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Bases teoricas metodologicas de la cultura popular tradicional


  1. Qué entendemos por cultura popular. Qué es lo popular
  2. Lo popular y lo masivo: video de reggaetón
  3. Entre medios y mediaciones, entrever lo popular
  4. Ni flolklóricos ni masivos: los formatos modernos de lo popular
  5. Conceptualizaciones de cultura popular tradicional. Tratamiento metodológico
  6. Aspectos conceptuales de cultura popular tradicional

Qué entendemos por cultura popular. Qué es lo popular

Popular: el latín popularis, popular es un adjetivo que señala aquello que pertenece o que es relativo al pueblo. El término tiene distintas aplicaciones dentro de este mismo universo de significados: puede hacer referencia a cualquier cosa que provenga del pueblo, que sea propio de las clases sociales más bajas, que se encuentre al alcance de la mayoría o bien que sea conocido por la sociedad en general.

Folclor: (en su originaria acepción positiva [saber del pueblo]) y otros han reconceptualizado como cultura popular tradicional, para diferenciarla, al menos operacionalmente, de la «cultura popular» y del alcance invasivo de los medios de comunicación masiva, muchos de cuyos mensajes nada tienen que ver con lo que cada pueblo crea y consume para sí mismo, independientemente del intercambio con otros grupos humanos.

«saber del pueblo», o de «lo que el pueblo sabe», o de «lo que el pueblo dice y hace», pero su connotación ha sido fundamentalmente clasista en el sentido subestimativo, peyorativo y prejuiciado, acerca de la creación de los sectores populares; de un «saber» no sistematizado, y con la valoración sobre la creación de los estudiados sólo a partir de los paradigmas culturales de los estudiosos.

Cultura popular: Si algún concepto ha sido llevado y traído, tanto por los discursos políticos como por los de las ciencias sociales y el sentido común, es el de cultura popular. Continente de contenidos muy específicos y disímiles en función de intereses ideológicos y filiaciones disciplinares diversos dentro de las estructuras académicas, el de la cultura popular ha sido un tema constante a lo largo del siglo xx.

El término cultura popular hace referencia al conjunto de patrones culturales y manifestaciones artísticas y literarias creadas o consumidas preferentemente por las clases populares (clase baja o media sin instrucción académica, o en la antigüedad "la plebe") por contraposición con una cultura académica, alta u oficial centrada en medios de expresión tradicionalmente valorados como superiores y generalmente más elitista y excluyente.[1

Para Grignon y Passeron, puede ser explicada desde la relación dominante-dominado: a la clase dominante le corresponde una ideología dominante, mientras que a la clase dominada le corresponde una ideología dominada; esto significa un proceso de correlación entre el poder material dominante y el poder ideológico dominante que, sin embargo, debe verse complejizado por la posibilidad de encontrar elementos propios inicialmente de una cultura "dominada" que forman parte del cúmulo de creencias de una clase "dominante" y elementos que forman parte de una cultura "dominante" interiorizados y validados por una cultura "dominada" (Grignon y Passeron, 1989:22).

Sin embargo, si seguimos la línea de pensamiento "legitimista" de Bourdieu, llegamos a la conclusión de que la cultura popular está constituida sólo por los modos en que las clases subordinadas internalizan su condición de dominadas. ¿Qué entendemos por "legitimismo"? Para Grignon y Passeron, una teoría legitimista de la cultura no tiene nada que decir sobre cómo actúa la cultura, al interior de las clases populares. Al medir con la misma vara los gustos, y por ende las elecciones simbólicas, de la clase dominada desde las elecciones de la clase dominante, niega a las clases populares todo tipo de "haberes" que pudiera tener y toda su dimensión simbólica propia.

Para Canclini, lo popular es en esta historia lo excluido: los que no tienen patrimonio o no logran ser reconocido y conservado; los artesanos que no llegan a ser artistas, a individualizarse, ni participar en el mercado de bienes simbólicos "legítimos"; los espectadores de los medios masivos que quedan fuera de las universidades y los museos "incapaces" de leer y mirar la alta cultura porque desconocen la historia de los saberes y los estilos. Para Canclini, el pueblo comienza a existir como referente del debate moderno a fines del siglo XVIII y principios del XIX por la formación en Europa de estados nacionales que trataron de abarcar a todos los niveles de la población. No obstante, la ilustración piensa que este pueblo al que hay que recurrir para legitimar un gobierno secular y democrático es también el portador de lo que la razón quiere abolir: la superstición, la ignorancia y la turbulencia. Por eso se desarrolla un dispositivo complejo, en palabras de Martín Barbero, de inclusión abstracta y exclusión concreta. El pueblo interesa como legitimador de la hegemonía burguesa, pero molesta como lugar de lo in-culto por todo lo que le falta.

