos, asumiendo el compromiso de promoverlos y defenderlos.
En el artículo 1 de la Declaración de Principios sobre laTolerancia, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se establece que "La tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medio de ser humano"
Según la UNESCO, la tolerancia consiste en la armonía en la diferencia. Es la actitud activa de reconocimiento de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales.
Educar para la Paz es un proceso en el que el educador y el educando se apropian de nuevos valores de convivencias. Se entiende que educar en valores implica educar para el amor, la vida, la libertad, la justicia, la democracia, la pluralidad, el bien común, la equidad, la solidaridad, la cooperación, la diversidad, el respeto mutuo, la transparencia, la tolerancia, entre otros valores no menos importantes. (Ver gráfico # 9)
De ahí que educar para la paz pasa obligatoriamente por construir una nueva ciudadanía, capaz de promover una cultura basada en una concepción holística de la persona humana, donde la confluencia de energías distintas (sinergia) asuma la comunidad, la sociedad, el mundo como una co-responsabilidad.
Se trata de educar para que los seres humanos estén unidos por la buena voluntad, confianza, respeto mutuo y promuevan proyectos de vida compartidos, donde la subsidiaridad, solidaridad y la cooperación estén presentes.
Las actitudes y comportamientos de los seres humanos están determinadas por el entorno social donde viven, pero también por los valores con que hemos sido criados y educados. Transformar estos valores no es una tarea fácil, ni mucho menos a corto plazo. Por ello, Construir la Paz es un proyecto estratégico a largo plazo.
La Educación para la Paz tiene como norte el respeto a la vida, al ser humano y a su dignidad, reconociendo que somos iguales, pero diferentes. Se trata de vivir la unidad en la diversidad, reconociendo y respetando las diferencias.
Reiteramos, que cuando hablamos de paz, no hablamos de ausencia de guerra. Hablamos de un estado situacional del ser humano y de la sociedad, que se expresa en comportamientos apegados a valores de solidaridad, justicia, convivencia pacífica, reconocimiento y respeto a las diferencias, entre otros no menos importante.
En fin, hablamos de que la educación para la paz es un aporte a la construcción de un mundo mejor, más equilibrado, más justo, más solidario, más equitativo, en tanto promueve el reconocimiento y respeto a los derechos humanos de si mismo y de los demás.
Educar para la paz es un proceso continuo y permanente en el que se aprende y se enseña a vivir y a convivir la cotidianidad sin violencia.
2.1.2. Cultura de Paz
De conformidad con lo previsto en el artículo 1, de la Resolución A/53/243, del 13 de septiembre del año 1999, aprobada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la Declaración sobre una Cultura de Paz, se define como cultura de paz lo siguiente:
"Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basadas en:
a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación.
b) El respeto pleno a los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos internos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.
d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos.
e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presentes y futuras.
f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo.
g) El respeto y el fomento de la igualdad de derecho y oportunidades de mujeres y hombres.
h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información.
i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animado por un entorno nacional e internacional que favorezca la paz. (Ver gráfico # 10)
La cultura de paz está sustentada en valores comportamentales que tienen como objetivo la facilitación de la convivencia pacífica del ser humano. Estos valores se relacionan e interrelacionan en el proceso natural de socialización de las personas.
Este proceso de socialización se da fundamentalmente a nivel de los hogares, vecindades, escuelas e iglesias, pero también a nivel de los centros comunales, lugares de trabajo, organizaciones comunitarias de bases, sindicatos, organizaciones sociales, deportivas, artísticas, partidos políticos, entre otros.
La cultura de paz toca profundamente la dimensión subjetiva y objetiva del ser humano y por ello los valores deben producir cambios en las personas como sujetos individualizados y en la colectividad como expresión social de la realidad donde conviven. (Ver gráfico # 11)
La cultura de paz expresa la vivencia cotidiana del ser humano, tanto en sus aspectos espirituales como materiales. Esta no es sólo el resultado de lo que hace, sino también de lo que siente y padece.
2.2. Transformación / Resolución Alternativa del Conflicto.
Para transformar el conflicto, de forma que se resuelva mediante método no violento, se requiere de la apropiación y dominio de herramientas técnico-metodológicas de negociación. Para ello hay que tener aptitud de apertura y actitud a la adquisición de ciertas habilidades y destrezas que hay que aprender.
