- Introducción
- Entorno geográfico
- La identidad palestina
- Palestina y occidente. Fundación del Estado de Israel
- Actores internos
- Evolución del conflicto tras la partición de Palestina
- Conclusiones y posibles soluciones al conflicto
- Bibliografía
- Anexo
CAPÍTULO I
Introducción
Tradicionalmente se ha cometido el error de identificar puntos culminantes del conflicto que enfrenta a árabes e israelíes con las causas responsables de su existencia. Realmente no se puede establecer un único elemento responsable, ya que el conjunto de factores de tipo social, económico, político, ideológico e histórico que subyacen en el conflicto, lo convierten en uno de los más complejos actualmente existentes en el mundo.
Así mismo, la explicación de este enfrentamiento en el marco de la Teoría del Choque de las Civilizaciones, corresponde a una visión reduccionista, mediante la que Occidente trata de justificar sus errores pasados, evitando asumir la necesidad de trabajar de manera coordinada con otras civilizaciones, en lugar de tratar de asimilarlas mediante la imposición de sus propios valores.
Del análisis de la situación actual, de los principales puntos de fricción y de los diferentes procesos de mediación que han tratado de buscar la paz en la región, se deduce que existe una posibilidad de solución negociada, siempre y cuando la comunidad internacional asuma un claro compromiso de reencaminar sus acciones hacia la búsqueda de un nuevo orden, real, donde los intereses de los desvalidos realmente prevalezcan sobre los intereses nacionales.
De no adoptarse esta decisión, la solución se dilatará en el tiempo. Será necesario esperar a que se produzcan cambios sustanciales, actualmente en fase incipiente, en las sociedades de los Estados implicados que fuercen una paz estable.
Esta segunda opción, además de la pérdida innecesaria de vidas humanas, supondría dejar escapar la oportunidad de demostrar a todo el mundo que el esfuerzo coordinado de todos, sacrificando intereses y reconocimientos particulares, es realmente efectivo. La situación final, no sería la resolución de un conflicto regional, sino la consecución de un mayor grado de seguridad en el mundo.
Entorno geográfico
Oriente Próximo
Como paso previo al análisis de las causas que han originado el conflicto que enfrenta a Israel con los países árabes, y particularmente con Palestina, se considera fundamental realizar un estudio del entorno físico en el que se ha desarrollado esta confrontación. Desde un punto de vista geográfico, la región de Oriente Próximo ocupa parte del Asia sudoccidental, encontrándose definidos sus límites por Turquía al norte, Irán al este, Arabia Saudí y la ribera del mar de Arabia al sur y Egipto al oeste. Dentro de esta estructura general, un conjunto de países árabes comparte el espacio central de la región con Israel, enclavado junto a la ribera oriental del Mediterráneo.
Oriente Próximo es una zona de unión de tres continentes: África, Asia y Europa, constituyendo un entorno bastante inhóspito en el que la vida fundamentalmente se agrupa alrededor de tres cuencas hidrográficas: Tigris y Eúfrates, Nilo y Jordán.
Estos dos factores han condicionado el devenir histórico de la región, marcado por sucesivos períodos de supremacía o confrontación entre civilizaciones surgidas entorno a los ríos Tigris, Eúfrates y Nilo o que ampliaron sus dominios desde oriente u occidente. Tanto en un caso como en otro, esta zona se convirtió en una de sus naturales líneas de expansión, lo que imposibilitó el establecimiento de Estados estables en la cuenca del río Jordán.
La península arábiga, se mantuvo al margen de estas confrontaciones por su carácter desértico y su posición geográfica, pero por estas mismas razones, se convirtió en un ambiente hostil para el establecimiento de Estados florecientes.
La tierra Palestina
La definición del territorio denominado como Palestina no está tan clara como el caso anterior. En la definición de Palestina entran a jugar factores tanto históricos como religiosos, que en la mayoría de las ocasiones no están, ni mucho menos, claramente diferenciados.
Según la definición de la Enciclopedia Británica Palestina es el territorio puesto bajo mandato británico desde 1923 a 1948. Medida histórica de un cuarto de siglo para una de las civilizaciones más antiguas de la historia.
Dejando a un lado la definición colonialista, según la Biblia, Palestina parece ser la Tierra Prometida: "desde el río de Egipto hasta el Gran Río (el Éufrates)[1]", en base a la tierra conquistada, la del Reino de David; la promesa, situada por la Biblia en el s. XX antes de nuestra era, no fue registrada por escrito hasta, por lo menos, los tiempos del rey Salomón, es decir, más de 1.000 años después.