El término "cultura de masas" fue originariamente negativo. Los filósofos marxistas y judíos que elaboraron el término en torno a los fascismos europeos, pensaban que serviría como herramienta para validar la explotación de los grupos dominantes y para alienar al público receptor. El concepto de industria cultural nace en un texto de Horkheimer y Adorno publicado en 1947, y lo que contextualizó la escritura de ese texto es tanto la Norteamérica de la democracia de masas como la Alemania nazi.

Sería arduo comprender la utilidad del concepto de cultura popular si no se considera la historia de algunos hitos de su formación que, de hecho, han contribuido a que el término se dote de sentidos específicos y pierda el significado mismo que parte del referente social real que le da posibilidad y existencia.

Si se apostara por una explicación genealógica del concepto de cultura popular, habría que consultar el texto de Renato Ortiz,1 que se propone ubicar el concepto en su historia. El autor parte de la pregunta de quiénes son los constructores de este concepto y cuáles las condiciones en las cuales surge. Enfatiza la filiación eurocéntrica de su génesis, y de ahí entrevé los intereses políticos que encubre y la lógica cultural que está en su fondo. En esas notas sobre el concepto, el investigador brasileño explicita la relación de la cultura popular con la cultura popular nacional, y con ello trata de entender el lugar que desde las sociedades periféricas han tenido los estudios de floklore para legitimar los Estados-nación.

Por su lado, Patrick Mignon se pregunta si aún hoy es necesaria la categoría de lo popular o de cultura popular para describir el funcionamiento de la cultura en la sociedad contemporánea. Mignon señala de inmediato con precisión todas las dificultades implicadas en el empleo del término "cultura popular", que puede designar, desde una óptica antropológica, tanto el estilo de vida como la visión del mundo de un pueblo o de su parte más alejada de las riquezas económicas y culturales. Por otro, de relacionársele con el consumo de masas, la cultura popular es sinónimo de cultura de masas, que puede designar aquello que es apreciado por el mayor número de personas, pero considerado de baja calidad estética o moral por quienes mismo lo fabrican para mantener la hegemonía y el status quo.

Me parece importante la advertencia de Mignon cuando se refiere a que podrían multiplicarse hasta el infinito los ejemplos de la ambigüedad de una palabra que no es jamás la descripción neutra de un objeto, sino que se encuentra siempre en una dimensión evaluativa que implica una distancia con respecto al poder o la cultura, y subraya un estatus de actividad o de pasividad, de conciencia elevada o de alienación. "Si se emplea como sinónimo de cultura de masas, se correría el riesgo de caer en el pesimismo de Adorno, que presupone la pasividad de las masas y olvida que los consumidores pueden tener ciertos márgenes de autonomía en la interpretación o la aceptación de los mensajes. Y si se trata de prácticas culturales enraizadas en el pueblo o en sectores específicos del mismo, se corre el riesgo de caer en el romanticismo populista o en una visión esencialista del pueblo."5

Definitivamente, Gramsci es el hombre que marca el hito, aquel cuyo aporte hace que lo popular cobre un lugar tanto en la política como en la ciencia. No creo impertinente, en consecuencia, esbozar algunas ideas de su reflexión sobre este problema. Es preciso recordar que es justamente el filósofo italiano, y luego el retorno a él en los años sesenta y sus lecturas sucesivas, lo que da pie a una recuperación del concepto de lo popular por el marxismo menos ortodoxo, y de la cultura popular como tema nada ajeno a la filosofía de la praxis, hasta ese momento tabú en su reflexión.

Según se desprende de Gramsci, para este pensamiento marxista el concepto de cultura popular confirmaba una visión iluminista de lo popular. "La filosofía de la praxis tenía dos tareas: combatir las ideologías modernas en su forma más refinada para poder constituir su propio grupo de intelectuales independientes, y educar a las masas populares, cuya cultura era medieval."6