Todo persona puede transformar y resolver conflictos. No se trata de un genio, pero indiscutiblemente que para ello tiene que tener ciertas habilidades y destrezas, así como determinadas características. Una persona con dificultad para comunicarse y sobre todo para dialogar y escuchar, tendrá dificultad para resolverlo.
Para transformar un conflicto no basta que alguien tenga determinada capacidad para comunicarse. Es necesario que comprenda en su justa dimensión el conflicto, ya que la transformación del mismo pasa por el reconocimiento del problema que lo genera, resaltando de paso la relación de causas (razones) y efectos (consecuencias). No hay problema sin explicación y mucho menos sin solución. Para ello podría usar muchas técnicas, entre ellas la del árbol. (Ver gráfico # 12)
Para abordar un conflicto hay muchos métodos. En esta ocasión nos concentraremos en la negociación (informal y formal) y en la mediación, en tanto son la de mayor utilidad a nivel de las escuelas y las comunidades.
Sin importa cual de los dos sea el método, ambos necesitan de la comunicación, del diálogo, sobre todo de la escucha receptiva. Si las partes no tienen dificultad en comunicarse entre ellas, entonces negociarán directamente su problema y procurarán una salida mutuamente beneficiosa para ambos.
Ahora bien, Cuando las partes tienen dificultad para comunicarse, entonces no podrán negociar directamente su problema (conflicto), ya sea esta formal o informal. Estos requerirán de la ayuda de un tercero para procurar una salida satisfactoria para ambos. La intervención de este tercero no es para comunicar a las partes, sino para facilitar el diálogo entre ellos.
Para negociar un conflicto es necesario no solo tener claro el problema, sus causas y efectos, sino también los intereses que hay de por medio. Es muy común que las partes confundan sus posiciones (adjetivos, calificativos) con sus intereses. Las posiciones no se negocian, se negocian los intereses.
2.2.1. La Negociación.
De forma sencilla podríamos decir que la negociación es el proceso de búsqueda de solución a un conflicto (problema) entre las partes, donde se utiliza el diálogo, como forma de procurar una salida negociada de mutuo acuerdo.
La negociación es un proceso en el que ambas partes deben cooperar para llegar a una salida beneficiosa y armoniosa para ambos, en tanto debe suponerse que hay la voluntad de resolver el problema.
Una negociación implica consensuar posiciones y concertar intereses, de forma que ambas partes salgan gananciosas del proceso. Un proceso de negociación no puede ser exitoso si hay un ganador y un perdedor, un vencedor y un vencido, un triunfador y un derrotado, un conquistador y un conquistado. Esta tiene que estar mediada por la justicia y la equidad.
En la negociación la comunicación verbal es fundamental y las partes procuraran externar sus respectivos pareceres, sin caer en acusaciones, calificaciones y adjetivos que pongan en peligro el necesario espíritu de colaboración mutua que debe reinar en este proceso. Las posiciones y las valoraciones no se negocian, se negocian los intereses y necesidades de las partes.
En el proceso de negociación no se puede determinar culpabilidad, responsabilidad. Las partes deben centrarse en la solución del problema y esto implica identificar claramente los intereses y necesidades de las partes, de forma que los esfuerzos se dirijan hacia resultados.
La negociación puede ser formal e informal.
a) La negociación informal. Es aquella que se da cuando hay relaciones primarias, de mucha confianza, sobre todo a nivel de familias, amigos, compañeros de trabajo y que no requiere de ningún nivel de formalidad como el acuerdo escrito.
b) La negociación formal. Es aquella que se da cuando las partes no se conocen o no se tienen la suficiente confianza y cuya complejidad de problema requiere de ciertas formalidades, como el acuerdo escrito. Este acuerdo puede ser redactado y suscrito por las partes y luego notariado por un abogado o redactado y notariado por el abogado, siempre que exprese la voluntad de las partes.
2.2.2. La Mediación.
Cuando las partes no pueden comunicarse con empatía y tiene profunda dificultad para llegar a una negociación, ya sea formal e informal, entonces requieren de una tercera persona (mediador) para que le facilite el proceso y les ayude a procurar un acuerdo mútuamente satisfactorio.
De ahí que pudiéramos definir a la mediación como un proceso de negociación asistida por un tercero neutral. Su rol es ayudar a las partes a lograr una solución de mutuo acuerdo del problema (conflicto), facilitando la comunicación entre ellas.