Sin embargo, Palestina bien podría ser la tierra de los Filisteos, cuya presencia en estas tierras data del s. XII a.C.. Herodoto[2]delimita a Palestina como la comarca que se extiende desde el sur de Siria hasta Egipto. Los romanos, después de la rebelión de Bar Kokhba[3]en el año 135 d.C., llaman Palestina a esta provincia de su imperio.
También fue llamada Palestina a una de las provincias del Imperio Otomano de Damasco. Eretz Israel, expresión usada en algunas ocasiones en la Biblia, fue usada por la literatura rabínica y el movimiento sionista para intentar definir las tierras en un tiempo habitadas por un posible "estado judío". Sin embargo este término excluiría la región costera de Acre y Jaffa al Norte, y Gaza al Sur, focos de habituales conflictos hoy en día.
Por tanto, queda claro todas estas definiciones y delimitaciones son fruto de la realidad histórica de cada momento, atribuidas por todos los colonizadores que han pasado por estas tierras: griegos, romanos, bizantinos, ingleses y sionistas.
Agrupando todas ellas, y con palabras del historiador norteamericano Breasted[4]a principios del s. XX, Palestina tiene su origen en las tierras del Creciente Fértil: desde el Gofo Arábigo, por el valle del Éufrates, el curso del Oronte, y así mismo el Litoral Mediterráneo hasta el delta del Nilo. Palestina se encuentra situada en el cuerno Occidental de este Creciente Fértil.
CÁPITULO II
La identidad palestina
Los pobladores de Palestina, desde el origen de los tiempos hasta mediados del siglo XX comparten un mismo origen. Desde Mesopotamia hasta las tierras hoy conocidas como Siria, Líbano, Palestina o Israel, los asentamientos de tribus árabes, nómadas o no, se sucedían. Llamados según la época amorreos, arameos o cananeos, compartían la misma lengua semita, todos ellos procedentes de la península arábiga.
Todas estas tribus, aunque influenciadas por el paso de otras (Asirios, Hyksos, Acadios, Sumerios…) constituyeron un gran civilización antigua, cuya edad de oro estuvo representada por Babilonia y bajo el reinado de su séptimo rey, Hammurabi. En el contexto de esta civilización comenzaron a desarrollarse los temas capitales de espiritualidad: trascendencia y más allá de la vida, unidad de Dios, profetismo revelador de la voluntad de Dios y la ley, cuyo prototipo fue el "código Hammurabi"[5]. Todo ello se hizo común en toda Mesopotamia e incluso en Egipto, tras el paso de los Hyksos, desde el s. XVI a.C.
Sin embargo, a pesar de este origen común de los pobladores de esta Tierra, la historia parece contarnos algo diferente. La influencia grande la religión, la cultura griega y del poder político ha provocado una alteración en la narración de la evolución de estos pueblos.
El papel de Palestina, – la tierra santa – en la imaginación de los pueblos, la adopción del cristianismo por occidente, así como la realización de las promesas bíblicas hechas a los patriarcas y la concepción teológica según la cual el antiguo testamento era la pre-configuración alegórica del Nuevo testamento ha conducido a contecer a estos textos una importancia tal que ha ocultado todo lo demás. Así, el resultado ha sido que el monoteísmo parece haber nacido del destierro en el desierto, constituyendo una historia lineal de Abraham a la filosofía de la historia de Hegel y el reino judío de David.
Lo mismo que el excepcionalismo judío ha distorsionado la realidad del origen de la religión monoteísta, el prejuicio cultural del excepcionalismo griego se ha adueñado también de este rasgo de la historia y parece contar que la cultura helénica surgió de la nada con el llamado "Milagro griego". Los filósofos griegos anteriores a Sócrates como Tales, Anaxímedes, Anaximandro, Parménides o Haráclito nacieron y trabajaron en Mileto, Éfeso, Elea, Asia menor, Persia…cuyo pensamiento se nutre de la cultura de Asia, Persia, el Creciente Fértil y la India.
Por último, el prejuicio político-militar del imperio y de la nación es uno de los que más ha pesado sobre la historia. En la tradición Occidental, al igual que la historia Hebrea ha permanecido como prototipo de la religión y el milagro griego como el de la cultura, el Impero Romano se ha mantenido como prototipo de la unidad política.
En definitiva, Palestina es una tierra situada en el conjunto del Creciente Fértil, centro de sucesivas invasiones y ocupaciones que nunca ha tenido la ocasión de autogobernarse y mostrar su verdadera identidad.
Hasta el s.XIX, los árabes han constituido una única identidad bajo el dominio del Imperio Otomano, pero eran uno sólo cuyo denominador común era Siria La Grande. Fueron las potencias occidentales las que acabaron con esa unidad con las ansias expansionistas del colonialismo y, tras la Primera Guerra Mundial, sembraron la semilla de la discordia.
