[13] En diciembre de 1931, respondiendo al llamamiento del Partido Comunista de China a resistir al Japón, los más de diez mil hombres del XXVI Ejército del Kuomintang, enviados por Chiang Kai-shek a la provincia de Chiangsí para combatir al Ejército Rojo, se sublevaron en Ningtu bajo la dirección de los camaradas Chao Po-sheng, Tung Chen-tang y otros, y se incorporaron al Ejército Rojo. [pág. 169]
[14] Oficial del Ejército del Nordeste del Kuomintang. Sus tropas, acantonadas en la provincia de Jeilungchiang, opusieron resistencia a los invasores japoneses cuando éstos avanzaban desde Liaoning hacia esa provincia después del Incidente del 18 de Septiembre. [pág. 169]
[15] Conocido politicastro del Kuomintang. Se opuso en otro tiempo a la política de Sun Yat-sen de cooperación con el Partido Comunista de China, y fue cómplice de Chiang Kai-shek en el golpe de Estado contrarrevolucionario del 12 de abril de 1927. Más tarde, a causa de su rivalidad con Chiang Kai-shek, fue encarcelado por éste. Puesto en libertad después del Incidente del 18 de Septiembre, se trasladó de Nankín a Cantón. Bajo su instigación, los caudillos militares de Kuangtung y Kuangsí se opusieron durante largo tiempo al gobierno de Chiang Kai-shek en Nankín. [pág. 171]
[16] El "Programa de seis puntos para la resistencia al Japón y por la salvación nacional", o sea, el "Programa fundamental del pueblo chino para la guerra contra el Japón", formulado en 1934 por el Partido Comunista de China, se publicó bajo las firmas de Soong Ching Ling y otros. El Programa contenía los siguientes puntos: 1) movilización general de las fuerzas navales, terrestres y aéreas para la guerra contra el Japón; 2) movilización general de todo el pueblo; 3) armar a todo el pueblo; 4) confiscación de los bienes del imperialismo japonés en China y de los vendepatrias para cubrir los gastos de la guerra contra el Japón; 5) establecimiento de un comité de autodefensa armada de toda la nación china, elegido por los representantes de los obreros, campesinos, soldados, intelectuales y hombres de negocios, y 6) alianza con todas las fuerzas enemigas del imperialismo japonés y establecimiento de relaciones amistosas con todos los países que observen una neutralidad benévola. [pág. 171]
[17] Se refiere a Chen Chi-tang, de Kuangtung, y a Li Tsung-yen y Pai Chung-si, de Kuangsí. [pág. 171]
[18] La pandilla de Chiang Kai-shek calificaba de "bandidos" al pueblo revolucionario y llamaba "exterminio de bandidos" a los ataques militares y las masacres que perpetraba contra el pueblo revolucionario. [pág. 171]
[19] Uno de los primeros militantes y organizadores del Partido Comunista de China. Fue elegido miembro del Comité Central en el V Congreso Nacional del Partido Comunista de China, celebrado en 1927, y reelegido en todos los congresos posteriores. En 1931, la IV Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso del Partido lo eligió miembro del Buró Político. En 1933, fue nombrado secretario del Comité Provincial del Partido en la Región Fronteriza de Junán Chiangsí y comisario político del VI Grupo de Ejércitos del Ejército Rojo. Luego, cuando los VI y II Grupos de Ejércitos unieron sus fuerzas y formaron el Ejército del II Frente del Ejército Rojo, fue nombrado comisario político de éste. A comienzos de la Guerra de Resistencia contra el Japón, fue director del Departamento Político General del VIII Ejército. A partir de 1940, trabajó en el Secretariado del Comité
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Central del Partido Comunista de China. En 1945, fue elegido otra vez miembro del Buró Político y también miembro del Secretariado del Comité Central en la I Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VII Congreso del Partido. Falleció en Pekín el 27 de octubre de 1950. [pág. 172]
[20] En agosto de 1934, por orden del Comité Central del Partido Comunista de China, el VI Grupo de Ejércitos del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de China, que actuaba en la base de apoyo de la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí rompió el cerco enemigo e inició su desplazamiento. En octubre, se reunió en el Este de Kuichou con el II Grupo de Ejércitos, al mando del camarada Je Lung, formándose así el Ejército del II Frente del Ejército Rojo, que creó la base de apoyo revolucionaria de Junán-Jupei-Sechuán-Kuichou. [pág. 172]
[21] En octubre de 1934, los I, III y V Grupos de Ejércitos del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de China (que constituían el Ejército del I Frente del Ejército Rojo, conocido también como Ejército Rojo Central) iniciaron un gran desplazamiento estratégico partiendo de Changting y Ningjua, en el Oeste de Fuchién, y de Yuichín, Yutu y otros lugares, en el Sur de Chiangsí. Pasaron por once provincias: Fuchién, Chiangsí, Kuangtung, Junán, Kuangsí, Kuichou, Sechuán, Yunnán Sikang (corresponde actualmente a la parte oeste de la provincia de Sechuán y la parte este de la región autónoma del Tíbet), Kansú y Shensí, y atravesaron altas montañas cubiertas de nieves eternas y vastas estepas pantanosas rara vez holladas por el hombre, experimentando incontables penalidades. Desbarataron las repetidas operaciones del enemigo para cercarlos, perseguirlos, cerrarles el paso e interceptarlos y, en octubre de 1935, después de una marcha ininterrumpida de 25.000 li (12.500 kilómetros), llegaron victoriosamente a la base de apoyo revolucionaria del Norte de Shensí. [pág. 172]
[22] En marzo de 1935, el Ejército Rojo de la Región Fronteriza de Sechuán-Shensí, o Ejército del IV Frente del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de China, dejó su base de apoyo y comenzó su desplazamiento hacia los límites entre Sechuán y Sikang. En el mes de junio, se reunió en Maokung, Oeste de Sechuán, con el Ejército del I Frente del Ejército Rojo, y ambos se dirigieron hacia el Norte en dos columnas paralelas. En septiembre, llegaron a la zona de Maoerkai, cerca de Sungpan, y entonces Chang Kuo-tao, que trabajaba en el Ejército del IV Frente del Ejército Rojo, violó las órdenes del Comité Central del Partido y, por su propia cuenta, condujo hacia el Sur a la columna de la izquierda, dividiendo así a las fuerzas del Ejército Rojo. En junio de 1936, el Ejército del II Frente del Ejército Rojo, después de abandonar la Región Fronteriza de Junán-Jupei-Sechuán-Kuichou rompiendo el cerco enemigo y de pasar por Junán, Kuichou y Yunnán, llegó a Kantse, provincia de Sikang, y se reunió con el Ejército del IV Frente. Entonces, los camaradas de este último, en contra de la voluntad de Chang Kuo-tao, reanudaron el desplazamiento hacia el Norte junto con el Ejército del II Frente. En octubre, el Ejército del II Frente y una parte del Ejército del IV Frente llegaron al Norte de Shensí y se reunieron victoriosamente con el Ejército del I Frente del Ejército Rojo. [pág. 172]
[23] Renegado de la revolución china. Especulando con la revolución, se afilió en su juventud al Partido Comunista de China, dentro del cual cometió multitud de errores y gravísimos crímenes. Su crimen más notorio lo cometió en 1935, cuando se opuso a la marcha del Ejército Rojo hacia el Norte, preconizó, en una actitud derrotista y liquidacionista, la retirada del Ejército Rojo hacia zonas de minorías nacionales situadas en los límites entre Sechuán y Siksang, y se entregó a abiertas actividades traidoras contra el Partido y su Comité Central, formando un espurio comité central y socavando la unidad del Partido y del Ejército Rojo. De tal manera, causó graves pérdidas al Ejército del IV Frente del Ejército Rojo. Sin embargo,