El mediador (tercera persona neutral) no es un árbitro ni mucho menos un juez, en tanto no impone soluciones a las partes, pero tampoco es un consejero ni un asesor legal, es un facilitador del proceso de diálogo, aunque no de su contenido.
Esta tercera persona no puede tener relaciones primarias (familiar o de compadreo), comercial, política, religiosa, etc., con ninguna de las partes y si así fuere, tendrá que tener el consentimiento, respeto y confianza de ambas, quienes al final son los que determinan quien va asumir el papel de mediador.
a) Características de un mediador:
No todo el mundo puede mediar en la solución de un conflicto. Esta persona tiene que tener determinada aptitud. Esta tiene que tener ciertas habilidades y destrezas que les permitan facilitar procesos de diálogo entre las partes, sin perder el control de la situación.
Este debe ser una persona que inspire respeto y confianza entre las partes en conflicto. Para ello tiene que ser imparcial, neutral, en tanto facilita proceso de cuyos resultados finales deben estar sustentados en la justicia y la equidad. Un mediador actúa sin manipular, respetando a las personas, con flexibilidad, paciencia y decisión.
Se trata de una persona flexible ante los comportamientos que puedan asumir las partes, pero también tiene que ser reservado y discreto con las informaciones y datos que escucha en el proceso, justo y equilibrado al facilitar el diálogo, respetuoso de las partes, sensible a los problemas ajenos.
Un mediador es una persona que acepta trabajar bajo la presión que generan las partes, manteniendo la serenidad y el control en los momentos de mayor tensión. Su carácter combina la consistencia y perseverancia, pero sin llegar hacer dominante, combinado con un buen sentido del humor, sin que implique relajar el proceso.
Pero sobre todo, el mediador debe ser un gran facilitador de la comunicación, del diálogo entre las partes, recordando siempre que la solución del problema es una responsabilidad de éstos no de él.
Para acercar a las partes a la búsqueda de soluciones, es recomendable que el mediador evite el uso de preguntas cerradas (¿Estas de acuerdos?
¿Te gusta?) en razón de que estas cierran las puertas del diálogo, en tanto se contestan con un simple si o un no. Lo correcto es que haga uso de preguntas abiertas (¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde?), las cuales no pueden ser respondidas con un simple si o un no, en tanto estas abren el diálogo.
También es recomendable que el mediador pueda hacer uso de preguntas circulares (¿Cómo reaccionaria usted en su lugar? ¿Qué cree usted que necesitaría en su posición? ¿Cómo eran las cosas antes?, así como preguntas abiertas, ya que permiten un mayor diálogo.
b) Características del proceso de mediación:
La mediación, como negociación asistida por un tercero neutral, se caracteriza por estar basada esencialmente en el diálogo entre las partes, como forma natural de llegar a conciliar intereses y concertar soluciones negociadas. Para ello es esencial la cooperación. Sin cooperación no hay solución.
Este proceso también se caracteriza por ser económico, comparativamente frente a otras opciones. Emocionalmente es menos dañino para las partes, en razón de que ambas partes salen gananciosas. Son ellos los protagonistas de las soluciones encontradas.
Es un proceso confidencial en virtud de la naturaleza de las informaciones y datos que se ventilan en el mismo. Los intereses envueltos solo le competen a las partes. También se caracteriza por estar orientado a los problemas específicos y a las búsquedas de resultados, no a las causas. Este es más rápido que los procesos judiciales.
Otra característica de la mediación es que es voluntario y las partes tienen el poder de decisión y el control del proceso, pudiendo ahorrar tiempo y resolver el problema a bajo costo, generándoles un mejor estado de situación de salud emocional.
c) Funciones de un mediador:
El mediador tiene entre sus funciones principales la facilitación de la comunicación entre las partes, privilegiando el uso del diálogo franco, abierto, receptivo y verificativo. Este debe garantizar que éstos expresen sus emociones, garantizando que la discusión sea pacífica y dentro del marco del respeto mutuo. Para ello debe usarse un tono suave, sopesado, calmado, abierto y positivo.
El mediador debe poseer la capacidad de verificar y confirmar si entre las partes hay desniveles y/o desigualdades en el manejo del lenguaje y la comprensión de la realidad. Si los hay, deberá ayudar a nivelar estas desigualdades mediante preguntas insinuantes.