Los hebreos
Según la mayoría de los historiadores, las historia del pueblo hebreo comienza a raíz de su instalación en Palestina: "Israel…la existencia de una federación de 12 tribus… sólo apareció como un fenómeno vivo a partir del momento que ocupa el país de cultura palestina… su historia sólo comienza en suelo palestino"[6]
Todo cuanto a partir de entonces ha sido comprobado, permite llegar a la conclusión de que cada una de las tribus tiene una prehistoria particular antes de formar una unión sólida y duradera en el país.
La biblia y la historia nos cuentan que los hebreos o haribus (palabra de la misma raíz usada en los documentos de la época e identificada con los hebreos por los historiadores) forman parte de la gran migración aramea. Los hebreos, por entonces vagaron por Mesopotamia, Siria, Palestina y Egipto al servicio de reinos y particulares desempeñando toda clase de tareas. Desde grandes ejércitos de mercenarios al servicio de los reyes locales, bandidos, peones en las construcciones egipcias y hasta sirvientes de los hacendados de todas aquellas tierras.
Los más cruelmente explotados parecen ser aquellos al servicio del faraón Ramsés II en Egipto. Pequeños grupos de rebeldes o fugitivos pasaban de Egipto a Canaán y, buscando una rebelión más generalizada, se sumaron rebeldes y proscritos de otras procedencias. Esta Guerra de los campesinos halló un terreno excepcional en Palestina, donde Egipto había perdido el control fruto de los conflictos con los hititas y los pueblos del mar y las desavenencias de los príncipes de la zona que la habían llevado a un estado de anarquía e impotencia.
Los haribu no consiguieron imponerse en las grandes ciudades y tampoco entrar en Jerusalén, habitado por los jebuseos, hasta dos siglos más tarde bajo el mandato de David[7]En el Libro de los Jueces[8]se dice que tampoco consiguieron el control de Sidón, Megido, Guezer ni otras. Pero los haribu, considerados ya como hebreos por la adopción de una nueva religión, el judaísmo (los esclavos se convirtieron en los elegidos de Dios), no buscaron la destrucción del resto de los semitas, sino la libertad, la propiedad de tierras y el control del gobierno.
La llegada del Islam
En 638, cuando el Islam penetra en Palestina, los árabes ya llevaban ahí más de tres milenios, desde las primeras migraciones semitas, procedentes de Arabia (Amorreos, Cananeos o hebreos pertenecían al mismo grupo étnico y lingüístico semita).
Los documentos griegos descubiertos en Transjordania prueban que en tiempos del Imperio romano la mayoría de los habitantes eran árabes.
Por entonces el Islam no se consideraba una religión, sino un cumplimiento de los mensajes divinos, ya familiares en el Creciente fértil.
"Dios – dice el Corán – ha instituido para todos una religión, es esta la que te revelamos, la que hemos recomendado a Abraham, a Moisés y a Jesucristo…no hagas de ella un motivo de división"[9]
"Decís: creemos en Dios, en cuanto nos ha revelado y en lo que ha sido revelado a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob y a las tribus…" – referencia a las 7 tribus hebreas-. "Creemos en lo que ha sido dado a Moisés, a Jesucristo, y en lo que ha sido dado a los profetas por parte de su Señor. No establecemos diferencias entre ellos y nos sometemos a Dios".[10]
Para los palestinos judíos el Islam era heredero de Abraham y de Moisés y para los nuevos cristianos, despreciados por los romanos y considerados herejes, Jesucristo era un profeta y apóstol precursor de Mahoma. Por tanto el Islam y sus predicadores árabes se presentaron como una corriente liberadora y tolerante frente a la intransigencia de Bizancio.
La dominación turca (s.XII – XIX)
Durante la ocupación otomana Palestina sufrió años oscuros y trágicos. En 1943 los turcos somalíes derrotaron al emperador Constantino y tomaron Constantinopla.
Bajo el reinado de Solimán el Magnífico Palestina pasó por una efímera época dorada que después derivó en la decadencia de la agricultura, la industria y el comercio marítimo. Los impuestos del imperio turco eran desorbitados y, en 1513 la peste diezmó gravemente la población.
Estas situaciones favorecieron sucesivos levantamientos desde 1612 hasta 1798 que condujeron a continuos cambios de gobiernos y guerras. La incursión de Napoleón en 1799 fue la primera aventura europea en el mundo árabe.