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gracias a la paciente labor de educación realizada por el camarada Mao Tse-tung y el Comité Central del Partido, el Ejército del IV Frente y sus numerosos cuadros pronto se colocaron nuevamente bajo la justa dirección del Comité Central y desempeñaron un papel glorioso en las luchas posteriores. Pero el propio Chang Kuo-tao resultó incorregible: en la primavera de 1938, huyó completamente solo de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia y se incorporó a los servicios secretos del Kuomintang. [pág. 172]
[24] El Ejército Rojo Central, o Ejército del I Frente del Ejército Rojo, fue creado en la región de Chiangsí-Fuchién y se encontraba bajo la dirección inmediata del Comité Central del Partido Comunista de China. [pág. 172]
[25] Según la mitología china, Pan Ku creó el mundo y fue el primer soberano de la humanidad, y los Tres Soberanos y los Cinco Emperadores fueron gobernantes de la China antigua. [pág. 172]
[26] En julio de 1935, las tropas del Kuomintang lanzaron su tercera campaña de "cerco y aniquilamiento" contra la base de apoyo revolucionaria de Shensí-Kansú. En un comienzo, el 26. Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo del Norte de Shensí desbarató a dos brigadas enemigas en el frente oriental y empujó a las tropas enemigas de este sector a zonas situadas al Este del río Amarillo. En septiembre, el 25. Cuerpo de Ejército del Ejército Rojo, que había venido operando en la base de apoyo de Jupei-Jonán-Anjui, llegó al Norte de Shensí después de atravesar el Sur de Shensí y el Este de Kansú, y se reunió con las fuerzas del Ejército Rojo del Norte de Shensí, formando el XV Grupo de Ejércitos del Ejército Rojo. En la batalla de Laoshan, distrito de Kanch¸an, este Grupo de Ejércitos aniquiló a la mayor parte de la 110.a División enemiga y dio muerte a su jefe; poco después, destruyó en Yulinchiao, distrito de Kanch¸an, a cuatro batallones de la 107.a División enemiga. El enemigo organizó entonces nuevos ataques. Bajo las órdenes de Tung Ying-pin (jefe de un cuerpo de ejército del Ejército del Nordeste), cinco divisiones enemigas se lanzaron al ataque en dos columnas: por el Este, una de ellas avanzaba rumbo al Norte por la carretera Luochuan-Fusien; por el Oeste, las otras cuatro divisiones, pasando por Chingyang y Jeshui, provincia de Kansú, y siguiendo el río Julu, avanzaban en dirección a Fusien, Norte de Shensí. En octubre, el Ejército Rojo Central llegó al Norte de Shensí. En noviembre, éste y el XV Grupo de Ejércitos aniquilaron en Chiluochen, al Suroeste de Fusien, a la 109.a División enemiga y, mientras perseguían al enemigo, destruyeron en Jeishuisi a un regimiento de la 106.a División. Así fue desbaratada completamente la tercera campaña enemiga de "cerco y aniquilamiento" contra la base de apoyo de Shensí-Kansú. [pág. 173]
[27] En 1934 y 1935, al desplazar del Sur a sus fuerzas regulares, el Ejército Rojo dejó allí destacamentos guerrilleros, que sostuvieron una tenaz guerra de guerrillas en catorce zonas de ocho provincias: en el Sur de Chechiang, las partes norte, este, sur y oeste de Fuchién, el Nordeste de Chiangsí, los límites entre Fuchién y Chiangsí, los límites entre Kuangtung y Chiangsí, el Sur de Junán, los límites entre Junán y Chiangsí, los límites entre Junán, Jupei y Chiangsí, los límites entre Jupei, Jonán y Anjui, las montañas Tungpai, Sur de Jonán, y la isla de Jainán, provincia de Kuangtung. [pág. 174]
[28] Luego de que los imperialistas japoneses se apoderaron en 1931 del Nordeste del país, el Partido Comunista de China llamó al pueblo a la resistencia armada, organizó guerrillas antijaponesas y el Ejército Revolucionario Popular del Nordeste, y prestó ayuda a los diferentes tipos de destacamentos de voluntarios antijaponeses. Después de 1934, bajo la dirección del Partido Comunista, todas las fuerzas antijaponesas del
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Nordeste se reorganizaron para formar el Ejército Unido Antijaponés del Nordeste, con el destacado comunista Yang Ching-yu como comandante en jefe. Este Ejército sostuvo durante mucho tiempo una guerra de guerrillas antijaponesa en el Nordeste. En cuanto a la guerra de guerrillas antijaponesa en el Este de Jopei, se trata de un levantamiento campesino antijaponés que estalló allí en mayo de 1935. [pág. 174]
[29] Se trata de la guerra sostenida por el pueblo soviético entre 1918 y 1920 contra la intervención armada de Inglaterra, Estados Unidos, Francia Japón, Polonia y otros países imperialistas, y para aplastar la rebelión de los guardias blancos. [pág. 176]
[30] El tipo de Poder y las medidas políticas, propios de una república popular, que aquí describe el camarada Mao Tse-tung, se hicieron completa realidad durante la Guerra de Resistencia contra el Japón en las regiones liberadas populares, dirigidas por el Partido Comunista. Esto permitió al Partido dirigir al pueblo, detrás de las líneas enemigas, en una guerra victoriosa contra los invasores japoneses. Durante la Tercera Guerra Civil Revolucionaria, que estalló después de la capitulación del Japón, las regiones liberadas populares fueron extendiéndose a todo el país a la par del desarrollo de la guerra; así se formó un Estado unificado: la República Popular China. De este modo, el ideal del camarada Mao Tse-tung sobre una república popular se cristalizó a escala nacional. [pág. 179]
[31] En el VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China, celebrado en julio de 1928, se adoptó el siguiente Programa de Diez Puntos: 1) derrocamiento de la dominación del imperialismo; 2) confiscación de las empresas y bancos del capital extranjero; 3) unificación de China y reconocimiento del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades; 4) derrocamiento del gobierno de los caudillos militares del Kuomintang; 5) establecimiento de un gobierno de consejos de representantes de obreros, campesinos y soldados; 6) implantación de la jornada de ocho horas, aumento de los salarios, ayuda a los desocupados y establecimiento de seguros sociales, etc.; 7) confiscación de todas las tierras de la clase terrateniente y su distribución entre los campesinos; 8) mejores condiciones de vida y tierra y trabajo para los soldados; 9) abolición de todos los impuestos y contribuciones exorbitantes e implantación de un impuesto progresivo único, y lo) unión con el proletariado mundial y con la URSS. [pág. 181]
[32] Los trotskistas fueron en su origen una fracción antileninista en el movimiento obrero ruso, y degeneraron más tarde en una pandilla completamente contrarrevolucionaria. En su informe ante una sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista (b) de la URSS realizada en 1937, el camarada Stalin caracterizó en los siguientes términos la evolución de ese grupo de renegados:
"En el pasado, hace ya siete u ocho años, el trotskismo era una de tales corrientes políticas en el seno de la clase obrera, una corriente antileninista, es verdad, y por lo tanto, profundamente equivocada, pero, a pesar de todo, una corriente política. (. . . ) El trotskismo actual ya no es una corriente política en el seno de la clase obrera, sino una pandilla, sin principios y sin ideas, de saboteadores, diversionistas, agentes, espías y asesinos, una pandilla de enemigos jurados de la clase obrera, que actúa a sueldo de los organismos de inteligencia de Estados extranjeros."