El mediador dirige el proceso de mediación, pero no su contenido y ni las posibles soluciones. Esta es una tarea exclusiva de las partes. Este debe ayudar a las partes a definir y resolver sus problemas entre ellos mismos y con ello contribuye a validar los resultados.
Este debe estar atento a las exposiciones que hacen las partes, sobre todo a lo referido a los intereses, necesidades y posibles opciones alternativas de soluciones, sobre los cuales deberá llevar apuntes y hacer resumen-memoria de la mediación.
El mediador no es juez, consejero, asesor legal, orientador ni parte interesada en el conflicto. Este debe mantenerse aislado del problema y concentrar sus esfuerzos en la búsqueda de soluciones. Para ello debe hacer uso del parafraseo, de forma que ayude aclarar situaciones, identificar intereses y necesidades de las partes.
Todos los conflictos pueden ser objeto de mediación, siempre y cuando las partes expresen libremente su voluntad y estén dispuestos a dialogar en procura de una solución mutuamente gananciosa y aceptable para ambos. No hay mediación sin diálogo entre las partes.
d) Pasos metodológicos para la mediación:
La persona a mediar en un conflicto deber ser el resultado de una decisión consensuada por las partes. Este tiene que ser un facilitador de diálogo. Para realizar su labor cada mediador dispondrá de las técnicas y los métodos que mejor aconseje la realidad, las cuales muchas veces van a depender de la naturaleza del conflicto.
De todas maneras, para la mediación se recomienda que el mediador seleccione un lugar que garantice la privacidad y discrecionalidad necesaria de los asuntos abordados. Este lugar debe ser lo más neutral posible para las partes, donde se sientan cómodos y en plena libertad de expresar sus pareceres.
Este proceso es recomendable empezarlo con las palabras de bienvenida y agradecimiento a la receptividad mostrada por las partes al proceso de diálogo. Acto seguido, el mediador deberá explicar su papel (función), de forma que estén claros los roles de cada quien.
Acto seguido y para romper el hielo, puede ser recordable un receso y un brindis, de forma que se produzca un proceso de relajamiento en todos los actores y actrices allí presentes, para luego pasar a llamar a sentarse a las partes en la mesa de negociación.
También es recomendable que las partes sean colocadas de frente en la mesa de la mediación, de forma que puedan mirarse a los ojos uno al otro y entrar en un estado de mutua confianza. Esto también permite que ambas partes puedan tener el control de las reacciones que tienen el uno del otro en los procesos de diálogos.
Una vez las partes estén sentadas en la mesa de negociación, el mediador procederá a explicar, en un tono suave, las reglas que las partes deberán cumplir durante el proceso de diálogo, incluyéndolo a él. Entre estas están las siguientes:
1.- Reglas del proceso de dialogo:
a) De las partes en conflictos:
Todos tienen derecho hablar
Todos van hablar
Todos van hablar a su debido tiempo
Cero interrupciones
Hablar uno a la vez
Cero insultos
Escucharse mutuamente (receptiva y verificativamente)
Cero calificativos / adjetivos
Cero acusaciones
b) Del mediador:
Moderar el proceso
Otorgar turnos de forma equilibrada
Calmar los ánimos en caso de alteración
Parafrasear
Hacer preguntas abiertas y circulares, no cerrada
Llevar la memoria (síntesis) del proceso
Visibilizar intereses y necesidades de las partes
Reseñar y presentar opciones de alternativas de soluciones
Procurar consenso de soluciones
Redactar y presentar documentos (acuerdos) iniciales de soluciones
Redactar y presentar documentos (acuerdos) finales de soluciones
Gestionar firmas de las partes
Redacta proceso de seguimiento al cumplimiento de los acuerdos
Todo proceso de negociación, para ser exitoso, tiene necesariamente que llegar a un acuerdo mutuamente aceptable por las partes en razón de sus respectivos intereses, preferiblemente por escrito. Este debe responder a determinadas características, tales como estar redactado en un lenguaje comprensible y entendible para las partes; tiene que ser factible y verificable y para ello tiene que responder a las interrogantes: ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Quiénes? y ¿Dónde?