CAPÍTULO III
Palestina y occidente. Fundación del Estado de Israel
El Sionismo: Nacimiento, Evolución Y Aspiraciones
Judaísmo, Sionismo Y Antisemitismo Cristiano
La postura tradicional de la iglesia católica con respecto a los judíos, durante casi dos milenios, se basaba en tres pilares:
Habiendo dado muerte los judíos a Jesús, mataron a Dios. Son el pueblo deicida.
En adelante, la Iglesia es el pueblo elegido de Dios.
El Antiguo Testamento es la pre-configuración alegórica del Nuevo.
La interpretación tradicional conducía pues a considerar que al negarse a reconocer en Jesucristo al Hijo de Dios, los judíos no conversos se habían escindido ellos mismos de la comunidad abrahámica y que, lejos de ser el pueblo elegido, estaban condenados a ser malditos por sus pecados: ya Dios los había castigado al expulsarlos de Palestina a Babilonia y cuando volvieron por mediación del edicto de Ciro, pecaron aún más gravemente al no reconocer a Jesucristo, siendo malditos a vagar por la tierra sin hogar y ni identidad como pueblo. Así se explica la diáspora de los judíos por el mundo, condenados a la marginación y la clandestinidad, cuyo máximo exponente estuvo representado en la 2ª Guerra Mundial.
Sin embargo, el judaísmo "no dejó" de ser una religión hasta 1609, cuando el movimiento sionista acuña la idea de pueblo diferenciado del resto de naciones, a semejanza de las nuevas naciones europeas nacidas del renacimiento. Se pude decir que aquí nace el movimiento clandestino del sionismo, que hasta el siglo XIX se mueve entre las sombras ganado fuerza y poder en los estados en los que vivían sus adeptos.
El sionismo empezó a tomar vida propia a partir de la religión, transformándose en un poder fáctico en Europa, ricos en medios, dinero y poder. Hubo conversiones al judaísmo de gente muy influyente e incluso conversiones en masa en algunas zonas. Así la impronta palestina de la identidad judía fue desapareciendo en el olvido. A cambio, el nacionalismo sionista construyó su identidad en la mística de la raza y de la tierra. Lo que un día fue una religión se convirtió en una forma de vida, en una nación sin estado pero poderosa en muchos otros.
El Sionismo
A finales del s. XIX, el anti-judaísmo europeo generó un movimiento de reacción segregacionista dentro de las élites judías europeas: el Sionismo (político). Los sionistas postulaban que todas las personas no-judías del mundo son naturalmente "anti-judías", por lo que la única solución a ese problema es separa a los judíos de los que no lo son, haciéndolos emigrar a algún lugar en el mundo para vivir en estado puramente judío.
Durante el Congreso judío de Pittsburgh de 1885, se adoptó la idea de renunciar a considerarse como nación autodefiniéndose como comunidad religiosa. Esta postura suponía la renuncia a volver a Palestina y a restaurar las leyes que se referían al estado judío. Su consecuencia lógica, hubiera sido la integración plena de los judíos en sus países de residencia; sin embargo, la presión ejercida en Europa Central contra las comunidades judías, hizo generar un sentimiento de reacción que defendería el establecimiento de un estado propio. El ideólogo y precursor del sionismo, Leo Pinsker[11]justificó esta decisión con la siguiente afirmación: "los judíos constituyen en el seno de los pueblos en los que viven un elemento heterogéneo inasimilable por nación alguna".
En 1897, en Basilea, Suiza, el periodista húngaro Theodor Herzl[12]logra reunir el Primer Congreso Sionista que planteó la necesidad de buscar el apoyo a dicho "estado judío" en alguna potencia colonial, inspirados en el sentimiento imperialista reinante en Europa. Pese a que en un principio tuvieron entre sus posibilidades la creación de su estado en lugares como Uganda o la Patagonia argentina, fue tomando fuerza la idea de instalar el estado judío en Palestina, basándose en argumentos "religiosos", pero también económicos, políticos y estratégicos.
Esta posición nace sobre la base de la "promesa" bíblica del Antiguo Testamento y postula la necesidad de tener un hogar nacional en Palestina, sin considerar si ése territorio estaba habitado o no. Argumento que si se analiza detalladamente está claramente distorsionado por los sionistas, pues la "promesa" de la que habla también Jesucristo se refiere a toda la humanidad y no solo a un grupo religioso determinado.
De esta forma nace el eslogan sionista con el que se justifica la ocupación de Palestina, cuyo autor es el propio Herzl: "Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra".
Introducción de los Judíos en Palestina. El protectorado británico.
Entre las opciones presentadas, la más atractiva era Palestina, territorio en aquel momento perteneciente al Imperio turco Otomano. En Palestina vivían a comienzos del s. XIX 800.000 personas, prácticamente un 100% de palestinos de origen y en convivencia entre cristianos (20%), judíos (4%) y musulmanes (76%).