Después de la derrota de la revolución china en 1927, apareció también en China un reducido número de trotskistas, que, en unión con Chen Tu-siu y otros renegados, formaron en 1929 un pequeño grupo contrarrevolucionario. Hicieron propaganda contrarrevolucionaria afirmando, entre otras cosas, que el Kuomintang había llevado a cabo la revolución democrático-burguesa, y fueron un sucio instrumento del imperialismo y del Kuomintang en su lucha contra el pueblo. Los trotskistas chinos
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se incorporaron sin ningún embozo a los servicios secretos del Kuomintang. Después del Incidente del 18 de Septiembre, siguiendo las indicaciones del bandido Trotski en el sentido de "no impedir la ocupación de China por el Imperio japonés", comenzaron a colaborar con los servicios secretos del Japón, recibieron subsidios de los invasores japoneses y se entregaron a toda clase de actividades en su beneficio. [pág. 183]
[33] Frase del Mencio. Mencio hizo esta observación a propósito de que, en la Era de Primavera y Otoño (722-481 a.n.e.), los señores feudales chinos guerreaban continuamente entre sí disputándose el poder. [pág. 184]
[34] Ante la oposición del pueblo chino a su tráfico de opio y con el pretexto de defender su comercio, Inglaterra envió, de 1840 a 1842, tropas a invadir China. Las tropas chinas al mando de Lin Tse-s¸ sostuvieron una guerra de resistencia. Al mismo tiempo, la población de Cantón organizó espontáneamente los "Cuerpos Antibritánicos", que también asestaron duros golpes a los invasores ingleses. [pág. 184]
[35] Guerra revolucionaria campesina, que tuvo lugar a mediados del siglo XIX, en contra de la dominación feudal y la opresión nacional de la dinastía Ching. En enero de 1851, Jung Siu-ch¸an, Yang Siu-ching y otros dirigentes de esta revolución organizaron un levantamiento en la aldea de Chintien, distrito de Kuiping, provincia de Kuangsí, y proclamaron el Reino Celestial Taiping. En 1852, el ejército campesino partió de Kuangsí y, en 1853, luego de atravesar Junán, Jupei, Chiangsí y Anjui, tomó Nankín. Una parte de sus fuerzas continuó hacia el Norte y llegó hasta las inmediaciones de Tientsín. Sin embargo, el Ejército Taiping no estableció sólidas bases de apoyo en los territorios que ocupaba, y su grupo dirigente, después de haber hecho de Nankín su capital, cometió muchos errores políticos y militares. Por ese motivo, el Ejército Taiping no pudo resistir los ataques conjuntos de las tropas contrarrevolucionarias de la dinastía Ching y los agresores ingleses, norteamericanos y franceses, y fue derrotado en 1864. [pág. 184]
[36] Fue un amplio movimiento espontáneo de los campesinos y artesanos del Norte de China en 1900, quienes, organizados en sociedades secretas, sostuvieron una lucha armada contra el imperialismo. Ocho potencias imperialistas organizaron un ejército aliado, que se apoderó de Pekín y Tientsín y reprimió de la manera más salvaje este movimiento. [pág. 184]
[37] Véase "Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán", nota 4, en el presente tomo. [pág. 184]
[38] Véanse V. I. Lenin, "El programa militar de la revolución proletaria", y también Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, cap. VI, 3. [pág. 184]
Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China
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Diciembre de 1936
CAPITULO I
COMO ESTUDIAR LA GUERRA
I. LAS LEYES DE LA GUERRA SE DESARROLLAN
Las leyes de la guerra constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija una guerra.
Las leyes de la guerra revolucionaria constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija una guerra revolucionaria.
Las leyes de la guerra revolucionaria de China constituyen un problema que debe estudiar y resolver quienquiera que dirija la guerra revolucionaria de China.
Estamos haciendo una guerra. Nuestra guerra es una guerra revolucionaria, y ésta se desarrolla en China, país semicolonial y semifeudal. Por lo tanto, debemos estudiar no sólo las leyes generales de la guerra, sino también las leyes específicas de la guerra revolucionaria y las leyes aún más específicas de la guerra revolucionaria de China. Es bien sabido que, al hacer una cosa, cualquiera que sea, a menos que se comprendan sus circunstancias reales, su naturaleza y sus rela-
* Obra escrita por el camarada Mao Tse-tung para sintetizar las experiencias de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria y dada a conocer en una serie de conferencias en la Academia del Ejército Rojo, en el Norte de Shensí. El autor ha expresado que sólo pudo terminar cinco capítulos de la obra y no tuvo tiempo para escribir los referentes a la ofensiva estratégica, al trabajo político y a otros problemas porque estuvo muy ocupado a consecuencia del Incidente de Sían. La obra, resultado de una importante controversia entre dos líneas opuestas sobre los problemas militares, que se desarrolló en el Partido durante la Segunda Guerra Civil Revolucionaria, [cont. en pág. 194. — DJR] expone la posición de una línea en lucha con la otra. La reunión ampliada del Buró Político del Comité Central del Partido celebrada en Tsunyi en enero de 1935, hizo el balance de esta controversia, ratificó los puntos de vista del camarada Mao Tse-tung y rechazó la línea errónea. En octubre de 1935, el Comité Central se trasladó al Norte de Shensí y luego, en diciembre, el camarada Mao Tse-tung presentó su informe "Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés", en el que resolvió en forma sistemática el problema de la línea política del Partido en la Segunda Guerra Civil Revolucionaria. Un año más tarde, en 1936, escribió la presente obra, en la que explica sistemáticamente los problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China.
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ciones con otras cosas, no se conocerán las leyes que la rigen, ni se sabrá cómo hacerla, ni se podrá llevarla a feliz término.
La guerra, que ha existido desde la aparición de la propiedad privada y las clases, es la forma más alta de lucha para resolver las contradicciones entre clases, naciones, Estados o grupos políticos, cuando estas contradicciones han llegado a una determinada etapa de su desarrollo. Si no se comprenden las circunstancias reales de la guerra, su naturaleza y sus relaciones con otros fenómenos, no se conocerán sus leyes, ni se sabrá cómo dirigirla, ni se podrá triunfar.
La guerra revolucionaria, ya sea una guerra revolucionaria de clases o una guerra nacional revolucionaria, además de las circunstancias y naturaleza inherentes a la guerra en general, tiene sus circunstancias y naturaleza específicas. Por lo tanto, aparte de las leyes generales de la guerra, tiene sus leyes específicas. Si no se comprenden estas circunstancias y naturaleza específicas, si no se comprenden estas leyes específicas, es imposible dirigir una guerra revolucionaria y lograr la victoria en ella.
La guerra revolucionaria de China, ya sea una guerra civil o una guerra nacional, se desarrolla en las circunstancias propias de China, y tiene sus circunstancias y naturaleza específicas, que la distinguen tanto de la guerra en general como de la guerra revolucionaria en general. Por lo tanto, además de las leyes de la guerra en general y de las leyes de la guerra revolucionaria en general, tiene sus leyes específicas. Si no se comprende todo esto, es imposible conquistar la victoria en la guerra revolucionaria de China.
Por consiguiente, debemos estudiar las leyes de la guerra en general, estudiar también las de la guerra revolucionaria y estudiar, finalmente, las de la guerra revolucionaria de China.
Ciertas personas sostienen un punto de vista erróneo, que ya refutamos hace tiempo. Afirman que sólo es necesario estudiar las leyes de la guerra en general, o dicho más concretamente, que basta
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sólo con seguir los manuales militares publicados por el gobierno reaccionario chino o por las escuelas militares reaccionarias de China. No ven que esos manuales exponen únicamente las leyes de la guerra en general y, además, son copiados enteramente del extranjero. Si los copiamos y aplicamos al pie de la letra, sin el menor cambio de forma ni de contenido, seremos como quien "se recorta los pies para que le quepan en los zapatos" y sufriremos derrotas. Argumentan: ¿Por qué no han de servirnos los conocimientos adquiridos en el pasado a costa de sangre? No comprenden que, si bien debemos apreciar la experiencia adquirida en el pasado a costa de sangre, debemos también apreciar la experiencia que hemos pagado con nuestra propia sangre.
Otras personas sostienen un punto de vista igualmente erróneo, que también refutamos hace tiempo. Dicen que sólo es necesario estudiar la experiencia de la guerra revolucionaria de Rusia, o dicho más concretamente, que basta sólo con seguir las leyes que rigieron la dirección de la guerra civil de la Unión Soviética y los manuales militares publicados por las instituciones militares soviéticas. No se dan cuenta de que esas leyes y manuales reflejan las características particulares de la guerra civil y del Ejército Rojo de la Unión Soviética. Si los copiamos y aplicamos al pie de la letra, sin hacer ningún cambio, también seremos como quien "se recorta los pies para que le quepan en los zapatos" y sufriremos derrotas. Estas personas razonan así: Si nuestra guerra es una guerra revolucionaria, como la de la Unión Soviética, y si ésta ha triunfado, ¿qué alternativa cabe sino seguir en todo su ejemplo? No saben que, si bien debemos tener en especial estima la experiencia de la guerra de la Unión Soviética, porque es una experiencia de la guerra revolucionaria de la época contemporánea, experiencia adquirida bajo la dirección de Lenin y Stalin, igualmente debemos apreciar la experiencia de la guerra revolucionaria de China, pues la revolución china y el Ejército Rojo de China tienen muchas condiciones particulares.
Hay también personas que sostienen otro punto de vista no menos erróneo, que hace tiempo igualmente refutamos. Dicen que la experiencia de la Expedición al Norte de 1926-1927 es la más valiosa y que debemos aprender de ella, o dicho más concretamente, debemos imitar a la Expedición al Norte en su avance impetuoso y en la conquista de las grandes ciudades. No comprenden que, si bien debemos estudiar la experiencia de la Expedición al Norte, no debemos copiarla ni aplicarla en forma mecánica, dado que nuestra guerra actual se lleva
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acabo en condiciones diferentes. Debemos tomar de la experiencia de la Expedición al Norte sólo lo que aún es aplicable hoy y, a la luz de las condiciones actuales, elaborar algo que sea nuestro.