En Gramsci, el valor de la noción de folklore está en la asunción de lo popular desde su lugar en las relaciones de la dominación cultural. Lo rescata de la visión folklórica, del inventario atento a cuantificar objetos y prácticas; es una nueva manera de explicarlas en su condición de posibilidad y existencia, para decirlo en términos críticos. Yo añadiría a su aporte una nueva lógica de transformación estructural de lo popular. Un continuador de Gramsci, Cirese, sostenía que el valor de su concepción sobre lo popular radicaba justamente en pensarlo como un uso y no como un origen, como posición relacional y no como sustancia, para subrayar que el valor propio de lo popular no radicaba ni en su autenticidad ni en su elementalidad, sino en su significación y vigencia social.12

Los antropólogos italianos Alberto Cirese y Lombardi Satriani dieron su contribución, al comprender la cultura no restringida a su expresión económica (las industrias culturales) ni identificada en pleno con la política. Según García Canclini, estos autores –como luego harían Pierre Bourdieu y Raymond Williams– reubicarían la problemática ideológica en el espacio de interacción entre clases y grupos sociales, y la asumirían como parte de la lucha por la hegemonía. Ello daría pie a superar la idea de que los fenómenos ideológicos se derivan sólo de las clases, una idea común en el pensamiento marxista clásico, a partir de su teoría sobre las clases sociales. Los procesos culturales resultarían, entonces, "de otros modos de diferenciación social: las etnias, las fracciones de clase, los grupos profesionales, etc. Y las ideologías o las diferencias culturales entre dichos grupos se constituyeron no sólo en la producción, como en la teoría marxista clásica sobre las clases, sino también en el consumo."13

Lo popular y lo masivo: video de reggaetón

Me parece útil precisar aquí no sólo los universos de explicación de los conceptos de cultura de masas y cultura popular, sino también las relaciones que se les han atribuido. Se habla, incluso, de cultura popular de masas,18 pero la utilización de esta categoría es esporádica, y más que todo nombra un fenómeno típico en el que nos detendremos. Ha sido desarrollada, como en otras ocasiones, como una categoría de infeliz aplicación.

Es un hecho innegable que cualquier estudio sobre las relaciones entre lo popular y lo masivo tiene en las reflexiones de Walter Benjamin un fértil terreno heurístico. Resulta interesante en este punto su idea del cambio que lo popular va teniendo en la experiencia de la modernidad. "Lo popular en Benjamin está en el cruce de la cultura de la taberna con la experiencia de la multitud: esa nueva facultad de sentir que "le sacaba encanto a lo deteriorado y lo podrido", pero cuya ebriedad no despejaba a la masa de su terrible realidad social."19

Benjamin nos trae la confirmación de que sólo se puede pensar críticamente sorteando la lógica del pensamiento hegemónico. Desde una historia de las percepciones, de ese cambio en el sensorium del que hablaba,20 logra rescatar del París moderno las prácticas de la resistencia de los sujetos menos instruidos, aquellos que componían los nuevos rostros de la industrialización y la vida urbana. La experiencia de la modernidad es la experiencia emergente de los grandes éxodos hacia la ciudad, que configuran en muchedumbre una manera nueva de relacionarse, una congregación pública distinta, un desplazamiento, ante todo, epistemológico, de posición teórica y política. La de Benjamin es una vuelta al sujeto popular en su potencialidad, no sólo visto ante la amenaza constante del dominador, no sólo identificable en la contraposición constante, sino visto también en su adaptabilidad al entorno.

Las categorías cobran sentido a partir del referente empírico que se proponen describir. Por ello resulta pertinente emprender un breve itinerario por la reflexión sobre la cultura de masas y la cultura popular desde las coordenadas de la reflexión latinoamericana, a mi juicio heredera de todo el saber que le antecede, en especial de los europeos (Benjamin, Bourdieu, Williams, Hoggart, Thompson, Gramsci, etc.).

Entre medios y mediaciones, entrever lo popular

Hay que partir del hecho de que a Jesús Martín-Barbero, pionero de los estudios culturales mediáticos latinoamericanos, le interesaba la relación entre lo popular y lo masivo. De ahí que su interés se centrara en tres aspectos fundamentales: primero, el proceso de gestación de lo masivo con lo popular como matriz; segundo, lo que llama "los modos de presencia/ausencia, de afirmación/negación, de confiscación y de-formación de la memoria popular en los actuales procesos de massmediación"; y, por último, aunque no menos importante, los usos populares de lo masivo.21 En este sentido, el autor se interesa por lo popular como ese lugar desde el que se hace posible, históricamente, abarcar y comprender el sentido que van adquiriendo los procesos de comunicación en la historia. Resulta útil la visión de lo popular de este autor español, seducido por América justamente en su re-definición a partir de dos movimientos cruzados: el que le propiciaba su acervo europeo de teorías y referentes empíricos y la mentalidad americana, que dota de un sentido muy peculiar cualquier análisis sobre la dinámica social en el continente. Al recuperar la historia, y con ella la cultura, su perspectiva pone en diálogo las prácticas comunicativas –su objeto– con los movimientos sociales, el modo como lo popular "se inscribe constitutivamente en el análisis de los procesos culturales."22