La idea de un estado judío chocaba con la composición demográfica del territorio. Por aquel entonces la población judía era de 25.000, la mayoría de ellos integrados en la población local o establecidos en comunidades religiosas en ciudades históricas para el judaísmo, el cristianismo y el Islam como Jerusalén, Hebrón y Safad.
En 1916, todavía con la Guerra Mundial en curso, Gran Bretaña y Francia se reparten Medio Oriente en zonas de influencia mediante el Plan Sykes-Picot[13]Para asegurarse, en 1917, Gran Bretaña promete a los líderes árabes la independencia de sus territorios a cambio de la cooperación contra los turcos[14]Al mismo tiempo, promete a los sionistas la creación de un "hogar nacional judío" en Palestina en la "declaración Balfour"[15] con el fin de conseguirse un aliado frente a los deseos de independencia de los árabes.
Edward Said, en su libro "La Cuestión Palestina", resalta el hecho que la declaración Balfour fuese redactada por : 1.una potencia Europea; 2. respecto de un territorio no europeo y; 3. si tener en cuenta ni la presencia ni los deseos de la población nativa residente en dicho territorio.
En 1920, la Sociedad de Naciones, siguiendo el Plan Sykes-Picot, asignó a Gran Bretaña el mandato sobre Palestina durante la Conferencia de San Remo. El objetivo del mandato fue "prestar ayuda y consejo que guíen la administración de Palestina, hasta que su población sea capaz de auto-gobernarse". Pero además se debía crear un "hogar nacional para el pueblo judío". De este modo, Gran Bretaña comenzó a facilitar la inmigración masiva de judíos y la expansión de colonias sionistas, lo que provocó el progresivo desplazo de la población nativa[16]
La movilización palestina contra las medidas británicas hacia la creación de un hogar nacional judío comenzó en 1920 como simples manifestaciones de descontento hacia la administración británica, las cuales se repitieron de manera creciente en 1921, 1929 y 1933. En 1936 se declara una huelga general que derivó en una gran movilización que duró hasta 1939. En este contexto Gran Bretaña organizó el Palmach, un destacamento de su ejército compuesto exclusivamente por sionista y utilizado principalmente con el fin de controlar la población palestina. Además del Palmach, los sionistas organizaron milicias paramilitares clandestinas (la Haganah, el Irgún y el Stern) que atacaron de forma terrorista las aldeas y ciudades palestinas, y más tarde las oficinas de la administración británica. Al cabo de un década, en 1947, Gran Bretaña fue incapaz de controlar la situación y anunció el fin de su mandato, pidiéndole a las Naciones Unidas que encontrara una solución al conflicto.
El 29 de noviembre de 1947 la ONU aprobó la resolución por la que se procedía a la partición de Palestina. Dicha resolución dictaminaba que el 56% de Palestina sería destinado a la creación de un estado judío, el 43% para un estado árabe y el territorio de Jerusalén y sus alrededores (el 1%) quedarían bajo administración internacional. En el seno de la ONU no hubo representantes palestinos, y su voz fue transmitida por medio de los representantes de los países árabes miembros. Sin embrago, los sionistas sí fueron representados por la Organización Sionista Mundial y apoyados incondicionalmente por EE.UU. y la U.R.S.S. Esta resolución representó la consolidación de la sucesión de injusticias cometidas en este territorio desde la instauración del protectorado británico y han originado el conflicto que conocemos hoy en día.
Ni los palestinos de los países árabes estuvieron de acuerdo con esta decisión. En cambio la Organización Sionista Mundial aceptó públicamente la partición. A pesar de ello, a las semanas siguientes de la instauración del estado de Israel, y aún con las guarniciones británicas retirándose del territorio, las fuerzas paramilitares israelíes comenzaron una serie de ofensivas contra la población palestina, fuera y dentro del territorio asignado a éste por la ONU, con el fin de ganar la mayor parte del territorio en el marco del denominado Plan Dalet o Plan "D"[17].
LOS COMIENZOS DEL ESTADO DE ISRAEL
Deir Yassin
De una de las operaciones antes mencionadas para la conquista de territorio por parte de fuerzas paramilitares israelíes resultó la masacre de Deir Yassin.