Así, las leyes de la dirección de la guerra cambian en función de las condiciones de la guerra, o sea, tiempo, lugar y carácter de la misma. En cuanto al factor tiempo, tanto la guerra como las leyes de su dirección se desarrollan. Cada etapa histórica tiene sus características, y, por lo tanto, las leyes de la guerra en cada etapa histórica tienen las suyas y no pueden ser trasladadas mecánicamente de una etapa a otra. Desde el punto de vista del carácter de la guerra, ya que la guerra revolucionaria y la contrarrevolucionaria tienen sus respectivas características, también las tienen sus leyes, las que no pueden trasladarse mecánicamente de una guerra a la otra. Desde el punto de vista del lugar, como cada país o nación, y en especial un país o nación grande, tiene sus propias características, las leyes de la guerra en cada país o nación también tienen sus particularidades y tampoco pueden trasladarse mecánicamente de uno a otro. Al estudiar las leyes de la dirección de las guerras que se producen en diferentes etapas históricas, que son de diferente carácter y que se sostienen en diferentes lugares y por diferentes naciones, debemos concentrar nuestra atención en sus características y en su desarrollo y oponernos a todo enfoque mecánico del problema de la guerra.
Y esto no es todo. Para un comandante, es signo de progreso y desarrollo el pasar de ser capaz de dirigir inicialmente sólo una pequeña agrupación a ser capaz de dirigir una grande. Es también diferente operar en una sola localidad que hacerlo en muchas localidades. Para un comandante, es igualmente signo de progreso y desarrollo el pasar de ser capaz de operar inicialmente en una sola localidad que conoce bien, a ser capaz de operar en muchas localidades. En virtud del desarrollo técnico, táctico y estratégico tanto del enemigo como nuestro, las condiciones en distintas etapas de una misma guerra también son diferentes. Significará un progreso y desarrollo aún mayores el que un comandante capaz de ejercer el mando en la etapa inferior de una guerra, muestre capacidad para ejercerlo también en su etapa superior. Si un jefe no pasa de ser capaz de dirigir sólo una determinada agrupación, en una determinada localidad y en una determinada etapa de desarrollo de una guerra, eso muestra que no ha hecho ningún progreso ni alcanzado ningún desarrollo. Hay personas que, satisfechas con una sola habilidad y una visión estrecha, jamás hacen progreso alguno. Tales
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personas, aunque pueden desempeñar algún papel en la revolución en un lugar y momento dados, no pueden desempeñar un gran papel. Necesitamos jefes militares que puedan desempeñar un papel importante. Todas las leyes de la dirección de la guerra se desarrollan a medida que se desarrollan la historia y la guerra misma. Nada es inmutable.
2. EL OBJETIVO DE LA GUERRA ES ELIMINAR LA GUERRA
La guerra, ese monstruo de matanza entre los hombres, será finalmente eliminada por el progreso de la sociedad humana, y lo será en un futuro no lejano. Pero sólo hay un medio para eliminarla: oponer la guerra a la guerra, oponer la guerra revolucionaria a la guerra contrarrevolucionaria, oponer la guerra revolucionaria nacional a la guerra contrarrevolucionaria nacional y oponer la guerra revolucionaria de clase a la guerra contrarrevolucionaria de clase. La historia conoce sólo dos tipos de guerras: las justas y las injustas. apoyamos las guerras justas y nos oponemos a las injustas. Todas las guerras contrarrevolucionarias son injustas; todas las guerras revolucionarias son justas. Con nuestras propias manos pondremos fin a la época de las guerras en la historia de la humanidad, y la guerra que ahora hacemos es indudablemente parte de la guerra final. Pero la guerra que enfrentamos es al mismo tiempo, sin duda alguna, parte de la más grande y más cruel de todas las guerras. Se cierne sobre nosotros la más grande y más cruel de todas las guerras injustas contrarrevolucionarias. Si no levantamos la bandera de la guerra justa, la gran mayoría de la humanidad será devastada. La bandera de la guerra justa de la humanidad es la bandera de la salvación de la humanidad. La bandera de la guerra justa de China es la bandera de la salvación de China. Una guerra sostenida por la gran mayoría de la humanidad y del pueblo chino es indiscutiblemente una guerra justa, es la empresa más sublime y gloriosa para salvar a la humanidad y a China, y un puente que conduce a una nueva era en la historia mundial. Cuando la sociedad humana progrese hasta llegar a la extinción de las clases y del Estado, ya no habrá guerras, ni contrarrevolucionarias ni revolucionarias, ni injustas ni justas. Esa será la era de la paz perpetua para la humanidad. Al estudiar las leyes de la guerra revolucionaria, partimos de la aspiración de eliminar todas las guerras. Esta es la línea divisoria entre nosotros, los comunistas, y todas las clases explotadoras.
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3. LA ESTRATEGIA ESTUDIA LAS LEYES QUE
RIGEN LA SITUACION DE GUERRA EN SU CONJUNTO
Dondequiera que haya guerra, existe una situación de guerra en su conjunto. Una situación de guerra en su conjunto puede abarcar el mundo entero, un país, una zona guerrillera independiente o un importante frente de operaciones independiente. Toda situación de guerra de carácter tal que requiera una consideración global de sus aspectos y etapas, es una situación de guerra en su conjunto.
Estudiar las leyes de la dirección de la guerra que rigen una situación de guerra en su conjunto, es tarea de la estrategia. Estudiar las leyes de la dirección de la guerra que rigen una situación parcial de guerra, es tarea de la ciencia de las campañas y de la táctica[1].
¿Por qué es necesario que el comandante de una campaña militar o de una operación táctica comprenda en cierto grado las leyes de la estrategia? Porque la comprensión del conjunto le facilita el manejo de la parte, y porque la parte está subordinada al conjunto. La idea de que la victoria estratégica está determinada por los éxitos tácticos es errónea, porque pasa por alto el hecho de que la victoria o la derrota de una guerra depende, principalmente y antes que nada, de si se toman adecuadamente en cuenta la situación en su conjunto y cada una de las etapas de la guerra. Si se cometen faltas o errores graves a este respecto, la guerra se perderá inevitablemente. En ajedrez, "un movimiento imprudente hace perder la partida": esto se refiere a un movimiento que afecta al todo, es decir, a un movimiento que tiene importancia decisiva para el todo, y no a un movimiento de carácter parcial, no decisivo para el todo. Así es en ajedrez, así es también en la guerra.
Pero el todo no puede existir aislada e independientemente de sus partes, ya que está compuesto de todas ellas. A veces la destrucción o derrota de ciertas partes no acarrea serias consecuencias al todo, porque esas partes no tienen importancia decisiva para él. Algunas derrotas o fracasos en las operaciones tácticas o en las campañas a menudo no conducen al deterioro de la situación de guerra en su conjunto, porque estas derrotas no son de importancia decisiva. Pero la pérdida de la mayoría de las campañas que constituyen la situación de guerra en su conjunto, o de una o dos campañas decisivas, cambia inmediatamente toda la situación. Aquí "la mayoría de las campañas" o "una o dos campañas" son decisivas. En la historia de las guerras, ha habido casos en que después de una serie de victorias,
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una sola derrota redujo a la nada todos los éxitos logrados; ha habido también casos en que después de numerosas derrotas, una sola victoria produjo una nueva situación. Aquí la "serie de victorias" y las "numerosas derrotas" eran de carácter parcial y no decisivas para la situación en su conjunto, en tanto que la "sola derrota" y la "sola victoria" fueron factores decisivos. Todo esto explica la importancia que tiene el tomar en cuenta la situación en su conjunto. Para quien tiene el mando general, lo más importante es concentrar su atención en la situación de guerra en su conjunto. Lo principal es considerar, a la luz de las circunstancias, los problemas de la formación de unidades y de agrupaciones de tropas, así como de las relaciones entre dos campañas, entre las distintas etapas de operaciones y entre el conjunto de nuestras actividades y el de las actividades enemigas. Todos estos problemas requieren sus mayores esfuerzos; si los abandona y se pierde en problemas secundarios, difícilmente podrá evitar reveses.