Había que romper con la idea, aún persistente, de que lo masivo, que promueven las industrias culturales, es popular. Sería, dice, como "confundir el rostro con la máscara, y lo que importa es saber para qué se usa la máscara".23 Lo popular se identificaba, sobre todo por parte de los optimistas radicales, con lo alternativo; es decir, con aquellos grupos que viven en reductos en el perímetro social, y este es también un exceso que critica.

Para Martín-Barbero, pensar hoy en la América Latina lleva en sí la escala de la complejidad. "Y estamos descubriendo estos últimos años que lo popular no habla únicamente desde las culturas indígenas o la campesina, sino también desde la trama espesa de los mestizajes y la deformación de lo urbano, de lo masivo." "Que, al menos en América Latina, y contrariamente a las profecías de la implosión de lo social, las masas aún contienen, en el doble sentido de controlar pero también de tener dentro, al pueblo. No podemos entonces pensar hoy lo popular actuante al margen del proceso histórico de constitución de lo masivo: el acceso de las masas a su visibilidad y presencia social, y de la masificación en que históricamente ese proceso se materializa".24

En el estudio de la cultura popular, lo que le interesa a Martín-Barbero es "no lo que sobrevive de otro tiempo, sino lo que en el hoy hace que ciertas matrices culturales sigan teniendo vigencia, lo que hace que una narrativa anacrónica conecte con la vida de la gente".25 Y ese es el sentido de lo popular, sobre todo en la América Latina. Una historia de esta categoría en estas tierras da cuenta de otro tipo de dinámicas que vislumbra Martín-Barbero, quien quizás por venir de fuera y tomar distancia, vio de cerca estas complejas relaciones que operan en las culturas. Esa es su posición, surgida a partir del objeto mismo que se proponía estudiar, y que tiene que ver sobre todo con cómo se dan estas relaciones entre lo popular y lo masivo en las telenovelas, por ejemplo, aunque también estudia otros espacios comunicativos y culturales.

Ni flolklóricos ni masivos: los formatos modernos de lo popular

Néstor García Canclini planteaba: "para redefinir qué es hoy la cultura popular, necesitamos una estrategia de estudio capaz de abarcar su producción, su circulación y su consumo".26 Y ello con la intención de dejar de asumir la cultura como un instrumento y comenzar a pensarla como un tipo particular de producción: aquella que concierne a los procesos desde los cuales se comprende, se reproduce y transforma el mundo y se lucha por la hegemonía. De alguna manera, los cultural studies habían impulsado estas estrategias en el estudio de la cultura más general, y de la cultura popular específicamente, según Jenks.27

"lo popular es vivido por los sujetos populares como complacencia melancólica con las tradiciones", manteniendo también en claro –y sospecho que saca esta idea de su análisis del proceso de producción, distribución y consumo cultural de las artesanías y las fiestas– que "la preservación pura de las tradiciones no es siempre el mejor recurso popular para reproducirse y relaborar su situación".29

Un segundo aspecto que expone García Canclini sobre las culturas tradicionales en una dialéctica consecuente –supongo que inspirado en Benjamin y sus sucesores–, es que "las culturas campesinas y tradicionales ya no representan la parte mayoritaria de la cultura popular". De ahí que ubique el nuevo fenómeno en las ciudades, en lo inter-urbano, y en las nuevas dinámicas inter-nacionales.

Otra premisa de la que parte este autor es que lo popular no se concentra en objetos como artesanías, fiestas, registros musicales o danzarios o inventarios de instrumentos. De ahí que si algo parece estar claro hoy, es que lo popular no constituye un monopolio de los sectores populares y, por tanto, se distancia de la idea de identificar lo popular con el conjunto de prácticas de un grupo folklórico determinado, cristalizando la cultura en un espacio preciso con sujetos específicos; esto, pensando que "en las sociedades modernas una misma persona puede participar en diversos grupos folklóricos, es capaz de integrarse sincrónica y diacrónicamente a varios sistemas de prácticas simbólicas: rurales y urbanas, barriales y fabriles, microsociales y massmediáticas. No hay folklore sólo de las clases oprimidas, ni el único tipo posible de relaciones ínter folclóricas son las de dominación, sometimiento o rebelión".38

Conclusiones parciales:

La complejidad misma de lo popular, evidenciada en este acápite demanda la puesta en cuestión tanto del término "cultura de masas", como del que nos interesa –esto es, el de cultura popular–, en tanto categorías actualizadas y productivas que expliquen la nueva dimensión que han tomando, toman y seguirán tomando los fenómenos que tratan de explicar en la dinámica de la modernidad, la tardía modernidad o la posmodernidad.