"La primera estancia estaba oscura, con todo desordenado, pero no había nadie. En la segunda, entre muebles destripados y todo tipo de escombros encontré algunos cadáveres fríos. Aquí habían hecho una limpieza con ametralladoras y luego con granadas de mano. Lo habían rematado con bayonetas, por lo que pude constatar. Lo mismo en la habitación siguiente, pero cuando iba a salir oí algo que se asemejaba a un suspiro. Miré por todos lados, revolví entre los cadáveres y di con piececito aún caliente. Era una niña de diez años, mutilada por una granada de mano pero todavía viva… en todas partes había el mismo panorama horrible… aquella aldea tenía unos 400 habitantes, unos 50 habían escapado y todavía estaban con vida. A todos los demás los habían asesinado a sangre fría y deliberadamente, porque, como pude constatar, aquel la banda estaba admirablemente disciplinada y actuaba cumpliendo órdenes." – Testimonio del Sr. Jacques Reyner, Director de la Cruz Roja Internacional en Palestina por aquel entonces.
Zvi Ankorí, comandante de la Hanagah dijo: "vi genitales arrancados y vientres de mujer reventados… era un asesinato sin más"
Menachem Begin, Jefe del Irgún durante la masacre y ex-Primer Ministro de Israel escribió días después: "una leyenda de terror cundió entre los árabes, que sentían pánico sólo con oír nombrar a nuestros soldados del Irgún. Le valieron a las fuerzas de Israel por media docena de batallones. En todo el país… los árabes fueron presa del pánico y empezaron a huir. Esa huída masiva pronto se convirtió en una estampida incontrolable y enloquecida. De los 800.000 árabes que vivían en el actual territorio del Estado de Israel, solo 165.000 siguen aquí. Sería difícil sobreestimar el significado político y económico de ese proceso."
Como en Deir Yassin, se dice que Israel se ganó el 78% de la Palestina histórica. Cisjordania y la Franja de Gaza quedaron bajo administración jordana y egipcia respectivamente. La población árabe fue continuamente desplazada de sus hogares por la violencia israelí con el fin de ganar territorio para alojar a los millones de inmigrantes de religión judía que venía de todo el mundo para vivir el nuevo Israel. En 1950, el gobierno israelí promulga la "Ley de retorno Judío" con el fin de incentivar la inmigración de futuros colonos judíos a Israel. Mientras tanto los refugiados palestinos huyen a Cisjordania, Gaza y los países limítrofes (Líbano, Jordania y Siria) de donde no se les ha permitido volver a pesar de la resolución 194 de la ONU que les confiere ese derecho.
Resolución 194
"La Asamblea General de las NN.UU., el 11 de diciembre de 1948, habiendo considerado nuevamente la situación reinante en Palestina: (…) Resuelve que debe permitirse a los refugiados que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos, que lo hagan así lo antes posible, y que deberán pagarse indemnizaciones a título de compensación por los bienes de los que no decidan regresar a sus hogares y por todo bien perdido o dañado cuando, en virtud de los principios del derecho internacional o por razones de equidad, esta pérdida o este daño deba ser reparado por los gobiernos o autoridades responsables."
Así, se encarga a la Comisión de Conciliación que facilite la repatriación, reinstalación y rehabilitación económica y social de los refugiados, así como el pago de indemnizaciones, y que se mantenga en estrecho enlace con el director del Socorro de las Naciones Unidas a los Refugiados de Palestina (UNRWA).
El total de los refugiados palestinos se calcula actualmente en unos cinco millones de personas, repartidos entre Gaza (84,5% de la población), Cisjordania (32,6% de la población), Jordania (74,8% de la población), Líbano (11,5% de la población) y Siria (2,7% de la población).
La represión contra los "no-judíos"
Desde 1948 y hasta 1967, Israel llevó a cabo una serie de operaciones para el "control del orden interno del Estado" enfocada hacia la represión de la comunidad "no-judía" de Israel, los árabes israelíes. Las aldeas de Qibya en 1953 y Kufr Kasem en 1956 fueron atacadas con violencia por unidades del Ejército israelí y se les impusieron toques de queda en los que se disparó a matar a quienes lo incumplieron (en la mayoría de los casos, trabajadores que volvían a casa sin el conocimiento de la situación).
La población árabe que permaneció en Israel tras la expansión era considerada de segunda clase, privada de los derechos que gozan los israelíes judíos y sufridora de continuas violaciones de los derechos humanos bajo las denominadas "Leyes de Excepción" con el fin de forzarles a la expulsión. La expropiación de casas, los toques de queda, la encarcelación t el maltrato de los palestinos sin juicio previo están a la orden del día.
Las ocupaciones de Palestina y de los estados vecinos
El 5 de Junio de 1967 se produjo la ocupación del resto de Palestina, los Altos del Golán sirios y el Sinaí egipcio por fuerzas del ejército de Israel. Con esta invasión, Israel buscaba la anexión de Jerusalén, pretendida como capital israelí, y un nuevo éxodo de refugiados hacia los países limítrofes. La anexión de los Altos del Golán sirios le suponían el control de las principales reservas de agua de la región.