La relación entre el todo y la parte se refiere no sólo a la relación entre la estrategia y la campaña militar, sino también a la relación que hay entre la campaña militar y la táctica. La relación entre las operaciones de una división y las de sus regimientos y batallones, y la relación entre las operaciones de una compañía y las de sus pelotones y escuadras son ejemplos concretos. El jefe militar, a cualquier nivel, debe concentrar su atención en los problemas o acciones más importantes y decisivos para toda la situación que está bajo su dirección, y no en otros problemas o acciones.
Para determinar qué es importante y decisivo, no hay que partir de condiciones generales o abstractas, sino de condiciones concretas. En una operación militar, la dirección y el punto de asalto deben elegirse con arreglo a la situación real del enemigo, al terreno y a la fuerza de nuestras tropas en el momento dado. Donde el avituallamiento es abundante, hay que cuidar de que los soldados no coman demasiado; pero donde es insuficiente, hay que cuidar de que no pasen hambre. En las zonas blancas, la filtración de una sola información puede ocasionar la derrota en un combate posterior, mientras que en las zonas rojas, tal filtración de ordinario no es lo más grave. Es necesario que los mandos superiores participen personalmente en ciertas campañas, pero en otras no. Para una academia militar, lo más importante es elegir el director y los instructores y establecer la orientación de la enseñanza. Para un mitin de masas, lo principal es movilizar a éstas para que asistan, y plantear consignas apropiadas. Aún se podrían citar más ejemplos. En una palabra, el principio consiste en
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concentrar nuestra atención en los factores importantes de los que depende la situación en su conjunto.
El estudio de las leyes de la dirección de una guerra en su conjunto, sólo es posible mediante una profunda reflexión. Porque lo que corresponde a una situación en su conjunto no es visible, y sólo se puede comprender mediante una reflexión profunda; no hay otro medio. Pero como el todo está compuesto por sus partes, quien tenga experiencia en las partes, experiencia en las campañas y la táctica, podrá comprender cosas de un orden superior, siempre que esté dispuesto a pensar seriamente. Entre los problemas estratégicos figuran los siguientes:
Tomar en consideración la relación entre el enemigo y nosotros.
Tomar en consideración la relación entre las diversas campañas y entre las diversas etapas de operaciones.
Tomar en consideración ciertas partes que son importantes (decisivas) para la situación en su conjunto.
Tomar en consideración las características específicas de la situación general.
Tomar en consideración la relación entre el frente y la retaguardia.
Tomar en consideración la distinción así como la conexión entre las pérdidas y su reposición, entre el combate y el descanso, entre la concentración y la dispersión de las fuerzas, entre el ataque y la defensa, entre el avance y la retirada, entre cubrirse y exponerse, entre el ataque principal y los ataques secundarios, entre el asalto y la contención, entre la centralización y la descentralización del mando, entre la guerra prolongada y la guerra de decisión rápida, entre la guerra de posiciones y la guerra de movimientos, entre las fuerzas propias y las vecinas, entre una y otra arma del ejército, entre los mandos superiores y los inferiores, entre los cuadros y los soldados rasos, entre los veteranos y los bisoños, entre los cuadros superiores y los inferiores, entre los cuadros veteranos y los nuevos, entre las zonas rojas y las blancas, entre las zonas rojas antiguas y las nuevas, entre la región central y las periféricas de una base de apoyo dada, entre el tiempo frío y el caluroso, entre la victoria y la derrota, entre las agrupaciones grandes y las pequeñas, entre el ejército regular y las fuerzas guerrilleras, entre el aniquilamiento del enemigo y el ganarse a las masas, entre el engrosamiento de las filas del
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Ejército Rojo y su consolidación, entre el trabajo militar y el político, entre las tareas del pasado y las presentes, entre las tareas actuales y las futuras, entre una y otra tarea en diferentes condiciones, entre frentes estables y frentes fluidos, entre la guerra civil y la guerra nacional, entre una etapa histórica y otra, etc., etc.
Todos éstos son problemas que no podemos ver con los ojos, pero si reflexionamos cuidadosamente, podemos comprenderlos, captarlos y dominarlos todos, es decir, resolver todos los problemas importantes de la guerra o de las operaciones militares elevándolos a un nivel superior de principio. Nuestra tarea en el estudio de los problemas estratégicos es conseguir este objetivo.
4. LO IMPORTANTE ES SABER APRENDER
¿Con qué fin hemos organizado el Ejército Rojo? Con el fin de utilizarlo para derrotar al enemigo. ¿Para qué estudiamos las leyes de la guerra? Para aplicarlas en la guerra.
Aprender no es fácil, y aplicar lo que se ha aprendido es aún más difícil. Al tratar de la ciencia militar en las aulas o en los libros, muchas personas parecen ser igualmente competentes, pero, en la guerra real, algunas ganan batallas y otras las pierden. Esto lo demuestran tanto la historia de las guerras como nuestra propia experiencia de la guerra.
¿Dónde reside, entonces, el quid de la cuestión?
En la vida real, no podemos exigir generales invictos. La historia conoce muy pocos generales así. Necesitamos generales valerosos y sagaces que por lo común ganen sus batallas en el curso de una guerra, generales dotados de sagacidad y coraje. Para llegar a ser así, es necesario asimilar un método, método que es indispensable tanto en el estudio como en la aplicación de lo aprendido.
¿Cuál es ese método? Consiste en conocer a fondo todos los aspectos de la situación del enemigo y de la nuestra, descubrir las leyes que rigen las acciones de ambos lados y aplicarlas en nuestras propias acciones.
Los manuales militares publicados en numerosos países contienen indicaciones sobre la necesidad de "aplicar con flexibilidad los principios de acuerdo con las circunstancias", y otras sobre las medidas a tomar en caso de derrota. Las primeras previenen al mando contra
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errores de carácter subjetivo que puedan nacer de una aplicación demasiado rígida de los principios. Las segundas señalan al mando cómo hacer frente a la situación después de haber cometido errores subjetivos o cuando se hayan producido cambios inesperados e ineluctables en las condiciones objetivas.
¿Por qué se cometen errores subjetivos? Porque la manera de disponer y dirigir las fuerzas en una guerra o en un combate no corresponde a las condiciones de un momento y de un lugar dados, porque la dirección subjetiva no corresponde a las condiciones reales objetivas, no concuerda con ellas, o dicho en otros términos, porque no se ha resuelto la contradicción entre lo subjetivo y lo objetivo. Es difícil evitar semejante situación en toda tarea que se realice; sin embargo, algunos demuestran ser más competentes que otros para realizarla. En todo trabajo exigimos un grado relativamente alto de competencia; en el dominio militar, exigimos relativamente más victorias o, en otras palabras, menos derrotas. Aquí la clave es conseguir que lo subjetivo concuerde con lo objetivo.
Tomemos un ejemplo en el terreno de la táctica. Supongamos que el punto elegido para el ataque se encuentre en uno de los flancos de la posición enemiga, que ese flanco resulte ser precisamente su punto débil y que, por consiguiente, el asalto termine con una victoria. Esto es lo que se llama correspondencia de lo subjetivo con lo objetivo, o sea, correspondencia del reconocimiento, el juicio y la decisión del comandante con la situación real del enemigo y la disposición de sus fuerzas para el combate. Si el punto elegido para el ataque se encuentra en el otro flanco o en el centro y, por consiguiente, las fuerzas atacantes se dan contra el muro y no pueden avanzar, esto quiere decir que falta esa correspondencia. Si el momento del ataque es elegido acertadamente, si las reservas son utilizadas a tiempo, si todas las medidas tomadas en el curso del combate y todas las operaciones resultan favorables para nosotros y desfavorables para el enemigo, entonces la dirección subjetiva a lo largo de todo el combate corresponde por completo a la situación objetiva. Esta completa correspondencia es extremadamente rara en una guerra o en un combate, porque las dos partes beligerantes son grupos de seres vivos armados, y cada una se guarda para sí sus secretos. Es muy distinto a manejar objetos inanimados o asuntos de la vida cotidiana. Pero si la dirección ejercida por el comandante corresponde en líneas generales a la situación real, es decir, si los elementos decisivos de dicha dirección corresponden a la situación real, se tendrá la base para la victoria.