Nunca antes habíamos tenido una percepción tan aguda de que la sociedad es cada vez más reticular en sus configuraciones y de que asiste a una complejidad inédita que ya no se hace visible sin categorías y perspectivas móviles, abiertas, complejas en sí mismas. Los fenómenos aislados resultan cada vez más difíciles de comprender. Se imponen nuevas categorías que no sean puros eufemismos para sustituir los términos trasnochados, sino construcciones teóricas que ayuden a explicar –desde una sólida condición epistemológica– las variaciones contemporáneas de la sociedad o de sus fenómenos específicos.

Conceptualizaciones de cultura popular tradicional. Tratamiento metodológico

Nuestra cultura cubana se inicia desde la llegada de los aborígenes a la isla, es todo lo que material o espiritualmente nos hace diferente, aquello que heredamos de generación en generación de un determinado momento histórico-concreto donde el hombre crea su mundo exterior. Por lo tanto es el conjunto de creencia, vivencias, hábitos costumbres, valores, modos de vida.

Además, es un proceso transculturado de un conjunto pluricultural. De formación de la conciencia nacional e identidad cultural donde nace una nueva raza, el criollo y una nueva cultura la cubana, que engloba todo un conjunto de normas, valores modos de vida, comportamiento, pero que también demuestra cada vez más su autonomía.

La cultura popular tradicional, expresada en diferentes formas y manifestaciones —materiales y espirituales. Ella constituye un patrimonio de inestimable significación para todo pueblo, en el que se expresan valores de la nacionalidad que nutren y fortalecen, en un proceso de dinámica recreación, la identidad nacional.

Sus manifestaciones en la cultura material, expresadas cartográficamente en esta obra, son: los asentamientos rurales, la vivienda y las construcciones auxiliares rurales, el mobiliario y ajuar de la vivienda rural, las comidas y bebidas de la población rural, los instrumentos de trabajo agrícola, los modos y medios de transporte rural, las artes y embarcaciones de la pesca marítima, y la artesanía popular tradicional. En el campo de la cultura espiritual se incluyen: las fiestas populares tradicionales, la música popular tradicional, las danzas y bailes populares tradicionales y las tradiciones orales. Todo ello precedido por el estudio de la historia étnica.

Aspectos conceptuales de cultura popular tradicional

Existe la cultura nacional de ahí de desprenden la cultura profesional o intelectual.

De la nacional se desprende la cultura popular.

¿Cómo es esa cultura popular?

Puede ser:

Anónima, De creación colectiva de esta (oral), Patrimonio de todos, Tradicional (pude ser funcional), Cotidiana no en todos los casos ya que determinadas comida, ropas, fiestas no son el diario de cada persona ni barrio.

¿QUÉ ES CULTURA POPULAR? Manifestaciones.

"Literatura oral" (poética: cancionero, romancero, refranero, adivinanzas, Narrativa: mitos, leyendas, cuentos, casos, lingüística: vocabulario, pregones, dichos, mímica)

Cultura ergológica (habitación, cocina, transporte, arte popular, artesanía, oficios y formas tradicionales de producir y crear).

Cultura de socialización (fiestas, teatro, música, danzas e instrumentos musicales, indumentaria, mascaras, juegos y juguetes, familia).

Cultura mágico-religiosa (magia, religión, medicina popular, creencias y supersticiones).

Jesús Guanche: La cultura popular tradicional no era una mera construcción de tres términos sumados que podían colocarse arbitrariamente en un contexto semántico; sino que ese es el orden de significación en tanto la cultura es un sustantivo clave de la propia condición humana con las cualidades popular en lo creativo y tradicional en lo perdurable, aunque no limitado a lo estrictamente artístico, sino que lo envuelve, en tanto me adscribo a la concepción antropológica de la cultura en su dimensión holística. En este sentido me tomo la licencia de parafrasear y sintetizar lo que señalaba entonces:

[…] ese conjunto de valores creados es cultura, en tanto refleja su modo de vida de manera integral y abarca la totalidad de sus manifestaciones, es decir, las diversas formas de sus relaciones sociales; es popular, porque el pueblo es el creador y portador de sus valores que transmite de una generación a otra, y de los cuales participa, consume y disfruta; y es tradicional, porque la tradición es una regularidad que caracteriza la perdurabilidad en el tiempo de las manifestaciones culturales, así como su índice de desarrollo a partir de un continuo proceso de asimilación, negación, renovación y cambio hacia nuevas tradiciones.