Tras la invasión, Israel se apresuró en la colonización de Cisjordania y Gaza construyendo y ampliando colonias exclusivas para judíos en los territorios ocupados violando toda legalidad internacional. Desde entonces y hasta ahora, el estado de Israel tiene una política de incentivos (subsidios en vivienda, exención de impuestos a empresarios o bonos de locomoción a profesionales) para que los israelíes acudan a habitar dichos asentamientos.
Esta ocupación, marcó el nacimiento de los movimientos de resistencia netamente palestinos que comenzaron a operar desde los campamentos de refugiados fuera de Palestina.
El 22 de noviembre de 1967, el Consejo de seguridad de naciones unidas, seis meses después de la Guerra, adoptó la Resolución 242 en la que se exigía " la instauración de una paz justa y perdurable en Oriente Medio", y que pasaba por " la retirada del ejército israelí de todos los territorios recientemente ocupados durante el conflicto" y el "respeto y reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia política de cada estado de la región, y de sus derecho a vivir en paz en el interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de fuerza"
El 22 de Octubre de 1973, El consejo de seguridad de NNUU adoptó una nueva resolución durante la Guerra entre Israel y Egipto en el confirmaba la validez de la Resolución 242 y recomendaba el alto el fuego y el inicio de las negociaciones con el fin de instaurar "la Paz justa y duradera en Oriente Medio".
CAPÍTULO IV
Actores internos
Organización para la Liberación de Palestina (OLP)
La representación oficial del pueblo palestino la ostenta actualmente la OLP, cuyo máximo representante es Mahmoud Abbas. Esta organización ha sido tradicionalmente la base del nacionalismo palestino[18]Aunque habla con una sola voz, se compone de un gran número de partidos y grupos laicos con una amplia variedad de intereses y pensamientos políticos, siendo los más importantes:
Movimiento para la Liberación Nacional de Palestina (FATAH). Partido dominante.
Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP)
Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP)
Frente para la Liberación de Palestina (FLP)
Frente Árabe de Liberación (FAL)
Unión Democrática de Palestina (UDP)
Partido del Pueblo Palestino (PPP)
La mayoría de los miembros son refugiados cuyo principal interés, a pesar de las diferencias en cuanto a medios y métodos, a lo largo de muchas décadas y en la actualidad, es el regreso a sus hogares y tierras en territorio palestino.
El objetivo común de todos estos grupos, que les hizo agruparse en la OLP, es el establecimiento de un estado palestino independiente con capital en Jerusalén. La OLP tradicionalmente no ha mezclado religión y política, por ello, los principales grupos islamistas no pertenecen a dicha organización.
Movimiento de resistencia islámico (HAMAS)
La diáspora palestina, la vida en campos de refugiados, al absentismo occidental, la falta de apoyo real de los países árabes, que han visto a los refugiados como una fuente de problemas, han provocado el radicalismo hacia tendencias islamistas y terroristas, como única salida hacia su supervivencia. De esta situación nace Hamas, el mayor grupo fundamentalista islámico palestino y la mayor oposición a Mahmoud Abbas. Desde su fundación se ha opuesto a una posible paz entre israelíes y palestinos[19]
Hamas combina el nacionalismo palestino con el fundamentalismo islámico y con el recurso al terrorismo. Según su carta fundacional, Hamas busca a través de la lucha armada, destruir a Israel y establecer un estado islámico en Palestina.
Esta organización despliega una extensa red de servicios sociales, de salud y educativos que, en muchos casos, suple las carencias de la ANP. Este aspecto, unido a la corrupción generalizada en el seno de la OLP, es el principal motivo de la gran acogida que en los últimos años ha tenido este grupo entre los palestinos, llevándole a ganar las elecciones legislativas en enero de 2006.
Desde entonces, Hamas está inmersa en una encrucijada entre dos vertientes: la radical islamista, con la que ha conseguido llegar hasta esta situación; la más moderada, que se inclina por cambiar el radicalismo anterior hacia una posición más moderada que pueda compaginarse con las aceptación de la comunidad internacional, haciéndole ver que son capaces de gobernar un país.
Hamas recibe ayuda económica fundamentalmente de refugiados palestinos, de ciudadanos de países árabes y de organizaciones caritativas musulmanas.