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Toda disposición correcta de un mando proviene de su decisión justa; la decisión justa proviene de su juicio correcto sobre la situación, y el juicio correcto proviene de un reconocimiento minucioso e indispensable y de un examen sistemático de todas las informaciones recogidas a través del reconocimiento. El mando emplea todos los medios de reconocimiento posibles y necesarios, y examina las informaciones recogidas acerca de la situación del enemigo, desechando la cáscara para quedarse con el grano, descartando lo falso para conservar lo verdadero, pasando de un aspecto a otro y de lo externo a lo interno; luego, considerando las condiciones de su propio campo, hace un estudio comparativo de la situación de ambas partes y de sus mutuas relaciones; de este modo, forma su juicio, toma su decisión y elabora su plan. Este es el proceso completo del conocimiento de una situación, proceso que debe recorrer un jefe militar antes de formular su plan estratégico, de campaña o de combate. Pero, en lugar de proceder así; un jefe militar negligente basa sus planes militares en sus propios deseos y, por lo tanto, semejantes planes resultan ilusorios y no corresponden a la realidad. Un jefe militar impulsivo que confíe sólo en su entusiasmo caerá inevitablemente en las trampas tendidas por el enemigo, se dejará tentar por los datos superficiales o parciales acerca de la situación de éste, o bien se dejará influir por sugerencias irresponsables de sus subordinados que no están basadas en un conocimiento real ni en una visión profunda, y, por consiguiente, se estrellará inevitablemente contra el muro, porque no sabe o no quiere saber que todo plan militar debe basarse en un indispensable reconocimiento y en un esmerado estudio de la situación del enemigo, la situación propia y las interrelaciones de ambas.
El proceso del conocimiento de una situación no sólo tiene lugar antes, sino también después de la formulación del plan militar. Entre el momento en que el plan comienza a aplicarse y el fin del combate, media otro proceso de conocimiento de la situación, el de la aplicación del plan. En este lapso es necesario comprobar de nuevo si el plan trazado en el proceso anterior corresponde a la situación real. Si el plan no corresponde a la realidad o no corresponde plenamente, es necesario, a la luz del nuevo conocimiento, establecer un nuevo juicio, tomar una nueva decisión y modificar el plan inicial de modo que corresponda a la nueva situación. Ocurre que en casi todas las operaciones el plan es rectificado parcialmente, y a veces, incluso por completo. Una persona impulsiva que no comprenda la necesidad de
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rectificar su plan o no quiera hacerlo, sino que actúe a ciegas, se romperá inevitablemente la cabeza contra el muro.
Lo dicho anteriormente se aplica a una operación estratégica, a una campaña o a un combate. Un jefe militar experimentado, si estudia con modestia, llegará a conocer perfectamente las características de sus propias fuerzas (los mandos, los combatientes, las armas, el avituallamiento, etc., y la suma de todos estos factores), las de las fuerzas enemigas (también los mandos, los combatientes, las armas, el avituallamiento, etc., y la suma de todos estos factores) y todas las demás condiciones relativas a la guerra, tales como las condiciones políticas, económicas, geográficas y climáticas; un jefe militar como éste tendrá más seguridad al dirigir una guerra o un combate y mayores posibilidades de conquistar victorias. Todo esto lo logrará porque, en el transcurso de un largo período, habrá llegado a conocer la situación del enemigo y la propia, habrá descubierto las leyes de la acción y resuelto la contradicción entre lo subjetivo y lo objetivo. Este proceso del conocimiento es de suma importancia; sin una experiencia así, acumulada durante largo tiempo, es difícil comprender y dominar las leyes que rigen una guerra en su conjunto. Ni un principiante en el arte de la guerra, ni una persona que sólo conoce este arte en el papel, pueden ser comandantes de alto rango realmente competentes; para llegar a serlo es necesario aprender este arte en el curso mismo de la guerra.
Todas las leyes o teorías militares que tienen carácter de principio, son la síntesis de la experiencia de las guerras pasadas, realizada por nuestros antecesores o nuestros contemporáneos. Debemos estudiar con seriedad estas lecciones que nos han legado las guerras pasadas y que han sido pagadas con sangre. Esta es una tarea. Pero hay otra: comprobar con nuestra propia experiencia las conclusiones extraídas, asimilar lo útil, rechazar lo inútil y agregar lo que es específicamente nuestro. Esta última tarea es muy importante, pues de no cumplirla, no podremos dirigir la guerra.
Leer es aprender; practicar también es aprender, y es una forma más importante de aprender. Nuestro método principal es aprender a combatir en el curso mismo de la guerra. Una persona que no ha tenido oportunidad de ir a la escuela también puede aprender a combatir, aprender en el curso mismo de la guerra. La guerra revolucionaria es una empresa del pueblo; en ella, ocurre con frecuencia que la gente, en vez de actuar después de haber aprendido, comienza por actuar y después aprende. Actuar es aprender. Entre un civil corriente
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y un militar hay cierta distancia, pero no una Gran Muralla, y esta distancia puede ser superada con rapidez. Participar en la revolución y en la guerra es el medio de superarla: Al decir que aprender y practicar no es fácil, nos referimos a que aprender a fondo y practicar con habilidad no es fácil. Al decir que los civiles pueden convertirse con rapidez en militares, nos referimos a que no es difícil cruzar el umbral. Para resumir estas dos afirmaciones, conviene recordar la vieja sentencia china: "Nada en el mundo es difícil para el que se propone hacerlo." Cruzar el umbral no es difícil, y perfeccionarse también es posible con tal que uno se proponga hacerlo y sepa aprender.
Las leyes de la guerra, como las de todos los demás fenómenos, son el reflejo en nuestra mente de la realidad objetiva. Todo lo que existe fuera de nuestra mente es realidad objetiva. Por consiguiente, lo que debemos estudiar y conocer comprende tanto la situación del campo enemigo como la del nuestro, y los dos campos deben ser considerados como el objeto de nuestro estudio; sólo nuestro cerebro (nuestra facultad de pensar) es el sujeto que realiza el estudio. Hay gentes que son capaces de conocerse bien a sí mismas, pero no a su adversario; hay otras con las que sucede lo contrario. Ni aquéllas ni éstas pueden resolver el problema de aprender y aplicar las leyes de la guerra. Sun Tsi[2], gran teórico militar de la antigua China, escribió en su libro: "Conoce a tu adversario y conócete a ti mismo y podrás librar cien batallas sin correr ningún riesgo de derrota." Esta sentencia se refiere a dos etapas: la etapa de aprendizaje y la etapa de aplicación; se refiere tanto al conocimiento de las leyes del desarrollo de la realidad objetiva como a la determinación, con arreglo a estas leyes, de nuestra acción para vencer al enemigo que enfrentamos. No debemos menospreciar esta sentencia.
La guerra es la forma más alta de lucha entre naciones, Estados, clases o grupos políticos, y todas sus leyes son utilizadas por las naciones, Estados, clases o grupos políticos en guerra con el propósito de conquistar la victoria. No cabe duda que el desenlace de una guerra está determinado principalmente por las condiciones militares, políticas, económicas y naturales en que se encuentra cada una de las dos partes beligerantes. Pero no sólo por ellas; está determinado también por la capacidad subjetiva de las partes beligerantes para dirigir la guerra. Un jefe militar no puede pretender ganar la guerra traspasando los límites impuestos por las condiciones materiales, pero sí puede y debe esforzarse por vencer dentro de tales límites. El escenario de la acción de un jefe militar está construido sobre las condiciones
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materiales objetivas, pero en este escenario puede dirigir la representación de muchos dramas vivos, marciales, grandiosos y llenos de sonido y color. Por lo tanto, sobre la base material objetiva dada, es decir, en las condiciones militares, políticas, económicas y naturales dadas, los mandos de nuestro Ejército Rojo deben desplegar nuestro poderío y conducir a todo el Ejército para aplastar a los enemigos de la nación y de clase, y para transformar este mundo envilecido. Es en este sentido que se puede y se debe ejercer nuestra capacidad subjetiva para dirigir la guerra. No permitiremos a ninguno de los mandos del Ejército Rojo convertirse en un hombre impulsivo que actúe de manera arrebatada; debemos alentar a cada uno de ellos para que se convierta en un héroe valeroso y sagaz, que posea no sólo el valor para superar todos los obstáculos, sino también la capacidad para dominar el curso completo de la guerra en todas sus vicisitudes y en todo su desarrollo. Nadando en el océano de la guerra, un comandante no sólo debe evitar hundirse, sino que debe asegurarse la llegada a la orilla opuesta con brazadas medidas. Las leyes de la dirección de la guerra constituyen el arte de nadar en el océano de la guerra.
Este es nuestro método.