Joel James Figarola (1940-2006) apuntan hacia la validación de la cultura popular tradicional desde su dimensión histórica y su empleo instrumental como vigencia en desarrollo y cambio. En su texto sobre «Historia y cultura popular», tras analizar pasajes de la vida de diversos protagonistas de las luchas de liberación anticolonial como Martí, Maceo y Gómez, sintetiza que es necesario

Ver la cultura popular tradicional como el resultado, socialmente entendido, de toda acción humana creadora, aceptada en tanto fija con alcance colectivo, sin necesidad de que medien recursos profesionales de expresión, hábitos, costumbres y criterios de apreciación y apropiación de la realidad. De igual manera veríamos la cultura popular como surgiendo de la cultura tradicional y nutriéndola al mismo tiempo; como formada por manifestaciones e inclinaciones mayoritariamente compartidas por los sectores populares […] (James, 2001-25).

En el año 2006 la revista Temas en su Nueva época, contribuye al debate y propicia un encuentro, moderado por su Director, Rafael Hernández, con la participación de Ariel Fernández, Julio García Espinosa y Jesús Guanche. Las experiencias diversas de los panelistas se vuelcan a tratar de responder de modo muy breve preguntas como:

¿Qué es la cultura popular?, ¿Se diferencia de los conceptos de folklor y de patrimonio?, ¿Se opone a la diversidad cultural o la garantiza?, ¿Es signo de identidad nacional?, ¿Qué relación tiene con la llamada «alta cultura»?, ¿Quiénes crean la cultura popular de un país?, ¿Es totalmente espontánea?, ¿Cómo influyen en ella las instituciones culturales, los medios de comunicación, la escuela?, ¿Supone discriminación usar el término folklor?, ¿Desnaturaliza el mercado la creación popular?, ¿Está perdiendo el cubano su capacidad de creación de manifestaciones populares?, ¿Cuál es la función del promotor cultural?, ¿Se puede encauzar la cultura popular sin afectar su autenticidad?, ¿Cómo abordar la crítica de las expresiones enajenantes que pueden contener?[1]

Son un conjunto de preguntas inteligentes con infinidad de aristas que provocan una amplia reflexión al respecto y salen a la luz no sólo cuestiones teóricas, sino muy en especial los problemas que aun existen para la adecuada consideración de esta «zona de la cultura», (para emplear el término de Temas) como patrimonio de la nación.

Conclusiones:

  • Cultura popular tradicional: Es producto del devenir histórico. Su nacimiento en la sociedad se remonta a la comunidad primitiva, donde el hombre creó una serie de conocimientos, creencias, tradiciones, costumbres, estilos de vida que fueron asumidas por todos sus miembros.

  • La cultura popular tradicional es entendida como la cultura creada y trasmitida de generación en generación, en un constante proceso de cambio y socialización.

  • El folklore es producto y patrimonio del pueblo, es el conjunto de bienes culturales que organizados en forma peculiar actúan en un conglomerado social dado.

  • El carácter funcional es, por tanto, de provecho colectivo y en ello reside un mecanismo importante de preservación y continuidad.

  • La cultura popular tradicional como mecanismo de consecutividad, es de suma importancia en la formación, desarrollo y preservación de los valores identitarios de una región, nación o localidad.

  • La cultura popular tradicional es el acervo de expresiones y manifestaciones de la creación popular, mantenido, recreado y transmitido en un proceso secular.

  • Entre las vías de transmisión se encuentran procesos como la palabra y el ejemplo.

  • La cultura popular tradicional es algo singular y a la vez universal.

  • Es un proceso de formación y transformación, un proceso abierto, inacabado.

  • Es en la comunidad donde se forman, desarrollan, preservan, se valorizan y desvalorizan las tradiciones culturales.

 

 

Autor:

Lic. Susell Gómez González

Lic. Ana Elisa Gorgoso Vazquez

[1] Véase «Cultura popular: entre el patrimonio y el folklor», en Temas, no. 45, enero-marzo de 2006:79-94.