Israel
El principal interés nacional de seguridad para Israel es garantizar la existencia de su propio estado y la seguridad individual de sus ciudadanos. Para ello, Israel desarrolla una política de defensa basada en el mantenimiento de fuertes capacidades disuasorias[20]
Las debilidades estructurales de Israel son la falta de profundidad de su territorio y su escasa población. Esto obliga al estado judío a establecer una estrategia de defensa que evite los combates en su propio territorio, lo que le ha llevado a lo largo de la historia a ocupar en sucesivas ocasiones territorios en los países árabes vecinos y actualmente a continuar con la política de asentamientos israelíes en Cisjordania y, especialmente, en Jerusalén.
ACTORES REGIONALES
Siria
En el régimen sirio del presidente Assad se presume incierto, en un futuro no muy lejano. La economía del país continúa deteriorándose, las reformas iniciadas por el presidente han llegado a un punto muerto. Con esta situación interna, el presidente Assad busca mantenerse en el poder consiguiendo lo que no pudo conseguir su padre: "Los altos del Golán".
Además del conflicto con Israel por los Altos del Golán y del conflicto histórico con Líbano, Siria continúa apoyando a los grupos radicales islamistas como Hezbollah, en Líbano y Hamas, en los territorios palestinos. Con el apoyo a este último grupo es como Siria se convierte en actor de importancia en las relaciones internas palestinas.
Líbano
Muy relacionada con Siria, la situación interna de Líbano, tras la última guerra con Israel, todavía se encuentra muy deteriorada e incierta. Líbano se encuentra políticamente dividido en dos: aquellos, que apoyan al actual primer ministro Siniora, que orientan su política a un acercamiento con Occidente ; y otros , que forman un frente determinado a resistir la influencia de Occidente, con Hezbollah a la cabeza y con apoyo de Siria.
Debido a su explosiva situación interna y a la determinación todavía reciente guerra con Israel, Líbano no tendrá una influencia importante en la zona, más que la que pueda ejercer a través de su conflicto con Israel y Siria, ya que la situación interna de estos dos países si afecta grandemente a la situación en los territorios palestinos.
Jordania y Egipto
Tanto Jordania como Egipto están llamados a ser actores claves en la resolución del conflicto palestino-israelí. Debemos recordar que en Jordania existen millones de refugiados palestinos, que se encuentran perfectamente integrados en la sociedad jordana con la que conviven. Además ambos países son fronterizos con los dos territorios palestinos Gaza y Cisjordania y ambos territorios han pertenecido respectivamente a Egipto y Jordania. Ambos países han reconocido oficialmente el Estado de Israel.
Irán
Junto con Siria, Irán es el país más crítico con Israel y los países occidentales. Considera a Israel como su gran enemigo al que hay que eliminar, en lo que coincide con los grupos islamistas radicales palestinos Hamas y Jihad Islámica a los que apoya. Este apoyo está consiguiendo que su influencia en el mundo árabe sea cada vez mayor en perjuicio que Arabia Saudí.
Irán es un país que influye decisivamente en la actitud de Hamas y en su política. Mientras esta influencia continúe será difícil que se pueda crear un estado palestino independiente.
Arabia Saudí
Al igual que ocurre con Jordania y Egipto, Arabia Saudí mantiene buenas relaciones con los países occidentales y siempre es escuchado por los países árabes, ya sean sunitas o chiitas, por su posición de líder espiritual del Islam y guardián de los lugares sagrados.
Con este último éxito diplomático en La Meca, Arabia Saudí consigue restarle protagonismo e influencia a Irán, su gran enemigo en el Golfo Pérsico. Arabia Saudí está muy interesada en una resolución pronta del conflicto, ya que sus propios ciudadanos saudíes lo ven como una humillación para el pueblo árabe y podrían crear problemas internos en el país si ven que el Rey Abdulah continúa manteniendo buenas relaciones con EE.UU. y los países occidentales.
Si a esta situación se le une la influencia cada vez mayor que está consiguiendo Irán, Arabia Saudí puede empezar a perder liderazgo en el seno del mundo árabe. Por ello, si la resolución del conflicto palestino se consiguiera bajo los auspicios de Arabia Saudí, se aseguraría el liderazgo del mundo árabe que empieza a ver peligrar.
ACTORES INTERNACIONALES
Estados Unidos
Aliado fiel y máximo defensor de Israel, los EE.UU. son vistos por la mayoría del pueblo palestino como el gran enemigo. Por otro lado, los palestinos saben que será muy difícil la existencia de un estado palestino independiente sin el beneplácito de los EE.UU.
Actualmente los EE.UU. mantienen una política respecto al conflicto palestino-israelí acorde con los otros tres miembros del llamado "Cuarteto para la paz", la unión europea, Rusia y la ONU. Por lo tanto, su solución al conflicto pasa por la "Hoja de Ruta" y la convivencia de dos estados, judío y palestino.
Página siguiente |