En los contratos se recomienda usar un lenguaje claro y preciso. Debe evitarse el lenguaje genérico y ambiguo, tales como esfuerzo razonable, tan pronto sea posible, a la mayor brevedad posible, adecuadamente, aproximadamente, en la medida de lo posible, entre otros que están sujetos a la interpretación.
e) Lógica de la negociación:
En todo proceso de negociación, hay la posibilidad de que subsistan cuatro lógicas, las cuales van a determinar la actitud y el comportamiento de las partes, ya sea facilitando o dificultando el avance del proceso.
Cada una de estas lógicas están determinadas por los valores que median la cultura de los actores y actrices implicados en el conflicto, las cuales dejan salir a flote los sentimientos que guían a las partes en el proceso de negociación. Estas pueden ser de inclusión o exclusión, cooperación o competencia, de negación o reconocimiento del otro, entre otras no menos importante.
Estas cuatro lógicas son:
Yo gano / Tú pierdes
Yo pierdo / Tú pierdes
Yo pierdo / Tú ganas ( para luego ganar más)
Yo gano / Tú ganas
La lógica recomendable en todo proceso de negociación, fundamentalmente en la mediación, es la de ganar/ganar. Esta expresa sentimiento de justicia, equidad, igualdad, solidaridad y de cooperación y comúnmente contribuye a curar las heridas generadas en el proceso y, por vía de consecuencia, ayuda a salvar las relaciones entre las partes.
2.2.3. Elementos comunes y diferenciadores entre negociación y mediación:
a) Elementos comunes:
Entre la negociación (formal e informal) y la mediación existen varios elementos comunes que las convierten en las opciones preferenciales para abordar y resolver conflictos mediante métodos no violentos. Entre estos aspectos podemos señalar los siguientes:
El uso del diálogo / escucha receptiva y verificativa.
Se procura solucionar un conflicto
Existe un ambiente de respeto mútuo
Hay una actitud de concertación
Se concilian los intereses
Hay acuerdo negociado que benefician a ambas partes
Se trabaja para la reconciliación
Otras
b) Elementos diferenciadores:
Estos elementos, aunque son diferenciadores uno del otro, no le quitan valor a ninguna de las dos opciones. Es lo contrario, lo que se intenta es fortalecer a ambos métodos, pero entiendo sus características y particularidades.
Entre las diferencias más acentuadas podemos señalar las siguientes:
En la negociación las partes resuelven sus problemas entre ellos, mientras que en la mediación interviene un tercero en la facilitación de la solución del problema
En la mediación los acuerdos son por escritos y firmados por las partes, mientras que en la negociación no necesariamente, excepto la formal.
En la mediación el diálogo entre las partes se logra a través del mediador, en tanto la comunicación entre ellos no funciona.
En la mediación las relaciones personales se ven más afectadas, en tanto el diálogo entre las partes no funciona por sí mismo y requieren la intervención de un tercero.
2.3. Reconciliación.
La reconciliación es el proceso que viven las partes envueltas en un conflicto, cuando dirigen sus esfuerzos y voluntades, no sólo hacia el logro de metas mutuamente aceptables para las partes, sino que también están interesados en salvar sus relaciones entre ellos.
Un conflicto puede llegar a un feliz término para ambas partes y no necesariamente estos viven el proceso de reconciliación, en tanto no recuperan sus relaciones, no se produce entre ellos el encuentro o reencuentro necesario para salvar sus vínculos primarios.
El proceso de reconciliación pasa obligatoriamente por la restauración de las relaciones entre las partes en conflicto, pero esto no es posible si ambas partes no reconocen sus respectivas responsabilidades y culpabilidades en el problema que los envuelve y para ello tienen que hacer resplandecer la verdad de los hechos.
Pero todo este proceso no se puede vivir sin que las partes se transformen asimismo, en un esfuerzo cotidiano por liberarse de los sentimientos y resentimientos negativos, dañinos y destructivos, tales como el odio, rabia, deseo de venganza, angustias, rencores, entre otros
Para que haya reconciliación las partes tienen que vivir un proceso de sanación interna, donde curen heridas y cierren cicatrices y esto no es posible si no hay una actitud sincera de arrepentimiento, de reconocimiento de los daños producidos al otro; pero también del perdón. No hay reconciliación sin perdón. (Ver gráfico # 13)
El perdón es la mejor herramienta para curar heridas y cerrar cicatrices, pero este no se puede confundir con el olvido. Para ello es de trascendental importancia la recuperación de la memoria historia de los hechos, la reconstrucción de la verdad. Sin verdad, tampoco hay reconciliación.