CAPITULO II
El partido comunista de China y la guerra revolucionaria de China
La guerra revolucionarla de China, que comenzó en 1924, ha pasado ya por dos etapas: la etapa de 1924-1927 y la de 1927-1936; la siguiente etapa será la de la guerra revolucionaria nacional contra el Japón. En las dos primeras, la guerra revolucionaria ha sido realizada bajo la dirección del proletariado chino y su partido, el Partido Comunista de China, y en la siguiente etapa también será así. Los enemigos principales de la guerra revolucionaria de China son el imperialismo y las fuerzas feudales. Aunque en ciertos momentos históricos la burguesía china puede participar en la guerra revolucionaria, no quiere ni puede, debido a su egoísmo y a su falta de independencia política y económica, conducir la guerra revolucionaria de China por el camino de la victoria total. Las masas de campesinos y de la pequeña burguesía urbana de China desean participar activamente en la guerra revolucionaria y
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llevarla a la victoria total. Ellas constituyen las fuerzas principales de la guerra revolucionaria; pero, siendo pequeños productores, su visión política es limitada (y una parte de las masas de desempleados posee ideas anarquistas), por eso no pueden dirigir correctamente la guerra. Por consiguiente, en la época en que el proletariado ha aparecido en el escenario político, la responsabilidad de dirigir la guerra revolucionaria en el país le incumbe necesariamente al Partido Comunista de China. En esta época, cualquier guerra revolucionaria que no sea dirigida por el proletariado y el Partido Comunista o se aparte de su dirección, terminará inevitablemente en la derrota. Esto se debe a que de todas las capas sociales y grupos políticos de la China semicolonial, el proletariado y el Partido Comunista son los más libres de estrechez mental y egoísmo, son los que poseen la más amplia visión política y el más alto espíritu de organización, y los más capaces de asimilar con modestia la experiencia de la clase de vanguardia del mundo entero, el proletariado, y su partido político y aplicar esa experiencia en su propia causa. De ahí que sólo el proletariado y el Partido Comunista sean capaces de dirigir a los campesinos, a la pequeña burguesía urbana y a la burguesía, superar la estrechez mental del campesinado y la pequeña burguesía, la inclinación a la destrucción propia de los desocupados y también la vacilación e inconsecuencia de la burguesía (siempre que la política del Partido Comunista no sea errónea), y conducir la revolución y la guerra por el camino de la victoria.
La guerra revolucionaria de 1924-1927 se desarrolló, fundamentalmente, en condiciones en que el proletariado internacional y el proletariado chino y sus partidos ejercían influencia política sobre la burguesía nacional china y sus partidos y mantenían una cooperación política con ellos. Sin embargo, en el momento crítico de la revolución y de la guerra, debido en primer lugar a la traición de la gran burguesía y también a que los oportunistas dentro de las filas revolucionarias renunciaron voluntariamente a la dirección de la revolución, esta guerra revolucionaria fracasó.
La Guerra Revolucionaria Agraria, que se prolonga desde 1927 hasta ahora, se desarrolla bajo nuevas condiciones. En esta Guerra, el enemigo no es sólo el imperialismo, sino también la alianza de la gran burguesía y los grandes terratenientes. La burguesía nacional se ha convertido en un apéndice de la gran burguesía. Esta Guerra Revolucionaria la dirige sólo el Partido Comunista, que ya tiene establecida su hegemonía absoluta en ella. Esta hegemonía absoluta
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del Partido Comunista es la condición más importante para conducir firmemente y hasta el fin la guerra revolucionaria. Sin esta hegemonía absoluta del Partido Comunista, sería inconcebible que la guerra revolucionaria pudiera hacerse con tal perseverancia.
El Partido Comunista de China ha dirigido valiente y resueltamente la guerra revolucionaria de China. Durante quince largos años[3] ha demostrado a todo el pueblo chino que es su amigo y que lucha siempre en la primera línea de la guerra revolucionaria, en defensa de los intereses del pueblo y por su libertad y su emancipación.
Con sus arduas luchas y la sangre y el sacrificio de cientos de miles de sus heroicos militantes y decenas de miles de sus heroicos cuadros, el Partido Comunista de China ha desempeñado un gran papel educativo entre los cientos de millones de habitantes de toda la nación. Los grandes éxitos históricos conseguidos por el Partido en la lucha revolucionaria han creado la condición indispensable para la salvación y la supervivencia de China en este momento crítico en que nuestro país es invadido por un enemigo de la nación. Esta condición es la existencia de una dirección política que goza de la confianza de la inmensa mayoría del pueblo y que éste ha elegido en el curso de largos años de prueba. Ahora el pueblo da crédito al Partido Comunista más que a ningún otro partido político. Sin las arduas luchas sostenidas por el Partido Comunista de China en los últimos quince años, sería imposible salvar a la nación de la nueva amenaza de subyugación.
Además de los errores de oportunismo de derecha de Chen Tu-siu[4] y de oportunismo de "izquierda" de Li Li-san[5], el Partido Comunista de China ha cometido otros dos errores en el curso de la guerra revolucionaria. El primero fue el oportunismo de "izquierda" de 1931 a 1934[6], que ocasionó pérdidas extremadamente serias a la Guerra Revolucionaria Agraria, y cuyo resultado fue que no logramos derrotar al enemigo en nuestra lucha contra su quinta campaña de "cerco y aniquilamiento", y, por el contrario, perdimos nuestras bases de apoyo y el Ejército Rojo se debilitó. Este error fue corregido en la reunión ampliada del Buró Político del Comité Central celebrada en Tsunyi en enero de 1935. El segundo error fue el oportunismo de derecha de Chang Kuo-tao[7] de 1935 a 1936, que se desarrolló hasta socavar la disciplina del Partido y del Ejército Rojo y causó graves pérdidas a una parte de las fuerzas principales del Ejército Rojo. Sin embargo, gracias a la correcta dirección del Comité Central, a la conciencia política de los miembros del Partido en el Ejército Rojo y de sus mandos y combatientes, este error también fue finalmente rectificado. Por
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supuesto, todos estos errores han sido perjudiciales para nuestro Partido, nuestra revolución y la guerra, pero al fin los hemos superado. Y, superándolos, nuestro Partido y nuestro Ejército Rojo se han templado y fortalecido aún más.
El Partido Comunista de China ha dirigido y continúa dirigiendo la impetuosa, gloriosa y triunfante guerra revolucionaria. Esta guerra no sólo es la bandera de la liberación de China, sino que también tiene significación revolucionaria internacional. Los pueblos revolucionarios del mundo entero dirigen su mirada hacia nosotros. En la nueva etapa, etapa de la guerra revolucionaria nacional contra el Japón, conduciremos la revolución china a su culminación y ejerceremos una profunda influencia sobre la revolución en Oriente y en el mundo entero. Nuestra guerra revolucionaria ha demostrado que no sólo necesitamos una justa línea política marxista, sino también una correcta línea militar marxista. Quince años de revolución y de guerra han forjado ya esta línea política y esta línea militar. Estamos convencidos de que de ahora en adelante, en la nueva etapa de la guerra, estas líneas se desarrollarán, completarán y enriquecerán aún más bajo las nuevas circunstancias, y nos conducirán a nuestro objetivo: la victoria sobre el enemigo de nuestra nación. La historia nos enseña que una línea política y una línea militar justas no surgen ni se desarrollan espontánea y apaciblemente, sino en la lucha. Estas líneas tienen que luchar contra el oportunismo de "izquierda" por una parte, y contra el oportunismo de derecha por la otra. Sin combatir estas nocivas desviaciones que minan la revolución y la guerra revolucionaria, y sin superarlas completamente, es imposible establecer una línea correcta y lograr la victoria en la guerra revolucionaria. Es por esta razón que en este folleto me refiero con frecuencia a los puntos de vista erróneos.
CAPITULO III
CARACTERISTICAS DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA DE CHINA
1. IMPORTANCIA DEL PROBLEMA
Los que no admiten, no saben o no quieren saber que la guerra revolucionaria de China tiene sus propias características, equiparan
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la guerra del Ejército Rojo contra las fuerzas del Kuomintang a la guerra en general o a la guerra civil de la Unión Soviética. La experiencia de esta guerra civil dirigida por Lenin y Stalin tiene significación mundial. Esta experiencia y su síntesis teórica, hecha por Lenin y Stalin, son tomadas como guía por todos los Partidos Comunistas, incluido el Partido Comunista de China. Pero esto no quiere decir que debamos aplicar mecánicamente esta experiencia a nuestras propias condiciones. En muchos aspectos, la guerra revolucionaria de China posee características propias que la distinguen de la guerra civil de la Unión Soviética. Naturalmente, es erróneo no tener en cuenta estas características o negar su existencia. Esto ha sido plenamente confirmado en los diez años de nuestra guerra.
Nuestro enemigo también ha incurrido en errores similares. No reconoció que en su guerra contra el Ejército Rojo tenía que aplicar una estrategia y una táctica distintas a las empleadas en la lucha contra otras fuerzas. Confiado en su superioridad en diversos aspectos, nos subestimó y persistió en sus antiguos métodos de guerra. Esto sucedió tanto antes como durante su cuarta campaña de "cerco y aniquilamiento" en 1933. A consecuencia de ello, el enemigo sufrió una serie de derrotas. Luego, el general reaccionario Liu Wei-yuan y posteriormente Tai Yue formularon, en el ejército del Kuomintang, un nuevo criterio sobre este problema, que fue finalmente aprobado por Chiang Kai-shek. Así fue como nacieron el Cuerpo de Instrucción de Oficiales de Lushan[8], a las órdenes de Chiang Kai-shek, y los nuevos principios militares reaccionarios[9] aplicados en la quinta campaña de "cerco y aniquilamiento".
Pero cuando el enemigo modificaba sus principios militares para adaptarlos a las condiciones de las operaciones contra el Ejército Rojo, aparecieron en nuestras filas quienes querían retornar al "sistema antiguo". Insistían en la vuelta a métodos adecuados a condiciones generales, se negaban a conocer las condiciones particulares, fuesen las que fuesen, rechazaban la experiencia adquirida en el curso de los cruentos combates del Ejército Rojo, subestimaban la fuerza del imperialismo y del Kuomintang, así como la del ejército kuomintanista, y hacían caso omiso de los nuevos principios reaccionarios adoptados por el enemigo. Como resultado de esto, se perdieron todas las bases de apoyo revolucionarias, salvo la Región Fronteriza de Shensí-Kansú, los efectivos del Ejército Rojo se redujeron de trescientos mil a unas pocas decenas de miles, los afiliados al Partido Comunista de China también disminuyeron de trescientos mil a unas pocas decenas de miles
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y casi todas las organizaciones del Partido en las regiones del Kuomintang fueron destruidas. En suma, sufrimos un severo escarmiento de significación histórica. Esas personas se consideraban marxista-leninistas, pero, en realidad, no habían aprendido nada de marxismo-leninismo. Lenin dice que la esencia misma, el alma viva del marxismo, es el análisis concreto de la situación concreta[10]. Esto es precisamente lo que habían olvidado estos camaradas nuestros.
De lo anterior se deduce que si no se comprenden las características de la guerra revolucionaria de China, es imposible dirigir esta guerra y conducirla a la victoria.
2. ¿CUALES SON LAS CARACTERISTICAS
DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA DE CHINA?
¿Cuáles son, pues, las características de la guerra revolucionaria de China?
Creo que hay cuatro principales.
La primera es que China es un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por la revolución de 1924-1927.
Esta característica indica que la guerra revolucionaria de China puede desarrollarse y obtener la victoria. Esto ya lo señalamos (en el I Congreso de la Organización del Partido en la Región Fronteriza de Junán-Chiangsí[11]) cuando en el invierno de 1927 y la primavera de 1928, poco tiempo después de iniciada la guerra de guerrillas en China, ciertos camaradas de las montañas Chingkang, en los límites entre Junán y Chiangsí, se preguntaban: "¿Cuánto tiempo podremos mantener flameando la bandera roja?" Como ésta era una cuestión fundamental, no habríamos podido avanzar ni un solo paso si no hubiéramos respondido a la pregunta de si las bases de apoyo revolucionarias y el Ejército Rojo de China podían o no existir y desarrollarse. El VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China, celebrado en 1928, volvió a responder a esta cuestión. Desde entonces el movimiento revolucionario chino ha contado con una justa base teórica.
Analicemos ahora esta cuestión en detalle.
El desarrollo político y económico de China es desigual. Una débil economía capitalista coexiste con una economía semifeudal preponderante; un pequeño número de ciudades industriales y comerciales modernas coexisten con extensas zonas rurales estancadas;
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varios millones de obreros industriales coexisten con varios cientos de millones de campesinos y artesanos que viven bajo el yugo del viejo sistema; los grandes caudillos militares que controlan el gobierno central coexisten con los pequeños caudillos militares que dominan las provincias; existen simultáneamente dos tipos de tropas reaccionarias, el llamado Ejército Central bajo el mando de Chiang Kai-shek y las tropas "heterogéneas" al mando de los caudillos militares de las provincias; junto a unas pocas vías férreas, líneas de navegación y carreteras, existen un gran número de caminos para carretillas y de senderos, muchos de los cuales son difícilmente transitables incluso a pie.
China es un país semicolonial. La desunión entre las potencias imperialistas provoca la desunión entre los grupos gobernantes de China. Un país semicolonial controlado por varios Estados es diferente de una colonia controlada por uno solo.
China es un vasto país. "Cuando la noche cae en el Este, es aún de día en el Oeste; cuando las sombras cubren el Sur, el Norte sigue iluminado." Por lo tanto, no hay que preocuparse por la falta de espacio para maniobrar.
China ha pasado por una gran revolución. Esto ha preparado la semilla del Ejército Rojo, ha preparado al dirigente del Ejército Rojo: el Partido Comunista, y ha preparado a las masas populares con la experiencia de la participación en una revolución.
Por esto decimos que China es un vasto país semicolonial con un desarrollo político y económico desigual y que ha pasado por una revolución: es ésta la primera característica de la guerra revolucionaria de China. Esta característica determina, en lo fundamental, no sólo nuestra estrategia y táctica políticas, sino también nuestra estrategia y táctica militares.
La segunda característica es que nuestro enemigo es grande y poderoso.
¿Cuál es la situación del Kuomintang, enemigo del Ejército Rojo? Es un partido que ha tomado el Poder y lo ha estabilizado relativamente. Cuenta con la ayuda de los principales países imperialistas del mundo. Ha reformado su ejército de tal modo que éste se diferencia de cualquier otro ejército de la historia de China y se parece, en líneas generales, a los ejércitos de los Estados modernos. Este ejército está mucho mejor provisto de armas y de otros materiales bélicos que el Ejército Rojo, y es numéricamente superior a cualquier ejército de la historia de China y al ejército permanente de cualquier otro país. Entre
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este ejército y el Ejército Rojo hay una diferencia corno del cielo a la tierra. El Kuomintang domina las posiciones clave y las palancas de control de la política, la economía, las vías de comunicación y la cultura en toda China. Su Poder es a escala nacional.
El Ejército Rojo de China tiene ante sí a este enemigo grande y poderoso. Esta es la segunda característica de la guerra revolucionaria de China. Ella hace que la guerra que sostiene el Ejército Rojo sea forzosamente distinta, en muchos aspectos, a la guerra en general, a la guerra civil de la Unión Soviética y a la Expedición al Norte.
La tercera característica es que el Ejército Rojo es pequeño y débil.
El Ejército Rojo de China nació después de la derrota de la Primera Gran Revolución, siendo al comienzo unidades guerrilleras. Esto sucedió en un período de predominio de la reacción en China y de relativa estabilidad política y económica en los países capitalistas reaccionarios del mundo.
Nuestro Poder existe en regiones montañosas o remotas, dispersas y aisladas, y no recibe ninguna ayuda exterior. Las condiciones económicas y culturales en las bases de apoyo revolucionarias son atrasadas en comparación con las de las regiones del Kuomintang. Las bases de apoyo revolucionarias sólo abarcan zonas rurales y pequeñas ciudades. Al comienzo fueron muy pequeñas y no han crecido mucho desde entonces. Además, no son estables; el Ejército Rojo no posee bases de apoyo realmente consolidadas.
El Ejército Rojo es pequeño en efectivos, está mal armado y tiene grandes dificultades para abastecerse de víveres, mantas, vestuario, etc. Esta característica presenta un agudo contraste con la precedente. Sobre la base de este contraste se han establecido la estrategia y la táctica del Ejército Rojo.
La cuarta característica la constituyen la dirección del Partido Comunista y la revolución agraria.
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