El proceso de reconciliación debe tener como resultado final la prevalencia de la justicia, a los fines que se haga realidad la expresión de nuestro padre de la Patria, Juan Pablo Duarte de "Ser justo lo primero, si queréis ser feliz".
De eso se trata la reconciliación: de volver a ser feliz, a vivir en paz con si mismo y con los demás, sonreír más a menudos, contemplar la belleza de la naturaleza, a agradecer a Dios por todo lo que nos ha dado y nos ha permitido.
Cuando se odia, cuando se sienten rabias, rencores, angustias, entonces las personas se debilitan, se hacen vulnerables a los demás y las enfermedades, mientras que con el perdón consolida las fuerzas psíquicas, emocionales y espirituales.
Se trata de que las personas vivan un proceso de sincerizacion consigo mismo y con el otro, pero también de liberación de todos sus sentimientos y resentimientos interiores y para ellos necesitan hablar, conversar, desahogarse, dialogar, que alguien los escuches. Las personas tienen que sacar todo de adentro y parir un nuevo sujeto, un nuevo ciudadano.
El perdón no significa olvidar. Se trata de una nueva forma de ver y vivir la justicia, donde el interés no esta centrado en el castigo (punitiva), sino en la necesidad de recuperar y salvar las relaciones entre las partes (restaurativa). Esto es lo que se la dado en llamar "justicia restaurativa. (Ver gráfico # 14)
Esta justicia se interesa por la reconstrucción de las relaciones. Para ello es necesario facilitar la comunicación entre la víctima y victimario, de forma que la víctima se liberen de su rabia, de su odio, pero donde el victimario reconoce los daños causados, sus errores y está dispuesto a pedir perdón. Pero también es necesario que ambos recuperen sus nexos con sus respectivas comunidades de donde proceden.
La reconciliación es un proceso de sanación interior de las personas envueltas en un conflicto, que intenta asumir nuevas formas de vivirlos, de manera que ellos salgan más fuerte, más ganancioso en todos los sentidos, más relajados, más proactivo y propositivo, en fin, mejor ciudadano.
El conflicto como problema humano tiene factores múlticausales que requieren de su comprensión en toda su dimensión y los cuales generan consecuencias distintas para cada uno de los actores/as que intervienen en el mismo.
El problema que genera un conflicto no es responsabilidad de una sola persona. Este tiene más de un protagonista. No se puede culpar al otro, ambos son responsables, aunque a diferentes niveles.
En todo conflicto interactúan actores y actrices diversos, los cuales se relacionan e interrelacionan a partir de intereses distingos y a veces contradictorios, construyendo alianzas alrededor de cada uno de ellos y en razón de los escenarios donde estos se desarrollan.
En el proceso de articulación de los diversos actores/as de la sociedad, el conflicto resulta inevitable. Este es inherente al ser humano, en razón de su propia naturaleza social de este. Nadie está exento de vivir en conflicto. Este nos toca de una manera u otra.
De ahí que, debemos apropiarnos de herramientas técnico- metodológicas para su abordaje, manejo y transformación, de forma que nos permitan convertirlos en oportunidades de crecimiento mutuo, evitando que el mismo se transforme en violencia, en algo dañino para las partes envueltas en él.
El conflicto tiene diversas escalas y escenarios donde se expresa, pero siempre la solución de este tiene que responder a las necesidades e intereses de las partes envueltas, como protagonistas del proceso de búsqueda de alternativas mutuamente aceptable para ellos.
Si la respuesta al conflicto es violenta, la solución va hacer más violencia. Esto pasa comúnmente con la violencia estructural. A las acciones de demandas (piquetes, marchas, huelgas) de los pobres, excluidos y marginados, tradicionalmente el Estado les responde con más violencia, a través de la represión policiaco-militar.
La violencia estructural de una sociedad no puede responderse con acciones individualizadas y particularizadas. Tiene que transformar el estado de situación de injusticia, pobreza, exclusión, marginación, si quiere contribuir a transformar las expresiones del conflicto en la sociedad.
La solución del conflicto no puede ser la violencia, pues quien siembra violencia cosechas tempestades. La respuesta tiene que estar amparada en la justicia, de forma que exprese equidad entre las partes o como decían sus santidades Pablo VI y Juan Pablo II "Si quieres la paz, lucha por la justicia", pues "no hay paz sin justicia y no hay justicia sin paz".
Estas expresiones nos obligan a entender la importancia que tiene la prevalencia de la justicia en todo esfuerzo de Construcción de Paz, ya que educar para la paz es educar para la justicia, la equidad, la igualdad.
Los profesores y líderes comunitarios, a quienes va dirigido este manual, tienen la responsabilidad de educar para la paz y con ello a contribuir a la construcción de una nueva ciudadanía, al nacimiento de un nuevo sujeto social, que conozca y defienda no solo sus derechos, sino los derechos y dignidad de los demás seres humanos.
Este nuevo ciudadano tiene que ser un sujeto crítico de si y de su entorno y con capacidad propositiva para contribuir a transformar la realidad en que convive con sus semejantes.
La escuela no es algo extraño a la sociedad, es el reflejo de ella y los profesores, estudiantes y personal de apoyo deben asumirse como parte de un proceso de cambio que apunta hacia la búsqueda de la paz sustentada en la justicia.
Los profesores no solo deben facilitar proceso educativo de Construcción de Paz, sino que también debe testimoniar con su ejemplo la cultura de paz, en razón de que el único discurso que no necesita de palabras es el ejemplo.
La educación para la paz está sustentada en la afirmación y reafirmación de nuevos valores comportamentales de los ciudadanos, los cuales deben garantizar una convivencia pacífica entre ellos. Esta debe bazar su contenido en el rechazo a la violencia, adhiriéndose a los principios delibertad, justicia, solidaridad, cooperación, tolerancia, entre otros.
Las escuelas y los profesores tienen que contribuir a la construcción de una conciencia social comprometida en la búsqueda de la paz, la justicia, la igualdad, la equidad, y para ellos tiene trabajar los prejuicios, los estereotipos, los discrímenes, las desconfianzas y las diferencias entre uno y otros.
Los profesores no deben transmitir conocimientos, sino construir nuevos conocimientos con y junto con sus alumnos y para ello tiene que democratizar la educación, hacer asequible la misma a toda la comunidad sin ningún tipo de condicionamiento.
Para ello tiene que educar en valores comportamentales que hagan visibles los nuevos testimonios de vida, no solo en los estudiantes, sino en los mismos profesores y personal de apoyo de los procesos educativos.
Contribuir a crear una cultura del diálogo es un aporte inicial para transformar los conflictos en paz. Los profesores disponen de la negociación y la mediación como métodos de solución no violenta. Reiteramos que un elemento común en ambos es identificar los intereses y necesidades de las partes. Tradicionalmente las posiciones y los intereses parecerían irreconciliables y solos en el abordaje de las necesidades pueden ser visibles las soluciones, las reconciliaciones.
Es recomendable que la solución de un conflicto este plasmado en un acuerdo, preferiblemente escrito. El acuerdo pone fin al conflicto y las partes avanzan hacia el cambio de comportamientos, de actitud.
Si el acuerdo suscrito por las partes se hace sin que las partes hayan logrado cambiar de comportamientos y actitudes, entonces el conflicto sigue latente y puedes surgir de nuevo y con mayor fuerza destructiva.
El acuerdo supone la reconciliación de las partes. Esto supone que las relaciones están salvadas o que han sido reconstruidas si habían llegado a su desarticulación afectiva, emocional, social, económica, política, religiosa o cual sea.
Pero no hay reconciliación sin perdón y perdón sin que las partes vivan un proceso de sanación, de curación y cicatrización de heridas, mediante un exorcismo emocional que los libere de sus sentimientos y resentimientos negativos, tales como la rabia, el odio, el rencor, el deseo de venganza.
Este exorcismo emocional por el cual llegamos al perdón es una decisión personal, mientras la reconciliación es un proceso interpersonal, en tanto implica la salvación de las relaciones entre las partes en conflicto.
Quisiera concluir este trabajo recuperando una expresión de gran contenido humanitario de la más alta simbología de la paz y de la no violencia. Nos referimos a Mahatma Gandhi, el cual insistía en la necesidad de que las personas produjeran cambios no solo en su entorno (realidad social-objetiva), sino en su interior (subjetiva) y por ello expresaba a menudo "cambia tú, y el mundo cambiará contigo".
Declaración de Principios sobre la Tolerancia.- Paris, 16 de noviembre del 1995, Paris: UNESCO, 1995, 16 p.
Construcción de Paz y Justicia Restaurativa. Manual de Capacitación de CRS.- San Salvador: CRS, 2005, 121 p.
Buscando la paz del mundo. Manual de recursos para la transformación del conflicto.- Londres: Ian Doucet –International Alert, 1998, 224 p.
NARVAEZ Gómez, Leonel: Escuela de Perdón y Reconciliación. Cartilla 2 –Reconciliación, Bogota: Fundación para la Reconciliación, 2006, 93 p.
Declaración sobre una Cultura de Paz de las Naciones Unidas, Asamblea General, Resolución 53/243 del 13 de septiembre del 1999.
FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. México: Sigloveintiuno editores, 25 edición, 1980, 243 p.
NEUFELDT,Reina.-Construcciónde Paz.- Reina Neuffeldt, John Paul Lederach y otros.- Vatican City:Caritas Internationalis, 260 p.
Declaración sobre el derecho de los pueblos a la paz.-Santo Domingo: Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas, 1991.
Declaración de Principios sobre la Tolerancia.-Santo Domingo: UNESCO, 1995, 16 p.
a) Ejercicio individual de confrontación de percepciones y valoraciones sobre el conflicto.
Llenar con una F (de falso) o una V (de verdadero):
1. El conflicto es malo
2. El conflicto es negativo
3. El conflicto debe ser eliminado
4. El conflicto es inevitable
5. Hay que aprender a vivir con el conflicto
6. El conflicto genera violencia
7. El conflicto es dañino
8.____El conflicto puede ser una oportunidad de crecimiento personal
9. El conflicto puede ayudar a construir relaciones más sólidas 10. El conflicto es sinónimo de violencia
12. El conflicto es insalvable
b) Ejercicio para trabajar la percepción del conflicto.
Construya un círculo con las personas que asistieron a la capacitación y coloque en el medio una persona electa al azar. Pregunte a cuatro personas (al que esta en el frente, al que esta detrás, al que esta al lado derecho y al que esta al lado izquierdo) sobre lo que ve de la persona colocada en el medio.
La realidad es como la persona que esta colocada en el medio. Es la misma para las cuatro personas, pero cada una de ellas la vera diferente, dependiendo desde la óptica o perspectiva que el este mirando.
c) Ejercicio para trabajar la percepción:
Elija cuatro personas y coloque en el frente de los demás. A cada uno póngalo a elegir el animal con el que se sentiría más vulnerable, más temeroso, más inseguro y del cual tendría que cuidarse más. Luego coloque sus respectivas respuestas en un lugar visible a todos y acto seguido comience a realizar algunas preguntas, tales como ¿Si usted fuera una lombriz de quien tendría que cuidarse?
¿Si usted fuera un cerdo o un cabrito a quien le tendría temor?
¿Quién le podría hacer daño?
d) Ejercicio para trabajar la comunicación:
Organice una fila con los participantes. Explíquele que escribirá un mensaje en una cartulina, el cual leerá al primero de la fila, quien se lo diría al siguiente al odio, lo más silenciosamente posible, y así sucesivamente hasta llegar al final. El último de la fila dirá en voz alta el contenido del mensaje y lo confrontaremos con el primero que lo dijo y al final con el contenido escrito del mismo. Allí verificaremos como se distorsiona el mensaje y al final llega uno totalmente diferente al primero que salió y como esto influye muchas veces en el conflicto.
e) Ejercicio sobre los valores:
Escriba en pedazo de cartulina diferentes valoraciones sobre los participantes y colóquele a cada uno en su frente, una de esta cartulina. Estos no podrán verse así mismo el contenido de lo que dice. Haga que todos se confronten mutuamente frente al valor de cada uno y pregunte luego sobre como se sintierón. El objetivo de este ejercicio es poner a la gente a verse en el zapato del otro y como percibía la reacción de la gente al leer la cartulina que tenía.
f) Ejercicios sobre proverbios y expresiones famosas:
A principio del curso, distribuya entre los presentes una o varias expresiones o proverbios que están vinculada al tema de Construcción de Paz y procure que estas identifiquen el momento en que deben proceder a leerla, en función del tema que en ese momento se está tratando.
Autor:
Dr. Benito Antonio Cruz Peña
República Dominicana
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